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Sinopsis
Celia Wird no debería poseer la habilidad de transformarse en una
tigresa. Sus tres hermanas nunca deberían ser capaces de formar bolas de
fuego, curar heridas o transformar objetos comunes en armas mortales. Y sin
embargo, lo hacen.

Antes de nacer, las hermanas Wird fueron maldecidas por un hechizo que
tenía la intención de destruirlas, no dotarlas de facultades extraordinarias. La
magia de las hermanas es salvaje y explosiva en el mejor de los casos, y el
tiempo se les está acabando para tomar el mando.

Los vampiros han atacado al dulce y trágicamente humano ex novio de


Celia, Danny. Las hermanas corren en su ayuda, pero con el fin de acabar con
los vampiros, primero deben enfrentarse a su pasado oscuro y romper un
hechizo que se está metiendo con sus poderes. Excepto que esta maldición no
estaba destinada a ser rota… y la bruja que la arrojó no ha terminado de jugar
con ellas todavía.

Weird Girls #0.4


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Índice
Sinopsis....................................................................... 3
Índice .......................................................................... 4
Uno ............................................................................. 5
Dos ............................................................................. 17
Tres ........................................................................... 23
Cuatro ....................................................................... 28
Cinco ..........................................................................37
Seis ........................................................................... 50
Siete .......................................................................... 56
Ocho .......................................................................... 69
Nueve ......................................................................... 77
Diez........................................................................... 84
Guía del Lector........................................................... 93
Próximo Libro .............................................................97
Sobre la Autora .......................................................... 98
Créditos...................................................................... 99
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Uno
Traducido por Lyla y LizC

H
ay muchas razones por las que una chica puede esperar una
llamada de un ex novio: que le dijera que la echa de menos, que
todavía la ama, que la quiere de vuelta, que no puede vivir sin
ella.

Yo oí:

—Celia, tienes que ayudarme. Los vampiros quieren comerme y a mi


padre.

Bienvenido a mi mundo.

Sostuve el teléfono lejos de mí por un segundo y me quedé mirándolo


fijamente como si fuera una abeja asesina a punto de picar, luego regresé la
pieza anticuada de plástico negra a mi oreja.

—Ah, ¿Danny?

No era como si no supiera que era él. Incluso sin mi audición


sobrenatural, su voz inestable y aterrorizada era tan reconocible como su loco
cabello como una esponja de acero que mis hermanas acostumbraban a mirar
boquiabiertas. Me debatí si colgar. Nos íbamos a mudar en unos pocos días,
dejando Jersey y todos sus recuerdos atrás para comenzar una nueva vida.
Demasiadas cosas malas nos habían sucedido aquí. Ya era hora de algo bueno.
Pero no me atreví a colgar el teléfono y desconectarlo de mi vida. Este era
Danny. Sin su ayuda académica, habría suspendido la escuela de enfermería y
mis hermanas habrían terminado de nuevo en hogares de acogida.

—Celia, por favor ayúdame.

Hice una mueca, sabiendo que esto solo conduciría al dolor y la tortura,
sobre todo la mía.

—¿Dónde estás?
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—En Warren, en lo de mi padre. Pero no es seguro. ¿Puedo encontrarme
contigo en algún lugar cerca de tu casa?

Mis garras sobresalieron mientras golpeaba suavemente el viejo


mostrador de formica maltratado. Las retraje con una gran cantidad de
esfuerzo.

—¿Cuánto tiempo te tomará llegar a ese viejo campo de fútbol a tres


cuadras de mí? —susurré.

—Puedo encontrarte allí en veinte. —Dejó escapar un suspiro—. Gracias,


Celia.

Me apoyé en el marco de la puerta que separa la cocina de nuestra


pequeña sala de estar. Mis hermanas menores estaban corriendo de un lado a
otro en el pequeño espacio, embalando todo lo que habíamos planeado donar
a la caridad y ajenas a mi conversación.

—No me des las gracias todavía. No estoy haciendo ninguna promesa. —


Regresé el teléfono al cargador, manteniendo mis hermanas en la mira. Aceptar
encontrarme con él fue mi segundo error; el primero fue responder el maldito
teléfono.

Shayna arrugó su cara de duendecillo cuando vio mi dura expresión.


Abandonó la caja que estaba cargando con ropa vieja y ajustó su elegante
coleta negra.

—¿Quién era? ¿Y por qué estás tan cabizbaja, amiga?

—Era Danny.

Su sonrisa iluminó la habitación en penumbra.

—¿Danny Matagrano? —Asentí—. ¿Cómo le va?

—Malísimo. Los vampiros están tratando de comérselo.

Emme se detuvo a medida que plegaba un par de sábanas viejas, sus


manos bajando junto con su mandíbula suelta.

—¿Cómo hizo que…? —Tragó saliva y trató de hablar con claridad—. Yo…
yo pensé que esas cosas pasaban el rato principalmente en las grandes
ciudades. Como Nueva York.

Me encogí de hombros.
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—Supongo que decidieron investigar Jersey. Eso o vinieron aquí
específicamente por él y su padre. No fue muy claro. Todo lo que dijo fue que
necesitaba ayuda.

Taran siguió envolviendo algunas cosas más en periódico como si yo no


hubiera hablado. Lástima que su palabrota en voz baja delató sus pensamientos
exactos.

—Bueno, apesta ser él, literalmente. Envíale un poco de ajo, reza un par
de avemarías en su nombre, y deséale lo mejor. Esto no es asunto nuestro.
Vampiros. Malditos vampiros. Este maldito mundo está tan jodido.

Metí un mechón de mi largo cabello ondulado detrás de mi oreja.

—Le dije que me encontraría con él en el viejo campo de fútbol en veinte


minutos. No puedo solo…

Taran arrojó la caja en el suelo con la fuerza suficiente para romper las
baratijas de cerámica que había envuelto. Se abalanzó hecha una furia hacia mí
y empujó su cara en la mía, sus ojos azules ardiendo con su respuesta oculta. Si
fuera cualquier otra persona, me habría dado un puñetazo en la garganta.

—¡Cuatro días, Celia! —gritó—. Ese es el tiempo que nos queda en este
estado. Cuatro días y nos vamos de aquí: nueva vida, nuevos puestos de trabajo,
nuevo hogar. ¡Éste no es el momento de ir en busca de problemas!

—¡No estoy buscando problemas! —gruñí.

Los ojos de mi tigresa reemplazaron los míos. Mi visión se afiló, volviendo


todo y a todos más claro, una ventaja que cada depredador necesita para cazar
a su presa. Taran se encogió, alejándose de mí, y lo mismo hicieron mis
hermanas. Bajé la mirada y respiré lentamente, retirando mi bestia interior y
calmándola lo mejor que pude. Ella no quería hacerles daño a mis hermanas, y
tampoco yo. Pero mi rabia era a menudo el látigo que la irritaba, y a mí,
llevándonos a una fase maniática en búsqueda de sangre.

Y la última vez que surgió, consiguió su oportunidad de morder.

Abrí los ojos cuando mi respiración se calmó y la sangre corriendo por


mis venas dejó de golpear contra mis tímpanos. Avergonzada por mi falta de
control, entré en la cocina y me detuve cerca de la puerta de cristal que daba al
patio grande. Mis ojos recorrieron el césped bien cuidado. Lo había cortado esa
mañana mientras Emme atendía los macizos de flores hermosas donde al final
habíamos dispersado las cenizas de nuestra madre de crianza. Ana Lisa había
amado su pequeña casa y hubiera querido que nos quedáramos. Pero Taran
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tenía razón, habían pasado años desde que Ana Lisa perdió su batalla contra el
cáncer y ahora era el momento para nosotras de seguir adelante.

Unos brazos largos y delgados rodearon mi cintura. Shayna era más


valiente de lo que su porte gallardo revelaría jamás, pero al mismo tiempo había
reconocido que había refrenado a mi bestia. Con un metro sesenta y siete era
cinco centímetros más alta que Taran y yo, y exactamente doce centímetros más
alta que nuestra Emme. Puso su barbilla en mi hombro.

—Te estás volviendo más fuerte, Ceel —susurró—. No te tomó mucho


tiempo dominar a esa pequeña gatita tuya.

Shayna tenía buenas intenciones. Pero su actitud optimista no describía


adecuadamente mi estado actual.

—Si eso fuera cierto, jamás habría salido a jugar sin mi permiso. —Me
volví hacia ella—. Yo… nosotras… nunca podríamos hacerte daño. Espero que lo
sepas. Pero a veces, cuando ella quiere liberarse, es para hacer daño. Excepto
que no hay nadie cerca para hacerle retroceder… al menos ya no. —No desde
que había matado a los hombres que habían asesinado a nuestros padres. No
habíamos tenido mucho, pero los miembros de la banda que habían entrado en
nuestra casa nos habían despojado de nuestro bien más preciado, nuestros
queridos padres.

Taran resopló y cuadró sus hombros cuando mi voz se desvaneció y


percibió los rastros de mi culpabilidad.

—Tienes que superar eso, Ceel. Esos hijos de puta merecían todo lo que
tu bestia desató.

Era fácil para Taran decirlo. No había oído a los hombres rogar por sus
vidas. No les había tajado sus gargantas o visto sangrar, escuchar sus corazones
dejar de latir para así finalmente poder alejarse. Sus voces se quedaron
conmigo, gritando por misericordia durante mis peores pesadillas. Y esas
pesadillas por lo general eran provocadas por estrés. Así que entre la presión de
la venta de la casa y nuestra decisión de convertirnos en enfermeras nómadas,
mi presa me había visitado todas las noches ese mes.

Metí los pies en el viejo par de zapatillas deportivas que se encontraban


en la puerta corredera de cristal, sin querer detenerme a pensar en aquellos que
no podía traer de vuelta.

—Será mejor que vaya a encontrarme con Danny. Debe estar llegando al
campo pronto.

Taran puso los ojos en blanco y ajustó su pequeña camisa recortada.


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—Está bien, pero no sin nosotras. Lo último que quiero es a ti sentándote
a horcajadas sobre su flaco trasero y haciendo bebés de flacos traseros. —
Maldijo de nuevo, bueno, así es como ella ponía los ojos en blanco.

—No voy a sentarme a horcajadas sobre Danny —insistí—. Lo que


teníamos fue dulce, pero está muy terminado. —Agarré las llaves de la casa y
salí con mis hermanas detrás de mí. Mantuve abierta la puerta, esperando a que
todas salgan. A medida que pasaba la llave en la vieja cerradura de la puerta,
Emme tiró el borde de mi camiseta de lobo que había comprado en un reciente
viaje al zoológico de Bronx. Tenía una debilidad por los lobos.

—Um, Celia, dijiste que lo que Danny y tú tuvieron fue “dulce”.

Continué jugueteando con la cerradura atascada, tratando de sacar la


llave sin romperla.

—Así es.

—Bueno, perdóname por ser entrometida, pero él y tú no…

Retiré la llave, sonrojándome un poco, aunque probablemente era difícil


para las demás decirlo dado mi tono de piel oliva. El sexo con Danny había
consistido en torpes movimientos de manos y uno o dos empujes. No
exactamente todo un material de leyendas de dormitorio. Para ser justos, eso
fue hace casi siete años, cuando tenía diecisiete años, él tenía diecinueve, y
ninguno de los dos tenía alguna experiencia.

—Lo hicimos, pero no es como si hubiéramos estado perdidamente


enamorados ni nada así.

Emme no parecía entender, sobre todo porque todavía tenía su corazón


puesto en el felices-para-siempre.

—Entonces, ¿por qué lo hiciste?

—Me pareció que era el momento. —Bajé los dos pequeños escalones
de madera—. Fue una razón estúpida, pero me alegro de que fuera él. Fue
bueno conmigo. Él fue bueno para todas nosotras.

Debo haber hablado lo suficientemente alto para que Taran y Shayna


escucharan. Taran frunció sus cejas oscuras, llamando la atención sobre sus
sorprendentes ojos azules.
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—Es cierto, hasta que te dejó cuando se fue a Stanford. Maldita sea, Ceel.
Todavía estoy enojada con él por eso. Quiero decir, eras definitivamente toda
una Bambi. ¿Danny? Maldición, él era un Bullwinkle1 andante como mucho.

Abrí la boca para discutir, pero Taran tenía un poco de razón. Danny era
un montón de cosas: adorable, amable y lo suficientemente inteligente para
entrar en una especialización de bioquímica en Stanford. Y aun así no había sido
suficiente. Él no era fuerte, física o emocionalmente, no realmente. Mi peso
superaba un poco los 45 kilos, pero podía derribar su desgarbada figura y la de
unos pocos linebackers2. En defensa de Danny, él no poseía la bestia interior
que yo tenía. Pero tal vez ese era mi problema. Era demasiado Hulk y él era
demasiado humano.

Cruzamos la calle y entramos en el pequeño callejón separando los


vecindarios.

—No quiero que estés enfadada con él, Taran. No rompió mi corazón —
dije en voz baja—. Hirió mi orgullo, pero eso es todo. —Me froté los brazos,
recordando el día que nos separamos. Lloró mientras que yo me quedé allí
escuchando y tratando de dar sentido a sus acciones. Había pensado que en
realidad le gustaba… y tal vez esa era la causa de sus lágrimas—. Él tenía razón,
ya sabes, de no ser el chico que necesitaba. No lo entendí entonces, pero ahora
sí.

—Entonces, ¿con qué clase de hombre crees que vas a terminar? —


preguntó Emme en voz baja.

Shayna y Taran desaceleraron sus pasos, sabiendo que Emme había


metido el dedo en la llaga. Todas ellas tenían citas. Los hombres rara vez
miraban en mi dirección. Y si uno lo hacía, instintivamente daba varios pasos
largos hacia atrás. Los seres humanos no podían ver a mi tigresa, pero sabían
que algo peligroso se ocultaba dentro de mí.

Y tenían razón.

—No sé si estoy destinada a una persona, Emme.

Su hermosa cara llena de pecas se calentó, a pesar del aire helado.

—Creo que lo estás. Pero también pienso que tienes que creer que es
posible.

1
Bullwinkle: personaje ficticio, un alce antropomórfico de las series animadas de televisión de
1959-1964, Rocky and His Friends y The Bullwinkle Show.
2
Linebacker: posición en el fútbol americano conocida en América Latina como Apoyador.
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Cruzamos la calle siguiente, donde unos niños jugaban a la pelota.

—Fenómenos —gritó uno de los chicos más atrevidos, antes de salir


corriendo al ver mi mirada.

—¡Come mierda, pequeño bastardo! —gritó Taran detrás de él. Su


mirada se desvió hacia cada una de nosotras—. Estoy tan cansada de estos
mocosos y este maldito estado. No puedo esperar a salir de una puta vez de
aquí.

En serio. Como enfermeras deberíamos haber estado en gran estima,


pero los niños no eran los únicos que sentían que éramos diferentes. Si no
hubiera sido por nuestra madre adoptiva rogando al director del departamento
de enfermería que me deje entrar al programa a la tierna edad de dieciséis
años, y luego prácticamente chantajear a su ex gerente para contratarme
después de graduarme dos años más tarde, no habría conseguido un trabajo
decente. Taran, Shayna y Emme tuvieron más facilidades gracias a su belleza y
capacidad para retratar lados más suaves y de más confianza. Sin importar cuán
suave tratara de hacer mi voz ronca, o cuán profesional me acercaba, el ser
humano podía sentir mi monstruo interior, esperando la oportunidad de morder
y arañar. Afortunadamente, nuestros puestos de trabajo como enfermeras solo
habían requerido entrevistas telefónicas.

Cruzamos hacia el pequeño sendero que conducía a la cancha de fútbol


vieja a medida que remolinos de color naranja y rojo pintaban el cielo. La
oscuridad al final de septiembre traía un frío casi inmediato. Mi tigresa me
mantenía lo suficientemente caliente, pero mis hermanas necesitaron abotonar
sus suéteres.

Mis viejas zapatillas deportivas crujieron sobre la hierba seca del lote
desbordado de vegetación. Este fue una vez un campo de fútbol bien
resguardado hasta que el condado ya no pudo permitirse el lujo de mantenerlo.
Una señalización cerca del borde proclamaba la tierra vendida. Dentro de un
mes, la construcción de un nuevo complejo de casas comenzaría. Justo lo que
necesitaba Jersey, más viviendas erupcionando a través de una pequeña parcela
de tierra.

En el lado opuesto, un Ford F-150 blanco pasó hasta detenerse sobre el


asfalto agrietado.

Danny apagó las luces y el motor. La creciente oscuridad ensombrecía su


cara dentro de la cabina de la camioneta, pero aun así capté sus hombros
desgarbados cayendo de alivio cuando me vio. Pobre tipo, probablemente, no
podría formar ni un músculo así lo intentara. Sonreí. No pude evitarlo. Escuálido,
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torpe o no, era fantástico ver al chico que había sido más que un novio. Había
sido un amigo real.

Mi sonrisa se amplió. Probablemente es por eso que no le di una paliza


cuando él me dejó.

Caminamos lentamente hacia él, hasta que Danny abrió de golpe la


puerta del conductor y tropezó al suelo.

Mierda.

Desde un parpadeo al siguiente, ya estaba de rodillas a su lado


ayudándolo a sentarse. Sangre goteaba desde un improvisado vendaje envuelto
alrededor de su rodilla.

—Estoy bien —dijo ahogadamente.

—No, no lo estás, Danny. —Mis pequeños dedos se estiraron para tocar


suavemente la piel debajo de los marcos negro de sus gruesas gafas. Reprimí
una palabrota. Un pedazo de hinchada piel púrpura reducía el tamaño del ojo
derecho de Danny a una simple rendija y el olor de la sangre seca se filtraba por
su nariz.

—¿Vampiros?

—Sí. No fueron muy amables.

Mis hermanas corrieron hacia nosotros. Emme y Shayna gritaron por


encima del aluvión de maldiciones de Taran, esta vez en español. Taran señaló
cuando más sangre brotó de su pierna.

—Hijo de puta. ¿Te acuchillaron?

—No. Tenían garras. —Me miró—. Similares a las de Celia, solo que
rectas. Podían alargarlas así como sus colmillos.

Emme se quedó sin aliento.

—¿Colmillos?

Shayna apartó sus ojos de las lesiones de Danny el tiempo suficiente para
responder a Emme.

—Bueno, son vampiros, Em.

—Sus colmillos parecen ser más puntiagudos —añadió Danny, ejerciendo


presión sobre la herida—. Sin ánimo de ofender, Celia.
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—Para nada. —Hice un gesto a Emme para que se acercara más cuando
la sangre se filtró entre los dedos de Danny—. Trata de sellar la herida.

Ella asintió y se estiró sosteniendo su mano.

—No voy a ser capaz de repararlo por completo, pero puedo tratar de
detener la hemorragia, ¿de acuerdo?

Él asintió. Con su pequeña mano cubriendo con cuidado la de él, su


suave luz amarilla se extendió desde sus dedos hasta que los envolvió a ambos.
Danny arrugó la cara en agonía, el sudor goteaba en su frente.

—¿Te duele? —preguntó Emme.

—Arde… un poco.

No, ardía mucho. Emme había tratado de curarme una vez. Una vez. Me
corté el dedo al rebanar lechuga y podría jurar que estaba vertiendo ácido en
mi mano. Si no fuera por mi obvia necesidad de puntos, me habría arriesgado.
Ella había ganado su poder para sanar y mover objetos cuando llegó a la
pubertad… al mismo tiempo que Taran y Shayna habían adquirido sus poderes.
Los cortes y contusiones se desvanecían fácilmente de la piel de Emme más o
menos desde el momento en que le sucedía. Solo hacía falta un poco de
concentración. No le dolía atender sus propias lesiones. ¿Pero a nosotros?
Digamos que no había llegado del todo a dominar su toque.

Mantuvo los ojos cerrados mientras Danny se retorcía debajo de ella.

—Solo un poco más. Estoy justo en el hueso.

Danny saltó con tanta fuerza que casi lo atrapo en mis brazos. Algo se
rompió.

—Oh, mierda —jadeó Taran—. ¿Acaba de romperle el hueso?

Emme quitó su mano de golpe, su piel escaldada por el miedo.

—¿Lo hice?

Saqué el vendaje de la pierna.

—No. El vendaje se rompió cuando saltó. —Utilicé el lado limpio para


limpiar su muslo. Emme había sellado la herida. La piel parecía magullada pero
había dejado de sangrar. Con el tiempo, con suerte la piel volvería a suavizar.
Ojalá.

Me fijé en su estado. El esfuerzo de Emme también había disminuido la


hinchazón de su ojo. Sus lesiones eran apenas perceptibles ahora, pero no había
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borrado el hecho de que esos vampiros habían golpeado a mi pobre amigo
indefenso.

—¿Dónde está tu papá?

Danny inclinó la cabeza.

—Se lo llevaron… los vampiros. Había estado actuando de manera


extraña al teléfono durante los últimos meses, pero había empeorado. Cuando
no regresó mis llamadas la semana pasada, pensé que tal vez estaba enfermo y
no quería decírmelo, así que volé desde California. —Se quitó las gafas y se
frotó los ojos como si estuviera demasiado cansado para continuar—. Eso fue
hace dos noches. Lo encontré pálido, angustiado y actuando raro. Seguía
diciendo que la Mafia estaba detrás de él y que teníamos que huir.

—Hijo de puta. —Taran detuvo su ritmo agitado—. ¿La Mafia?

Danny sacudió la cabeza.

—No. Él los confundió con la Mafia, pero creo que como mucho son
vampiros con lazos a la Mafia. Está ésta mujer entre ellos que parece estar
obsesionada con mi padre. Creo que ha estado bebiendo de él. Es extraño. Ella
es extraña. Todo el asunto es… extraño.

Shayna hizo una mueca.

—¿Quieres decir aparte de ella bebiendo su sangre?

Danny trató de levantarse.

—Sí. No sé si los vampiros pueden ser enfermos mentales. Por lo que he


investigado hasta el momento, son inmunes a las enfermedades. Pero nada de
lo que he leído menciona nada acerca de ser inmunes a la locura.

Lo estabilicé con mi mano.

—¿Por qué has estado leyendo sobre vampiros? Quiero decir, sé que
desde que te enteraste de nosotras, has estado curioso, pero… no soy un
vampiro.

Suspiró, observándome con sus tristes ojos oscuros.

—Lo creas o no, pensé que podía ayudarte. Tú y tus hermanas tiene algo
especial.

—Ah, no, no es cierto. —Taran miró hacia él fijamente—. En el mejor de


los casos, somos bombas atómicas listas para detonar. —Como para hacer un
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Página
punto, una nube de humo azul y blanco reapareció alrededor de ella y crepitó
por encima de su cabeza.

Danny volvió a ponerse las gafas.

