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EL DERECHO DUCTIL
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LA SEPARACION DE LOS DERECHOS RESPECTO DE LA LEY
ción profr-rnda del orden heredado, tln orden en el que el Estado, con su
autoridad, estaba por delante de los individuos, con sus derechos.
Se trataba de un pLrnto de llegada que la ciencia jurídica no podía supe-
rar si no era cLrestionando la ideología jurídica positivista entonces dorni-
nante, esa ideología que reducía los derechos a las leyes y atribuía a éstas un
carácter omnipotente.
EL DERECHO DÚCTIL
relaciones entre el Estado y los individuos, aquélla podía operar como mar-
co constitucional de la libertad. Pero como el alcance concreto de los dere-
chos venía fijado por la ley, su fr,rnción protectora de la libertad podía tor-
narse limitación e incluso abolición de la misma cuando prevaleciesen
orientaciones histórico-políticas opuestasr r. En efecto, la concepción de los
derechos como simple pretensión-de qr-re las relaciones jurídicás, incluidas
_que tienen lugar entre los individuos y el Estado) se desarrollasen segúrn
las
el derecho (el derecho estabiecido por la ley) también podía ser válida, .o-o
lo fue, en la época de los totalitarismos del siglo siguiente. Es más, se podía
decir sin dificultad que el carácter esencial del Estádo decimonónico Lra el
de la ototalidado, entendida como *la posibilidad, salvo autolimitación, de
regular cualquier relación relevante para sus fineso'2. El Estado..total,, ca-
paz de extender slr control sobre la sociedad hasta donde fuese conveniente
para lograr sus fines, podía de hecho en efecto sucedió- transfor-
marse en "totalitarista" (según expresión-como de la época) en caso de que sus
fines abarcasen todo el espectro de las acciones sociales. Y esta t.arrslor-"-
ción, al ser cuantitativa, no cualitativa, podía operarse en la continuidad del
reconocimiento de los caractercs del Estado, por lo que no comportaba
particulares problemas de principio.
En efecto, mientras se discutía sobre la posibilidad de segr-rir usando la
categoría de ..[,5¡¿¿o de derecho'r'], y más bien como Lrna particularidad de
aquella discusión, se continuaba utilizando la categoría de los derechos pír-
blicos subjetivos. Esto sucedía sobre todo entre los juristas interesados en
interpretar el fascismo como prolongación en la continr-ridad o como res-
tauración de la autoridad del Estado, minado en sLl unidad por el pluralis-
mo o, como solía decirse, por el "sindicalismo,, incipient,e. Se hablaba de
..crisis del Estado,,'u y el Estado totalitario se podía concebir como la
reafirmación del principio estatalista no sólo del áerecho, sino también de
los derechos, frente al ..exagerado egoísmo y a la aursencia de un concepto
de justicia>> en las muchas organizaciones y asociaciones particulates que
parecían conjurar la estabilidad y la unidad de la trama estatall5.
Si es verdad qr-re las concepciones jurídicas del régimen liberal realizado
en el siglo xlx no rompieron su techo y no fueron capaces de super ar la
concepción de los derechos como producto o consecuencia de Ia voluntad
del Estado, no puede decirse que esa continuidad careciese completamente
de fundarnento- Si el concepto de derechos públicos subjetivos procedía de
la teoría del Estado liberal del siglo xIX, no era en absoluto imposible su
empleo función residual y ya no central- en un contexto favorable al
dominio ilimitado del Estado sobre los derechos del individuo.
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LA SEPARACION DE LOS DERECHOS RESPECTO DE LA LEY
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BIBLIOTECA . USTA
EL DERECHO DUCTIL
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E-
LA sEpARAclóN DE Los DEREcHos REspEcro DE LA LEy
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EL DE,RECHO.DUcTIL
[...] these truth to be self-evident, that all men are created equal, that they are endowed
by their Cre¿ltor with certain unalienable Rights, that arnong these are Life, Liberry
and the pursuit óf Happiness. That to secure these rights, Governmenrs are instituteil
amongMen.
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LA sEpARActóN DE Los DEREcHoS REspEcro DE LA LEy
rtad del
rprés dr.r existen auténticos derechos qlle excluyen restricciones legislativas y regula-
sí reser- ciones administrativas'
Irgo, en La diferencia entre las declaraciones norteamericana y francesa deriva
:nte a la cle la circunstancia histórica de que en aquélla los derechos se consideraban
: en ma- no ¡na obra del legislador, sino una realidad a preservar de los riesgos que
habrían podiclo surgir si se hubiese adoptado una cláusula cotno la soue-
reisttity of the Parliarnent o el rule of law ínglés, tal y como se había venido
.uirfigtrr^ndo al final del siglo xvIII. Los derechos eran la garantía del statu
ertcdTxa quo y podían concebirse esencialmente como Lrna pretensión de abstención,
es decir, como una limitación a la ley30-
; indivi- Para la concepción americana, los clerechos son anteriores tanto a la
'otegido Constitlrción como al gobierno (o, según un rnodo de expresarse más usual
cionaria enrre nosotros, al Estado). Segúrn la famosa arglrmentación ..circular' del
a. Federalist de ascendencia lockeana (derechos naturrales de los ciudadanos,
te de los soberanía popular, delegación en los gobernantes del poder necesario para
rción de l,r prorección de los derechos), las Cartas constitucionales eran el acto me-
rfirrn¿rn: di¿rnte el cual el pueblo soberano delegaba libremente en los gobernantes. El
poder de éstos se basab¿r en esa. delegación y, naclrralmente, debía perlnane-
'endor,rred cer dentro de los límites marcados por ella, más allá de los cuales se produ-
e, Liberrl, ciríala absoluta nulidad jurídica de sus actos:
insrirrrtecl
No Iray proposición qlre ,. sobre principios más claros que Ia que afirma que
todo ¿.rcto de una autoridad ^Oor.
delegada contrrlrio a los términos clel mandatcr con arre-
glo al cual se ejerce es uulo (uoicl). Por lo tr1llto, r-ringúrn acto legislativo contrario a l¿'r
rbio ..de Constitr"rción puede ser válido. Negar esto equivaldría a afirn-rar que el mandatario es
istado y superior al ¡nandante, qlre el servidor es rnás qrie slr alrlo, que los representantes del
r la fun- pueblo son superiores al pueblo lnismo y que los l-rombres que obran¡en virtud de
vicever- determin¿rdos poderes pueden hacer no sólo lo qr-re éstos no perrniten, sino incluso lo
qtre prohíbenrr.
ción del
la Revo-
renovar Los derechos, por cuanto patrimonio subjetivo independiente, consti-
ttrían a los individuos en sujetos activos originarios y soberanos y de este
r funda- modo hacían posible el acto de delegación constitllcional, fundando el
derecho Gouertnnent y, en é1, el poder legislativo. La ley, cabe decir, derivaba de los
o subje- clerechos, jr.rstamente lo contrario de lo que sucedía en Francia, donde eran
:gido de los derechos los que derivaban de la ley. Aqr-rí, la soberanía de la ley; allí, la
el Parla- soberanía de los derechos.
