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Gonzalo Abril 1. EL TELESPECTADOR EN LA PANTALLA NEOTELEVISIVA [Litt irupcin de la tleverdad durante lo primeros aos noveta desen- ;cadené reacciones semejantes a las que provocé la proliferacién de Jas teleno- velas durante los Gltimos ochenta: junto a una répida conquista de grandes audien- cas, los reality shows (RS) despertaron las no menos precipitadas iras “ilustradas” de muchos criticos y estudiosos de la televisién. Colonizacién salvaje de lo priva- do, espectacularizacién alienante de los sentimientos intimos, profunda depresién moral y cultural de la tele, trivializacién de la experiencia... son algunos de los diagnésticos que ofrecian las paginas de opinién de los periédicos de influencia dominante respecto al aparentemente imparable éxito del jnuevo? género, Los RS representan la culminacién de tendencias televisuales alimentadas desde los, primeros afios ochenta, como han observado P. Chambat y A. Ehrenberg t: el éxito de una nueva figura de presentador, entre animador y periodista, el incremento de Ja “insignificancia’, la extincin de emisiones de contenido politico, la multiplica- Cin de los juegos y el creciente papel de! pdblico, cada vez més presente en la pantalla, etc. ‘Aun dando por buena esta insercién histérica, habria que llevarla mucho mis atri: {a aproximacién a la privacidad (de la “gente comtin’, y no ya sélo de los “ticos y famosos") y la creciente representacién del publico en la pantalla expresan una doble tendencia de la comunicacién masiva ya anotada por W. Benjamin ? en los afios treinta, en su ensayo sobre la reproduccién técnica de la obra de arte: la bus- queda de proximidad yy la aspiracién de “las masas” a ser representadas ifilmadas); ©, si se pretiere, la paradéjica masificacién -30 democratizacién?- del vedetismo. Nuevas formas de especticulo como el karaoke confirman la culminacién de una exiendida tendencia al disfrute del estrellato, effmero y no profesional (los quince minutos de celebridad para todo el mundo que auguraba A. Warho)), durante los primeros afios noventa. Y hablan de una sensibilidad o disposicién del pablico sin la cual los solos factores emisivos (como la enardecida competencia comercial centre las cadenas) no explican, como es obvio, el éxito de las formulas de tele-ver- dad. Que no pertenecen ya, como la telenovela, a la clase de los géneros de fic- cién, aun adoptando propiedades discursivas det melodrama y de los géneros rea~ ‘CIC nF 1, 99-104 Servicio de Publicaciones UCM. 1996 9 {La nus enema Vistas. Ni pueden ser consideradas ajenas al discurso informativo , puesto que pre- tenden algtin grado de noticiabilidad y explotan un tipo de contenidos -los “hechos diversos"- presentes desde antiguo en la informacién periodistica. Formas, pues, intergenéricas que profundizan la indistincién entre informacién y entetenimien. to. Como explica W. Castafiares: “El reality show no pertenece en exclusiva ni alo informativo, ni a lo educativo, ni a lo espectacular, ni a lo real, ni a lo ficticio, porque pretende pertenecer a todos al mismo tiempo, Podriamos decir -utilizando un término que ha hecho fortuna en cier- tos ambientes populares- que es et género «total», lo televisivo por excefencia". * EIRS, en el limite, se idemifica con la televisién misma, o mas precisamente con la neostelevisién, como supergéneroo géneo jot. La nocin de neo-eevisin, desarrollada por F. Casetti y R. Odin +, se refiere a la modalidad del discurso tele. visivo hoy imperante, en que se ha soto con el sentido pedagogico y unidireccig- nal de la televisi6n tradicional (la paleo-television). La neo-television interpela se hace patente en las tertul as ¥ tal ik-shows). Frente al modelo paleo-televisivo de una sucesién de emisiones cada una de las cuales responde a un especifico "con- trato de comunicacién’” (es decir, pertenece a un género y se dirige a un segmente jeterminado de audiencia), en (pee erevisIor "a porills se deshllachay ae fae