Вы находитесь на странице: 1из 21

Complejidad social: cazadores-recolectores

y horticultores en la región pampeana


Daniel Loponte, Alejandro Acosta y Javier Musali

Introducción
Las ideas generadas por la conferencia Man the Hunter contribuyeron a generar una
imagen idílica y restringida del complejo mundo cazador-recolector (cf. Lee y Devore
1968; Sahlins 1968). Si alguna característica podía englobar a esas sociedades era pre-
cisamente la simplicidad. No fue sino en la segunda mitad de los 70 y principios de los 80
(entre otros Bean y Lawton 1976; Bettinger 1981; Binford 1980; Woodburn 1980) cuan-
do la antropología generó un corpus teórico y empírico que señalaba la variabilidad de las
formas organizativas de aquellos que hasta entonces se suponían sólo eran organizacio-
nes humanas simples. Esta discusión sobre la variabilidad mundial de los cazadores-
recolectores identificó rápidamente la existencia de grupos humanos que, si bien no
producían alimentos, se los consideraba inmersos dentro de un proceso evolutivo hacia
su producción, o tenían componentes notables en cuanto a su complejidad técnica o
social (Price y Brown 1985 y autores del volumen citado). De esta forma, emergió la
distinción entre cazadores-recolectores generalizados y complejos, procesadores y viaje-
ros o categorías que pueden ser consideradas equivalentes a estas (entre otros Ames
1985; Bender 1978; Bettinger 1999, 2001; Bettinger y Baumhoff 1982; Brown 1985;
Cohen 1985; Hayden 1990; Hayden et al. 1985; Johnson 1982; Keeley 1988; Lourandos
1985; McGuire 1983; Price y Brown 1985; Testart 1982; Woodburn 1980). Durante la
última década del siglo pasado hasta la actualidad, los estudios sobre complejidad se
diversifican notablemente, incluyendo aspectos que contemplan la discusión sobre qué
es la complejidad, cuáles son sus propiedades, cómo surgen los sistemas complejos, qué
utilidad tiene el concepto para comprender la evolución de las sociedades humanas y
cómo debe abordarse su estudio (entre otros Arnold 1996; Binford 2001; Goles y Latapy
1997; Guráieb 2001; Hayden 1990, 1994; Heylighen 1997; Keeley 1991; Kelly 1995;
Kosse 1994; Low 1990; Mateos et al. 2002; Rowley-Conwy 2001; Standish 2001; Tainter
1996).
En este trabajo abordaremos el estudio de las sociedades prehispánicas que habitaron
el humedal del Paraná inferior, las cuales exhiben en términos arqueológicos e históri-
cos, algunas características de las sociedades complejas. Emplearemos en la discusión el
registro arqueológico comprendido entre 1100 y 600 años AP y algunas referencias his-
tóricas correspondientes a la primera mitad del siglo XVI. Cabe destacar que no emplea-
remos las fuentes históricas como fuente de contrastación, sino como fuente de hipóte-
sis sobre determinados rasgos o conductas llevadas a cabo por los aborígenes del área.

D. Loponte y A. Acosta: FCNyM - UNLP; INAPL. dloponte@fibertel.com.ar; acosta@mail.retina.ar.


J. Musali: FFyL - UBA. jmusali@sinectis.com.ar.

41
42 - D. Loponte et al.

Complejidad
La definición de complejidad ha demostrado ser un concepto esquivo (cf. Standish
2001). Probablemente la definición más sencilla es aquella dada por Hinergardner y
Engelberg (1983), quienes definen complejidad como el número constitutivo de partes.
Este concepto es coherente con la definición de “complejidad textual” (Tainter 1996),
basada en la enumeración de los componentes, sean estos tipos de artefactos o roles
sociales (cf. McGuire 1983; Price y Brown 1985; Tainter 1996). Esta definición, si bien es
operativa porque permite efectuar comparaciones con diferentes unidades analíticas del
registro (artefactos, clases de artefactos, estructuras, densidad, etc.), es problemática,
porque no incorpora las relaciones internas de sus partes constituyentes. Hemos
ejemplificado este hecho en otro lado (Loponte et al. 2002). De esta forma, la
irreductibilidad es una de las propiedades claves de los sistemas complejos (Nelson 1976).
Esto implica que cada parte del sistema no puede ser entendida como una unidad, dado
que las propiedades del sistema no son exhibidas por sus elementos aislados (Mateos et
al. 2002), por lo tanto se deben buscar otras unidades de análisis más allá del artefacto.
Lamentablemente, la búsqueda de unidades arqueológicas es uno de los mayores proble-
mas de la arqueología (cf. Lanata 2002), situación que se hace extensible al estudio de la
complejidad en sí misma. En los sistemas complejos los nuevos componentes (o conduc-
tas) surgidos deben exhibir además, un grado importante de interrelación con otros exis-
tentes, substituyendo segmentos del sistema más costosos y menos relacionados. Este
reemplazo produce una evolución más rápida del sistema en una forma auto-integrada y
auto-generadora (cf. Goles y Latapy 1997). Por lo tanto, la tasa de aparición de nuevos
componentes y la cantidad de interconexiones activas con el resto del sistema, son me-
didas indirectas para estimar el grado de evolución de estos sistemas.
Cada sistema social o sistema operativo no actúa aisladamente de otros conjuntos. La
cantidad y tipo de mecanismos de intercambio son también propiedades importantes de
los sistemas complejos. En los ambientes colonizados por sociedades humanas donde las
conductas son densodependientes ( cf. Krebbs 1995), los mecanismos de intercambio tienden
a ser significativos, aumentando precisamente la complejidad de los sistemas. Precisa-
mente Heylighen (1996) ha sugerido que la complejidad aumenta a medida que la varie-
dad y dependencia de las partes constitutivas se incrementa. La conectividad entre las
partes puede además ampliarse espacial y/o temporalmente. Esto implica que los siste-
mas interrelacionados que generan componentes para su uso diferido en el tiempo y en
el espacio, necesitan un ingreso de energía mayor, debido a que las actividades que
buscan retornos diferidos se basan de energía almacenada o poseen mecanismos de
acopio superior a las necesidades diarias. Estos sistemas contemplan además un uso
efectivo futuro de los bienes y servicios que se generan con anticipación, por lo que
existe un mayor componente en la planificación de las actividades sociales y de subsis-
tencia. Woodburn (1980) precisamente consideró que el consumo diferido es un elemen-
to clave de los sistemas sociales complejos. Dado que el almacenamiento es una conduc-
ta que virtualmente llevan a cabo todos los cazadores-recolectores (ver Arnold 1996), lo
que se enfatiza es el grado de dependencia de los bienes almacenados (cf. Keeley 1991)
o el grado de desarrollo de los mecanismos de acopio de energía. Por otro lado, la cantidad
de energía almacenada por un organismo o un sistema posee una intrínseca relación con
la fluctuación y predecibilidad de la oferta (Hinergardner y Engelberg 1983), aspecto que
ha sido causalmente relacionado con el almacenamiento entre sociedades cazadoras-
Complejidad social:
Cazadores-recolectores y horticultores en la región pampeana - 43

recolectoras (Keeley 1991). Paralelamente se ha observado que a medida que la comple-


jidad de un sistema social es mayor, el consumo de energía diferida aumenta y, por lo
tanto, existe una covariación entre la entropía, el modo de producción y el nivel de
complejidad del sistema (Rowley-Conwy 2001; Tainter 1996).

El surgimiento de la complejidad
Aquí agruparemos las diferentes posturas acerca de la emergencia de los sistemas
complejos en tres modelos básicos. El primero de ellos enfatiza aspectos psicológicos, de
status o prestigio individual, al que también se puede llegar por competencia entre indi-
viduos o grupos de individuos definidos por intereses (i. e. Fitzhugh 2002; Hayden 1994).
Una segunda línea de pensamiento sostiene que la causa última de la complejidad tiene
una estrecha vinculación con el stress ambiental (Cohen 1985; Keeley 1991; Kelly 1995),
mientras que otros autores consideran que si bien el stress ambiental es importante, la
complejidad es el resultado de conductas que solucionan problemas cada vez más com-
plejos e interconectados, para los cuales no existe un disparador único (Tainter 1996).
Esta última perspectiva evita además considerar la tradicional unidireccionalidad en el
estudio de la complejidad, ya que una vez resueltos los problemas, el sistema podría
volver a niveles anteriores (Brown 1985; Tainter 1996). En prácticamente todos los estu-
dios de complejidad, sea cual fuera su orientación teórica, subyace la idea de que en
ambientes donde existen presiones densodependientes, la evolución selecciona compor-
tamientos cada vez más complejos que permiten un ajuste más efectivo entre las con-
ductas, los artefactos y el ambiente, especialmente donde este último se muestra compe-
titivo o impredecible (en un sentido similar a Hinergardner y Engelberg 1983). Estas
conductas dentro de sistemas autogeneradores e integradores, poseen altas tasas de
modificación, con una significativa incidencia de los mecanismos de transmisión sesgada,
lo que produce una mayor variabilidad de las conductas, dinamizando los mecanismos
culturales de transmisión (Boyd y Richerson 1985), situación que genera una significa-
tiva variabilidad y un mayor número de rasgos dentro del registro arqueológico. Este
hecho hace que la definición de complejidad textual, constituya una base metodológica
inicial para el estudio de sociedades complejas, recurso que seguiremos en este trabajo.

