Вы находитесь на странице: 1из 15

¿Qué es un todavía?

Poesía y catástrofe en Paul Celan

Por Jorge Linares Ortiz

Pensar en una confluencia: poesía y filosofía, movimientos, procesos, flujos en

intermedios, bajos y elevados circuitos que a su vez forman las cuencas, los

relieves, los abrevaderos.

Ahora estos flujos con inminente disposición, nos aguardan.

Algunas preguntas se advierten ante esta posible confluencia a propósito de un

poeta. Pero ¿a qué poeta referir? Conviene comenzar a decir que éste es un

poeta semejante a tantos otros poetas, pero que en cierto modo algo en él se

tuerce: el solitario internamiento en el lenguaje pero en un modo en el que vuelve

una y otra vez la poesía como intensiva forma de pensar, brazadas inaugurales de

la palabra tanto como un camino genuino de crítica, nuevos encauces ante la

disposición de la materia: un Celan que empuja su escritura hacia los lindes del

pensamiento y del existir.

¿Contra qué se enfrenta un poeta como Paul Celan y en qué sentido contribuye en

algo a la experiencia o al pensar? En la disposición ante la catástrofe, se puede

decir que Celan es como cualquier otro poeta por su camino andado, pero como

ninguno en su torcedura.
Paul Celan recibió el premio Georg Büchner 1 el 22 de octubre de 1960, en

Darmstadt, Alemania.2 El discurso preparado para la ocasión se conoce como El

Meridiano. En algún punto de su intervención, Celan dice: “la poesía, como el arte,

se dirige con un yo olvidado de sí mismo, hacia aquello insólito y extraño y vuelve

a liberarse… Pero ¿dónde?, ¿en qué lugar?, ¿con qué?, ¿y en calidad de qué?”. 3

Las motivaciones de este comentario se encuentran al final de su conferencia, en

el que despide a su audiencia de la siguiente manera:

Señoras y señores, encuentro algo que me consuela un poco de haber recorrido


ante ustedes este camino imposible, este camino de lo imposible.
Encuentro lo que une y lo que lleva al encuentro como el poema.
Encuentro algo —como el lenguaje— inmaterial, pero terrenal, terrestre, algo
circular, que vuelve sobre sí mismo a través de ambos polos y a la vez atraviesa —
cosa graciosa— incluso los tropos: encuentro un Meridiano. 4

Celan se coloca en una región meridiana para observar algo: una fuerza viajera —

la poesía— que se desprende de un “yo”, y que regresa en algún punto, pero que

en su retorno sólo encuentra a un “insólito y extrañado yo”. “…el poema se afirma

al límite de sí mismo; para poder mantenerse, el poema se reclama y se recupera

ininterrumpidamente desde su ya-no a su todavía”.5


1
Sobre Georg Büchner, el dramaturgo alemán, Celan camina algunas pasajes de las
obras del autor sobre una idea: el arte. El comentario de Celan expone una cierta posición
necesariamente ambigua sobre el arte. Más que decir el arte es… el arte, tiende a
preguntarse por lo que es, pero nunca se define. Su lugar es escurridizo o no lo tiene.
Destaca de la producción de Büchner, la novela “Lenz”, basada en Jacob Michael
Reinhold Lenz, poeta alemán, cuyo vigor de juventud fue eclipsado por vacíos,
ansiedades, acorralamientos, al que la psiquiatría clásica llamó hebefrenia. Büchner,
Georg, Lenz, Nórdica Libros, 2006.
2
Celan, Paul, “El Meridiano”, en Obras completas Madrid. Trotta, 2013. pp. 499-510.
Traducción: José Luis Reina Palazón.
3
Ibídem p. 510
4
Celan juega con la palabra tropen para pensarla como tropos y trópicos. En Celan, Paul,
“El Meridiano” en Obras Completas…
5
Ibídem pp. 499-510
¿Qué resonancias de estas palabras nos llevan a pensar “el extrañado yo”

implicado en el “ya-no y el “todavía”? O más precisamente ¿Qué es un ya no y un

todavía6 para la experiencia poética y el pensamiento? Si lo pensamos como un

trayecto ¿cuál es el camino del ya no al todavía, y el siguiente y necesario viaje

próximo7: un todavía que camina inevitablemente hacia un ya no? Incluso es

posible advertir, que en el movimiento de estas palabras, encontramos un entre

que algo suscita, un entre de las palabras ya no y todavía, que nos aproxima a las

preguntas: ¿qué encuentros, qué distancias, qué vacíos?