En las concepciones ellropeas, el poder legislativo siempre es visto como
-rn legis-
nna fuerza originaria que emana directamente del soberano (es irrelevante a
(nOrITlaS este propósito que se trate de un rey por derecho divino, un cuerpo que
9 y enla
personifica a la "nación' o una asamblea popular); pana Ia concepción ame-
l la con- ricana, en cambio, la legislación no está animada por una f:uerza originaria,
:gr-rladas
habilitada para querer en nombre propio, sino que es concebida como po-
: hecho, der derivado, esto es, delegaclo.
ericana, En este carácter derivado de lzl ley estaba implícito su límite, porque en el
acto de delegación no se contenía, ni explícita ni implícitamente, ninguna
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EL DERECHO DÚCTIL
avtorización para actuar contra los derechos de los delegantes, es decir, para
contradecir las bases mismas del acto de delegación. Poilo deáás, una even-
tualidad de este tipo habría sido inconcebiblé, como si alguien nombrase un
custodio de sus derechos e implícitamente le permitieñ destruirlos. Esto
significaba simpleme.nte que el legislativo, por..rárrto poder delegado
que- el ejecutivo-y el judicial- no habría pbdido op.rá, legítimáente-igual
como
P".dgt independiente de la delegación éonstitucünal ..ábid" y que, si lo
hubiera hecho, se habría transformado en pocler despótico-r2. En América no
se habría podido aplicar la teoría francesa-del legisládor como asamblea re-
presentativa de una colectiva ..voluntad nacional,, o de la voluntad del pue-
blo concebido como <cuerpo político, unitario.
Degde esté punto de viita, sólo aparentemente podía resultar paradójica
.la opinión de quicnes considerabar la proclama.iór, constitucional de los
derechos totalmente superflua, si no inóluso contradictoria y conrraprodu-
cente. Lo que es verdaderamente fundamental, en efecto, .ro .r.."sita ser
enunciado. Si el principio fundamental sobre el que la Constltución se asienta
es la preexistencia de los derechos, su enunciación pierde significado, signi-
ficado que sería, en cambio, importante allí dond. bp"rur. ál principío f!tr-
damental opuesto: la preexistencia del poder con .i q.r. se haya de pactrr
para arrancarle concesiones o ..derechos>> en el sentido antiguo-i3. Daáas las
premisas constitucionales americanas, la declaración de lostoncretos dere-
chos podría haber llegado a tener importancia no por la garantía de los
Inl_smo9, sino, al contrario, porque a través de distint.s cLáusulas podría
haber dejado entrever la autorización para introducir límites y habúi abier-
to así la posibilidad de peligrosas inteivenciones3a.
La famosa argumentación de A. Hamilton contra esta trlroclamación era,
en este sentido, convincente3s. Tras recordar qr-re en Inglat'erra los derechoé
operaban como pretensión limitadora de los poderes dil rey, con quien los
súbditos establecían algo parecido a los conr¿tos, afirmabá:-
Estrictamente hablando, el pueblo no abandona nada en este caso, y como lo retiene
todo, no necesita reservarse ningún derecho en particular. .Nosoiros, el pueblo de
los Estados Unidos, con el objeto de asegurar loJbeneficios de la libertad á norotro,
mismos y a nuestros descendientes, estatuimos y sancionamos esta Constitución para
los Estados Unidos de América". Aquí tenemos un reconocimiento de los clereihos
populares superiores a varios volúmenes de esos aforismos que constituyen la clistin-
ción principal de las declaraciones de derechos de varios de nuestros Estados, y que
sonarían mucho mejor en un tratado de ética que en la constitución de un gobilrno.
[...] Voy más lejos y afirmo que las declaraciones de derechos, en el sentidó y con la
amplitud que se pretenden, no sólo son innecesarias en la Constitución proyectacla,
sino que resulta_rían hasta peligrosas. Contendrían varias excepciones a poderes con-
cedidos y por ello mismo proporcionarían un pretexto plausible para ieclamar más
facultades de las que otorgan. tCon qué objeto declarar qne no se ñarán cosas que no
se está autorizado a efectuar? Por ejemplo: tpara qué se afirmaríaque la libertaá de la
prensa no sufrirá menoscabo, si no se confiere el poder de imponerle restriciones? No
es que sostenga que uná disposición de esa clase atribuiría facultades de reglamenta-
ción; pero es evidente que suministraría a los hombres con tendencias usuipadoras,
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LA SEPAR¡CIÓN DE LOS DERECHOS RESPECTO DE LA LEY
Ll¡a excllsa atendible para reclnmar ese poder. Podrían argulnerltar cou ciertir apa-
) Para riencia de razón que no se debe imputirr a la Constitución el absurdo de precaverse
even- cotlrra el abusc-r de una potestad qlle no existe y que la disposición que prohíbe limitar
rseun la libertad de la prensa autoriza clarar¡ente a inferir la intención de dotar zrl gobierno
Esto ¡acional de la f¿rcultad de prescribir normas apropiadas en el caso de dicha libertad.
-igr-ral Esro puede servir de ejernplo de los nLlmerosos asideros qlre se ofrecerían a la doctri-
como ¡¿r c{e los poderes de interpretación si se transige con este imprudente celo en favor de
si lo las declaraciones de derechos.
.ca no
ea re- Derivaba de todo esto Lrna actitlrd de cautela ante la ley, a diferencia de
I pue- loqr-re sucedía en la Francia revolucionaria. Mientras allí de la ley siempre
se esperaba un bien, aqlrí se veía un potencial mal que había que neutralizar.
