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Rut: Retrato de amor y

lealtad | Mujeres de la
Biblia
BIBLIA & TEOLOGÍA

Más de 3,000 años separan nuestras experiencias como mujeres modernas de la vida de Rut, la
moabita. Debido a su vida tan simple, primero como una joven pagana y después como judía
convertida, pudiéramos creer erróneamente que hay muy poco que aprender de ella. Después de todo,
¿no hemos avanzado mucho desde entonces? Puede, incluso, que le tengamos lástima. Se había casado
a una edad tan tierna y luego fue subyugada a una vida de servidumbre, sin la oportunidad de encontrar
sus propios sueños, cautiva por los papeles prescritos de su género dentro de su sociedad anticuada.

No obstante, la vida de Rut nos enseña lecciones valiosas que trascienden tanto el tiempo como la
geografía.

Su historia

El principio de su historia comienza dentro de una de las temporadas más tumultuosas en la historia
judía: la época de los jueces. Hubo gran hambre en la tierra. Toda la familia de Rut, su suegra Noemí,
su cuñada Orfa y sus tres respectivos maridos se mudaron a la tierra pagana de Moab, donde nació Rut, a
fin de encontrar alimentos (Rut1:1-2). Después de diez años en Moab, la situación se deterioró para las
tres mujeres debido a la muerte de sus maridos durante ese mismo período.

Fueron abandonadas e indigentes, puesto que no tenían maridos para suplir provisiones, y tampoco
tenían hijos propios. Esta situación fue equivalente a una sentencia de muerte, para Noemí en especial,
quien ya estaba bastante avanzada en edad para tener hijos y para volverse a casar. Tendría que pedir
limosna por el resto de su vida. Su futuro se veía realmente sombrío.

Por otro lado, Rut y Orfa aún tenían su juventud, probablemente rondando los 25 años de edad. Cuando
Noemí se enteró que el hambre había cesado (Rut 1:6), estaba decidida a volver a Israel. Ella liberó a
Rut y Orfa de cualquier compromiso que tenían con ella. Después de todo, eran de Moab, ¿por qué
debían volver a una tierra extranjera? Ella les aconsejó que se volvieran con sus familias, se casaran
nuevamente, y rehicieran sus vidas. Orfa siguió su consejo, pero Rut se rehusó (Rut 1: 8-18).

Después de diez años viviendo con Noemí, Rut se había convertido una compañera fiel e incluso una
amiga muy cercana.

Rut no tenía obligación alguna para quedarse con Noemí. Su marido se había muerto. Toda adhesión
física a Noemí había sido cortada. La cultura moabita de Rut era muy distinta a la de Noemí. Rut había
adorado a dioses paganos y no al Dios de Noemí. Rut podría fácilmente haber tenido una vida muy
cómoda en Moab, siendo recibida de vuelta en la casa de su padre y casarse nuevamente. A la inversa,
le esperaba un futuro bastante difícil e incierto en Israel, siendo una viuda e inmigrante. El hecho de
volver a Israel aseguraba que Rut sería limosnera y que permanecería sin marido e hijos por el resto de
su vida.

A pesar de todo eso, “Rut se quedó con ella” (Rut 1:14).

Cuando Rut rehusó volver a los dioses de sus padres, de manera simultánea se quedó con el Dios de
Israel. Era de esperarse que durante los diez años que vivió en la casa de Noemí, ellas desarrollaran una
profunda amistad. Es probable que Rut escuchara las historias del Dios de Israel, de Sus grandes obras y
de la liberación de Su pueblo de la mano del Faraón. Puede que su corazón hubiera sido conmovido
mientras escuchaba las historias. No lo sabemos. Pero lo que sí sabemos es que cuando le fue dada la
opción, Rut eligió a Jehová, Dios de Israel. Cuando Rut se quedó con Noemí, también se quedó con el
Dios que Noemí adoraba.

Rut no se quedó con Noemí de mala gana. La quería con una devoción inusual. Ella aceptó la realidad de
un futuro desolado y desafiante porque Noemí la necesitaba. Su lealtad a Noemí fue radical y entera:

“Pero Rut le respondió:“No insistas en que te deje o que deje de seguirte; porque adonde tú vayas, yo
iré, y donde tú mores, moraré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú mueras, allí
moriré, y allí seré sepultada. Así haga el SEÑOR conmigo, y aún peor, si algo, excepto la muerte, nos
separa”, Rut 1:16-17.