Cazadores-recolectores complejos
Por definición, las sociedades humanas se componen de individuos que generan e
intercambian bienes e información entre sí y con otros grupos, mediante un sistema
semiótico. Por otro lado, es intrínseca a la mente y a la cultura humana su capacidad de
incrementar el número y clases de interacciones entre los diferentes componentes de
cualquier sistema. De esta forma, debemos recortar las propiedades para saber cuándo
estamos hablando de un sistema complejo entre los cazadores-recolectores o si se hayan
inmersos en un proceso que podría desembocar en la complejidad. Los tópicos más rele-
vantes para determinar si una sociedad cazadora-recolectora puede ser rotulada como
compleja son los siguientes: el tamaño de los grupos humanos y la densidad demográfica
a nivel micro y macro regional (Brown 1985; Kosse 1994; Price y Brown 1985); una
mayor variedad de roles sociales que los habituales entre los cazadores-recolectores
(McGuire 1983; Price y Brown 1985; Tainter 1996); extensión y desarrollo de diversos
mecanismos de organización social, incluyendo las alianzas, territorialidad, intercambio
44 - D. Loponte et al.

y modos de producción que puede incluir intensificación (Bender 1978; Cohen 1985;
Hayden 1986; Kosse 1994; Price y Brown 1985; Rowley-Conwy 2001; Tainter 1996); la
existencia de asimetrías sociales heredables, donde los costos y beneficios están de-
sigualmente distribuidos entre los individuos (Arnold 1996; Cohen 1985; Hayden 1986;
Price y Brown 1985); la existencia de consumo diferido (Bettinger y Baumhoff 1982;
Keeley 1991; Rowley-Conwy 2001; Testart 1982; Woodburn 1980), baja movilidad o
sedentarismo (Kelly 1995; Price y Brown 1985; Rowley-Conwy 2001; Tainter 1996; Testart
1982; Woodburn 1980); la construcción de equipo no transportable y la disponibilidad
de equipo muy específico (Bettinger y Baumhoff 1982; Nelson 1996; Price y Brown 1985;
Testart 1982); una significativa modificación y señalización del paisaje, que incluye la
generación de cementerios muy visibles (Rowley-Conwy 2001); la producción de exce-
dentes para actividades sociales o simbólicas (Lourandos 1985). Algunos autores (que
predominantemente tienen una visión post-procesual de la arqueología) sostienen que
la existencia de un solo rasgo (i.e. jerarquías institucionalizadas) son suficientes para
categorizar a un sistema de cazadores-recolectores como complejos. Otros investigadores
en cambio, consideran que es necesaria la presencia de varias de estas propiedades. En
efecto, existe cierto consenso en considerar que la baja movilidad, la defensa activa del
territorio y el almacenamiento son los rasgos más consistentes para determinar la exis-
tencia de un sistema cazador-recolector complejo (Rowley-Conwy 2001), probablemente
por que todas estas conductas implican un nivel organizativo sustantivo. Salvo la defensa
activa del territorio, el resto son propiedades que tienen una alta visibilidad arqueológi-
ca. Otros autores enfatizan aspectos sociales muy relacionados internamente, como la
existencia de estructuras jerárquicas, la intensificación de las relaciones de alianza, el
surgimiento de jefaturas o la competencia social, aunque esta postura tiene diferencias
internas (Ames 1985; Arnold 1996; Brown 1985; Cohen 1985; Hayden 1994; Hayden et al.
1985; Johnson 1982; Lourandos 1985). Sin embargo, existen registros relativamente bien
conocidos de sociedades complejas donde no se han detectado la existencia de jerarquías
sociales u organizaciones verticales (cf. Kuijt y Goring-Morris 2002; Price 2002).
Varios autores han sugerido que los grupos humanos cuya economía se basa en la
pesca o en los recursos fluviales, muestran importantes indicadores de complejidad que
usualmente van acompañados de conductas de almacenamiento, baja movilidad y territo-
rialidad (Arnold 1996; Bean y Lawton 1976; Kelly 1995). Algunos recursos fluviales pueden
ser considerados como una cosecha. En efecto, pueden estar agrupados por un corto pe-
ríodo de tiempo, son recursos por lo general individualmente pequeños, tienen lugares de
obtención relativamente localizados o muy predecibles en el espacio y se pueden obtener
en masa, generando así un estímulo para el almacenamiento, la propiedad y la defensa
activa de los lugares de acopio. Tales recursos tienen además propiedades que implican el
desarrollo de una tecnología sofisticada para minimizar el riesgo de pérdida de las presas
y maximizar su captura (cf. Nelson 1996; Torrence 1989). Pero no sólo los recursos fluvia-
les son significativos para considerar la existencia de propiedad y almacenamiento. Hames
(1990: 96-97) sugirió que el consumo de vegetales puede tener una incidencia importante
en el surgimiento y funcionamiento de sistemas complejos. Los alimentos vegetales, al
igual que ciertos recursos fluviales, son más predecibles que los recursos animales terres-
tres, por lo que son menos susceptibles de ser redistribuidos, generando así un concepto de
propiedad privada y conductas de almacenamiento familiares (Bettinger 1999). Ambas
situaciones requieren en algún sentido una baja movilidad residencial (cf. Sahlins 1972).
Estudios interculturales han demostrado una peculiar importancia del almacenamien-
Complejidad social:
Cazadores-recolectores y horticultores en la región pampeana - 45

to, de mediana a alta, para aquellos grupos que están más de cinco meses en un mismo
campamento (Keeley 1991). Por lo tanto, parece existir una estrecha vinculación entre
baja movilidad, conductas de almacenamiento, importancia del componente vegetal en la
dieta, tecnología y defensa de los lugares de acopio de los recursos. La complejidad a
menudo implica la especialización sobre uno o dos recursos, con un aumento del espectro
consumible de los mismos. Paralelamente se observa que en los sistemas sociales de caza-
dores-recolectores complejos, existe una tendencia a la intensificación en la explotación
del ambiente, posiblemente en respuesta al riesgo asociado que implica depender de un
solo recurso (Arnold 1996; Kelly 1995).

El ambiente natural del humedal del Paraná inferior


El humedal del Paraná inferior se desarrolla entre los 32º 05' y 34º 29' S y entre los
58° 30' y 60° 40' O. Se encuentra en la porción terminal de la Cuenca del Plata, iniciándose
a la altura de la ciudad de Diamante y finalizando en el Río de la Plata. Posee una
longitud de 320 km y unos 60 km de ancho máximo, cubriendo un área aproximada de
entre 14,000 y 17,500 km2 (Bonetto y Hurtado 1999; Bonfils 1962). Aproximadamente el
20% de esta área corresponde a albardones no inundables mientras que el resto son
espacios anegables (Bonetto y Hurtado 1999). Este ambiente también conocido como
“Delta Paranaense” o “Bajo Delta” (Bonetto y Hurtado 1999; Bonfils 1962) puede ser
representado como un sistema río-planicie aluvial (RPA), ecológicamente regulado por
los pulsos de inundación del río Paraná (Bó y Malvárez 1999; Junk et al. 1989). Tanto el
humedal como el bosque xeromórfico asociado al límite occidental del mismo, poseen un
cierto número de especies vegetales comestibles, como la palmera de pindó (Syagrus
romanzzofiana), el chañar (Geoffroea decorticans) y el algarrobo (Prosopis sp.) (Cabrera
1968). Desde el punto de vista faunístico, además de una gran cantidad de roedores de
hábitos acuáticos (coipo y carpincho), es notoria la concentración de peces de hábitos
migratorios, que generan por un lado, valores indicativos de 4,2 peces/1000 m 3 en invier-
no y una alta concentración del orden de 86,3 peces/1000 m3 en verano, (Tablado et al.
1988), variabilidad que genera un excelente estímulo para el almacenamiento. Entre los
ungulados se encuentra el ciervo de los pantanos (Blastocerus dichotomus), que no se
agrupa en manadas, sino que es básicamente un mamífero de hábitos solitarios, aunque
su disponibilidad es anual. En el área de estepas halófilas y praderas ribereñas, como así
también en el bosque xeromórfico, se encontraban probablemente pequeñas manadas de
venado de las pampas (Ozotoceros bezoarticus), con una disponibilidad anual.
Existen múltiples factores que afectan a los pulsos de inundación/desecación del
Paraná inferior. La variabilidad de los mismos ha generado que el humedal asociado sea
considerado uno de los que exhibe mayor irregularidad hidrobiológica de Sudamérica.
Los pulsos de inundación condicionan no sólo la distribución de la fauna, sino también
las actividades humanas de subsistencia (Bó y Malvárez 1999; Boivín et al. 1997; Neiff
1999). La irregularidad del Delta del Paraná es aún más grave si se toman en cuenta los
efectos producidos por el fenómeno climático denominado “El Niño”. Las inundaciones
asociadas al mismo, tienen características inusuales y no son previsibles en escalas de
tiempo cortas, sino que suceden con una frecuencia cercana a los diez años. Estas inun-
daciones tienen consecuencias catastróficas para el ambiente físico y biológico, perdien-
do el ambiente toda sustentabilidad para las poblaciones humanas, con episodios de
46 - D. Loponte et al.