1ójica L:r concepción individualista de los derechos como patrimonio natural con-
Je los ducía a desconfiar de las asambleas omnipotentes, en las ql-re se dih-ryen las
rodu- conciencias individlrales. La balanced constittttion era el instrumento para
ta ser frenar la natural ambición personal de los legisladores y crear un sistema de
sienta gobierno .republicano>> (no "democrático"), favorable para el mantenimiento
signi- áe los derechos mediante un sistema de checks and balances.
r fun- Desde la perspectiva del poder jr-rdicial, esta concepción de la ley venía
)actar ilr-rstrada por la circunstancia no puesta de relieve como su
-normalmente
inrportancia requeriría'r6- de qr-re el artículo III, sección 2, de la Constitu-
las las
dere- ción federal establece que."the judicial power shall extend to all Cases, in
le los Latu and Equily, arising r-rrider this Cor-rstitution,. Law and Equity. La rela-
rodría ción entre la concepción americana del derecho y la inglesa es muy discuti-
abier- da y probablemente muchas veces se analiza con ..imágenes'-r7 construidas
ezc post para alimentar la tesis de la continuidad o de la fractura histórica. En
,ll e fár cllalquier caso, no es difícil apreciar en esta fórmula compllesta Lrna remi-
echos sión a la paradójica situación de la Inglaterra de aquella época én la que se
en los concebía la ley como Ia voluntad de la que dependían incluso los Tribunales
cle justicia, pero donde, elio r-ro obstante, ios jueces eran considerados guar-
dianes de nn derecho no producido exclusivamente por la volr-rntad positiva
retiene de la ley, es decir, de r-rn derecho <en nombre de" las libertades inglesas.
eblo de Como límite a la omnipotencia desordenada e irracional del legislador esta-
DSOTTOS ban los principios del conl?non latu,la ley de Ia razón,la equidad, en suma.
5n para Esta visión complresta del derecho era característica de Inglaterra en la épo-
:rechos ca en que el ..moderno,, rule of law aúrn no se había afirmado con la
r distin-
i, y que
contundencia de la que cien años después hablaría A. V. Dicey'r8. Pues bien,
bierno. dicha visión se hallaba en la base del constitllcionalismo americano en su
¿ con la
crítica al arbitrario comportamiento del parlamento inglés con Nueva In-
ectada, glaterra en tiempos deJorge III, si es qLre debemos interpretar3e Ia Revolu-
'es con- ción americana como una oposición "medieval' a la "moderna', omnipotencia
rar más parlamentaria que comenzó a arraigar en Inglaterra con la Gloriosa Revolu-
que no
ad de la
ción de L689.
res? No Expnesta así, esta interpretación probabierrlente sea forzada, pues no
.menta- puede obviarse la circunstancia,crucial de que el constitucionalismo ameri-
adoras, cano se basaba en un original fundamento que en Inglaterra no había arrai-
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EL DERECHO DUCTIL
5B
LA SEPARACIÓI"I DE LOS DERECHOS RESPECTO DE LA LEY
', en la
f.,rrnulaciones constitlrcionales de los derechos), en el derecho actual éstos
AW) en
nalista
.l.,.rier.r valor jurídico positivo sólo con la Constitr-rción, que instituye
,'._L]Ui¿¡ el poder legislativo. Desde Lrn punto de vista general, esta doble e
Ahora
i,r]"p.n¿iente fundamentación constitucional de los derechos y de la ley
) CUall-
epción
.,,""n" dotar a la dinámica espontánea de la sociedad de una fuerza
,"á"1^.1o.¿r desde arriba, propiamente estatal, que entra en concurrencia
r COnIO
por .ái l"r derechos. Naturalmente, en caso de conflicto prevalecen los dere-
el
.ir"r. Pero lo que se acaba de decir mllestra que existe un ámbito de funcio-
nes legislativas propias del Estado, Lrn ámbito que está fundado sobre la
natnraleza política de este úrltirno y qLle no depende de los derechos de
erecho
con la naítr aleza in d ivi d u al -
Pr-rede afirmarse; por tanto, que en Er"rropa se mantiene Llna concepción
Soue-
clel Estado, en cuanto se manifiesta a través de la ley, como sujeto dotado
r inter- orisinariamente de poderes propios, ontológicamente distintos de los dere-
la vo- .hJs de los individuos. No cabe decir que la ley se admita sólo en función de
Lawat. los clerechos individuales, porque pr-rede estar legítimamente animada por
r desti-
inrereses públicos qlle no sean simplemente la traducción legislativa de los
)eranía
derechos individuales. En algunos casos, y de modo particularmente acusa-
do en las Constituciones que contienen nonnas prograrnáticas o Staatsziel-
rses de bestitnmt¿ng'en,la persecución de estos objetivos incluso viene impuesta cons-
Cons- titr.rcionalmente.
:a paÍa En la actual época de la'democracia, además, el Estado, y en particular
ls pue- el Estado-legislador, es también, a su vez, expresión de un orden de dere-
ILre no chos, los derechos políticos, intrínsecamente diferentes de los qr-re se orien-
Jinada tan a la persecución de intereses individuales. Estos derechos sirven para
denses nrover a la participación de los ciudadanos en la comúrn determinación de la
)rtante dirección política de la vida colectiva, y no son sirnplemente expresión de
lo que derechos en la dimensión individr-ral. De este modo, cl postulado del dere-
cho púrblico europeo, la "politicidad" de la ley, irreductible a simple slrma o
equilibrio de intereses individr-rales, se mantiene y encuentra una ulterior
razón de ser en la dernocracia.
A la vista de estas consideraciones, probablemente cleba establecerse
para el derecho constitllcional europeo un significado distinto al americano
:ftcarla en lo referente a aquel ..cambio de época" en la relación entre los derechos
de los particLrlares y el poder del Estado de la que se h¿r hablado a propósito
Lvista y
gunda. del constitr,rcionalismo americanoa2. Es verdad que hoy ya no sería posible
: sitúa, una fundarnentación de la relación política sobre la base de un Estado c1r-re
esa del
exija a los particlllares obediencia incondicionada y es asirnismo cierto que
dicha fundamentación debe desarrollarse desde abajo, a partir de los inclivi-
egar a
dr,ros que prometen obediencia a cambio de la seguridad de sus derechos.
vincu-
rechos
Pero son clos las categorías de derechos qt-re resultan relevantes: los dere-
chos individuales y los clerechos políticos. De los primeros deriva la preten-
:ional.
