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Resumen de Moby-Dick

(Herman Melville)

Moby Dick narra por los labios de un marinero, Ismael, el tortuoso viaje del
capitan Ahab y toda su tripulación, a bordo del ballenero “Pequod”, en busca
de la legendaria y feroz ballena blanca, que en esta grandiosa alegoría sobre la
condición humana, es el emblema y la encarnación de las potencias del mar y
como esta persecución ciega acaba en terrible tragedia.
Esta novela puede leerse de muchas formas: como un libro de aventuras, como
la descripción de la búsqueda fanática de venganza del capitán Ahab, como un
riguroso tratado de cetología o como un metafísico poema épico en prosa.

Abre la novela con un apartado donde se nos muestra la etimología de la


palabra ballena y una recopilación de citas sobre el tema, desde el Génesis hasta
Darwin, pasando por Montaigne, Shakespeare e incluso relatos de antiguos
balleneros.

Capítulos 1-10
El comienzo de Moby Dick es famoso: “Llamadme Ismael”, que encierra un
simbolismo bíblico y que es uno de los rasgos característicos de toda la novela.

Ismael nos explica sus razones para hacerse a la mar y nos habla de cómo
muchos hombres sienten ese mismo impulso. Se pregunta de dónde proviene ese
espíritu y por qué sentimos una especial atracción hacia el mar. Luego nos dice
que él siempre se embarca de marinero pero que esta vez se le ocurrió ir de
ballenero, también por la curiosidad que el cetáceo despertaba en él.

Cuenta su viaje de Manhattos hacia Cabo de Hornos y el Pacífico. Llega a New


Bedfor y no alcanza la barcaza a Nantucket, sitio de gran tradición ballenera.
Entonces busca alojamiento hasta que llega a la Posada del Chorro.
Lo primero que llama su atención al entrar es un cuadro de la ballena y la
decoración del lugar con motivos de la pesca ballenera y adornos paganos. El
dueño le dice que no hay lugar a menos que quiera compartir la cama con un
arponero. Ismael intenta dormir en otro lado pero al final acepta dormir con el
arponero de color. Se acuesta y cuando éste llega lo describe con terror. El
arponero saca entonces un ídolo de madera y comienza a rezar, se da cuenta que
es un caníbal y cuando se mete en la cama Ismael grita y el caníbal lo amenaza.
Llega el patrón y le explica todo a Quiqueg. Finalmente se entienden e Ismael
duerme como nunca en su vida.

Al despertar Quiqueg trata amablemente a Ismael con su mezcla de costumbres


salvajes y civilizadas y éste cuenta como se rasura con su arpón, el cual lleva
incluso a la mesa del desayuno y con él se sirve filetes crudos.

Ismael sale a pasear y narra el alboroto y gentío de New Bedford, llenas de


canívales y jóvenes inexpertos dispuestos a embarcarse en la caza de la ballena.
También describe su prosperidad y la riqueza que por supuesto proviene del
negocio ballenero.

Luego del paseo Ismael entra en una capilla de balleneros donde ve las lápidas de
los muertos en la caza y el púlpito donde se sube el padre Mapple, adornado
como la proa de un barco. Presencia el sermón que se centra en el capítulo del
encuentro de Jonás con la ballena y el capellán se pregunta por cual es su lección.
Habla del pecado de Jonás, de su huida y caída en las fauces del cetáceo y la
lección más importante: su arrepentimiento final.

Regresa a la posada y encuentra a Quiqueg, charlan, fuman de la pipa del caníbal


e incluso Ismael reza con su ídolo, se van a dormir de nuevo como amigos de
toda la vida.

Capítulos 11-20
Sigue su conversación de grandes amigos en la cama, donde Quiqueg cuenta la
historia de su vida. Nativo de una isla lejana e hijo de un rey, siempre había
deseado conocer la cristiandad y salta a un barco donde lo ponen de marinero.
Quiere aprender de los cristianos para enseñar a su pueblo, pero después de
conocer el ambiente ballenero se da cuenta de que el mundo es malo y decide
vivir y morir pagano entre los cristianos. Ismael le pregunta si desea volver a su
tierra y él contesta que por ahora quiere ser arponero. Deciden embarcarse juntos
en Nantucket.

Pagan su posada y se embarcan en una goleta por el río. A bordo un tipo molesta
a Quiqueg, que lo lanza por los aires. El viento parte la escota y la botavara vuela
de un lado para otro. El que molestaba a Quiqueg es barrido de la borda y cae al
mar, pero el caníbal se lanza al agua y lo salva valientemente. Desde ese
momento Ismael decide pegarse a Quiqueg como una lapa.

Llegan a Nantucket. Cuenta la historia de cómo esta isla fue colonizada por los
pieles rojas. Un águila se llevó a un niño, sus padres lo siguieron en una canoa
hasta alta mar, llegaron a la isla y encontraron el esqueleto del niño en una caja
de marfil. Ismael dice que los de Nantucket poseen tres cuartas partes de la tierra,
pues poseen el mar, que es su hogar.

Llegan a la posada de las “Marmitas de Destilación”, famosa por su caldereta de


pescado, que les habían recomendado en la Posada del Chorro. Entran y comen
su caldereta de almejas y bacalao que era lo que servían para desayunar, comer y
cenar. Cuando se van a dormir no dejan llevar a Quiqueg su arpón, costumbre
tomada desde que un arponero amaneció allí muerto.

El ídolo de Quiqug le dice que debe ser Ismael el que elija el velero donde deben
embarcarse, éste protesta pues había pensado en la experiencia de su amigo para
que él decidiese. Deja a Quiqueg con el ídolo en una especie de ramadán y sale a
buscar el barco. Después de mucho buscar encuentra tres barcos que zarpan en
viajes de tres años: la Diablesa, el Bocadito y el Pequod. Elige el Pequod, habla
con el capitán Peleg, que se ríe de su nula experiencia en la caza de la ballena,
pero al final le hace firmar el contrato y lo enrola. Ismael le habla de su amigo
Quiqueg, que ha matado muchas ballenas y también quiere enrolarse y le dice a
Peleg que le gustarúia conocer al capitán Ahab. Éste le cuenta que está encerrado
en su camarote, pues se encuentra taciturno desde que perdió la pierna en su
encuentro con la ballena, pero que es un buen hombre y un excelente capitán.

Ismael regresa a la posada lleno de vacilaciones y encuentra a Quiqueg todavía


en su ayuno, decide esperar hasta la noche, pero cuando esta llega empieza a
preocuparse por él y decide forzar la puerta. Entra en el cuarto pero Quiqueg está
totalmente inmóvil delante de su ídolo y no lo logra levantar, así que Ismael
duerme esa noche al lado del caníbal, que a la mañana siguiente se levanta como
si nada. Desayunan y se dirigen al Pequod.
Llegan al barco y el capitán Bildad le pregunta a Quiqueg si se ha convertido a la
fe cristiana, Ismael aboga por él y entonces Quiqueg demuestra su puntería con el
arpón. Inmediatamente los capitanes lo quieren embarcar y le hacen firmar el
contrato, cosa que él hace dibujando una figura que lleva tatuada en el hombro.

