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El reflejo

Un adolescente lleno de frustración y de un vacío inexplicable al mirar las estrellas


en una noche de noviembre, contempló cual magnifico es el cielo en todo su
esplendor así como todo lo que este envuelve como las plantas, animales, paisajes,
etc. pero toda esa estupefacción se volvió en una eterna amargura, al observar que
en esa imagen tan maravillosa que lo había cautivado durante algunos segundos
fue tan efímera pero le mostró la realidad en la que vive, volviendole a la mente una
pequeña frase que había escuchado: “Quien con monstruos lucha cuide de
convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el
abismo también mira dentro de ti”, asintió brevemente la cabeza y durante un par de
minutos se encontró en un silencio espeluznante porque reflexiono que él también
era un monstruo debido a que en la mañana criticó fuertemente a la sociedad en la
que vive donde los valores, la moral en la que se rigen es completamente una
contradicción donde se creen dueños de todo pero a la vez de nada, arrasan con
todo lo que se encuentran para satisfacer su caprichos sin importar a quien
perjudique como las plantas, animales y la naturaleza acabando con la más
minúscula esperanza de vida, sin darse cuenta que él colaboró miles de veces en
ese juego tan siniestro satisfaciendose de todos los lujos que había en su casa, pero
se dio cuenta de algo más miles de especies de plantas y animales desaparecen
cada año pero eso era no era lo que más le preocupaba sino entendió que el
mismo ser humano se extinguía con todo lo que hacía para sí mismo y el causante
de eso era el mismo ser humano porque eliminaba de raíz esa chispa que nos hace
tan especiales, esa esencia que le da valor a las cosas y, es su inocencia para la
creación en sus ideas. Bien tenía razón Michael Ende al decir “​Por que cada hombre
tiene su propio tiempo. Y solo mientras siga siendo suyo se mantiene vivo”,​“Pero el
tiempo es vida, y la vida reside en el corazón.” así pues las ideas son lo que nos dan
vida lo que nos hace crear nuevas cosas, de imaginar, jugar, reflexionar , de crear
mundos nuevos, cosas jamás creadas pero eso no es todo, cada idea es única
como las flores horarias de las que se mencionan en el libro de Momo puesto que
siempre nace una nueva y así nunca una idea es igual a la otra y cuando tienen esa
inocencia sin un fin específico como sacar el provecho de algo, que las ideas sean
manipuladas en las que se sigan reglas de cómo pensar por si fuera mucho decirlo.
Son algo maravilloso y tan brillantes como una estrella en el cielo, es como los niños
en sus primeros años de vida añoran infinidad de cosas, crean ideas y viven un
mundo mágico donde no existen los problemas que tenemos porque todo es
relativo, no piensan en ningún momento que alguien los llegará a criticar, que esa
idea tendrá una calificación y lo definirá quien es como persona, donde no piden
permiso para persar; así pues las ideas y el tiempo parecen ser una especie en
peligro de extinción donde la razón más importante sean tus sueños esas ideas de
las cuales te apropias, porque esas ideas son tuyas de nadie más y es lo que te
impulsa a vivir cada día, de transformar tu mundo y creer que es algo tan
maravilloso sin que nadie te obligue a creer en nada en específico, para que así no
nos ocurra como lo narra Herman Hesse en su libro Bajo la rueda con su personaje
Hans Giebenrath el cual se construyó con base a las ideas de los demás, a los
preceptos ya marcados por la sociedad sin la capacidad de elegir firmemente que es
lo que quería hacer y desaprovechar gran parte de su vida puesto que llegó un
punto en el que se arrepiente en el que todo su mundo es un cruel fantasma que lo
atormenta todos los días de su vida, así nos pasa a nosotros al no tener esa
inocencia y esa libertad de crear las ideas, vamos caminando sobre la cuerda floja
que cuando caemos viene a nosotros la monotonía, la rutina diaria, el conformismo,
de vivir sin esa chispa y sobre todo vivir una vida en la que el motivo para vivir sea
ni más ni menos el hecho de estar vivo para no ser una estatua viviente como un
robot sin programación fija.
Así pues al pensar en todo lo anterior este adolescente se noto una sonrisa muy
peculiar a su rostro volviendo a observar ese paisaje que había observado en esos
segundos llevándose una gran sorpresa puesto que ese momento tan efímero se
volvió tan agradable y de ser tan corto paso a ser una eternidad en la que se pudo
observar así mismo y ver que él formaba parte de ese paisaje en el que pudo darse
cuenta de un pequeño halo de luz pasaba como una estrella fugaz en su inocente
sonrisa dándole así una chispa de esperanza.

Carlos Eduardo Pérez Díaz


Grupo:3010
Correo electrónico:carlos1eduardo3diaz@gmail.com

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