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ESCUELA DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

UNIVERSIDAD NACIONAL

TORIBIO RODRIGUEZ DE MENDOZA

DERECHO Y CIENCIAS POLÌTICAS

CURSO : CONTRATOS EMPRESARIALES

CICLO : VIII

DOCENTE : LIDIS MILIBET DÍAZ LINAREZ

INTEGRANTES : CHUMPITÁS CHAVÉZ BENJAMÍN.


DELGADO GÓMEZ JESSICA.
VASQUEZ BARBOZA MARITA.
LÓPEZ SEDAMANOS MARILI.

AÑO DEL DIÁLOGO Y LA RECONCILIACIÓN


NACIONAL

2018

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ESCUELA DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

Dedicatoria

A Dios, por brindarnos la salud, bienestar físico y espiritual. A


nuestros padres, como agradecimiento a su esfuerzo. A nuestro
docente por su guía y motivación en el desarrollo de este
trabajo; y finalmente a la escuela de derecho por darnos la
oportunidad de ser competitivos y humanos en el desarrollo del
derecho

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INDICE
I. EL CONTRATO ........................................................................................................................ 5
II. CONTRATOS EMPRESARIALES ........................................................................................ 5
III. CONTRATOS TIPICOS. ..................................................................................................... 5
A. ELEMENTOS ESENCIALES DEL TIPO CONTRACTUAL ...................................... 6
3.1. ELEMENTO OBJETIVO ................................................................................................. 6
3.2. ELEMENTO SUBJETIVO (CUALIDAD ESPECIAL DEL AGENTE) .................... 10
3.3. ELEMENTO CAUSAL (FUNCIÓN ECONÓMICA DEL CONTRATO) .................. 12
IV. LEGISLACIÓN COMPARADA ........................................................................................ 18
1. DERECHO ARGENTINO .................................................................................................. 18
2. DERECHO FRANCES ...................................................................................................... 18
3. DERECHO ITALIANO. ...................................................................................................... 19
4. LOS ALBORES CONCEPTUALES DE LA CAUSA CONTRACTUAL EN EL
DERECHO ROMANO................................................................................................................ 20
5. ASPECTOS NOTABLES DE LA CAUSA DEL CONTRATO EN LA DOCTRINA Y
EN EL DERECHO MEDIEVAL ................................................................................................ 21
6. LA CAUSA DEL CONTRATO EN LA DOCTRINA Y EN EL DERECHO MODERNO
22
7. COMPARACION CON EL CODIGO CIVIL ESPAÑOL ............................................... 29
8. ESPECIAL REFERENCIA A LA CAUSA DEL CONTRATO EN EL CÓDIGO CIVIL
CUBANO VIGENTE. ................................................................................................................. 30
V. CONCLUSIONES................................................................................................................... 33
VI. BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................................. 34

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INTRODUCCIÓN.

En este presente trabajo se plasmará sobre los contratos empresariales que están
divididos en típicos y atípico; en la división típica encontramos los elementos
esenciales del tipo contractual, también además se hablará de las características y
definiciones que tiene cada uno de los elementos esenciales del tipo contractual;
como también el punto de vista de diferentes autores que tienen sobre estos dichos
tipos contractuales.

Por ello en el trabajo conceptualizamos a los elementos esenciales del tipo


contractual como elementos mínimos que han de recurrir para que el contrato surja
a la vida jurídica.

Son aquellos sin los cuales el contrato no produce efecto alguno o puede generar
en otro negocio. Son los elementos mínimos sin los cuales el contrato no existe.

Como podemos conceptualizar que tipo contractual es un contrato entre dos o más
partes de que contiene una obligación de hacer además consistente en cumplir con
una determinada prestación en defecto o incumplimiento de una obligación ajena.

Finalmente, se dará a conocer sobre la legislación comparada del contrato


empresarial además de los elementos esenciales del tipo contractual.

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MARCO TEÓRICO

I. EL CONTRATO
El contrato es el acuerdo de dos o más partes para crear, regular, modificar o
extinguir una relación jurídica patrimonial, los contratos se perfeccionan por el
consentimiento de las partes, excepto aquellos además deben observar la forma
señalada por ley bajo sanción de nulidad.1

II. CONTRATOS EMPRESARIALES


El contrato es un acuerdo de dos o más partes para constituir, regular o extinguir
entre ellas una relación jurídica patrimonial, y salvo estipulación en contrario, es
consensual, es decir, se perfecciona con el simple consentimiento de las partes.
Por ello es que en contratos empresariales las partes pueden satisfacer sus
intereses a través de figuras contractuales previstas por el ordenamiento
jurídico.

III. CONTRATOS TIPICOS.


Contrato típico es aquella figura contractual que ha sido acogida o prevista por
la ley. Es precisamente la ley la que individualiza a un determinado tema a
través de una serie de elementos y de datos particulares, y al conjunto, así
descrito, lo valora y lo atribuye una correcta regulación jurídica (Gete-Alonzo
1979).
Conforme con lo indicado, es la ley que prescribe cuáles son los elementos
esenciales o “tipificantes” del contrato típico y por esta razón estos elementos
son los que permiten establecer que si un determinado contrato, que se celebra
los hechos, se encuentra o no en del referido tipo contractual

1 Código civil. Edición febrero 2015, pág.317

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A. ELEMENTOS ESENCIALES DEL TIPO CONTRACTUAL


El tipo contractual está conformado por una serie de datos peculiares con
carácter de esenciales. Precisamente, si es que a través de la clasificación
jurídica se logra verificar que el contrato concreto celebrado por las partes
contiene absolutamente todos esos datos peculiares (elementos esenciales
del tipo contractual), entonces concluiremos que estamos ante el contrato
típico determinado.
Son los elementos mínimos que han de recurrir para que el contrato surja a la
vida jurídica.
Son aquellos sin los cuales el contrato no produce efecto alguno o puede
generar en otro negocio. Son los elementos mínimos sin los cuales
el contrato no existe.
EJEMPLO:
 En el contrato de compraventa los elementos esenciales son la cosa y el
precio.
 En el contrato de arrendamiento son el bien otorgado a título de uso y
goce y el precio o canon de arrendamiento

Los elementos esenciales que permiten establecer que el contrato concreto


celebrado por las partes se encuentra dentro del tipo contractual son los
siguientes:

3.1. ELEMENTO OBJETIVO


El elemento objetivo consiste en aquellas prestaciones mínimas e
indispensables, establecidas por la norma, para considerar al contrato
concreto dentro del tipo contractual.
Es decir, son aquellos datos particulares referidos específicamente a las
prestaciones indispensables que componen la figura básica del tipo
contractual.

