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Pasó el Bicentenario, sin dejar en Yucatán algo digno de recordar. ¿Seguimos como
antes? Noooo, dimos un paso más hacia el precipicio. La estrategia mediática
aplicada por el “Gobierno de la Nueva Mayoría” ha impuesto una cuota muy alta de
corrupción y autoritarismo. La descomposición moral rebasa las instituciones
públicas y alcanza a sectores señalados de la sociedad (camioneros, fraccionadores
y desarrolladores de vivienda, medios de comunicación, turisteros, artesanos, etc.).
La economía sigue virtualmente paralizada, pero las finanzas estatales, en quiebra,
ya arrastran dificultades para pagar salarios (siguen sin pagar deudas a sus
abastecedores y contratistas) y entran sin margen de maniobra a la temporada de los
aguinaldos. La deuda pública se disparó a niveles nunca conocidos; ya se echó
mano de los Fondos de Pensiones del ISSTEY (y siguen sin entregarse las cuotas
retenidas a los empleados y las participaciones del Gobierno); se carece de los
recursos suficientes para cubrir siquiera los compromisos estatales de los
“paripasus”, poniendo en riesgo de cancelar la inversión federal correspondiente.
¡¡Aaaaaahhh, pero que no se le ocurra, amable lector, lectora amiga, que no se les
ocurra revisar las nóminas estatales, que se han inflado con ejércitos de
“paracaidistas”, que sólo ocurren a las dependencias a “checar tarjeta” y, desde
luego, al cobro quincenal!! No traten de indagar cómo se les pagan los millones y
millones de pesos a los propietarios de los medios y, mes a mes, los “chayotes” a
sus locutores, editorialistas y reporteros. No intenten conocer la cifra canalizada a
TELEVISA o Tele Azteca, al Por Esto!! o Radio Fórmula, porque no sólo se van a
perder en un bosque de subterfugios y engaños sino que van a sentirse aplastados
por el monto escandaloso de este pago “por protección” a un gobierno ineficiente y
corrupto.
Porque no hemos tocado fondo. Porque las debilidades y los riesgos, desatendidos,
se han acumulado, agravando aún más los costos que paga y que pagará la
sociedad yucateca por este remedo de gobierno, por esta borrachera quinquenal.
Sabiendo, convencidos, que “no hay mal que dure cien años”, en preparación para la
fase de recuperación que habrá de vivirse en Yucatán tras esta noche populista,
tenemos que hacer un registro detallado de los daños y de sus causas, debemos
tener claridad de las cosas que se hicieron mal, las que dejaron de hacerse, para
construir sobre estas enseñanzas una salida sólida, adecuada al momento, adaptada
al entorno socio-político, a las necesidades económicas.