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Informe I Historia Moderna

Cátedra: Historia Moderna


Profesor: Raimundo Meneghello
Ayudante: Francisco Lizana
Alumno: Ángel González Herrada
Fecha de entrega: 20/03/2018
En el presente informe de lectura me propongo describir alguno de los rasgos
constitutivos de aquella época histórica denominada “Historia Moderna” a partir de ciertos
capítulos fundamentales de dos libros: Europa y la expansión del mundo (1415-1715) de
John Parry (2014) y La Expansión Medieval de Europea de John Phillips (1994). Si bien
ambos textos comparten similitudes y diferencias en la exposición de sus argumentos,
también contienen una misma tesis central: la época moderna se entiende sí y sólo sí se
atienden a determinadas dinámicas históricas ocurridas en los últimos siglos del periodo
medieval cuya simultáneidad y complementariedad darían inicio a la Historia Moderna.

Los propios conceptos de “Edad Media” e “Historia Moderna” constituyen


expresiones ideológicas cuya finalidad es dotar de un sentido narrativo al transcurso
histórico de los acontecimientos propios y distintivos de sus respectivas épocas. En ese
sentido, constituyen tópicos cuyos contenidos historiográficos siempre están en disputa y
constante revisión. Sin embargo, existe un cierto consenso generalizado de que en el siglo
XV se van produciendo un conjunto de transformaciones que implicaron rupturas
significativas e irreversibles en el bloque histórico del medioevo. ¿Cuáles fueron esas
transformaciones y sus consecuencias históricas? Los primeros cuatro capítulos del texto de
John Parry son elocuentes al señalar cuatro cambios fundamentales que si bien algunas
hunden sus raíces en siglos anteriores, estas se van radicalizando en el siglo XV. Por ej, la
modernización de los saberes tecno-científicos de la época. Una mescolanza entre una
acumulación de conocimientos (geografía, navegación marítima y guerra) heredados desde
la antigüedad clásica, junto con la experiencia empírica y la improvisación in situ, van
construyendo un nuevo bagaje puesto que: “La pericia técnica y la capacidad para aplicar el
conocimiento teórico a fines materiales prácticos han sido factores principales en la
extensión de la influencia europea por todo el mundo [...]”1. Del mismo modo, en el
segundo capítulo, el autor pone de relieve la importancia que tuvieron las especias para la
configuración de nuevas relaciones comerciales occidente-oriente. La necesidad de contar
con “certezas comerciales”, dada la relación conflictiva entre cristianismo e islám y a la
importancia que tenían las especias en aquella época (por su naturaleza práctica y exótica),
llevó a Europa a conocer, expandir y controlar redes comerciales nunca antes vistas. La
figura del militar al servicio de una causa de interés general y la figura del comerciante,
muy asociado a los viajes y expediciones, se consolidaría en este periodo y sería
1 PARRY, John. Europa y la expansión del mundo. México: FCE, 2014, p.15
trascendental para los derroteros que Europa tomaría en esta época.
Por otro lado, en el capitulo tercero, titulado El nuevo mundo, da cuenta sobre el
impacto sociohistórico que tuvo el Descubrimiento de América en la configuración de una
personalidad geoterritorial europea. Si bien Europa había iniciado una empresa de
conquista territorial en sl siglo XV mucho antes de 1492 -con la anexión de algunas islas y
parte de las costas africanas-, fue aquel acontecimiento el que incluiría la totalidad de un
continente fértil en recursos naturales y mano de obra. En este capítulo el autor no parece
explayar la centralidad de su argumento sino más bien dar a conocer ciertos detalles y
acontecimientos que caracterizaron aquella nueva narrativa -los argumentos fueron
esbozados en los capítulos anteriores- pero logra rescatar la relevancia que tuvo el papado
en el caso español, puesto que
“El papa de entonces, Alejandro VI, era español, y por diversas razones políticas resultó dócil a las
demandas españolas. De acuerdo con los deseos deFernando e Isabel, que seguían los consejos de Colón,
expidió una serie de bulas, la primera de las cuales confirmó la posesión española de las tierras recién
descubiertas; la segunda. la famosa Inter CtElera, trazó una frontera imaginaria de norte a sur, cien leguas al
occidente de las islas Azores y de Cabo Verde, y dispuso que la tierra y el mar oeste de esta línea sería un área

de exploración española”2.