—No estoy de acuerdo. No tenemos una gran cantidad de libros


disponibles aquí en los EE.UU. en cuanto a lo sobrenatural, del tipo real, quiero
decir: weres, brujas, vampiros, esas clases de seres. Pero he comprado unos
volúmenes antiguos de viejas bibliotecas de Europa, donde la mayoría de las
leyendas provienen de verdades reales. No he podido encontrar mucho acerca
de lo que son o lo que podrían ser. De hecho, estoy seguro que son diferentes a
cualquier raza humana o sobrenatural en la tierra.

—Hurra por nosotras —murmuró Taran.

Danny le ofreció una sonrisa simpática.

—Aunque he descubierto mucho acerca de maldiciones y magia en


general. —Su mirada saltó a cada una de nosotras—. Y creo que todas están en
un gran aprieto.

—Mierda, no me digas —espetó Taran—. Me sorprende que no nos


hayamos matado entre nosotras.

Danny tendió una mano.

—No, eso no es lo que quiero decir. Creo que han sido atadas… en el
sentido mágico. Algo así como una soga o lazo que retiene sus poderes, y por
lo tanto su control. —Se centró en mí—. Celia, creo que puedes controlar mejor
tus poderes ya que tu tigresa te da una mayor fuerza. Imaginen a un pit bull con
una correa. Eres capaz de jalar con mayor fuerza contra las restricciones que
otra, raza más pequeña, haciendo que sea más difícil de retenerte.

Shayna avanzó poco a poco.

—Um, Danny, tal vez deberías cuidar las referencias de perros. Entiendo
lo que estás tratando de decir, pero Taran es un poco más sensible. —Hizo un
gesto a Taran con un movimiento brusco de su cabeza—. ¿Entiendes a lo que
me refiero, pequeñín?

Taran entrecerró los ojos, demostrando el punto de Shayna.

La boca de Danny se abrió.

—Lo siento. No estaba tratando de insultarlas, señoritas.

Apenas oí sus disculpas, mis oídos amplificados capturaron el ruido de


unos motores. Dos autos aparecieron por el callejón sin salida conduciendo al
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campo y hacia nosotros. El rugido de sus motores no sonaba familiar o
apropiado para la zona. Estábamos en un territorio peligroso y estos vehículos
definitivamente no estaban en nuestros estándares. Y en lugar de reducir la
velocidad cuando entraron en la calle estrecha, aceleraron más rápido, como
guepardos que habían encontrado una manada de gacelas heridas.

Mi tigresa gruñó una advertencia. Los ojos azules de Taran se tornaron


por completos blanco, su magia detectando la aproximación de otros seres
mágicos.

Danny se giró de golpe para ver el primer auto saltar una pequeña
inclinación.

—Son los vampiros. ¡Corran!


16
Página
Dos
Traducido por Gemma.Santolaria

D
anny corrió a través del campo. Emme le siguió. El resto de
nosotras se mantuvo, confusas y sorprendidas en nuestro sitio.
Nunca había visto un vampiro. Nunca había olido uno, nunca
había oído a uno. Y cuando Danny me dijo hace unos años que eran reales, no
me pareció muy difícil creerlo. Después de todo, si mis hermanas y yo podíamos
existir, ¿por qué no podían existir otros seres sobrenaturales, también?

Dicho esto, me quedé estupefacta por su apariencia. Taran, Shayna y yo


miramos boquiabiertas como los modelos tipo GQ en trajes negros surgieron
de dos Porsche rojos trucados. Había siete, tres de un auto, cuatro del otro. Se
quitaron las gafas de sol. Un rubio que parecía a un crispado James Dean me
sonrió mientras el aroma de sexo y chocolate abrumaban mis sentidos.

—Bueno, ¿qué tenemos aquí?

Shayna se inclinó más cerca de mí.

—Um. ¿Por qué no están brillando? ¿No deberían, como, brillar?

No creo que las llamadas criaturas de la noche apreciaran la referencia.


Ellos sisearon y se dirigieron hacia nosotros.

—Busca algo duro —murmuré.

—Ya tengo algo así3 —dijo James Dean, sus ojos nunca apartándose de
los míos.

Está bien. Contacto visual directo de un hombre. Esa era una primera vez.
Si no estuviera más asustada que la mierda, podría haber estado molesta por su
comentario. Tal y como estaban las cosas, mi bestia se lamió el hocico,
percibiendo su mirada lasciva más como un reto. Maldije en mi cabeza,
sabiendo que ella lo encontraba más como un aperitivo que como una
amenaza.

3
El diálogo hace referencia a un contexto sexual, una erección específicamente.
17
Página
Por el rabillo del ojo, vi a Shayna agacharse y levantar tres palos rotos del
suelo. A medida que el sol se ponía detrás de nosotras, el último hilo de luz
trazó el alargamiento de los palos. Shayna transfirió el metal de su collar de oro
a las piezas de madera, transformándolas en largas agujas afiladas. Agarró dos
de las agujas fuertemente en una mano mientras hacía girar la otra entre los
dedos de la mano opuesta.

Eso les dio a los vampiros su primera pausa de “Oh, mierda”. Mis garras
sobresaliendo les dieron su segunda.

—¿Qué son? —preguntó un vampiro de piel oscura, sus uñas e incisivos


sobresaliendo en respuesta.

James Dean sonrió.

—No lo sé. No importa. Pero ésta es mía.

No lo vi moverse. Todo lo que sentí fueron sus manos en mi garganta. Su


pulgar jugando con mi yugular mientras sus ojos claros se clavaban en los míos.

—No gritarás. No lucharás —ordenó, endureciendo su voz—. Solo te vas


a sentir realmente bien. —Él amplió su boca y condujo sus colmillos hacia mi
cuello.

Mis garras perforaron a través de su entrepierna en pantalones de


diseñador y las giré a medida que la punta de un colmillo trazaba contra mi piel.
Un sonido a medio camino entre un ahogado lamento ilegible y un chillido
rasgó a través de su garganta. Otro vampiro tiró de mi cabello, tratando de
apartarme. Me llevé a James Dean con nosotros, apretándolo con más fuerza.

—Rob —dijo James Dean con voz ahogada, sonando más como una
niñita con dolor de garganta que como un chupasangre depravado—. No.

El agarre en mi cabello aflojó.

—¿Qué?

Usé la vacilación de Rob para conducir mi mano libre a través de su


vientre, clavándola a través de su torso mientras mi mano derecha retorcía la
salchicha de Jimmy Dean, una cruda e indignante táctica tal vez, pero teniendo
en cuenta que el muy cabrón había tratado de morderme, no me importaba ser
educada.

Taran gritó. Algo humeaba. Y el calor golpeó mi cara. Habría entrado en


pánico si otro vampiro no hubiera gritado en agonía. El gruñido de Shayna
seguido por otro silbido gutural solo hizo que mis garras sintieran el primer
18
Página
latido del corazón del vampiro. Empujé mi mano arriba y fui recompensada con
un torrente de ceniza caliente, cegándome.

—¡Ella mató a Rob! —gritó alguien.

James Dean se liberó de mi flojo agarre, lamentándose dolorido. Alcé mi


mano y limpié la ceniza de mi cara. Otro vampiro cayó frente a mí con dos de
las agujas de Shayna sobresaliendo de su esternón. Se retorció contra mí,
tratando de sacarlas de su pecho.

Hice lo que cualquier otra tigresa hubiera hecho en mi lugar: envolví mis
piernas alrededor de su cintura y traté de arrancar su cabeza de sus hombros.

Y, bueno, si eso no lo molestó.

Él siseó, golpeándome fuerte en mis costillas con sus codos. Me quedé


sin aliento con cada impacto. El pánico y el dolor me hicieron tirar con más
fuerza mientras mis garras cortaban su cuello. El último crujido de sus vértebras
resonó en mis oídos antes de que una lluvia de cenizas cayera sobre mi pecho y
hombros. Tuve arcadas, escupiendo pedazos del vampiro recubriendo mi
lengua.

James Dean se tambaleó hacia atrás, aferrándose sus pantalones


manchados de sangre a medida que abría la puerta del auto ferozmente. Se
retiró, gruñendo mientras su cara furiosa captaba la escena en el campo.

Llamas azules y blancas recubrían a Taran cuando se precipitó tras un


vampiro con una de las agujas de Shayna clavada en el ojo. No era rápida, pero
en ese momento, él tampoco lo era. Shayna iba tras otro vampiro, que ya estaba
parcialmente decapitado por una espada que ella había transformado de una
rama. Tres vampiros estaban re-muertos. Dos lo estarían pronto. Aquel que ya
había visto suficiente, estaba metiendo su culo en el Porsche rojo. Eso dejaba
uno más.

Lo malo era que era el más grande y malo de todos.

Los otros vampiros habían sido más delgados. Este vampiro era puro
músculo y tenía a Emme y a Danny arrinconados contra un viejo roble en el otro
extremo del campo.

Mis piernas bombearon a través de la hierba que llegaba hasta mi cintura


a medida que levantaba a Danny y a Emme por sus gargantas. A diferencia de
“Rob”, éste tipo no era un tonto y no era lento. Él sintió mi aproximación y los
dejó caer, agachando su cuerpo pesado cuando salté.
19
Página
Choqué contra el suelo a varios metros de distancia. Me dio una patada
en el estómago antes de que pudiera levantarme, haciéndome volar por los
aires. Rodé con el impulso y la náusea en mi estómago dando bandazos quemó
su camino hasta mi garganta.

Mis ojos de tigresa reemplazaron los míos y un gruñido retumbó en mi


pecho.

—¿Qué demonios eres tú? —dijo y se abalanzó hacia delante, siseando


con furia.

Atrapé su pie cuando lo empujó sobre mi cráneo y estrellé mi talón


contra su entrepierna. La agonía punzante en mi vientre debilitó el impacto,
pero aun así el empuje fue suficiente como para ganarme tiempo. Tiempo para
saltar, de acuerdo, más bien tambalearme, sobre mis pies. Él balanceó su puño
carnoso. Caí profundamente de cuclillas y me impulsé hacia arriba, clavándole
mi codo en su mandíbula.

La cosa de aprender a luchar en las calles es que me enseñó a soportar el


dolor e ir por la victoria sin importar el coste. Eso significaba no tener miedo de
luchar sucio. No había ninguna elegancia o alguna cuidadosa coreografía de
puñetazos y patadas. Fue golpe tras otro, sabiendo que no podía parar, incluso
si él caía. Sin piedad. Sin duda. Eso es lo que determinaba quién ganaría.

Mis puños y piernas se transformaron en una ráfaga de molinos. Excepto


que no eran suficientes, sin importar lo mucho que lo golpeaba o lo profundo
que mis garras pasaban por su carne.

El vampiro Goliat me abofeteó fuerte en la cara, aplastando mi nariz y


enviando un chorro de sangre como una manguera. Fue el único golpe que
logró conectar, pero fue todo lo que necesitó. No podía igualar su fuerza. No en
mi forma humana.

Tal vez es por eso que mi tigresa finalmente necesitó reventar la cadena
que la ataba. Una pequeña motivación en la forma de un terror descomunal y
un dolor aturdidor.

Mi cuerpo aterrizó sobre el suelo lleno de basura, cubierto de pelo, tres


veces más grande y más loca que el infierno.

Me di la vuelta, agachándome a cuatro patas, y me abalancé sobre el


aturdido vampiro. Pero al igual que yo quería sobrevivir, él también lo hacía. Mis
garras perforaron su rostro, triturándolo como cartón curtido a medida que sus
uñas perforaban a través de mis densos hombros, tratando de apartarme.
20
Página
Nuestros colmillos chasquearon, nuestros cuerpos chocaron con fuerza,
mordiéndonos el uno al otro con todo lo que teníamos.

Taran y Shayna gritaron, pero no por mi pelea.

—¡Emme, no! ¡Para! Tienes que calmarte —le gritó Taran.

—No. Está bien. ¡Ceel está bien! —gritó Shayna.

El vampiro me apartó de una patada. Y eso fue probablemente la única


cosa que me salvó.

Se produjo un ruido detrás de mí, seguido por una fuerte sensación de


muerte inminente. Me aplasté sobre mi estómago mientras el Porsche que
quedaba se propulsó a través del campo, aplastando al vampiro contra una fila
de árboles.

Su cuerpo reventó, salpicando pedazos de cerebro y hueso a través de la


corteza, suciedad y un grupo de zarzas de maleza. ¿Perturbador? Sí. ¿Inductor
de arcadas? Ujum. Pero era el recuerdo de su cuerpo arrastrándose hacia mí lo
que no parecía justo. Emme lo había golpeado con un auto. En cualquier
episodio de Buffy, eso habría sido suficiente.

Las garras de una mano se hundieron en la tierra. Solo tenía medio


cuerpo y esa mitad seguía avanzando como un lento cocodrilo, retorciéndose
de dolor, pero aun así, decidido a matarme. Sin ojos para ver y un cerebro para
dirigirle, se catapultó hacia mí. Salí de su trayectoria un poco demasiado pronto.

En un esfuerzo por “ayudar”, Shayna convirtió una ramita en una estaca.


Apestaba como un jodido mono que el objetivo de mi hermana no fuera de lo
mejor. Un rugido patético chirrió de mi garganta cuando su estaca encontró mi
culo. Mis ojos se pusieron en blanco a medida que un dolor punzante sacudía
mi nalga.

—Amiga. ¡Creo que, lo siento tanto!

El vampiro continuó arrastrándose hacia mí. Con astilla en mi trasero y


todo, dirigí mi pata en su corazón expuesto y lo aplasté. Mi visión tambaleó de
la asquerosa sensación al romper el vaso sanguíneo y la multitud de espasmos
dolorosos oscilando por mi cuerpo. Pero a pesar de los latidos, la sensación de
la ceniza caliente entrando en erupción bajo mis garras me permití tomar un
respiro. Él estaba muerto. Y ya no podía hacernos daño.

Parpadeé para alejar mis lágrimas cegadoras mientras mi cuerpo


cambiaba de vuelta a mi forma más pequeña, tensándome alrededor de la
estaca de Shayna como un puño enojado.
21
Página
—Sá… ca… la.

Grité con el primer intento de Danny. Y con su segundo. Y su tercero. Si


no fuera por el olor abrumador de sexo y chocolate volviendo, puede que lo
hubiera abofeteado hasta dejarlo sin sentido.

Una bota oscura entró en mi línea de visión. Otro vampiro había llegado.
22
Página
Tres
Traducido por AnnaTheBrave

E
l largo cabello de ébano hasta la cintura flotó en la pequeña brisa,
cayendo en una cascada perfecta sobre sus hombros mientras el
viento se instalaba. Los vampiros delante de él estaban vestidos
elegantemente. Él iba más al estilo de un motociclista en su camiseta y jeans
negros. Se acuclilló a mi lado, su expresión una de curiosidad.

—¿Una estaca en el trasero? —preguntó, su voz espesa con acento


francés. Cuando no respondí, sino que gruñí e intenté arañarlo, él asintió—.
Odio cuando pasa eso.

Tiró de ella antes de que pudiera moverme. Luché para no rugir,


golpeando mis puños contra el suelo.

El vampiro examinó la estaca de cerca. Al igual que todas las armas


improvisadas de Shayna, falló en mantener su forma, volviendo a una pequeña
ramita retorcida en su mano. Él olió la sangre.

—Interesante —dijo, antes de arrojarla sobre su hombro—. Ahora dime,


mon ami. ¿Dónde está Giovanna?

Me puse de pie, agarrándome el trasero como si fuese a caerse y


haciendo mi mayor esfuerzo por ignorar las heridas punzantes que quemaban
su camino a través de mis hombros. Mis hermanas y Danny se apresuraron a
pararse frente a mí. Shayna me lanzó su suéter gris, mientras el vampiro
continuaba ojeándonos con interés.

Me solté la nalga el tiempo suficiente para agarrar su suéter. Danny y mis


hermanas me habían visto desnuda antes. Eso no significaba que me sentía
cómoda estando sin ropa y vulnerable. Especialmente con otro depredador tan
cerca.

El vampiro frunció el ceño ligeramente.

—¿No van a decirme? —Hizo un gesto hacia el montículo más cercano


de cenizas—. ¿Por qué la protegen?
23
Página
—¿A quién? —preguntó Shayna.

—¿No saben de quién estoy hablando?

—No. —Shayna miró alrededor—. Ninguno de nosotros conoce a una


Giovanna.

El vampiro inclinó la barbilla de nuevo, más curioso que amenazador, y


olfateó el aire.

—¿Qué demonios está haciendo? —murmuró Taran a Danny.

—Oliendo el aire. Los sobrenaturales pueden oler las mentiras.

El vampiro sonrió.

—Eso es verdad. Viendo su falta de conocimiento, quizás les pregunté a


los seres equivocados, ¿no?

Caminó unos pocos metros de distancia en la sección de hierba seca


hasta las rodillas. Era extraño que nos diera la espalda. Obviamente no nos
temía, ya sea porque era demasiado estúpido o demasiado letal. Conociendo
nuestra suerte, no era el tonto imbécil que quería que fuera.

Extendió las hojas de hierba alta a un lado hasta que encontró lo que
estaba buscando. Luego se puso de pie, sosteniendo la cabeza cortada de un
vampiro por el mechón de su cabello rizado. Lo reconocí como el que Shayna
había perseguido y evidentemente decapitado. Saltamos cuando los ojos de la
cabeza se abrieron y chasqueó sus colmillos al vampiro.

Una vez más, esto no le había pasado a Buffy.

El vampiro vestido de motociclista sacudió la cabeza como si estuviera


reprendiendo a un niño travieso.

—Ah, Dunbar, pones a prueba mi paciencia. Ahora, dime, ¿dónde está tu


preciosa Giovanna?

—Puedes comerte la mierda de mi madre, Quennel. ¡No traicionaré a mi


señora!

Quennel asintió.

— Quizás estás en lo correcto. —Lanzó la cabeza. Rodó en nuestra


dirección como una pelota de cuero grueso y se detuvo a nuestros pies,
siseándonos.

Mis hermanas gritaron y también lo hizo Danny. Me quedé boquiabierta,


sin querer creer lo que veía. La cosa estaba escupiendo enojado, gruñendo y
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Página
mordiendo en el aire. Shayna enloqueció completamente. Tomó una pequeña
rama y golpeó la cabeza como un niño empeñado en romper una piñata.

—¡Más fuerte! —chilló Taran—. ¡Más fuerte! Oh, Dios, ¡se está comiendo
la rama!

La cabeza apretó la rama entre sus colmillos. Shayna la sacudió, haciendo


rebotar la cabeza hasta que la punta se rompió y la cabeza giró hacia Emme.
Ella saltó detrás de mí, gritando a medida que pedazos de madera rezumaban
del corte en el cuello del vampiro.

Quennel apareció a mi lado, sorprendiéndonos de nuevo.

—En serio, qué criaturas tan extrañas son, pequeños. Pero me temo que
sus tácticas no serán suficientes. Permítanme.

Corrió por el campo y cruzó a la izquierda. La cabeza gritó—: ¡No, no, no!
—Cuando el resto de su cuerpo se levantó desde otra sección del campo y
corrió hacia el vecindario.

Quennel corrió tras él con poco esfuerzo, lo agarró por los hombros, y le
atravesó el esternón. El cuerpo explotó en una nube de cenizas, al igual que la
cabeza abandonada en el suelo. Nuestras miradas viajaron hacia Quennel, quien
volvió a nuestro lado tranquilamente.

—Un vampiro de más de trescientos años requiere ambas cosas:


decapitación y destrucción del corazón —dijo—. Lección aprendida, ¿no?

Asentimos al unísono, todos pareciendo haber perdido las palabras. Me


adelanté, aun sospechando de nuestro más reciente visitante.

—Si no estás con esos vampiros, ¿qué estás haciendo aquí?

—Rastreaba a la familia de Giovanna, cuando ellos lo rastreaban a él. —


Olió en dirección a Danny—. ¿Eres el hijo de Joseph Matagrano?

—Eh, sí. Es mi papá.

—¿Giovanna se lo llevó como su posesión?

—¿Posesión?

Quennel sonrió, mostrando un poco de sus colmillos.

—Alguien a quien un Maestro Vampiro controla; un vampiro que crea o


un humano del que se alimenta regularmente. ¿Eran amantes?

La piel de Danny palideció.


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Página
—No lo sé. Mi padre es un abogado reconocido. Creo que podría haber
representado a Giovanna algún tiempo atrás; pero no ha tenido citas, a pesar de
que mi madre murió hace más de una década.

—Él puede no haber querido a Giovanna, mon ami. Pero los vampiros
son difíciles de resistir.

—Puedo ver eso —balbuceó Taran—. Bueno, no soy ciega, Celia —soltó
captando mi mirada—. ¿Has visto cómo lucen?

—¿Antes o después de tratar de comernos? —siseé.

Quennel rió entre dientes.

—La naturaleza ha sido amable con nosotros. Nuestra esencia, nuestra


apariencia, es nuestra manera de obtener comida y que esta venga de buena
gana. De otra forma no tenemos permitido tomar.

—No iba de buena gana justo ahora —añadí con un gruñido—. Uno de
esos vampiros intentó morderme, y no le importó si me negaba.

—Sí, ha habido rumores de que Giovanna ignora nuestras leyes y toma


como le place. —Los irises de Quennel se oscurecieron—. ¿Pero permitirle a su
familia hacer lo mismo? Esto es muy malo para ella.

Shayna hizo una mueca ante el montón de cenizas que solía ser una
cabeza gruñendo.

—¿Qué tan malo? —señaló la pila—. ¿Así de malo?

—Mm. Se ha dicho que ella no está muy sana de la cabeza, ¿podríamos


decir? —Frunció sus labios gruesos—. La corte no se molestará en escuchar sus
súplicas ahora. Y no estoy bajo ninguna obligación de mostrarle piedad.

El rostro de Danny se iluminó.

—¿Entonces estás aquí para ayudarme… a salvar a mi papá? Gracias a


Dios. Está realmente débil. Creo que ella ha estado drenándolo de sangre y…

Quennel alzó las manos, silenciándolo.

—Mi presencia no es a tu favor. Es a favor de mi Maestro, Angelo


Cusamano. Él me transformó hace décadas. Como él, soy un Maestro. Debo
matar a Giovanna como él me pide, voy a heredar su posesión, su poder y su
dominio.

Le di una dura mirada.

—¿Entonces solo lo haces por ti?


26
Página
Él sonrió.

—Los seres humanos son comida para mí. Ni mascotas, ni nada por lo
que angustiarse. Como vampiro, no se me permite matarte, solo tomar unas
pequeñas cantidades de sangre para alimentarme. Pero eso no me obliga a
salvarte. Solo los weres llevan esa carga.

—Entonces no vas a ayudarme. —La voz de Danny se quebró con


frustración y dolor. Si Giovanna había reclamado a su padre como Quennel
creía, solo Dios sabía a lo que lo estaba sometiendo.

Quennel lo observó con detenimiento.