Al salir del barco tienen un encuentro con un viejo andrajoso llamado Elías que
les pregunta si se han embarcado en el Pequod y les pregunta por el capitán
Ahab, contándoles cosas extrañas de él que ellos no alcanzan a entender.
Finalmente lo dejan por loco, se alejan y durante un rato el anciano los sigue por
las calles.

Se realizan los preparativos para zarpar y se van llevando a bordo todas las cosas
necesarias para un viaje de tres años. Quiqueg e Ismael van varias veces al barco,
para llevar su equipaje y ayudar en los preparativos y en todo este tiempo no ven
al capitán Ahab, que según Peleg y Bildad cada vez se encuentra mejor. Por fin
se anuncia que el barco zarpará a la mañana siguiente.

Capítulos 21-30
Llegan al Pequod pero antes de subir a bordo los intercepta el anciano loco Elías
que de nuevo les dirige extrañas palabras y malos augurios. Suben al barco pero
no encuentran un alma, solo un aparejador dormido y entonces se ponen a fumar
la pipa de Quiqueg hasta que oyen al primer oficial Starbuck. El aparejador les
dice que el capitán Ahab llegó anoche al barco, pero éste sigue encerrado en su
cabina.

Por fin se lanzan a la mar y el ajetreo en cubierta es grande. El capitán Ahab no


aparece y todas las maniobras son dirigidas por los capitanes de tierra Peleg y
Bildad, por el piloto y el primer oficial Starbuck. Finalmente Peleg y Bildad se
suben a su bote y regresan a tierra entristecidos por tener que separarse de su
barco y de sus marineros.

Ismael escribe ahora toda una apología de la caza de la ballena, saliendo al paso
de las malas críticas y glosando todas sus bondades y excelencias. Luego
describe a Starbuck, el primer oficial del Pequod, como un hombre duro,
valeroso y temeroso de la ballena, que ve la caza como un oficio y no como una
búsqueda de aventuras. Luego describe a Stubb, el segundo oficial natural de
Cape Cod, como un hombre alegre con su pipa y alejado totalmente del miedo a
la ballena y a la muerte. El tercer oficial era Flask, natural de Tisbury y al que
parecía que la ballena había afrentado de forma personal por el odio que éste le
profería. Estos hombres eran los que mandaban las tres lanchas balleneras del
Pequod y sus arponeros correspondientes eran: Quiqueg era escudero de
Starbuck, Tashego, un indio puro de Gay-Head, lo era de Stubb, y Dagoo, un
negro de aspecto salvaje de Flask. Todos los demás hombres del Pequod, como
ocurre a menudo en la pesca de la ballena eran extranjeros (aunque los oficiales
eran norteamericanos) y sobretodo isleños.

Cuenta Ismael que hasta ese momento no se ha visto aparecer a Ahab, pero que la
impresión de los tres oficiales de a bordo era suficiente para aliviar cualquiera de
las sospechas fundadas por el loco Ismael. Un día por fin aparece en el alcázar el
capitán Ahab, causando en Ismael una gran impresión. Con esa cicatriz o señal
blanca que cruzaba toda su cara y se perdía dentro de sus ropas y con su pata de
palo hecha de dentadura de cachalote pasaba horas en el alcázar como si de una
estatua se tratase.

Cada día que pasa y se van alejando hacia el sur el tiempo parece ser mejor, pero
esto no parece aliviar el semblante de Ahab, que cada día duerme menos y pasa
más horas sobre cubierta. En la noche camina y el ruido de su pierna golpeando
la madera no deja dormir a los marineros, así que un día Stubb decide pedirle que
se ponga algo en su pata de palo y Ahab se lanza encolerizado contra él,
insultándolo y asustándolo de tal forma que Stubb vuelve costernado y sin haber
conseguido nada a su favor. Ahab queda en cubierta y manda a un marino por su
pipa, la enciende pero se queja de que aquel artilugio construido para apaciguar a
sus dueños ya no le produce ninguna calma y entonces se deshace de ella
lanzándola al mar.

Capítulos 31-40
Stubb le cuenta a Flask un extraño sueño en el que Ahab le daba una patada con
su pata de marfil y comentan que es un hombre extraño, al mismo tiempo que
Ahab grita a los vigías que si ven una ballena blanca por ahí deben partirse el
pecho gritando.

Hace ahora Ismael una pequeña clasificación de los tipos de ballenas que
podemos encontrar y admite la dificultad que el estudio de ésta entraña. Nos
habla también de otras costumbres a bordo, como la figura del “troceador” o jefe
de arponeros, las diferencias entre marineros y oficiales, la costumbre de que los
oficiales comieran con el capitán en la mesa de la cabina y como era la
ceremonia con que ésta se realizaba y cómo variaba cuando los arponeros
Quiqueg, Tashtego y Daggoo bajaban a comer, atendidos por el temeroso
mayordomo, Dough-Boy. También nos habla de la cofa, cuando le toca su primer
turno en ella, y describe ampliamente este puesto de vigilancia en lo alto de los
mástiles.

Una mañana sube Ahab a cubierta y comienza a elevar los ánimos de la


tripulación preguntándoles qué hacen cuando ven una ballena. Luego habla a los
vigías de la ballena blanca que ya le han oído nombrar otras veces y sacando una
moneda de oro y clavándola en el palo mayor promete que ésta será para aquel
que divise a la ballena blanca, pues les dice que fue para saciar su sed de
venganza contra ella por lo que se embarcaron. Los arponeros entonces le
preguntan si no es esta ballena aquella conocida con el nombre de Moby Dick.
Por supuesto que es ella, contesta Ahab y entonces Starbuck le pregunta si no fue
esta ballena la que le dejó sin pierna y se queja, pues dice que él no se embarcó
para ajustar las cuentas personales de nadie, sino para hacer negocio cazando
ballenas. Entonces Ahab sin hacerle caso continúa su discurso agitando a la
tripulación y juntándolos a todos realiza un extraño ritual, cruzando los arpones
de sus oficiales y haciendo pasar la medida de grog (una bebida alcohólica) entre
la tripulación sella el pacto de cazar a Moby Dick.

Al atardecer Ahab sentado solo en su cabina y mirando por las ventanas de popa
rumia su propósito de venganza, pues si la profecía dijo que él sería
desmembrado por la ballena, ahora él profetiza que la desmembrará a ella.
Cuando oscurece Starbuck junto al palo mayor cavila sobre la suerte de su
destino, que se haya irremediablemente ligado a la búsqueda de venganza de su
capitán. Se lamenta, pero al mismo tiempo siente que debe aceptar ese destino
incierto. En la primera guardia nocturna se encuentra Stubb en la cofa de
trinquete arreglando una braza, piensa en Starbuck y Ahab, pero al contrario que
ellos su talante permanece sereno y sonriente ante lo que pueda acaecer en el
futuro.

A medianoche en el castillo de Proa los arponeros y marineros de todas las


nacionalidades cantan una canción y bailan.