rechos
sión de protección de una esfera de vida plrramente indiviclual; cle los se-
gtindos, en cambio, deriva la pretensión de participar en la determinación
lalas del Estado y de sLrs actividades, en una perspectiva no ligada a la simple
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vida -.,nflicto entre grandes fuerzas empeñadas en resolver, cada Lllla a su modo,
anto, i7',r"lt^ tensión. Contra todo pronóstico, el mundo, en lugar de racionali-
:apaz ,ilá comenzaba a ser el campo de batalla de ejércitos contrapues-
).* "U¡.tiva, unidos en la misma fe y en la misma volr-rntad: dar al mundo la
esen- ^""que
iá.i-,-," que cada uno su soberano juicio- ss¡imaba correcta. En la
ristó- -en
rnundial aparecía así en primer plano, como dato público, la plurali-
"...r-t^
abría áo¿ ¿. voluntades qlre pugnaban por llevar a cabo el propio proyecto ver-
ositi- .lr.l.to, jr-rsto y obligatorio, mientras que las razones del desacuerdo queda-
rra la b"r, t.l"gadas simplemente en la esfera de lo particular, relevante sólo para
taris- cada una de ellas, individualmente considerada-
El hecho de que las fuerzas en pugna fuesen cada una por su propio
car-nino y el abandono de un terreno común de valores y principios objeti-
:rédi- vos condujeron, al final, ala tragedia mundial. Por eso, proponer de nuevo
erido trn derecho natural de rnatriz racionalista y subjetivista no habría tenido
anas: éxito, plres al final chocaba con las mismas objeciones históricas que conde-
)re la naban el positivismo jurídicose.
.afe-
s sig- b) Pero tampoco la otra versión del iusnaturalismo, la cristiano-católi-
f, no ca, que en la segunda posguerra conoció un nLlevo ..renacirniento1160, podía
rlun- aspirar a Lrna auténtica afirmación integral en sus términos clásicos, es decir
sóio tomistas. Es verdad que, frente al arbitrio ínsito a todo artificio human<-r, su
sta-s7. asunción de un orden "dado,, del universo el que la posición del hom-
)s de -en
bre viene prefijada por la creación, acatada corno verdadera y buena y, por
ana? ranto, obligatoria- ha dejado huellas importantes. Precisamente, las nocio-
ode nes de dignidad humana.r y persona hurnan¿62 que no pertene-
:dem -¡66iones
cen a la tradición del iusnaturalismo racionalista, sino a la del iusnaturalis-
mo cristiano-católico-, que se encllentran enlrnciadas en muchas
rqLre constituciones y en varias declaraciones internacionales de derechos6'] a modo
rural de eje sobre el que gira toda la concepción actr-ral del derecho y de los dere-
. una chos, expresan Lrn concepto objetivo derivado de una determinada visión
sible del hombre y de su "posición" en el mundo. Las huellas de esta presencia,
azón sin embargo, no traducen una victoria total. Tales nociones constitlryen, si
s las acaso, Lrna contribr,rción particular en un proyecto político-constitucional
in se más amplio.
n tal En ia reacción contra el positivismo jurídico no se hubiera podido pasar
te la totalmente a la otra parte. Lo habría impedido otro gran e irrenunciable
tzón colnponente del constitLrcionalismo actlral: la democracia, qr,re impide la
run afirmación total y absoluta cle cualquier concepción "natural' del derecho.
rden En efecto, todo régimen democrático, basado en la regla de la mayoría,
.orio introduce en el mundo del derecho un elemento de artificiosidad. El dere-
pen- cho, producto de la voh-rntad mayoritaria, no se puede predeterminar en sus
:ido, contenidos, como no se pueden predeterrninar las mayorías qr-re 1o prodr-r-
cen, sino qLre es expresión de imprevisibles y no predeterminables .orienta-
:r, el ciones políticas,,6a, y para deter¡¡inar estas orientaciones o para participar
ra el en ellas se desarrolla la lucha entre las partes políticas conforme a estructu-
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ras previstas ¿td hoc por la Constitución. El derecho natLrral, por cuanto
afirmación de un orden qr're se presenta como justo e incontrovertible, no
sería compatible con la dcmocracia en su sentido actual, qr-re está, por el
contrario, ligada a la opinabilidad y al contraste entre proyectos, esto es, a
la.relatividad'6'5.
Por lo demás, la experiencia de las democracias sociales de la primera
posguerra (empezando por la Alemania weimariana) demostraba qLre, en
vista de políticas reformadoras, la ley podía servir para afirmar determina-
dos valores de justicia, es decir, determinadas concépciones de la sociedad.
El principio de la mayoría se vincula así a la idea de la ley como modo de
expresión de ur-r fundamental derecho político de transformación social,
que debe reconocerse a todas las posibles mayorías futuras. Un derecho
cuyo ejercicio consiste, precisamente, en la puesta en juego de la democra-
cia competitiva.
Cualquier afirmación de un orden dado, como postulado de la vida po-
lítica social, habría significado el rechazo de la democracia. Habría sido una
posición ciegamente conservadora. Por motivos oplrestos a los del iusnatura-
lismo racionalista (allí, el exceso de subjetivismo; aquí, el exceso de
objetivismo), tampoco el iusnaturalismo de matriz cristiano-católica podía
proporcionar, por sí sólo, respuesta a la exigencia de fundamentación de r-rn
nlrevo orden político básado en los derechos políticos democráticos.
I Con todo, se consideraba indispensable un anclaje en algo objetivo, en
algo más fuerte que las razones y las voluntades políticas que se fuesen afir-
mando en el transcLrrso del tiempo. Para ello el derecho debía recuperar algo
de indiscutible, algo que pudiera tomarse como punto de partida, <natural>> y
no controvertido, de cr-ralquier orden social y político, y del que nadie pr-rdie-
se separarse. La tranqr-rilidad de los particulares y su participación leal y sin
reservas mentales en la vida colecriva dependían de esta seguridad.¡
I La solución al problema consistió en la constitucíonaltzación de los de-
rechos: una solución que se aparta tanto de la tradición estatalista del Esta-
do de derecho decimonónico, como de las distintas tradiciones que se com-
prenden bajo el nornbre de iusnaturalismo, no obstante presentar aspectos
de ambas.iEn el sentido que después se dírá, se trataba de una snperaéióntu.