—No, pero te diré esto, joven Matagrano. Si mi asesinato a Giovanna


libera a tu padre, ¿no nos beneficia eso a ambos? —Metió la mano en el bolsillo
de atrás y le entregó una tarjeta de negocios—. Si la encuentras, dímelo. Haré lo
mismo por ti y quizás ambos obtengamos lo que queremos. —Esperó a que
Danny llamara a su teléfono para así tener su número, luego giró y se fue. Solo
había dado unos pasos cuando se detuvo y miró sobre su hombro—. Te insto a
encontrar a tu padre rápidamente. Si Giovanna se fijó en él, va a intentar
transformarlo. Si está tan débil como afirmas, no va a sobrevivir a la mordida.
27
Página
Cuatro
Traducido por Rihano y Jenn Cassie Grey

M
is manos separaron la mesa de la cocina por la mitad.

—Maldita sea, Celia, trata de mantenerte quieta,


Emme casi termina —gruñó Taran. Ella sostenía un brazo,
Shayna el otro. Ninguna podía mantenerme quieta a pesar
de utilizar todo el peso de sus cuerpos menudos.

No sentía que Emme estuviera casi terminando. Sus intentos tortuosos al


sanarme me tenían sacudiéndome y gruñendo. Mi culo y cara quemaban como
si fuera marcada y mis hombros me rogaban que los corte. Era todo lo que
podía hacer para no salir disparada. Lágrimas rodaban por mis mejillas mientras
los huesos de mi cara se realineaban con un crujido repugnante y los agujeros
en mis hombros se rellenaban.

Después de lo que sentí como una hora de tormento, el latido incesante


disminuyó lentamente.

—Ups —dijo Emme.

Mi espalda se puso rígida.

—¿Ups? ¿Qué quieres decir con “Ups”?

Shayna empujó su cara en la mía.

—Bueno, tu trasero de alguna forma parece como si hubieras sido


atacada por un león. —Miró hacia atrás—. Con aparatos dentales. —Otra
mirada—. Y él en serio te dio una paliza.

—Fabuloso. —Pero no era como si nadie más que yo echaría de menos al


viejo trasero.

Traté de recordar cómo respirar cuando me tambaleé hacia nuestra


habitación y me puse una nueva camisa junto a unos jeans.
28
Página
—Danny, puedes volver a entrar —dije. Cuando regresé a la cocina, me
dejé caer en la silla más cercana, agradecida por al menos poder sentarme.

Emme se retorció las manos.

—Um. Lo siento, Celia. Me gustaría ser mejor en este tipo de cosas.

Desestimé su disculpa. Emme era dulce, y tenía buenas intenciones. Es


por eso que lo había hecho tan bien como enfermera de cuidados paliativos, y
por qué continuaría en ese campo cuando nos mudáramos. Si nos mudábamos.
Y si no moríamos. Maldición, qué noche.

Ella se dirigió junto a Danny y apretó su hombro.

—Siento que tuvieras que esperar, pero no te preocupes. No me llevarás


tanto tiempo como la pobre Celia.

Danny se frotó su garganta magullada, sus dudas extendiéndose por su


rostro.

—Ah, está bien, Emme. Estoy bien.

—¿Estás seguro?

—Seguro. —Suspiró a medida que se fijaba en nuestras expresiones


sombrías—. Escuchen. Sé que no debería haberlas arrastrado a este desastre…

—¡No me digas, Danny! —Taran tiró de su camisa destruida, y luego


sacudió la corteza y las hojas de hierba de su cabello, irritada. Su fuego había
hecho que los parches de hierba ardan. Ya que era inmune a su llama, había
rodado por el césped para extinguirla. Solo digamos que no estaba en su
estado de ánimo más alegre—. Todo esto es una tormenta de mierda sin fin a la
vista.

—Dios, lo sé, y lo siento mucho.

—¿Lo lamentas? ¿De verdad? ¿Eso es todo lo que tienes que decir? —Ella
se cruzó de brazos—. ¡Porque con los súper poderes olfatorios de los vampiros,
pueden rastrearnos desde el campo, justo hasta aquí. Maldita sea, justo como
ellos te rastrearon desde Warren!

—Taran, detente.

Ella se dio la vuelta.

—¿Detener qué, Celia? ¿Decir la maldita verdad? Estamos totalmente


jodidas.
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Página
—No estamos tan mal como Danny y su padre lo están —digo entre
dientes—. Nosotras nos vamos. Ellos no. Y no tienen manera de protegerse a sí
mismos.

Rayos azules y blancos se iluminaron en llamas por encima de su cabeza.

—Nosotras tampoco. —Ella apuntó hacia las chispas cada vez más
escasas—. El elemento sorpresa se ha ido ahora. ¿Crees sinceramente que todas
vamos a sobrevivir si ellos aparecen de nuevo?

No le respondí. Sobre todo porque sabía que ella tenía razón.

Excepto por el ruido de nuestros viejos radiadores funcionando y


nuestras suaves respiraciones, no hubo ningún otro sonido durante mucho
tiempo. Danny golpeó sus nudillos en la mesa, su mano temblorosa.

—Lo siento. Nunca quise que ninguna de ustedes saliera lastimada.


Pensé que con sus poderes, serían más formidables y de ninguna manera
podrían lastimarlas. —Se centró en mí, sus ojos brillando—. Siempre parecías
tan fuerte, Celia. Es solo que nunca me di cuenta lo mucho más fuertes que
serían estos vampiros.

El corazón de Danny se estaba rompiendo. Lo podía ver por la forma en


que su cara se ensombrecía con miseria. Mi propio corazón dolía de verlo de
esta manera.

—Solo parecía más fuerte en comparación con un ser humano, Danny.


Aguantamos por nuestra cuenta esta noche, pero sobre todo tuvimos suerte. —
Me limpié la sangre restante en mi nariz—. No sé si somos lo suficiente fuertes
para ayudarte a ti y a tu padre.

Shayna se ocupó de hacer té chai y lo vertió en las viejas tazas de


cerámica amarilla que había sido parte de la casa por tanto tiempo como puedo
recordar. Se detuvo mientras inclinaba la tetera sobre la taza de Danny.

—Ceel tiene razón. No somos lo suficientemente fuerte como para


ayudar a nadie, no así. Pero creo que hay una manera en que podemos serlo. —
Ella bajó la tetera sobre la mesa—. ¿Qué dicen si rompemos esta cosa de las
ataduras que él mencionó?

Lo dijo como la mayoría de los chicos universitarios preguntan: “¿Quién


quiere una cerveza?”

Todos la miramos fijamente.

Shayna extendió las manos.


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Página
—Escúchenme. Como saben, puedo aprender a usar cualquier arma solo
con verlo una vez: en una película o en la televisión. Y puedo manipular
cualquier objeto de metal o madera. Pero mi puntería ha sido un asco desde
siempre, sin importar cuán duro intente mejorarla. Lo que ustedes no saben es
lo pesado que se sienten mis brazos al momento en que empiezo a balancearlas
o cómo a veces siento este extraño empujón en mis muñecas.

—¿Y? —preguntó Taran, su voz más molesta que de costumbre.

—Y, me acostumbré a aceptarlo como una limitación de mi poder, pero


después de lo que Danny dijo, no creo que lo sea. Ahora, tomemos a Taran por
ejemplo. —Ella ignoró la mirada furiosa de Taran—. Su llama y energía luminosa
siempre se quedan con ella. ¿No debería ser capaz de encender ese vástago o
lanzarlo? ¿Ya saben, como una bala o algo así? Lo mismo con Celia y Emme.
Algo nos está conteniendo a todas, amigas. Digo que hagamos algo al respecto.
—Ella sonrió con tristeza hacia Danny—. No podemos solo irnos, ¿saben?

Me deshice de mi té en el viejo fregadero de porcelana y me incliné


sobre este, agarrando fuerte el borde mientras pensaba en esas cosas. Shayna
tenía razón. Los vampiros que tenían al padre de Danny eran implacables. No
les importaba que Danny y su padre fueran humanos e incapaces de luchar. En
todo caso, los Matagrano habían sido atacados debido a su debilidad. Teníamos
que hacer algo.

—Dinos lo que tenemos que hacer para traer a tu padre de regreso.

—¿Me ayudarán?

Asentí.

—Gracias, Celia. Muchas gracias. —Danny se quitó las gafas para limpiar
sus lágrimas de agradecimiento—. Él es todo lo que me queda.

Solté el fregadero.

—No quiero volver hacer el ridículo. Pero también sé que no tenemos


mucho tiempo.

Danny se frotó las manos nerviosamente.

—Lo sé. Dime todo lo que sabes sobre la maldición. Tal vez eso podría
ayudarme a entender más el vínculo.

Mis hermanas se volvieron hacia mí. Apreté mi mandíbula. Este no iba a


ser un buen momento. Salí de la cocina y entré en la sala de estar, ansiosa con
la necesidad de moverme, pero sabiendo que no podía ir muy lejos. Todos me
siguieron. Me dejé caer en el sofá de dos plazas y pensé por dónde empezar. El
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Página
tema de las muertes de nuestros padres siempre me ponía al borde. Como la
mayor, recordaba la mayoría de las cosas: la risa de mi madre, la sonrisa de mi
padre cuando jugaba con nosotras, y cuánto nos adoraban. También recordaba
sus cuerpos sin vida después de sus asesinatos. Nunca tuvieron oportunidad
contra esos pandilleros que irrumpieron en nuestra casa. Al igual que Danny y
su padre no tenían ninguna posibilidad ahora sin nosotras.

—¿Celia? —instó Emme suavemente.

Resguardé mis emociones y traté de suavizar mis endurecidas facciones.

—Nuestra madre describió al resto de su familia latina como muy unida.


Pero creía que su familia la resentía por su color más claro y por ello nunca se
sintió aceptada. —Tragué duro—. Cuando se casó con nuestro padre, su familia
la repudió y la acusó de abandonar su raza. La maldición parece ser su forma de
castigarla.

Tomé una profunda inspiración para calmar mi creciente molestia y


acaricié a la gran gatita dentro de mí que de pronto estaba alerta.

—Hubo un día cuando una de nuestras cuatro tías apareció en la puerta.


Estaba tan molesta con mamá. —Miré a Emme—. Debo haber tenido casi
cuatro, porque recuerdo a mamá embarazada de ti. Estaba en estado avanzado,
con una gran barriga, y obviamente vulnerable, pero a esta mujer no pareció
importarle. Gritó hasta que mamá azotó la puerta en su cara.

Shayna se retorció un poco y bajó su cabeza.

—¿Recuerdas algo de lo que dijo?

En mi ira hacia el trato contra mi madre, mi tono fue más duro de lo que
pretendía.

—Dijo que mamá se equivocó al tenernos. Que nunca deberíamos haber


nacido.

Taran alzó la mirada entonces.

—Grandioso. Real y jodidamente grandioso. ¿Cómo se veía la loca perra?

Pensé en ello. Mierda, era demasiado pequeña.

—Rechoncha y cerca de los cuarenta, creo. Pero sus ojos son los que se
grabaron en mi cerebro. Eran negros, tan negros que no parecían tener irises.

—¿Pudo haber sido ella la que nos maldijo?


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Taran esperó a que responda. Golpeteé mi pie en el suelo, tratando de
decidir. Pero cuando pensaba en ello, no estaba segura.

—Es difícil de decir. La cosa que más se quedó conmigo sobre el


incidente fueron sus ojos. No se veían bien. No era solo el color, la mujer
parecía… extraña.

—¿Ojos de loca? —ofreció Taran.

—Más como asesinos.

Todas jadearon. Mis ojos de tigre resplandecieron, y parpadeé para que


regresaran a su forma y color normal.

Danny suspiró pesadamente, el sonido cortando a través de la tensión.

—Sé que es duro, y no estoy tratando de hacerlo más difícil, pero


¿puedes hablarme de la maldición actual? ¿Tu madre alguna vez mencionó las
palabras que se usaron?

Me tensé un poco.

—Sí, lo hizo.

Emme miró a su alrededor.

—No recuerdo eso.

—Tal vez no lo recuerdas porque eras demasiado joven. —Las puntas de


mis dedos hormigueaban. No pasaría mucho tiempo antes de que mis garras
broten—. Las palabras no eran bonitas y el tono era malicioso. Si no quieres
escucharlas, Danny y yo podemos ir a otra habitación.

Emme pareció destrozada. Pero Taran no.

—Al diablo, Celia. Solo dinos. No podemos escondernos de esta mierda.

No hablé inmediatamente, devanándome para recordar las palabras


exactas.

—La primera parte estaba dirigida a mamá y papá, y era algo como: “No
conocerán los años venideros y morirán con el hombre que envenenó a su
familia. Sangrarán y conocerán el dolor que solo la muerte puede traer. Sentirán
su sangre mientras los abandona. Les dolerá hasta el último latido. Juro por mi
vida que conocerán la agonía pura”.

Esperé para que lo procesaran todo.


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—¡Ceel! Eso fue totalmente… horrible. —La cara de Shayna palideció—.
¿Hubo, bueno, más?

—El resto se trataba de nosotras. ¿Están seguras que quieren escucharlo?


—Ante sus asentimientos colectivos, aclaré mi garganta y terminé—. “Sus hijas
devorarán cuchillas y sollozarán como pequeños roedores débiles. Los
predadores las cazarán para desgarrar su carne con colmillos y garras. Arderán
en llamas y se esconderán de la vergüenza, no encontrarán en ningún lugar
fuerza, amor o amabilidad”.

Un silencio misterioso apareció y nos quedamos sin habla.

—Aw, demonios —dijo Taran después de un momento—. He escuchado


de algunas maldiciones, pero eso fue jodidamente terrible.

—¿Tú crees? —Me puse de pie, sacudiendo mis manos y garras.

La cara de Danny estaba enterrada en sus manos. Supongo que estaba


pensando en la maldición. Permaneció callado, y entonces, sin aviso alguno, su
cabeza se alzó y se apresuró hacia mí. La emoción desbordándose detrás de los
gruesos vidrios de sus lentes.

—¡Falló! —dijo.

Alcé mis cejas e hice un gesto hacia la habitación.

—Uh, no lo creo. Nuestros padres están muertos, Danny. Toda


amabilidad y amor posible nos ha eludido, justo como la maldición indica.
Nunca hemos tenido amigos y hemos sido reprendidas sin piedad. Recuerdas
cuando te dije que nuestros compañeros de clase nos apodaron “las chicas
raras” y eso no fue solo porque nuestro apellido sea Wird4.

Danny me señaló.

—Pero el resto no se volvió realidad.

Taran bufó.

—¿No estabas escuchando? —Ella comenzó a contar con sus dedos—.


Débiles y enclenques roedores: Emme nació de forma prematura y pasó las
primeras seis semanas de su vida en la unidad de terapia intensiva neonatal.

—Aprendiendo a sanar —dijo Danny como si fuera obvio.

Eso hizo que Taran se detenga un momento, pero añadió otro dedo.

—Tus hijas devorarán cuchillas…

4
El apodo en inglés era “Weird girls” que rima con su apellido Wird.
34
Página
Danny interrumpió.

—¿Qué pasa cuando devoras algo?

Tara lo miró fulminante.

—Vamos, dime lo que pasa.

—Queda destruido y es absorbido dentro de mi cuerpo…

Su voz tembló cuando Shayna descruzó sus piernas y se levantó


lentamente.

—Como cuando absorbo el metal que uso y lo transfiero.

—A mí me dieron el fuego. —La voz de Tara fue apenas audible.

Todo el mundo de pronto me miró. Miré hacia mis garras.

—Soy el depredador que caza, desgarra la carne con colmillos y garras.

Danny alzó sus manos.

—Hay una teoría que dice que el mundo mantiene la magia en un


delicado balance, especialmente cuando viene de poderes oscuros y provocan
dolor. La mayor parte, cree que la magia de la tierra es pura. Creo que debe
haber interceptado el hechizo que se lanzó contra ustedes.

—¿Cómo? —preguntó Shayna, su expresión deslizándose entre la


emoción y confusión.

—No tengo idea —dijo Danny—. Pero déjame terminar. Tus padres
fueron maldecidos con la muerte, y lamento que eso se haya cumplido. Jesús. En
serio lo lamento. Pero analizando la severidad de las palabras de tu tía, creo que
la parte de la maldición dirigida al resto de ustedes también significaba la
muerte. Sin embargo, por alguna inexplicable razón, su tía quería que sufrieran
más. Tal vez intentó que tuvieran una enfermedad, sean devoradas por una
manada de perros rabiosos, se suicidaran comiendo cuchillas, no lo sé. Pero
cualquier cosa que fuera no funcionó. Les dio fuerza y poder.

El entumecimiento me inundó; algo estaba mal.

—¿Cómo es que no me di cuenta antes que la maldición había fallado?


Parece tan obvio ahora que estamos hablando de ello.

Danny colocó sus manos en mis hombros.

—Creo que es parte del vínculo. Piensa en ello. Tienes estas habilidades
que nunca has discutido. Tal vez no se suponía que las discutas. Tal vez no se
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Página
suponía que las entiendas. —Suspiró—. Si no puedes reconocer lo que has
estado conteniendo, no puedes seguir adelante exactamente.

Shayna saltó de su asiento.

—Espera. ¿Estás diciendo que también estamos amarradas con algo que
nos mantiene calladas y en la oscuridad?

—No puedo pensar en otra explicación. ¿Y tú? —Todas sacudimos la


cabeza. La mirada de Danny se volvió intensa. Casi podía imaginar el giro de la
rueda en su mente brillante—. Este era un hechizo de muerte, uno poderoso
porque se extendía hacia seis personas. Cuando falló, debe haberlo sentido y las
vinculó.

Tara miró a Danny como si la hubiera abofeteado.

—Maldición, pero ahora… ¿qué?

Danny se dirigió a Taran.

—No importa cuán fuerte es o era esta bruja, su tía, quiero decir, no
puede mantener el vínculo sin crear un altar para ello.

—¿Altar? —preguntó Emme.

—Algo que mantenga el vínculo funcionando aunque esté viva o muerta.


Destruyan el altar, y romperán el vínculo.

—Está bien… —dije. Esto no era mucho que procesar ni nada—. Pero,
¿cómo lo encontramos?

Danny sonrió.

—Déjenme eso a mí.


36
Página
Cinco
Traducido por Dee y âmenoire

M
is hermanas y yo no crecimos asistiendo a reuniones familiares,
cenas festivas o lo que sea que las personas que tienen
familias normales hacen. Así que no esperábamos una cálida
bienvenida por parte de cualquier pariente que nos encontráramos. Sin
embargo, nunca habíamos anticipado, bueno, esto:

—¡Diablas5!

Demonios. La anciana sujetando un rosario nos llamaba demonios. Ya era


bastante malo que bombardearan a Taran en la cabeza con un racimo de ajo.

Las otras seis puertas de los apartamentos a las que habíamos llamado
en el edificio infestado de cucarachas se habían cerrado de golpe en nuestra
cara. Y no me refiero a la mujer que cayó de rodillas, pidiendo a Dios que
desterrara nuestros aparentemente profanos culos de su umbral.

Mi corazón se aceleró mientras nos apresurábamos fuera del edificio en


ruinas y hacia nuestro auto. Nos estábamos quedando sin tiempo para ayudar al
padre de Danny.

Le marqué a Danny y lo puse en el altavoz al segundo en que respondió.

—¿Cómo va todo, Celia? —preguntó, su voz apresurada.

—De mierda —murmuró Taran—. No creo que ese hechizo tuyo


funcionara.

Lo habíamos dejado en nuestra casa mirando un trozo de papel flotando


en un recipiente de vidrio transparente. Le oí voltear una página del libro que
era su fuente.

—Hmmm. Según la antigua leyenda nórdica, este hechizo de localización


debería funcionar para cualquier persona, incluso si él o ella no es un ser
mágico.

5
Diablas: en español original.
37
Página
Shayna recogió un diente de ajo del cabello de Taran.

—No es que no estemos en el lugar correcto, pequeñín —dijo—. Las


personas aquí parecen sentir quienes somos. Es solo que no encontramos
alguna pista o cualquiera que esté dispuesto a ayudarnos. —Su cabeza volvió al
edificio, su energía nerviosa aumentando tanto que podía olerla.

—El triángulo en el agua no se está moviendo —insistió Danny—. Si se


moviera a la derecha o izquierda, podría decirles a dónde ir, tal como lo hice
para llegar a Plainfield en primer lugar. Tienen que estar en el lugar correcto.

Permanecí alerta. Nunca había esperado volver a la misma ciudad donde


mis padres habían muerto, y donde los había vengado. Pero allí estaba yo,
gracias al sistema de navegación mística de Danny. Él había pinchado nuestros
dedos y añadió nuestra sangre en el recipiente transparente con el Norte, Sur,
Este y Oeste impreso en su base con marcador.

No pasó nada hasta que él colocó la única foto de nuestros padres que
nos quedaba frente a una vela encendida y entonó algunas palabras que no
pude distinguir. El pequeño triángulo de papel giró y se disparó hacia el lado
“Este” de la taza y así nos fuimos, asustadas y presionadas por el tiempo, pero
decididas a llegar hasta el final. Taran había conducido, mientras Danny nos
instruía a través del teléfono celular. Casi me lancé del auto en movimiento
cuando salimos de la ruta 22 y tomamos la salida de Plainfield.

—¿Es posible que la aguja de la brújula, o como sea que lo llames, no se


detuvo debido a que el hechizo se quedó sin poder? —dijo Emme.

—¡Ay! —gritó Danny.

—¿Estás bien? —le pregunté.

—Oh, sí. Traté de mover el papel, la aguja de la brújula, quiero decir, de


vuelta a la orilla para poner a prueba la teoría de Emme. No creo que al hechizo
le gustó ser puesta en duda. El papel… me picó y volvió al centro, donde ha
estado flotando.

—¿El pequeño pedazo de papel te mordió? —Taran no esperó a que


Danny responda—. Mierda, ¿qué demonios va a hacer esta maldita cosa si
nunca encontramos el altar?

—Hola, Celia.

No sé quién saltó más alto, Emme o yo. Nadie se acercaba sigilosamente


a mí. Nunca. Y sin embargo, allí estaba una mujer joven con dos trenzas hasta la
cintura y gafas de grandes marcos rojo con lentes más gruesos que los de
38
Página
Danny. Mierda, era delgada. Huesudas rodillas asomaban por debajo de una
larga camiseta rosa lo suficientemente grande como para servir como un
vestido; su cuello en V acentuaba su pecho huesudo y apenas unos senos.

Ella se quitó las gafas y se secó los ojos. Nunca antes había visto unos
ojos tan tenues como los de ella. El tinte verde en ellos era apenas perceptible.
En todo caso, parecían incoloros, como un lienzo en blanco esperando ser
llenado.

Regresó las gafas a su cara.

—Lo siento. ¿Te asusté, Celia?