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Utilizamos el término figura básica, pues un contrato típico podría contar


con prestación de adicionales, distintos de aquellas que resultan
indispensables para configurar el tipo contractual.

El contrato celebrado corresponderá al contrato típico, siempre que las


prestaciones adicionales, distintas del contenido mínimo negocial, no
desnaturalicen la esencia del tipo contractual correspondiente a través del
siguiente ejemplo, se podrá entender el análisis del elemento objetivo o
contenido mínimo negociable: el contrato de arrendamiento es un contrato
típico, cuyo contenido mínimo legal se encuentra establecido en el artículo
1666 C.C. el citado artículo dispone que: “por el arrendamiento el
arrendador se obliga a ceder temporalmente al arrendatario el uso de un
bien por cierta renta convenida”.

Considerando lo dispuesto por el tipo contractual “arrendamiento”, las


prestaciones mínimas indispensables para considerar a un contrato
celebrado por las partes, como un supuesto de un tipo contractual
“arrendamiento”, son los siguientes:
 Debe contener la prestación de ceder temporalmente el uso del bien y
 La contraprestación de pagar una renta convenida.

Entonces, si un contrato celebrado por las parte contiene las prestaciones


mínimas indispensables del tipo contractual “arrendamiento”, podemos
concluir que el contrato celebrado por las partes cumple con el elemento
objetivo del tipo contractual “arrendamiento”.

Como hemos expresado, las partes podían incluir otras estipulaciones


distintas del contenido mínimo negocial del contrato de arrendamiento,
como por ejemplo, este caso: el arrendador podría obligarse a efectuar
ciertas reparaciones en el bien de manera previa a la entrega, sin ello
desnaturalice el contrato celebrado.

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Sin duda, los distintos operadores jurídicos suelen efectuar el análisis del
elemento objetivo, verificando la coincidencia de las prestaciones mínimas
indispensables requeridas por el tipo contractual correspondiente. Sin
embargo, en muchas ocasiones, la calificación jurídica se centra
únicamente en el análisis del elemento objetivo, la cual es equivocada, pues
el tipo contractual también requiere del análisis del elemento subjetivo y el
elemento causal.

Para OCALLAGHAN2, el objeto, es la realidad sobre la que recae el


contrato, los intereses regulados y concretamente las obligaciones de las
partes.

En éste sentido, LLOBET3 que indica que el objeto del contrato puede
definirse a partir de las prestaciones debidas y del objeto de las mismas
(entendido como la prestación que el acreedor puede exigir y el deudor debe
realizar), variando las prestaciones en función del contrato, y de si este es
típico o atípico, para los primeros (por ejemplo, contrato de compraventa)
las prestaciones debidas se determinarán a partir de la definición legal del
contrato, y para los segundos, se deberá examinar el contenido de los
mismos para determinar las cosas y prestaciones que son objeto del
contrato.

Un ejemplo práctico de estas afirmaciones podemos desarrollarlo mediante


el contrato de compraventa, en el que no es suficiente con que exista una
unidad de voluntades, en querer comprar y vender, sino que es necesario
determinar el objeto sobre el que recae la venta, es decir la cosa mueble o
inmueble, determinar el precio, etc.

2 OCALLAGHAN MUÑOZ, X Código Civil, comentado y con jurisprudencia. Editorial La Ley. Madrid, 2004.
Pág. 1.222
3 LLOBET AGUADO, J. El deber de información en la formación de los contratos. Editorial Marcial Pons.

Madrid, 1996. Pág. 70.

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Dado que el objeto del contrato puede consistir en una obligación, de dar
alguna cosa o prestar algún servicio, y cuando una obligación consiste en
dar, hacer o no hacer, no hay duda, sostiene PUIG BRUTAU4, de que una
abstención o conducta pasiva puede ser objeto de una obligación nacida
del contrato.

De la misma opinión, LASARTE que indica que nada ni nadie ha


predispuesto (y menos el Código Civil) que el servicio no pueda consistir en
una actitud pasiva o en una abstención (un no hacer) que sea susceptible
de valoración patrimonial para las partes, y cita el ejemplo de que la cesión
de créditos es perfectamente admisible en Derecho y no recae sobre cosas
y servicios.

Basándose en lo que indica Bernardo Pérez Fernández del Castillo, en su


libro Contratos Civiles, podemos analizar el objeto conforme a dos
categorías distintas, el objeto jurídico y el objeto material. Considerando al
objeto jurídico en una subdivisión de objeto directo y objeto indirecto 5.

 “El objeto material del contrato, se refiere a la cosa que se tiene que
dar, al hecho que se tiene que realizar y a la conducta de la que debe
abstenerse6.”
 El objeto jurídico directo del contrato, se desprende de la naturaleza
jurídica del mismo, y se entiende como la creación y transmisión de
derechos y obligaciones.

 El objeto jurídico indirecto del contrato equivale al objeto directo de la


obligación, es decir, a la conducta de dar, hacer o no hacer.

Debido a que, por su misma naturaleza, el contrato es obligacional,


podemos afirmar que existe aun cuando no haya objeto material en el
momento de contratar, v.g. el caso de la venta de cosa futura. Por el

4 PUIG BRUTAU, J.Fundamentos de Derecho Civil Tomo II, Vol. 1º.Editorial Bosch. Barcelona 1976
5 Pérez Fernández del Castillo, Bernardo. CONTRATOS CIVILES. Pág.24
6 Pérez Fernández del Castillo, Bernardo. Ob.cit. pp. 25.

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contrario, si no se crean o transfieren derechos y obligaciones estamos ante


un acto que no corresponde al contrato, es decir no existe, nunca nace. “La
cosa es físicamente posible cuando existe en la naturaleza o puede existir;
por lo tanto, hay una imposibilidad física cuando no existe, ni puede llegar
a existir7.” La cosa es jurídicamente posible, nos dice Rafael Rojina Villegas,
cuando está en el comercio y cuando es determinada o determinable por el
derecho; por lo que, son cosas imposibles jurídicamente las que están fuera
del comercio y las que no pueden determinarse8.

