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UNIVERSIDAD
CONSTRUCCIÓN DEL CONOCIMIENTO
COMPETENCIAS A DESARROLLAR:
1. Interpreta el Neoliberalismo en la Educación
2. Identifica e interpreta las políticas educativas neoliberales en
América Latina
Estas dos actividades son el tema a desarrollar en la siguiente clase.
Deben constituirse en 4 grupos, lo cual permitirá la lectura de los diversos
artículos, documentos o libros que permitan conformar el tema. Se da
libertad para desarrollar el tema y estructurarlo como el grupo crea
pertinente. Cada grupo debe elaborar una exposición sobre el tema.
Para su desarrollo cada grupo dispondrá de una hora, donde cada
participante podrá hacer uso de sus argumentos y opinión crítica sobre el
mismo, basándose en los teóricos o congresos que hayan leído.
Puede exponer una parte de los integrantes del grupo y la otra parte, debe
exponer el siguiente tema. Es decir 11 personas y luego, las once restantes
expondrían en el siguiente tema.
Fecha de exposiciones: 24/06/17
3. Identifica e interpreta los desafíos que debe enfrentar y
características que debe tener la Universidad Latinoamericana del
siglo XXI
Este tema también puede desarrollarse en grupo, se deberá revisar los
documentos y diversos autores. Sugiero que cada grupo seleccione y se
distribuyan los autores, de ser necesario. Presentar una exposición,
argumentando sobre el tema, aportando una opinión crítica sobre el tema.
Fecha de exposiciones: 29/07/17
4. Interpreta el Nuevo Paradigma de la Universidad y el neoliberalismo
educativo
Presenta una opinión crítica o un ensayo individual donde se analiza as
variables de este tema en el contexto venezolano. Fecha de entrega
05/08/17. Este puede ser leído y debatido en clases. Uno de ellos
pudiera servir de artículo a publicar
Se deja abierta la libertad de seleccionar algún otro documento que
se crea pertinente al tema y no esté en mi lista de referencia.
EVALUACIÓN
LECTURAS RECOMENDADAS
Pérez Medina, J. (2006). Sobre la miseria del mundo de Pierre Bourdieu: Una
análisis sobre las consecuencias de la globalización económica en el
primer mundo.
Este artículo intenta reunir en un corto espacio un análisis sucinto de los límites
del paradigma educativo tradicional, los cambios sociales y tecnológicos que acompañan
la crisis y las transformaciones del sistema educativo, y los principales lineamientos de un
proyecto de programa educativo que intenta responder a estas disyuntivas y cuyas
experiencias piloto ya están siendo llevadas adelante en la ciudad de Buenos Aires. Sepa el
lector disculpar la brevedad de los desarrollos sobre cada particular que funcionan
principalmente como disparadores de los debates llevados adelante en ese foro.
Pensar acerca del Paradigma Educativo conlleva necesariamente la deconstrucción y
desnaturalización de “La Escuela” como institución educativa y a la consideración de
cómo y para qué surgió la escuela y cuales fueron y cuáles son las fuerzas que operan en su
reproducción como institución considerada central en los procesos de formación y
socialización en nuestras sociedades contemporáneas. De hecho es fácil confundir la
educación con la escuela, se nos antoja hasta natural pensar que los niños deban educarse
en la escuela, aún si a simple vista queda en evidencia lo artificioso y poco natural (en
sentido histórico) que tiene institucionalizar a los niños tantas horas y someterlos a las
férreas estructuras disciplinares que la escuela supone, tema cuyo trato mas atinado y denso
fue realizado oportunamente por Foucault y particularmente por Bourdieu. La constitución
de la educación formal en la era contemporánea no versa solamente sobre el problema de la
educación de las personas, es decir la transmisión de saberes, competencias y marcos
morales y conductuales, sino que reasume este antiguo problema a la luz de los proyectos
sociales que surgieron alrededor del nuevo orden económico burgués surgido luego de las
revoluciones burguesas y de los procesos de independencia, todos estos enmarcados en el
desarrollo del capitalismo global. Es decir que la constitución de la educación formal tiene
como correlato la construcción de los sujetos-ciudadandos o, también, la formación de los
súbditos de los nuevos estados, el disciplinamiento, la constitución de las identidades
nacionales, la adquisición de competencias necesarias para la nueva economía, etc. Es por
esto que la consideración de un nuevo paradigma educativo no puede barajarse sin
considerar qué tipo de sociedad pretendemos construir, qué lugar ocuparán las personas,
cuáles serán las relaciones sociales y políticas que les organizarán, cuáles son los valores,
sueños y expectativas que alimentarán la construcción de la sociedad, etc.. En definitiva la
cuestión de la educación no coincide exactamente con la del paradigma educativo, éste
último es mas acotado y específico y no consiste, de hecho y solamente, en el problema de
cómo hacer que las personas aprendan sino en cómo formar a las nuevas generaciones en
vistas a un proyecto común.