Mis hermanas se reunieron junto a mí.

—¿Cómo sabes mi nombre?

Ella sonrió suavemente, aunque pareció más un gesto amable que


cualquier cosa genuina. Parecía cansada. Más cansada de lo que una chica de
veintitantos años debería lucir. Vetas de color azul profundo se reunían
alrededor de los pliegues de sus ojos hundidos. Bajó la voz entonces.

—Todo el mundo en la familia sabe quién eres. A pesar de que no se


supone que hablemos de ti, Taran, Shayna o Emme. —Su atención rebotó a mis
hermanas con cada uno de sus nombres hasta que regresó a mí por completo—
. Soy tu prima Nieve.

—¿Nee-yeh-vay6? —preguntó Emme lentamente—. ¿Al igual que


“Nieve”7?

Nieve asintió, pero dejó de sonreír.

—Me sorprende que volvieran aquí. Sobre todo después de todo lo que
han hecho para mantenerlas lejos.

—Sabes sobre nosotras, sobre nuestra maldición. —La voz de Taran era
tan dura como el mármol e igual de frío—. ¿Cómo es posible cuando no
sabemos ni una mierda sobre ti?

La tristeza opacó la inusual piel de Nieve.

—Se los dije. Todos sabemos quiénes son. Ustedes son quienes no
estaban destinadas a nacer.

Taran resopló y se cruzó de brazos.

6
Nee-yeh-vay: en el original; intenta pronunciar el nombre que sale en español.
7
Nieve: en el original “Snow”, de ahí la pregunta.
39
Página
—Eso hemos oído. ¿Vas a decirnos más, o estás divirtiéndote
pretendiendo ser toda misteriosa?

Shayna empujó a Taran, temiendo que su actitud intimidara a Nieve.


Reconocía que Nieve era nuestra única pista y cuánto la necesitábamos
entonces.

Nieve mantuvo la cabeza baja, pareciendo elegir las palabras con


cuidado.

—Mi abuela me contó que a la tía Griselda nunca le gustó su madre. Tía
fue quien sublevó a los demás en contra de su madre y la acusó de traer la
oscuridad.

Mis puños se cerraron y también lo hizo mi mandíbula. Tuve que luchar


para no gruñir.

—Si ese es el caso, Griselda mintió. Nuestra madre era amable y buena.
No había nada oscuro en ella.

Una lágrima cayó de los ojos de Nieve, pero mi instinto me decía que su
reacción no venía de su miedo hacia mí.

—La verdad no siempre importa, Celia. Especialmente si suficientes están


dispuestos a creer las mentiras.

—Y sobre todo contra quién ya está excluida —añadí, tratando de


suavizar mi tono.

Otra lágrima manchó la mejilla de Nieve.

—Tienes razón. Tía Griselda lleva el mal en su corazón, y su espíritu, pero


se aseguró que su veneno no fuera tan evidente que advirtiera a otras personas.
Sonreía y decía todas las cosas correctas, atrayendo con su aspecto y sus dulces
palabras, todo el tiempo demostrando un poder que nadie podía igualar o
esconderse. El poder oscuro solo es comentado en susurros.

Taran pateó una piedra en la acera. Rodó por debajo de nuestro sedán.

—Esta tía Griselda, ¿entiendo que es la perra loca que nos maldijo?

Nieve miró a su alrededor como si estuviera esperando a que alguien


aparezca.

—Ninguno de nuestros parientes poseían habilidades mágicas. Se


convirtió en la primera cuando se casó en nuestra familia. Era una bruja
reconocida: nacida y criada en la magia. Muchos la encontraban fascinante, y la
mayoría que la conocían trataban de ganarse su favor. Pero cualquiera que
40
Página
probaba incluso una minúscula mota de su poder le temía completamente.
Nadie se metía con ella o sus hijos. Pasaban cosas horribles a quienes trataban
de hacerles frente.

Shayna se quedó inmóvil.

—¿Hay más de ellos… además de Griselda?

Nieve presionó su dedo contra los labios.

—Shhhh. Es mejor no hablar de ellos demasiado. Tía Gris está muerta. Sin
embargo, su legado continúa. —Ella se estremeció—. Sus hijos no son almas
buenas. Al igual que tía, evocan el respeto a través del miedo. Créanme cuando
digo que no quieren estar en su lado malo.

Nieve se alejó de mí a medida que la observaba de cerca.

—¿Por qué nos dices esto? —pregunté—. Si tienes tanto miedo, ¿por qué
involucrarte?

Ella jugó con los extremos de sus largas trenzas.

—Hay unos pocos en nuestra familia que creen que su madre fue
condenada con dureza. Estos mismos reconocen el poder de la tía Gris como la
oscuridad de la que ella acusó a su madre albergar. Creo que la tía vio algo en
su madre. Algo que sentía la amenazaría a ella y su linaje. Tal vez eran ustedes
cuatro. No puedo estar segura. Pero cualquier cosa que fuera, intentó detenerlo.
Le gustaba su poder, y quería conservarlo. Pero al agredir en contra de su
madre, las creó. Seres que no estaban destinados a nacer.

—Debido a que amenazábamos su poder —terminé por ella.

—Tal vez —dijo Nieve—. Tal vez no. Sin embargo, sus acciones parecen
decir lo mismo.

Emme dio un paso adelante y trató de tomar la mano de Nieve, pero


Nieve se apartó de su alcance.

—Lo siento, Nieve —dijo Emme—. No fue mi intención asustarte. Pero


pareces tan… débil.

Nieve se frotó los brazos como si tuviera frío, pero no hizo ningún
comentario.

Taran apretó el brazo de Emme y la hizo retroceder, su mirada


estrechándose con creciente sospecha.
41
Página
—No has contestado la pregunta de Celia. Obviamente estás muerta de
miedo. Entonces, ¿por qué estás involucrada? ¿Por qué estás dándonos toda
esta información? Y no me digas que es solo porque pregunté.

Nieve presionó los labios mientras parecía reunir su coraje. Su voz se


quebró cuando habló, revelando la profundidad de su tristeza y miedo.

—Porque las maldiciones están hechas para romperse. Es hora de que


rompan la suya y abracen todo el alcance de su poder.

—Hijo de puta, no me gusta esto —dijo Taran a medida que ella y yo


caminábamos hombro a hombro, detrás de Nieve y frente a Shayna y Emme.

—Tampoco me gusta esto, Taran. Pero ella sabe más que nosotras. —
Maldije—. Si Quennel y Danny tienen razón, su padre no tiene mucho más
tiempo.

Shayna se apresuró para alcanzarnos.

—¿Crees que su padre ya está muerto?

—No lo sé. Si no lo está, pronto lo estará. —El pensamiento me hizo


caminar más rápido.

—¿Y si es una trampa? —susurró Emme.

Esa pregunta había cruzado mi mente varias veces. Pero cada vez que
consideraba si era lo mejor para nosotros salir pitando de allí, llegaba a la
misma conclusión.

—Danny está metido en un montón de problemas, y nosotras también si


no rompemos este vínculo atrapándonos. No tenemos ninguna otra pista en
este momento y por lo tanto no hay opciones. Pero por si acaso, manténganse
alerta.

—Todo esto es una mierda —se quejó Taran. Miró fijamente adelante a
las filas de una vez majestuosas casas victorianas que se alineaban a ambos
lados de la calle, a dos cuadras del complejo de apartamentos en Madison
Avenue donde comenzamos nuestra búsqueda. Ahora las casas esperaban con
impaciencia una nueva capa de pintura, un nuevo techo, y unos inquilinos que
se preocuparan lo suficiente como para arreglar sus patios llenos de basura.
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Página
Dos hombres en colores de pandilla hacían un intercambio, dinero por un
paquete transparente lleno de polvo blanco, mientras la niña en el patio con
ellos saltaba la cuerda. Los hombres nos observaron a mis hermanas y a mí,
sabiendo que no éramos de por allí. Ignoraron a Nieve, que caminaba con los
pies descalzos y camisa de gran tamaño como si hubiera caminado a lo largo de
esta calle una y mil veces. Fragmentos de vidrio cubrían la acera, pero ella
simplemente saltó en torno a las astillas.

Nieve no actuaba como una jovencita madura, ni tomaba mucho orgullo


en su apariencia. Sus trenzas, aunque ordenadas, estaban atadas con bandas de
goma, y su camiseta lucía vieja y manchada. A pesar de que era inteligente y
articulada, algo en ella sugería que sabía poco acerca de la vida. Extraño
teniendo en cuenta la dura y peligrosa zona en la que vivía.

—Oye, rubia —llamó uno de los hombres a Emme—. ¿Quieres algo de


esto, bombón?

—No, no quiere —dije.

Las iniciales miradas duras que los hombres dispararon en mi dirección se


contorsionaron en miradas de sorpresa y miedo instantáneo. Mi tigresa se había
elevado a la superficie desde el momento en que Nieve había llegado. Y aunque
mi bestia interior no la había percibido como una amenaza, si lo habían hecho
los hombres. Con un gruñido que resonó contra mi garganta, me instó en su
dirección.

La humedad en mi boca contrayéndose ante la idea de probar su sangre


me hacía enfermar. Y aun así nos movió hacia adelante cuando uno los
hombres, levantó su camisa para mostrarme el arma metida en su cintura. Chico
duro. Incluso valiente. O así lo pensó, hasta que mi tigresa se mostró lo
suficiente como para mostrar una pizca de sus ojos y un destello de colmillos.

Mis nuevos amigos encontraron otro lugar en dónde estar. El idiota con
el paquete atravesó rápidamente la calle mientras el adicto agarraba a la
pequeña niña y rápidamente los metió en la casa. Probablemente más tarde
desestimaría o minimizarían lo que vieron. Pero por ahora habían creído en la
amenaza, justo como era la intensión de mi bestia.

Nieve no se giró cuando habló.

—Tu audacia te llevará muy lejos, Celia. Especialmente para lo que te


espera. —Hizo un giro brusco hacia la izquierda, hasta una pequeña inclinación,
y dentro de un patio donde los parches de hierba amarilla se entremezclaban
con los grupos de dientes de león. Unos escalones llevaban a una casa
destartalada que competía por el título del lugar más probable para ocultar
43
Página
cadáveres y asesinos en serie. Cuatro o cinco apartamentos más pequeños
formaban el estilo victoriano. Barras de metal sin brillo cubrían todas las
ventanas, mientras lona y piezas de madera clavada cubrían una parte del techo.
Una familia de palomas se reunía cerca de la chimenea en ruinas, arrullando al
sol poniente. Me entristeció ver una encantadora pieza de arquitectura reducida
a escombros, pero lo que me entristeció más fue saber que había gente que de
hecho vivía allí.

—Aquí es —dijo Nieve por encima de su hombro.

Shayna inclinó su cabeza hacia arriba a medida que avanzamos.

—Santa mansión espeluznante, Batman.

Sí. Solo deseaba que Batman hubiera venido a patear traseros con
nosotras.

Pero Nieve no se dio prisa por las escaleras de madera como


esperábamos. En cambio, permaneció en la hierba, caminando a lo largo del
porche envolvente y hacia el patio lateral. Nos arrastramos rápidamente detrás
de ella hasta que se detuvo en la puerta oxidada de una antigua valla de tela
metálica.

Nieve miró fijamente hacia delante en lo que parecía ser una cochera
transformada. Tiras de pintura blanca apenas se aferraban a la madera
desgastada y la suciedad recubría las estrechas ventanas. El edificio era más
pequeño, y de muchas maneras en mejores condiciones, que la casa principal.
Pero algo en él llenó mi mente con imágenes de paredes sangrantes.

Nieve señaló con un pequeño tirón de su barbilla, manteniendo suave su


temblorosa voz.

—Tía Gris era conocida por hacer culto allí dentro. Alberga los restos de
los hechizos que lanzó… remanentes de su poder. El altar que buscan puede
estar ahí, dado que requeriría su energía para mantenerse, sobre todo ahora
que está muerta.

—¿Con seguridad está muerta? —preguntó Shayna—. Quiero decir, si era


tan fuerte como dices, me resulta difícil creer que ya no está por los
alrededores.

—Oh, estoy segura que todavía estaría con nosotros si no hubiera sido
por el incidente.

—¿Incidente? —preguntó Emme casi inaudiblemente.

Nieve asintió.
44
Página
—Enfureció a un hombre lobo y él arrancó su garganta.

—Oh —respondimos el resto de nosotras al unísono, nuestra voz


inusualmente aguda.

Me froté las manos, tratando de trabajar a través de mi descarga de


adrenalina.

—Bien… de acuerdo. Digamos que el altar no está ahí. Entonces, ¿qué?

Nieve se estremeció.

—Si no está ahí, estará en su antigua casa. —Se apartó de la puerta,


envolviendo sus brazos apretadamente alrededor de ella—. Lo siento, primas.
No entraré ahí.

—Entonces solo esperemos que el altar esté dentro. Vamos. —Taran


alcanzó el pestillo de la puerta. Al minuto que su mano conectó, sus ojos azules
se tornaron completamente blancos. Blanco puro. Sin iris. Sin bordes. Nada más
que espacio.

Las bocas de Shayna y Emme se abrieron. Sacudí el hombro de Taran,


esperando que el color vuelva. Nop.

—Bueno, parece que estamos en el lugar correcto.

Taran abrió la puerta y sacudió su mano.

—No jodas, Celia. —Dejó escapar un suspiro muy profundo—. Maldito


Abracadabra. Vamos a hacer esto y volvamos con Danny.

Nadie se movió. Excepto Nieve, que corrió hacia la parte delantera de la


casa.

—Esperaré aquí, primas —gritó ella—. Buena suerte.

—E-es un poco dulce que se refiera a nosotras como “primas” —dijo


Emme en lugar de moverse a la acción.

La cabeza de Shayna se movió del antiguo garaje de vuelta a donde


Nieve había desaparecido.

—Solo espero que no se refiera a nosotras como primas muertas antes


que todo esto acabe. Amigas, esa construcción luce totalmente a lo Freddy
Krueger.

En ese preciso momento, una bandada de murciélagos, es correcto,


murciélagos, salieron disparados desde un gran agujero en la cúpula de la
cochera en ruinas. Nos sumergimos en el suelo a medida que volaban sobre
45
Página
nuestras cabezas en un lío de colmillos expuestos y batidos de alas, chillando
con angustia. Mi carne se arrastró a lo largo de mis huesos. Estaba lo
espeluznante, y esto. Buen Dios, quería correr a la iglesia más cercana y
meterme al agua bendita.

Para cuando sus chirridos molestos cesaron, Taran se puso de pie.

—¡Al diablo esto!

Me aferré a su codo cuando intentó huir.

—Taran. Hemos llegado hasta aquí. Si existe este hechizo vinculante,


tenemos que romperlo. Por nosotras y por Danny.

Su arrugado rostro me dijo cuán aterrorizada estaba mi hermana


generalmente fuerte. No quería forzar a ninguna, pero esta maldición nos
afectaba a todas.

—Por favor, Taran —rogó Emme—. Danny nos necesita.

Taran asintió hacia Emme y apreté su brazo para tranquilizarla. Sin


importar qué, lograrían salir de este lío. Incluso si eso significaba hacerlo sin mí.

Shayna nos ignoró a todas y excavó alrededor de los arbustos. Algo


había llamado su atención. Esperaba que sacara un palo que pudiera convertir
en una espada con su poder. En cambio, sacó un viejo golpeador de Louisville
de madera y lo transformó en una gigante hacha de guerra.

—¿Qué? —preguntó cuando todas miramos boquiabiertas hacia ella y su


arma de destrucción masiva—. ¿Han visto a esas pequeñas criaturas voladoras?
Colegas, son seguidores del mal. No pienso entrar allí sin mi amiguito de aquí.

—Eh, está bien. —Aclaré mi garganta—. Emme, llama a Danny y ponlo en


altavoz. Luego mete tu teléfono en tu bolsillo trasero con el altavoz activado
para que así podamos escucharlo, con suerte.

Asintió e hizo lo que le pedí.

Danny respondió inmediatamente.

—¿Cómo les va? ¿Están bien?

—Estamos aquí —dijo Shayna, imitando el pequeño niño de Poltergeist.


Chilló cuando Taran golpeó su brazo.

Pasé por la puerta, preguntándome si alguien me seguiría. Por algún


milagro, cada una de mis hermanas lo había hecho, con Shayna saltando
46
Página
adelante con su hacha de guerra. A veces, realmente me preguntaba por su
cordura.

—Te dejaremos en altavoz en caso de que te necesitemos —dije.

—Está bien, pero por favor tengan cuidado. Este altar tiene que ser
destruido por sus manos con el fin de liberarlas del vínculo.

—¿Cómo sabremos si es el correcto? —preguntó Emme vacilante—. ¿Y si


es el altar de alguien más?

Gruñí.

—Emme tiene un punto. No quiero liberar accidentalmente a los esbirros


del infierno. Estamos en bastantes problemas.

—Creo que lo sabrán con seguridad. Todo lo que he leído dice que los
altares diseñados para vincular son identificables por los que unen. Se remonta
a la regla de mantener el equilibrio. Si es lanzado sobre alguien, esa persona
tiene que por lo menos tener la oportunidad de reconocerlo.

—Bueno, esperemos que tengas razón. —Llegué a la cochera y me paré


sobre las puntas de mis pies, tratando en vano de mirar a través del cristal sucio
y oscurecido—. No puedo ver nada. Parece que hay bolsas de plástico pegadas
a la ventana. Vayamos alrededor. Tiene que haber una puerta lateral.

Shayna salta por delante, buscando una puerta al rodear la esquina.


Múltiples cerraduras de seguridad se alinean casi por todo el borde de la puerta
de madera.

—¿Puedes romperlo, Ceel? —Levantó su hacha de guerra—. Si no es así,


puedo usar a Junior aquí.

Taran la señaló.

—Lo que creo que debes hacer es calmarte. Estás un poco demasiado
emocionada, princesa.

Shayna sonrió.

—Solo sé que estamos cerca. Vamos a recuperar el control de nuestra


magia y salvar al papá de Danny. ¡Estoy segura de ello!

Taran resopló.

—Es solo que no quiero ser comida. Hijo de puta, ¿es eso mucho pedir?

Emme se acercó más a Shayna y su pequeño amigo, merodeando por


encima de su hombro.
47
Página
—Espero que no —murmuró.

Levanté la mano para silenciarlas. Mi mirada se movió de lado a lado y


mis oídos asimilaron todo centrándose en nuestros entornos inmediatos. Para
un vecindario lleno de gente dentro de una gran ciudad, todo parecía un poco
demasiado tranquilo.

—Creo que debería derrumbarla en caso de que haya algo esperándonos


en el interior. —Me percaté del número de cerraduras por atravesar—. Pero va a
hacer mucho ruido.

Taran puso sus ojos en blanco.

—¿Estás preocupada por alguien reportando un allanamiento de morada


aquí? Confía en mí, estos tipos aprendieron a mantener sus bocas cerradas
mucho tiempo atrás.

—Buen punto. —Mis hermanas me dieron bastante espacio a medida


que balanceaba mi pie hacia atrás. El miedo debe haber alimentado mi fuerza;
saqué la puerta de su marco con unos pocos golpes.

Un espeso aire mohoso cargado con polvo y el olor amargo a amenaza


se metió en mi nariz, haciéndome estornudar. Mis ojos buscaron a través de la
oscuridad. Esto no era solo un lugar de culto, era una cripta mezclada con
sufrimiento y pedazos de los muertos.

Velas negras en vidrio claro se reunían en filas formando un círculo en el


centro de la habitación, mientras cráneos en diversos tamaños se alineaban en
las estanterías encerrando el perímetro. Era obvio que nadie había entrado en
este lugar en años, y aun así las llamas encendidas de las velas apenas habían
avanzado a través de las mechas. La magia residual de Griselda debe haber
estado alimentando las velas.

—¿C-cómo se ve ahí?

Creo que Emme había esperado ardillas muertas colgando de algunas


sogas. Demonios, yo también.

—Espeluznante, definitivamente espeluznante. Pero aparte de los cráneos


alineados en las estanterías y algunas velas, no está tan mal.

O no lo fue hasta que entré y también mis hermanas. El aire explotó en


secciones como un racimo de globos, liberando el aroma rancio de la muerte.
Muerte tortuosa y aterradora. Nos atragantamos, tratando de vencer la
repentina oleada de náuseas.
48
Página
Algo húmedo y pegajoso aterrizó en medio del círculo. Fijé mi mirada
directo al frente. Nada que oliera tan mal era digno de ver. Mi tigresa insistió en
lo contrario y me obligó a levantar la cabeza.

Mi cuerpo se tambaleó hacia atrás y mis rodillas amenazaron con ceder.

—Oh… Dios.

Mis hermanas levantaron la vista, amortiguando sus gritos. El terror me


mantuvo quieta y cerré mi boca.

Una mujer estaba extendida contra el techo, anclada en su lugar por


clavos de veintidós centímetros. Carne en descomposición se deslizaba a lo
largo de los ejes de metal, salpicando el hormigón debajo mientras nos
quedábamos paralizadas por la completa brutalidad. Picos de ferrocarril habían
sido conducidos a través de sus pechos, ojos y ombligo, y palabras estaban
talladas en su piel. NO VER grabado en su frente. NO REPRODUCIRSE tallado a
través de su vientre. NO CONSOLAR cortado por encima de sus pechos.

Ella había sufrido durante mucho tiempo y duramente. Y a pesar de los


picos cegándola y haciendo sangrar su cráneo, tenía un extraño parecido…

Conmigo.
49
Página
Seis
Traducido por Lyla

M
i aliento salió con un estremecimiento y mis ojos escocieron.
No eres tú, me dije. No eres tú. Repetí la frase una y otra vez.
Lástima que no me creyera.

—¿Hola? ¿Hola? ¿Están bien, chicas? —La temblorosa voz de Danny


resonó a través de la penumbra.

—No. ¡No! No estamos jodidamente bien. —El discurso de Taran se


mezclaba con arcadas—. ¡Hay una maldita mujer clavada en el maldito techo y
ella se ve jodidamente como Celia!

—Oh, Dios. Debe ser el altar.

—¡Eres un maldito genio, verdad, idiota!

Otro trozo de piel cayó. Lo suficientemente fuerte como para ser un pie.

Taran escupió en el hormigón.

—Maldito hijo de puta… voy a vomitar.

—Está bien… está bien… está bien… di-dime lo que está sucediendo.

Combatí el ardor de mi turbulento estómago.

—La mujer se cae a pedazos en… en… trozos.

Danny tosió asqueado como si no pudiera soportar la idea.

—Eso es simplemente… horrible. —Tosió un par de veces más y sonó


como si estuviera temblando—. Pero lo creas o no, es una buena señal.

Una porción más grande cayó. Shayna sujetó su hacha de guerra contra
ella como lo haría un niño con un oso de peluche.

—Oh… no lo creo, pequeñín.