3.2. ELEMENTO SUBJETIVO (CUALIDAD ESPECIAL DEL AGENTE)


Es la voluntad de las partes de querer celebrar el contrato, y con ello uno
de los elementos esenciales. Para que sea válido es necesario que las
partes tengan capacidad para contratar y que el consentimiento sea dado
de forma libre y consciente. Los individuos incapaces para contratar son los
menores de edad no emancipados, los incapacitados y los menores de edad
emancipados respecto de los contratos que no pueden celebrar por sí solos.

Para celebrar un contrato dentro de un determinado tipo contractual, la ley


generalmente no exige alguna cualidad especial o característica que tenga
que ser cumplida por las partes, sin embargo, existen supuestos especiales
en los que la ley sí lo exige. Solo en este último supuesto, es decir, cuando
el propio mandato legal exige que alguna de las partes (o ambas) cuente
con alguna cualidad especial, resulta necesario cumplir con dicha exigencia
para poder calificar jurídicamente el contrato celebrado por las partes, como
uno del tipo contractual correspondiente.

En la formación del consentimiento, se encuentra siempre con una oferta o


policitación, nombre que se le da a la proposición de celebrar un contrato, y
con un asentimiento o conformidad con dicha oferta, que se denomina

7 Rojina Villegas, Rafael. COMPENDIO DE DERECHO CIVIL III. pp. 61.


8 Ibíd. pp. 62.

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aceptación. A la persona que formula la oferta se le llama oferente,


proponente o solicitante, y a la que otorga la aceptación, aceptante. Para
que haya consentimiento, es necesario que la oferta reciba una aceptación
lisa y llana, es decir, que la aceptación no implique ninguna modificación a
la oferta. Treviño. (1996)

1. CARACTERISTICAS DEL ELEMENTO SUBJETIVO


A. Capacidad para contratar:
Está regulado en el Código civil en el artículo 1263:”No pueden
prestar consentimiento primero los menores no emancipados,
segundo los incapacitados”

B. Prohibiciones legales para contratar


Art 1264 Código civil “La incapacidad declarada en el artículo
anterior está sujeta a las modificaciones que la ley determina, y se
entiende sin perjuicio de las incapacidades especiales que la misma
establece.
La incapacidad tiene su fundamento básico en el estado civil de la
persona afectada (menor edad, incapacitación) sin embargo las
prohibiciones se basan en circunstancias que concurren en la
persona contratante.

C. La prestación de consentimiento
Para que el consentimiento sea válidamente expresado es preciso
que la voluntad interna se manifieste, que no existan discrepancias
entre lo querido y lo declarado y que las partes contratantes
coincidan en lo que pretenden.
En aquellos supuestos en los que la voluntad de los contratantes no
se manifieste de manera consciente, racional y libre el contrato no
se tendrá por perfeccionado y podrá impugnarse para que los

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contratantes no se vean afectados por lo que no quisieron. (Error,


dolo, violencia moral).

D. Pluralidad de partes: el auto contrato


El contrato requiere pluralidad de partes, la doctrina admite el
denominado auto contrato que consiste en que una sola persona en
un mismo contrato emita las declaraciones de voluntad
correspondientes a varias partes, la auto contratación ha sido
admitida por la jurisprudencia aunque con reservas.

3.3. ELEMENTO CAUSAL (FUNCIÓN ECONÓMICA DEL CONTRATO)


La causa del contrato es definida como la función económico-social
pretendida por las partes, así en el intercambio de cosa por un precio cierto
la causa será la compraventa. Es importante resaltar que la causa del
contrato es independiente de los motivos que las partes tengan para su
otorgamiento.

La causa es el propósito de alcanzar un determinado resultado empírico con


el negocio. Para que tenga relevancia el propósito ha de ser común a las
partes del negocio o, por lo menos, si una de ellas lo ha tenido, ha sido
reconocido y no rechazarlo por la otra, que consiente en la celebración del
negocio para alcanzarlo.

Estos elementos del contrato, citados como elementos esenciales,


necesariamente han de concurrir en todo contrato, es lo cierto que en
determinados contratos otros elementos como la forma devienen en
elementos esenciales del contrato, por ejemplo la donación de bienes
inmuebles requiere para su validez la formalización de la misma en escritura
pública, cuando por ministerio de la ley o por la voluntad de las partes se
incluyen elementos de estas características la validez del contrato
dependerá, también, del cumplimiento de los requisitos que le son propios.

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En la compraventa será el intercambio de cosa por precio; en el


arrendamiento, el intercambio del goce de cosa ajena a cambio de una
merced; en la donación, el de enriquecer al donatario, etc.
Partimos de la premisa que todo contrato típico tiene como finalidad
cumplir una función económica determinado, es decir debe tener una causa
típica para GETE ALONZO (1979) la causa típica del contrato “es la función
económica de este: la especial utilidad o necesidad que el contrato esta
llamado”. La causa típica de un contrato es distinta de los motivos y causas
subjetivas del negocio. No debe confundirse co el fin querido por las partes
contratantes, si no por el contrario, este elemento trasciende la subjetividad
de la pastes.

Cada contrato cuenta con una causa típica, es decir tiene una función
económica que satisfacer. Por ejemplo: el contrato de fianza tiene una
función económica (o causa típica), de garantía; el contrato de leasing tiene
una función económica de financiamiento; el arrendamiento tiene la causa
típica de ceder el uso temporal, Etc.

Precisamente, analizando la función económica del contrato celebrado,


podemos concluir que si es que dicho contrato se enmarca en uno u otro
tipo contractual, por ejemplo, si es que el análisis de tipo contractual se
centrara únicamente en el contenido mínimo negocial, sin analizar la función
del contrato típico, podría arribarse a la idea equívoca que un contrato de
leasing podría ser calificado como un contrato de arrendamiento común
(dado que el leasing incluye una cesión en uso temporal de un bien, a título
oneroso). Resulta evidente que el contrato típico de leasing cuenta con una
función de financiamiento, la cual difiere ampliamente de un contrato de
arrendamiento común.

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En conclusión, conjuntamente con el análisis del elemento objetivo y


subjetivo, el análisis del elemento causal (función económica del contrato)
también debe ser considerado para efectos de calificación jurídica de tipi
contractual.

