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hoja ruta

Palabras equivocadas, mensajes fallidos.


Acerca del uso acertado de las palabras

En una plática, se decía que una persona había sido sobornada, cuando lo que se quería decir era que fue extorsionada,
cuestión totalmente diferente. El interlocutor, con una expresión y un par de preguntas, de inmediato hizo evidente el
error, el cual fue corregido y la plática continuó. Esa es la gran ventaja de la comunicación oral: los ademanes y
gestos, la repetición, la corrección y el diálogo permiten que un mensaje se transmita adecuadamente. Con el
lenguaje escrito no sucede lo mismo. Las palabras escritas no admiten repeticiones, mayores explicaciones, formas
diferentes de expresar la idea o el mensaje. Si se hubiera escrito que una persona fue sobornada en lugar de
extorsionada, no habría sido tan sencillo aclarar el error.
Es insoslayable la importancia de utilizar adecuadamente el lenguaje en los reactivos, pues en ocasiones nos
hemos encontrado con exceso de palabras, rebuscamiento o términos mal empleados que dificultan la resolución de
las preguntas que cotidianamente revisamos.
Imagine el lector que párrafo anterior hubiera sido escrito de la siguiente manera:

El propósito principal de este texto es soslayar la importancia que tiene la revisión de los reactivos en
la dimensión relativa a la redacción y factores sintácticos involucrados en el uso de cada uno de los
sintagmas –tanto en la base del reactivo como en las opciones de respuesta– para garantizar, desde
luego, la claridad y comprensibilidad de estas, respetando en todo momento el lenguaje técnico y las
características propias de cada profesión evaluada, sobre todo si se toma en cuenta la diáspora de
exámenes que cotidianamente se aplican.

Ahora piense en un sustentante que encuentra en su examen un reactivo


redactado así:

La situación de la clase obrera en México ha transitado


por distintas épocas matizándose en diversos ámbitos,
lo que ha caracterizado el paso de los
obreros en la historia en una situación
de conflicto que permea los vínculos
obrero-patronales.

En los ejemplos anteriores se muestra


cómo el propósito de un texto, que siempre
es expresar ideas, se ve entorpecido por las
palabras mismas. En el primer caso, soslayar,
dimensión relativa, factores sintácticos,
sintagmas o diáspora son expresiones que
se emplean equivocadamente o que pierden
sentido. En el segundo, nos enfrentamos a
lo que hemos dado en llaman “reactivo

NÚM. 12 · 3 / marzo / 2014


Cantinflas”: uno en el que, de que se quiso decir algo, se dijo; de que se entiende, pues seguramente sí, pero puede
ser que sí o que no, pero, pues, ahí está. Ya está escrito y a partir de que cumple con la especificación, ahora el
problema es de otro, del lector, de ese que tiene que entender lo que yo quise decir… y si no, pues contestará mal la
pregunta.
Un error frecuente es la utilización de términos que tienen un significado diferente al que se pretende expresar. En
un reactivo se encontró esta oración: Un grupo funerario promueve en un centro comercial sus planes de defunciones.
Las defunciones son la razón para que existan las funerarias, pero es imposible que un grupo funerario promueva
planes de defunciones.
El siguiente ejemplo muestra cómo se utiliza un término para expresar algo completamente diferente: Seleccione
el procedimiento adecuado para ubicar la señalética especializada en las calles. La señalética “estudia y desarrolla
sistemas de comunicación visual sintetizada en un conjunto de señales o símbolos que cumplen la función de guiar,
orientar u organizar a una persona o conjunto de personas”. Lo que se coloca en las calles son las señales, no la señalética.

El propósito de un examen es identificar


si el sustentante posee determinados
conocimientos y habilidades. Hagamos
lo posible para que el lenguaje no sea un
obstáculo para conseguirlo

La redacción de textos largos y de difícil lectura es también


frecuente:

La construcción de una presa, que servirá para la


instalación de una hidroeléctrica, modificará de forma
definitiva la geografía de los predios pertenecientes a una
comunidad localizada en las inmediaciones del río en
donde se realizará dicha construcción.