En Celan, se puede imaginar de manera recurrente las circunstancias que le

llevaron a experimentar el horror:

el hombre no sólo se consume en las cadenas de la vida exterior, sino que también
está amordazado y no puede hablar —en todos los medios de expresión humanos—
porque sus palabras (gestos y movimientos) gimen bajo el peso milenario de una
rectitud falsa y deformada: ¡qué hay más falaz que la afirmación que las palabras,
en el fondo, siguen siendo las mismas! 8

En toda su obra, Celan reviste un ya no de fechas y lugares; lenguaje cifrado en

una singularidad colmada de viajes imposibles: terrores, resistencias. Están los

humos, las detenciones, los que marchan y atrapan. Los 45 mil al gueto. Los libros

rusos que se incendian en Czernowitz...

¿Qué sería, madre, estirón o llaga,


si yo también me hubiera hundido en la nieve de
Ucrania?9

6
Como también el adverbio aún, lo que persiste.
7
Como lo que viene nuevo de nuevo.
8
Palabras con frases de Celan que constituyen el texto dedicado a Edgar Jené, en Celan,
Paul, “Edgar Jené y el sueño del sueño”, en Obras completas Madrid. Trotta, 2013. pp.
471-475. Traducción: José Luis Reina Palazón.
9
Carlos Ortega cita el poema en Celan, Paul, “Prólogo”, en Obras completas Madrid.
Trotta, 2013, pp. 34-35.
El ya no lleno intensidades sobre fechas y lugares: No pasarán, Shibbólet,

Peuple, marcan la travesía de Celan (Madrid, Paris, la historia del pueblo judío).

Las palabras contienen contraseñas, extrañamientos, resistencias. Derrida

propone en su lectura de Shibbólet que estas fechas que se encriptan en Celan,

son propias de los misterios del poeta en vida; sin embargo, también nos esperan,

están abiertas. La fecha data y no-data. Las fechas esperan ahí a una intensidad

por venir que arribará con la energía del hartazgo para un habitar nuevo y de

nuevo.

TODO EN UNO
Trece de febrero. En la boca del corazón
despierto Shibbólet. Contigo
peuple
de París. No pasarán.10

La propia palabra Shibbólet, que da título a la obra de Derrida11, y que toma del

poema de Celan, significa literalmente espiga, pero en la historia judía se recuerda

por el pasaje señalado en el Libro de los Jueces (12, 5-6): los que pertenecían a

Galaad, seguidores de Jefté, a través de la palabra Shibbólet, señalaban a sus

enemigos, los efraimitas, quienes pronunciaban “sibbólet”. La palabra resultaba

una contraseña para reconocer al enemigo. 12


10
Celan, Paul, en La Rosa de Nadie, Obras completas Madrid. Trotta, 2013. p. 187
Traducción: José Luis Reina Palazón.
11
Derrida, Jaques, Schibboleth, Editora Nacional, Biblioteca de filosofía, 2002, Madrid pp.
35-43
12
Estos pasajes son discutidos por Derrida en el capítulo III de Schibboleth, obra
dedicada a Celan. Ibídem.
Según Derrida, el “No pasaran”13, escrito en castellano en el poema original de

Celan, fue un “schibboleth” para el pueblo republicano y las Brigadas

Internacionales que luchaban contra el franquismo durante el sitio de Madrid. Se

sabe que Celan, en su juventud, se involucró en el apoyo a los combatientes

republicanos españoles de 1936.14 El “No pasarán” es también la huella de una

poesía: la de Madrid y los poetas que recitan en las trincheras a los soldados, los

quince mil romances publicados entre 1936 y 193915.

