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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO

FACULTAD DE EDUCACIÓN
FORMACIÓN HUMANA I
SANDRA BECERRA P.

AUTOESTIMA Y SU DESARROLLO EN EL ÁMBITO ESCOLAR

En cada momento de nuestra vida al actuar, pensar, sentir, etc., por


ejemplo, si un grupo de personas está hablando de habilidades matemáticas, y
yo siento que mi capacidad de razonamiento numérico es buena, yo me
ofreceré espontáneamente para realizar un ejercicio, pero sin duda que si me
percibo ineficaz no me ofreceré para tal ejecución. Esta situación se amplía a
cada momento y en todas las áreas de nuestro existir. Por cuanto conocer, y
valorar las características y habilidades que poseemos es de vital importancia,
tanto para mejorar nuestra calidad de vida como la de los demás.
Generalmente se habla de autoestima, autoconcepto, autoimagen o
concepto de sí mismo como términos similares; sin embargo esta situación
requiere clarificación. Por autoconcepto, concepto de sí mismo o autoimagen
entenderemos a las percepciones que el individuo tiene respecto de sí
mismo.
Son las cogniciones que el individuo posee acerca de sí mismo, incluye
el conjunto de ideas sobre la clase de persona que es, características que
posee y los rasgos que la constituyen. Este concepto de sí mismo está en la
base de la autoestima. La autoestima sería el grado de satisfacción y
valoración que las personas tienen respecto de sí mismas. Es la dimensión
afectiva de la imagen personal, que se relaciona con datos objetivos,
experiencias vitales y expectativas del individuo. (Haeussler y Milicic, 1994).
De lo planteado, se puede apreciar una diferencia sustancial entre
ambos; mientras la autoimagen o concepto de sí mismo se refiere al aspecto
cognitivo de la autopercepción, la autoestima se refiere al aspecto emocional
de estas percepciones.
Comprender la importancia de la autoestima implica reconocer que su
constitución es un proceso continuo y gradual, esto significa que la autoestima
comienza a configurarse, desde las primeras experiencias en la vida del niño;
es un proceso paulatino, donde influye de manera decisiva la calidad de las
interacciones sociales. Son las interacciones sociales, las que le irán
entregando al individuo reportes y definiciones que le harán conocer y valorar
sus características. Así, en este proceso el niño no sólo recibe influencias de
sus propias conclusiones, sino que adquieren relevancia los juicios y
comentarios tanto directos como indirectos, que los demás hacen sobre él. De
este modo, en los primeros años de vida, la responsabilidad en la configuración
de la autoestima recae principalmente en las experiencias propiciadas por los
padres y familiares. En edad escolar, la forma como el niño se ve a sí mismo
depende casi totalmente de lo que a los otros, como compañeros y profesores,
perciben de él y le comunican (Salinas, 1990).
El concepto de sí mismo se va formando gradualmente por medio de las
retroinformaciones que recibe el niño de familiares, amigos, profesores,
conocidos, extraños, etc., que en diferentes contextos y con diferentes
vínculos, roles y status le irán entregando reportes y definiciones que le harán
conocer y valorar los elementos que le caracterizan, rasgos y hábitos que le
distinguen, valores y habilidades que lo identifican (Munné, 1980, Hidalgo y
Abarca, 1992).

Existe una valoración global acerca de sí mismo, pero cabe señalar que
ésta posee áreas específicas, dentro de las cuales podemos encontrar:
Dimensión Física, Social, Afectiva, Académica y Ética.

Dimensión Física: se refiere al hecho de sentirse atractivo físicamente. Incluye


en los varones, el sentirse fuertes y capaces de defenderse; y las mujeres, el
sentirse armoniosas y coordinadas.

Dimensión Social: incluye el sentimiento de sentirse aceptado o rechazado


por los iguales y el sentirse parte de un grupo. También se relaciona con el
hecho de sentirse capaz de enfrentar con éxito diferentes situaciones sociales;
por ejemplo, ser capaz de tomar la iniciativa, ser capaz de relacionarse con
personas del sexo opuesto y solucionar conflictos interpersonales con facilidad.
Finalmente también incluye el sentido de solidaridad.

Dimensión Afectiva: está muy relacionada con lo anterior, pero se refiere a la


autopercepción de características de personalidad como sentirse: simpático o
antipático, estable o inestable, valiente o temeroso, tímido o asertivo, tranquilo
o inquieto, de buen o mal carácter, generoso o tacaño, etc.

Dimensión Académica o Intelectual: se refiere a la autopercepción de la


capacidad para enfrentar con éxito las situaciones de la vida escolar. Ésta
incluye la autovaloración de las capacidades intelectuales, como sentirse
inteligente, creativo y constante, desde el punto de vista intelectual.

