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[1968] Declaración
“A partir del año 1968 comenzaron a producirse dentro del campo de la plástica
argentina, una serie de hechos estéticos que rompían con la pretendida actitud de
vanguardia de los artistas que realizaban su actividad dentro del Instituto Di
Tella, la institución que hasta ese momento se adjudicaba la facultad de legislar
y proponer nuevos modelos de acción, no sólo para los artistas vinculados a ella,
sino para todas las nuevas experiencias plásticas que surgían en el país. [/]
Estos hechos que irrumpieron en la decantada y exquisita atmósfera estetizante de
las falsas experiencias vanguardistas que se producían en las instituciones de la
cultura oficial, fueron connotando incipientemente el lineamiento de una nueva
actitud que conduciría a plantear el fenómeno artístico como una acción positiva
y real, tendiente a ejercer una modificación sobre el medio que lo generaba. [/]
Esta actitud apuntaba a manifestar los contenidos políticos implícitos en toda
obra de arte, y proponerlos como una carga activa y violenta, para que la
producción del artista se incorporara a la realidad con una intención
verdaderamente vanguardista y por ende revolucionaria. Hechos estéticos que
denunciaban la crueldad de la guerra de Vietnam o la radical falsedad de la
política norteamericana indicaban directamente la necesidad de crear no ya una
relación de la obra y el medio, sino un objeto artístico capaz de producir por sí
mismo modificaciones que adquieran la misma eficacia de un hecho político. [/] El
reconocimiento de esta nueva concepción llevó a un grupo de artistas a postular
la creación estética como una acción colectiva y violenta, destruyendo el mito
burgués de la individualidad del artista y del carácter pasivo tradicionalmente
adjudicado al arte. La agresión intencionada llega a ser la forma del nuevo arte.
Violentar es poseer y destruir viejas formas de un arte asentado sobre la base de
la propiedad individual y el goce personal de la obra única. La violencia es,
ahora, una acción creadora de nuevos contenidos: destruye el sistema de la
cultura oficial, oponiéndole una cultura subversiva que integra el proceso
modificador, creando un arte verdaderamente revolucionario. [/] El arte
revolucionario nace de una toma de conciencia de la realidad actual del artista
como individuo en el contexto político y social que lo abarca. [/] El arte
revolucionario propone el hecho estético como núcleo donde se integran y unifican
todos los elementos que conforman la realidad humana: económicos, sociales,
políticos; como una integración de los aportes de las distintas disciplinas,
eliminando la separación entre artistas, intelectuales y técnicos, y como una
acción unitaria de todos ellos dirigida a modificar la totalidad de la estructura
social: es decir, un arte total. [/] El arte revolucionario acciona sobre la
realidad mediante un proceso de captación de los elementos que la componen a
partir de una lúcida concepción ideológica basada en los principios de la
racionalidad materialista. [/] El arte revolucionario, de esta manera, se
presenta como una forma parcial de la realidad que se integra dentro de la
realidad total, destruyendo la separación idealista entre la obra y el mundo, en
la medida en que cumple una verdadera acción transformadora de las estructuras
sociales: es decir, un arte transformador. [/] El arte revolucionario es la
manifestación de aquellos contenidos políticos que luchan por destruir los
caducos esquemas culturales y estéticos de la sociedad burguesa, integrándose con
las fuerzas revolucionarias que combaten las formas de la dependencia económica y
la opresión clasista: es, por lo tanto, un arte social. [/] La obra colectiva que
se realiza se apoya en la situación actual argentina, radicalizada en una de sus
provincias más pobres, Tucumán, sometida a una larga tradición de subdesarrollo y
opresión económica. El actual gobierno argentino, empeñado en una nefasta
política colonizante, ha procedido al cierre de la mayoría de los ingenios
azucareros tucumanos, resorte vital de la economía de la provincia, esparciendo
el hambre y la desocupación, con todas las consecuencias sociales que ésta
acarrea. Un ‘Operativo Tucumán’ elaborado por los economistas del gobierno,
intenta enmascarar esta desembozada agresión a la clase obrera con un falso
desarrollo económico basado en la creación de nuevas o hipotéticas industrias
financiadas por capitalistas norteamericanos. La verdad que se oculta detrás de
este Operativo es la siguiente: se intenta la destrucción de un real y explosivo
gremialismo que abarca el noroeste argentino mediante la disolución de los grupos
obreros, atomizados en pequeñas explotaciones industriales u obligados a emigrar
a otras zonas en busca de ocupación temporaria, mal remunerada y sin estabilidad.
Una de las graves consecuencias que este hecho acarrea, es la disolución del
núcleo familiar obrero, librado a la improvisación y al azar para poder
subsistir. La política económica seguida por el gobierno en la provincia de
Tucumán tiene el carácter de experiencia piloto, con la que se intenta comprobar
el grado de resistencia de la población obrera para que, subsecuentemente a una
neutralización de la oposición gremial, pueda ser trasladada a otras provincias
que presentan características económicas y sociales similares. [/] Este
‘Operativo Tucumán’ se ve reforzado por un ‘operativo silencio’, organizado por
las instituciones del gobierno para confundir, tergiversar y silenciar la grave
situación tucumana, al cual se ha plegado la llamada ‘prensa libre’ por razones
de comunes intereses de clase. [/] Sobre esta situación, y asumiendo su
responsabilidad de artistas comprometidos con la realidad social que los inclure,
los artistas de vanguarda responden a este ‘operativo silencio’ con la
realización de la obra ‘TUCUMÁN ARDE’. [/] La obra consiste en la creación de un
circuito sobreinformacional para evidenciar la solapada deformación que los
hechos producidos en Tucumán sufren a través de los medios de información y
difusión que detentan el poder oficial y la clase burguesa. […]. La información
sobre los hechos producidos en Tucumán vertida por el gobierno y los medios
oficiales tiende a mantener en el silencio el grave problema social desencadenado
por el cierre de los ingenios, y a dar una fala imagen de recuperación económica
de la provincia que los datos reales desmienten escandalosamente. Para recoger
estos datos y poner en evidencia la falaz contradicción del gobierno y de la
clase que lo sustenta, el grupo de artistas de vanguardia viajó a Tucumán,
acompañado de técnicos y especialistas, y procedió a la verificación de la
realidad social que se vive en la provincia. El proceso de acción de los artistas
culminó con una conferencia de prensa, donde hicieron público, y de manera
violenta, su repudio a la actuación de las autoridades oficiales y a la
complicidad de los medios culturales y de difusión que colaboran en el
mantenimiento de un estado social vergonzoso y degradante para la población
obrera tucumana. La acción de los artistas fue realizada en colaboración con los
grupos estudiantiles y obreros, que se integraron así a la materialización de la
obra. [/] Los artistas viajaron a Tucumán con una amplia documentación sobre los
problemas económicos y sociales de la provincia y un conocimiento detallado de
toda la información que los medios habían elaborado sobre los problemas
tucumanos. Este último informe había sido sometido previamente a un análisis
crítico para medir el grado de tergiversación y desvirtuación ejercido sobre los
datos. En una segunda instancia se elaboró la información recogida por los
artistas y técnicos que serviría para la realización de la muestra que se
presenta en las Centrales Obreras. Y finalmente, la información que los medios
han elaborado sobre la actuación de los artistas en Tucumán, integrará el
circuito informacional de la primera etapa. [/] La segunda parte de la obra es la
presentación de toda la información reunida sobre la actuación de los artistas en
Tucumán, parte de la cual será difundida en sindicatos y centros estudiantiles y
culturales, así como la muestra que en forma audiovisual y actuada se realiza en
la CGT de los Argentino regional Rosario y posterior traslado a Buenos Aires. [/]
El circuito sobreinformacional que tiene como intención básica promover un
proceso desalienante de la imagen de la realidad tucumana elaborada por los
medios de comunicación de masas, tendrá su culminación en la tercera y última
etapa al provocar una información de tercer grado que será recogida y formalizada
en una publicación donde constarán todos los procesos de concepción y realización
de la obra y toda la documentación producida junto con la evaluación final. [/]
La posición adoptada por los artistas de vanguardia les exige no incorporar sus
obras a las instituciones oficiales de la cultura burguesa, y les plantea la
necesidad de trasladarse a otro contexto; esta muestra se realiza entonces en la
CGT de los Argentinos, por ser éste el organismo que nuclea a la clase que está a
la vanguardia de una lucha cuyos objetivos últimos comparten los autores de esta
obra”.
