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Universidad de La Sabana

Cristian Felipe González Hernández


Metafísica Teodicea
Revisión/reseña
El oscurecimiento de Dios

EL OSCURECIMIENTO DE DIOS
Este texto tiene como objetivo hacer una síntesis de los principales argumentos expuestos por Luis
Romera en la segunda parte de su libro: El oscurecimiento de Dios. La estrategia de presentación será
de la siguiente manera:
I. Contexto
a. El fenómeno del secularismo
b. La concepción moderna del yo.
II. La figura de Kant
a. Agnosticismo kantiano
b. Crítica a la teología natural
III. El ateísmo
a. Causa
b. Recepciones contemporáneas (Nietzsche-Sartre)
Conclusión.

I. Contexto en el que se origina el oscurecimiento de Dios

En esta parte quisiera mencionar ciertos elementos circunstanciales que originaron paulatinamente un
distanciamiento entre el hombre y lo religioso. Como bien menciona el autor: a lo largo de la historia
el hombre ha instaurado muchos mecanismos que le ayudado a acercase a Dios. No obstante, otros de
estos mecanismos han tenido un efecto contrario y han hecho que los hombres se olviden cada vez más
de lo religioso. A continuación, se expondrán los hechos más importantes que presenta el autor para
dar cuenta de los antecedentes históricos que justificaron el distanciamiento de Dios.

a. El fenómeno del secularismo

El secularismo, de acuerdo con los planteamientos expuestos en la lectura, es una posición que
declara la independencia que deben tener las dinámicas sociales y políticas de las cuestiones
religiosas. Para el autor el secularismo trajo consigo consecuencias positivas y negativas: por un
lado, permitió mitigar las problemáticas y superar el clericalismo, ideología según la cual los
asuntos políticos de una sociedad deben estar subordinados a la influencia del clero; (esto sería
lo positivo) por otro lado, el secularismo y en concreto, la independencia de lo religioso
promulgada por esta posición, ha devenido en un indiferentismo que conlleva a la
emancipación radical de Dios de todas las de la vida humana.
En ese orden de ideas, el secularismo, si bien ha sido una posición que sostiene que las
dinámicas sociales deben tener independencia de las cuestiones religiosas, llevada al extremo,
es una de las principales causas del distanciamiento tajante y de la marginación de la esfera
religiosa. Así entonces, el secularismo radical ha sido (históricamente) el punto de partida de
muchas posiciones que defienden la creencia de que Dios (lo religioso) no puede
influenciar/intervenir en otras esferas de la vida humana, pues este, según lo ha hecho ver el
secularismo más fiel, no es un ser pertinente ni necesario para el desarrollo de otros ámbitos
distintos al religioso. Todo esto, según el autor, conlleva a la imposibilidad de reconocer la
presencia de Dios y esto da como resultado un oscurecimiento paulatino de lo religioso a causa
de la emancipación del secularismo.

b. La concepción moderna del yo.

Otro de los antecedentes de este paulatino oscurecimiento de Dios es la concepción del sujeto
instaurada en el seno del pensamiento moderno. Según el autor, la noción moderna de sujeto
se ha forjado en detrimento de la concepción de Dios entendido como un ser real,
independiente de las facultades cognoscitivas de los hombres y por ello, esencia misma de todo
cuanto hay. Por el contrario, dado que la modernidad posiciona al sujeto en el centro de todo
y sólo concibe como relevante aquello que, dentro de los límites de su pensamiento, es claro y
distinto, Dios sólo puede ser tenido como una idea que depende estrictamente de la actividad
constitutiva del sujeto, que sólo puede ser verificada en términos de claridad y distinción y que
sólo puede manifestarse dentro de los límites cognoscitivos de este.

Así pues, la modernidad otorga una importancia muy grande al sujeto y a la subjetividad. Esta
última, parece ser una de las razones de la emancipación de lo religioso: el hecho de que sólo
en la subjetividad podamos dar cuenta de la manifestación de Dios, nos da a entender que este
sólo puede existir dentro de los límites cognitivos del sujeto y, por lo tanto, no es un ser real,
sino una idea (regulativa) que impera en nosotros y nos lleva a actuar de una forma particular.
Adicionalmente, la modernidad trajo consigo toda una reformulación de la empresa científica
de acuerdo con los parámetros postulados desde el marco de la subjetividad y teniendo en
cuenta los límites cognoscitivos del sujeto. En consecuencia, el saber científico se convertiría
en la vía fidedigna para conocer. Una visión así, según el autor, traería consigo muchos
problemas, pues si la ciencia está fundada sobre una concepción subjetivista, y si se sabe que
desde este marco (subjetivista) Dios es tan sólo una idea, entonces la ciencia no podrá conocer
a Dios como algo distinto de idea en la mente humana. Una concepción así no sólo da a
entender una cierta limitación por parte de la ciencia, sino que, además, patrocina todo un
despojo del valor de Dios en sí mismo y lo reduce a un fenómeno de la subjetividad.