Dimensión Ética: se relaciona con el hecho de sentirse una persona buena o


mala, confiable o poco confiable, responsable o irresponsable, trabajador o
flojo.
La Dimensión Ética depende de la forma en que el niño interioriza los
valores y las normas y de cómo se ha sentido frente a los alumnos cuando las
ha transgredido. Si se ha sentido cuestionado en su identidad cuando ha
actuado mal, su autoestima se verá distorsionada en el aspecto ético.

Estas dimensiones constituyen la autoestima general. La autoestima


general de una persona puede alcanzar dos dimensiones: la de alta y la de
baja. La primera denota que el individuo se respeta y se estima, sin
considerarse mejor o peor que los otros, reconoce sus limitaciones y espera
madurar y mejorar (Rosenberg, 1973). La segunda, se traduce, entre otras
conductas, en que el niño no confía en sí mismo, imagina que es aburrido para
los otros niños, no se atreve a tomar la iniciativa, presenta inseguridad para
expresarse, evidenciando temor al hablar en público y marcado sentido de
hacer el ridículo (Haeusslerg y Milicic, 1994). A continuación se presentan
indicadores o formas de expresión que nos permitirán detectar cuándo un
alumno posee una alta o baja autoestima.
Formas de Expresión de la Baja Autoestima.

Haeussler y Milicic (1994) han señalado que la baja autoestima puede


expresarse de diferentes maneras dependiendo de la personalidad del
individuo, de las experiencias vitales y de los modos de identificación a la que
ha sido expuesto.
Algunas de las actitudes y conductas más frecuentes en individuos con
autoestima baja son:

ACTITUD INHIBIDA Y POCO SOCIABLE: en la medida en que él sea una


persona que se valore poco, mostrará temor y autoexponerse. Responden en
forma poco activa a las demandas de sus pares. No toma la iniciativa y tendrá
dificultad para hacer amigos creyendo que podría ser rechazado.

TEMOR EXCESIVO A EQUIVOCARSE Y ACTITUD INSEGURA: las personas


que poseen este temor, están convencidas de que cometer una equivocación
equivale a una catástrofe, por esta razón se arriesga poco o nada. Los alumnos
que confían poco en sí mismo poseen una actitud insegura, la que frena su
creatividad y originalidad, Ejemplo: el alumno que escucha la pregunta del
profesor, pero no se atreve a expresar sus sentimientos, porque los
consideraría erróneos o poco importantes.

ACTITUD PERFECCIONISTA: rara vez están contentos con lo que hacen. Por
lo cual tratan de corregir y mejorar lo que están haciendo, resultando muy poco
productivo. Les cuesta discriminar qué es importante y qué no lo es, dejando
tareas fundamentales de lado. Por ejemplo: el alumno que por mejorar el dibujo
que a su juicio “le quedó feo”, no alcanza a hacer la otra tarea.

NECESIDAD COMPULSIVA DE APROBACIÓN: son personas que quieren ser


constantemente aprobadas por otros. Necesitan reconocimiento por cada logro
y están buscando permanentemente la atención de los adultos, dependiendo
de ellos para su valoración personal. Detrás de esta necesidad de aprobación
hay una inseguridad, falta de confianza en sus propias capacidades, un temor
muy marcado a mirarse a sí mismo, a enfrentar sus sentimientos y a
autoevaluarse.

ACTITUD DESAFIANTE Y AGRESIVA: probablemente esta conducta es la


más difícil de percibir como un problema de autoestima, ya que las personas
desafiantes aparecen como sobreseguros. Mas la agresividad suele ser un
camino inapropiado que la persona usa para llamar la atención y reafirmarse.

NECESIDAD IMPERIOSA DE GANAR: estos individuos se frustran u ofuscan


en forma desproporcionada si pierden o creen que para ser queribles deben
lograr ser siempre los primeros. Suelen ser malos perdedores, porque les
cuesta aceptar la derrota, y malos ganadores, porque hacen ostentación
exagerada de sus éxitos.

ACTITUD QUEJUMBROSA Y CRÍTICA: los individuos con autoestima baja


suelen mostrar descontento cuando las cosas no resultan como ellos
esperaban, lo que les arroja la sensación de no ser suficientemente valorados
por las otras personas. Sin duda a través de sus quejas y críticas buscan la
atención de las personas que lo rodean.

Una alta autoestima denota que el individuo se respeta y valora a sí mismo,


mas las expresiones de una autoestima positiva son variadas y dependen tanto
de factores de personalidad como ambientales. Los rasgos más comunes
fueron sistematizados por Haeussler y Milicic (1994) en tres áreas:

EN RELACIÓN A SÍ MISMOS: la persona tiene una actitud de confianza y


seguridad personal. Se siente capaz y responsable por lo que siente, piensa y
hace. Es una persona integrada, está en contacto con sus sentimientos y
pensamientos. Tiene autocontrol, es capaz de adecuar sus impulsos.