El Peuple de París puede tomarse en tres diferentes momentos: el pueblo de

izquierdas que participa en el origen de la resistencia del Frente Popular del 12 de

febrero de 1934. El pueblo de París que toma las calles al finalizar la guerra de

Argelia el 13 de febrero de 1962. Pero también el pueblo de la Comuna16 de

Louise Michel, de Verlaine y de Rimbaud.

Desde esta fechas y lugares, la historia para Celan, se advierte como monumento

de nudos, de tensiones, emplazante, cúmulo de gobiernos de voluntades que

producen un llamado seco de aeterna veritas que liquida los intentos de presente

y provenir. Más Celan se posiciona con su ya no ante la historia de estas cadenas.

Su lugar de enunciación:


13
Ibídem p. 38
14
Carlos Ortega cita el poema en Celan, Paul, “Prólogo”, en Obras completas Madrid.
Trotta, 2013, pp. 34-35.
15
Algunos de estos romances se encuentra reunidos en la obra Romancero General de la
Guerra en España, Antonio Rodríguez Moñino, Comp. Ediciones Españolas. Valencia-
Madrid. 1937
16
Derrida, Jaques, Schibboleth, Editora Nacional, Biblioteca de filosofía, 2002, Madrid pp.
39-40
E L C O R A Z Ó N SALVAJE, domesticado
por la punzada mediociega
en el pulmón,
lo espirado burbujea,
lentamente, derrubiada por la sangre,
se configura
la raramente prometida,
recta
vida
afecta.17

Celan impulsa la ruptura con la ruta de la normalidad. Le dice a la historia y a su

historia desde su voz: ya no, activando discontinuidad y deriva de ello. Se abre un

espacio de posibilidad para otras rutas: ya no, un romper con la marcha de la obra

de nuestra propia muerte. Ya no a continuar construyendo torres de hermanos

trepados en los hombros de sus hermanos, familias que caen pesadamente en las

espaldas de las madres y las hijas. Ya no subir a lo más alto y cantar con un “ojo-

puño” cerrado18 la victoria de la muerte.

Ya no algo nos deja: ante un travesía imposible, el yo olvidado de sí mismo y su

emprende hacia lo insólito con la fuerza viajera de la poesía el trazo infinito al

plegarse en estos dobles que nunca se encuentran, liberando un espacio vacío, un

tercero sin ubicación. Un pliegue. Celan le llama “todavía”.

Celan, en su Meridiano de Darmstadt, Alemania, es un todavía, lo hace saber en


17
Celan, Paul, “Compulsión de luz”, en Obras completas Madrid. Trotta, 2013. p. 329
Traducción: José Luis Reina Palazón.
18
Celan en algún punto de su texto, dice: “Somos una torre de cuya punta irrumpe
nuestro rostro, nuestro pétreo rostro comprimido. Somos más altos que nosotros mismos.
Otra torre sobre la más alta de las torres y podemos mirar sobre nosotros. Por miles de
pliegues subimos a nosotros mismos ¡Qué posibilidad: reunirnos allí arriba en multitudes
para jurar, mil veces nosotros mismos, la gran superpotencia!” Celan, Paul, “Edgar Jené y
el sueño del sueño” en Obras completas Madrid. Trotta, 2013. p. 475 Traducción: José
Luis Reina Palazón.
las frases finales de su conferencia.

El “todavía” que ha recorrido un camino imposible.

El “extrañado yo” y el “todavía” que trazan su trayectorias

La breve distancia ante el arribo del uno (yo) con el otro (extrañado de sí mismo),

que es encuentro en el poema, un meridiano.19

La poesía se revela en ese volver al “insólito y extraño” para liberarse de nuevo.