[1968] Declaración
“La violencia del régimen es cruda y clara cuando se dirige contra la clase
obrera, es más sutil, en cambio, cuando apunta a artistas e intelectuales. Porque
además de la represión que implica la censura de libros y películas, la clausura
de exposiciones y teatros, está la otra, la permanente represión. Hay que
buscarla en el interior de la forma que asume el arte en estos momentos: un
artículo de consumo elegante para una clase determinada. Ya pueden los artistas
ilusionarse creando obras aparentemente violentas: serán recibidos con
indiferencia y hasta con agrado; serán vendidos y comprados, su virulencia será
un producto más del mercado de compra y venta de prestigio. [/] ¿Y por qué es que
el sistema puede apropiarse y absorber hasta las obras de arte más audaces y
renovadoras? [/] […] Puede hacerlo porque los artistas están aislados de la lucha
y de los reales problemas de la revolución en nuestro país, y sus obras todavía
no dicen lo que hay que decir, no aciertan los medios apropiados para hacerlo, y
no se dirigen a quienes precisan de nuestros mensajes. [/] ¿Cómo haremos entonces
los artistas para no seguir siendo servidores de la burguesía? [/] En el contacto
y la participación junto a los activistas más esclarecidos y combativos, poniendo
nuestra militancia creativa y nuestra creación militante al servicio de la
organización del pueblo para la lucha. [/] Los artistas deberemos contribuir a
crear una verdadera red de información y comunicación por abajo que se oponga a
la red de difusión del sistema. [/] En este proceso nos iremos descubriendo y
decidiéndonos por los medios más eficaces: el cine clandestino, los afiches y
volantes, los folletos, los discos y cintas grabadas, las canciones y consignas,
el teatro de agitación, las nuevas formas de acción y propaganda. [/] Serán obras
que al régimen le costará reprimir porque se fundirán con el pueblo. [/] Serán
obras hermosas y útiles. Señalarán al verdadero enemigo, infundirán odio y
energía para combatirlo. [/] Nunca más los artistas sentiremos que nuestra
capacidad sirve a nuestros enemigos. [/] Se dirá que lo que proponemos no es
arte. ¿Pero qué es arte? [/] ¿Lo son acaso esas formas elitistas de la
experimentación pura? [/] ¿Lo son acaso las creaciones pretendidamente
corrosivas, pero que en realidad satisfacen a los burgueses que las consumen? [/]
¿Son arte acaso las palabras en sus libros y éstos es las bibliotecas? ¿Las
acciones dramáticas en el celuloide y la escena y éstos en los cines y teatros?
¿Las imágenes en los cuadros y éstos en las galerías de arte? Todo quieto, en
orden, en un orden burgués y conformista; todo inútil. [/] Nosotros queremos
restituir las palabras, las acciones dramáticas, las imágenes a los lugares donde
pueden cumplir un papel revolucionario, donde sean útiles, donde se conviertan en
‘armas para la lucha’. [/] Arte es todo lo que moviliza y agita. Arte es lo que
niega radicalmente este modo de vida y dice: hagamos algo para cambiarlo”.
2] El arte puede dejar de ser una relación de sensaciones para convertirse en una
organización directa de sensaciones superiores: se trata de producirnos a
nosotros mismos, y no cosas que no nos sirvan.
[1960] Manifiesto
[…]
¿Cuáles deberían ser los rasgos principales de la nueva cultura, sobre todo en
comparación con el arte antiguo? [/] Contra el espectáculo, la cultura
situacionista realizada introduce la participación total. [/] Contra el arte
conservado, es una organización del movimiento vivido directamente. [/] Contra el
arte fragmentario, será una práctica global que contenga a la vez todos los
elementos utilizados. Tiende naturalmente a una producción colectiva y sin duda
anónima (en la medida en que, al no almacenar las obras como mercancías dicha
cultura no estará dominada por la necesidad de dejar huella). Sus experiencias se
proponen, como mínimo, una revolución del comportamiento y un urbanismo unitario
dinámico, susceptible de extenderse a todo el planeta; y de propagarse
seguidamente a todos los planetas habitables. [/] Contra el arte unilateral, la
cultura situacionista será un arte del diálogo, de la interacción. Los artistas –
como toda la cultura visible- han llegado a estar completamente separados de la
sociedad, igual que están separados entre ellos por la concurrencia. Pero antes
incluso de que el capitalismo entrase en este atolladero el arte era
esencialmente unilateral, sin respuesta. Esta era cerrada de su primitivismo se
superará mediante una comunicación completa. [/] Al llegar a ser todo el mundo
artista en un plano superior, es decir, inseparablemente productor-consumidor de
una creación cultural total, se asistirá a la disolución rápida del criterio
lineal de novedad. Al ser todo el mundo situacionista, por decirlo así, se
asistirá a una inflación multidimensional de tendencias, de experiencias, de
“escuelas” radicalmente diferentes, y no ya sucesivamente sino simultáneamente.
[/] Inauguramos ahora lo que será, históricamente, el último de los oficios. El
papel de situacionista, de aficionado-profesional, de anti-especialista, es
todavía una especialización hasta el momento de abundancia económica y mental en
que todo el mundo llegará a ser “artista”, en un sentido que los artistas no han
alcanzado: la construcción de su propia vida. Sin embargo, el último oficio de la
historia está tan próximo a la sociedad sin división permanente del trabajo, que
se le niega generalmente, cuando hace su aparición en la I.S., la cualidad de
oficio. [/] A los que no nos comprendieran bien… les decimos con un irreductible
desprecio: los situacionistas, de quienes os creéis jueces, os juzgarán un día u
otro. Os esperamos en el cambio de sentido que es la inevitable liquidación del
mundo de la escasez en todas sus formas. Estos son nuestros objetivos, y serán
los futuros objetivos de la humanidad.
[…] Quienes aceptan una o más variantes del falso diálogo existente se convierten
en defensores de un nuevo tipo de libre cambio en nombre de un derecho abstracto
al diálogo a cualquier precio (a pagar con concesiones declaradas a la mentira (,
y nos reprochan interrumpir el falso diálogo. Es aquí, por tanto, y no en otra
parte, donde podemos ser portadores de la realidad del diálogo. Sobre el problema
de la exclusión, creemos haber hecho progresar con la experimentación el modelo
deseable de organización no jerarquizada con un proyecto común, que no puede
sostenerse más que con la autodisciplina de los individuos, puesta a prueba en la
coherencia de las teorías y de los actos con los que cada uno pretende
comprometer a los demás. […] una asociación libre –“un vínculo y no un poder”- en
la que varios individuos se encuentran sobre una base común no puede ser el
objeto pasivo de un único capricho. Los que no quieren juzgar ni condenar deben
rechazar la conducta de cualquier persona que pretenda comprometerlos. Cuando la
I.S. excluye a alguien, no le pedimos cuentas sobre su vida, sino sobre la
nuestra, sobre el proyecto común que quiere falsificar (por tener objetivos
contrarios o por falta de discernimiento). […] Rechazando a alguien a partir de
las reglas del juego que él mismo creía aceptar o había sido obligado a aceptar
rechazamos nuestra propia dimisión. […] No somos un poder en la sociedad, y
nuestras “exclusiones” no expresan otra cosa que nuestra propia libertad para
distinguirnos del confusionismo alrededor nuestro e incluso entre nosotros, mucho
más próximo al poder social existente y con todas las ventajas. Nunca hemos
querido impedir a nadie expresar sus ideas o hacer lo que quiera (ni hemos
buscado estar en disposición práctica de presionar en este sentido). Únicamente
rechazamos mezclarnos con lo que está en contra de nuestras convicciones y
nuestros gustos. Dese cuenta de que esto es tanto más vital cuanto nosotros no
tenemos casi ninguna libertad para expresar nuestras propias convicciones y
gustos tal y como son realmente, debido a su carácter claramente contracorriente.