extinción local para mamíferos terrestres y algunas aves (Bó y Malvárez 1999; Junk et al.
1989; White y Picket 1985). Por el contrario, durante las fases de desecación se incrementa
la predicibilidad de la fauna y la concentración de los taxa terrestres y acuáticos en
determinados puntos del ambiente (Neiff 1999; Tablado et al. 1988).

El registro arqueológico e histórico del humedal del


Paraná inferior
Subsistencia y almacenamiento
Los análisis faunísticos efectuados en los sitios arqueológicos listados en la tabla 1,
señalan que los peces (básicamente siluriformes) contribuyeron con alrededor del 50% al
60% de la biomasa animal consumida (Loponte y Acosta 2002a). Los ungulados -cuya
presencia ronda una media del 5% del MNI total- aportaron una biomasa relativa cercana
al 25%, compartiendo un segundo o tercer lugar junto con los roedores (Acosta et al.
2002; Loponte y Acosta 2002a, 2000b). La importancia de los peces en la subsistencia
sugiere una especialización en su captura. La recuperación de complejos arpones de punta
separable de diseño modular, efectuados básicamente sobre astas de cérvidos (Acosta
2000; Loponte y Sacur Silvestre 2002), señala una importante inversión de energía en la
manufactura de equipo específico, destinado a minimizar la pérdida de un recurso crítico
(cf. Bleed 1997; Bousman 1993; Nelson 1996; Torrence 1989). Las crónicas mencionan
también la existencia de redes de pesca y la importancia de los peces en la economía de
todos los grupos del humedal (Fernández de Oviedo 1944; Schmidl 1948).
La producción de subproductos derivados de los peces es mencionada en algunos
documentos históricos. En efecto, varios cronistas sostienen que los aborígenes produ-
cían “harina de pescado”, “manteca de pescado” y/o “grasa de pescado” (Fernández de
Oviedo 1944; Schmidl 1948), probablemente gracias al secado y molido de peces y al
hervido de los mismos en el caso de la citada “manteca” y “grasa”. Análisis efectuados
sobre tiestos procedentes de algunos sitios del humedal, han detectado la presencia de
los mismos ácidos grasos que los presentes en los peces siluriformes del Paraná, aun-
que estos resultados aún son preliminares (Pérez y Cañardo 2002). Los MAU % de los
peces recuperados de estos depósitos podrían sugerir conductas de secado (Acosta y
Musali 2002; Acosta et al. 2002). Asimismo, las crónicas históricas señalan para un
grupo indeterminado, localizado en la desembocadura del río Paraná, el secado al sol
de los peces para ser consumidos en épocas de escasez, lo que sin duda implica alguna
forma de almacenamiento (Santa Cruz 1908). Una sola referencia hace mención que
Estrato
Sitios Latitud Longitud Cronología(1) δδ13C Años Cal. AD* Fuente Muestra
ambiental
Las Vizcacheras 34° 16' 81" 58° 48' 65" Continente 1090 ± 40 -18,9 ‰ 880 - 1020 Beta 148237 L. guanicoe
Continente 1070 ± 60 -25 ± 2 ‰ 880 - 1150 LP- 1401 S. romanzoffiana

Garín 34°22' 38" 58°42' 30" Continente 1060 ± 60** LP-240 B. dichotomus
Anahí 34° 16' 95" 58°48' 47" Continente 1020 ± 70 -19,0 ‰ 890 - 1180 Beta 147108 M. coypus
Ao. Guazunambí 34°23' 33'' 58° 38' 34'' Continente 940 ± 60 -19,0 ‰ 990 - 1230 Beta 147109 Mammalia
La Bellaca sitio 1 34° 23' 07'' 58° 40' 14" Continente 1110 ± 70 -20 ± 2 ‰ 779 - 1033 LP-1288 M. coypus

La Bellaca sitio 2 34° 22' 79" 58° 39' 53" Continente 680 ± 80 -20 ± 2 ‰ 1221 - 1422 LP-1263 Mammalia
(1) Años antes del presente - * Edades calibradas con 2 sigmas. - ** Sin corrección isotópica

Tabla 1: Sitios arqueológicos discutidos


Complejidad social:
Cazadores-recolectores y horticultores en la región pampeana - 47

los subproductos “harina” y “manteca de pescado”, estaban producidos en alguna esca-


la para fines del verano. En efecto, esto sucede cuando las tropas españolas ocupan
una aldea “querandí” luego del combate de Corpus Christi (Schmidl 1948). Es decir,
cuando finaliza la concentración estival de recursos ícticos.
Independientemente del énfasis en la captura y consumo de peces, los registros
arqueofaunísticos señalan la explotación en cantidades importantes de otros recursos,
como el coipo y posiblemente el cuis (Loponte y Acosta 2002a, 2002b; Pafundi 2002).
Del mismo modo, existe una pequeña explotación de Diplodon sp. y Ampullaria=Pomacea,
pero las cantidades recuperadas en los sitios son relativamente reducidas en relación
a la fracción consumible de estos moluscos (Bernal 2002). La explotación de ungulados
(B. dichotomus y O. bezoarticus) también es sumamente significativa no sólo por el
aporte calórico, sino también como fuente de materia prima para la confección de
arpones óseos. La presencia de estos taxa en cantidades significativas sugiere una
sustantiva amplitud del nicho, que a nivel artefactual coincide con la multiplicidad del
equipo de captura disponible. En efecto, no sólo se han reconocido arpones de punta
separable, sino también puntas de proyectil líticas apedunculadas medianas y peque-
ñas, susceptibles de ser empleadas con arco (también se han recuperado ganchos de
propulsor), puntas de proyectil de hueso pedunculadas, bolas de boleadora y posible-
mente las redes de pesca ya mencionadas (Loponte y Sacur Silvestre 2002). En esta
enumeración también deben ser consideradas las denominadas “bipuntas” confeccio-
nados sobre hueso, cuyo posible uso en la obtención de presas no puede descartarse
(Scheinsohn comunicación personal 2003). Asimismo en todos los depósitos se recu-
peran pequeñas cantidades de otros taxones que pueden representar caza oportunista,
intercambio, contaminación o usos simbólicos de los mismos (Acosta y Loponte Ms;
Loponte y Acosta 2002c).
La importancia de la dieta vegetal ha quedado demostrada gracias a los análisis
isotópicos efectuados sobre algunos individuos recuperados en sitios arqueológicos del
área. Los valores de δ 15 N y el espaciamiento δ 13 C(co.-ap.) sugiere un componente vegetal
de aproximadamente un 30% de la dieta total (Acosta y Loponte 2002). Las principales
presas de los grupos humanos están dentro de un patrón fotosintético C 3 , al igual que los
cazadores-recolectores. Sin embargo, el único individuo recuperado en el sitio Garín,
presenta un valor de δ 13 C que sugiere un importante componente de vegetales C4 en su
dieta, que podría estar indicando consumo de maíz (Acosta y Loponte 2002). Dada la baja
cantidad de individuos analizados, estos datos no son representativos a nivel poblacional,
pero marcan una tendencia uniforme en cuanto a la incidencia del componente vegetal
en la dieta, sea silvestre o con algún tipo de manipulación. Si estos valores isotópicos se
mantienen al ampliar la muestra, podríamos considerar que alrededor del 30% de la
dieta era de origen vegetal, el 35% estaría compuesta por peces y el 35% restante habría
sido suplido por el resto de las presas (ungulados, roedores, reptiles y moluscos). Esta
estructura dietaria, como hemos visto anteriormente, señala precisamente una estrecha
relación con sociedades de cazadores-recolectores complejos.
Aún no se ha logrado determinar cuáles fueron los vegetales consumidos. Los análisis
en la composición fitolítica del tártaro dental humano podrían ser un camino posible.
Hasta el momento se han determinado fitolitos de afinidad graminoide y arecoide, ade-
más de tejidos de conducción conservados en los cálculos dentales, que permitirán efec-
tuar una más precisa determinación botánica (Zucol 2002). Es interesante destacar la
presencia de fitolitos afines a las palmeras (arecoides), ya que es notable la cantidad de
48 - D. Loponte et al.