En qué haya consistido ésta, desde el punto de vista del desarrollo del dere-
cho constitucional y de sus técnicas, es algo en lo que entraremos más ade-
lante. Ahora, en cambio, es preciso detenerse en Lrn aspecto crucial de esta
constitlrcionalización, a la que muchas veces no se presta la atención que
merece, relacionado con la confluencia de dos tradiciones sobre los dere-
chos que, por lo qug respecta a su función, son distintas y no siempre fácil-
mente conciliables.lEn síntesis: los derechos orientados a la libertad y los
derechos orientados a la justicia. r
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:ffir-
,s
tr
;1
ranto NOTAS
3, no
or el l. Se entiencle que se habla aquí de los.de¡echos qlre conciernen al hornbre cor¡o ral, no arl
es, a ¡o¡rbre en cll¿rnto entabla rel¿rciones ittrídicas particulares corl otros hombres, como por eje6plo rel¿rcio-
¡cs contr:lctlt:rles. En el prin-rer caso se puede hablar de .clerechos absolr¡tos. y en el seg¡¡cl6 cle .clerechos
relativos'. Los derechos de los qr"re se ocllpa el derecho constitucir¡rral son principalnre-nte clel primer tipo;
mera l1¡s ciel segundo tipo sotl sobre toclo otrieto del derecho civil. Por lo demás, pr,rec{e clecirse .1.,. i" .rr.,r.ti .,i
e, en de l<¡s clerechos constitt¡cionales nace del clerechocivil,cuando, con el raci<¡nalismo igualitario, se enlpre¡-
c¡c l¿r l¿rbor de rtn¿r configuración unitaria, general y abstracta de la "persolralicl¿rcl jri.iaica. cle los suletos
nina-
con crrpirciclad de obrar en el árnbito del derecho civil. Fn.efecto, cor-l el derecho civii moclern,, e.errrigo cle
:dad. los st(ttr!s clifererrciaclos propios del Attcien Réginrc, cnda inclividLro posee una serie cle "clerechos ,rbsolutos.
lo de (lrr vicl:'r, la integridad e inviol¡bilidacl de la persolta, la libertacl, el honor, el nombre, etc.) que co¡srirrrye¡
>cial, lrr brrse c{e las relacioues jurídicas cortcretas, sobre toclo de l¿rs contractlr¿rles. Los clerechos clei hor-nbre delos
que habla el de¡echo. constitttciou¿tl son stt extensión a un conrexto rlás anrplio, que hace referencia en
echo gL-rleral a ln posición ir'rrídica'del particr.rlar en el ámbito clel Est¿rclo (descle hace rie'-rpo está err marcha una
fcra- cxrensi<in rtlterior de los derechos h¿rci¿r ltn horizonte internacional). A este ¡..rp.a,o, H. Coing, *1,1¡¡
Gcsclriclrte des Begriffs "subiektives Recht"", en H. Coing - F. H. Lawson - K. Gronfors,Das srtb¡ektiue
Recht ttnd der Rechtsscbtttz der Persónlichkeuf, Metzner, Frankfurt a. M., Berlir-r,1,959, pp. Z rr.
I po- 2. El primer intento de ftrndar¡entrr los derechos en la esfera de las relacior.,., .,la.. los indivi-
) una dr-ros 1'el Estndo es de C. F. Gerber ("Übe. óffentliche Rechte" t18521, tracl. it. "Sui cliritti pubblici", err
tura- lcl.,Diritto ptrbblico, Giuffré, Mil:rno, 1971, pp.5 ss.), en el m¿rrco de trna visión fr-rerte¡¡e¡rre estar¿rlisra
clc¡nc{e la gar:rntí:r del prrticular vení¿r a ser, al final, consecuencia de .urr:r dominación estatal basacl¿r en l¿r
ode jtrstici:r y en la sat¡ia mocleraciót.r. (Ibid.. pp. 65-66).
rodía El intento rnás depurad<> c{e construir tllra categoría de derechos frente al Est:rclo, con-rpatible con la
le un onrnipotencia de stt voltrntad legislador:r, es obrad.e G. Jellinek, System der óffentlicl¡en Recl¡te (1g92),
tracl. ir. de la 2." ed. (1905), Sistenta dei diritti ptúblici soggettiui, Societh Eclitrile Libraria, Milancr, t91)'.
IJnrr reconstrucció¡r clesarrollada de la',categorí¿r de.los clerechos púrblicos strbjerivos y cie sr.r significaclo
c, en lristórico err A. Bald¿rssarre, "Diritti pr-rtrblici soggettivi., en Ettciclopedia giuridicr,lroi. IX.
afir- 3. Al respecto, M. Dogliani, "Le ragioni c{ella cliscontirruiti tra l¿r c¡lrura gitrspubblicisrica pre- e
algo post- costifl.rzionale., en La necessaria discontittuitá. Inttnagini nel diritto ptrbbliÁ,liMulino, Boügna,
'al" Y I 990, p. 1 1 3. En el mismo volnuren, t¿rmbién A. Orsi llattaglilri, ."L'as¡r:.r6a e infeconcl¿r icle¿r". Dis¿rvvenr.re
ciell'individLro nell¿r c¡-rltt¡r¿r giuspubblicis¡i6¿., pp. 1 1 ss.
Lrdie- 4. Th. Hobbes, Leuiatán, parte II, cap. XXIX, trad. de A. Escohotado, Nacional, Maclrid, 1 983.
y sin 5. G. Jellinek, Sistenta, cit., p. 56.
6. Supra, pp.27 ss.
7. G. Anschiitz, Die Verfassrrng des detttschen Reicbes uont 1 1. Augttst 19 19, G.Stilke, Berlin,
s de- rr 19.30, sub art. 153, pp. 606 ss.
Esta- 8. N. Bobbio, "Diritti c-le.ll'uorno e del cittadino nel secolo xrx in Enropa", en G. Dilcher -
:OITT- R. Hoke - G. S. Per.re Vidari - H. 'Winterberg (cor-rrps.), Gntndrechte itn 19. Jtthrbuttdert, Lang, Frankfurt
:r. M., Bern, 1982, pp. l1 ss.
3CtOS
9. Al respecto, M. Fioraval-rtt,Appttnti di storia delle costitttzioni ntodentel,La libertd: presrtpposti
ón66. cultrn'ali e tno¿Jelli storici, Giappichelli, Torino, 1,99,7,pp. 101 ss.; y especia¡nenre pp. l.i6 ss., clo'cle, en
lere- el ámbito de un:r flurdamentación "estatalista" de los clerechos, como era la clecimo'ónica, se pone erl
adc- evide¡rcia la imposibilidad de ciar urra solución-de c{erecho positivo a la c'estión cle su protección y, por
t:1t'rto, a l¿r cle los lí¡nites del Estado. La hipótesis de la arbitrariedad del legislador poclía ser
: esta ¡nediante una visión típicarnente historicista de la congruencia del Estado .or-, .l .l."or.ollo "desclramatizacla.
histórico de la
qLre Nacióu, una visión qr.re habría hecho que aquella hipótesis no fuese viable mientras, y en la meclida en qlre
lere- el Estado y su legislación fr'teran expresión orgánica del desarrollo en senrido liber¿rl áe la historia nacional.