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Página
—Puede que no me creas, pero la mujer no es real —dijo Danny
suavemente—. Es una culminación del sufrimiento que tu tía causó.

—Entonces, ¿por qué se ve como yo? —No podía evitar que mis manos
tiemblen.

—Creo que es porque eres la más fuerte, y la líder de tu familia. Si


hubiera una guerra, y el primero en sufrir fuera el general, los soldados entrarían
en pánico. La imagen de ti tiene la intención de provocar miedo y temor.

Incluso a través de la oscuridad, pude ver los suaves ojos verdes de


Emme aguarse.

—Bueno, funcionó —le dije.

Danny tragó fuerte, con lágrimas de intenso arrepentimiento en su voz.

—Lamento tanto haberte hecho esto, Celia, a todas ustedes. Créanme


cuando digo que mi investigación de la maldición fue con la única finalidad de
ayudarlas, no causarles angustia o dolor. —Suspiró—. Si no quieren hacer esto,
no lo hagan. Salgan ahora mismo. Ya se me ocurrirá algo más para ayudar a mi
padre.

Vi las velas arder. Griselda estaba muerta, y todavía se burlaba de


nosotras con su hechizo, manteniéndonos firmemente dentro de su alcance
mágico. Me fijé en mis hermanas entrecerrando mis ojos.

—Si no hacemos esto, Gris todavía nos tendrá y nunca seremos libres.

Shayna ajustó su agarre en su hacha de guerra.

—Ceel tiene razón. Todo esto comenzó totalmente como un malvado


rencor contra nosotras. Pero no tiene que permanecer de esa manera. Podemos
utilizarlo para nuestro beneficio y patearle el trasero definitivamente.

Esperamos a que Emme y Taran hablen. Por mucho que Shayna y yo


pensáramos que la destrucción era necesaria, no podíamos cargar hacia delante
sin ellas. Este era un problema familiar. Y cada miembro tenía que estar de
acuerdo.

Emme finalmente dio un paso adelante.

—La maldición de Griselda mató a mamá y papá. ¿Quién puede decir que
este vínculo con el tiempo no nos estrangulará si no lo rompemos? —Acarició
mi mano con la suya—. Ella tenía la intención de matarnos, ¿verdad?

—Sí —respondí.
51
Página
Frunció sus labios de color rosa suave.

—Bueno, quiero vivir. ¿Tú, no?

Emme nunca hablaba mucho. Pero cuando lo hacía, era típicamente


profunda. Taran arqueó una perfecta ceja en su dirección.

—Dinos qué tenemos que hacer, Danny —dijo—. Solo porque hemos
perdido a nuestra familia no significa que también debes perder la tuya.

Danny suspiró.

—¿Están seguras?

Las velas parpadearon como si se burlaran de nosotras. Hice crujir mis


nudillos.

—Sí. Estamos seguras.

—Bien. —Hojeó sus notas—. Dijiste que hay velas, ¿verdad?

—Sí —respondí.

—¿Negras o rojas?

—Negras.

Dejó escapar un suspiro.

—Destruye todas las velas, y rompes el vínculo.

Levanté la vela más cercana. El vidrio transparente rodeándola se sintió


extrañamente frío, pero no lo sostuve por mucho tiempo. Lo arrojé contra el
suelo antes de que Danny pudiera terminar. El dolor pasó por mi brazo derecho
a media que los cráneos giraban en mi dirección y colectivamente abrían sus
mandíbulas.

Un coro de gritos inquietantes retumbó desde todas las direcciones.

—¡Santa mierda! —gritó Taran, cayendo al suelo y llevándose a Shayna y


a Emme con ella. Sus cabezas girándose alrededor hacia cada uno de los
cráneos quejándose, sus caras palideciendo al blanco puro cuando los cráneos
gritaron más fuerte.

Los gritos disminuyeron lentamente. Permanecí pegada en el lugar,


goteando sangre de un corte a lo largo de mi brazo derecho y tratando de no
mojar mis pantalones. El “¡Santa mierda!” de Taran resumía el nivel de tremenda
mierda en el que estábamos.
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Página
—Uh, ¿esos fueron los cráneos a los que oí gritar? —preguntó Danny. Su
voz temblaba y él ni siquiera estaba en la maldita habitación.

—Síp. —Continuaba boquiabierta, esperando que ataquen.

—Eso es lamentable… y preocupante.

—Síp. —El terror capaz de hacerme mojar los pantalones al parecer me


hacía bastante elocuente.

—Lo bueno es que no pueden herirte, solamente vocalizan su


descontento. Sin embargo, aquí dice que el poder del hechizo probablemente
arañará tu carne.

Examiné mi brazo antes de mirar hacia atrás a mis hermanas.

—Danny, esto no es un rasguño. El corte que tengo después de romper


una sola vela es profundo.

—Jesús —dijo—. No me esperaba esto.

Al menos sesenta velas nos aguardaban. Otro trozo de la Celia-


descompuesta cayó.

—No. Pero Griselda lo preparó igualmente. Mira, obviamente esto va a


ser doloroso y sangriento. ¿Puedo encargarme de la mayoría del destrozo?

Mis hermanas se tensaron, esperando mientras Danny hojeaba más


páginas.

—Lo siento, cariño. No actúa así, ya que el hechizo las une a todas
ustedes. Aunque las velas no tienen que ser destruidas en partes iguales, el libro
afirma que deben tomar cada una un papel activo en la destrucción del altar. —
Lo oí moverse de un lado a otro—. Si hubieran sido las velas de color rojo, o
cualquier otro color, incluso si hubiera sido un altar más sencillo, no tendrían
que lidiar con nada de esto.

La suave luz parpadeante continuó burlándose de mí, derramando su feo


resplandor, recordándome a la persona que había tan cruelmente y
estratégicamente planeado nuestro sufrimiento, y la de nuestros padres. Si
Griselda estuviera viva, la habría matado sin vacilar y sin arrepentimiento.

—El hechizo protegiendo el altar es fuerte, Danny. Fácilmente podría


cortar una vena o una arteria.

—Entonces no lo hagas. Solo regresa.

Taran levantó su mano.


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Página
—Aguarda. Como sabemos, la curación de Emme es una mierda, sin
ánimo de ofender, pequeña. —Ignoró el sonrojo de Emme y continuó—: Pero si
hacemos esto, ella tendrá el control total de su curación, ¿verdad? Si es así,
entonces ella va a arreglarnos después de que explotemos esta mierda.

—En teoría, sí.

—Entonces a la mierda.

—Es muy doloroso —advertí.

Taran retrocedió la emoción que momentáneamente arrugó su perfecto


rostro.

—Creo que hemos estado tratando con suficiente dolor para soportar
esto, ¿no? —Se encogió de hombros—. Además, cualquier cosa que sentimos es
temporal. El hechizo es permanente y es el destino de su padre si nos
quedamos de pie aquí como perdedoras y no hacemos nada.

Shayna levantó su hacha de guerra de donde la había dejado caer y se


movió poco a poco a su manera hacia el lado opuesto del círculo, encogiéndose
cuando algunos dedos de pies cayeron como trozos de nieve húmeda del
techo. Se sacudió horrorizada y preparó el hacha de guerra para balancearla.

—Entonces, hagámoslo. ¿Qué diablos estamos esperando?

Las demás nos extendimos alrededor del círculo.

—A la cuenta de tres, ¿de acuerdo? Empujen más allá del dolor, sin
importar cuán malo sea; mientras más rápidas seamos, más rápido terminará. —
Me agaché y agarré dos velas a la vez.; también lo hizo Taran. Emme levitó
cuatro del suelo.

Shayna balanceó sus caderas como una bateadora lista para salvar el
juego.

—Uno. Dos. ¡Tres!

Griselda merecía arder en el infierno.

Cuanto más rompíamos, peor el dolor. Lo sentí como cuchillos dentados


apuñalando de un lado a otro por mis brazos, cortando mi piel en capas y
derramando mi sangre. Gruñí por el ardor y la sensación horrible de mi piel
siendo despellejada.

Y aun así, me negué a detenerme.


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Página
A pesar de la obvia angustia de mis hermanas, y de cómo los
escalofriantes chillidos de los cráneos retumbaban por encima de nosotras,
seguí adelante, parpadeando para alejar las lágrimas y el ruido
desorientándome.

Muy dentro de mí, mi tigresa rugía, animándome como si supiera que


solo mi lado humano podía salvarnos. Levantar y destruir. Levantar y destruir.
Las palabras se convirtieron en mi mantra hasta que un rayo estalló y el mundo
explotó en fuego.

No… no el mundo: Taran.


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Página
Siete
Traducido por âmenoire y Gemma.santolaria

T
orrentes de llamas azul y blanco se dispararon de las manos de
Taran, golpeando cada cráneo quejándose, silenciándolos a
medida que estallaban en mini-bombas de huesos fragmentado.
Se levantó de su posición de rodillas, con los ojos en blanco brillando por
completo, y jadeó con fuerza mientras la sangre goteaba por los cortes en sus
brazos. Me tambaleé hacia ella, pensando que estaba en shock hasta que las
comisuras de sus labios se curvaron en una sonrisa traviesa.

Solo un cráneo chillante escapó de su furia. Rebotó por el suelo,


haciendo clic y clac con su mandíbula al abrirse y cerrarse, transmitiendo
audiblemente su descontento en forma de aullidos molestos.

Shayna se aseguró que la cosa retorcida no saliera por la puerta.

Dividió la base de su hacha de guerra como plata derretida, convirtiendo


la pequeña sección en un pico mortal para el momento en que lo levantó por
encima de su cabeza. No la vi lanzarlo; el movimiento fue demasiado rápido
incluso para mi aguda visión. Solo lo vi perforar el hueso entre las cuencas de
los ojos del cráneo y fijarlo contra la pared, sofocando el último de los horribles
gritos.

Los sangrientos hombros de Shayna se sacudieron cuando la primera de


sus risas enloquecidas rompió la tensión.

—Je, je. Clavé un cráneo a una pared. Je, je. Tengo buena puntería. Tengo
unas malditas habilidades. Ja. Ahora mírame. Ja, ja, ja.

Taran les mostró sus dos dedos medios muy entusiastamente al montón
de cristales rotos del altar destruido.

—¡Qué tal nos vemos ahora, perra!

Le sonreí a mis hermanas, satisfecha y orgullosa de sus trucos, y


agradecida porque nuestras heridas no fueran tan graves como el horrible
tormento había sugerido. Parecía que habíamos caído en un acre de cactus con
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Página
un ejército de gatos rabiosos, pero afortunadamente ninguno de los cortes
parecía poner nuestra vida en peligro.

Mi sonrisa se desvaneció cuando vi la expresión estoica de Emme. Vidrio


crujía bajo sus zapatillas deportivas mientras se movía a través del altar
demolido en un estado de trance, lágrimas se derramaban por su mandíbula y
su cuerpo recubierto con su luz.

—¿Emme?

Ella no respondió y se colocó entre Taran y Shayna, inclinando la cabeza


a media que agarraba sus muñecas simultáneamente. Mis otras dos hermanas
se tensaron, esperando el inevitable dolor que acompañaba la curación de
Emme y obviamente confundidas por su abatido estado.

Las risas de Shayna disminuyeron a ahogados sollozos cuando el


resplandor amarillo pálido de Emme envolvió a las tres.

—Oh —jadeó.

Taran usó su mano libre para ponerla sobre su boca mientras la primera
de sus lágrimas comenzaba. Permanecieron unidas, las tres sacudiéndose
debido al flujo de emociones abarcando sus pequeños cuerpos. Debería
haberme dirigido a ellas. Mi tigresa debería haber gruñido. Pero algo me
advirtió que no me moviera, necesitaban el toque de Emme, y todo lo demás
que su poder les estaba otorgando. Así que observé inmóvil a medida que sus
cortes se sellaban, su sangre se secaba, y su suave llanto envolvía la habitación.

Emme no solo las estaba curando.

Estaba limpiando sus almas.

El ambiente cambió con la creciente extensión de la luminosidad de


Emme, luchando contra la oscuridad y el pecado velando la habitación. Las
bolsas de plástico se despegaron de las ventanas, cayendo casi sin hacer ruido
contra el suelo polvoriento.

Eché una mirada hacia el techo. La imagen de mí muerta se había ido.


Solo telarañas reclamaban las mugrientas vigas. Y a pesar de los vestigios de los
cráneos y los vidrios rotos de las velas, la cochera se convirtió en otra chochera.

No podía estar segura si el poder de Emme había purificado el aire y le


había devuelto la integridad, pero mis instintos me decían que lo había hecho.
Después de todo, a pesar de la oscuridad que había perseguido nuestras vidas,
Emme fielmente había mantenido nuestra luz.
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Soltó a mis hermanas, quienes siguieron llorando abiertamente a través
de sus sonrisas de gratitud. Taran secó sus mejillas sucias con el dorso de su
mano, sus ojos recuperando su hermoso tono azul.

—Jesús, Emme —dijo—. ¿Cómo demonios hiciste eso?

—No estoy segura. Solo supe que podía. —El enfoque de Emme
permaneció en mí cuando dejó a mis hermanas, con sus manos extendidas, y su
resplandor iluminando la oscuridad—. Es tu turno, Celia. ¿Estás lista?

Mi mandíbula se tensó.

—No. Estoy bien de la forma en que estoy.

La suave sonrisa de Emme vaciló.

—No lo estás. —Ella miró hacia Taran y Shayna—. Ninguna lo está, o lo


estábamos. Demasiado ha sucedido.

Di un paso fuera de su alcance e intenté suavizar mi expresión


endurecida.

—Estoy lo suficientemente bien.

—Amiga. —Shayna corrió alrededor de los espesos parches de vidrio


roto—. Está bien. No tengas miedo. Todavía serás tú. Lo prometo.

—No quiero.

Taran pisoteó fuerte a través de los cristales rotos, pateando pedazos


detrás de ella.

—No te sientes diferente, ¿cierto? ¿No sentiste esa carga que el resto de
nosotras sí?

Fruncí mis cejas.

—¿Qué carga?

—La sensación de libertad que acompañó el vínculo roto. —Maldijo—.


Celia, la única cosa impidiéndote abrazar tu poder completamente eres tú. ¡Por
el amor de Dios, deja que Emme te ayude a través de este último paso para que
podamos ayudar a Danny!

Di un paso atrás de nuevo.

—Mi visión es más aguda…

Taran alzó sus manos en el aire.


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—Me importa un maldito bledo. ¡Eso no es lo suficientemente bueno y
maldición, lo sabes jodidamente!

—Utilizaste “maldición” dos veces —señaló Shayna, solo para suspirar


ante la mirada de Taran—. Simplemente estoy diciendo que por lo general eres
más creativa con tu lenguaje, T.

Tendí la palma de mi mano cuando Taran se acercó de nuevo.

—Mira, tal vez esto es lo mejor para mí, ¿sabes? Tal vez soy tan poderosa
como puedo serlo.

Taran se cruzó de brazos y frunció el ceño, era su manera de decirme que


no había ningún modo en el infierno en que iba a ganar este debate.

—¿Si ese es el caso, no debería importar lo que Emme te haga, eh,


amiga?

—Bueno… no, pero, ¿y si tiene un mal efecto? Danny no dijo nada sobre
necesitar que Emme me sane.

Danny, quien no había dicho ni una palabra, eligió este momento para
hablar a través del iPhone de Emme.

—Estos viejos testamentos mágicos no siempre lo explican todo. Creo


que deberías intentarlo, cielo. Nada de lo que Emme haga debería doler,
especialmente ahora que el altar ha sido destruido.

—Por favor, no tengas miedo, Celia. —Emme retiró un poco de su poder


para parecer menos amenazante—. Nunca arriesgaría tu bienestar.

Me mantuve firme.

—Pero, ¿y si te hago daño? ¿Qué pasa si en vez de hacerme con el


control de mi bestia, tu toque es la llave que abre su jaula?

—No creo que lo sea, Celia. —La atención de Emme fue hacia nuestras
hermanas y de vuelta a mí—. De hecho, estoy segura de ello.

Me tambaleé de ida y vuelta, insegura. El miedo se apoderaba de mí


como una mordaza. No quería cambiar quién era. Un yo diferente podía
lastimar a mi familia.

—Por favor, Ceel —abogó Shayna—. Vamos a terminar lo que hemos


venido a hacer. ¡El tiempo se acaba, amiga!

Sus caras me imploraban que escuchara. Bueno, excepto Taran. Su


mirada estrecha me informaba que solo tenía que callarme y cerrar el trato.
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Ninguna de ellas entendía mi miedo. Así que verbalicé la inquietud que me
estaba reteniendo.

—Está bien. Pero si algo va mal, eviten que le haga daño a alguien, de
cualquier modo.

Mis hermanas se quedaron inmóviles. Sabían que les estaba pidiendo


que me mataran si perdía el control. No estaba exagerando. Sabía lo que mi
bestia era capaz de hacer. Simplemente esperaba que lo entendieran, y que
ellas acabaran con mi vida si era necesario.

Taran desenredó sus brazos. Mini-corrientes azules y blancas bailaron a


lo largo de sus dedos mientras ella se colocaba a mi izquierda. Shayna tomó mi
derecha a medida que ella convertía su hacha de guerra una vez más en un
bate. Genial. Su estrategia incluía ataques en mi cabeza. Ante el asentimiento de
Taran, Emme cerró la distancia y me alcanzó.

Mi respiración se detuvo de inmediato. Como las hojas muertas de un


roble golpeadas por una ráfaga de viento, mis sentimientos reprimidos más
profundos fueron arrancados. Al principio mis defensas lucharon, negando el
toque de Emme. Sin embargo Emme no vacilaría. Ella usó su poder para
presionar suavemente a través de mis barricadas emocionales hasta que llegó a
mi alma.

La primera de mis lágrimas se liberó ante el recuerdo del asesinato de


mis padres. Una vez más, vi los últimos latidos de sus corazones derramando su
sangre. El recuerdo era demasiado poderoso para que pudiera aplastar el llanto,
pero mientras se liberaba, también trajo una oleada de dolor.

Emme se estiró más y más, y me aferró con su magia. Quería ayudarme,


pero entonces, algo cambió.

Mi espalda se inclinó bruscamente, mi columna vertebral crujió como


algo sacado del sueño húmedo de un quiropráctico. Eso me ganó otro “Santa
mierda” de Taran. Emme gritó y retiró sus manos. A través de mi mente confusa
podía sentir su luz envolviéndome y haciéndome levitar del suelo. Mi tigresa se
lamió los labios con entusiasmo y se impulsó a través de mi esternón, cortando
nuestra conexión. Traté de inclinar mi cabeza para ver a dónde había ido. Ella
nunca antes me había dejado. A través de mi bruma, la vi haciendo cabriolas
alrededor de la habitación como un Bambi enloquecido.

Mis hermanas gritaron más fuerte. La histeria de Taran se hizo


especialmente vocal.
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—Ponla de nuevo dentro. Ponla de nuevo dentro, ahora. ¡Maldita sea,
Emme… regresa la tigresa dentro de ella!

—Yo-yo-yo no creo que pueda.

—OhDiosmío, OhDiosmío. Nos está mirando. —El pánico de Shayna


impulsó su voz varias octavas más altas—. ¿Por qué nos está…? ¡OhDiosmío, va
a comernos!

Sus voces se transformaron en susurros distantes mientras el más


doloroso de los recuerdos se arremolinó como un vendaval y exigió mi
atención. Mis sollozos se liberaron más fuerte, crudos al principio, y lo
suficientemente violentos para sacudir mi cuerpo. Pero con cada respiración
entrecortada, la peor parte de mis recuerdos me dejó.

El alivio se apoderó de mí con cada una de mis lágrimas. Decir que nunca
me haría daño el pasado sería una mentira. Sabía que los recuerdos siempre me
perseguirían. Pero no me había dado cuenta de la profundidad de mis heridas
emocionales hasta que el poder de Emme las redujo a cicatrices.

El tiempo se detuvo mientras mi cuerpo giraba en el aire como un pétalo


que cae de una rosa. Abrí mis pesados párpados después de lo que pareció una
eternidad para encontrar mis cortes curados y mi tigresa dorada sentada con su
espalda hacia mí. Su cola oscilaba de un lado a otro a medida que examinaba a
mis hermanas con divertido interés. Suave pelaje de rayas rubias y blancas
cubría cerca de ciento ochenta kilos de músculo magro. A pesar de que había
sentido su presencia agitarse dentro de mí durante años, nunca la había visto
hasta ese momento. Dios mío, era hermosa. Podría haberla mirado fijamente
durante horas.

Mis pobres hermanas, por el contrario, no fueron exactamente bien


acogidas por mi bestia. Se acurrucaban en la esquina, agarrándose entre sí.
Traté de no reírme. Tanto para detenerme a toda costa.

Mi tigresa miró por encima del hombro hacia mí mientras mis pies
tocaban el suelo y el brillo residual de Emme se desvanecía. La bestia inclinó su
cabeza como si estuviera comprobando si yo estaba lista para ella. Lo estaba.
Podría haber sido minutos o momentos desde que ella me había dejado, pero
fueron minutos y momentos demasiado largos. Sonreí, mis ojos llorosos. Por
primera vez desde que ella había nacido dentro de mí, la acepté. La quería y la
necesitaba conmigo.

—Aquí, gatito-gatito.
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Ella compartía los mismos ojos oliva que yo. Supongo que éramos más
parecidas de lo que jamás había dado crédito. Esa mirada familiar se amplió
cuando la llamé hacia mí. Ella estaba feliz de que yo la quisiera de vuelta. De un
salto grácil, se abalanzó con las patas delanteras extendidas y me abordó contra
el suelo.

Mis hermanas gritaron cuando golpeé hacia atrás. Me quedé sin aliento
por el golpe y por el alma de la tigresa fusionándose con la mía. Mi cuerpo
convulsionó violentamente, irritado por el impulso insondable de su poder. Una
energía roja a través de cada nervio, cada sinapsis de mi forma tendida y
aturdida, provocando que un rugido feroz rasgara a través de mi garganta.

Las ventanas y la puerta de la cochera temblaron, volviendo a mis


hermanas en pánico total.

—Mierda, mierda, mierda. ¡Emme, cúrala!

—¡No puedo tocarla, se están conociendo!

—¡Solo hazlo!

Emme agarró mis hombros mientras mi cuerpo se fundía en el suelo.

¡Oh, Dios mío!

No podía ver. No podía oír. No podía oler.

Traté de afligir mis brazos, pero ya no los poseía. Mi cuerpo se rompió en


mil millones de diminutas partículas. Como arena pasando a través de un
colador, lo que quedó de mí se deslizó a través del suelo fuertemente
compacto. Gracias al cielo, mi tigresa pasó a través de mi alarma y tomó el
control. Instintivamente detuvo nuestro descenso al suelo y nos tambaleó hacia
otro lado.