Nuestra “intolerancia” nunca es más que una respuesta –muy limitada- a la
intolerancia y la exclusión completamente asentadas que en la práctica
encontramos en todas partes, particularmente en la “inteligencia instalada”
(considerablemente más fuerte que la que el surrealismo pudo encontrar) y que
apenas nos sorprenden. Así como no somos en ningún grado un poder de control en
la sociedad, rechazamos convertirnos un día a favor de cualquier modificación
política (somos en esta cuestión partidarios de la autogestión radical, de los
consejos obreros que abolen todo poder estatal y “teórico” separados), y
rechazamos convertirnos en un poder cualquiera, incluso en la pequeña escala en
que nos estaría actualmente permitido, cuando no aceptamos afiliar discípulos que
nos darían, al mismo tiempo que ese derecho de control sobre ellos, un
reconocimiento social muy grande, pero como vulgar ideología artística o
política. […] en condiciones en que todo el mundo –aunque a través de una
desigualdad fantástica- puede expresar un pensamiento radical –sin querer
suprimir por supuesto esta libertad práctica- debe reivindicar ante todo su
derecho a la existencia […] sin ser “recuperado” y maquillado por el orden que
manifiestamente reina por encima de esta confusión y complejidad abiertas que
resultan visibles, y que poseen finalmente incluso el monopolio de la apariencia
(cf. nuestra crítica del “espectáculo” en la sociedad del consumo de mercancías
abundantes). Finalmente, la “tolerancia” reinante tiene un único sentido, y ello
a escala planetaria a pesar de los antagonismos y de la complejidad de los
diferentes tipos de sociedades de la explotación. Lo que toleran las personas
tolerantes que tienen la palabra es fundamentalmente el poder establecido en
todas partes”.
Acaso esta nueva entrega requiera una definición más radical y exigente de
nuestra revista; pero no una altisonante y pretenciosa formulación de principios,
postura vagamente teórica que no ha dejado de proliferar en nuestra literatura,
sino un lúcido y ya definitivo esclarecimiento de motivaciones, esfuerzos
creadores y tentativas ideológicas que la nutren y definen. El hecho de que sobre
ella –o contra ella- críticos incipientes, pretendidos sociólogos de la cultura y
otros desvaídos representantes de una inteligencia ya destituida o por
derrumbarse, expresa o veladamente, al sombrío rescoldo de sus frustraciones o de
sus eventuales intereses, se hayan prodigado para calificarla con los adjetivos
más contradictorios e inexactos, es ya razón para dilucidar lo que algunos,
obstinadamente, se resisten a comprender: que constituimos una generación
consciente de su destino, poseída por una voluntad de trascendencia, fiel a las
verdaderas y dramáticas constantes del tiempo que le ha tocado vivir y en él
enraizada y comprometida, dispuesta a redimir por ejercicio del espíritu y de la
verdad lo que otras generaciones parecen haber sacrificado por negligencia y las
pequeñas ambiciones; que somos un grupo de escritores y artistas para quienes la
creación es combate con el destino o con la historia y no esa farsa creciente que
es la cultura en nuestro país. Así radicales y obligadamente solitarios, en nada
nos desvela el que se nos califique de sectarios, elistescos o aristocratizantes,
presuntas categorías que sólo revelan la mediocridad irredimible de la crítica y
que en modo alguno pueden neutralizar nuestros propósitos iniciales. Y no por
creernos invulnerables o asistidos de esa gracia que coloca a algunos “más allá
del bien y del mal”, al contrario, por sentirnos muy vivos y actuantes dentro de
la dinámica de las ideas, es por lo que ahora respondemos a esos desventurados
juicios con que se ha pretendido sellarnos o condenarnos. [/] El supuesto
sectarismo de nuestra generación no tiene otro origen que el mismo clima menguado
de la cultura nacional. Ante la lamentable medianía que parece regir nuestra
literatura y nuestro arte, hemos sido radicales y polémicos, sin que en nuestros
juicios y valoraciones hayan intervenido extraños designios o deliberadas
intolerancias. Y al comprometernos con una posición en la historia del país,
hemos puesto de relieve, con ánimo de ser vigilantes, la crisis aparatosa de
nuestra inteligencia. La literatura se nos dio como un arma de combate, como
ejercicio de una personalidad libérrima e incontaminada de requiebros o de
eufemismos. Y el acto de creación ha sido para nosotros algo más que un acto
gratuito, algo más que el alarde de un espíritu desprovisto de compromisos y
exigencias de su tiempo. Y sin aspirar a convertirnos en sepultureros de otras
generaciones, sin negar valores individuales, de esos que la crítica suele
llamar, no sabemos en base a cuáles perspectivas, “valores consagrados”, hemos
afirmado que nuestra cultura padecía la gratuidad de su propia intrascendencia,
que más parecíamos una Arcadia de imperturbables regocijos que un país dominado
por el drama de sus verdaderas motivaciones y apasionantes dilemas y que nuestro
precario sistema de juicios y valores estaba regido por la banalidad, la timidez,
cuando no la complacencia calculada. Y condensábamos nuestro criterio en esta
última frase del testimonio del primer número: “La cultura es algo más que el
juego deleitoso de gentes que se rinden mutua pleitesía. Ella es expresión de la
historia, espejo de los júbilos y de las tribulaciones del hombre. El reino
inquebrantable de la verdad”. [/] Que las pasadas generaciones, como tales y no
como tránsito en ellas de grandes individualidades, abandonaron el mundo de
nuestra cultura a un dudoso juego de intereses personales, de caprichos y de
mistificaciones y que no supieron recrear a plenitud la avasallante u siempre
desasosegada realidad de nuestra existencia o de nuestra historia, lo viene a
demostrar el mismo desarrollo de la vida venezolana en todas sus manifestaciones.
Poseídos por una extraña y nada envidiable capacidad de mimetismo, la mayoría de
nuestros escritores y artistas han rendido fiel tributo a la cortesanía
intelectual o a ese otro devorante minotauro del oportunismo político o del
bienestar egoísta, olvidando lo que debe ser único imperativo del espíritu: una
vasta y penetrante comunicación con el universo, los sueños, la grandeza y aún la
miseria del hombre. Antes que seres requeridos por una vocación o por las
determinantes de la inteligencia, hemos tenido a todo lo largo de nuestra cultura
pequeños aprendices de “mandarines”, extenuados aspirantes de una fama o de una
fortuna que paradójicamente siempre se les ha negado. Con una irresistible
seducción por el prestigio superficial o por una gloria aldeana, se embriagaron
con elogios mutuos y acomodaticios, hasta el punto de que hicieron arte e
institución de esa despreciable y ya proverbial “política literaria”. [/] Pero
hemos sido nosotros, los de la nueva generación, quienes hemos padecido esa
regocijada demagogia que han señoreado en la cultura venezolana. Y, así, con
precarias referencias en el pasado y generalmente privados de la enseñanza de
verdaderos maestros, hemos sido una generación sacudida por el drama de la
soledad y nos hemos sumergido en el abismante mundo de la creación con una
actitud exigente e irreductible, como si nadie o muy pocos nos antecedieran. Y
como nuestras ideas no eran para el simple comercio en apacibles intimidades
burguesas, en las que alegremente se suele destruir obras y esfuerzos auténticos
con el mismo desparpajo con que luego se exaltan e inciensan públicamente, hemos
expresado sin equívocos ni delicuescencias nuestra actitud. No hemos sido
intolerantes ni extremistas por sistema. Si alguna vez hemos querido esclarecer
posiciones, no lo hemos hecho por puro deleite o goce en la destrucción o por
abordar miserables sitiales de dominio. Por el contrario, hemos desterrado tales
escorias morales. El inconformismo y la exigencia han comenzado por nosotros
mismos y jamás hemos claudicado con el intercambio de halagos y requiebros entre
los de nuestra generación. Acaso otros, por parecer estimulantes y generosos,
pero en el fondo por labrarse su deleznable y temerosa seguridad intelectual,
hayan comerciado con alabanzas hipócritas e idolatrías. Una consciente e
insobornable sinceridad ha sellado hasta hoy cuanto hemos escrito y expresado. Y
si hemos sostenido debates alrededor de problemas de nuestra cultura, creemos que
ello más que defecto es rasgo imperioso de personalidad. Pero en un país donde la
inteligencia ha vivido secularmente bajo los signos de lo acomodaticio, hemos
visto con desdén a esos seres que jamás han pronunciado un “no” tajante y
definitivo o que nunca han tenido arrojo de ser sinceros, aunque esa sinceridad
hiera o quebrante instituciones, verdades reveladas, regocijados prestigios y
demás virginidades. [/] Por otra parte, en nuestra revista y en todo cuanto hemos
publicado fuera de ella, hemos exaltado sin mezquindad, pero también sin
complacencia, valores que sentimos como verdaderos e influyentes, como Rómulo
Gallegos, Alejo Carpentier, Vicente Gerbasi. De Pablo Neruda, más allá de
nuestras diferencias, hemos reconocido la dominante grandeza de su poesía en
Residencia en la tierra y Canto General. Así como hemos acogido textos
invalorables de Mariano Picón Salas, Juan Liscano, Miguel Ángel Asturias, Gonzalo
Rojas, e igualmente traducciones de figuras esenciales del pensamiento universal.