En ese sentido, en esta etapa coincide la expertiz técnica tras el descubrimiento, el


interés comercial por controlar nuevas rutas y el impacto narrativo que tuvo para Europa
saber que existen nuevas tierras que nadie había reclamado formalmente. Todo esto
transcurrió, desde luego, bajo el revestimiento del manto hegemónico del catolicismo. El
cuarto capítulo ahonda la misma problemática que el tercer capítulo pero va más adelante
en el tiempo, al aludir a la conquista propiamente tal. En esta etapa se cristalizan todos los
fenómenos mencionados anteriormente: entra en escena el moderno profesional marítimo y
explorador, el nuevo misionero empujado por fuertes disputas teológicas y la necesidad de
conquistar almas indómitas, el militar tecnologizado que rinde lealtad al dinero y a una
causa política -aunque sea nominalmente- al mismo tiempo, y el nuevo comerciante que
empujado por el lucro se apropia de la generosa plusvalía extraída del continente
Americano. Desde luego, el empoderamiento y profesionalización de otras áreas de la
sociedad civil -o de la burocracia del Estado- se constituyó en una amenaza latente para
quien había sido históricamente el centro del poder político durante los siglos medievales:
las monarquías. En esta senda, el autor identifica el inicio de los anhelos absolutistas puesto

2 Idem. p.72.
que la corona “[...] había cortado felizmente las garras a las grandes casas feudales, a las
órdenes militares y las corporaciones locales privilegiadas. Un absolutismo real en auge no
podía tolerar el nacimiento de una nueva aristocracia feudal en ultramar (...) La conquista
de América afectó no solamente a la autoridad real, sino también ala conciencia real y a la
tradición de la justicia real”3. Los otros capítulos del texto abarcaban otros fenómenos que
si bien son relevantes -como la esclavitud- son posteriores a los factores desencadenantes
de la época moderna propiamente tal.

En cuanto a la otra fuente histórica, esta contribuye a complejizar aún más el asunto.
En unos pocos capítulos ubicados al final de su libro, el autor John Phillips pone de relieve
ciertas dimensiones literarias o maravillosas que subyacían a la época moderna. Estas
variables se retrotraen más en el tiempo, son más difusas y se compenetran más bien con el
“imaginario medieval” que con algún sucedáneo histórico ineludible, pero van de la mano
con los apartados materialistas y discursivos que mencionaba John Parry. Así, para efectos
historiográficos, Phillips complejiza ciertos relatos como por ejemplo aquel del Preste Juan
-un rey cristiano ubicado en algún pueblo ignoto del lejano oriente-, en tanto le atribuye a
un “simple mito” una capacidad de movilización de recursos y experiencias que deberían
ser tomados en cuenta al momento de analizar lo que el europea era capaz de hacer cuando
había un “indicador de certeza” tan claro como la fe cristiana o los viajes de Marco Polo.
Así, a propósito de una “visión del mundo europea” existente en el siglo XV, si es que esta
existía, resultaba ser una combinación de:
“[...] teorías y de relatos maravillosos que se retrotraen a la antigüedad clásica, junto con los
materiales clásicos recientemente redescubiertos, como la geografía de Ptolomeo, y algunos, aunque en
absoluto todos, de los informes compuestos por viajeros de los siglos XIII y XIV. La única tarea que nos resta
es la de examinar la expansión de Europa en el siglo XV a la luz de estas conclusiones, para decidir si hubo
realmente un nuevo principio en las relaciones exteriores europeas con el mundo exterior, tal como suele
parecer, o si legitimamente puede considerarse como una nueva fase, quizás con una nueva serie de actores
extraídos principalmente de Portugal y Castilla, pero con sus raíces profundamente incrustradas en las
anteriores experiencias y concepciones europeas”4
En otras palabras: para comprender el periodo moderno, Phillips se mueve al
interior de concepciones temporales mucho más largas que las de John Parry, e integra
dentro de su teoría dimensiones que, a la luz del siglo XXI, podrían parecernos carentes de
3 Idem. p. 94
4 PHILLIPS, John. “¿Nuevo principio o nueva fase?. En: La expansión medieval de Europa. México: FCE,
1994, p.265.
pleno sentido. De alguna forma, si bien lo nuevo aún está por llegar, lo cierto es que lo
viejo nunca acaba de morir en el final de la época medieval, y no tendría porqué
desaparecer si allí es su génesis histórico y no se podría entender lo moderno sin entender
lo medieval.
En conclusión, ambos autores coinciden en señalar que las transformaciones se van
presentando como un constante tránsito de modernización, y que atravieza casi la totalidad
de las dimensiones de la existencia humana. Se materializa, al mismo tiempo, una
consciencia de lo europeo pero también de lo nacional, lo cual va de la mano con la
vocación imperialistas que tendrán los respectivos reinos europeos. Por otro lado, si bien
existen acontecimientos fortuitos y poco controlables que caracterizaron la historia
moderna como lo fue el propio descubrimiento de américa, también se podría denominar
como una época planificada, en tanto sus sujetos contemporáneos e intelectualmente
conscientes se percibían a sí mismos como partícipes de una época moderna y
deliberadamente proyectaban su ethos moderno en el tiempo. Sin embargo, la dimensión
intelectual del periodo aún debe madurar y esperar, sería una interesante temática para una
inquisición posterior.

Bibliografía
PARRY, John. “Introducción. Los límites de la cristiandad en 1415”; “Los
instrumentos de los exploradores”; “Los cristianos y las especias”; “El nuevo mundo”. En:
Europa y la expansión del mundo. México: FCE, 2014.
PHILLIPS, John. “La erudición y la imaginación”; “La geografía en el siglo XV”;
“¿Nuevo principio o nueva fase?”. En: La expansión medieval de Europa. México: FCE,
1994.

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