De todo lo expresado podemos concluir que para calificar jurídicamente a


un contrato celebrado por las parte, como un contrato típico, lo pactado
debe cumplir con absolutamente con todos los elementos esenciales del
tipo contractual correspondiente. Es decir, el contrato celebrado por la parte
debe cumplir, de manera conjunta, con:
 El contenido mínimo negocial del tipo (elemento objetivo).
 La cualidad especial del agente (elemento subjetivo), exigido por la ley.
 La función económica del contrato típico.
Solo si se cumplen con todos los elementos del tipo contractual se podrá
concluir que el contrato celebrado por las partes es un contrato típico.

Los elementos esenciales del tipo contractual (elementos tipificantes)


forman parte de la estructura del tipo contractual. Por ello, la ausencia de
uno o más elementos esenciales del tipo contractual o la inclusión de alguna
prestación o elemento que desnaturalice del tipo legal, determinara que el
resultado de la calificación jurídica pueda ser totalmente distinta: el contrato
analizado podría corresponder a otro tipo contractual o incluso, podría
concluirse que el contrato celebro es una figura atípica (contrato atípico) si
es que dicho contrato no cumple con los elementos esenciales de ningún
contrato típico existente en nuestro ordenamiento.

a. Requisitos De La Causa:
 La causa ha de existir, los contratos sin causa no producen efecto
alguno.
 La causa ha de ser verdadera, la causa falsa puede ser falsa
propiamente dicha o simulada, es falsa propiamente dicha la causa

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que tiene por base la credulidad en un hecho no existente y


simulado.
 La causa ha de ser lícita, es ilícita la que se opone a las leyes o la
moral y produce la no existencia de contrato.

b. Teorías Del Elemento Esencial De La Causa


Es este un tema angosto y, por tanto, plagado de teorías, que
mayoritariamente tienen su origen en interpretaciones y comentarios del
Digesto. En respuesta a nuestra primera interrogante nos abocamos a
exponer aquellas concepciones que a nuestro juicio han tenido mayor
relevancia o que constituyen el punto de partida de posteriores
incursiones.

A. EJERCICIO POSITIVO DE LA AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD


De todas formas, no todo es límite en materia de la autonomía de la
voluntad. También hay bases objetivas para el ejercicio positivo y
razonable de la autonomía de la voluntad, como lo es el principio de
buena fe. El ejercicio de la autonomía de la voluntad no solo es
importante por motivos de intercambio, sino también por otros motivos
que exceden el mero intercambio: en primer lugar, el contrato puede
construirse como un instrumento de previsión de riesgo, en segundo
lugar, el contrato también puede construirse como un instrumento de
coordinación de esfuerzos conjuntos.

El contrato como instrumento de coordinación y de previsión de riesgos,


junto con el ejercicio de la buena fe en la contratación, se efectiviza a
través del ejercicio de los deberes de colaboración e información
durante la etapa precontractual. Al saber que toda operación económica
tiene un riesgo inherente, es útil para las partes contar con toda la
información posible a la hora de negociar a los fines de disminuir el

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riesgo y, de no ser posible, distribuirlo conforme con bases equitativas


y razonables entre las partes.

Asimismo, las partes deben colaborar entre sí durante la etapa


precontractual: no solo deben actuar conforme con el estándar de la
buena fe, sino que tienen que hacer todos los actos preparatorios
necesarios como para que la ejecución del contrato sea lo más perfecta
posible. El cumplimiento de estos dos deberes hace que la negociación
sea óptima y, en consecuencia, se genere entre las partes la posibilidad
de obtener mayores beneficios en la ejecución de un contrato.

B. EXTERIORIZACIÓN DEL CONSENTIMIENTO


La comunicación de las partes puede establecerse de manera expresa
o tácita. La expresa consiste en manifestarse por la palabra, por la
escritura o por signos inequívocos. La tacita se exterioriza por una
conducta que autorice a inferir de ella la voluntad negocial, la intención
de contratar. El consentimiento tácito es el que proviene no de una
declaración por medio del lenguaje de un signo equívoco, sino de una
actitud o conducta que revela la intención de contratar. Rodríguez
(1998).

Asimismo el artículo 1,252 del Código Civil guatemalteco expone: La


manifestación de voluntad puede ser expresa o tácita y resultar también
de la presunción de la ley en los casos en que esta lo disponga
expresamente.

C. FORMACIÓN DEL CONSENTIMIENTO


El consentimiento no surge espontáneamente, sino que está precedido
por una serie de tratos o conversaciones previas, que tiene como punto
inicial una oferta y como consecuencia normal de ella, la aceptación por
aquel a quien se ha hecho.

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ESCUELA DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

Con referencia a la etapa de la vida del contrato, se ha planteado el


problema de si la conducta observada durante ella por los sujetos
interesados en los tratos es susceptible de determinar o no
responsabilidad.

Normalmente, el desistimiento de los tratos o conversaciones por


cualquiera de los interesados no importa responsabilidad. No se niega,
sin embargo la posibilidad de que algunos de ellos sufra como
consecuencia de la frustración de tales tratos algún perjuicio, y entonces
es evidente que el problema del resarcimiento se presenta en forma que
no se puede eludir.

El código civil guatemalteco no contiene un precepto al que se hace


referencia es indudable que la responsabilidad precontractual debe
darse por existencia con fundamento en el principio de la buena fe, que
debe presidir las relaciones civiles entre todos los hombres y que
constituyendo un principio general del derecho es constitucionalmente
considerado, una norma jurídica positiva de un sistema jurídico como el
nuestro.

El consentimiento necesita del concurso de la oferta y de la aceptación


para producirse, normalmente la formación del contrato presupone dos
declaraciones de voluntad.

La voluntad de celebrar el acto es su motor principal. En los contratos,


esa voluntad se llama consentimiento y es un elemento complejo
formado por la integración de dos voluntades que se conciertan. Es un
acuerdo de voluntades: dos quereres que se reúnen y constituyen una
voluntad común.

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ESCUELA DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

Para formarse el consentimiento se requiere de dos emisiones de


voluntad sucesivas, de dos declaraciones unilaterales: La oferta o
propuesta y la aceptación. El consentimiento y por ende el contrato no
es ni la oferta sola ni es la aceptación sola. Ambas reúnen y se funden.
El acuerdo de voluntades se forma cuando una oferta vigente es
aceptada lisa y llanamente. Rodríguez. (1998).

IV. LEGISLACIÓN COMPARADA


1. DERECHO ARGENTINO
Para la legislación argentina “hay contrato cuando varias personas se ponen
de acuerdo sobre una declaración de voluntad común destinada a reglar
sus derechos”.