Buen testimonio, todo ello, de que nuestro sectarismo ha sido más bien
jerarquización y límites impuestos al arribismo y al fraude intelectual. [/]
Finalmente, quienes pretenden desahuciarnos para la historia o para la militancia
en la vasta y crecientes transformaciones sociales e ideológicas, al calificarnos
de elistescos o de aristocratizantes, premeditadamente olvidan la permanente y
nunca soslayada firmeza cívica con que hemos defendido la soberanía de nuestro
pueblo o la rotunda claridad con que hemos acusado los asfixiantes intereses
colonialistas que se han cernido y se ciernen aún sobre nuestra historia y
nuestra cultura. Y esto que ha sido actitud combativa en el plano nacional, lo
hemos sabido proyectar también a la situación continental y aun mundial.
Sensibles a todos los movimientos en que el hombre ha dejado testimonio
inquebrantable de la libertad de su espíritu o de la grandeza de su sacrificio,
al producirse el triunfo de la Revolución Cubana, enero de este años, la
saludamos como la esperanza más vigorosa de la hoy renaciente democracia
latinoamericana; así como expresamos nuestro enfático repudio a la amenaza de
intervención armada sobre nuestro país por parte del poderío yanqui, en momentos
en que la temeraria visita del Vicepresidente Nixon desencadenaba profunda
respuesta del pueblo venezolano contra el imperialismo del Norte. Y solidarios
con los movimientos de liberación nacional, insertamos en el número 2 de nuestra
revista textos que ninguna otra revista del país se tomó el trabajo de publicar:
los de George Arnaud y Jacques Verges sobre el escalofriante y patético caso de
Djamila Bouhired, la joven combatiente de la resistencia argelina, y el
testimonio no menos elocuente y acusador de Henri Alleg: La Question, grandioso
alegato de otro combatiente al lado de Argel, torturado y escarnecido por los
oficiales del ejército francés. Y, deliberadamente, dejamos de mencionar la
personal actuación que nos tocó jugar a cada uno de nosotros en la resistencia
nacional durante la década de la última dictadura, responsabilidad que acaso no
asumieron muchos de los que aspiran a juzgarnos. [/] He aquí las verdaderas
constantes, la constancia y la tenacidad de nuestra generación. No aparentamos de
intocados ni creemos habernos purificado en aguas lustrales, pero vivimos,
actuamos y creamos a imagen y semejanza de nuestras vidas, con toda la enigmática
y contradictoria grandeza de nuestras vidas. Así comprometidos e incitados,
difícilmente caeremos en ese eclecticismo impotente o en esa conformidad
beatífica a que se nos quiere reducir cuando, con una concepción simplista de la
historia, se promulga que toda rebeldía se desvaneces con el tiempo, que todo se
mueve en una suerte de círculo vicioso en el que los que hoy niegan mañana serán
a su vez negados. Aun ante sobrecogedoras y fatales perspectivas, y como no nos
sentimos simples rebeldes por mocedad o imprevisión, aspiramos a seguir fieles a
nuestra indeclinable actitud original. (Sardio, 5-6, enero-abril de 1959)
“bajo toda estructura que pretenda encerrar una dinámica / existe ya un germen de
ruptura / tenemos menos capacidad para organizar esto es evidente que para
vivir vivir es urgente // de ahí que la ballena para vivir no necesita saber de
Zoología // el techo de la ballena está fundado en la plena lucidez incontrolable
del orgasmo que sólo los insomnios verifican porque la ballena es el único
prisma válido es el único prisma que tiene su barbarie // pocas realidades son
tan emocionantes como un hombre que rompe todas las liturgias del lenguaje el
techo de la ballena es más que un hombre // bajo su ligamen todas las cosas
tendrán un punto de unión con lo inasible tal es el sentido que se descubre en
lo que la ballena ha devorado en la piel de la iguana // en la superficie de la
pintura devorada por su propia materia los almanaques no registran todo lo que
puede decirse acerca de la ballena // es el hombre cósmico exigiendo su grito es
un gesto es una actitud el techo de la ballena al igual que los cantantes de
moda gozará de una extraordinaria popularidad // el techo de la ballena es un
animal de piedra que resucita el mundo para bienestar de sus huéspedes / el techo
de la ballena reina entre los amantes frenéticos / dueño de una irreconquistada
materia”. (“El gran magma”, Rayado sobre el Techo, No. 1, marzo de 1961; cadáver
exquisito elaborado en un bar de Catia y en el que colaboraron Carlos
Contramaestre, Gonzalo Castellanos, Caupolicán Ovalles, Juan Calzadilla, Salvador
Garmendia y Edmundo Aray)
Siempre se habló del amor, aun fuera de la mira romántica, como hecho que
traspasa el existir cotidiano. Terrible jugarreta o invención sacrosanta, pero
hasta los naturalistas más empecinados quisieron inscribir su reclamo pasional en
el ‘más allá’. ¿Necesidad de comunión absoluta, miedo a esta pobre vida diaria,
gesto únicamente gratuito? Se ignora. Sólo hay una certidumbre: no existe una
sola pareja que, en los instantes de efusión, no proponga la continuidad de su
peripecia amorosa hasta la muerte. […] Sin embargo, hay una aventura rotunda de
otra dimensión: en lugar de ser hasta la muerte, es dentro de la muerte donde
funciona el amor, en un gesto más definitivo, sin trayecto ni dilación. Los
necrófilos toman el amor como un hecho postergado, para asumirlo en su totalidad.
Todo lo que en vida fue negación, soledad, fuego inhibido, adquiere una radiación
incuestionable, de revancha, al lado del catafalco o de la tumba. […] Pero hay
una categoría de gentes, quizás la mayoría, a quienes se nos pretende negar
cualquier forma de encuentro, postergación o búsqueda de la propia muerte y el
propio amor. La actividad de los amantes limitada por las Ligas de las Buenas
Costumbres. La acción del necrófilo ofendida en su limpidez rectificadora, porque
una muerte cotidiana, fabricada en los laboratorios policiales, asedia
constantemente nuestra voluntad de elección. Y ante los gendarmes que disparan,
los grandes barcos que bloquean, los hongos que se abren hasta el cielo, el
pintor Carlos Contramaestre se transa por reivindicar las categorías de una forma
de amar y de morir, donde cada cópula y cada hueso recuerdan, aún más allá de la
vida, un acto soberano del hombre. Tripas, mortajas, untos, cierres relámpagos,
abestina o caucho en polvo, desparramados sobre cartones y trozos de madera,
configuran un empaste violento y el cuadro deja de ser un bello objeto de
coleccionista o un orgullo de museo para transformarse en una persecución ardida
de la materia humana, justamente en el corazón mismo de la sordidez, porque se
hace menester rescatar tripas y heces fecales, al lado de una dulce conjunción de
pantaletas y resitex, en un intento por ganarle la partida a tanta finura
acobardada, a tanta buena realización, que andan de brazo con el asesinato, sea
producido por ametralladoras o con aparatos de tortura. Y más aún: toda una
alineación de pestilencias informes, donde una belleza nueva asoma en cada
repliegue del cuerpo y las vísceras de los carneros sacrificados, que no pasará
inadvertida porque al menos provoca la repugnancia de las personas decentes o la
sonrisa desdeñosa del que se piensa ya corrido en arte, con una tal ceguera y una
tristeza mentales, que le impiden pronunciar otras palabras de defensa que no
sean ‘dadaísmo’ o ‘infantilismo’. Con eso, por encima y a pesar de eso, aquí
están estos golpes provocadores de Carlos Contramaestre, lúcido, alienado,
médico, no enajenable, inscrito en al gran órbita de quienes prefieren probar y
experimentar ‘todas las quintaesencias’ a quedar paralizados de perfección
premiada, de seguridad comercial o de tarjetas de acceso a los salones de damas y
pinturas. Su intento de recobrar ciertos territorios cargados de descrédito, lo
sitúan en una atmósfera de audacia y valentía, donde todas las viejas claves de
la plástica importan poco y hasta se hacen añicos ante esta confrontación desnuda
de la muerte y el amor”. (Adriano González León, introducción al catálogo de la
muestra: Caracas, noviembre de 1962)
[1963] Manifiesto
[1963] Editorial
[1964] Manifiesto
“Hay una voz en Indoamérica que busca ser voz conjunta. Hay cien voces en
Indoamérica que buscan hacer un acto coral. Son las voces de los Poetas. De lado
a lado arman disturbios en las mentes detenidas; de ancho en ancho empujar pies
por una nueva rebeldía; sitio a sitio imponen conciencia y paz. Los Poetas han
dejado de estar reducidos a su buhardilla, y no se ensueñan ni evaden, ya no se
tranquilizan con la muerte. Ahora los poetas existen entre las multitudes, re-
hacen las alegrías de los hombres, viven con el sonido de la vida y se entregan a
él. Indoamérica empieza a madurar en los Poetas. Dentro de poco los Poetas habrán
reducido todas las cabezas de quienes han desintegrado Origen y Tradición en
garras de Mentira y Falacia”. (Pukuna, No. 4, abril de 1964)
[1964] Manifiesto
“Estamos buscando saber qué hay en nosotros. Nosotros, los pueblos colonizados
del Tercer Mundo. Asia, África y Latinoamérica convulsionadas, una sola llamarada
que se lanza. Nos descubrimos mediante la negación radical de lo que han hecho
con cada una de nuestras vidas, de lo que pretenden que seamos. Abrimos paso.