Fácil-
10. N. Bobbio, "Legge nat¡-rrale e legge civile nell¿r filosofia politica cli Hobbes. (19s4),ahora en
Thomas Hobbes, Einaudi, Torino, 1989,p. 111, donde se establecl la posición-clave cl'el filósofo entre
y los iusnaturalismo y positivismo jurídico en los siguientes términos:
"f[6*ot Hobbes pertenece, cle hecho, a
l¿r historia del derecho natural; no hay tratado acerca de la historia del pensamiento
iuríclico y político que
no mencione y cxamine su filosofía como !rna de las expresiones típicas de la corrienre iusnaruralista. por
otra p¿trte, Hobbes pertenece, de derecho, a la historia del positivismo jurídico: su concepción cle la ley y
del Estado es Lrna anticipación, en verdad sorprendente, de las reorías positivistas del siglo pasado,.
11. F. Pierandrei, I cliritti soggettiui prybblici nella piit recerTte euoluzione della cloitrila gerntanica,
Giappiclrclli, Torino, 1940, pp. 1,24 ss.
69
1
{
j
EL DERECHO DUCTIL
70
w
LA SEPARACIÓN DE LOS DERECHOS RESPECTO DE LA LEY
rúsisr:rrrce i I'oppressio¡1"; peclirración de "1793, art.3.i: .La résistauce i I'oppression est l¿r corrséqltence
cles :rtttres Droits de I'homme''
tto 26. Declaración de 179 3 , arr. 3.3 : "Quancl le gouvernenrent viole les clroits du peuple, I'insttrrectiou
csr, p()rrr le petrple et pour chaqlre portion du peuple, le plues s¿rcrá cies clroits et le pltrs indispensable des
SS.
lo, .lcr'oirs-'
ln- 27. L. Jetrrrre, .Préface aux droits de I'ho¡l¡rre,,, en Les déclaratiotts des drc.¡its de I'homme (1789-
lr- 179-J- i 818- t9'46), Flatnnrario¡r, Paris, I 989, p. 60.
clir 28. N. Bobbio, "l cliritti dell'ttouro, oggi", en Nt'toua atttol<;gia,'1991, pp.8-3 ss. y 87, doncle se
ón rlice: .At¡nquc creo que hay qtre ser nruy cautos en el descnbrimiento de vir:ries, saltos ctr¿rlitativos,
::.1S c:.rr'6i6s c{e époc:r en cad¿r esfaciórr, no dudo en afirurar qlle, en lo corrcerniente ¿1 la cor-rcepción de la
lra rclrrci<i¡ política, la proclirnración de los derechos clel ho¡rrbre h:r partido eu dos el cttrso histórico c'le la
.To ht¡trr:rll id¡d -.
d¿r 29. El artículc¡ 5 c{e l.r Decl¿rraciír¡-r ¿rfirnra: .La Loi rr'a le droit de c1éferrdre qtre les actiorls truisible
s() i ¡ s<¡ciété. T<>r¡t ce clui n'est pirs défenclu pa'rr la Loi t1e pellt étre enrpéché, et nul ne peut étre contraint
i faire ce qu'elle ¡r'ordorrrre pas.. Er-r el r-nisrno senticlo, pero con refererrciir no a simples libertades de
l¡t'clro nnteriores l la ley y restriírgibles everrtualrlerrre por ést:r, sino ¿r vercladeros clerechos prestlpuestos
ro
por la ley, reza la lX Errrnienc-la de la C<.¡l-lstituciótt antericana conte¡ricla en el Bill
\., [)or riu'rr(), irralterables
n- itf Rights ,Je 1791: "The enurrerarion in the Constitt¡tion, of certairrs rights, sh¿rll not be constrttecl to
le, rlerry, or disparage others ret:rinecl by the people", fórmula que sólo restricrivernerrte pttede entenderse
ed rcfe ridrr los derechos protegidos por las Declaraciones adoptadas con anterioridad por los Estados de la
¿r
vil Feclereci<jn y que, en puridad, ab¿rrca todo el conjunto de clerechos clue se h¿-rn ido concretando a lo largo
re cle l¿r lristoria de la itrrisprt¡dencia del cc¡ttttttott lau.
ecl
30. E,st¿r diferenci:r ¡ro es m:is qrre Llrla corlsecllencia. Adoptand<¡ l¿r céletrre ir-rterpretación históri-
)tl co-corrsrirlrcion:rl de H. Arendt, Sobre Ia reuolucicitt (I963), tr:rd. c1e P. Bravo, Aliirnz:r, M:rdrid, 1988, y
cle C. Mcllwain,The Anterican Reuoltttirnt: a Cottstittttional Ittterpretation (1923) (tr:rd. it. La Riuoluzione
ro aytaricana: urtrt intetprctdzione costitttziortalc, Il Mulino, Bologr-ra, 1965), se podría decir qr,re la Revolu-
lel ció¡ arrrericana fue esencialnrerrte una revolnción iurÍdico-constitucional, mientr¿rs clue la francesa fue
to rrn¿r revcrluciórr social. Por r¡sar la expresi6n de H. Arendt (op. cit.),la priurer:r perseguíar la libertacl, la
es segrrrrcla la liberaci<ln. Al respecto, es básico N. Matteucci, La Riuctluziotte antericanit: tola riuoluzione
u1
costitt.tzio,tdle, Il Mr-rlino, Bologr-ra, 1 987.
or -i1. El federalistct, traducciór-r y prólogo de G. R. Velasco, FCE, México,1943, n." 78 (Hamilton),
p. 339.
r¿1
32. ^f . Bonazzi,.ljn "costituzionalisrno" rivoluzio¡rario. ll de¡ttos basilerts e l¿r rr¿rscita degli Stati
:s- Urriti": [:ilosofia politica 2 (1991.), pp. 282 ss.
33. G. Tarello, Storia della cztltura giuridica ntoderna I, cit., pp. 56'L-562 y P. Conranidttcci,.La
cosriruzionalizz¿tzione anrericana: un c:rpit<,rlo dclla storil dell:'r cr-¡lturr giuridica rloclerna.: Materiali per
u,ta stot'iLt della culttra giuridic"t 2 (7987), p. 466.