II. La figura de Kant


A continuación, se expondrán dos elementos propuestos por Kant que, según el autor, reafirman aún
más este oscurecimiento paulatino del que estamos hablando. En primer momento, se hablará de
teología que desde el marco de la filosofía kantiana es entendida como un estudio del fenómeno
religioso. Y en segundo momento, se tratará el problema del agnosticismo kantiano y la imposibilidad
de conocer a Dios en tanto ser real.

a. El agnosticismo kantiano

Hay algunas cuestiones que deben ser mencionadas antes de hablar del tratamiento que da Kant
a la teología natural. Para el filósofo la única vía de acceso a la realidad es a través de los
sentidos. Estos están subordinados a ciertas estructuras mentales que ordenan los datos de la
experiencia captada. Así entonces, conocer para el filósofo no es otra cosa que aplicar estas
estructuras mentales a los datos de la experiencia que nos proporcionan cada uno de los
sentidos. Ahora bien, este tipo de planteamiento tiene sus condiciones: para Kant un
conocimiento que no parta de la experiencia no puede ser llamado genuinamente conocimiento,
dicho de otro modo, si las estructuras no pueden ser aplicadas a ningún contenido sería inaudito
decir que puede, en tal caso, haber conocimiento. Kant, basado en sus planteamientos, hará una
crítica exhaustiva que conllevará a la clausurará (aparente) de la teología natural.

Lo primero que dirá el filósofo es que, dado que no tenemos una evidencia empírica de Dios,
pues no existe un fenómeno de Dios del que podamos tener una representación (basada en la
experiencia), entonces Dios no puede ser conocido, pues como se ha planteado anteriormente,
ya que no podemos tener de él un conocimiento originado a partir de la experiencia y ordenado
en virtud de las estructuras mentales, no puede decirse propiamente que conocemos a Dios.
Así entonces, Kant mostrará que debido a las limitaciones de nuestro conocimiento nos es
imposible conocer a Dios aceptando el hecho de que este no puede presentarse a mis sentidos
y, por lo tanto, no puede ser tenido como un contenido de mi experiencia.

b. Crítica a la teología natural

De acuerdo con estas limitaciones, la teología natural, entendida como un esfuerzo teórico por
conocer a Dios a la luz de la razón, es un saber insuficiente que no se conduce adecuadamente
según las reglas lógicas que garantizan el correcto uso de la razón. Ahora bien, dado que la
razón no está capacitada para conocer a Dios, pues como se dijo antes, de este no tenemos una
representación empírica a la que podamos aplicar nuestras estructuras mentales y, gracias a este
proceso, justificar que tenemos un conocimiento genuino de él; Lo que nos queda es evaluar a
Dios, ya no como una idea que de hecho conozcamos, sino como una especie de noción que
sólo puede ser expresada dentro de los límites de nuestra subjetividad y que no es totalmente
irrelevante en la medida en que motiva y regula las acciones humanas.
En consecuencia, la crítica kantiana a la teología natural conlleva a su clausura y a partir de
esta, la esfera religiosa y en concreto Dios se evaluarán como ideas regulativas o como
fenómenos que dependen estrictamente de la actividad humana. Esto último origina un
deterioro ontológico de Dios, pues este se verá reducido a un fenómeno mental de los hombres
y se olvidará el hecho de que Dios es un ser real y perfectísimo que no existe en virtud de la
actividad del sujeto, sino que es totalmente independiente de él y por lo tanto es un ser garante
de aquello que ni siquiera el sujeto puede conocer.