hes Ca Se RCS EES eal ae “Clones de intensidad, indeterminacion, polivalencia son algunas de sus caracte- “Fistieas, Ta emision tipica de Ta neo-televisi6n, escriben Casetti y Odin, es la emi- “Hon Gmalbus que’ atna las variedades la informacion: Tos [Wepoe- Tos “SSPRCTECUTOS POON Esta multiplicacién de las emisiones émnibus tiene consecuencias mayores sobre la organizacién sintagmética det flujo: una sucesién de emisiones émnibus ya no cconstituye una sucesiGn de emisiones; la impresién de conjunto producida es la de tuna emisién proteica pero Unica que se desarrolla al hilo de las horas y de los dias, sobre el conjunto de las cadenas. Un mismo «programa global» arrastra la totalidad de las producciones televisivas. La dimensién paradigmitica (la dimensian de la eleccién entre cadenas) desaparece: la légica de la neotelevisién es la légica de la equivalencia y de la indecibilidad. Pero las nuevas formas televisuales, ademés de intergenéricas, son intermedisticas: al ampliar el lugar del tetespectador en el discurso traducen parcialmente al medio televisual los viejos modelos de participacién radiofnica.Pero la tele-verdad tam- bién “hereda” y reinterpreta al cine. Como ha sefialado G. Leblanc : Los reality shows integran en sus reconstituciones ciertos cédigos heredados del cine y proponen, en tiempo real y en directo, lo que el cine no habia podido ofrecer mds que a la imaginacién: el happy ending. Lo que el cine proyectaba sobre la pantalla, la televisi6n lo realiza en la vida. La escenificacién consiste precisamente en asegurar, segin diversas modalidades, el paso-relevo entre el Gonzaio Ast 9s cine (idemtificado lo mas a menudo con las reconstituciones) y la televisién (el platé donde la felicidad es al fin accesible)”. © 2. CONSUMO DE COMUNICACION Y PARTICIPACION INDIVIDUALISTA CChambat y Ehrenberg 7 proponen comprender el sentido de los RS, incluso del papel actual de la televisin en general, en una doble perspectiva: la del context televisivo en sus niveles imaginario e institucional; la de la crisis de eficacia de la politica y su anclaje en la sensibilidad individualista Un aspecto centrat del sentido de los RS es la promocién de la comunicacién , de la relacién humana como fuente de bienestar y autonomia, contra el modelo pre- cedente de consumo televisual pasivo. La neo-television ~observa P, Chambat ® € una televisi6n relacional que privilegia ef vinculo afectivo con su pablico: See tora pire dl pias duncan fo activos a los espectadores del plat, intenta “aboli ci “dos Tados de Ta pantalla para suscitar y mantener el simple placer de estar juntos". “ia el ects a lea fs refer dearceen Phe Breton ge Pesce as tue 1 verdad Coats TROON Gee Te pus St ee gy RII “at que la warded cera pent ue x puestaien barra Ge suiecusion, La tele-verdad es una “televisi6n de comunicacién donde se consume relacién y no ensofiamiento’, afirma Ehrenberg '°. Pero la propuesta utdpica de una trans- parencia liberadora involucra la paradoja que delatan Chambat y Ehrenberg: “mientras la Comunicacién cree liberar la autonomia produce nuevas normas, para empezar esta obligaci6n de transparencia”. Los RS condensan, en fin, un tri- ple desplazamiento: “de la masa al individuo, de la pasividad a la actividad y de la alienacién a la rea- lizacién de si. Son las primeras emisiones de televisién que ponen sistemticamen- te en el centro y en el principio de su puesta en escena al individuo, su accién y sus esfuerzos por realizarse. Encarnan una televisién que ha renovado la tradicién del especticulo por la novedad de la comunicacién y prefiere tocar a los individuos poniéndolos en relacién que distraer a las familias unidas delante de su puesto.” Los autores que venimos citando examinan algunas de las transformaciones institu- ionales y politicas ber su: medidtico, Entre ellas, la crisis del Estado providente y la decadencia de los mavi- ‘Fiertne Bictatas Gus venlan medlande anv la eer priate ue wenlan medians ene ees ada a Ta bla habs fan