Queremos dejar al fin nuestra enajenada serenidad de piedras. Soberanía, no
servidumbre; eso exigimos. Fuimos llagados, vamos a llagar porque se acaben las
llagas” (Pukuna, No. 5, agosto de 1964)
[1967] Cinco años tzántzicos
“Decíamos que llegar a esto, a meternos en nuestra realidad, era como encontrar
los restos de un gran naufragio. Sabíamos que al menos uno de nuestros dedos
estaba entrando en la historia. Existiendo concebíamos parte del testimonio de la
tierra y los pueblos, deducidos directamente de este país, pero extendido hacia
toda la acción quebrantadora de sistemas de la época que nos toca vivir. [/]
Conociéndonos productos de padres de precaria ideología, entendemos que el
descubrir y el actuar nos darían significado primero como habitantes del planeta
y luego como artistas. [/] Cinco años han sido una larga bofetada a la poesía
tradicional. Cinco años han sido como levantar el mantel de la mesa y tirar todos
los platos a la cara de los comensales conciudadanos. La palabra, el símbolo ha
tomado distinto cuerpo, por eso lo que hemos hecho en conjunto no ha sido ni
recital ni teatro ni discurso, sino ‘acto tzántzico’, representación reducidora
de cabezas. [/] ¿Y, qué cabezas hemos reducido? No nos han visto por las calles
colgando jíbaramente de la cintura las testas magras de un Zaldumbide o de un
Tobar o de un Carrera Andrade. No. El empeño no ha sido personal, ni anárquico,
ni surrealista ni existencialista, ha sido real, ha sido la gestación de un
suceso social que al transmutarse de aquella necesidad de los primeros
espectadores de ‘tirarnos agua hirviendo’ a una respuesta muda y reflexiva,
paralizante pero conciencial de nuestro último público, ha escindido hondamente,
ha separado mucho del artificial conformismo y aceptación mayoritaria de los
órdenes imperantes. [/] Conciencia y Realidad. Abarcar todos los planos de la
percepción, todas las aristas del complejo problema pre-revolucionario que
transcurrimos. Martillar en la búsqueda de la palabra más auténtica y creadora.
[/] Acabar con la expresión enferma y sumisa de los abusivos ‘poetas’. Arremeter
en todos los planos de la crítica y exigirnos (camino arduo y prolongado) una
modalidad que encuentre como luz el lenguaje y al mismo tiempo la circunstancia
que acciones, dé motivaciones e induzca a la gente. [/] En otras palabras, nos
hemos dinamizado para encontrar en nosotros la ideología. Y ésta es la del
cambio, la fraternal, profunda y sin límites de los requerimientos populares. En
donde no siendo los ‘realistas’ de la pasada generación que colgados de los
techos ‘observaban’ lo que sucedía con los indios frente a la minoría burócrata-
feudal-explotadora, nos pusimos más abiertos con el eslogan ‘descender a las
masas’, que obliga a un simulacro de ‘desclasamiento intelectual’. Queremos
movilidad pero no populismo. Claridad pero no trivialidad condescendiente. Y
claridad es abarcar todos los planos de conciencia social, aprender lo más
posible el ser de lo que nos rodea, de lo que nos autentifica y nos hace decir
(en poema, cuento, teatro, cartel, grito pelado o lo que sea), nos hace hablar al
mundo. [/] Por eso, los reducidores de cabezas no constituyen un grupo
‘literario’, son un movimiento que conoce las armas y las mañas de los opositores
y quiere develarlas ante la conciencia de los oprimidos. [/] En el empeño nos
sirve la dialéctica materialista, la economía política, la sociología, la
antropología, el folklore y más. [/] Emergemos de un aislamiento íntimo y social
producto del estrato al que pertenecemos. A brazo partido estamos luchando contra
los depredadores del sentido del pueblo. No nos deslumbramos con frases
conformadas, creemos en la transformación, lo que quiere decir que para
proyectarnos en la acción, nos introducimos en un justo baño de ‘verdad’, de esa
verdad que no está en nada de lo que desde niños nos obligaron a tocar, percibir
y confiar, sino en lo que aprendemos a conocer, en lo que la herencia indígena ha
rescatado y el actual conglomerado humano mestizo ha decantado de lo más vital de
las comunidades. Estamos limpiando a nuestros progenitores del luto de oprobio de
la servidumbre para esclarecernos y esclarecer a los hijos. Y luego bregar,
luchar, morir, todos juntos por el nuevo mundo”. (Pukuna, No. 7, marzo de 1967)
“Desde el primer grito, insulto o patada que dio nuestro movimiento, estuvimos
contra los consagradores, y los que se dejan consagrar, contra las
consagraciones. Porque vimos que la ‘intelectualidad’ tenía una posición
oscilantes, que se definía en veces por la consagración, en veces por el
oportunismo, en veces por la traición. Mírense si no a sí mismos los ‘artistas’,
sean pintores, novelistas, cuentistas, poetas o beatas. Mírense en un espejo y
éste les vomitará. Nunca creímos que existiesen ‘abismos’ entre el artista y el
pueblo, y muchas cosas se han dicho a ese respecto, infames o equivocadas. Los
más variados pretextos se han levantado para crear ese abismo de que hablan, las
más elaboradas teorías. Todas, charlatanería burguesa o pequeño-burguesa; es
decir, una posición de clase. Nosotros, sin pretender ser la última palabra, y
conociendo el valor de una autocrítica auténtica, persistimos y seguiremos en
nuestro lugar, en nuestras posiciones, en nuestras búsquedas, junto con el
pueblo, hombro a hombro para conocernos mejor, para salir juntos, para golpear
juntos. Preferimos leer nuestros poemas, nuestros cuentos en un sindicato de 100
trabajadores y ocultar esos mismos poemas a la publicación oficial, de
consagración, sea de cualquier consagrador que fuese. La fuerza de nuestro
movimiento reside en que no traicionamos ni lo haremos nunca. Y en que
continuamente resolveremos por la discusión lo que haremos en el futuro, en el
próximo sindicato, riéndonos de los ‘abismos’ entre los escritores y el pueblo,
de los abismos estúpidos. Buscamos la crítica de trabajadores, de jóvenes de
barrios, colegios, sindicatos, antes que la crítica de consagración, de enjuague.