fragmentos carbonizados del endocarpo del fruto de la palmera de pindó o palmera datilera
(Syagrus romanzoffiana) que se recuperan en todos los sitios ubicados en el humedal
(Caggiano 1984). En el sitio Las Vizcacheras, un fechado efectuado sobre fragmentos
carbonizados del endocarpo de S. romanzoffiana, arrojó la misma antigüedad que otro
fechado efectuado sobre una falange de guanaco (Lama guanicoe) (AMS) procedente
del mismo sitio y nivel arqueológico (ver Tabla 1).
Desde el punto de vista histórico hay una clara coincidencia entre diferentes docu-
mentos, que señalan que el cultivo de maíz era más importante entre los timbúes que
para el resto de los grupos. Los timbúes además almacenaban peces y tenían un nivel
organizacional más complejo, con jerarquías más acentuadas (Fernández de Oviedo
1944: 155; Rodríguez, en Leite 1948: 174). Los “carcaraes”, un grupo adyacente a los
timbúes, son mencionados también como básicamente “pescadores”, quienes además
extraían grasa de los peces capturados. Respecto de los “chaná-timbú” y “beguá”, la
importancia de los peces también es remarcada, aunque se menciona el cultivo de maíz
en pequeña escala (Fernández de Oviedo 1944: 154). Sin embargo, algunos cronistas
señalan a estos últimos dos grupos sólo como cazadores-recolectores. Dado que las
observaciones efectuadas por los viajeros fueron efectuadas en diferentes estaciones
del año, esto puede estar implicando la ausencia real de cultivo en algunos grupos,
cultivos ocasionales y/o de pequeña escala en otros, o cultivos más desarrollados como
en el caso de los timbú.

Movilidad
Los estudios de campo han permitido observar básicamente un patrón desagregado,
con la presencia de una gran cantidad de sitios pequeños muy próximos entres sí, que
oscilan entre los 400 y 3.000 m2 (Loponte y Acosta 2002b). La composición faunística
de los mismos sugiere que el rango de acción (sensu Foley 1981) estaba fuertemente
limitado al humedal, ya que prácticamente no existen presas típicas del ambiente de
llanura de la Pampa Ondulada. Los escasos restos de taxa típicos de llanura tienen una
representación muy fragmentaria, que sugiere trayectorias muy distintas al resto de la
fauna (Loponte y Acosta 2002a, 2002c; Loponte et al. 2002). Los MAU % muestran que
las presas típicas del humedal menores a los 20 kg ingresaron completas, mientras que
los ungulados sufrieron secuencias de trozamiento previas (Acosta et al. 2002; Loponte
y Acosta 2002a; Loponte et al. 1998). Sin embargo, la gran cantidad de pequeñas asti-
llas indeterminadas pueden estar enmascarando un ingreso más completo.
En los depósitos arqueológicos del área, existe una alta densidad de alfarería, que en
ocasiones supera los 1500 tiestos/m3 . La cerámica es en cada depósito en particular,
técnica y estilísticamente homogénea. Este hecho sumado a los remontajes efectuados
en cada depósito, sugieren episodios centrales de descarte, sin perjuicio de considerar la
existencia de ocupaciones menores (Pérez y Cañardo 2002). Cabe consignar que la alfa-
rería recuperada en los sitios del área no muestra señales de rodamiento o fracciona-
miento dimensional que sugieran transporte fluvial. Por el contrario, los tiestos mues-
tran fracturas frescas y agudas, con una excelente integridad de las superficies, pinturas
y engobes.
La gran cantidad de enterratorios humanos (que llegan a varias decenas de indivi-
duos en algunos sitios) y la estructuración de espacios formales de entierro (Lothrop
1932; Pau 2002; Petrocelli 1975), sugieren una baja movilidad y resolución de proble-
Complejidad social:
Cazadores-recolectores y horticultores en la región pampeana - 49

mas estructurales de los espacios habitables (cf. Rowley-Conwy 2001). Las evidencias
de ajuares en los enterratorios del área son ambiguas. Sobre más de cien enterratorios
registrados en la bibliografía del área, no se observan diferencias en sus contenidos
que sugieran la existencia de individuos con un status social jerarquizado (Lothrop
1932; Pau 2002; Petrocelli 1975; Torres 1911; Zeballos y Pico 1878). Si bien aún se
necesitan estudios detallados sobre los estilos de vida de los individuos recuperados.
Los documentos históricos reconocen implícitamente poblaciones anualmente esta-
bles en el humedal del Paraná inferior, cuyos límites de explotación estaban enmarcados
precisamente por sus límites (Loponte et al. 2002). Sólo los “querandíes” son menciona-
dos explotando alternativamente las sierras, la llanura de la Pampa Ondulada y el hume-
dal (Fernández de Oviedo 1944; Lopes de Sousa 1932; Ramírez en Madero 1939; Schmidl
1948). Las menciones a los querandíes en las costas del Río de la Plata y en el Delta del
Paraná, antes de que modificaran sus conductas por la colonización europea, correspon-
den básicamente al verano. Aunque Schmidl (1948) menciona explícitamente el retiro de
este grupo hacia el interior precisamente durante el verano, es muy probable que este
autor se refiera al verano boreal. Otros aspectos señalados como rasgos de baja movilidad
son la casi total ausencia de artefactos líticos en algunos sitios y la baja densidad de
materia prima lítica que se observa en todos los conjuntos líticos recuperados en la
margen derecha del río Paraná de las Palmas (Loponte y Sacur Silvestre 2002).

Intercambio, identidad, competencia y propiedad


Las crónicas históricas sugieren que los querandíes contactaban a los grupos produc-
tores de alimentos de las Sierras Centrales y tal vez del Chaco santiagueño en el extremo
noroccidental de su amplio territorio (Ramírez, en Madero 1939). Asimismo, algunos
cronistas señalan el intercambio de “pellejos” (¿cueros?) de “ovejas” (¿guanacos u otros
camélidos?) y recipientes vegetales entre este grupo y otros asentados en el humedal (ver
Fernández de Oviedo 1944, Loponte y Acosta 2002c). Esta práctica fue considerada como
una posible explicación (además de la caza logística) para interpretar el peculiar registro
anatómico del guanaco en los registros de los sitios del humedal, concentrado sólo en
falanges y extremos distales de los metapodios de este mamífero, ya que estos son los
elementos óseos que pueden quedar incorporados a los cueros (Loponte y Acosta 2002c;
Loponte et al. 1998). También dentro del ámbito histórico, es usual la mención respecto
del uso de paños de algodón (si bien no hay sugerencias históricas de su cultivo en el
área), o del empleo de pequeños fragmentos de metal por parte de los grupos cazadores-
recolectores del Delta del Paraná. Sin embargo, no existen aún evidencias convincentes
de la presencia de artefactos de metal en los sitios del humedal del Paraná inferior
(aunque entre otros, ver Lothrop 1932). Por otro lado, se debe considerar el potencial
intercambio entre los cazadores-recolectores y los grupos horticultores amazónicos, quie-
nes parecen haber hecho uso de metales de una forma más extendida (Ramírez, en
Madero 1939). Existen asimismo evidencias que sugieren el empleo de cuarcitas de la
Fm. Sierras Bayas (Tandilia) en el humedal del Paraná inferior (Sacur Silvestre 2002) y no
de la Fm. Salto Chico o Ituzaingó (Entre Ríos), de menor calidad pero de mayor cercanía.
Nuevamente esto sugiere un abastecimiento por intercambio o accesibilidad a las mis-
mas (Loponte y Sacur Silvestre 2002).
Los grupos identificados como chaná-beguá, chaná-timbú, beguá, chaná, timbúes y
carcaraes, tenían (según las crónicas) una peculiaridad: hombres y mujeres se perfora-
50 - D. Loponte et al.