potenctado Ta “masifi rtamientos indivi 4 ter seguramente generalizable a otros contextos nacionales vale la ien- samenie el diagnostico sociolégico que los autores aplican al caso francés: “Los modos de acc s han individualizad por dog.) Los estates pro- visionales y las situaciones de precariedad se multiplican con modos intermedios Seen ae ones atta licen on modes ees 96 La TL aeRESTA compromiso definitivo, las familias son xinciertas». En esta situacién de fragmen- ‘Tacion en que lo provisional y To incierto se multiplican (...) la imposicién de nor- mas claras de autoridad (...) pierde sentido y Tegitimidad (.... En revancha, fa auo- nomia se Convierte en una constriccién de masas -no es sdlo una eleccién o una ‘aspiraci6n- para sefalarse y actuar en una sociedad fragmentada, Fragiliza a los individuos-que-cargan_con responsabilidades soslenidas e7- 01% Gpoca por ins: tancias colectivas. Los espacios se difuminan, tanto los de las instituciones como. “Tos de fos individuos (...) Esta incertidumbre generalizada, esta falta de legibilidad de la sociedad hace hoy dia dificiles de discernir las fronteras de un espacio pri- vado y de un espacio pdblico cuyos contenidos en verdad ya no se saben defi- nr De ah este proceso generalizado de prvaizacién de lo.adbic cl ndividuo, es la caja deresonancia de todo.” Esta situacién se manifiesta de dos maneras en los RS: en primer lugar, los indivi- duos son representados en “situaciones vividas” de crisis (exclusi6n, ruptura senti- ‘mental, etc.) en las que los marcos de interaccién han de ser recreados, incluso con un vago sentido terapéutico -"la tele-verdad es la terapia del excluido’, afirma Ehrenberg ''. En segundo lugar, los RS ponen en escena la accién de los individuos en la escena privada, incluso en “el heroismo de los comportamientos cotidianos”, ‘como una expresién de la desaparicién del lugar de lo politico, que era el de tos comportamientos y las pasiones colectivas (de las que al menos en parte las pasio- nes individuales podian extraer un sentido) La tele-verdad, aiiade Ehrenberg '2, ¢s “una técnica de masas para vivir como indi- viduo". Pero la exigencia de expresarse como individuo, la extensidn del indivi- dualismo en todas las capas sociales, encuentra otras muchas manifestaciones en la cultura contemporsnea: los jdvenes taggers (escritores de graft), que rubrican las paredes de las ciudades contempordneas, dan a entender también que hoy dia “el individuo no existe mas que si es capaz de hacer saber que existe”, Parad6jico destino el del individualismo: habiendo surgido como valor distintivo de la burguesia, ha encontrado su culminacién tardomoderna en la cultura masiva ‘como individualismo para todos, como individualismo democratico, Det mismo modo que en los afios treinta W. Benjamin relacioné algunos fenéme- nos de la experiencia estética con las condiciones del trabajo industrial, M. Lazza- rato "? pone en relacidn las caracteristicas de los RS con la actual cultura post-tay- lorista del trabajo, y por tanto con la exigencia sociolaboral de individuos activos y participativos: “[Hoy| las fuentes de la productividad del trabajo residen en la autonomia y la coo- peracién social de los trabajadores, el individuo debe salir de la pasividad a que le relegaba la relacién estimulo-respuesta (..) Una «antropologia» completamente dis- tinta esté constituyéndose, y esto ocurre en Ia extensién completa de la existencia, porque trabajo y vida tienden a la identificacidn. Si la sociedad tayloriana conce- dia «cada vez menos espacio al ejercicios, hoy dia obliga al ejercicio continuo y Gowzato Asti oo permanente sobre el saber, sobre el aprendizaje de las nuevas tecnologias, sobre la destreza de las funciones metacomunicacionales del individuo (..) Lo que desde hace afios se viene practicando en la gran industria y en la empresa del sector terciario, es decir, la reconversién del management taylorista en mana: gement participativo, se practica aqui [en la televisiGn de los RS) a nivel «socials Segiin la indicacién de Benjamin, no es necesario interpretar esta dimensi6n como superestructural por relacién a un fundamento representado, por ejemplo, por el trabajo. La tele ocupa por el contrario un terreno estructural: la vida cotidiana.” 