Existen varios elementos contraproducentes que surgen de esta estructuración. Por un lado
la escuela se convierte en un mecanismo que reproduce las estructuras sociales de
dominación mediante la práctica cotidiana, muchas veces inconsciente, de los trabajadores
de la educación. Este aspecto es ampliamente desarrollado por Paulo Freire en diferentes
trabajos. Por otra parte la exposición del conocimiento que surge del academicismo y de la
compartimentación produce un alejamiento arbitrario entre el mismo y la práctica social.
Podríamos decir que nuestro paradigma educativo produjo algo que resultaría inconcebible
en otros escenarios históricos y sociales: separar el conocimiento de la práctica cotidiana, o,
dicho de otro modo, aprender a reseñar representaciones de la realidad creadas para operar
sobre la misma con mayor éxito sin lograr articular dichas representaciones con la
operación cotidiana sobre la realidad. De hecho parecería un planteamiento absurdo si no
fuera porque lo tenemos ante nuestros propios ojos. En consecuencia conocimientos que
serían muy simples de asimilar requieren un tiempo pedagógico absurdamente largo,
probablemente esos mismos conocimientos si fueran aprendidos a partir de la necesidad de
una práctica concreta se asimilarían mucho mas rápido y sin grandes esfuerzos. Como
ejemplo diré que ante la autopercepción de muchos de mis estudiantes respecto de su
incapacidad para aprender (“a mi no me da la cabeza!”), que surgió de su fracaso recurrente
en la educación formal, les sugiero que están equivocados, que en realidad son muy
inteligentes y que la prueba está en la facilidad con la que aprenden a utilizar un nuevo
teléfono celular o a navegar en las redes sociales, o en el nulo esfuerzo que supone para
ellos recordar los detalles -útiles para el seguimiento de la historia- de largas películas o
series que vieron.
En las últimas décadas las TIC vertebraron un proceso de profunda transformación social
que incidió fuertemente en los últimos años en la práctica educativa (Vizer, 1997). Primero
los medios de comunicación y luego las TIC dieron un alcance mucho mas penetrante a los
procesos de globalización impulsados por la expansión del orden capitalista y el consumo
de masas dando una enorme gravitación al consumismo en el desarrollo de las
personalidades. No obstante las TIC abrieron nuevas formas de socialización y de
sociabilidad, nuevas representaciones sobre el conocimiento, su transmisión, conservación,
producción y reproducción que socavaron el academicismo y crearon nuevos contenidos
procedimentales que volvieron obsoletos muchos de los tradicionales. Estas nuevas
representaciones desdibujan los límites y la compartimentación de los diferentes campos
científicos pues las TIC permiten la construcción de discursos donde diferentes modelos
científicos o no científicos, en diferentes formatos, se entrelazan y resignifican,
favoreciendo la traspolación de los conceptos y de las estructuras conceptuales (Turkle,
1990). Estos discursos se construyen también en forma novedosa ya que las TIC permiten
interaccionar a cada vez mas numerosos y heterogéneos interlocutores que manipulan una
información ubicua, generándose una producción colectiva y abrumadora de discursos y
representaciones en forma constante, desestructurada y escapando a los mecanismos de
autoridad académica.
Al mismo tiempo, como señalaba, las TIC potenciaron los efectos homogeneizantes de la
socialización contemporánea aunque ya no a partir de una política pública sino del enorme
despliegue del marketing y de la sociedad de consumo, creando propuestas mercantilizadas
de perfiles identitarios de acuerdo a los diferentes ´targets´ que el mercado identifica a
partir de las problemáticas y necesidades humanas. En este sentido la psicología
conductista le proveyó de importantes herramientas para la manipulación de la conducta y
el modelaje de la personalidad que el marketing utilizó para generar, en lo posible, perfiles
identitarios fuertemente dependientes del consumo impulsando, por tanto, ciertos
parámetros de homogeneización.
La socialización, pues, escapa cada vez mas a los esfuerzos de injerencia que los Estados
Nacionales inauguraron a finales del Siglo XIX, perdiendo su capacidad de generar
significados al tiempo que las TIC se convierten en el medio decisivo para la creación de
significados. Esta coyuntura explica, en parte, los conflictos que se observan en muchas
sociedades entre los Estados y quienes oligopolizan los medios de comunicación, pues se
trata de una lucha por decidir quién inventa la realidad social mas allá de las experiencias
cotidianas amén de que estas últimas están fuertemente condicionadas por los discursos
macrosociales.