III. El ateísmo

El fenómeno del ateísmo se nutre del agnosticismo y de las limitaciones objetas por Kant. Podría
pensarse que la postura que niega cualquier posibilidad de existencia de Dios tiene sus orígenes no sólo
en el indiferentismo y emancipación del secularismo, sino también en la clausura de la teología natural
y en la marginación ontológica de Dios a causa de las limitaciones de la razón y la imposibilidad de un
conocimiento genuino de él. A continuación, se dará a conocer lo que se entiende por ateísmo y luego
se expondrán dos de las propuestas más relevantes que se han fundado sobre la base del ateísmo
contemporáneo: Nietzsche y la transvaloración de los valores y Sartre y la libertad humana.

a. Antecedentes
Como se menciona en el texto, hay dos formas de ser ateo: por un lado, en la medida en que
niego la posibilidad de la existencia de Dios y, por otro lado, si sostengo que es posible
construir mi vida y vivir plenamente al margen de cualquier noción que implique o anuncie la
existencia de un ser divino. Ambas formas de ateísmo surgen a causa de dos cuestiones: 1. La
creencia occidental de que la razón es un instrumento completo y suficiente que permite
indagar en todos los ámbitos de la realidad sin tener en cuenta la relevancia de la instancia
religiosa. II. La evidencia del mal y la conclusión de que Dios no puede existir, pues si existiera
no podría haber mal, pero dado que de hecho sí existe el mal, entonces Dios no existe.

b. Nietzsche y Sartre
Teniendo como base estos presupuestos, la contemporaneidad erigió sus propias teorías:
Nietzsche, al darse cuenta del deterioro ontológico de la esfera religiosa y del valor que la
cultura otorgaba al saber científico en detrimento de lo divino, concluiría que: nos hemos
convertido en los verdugos de Dios, nosotros mismos nos hemos encargado de ocultarlo y
hemos apagado la luz que nos permitía verlo. En últimas, nosotros lo hemos matado. No
obstante, la propuesta de Nietzsche busca superar este vacío que deja la muerte de Dios: en
vistas de que Dios ha perdido su puesto como ser esencial y ha desparecido de horizonte
humano, para salvar este vacío, sólo le queda al hombre superar sus limitaciones y erigirse como
su propio Dios. Así entonces, la propuesta de Nietzsche pone al hombre como un ser capaz de
imponer sus propios valores, como alguien que se construye y que por lo tanto no necesita de
ninguna instancia trascendente, sino que en lo inmediato encuentra todo.

Así mismo, la posición de Nietzsche hace una clara exaltación de esfera inmediata de la vida
humana, pues si es cierto que estamos incapacitados para conocer instancias trascendentes, lo
único que nos queda es aceptar nuestra finitud y vivificarnos en lo que nos es más familiar, es
decir: en el horizonte de la inmediatez y de lo contingente. Esto último influiría mucho en los
pensamientos posteriores: Sartre, por ejemplo, sostiene que, dado que no hay una instancia
trascendente y necesaria que dicte previamente cómo tiene que ser las cosas, el hombre entonces
es condenado a una libertad en la que debe hacerse a sí mismo cada día y estar reinventándose
constantemente. En otras palabras, la propuesta de Sartre parte del hecho de que somo seres
inacabados, debido a que no hay un designio previamente consentido que nos diga cómo ser,
el hombre tiene la responsabilidad de construirse así mismo y hacer de él mismo lo que sus
propios designios quieren.

Conclusión

En síntesis, este tipo de posición han permeado en la cultura dejando claro el desprecio que hoy día se
tiene por las cuestiones religiosas. Como lo quiere hacer ver el autor, el origen de este tipo de tendencias
no es del todo claro, sin embargo, se puede ubicar a lo largo de la historia ciertos hechos que han
ayudado a promover este tipo de posiciones. En principio, el secularismo y sus ansias de callar a un
clericalismo desbordado trajo consigo un olvido paulatino de la esfera religiosa y la creencia de que
Dios tenía que guardar cierta independencia de las esferas humanas; en segunda instancia, la
modernidad aceptaría esta idea y añadiría que: Dios no sólo debe estar al margen de las esferas humanas,
sino que además debe ser considerado como una idea regulativa que se expresa dentro de los límites
de la subjetividad y que, al no poder conocerse, debe ser más bien asumida como base para la acción.
En tercera instancia, el ateísmo contemporáneo erigió toda una propuesta que muestra cómo es posible
construir y replantear las esferas humanas al margen de Dios y de cualquier forma de teísmo. Dado que
Dios ha perdido su relevancia ontología y ha sido reducido a una expresión que se muestra dentro de
los terrenos de la subjetividad, es cada más más difícil pensar a Dios como un ser realismo e
independiente del hombre. Una posición así demuestra nuestra imposibilidad de ver Dios y da cuenta
de que a lo largo de la historia hemos planteados muchos mecanismos que han causado una ceguera y
han oscurecido a Dios.

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