Capítulos 41-50
Nos cuenta Ismael como entre los balleneros tenía fama de especial ferocidad el
cachalote, de tal forma que no todos los cazadores de ballenas se atrevían a salir
en su busca. Entre ellos era conocida Moby Dick como el más peligroso de estos
animales y las historias que circulaban en torno a ella habían hecho crecer el mito
de su sed de sangre, haciéndola portadora de extraños y supersticiosos poderes: la
ubicuidad, ya que podía vérsela en dos lugares diferentes y muy alejados en un
corto espacio de tiempo, su extraordinario tamaño, su blancura, su frente
arrugada, su mandibula inferior torcida, su alta y blanca joroba en forma de
pirámide y sobretodo su traidora inteligencia que había hecho acabar en
desgracia varias de sus persecuciones, como en el caso de Ahab, que viendo sus
tres lanchas desfondas en torno a él se había lanzado con su cuchillo contra la
ballena, momento en le que esta con su mandíbula le había cercenado la pierna.
Desde ese momento y a lo largo de toda su convalecencia de regreso a casa el
odio de Ahab contra Moby Dick fue creciendo y en su delirio y locura llegó a
identificar todos sus males en la figura de la ballena. Así es que desde entonces
no pensó en otra cosa que en embarcarse e ir en su busca.

Sigue una disquisición de Ismael sobre la razón de que la blancura de cosas


horrendas las haga más espantosas todavía.

Dos marineros están de guardia a la medianoche cuando uno de ellos escucha en


la bodega algo parecido a una tos y empiezan a sospechar que hay alguien
escondido en la bodega de popa.

Cuenta Ismael como el capitán Ahab pasaba horas en su cabina estudiando


diferentes cartas de navegación en donde al parecer tenía trazadas diferentes rutas
utilizadas por las ballenas y lugares en las que habían sido vistas en diferentes
partes del año, por supuesto con la clara intención de localizar a la ballena
blanca.

Narra ahora Ismael varias anécdotas vividas o escuchadas por él sobre la


ferocidad del cachalote y su increíble fuerza, que le a permitido en varias
ocasiones hundir no solo lanchas, sino navíos enteros.

Mientras tanto seguía normalmente los procedimientos para la caza de la ballena,


pues aunque Ahab había anunciado tal vez un poco precipitadamente el
verdadero y personal motivo del viaje, sabía sin embargo que debía seguir el
procedimiento del negocio, pues de lo contrario la tripulación podía acusarlo de
usurpador y arrebatarle el mando del barco.
Una tarde nublada y bochornosa mientras Ismael y Quiqueg se encuentran
tejiendo la estera de sable, de pronto se oye gritar a Tashtego el “por allí resopla”
que avisa de la presencia de ballenas. Inmediatamente se preparan las lanchas
dispuestos todos a lanzarse tras los cachalotes. Pero justo en el momento en que
se disponían a bajar las lanchas algo llamó la atención de la tripulación, cinco
figuras fantasmales bajo las órdenes de Ahab, aborígenes de Manila enfundados
en negros trajes chinos, estaban bajando la lancha del capitán. Tras la orden de
Ahab todos los botes son bajados al agua y sus respectivos pasajeros exhortados
a remar tras la manada de ballenas. Todavía sin salir del asombro por la aparición
de los cinco ayudantes de Ahab los marineros se lanzan en la persecución de las
ballenas, las lanchas se separan y la tormenta se cierne sobre la caza. En la lancha
de Starbuck Ismael narra el momento en que teniendo a la ballena a tiro, Quiqueg
lanza su arpón. Falla, la ballena zarandea la lancha y el chubasco ruge, de pronto
el bote se encuentra inundado y los de a bordo gritan en busca del auxilio de otras
lanchas. Prenden un farol y mojados y desesperanzados esperan el alba. De
pronto entre la niebla aparece el Pequod, que los andaba buscando, dirigiéndose
directamente hacia el bote. Los marineros tienen justo el tiempo de saltar al mar
antes de que la quilla del barco parta en dos la pequeña embarcación. Finalmente
son rescatados y llevados a bordo.

Después de este incidente Ismael se pregunta si este tipo de sucesos es habitual


en la caza de la ballena y tanto Quiqueg como los primeros oficiales le contestan
que sí. Entonces recuerda que Starbuck, el oficial que mandaba su lancha es
conocido por su gran cuidado y prudencia en la caza, y aún así se lanzó de cabeza
contra una ballena en mitad de una tormenta. Absorto en estas cavilaciones
Ismael decide hacer su testamento, como si de esa forma se quitara un peso de
encima.

Vuelve Ismael sobre la extraña tripulación de la lancha de Ahab y especialmente


sobre la figura de Fedallah, que parece mandar a los otros cuatro y estar unido a
Ahab por un extraño lazo.

Capítulos 51-60
Después de varias semanas de navegación cuenta Ismael como Fedallah subía en
las noches a la cofa y desde ahí una noche de luna llena avistó un chorro plateado
de ballena. Inmediatamente se lanzó el Pequod tras él, pero igual que aparecía
súbitamente desaparecía para volver a ser visto dos o tres noches después. Y así
sucesivamente hasta que entre los marineros empezaron a correr rumores de que
se trataba del chorro de Moby Dick. Persiguiendo el chorro solitario alcanzan el
Cabo de Buena Esperanza y desde entonces les acompaña la tormenta, bajo la
cual sin embargo, como una noche observa Starbuck, el capitán Ahab sigue
consultando sus mapas de navegación siempre en pos de su único objetivo.

Un día se encuentran con un barco llamado el “Albatros”. Los dos navíos se


acercan y cuando el capitán Ahab pregunta al capitán del barco si han divisado a
la ballena blanco, el altavoz cae de las manos del capitán del “Albatros” al mar y
entonces el barco se aleja del Pequod como si éste tuviera la peste a bordo. Nos
cuenta entonces Ismael la costumbre ballenera del “gam”, que consiste en la
reunión de dos o más barcos en alta mar y las visitas respectivas de una
tripulación a la otra.

Cuenta ahora Ismael la historia del “Town-Ho”, tal y como se la narró en la


“Posada de Oro” en Lima a unos caballeros españoles. Las rencillas entre un
marino y un oficial, el consecuente motín a bordo, el término de la rebelión y el
encuentro del barco con Moby Dick. La muerte del oficial en las fauces del
cachalote y el destino final del barco y sus marineros.

Nos habla Ismael de las diferentes imágenes en dibujos, grabados o estatuas que
del leviatán se han representado a lo largo de la historia. Irónicamente se ríe de la
falsedad de todas ellas, concluyendo que finalmente la única forma de conocer la
verdadera forma de la ballena es ir personalmente en su busca. A continuación
enumera y describe los mejores grabados que conoce sobre el animal y su caza y
nos da cuenta de la especial habilidad de algunos marineros para tallar en marfil
u otros materiales estatuillas de la ballena.

Narra como el Pequod se adentra en vastas praderas de brit, el alimento de la


ballena franca, y divisa algunas ballenas alimentándose fuera de su alcance. Una
mañana Daggoo divisa una enorme masa blanca saliendo del agua. Todos salen
en persecución de la ballena blanca, pero al acercarse al animal se dan cuenta que
se trata de un pulpo gigante. Flask pregunta a Starbuck qué era eso y éste le
contesta que se trataba del gran pulpo, que según cuentan pocos barcos
balleneros han divisado y han regresado sanos y salvos para contarlo.