En consecuencia, resultaría necesario (Art.1137, C.C). Todo acto jurídico


puede tener por efecto, modificar, transferir, o aniquilar derechos (Art.499);
por ello dice SALVAT que el objeto del contrato debe ser siempre un objeto
jurídico y que si este objeto jurídico falta, el contrato no existe.
El Art 1137 Código Civil Argentino en el que si dos personas se ponen de
acuerdo para auxiliarse mutuamente con su consejo y su ejemplo en la
persecución de la virtud de la ciencia o del arte, no constituye ello un
contrato9

2. DERECHO FRANCES
El código Francés, en su Art 110, expresa que el contrato es una convención
por la cual una o varias personas se obligan, hacia una o varias, a dar, a
hacer, o no hacer alguna cosa.

9 F.FERNANDEZ,-LAVALLE ZAGO; Manual de los contratos parte general I; editorial 2002. Pág. 43.

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ESCUELA DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

De esta definición resulta:


 Que el contrato es una convención, es decir, un acto jurídico formado
por el acuerdo de dos o más voluntades individuales.
 Pero que toda convención, todo acuerdo con vista de producir un efecto
jurídico, no es un contrato en sentido estricto de la palabra.
 El concepto del código francés es el restrictivo receptado por parte de
la doctrina, para la cual la noción del contrato se refiere al contrato
obligatorio, es decir destinado a crear obligaciones.

El contrato, en el derecho francés, es la convención que tiene por finalidad


hacer nacer una o varias obligaciones. Así mismo, admite esta definición la
consideración de que la voluntad unilateral no puede nacer una obligación,
si no cuando ella toma la forma de la convención, es decir, que el acuerdo
de quien se obliga (deudor) y aquel con quien se obliga (acreedor). En
principio, pues un acto jurídico que emana de la voluntad de una sola
persona, no puede hacer nacer obligaciones.10

3. DERECHO ITALIANO.
En el derecho italiano el contrato se define por el Art 1321 del código civil y
comercial de 1942”como el acuerdo de dos o más partes para constituir,
regular o disolver entre ellos una relación jurídica patrimonial”.

Esta definición ha permitido que se señale que los contratos suelen


distinguirse en constitutivos (son la mayor parte), modificativos.

POR EJEMPLO (NOVACION, PACTO DE DACIÓN EN PAGO, CESIÓN


DE CREDITO, EXPROPIACION, CARGA DE DEUDA AJENA Y
SIMILARES), y resolutorios estos últimos, por lo general también
liberatorios (compensación contractual, remisión contractual de la deuda,
mutuo disenso)11.

10 Ob cit. Pág. 46-47.


11
Messineo, ob cit .pág. 435.
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ESCUELA DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

Otros códigos omiten la definición del contrato, limitándose a reglar sus


efectos (código civil Alemán, portugués, etc.). De las enseñanzas del
derecho comparado se extrae que el contrato es acto jurídico bilateral de
contenido patrimonial

4. LOS ALBORES CONCEPTUALES DE LA CAUSA CONTRACTUAL EN


EL DERECHO ROMANO

Así como los juristas romanos no crearon una teoría del contrato, tampoco
crearon una teoría de la causa sobre este, lo cual no demuestra ausencia
de criterios en torno a este polémico concepto. La noción asumida por la
jurisprudencia romana fue la llamada causa eficiente (antecedente que
justifica un consecuente) producto de la reducción realizada por el
estoicismo de las cuatro nociones observadas por Aristóteles.

Al referirse a la causa atendían a los motivos, es decir, al impulso que


llevaba a las partes a realizar un determinado acto generador de
obligaciones. Cuestión que impedía a quienes actuaren de acuerdo con esta
noción: dare ob causam (por el mero impulso), invalidar o revocar un acto,
pues el derecho no le concedía acción para repetir lo dado en tales
circunstancias.
Por su parte, no contemplaban dentro del concepto romano de causa al fin
o res, debido a la propia concepción imperante, pues este “fin” se concebía
como aquello que naturalmente ha de seguir a una prestación realizada
(dare ob rem): la contraprestación. Quien negociara bajo esta idea tenía
derecho a la devolución de lo entregado si no se realizaba la prestación
debida.

20
ESCUELA DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

5. ASPECTOS NOTABLES DE LA CAUSA DEL CONTRATO EN LA


DOCTRINA Y EN EL DERECHO MEDIEVAL

Es a los canonistas a quienes se atribuye el primer intento serio, aunque


con frutos escasos12, de sistematización de la causa como elemento
contractual. Debemos apuntar que en el mayor número de casos los
canonistas continuaron concibiendo la palabra causa como sinónimo de
“fuente de las obligaciones”.

Sostenían los canónicos que los nuda pacta no generaban obligaciones si


no tenían causa debajo (datio vel factum: dación o un hecho), de tal modo
que para generar obligaciones necesitaban ser vestidos13. A estos pactos
vestidos se les denominó contractus innominati a los cuales, según Guzmán
Brito, se les concebía causa de acuerdo con sus características, pues si se
trataba de aquellos iniciados con un dare (do ut des y do ut facias) la causa
efectiva era la entrega de la cosa; mientras que en los contratos
comenzados con un facere (facio ut des, facio ut facias) la causa consistía
en el hecho.

En épocas avanzadas del medioevo los canónicos comienzan a atribuir al


consentimiento el papel protagónico en la formación de vínculos
obligacionales, al principio casi de manera imperceptible; luego con mayor
nitidez, como ocurrió con los llamados contratos nominados (compraventa,
arrendamiento, mandato), pues estos no se ajustaban a los esquemas
causales de los contratos innominados.

12 Son los canonistas los que reconocen por vez primera que los contratos para su validez requieren de algo
más que el consentimiento, estableciendo que el mencionado acuerdo debía ser veraz y moral. (Lacruz et
al., 1977, p. 117).
13 “El sistema contractual de los Glosadores, pues, admite una reducción expositiva al siguiente esquema: un
pactum sin vestimentum no produce obligación ni acción, y se llama pactum nudum. Si está dotado con un
vestimentum, produce obligación y acción, y se llama pactum vestitum”. (Guzmán, 2001).

21
ESCUELA DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

La tendencia hacia el consensualismo estuvo siempre matizada por la idea


de que la causa en los pactos siempre debía ser honesta y moral, además
debía expresarse en el pacto, so pena de carencia de atributos suficientes
para surtir efectos jurídicos.