Justo cuando pensé que iba a morir de asfixia, rompí a través del suelo.
Escupí la suciedad que obstruía mi boca mientras mis manos limpiaban mis
ojos, tratando de quitar la arena para que así pudiera ver dónde demonios
estaba. Mi cuerpo permanecía enterrado en el suelo de cintura para abajo.
Había aparecido en el patio al lado de una fila de arbustos desaliñados, a unos
pasos de la vieja cochera.

Y no estaba sola.

La cara sucia y aturdida de Emme se encontró con la mía y su agarre


sobre mis hombros se apretó. Ella gritó, ¡santa mierda, gritó!, alertando a Taran
y a Shayna de nuestro paradero. Ellas corrieron hasta fuera, y se unieron a
Emme expresando su terror.
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—¡Paren! —grité por encima de sus chillidos—. ¡Me están haciendo doler
mis oídos! —Buen Señor. Mi ya súper sensible oído al menos había doblado su
agudeza.

Emme jadeó contra mí, barro rezumando de su boca y trozos de tierra


cayendo de su cabello.

—¿Q-qué fue eso?

Taran y Shayna no esperaron por una explicación. Taran tomó mis brazos
mientras Shayna tomaba a Emme. Trataron de jalar hacia arriba, solo para
golpear sus cabezas.

—Hijo de puta.

Mi tigresa me dio un empujón, dirigiéndome una vez más.

—Espera, creo que puedo sacarnos —dije—. Agárrate a mí, Emme.

Ella me agarró como si estuviera colgando de un acantilado. Yo contuve


la respiración, y me concentré en forzar mi cuerpo hacia arriba. Bueno, al
parecer me concentré con demasiada fuerza. Emme y yo nos abrimos paso
desde el suelo y caímos sobre la hierba con fuerza. Rodamos en direcciones
opuestas, ambas respirando con dificultad.

Shayna se cernió sobre nosotras.

—¿Ceel… acabas de viajar bajo tierra?

Aparté de un manotazo más suciedad de mis ojos.

—Creo que sí.

—¿Como un topo, Ceel?

Pensé en cómo cada parte de mí y de Emme se habían disuelto en


partículas diminutas.

—Um. No. No exactamente.

Emme volvió su cabeza hacia mí.

—Nos desmaterializamos como, como, harina.

Examiné mis manos, agradecida de que mis dedos parecieran estar en el


lugar correcto.

—Creo que es un buen modo de describirlo.


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Emme se levantó sobre sus piernas temblorosas con las palmas hacia
fuera, recelosa del suelo como si éste fuera a tragársela. Limpió la parte trasera
de sus pantalones cortos.

—Oh, no, creo que he perdido mi teléfono en nuestro… viaje. —Ella miró
a las malas hierbas de las que habíamos emergido. Aparte de estar aplastadas,
la sección seguía imperturbable—. ¿Qué más crees que puedes hacer?

Me empujé sobre mis codos. La suciedad se aferraba a cada centímetro


de mi cuerpo.

—No lo sé. Casi tengo miedo de descubrirlo.

—No jodas —murmuró Taran. Se miró sus manos donde mini-


relámpagos crepitaban de sus dedos—. Amigas, esto podría ser muy bueno o
muy, muy malo.

Está bien. Esto era nuevo. Me puse de pie, hipnotizada por todas sus
chispas, cuando la puerta del patio chirrió. Nieve se quedó allí, mirándonos en
silencio. Una lágrima cayó de sus ojos. Ella asintió una vez como si estuviera
satisfecha y luego corrió a toda marcha. Corrí tras ella.

—¡Nieve, espera!

Tan rápido como mi tigresa nos movía, apenas la pillé desapareciendo


alrededor de la manzana. Mis hermanas se detuvieron escalonadamente detrás
de mí.

—¿Cómo hizo…?

Mi mirada se estrechó.

—No lo sé, Shayna. Pero ella se dirigió hacia el barrio en el que la


encontramos. No podemos dejarla escapar.

La nuevo yo podía haberla atrapado, pero a pesar de que mis hermanas


poseían una potencia aumentada, de ningún modo mi tigresa y yo las
abandonaríamos. Así que corrimos tan rápido como el ritmo de mis hermanas
les permitió ir hasta que alcanzamos el complejo de apartamentos que
habíamos buscado más temprano.

Mi tigresa estaba segura que podíamos encontrarla por su aroma. Pero


no había ningún rastro que atrapar. Por primera vez, se me ocurrió que no había
atrapado ni un rastro del aroma de Nieve. La realización de eso me puso
nerviosa. Todo el mundo y cada cosa llevaba un aroma tan único como su
propio ser.
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Página
Excepto Nieve…

—No tiene aroma —dije en voz alta.

La cabeza de Taran se sacudió en mi dirección.

—¿Qué demonios significa eso? Pensé que habías dicho que cada ser
vivo tiene uno.

—Lo tienen.

Emme desaceleró hasta parar, respirando duramente por la carrera.

—¿Puede ser que ella esté ligada con Griselda?

Traté de sacar el polvo o la suciedad que revestía mis brazos.

—Si así fuera, no nos habría llevado al altar.

Taran me miró.

—A menos que pensara que nos mataría.

—No lo creo. Mi tigresa se enfada alrededor de la gente que percibe


como una amenaza. No lo hizo con Nieve. Ahora que pienso en ello, ni siquiera
reaccionó.

Shayna golpeó su bate contra su palma.

—A menos que no se diera cuenta que estaba allí. Si no podía olerla, tal
vez tampoco podía verla.

Mi bestia se agitó dentro de mí, irritada por las sospechas de mis


hermanas. La calmé de nuevo hasta el reposo, sorprendida por la facilidad y por
lo bien que respondía a mis intentos.

—Mira, no estoy segura de lo que está pasando. Pero tenemos que


descubrirlo, especialmente si Nieve puede de algún modo impedir que
ayudemos a Danny. Vamos, tenemos que darnos prisa.

Emme agarró mi muñeca antes de que pudiera subir la antigua escalera.

—Espera. Si no puedes olerla, ¿cómo sabrás qué camino tomar?

Mi cabeza se movió involuntariamente hacia arriba y me encontré


mirando los pisos superiores del viejo edificio maltratado.

—No lo sé. Pero algo me está atrayendo por este camino. Solo
esperemos que no tengamos que matarlo.
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Página
Subimos los tres tramos de escaleras y cortamos hacia la derecha, dentro
de un largo pasillo de puertas cerradas. Seguí adelante, pasando cada una de
estas hasta que alcancé la última puerta. Antes de llamar, supe que estábamos
en el lugar correcto. Podía sentir la presencia de Nieve, aunque no podía decir
exactamente cómo. Golpeé mis nudillos contra la puerta marrón astillada y me
aparté del umbral, por si acaso alguien respondía con una ráfaga de balas. Sí,
había visto mi parte de programas de crímenes.

—¿Quién está ahí? —preguntó una anciana en español con voz ronca.

Hice un gesto hacia Emme, sabiendo que su voz sonaría menos


amenazante.

—Discúlpeme, señora. ¿Nieve está en casa? —preguntó en el mismo


idioma.

Hubo una breve pausa.

—¿Conoces a mi nieta?

Emme nos miró antes de responder.

—Um, sí. De la, um, escuela.

La puerta se abrió y una mujer vestida toda de negro abrió la puerta. No


era alta ni mucho menos, pero yo era absolutamente mucho más alta que su
figura encorvada. Las cataratas embotaban sus ojos castaños. Era un milagro
que la pobre mujer pudiera ver en absoluto. Nos hizo un gesto de hacia delante.

—Bienvenidas, queridas. Estoy segura que a ella le gustaría la compañía.

Taran y yo compartimos una mirada antes de tomar el primer paso


adelante. Las cucarachas se escurrían a lo largo del piso de madera maltratada
cuando, poco a poco, cruzamos la pequeña alcoba. Una pequeña cocina se
encontraba abarrotada contra la pared en la izquierda, y lo que parecía ser un
pequeño dormitorio estaba justo delante.

Pero apenas me di cuenta de nada más allá de eso, estaba demasiado


aturdida para moverme cuando vi a Nieve.

Ella yacía semi-reclinada en una antigua cama de hospital de metal con


sus largas trenzas sobre sus hombros huesudos, vestida con la misma camisa de
color rosa teñido con la que la había visto hacía unos minutos. La cánula nasal
pegada contra sus mejillas hundidas silbaba con el oxígeno que trataba
inútilmente de aliviar sus cortas respiraciones dolorosas, y el líquido blanco y
espeso de una vía intravenosa goteaba en una vena en su brazo izquierdo.
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Página
Nieve no reconoció nuestra presencia. Por otra parte, ¿cómo podría?
Apenas estaba viva.

La anciana nos dio la espalda y arrastró sus pies a la cocina, ajena a


nuestras expresiones estupefactas. Se sirvió sopa en un tazón y luego regresó
con este y se sentó junto a Nieve. Con su mano libre colocó un paño de cocina
sobre el pecho de Nieve, del mejor modo que sus dedos artríticos e hinchados
pudieron hacerlo.

—No soy muy buena alimentándola —admitió ella, sus arrugas grabadas
con tristeza.

Emme se acercó, fijándose en el cuerpo descarnado de Nieve con los ojos


llenos de lágrimas inminentes.

—Lo-lo siento tanto. No nos dimos cuenta que estaba enferma. —Puso
su pequeña mano sobre la frente de Nieve y convocó la luz de su toque. La
abuela de Nieve levantó la vista, confundida por la fuente de la luz. Se puso de
pie y se dirigió a las ventanas, tirando de las cortinas para cerrarlas.

Emme retiró su toque cuando la mujer regresó a la cama. Ella sacudió su


cabeza hacia nosotras. Su poder no tenía efecto sobre el estado de Nieve. Esa
no era una gran sorpresa. Emme solo podía curar las heridas, no las
enfermedades. Y el repentino impulso de su poder no parecía haber cambiado
eso.

—¿Cuánto tiempo tiene Nieve? —preguntó a la vieja mujer.

Taran y Shayna se quedaron sin aliento, sorprendidas por la brusquedad


de Emme. Pero el entrenamiento de mi hermanita en cuidados paliativos le
indicaba que la muerte no estaba lejos de encontrar a Nieve. Su abuela no
respondió, pero su labio temblando fue respuesta suficiente. Así como las
lágrimas que revestían su mirada opaca.

No discutí o intenté ofrecer esperanza. Sabía que Emme tenía razón.


Aunque había fallado en atrapar el aroma de Nieve antes, ahora podía olerla. Su
aroma de hojas secas de otoño era inconfundible. Así era el aroma de la vida
dejando su cuerpo. Los pulmones de Nieve tomarían pronto su último aliento
agonizante. Y no había ni una maldita cosa que cualquiera de nosotras pudiera
hacer al respecto.

—¿Por qué? —Shayna agarró con fuerza su bate, tratando de no llorar—.


¿Por qué está así?

La abuela de Nieve vertió un poco de sopa de su cuchara en la boca de


Nieve. La mayor parte del caldo corrió por la mandíbula floja de Nieve y por su
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Página
cuello. La mujer limpió la piel de Nieve con la toalla, su crepitante voz ronca con
pesar.

—Porque cosas malas le suceden a las chicas buenas que se oponen a la


oscuridad.
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Ocho
Traducido por AnnaTheBrave y Rihano

D
imos a la abuela de Nieve hasta el último centavo en nuestros
bolsillos y en silencio susurramos nuestro agradecimiento a la
prima que habíamos encontrado demasiado tarde en la vida. No
volvimos a hablar hasta que volvimos a nuestros autos. Por mucho que nos
quisiéramos quedar, no podíamos ayudarla. Pero aun podíamos ayudar a
Danny.

Las personas reunidas cerca de nuestro sedán se dispersaron


rápidamente. La mujer sucia, manchada de sangre, supongo, tuvo efecto en
ellos.

Abrí la puerta trasera del auto y me apresuré a entrar.

—Shayna, envíale un mensaje a Danny y hazle saber que estamos en


camino.

Sacó el teléfono de su bolsillo y se puso el cinturón antes de enviar el


texto. Taran despegó hacia la carretera que llevaba a la Ruta 22.

—Está bien, todo esto no fue una locura ni nada así.

—No, en absoluto —murmuré.

Tara se detuvo en la luz.

—Lo que no entiendo es, ¿si Nieves estaba medio muerta, con quién
demonios estuvimos hablando?

Me encogí de hombros y me dejé caer en el asiento trasero, de pronto


insoportablemente cansada a pesar de la ansiedad corriendo a través de mi
torrente sanguíneo.

—Según lo que puedo imaginar, creo que era un fragmento de lo que


queda de ella.

Shayna se giró en el asiento del acompañante para mirarme.


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—¿Crees que podemos ayudarla? Es decir, ella nos ayudó y ni siquiera
era, como, totalmente real.

Emme jugaba con sus palmas.

—No creo que nada pueda ayudarla, Shayna. Por lo que puedo decir,
tiene al menos una semana. Me sorprende que haya soportado tanto tiempo.

Incliné la cabeza hacia atrás, tratando de ponerme cómoda. Mi malestar


por encontrar a Nieves en su estado y mi ansiedad por la lucha que todavía
enfrentábamos contra los vampiros la hacía imposible.

—Lucía muy delgada cuando la vimos. Pero nunca hubiese pensado que
su condición estaba relacionada a una enfermedad; o lo que sea que haya
causado su lenta muerte.

—Quién sea, quieres decir. —Taran me miró por espejo retrovisor—.


Sabes que Griselda o su maldita prole le hicieron esto. Nieves lo admitió cuando
hablamos con ella, también lo hizo su abuela.

—Creo que tienes razón. Si ella hubiese tenido más tiempo, habríamos
podido…

Mi voz se perdió al ver la miseria que lentamente se abrió paso por las
facciones de Emme.

—No tiene el tiempo que necesitaríamos, Celia.

Sí. Y tampoco lo tenía el señor Matagrano.

Todo estaba en silencio excepto por el zumbido de los neumáticos contra


la carretera y la balada de rock sonando con poco volumen en los parlantes.

—¿Sabes lo que pienso? —dijo Shayna después de un tiempo—. Creo


que Nieve estaba esperando que llegáramos. —Sonrió suavemente ante la
mirada interrogativa de Taran—. No es un pensamiento tan loco, T, si tenemos
en cuenta cómo llegó a nosotras.

Taran se centró en la carretera.

—Tal vez sí. Tal vez no. Pero como Emme ha dicho, no hay nada que
podamos hacer por ella ahora. Si Dios quiere, la pobre encontrará la paz pronto.
Mientras tanto, la maldita noche no ha terminado todavía.

—Seguro que no. —Apoyé la cabeza contra el cristal, tratando de


descubrir una manera de encontrar al padre de Danny. El hechizo de
localización no funcionaría sin sangre fresca del señor Matagrano.
70
Página
Y el pobre probablemente no tenía nada de sobra con Giovanna…

Mis ojos se cerraron sin permiso. No había esperado dormitar, y mucho


menos soñar. Pero lo hice.

Caminé a través de una neblina blanca mientras una suave brisa barría mi
cabello largo contra mis pechos y hombros desnudos. A pesar de mis músculos
tonificados y estómago, odiaba estar desnuda.

La desnudez representaba vulnerabilidad.

Y me negaba a ser vulnerable.

Pero allí, dondequiera que fuera, no era un lugar al que temer. El sentido
de paz y seguridad que fluía con cada suave caricia de la brisa calmó mis
miedos y me aseguró que estaba protegida. Pensé que estaba sola hasta que la
forma descomunal de un hombre alto dio paso a través de la espesa bruma.

Mis ojos se abrieron, pero no me ayudaron a ver. Este hombre no era


realmente un hombre, era más como una sombra, si las sombras pudiesen
manifestarse en una forma física. Se rió y habló con una voz profunda
entremezclada con gruñidos suaves y bruscos.

—Así que has encontrado una manera de dejarme entrar, pequeña


tigresa.

—¿Qué?

Me alejé a medida que avanzaba, pero mis acciones no lo disuadieron. Él


sonrió. O pensé que lo hizo. Mierda, ¿qué era exactamente lo que estaba
ocurriendo aquí?

—¿No me conoces, Celia? —preguntó.

—No.

No lo vi moverse, solo sentí un brazo fuerte rodear suavemente mi


cintura a medida que una gran mano pasaba a través de mi cabello y rozaba mi
cintura desnuda. Labios suaves se deslizaron sutilmente a lo largo de mi
mandíbula.

—¿Estás segura que no me conoces?

En mi realidad, lo habría empujado lejos, pero no sin antes quebrarle al


menos una de sus manos errantes. Pero cada caricia, cada susurro de su cálido
aliento, me calmaba y atraía. Mis párpados se agitaron.

—Oh, no… me acuerdo de ti…


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Página
Los latidos de su corazón golpeaban contra mis pechos,
tranquilizándome con cada latido rítmico. Esto era correcto… no, él lo era.

En algún lugar en lo profundo de mi mente, reconocí a este macho como


otro ser sobrenatural. Uno que no era una parte de mí, pero que no tenía
ningún deseo de abandonar. Tal vez era el comienzo de la fase REM8 del
sueño… un sueño en desarrollo o una fantasía de lo que realmente necesitaba
en un hombre. O tal vez, solo tal vez, él era real.

Sus labios pasaron sobre los míos.

—¿Me conoces ahora, Celia?

Músculos duros como piedras franquearon bajo mis palmas mientras mis
manos se deslizaban a lo largo de la piel sedosa de su ancho pecho.

—¿Hmm? —Me las arreglé para decir.

Él acarició mi cuello, riendo una vez más.

—Te pregunté si me conocías.

—No —gemí—. Pero realmente quiero hacerlo…

—Celia, ¡Celia!

Me desperté sobresaltada, enojada como el infierno al ver que mi sueño


había sido interrumpido.

—¿Qué?

Mis hermanas parpadearon hacia mí desde sus asientos. Emme dejó caer
su mano de mi hombro. Me tomó unos segundos darme cuenta que estábamos
estacionadas en nuestro camino de entrada.

—¿Estás bien, cariño? Estabas haciendo sonidos extraños y no te


despertabas.

¿Sonidos extraños? Oh, Dios. ¿Había sido así de vocal durante el mejor
momento imaginario de sexo en mi vida? Basada en las expresiones de
asombro de mis hermanas, lo había hecho.

—Um… solo estoy hambrienta. Ha pasado un tiempo desde que he, ya


sabes, comido.

Una malvada sonrisa apareció en el rostro de Taran.

8
REM: Movimiento rápido del ojo (Rapid Eye Movement). Es una de las cinco etapas del sueño,
caracterizada por rápidos y aleatorios movimientos de los ojos y parálisis muscular.
72
Página
—Eso no es lo que sonaba para mí.

Shayna ladeó la barbilla.

—Sí, y ¿por qué diablos estabas tocándote a ti misma de esa manera?

Aparté mis manos de mis pechos.

—Eh…

Taran rompió a reír cuando Danny se apresuró a salir de la casa,


prácticamente cayendo en su prisa por llegar a nosotras. Golpeó la ventana, a
pesar de que estábamos mirando directamente hacia él.

—Quennel llamó. ¡Encontró a mi padre!

Nos apresuramos a quitarnos nuestra ropa cubierta de sangre, y a


ponernos las viejas y desgastadas que podríamos arriesgarnos a que se
volvieran a ensangrentar. Para mi sorpresa, el toque recién descubierto de
Emme había curado incluso mis viejas cicatrices. Mi trasero estaba todo entero
una vez más. Hurra. Lástima que probablemente solo tendría más heridas por
las que esperar.

Shayna nos llevó en la camioneta de Danny. Ahora, por lo general no


permitíamos que Shayna llevara a nadie, en nada, a ningún lugar. El área tri-
estatal estaba llena de locos conductores furiosos de carretera listos para
aplastar a cualquiera que se les interponga o adelante.

Estos mismos conductores estaban aterrorizados de Shayna.

El caso en cuestión, es que ella pisó el acelerador casi todo el camino


hasta la costa de Jersey. “Los frenos son para los cobardes” era el lema tácito de
Shayna. Su idea de la desaceleración era la liberación del pedal del acelerador lo
justo para serpentear alrededor de cualquier auto por delante. Nadie pasaba a
Shayna, nunca. Y ningún policía podía darle una multa mientras la influencia de
Taran estaba cerca.

Dado que era pasada la medianoche y el día del trabajo era ahora cosa
del pasado, había pocos autos en la ruta para competir con el poderío de
Shayna. Ella se reía como la bruja de Looney Tunes persiguiendo a Bugs Bunny
sobre su escoba a medida que se disparaba a través de la noche. Ninguna curva
73
Página
era demasiado fuerte, ninguna velocidad demasiado alta. Shayna era una mujer
poseída por los fantasmas de los corredores del pasado de la Indy.

Malditos esos demonios malignos.

Agarré el reposa brazos y mantuve mis ojos fuertemente cerrados.

—¿Cuál es el plan, exactamente?

Danny gritó brevemente cuando Shayna dobló una curva cerrada a la


izquierda, luego, inmediatamente una a la derecha, entonces enderezó el
volante. Él había cometido el error de abrir los ojos cuando trató de responder.
Mala suerte. Le aseguré que ella nos diría cuando alcanzáramos Sandy Hook.

Su voz tembló.

—En realidad Quennel no me dijo. Simplemente dijo que llegáramos a la


parte de los pescadores de la playa. Y que mi padre estaba allí.

—Giovanna debe ser más loca o más tonta de lo que pensábamos —


murmuró Taran—. Eso no es muy lejos de donde la guardia costera de EE.UU.
tiene su base. ¿Por qué demonios se arriesgaría a llamar la atención nacional
hacia sí misma?

—Probablemente porque tiene un ejército de vampiros que pueden


influenciar la mente de cualquier persona que llegue. —Pensé más en ello—. Y
porque está más loca que un camión cargado de nueces de la India.

Danny trató de refrenar su respiración, cuando Shayna desvió la


camioneta con fuerza suficiente para golpear la cabeza de la pobre Emme en mi
hombro.

—Giovanna supuestamente tiene un lugar en Spring Lake —dijo él—.


Quennel encontró un informante, eh, dispuesto a divulgar su ubicación.

O no tan dispuesto.

—Si Quennel sabe que está en Spring Lake, él ya debe estar allí. ¿Por qué
no te ha enviado un mensaje para decirnos qué está pasando?

—No sé, Celia. Pero como ya nos admitió, está fuera por sí mismo, quiere
lograr su propio lugar entre los Maestros. Dudo que nos vaya a ayudar más de
lo que lo ha hecho.

Shayna cesó sus cacareos malvados solo el tiempo suficiente para hablar.

—No te preocupes, amigo. Estamos aquí.