Rut inmediatamente buscó suplir las necesidades de Noemí. Ella inconscientemente espigó en el campo
de trigo de Booz, un pariente rico del marido difunto de Noemí. Booz tomó en cuenta cuán concienzuda
y trabajadora era Rut (Rut 2:7). Aunque fue viuda e inmigrante, Rut tomó en serio su responsabilidad
hacía Noemí y no comió el pan de la ociosidad.

El hecho de que Rut era joven implicaba un potencial de pretendientes. Sin embargo, debido a su amor y
amistad con Noemí, Rut tomó la iniciativa con Booz. Él era mayor que ella, pero el matrimonio con
Booz aseguraría el retiro del reproche de Noemí. Rut se preocupaba más por la felicidad y el bienestar de
Noemí que por el suyo.

El nivel de desinterés fue asombroso para Booz. Él respondió a la propuesta de matrimonio con el
reconocimiento del sacrificio de ella (Rut 3:10).

Rut y Booz se casaron y tuvieron un hijo. El reproche de Noemí fue eliminado.

“Entonces las mujeres dijeron a Noemí: Bendito sea el SEÑOR que no te ha dejado hoy sin redentor;
que su nombre sea célebre en Israel. Sea él también para ti restaurador de tu vida y sustentador de tu
vejez; porque tu nuera, que te ama y es de más valor para ti que siete hijos, le ha dado a luz. Entonces
Noemí tomó al niño, lo puso en su regazo y fue su nodriza. Y las mujeres vecinas le dieron un
nombre, diciendo: Le ha nacido un hijo a Noemí. Y lo llamaron Obed. El es el padre de Isaí, padre de
David” (4:14-17).

Un testimonio para nuestras vidas

El amor de Rut para con Noemí fue la evidencia de un desinterés radical. Este desinterés es el
ingrediente clave para las amistades verdaderas. Todo lo que hizo Rut, lo hizo para el beneficio de
Noemí. Ella puso a un lado sus propios sueños y deseos por el bien de Noemí.

Así es la amistad radical. Así es la amistad a la cual nosotras, como cristianas, somos llamadas a tener
para con nuestras hermanas en Cristo.
“Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13).

Poner nuestras vidas por las hermanas en Cristo involucra más que dar una palmadita en la espalda. Va
más allá de asistir a grupos de mujeres o retiros. Este amor sacrificial es puesto en práctica diariamente,
mientras llevamos las cargas las unas de las otras al orar fervientemente por nuestras necesidades.

Es un amor y lealtad que nos lleva a abrir nuestros corazones y nuestras casas las unas a los otras. El
desinterés se extiende más allá de las palabras y nos obliga a actuar de inmediato cuando nos damos
cuenta de una necesidad física o espiritual en la vida de otros, incluso cuando nos resulta inconveniente.

Te puedes estar preguntando ¿por qué la historia de Rut y Booz está en la Biblia? ¿Entremetida entre los
libros de Jueces y Samuel? El Mesías prometido por Dios al pueblo de Israel avanzó un paso más por
medio de la vida simple de una mujer moabita. Primero, fue por medio de la línea de Rut y Booz que
vino el rey David y finalmente Cristo Jesús. Así que podemos regocijarnos en la fidelidad de Dios hacia
sus promesas a pesar de las circunstancias difíciles.

La vida de Rut y su amistad desinteresada con Noemí nos debe animar tanto como desafiarnos el día de
hoy. En un mundo que pregona la supervivencia del más apto, somos desafiadas como seguidoras de
Cristo a literalmente poner nuestras vidas por nuestras hermanas en Cristo.

El Señor nos ha dado bondadosamente las unas a las otras. Ya sea que nos regocijamos o lloremos juntas
a través de las pruebas, uno de los mayores dones es una verdadera amiga en Cristo. Nuestras
verdaderas amistades cristianas son “más unidas que un hermano” (Proverbios 18:24). Mientras
estudiamos el ejemplo de Rut, también valoremos y nutramos nuestras amistades cristianas. Y que el
mundo sepa que somos de Cristo por el amor desinteresado y radical que mostramos las unas a las otras

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