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Filosofía, ciencia y religión

El origen etimológico del término filosofía significa "amor a la sabiduría o al


conocimiento", ya que proviene de "philein"( amor ) y sophos ( sabiduría
).Igualmente, el origen etimológico de la palabra ciencia significa "conocimiento",
proveniente de "scientia". La historia de la filosofía tiene sus comienzos hace
más de dos mil quinientos años, y durante un tiempo estos dos ámbitos del saber
tenían la misma concepción y estaban muy relacionadas
Sin embargo, hoy en día estas dos ciencias se distan en el sentido que la ciencia
ha avanzado específicamente en muchos ámbitos del saber ( que antes también
eran del ámbito de la filosofía) que han sido profundizados y por lo tanto, la
filosofía ha perdido ciertas parcelas del saber. La filosofía aporta claridad a la
ciencia y por eso es considerada como la ciencia de todas las ciencias, la ciencia
universal. La relación entre ciencia y filosofía tiene varias opiniones; algunos
creen que se oponen y otros que se identifican. Aun así, la relación que
mantienen es de complementación. Como ya hemos dicho, tanto una como la
otra tienen como objetivo el conocimiento de la verdad. Los contenidos del
conocimiento, los contenidos empíricos, sólo nos llegan a través de las ciencias
positivas, que necesitan de la filosofía para entramar esos conocimientos en
tanto totalización, para discutir hasta qué punto alcanzan esos conocimientos un
grado de objetividad así que se necesitan mutuamente. Por lo tanto, si
colocamos la filosofía y ciencia en el mismo plano, una insiste en el aspecto
empírico, otra en el aspecto teórico y de totalización del saber
Igualmente, la filosofía no ha sido siempre buena amiga de la ciencia, ya que
algunas corrientes filosóficas, como por ejemplo el escepticismo, han provocado
una distanciación entre ellas, afirmando que el conocimiento científico estaba
basado en creencias y que a través de los sentidos no podíamos llegar al
conocimiento absoluto. Un defensor de esta teoría fue David Hume, que, a pesar
de ser un filósofo empírico, llegó a no aceptar el conocimiento científico, aunque
nunca dejo de buscarla verdad
En cuanto a la metodología, la filosofía utiliza un modo razonado de obrar, hablar
o pensar; que depende en gran medida de la manera o forma como se concibe
el mundo. Para conocer la realidad el filósofo se vale de la ciencia y ésta se vale
de método de investigación. Podemos afirmar que la filosofía experimenta
también, no se queda en lo racional, en el buen uso de la razón, porque se nutre
delas investigaciones científicas. Los métodos de la filosofía son varios,
dependiendo del corriente filosófico y del autor
La ciencia posee cualidades específicas que la diferencia del pensar cotidiano y
de otras formas de conocimiento, ellas son: es objetiva, porque investiga al
objeto o fenómeno de estudio; es racional, porque utiliza la razón,; es
sistemática, porque es organizada en sus métodos y en sus resultados; es
general, porque su interés fundamental es establecer leyes o normas generales;
es falible, porque reconoce que comete errores, el científico nunca cree haber
alcanzado la verdad absoluta, su conclusiones son válidas mientras no sean
desmentidas. En consecuencia, todas sus afirmaciones, leyes o teorías están
sujetas a revisión permanente para perfeccionarlas hasta hacerlas cada vez más
objetivas, racionales, sistemáticas y generales.
En conclusión, podemos decir que, por una parte, la filosofía ayuda a la ciencia
a razonar sus teorías conseguidas a través del método hipotético-deductivo que
s validan conforme sucedan los hechos en la realidad, y por otra parte, la ciencia
ayuda a la filosofía a comprender los hechos de la realidad y la explicación del
comportamiento del universo y de la naturaleza.
También es importante la relación que mantiene la filosofía y la ciencia con otras
doctrinas, como por ejemplo con teología y la religión
La religión es la relación de los humanos con Dios a quien se le atribuye ser la
causa última de todo lo existente. Toda religión implica fe en un credo,
obediencia aun código moral establecido en el respectivo libro sagrado y