Celan, en la última parte de la frase añade tres puntos suspensivos para

sugerirnos el infinito: “la poesía, como el arte, se dirige con un yo olvidado de sí

mismo, hacia aquello insólito y extraño y vuelve a liberarse…”.20 Algo presiente,

algo libera, “algo Otro”, “muy cercano, imaginable siempre y de nuevo”.21

El poema reclama y “se recupera ininterrumpidamente desde su ya no a su

todavía”. Algo se escapa de sí mismo. Y aquí, de nuevo, acodados en el umbral,

mirando el sin nada, algo conserva y libera:

DESPRÉNDETE
del pliegue de mi codo,
llévate la única
pulsación,
ocúltate dentro,
fuera.22

Miremos con atención las últimas líneas del poema: el desprendimiento apenas

que se oculta en un

…dentro,
fuera


19
Ibídem El Meridiano 499-510
20
Ibídem
21
Ibídem
22
Celan, Paul, “La rosa de nadie” en Obras completas, Trotta, Madrid, 2013 p. 322

¿Qué es para el pensamiento ese “fuera”? ¿Una región indiferente y neutra?

¿silencios, vacíos, inmovilidades? Y en esta región, ¿quién o quiénes se

presentan?

Prevalecen estos movimientos de pulsos y ocultamientos del lenguaje, flujos

dentro fuera que adquieren relevancia en el pensar.

Así como Celan, tiene palabras el filósofo23 para recorrer la inquietud.

El mismo y el otro: “un doble a distancia”.

Aquél reflejo que nos mira desde otro lugar: “Una semejanza que nos hace frente”.

“…un afuera que se hunde en el lugar mismo en que la interioridad tiene por

costumbre encontrar su repliegue y la posibilidad de su repliegue”. 24

La forma menos que una forma, “lo informe” “obstinado” “que desposee al sujeto

de su identidad simple”, el yo desposeído en un habla otra que resulta “una

palabra que es indisociablemente eco y denegación”.

Dos que hablan:

Uno, con la voz quebrada y en descenso, acodada en el umbral. Muda.

Y el otro: una neutralidad de “desierto, al otro extremo del cual (…) espejea un

lenguaje sin sujeto asignable, una ley sin dios, un pronombre personal sin

persona”, “un otro que es el mismo”, “del lenguaje liberado y abierto hacia su

propia ausencia de límite”. “…hecho de una vigilia tan despierta, tan lúcida, tan

madrugadora que es más bien holganza de la noche y pura abertura a un día que


23 El Foucault del Afuera que piensa a Maurice Blanchot en Foucault, M. El Pensamiento

del afuera Pre-textos, Valencia, 1997. Traducido por Manuel Arranz Lázaro. pp. 3-40
24 Uso de comillas en el juego con la lectura de Foucault. El Pensamiento del afuera Pre-
textos, Valencia, 1997. Traducido por Manuel Arranz Lázaro. pp. 3-40

no ha llegado todavía”. 25, (…) “atención aguda a aquello que sería radicalmente

nuevo, sin punto de comparación ni de continuidad con nada (novedad de la

espera fuera de sí y libre de todo pasado) y atención a aquello que sería lo más

profundamente viejo (puesto que en las profundidades de sí misma la espera no

ha dejado nunca de esperar)”.26

Pero ante las palabras del Foucault, nos obligamos a decir: la experiencia más

desnuda y cercana al afuera, si bien algo libera y desprende el fragmento de su

radicalidad, algo mínimo se mantiene para el enganche: un carácter último de la

espera, atención indefinida como tiento de confrontación con lo que vuelve,

intuición que crispa lo devuelto y lo hace arder o lo apaga. Un instante.

Celan y el meridiano dibujado entre el yo y el extrañado yo han pasado por el

DESPRÉNDETE…
…ocúltate dentro,
fuera

como el filósofo advertía: “el borrado de toda significación determinada y la

existencia misma de aquel que habla, en esa neutralidad gris que es el refugio

esencial de todo ser y que libera así el espacio de la imagen”. 27

Pero pensemos con digna atención este enunciado, poderoso y veloz a la vez:

algo ha pasado casi inadvertido antes del borrado y de la liberación de espacio de

la imagen. Dos palabras de Foucault articulan la última escena: “refugio” y “libera”.

Este “refugio” como oblicuo que dibuja la línea del enganche con el afuera,

25
Ibídem
26
Ibídem
27
Ibídem
minúsculo, casi imperceptible, oculto por el vértigo de las palabras y de la historia

misma. Medianía previa a la volcadura que se experimenta en la relación con el

afuera, y que sugerimos aquí llamarle simplemente contigüidad.