Ismael describe ahora la estacha, hecha de cáñamo o cabo de abacá, que es la


cuerda que une al arpón y a la lancha y que se utiliza para perseguir a la ballena
cuando ya ha sido herida por el primer arponazo.
Capítulos 61-70
En un día bochornoso y tranquilo mientras toda la tripulación se encuentra
adormilada aparece de pronto cerca del barco un cachalote. Inmediatamente
todos los botes son bajados al mar y empieza la persecución. El cetáceo se
encuentra delante de la lancha de Stubb y por tanto él se hace cargo de la caza.
Tashtego lanza el arpón y corre la estacha mientras Stubb fuma su pipa y dirige
toda la operación. Consiguen por fin acercarse al leviatán y le clavan las lanzas
una y otra vez, la mar se tiñe del rojo de la sangre del animal y por fin con un
último chorro ensangrentado muere. Cuenta Ismael como el arponero debe de
remar igual o más que los demás y luego además llegado el momento tirar el
arpón contra la ballena a veces a gran distancia, dice que esto le parece la razón
de la mayoría de los fracasos en la caza, pues el arponero al lanzar se encuentra
ya cansado. Describe también la horquilla, un palo insertado en la lancha que
sirve de apoyo a los dos arpones. Éstos dice, están unidos los dos a la estacha y
de esta forma aunque al arponero no le de tiempo de lanzar el segundo hierro,
éste debe ser tirado por la borda, convirtiéndose desde ese momento en una
auténtica arma a la deriva.

Llevan entonces su caza al barco y al caer la noche la ballena es atada al costado


del navío bajo las entusiastas órdenes de Stubb, que además pide que esa noche
se le prepare un filete de cachalote. Esa noche también los tiburones cenan
cachalote mientras Stubb discute con el cocinero la manera correcta de cocinar el
cachalote. Ismael diserta ahora sobre la ballena como alimento, sobre sus
defensores y detractores. Como no se procede al descuartizamiento del cachalote
inmediatamente, dos marineros deben bajar por turnos de una hora para con su
azada ballenera alejar a los tiburones, que de otra forma acabarían con el
cachalote.

Describe Ismael el minucioso y difícil procedimiento por el cual la ballena es


descuartizada, sacándole tiras de grasa como si se tratase de pelar una naranja.
Después de desollar al animal, su cuerpo decapitado es soltado del navío y dejado
al banquete del funeral al que asisten tiburones y aves. Pero capítulo aparte
merece el procedimiento de decapitar a la ballena por la dificultad que este
requiere.

Capítulos 71-80
En su camino el Pequod se encuentra con un barco ballenero, intercambian
señales y resulta ser el Jeroboam, un ballenero de Nantucket. Los del Jeroboam
bajan un bote y se acercan al barco, pero de pronto se paran a cierta distancia
pues a bordo hay una epidemia y temen contagiar a los del Pequod. En la lancha
ven a un marinero del que les habían contado una historia los del Town-Ho, un
pobre demente que se había proclamado él mismo como el arcángel San Gabriel,
un charlatán que sin embargo había conseguido el favor de la tripulación y vivía
libremente haciendo su voluntad a bordo del Jeroboam. Ahab les pregunta si han
visto a Moby Dick y entonces le cuentan el extraño relato de su encuentro con el
leviatán en el que perdió la vida el primer oficial y como esto había dado más
poder al loco-arcángel Gabriel.

Regresa atrás Ismael para contar otro procedimiento en el descuartizamiento de


la ballena, en el que un hombre, en esta caso Quiqueg, debía bajar a la ballena y
trabajar allí entre el barco, la ballena, el mar y los feroces tiburones, sostenido
por Ismael desde el barco con un andarivel (una cuerda que amarraba un hombre
al otro.

Se interna el Pequod en una zona de brit, señal de la cercanía de ballenas francas,


y aunque hasta ahora se habían cruzado con algunas dejándolas pasar, después de
la caza del cachalote se decide que hoy se perseguirá una ballena franca. Pronto
se divisa una ballena y Stubb y Flask salen en su busca, la cazan, la persiguen
alrededor del barco con peligro de chocar contra el casco y finalmente cae
muerta. Entonces se produce una conversación entre los dos oficiales, ya que se
preguntan por qué el capitán ha querido cazar un animal tan innoble. Flask dice
que se trata de un encantamiento de Fedallah, ya que se dice que el barco que
lleve una cabeza de cachalote a estribor y una de ballena franca a babor no podrá
zozobrar jamás. Hablan sobre Fedallah y el extraño trato que parece tener con el
capitán Ahab y Stubb dice que el oriental es el demonio y que se le da ocasión lo
tirará por la borda. Cuando llegaron al barco la cabeza fue cortada y colocada al
lado de la otra, tal y como Flask había predicho.

Aprovechando el momento Ismael se dispone a darnos una lección de cetología


comparando las dos cabezas de las principales especies de los leviatanes infolio y
se extiende especialmente en las características de la parte frontal de la cabeza
del cachalote que la hace servir como un ariete. Luego habla de cómo es en esa
cabeza donde se encuentra en estado puro la más preciada sustancia: el aceite de
esperma y pasa a narrar el difícil procedimiento por el cual se extrae éste. Resulta
que un hombre, Tashtego, debe ser izado a la cabeza y allí con un cubo atado a
un palo ir sacando el aceite por un agujero. En esta ocasión ocurrió un hecho
extraordinario, ya que Tashtego resbaló y cayó dentro de la cabeza, la cual se
soltó de sus ataduras y cayó al mar con él dentro, haciendo que peligrara su vida.
Pero entonces el valiente Quiqueg se lanza al mar y salva al indio.

Capítulos 81-90
81.El “Pequod” encuentra al “Virgen”. 82.El honor y la gloria de la cabeza de la
ballena. 83.Jonás, considerado históricamente. 84.El marcado. 85.La fuente.
86.La cola. 87.La gran armada. 88.Escuelas y maestros. 89.Pez sujeto y pez libre.
90.Cabezas o colas.

El Pequod encuentra el barco alemán el Virgen y prontamente el capitán de éste


sube a bordo. Después de negar el conocimiento de alguna noticia sobre Moby
Dick, les pide un poco de aceite, pues se le ha acabado y todavía no ha cazado ni
una sola ballena. Le regalan el aceite y en el momento en que el capitán alemán
regresa a su barco es divisada una manada de ocho ballenas. Las lanchas son
bajadas, pero el alemán lleva considerable ventaja por encontrarse ya de regreso
a su barco. Sin embargo los botes del Pequod no desisten en entablar justa pelea.
Un cachalote más grande, viejo y lento queda a la retaguardia y a merced de sus
perseguidores. Con grandes esfuerzos los del Pequod alcanzan el bote del alemán
y en el momento en que este se dispone a lanzar su arpón los tres del Pequod
hacen lo mismo, alcanzando antes a la ballena. La persiguen y cuando por fin le
dan muerte el cachalote empieza a hundirse inexorablemente, lo amarran con
cuerdas y cadenas, pero ante la posibilidad de hundir el barco finalmente deciden
cortarlas y deshacerse del animal que se pierde en las profundidades.