participación en un culto. La filosofía se ha encargado de estudiar los contenidos
y realizar evaluaciones comparativas entre las diversas religiones. De igual
forma, la teología es la doctrina que trata todo lo concerniente a Dios.
Es interesante advertir que casi todos los filósofos griegos, exentos de prejuicios
posteriores, llegan en su búsqueda filosófica a Dios, como causa suprema de
todo lo que existe, y explicación última a nuestros enigmas. La historia de la
cultura y de la ciencia nos dan muchos ejemplos de grandes científicos y filósofos
que fueron al mismo tiempo hombres sumamente religiosos. Recordemos
algunos nombres: Agustín de Hipona, Tomás de Aquino, Galileo, Leonardo da
Vinci, Descartes, Pascal y Leibniz.
Existen, naturalmente, algunas diferencias entre filosofía y religión. No es la
noción de Dios ni de sabiduría, ni de conocimiento, ni de lo verdadero, lo que
permite distinguir la Filosofía de la Religión. El origen de la diferencia está en
relación con el criterio de fe y de creencia. En efecto, el filósofo "cree que...", es
decir, supone, opina y busca pruebas de su conocimiento a través de la
experiencia y los hechos, y la religión "cree en ...", sin necesidad de
comprobar la verdad de su creencia, puesto que tiene fe en los testimonios
de aquellos que han recibido la revelación o a quienes se les ha transmitido una
revelación o un dogma, y en su propia vivencia. Tanto la religión como la filosofía
pretenden explicar la esencia del universo, la sustancia última de la materia y del
espíritu, y en medio de las distintas disciplinas del saber está el humano como
sujeto y objeto de investigación. Tanto los postulados religiosos como los
filosóficos son obra de la razón. Mediante la devoción expresamos la creencia
en el más allá; mediante la filosofía nos esforzamos en explicar lo que está más
allá de nuestros sentidos. En filosofía se expresan pensamientos especulativos
tanto como en las religiones. Teología y filosofía en la antigüedad caminaron
juntas y aún continúan agarraditas de las manos. Mediante la filosofía se nos
promete sabiduría; mediante el temor a Dios también se nos promete sabiduría.
Las religiones nos enseñan a admirar la sabiduría divina en la naturaleza; la
filosofía en el intento de explicar la naturaleza, nos hace sabios. De todas formas,
es una pérdida de tiempo para los idealistas pretender demostrar la existencia
de Dios, tanto como lo es para los materialistas esforzarse por demostrar su
inexistencia. En cuanto a la relación entre ciencia y religión (en concreto con el
cristianismo) no ha sido siempre sencilla.
En el siglo XIX está relación se presenta como un continuo conflicto entre ambas.
La Iglesia fue concebida durante mucho tiempo como amiga del oscurantismo,
generadora de ignorancia y enemiga de la ciencia y del progreso. Sin embargo,
Pablo VI reconoció que la mentalidad religiosa no tiene nada de contrario al
progreso científico, sino que al contrario lo favorece y lo integra tanto objetiva
como subjetivamente con su culto a la Verdad total . Tanto desde el ámbito de la
ciencia como de la religión se reconoce la necesidad de este diálogo en el que
las dos deben de interrogarse entre sí por que se necesitan la una a la otra. Así
lo formuló ya Einstein, hace muchos años, diciendo que “la religión sin la
ciencia está ciega y la ciencia sin la religión coja” En una formulación más
moderna, Juan Pablo II afirma que “la ciencia puede purificar a la religión del
error y la superstición, y la religión puede purificar la ciencia de la idolatría
y los falsos absolutos”.
Me gustaría concluir, entonces, que la filosofía, la ciencia y la religión unidas nos
permitirán comprender la realidad; la realidad física, identificada como cosas y
estudiada por la ciencia; la realidad intelectual que la constituye los significados
filosóficos; y la realidad espiritual valorada e implementada mediante la fe. La
experiencia humana debe necesariamente abarcar estas tres realidades y por lo
tanto deben mantenerse en un contacto mutuo
Tomado de la página:
https://es.scribd.com/doc/95655088/Filosofia-ciencia-y-religion
El 8 de enero de 2018, a las 14:05