3, EL VALOR DE LO AUTENTICO. Tradicionalmente se imputaba a los pablicos la aprobacién de y la atraccién por la verosimilitud de los relatos. Este es un valor preferentemente referido a los géneros de ficcién, puesto que de los géneros informativos se espera no slo que resulten ‘verosimiles, sino que sean también veraces . Ahora bien, con el éxito reciente de la tele-verdad un nuevo valor parece haber derrotado a la verosimilitud. Ehrenberg, '* habla de una atraccién del publico televisivo hacia la autenticidad , efecto ajeno a la ficcién, puesto que dimana de historias “realmente” vividas, de experiencias de la gente comin. La autenticidad tiene que ver con lo que hace “vivir y vibrar’: efec- to Caracterfsticamente neo-televisivo, segin Caselti y Odin. Se puede describir este desplazamiento de valores en términos semidticos, puesto {que de modificaciones en el régimen de la semiosis 0 de la representaciGn se trata la verosimilitud es un valor que sanciona 1a analogia o la semejanza de una repre- sentacién, que afecta por tanto a las expresiones en tanto que icénicas. La autenti- Cidad, en cambio, sanciona la proximidad, la presencia, la tangibilidad de lo que existe realmente y no sélo se asemeja a lo existente; es, por ello, un valor de las expresiones en cuanto indiciales. De la telenovela se puede, por ejemplo, valorar su vero-similitud porque represen- ta (icSnicamente) conilictos sentimentales similares alos del telespectador, es decit, que dan sentido a éstos metafGricamente; hasta tal punto semejantes, por cierto, {que nos es posible hablar de episodios de nuestra vida calificéndolos de “culebro: nes". Del RS se valora en cambio la autenticidad porque presenta (indicialmente) conflictos de sujetos existencialmente préximos al telespectador, tanto en el orden metonimico (son sujetos social y afectivamente contiguos) como en el de la sinéc- doque (el sujeto es espectacularizado por el RS en cuanto parte-individuo repre- sentativa de un todo-masa_que engloba también al receptor), y déndose por supues- ta en todo caso la reversibilidad de los términos: “él podria ser yo", “yo podria ser €1", “todos somos cualquiera”. La transicién de la telenovela a la tele-verdad es, pues, un fenémeno particular dentro de un desplazamiento semidtico de fondo que arrastra a la cultura masiva fen su conjunto desde un régimen de preminencia ic6nica y metaforica a un régi- 98 La rn area men de preponderancia indicial y metonimica. ©, como suele decirse, de una era de la imagen y del simulacro a una era del contacto y la interactividad. Desplaza- miento que por su propia naturaleza hace cada vez menos significativos los tradi cionales problemas de la representaciGn: los limites entre realidad y ficcién pare- cen desvalorizados por el efecio de presencia (como acaece ejemplarmente en la realidad virtual; los limites entre objetividad y subjetividad son relativizados por la exaltacién de la intersubjetividad (como muestra ejemplarmente el RS, pero tam- bién las superabundantes tertulias televisiva y radiofénicas del momento). En el mismo proceso las imagenes de identidad, estilos y sensibilidades de que se nnutre la comunidad imaginaria de la actual cultura masiva estén adquiriendo un ‘nuevo sentido: sus contenidos son cada vez més las pautas lingUisticas y gestuales de relacién, los modos de agruparse y de estar juntos. La comunidad imaginaria es cada vez mas una comunidad fatica 0. proxémica, EI melodrama televisual, como han sefialado sus analistas més agudos, ofrece a los publicos populares cierta posibilidad de reapropiacién de experiencias pri- mordiales (los lazos familiares, las crisis sentimentales, la temporalidad cotidia- ra...) erosionadas por el desarrollo de la