Sabemos de la angustia y desorientación que existe en el pueblo y estamos,
precisamente por eso, ahí: ‘para organizar todos los actos desesperados’ como
señala Fanon. Creemos, pues, en la Revolución, y que ésta la va a hacer el
pueblo”. (Pukuna, No. 8, octubre de 1967)
[1968] Manifiesto
“Ante los últimos sucesos que han llevado a la Casa de la Cultura Ecuatoriana a
convertirse en una institución dependiente, demostrando su inexistente autonomía;
frente a declaraciones y actitudes contradictorias de quienes dirigían la Casa,
pretendiéndose revolucionarios, descubriendo ahora su ser íntimo. Ante el fracaso
del llamado ‘movimiento de renovación’, que en 1966 constituyera una esperanza
para poder llevar la cultura al pueblo. Frente a la debilidad, engaño e incluso
oportunismo de intelectuales que aceptaron, apoyaron e incitaron el retroceso de
un posible comienzo de integración entre el artista y el hombre del pueblo,
honesta y revolucionariamente. Y, ante la necesidad actual de un cambio de
estructuras, en donde los intelectuales jueguen un papel importante, nosotros,
tzántzicos, planteamos el qué hacer: [/] El intelectual no puede eludir una
respuesta sobre la política nacional y mundial, tiene que hacer efectiva su
actitud de integración popular, aún a costa de su tiempo, su tranquilidad, su
vida. La condición de un escritor o artista tiene que evidenciarse en su
capacidad de lucha contra el orden imperante. [/] Integrarse al FRENTE CULTURAL.
Frente que, dentro de sus capacidades, comunicará poesía, música, danza, cine,
pintura, teatro para recibir del campesino y del obrero crítica y aporte
creativo. Luego de recibir, los intelectuales podrán reconstruir un Lenguaje con
verdadera raíz, propiedad, humanidad. [/] Se debe combatir todo tipo de
oficialismo. Evitar todo vínculo con las Instituciones y Organizaciones
Oficiales. Entender que apoyar SU cultura es colaborar con SU explotación. [/]
Exigir del intelectual una obra despojada de subjetivismo, es decir, si
artepurismo ni autocomplacencias. [/] Expresase afuera, al aire libre. Saber que
la llamada ‘lucha desde adentro’ es arma de doble filo, resulta ser más de
justificación que de lucha verdadera. Lo sucedido en la Casa de la Cultura es un
ejemplo. [/] Extirpar todo tipo de halagos, complacencias, entendimiento con el
enemigo. [/] Repudiar actos sociales como la Primera Bienal de Quito. [/] Señalar
en forma definitiva que el único arte válido es el arte revolucionario”. (Pukuna,
No. 9, febrero de 1968)
7/ [TRÓPICO UNO / VENEZUELA / 1964-1965]
[1964] Editorial
[1964] Editorial
[1976] Manifiesto
¿QUE PROPONEMOS? [/] NO HACER UN OFICIO DEL ARTE [/] MOSTRAR QUE TODO ES ARTE Y
QUE TODO MUNDO PUEDE HACERLO [/] OCUPARSE DE COSAS “INSIGNIFICANTES” / SIN VALOR
INSTITUCIONAL / [/] JUGAR / EL ARTE DEBE SER ILIMITADO EN CANTIDAD, ACCESIBLE [/]
A TODOS, Y SI ES POSIBLE FABRICADO POR TODOS [/] ¡!!!!!!!!!!!!!!!!!!! [/]
IMPUGNAR EL ARTE / IMPUGNAR LA VIDA COTIDIANA (DUCHAMP) EN UN [/] TIEMPO QUE
APARECE CASI ABSOLUTAMENTE BLOQUEADO PARA LOS [/] OPTIMISTAS PROFESIONALES
TRANSFORMAR EL ARTE / TRANSFORMAR LA VIDA COTIDIANA (NOSOTROS) [/] CREATIVIDAD /
VIDA DESALINEADA A TODA COSTA [/] (MOVERLE LAS CADERAS AL PRESENTE CON LOS OJOS
PESTAÑEANDO [/] DESDE LOS AEROPUERTOS DEL FUTURO) [/] EN UN TIEMPO EN QUE LOS
ASESINATOS LOS HAN ESTADO DISFRAZANDO [/] DE SUICIDIOS [/] $$$$$$$$$$$$ [/]
CONVERTIR LAS SALAS DE CONFERENCIAS EN STANDS DE TIRO [/] (FERIA DENTRO DE LA
FERIA / ¿DIRÍA DEBRAY? [/] %%%%%%%%%%%%% [/] BEETHOVEN, RACINE & MIGUEL ÁNGEL
DEJARON DE SER LO MÁS ÚTIL [/] LO MÁS ANFETAMÍNICO, LO MÁS ALIMENTICIO: LAS
BARRERAS DEL [/] SONIDO LOS LABERINTOS DE LA VELOCIDAD (¡OH JAMES DEAN!) SE ESTÁN
[/] ROMPIENDO EN OTRA PARTE [/] “”””””””””””””” [/] SACAR A LA GENTE DE SU
DEPENDENCIA & PASIVIDAD [/] BUSCAR MEDIOS INÉDITOS DE INTERVENCIÓN & DE DECISIÓN
EN EL MUNDO [/] DESMITIFICAR / CONVERTIRSE EN AGITADORES [/] NADA HUMANO NOS ES
AJENO (BIEN) NADA UTÓPICO NOS ES AJENO [/] (SUPERBIEN) [/] ++++++++++++++ [/] EN
ESTA HORA MÁS QUE ANTERIORMENTE, EL PROBLEMA ARTÍSTICO NO [/] PUEDE SER
CONSIDERADO COMO UNA LUCHA INTERNA DE TENDENCIAS / [/] SINO SOBRE TODO COMO UNA
LUCHA TÁCITA (CASI DECLARADA) ENTRE [/] QUIENES DE MANERA CONSCIENTE O NO ESTÁN
CON EL SISTEMA Y [/] PRETENDEN CONSERVARLO PROLONGARLO / Y QUIENES TAMBIÉN DE
MANERA [/] CONSCIENTE O NO QUIEREN HACERLO ESTALLAR [/] ………………………………… [/] EL ARTE
EN ESTE PAÍS NO HA IDO MÁS ALLÁ DE UN CURSILLO TÉCNICO [/] PARA EJERCER LA
MEDIOCRIDAD DECORATIVAMENTE [/] $$$$$$$$$$$$$ [/] “SOLAMENTE HOMBRES LIBRES DE
TODA ATADURA PODRÁN LLEVAR EL FUEGO LO BASTANTE LEJOS” ANDRÉ BRETON [/]
¡!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! [/]
DEVOLVERLE AL ARTE LA NOCIÓN DE UNA VIDA APASIONADA & CONVULSIVA [/] LA CULTURA
NO ESTÁ EN LOS LIBROS NI EN LAS PINTURAS NI EN LAS [/] ESTATUAS ESTÁ EN LOS
NERVIOS / EN LA FLUIDEZ DE LOS NERVIOS [/] PROPOSICIÓN MÁS CLARA: UNA CULTURA
ENCARNADA / UNA CULTURA EN [/] CARNE, EN SENSIBILIDAD (ESTE VIEJO SUEÑO DE
ANTONIN ARTAUD) [/] 555555555555555 [/] TODO LO QUE EXISTE: [/] EL CAMPO DE
NUESTRA ACTIVIDAD / Y LA BÚSQUEDA FRENÉTICA DE LO [/] QUE AÚN NO EXISTE [/]
……………………… [/] NUESTRA FINALIDAD ES (LA VERDAD) LA SUBVERSIÓN PRÁCTICA [/]
&&&&&&&&&& [/] EJEMPLO DE ARTE TOTAL [/] ESCULTURA TOTAL (Y CON MOVIMIENTO): UNA
MANIFESTACIÓN DE 10,000 [/] A 20,000 GENTES APOYANDO LA HUELGA DE LA TENDENCIA
DEMOCRÁTICA [/] DEL SUTERM [/] MÚSICA TOTAL: UN VIAJE EN HONGO POR LA SIERRA
MAZATECA [/] PINTURA TOTAL: CLAUDIA KERIK AL DERECHO & AL REVÉS / INSISTO: [/] AL