34- FI. Hof¡rrann, .Menschenrechtliche Autonomiear-rsprliche": Deutscbe Jt.triste nzeitt.utg 4 (1992),
p. 165 e Ic1., "Il contenlrto politico delle dichiaraziorri dei diritti dell't¡on1o>, en Filosofia politica, cít.,
pp. 38.3 ss.
35. Nos referirnos al n." 84 de El federalista, cit., p. 376.
36. Véase, sin embargo, H. Arkes, "The "Reasoning Spirit" of the Cc¡nstitutic¡n', en Beyond tbe
Cc.¡ustitution, Princeton University Press, 1990, pp.21 ss.
37. B. Cl:rvero, "Lo spazi<¡ dei cliritti., cit., p. 105.
er 38. Supra, cap. 2, nota 26.
39. De C. H. Mcllr¡,ain, Tbe Anterican Reuolutir¡n: A Constittttiottal Interpretatiorz, cit. Sobre el
í¿r
parricular, tarrbién para Lura cornparaciól-r entre las dos grancles Revoluciones desde el punto de vista
te constirlrcional, M. Fioravanti, "Stato (storia)", en Enciclopedia del diritto, vol. XLIII, Girrffré, Milano,
o, 7990, pp.744 ss.
il, 40. T.Bonazzí,.Un "costitrrzionalismo" rivoluzionarie', cit., p. 288, para la reconstrucció¡r de la
oposici<irr tülhig a la soberanía popul:rr, al derecho de resistencia, a la omnipotencia parlarnentarie.
)- 41,. Véanse las dificult¿rdes para conciliar la supremacía de la ley, es decir, el Rt'tle of Lau tal y
:n corno se había asentado en aquel entonces, con la subsistencia de un co¡rtrol cle racionaliclad o de equidad
-$0.
:if tradicional, en el capítulo II del tonro I de los famosos Cotnntentaries de Bl¿rckstone (en la edición
frarrcesa, Cotntnentaires sLÍ les lois anglaises, traducciór-r de la l5." edición, Paris, 1822, I, pp. 145 ss.,
sobre las condiciones de validez y sobre l¿rs necesidades interpretativas c{el derecho creado a través de los
es
la Statutes).
71
EL DERECHO DÚCTIL
42. Sttpra, p. 54 3s.
43. H. Hofin¿rnn, oll contenuto politico...-, cir., pp. 373 ss.
44' E' Latrrbert, Le gottuentetnent des itrges et la ltftte co,ttre la législatiott sociale atrx États (Jnits,
Giard, Paris, 1921.
45. (J¡t traranliento nrás cles¿rrroll¿rclo en G. Zagrebelsky,
"Le corrtróle cle consrit¡_ltionr_ralité cles
l<ris en Fralrce et ell It¿¡lie: cottfrorrt¿rtion de cerrains cle leirs
contparé,1990, pp. 25 ss. ".p..r.., enJotrntées cle Ia Société cle législatir:n
46' L' F¿rvorett - L. Philip, Les grandes décisions dtt Co¡tseil cc¡nstittttionttel, Sirey, paris, s1991,
pp. 650 ss.
47' J' Morlnge, "La Protection des droits fondar¡rent¿rux par le Conseil constitlrtio¡rrtelu, Gittris-
prtlde,tz,.l costitttzic¡ttctle, 1991,, pp. 2551 ss,
48' N' Zauon, L'exceptiott d'inconstittttionttalité in Ft,ttzcitt: una riforuta ctifficite, Gi:rppichelli,
Torino, 1990.
49' EIt tttl:r de las primer¿rs decisiones ciel Tribunal constitr.rcional federal alerná¡ (BVerfGE I
[195 1], qp. 1.q1 ss.).. Sobre el c¿rr¿icter cle pr-otección para el legislaclor, propio clel c<¡nrrol .européo" cle
constirtrciol'l¿rlidad de las leyes, pttede verse corr m¿is prlcisiórr Laconi, Assá mblert costitttettte, Ccxntnissic¡tte
per la Costitttziotte, Adunanza pletnria,l febbraio "1947 (vol. VI, pp. 29? ss. c.le l¿r
Edició¡r de los Tr:rbajos
prepar¿ltorios de la Cor-lstittlción, edit:rdo por la Cárnara de los cliputaclos, Ror-rra, 197'l).
50. Los arrgltmetrtos usados pirra defender la ley sor-, paralelos a los que en otro tiempo se Llsaron
en favor cle los actos de la adn-rirristración. M. Hatrriou (P)incipes cte rtroii pttblic, Sirey parris, r19.16,
pp' 799 ss.) hlbl:rba (contra l¿rs teorías *subversivas" de L. DLrgLiit, q.,. portr'il.b,l ei sor-netir-,riento
de la
ley a la condiciórr cle su "indudable car¿icter juríclico") cle la préalarfile. (*il s,agit de savoir
"áb¿iss"rrcL
de quel c6té est le préalable, si c'est cltr cóté de l'nutoiiré qui conrmancle óu si c'est du c6té clr¡ srrjet qtri
obéit; si le sr'rjet ¿vant d'obéir, pelrr soulever la qr.resrion piéalable cle la légalité c1e I'orclre o¡ bieri si, a¡
contraire, il est obligé cl'obéir avarlt de soulever l.r qr.resiion cle la légalité-. Faire passer le préalable cl.
cÓté de la légalité, c'est détruire I'obéissance préalatle aux orclres Á, g,r.rr,..,l.r-r-r.nt, .'.st clétruire
le
droit propre du gouvernetne¡rt. L'autorité sonveraine... est celle qui n'a p:ls besoin cl'avoir rrrisorr ponr
itrstifier ses actes")- Pa.z, expiesar los misnros concepros, C. Sch¡nitr (Legalitat ttttcl Legitirttitat [1,9321,
alrora etr Verfassurtgsrecbtlicbe At.fstitze atts den Jabrin 1924-1954, Duncker 6c Humblot, Berlin, ,19g j;
p' 288) hablaba de "iiber-legale Priimie ¿ruf den legalerr Besitz cler legalen M¿rchr,, y en este *refirerzo
supra-legal" se contenía nno de los rasgos de la soberanía.
51' G' Bognerti, La responsabilitci perTort del funzionario e dello Stato nel cliritto norclanzericano,
Girrffré, Milano, 1963, en especial, pp. 182 ss.
