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La empresa está segura que nada malo va pasar porque esta “actuando”
de acuerdo a Ley; sin embargo, Eryka presenta una demanda ante el
Séptimo Juzgado Laboral con el expediente N° 173-2010 por daños y
perjuicios, y la primera instancia le da la razón, declarando fundada en la
parte de la demanda. Esta sentencia es apelada, y la Tercera Sala Laboral
declara infundada la demanda. Pero esta sentencia es revocada por la
Corte Suprema que considera que lo decidido por el Juzgado es lo
correcto, ordenándose el pago de una indemnización a Eryka (CASACIÓN
LABORAL No 7095-2014 LIMA).
a) Para que procedan los daños, la carta deber ser escueta y sin
motivación, como por ejemplo, que solo se diga: «procedemos a
comunicarle que estamos extinguiendo el vínculo laboral dentro
del periodo de prueba previsto por la ley». Una carta acorde con los postulados
por la Corte Suprema debería estar motivada y sustentarse básicamente en que las cualidades del
trabajador no se ajustan a las exigencias que el empleador tiene establecidas.
Pero, como bien lo anota Javier Neves, a diferencia de la norma que antecedió a la
Ley N° 28518, que recibía el título de “La Ley de Formación y Promoción Laboral”,
y que en su artículo 24° señalaba expresamente que la relación formativa no era
una relación laboral. Ley N° 28518 no excluye a la relación formativa del ámbito
laboral, sino que sutilmente solo señala que no está sujeta del régimen general
laboral (D.S. N° 003-97-TR y normas concordantes), por lo que concordamos con
el maestro Neves, cuando afirma que nos hallamos ante la presencia de un régimen
especial, y no frente a un supuesto exclusión.
Bajo ese contexto, atendiendo que el Derecho Laboral es progresivo, y que por lo
general solo nos otorga “derecho mínimos”, resulta totalmente legal darle más
derechos a los practicantes que solo los mencionados en la Ley N° 28518. Es decir,
considero que si una empresa quiere darle una subvención adicional por navidad o
fiestas patrias; o, quiere darle vales por alimentos, puede hacerlo; y esto no implica
que la relación laboral se desnaturalice; si, en rigor, la empresa trata al practicante
como tal.
Debemos entender que darle más derechos a los practicantes, no los convierten en
trabajadores. El asunto es concreto, es que un practicante se convierte
en trabajador, cuando precisamente se le trata como tal. Es decir, cuando la
empresa no cumple la Ley; por ejemplo, no cumple con el Programa Específico de
Capacitación Laboral Juvenil, y lo somete a los mismos rigores que somete a sus
demás trabajadores; o, cuando en rigor no existe un supervisor para impartir la
orientación correspondiente, y el practicante es sometido a la misma carga y
responsabilidades que un trabajador. Recordemos que lo que buscamos es que la
formación recibida por el practicante se complemente con una adecuada
experiencia práctica en el seno de la empresa, que ésta someta al practicante a
situaciones reales de trabajo, bajo la orientación de un supervisor, sin que esto
implique someterlo a las mismas responsabilidades y rigores de un trabajador.
Pero sin duda lo resaltante es lo que señala el artículo 12 del D.S. N° 005-2007-TR:
“Las labores que realice el beneficiario deben estar relacionadas directamente
con las áreas que correspondan a su formación académica”. Es decir, tampoco
podemos contratar un practicante y “usarlo” para labores diversas a la de su
formación académica; por ejemplo, contratar a una estudiante de Derecho, y
colocarla como la secretaria del estudio de abogados; o peor aun lo que le paso a
un amigo de universidad, que fue contratado como practicante por una abogada, y
hacia las compras del supermercado, recogía a los hijos de la abogada del Colegio,
además de ser su secretario. Estas conductas no solo desnaturalizan en vínculo,
sino además afectan la dignidad del practicante, y no pueden ser toleradas.
Pero, sin duda es peor cuando la empresa ni siquiera respeta la Ley, y simplemente
el Convenio de Practicas es papel en tinta, como sucedió en caso que comentamos
que recae en la STC N° EXP. N.° 01167-2012-PA/TC, donde la desnaturalización
no se dio, principalmente, por darle vales de alimentos al practicante, sino porque
la empresa lo trato como un trabajador desde el principio. Leamos lo siguiente: “en
el correo electrónico generado con fecha 25 de mayo de 2006 por el Jefe Zonal
Chiclayo se advierte que se hace referencia al actor como un “nuevo asesor”
(fojas 55); similar hecho se observa en los correos de fojas 57 y 58. Asimismo,
se aprecia que en diversos correos electrónicos se solicita que se le asignen
al demandante códigos como usuario para acceso a los sistemas QMatick,
Multigestión, Speedy Sig y Gestel (fojas 53 a 62), y que se le exigía un mínimo
de atenciones a clientes por día (fojas 63 a 67). De igual manera, queda
acreditada la naturaleza laboral de los servicios prestados por el actor con los
reportes de evaluación mensual de asesores (fojas 74 a 88), de comisiones de
ventas (fojas 89 a 91) y de rendimiento (fojas 97)”. El trato no es de un
practicante, aquí vemos que lo tratan como trabajador, lo que a merced de la
primacía de la realidad, transforma en vinculo formativo en uno laboral.
Lo aseverado se complementa con lo que afirma el TC, luego: “También debe
observarse que conforme consta en el contrato individual de otorgamiento de
prestaciones alimentarias en la modalidad de suministro indirecto, obrante a
fojas 13, el accionante percibió, a partir del mes de setiembre de 2006, tickets,
cupones o vales de alimentos, al amparo de la Ley N.º 28051, “Ley de
prestaciones alimentarias en beneficio de los trabajadores sujetos al régimen
laboral de la actividad privada”, sin tener en consideración que de
conformidad con el artículo 3º de la Ley N.º 28518, las modalidades formativas
no están sujetas a la normatividad laboral vigente, y que los beneficiarios de
las modalidades formativas laborales no perciben una remuneración, sino una
subvención económica mensual”. Aunque considero que dado de que hablamos
de un régimen especial, si se puede otorgar vales por alimentos a los practicantes,
lo que no desnaturaliza el vínculo, si tenemos en cuenta el principio de
progresividad, y que toda mejora es válida. En este punto el TC exagera al dictar
este criterio, que en todo caso es un indicio de laboralidad en el contexto del caso
concreto, antes que marque una regla de desnaturalización.
Así, el único pecado que no debe cometer una empresa con sus practicantes es
que los traten como auténticos trabajadores, olvidando que están en la empresa
para completar su formación, y no para ser mano de obra barata de segundo orden.
Publicado por GUSTAVO QUISPE CHÁVEZ en 11:55 Enlaces a esta entrada
Etiquetas: Ley N° 28518, practicante, vales de alimentos