ban e incrustaban en las aletas de la nariz pequeñas piedras, mientras que los hombres
además se perforaban el labio inferior y se colocaban otro ornamento (“tembetá”) (Fernández
de Oviedo 1944; Schmidl 1948). Esto puede estar implicando ya no sólo situaciones de
continuidad espacial y modos de vida similares, sino códigos semióticos compartidos.
Arqueológicamente se han detectado artefactos en valva con forma de T, dientes de
cánidos horadados y líticos de malaquita perforados en prácticamente todos depósitos
listados en la Tabla 1. Los cronistas señalan además que si bien estos grupos tenían
lenguas diferentes, se podían entender (Fernández de Oviedo 1944). Ignoramos si estas
diferencias eran pequeñas o si empleaban alguna lengua franca o se daban situaciones
de multilingüismo. Algunos autores además han sugerido una vinculación lingüística
entre estos grupos y otros del Paraná medio, con los cuales existirían contactos frecuen-
tes (Conlazo 1990). Desde el punto de vista arqueológico, se observa un diseño básico en
la decoración de la cerámica, que comparten gran cantidad de sitios localizados en el
humedal del Paraná inferior (Caggiano 1984). La gran unidad temática que se observa en
la decoración, no impide sin embargo observar una alta variabilidad, que puede estar
indicando precisamente la importancia de la trasmisión sesgada de rasgos.
Dentro del complejo de grupos aborígenes del humedal, existen algunas menciones
históricas referidas a conflictos sociales y al control efectivo de algunos espacios territo-
riales. En efecto, es notable la mención de combates por algunos espacios privilegiados de
pesca, aunque sin nombrar claramente a los grupos involucrados (Fernández de Oviedo
1944). Paralelamente, se señala que los timbúes tenían conductas de adueñación de cier-
tos lugares de pesca, un marcado desarrollo de las jefaturas y una mejor estructuración de
sus viviendas (Fernández de Oviedo 1944: 155; Rodríguez, en Leite 1948: 174). Los carcaraes,
un grupo adyacente a los timbúes, confeccionaban armaduras para su defensa. Por otro
lado, prácticamente todos los cronistas mencionan el estado de belicosidad existente en-
tre los guaraníes y el resto de los grupos, especialmente con los timbúes. Arqueológicamente
no se han detectado aún evidencias de este estado de belicosidad. Sin embargo, en los
sitios de horticultores de filiación amazónica presentes en el área, no han sido detectados
elementos cerámicos propios de otros estilos del mismo bloque espacio-temporal,
“tembetás”, cuentas de malaquita o dientes perforados similares a los que se recuperan e
los sitios de los cazadores-recolectores del área. Las fuentes de materia prima lítica tienen
asimismo un origen predominantemente oriental (Loponte y Acosta 2003). Esta falta de
intercambio podría deberse tanto a una situación de aislamiento de estos grupos
horticultores debido al estado de belicosidad con el resto de las sociedades aborígenes,
como a un período relativamente inicial de exploración del extremo sur de la Cuenca del
Plata. De la misma forma, los análisis isotópicos confirman para los individuos de filiación
amazónica una dieta con un marcado patrón fotosintético C 4 , pero con un componente
animal más importante que entre los cazadores-recolectores del área, lo cual puede estar
señalando la inaccesibilidad de estos grupos insulares al bosque xeromórfico continental
(Loponte y Acosta 2003).
Las menciones de cooperación interétnica o intergrupal son bastante escasas en las cró-
nicas. En oportunidad del combate de Corpus Christi, Schmidl (1948) menciona que los
querandíes “habían convocado a sus amigos”. Aunque el cronista habla de 4000 aborígenes
coaligados, es probable que esa cantidad esté destinada a impresionar a los lectores. El
panorama más probable es que los casi 350 soldados europeos del escuadrón combatieron
contra una pequeña coalición de varias bandas querandíes o una unidad multiétnica, tal
vez ya previamente reunidas por mecanismos de agregación social o con un fluido con-
Complejidad social:
Cazadores-recolectores y horticultores en la región pampeana - 51

tacto, cercanas en el espacio. En el ataque a la recién fundada Buenos Aires, también


señalado por Schmidl (1948), se menciona una coalición entre diferentes grupos étnicos,
incluyendo a los “charrúas” y “guaraníes”. Sin embargo, es sumamente llamativo que este
combate, de gran magnitud, pasó desapercibida para todos los demás cronistas, situación
que abre dudas sobre su utilidad para emplearla como hipótesis acerca de la existencia
de dicha alianza.
A pesar de existir una potencialmente significativa población anualmente estable en
el humedal, las bandas móviles del interior como los querandíes, tenían el acceso apa-
rentemente garantizado al mismo. En diciembre de 1531 el portugués Pedro Lopes de
Souza se encontró a la altura de la actual ciudad de Baradero con una pequeña partida
(¿de caza?) de aborígenes que se identificaron como “chaná-beguá”. Estos le informaron
que esas tierras eran de los querandíes. Esto implica un reconocimiento por parte de
estos individuos, que no eran querandíes, de que esas tierras pertenecían a estos últi-
mos. Aunque Lopes de Sousa no se topó con ellos, esto no significa que no estuvieran en
las cercanías. Este hecho sugiere además que los límites podrían haber sido permeables
para otros grupos de cazadores-recolectores. Otro aspecto importante del caso querandí,
es que el registro etnográfico los muestra como pequeñas bandas muy móviles cuando se
encuentran en el interior de la llanura pampeana, siguiendo la caza principal disponible
en la estepa, compuesta principalmente por guanaco y secundariamente por venado de
las pampas (Fernández de Oviedo 1944; Ramírez, en Madero 1939). Las incursiones es-
pañolas por el territorio querandí del interior de la llanura pampeana, encontraron que
ésta estaba casi desierta, con “casas muy aisladas, desviadas unas de otras” (Fernández
de Oviedo 1944: 139). Por el contrario, los querandíes en el humedal parecen exhibir
baja movilidad, producción de excedente, almacenamiento, mayor demografía con algún
orden jerárquico en caso de guerra, tal vez conductas de agregación y/o alianzas
interétnicas, aumento del espectro consumible de los recursos que implica la producción
de farináceos y uso de alfarería, artefactos especializados para la pesca y localización del
asentamiento inmediato a un sector de concentración de los recursos acuáticos (ver por
ejemplo la descripción en Schmidl 1948: 37-38).

Los horticultores amazónicos


La presencia de grupos “guaraníes” en el Delta del Paraná, es un hecho etnográfico y
arqueológico bien establecido (Cigliano 1968; Lothrop 1932; ver discusión respecto de
la equivalencia entre este grupo etnográfico y el registro arqueológico del área en Loponte
y Acosta 2003). Es probable que en el humedal del Paraná cultivaran principalmente
maíz y así lo han dejado sentado los cronistas, quienes mencionan que otras plantas
cultivadas por este grupo etnográfico en los trópicos no se daban en las tierras más frías
meridionales (Ramírez, en Madero 1939). La estructura jerárquica de esta sociedad esta-
ba constituida por linajes patrilineales, que habitaban grandes unidades habitacionales.
Las aldeas estaban conformadas por algunos cientos de individuos bajo la jefatura de un
cacique con poder efectivo sobre la sociedad. Se practicaba la antropofagia ritual y existía
la esclavitud para los enemigos vencidos. Su localización, preferentemente sobre las
islas, indica que no tuvieron un fácil acceso a la margen continental derecha del Paraná
y/o que su arribo era muy reciente en el siglo XVI y/o que jerarquizaron las islas como
espacio productivo. En este sentido, las crónicas muchas veces los nombran como
“guaraníes de las islas” para distinguirlos de los guaraníes “continentales” del Paraguay
52 - D. Loponte et al.

y del Brasil. La necesidad de tierras para la horticultura los llevó a establecer el control
sobre algunas islas, que los cronistas mencionan incluso con nombres de caciques guaraníes.
Este hecho sin duda debió haber incorporado tensiones por derechos sobre un territorio
antes ocupado por sociedades de menor escala. Los otros grupos aborígenes del humedal,
al menos en una forma limitada, estaban usando, según las crónicas, nombres propios de
origen guaraní, lo que implica tal vez algún concepto de prestigio en el uso de los mis-
mos. Es probable que el bilingüismo (guaraní-lengua madre) haya estado en pleno proce-
so de expansión en el siglo XVI. Esta situación en particular se adecua al “agricultural
expansion model” (Mcconvell 2001), asociada a la expansión de la población guaraní
sobre los ríos Uruguay, Río de la Plata y Paraná inferior. Casi no hay mención a la tecno-
logía guaraní en el Delta del Paraná o Río de la Plata. Solo Ramírez menciona que los
guaraníes “... traen mucho metal...y hachas con las que cortan la montaña para sembrar”
(Ramírez, en Madero 1939: 384). El estado de guerra constante con los otros grupos del
humedal es mencionado por casi todos los cronistas. Antonio Rodríguez menciona, por
ejemplo, que “estos guaraníes tienen guerra con todos los cercanos y coménlos...”
(Rodríguez, en Leite 1948: 174). Un reciente fechado (AMS) efectuado sobre un esquele-
to procedente de un enterratorio en urna, depositado en el Museo de Ciencias Naturales
de la Universidad Nacional de La Plata, recuperado por Pablo Gaggero a principios del
siglo XX (código MLP 6865/L11) en el sitio Arroyo Fredes, estableció la ocupación del
mismo, atribuible a estos grupos amazónicos, en 690 ± 134 años AP (UGA 10789) (Loponte
y Acosta 2003). Si bien este dato permite considerar la presencia guaraní unos dos siglos
antes del arribo de los españoles, aún ignoramos cuánto antes estos grupos comenzaron
a colonizar el tramo final del Paraná inferior y Río de la Plata.