DERECHO & AL REVÉS [/] POESÍA TOTAL: ESTA ENTREVISTA DIFUNDIDA POR TELEPATÍA O
CON EL [/] SOLO MOVIMIENTO DE MI PELO (DE LEÓN AFRICANO) Y TODA SU DESCARGA [/]
ELÉCTRICA [/] 33333333333333333333333333333333333333 [/] MUNDOS ONDAS GENTE QUE
ME INTERESA: [/] NICANOR PARRA CATULO QUEVEDO LATRÉAMONT MAGRITTE CHIRICO ARTAUD
[/] VACHÉ JARRY BRETON BORIS VIAN BURROUGHS GINSBERG KEROUAC KAFKA [/] BAKUNIN
CHAPLIN GODARD FASSBINDER ALAI TANNER FRANCIS BACON [/] DUBUFFET GEORGE SEGAL
JUAN RAMÍREZ RUÍZ VALLEJO EL CHÉ GUEVARA [/] ENGELS “ESE MAESTRO DEL SARCASMO” LA
COMUNA DE PARÍS LA [/] INTERNACIONAL SITUACIONISTA LA EPOPEYA DE LOS NAUFRAGOS
DEL GRANMA (SE ME OLVIDABA) : HIERONYMUS BOSCH (EL INFALTABLE) [/] WILHELM
REICH LA APORNOGRAFÍA MÍSTICA DE CHARLES MAGNUS LA [/] ERÓTICA MULTICOLOR DE TOM
WESSELMAN JOHN CAGE JULIAN BECK JUDITH [/] MALINA & SU LEAVING THEATRE (Y PARA
FINALIZAR) EL MARQUÉS DE [/] SADE HECTOR APOLINAR ROBERTO BOLAÑO JOSÉ REVUELTAS
(Y SU [/] DESCUBRIMIENTO DE QUE LA DIÁLECTICA A VECES TAMBIÉN ANDA COMO [/]
CANGREJO) JUDITH GARCÍA CLAUDIA SOL (Y HASTA EN DÍAS NUBLADOS) [/] CLAUDIA SOL
[/] %%%%%%%%%%%%%%%%%%% [/] PODEMOS DISPARAR 2 REVOLVERES A LA VEZ / DIJO MÁS DE
UNA VEZ [/] BUFFALO BILL [/] LA ESTUPIDEZ NO ES NUESTRO FUERTE [/] (ALFRED JARRY
DIXIT). (Mario Santiago)
Sí, Manifiesto [//] Venimos de la noche y hacia la calle vamos. Queremos oponer a
los estereotipos de la poesía nocturna, extraviada en su oficio chamánico de
convocar a los fantasmas de la psique o de lanzar hasta la náusea el golpe de
dados del lenguaje, una poesía de la higiene solar, dentro de la cual el poeta
regrese al mundo de la historia, al universo diurno de la vida concretísima de
los hombres, en cuyo orbe cotidiano ningún fantasma enfermo moviliza más fuerza
que el horror o la belleza encontrables en una acera cualquiera, y ningún
aristocrático golpe de dados del verbo podrá abolir jamás el sabor sanguíneo de
todas las palabras de la tribu. [//] Sí, Manifiesto [//] Representa una postura
que, por inaudita que parezca en esta Venezuela de 1981 –donde la individualidad
y la disgregación son el imperio sustentador de ese otro imperio, el real:
económico, político, cultural-, quiere asumir la responsabilidad de ser la
expresión del movimiento Tráfico. ¿Qué buscamos?: poesía. Y aquí está el dilema:
inmersos en un ámbito cultural donde el poeta, lo poético, la poesía y el
poetizar tienen una caracterización determinada, y por lo tanto normativa, lo que
proponemos, no estando identificados con los parámetros de la estética imperante
es –desde el punto de vista de nuestro contexto histórico inmediato- una nueva
manera de entender la poesía. [/] Con Tráfico salimos del esencialismo y, como
hemos dicho, nos reconocemos en la historia: menos mal que nadie puede calificar
de “esencial” el tráfico; pasajeros, somos poetas de transición, como toda poesía
es de transición, sólo que algunos siguen aspirando a esa especie de galardón que
significa conquistar, con la palabra esencial, la salida de la historia, el
supuesto hallazgo de la eternidad. Pasajeros transitorios, diurnos, poetas:
nuestra propuesta nace de una necesidad poética –política- histórica, la
necesidad que atraviesa nuestra Venezuela de hoy, confundida entre el marasmo y
el derroche, entre el lujo fastuoso y las carencias apremiantes de la capa
marginal. El silencio y el juego textualista no pueden ser una respuesta crítica
a nuestro medio, en última instancia constituyen posturas que, si no de manera
consciente, al menos en forma disfrazadamente ideológica, le hacen el juego a
nuestra democracia petrolera. [/] La poesía que propugnamos servirá, en cambio,
de percusión para enseñarle a la “Armonía” la inclemencia de la súplica en los
botiquines del centro. Se trata de fundirle la caja en el Gran Prix de Caricuao,
hacer estallar los radiadores de las letras a 250 Km. p/h. Reclamarle al
cinetismo textual la burguesía óptica con la que pretende erigirse “críticamente”
sobre una ciudad que se divierte, desde las mesas de Sabana Grande, con la
ingeniosa geometría de los cultos. Nuestra calle no se complace en estos juegos
de la noche ni tampoco en el silencio. [/] Los trapecistas de la imaginación
suspiran por mantenerse en la “realidad” descrita por la ruta de sus acrobacias,
en la medida en que se olvidan de la portentosa capa de la historia bajo la cual
se desplazan. En el circo el mago es rey: basta un esotérico gesto para que
proliferen los pañuelos (los duendes, la súbita aparición de los espíritus). [/]
Pero, magos: ¿hasta cuando el engaño? Frente a ustedes surge nuestra mirada
realista (no es un realismo inocente, de ojo adánico, de “inocencia objetual” y
cosas por el estilo). Una mirada para la cual el poema traduce los olores más
intensos de la calle. Un realismo, sí, pero realismo crítico. No queremos
desobjetivar nuestras palabras, desdibujar nuestro paisaje, nuestra circunstancia
histórica concreta, por cansados aquelarres. Además, ya lo sabemos todos: cuando
se han ido los espectadores, cuando la carpa se hace alta, no hay hechizo: el
elefante es elefante, los conejos son conejos, el trapecista es español, el mago
vuelve al camerino. Los circos cierran a las 6. [/] Si hemos hablado de una nueva
manera de entender la poesía, nos referimos también a otro tipo de poeta. Para
nosotros ser poetas representa salir, en éxodo consciente, del monólogo dentro
del cual quiere encerrarse buena parte de nuestros compañeros de generación.