Ismael alaba de nuevo la caza de la ballena y habla de los predecesores de los


balleneros. Así cuenta la historia de Perseo y Andrómeda, la de San Jorge y el
dragón (que él cree que en realidad fue un leviatán), la de Hércules que fue
tragado por una ballena, la de Jonás y la de Visnú.

Nos cuenta Ismael como los balleneros engrasan el fondo de sus botes para que
se deslicen mejor sobre las aguas. Así lo hace Quiqueg y rápidamente puede ser
puesto a prueba en la caza. Son divisadas varias ballenas que huyen
apresuradamente. Finalmente Tashtego consigue clavar un hierro, pero sin
zambullirse la ballena continúa su huida horizontal a gran velocidad. La tensión
en el arpón puede hacer que este sea arrancado y entonces se realiza una
maniobra que solo se pone en marcha cuando una ballena no se cansa de correr,
“el marcado”, que consiste en lanzar un arpón más ligero desde una gran
distancia. Así dan muerte a la ballena.

Ismael se demora ahora en la descripción y análisis de la fuente de la ballena, es


decir del chorro (¿de vapor, agua o niebla?) que surge de su cabeza. Igualmente
lo hace con la cola del leviatán, indicando tamaño, movimiento y utilidades.

El Pequod se acerca ahora al estrecho de la Sonda que separa a Sumatra de Java,


por donde espera pasar a la costa de Japón a tiempo para llegar a la temporada de
la caza ballenera. Ya en el estrecho pronto es divisada una gran manada de
cachalotes a dos o tres millas de distancia. El Pequod se lanza tras ella y al cabo
de un rato los vigías avisan de la presencia de piratas malayos que los persiguen.
El capitán Ahab manda redoblar los esfuerzos de la persecución, que ahora se ha
convertido en huida y pronto dejan atrás a los piratas. Salen a mar abierto y las
canoas son bajadas, pero los cachalotes parecen redoblar sus fuerzas y tras horas
de remar tras ellas los marineros parecen a punto de desistir, cuando de pronto las
ballenas caen en esa extraña perplejidad y se produce la desbandada. Ahora unas
ballenas parecen nadar en círculos aterrorizadas y otras permanecen inmóviles,
de forma que la manada ni avanza ni retrocede. Entonces las lanchas se separan y
persiguen cada una a un animal en el borde de la manada. Quiqueg lanza el arpón
y la ballena al sentirse herida huye internándose en el centro de la manada, con el
consiguiente peligro para el bote. El cachalote consigue soltarse del arpón pero
ahora la lancha ha quedado en mitad de la manada, donde los marineros pueden
ver a las crías y sus madres. Una ballena herida enredada en un cable arponero
con una azada de descuartizamiento en su extremo hace cundir el pánico entre las
ballenas hiriéndolas. Esto hace que pronto se vuelvan a agrupar y se pongan en
marcha. Finalmente solo consiguen cazar dos ballenas.

Cuenta ahora Ismael que las ballenas nadan en grupos de 30 o 50 ejemplares.


Estos grupos son llamados “escuelas” y son de dos tipos, los formados casi
exclusivamente por hembras y algún macho (es decir, un sultán acompañado de
su harén) y los formados por machos o “toros”. Así como estas bandas son
llamadas escuelas, a los machos que las encabezan se les llama “maestros”. Las
escuelas de machos son como una masa de jóvenes colegiales, llenas de peleas y
bromas, pero los cachalotes al crecer las abandonan buscando la tranquilidad de
un harén.

Explica ahora las leyes de la pesquería ballenera, que son básicamente dos: 1. Un
pez Sujeto pertenece a la persona que lo sujeta y 2. Un pez Suelto es caza libre
para quien quiera que lo atrape antes. Cuenta también como las leyes de
Inglaterra dictan que la cabeza es propiedad del rey y la cola de la reina, cosa que
es como partir una manzana, pues poco queda de la ballena entre ambas partes.

Capítulos 91-100
Cuenta el encuentro del Pequod con el Capullo de Rosa, un barco francés. Al
acercarse a él perciben un olor terrible, que proviene de dos ballenas estalladas
(muertas en el mar) que llevan a los costados. Stubb se acerca al barco y pregunta
si han visto a Moby Dick, recibe una contestación negativa, pero entonces decide
engañar a los de a bordo hablándoles de la posibilidad de contraer peste, todo con
el objetivo de apoderarse del ámbar gris, sustancia que se encuentra en el interior
de una de las ballenas enfermas.

Cuenta Ismael como en la operación de extraer el ámbar gris un remero de Stubb


se dislocó el brazo y entonces el negrito Pip, aquel que hacía de vigía y tocaba la
pandereta ocupó su lugar en la lancha de Stubb. En la primera ocasión que
salieron a por una ballena, Pip atemorizado saltó de la lancha, quedó atrapado en
la estacha y ésta tuvo que ser cortada perdiendo a la ballena. Todos los marineros
lo regañaron y Stubb le prometió que si volvía a comportarse tan cobardemente
lo dejaría abandonado en alta mar. Así sucedió una segunda vez, de forma que
Pip quedó en mitad del mar, mientras las lanchas se lanzaban tras su caza, por
suerte el mar se encontraba tranquilo y finalmente Pip pudo ser recogido por el
Pequod, pero la impresión de encontrarse solo en el inmenso océano lo marcó
para siempre.

Cuenta Ismael como una vez extraído el aceite de esperma éste a veces se
enfriaba y cristalizaba y entonces él y otros marineros a base de apretones y
sumergidos en una bañera de esperma se dedicaban a la labor de volver a hacerla
fluida, labor que según él era muy agradable. Habla ahora con relación al aceite
de esperma de otros elementos de la ballena que hay que tener en cuenta en el
proceso de descuartizar y preparar el cachalote para las destilerías: el caballo-
blanco, el pastel de ciruelas, el slobgollion, el gurry, las pinzas y la manta. Narra
también como el marinero llamado trinchador se encarga de cortar los trozos de
grasa de la piel colgada para ese propósito en las jarcias y las deja caer en los
barriles para su destilación. Luego describe también el espectáculo dantesco, de
fuego, azufre y humo, que la destilería del barco produce en él. Situado en la
caña y guiando al Pequod, ese barco de fuego, por el mar, tan absorto se
encuentra en tal visión de las llamas que a punto está de perder el control y hacer
zozobrar la embarcación. Dice Ismael que mientras en el barco mercantil el
marinero vive a oscuras pues el aceite es escaso, sin embargo en el ballenero los
marineros bajan a la destilería a llenar sus lámparas y así el castillo de proa
parece una capilla encendida. Finalmente narra las labores de limpieza de todo el
navío después de la destilación, que cuando acaban pareciera que nos
encontramos a bordo de un barco mercante, más acabadas estas vuelve a sonar el
“ahí resopla” y de nuevo a comenzar.