De tal modo subrayan la interconexión dependiente de las obligaciones en


los contratos bilaterales, creando así las bases de una concepción que
otorgaba supremacía a los elementos volitivos y hace depender el factor
causal en los contratos de razones subjetivas, aunque no enunciaran la
causa como elemento contractual, aunque BALDUS, en un intento aislado,
distinguió la causa del contrato y la causa de la obligación, entendiendo por
la primera al motivo y por la segunda el fin.

6. LA CAUSA DEL CONTRATO EN LA DOCTRINA Y EN EL DERECHO


MODERNO

Solo es en los albores de las revoluciones liberales burguesas, y dentro de


estas, con el auge marcado del consensualismo la libertad contractual, y
los derechos del hombre yacentes en el llamado derecho natural, cuando
Jean Domat y sus seguidores14 formulan la teoría clásica de la causa en
los contratos, la cual establece la distinción entre causa y motivos.
Así la causa del contrato sería invariable y estaría constituida por el fin
inmediato de las partes al momento de contratar, cuestión intrínseca al
contrato, resultando discernible para las partes al momento de la concreción
del vínculo. Por ello no existe uniformidad en los factores causales del
contrato, dependiendo estos de la modalidad contractual

14 Robert Joseph Pothier, Delvincourt; Merlín; Larombiere; Aubry; Rau y Demolombe.

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En los contratos bilaterales, o sinalagmáticos, la obligación de cada parte


tendría por causa la obligación de la contraparte. Esto nos plantea el
problema de si la causa del contrato y la causa de la obligación constituyen
entes semejantes o diferenciados.

Por su parte, en los contratos considerados reales la causa de la obligación


del deudor sería, ajustados a esta teoría, la previa entrega de la cosa
realizada por el acreedor.

Donde se manifiesta similar problema que el señalado en las liberalidades,


pues en estos casos la obligación de la contraparte no era causa de las
obligaciones existentes al otro lado del vínculo, debido a su inexistencia,
además de plantear otro problema que Planiol (1921) reconoce, cuando
afirma que la causa aquí no es el fin sino el hecho generador, de acuerdo
con los planteamientos de la teoría finalista.

Voces contrarias a la idea de concebir la causa como un elemento


componente del contrato, comenzaron a sentirse en la palestra jurídica,
como resultado de la revuelta anticausalista que tenía lugar en la Filosofía.
Los principales argumentos contra la validez del causalismo clásico
contractual los sostuvo Planiol, quien afirmó que la causa era un concepto
falso e inútil.
Era falsa la noción de causa en ataque al primer argumento de la teoría
clásica, debido a que toda causa, según la lógica debe preceder al efecto y
una figura no puede ser causa y efecto al mismo tiempo de otra; o es causa
o es efecto, agregando que en las obligaciones sinalagmáticas o bilaterales
cuando una de las partes no cumple con su obligación permanece el vínculo
jurídico15 para su contraparte, y no como argumentaban los defensores de
la tesis clásica al sostener que la obligación de la contraparte quedaba sin

15 Decía Planiol que la obligación no quedaba sin causa sino que simplemente esta no se había cumplido, pero
que conservaba sus caracteres de exigibilidad (Maduro, Pittier, 200).

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causa y, por tanto, se relevaba de la responsabilidad de cumplir, hecho


explicable por la bilateralidad de las obligaciones y no por la idea de causa
(Maduro Pittier, 200). En cuanto a los contratos que requieren la entrega de
una cosa para el nacimiento de las obligaciones del accipiens, advierte la
alteración del concepto causa de la teoría clásica al trastocarse las
concepciones, pues concibe como causa a la finalidad inmediata, sin
embargo, en tales casos alude simplemente al hecho generador. Sostiene
Planiol la falsedad de la noción causa, porque la teoría clásica confundía la
idea de causa con el hecho generador al considerar que si no se entrega
la cosa en un contrato real, el solvens no está obligado a devolverla porque
su obligación no tiene causa. Sin embargo, en opinión de Planiol, no es que
la obligación no tuviera causa, sino que no había nacido. En cuanto a las
liberalidades sostiene similares argumentos que los referidos supra al
analizar la teoría clásica (Planiol, 1921).

Es objetable a esta teoría la intención de igualar la idea de causa del


contrato y causa de la obligación. Las obligaciones son generalmente efecto
de un contrato, pudiendo darles origen otro evento de diversa naturaleza, y
tienen un objeto y contenido diferente al de este. De ahí que sus causas
sean diversas. El contrato es fuente propia de derecho privado; la obligación
es un efecto del contrato, de otro acto o negocio jurídico o del Derecho
establecido por el Estado se puede afirmar, contrario sensu a esta doctrina
en sede de contratos bilaterales, que la causa de las obligaciones
convencionales radica en el contrato, pues sin ese acto ellas no hubiesen
nacido (lo cual sostenemos para el caso de obligaciones nacidas de
contratos gratuitos o reales). En cuanto a la relación de una obligación con
su contraprestación en un contrato bilateral, se explica desde la dinámica
interna (bilateralidad) del sistema, y solo ratifica una interdependencia entre
los elementos que le conforman, pero no responden a una relación de
causalidad.

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Así la noción de causa de la obligación se nos presenta como una cuestión


netamente jurídica, perteneciente al mundo legal, ratificada y protegida por
la ley privada o pública.

Los anticausalistas, si bien no pierden razón en una parte de sus


argumentos sobre la causa en la teoría subjetiva, terminan en un error más
grave que sus predecesores al estimar la causa como noción falsa e inútil,
cuando es comprobado que todo fenómeno natural o social tiene un
elemento o conjunto de elementos generadores: la causa.

En épocas recientes ha tomado fuerza una concepción causalista ideada


por la doctrina italiana conocida como teoría objetiva de la causa o de la
función económico-social del contrato16, la cual considera la causa, no
un elemento subjetivo del contrato, sino un elemento objetivo de este. Todo
en concordancia directa con las corrientes causalistas contemporáneas que
consideran la relación causal de los fenómenos como un hecho que ocurre
con independencia de la voluntad humana. Según esta concepción la causa
del contrato: “es el fin económico social que cumple el contrato, es la función
a que el negocio, objetivamente considerado, se dirige; función reconocida
y protegida por el derecho, por existir un interés socialmente protegible”

La denominada finalidad práctica le es concedida por el derecho y si la


voluntad diverge de lo estipulado en la norma, entonces no se cumple con
la función que permite calificar a cada tipo de contrato, considerándose, por
tanto, que no tiene causa. De ahí que la función del contrato no pueda ser
ilícita pues ha sido establecida por la norma y en caso de que el contrato
sea atípico se le exigen cualidades de seriedad y legitimidad.