52. Para lo fr-rndamental,J. E. Nowark - R. D. R<¡tnncl¿'t -J. N. Yorrrlg, Cqnstitutiottal Law,West
Pr'rblisl.rirrg, St' Paul Minn., r1986, pp. 102 ss. y L. H. Tribe,Azreriá1 CotxstftL;üo1tál
Lorr,The Fo'ncl¿rtior.r
Press, New York, :1988, pp. 96 ss.
5.1. Por rodos, A. Pizzorusso, .I sisremi di giusrizia cosriruzionale: clai nroclelli alla prassi" : ettaclerni
costitttzionali 3 (1982), pp.521 ss.
54' N. Bobbio, El tiempo de los derecbos, cit., donde los clerechos se vincnlan a l:r c-lemocracia, a
la jtrsticia y tlapaz conlo aspectos de la tenderrcia clel espíritu político actual. Análog:-rmente, F.
Fagia¡i
("Etica e teorie dei cliritti-, en C. A. Viano [con-rp -1, Teárie eiiche contenxpor.¿rtlee, Bollati Borirrgñeri,
Torino, 199O, p. 87), que reproduce (n." I, p. 247) la observación de A. Buchana¡r: (Los futuros historia-
dores de la filosofía política y moral bien podrán etiquetar nlresrro tiernpo como el riempo cle los clere-
chos..
55' G. \ff. Fr. Hegel, Filosofía del Derecho, S 257, trad. de E. Vasquez, Universiclacl Central cle
Venezuela, Clracas, 197 6.
56' No carece de sentido la ausencia, en aquellos años, cle cualquier intento cle ref¡nclaciólr cle
una filosofía de la convivencia polític¿r sobre bases Áencialrlrent. racionaies. F¿rltaba para ello la premisa
necestrria, destrr-rida por el .sueño de la razónu qr,re había condr-rcido a la gran ,.og.áin. Los intentos cle
este tipo aparecerán rtás tarde, bajo la forma de recuperación clel utilitarismo
juegos" aplicadas a la política o en las concepciones .econó¡nicas" de la politica) lcomá en las .reorías cle los
o cle refunclación e¡
términos nlodernos del contractualismo iusnaturalista clásico (como, por ejemplo, en Rawls y er-r R.
Nozick).
J.
57. La irnpr"rtación de las atrocidades del nazismo al positivismo y al subjetivismo juríclico se
bas¿'tba en frágiles premisars. De los hechos no pr.rede derivar la refutación cle i r'ra ,.orío,
salvo e¡ prese¡cia
de condiciones completamente excepcionales que confieran a los primeros el valor cle .experimenro,
de
la segunda. No obstante, en el clirna-<le la segr.rnda posglrerra, aqr,rella irnputación se hizo posible por lo
72
LA SEPARACIÓN DE LOS DERECHOS RESPECTO DE LA LEY
61. La prinrera expresión del artícr,rlo primero de l¿r Co¡rstittrción alenl¿rna actlral es, precisa-
rfGE .dig¡ricl¿rd hr¡rn¿rna.: *Die 'Wiirde des Mertschen ist ttnertt¿lstbar.. Arráloga expresión abre, et't
I lrlenre, lrr
eo" de
el ¿rrr. lO, la declaración de dereclros de la Constitr'rción español:r vigetrte.
issionc 62. Véase, por eiernplo, el :rrt. 2 cle la ConstitucióIr it¡rli¿'tna.
::rbajos 63. Conto ejemplo, el Preámtrt¡lo ciel Est:rtuto de las Naciorres Urriclirs (1945) re¿rfirnta .la colr-
fi¿rnza err los derechos fundamentales del hon'rbre, en el
valor y en la c'ligrridrcl cle la persona' y el trrt.1 de
Lls¿l ro ll lrr Decler¿rción univers¿rl de los derechos clel honrbre (1948) m¿rtrifiesta clue "Todos los seres hurrranos
!7976,
rracen libres e iguales er-r digniclad y derechos. Están dot¿lclos cle razólr 1' coucienciar y cleben acttlar recí-
cdela or()crlnreltte en espíritu de fr¿rternidad".
savoir 64. Esra ¡roción lindirizzi politici, en el texto italiano.l, qt¡e expres¿r la concepción clel Estacicr
iet qtri cor¡o nredio para alcanzarr un fin que le viene implresto ciesde fr.rera, precis¿lmente clesde Ia orientación
l si, ¿ru
oolÍtica, es capital para comprender el derecho constitlrcion¿rl de la época actual, donde el Estado como
ble du ral n<-, rie¡e rrna orierrtaciól'r, sino que debe serle dada. Puede decirse que se trat:r de l¡na nocióu típica de
r-rire le
'l porlr la i¡estabilid¿rd del Estado, es decir, del Estado que ya no es carlsa y fin de sí misrrro. Dicha noción se
conecta a la de función de gobierno, elaborada eu Francia al final del siglo pasado como función con
1 9 32), sc¡1tido propio, aunclLre concretada pór las otras tres fttuciones clásicas del Est¿rdo. I-os términos del
'|1985, cleb¡te en R. Smend, .Les actes de gouvernen-rent en Allertalgue., en Annuaire de I'Institttt intenntic¡nal
fuerzo de droit ptrblic II, Paris, 1937, pp. 192 ss. Para los desarrollos más específicamente italiarlros, M. Dogliani,
Ittdirizzo politico. Riflessioni su regole e regolaritá ttel diritto costitttzionale, Jovene, Napoli, 198,5.
'icatto, 65. H. Kelsen, Vom'Wesen und Wert der Dernokratie (1929) y Absolutisrtt and Relatiuistn in
philosopby and Politics (1948), trad. castellana de ambos trabzrjos: el prin-rero, traduciclo por R. Lr,rct.rgo
, West Tzrpia y L. Legaz Lacambra, con nota preliminar de I. de Otto, Esencia y ualor de la demgcracia, Labor,
dation Barcelona, 1977;el segundo, traducido porA. Calsan-riglia, está contenido en el volunren éQué es iusti-
cia?, que incorpora un estudio preliminarr del traductor, Barcelona, Ariel, 199 l.
aderni 66. F. Pierandrei, I diritti subbiettiui pubblici, cit-, p- 1,22.
acia, a
agiani
gl.rieri,
;toria-
dere-
'ral de
ón de
'emisa
tos c'le
de los
ón en
en R.
ico sc
;encia
:o" de
)or Io
73