Ismael cuenta como el doblón de oro que Ahab clavó en el palo mayor para quien
divise a Moby Dick ha acabado por ganar todo un significado místico para los
marineros, que estudian sus dibujos de montañas y del zodíaco, como si quisieran
descubrir en él alguna profecía escondida.

El Pequod encuentra un barco inglés y por supuesto Ahab realiza inmediatamente


la pregunta acostumbrada sobre la ballena blanca, cuando el capitán a bordo le
muestra un brazo blanco de hueso de cachalote. Inmediatamente Ahab baja su
bote y se dirige al barco, es izado a bordo y le pide al capitán que le cuente su
encuentro con la ballena. Éste le cuenta todo en un tono más bien jocoso y le dice
que ya nunca más se enfrentará a la ballena blanca, pues con un brazo tiene
suficiente. Ahab le pregunta hacia donde se dirigía la ballena cuando la vio por
última vez y repudiando las bromas del capitán vuelve a su bote, mientras el
inglés se pregunta si no acaba de hablar con un hombre demente.

Capítulos 101-110
Cuenta ahora Ismael, a propósito del barco inglés, algunos antecedentes de la
caza de la ballena y habla de los predecesores de los de Nantucket, es decir, de
los ingleses y antes que ellos, los holandeses, zelandeses y daneses y de sus
costumbres alimentarias a bordo.

Dice Ismael que ya ha hablado bastante del cetáceo en su aspecto exterior y que
ahora se dispone a describir su interior. El cual pudo observar en una ocasión que
cazaron un cachalote cachorro y en compañía de su amigo el rey Tranquo, que
tenía en su cabaña un esqueleto de cachalote que había sido varado muerto en la
playa por una galerna. Describe el esqueleto de la ballena, repasa los hallazgos
arqueológicos de cetáceos y se pregunta si debido a su continuo exterminio la
ballena está cercana a desaparecer.
Al abandonar con tanta premura el capitán Ahab el barco inglés, se posó con
tanto empuje sobre la lancha que su pierna de marfil recibió un choque que la
dejó medio astillada. Inmediatamente Ahab llamó al carpintero y pidiendo que se
pusiera a su disposición todo el marfil que se hubiera conseguido hasta ahora, le
pidió que le construyera otra pierna nueva.

Starbuck se da cuenta de que los barriles de aceite están perdiendo, entonces le


pide al capitán que se realice la operación necesaria para arreglarlos. Ahab se
queja diciendo que ya están cerca de Japón y que realizar esa operación los
demoraría una semana. Starbuck le dice que piense en los propietarios del barco
y en las pérdidas que esto les puede ocasionar, pero por supuesto Ahab en su
obsesión sólo piensa en una cosa. Ahab le insta a obedecer sus órdenes y
apuntándole con una carabina le dice que suba a cubierta. Starbuck obedece pero
antes le dice que Ahab debe cuidarse del mismo Ahab, insinuando que él es su
peor enemigo. Finalmente Ahab, quien sabe por qué, hace caso a Starbuck y
manda realizar las operaciones necesarias para reparar los barriles.

Durante las labores de limpieza de la bodega para reparar los barriles, Quiqueg
que tiene que trabajar duramente parece contraer unas fiebres. Pronto empieza a
adelgazar y tembloroso y muy desmejorado es llevado a su hamaca donde pide al
carpintero que le construya un ataúd, copiando la costumbre que había
presenciado en Nantucket de sepultar a los marineros en una especie de canoas,
costumbre que no se alejaba mucho de la utilizada por su pueblo.
Inmediatamente el carpintero se pone al trabajo y cuando acaba el ataúd lo lleva
ante Quiqueg, que levantándose de la hamaca se acuesta en el ataúd para probar
su comodidad. Sin embargo a los pocos días Quiqueg parece mejorar y tras
comer y reposar unos días más, se levanta anunciando a todos que ya se
encuentra perfectamente para volver a la caza.

Capítulos 111-120
Pasan por fin a lo largo de las islas Bashi y llegan al Pacífico. Románticas
disgresiones embriagan a Ismael, que sin embargo sabe qué diferentes
pensamientos son los que alberga Ahab al llegar por fin a la zona pesquera del
Japón, donde seguramente ahora nada la ballena blanca.

Cuenta Ismael como ahora el herrero trabajaba sin descanso en los diferentes
trabajos que le requerían los jefes de lancha, arponeros y remeros y narra
entonces la triste historia de aquel hombre, que habiendo conocido la felicidad
del hogar y la familia, lo había perdido todo y entonces desesperado, pero sin
valor para acabar con su propia vida se había embarcado en la caza de la ballena.

Mientras trabaja duramente Perth, el herrero, llega a su lado Ahab y le pide que
le forje un arpón indestructible. Para eso le trae una bolsa llena de clavos de
herradura, el material más duro y mejor con el que puede trabajar el herrero.
Ahab le dice que quiere forjar su propio hierro, lo hace y luego le entrega sus
navajas de afeitar para que haga el filo y finalmente le pide a sus arponeros
paganos que le regalen algo de su sangre para templar el acero y mientras realiza
esta operación declama: “Ego non baptizo te in nomine Patris, sed in nomine
diaboli”. Se ajusta el hiero a una de las pértigas de repuesto y entonces Ahab
regresa a la cabina sombríamente con su nuevo arpón.

El Pequod se cruza con el Soltero, un barco ballenero al que ha sonreído la


suerte, la caza de la ballena le ha sido propicia y se encuentra rebosante de aceite
hasta los topes. Los marineros se encuentran en cubierta celebrando su regreso a
casa, cuando Ahab desde su alcázar le pregunta al capitán si han visto a la ballena
blanca. Éste le contesta que no, que sólo ha oído hablar de ella, pero que no cree
en su existencia y le invita a subir a bordo para gozar de la fiesta. Ahab sombrío
y huraño se burla del capitán y rechazando la invitación se aleja de la algarabía
de su celebración.

Pero el encuentro con el Soltero parece traer buena suerte al Pequod que a la
mañana siguiente divisa ballenas y cuatro fueron matadas, una por el mismo
Ahab, que desde su lancha mira agonizar a la ballena y se admira de tal prodigio.

Una de las ballenas matadas queda tan lejos del barco que una lancha a de quedar
junto a ella para que sea llevada al barco hasta la mañana siguiente. Esta lancha
es la de Ahab, que queda de guardia con el Parsi toda la noche. Éste le cuenta que
ha vuelto a tener el mismo sueño de nuevo, en el que ve que antes de morir Ahab,
tres han de ver dos coches fúnebres en el mar, el primero no hecho de manos
mortales, el segundo de una madera visible que haya crecido en América y que
él, el Parsi irá por delante de Ahab como su piloto. El viejo Parsi vaticina por
último que sólo el cáñamo podrá matar a Ahab, éste piensa que habla de la horca
y entonces se ríe gritando que en tal caso debe de ser inmortal, tanto en tierra
como en el mar.

Ahab utiliza el cuadrante para con la posición del sol, medir la latitud exacta
donde se encuentra el Pequod, pero de pronto en un ataque de cólera decide
destruir el instrumento pisoteándolo y dice que desde ese momento sólo se guiará
por la brújula horizontal del barco. Los marineros atemorizados presencian esta
escena hasta que Ahab da las órdenes pertinentes, mientras Starbuck se vuelve a
lamentar de la locura de su capitán.