Conclusiones
Los datos arqueológicos e históricos sugieren la existencia de una gran cantidad de
comportamientos usualmente asociados a los cazadores-recolectores complejos, operan-
do en el humedal del Paraná inferior en la última parte del Holoceno hasta el siglo XVI. Los
rasgos detectados arqueológicamente o sugeridos por las crónicas comprenden la existen-
cia de conductas de almacenamiento, aumento del espectro consumible de las presas,
explotación intensiva de ambiente, redes de intercambio e interacción social complejas y
extendidas, adueñación de los recursos críticos (peces), alta densidad demográfica, espa-
cios específicos destinados a las inhumaciones, producción de artefactos no transportables
en cantidades muy significativas, baja movilidad y generación de un equipo de captura
sofisticado y variable que denotan precisamente una importante amplitud del nicho. Esta
explotación sin embargo, no llegó a incorporar recursos costosos o de bajo nivel trófico en
forma significativa como los moluscos o las aves. Por el contrario, se observa una fuerte
incorporación de los vegetales en la dieta, tal vez cierta manipulación en la generación de
los palmares e históricamente se señala una pequeña y esporádica producción de alimen-
tos (básicamente maíz). El individuo de Garín (1060 ± 60 años AP) que muestra un proba-
ble consumo de maíz, sería más antiguo que el individuo recuperado en el depósito de La
Bellaca sitio 2, el cual exhibe un patrón fotosintético básicamente C3 (680 ± 80 años
AP)2 . Del mismo modo, el resto de los individuos considerados cazadores-recolectores
no muestran evidencias sustanciales de consumo de maíz (Acosta y Loponte 2002). Por
lo tanto, el proceso de producción de alimentos no tiene (por ahora) características
unidireccionales en el tiempo y no parece haberse dado de una manera clara y contun-
dente en el área. Esta situación es la que probablemente encuentran los primeros
Complejidad social:
Cazadores-recolectores y horticultores en la región pampeana - 53

exploradores europeos. Un poco más al norte, entre los timbúes, es posible considerar
una mayor importancia de los cultígenos, una mejor estructuración de los asentamientos
residenciales y un mayor desarrollo de las estructuras jerárquicas.
Es evidente que las poblaciones humanas del humedal del Paraná inferior se encon-
traban, al momento del contacto con los europeos, en una situación de significativa
complejidad económica y social, dentro de un ambiente inestable y competitivo, donde
sin embargo, los mecanismos de cooperación y alianza parecen haber sido oportunamen-
te desarrollados. La notable agregación y resistencia de las sociedades aborígenes frente
al avance español (i.e. los combates de Sancti Spiritus, Corpus Christi y otras acciones
bélicas menores posteriores) sugieren la existencia de alianzas, generados tal vez a tra-
vés de lazos cooperativos a nivel de parentesco y amistad intra e intergrupal (cf. Richerson
y Boyd 1999). Si bien no hay evidencias de jerarquías hereditarias, en momentos de
amenaza externa es posible considerar el surgimiento de liderazgos muy definidos (los
cuales son necesarios para asumir la defensa).
La notable variabilidad inferida en el patrón de movilidad-subsistencia de los querandíes
tiene una evidente correlación positiva con los dos estratos ambientales y sociales clara-
mente diferenciados que estos grupos explotaban sucesivamente. La modificación de las
conductas económicas de estas bandas pudieron haber estado acompañadas por cambios
en lo social y lo simbólico (cf. Mauss 1971). Los estudios arqueológicos en la Pampa
Ondulada podrán precisar en que grado se verifica esta variabilidad. La situación inferida
para este grupo puede ser un claro ejemplo de que la complejidad debe ser entendida
como un conglomerado de estrategias de resolución de problemas sociales y ambientales
muy diversos e interconectados. La evaluación del proceso del surgimiento de la comple-
jidad, que implicará el reconocimiento de la variabilidad existente y la selección de con-
ductas en el tiempo, requerirá una secuencia temporal que lamentablemente aún no
disponemos, pero que es parte de nuestra agenda de trabajo.

Referencias citadas

Acosta, A. y D. Loponte
2002 Presas y predadores: avances en la composición isotópica de la dieta de los grupos
prehispánicos. Revista de Arqueología XII. Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad
de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Buenos Aires. En prensa.
2003 Análisis de las especies con baja frecuencia recuperadas en los conjuntos arqueofaunísticos
del sector centro-oriental de la Región Pampeana. Ms.

Acosta, A. y J. Musali
2002 Ictioarqueología del Sitio La Bellaca 2 (Pdo. de Tigre, Pcia. de Buenos Aires). Informe
Preliminar. Intersecciones en Antropología 3: 3-16.

Acosta, A., D. Loponte y J. Musali


2002 A taphonomic approach to the icthyoarchaeological assemblage of La Bellaca site 2,
Wetland of the lower Paraná river, Pampean Region (Argentina)- Taphonomy and
Archaeozoology in Argentina, editado por M. Gutierrez, G. Barrientos, M. Salemme, L.
Miotti y G. Mengoni Goñalons. British Archaeological Reports, International Series. En
prensa.
54 - D. Loponte et al.

Ames, K. M.
1985 Hierarchies, stress and logistical strategies among hunter-gatherers in northwestern
North America. En Prehistoric Hunter-Gatherers: The Emergence of Cultural Complexity,
editado por T. D. Price y J. A. Brown, pp. 155-180. Academic Press, San Diego.

Arnold, J. E.
1996 The Archaeology of Complex Hunter-Gatherers. Journal of Archaeological Method and
Theory 2 (3): 77-126.

Bean, L. J. y H. Lawton
1976 Some explanations for the raise of cultural complexity in native California with comments
on proto-agriculture and agriculture. En Native Californians: A Theoretical Retrospective,
editado por L. J. Bean y T. C. Blackburn, pp. 19-48. Ballena Press, Socorro.

Bender, B.
1978 Gatherer-hunter to farmer: a social perspective. World Archaeology 10: 204-222.

Bettinger, R. L.
1991 Hunter and Gatherers Archaeological and Evolutionary Theory. Plenum Press, New York.
1999 From Traveler to Processor. Regional Trajectories of Hunter-Gatherer Sedentism in the
Inyo-Mono Region, California. En Settlement Pattern Studies in the Americas: Fifty years
from Virú, editado por B. R. Billman y G. M. Feinman, pp. 39-55. Smithsonian Institution
Press, Washington D.C.
2001 Holocene Hunter-Gatherers. En Archaeology at the Millennium, editado por G. Feinman
y T. D. Price, pp.137-198. Kluwer Academic/Plenum Publishers. Nueva York.

Bettinger, R. L. y M. A. Baumhoff
1982 The Numic spread: Great Basin cultures in competition. American Antiquity 47: 485-503.

Bernal, J. A.
2002 Arqueomalacología en la Región Pampeana: Explorando Nuevos Horizontes. Libro de
Resúmenes del III Congreso de Arqueología de la Región Pampeana, pp. 54. Olavarría.

Bleed, P.
1997 Content as variability, result as selection: toward a behavioural definition of technology.
En Archeological Papers of the American Anthropological Associaton 7 (6), editado por C.
M. Barton y G. A. Clark, pp. 95-104. American Anthropological Asociation, Arlington.