EN RELACIÓN CON LOS DEMÁS: es abierto, flexible, valora a los demás y


los acepta como son; su comunicación es clara y directa, tiene una actitud
empática; es capaz de conectarse con las necesidades de los otros. Es
autónomo, capaz de tomar la iniciativa.

FRENTE A SUS OBLIGACIONES: asume actitud de compromiso, se fija


metas y se esfuerza adecuadamente para conseguirlas, es capaz de reconocer
tanto sus éxitos como sus fracasos. Su actitud es creativa y es capaz de
trabajar cooperativamente con sus compañeros.

Estrategias para desarrollar la autoestima de los alumnos.

Como educadores no podemos desconocer que somos una de las


figuras de mayor influencia para el alumno: Becerra y Mitterteiner (1995)
señalan que la forma como el joven se ve a sí mismo depende de lo que otros
perciben de él y le comunican; lo que los docentes hagan o digan en relación a
sus alumnos, les devuelve una imagen que va retroinformándolos acerca de
sus capacidades, fortalezas y debilidades.
La figura del profesor tiene gran importancia en el desarrollo de la
autovaloración de los jóvenes. Haeussler y Milicic (1994) afirman que
estrategias como las siguientes pueden ser útiles para estimular el desarrollo
de la autoestima positiva en los alumnos:

- Conocer la realidad del niño, en forma tal de no movilizarnos por


objetivos irreales que aporten una nueva experiencia de frustración al
niño. Podemos poner exigencias y metas al alcance de éstos para que
estas metas puedan ser alcanzadas por los alumnos con un esfuerzo
razonable.
- En el contacto con nuestros alumnos será importante ser claro al
reconocer lo que éstos han hecho correctamente. Si no han cumplido
como se esperaba, darles una nueva oportunidad explicando un poco
más lo que se esperaba de ellos.
- De nuestras experiencias de enseñanza – aprendizaje, deberemos
generar un clima emocional cálido, participativo e interactivo, donde el
aporte de cada uno pueda ser reconocido. Fomentar especialmente el
trabajo cooperativo en clase, fundamentado en los principios
constructivistas del aprendizaje.
- Generar un clima que posibilite la creatividad. Cuando los niños tienen
espacio pueden ser muy creativos y en todas las asignaturas es posible
dar un espacio para la creatividad.
- Cuando logremos detectar a un niño con autoestima disminuida,
debemos preocuparnos de reforzar un logro frente al grupo. Es
importante reconocer los logros reales del niño, que éstos sean sentidos
como algo especial y único por el alumno. Además incentivar a los
alumnos a asumir responsabilidades; esto demostrará confianza en
ellos.

Formas de evitar la Autoestima Negativa

Es necesario cuidar el no fomentar una autoestima negativa. Se recomiendan


las siguientes estrategias para evitar el desmedro de los alumnos:

- La crítica es uno de los factores altamente determinantes en el


desarrollo de una autoestima negativa. Es importante evitarla, ya que
ella va socavando permanentemente la validez de cada persona y tiene
efectos negativos en la imagen personal, disminuyendo la confianza en
sí mismos.
- También incide negativamente en la autoestima, cuando los padres o
profesores son inflexibles, utilizan mucho las reglas y hacen que los
alumnos se sientan permanentemente agobiados, con la sensación de
no haber logrado nunca las metas.
- Cuando el adulto connota valóricamente (como buena o mala persona),
en función de sus propios gustos o expectativas, estará amenazando la
autoestima de éstos. La intensidad de los sentimientos asociados a una
autoestima negativa aumenta cuando los padres o profesores no
diferencian entre la conducta de un niño y su identidad. Por lo cual el
alumno, no sólo se da cuenta que ha tenido una conducta equivocada,
sino que siente que él es malo como persona. Por ejemplo:

Es preferible decir “cámbiate esa polera sucia”, que retar diciendo, “eres
cochino, ¿cómo es posible que siempre tengas sucia tu polera?”.

Es preferible decir “haz la tarea de matemáticas que se te olvidó”, que


decir, “eres un flojo, ¿nunca cumples con tus obligaciones?”.

- Otro factor que es importante es la frecuencia de mensajes que repiten


reiteradamente las características negativas del joven. Estos mensajes
negativos hacen que el alumno piense que él es malo o que casi todo lo
hace mal.
- Sólo cabe señalar que es necesario evitar estas situaciones, en especial
si van acompañadas de una actitud de enojo, rechazo o amenaza, ya
que esto, aumenta sus efectos, así como la sensación de inseguridad
que desarrolla el alumno.

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