Ahora el Pequod se encuentra en medio de la tormenta más terrible que se da en


el cálido mar del Japón: el tifón. En mitad de las maniobras para luchar contra
esta terrible tormenta aparece en los tres palos del navío el fuego de San Telmo,
iluminándolos con su fuego blanco, como si realmente ardieran. Entonces Ahab
empieza un discurso llamando al fuego balnco para que los guíe tras la ballena
blanca, pero en ese momento el arpón que mandó hacer el capitán también
empieza a refulgir en el mismo fuego de San Telmo. Starbuck se dirige al capitán
entonces diciendo que desista, que su viaje y su venganza están malditos y que
mande volver a casa, pero Ahab impasible se dirige al arpón y tomándolo en sus
manos de un solo soplo apaga el fuego blanco ante el pánico de los marineros.
Starbuck insta al capitán, de pie junto al timón, que se arríe la verga de gavia y se
izen las anclas que están cediendo en la tormenta, pero Ahab se niega y le ordena
que amarre todo para hacer frente al tifón.

Capítulos 121-130
Stubb y Flask en lo alto de las amuradas del castillo de proa refuerzan las
amarras de las anclas allí pendientes mientras hablan con cierta resignación del
peligro al que los expone el capitán Ahab.

Unas horas después de medianoche el tifón disminuyó y se pudieron volver a


amarrar las nuevas my el viento que sopló era propicio. Starbuck bajó entonces a
dar las buenas noticias al capitán, pero antes de entrar en la cabina a la luz de la
lámpara ve a Ahab dormido y ve también el mosquete con el que una vez le
apuntó. Entonces piensa en matar al capitán para salvar a toda la tripulación de la
muerte segura a la que cree que los lleva Ahab. Medita largo rato ante la puerta
con el mosquete en la mano y al final desiste, el capitán despierta y Starbuck
manda a Stubb para que le anuncie a Ahab las buenas nuevas.

A la mañana siguiente Ahab se da cuenta por la posición del sol de que el barco
va hacia el oeste cuando la aguja de la brújula marca este, por lo cual deduce que
la tormenta a invertido el magnetismo del aparato. Ante el presagio de las
supersticiones de los marineros en cuanto a navegar con las brújulas invertidas,
Ahab pide una lanza de punta de acero y a martillazos se construye otra brújula,
proclamándose a sí mismo señor de la piedra imán ante el asombro de la
tripulación.

Llega por fin el barco a las inmediaciones del ecuador y esa noche la tripulación
oye unos gritos lastimeros como de fantasmas. A la mañana siguiente Ahab les
explica que al pasar al lado de ciertas islas las focas que han perdido a sus crías o
a sus madres posiblemente se acercaron al barco y lo que oyeron fueron sus
llantos, que decididamente se asemejan a los de los humanos. Esta explicación
sin embargo no tranquilizó a los marineros por las supersticiones que también
corrían alrededor de las focas. Pero los presentimientos trágicos iban a encontrar
pronta confirmación, pues a la mañana siguiente el primer marinero que subió a
la cofa cayó al mar. Pronto se lanzó la boya de salvamento, que se llenó de agua
y se hundió junto al marino. Así el primer hombre que subió a otear en la zona
propia de la ballena blanca había perecido. La tripulación tomó esto con
resignación, como si se tratara simplemente del cumplimiento de un mal hace
tiempo presagiado. Se dieron entonces instrucciones para reemplazar la boya de
salvamento, pero no encontrándose barril ni otra cosa suficientemente ligera,
Quiqueg propuso su ataúd, ante el asombro y desconcierto de Starbuck y el
mismo carpintero. Qué se podía esperar de un navío que llevara como boya de
salvamento un ataúd.

El Pequod se encuentra con el Raquel, otro navío de Nantucket y se acerca como


siempre a preguntar por la ballena blanca. En este caso recibe contestación
afirmativa, la vieron ayer e inmediatamente el capitán del Raquel les pregunta si
han visto una lancha ballenera a la deriva. El capitán sube al Pequod y ante las
preguntas de Ahab, le cuenta su encuentro con la ballena blanca en el que se
perdió la lancha, a bordo de la cual iba uno de sus hijos. Le pide a Ahab que le
acompañe en su búsqueda de la lancha perdida, incluso le propone rentarle su
embarcación y pagarle bien, pero el viejo cegado por la venganza y diciéndole
que lleva prisa abandona al Raquel en su triste búsqueda.

Pasan cuatro días con los vigías siempre atentos por orden del capitán a la
aparición de Moby Dick, cuatro días en los que Fedallah y Ahab parecen no
dormir en su constante vigilancia. Sin embargo pasado este tiempo y como si
desconfiara de la atención de sus vigías, Ahab manda ser él mismo izado al palo
mayor. Allí uno de esos halcones marinos que rondan los barcos empieza a hacer
círculos en torno a la cabeza de Ahab, que no le hace caso. Pero de pronto el
pájaro le arrebata el sombrero, ante las advertencias de otro de los vigías, y
llevándoselo por los aires lo deja caer al mar.
Capítulos 131-135
El Pequod se cruza con el Deleite, sobre el que se pueden apreciar las lanchas
balleneras destrozadas. De nuevo Ahab lanza su pregunta y si le han dado
muerte. El capitán del Deleite dice que todavía no se a forjado el hierro que
pueda dar muerte a Moby Dick, mientras sus hombres amortajan a cinco
marineros que murieron persiguiendo a la ballena blanca. Ahab muestra entonces
su arpón y afirma su intención de que éste será el que mate a la ballena. El
Pequod sigue su camino mientras el Deleite lanza al mar a sus muertos.

Hablan en cubierta en un claro día Starbuck y Ahab de los dolores del alma del
viejo capitán, recuerdan a sus esposas e hijos y Starbuck trata de convencer a
Ahab de que abandone tan desquiciada empresa y que regresen todos a Nantucket
ahora que todavía es tiempo.

Esa noche el viejo Ahab olfatea el aire y anuncia que debe haber alguna ballena
cerca, por lo que cambia un poco el rumbo del barco para perseguir el peculiar
olor del cachalote. A la mañana siguiente los vigías son llamados inmediatamente
a las cofas. Ahab les pregunta si ven algo y ante su negativa se hace izar él
mismo y a los pocos minutos de ser izado divisa anunciándolo con un grito el
chorro de la ballena blanca, Moby Dick. Así el doblón de oro pertenece al
capitán, que inmediatamente ordena que lo bajen y que las lanchas sean
preparadas. Todas son arriadas menos la de Starbuck, que queda a bordo por
orden de Ahab. Por fin tras una breve pero intensa persecución las lanchas se
encuentran cerca de Moby Dick, de forma que pueden ver claramente su
seductora joroba blanca. De pronto la ballena agita en el aire su cola y se
sumerge en el mar. De pronto Tashego se fija en que los pájaros que siempre
acompañan a la ballena se acercan a la lancha de Ahab. Éste mira al fondo pero
no ve nada, sin embargo al instante divisa un punto blanco que se acerca desde
las profundidades, es la cabeza con la mandíbula abierta de Moby Dick. Ahab
ordena un giro para huir de la horrible embestida pero la ballena realiza otro
movimiento y entonces al salir a flote se mete la proa en la boca. Ahab trata de
soltar la lancha de los dientes de la ballena, pero ésta con un chasquido parte la
embarcación en dos. Moby Dick queda nadando entre la tripulación naufragada
impidiendo que las demás lanchas puedan venir en su ayuda. Toda esta maniobra
se había visto desde el barco que en consecuencia se acercaba al lugar de los
hechos. Ahab manda entonces que lancen el barco contra la ballena para
espantarla y así los hombres en el agua pueden ser salvados. Mientras tanto
Moby Dick se aleja de nuevo con renovadas energías y entonces los balleneros
deciden subir de nuevo al Pequod para seguir así su persecución. La ballena
vuelve a sumergirse y Ahab promete ahora que aquel que la divise en el día de su
muerte se llevará su doblón de oro.