II

¿Qué podemos suponer de contigüidad? ¿acaso el juego de formas y vacíos

entre el ya no y el todavía? ¿acaso el oblicuo en los umbrales del sentido y el

afuera?

Contigüidad como oblicuo, trazado, corrientes en elipse entre el lenguaje y el

afuera, el ya no como extrañamiento de la propia historia pero también su última

nostalgia, su todavía. Su Ocúltate dentro,

fuera

Sala contigua del afuera, pero también fondo de la interioridad. Extremo de

ambos.

Sombras e incipientes metáforas juegan ahí. Se abren y tuercen, florecen desde la

intensidad posible, pero en el mismo baile se desdibujan en el pleno azar. Cuerpo

y vacío en devenir.

Pero ¿quién se dice en…?, ¿qué se dice sobre…? o ¿cómo se dice de… desde…

o en la contigüidad?

¿Cómo definir entonces la experiencia de la contigüidad?


Comenzemos por decir que la digna preposición es posiblemente en la

contigüidad o en contigüidad. Podemos también advertir que en contigüidad no se

está ante algo así como un umbral de sentido o contra el sentido o el sinsentido o

el caos, sino en contigüidad con el caos o en contigüidad con el sentido, incluso

como el inquietante: contigüidad en devenir.

En contigüidad no es presentarse ni comparecer o abrirse, sino más bien un pre-

sentirse en contigüidad en tanto en cuanto sentirse. No como la sensación de

algo, o ante o contra algo, sino en algo como aquí y allá: presentirse y sentirse en

contigüidad. No es un lugar fijo, sino en movimiento, en vaivén. En contigüidad en

devenir nos presentimos: movimiento de intentos y fracasos.

Nos presentimos en contigüidad en devenir desde las intensidades y ante la

relación con los mundos —o planos quizá—. En presentimiento en devenir se halla

el germen de la relación entre los afectos y los efectos. Somos afectados como los

amantes de Babilonia28, que se asoman a la grieta para donarse suspiros, en

contigüidad, pero ante un muro. El en resulta una aquí resistencia al ante o al

contra que se buscan imponer. El muro en Babilonia es un contra o un ante. Las

familias y los históricos imponen este muro, tan cercano, tan hecho presente en el

cuerpo. Pero el cuerpo responde con un en contigüidad con otro cuerpo, que

presiente en devenir como un más allá de un muro.


28
Ver Ovidio, N, Las Metamorfosis Editorial Bruguera, Barcelona, 1983, traducción por
Ana Pérez Vega, Antonio Ruíz de Elvira, pp. 77-79.
Presentir, como sabemos, es de antiguo cercano al augurio y a la premonición. Se

presiente en contigüidad los umbrales —decimos aquí— del sentido o del caos. Se

presiente en los umbrales la posibilidad o el aplastamiento.

En lo (impersonal) que estoy (un praesentire de la sensación en algo) se advierte

en la inminencia, como ese momento breve, muy breve —en contigüidad—, que

es previo a la situación, pero ya en el acontecimiento.

En antiguo —del latín— praesentire, invoca la sensación de que algo exterior,

como los dioses o el destino, nos afectan. Pero en nuestros días es distinto,

pensemos este presentir no como la fuerza externa, sino como el efecto de fuerza

que hace aparecernos en un lugar, un en en toda su plenitud, que hemos

advertido y en el que nos presentimos en contigüidad.

Este presentir es cercano a premonición, en tanto que se advierte, en cierto

sentido, las dos vías: el futuro; que se advierte en tanto transición que se piensa,

pero también el pensamiento de recuerdo y retorno del pasado. Y si bien este

presentir, es cercano a premonición, toma distancia con respecto al presagio.