74
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Metí a Emme contra mí, mientras patinábamos hasta frenarnos en seco.
Fue el único instante en que Shayna había usado los frenos, desde el momento
en que habíamos salido disparadas fuera de nuestro camino de entrada hasta
ahora. Mi tigresa rugió, alerta y lista para cargar. ¿Yo? No tanto. Me tambaleé
fuera de la camioneta hacia la ligera noche, mi cerebro y estómago continuaban
sacudiéndose de un lado a otro a pesar de mi posición firme.

Shayna saltó fuera del vehículo, haciendo girar su muñeca hasta que su
fiel bate se transformó en una espada letal. Necesitaría un arma cuando Taran
cayó de la camioneta sobre sus rodillas, arañando sus piernas sobre el asfalto.

—Hija de puta. ¿Quién fue el idiota que te consideró digna de una


licencia? ¡Hay algo jodidamente mal contigo!

Emme habría sanado las raspaduras empapadas en sangre a través de los


jeans de Taran, si no estuviera vomitando sobre una barandilla en el
estacionamiento abandonado. No estaba segura de por qué Shayna había
elegido esta ubicación para dejarnos, hasta que tomé nota de mi entorno. Santo
cielo, por pura estrategia o posiblemente estúpida suerte, esta área era la más
cercana a la estación de guardacostas. Y a toda la acción.

—Danny, ven aquí.

Él utilizó la puerta para ayudarse a salir y se apoyó contra el capó.

—¿Qué pasa, Celia? ¿Qué ves?

Me quedé abajo y me dirigí a la esquina más alejada mientras el mar


rugía como una bestia y las olas se estrellaban a lo largo de la golpeada orilla.
La única farola parpadeaba en el lado opuesto, lejos de donde Shayna nos había
hecho detener. Las nubes cubrían la mayor parte del resplandor del cuarto de
luna, ocultando la camioneta de Danny en la oscuridad.

—Mira hacia allá, cerca del muelle.

Una por una, las otras se me unieron.

—¿Cerca de la hoguera? —preguntó Danny. Él parpadeó varias veces y


ajustó sus gafas—. Celia, apenas puedo ver el muelle. Y si no fuera por la luz del
fuego, ni siquiera sería capaz de hacer eso.

Mi tigresa se lamió las patas dentro de mí, fingiendo indiferencia, pero yo


lo sabía bien. Ella me estaba dando una probada de nuestros nuevos sentidos
agudizados. De acuerdo, gatita, trata de no regodearte tanto.
75
Página
—Hay cerca de una veintena de vampiros. —Entrecerré los ojos—. Ah,
desnudos y bailando alrededor del fuego. Espera, no, están usando hojas de
higuera en torno a su, ya sabes, virilidad.

Taran se echó a reír, a pesar de sí misma.

—¿Dijiste “virilidad”? ¿Qué demonios, Celia? No puedes solo decir pe…

—¡Taran! —La amonestó Emme. Ella rodeó a Taran con su luz curativa.
Más para distraer que para sanar, imaginé.

Me incliné hacia delante, mi tigresa gruñendo, cuando los hombres


dejaron de bailar. Una mujer vestida con una bata diáfana apareció; su cabello
rubio platino estaba tejido con múltiples trenzas y estaba llevando a un hombre
corpulento en calzoncillos con una correa. El hombre cayó de rodillas, luego
cayó de cara contra la arena, inmóvil.

—Oh, Dios, Danny. Ese es tu padre.


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Página
Nueve
Traducido por Jenn Cassie Grey

D
anny pasó su pierna sobre la barandilla. Tomé su brazo y lo
eché hacia atrás.

—Espera. No podemos entrar así.

—¿Él está bien? ¿Se veía bien?

Sostuve su brazo fuertemente.

—Solo colapsó en la arena.

Danny se quedó perfectamente quieto.

—¿Está…?

Me asomé, pero no pude obligarme a decirle lo que vi. La mujer,


Giovanna, creo, estaba montando a horcajadas al señor Matagrano, moviéndose
de arriba abajo en su trasero mientras sostenía el lazo fuertemente. Ella alzó su
cabeza de la arena, pero la perra estúpida no sabía o le importaba lo suficiente
que estuviera estrangulándolo.

Otro vampiro se inclinó para hablar con ella. No le gustó lo que él le dijo.
Soltó al señor Matagrano y golpeó al vampiro en la cara. La fuerza del golpe
hizo que la sanguijuela caiga, con sangre goteando de su boca.

Dos vampiros más se acercaron a ella lentamente con sus palmas hacia
arriba a medida que ella una vez más tomaba la correa. Se rio por algo que el
vampiro más alto con cabello rojo dijo y le permitió alzarla del padre de Danny.
El otro vampiro pateó al padre de Danny con su pie. Creo que escuché un
gemido pero no podía estar segura. Cuando el vampiro alzó el cuerpo sin vida
del señor Matagrano sobre su hombro, sabía que teníamos que movernos.

—Celia, ¿qué está pasando?

Danny era brillante. Necesitaba su mente, y no podía permitir que el


pánico nublara su juicio. Pero no podía censurar lo que había ocurrido.
77
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—Mira, no sé dónde está Quennel o si va a venir. No ha regresado tus
llamadas o respondido tus mensajes desde que te dijo por primera vez donde
encontrar a tu papá.

Los músculos en los hombros de Danny se tensaron.

—¿Crees que nos engañó?

—No lo sé, Danny. Lo que sí sé es que tu papá apenas está respirando.


Tenemos que movernos.

Salté del lugar elevado y aterricé sobre un gran montón de arena,


perfectamente posicionada y lista para recorrer el rastro a lo largo de la playa.

Hasta que mis hermanas y Danny aterrizaron con un salto encima de mí y


me comí media taza de arena.

Rodaron fuera de mí, gimiendo mientras yo tosía toda la asquerosa cosa.


Me quité el exceso con mis uñas a medida que babeaba como una idiota.

—Ups. Lo siento, Celia —murmuró Emme.

—¿Qué diablos fue eso?

Todo el mundo miró a sus pies. Emme cubrió su cara.

—Pensé que podía alzarlos a todos con mi fuerza. Pero creo que mi
puntería es tan mala como siempre.

Me puse de pie y bajé mis manos alejándolas de mi cara.

—Mira, este no es momento de probar nuestros poderes entre nosotros,


sino tiempo de golpear y golpear duro. Shayna, tú apuñala, rebana o decapita
todo lo que se ponga en tu camino. Taran, tú quema o electrocuta cosas hasta
sus cimientos, no me importa cómo. Emme aleja a todos lejos del camino de
Danny para que así él pueda llegar hasta su padre. —Puse mis ojos sobre
Danny—. Llévalo a la camioneta, si no tienes un camino despejado hacia
nosotras, ve hacia el puesto de la guardia costera. Suena la corneta, golpea la
cerca, haz mucho ruido. ¿Me escuchaste? Hay veinte vampiros. No podemos
contra ellos solas.

Taran me dio una mirada dura.

—¿Qué es lo que vas a hacer, Celia?

Me quité mi camiseta y shorts.

—¿Yo? Considérenme su primera línea de una fuerte ofensiva… mierda,


Danny, ¡podrías girarte!
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Él se dio la vuelta a un lado.

—Lo siento, dulzura.

Mi sostén y bragas golpearon la arena así como ciento ochenta kilos de


un furioso felino.

Los vampiros probablemente se habían preparado para un gran combate.

Pero estaba apostando que ellos no se habían preparado para mí.

El deslizante sonido de arena siendo pateada por mis patas era el único
sonido que hice mientras corría por la playa, sin embargo esa ligera alteración
quedaba enmudecida por el aumento de la agitación del mar. Mi mirada se
posó en el cuello de Giovanna, y mis colmillos se aferraron al pensamiento de
enterrarlos en su carne. No tenía miedo de liberar a mi tigresa esta noche. Ella
necesitaba estar aquí.

Mis patas se enterraron más profundamente en la arena, impulsándonos


más rápido hacia mi objetivo. Sabía que los esbirros de Giovanna tratarían de
protegerla. Tal como sabía que ellos tratarían de matarme. Pero todo lo que
necesitaba hacer era comprarle a mi familia tiempo para apresurarse y darle a
Danny la oportunidad de salvar a su padre.

Giovanna no miró en mi dirección. Estaba demasiado ocupada


retorciéndose en alguna clase de baile extraño. Su bata de noche rosada
revoloteaba alrededor de ella mientras dejaba de girar para alzar su pecho hacia
la menguante luna. Casi me sentí mal por lo duro que la derribé.

Bueno. No realmente.

Mi peso la golpeó lo suficientemente fuerte para hacer un pozo profundo


en la arena. Nos detuvimos varios metros más lejos, su sorprendida cara
mirándome antes de que un furioso siseo hiciera que su familia cargue. Algo
pesado cayó sobre mí antes de que mi tigresa nos desmaterializara a los tres
por la arena. Caí más allá por la playa sola. Giovanna y el vampiro que me había
tacleado no se había aferrado a mí como Emme hizo. Los dejé a ambos
enterrados en la arena.

Un par de pies desnudos giraron por la superficie. Los tobillos llenos de


vello me dijeron que no le pertenecían a Giovanna. Eso significaba que la novia
estaba en algún lugar de camino hacia abajo. Un vampiro se arrastró sobre sus
inútiles pies a medida que sus amigos formaban un círculo rodeando el área.
Me escondí detrás de unas rocas, mirándolos y esperando que actúen. Los
vampiros rascaron sus cabezas, confundidos por el paradero de su Ama. Un
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Página
rubio maldijo. Lo reconocí como el vampiro James Dean que casi había
castrado.

Mi familia y Danny se aproximaron hacia nosotros. Aunque les había


dado tiempo, todavía no estaban en ningún lugar cercano a mí. Bajé mi cabeza,
viendo su triste falta de atletismo en acción. Se tambalearon hasta detenerse,
pausando para tomar aliento, entonces continuaron hacia delante en un
patético y extraño trote. Lo que apestaba era que el roce de sus pantalones era
lo suficientemente fuerte para atraer a los vampiros, quienes se giraron y
corrieron hacia ellos con sus colmillos y mortales uñas fueras.

Salté sobre el vampiro más cercano a mí y lo arrastré lejos sosteniéndolo


de su garganta. Cada apretón de mis mandíbulas traía otro de sus ahogados
gritos. Gruñí, sacudiéndolo fuerte para alejar la atención de mi familia. James
Dean y los vampiros se congelaron. Sea por mi aroma o instinto, James me
reconoció inmediatamente. Su mirada furiosa prometía dolor.

—Dispérsense y derríbenlos, ¡ahora! —le dijo a los otros.

La columna del vampiro se rompió entre mis dientes antes de que este
explotara en una pila de ceniza. Dos vampiros me derribaron y otro se lanzó al
aire, solo para encenderse en llamas cuando una bola azul y blanca brillante lo
golpeó en la espalda.

¡Taran!

Los vampiros sobre mí me cortaron con sus uñas, dispuestos a matarme


rápido. Arañaron mi piel mientras yo arremetía con mi frente y garras expuestas.
Mis oponentes eran fuertes y sabían cómo pelear. No podía alejarlos. Solo
podía arañar su carne y clavar mis colmillos, moviéndome rápido y tratando de
proteger mi corazón.

Uno acababa de agarrar mi garganta cuando su peso, y el de su


compañero, abruptamente me dejaron. Emme había llegado y esta vez su
pésima puntería jugó a su favor. Los cráneos de los vampiros chocaron contra el
pilar de rocas.

Excepto que no murieron.

Se levantaron, sacudiendo y alzando sus brazos a medida que buscaban


sus cabezas decapitadas. Con las manos en alto y el peor grito de batalla del
mundo, apareció Shayna, enterrando su espada a través de sus corazones.

El sudor corría por su rostro.


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—Lamento que nos haya tomado mucho llegar, Ceel —jadeó—. Correr
en la arena es difícil.

Lamí su mano, solamente agradecida que haya llegado a tiempo…

La tierra tembló.

Fue mi única advertencia antes de que Giovanna saliera de la arena,


arrastrándose. Taran lanzó una gran bola de fuego azul y blanca, la cual
Giovanna regresó como una pelota. Golpeó a Taran en el pecho, derribándola
hacia atrás y envolviéndola con su propio fuego.

Shayna y yo atacamos, matando dos vampiros antes de que los gritos de


Emme detuvieran nuestro ataque.

Un vampiro estaba arrastrando a Danny con una llave en su cabeza. Su


padre yacía en la arena. Apenas había avanzado unos metros en la arena. James
Dean giró la muñeca de Emme detrás de su espalda con una mano mientras
que con la otra aferraba su garganta. Otro vampiro sostuvo a Taran. Había
reabsorbido su fuego, pero sus pies tambaleantes me indicaban que de ninguna
forma estaba lista para superarlo.

—Arroja tu arma —le dijo James Dean a Shayna, haciendo que Emme
grite por el fuerte agarre en su muñeca.

Shayna hizo lo que pidió, el resto de los vampiros saltaron hacia nosotras
entonces. No sé cuántos me sostuvieron, pero al menos uno agarraba mi peluda
cara hacia arriba de modo que Giovanna pudiera patearme.

Estrellas explotaron en mi visión con cada una de sus patadas.

—Trataron de llevarse a mi mascota —gruñó. Y pateó de nuevo—.


Trataron de llevarse a mi bebé.

No podía concentrarme lo suficiente para desplazarme en la arena, y los


golpes vertiginosos apenas me permitían mantener mi forma de bestia. Mi
tigresa me urgía para que me levante. Pero incluso el impulso de su poder no
podía ayudarme. Giovanna chilló miserablemente, acusándonos de arruinar su
fiesta.

—No estábamos casando —dijo, señalando salvajemente al padre de


Danny.

Para hacerla sentir mejor, o hacernos sentir peor, ella se desnudó y


reanudó su extraña danza mientras los vampiros cantaban cada canción de cuna
que yo conocía.
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Nunca jamás “Itsi Bitsy Araña” iba a tener el mismo significado para mí.

Cada movimiento de sus brazos, cada salto en el aire, me hizo pensar que
Giovanna se estaba internando en Villa Locura. Demonios, debería haber sido el
alcalde la villa. Algunos de los vampiros se veían los unos a los otros
confundidos. Sabían que su Ama estaba loca, pero todos le temían. La mayoría
le animaba, supongo que para tenerla a su favor.

—Baile, mi señora. ¡Baile! ¡Oh, sí! —animó James Dean.

Lambiscón.

Me retorcí, tratando de ganar la suficiente ventaja para desplazarme


sobre la tierra. Eso me hizo ganar varios resoplidos a mi espalda de los vampiros
que estaban sosteniéndome, sacando el poco aire que retenía en mis pulmones
con audibles siseos. Mi mandíbula chasqueó cuando se estrelló contra la arena.
Mierda, estábamos jodidos.

Los vampiros le aplaudieron cuando ella dio su reverencia final. Ella


sonrió deleitada, y se aproximó hacia mí.

—Quieres a tu familia, ¿cierto, tigre?

Mi cuerpo entero se tensó y gruñí.

Su sonrisa se ensanchó.

—Ahóguenlos. Y hagan que ella vea.

Mis hermanas patearon salvajemente. Danny golpeaba contra los brazos


de los vampiros. Enderecé mi cuerpo tenso, tratando de moverme lo suficiente
para respirar. El vampiro sosteniendo a Taran ardió en llamas a medida que ella
se rodeaba a sí misma con fuego. Giovanna rio y la derribó. La sostuvo con su
cara contra el agua, riendo mientras las olas chocaban contra ellas.

James Dean me guiñó un ojo cuando arrastró a Emme hacia el océano.

—Nuestra Ama es inmune al fuego —dijo.

Me retorcí y peleé, sin poder respirar. Otra ola, esta vez más grande,
golpeó, tapando a todos. Los vampiros salieron nuevamente, mirando alrededor
frenéticamente, sus brazos vacíos sin Danny y mis hermanas. Giovanna chilló y
se lanzó a la playa, seguida de cerca por James Dean.

Ella tomó al padre de Danny consigo y corrió al muelle. No sabía lo que


estaba pasando hasta que mis hermanas y Danny salieron del agua con Quennel
y sus vampiros.
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Página
Página
83
Diez
Traducido por Dee y âmenoire

L
os vampiros perdieron su agarre ante la aparición de Quennel solo
lo suficiente para que yo reuniera suficiente aire para desplazarme
bajo el suelo. Esta vez los jalé conmigo. El viaje debajo de la arena
los desorientó. Salí a la superficie y metí mis garras a través del pecho de dos y
decapité a un tercero.

Mis pálidas hermanas vomitaban el agua del mar cerca de la pila de


rocas. Quennel bajó a Danny junto a Emme e hizo un gesto hacia mí.

—Ven, Celia. No debemos permitir que Giovanna escape.

Los vampiros de Quennel formaron un arco protector en torno a mi


familia y amigos. Shayna se arrastró por la arena para recuperar su espada,
mientras el poder aumentando dentro de Emme y Taran se disparó a través de
mi pelaje. Se estaban recuperando. Y estaban furiosas. Atacarían pronto. Y los
vampiros de Quennel se asegurarían que no estuvieran solas.

Eché a correr tras Quennel. Mis hermanas se encargarían de la seguridad


de Danny, y yo necesitaba ver de la de su padre. Asumí que Quennel tenía un
bote esperando en el extremo del muelle para correr tras el de Giovanna. Su
lancha aceleraba a lo largo de las olas hacia un gran yate en la distancia. La vi
alzar brevemente el cuerpo sin vida del señor Matagrano por encima de su
hombro antes de subir las cuerdas como una viuda negra.

—¿Puedes nadar? —preguntó Quennel. Mis ojos ampliándose


respondieron por mí—. ¿No? Entonces, te ayudaré.

Quennel me arrastró del muelle de madera cuando intenté montar a


horcajadas sobre uno de los postes y nos lanzó en el congelado océano. Sacudí
mis patas patéticamente, y jadeé por aire cuando me abrí camino entre las
implacables olas. Los tigres podían nadar, pero no ronronear. Ronroneé y fue
jodidamente bueno que no me ahogué. Solo unos de los muchos rasgos que
me hacían rara.
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Página
Quennel se aseguró que no me hunda. Me agarró por debajo de mi pata
delantera y se lanzó a través del agua, sin tomar aliento en ningún momento,
sino levantándome lo suficiente para que pudiera tomar suficiente por los dos.
Mi corazón latía con fuerza, sobre todo por el terror. No tenía miedo de luchar
contra los vampiros, pero tenía miedo de ser dejada atrás para ahogarme.

Las olas azotaban contra mi pecho mientras levantaba mi nariz en alto.


Quennel continuó hacia delante, moviéndose como un tiburón contra la furiosa
corriente. A pesar de la distancia, él no respiró hasta que llegamos al yate,
jadeando cuando agarró el peldaño más bajo de la escalera de cuerda.

—Vamos, sube.

Atrapé el siguiente peldaño con mis manos humanas cuando me empujó


hacia arriba. De ninguna manera podía subir este artilugio como una bestia. Por
supuesto nuestra llegada había hecho demasiado ruido. James Dean apareció
con un arpón y lo disparó en mi dirección. Él falló cuando giré bruscamente
hacia un lado, pero me las arreglé para golpear a Quennel en el hombro. Tiré de
la cuerda cuando James trató de jalarlo, forzándolo a bajar hacia mí.

Golpeó con fuerza mi cara, pero su sonrisa de satisfacción se convirtió en


una de horror cuando mis garras rajaron a través de su esternón. Él se encontró
con mis ojos brevemente y explotó en cenizas. Ascendí tan rápido como pude,
con Quennel a mis talones. Trepamos a la cubierta cuando aparecieron otros
tres vampiros. Quennel tiró el arpón de su hombro y lo usó para atacar.

—Ve, encuentra al padre de tu amigo.

Cambié de nuevo en una tigresa y salí disparada alrededor del yate hasta
que capté el aroma del señor Matagrano… y Giovanna. Ella lo tenía a solas.
Había visto lo que había hecho con él en presencia de los demás. ¿Qué estaba
haciendo con él ahora?

Me arrastré por las escaleras a una cabina grande. Allí, sobre una cama,
Giovanna montaba a horcajadas al padre de Danny mientras lo golpeaba en la
cara.

—¡Dime que soy hermosa! —exigió ella—. ¡Dime que me amas!

Mis patas traseras me catapultaron a través de la cabina y a su costado,


alejando de golpe a la perra loca de él. Ella me dio una patada, enviándome
disparada a la pared opuesta. Rodé al suelo y en cuatro patas cuando Quennel
apareció, cubierto de ceniza. Pensé que la golpearía con algún comentario
inteligente o un insulto antes de atacar. En lugar de ello, cargó directamente
contra ella sin decir una palabra. Él quería que muriera.
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Fueron golpe por golpe. La edad y el poder de Giovanna alimentando su
letalidad. Y aunque la fuerza y velocidad de Quennel lo convertían en un
contrincante digno, no era suficiente. Necesitaba una tigresa de su lado.

Hundí mis colmillos en el tobillo de la loca, rompiendo los huesos


mientras sus uñas atravesaban el cuello de Quennel. Los tres rodamos,
precipitándonos sobre cada pieza del mobiliario en la habitación. Quennel y yo
luchamos duro, pero Giovanna seguía venciéndonos como si fuéramos simples
seres humanos. A pesar de nuestra fuerza combinada necesitábamos más
ayuda.

La ayuda llegó en forma de un loco cabello rizado con extremidades


delgadas.

Danny gritó a medida que conducía un cuchillo en el corazón de


Giovanna. Sus ojos se abrieron más y se detuvo, dándole a Quennel tiempo para
rasgar su cabeza en un tirón brutal. Con su puño, él golpeó el cuchillo de Danny
aún más profundo en su corazón hasta que todo lo que quedó de Giovanna fue
una montaña de cenizas.

Mi cuerpo se derrumbó y cambié de forma una vez más. Mi ser humano


se arrastró por el suelo y sobre la cama donde yacía Danny con su padre.

—Papá. Papá, ¿puedes oírme?

Su padre se quejó, pero no podía hablar.

—Tenemos que llevarlo a Emme —jadeé.

Vítores manaron en la puerta. Salté cuando dos vampiros entraron a toda


prisa. Uno abrazando a Quennel, encontrando sus labios con fuerza.

—Lo hiciste, mi amor —dijo él.

Él y el otro vampiro llevaron a Quennel a la puerta, permitiendo que mis


hermanas pasen antes de salir. El alivio inundó sus cuerpos húmedos y
temblorosos cuando me vieron, pero Taran maldijo cuando vio al padre de
Danny en su estado debilitado.

—Vámonos. Emme lo puede curar cuando estemos a salvo.

Recogí la manta arrugada al pie de la cama y la envolví a mi alrededor,


luego ayudé a Danny a levantar su padre.

Quennel sonrió cuando salimos.