sociedad moderna y largamente hurta- dos a la visibilidad publica. La tele-verdad expresa seguramente un paso mas en la extensién de esa posibilidad. Y, desde el punto de vista de su pablico, una pro- fundizacién de la tendencia a reapropiarse la propia existencia. La demanda de autenticidad y el consiguiente rechazo de la ficcién expresan quizé que ésta titi ma forma de relato, por verosimil que sea, significa cada vez mds una traicién a la existencia real y cada vez menos su traduccidn. Con lo que el RS representa- rfa en la historia del discurso televisual a la vez la radicalizacién del melodrama y la reaccién contra él No hay que perder de vista que la autenticidad es un efecto discursivo, es decir un efecto construido, Y construido por ese sincretismo peculiar entre ficcién-variedad @ informacién- documental '¥ que hace del RS un intergénero. Que incorpora tam- bién en la construccién de las situaciones, en la puesta en escena, rasgos caracte- risticos de la tradicién melodramitica: las comparecencias sorprendentes, los des- Cubrimientos de identidades insdlitas, los efectos lacrimégenos, etc. 4. LA EJEMPLARIDAD DE LOS HEROES: Y LOS NUEVOS SERVICIOS TELEVISUALES Ehrenberg sefiala tres rasgos sobresaliente de la “televisién de la autenticidad”: el valor del ejemplo, la heroizacién del “cualquiera” y la redefinicién de la television ‘como empresa de servicios relacionales: 1) El valor del ejemplo: La presencia del “individuo comdn” (det propio “teles- pectador convertido en el ultimo gran profesional de la televisién”, ironiza Ehren- berg) narrando su experiencia, segin el modelo “spor qué no usted?”, sustituye a Goxrato Aten 9 la representacién de patrones o ideas generales de comportamiento como los que venian siendo impartidos por los “expertos” , las personalidades de la politica 0 las figuras del star system. Tomando prestada a terminologia de_J. M. Lotman "6 podriamos precisar que el modo de socializacién-moralizacién televisiva pasa de un modelo gramaticalizado, basado en la transmisiGn de sistemas de normas generales, a un modelo textualizado, por ejemplos particulares, cuyos protagonistas potenciales son los telespectadores, mismos. Los programas didcticos (sobre salud, educacisn, medio ambiente, etc.) suministraban el modelo tradicional de una televisin gramaticalizada. £1 modo tex- tualizado venia expresdndose sobre todo en la ficcidn (eleseries, telenovelas) y en los anuncios publicitarios, que ejemplifican casi siempre modelos de comportamiento en torno al uso de los productos (cuidados maternos, relacién conyugal, atencién al pro- pio cuerpo, etc.) La tele-verdad supone la importacién de éte Ultimo modelo nor- mativo desde el marco de la ficcién y la publicidad al marco de la “vida misma” 2) La heroizacién del cualquiera: El “telespectador emancipado” que protagoniza el RS no es ya un incompetente audiovisual que aprovecha su presencia ante la ccémara para saludar con la mano o enviar recuerdos a la familia. Como Ehrenberg anola, si el telespectador emancipado puede comunicar su experiencia es porque se ha profesionalizado, como “profesional de su propia vida" y como profesional de la televisién. Nuevamente se descubre en esta caracterfstca la profundizacién de una tendencia ya sefialada hace seis décadas por W. Benjamin respecto al espectador de cine, convertido en un “experto” por lo que el teérico aleman denominaba su “identfi- cacién con el aparato”, es decir, con la légica del medio, con su tecno-lgica. EI nuevo heroismo de los RS tiene raices, posiblemente, en “los buenos sentimien- tos y la generosidad de la tradicién popular”, pero presenta caracteristicas distintas, del tradicional herofsmo de ficci6n. Ehrenberg las describe asi “EI héroe no es el vencedor, sino alguien que ha realizado una hazafia cotidiana reconstituida por actores o por sus verdaderos protagonistas -estos Gltimos estén de todas formas en el platé-. La hazafa consiste en hacer frente a una situacién que pone en peligro a alguien y en salvarlo guardando el control de si mismo. Lo coti- diano es valorizado aqui como espacio en el que es necesario sacarse las tripas, desiondarse.” 