Creemos que en poesía no es la rotación de los signos en el texto lo que
constituye la clave estética del poema, sino la forma en la que accede al oído de
los otros la voz de una experiencia humana. Estamos hartos de combinatorias
infinitas de palabras que se frotan para arrancarse chispas que no pasan de ser
un fuego fatuo (sí, infatuado en su aspiración de hacernos creer que es el
Fuego). Repetimos: contra el signo, el craso signo icónico del texto, optamos por
la voz, por la interlocución que pone a circular el poema en el circuito de un
diálogo concreto, no con un lector sin rostro, sino con los hombres y mujeres que
en la fábrica y el rancho, la escuela y el cuartel, la universidad o la oficina,
han perdido la costumbre (costumbre secular que extravió el rumbo) de escucharse
a sí mismos en el vértice unánime de la voz del poeta. Este último siempre fue,
antes de que la modernidad nos dejara hablando solos, el intérprete de vivencias
colectivas, aquel cuya palabra congregaba los ecos de la ciudad y los caminos. En
América Latina, sobre todo, ¿qué escandalosa “profesionalización” del oficio
poético quiere separarnos ahora de la más entrañable tradición moral de nuestras
letras: la que concibe la palabra como quería Martí, echándose a la suerte de
compartir su canto con los oprimidos de la tierra? [/] A una poesía que se ufana
en la “gloriosa inutilidad”, en la “casta ineficacia” que demasiados hombres
confunden con la naturaleza misma del espíritu, deseamos oponer también, sin
miedo al barro impuro del cual sale toda la epopeya espiritual de los hombres, la
exigencia de una poesía que sirva, repleta de una contundente eficacia, la misma
que ostentan un vaso, un arma o un automóvil, porque el arte empieza allí donde
los hombres necesitan responder desde la plenitud de su conciencia a las
exigencias de la situación particular, y no después, allí donde la cotidianidad
dicen que termina y nace el reino abstracto –mármol y alabastro- de una
trascendencia “noble” dentro de la cual sólo cabe una “gratuidad” que ya no
acompaña a nadie en la tarea diaria de vivir, que ya no formaliza las
experiencias del hombre común, que ya no constituye sino un vasto silencio donde
bostezan el vacío o la “oquedad metafísica”. Nos empeñamos, así, en promover una
poesía necesaria, que nuestros interlocutores perciban como palabra de uso y
compartida, palabra para la cual toda trascendencia anémica, dispéptica, se
disuelve ante el poder de convocación que sube, por ejemplo, de las rockolas de
los bares, palabra que tiene mucho que aprender de la imponencia con la que la
línea exactísima de un hit congrega el gozo del stadium, haciendo levantar un eco
humano que, en el fondo de los fondos, se parece al llanto o a la risa que
todavía allá, en pleno siglo XII, podían recoger de su auditorio los versos de
Berceo. [/] Por eso mismo, frente a la lírica de la subjetividad absoluta, y en
este sentido cada vez más abstracta, lírica que tanto le debe a la racionalidad
burguesa de Occidente, lírica cerebral de un eterno laboratorio de palabras en
las que la situacionalidad y la carnalidad afectiva son mero vidrio de probeta –
irreconocibles ya para sí mismas-, levantamos la causa de una poética que se
atreva a explorar a fondo, sin batas ni guantes de químico incontaminado, pero
también sin flux y sin corbata, la sentimentalidad que exhibimos frente al mundo
nosotros, los bastardos latinoamericanos, los salvajes periféricos de Occidente:
nuestra sentimentalidad de telenovela y de ranchera, nuestro viejo bolero
emocional, nuestro tango impenitente, el patetismo que nos brota en procesión de
Viernes Santo o en reyerta de taberna, la cursilería que se entreteje con la red
social de nuestra manera específica de vivir el afecto. De este modo, asumimos el
horror que siente la poesía tradicional frente a nuestro sentimentalismo híbrido,
mestizo de puro guaguancó o quena indígena, con la ironía desdeñosa que nos
inspira toda la discreción burguesa, quirúrgicamente fría para sentir relaciones
viscerales con el mundo pero implacablemente “racional” a la hora de expoliar lo
que no siente. [/] Contra la mampostería intelectualista que sostiene el mito del
poeta solitario, tan caro a una modernidad que no sabemos por qué debe ostentar
para nosotros el carácter de un paradigma único, insurgimos con nuestra apuesta
por una poesía solidaria, repleta de humanidad latinoamericanísima, gozosa o
doliente, una poesía que no teme subirse al último sector del cerro donde termina
el barrio y no llega jamás la policía, así tenga que pagar peaje al pie de la
escalera, como corresponde; una poesía que no se asustará ante la tarea de
embadurnarse de salsa y de cerveza en al afinque; una poesía que buscará a los
hombres de San Fernando o El Callao donde estén y como estén, sin exigirles que
se presenten a la cita del poema con el traje “primitivo”, “telurista”, o ya
neciamente “mágico” con el cual los disfrazaron las poéticas que sólo se veían a
sí mismas cuando pretendieron mirar de frente a aquellos hombres; una poesía que
intentando recuperar, como después de un largo entumecimiento gestual, los
hábitos del habla y los ademanes concretos de las muchedumbres que nos rodean,
opta por los grandes espacios donde todo narcisismo verbalista se revela pigmeo
de la inteligencia y de la sensibilidad y del lenguaje: los espacios por los que
la poesía puede oxigenarse de disonancias y de miseria irreductible, de
sociología y de política, de economía y de historiografía, de giro de lengua oral
y de estribillo musical, de estadística y argot de suburbio. Poesía, entonces,
situada en el centro hirviente de la vida social y no en los desiertos
ontológicos donde proliferan “breviarios de la podredumbre” (ah, el Cioran que
hoy tanto acaricia el masoquismo de la pequeña burguesía intelectual) y ojerosas
“culturas del desengaño” para las cuales la esperanza es un compañero cadavérico,
muerto de bruces en una calle cualquiera a finales de los sesenta. [/] Nosotros
creemos que la vieja consigna de Vallejo se mantiene: si el cadáver, ay, sigue
hoy muriendo ante nuestros ojos impotentes, sólo será la masa compacta de los
expoliados lo que lo resucite desde el único lugar donde es posible concebir el
vértigo radical de las transformaciones: desde abajo, desde la base. Cuando
Lázaro se levante otra vez de su sepulcro para movilizar, como hace dos décadas,
las aspiraciones populares del país, nosotros sabremos que la poesía, la poesía
concreta y no la virtuosista de los textos, estará gobernando la insurgencia.
Mientras tanto, en esta hora incolora, a menudo nauseabunda, de la democracia
petrolera, sólo nos queda sincerar al máximo la relación del poeta con Venezuela.
Y es que sucede que, en épocas inmediatamente anteriores (allí tenemos a la
generación de 1958, por ejemplo), el trabajo poético en nuestro país actuó sobre
el fondo de un distinguido camuflaje. Poetas que en sus actitudes públicas
mostraban un franco compromiso ético con la exigencia del cambio social,
eligieron, sin embargo, para la voz de sus poemas las modulaciones más
esencialistas de la lírica de la modernidad: la lírica que, nacida en parte como
respuesta esteticista al mundo comercializado y banal de la burguesía, trabajaba
no obstante secretamente a su favor, porque hablaba desde su marco gnoseológico
profundo y con sus categorías. Se dio así el caso de que una peligrosa confusión,
una trampa ideologizante vino a ocultar las verdaderas cartas con las que el
poeta apostaba su palabra en el juego social de la cultura: Mallarmé fingió darle
la mano a Marx, la opción rimbaudiana de “cambiar la vida” se olvidó de la matriz
elitesca de la que había salido (y dentro de la cual aún pernoctaba su nostalgia
de transformación) y pretendió que su causa poética podía conjugarse, sin más,
con los paradigmas sociales y políticos de aquella marea de obreros,
desempleados, liceístas, universitarios medios, marginales, que se enfrentaba a
la represión gubernamental en las calles y avenidas. El lenguaje de esa élite
poética había pagado demasiado tributo al idioma de una modernidad por esencia
aristocratizante: la pequeña burguesía intelectual radicalizada que entonces
quiere contribuir a la toma del poder por las masas no se sincera como tal ante
esas mismas masas en el desamparo del poema. Disfraza su equivocidad, la
artificialidad de su intento de integrar el arte y la vida sobre la base de la
trampa modernizante, universalista y elitesca, con la magnificencia de su barco
ebrio que zarpa al viaje sin regreso de la alquimia del verbo y la magnetización
recíproca de todas las vocales, al final del cual, ya lo sabemos, espera la
Abisinia donde el poeta convertido en comerciante hace el saldo de su asimilación
definitiva al universo burgués. Nosotros no queremos, pese a la aparente magnitud
que representa formular esta herejía, el destino de Rimbaud: no queremos que
nuestra intervención en la Comuna –la cual, a pesar de todas las derrotas, nos
sigue convocando- sea una simple escaramuza pequeño burguesa que termine en viaje
de negrero, en escepticismo contante y sonante, en ebriedad que ya no ostenta el
arma de los anticonvencionalismos sino que deviene ocasión de confraternidad con
el Poder. Queremos para nosotros, para la vocación poética en Venezuela, un
resultado diferente; por eso, elegimos sincerar desde ahora mismo la voz de
nuestros poemas y decimos que, no pudiendo asumir como nuestro –porque sonaría a
eterna impostación en nuestro textos- el timbre vocal de un proletariado, de un
campesinado, de una población marginal de los que nos separó la sociedad clasista
a través de familia, colegios y universidades, queremos y debemos hablar en
nuestra obra como lo que efectivamente somos: hijos de una clase media cuyos
paradigmas vivimos mitad como cómplices y mitad como renegados. [//] Venimos de
la noche y hacia la calle vamos. (Zona Franca, III época, No. 25, julio-agosto de
1981)