—Perdona nuestra llegada tardía. Parece que Giovanna utilizó a su


guardia costera y al resto de sus vampiros para mantenernos ocupados en su
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casa. —Su sonrisa se suavizó cuando contempló a Danny y su padre—. Es
bueno que ambos logramos lo que queríamos, ¿no?

Danny parecía a punto de llorar, pero aun así consiguió hablar.

—Sí. Gracias. —Su voz se quebró cuando me reconoció y a mis


hermanas—. Gracias por ayudarme.

Traté de mantener todas mis partes femeninas cubiertas mientras le dada


un suave apretón a su mano.

—De nada, Danny.

Taran dio un paso adelante.

—Mira, esto ha sido todo mierdas y risitas, pero en realidad solo


queremos ir a casa. —Ella volvió a mirarnos—. Tenemos una nueva vida que
empezar.

Quennel hizo un gesto hacia el rubio a su lado. El rubio sonrió,


mostrando un poco de sus colmillos.

—Las llevaré de vuelta a su vehículo.

Intercambié una mirada con mis hermanas, sin saber si confiar en


cualquiera de los vampiros. Claro, Quennel había ayudado, pero tenía algo en
juego por sí mismo.

Shayna se inclinó para susurrarme al oído.

—Rubio nos trajo contigo, Ceel. Si los vampiros quisieran matarnos, ya lo


habrían intentado.

Tenía un punto. Asentí en su dirección.

—Um, está bien. Gracias.

—Jerry —dijo el rubio.

—Gracias, Jerry —repetí.

Los vampiros se detuvieron y miraron por encima del agua. Un lejano


rugido señaló otro potente yate acercándose. Me tensé, preocupada de que
más de la familia de Giovanna nos hubiera encontrado. En contraste, los
vampiros relajaron sus hombros. Los bordes de la boca del amante de Quennel
se curvaron en una sonrisa a medida que colocaba su mano sobre su corazón.

—El Maestro ya viene, Quennel. ¿Lo sientes, querido?

Quennel levantó la mano de su compañero y le besó los nudillos.


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—Sí, Eloy. Estará contento, ¿no?

—De hecho lo estará —dijo Eloy.

—Claro que sí —intervino Jerry—. Lo hiciste, Quennel. ¡Ganaste tu rango


entre los Maestros!

Emme se inclinó hacia mí.

—¿Qué está pasando, Celia?

—Su Amo se acerca.

La cabeza de Shayna voló en dirección del bote aproximándose. Ahora


estaba lo suficientemente cerca para que también pudieran oírlo. Ella rompió el
clip de metal de su cabello y lo convirtió en una daga. Quennel negó con la
cabeza.

—Eso no será necesario, mis amigas. Mi Maestro, Angelo Cusamano, no


les hará daño, lo juro.

Se dirigió hacia el extremo opuesto de la embarcación y cayó de rodillas


en una profunda reverencia. Sus amigos hicieron lo mismo, pero se mantuvieron
a nuestro lado. En cuestión de segundos, tres vampiros saltaron al barco. El que
estaba en el centro llevaba una camisa de seda azul y un traje gris carbón que
abrazaba un culo en que podría haber picado verduras.

—Maestro —dijo Quennel—. Me agrada verte.

Angelo sonrió y acarició el largo cabello de Quennel.

A continuación, arrancó la cabeza de Quennel de sus hombros con un


solo tirón despiadado.

Todo ocurrió a la vez. Empujé a Danny y a mis hermanas hacia atrás


mientras los vampiros a ambos lados de Quennel sostenían su cuerpo
descompuesto para que su Amo pudiera excavar a través de su cuello y arrancar
su corazón.

Mi corazón latió dolorosamente contra mi esternón y apretó mi garganta


fuertemente. Ese bastardo. Nunca había planeado darle a Quennel su propio
dominio. Lo había enviado para matar a Giovanna de modo que luego pudiera
robarle su poder.

Jerry jaló hacia atrás al amante de Quennel, colocando una mano firme
sobre su boca.
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—No, Eloy. —El rubio susurró bajo y frenéticamente al oído de Eloy. No
pude escuchar lo que dijo, pero sea lo que sea mantuvo a Eloy en su lugar,
aunque lo que quedaba de su amor estalló en cenizas ante sus ojos.

Eloy contuvo un sollozo y trató de recomponerse. Angelo lo ignoró al


limpiarse sus manos sucias en sus pantalones. Pasó por encima de las cenizas
de Quennel y se acercó a nosotros, como si no acabara de asesinar a uno de los
miembros de su familia.

Mis garras picaban por sobresalir y rasguñar. Angelo sonrió con


confianza. Después de todo, acababa de absorber el poder de dos Maestros
Vampiros, ¿por qué debería temernos?

—Ah, y ¿a quién tenemos aquí?

Jerry y Eloy dieron un paso adelante, manteniendo sus miradas bajas.


Jerry, aunque temblando, fue quien habló.

—Estas mujeres y los hombres son aliados de Quennel, Maestro.


Ayudaron a derrotar a Giovanna, lo que a su vez permitió que heredara su
poder.

Angelo dio otro paso hacia adelante.

—Pero ya no las necesito más, ¿cierto?

Mis hermanas se extendieron hacia fuera, listas para luchar, cuando seis
vampiros más saltaron a la cubierta. Jerry se puso delante de nosotros con sus
manos extendidas.

—Le ruego no hacerles daño, Maestro, ¡su líder es una tigresa!

La cabeza de Angelo se movió rápidamente en dirección de Jerry.

—¿Una were?

Fue el turno de Eloy para hablar.

—Se transforma en una tigresa, Maestro. Temo por su seguridad si los


weres saben que le hizo daño.

Estaban dando a entender que era una were, sin realmente llamarme
como tal. Inteligente, considerando que su Maestro y cada vampiro presente
sería capaz de oler a través de sus mentiras.

Dejé caer la manta a mis pies y cambié mi forma, entonces merodeé a su


alrededor, lamiendo mis colmillos como si no pudiera esperar a mi siguiente
bocado. Los vampiros probablemente olieron la extensión de mi agitación con
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cada respiración que tomaba. Pero no me importó. Mi objetivo era dar la
impresión que pertenecía a los weres, a pesar de que no era nada parecida a
ellos, y segura como el infierno que no eran nada como yo.

La atención de Angelo me dejó para centrarse en mis hermanas.

—¿Y las otras?

—No sé lo que son, Maestro —dijo Eloy en voz baja—. Pero son su
familia. Los recuerdos de los humanos pueden ser fácilmente alterados, así que
no tema por nuestro descubrimiento.

La duda sombreó los rasgos afilados de Angelo. No le creía


completamente a Jerry o al mismo Eloy, pero no podía descartar a la tigresa
dorada acechando alrededor de ellos.

—Quítenlos de mi vista —espetó.

Emme se estiró por mi manta prestada mientras Jerry y Eloy llevaban a


mis hermanas, Danny y su padre hacia la parte trasera del barco. Los vampiros
agarraron a dos a la vez y saltaron desde el borde. Esperé hasta que todos
estuvieron fuera del barco, luego seguí, deteniéndome para mirar por última vez
a Angelo. Me encontró con una sonrisa enlazada con pecado y desafío.

—¿Hasta que nos encontremos de nuevo, pequeña tigresa?

Tuve que trabajar para no retraer mis labios y mostrar mis colmillos. Si
Angelo y yo nos volvíamos a encontrar, uno de los dos sangraría. De esto,
estaba absolutamente segura.

—¡Ceel! —instó Shayna.

Troté hacia la popa de la embarcación y me precipité hacia la lancha que


ya aceleraba. Aterricé como ser humano y rápidamente envolví mi cuerpo en la
manta que Emme sostenía. El barco se lanzó hacia delante, poniendo espacio
rápidamente entre nosotros y Angelo.

La suave luz amarilla de Emme abarcó al padre de Danny.

—Está golpeado y ha perdido mucha sangre, pero creo que estará bien.

Eloy condujo el barco en silencio mientras las lágrimas corrían por su


rostro. Jerry lo dejó colocar su mano sobre el hombro de Danny a medida que
él se movía hacia su padre.

—¿Quieres que olvide?


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Danny se frotó el rostro con fuerza. Había perdido sus anteojos y es
probable que apenas pudiera enfocar. Pero veía y podía percibir suficiente del
tormento de su padre.

—Sí. Por favor. Hacerle creer que ha estado enfermo. Y que todo esto ha
sido un mal sueño. —Resolló—. No quiero que recuerde lo que esa loca hizo
con él.

Jerry asintió e hizo lo que le pidió. El señor Matagrano despertó


bruscamente, el terror cruzando por su rostro golpeado hasta que la voz de
Jerry lo arrulló hasta volverse a dormir. No le tomó mucho tiempo a Jerry para
influenciar su mente; el estado debilitado del señor Matagrano lo dejó con poca
energía para luchar. Cuando Jerry terminó, se volvió hacia Danny.

—Se supone que también tengo que cambiar tu memoria. —Miró a cada
uno de nosotros—. Y haría lo mismo para todos ustedes, si pudiera. Pero creo
que es mejor que recuerden.

Asentimos. Algunas cosas, por muy dolorosas que sean, no debían ser
olvidadas.

El barco continuó su camino, deslizándose sobre las olas de aspecto


enojado y en el viento aullador. El sol se elevaba por encima del horizonte
cuando Eloy maniobró el barco dentro de un muelle muy lejos del que
habíamos partido. Supuse que los vampiros no querían correr el riesgo de
encontrarse con su Maestro en algún momento cercano.

Nos dirigimos por la playa hacia la camioneta de Danny. Jerry llevaba al


señor Matagrano. Dijo que cualquiera que pasara en este momento por aquí
estaría más inclinado a aceptar que él lleve a un hombre por encima de su
hombro en lugar de mí.

Mis hermanas permanecieron con sus labios apretados durante la larga


caminata. No habíamos conocido a Quennel, no realmente. Y aunque había
insistido en que estaba en esto por sí mismo, nos había ayudado y aseguró
nuestra supervivencia. Ahora sus amigos veían por nuestra seguridad. Tal vez las
criaturas de la noche no eran tan malas después de todo.

Colocamos al señor Matagrano en la parte trasera de la camioneta con


Danny y Emme. Shayna tomó el asiento central al frente después que Taran le
dijera:

—Si piensas que vamos a dejar que conduzcas de vuelta, estás


jodidamente loca.
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Vi a Eloy mirar fijamente hacia el mar mientras sus lágrimas continuaban
dibujando líneas en su hermoso rostro. Mi tigresa me instaba a entrar en la
camioneta. Mi lado humano me hizo caminar hacia Eloy.

—Siento tu pérdida —dije—. Sé que lo amabas.

Eloy se secó sus ojos y resolló.

—Pareces una buena chica, Celia. —Su rostro se suavizó cuando encontró
el mío—. Hazte a ti y tu familia un tremendo favor y manténganse lejos del
mundo sobrenatural. No es lugar para alguien con un corazón como el tuyo.

Cruzó sus brazos y volvió a su postura afligida. Jerry se acercó a su lado.


Juntos miraron a través del Océano Atlántico, lamentándose por un amigo que
jamás verían de nuevo.

Los dejé con sus despedidas y regresé a la camioneta. Taran apretó el


acelerador al minuto en que cerré la puerta.

A medida que nos movíamos hacía la salida del estacionamiento, incliné


mi cabeza contra el cristal y pensé en cómo Eloy se había referido a mí como
una “buena” chica, a pesar de la maldad que había presenciado desencadenada
por mí. También pensé en las últimas palabras de la abuela de Nieve hacia
nosotros:

—Las cosas malas les suceden a las chicas buenas que se oponen a la
oscuridad.

Teníamos que mantenernos alejadas de la oscuridad. Mis hermanas, yo,


todos. Si los dos últimos días nos habían enseñado algo, era que el mundo
místico no era un lugar para nosotras.

Es una lástima que no pudiéramos mantenernos alejadas. Una lástima


que nos encontráramos con este extraño nuevo mundo con toda su fuerza. Los
vampiros en Jersey fueron solo el comienzo de nuestro viaje a lo sobrenatural. Y
demonios, ese mundo no sabía lo que le esperaba.

FIN
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Guía del Lector
 Alma gemela. Compañera, pareja o ser que un licántropo amará y con
quien compartirá su alma por la eternidad.
 Antiguos. Gobernadores de los clanes de los hombres lobo. Cada clan
es liderado por tres antiguos: un Alfa, un Beta y un Omega. El Alfa es el líder
supremo. El Beta es el segundo en comando. El Omega resuelve las disputas
entre ellos y tiene la habilidad de calmar cuando suelta pequeñas partes de su
alma armoniosa, o a través del sentido del humor entretejido con magia. El
Omega posee raros dones y casi siempre es volátil, egoísta y de cuestionable
lealtad.
 Aquelarre. Comunidad donde habitan las brujas.
 Bruja. Ser nacido con el poder de ejercer el arte de la magia. Adoran a
la tierra y la naturaleza. Las brujas puras no tomarán parte de un sacrificio de
sangre. Ellas cultivan la tierra para hacer crecer plantas que serán utilizadas en
pociones y usan amuletos y talismanes para amplificar su magia. El involucrarse
de la forma equivocada con una bruja es atenerse a las consecuencias de la ira
colectiva de todo su aquelarre o comunidad.
 Cambiar. El transformarse de un ser a otro, típicamente de humano a
bestia, y viceversa.
 Cambiantes. Son criaturas malvadas e inmortales que pueden tomar
cualquier forma. Son nacidas brujas, pasan años buscando inocentes para
sacrificarlas a una deidad oscura quienes les dan grandes poderes en cambio de
su humanidad, y ellas en cambio, la inmortalidad. Los cambiantes pueden
comandar cualquier formar y son las más letales y fuertes de las criaturas
míticas.
 Clan. Grupo de hombres lobos o licántropos liderados por un Alfa. Los
tipos de clanes difieren dependiendo de las especies. Los clanes de los Hombres
Lobo son llamados “manadas”. Los Hombres León pertenecen a los “grupos”.
 Clanes Vampiros. Familias de los vampiros liderados por un Maestro
Vampiro. Los Maestros también pueden controlar, comunicarse y castigar a sus
lacayos a través de la telepatía mental.
 Consejo Were de Norte América. Cuerpo de gobierno de los were de
Norte América, liderado por un presidente y varios miembros del consejo.
 Creatura. Es el vástago de un Señor Demonio y un licántropo.
 Damtem Animam: Dador de Alma. Un raro ser capaz de devolverle el
alma a un Maestro Vampiro. Un Maestro con alma es más poderoso que
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cualquier otro vampiro en existencia, pues él o ella está en balance con la vida y
la muerte a la misma vez.
 Demonios. Criaturas que residen en el infierno. Solo los demonios más
fuertes pueden vivir para asechar la tierra, pero su tiempo es limitado; el poder
del bien los obliga a regresar.
 Guarida. Escuela donde los jóvenes licántropos entrenan y aprenden a
luchar en orden para ayudar a proteger la tierra del mal místico.
 Desmaterializarse. Es la habilidad de Celia para desvanecer su cuerpo
en partículas diminutas. Su don le permite viajar de forma subterránea y a través
de suelos, concreto o rocas. Celia también solo puede desmaterializar un
limitado número de seres. La desventaja incluye no ser capaz de respirar o ver
hasta que surja a la superficie.
 El Poder del Bien. Aquel que encierra la tierra y que hace a los
demonios alejarse de permanecer entre los vivos.
 El Poder de la Luz. Es el bien que se encuentra dentro de cada mortal.
Aquel que combate la oscuridad.
 Enfermedad Lunar. Equivalente licántropo de la sed de sangre
vampiro. Lanzada por una maldición a través de un hechizo poderoso. Causa un
dolor indescriptible. Ataca el sistema nervioso central de un licántropo,
haciendo al hombre lobo más fuerte y violento, conduciéndolo a asesinar y
matar. No se conoce cura.
 Gran Maestro. Es el Amo de un Maestro Vampiro. Los Grandes
Maestros son las criaturas más poderosas de la tierra. Usualmente matan a los
Maestros Vampiros que fueron creados por ellos para consumir sus poderes.
 Grupos. Específicamente manada o familia de leones.
 Hombre Bestia. Predador sobrenatural con la habilidad de cambiar de
humano a bestia. También denominados en oportunidades como “were”. Son
considerados los Guardianes de la Tierra en contra del mal místico. Consiguen
su primera transformación a los seis meses luego del primer año a su
nacimiento. Mientras más jóvenes son a la hora de su primera transformación,
más poderosos serán. Los were también poseen la habilidad de sanar sus
heridas. Pueden vivir hasta la primera luna llena seguida a su cumpleaños
número 100. Pueden morir por la destrucción de sus propios corazones,
decapitación o si sus cuerpos son totalmente destruidos. La única vez que un
were puede transformarse parcialmente es cuando él o ella intentan convertir a
un humano. Un humano convertido conseguirá su primer cambio para la
próxima luna llena.
 La Fuerza. Habilidad de Emme Wird para mover objetos con su mente.
 La Llamada. Habilidad de una criatura sobrenatural para alcanzar a
otra, a través de sus pensamientos o sonidos. Un vampiro puedo hacer su
llamada mediante la transferencia de un poco de magia a la piel del ser
receptor.
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Página
 Licántropos. Por definición, son aquellos hombres o mujeres que
pueden cambiar o transformar sus cuerpos a un animal, y viceversa,
específicamente en lobo.
 Líder. Licántropo de sangre pura a cargo de delegar y planear ataques
en contra del mal que amenaza la tierra.
 Los Oscuros. Criaturas consideradas puramente malas, tales como los
cambiantes o los demonios.
 Maestro Vampiro. Vampiro con la habilidad de volver a un ser humano
en un vampiro. Los Maestros son inmunes al fuego y a la luz del sol proveniente
de la magia, y típicamente poseen tremendo poder. Solo un Amo u otro ser
sobrenatural letal puede matar a un Maestro Vampiro. Si un Maestro mata a
otro, el vampiro victorioso adquiere su poder, riqueza y lacayos.
 Misericordia. Ruego por piedad en un duelo.
 Mortem Provocatio. Es una pelea a muerte.
 Niño demonio. Es el engendro de un Señor Demonio y una mujer
mortal. Los niños demonios son de limitada inteligencia y se basan
principalmente en sus instintos depredadores.
 Oro. Elemento metálico; fue maldito hace mucho tiempo y tiene efecto
dañino en los licántropos, vampiros y en los Oscuros. Las criaturas
sobrenaturales no pueden sostener el oro sin sentir el efecto venenoso de la
maldición. Una bala de oro puede explotar el corazón de una criatura
sobrenatural como una bomba. El oro en contra de la piel tiene un efecto
mordaz.
 Puros o Sangre Pura. Licántropos de generaciones familiares
compuestas solo por licántropos. Considerados “reales” entre los hombres lobo,
y llevan sobre sus hombros la responsabilidad de su especie. La unión entre dos
sangre pura es la única forma de garantizar la concepción de un niño licántropo.
 Reclamo. Método por el cual un licántropo consume la unión con su
alma gemela.
 Sed de Sangre Aguda. Una condición que ocurre cuando un vampiro
pasa demasiado tiempo sin consumir sangre. Aumenta la sed del vampiro a
niveles letales. Es remediado cuando se alimenta al vampiro.
 Sed de Sangre Crónica. Una condición causada por una maldición
lanzada a un vampiro. Hace que la sed del vampiro por sangre sea insaciable y
conduce al vampiro hacia la locura. El vampiro aumenta en tamaño por la gran
ingesta de sangre y asume rasgos deformes. No hay cura.
 Señor Demonio. Engendro de una madre bruja y un demonio.
Poderosos, astutos y letales. A diferencia de los demonios, cuyo tiempo en la
tierra es limitado, los Señores Demonios pueden permanecer en tierra
indefinidamente.
 Solis Natus Magicae. Término propio para la luz del sol nacida de la
magia, creada por un portador de hechizos. Considerado luz “pura”. Capaz de
destruir a los que no sean Maestros Vampiros y/o a los demonios. En grandes
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Página
cantidades también puede matar a los cambiantes. Deja indefenso al portador
una vez que ha sido utilizada.
 Solitario. Licántropo que no pertenece a ningún clan, y por tal razón no
está obligado a proteger la tierra del mal sobrenatural. Son considerados de
clase baja por aquellos que sí están dentro de clanes.
 Susceptor Animae. Ser capaz de tomar el alma de alguien, tal cual
podría ser la de un vampiro.
 Transformar. Acto de convertir a un ser humano en un licántropo o
vampiro.
 Vampiro. Ser que consume sangre de los mortales para sobrevivir. Son
hermosos y atrayentes, y nunca aparentan más allá de 30 años. Son inmunes a
la luz del sol a menos que sea creada con magia. También son inmunes a
objetos de fe tal como las cruces o crucifijos. Pueden morir por la destrucción
de sus propios corazones, decapitación o fuego. Los Maestros Vampiros o
vampiros de unos cientos de siglos de años solo pueden ser totalmente
destruidos cuando sus corazones y cabezas son removidos de sus cuerpos.
 Velum. Velo conjurado por el arte de la magia.
 Were. Traducido a veces como "Hombre o Mujer", implica la habilidad
de una persona para cambiar a otra forma, por lo general una bestia,
encontrándose distintas variedades incluyendo a los Hombres mapache,
Hombres león, Hombres rata, Hombres lobo, entre otros.
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Próximo Libro

Las hermanas Wird son diferentes de todas las razas en la tierra: humana
y sobrenatural. Cuando la sociedad humana ya no es una opción para ellas, se
mudan entre los vampiros residentes, hombres bestias y brujas de la región del
lago Tahoe. ¿Podría ser este el verdadero hogar que tanto han anhelado? Um,
no del todo. Después que las hermanas accidentalmente despojan a una bruja
de sus poderes en una pelea de bar, pronto se dan cuenta el error que les va a
costar. Porque, meterse con una bruja significa meterse con su aquelarre. Y
perder la batalla no es una opción.

Weird Girls #0.5


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Página
Sobre la Autora

Cecy Robson es el nuevo autor New Adult de la serie de fantasía urbana


Once Perfect, Once Loved and Once Pure, así como autora galardonada por
Weird Girls. Una profesional Napper auto proclamada, Cecy cuenta entre sus
muchos talentos un conocimiento asombroso de trivia inútil, la capacidad de
hacer grandes peinados con su cabello, y una habilidad para romper a cantar a
pesar de las vehementes protestas de su familia. Una escritora a tiempo
completo, enfermera, esposa y madre que vive en el Gran Noroeste, Cecy
disfruta pasar tiempo con su familia y silenciando a los parlanchines personajes
en su cabeza al contar sus historias.
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Página
Créditos
Moderadora.
LizC

Traductoras.
âmenoire
AnnaTheBrave
Dee
Gemma.santolaria
Jenn Cassie Grey
Lyla
Rihano

Corrección, recopilación y
revisión.
LizC

Diseño.
PaulaMayfair
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