Pensemos en la raíz de presagio, que se sirve no de advertir el giño del futuro o

del pasado, sino de adivinar el futuro, tanto como augurio, y de ahí que se

desplieguen la prácticas adivinatorias de antiguo, como el Omen29 de la Roma


29
Su etimología es debatida. En latín antiguo proviene de osmen", que podría significar
"declaración o expresión"; según W. W. Skeat, Etymological Dictionary of the English
Language New York, 1963.
https://books.google.com.mx/books?id=gHKaBQAAQBAJ&pg=PT353&lpg=PT353&dq=O
men+presagio+en+roma&source=bl&ots=nD5NZx_7Aw&sig=mxwL35yRFC0iUFvXo6fLw
WYtJzo&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwj8nfX-
3P_XAhUq34MKHYVlDscQ6AEIPjAE#v=onepage&q=Omen%20presagio%20en%20roma
&f=false
antigua, en que se depositaban los rasgos de la voz, o los gestos y ademanes de

los cuerpos: ojos que tiemblan, estornudos, tropezones, zumbidos, hormigueos,

encuentros con animales y bichos, todos ellos buscaban cubrir el futuro.

Esta gestualidad nos entrega el vaticinio, favorable o desfavorable. Presagio de

antiguo fue desplazado, sabemos, por la probabilidad y sus leyes, por la

codificación newtoniana y su tiempo, su línea, pero algo nos queda de este

presentir o de premonición más que de presagio. Pensemos: nuestro futuro no

está resuelto, no se vaticina; sin embargo, se advierte, en contigüidad, pero sin

estar definido. Pero tampoco el pasado. En ambos es un guiño al inminente

presente.

En el mundo de los dioses huidos, no hay designio, no hay presagio, la fuerza de

los dioses no aparecen. En su lugar encontramos un en al que nos empujan las

fuerzas. Afectados por ellas. En este en presentimos los umbrales en el que algo

se advierte, pero nada se define, pues en este en prevalece lo indiscernible por el

mismo vaivén entre lo que se presiente y lo que se siente. No hay veredicto, ni

juicio. Estamos ante la inminencia del presentido y sentido presente, pero no sólo

en uno de ellos, al menos no plenamente, sino en uno y en otro.

En contigüidad se presiente y se siente, no podría ser de otra manera; es decir,

recordemos que nos deslizamos sobre una curva, en una contigüidad en devenir.

La posibilidad del pensar requiere delizarse en el recorrido de una elipse,

pensamiento que apenas hemos avistado.


Contigüidad entre el ya no de Celan y su extrañado yo que devela el todavía. No

hay ningún punto fijo, siempre es curvatura, contigüidad en movimiento, un

presentir en la intensidad la destrucción de los ángulos impuestos en un afuera

adentro, en un sujeto objeto, en un cuerpo y vacío, en un tormento y un poema.

Bibliografía

Büchner, Georg, Lenz, Nórdica Libros, 2006.

Celan, Paul, Obras completas, Trotta, Madrid, 2013.

Derrida, Jaques, Schibboleth, Editora Nacional, Biblioteca de filosofía, Madrid,

2002

Foucault, Michel. El Pensamiento del afuera, Pre-textos, Valencia, 1997.

Traducido por Manuel Arranz Lázaro.

Ovidio, N, Las Metamorfosis, Editorial Bruguera, Barcelona, 1983, traducción por

Ana Pérez Vega, Antonio Ruíz de Elvira.

Cibergrafía

Etymological Dictionary of the English Language New York, 1963.

https://books.google.com.mx/books?id=gHKaBQAAQBAJ&pg=PT353&lpg=PT353

&dq=Omen+presagio+en+roma&source=bl&ots=nD5NZx_7Aw&sig=mxwL35yRFC

0iUFvXo6fLwWYtJzo&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwj8nfX-

3P_XAhUq34MKHYVlDscQ6AEIPjAE#v=onepage&q=Omen%20presagio%20en%

20roma&f=false
Semblanza

Jorge Linares Ortiz es Doctor en Ciencias Antropológicas por la UAM. Profesor e

investigador de la Academia de Arte y Patrimonio por la UACM. Su trabajo se

relaciona con las prácticas sociales y artísticas en contextos extremos.

Actualmente realiza una investigación de doctorado en el Colegio de Saberes

sobre la experiencia poética y la catástrofe.

Вам также может понравиться