16 Tiene su origen más remoto en la formulación de Vultejus ”La causa es, pues, el negocio, que cuando es
aprobado por el derecho, consigue que se haga la obligación del contrato, y del contrato la acción” (Guzmán,
2001, p. 327)

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Para esta concepción, los motivos no influyen en la causa pues constituyen


un elemento subjetivo y personal que impulsa a la persona a contratar, por
lo que son irrelevantes, a menos que formen parte de la declaración de
voluntad.

Es oportuno reseñar que:

Parte de la doctrina italiana (Messineo) acepta el concepto de causa de la


obligación, pero no como elemento del contrato. La causa de la obligación
es el fundamento jurídico del deber de cumplimiento; hay una fuente de la
obligación que justifica el derecho del acreedor a obtener la prestación y el
deber del deudor de cumplirla. La causa de la obligación se aplica a todas
las fuentes de las obligaciones y no solo a la obligación nacida del contrato
como elemento de la obligación debe subsistir hasta su cumplimiento, que
es el interés del acreedor en la prestación, en cambio; la causa del contrato
opera necesariamente antes o coetáneamente a la formación del contrato.
Por ello tiene efectos distintos la ausencia de la causa del contrato y de la
obligación.

Entre los argumentos que descalifican esta teoría encontramos los


siguientes:
 Si la causa representa la razón del reconocimiento del negocio, no
puede ser tomada de nuevo en consideración como un elemento suyo.

 Si se contempla la causa como función del negocio, entonces no podría


dejar de tener una causa, pues no se concibe un contrato desprovisto
de función práctica.

 Es equívoco referirse a función económico-social del negocio, pues


realmente este se desarrolla como acto individual, una función
económica individual, por lo que los intereses de los contratantes

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pueden no coincidir con los de la comunidad, bastando con que no se


contrapongan a ellos.

 Las teorías objetivas según DE CASTRO quedan encerradas en un


callejón sin salida. Cuando se entiende que el fin, interés o función
económico-social de que se trate es la buscada se recae en la teoría
subjetiva. Cuando se define como función económica social o práctica
del negocio mismo, se le identifica con el contenido del negocio. Cuando
se le considera como una síntesis de la función jurídica, se le confunde
con el negocio en su totalidad.

 Si la causa es la justificación de la tutela jurídica, el elemento que


determina la protección estatal, entonces será esta un requisito, no ya
del contrato, sino de cualquier negocio jurídico, pues en todos ellos se
exige un fundamento socialmente razonable y la conformidad del
resultado perseguido con los propios de la moral social.

Es un mérito de esta teoría desvincular el factor causal de los contratos


de la visión finalista y considerarlo como una cuestión meramente
objetiva, que actúa con independencia de la voluntad humana,
conózcase o no. De este modo define correctamente que los motivos
forman parte del consentimiento, aunque en esencia no llega a
desprenderse de los lastres que impiden evolucionar hacia una teoría
verdaderamente objetiva de la causa.

Les asiste razón a los críticos de la idea de causa como función


económico-social del contrato. El hecho de considerar “causa” a la
función práctica del contrato es un intento más por igualar nociones
diversas, lo que impide obtener resultados rigurosos como hemos
apreciado con la finalidad en el caso de la teoría subjetiva. De hecho el
concepto función nos remite directamente a la idea de fin o propósito,
con lo cual queda descalificada para emplearla como significado de la

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noción causa. Si nos referimos a la función del contrato siempre


estaremos revisando el impacto del contrato en la realidad social y no
aquello que le da origen.

Si consideramos uno de los argumentos más importantes de la teoría


objetiva, cuando sostiene que un contrato solo posee causa si ese
interés está jurídicamente protegido por el Derecho si es típico, o digno
de protección normativa si es atípico, observaremos la confusión entre
los fines o función del derecho con lo que constituye o debe consistir la
causa del negocio.

No puede perderse de vista la relación entre la causa y las condiciones


para que produzca el efecto; ello podría conducirnos a conclusiones
equivocadas al estimar que la misma causa puede generar diversos
efectos. Ciertamente, esto puede ocurrir si se varían las condiciones en
que se manifiesta la causa; pero si estas no cambian, las causas iguales
generan iguales efectos.

Por tanto, el hecho de que una conducta esté prevista en norma es una
premisa del contrato, pero no su causa. Lo que en última instancia
genera el contrato es la actividad social, económica, que genera la
necesidad de intercambio de bienes y servicios: las relaciones
mercantiles que son el sustento del sistema económico- social. La ley o
la norma estatal es un elemento actuante indispensable que dota al acto
de protección, de esencia jurídica.

Es la noción de causa, en los contratos, esencialmente diversa a la


causa de las obligaciones. Esta última depende, para su existencia, de
la verificación del contrato. De otro modo la obligación no existiría ni
sería exigible. Sin embargo, el tema de la causa contractual no puede
explicarse de la misma forma.

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Todo contrato tiene causa, porque todo fenómeno que acontece en la


realidad objetiva es consecuencia de un hecho generador. No existe
hecho o situación que no posea causa; es absurdo y anticientífico
pensarlo. De lo que se trata es de definir correctamente, abriendo los
estrechos márgenes del pensamiento jurídico actual en materia de
contratos.

7. COMPARACION CON EL CODIGO CIVIL ESPAÑOL


Si realizamos un estudio de la letra del Código Civil Español, por citar algún
ejemplo, será notorio que responde en su construcción a la dinámica de la
teoría subjetiva ya expuesta, aunque una pretendida diferenciación17 en
nada la distancia de las mismas notas críticas. Con lo que podríamos
sostener que la noción de causa como fundamento último del contrato no
es lo contenido allí, sino una noción teleológica. A este cuerpo normativo no
interesa el porqué, sino con qué objetivo se contrató (cuál es el propósito
de ese acto). Por tal razón, cuando la jurisprudencia analiza el tema de la
causa en algún contrato siempre atiende a ese para qué observado por las
partes al dar su consentimiento, considerándola ilícita o falsa si estos fines
se contraponen con los previstos por el Derecho18.