Binford, L.
1980 Willow Smoke and Dog´s Tails: Hunter-Gatherer Settlement System and Archaeological
Site Formation. American Antiquity 45: 1-17.
2001 Constructing frames of reference. Berkeley, University of California Press.

Bó, R. F. y A. I. Malvárez
1999 El pulso de inundación y la biodiversidad en humedales. Un análisis sobre el efecto de
eventos extremos sobre la fauna silvestre asociada a estos sistemas. En Tópicos sobre
humedales subtropicales y templados de Sudamérica, editado por A. Malvárez, pp. 147-
168. Universidad de Buenos Aires. Buenos Aires.

Boivín, M., A. Rosato y F. Balbi


1997 Incidencia del evento de inundación de 1982-83 sobre el asentamiento humano en el
área de islas del Departamento de Victoria, Entre Ríos. Efectos del evento de Inundación de
1982-83 sobre la región del Delta del Río Paraná. Informe parcial del proyecto UBACYT
AM 05/94, programa de medio ambiente, 20 pp. Buenos Aires.
Complejidad social:
Cazadores-recolectores y horticultores en la región pampeana - 55

Bonetto, A. A. y S. Hurtado
1999 Región 1 Cuenca del Plata. Los humedales en la Argentina. Clasificación, situación
actual, conservación y legislación. En Wetlands International Publicación 46, editado por
P. Canevari, D. E. Blanco, E. Bucher, G. Castro e I. Davidson, pp. 31-72. Wetlands
International, Buenos Aires.

Bonfils, C.
1962 Los suelos del Delta del Río del Paraná. Factores generadores, clasificación y uso. Revista
de Investigación Agraria, INTA VI (3): 257-370.

Bousman, C. B.
1993 Hunter-Gatherer Adaptations, Economic Risk and Tool Desig. About Lithics, Technologies
and Other. Lithic Technology 18 (1/2): 59-86.
Boyd, R. y P. Richerson
1985 Culture and the Evolutionary Process. University of Chicago Press, Chicago.

Brown, J. A.
1985 Long term trends to sedentism and the emergence of complexity in the American
Midwest. En Prehistoric Hunter-Gatherers: The Emergence of Cultural Complexity, editado
por T. D. Price y J. A. Brown, pp. 201-231. Academic Press, San Diego.

Cabrera, A. L.
1968 Vegetación de la Provincia de Buenos Aires. Flora de la Provincia de Buenos Aires. INTA,
Col. Científica 4 (1): 101-120. Buenos Aires.

Caggiano, M. A.
1984 Prehistoria del NE. Argentino. Sus vinculaciones con la República Oriental del Uruguay
y Sur de Brasil. Pesquisas, Antropología 38. Instituto Anchietano de pesquisas, Brasil.

Cigliano, M. E.
1968 Investigaciones arqueológicas en el Río Uruguay medio y la costa NE de la Prov. de
Buenos Aires. Pesquisas 18: 5-9.

Cohen, M. N.
1985 Prehistoric hunter-gatherers: The meaning of social complexity. En Prehistoric Hunter-
Gatherers: The Emergence of Cultural Complexity, editado por T. D. Price y J. A. Brown,
pp. 99-119. Academic Press, San Diego.

Conlazo, D.
1990 Los indios de Buenos Aires (Siglos XVI-XVII). Editorial Búsqueda-Yuchán, Buenos Aires.

Fernández de Oviedo y G. Valdés


1944 Historia General y Natural de las Indias, Islas y Tierra-Firme del Mar Océano. Editorial
Guarania, Asunción del Paraguay.

Foley, R.
1981 A model of regional archaeological structure. Proceedings of the Prehistoric Society 47: 1-17.

Goles, E. y M. Latapy
1997 Complexity of Grain-falling Models. Complex Systems 11: 1-9.

Guráieb, A. G.
2001 La agregación de cazadores recolectores: aportes desde la Etnografía y la Arqueología.
Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XXVI: 369-383.
56 - D. Loponte et al.

Hames, R.
1990 Sharing among the Yanomano: Part I, The effects of Risk. En Risk and Uncertainty in Tribal
and Peasant Economies, editado por E. Cashdam, pp. 89-105. Westview Press, Boulder.

Hayden, B.
1986 Resources, rivalry, and reproduction: The influence of basic resources characteristics on
reproductive behavior. En Culture and Reproduction: An anthropological critique of
demographic transition theory, editado por W. Penn Handwerker, pp. 176-195. Westview
Press, Boulder y Londres.
1990 Nimrods, Piscators, Pluckers, and Planters: The Emergence of Foods Production, Journal
of Anthropological Archaeology 9: 31-69.
1994 Competition, labor and complex hunter-gatherers. En Key Issues in Hunter-Gatherers
Research, editado por E. S. Burch Jr. y L. J. Ellana, pp. 223-239. Neva York.

Hayden, B., M. Eldridge, A. Eldridge y A. Canon


1985 Complex hunter-gatherers in interior of British Columbia. En Prehistoric Hunter-
Gatherers: The Emergence of Cultural Complexity, editado por T. D. Price y J. A. Brown, pp.
181-199. Academic Press, San Diego.
Heylighen, F.
1996 The Growth of Structural and Functional Complexity during Evolution. En The Evolution
of Complexity, editado por F. Heylighen y D. Aerts, pp. 142-164. Kluwer Academic Publishers,
Nueva York.

Hinergardner, R. y H. Engelberg
1983 Biological complexity. Journal of Theoretical Biology 104: 7-20.

Johnson, G.
1982 Organizational structure and scalar stress. En Theory and Explanation in Archaeology:
the Southampton Conference, editado por C. Renfrew, M. J. Rowlands y B. Abbot Segraves,
pp. 389-423. Academic Press, Nueva York.

Junk, W. J., P. B. Bayley y R. E. Sparks


1989 The flood pulse concept in river floodplain systems. En Proceedings of the International
Large River Symposium, editado por D. P. Dodge, pp. 110-127. Ottawa, Canadá.

Keeley, L. H.
1988 Hunter-gatherer economic complexity and ‘population pressure’: a cross cultural
analysis. Journal of Anthropological Archaeology 7: 373-411.
1991 Ethnographic models for the late glacial hunter-gatherers. En The Late Glacial in
Northwest Europe, editado por N. Barton, A. J. Roberts y D. A. Roe, pp. 179-190. Council
for British Archaeology, Londres.

Kelly, R. L.
1995 The Foraging Spectrum: Diversity in Hunter-Gatherers Lifeways. Smithsonian Institution
Press, Washington DC.

Kosse, K.
1994 The evolution of Large, Complex Groups: A Hypotesis. Journal of Anthropological
Archaeology 13: 35-50.

Krebs, Ch.
1995 Ecología. Estudio de la Distribución y la Abundancia. Metropolitana. S. A. Iztapalapa,
D. F. México.
Complejidad social:
Cazadores-recolectores y horticultores en la región pampeana - 57

Kuijt, I. y N. Goring-Morris
2002 Foraging, Farming and Social Complexity in the Pre-Pottery Neolithic of the Southern
Levant: A Review and Synthesis. Journal of World Prehistory 16 (4): 361-440.

Lanata, J. L.
2002 Humans and Evolutionary Dynamics. The Last Decades in Archaeology and Anthropology.
En Perspectivas Integradoras entre Arqueología y Evolución. Teoría, Método y Casos de
Aplicación, editado por G. Martínez y J. L. Lanata, pp. 255-286. Serie Teórica 1. INCUAPA,
Olavarría.

Lee, R. B. e I. DeVore
1968 Man the Hunter. Aldine, Chicago.

Leite, S.
1948 Un cronista desconocido de la conquista del Río de la Plata: Antonio Rodríguez (1535-
1553). Reseñas y Trabajos Científicos del XXVI Congreso Internacional de Americanistas,
II, pp. 168-180. La Gloriosa España, Madrid.
Lopez de Souza, P.
1932 Diario de Navegação de armada que foi a terra do Brasil em 1530. Edição da Comissao
Brasileira dos Centenarios portugueses, Río de Janeiro.

Loponte, D. M. y A. Acosta
2002a Late Holocene hunter-gatherers from the Pampean wetlands, Argentina. En
Zooarchaeology of South America, editado por G. L. Mengoni Goñalons. British
Archaeological Reports International, Oxford. En prensa.
2002b Arqueología de Cazadores-Recolectores del Sector Centro-Oriental de la Región
Pampeana. RUNA XXIV, Archivo para las Ciencias del Hombre. Buenos Aires. En prensa.
2002c Integrating Zooarchaeology from Pampa and Patagonia. En Integrating Zooarchaeology,
editado por M. Maltby. Oxbow Books, Londres. En prensa.
2003 Arqueología Guaraní en el Río de la Plata. Trabajo presentado en el XII Congreso da
Sociedade de Arqueología Brasileira. Ms.