A la mañana siguiente siguen la búsqueda de la ballena y pronto se anuncia que


algo sopla a lo lejos. Rápidamente se lanzan tras la señal, pero al no divisarla de
nuevo, Ahab se da cuenta que lo que han visto no ha sido el chorro de la ballena
y en ese momento como si quisiera reafirmar las sospechas del capitán, Moby
Dick sale a la vista, saltando por encima de las olas como si estuviera desafiando
a sus perseguidores. De nuevo Ahab manda bajar las lanchas pero ahora la
ballena se dirige directamente hacia ellas. Ahab manda que la ataquen así proa
con proa, es decir de frente. En el momento en que la ballena los alcanza eleva su
cabeza abriendo las mandíbulas y moviendo la cola en todas direcciones, como si
así quisiera causar el mayor destrozo posible. Las lanchas consiguen maniobrar
para escapar a su envite y lanzan sus arpones enredando todas las estachas. Ahab
jala su estacha haciendo salir a flote un montón de arpones y lanzas enredados a
ellas y entonces debe cortar la estacha que le une a Moby Dick. Quedan así
solamente las lanchas de Stubb y Flask prendidas a la ballena, que las acerca
hacia su cola y las golpea juntas como si se trataran de cáscaras de naranja.
Entonces la lancha de Ahab se acerca para rescatar a los marineros en el agua,
pero en ese momento la ballena lanza su ancha frente contra el bote de Ahab
mandándolo por los aires y haciéndola caer en el mar con la quilla hacia arriba.
Otra vez el Pequod que se encontraba cerca y había sido testigo de la batalla fue
en socorro de los hombres al agua. Cuando todos subieron a bordo se dieron
cuenta que la pierna de Ahab había sido arrancada de nuevo y que el Parsi había
desaparecido. Stubb anunció que le había parecido verlo enredado en una estacha
y arrastrado abajo por la ballena. Ahab maldice la pérdida del Parsi, pero vuelve
a anunciar su deseo de perseguir a la ballena hasta la muerte. Starbuck vuelve a
recriminarlo, pero Ahab sin hacerle caso ordena los preparativos necesarios de
las lanchas de repuesto para continuar la caza al día siguiente.

Llega el tercer día y en la tarde Ahab, al no haber avistado los vigías a la ballena,
se da cuenta de que lo más probable es que en la noche la hayan adelantado y
entonces hace virar el barco para salir a su encuentro. De nuevo es avistada la
ballena y bajadas las lanchas, no sin que Starbuck quiera hacer desistir a su
capitán por última vez. La ballena vuelve a sumergirse y cuando sale a flote
vuelve a desfondar dos de las lanchas dejando la de Ahab intacta. Pero un
espectáculo horrible llama la atención de todos, atado con cuerdas al lomo del
leviatán, el parsi parece mirar directamente a Ahab, que recuerda la profecía del
primer coche fúnebre. Manda el capitán volver a sus hombres al Pequod para
arreglar las lanchas mientras él continúa la persecución. Ahab consigue arponear
a la ballena, pero ésta herida vuelca la lancha de Ahab, lanzando fuera a los
remeros. Consiguen volver a bordo y cuando Ahab manda jalar la estacha, ésta se
rompe. Moby Dick se da entonces la vuelta para defenderse de la lancha, pero
entonces al ver la masa negra del Pequod se lanza contra él furiosamente. Todos
a bordo ven acercarse al leviatán e inmediatamente dejan sus tareas de
reparación, quedan atemorizados cuando sienten la frente blanca golpear la proa
del barco a estribor e inmediatamente oyen entrar por la brecha el agua. Desde la
lancha Ahab recuerda la profecía del segundo coche fúnebre, cuya madera sólo
podía ser americana. Vuelve Ahab a arponear a la ballena y al intentar desenredar
la estacha, ésta le dio una vuelta al cuello y así salió disparado de la lancha ante
el asombro de remeros. Éstos se preguntaban donde se encontraba el barco, que
de pronto apareció para envolver en el remolino de su hundimiento a los de la
lancha y hasta la última astilla que quedara del Pequod.

Cuenta finalmente Ismael como él pudo sobrevivir a la tragedia, pues siendo uno
de los remeros de la lancha de Ahab, sustituyendo de hecho al Parsi muerto, en
uno de los embistes de la ballena cayó lejos del torbellino del hundimiento del
Pequod y entonces de ese mismo torbellino surgió por su flotabilidad el ataúd de
Quiqueg, al que se aferró durante todo un día y una noche, acechado por los
tiburones, hasta que fue recogido por el Raquel, que retrocedía en busca de sus
hijos perdidos y que se encontró un huérfano.

Personajes
Moby Dick: La ballena blanca que da título al libro y cuya estela blanca recorre
todo el libro, aunque realmente solo aparezca en las últimas páginas. Es la
reencarnación del Mal y de la locura del capitán Ahab.
Ismael: Es el narrador de toda la historia, por ser además el único superviviente
del trágico destino del Pequod.
Capitán Ahab: Es junto con Moby Dick el gran protagonista de la novela y su
antagonista humano. Herido por la ballena en un anterior encuentro, en el que
pierde su pierna, jura vengarse y perseguirla por todo el globo hasta matarla. Esta
búsqueda de venganza lo obsesiona de tal modo que no duda en sacrificar a toda
su tripulación para alcanzar su objetivo.
Quiqueg: Caníbal pagano que conoce Ismael en extrañas condiciones antes de
embarcarse. Gran amigo de Ismael y primer arponero del Pequod.
Tasthego y Daggoo: Un indio y un africano son los encargados del arpón en las
otras dos lanchas del Pequod.
Starbuck: Primer oficial del Pequod. Hombre sensato que trata de convencer en
todo momento a Ahab de que abandone su absurda y suicida empresa, pero al
mismo tiempo tan leal que acaba acompañándolo a la muerte.
Stubb y Flask: Los dos otros oficiales al mando de las lanchas balleneras del
barco.
Fedallah: Oriental Parsi de aspecto sombrío y misterioso, que de forma
extraoficial parece lugarteniente de Ahab en su único propósito de acabar con la
ballena blanca.

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