Si bien el contrato es un ente que depende de una situación causal, esta es


solo de interés para el Derecho en tanto reconoce la existencia de la
conducta social que propicia la realización del negocio tutelado en norma.
Pero lo que interesa al derecho no es que la conducta tenga lugar, sino que
si esta sucede se realice siguiendo las pautas y fines que el Estado
considera beneficiosos para el sistema que lo sustenta. El derecho en su
conjunto no investiga causas, sino que actúa sobre situaciones ya creadas
y las modula, les da una forma conveniente o las prohíbe, pero no está en

17 Una gran parte de los teóricos españoles ubican la tendencia del Código Civil Español en la llamada “finalidad
objetiva”. Ver artículos del Código Civil Español 1.261 núm 3º y 127 hasta 1277.
18
Sentencia No.8 del Tribunal Supremo de Justicia de la República de Cuba de 17 de enero de 1925.

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su propósito obtener respuestas causales de los fenómenos. Es este un


terreno de la Filosofía.

8. ESPECIAL REFERENCIA A LA CAUSA DEL CONTRATO EN EL


CÓDIGO CIVIL CUBANO VIGENTE.
Es una verdad irrefutable que nuestro Código civil no menciona dentro de
los elementos esenciales del contrato a la causa. Las razones que el
legislador tuvo para esta omisión voluntaria pueden ser explicadas desde la
óptica del BGB alemán, que tuvo su impacto en el proceso codificador de
los años precedentes al 1987.

Sin embargo, la perspectiva que se observa en la norma no es la del


anticausalismo extremo, que rechaza todo tipo de relación causal, al
reconocer las causas de la Relación Jurídica en el artículo 23 c) y artículo 7
Vicente RAPA así lo reconoce cuando expresa “ aunque en la parte general
del Código Civil se mencionan las causas como fuentes o elementos
generadores de las relaciones jurídicas, sean de origen contractual o de otra
índole, no se trata de la causa, que como elemento esencial del contrato,
establecía el Código derogado”.

Considero que la no inclusión de la causa como elemento esencial del


contrato en el Código civil cubano no nos conduce a negar de plano la
existencia de causa en el contrato. Lo relevante no es que el contrato no
tenga causa, sino que aun teniéndola esta es intrascendente para alcanzar
resultados hermenéuticos que nos hagan cuestionar su validez o eficacia.
Sin embargo, algunos autores nacionales se aferran a la idea de que el
legislador dejó algunos atisbos de esta dentro de la normativa. En otras
palabras, no pudo deshacerse de ella, y peor aún no puede dársele
respuesta coherente a ciertas cuestiones desde otra perspectiva que no
contemple el tema de la causa contractual.

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 El primer supuesto es el referido al artículo 67 Son nulos los actos


jurídicos realizados: a) en contra de los intereses de la sociedad y el
Estado. Es este el caso típico de lo que hemos denominado en algún
momento de este trabajo “los fines o función del Derecho” que
persiguen educar una conducta de acuerdo con los intereses del tipo
histórico de Estado y sociedad que se trate. Esto sin entrar en
consideraciones más técnicas de ambigüedad e inaplicabilidad de este
inciso en la realidad cubana.

 El segundo supuesto está contenido en los incisos e) y f) del propio


artículo: e) sólo en apariencia, sin intención de producir efectos
jurídicos; f) con el propósito de encubrir otro acto distinto. Es lo conocido
como simulación. Realmente esto no resiste una crítica rigurosa; se
trata aquí del elemento esencial subjetivo, de la voluntad real expresa o
tácita de las partes que es indispensable en todo contrato para su
perfeccionamiento.

 El tercer argumento, y más fuerte, se concentra en la figura del


Enriquecimiento Indebido o sin causa, en el artículo 100 del propio texto
legal. Al respecto autores de la doctrina nacional sostienen, si la
ausencia de causa lícita genera enriquecimiento indebido, para que este
no se configure en los negocios patrimoniales habrá de existir causa,
entendida esta como el propósito de alcanzar un determinado resultado
con el acto negocial que se realiza, finalidad o propósito que debe
haberse reconocido previamente por el Derecho como merecedor de
protección jurídica”.

No obstante, aquí existe un error de apreciación, el enriquecimiento sin


causa no ataca a ningún negocio existente, sino a las transferencias
patrimoniales que se realizan sin que exista obligación de realizarlas o
derecho de retenerlas.

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Por tanto, cuando nos referimos al llamado acrecimiento patrimonial sin


justificación debemos entender que este ocurrió porque no tuvo su origen
o causa en un contrato u otro acto jurídico, o no existe situación jurídica
que lo requiera. Desde esta óptica no hay relación directa entre la causa
del contrato y la figura del enriquecimiento indebido, radicando la
aplicación de esta última a la causa de las obligaciones.

Tal vez las mayores complicaciones en este asunto se manifiesten en la


comprensión de conceptos tan sensibles como el de relación jurídica
contractual y contrato. La relación jurídica es lo que se obtiene producto
de un acto u otra causal prevista. Por tanto, la causa de la relación jurídica
es distinta de la causa de aquel suceso que la genera.

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V. CONCLUSIONES
 El contrato es un acuerdo de dos o más partes para constituir, regular o
extinguir entre ellas una relación jurídica patrimonial, y salvo estipulación en
contrario, es consensual, es decir, se perfecciona con el simple
consentimiento de las partes.

 El tipo contractual está conformado por una serie de datos peculiares con
carácter de esenciales.

 El elemento objetivo consiste en aquellas prestaciones mínimas e


indispensables, establecidas por la norma, para considerar al contrato
concreto dentro del tipo contractual.

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VI. BIBLIOGRAFÍA

 Robert Joseph Pothier, Delvincourt; Merlín; Larombiere; Aubry; Rau y


Demolombe.

 OCALLAGHAN MUÑOZ, X Código Civil, comentado y con jurisprudencia.


Editorial La Ley. Madrid, 2004. LLOBET AGUADO, J. El deber de
información en la formación de los contratos. Editorial Marcial Pons.
Madrid, 1996.
 F.FERNANDEZ,-LAVALLE ZAGO; Manual de los contratos parte general
I; editorial 2002.
 Rojina Villegas, Rafael. COMPENDIO DE DERECHO CIVIL III.

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