Loponte, D. y R. Sacur Silvestre


2002 Lejos de las Canteras: La Explotación de Recursos Líticos en el Sector Centro-Oriental de la
Región Pampeana. En Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XXVIII. En prensa.

Loponte, D., A. Acosta y L. De Santis


2003 Explotación diferencial de ungulados en el Norte bonaerense. En La Región Pampeana-
Su Pasado Arqueológico, editado por C. Gradín y F. Oliva. En prensa.

Loponte, D., A. Acosta y J. Musali


2002 Complexity among hunter-gatherers from the Pampean region, Argentina. En Affluent
Foragers and Beyond, editado por K. Jangsuk, C. Grier y J. Uchiyama. Oxbow Book Series,
Londres. En prensa.

Lothrop, S. K.
1932 Indians of the Paraná Delta River. Annals of the New York Academy of Sciences XXXIII:
77-232.

Lourandos, H.
1985 Intensification and Australian prehistory. En Prehistoric Hunter-Gatherers: The Emergence
of Cultural Complexity, editado por T. D. Price y J. A. Brown, pp. 385-423. Academic
Press, San Diego.
58 - D. Loponte et al.

Low B. S.
1990 Human responses to Environmental Extremeness and Uncertainty: A Cross-Cultural
Perspective. En Risk and Uncertainty in Tribal and Peasant Economies, editado por E.
Cashdam, pp. 229-256. Westview Press, Boulder.

Mauss, M.
1971 Ensayo sobre las variaciones estacionales en las sociedades esquimales. Un estudio de
morfología social. Sociología y Antropología, pp. 359-430. Editorial Tecnos, Madrid.
Madero, E.
1939 Historia del Puerto de Buenos Aires. Ediciones Buenos Aires, Buenos Aires.

Mateos, R., E. Olmedo, M. Sancho y J. M. Valderas


2002 From linearity to complexity: Towards a new economics. Trabajo enviado a Complexity
International Journal. Ms.

Mcconvell, P.
2001 Language shift and language spread among hunter-gatherers. En Hunter-gatherers:
an interdisciplinary perspective, editado por C. Panther-Brick, R. H. Layton y P. Rowley-
Conwy, pp. 143-169. Cambridge University Press, Cambridge.

McGuire, R. H.
1983 Breaking Down Cultural Complexity: Inequality and Heterogeneity. Advances of
Archaeological Method and Theory 6: 91-142.

Neiff J. J.
1999 El régimen de pulsos en ríos y grandes humedales de Sudamérica. En Tópicos sobre
humedales subtropicales y templados de Sudamérica, editado por A. Malvárez, pp. 97-
146. Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.

Nelson, M. C.
1996 Technological Strategies Responsive to Subsistence Stress. En Evolving Complexity and
Environmental Risk in the Prehistoric Southwest XXIV, editado por J. Tainter y B. B.
Tainter, pp. 107-144. Proceedings of the Santa Fe Institute, Santa Fe.
Nelson, R. J.
1976 Structure of Complex Systems. Philosophy of Science Association 2: 523-542.

Pafundi, L.
2002 Análisis arqueofaunístico sobre restos óseos de Cavia aperea en conjuntos arqueológi-
cos del extremo nororiental de la provincia de Buenos Aires. Libro de Resúmenes del III
Congreso de Arqueología de la Región Pampeana, pp. 80. Olavarría.

Pau, D.
2002 Variabilidad e integridad del registro bioarqueológico del humedal del Paraná inferior.
Libro de Resúmenes del III Congreso de Arqueología de la Región Pampeana, pp. 26. Olavarría.

Petrocelli, J.
1975 Nota preliminar sobre hallazgos arqueológicos en el Valle del Río Luján (Población Río
Luján, Campana, Provincia de Buenos Aires). Actas I Congreso Arqueología Argentina, pp.
251-270. Rosario.

Pérez, M. y L. Cañardo
2002 La producción y uso de la cerámica en el norte de la Provincia de Buenos Aires. Libro de
Resúmenes del III Congreso de Arqueología de la Región Pampeana, pp. 96. Olavarría.
Complejidad social:
Cazadores-recolectores y horticultores en la región pampeana - 59

Price, T. D.
2002 Afterword: Beyond Foraging and Collecting: Retrospect and Prospect. En Beyond
Foraging and Collecting. Evolutionary Change in Hunter-Gatherer Settlement Systems,
editado por B. Fitzhugh y J. Habu, pp. 413-426. Kluwer Academic/Plenun Publishers,
Nueva York.

Price, T. D. y J. A. Brown
1985 Aspects Hunter-Gatherer Complexity. En Prehistoric Hunter-Gatherers: The Emergence
of Cultural Complexity, editado por T. D. Price y J. A. Brown, pp. 3-20. Academic Press,
San Diego.

Richerson, P. y R. Boyd
1999 Complex Societies: The Evolutionary Origins of a Crude Superorganism. Human Nature
10: 253-289.

Rowley-Conwy, P.
2001 Time, change and the archaeology of hunter-gatherers: how original is the ‘Original
Affluent Society’?. En Hunter-gatherers: an interdisciplinary perspective, editado por C.
Panther-Brick, R. H. Layton y P. Rowley-Conwy, pp. 39-72, Cambridge University Press,
Cambridge.

Sacur Silvestre, R.
2002 Análisis tecno-morfológico y funcional de los materiales líticos del sitio arqueológico
Anahí. Libro de Resúmenes del III Congreso de Arqueología de la Región Pampeana, pp. 39.
Olavarría.

Sahlins, M.
1968 Notes on the original affluent society. En Man the Hunter, editado por R. B. Lee e I.
DeVore, pp. 85-89, Aldine, Chicago.
1972 Stone Age Economics. Aldine, Chicago.

Santa Cruz, A. de
1908 Islario General. Verlag der Wagner Universitats Buchhandlung. Innsbruck, pp. 1-8.

Schmidl, U.
1948 Crónicas del Viaje a las Regiones del Plata, Paraguay y Brasil. Ediciones Peuser, Buenos
Aires.

Standish, R. K.
2001 On complexity and Emergence. Complexity International Journal, vol. 9. En prensa.

Tablado, A. N., O. Oldani y C. Pignalberi De Hassan


1988 Cambios estacionales de la densidad de peces en una laguna del valle aluvial del río
Paraná (Argentina). Revista Hidrobiológica Tropical 21 (4): 335-348.

Tainter, J. A.
1996 Prehistoric Societies as Envolving Complex Systems. En Envolving Complexity and
Environmental Risk in the Prehistoric Southwest XXIV, editado por J. Tainter y B. B.
Tainter, pp. 1-24. Proceedings of the Santa Fe Institute, Santa Fe.

Testart, A.
1982 The significance of food storage among Hunter-Gatherers: Residence, Patterns,
Population, Densities and Social Inequalities. Current Anthropology 23: 523-537.
60 - D. Loponte et al.

Torrence, R.
1989 Re-tooling: towards a behavioral theory of stone tools. En Time, Energy and Stone
Tools, editado por R. Torrence, pp. 57-66. Cambridge University Press, Cambridge.

White, P. S. y S. T. A. Pickett (editores)


1985 Natural disturbance and patch dynamics: An introduction. The ecology of natural
disturbance and patch dynamics. Academic press, Orlando.

Woodburn, J.
1980 Hunters and gatherers today and reconstruction of the past. En Soviet and Western
Anthropology, editado por E. Gellner, pp. 95-117. Duckworth, Londres.

Zeballos, E. A. y P. Pico
1878 Informe sobre el túmulo de Campana. Anales de la Sociedad Científica Argentina VI:
244-260.

Zucol, A.
2002 Análisis comparativo metodológico y estudio de la fertilidad fitolítica en tártato de
dientes humanos de sitios arqueológicos de la provincia de Buenos Aires. Ms.

Notas
1 El sitio Arroyo Fredes se encuentra en el Partido bonaerense de San Fernando. Las excavaciones
llevadas a cabo en este sitio durante los años 2002 y 2003 han permitido determinar la
existencia de un área de enterratorios primarios, uno de los cuales se haya en proceso de
fechado en el LATyR.
2 Cabe aclarar que los fechados no se han efectuado sobre los restos humanos sino que se han
fechado los sitios en base a elementos faunísticos. Esto puede implicar que los enterratorios
tengan edades diferentes a las de los depósitos arqueológicos.
Complejidad social:
Cazadores-recolectores y horticultores en la región pampeana - 61

Вам также может понравиться