17 3) La televisién como empresa de servicios relacionales: Las emisiones de la tele- verdad tratan de problemas mal gestionados por las insttuciones puiblicas, como la exclusin, o simplemente de los acontecimientos de la escena privada: el amor, la afectividad, el sufrimiento psiquico. Donde el Estado se revela importente, ineficaz 0 débil -observa W. Castaftares- la televisidn interviene para ofrecer soluciones constatables: 100 Larus HaCaT “Las palabras de Paco Lobatén, presentador de uno de los programas de mayor audiencia, resumen pefectamente esta nueva funcién: “Servicio publico en forma- to de televisi6n’. La television busca y encuentra al desaparecido, se ofrece como intermediaria de buena voluntad para la solucidn de los conflictos de carécter amo- 1050, ofrece un espacio piblico en el que confesar las propias faltas para que pue- dan ser perdonadas y, en ultimo término, un espejo en el que todos puedan mirar- se y aprender.” 18 En estos nuevos contenidos de la television, comenta Ehrenberg 19, se percibe una nueva funcién de la televisién que presenta perfles tan paraddjicos como la pro- mocién de la transparencia comunicativa 0 del individualismo: ni mas ni menos que haber realizado en el especticulo (0 como espectaculo) las fallidas utopias, politicas que vieron la luz en torno al 68. La devolucién de la palabra al pueblo, la autogestién o la “transformacién revolu- cionaria de la vida cotidiana” (consign central del movimiento situacionista) se cumplen, pues, paradgjicamente -J. Baudrillard diria “pdstumamente’- en estas for- mas de puesta en escena que administran las cada vez més imprecisas fronteras entre lo piblico y lo privado. Segiin Ehrenberg, la “televisin de los realizadores” consideraba al pablico popular ‘como una clase de alumnos, la “televisién de distraccién” como una multitud de consumidores en un supermercado; Ia actual “televisién de comunicacién” se diri- ge a su destinatario como “un individuo con dificultades": “cémo apropiarse un mundo inciertozjun cédigo cultural dominante al que no se tiene acceso%Cémo dar a las masas competencias que las elites poseen natural mente por sus orfgenes sociales y su educacién? ,Cémo construir una identidad individual cuando las colectivas se han hecho fréyiles? Tales son los problemas que ggestiona una televisién que renueva la atraccién hacia el espectaculo por el imagi- nario del diélogo, pasando de la evasién a la sinceridad y de la distraccién al apoyo personalizado’. 5. NOTAS, 1 HAMBAT,.yEHRENBERG, A: Les ry shows, rowel ae tee apt of 88,180, 2, BenaMiy, w.: La cba do ante onl ca desu reproducteiia tcc, Discurso iter ‘ldos. Madrid, Taurus, 1982 13, CASTANARES, W: Generas realsta en tlevisicn: 1 especticulo do lo rea. (ime), 1984, p. 8 4. CASETTI,F. y ODIN, F.: De la paléo- la néo-tolvison. Approche sémic-pragmatique, Commu nications, nf $1, 1990 (Télévisionsimutatons”), pp. 9-26, 5. lbidem pp. 17-18 6. LEBLANC, G.: Happy ending? Scénarios do la vie orinaire. Esprit, 1° 188, 1999, pp. 97. 7. GHAMBAT y EHRENBERG, op. ct pp. 7-9 18. CHAMBAT, P: Laplace du spectataur De Rousseau aux reality shows. Esprit 186, 1983, $8, Gonzo Asan 101 8. BRETON, Pn. y PROULX, S. La nouvele télévision raversée par Niséologle de a communication. Communications n*S1, 1990 (Télévsionsimutations”),p. 29. 10, EHRENBERG, A: La vie en drect ou les shows de authentic. Esprit, n# 168, 1999, p20, 11. EHRENBERG op. ct. p17 32, idem 9.27 13, LAZZARATO, M.: Realty show: le suet de fexperiance. Variations sur quelques thérmes benjam> ‘lens. Futur Aniéieur, ri 11, 1992-03, p82. 14, EHRENBERG op oop 15-18 15. EHRENBERG op. cit p. 18, LOTMANGIML y ESCUELA DE TARTU: Serica doa cura Mais Cate, 1878 17, EHERENBERG op. ct p26. 18. CASTANARES, op. cit p. 9. 18, EHRENBERG, op. ct pp. 27-30

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