¿Por qué no redactarlo de la siguiente manera?

La construcción de una presa, que servirá para la


instalación de una hidroeléctrica, anegará de forma
definitiva los predios pertenecientes a una comunidad
ribereña.

En el largo proceso de elaboración y revisión de reactivos, por


razones obvias, generalmente se dirige la atención a la base del
reactivo y a la opción de respuesta correcta. Tan es así que quienes
capacitan para la resolución de exámenes estandarizados señalan
que, si se encuentra una opción de respuesta con errores
ortográficos o con redacción poco cuidada, esta sea descartada.
Los ejemplos presentados anteriormente corresponden a la base
del reactivo, pero los problemas suelen aparecer con mayor frecuencia en las opciones de respuesta. En una pregunta
sobre el dibujo de piezas mecánicas se encontró la siguiente opción de respuesta:

B) está trazado en primera dimensión.

Un ejemplo más:

El peso del cuerpo humano es directamente proporcional a la fuerza que opone el resorte a la
deformación por la longitud que se estira el resorte.

Otra situación, no tan frecuente, pero sí grave, es la sustitución de términos que dificultan la comprensión de la
instrucción y, en consecuencia, la dificultad del reactivo. En la sección de matemáticas de un examen se preguntaba
cuántos cubos de cierto tamaño cabían en un cubo de mayores dimensiones, cuando lo que se quería preguntar era
sobre el volumen y no sobre la cantidad de cubos.
Hay términos que, a fuerza de uso, se han convertido en muletillas que no hacen más que dificultar la lectura de
los reactivos. Cientos de reactivos inician con “a partir”; todo se encuentra “a nivel” (internacional, del hígado,
estandarizado…); todo está “posicionado”, es “significativo” o ha sido “desarrollado”.
A modo de conclusión, si usted participa en alguna fase de la elaboración o revisión de reactivos tome en cuenta
los siguientes aspectos:

• Si al leer un reactivo tiene dudas sobre el contenido o sobre el significado de algún término, piense que al
sustentante puede sucederle lo mismo y él no podrá consultar un diccionario o preguntar al especialista.
Ayúdelo a aclarar la duda.
• Si la redacción le parece poco clara o confusa, significa eso: es poco clara o confusa. (Si camina como pato
y parece pato, es pato). Trate de resolver el problema.
• Si el autor quería hablar de las medidas de un objeto y escribió “dimensionamiento”, corríjalo, no importa
que él sea el experto.
• Si proliferan términos en otros idiomas sin justificación, pondere la conveniencia de escribirlos en español.

El propósito de un examen es identificar si el sustentante posee determinados conocimientos y habilidades.


Hagamos lo posible para que el lenguaje no sea un obstáculo para conseguirlo.
Para finalizar, cabe destacar que si durante la lectura a partir de un reactivo tiene dificultades
significativas para comprender a nivel discurso la idea principal involucrada, tal vez sea necesario
revisarlo nuevamente para aclarar las ideas desarrolladas. Una buena opción es eliminar
“cabe destacar que”, “a partir”, “significativas”, “a nivel discurso”, “involucrada”, “desarro-
lladas”. Si lo hace, tal vez el resultado sea algo como esto:

Si durante la lectura de un reactivo tiene dificultades para comprenderlo,


tal vez sea necesario revisarlo nuevamente para aclarar las ideas.

Invitamos a nuestros lectores a enriquecer este esfuerzo


con sus comentarios, dudas y aportaciones. Pueden dirigirse a:

hojaderuta@ceneval.edu.mx

Ilustraciones: M.C. Escher

Hoja de ruta, publicación electrónica de la DGAD, presenta breves artículos orientados a aclarar las dudas más
frecuentes relacionadas con la política editorial del Ceneval. Aparece los lunes, cada tres semanas.

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