La Guerra de Troya
9 de agosto de 2012

Según la epopeya griega La Ilíada, el príncipe Paris de Troya secuestro a su


enamorada Helena de Grecia, la mujer más bella del mundo, y Melenao de
Esparta, su marido, convocó a los griegos, emprendieron la guerra contra los
troyanos. Esta guerra fue el encuentro de muchos de los grandes héroes de la
antigüedad, como Aquiles, Héctor o Áyax…

La Ilíada de Homero, está considerado uno de los poemas escritos más antiguos
del mundo occidental, datando del siglo VIII A.C., varios siglos después de la
famosa contienda.
No cabe duda de que muchos de los atributos que se dan a los personajes, así
como las intervenciones místicas que se narran en la obra son totalmente
irreales, pero otras como el conflicto en si mismo, así como algunos de los
personajes y los lugares aparecidos podrían ser verdad.

Algunos estudiosos afirman que cabe la posibilidad de que los sucesos relatados
no se debiesen a un solo conflicto, sino que compilasen y mitificasen varios
hechos.

Nueve ciudades

En 1870 el aventurero alemán Heinrich Schliemann inició una excavación a


través de la cual encontró lo que en un primer momento se creyó Troya y
actualmente se llama Hisarlik.

El lugar contiene nueve ciudades construidas una sobre otra, con una ciudadela
interior con los barrios en sus alrededores y un alto muro que protege todo.

Para Schliemann unas joyas encontradas en la segunda ciudad podrían


pertenecer a Helena, pero los datos cronológicos no coinciden con la época
descrita por Homero. La sexta ciudad, por su lado si que coincide en el tiempo
con la Ilíada, pero esta no parece haber sido destruida por un enfrentamiento
bélico sino por un terremoto

Los arqueólogos de nuestros días opinan que posiblemente la sexta y la séptima


sean las ciudades que puedan ser las Troyas de Homero.

Otra cuestión puede haber sido que Homero utilizase las palabras como
metáforas y el mundo moderno haya tomado estas al pie de la letra.

En la Ilíada, los griegos conseguían penetrar en la ciudad amurallada gracias a


la introducción de un comando dentro de un gran caballo de madera, y cuando
los troyanos dormían, los soldados salieron para abrir las puertas de la ciudad,
logrando así la victoria griega.

El caballo, en el mundo griego era el símbolo de Poseidón, el dios del mar y los
terremotos, con lo que la gran figura de madera que asolaba la ciudad podría
haber sido simplemente una metáfora de un movimiento sísmico que destrozó la
ciudad.

La séptima ciudad, por su parte si presenta muestras de haber sido el escenario


de una batalla, y a la vez coincide con las fechas aproximadas en las que se
supone que se desarrolló la epopeya con lo que posiblemente Homero se
tomase licencias poéticas y con ellas habría unido la dos ciudades, mezclándolas
en la Ilíada.

Hisarlik

Durante la edad de bronce tardía, Hisarlik debió de ser un cruce de caminos con
una importancia estratégica y comercial muy alta. Los impuestos de los barcos
que querían pasar por allí para poder acceder a las rutas de comercio habrían
de ser una fuente de ingresos sustancial, además de toda la industria subsidiaria
desarrollada para abastecer a los barcos y marineros que pasaban por allí.

Las alianzas entre pueblos y las rutas comerciales de la época hacían que el
mediterráneo oriental fuese un polvorín en la época, con lo que existen diversas
teorías sobre el enfrentamiento en Troya, y algunas apuntan a que no tendrían
por qué ser los griegos quienes se aliasen para atacar estas tierras.

Otras pesquisas apuntan a que el rapto de Helena no fue más que una bonita
forma de adornar una guerra a la cual le darían todos los tintes épicos y
mitológicos que pudiesen caber en ella, haciendo un relato romántico de un gran
enfrentamiento.

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