Evidentemente los párrafos anteriores traen a colación un enorme planteamiento moral que
nuestra generación y la sucesiva deberá resolver. La realidad social, los discursos
macrosociales, las representaciones del pasado, el presente y el futuro posible, son
esenciales a la hora de pensar quienes somos, dónde queremos ir, que futuro (y qué
presente) tendremos. Pero ¿quién y cómo maneja estas construcciones? Las TIC parecen
crear un mundo donde nadie digita ni puede controlar la construcción de los discursos, pero
esto no implica que los intereses económicos generen una enorme influencia en el
direccionamiento de estos discursos en virtud no solo de la búsqueda de ganancia del
capital sino en la necesidad de las personas de acceder a un mercado fuertemente inclusivo
en cuanto a las expectativas pero igualmente excluyente frente a los medios de acceso. La
lógica de la ganancia personal, el individualismo, tan naturalizados, parecen ganar un
espacio sin precedentes coadyuvando a generar una sumatoria de fuerzas que impulsan la
lógica mercantilista, individualista y consumista. Esta lógica termina primando en la
estructuración social pero no es posible construir un mundo para todos pensando cada uno
solo en si mismo. De hecho somos testigos de fuertes procesos de fractura y desintegración
social. Nunca en la historia la humanidad fue tan rica en términos ´per capita´, la riqueza
material contemporánea es abrumadora y, sin embargo, los niveles de pobreza, la exclusión
y la concomitante violencia son elevados y parecen medrar en muchos contextos. De hecho
en nuestras escuelas los niveles de violencia y marginalidad -en sentido estricto- parecen
aumentar. Nuestra generación tiene todos los elementos para la construcción del mundo
utópico que los iluministas imaginaron como resultado automático de la hegemonía de la
razón y del conocimiento científico, y sin embargo estamos lejos de lograrlo. Es mas, por
primera vez en la historia, en virtud del poder que la ciencia otorgó al hombre, nuestros
errores pueden ser catastróficos. La sociedad occidental camina al filo de su historia y la
educación puede ser una palanca importante (o su punto de apoyo) para construir otro
mundo posible.
Por otra parte los discursos nacionalistas que acompañaron la construcción del nuevo orden
global a partir del SXIX hoy se diluyen en un mundo cada vez mas globalizado, donde las
fronteras de desdibujan, la nacionalidad de los capitales (que dieron impulso y sustento a
las construcciones nacionales) desaparecen, las identidades locales se reconstruyen en
función de la “creación de códigos y reglas homogéneas para el intercambio de
información” y del uso cada vez mas determinante de ”lenguajes, imágenes e ideas,
organizaciones y redes, sistemas, programas, procedimientos técnicos y prácticas sociales
compartidas” (Vizer, 1997). Se plantea, por tanto, la necesidad de reconstruir las
identidades, pero ¿bajo cuáles auspicios?. Por una parte la sociedad de consumo favorece la
construcción identidades ligadas al mercado que aunque son resignificadas en cada
contexto buscan solo generar ganancias sin importar las consecuencias inmediatas o a
mediano plazo. Por otra parte donde prevalecen situaciones de conflicto social se
configuran identidades colectivas en función de polarizaciones surgidas de la demonización
del otro (Sen, 2007) y que socavan las posibilidades de convivencia y de construcción de un
futuro en común. Las políticas públicas nacionales no parecen lograr direccionar la
construcción identitaria mientras las organizaciones supranacionales o transnacionales no
ligadas al mercado no son todavía un actor decisivo. Quizá sería, la actual coyuntura, el
momento en que la educación formal, a través de sus agentes, aprovechando las TIC, las
organizaciones transnacionales y mediante un movimiento cultural capaz de superar los
límites institucionales, se propusiera la construcción de una identidad humana común por
sobre las identidades locales, con un destino en común para el género humano y con
derechos y calidad de vida homogéneos para toda la especie humana; para luego, por sobre
esta identidad común, resignificar las heterogeneidades identitarias locales desde una visión
de complementariedad y riqueza. Esto implicaría en el plano práctico innumerables
reconsideraciones, como por ejemplo las efemérides y sus evocaciones a determinados
modelos de conducta.
No obstante, como todo cambio social, se debe partir de las prácticas cotidianas y del
funcionamiento de las instituciones para ver en qué modo incidir en los constantes e
inevitables procesos de transformación, reproducción y reconstrucción de la institución y de
la práctica docente. El problema, entonces, consiste en pensar cómo capitalizar los procesos
de transformación en modo de lograr aportar, mediante la práctica cotidiana, a dicha
dialéctica en pos de la construcción de otro paradigma educativo. Es decir, se trata de
construir las representaciones, herramientas y prácticas de un nuevo paradigma educativo
que pueda acompañar a un nuevo modelo de sociedad todavía en ciernes.
En las experiencias realizadas con niños de barrios populares, muchos de los cuales se
autopercibían como carentes de talento para el estudio merced de su precepción de fracasar
recurrentemente a las expectativas institucionales, se evidenció una mejora sustancial en el
aprendizaje cuando se empoderaban del proceso y encontraban la utilidad del conocimiento
a aprender en su aplicación práctica. Por otra parte fue fundamental en este caso la creación
de un ámbito de aprendizaje donde cada persona fuese valorada per se, cuestión no menor
en una situación donde las prácticas excluyentes y marginadoras atraviesan el tejido social
reproduciendo en registros diferentes la jerarquización social mediante el anonadamiento
del socialmente considerado inferior. Este problema evidenció la relación inexorable entre
la dignificación de la persona y el acceso al conocimiento o el desarrollo de aptitudes
personales.