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social:
métodos y
técnicas
Sociología
General
1
Métodos y técnicas de la
investigación social
Hasta aquí vimos que la sociología es un cuerpo de pensamiento específico
sobre el mundo social. Sin embargo, también implica una forma de
investigación científica caracterizada por la búsqueda de “datos” o
“evidencia empírica” para sustentar las afirmaciones. Cada teoría
sociológica guarda correspondencia con una particular metodología de
investigación. En efecto, algunos científicos sociales postulan que hay
regularidades en el mundo social y que éstas puedan estudiarse mediante
apropiados diseños de investigación y metodologías. Otros postulan que si
bien hay regularidades, son imposibles de detectar porque el mundo social
es demasiado complejo. Finalmente, algunos sociólogos afirman que no es
posible pensar en términos de causa-efecto (es decir, no hay una sola
causa que explica la complejidad en la cual estamos inmersos). Las ciencias
sociales, según esta tradición, deben focalizarse en reconstruir las
intenciones y significados de la acción social (no buscar causas).
Metodología cuantitativa
La metodología cuantitativa parte de la premisa de que los fenómenos
sociales pueden explicarse, y se utiliza principalmente información que sea
cuantificable y medible. Como señalan Hernández, Carlos y Baptista (2010),
se parte de que existen dos tipos de realidades: la primera es interna y
consiste en las creencias, presuposiciones y experiencias subjetivas, la
cuales varían: desde ser muy vagas o generales (intuiciones) hasta
creencias bien organizadas y desarrolladas lógicamente a través de teorías
formales. La segunda realidad es objetiva, externa al sujeto e
independiente de las creencias que tengamos sobre ella (por ejemplo: una
ley, mensajes televisivos, una edificación, etc.; es decir, hechos que
constituyen una realidad a pesar de lo que pensemos de ella). La
metodología cuantitativa intenta capturar y estudiar lo que ocurre en la
2
realidad externa. Se parte del supuesto de que esta realidad objetiva
puede conocerse y de que resulta posible investigarla.
3
y predecir el fenómeno investigado, buscando regularidades y relaciones
causales entre los elementos. Si se sigue rigurosamente el proceso y los
datos generados poseen los estándares de validez y confiabilidad, las
conclusiones derivadas contribuirán a la generación de conocimiento.
Metodología cualitativa
La metodología cualitativa sienta sus bases en un enfoque de la realidad
claramente diferente al que asume la metodología cuantitativa. El
investigador que se posiciona desde el enfoque cualitativo entiende que la
realidad se construye a partir de la interacción de los individuos, quienes
asignan sentido a sus acciones, y esta metodología busca comprender e
interpretar estos sentidos. El investigador que adopta esta postura busca,
entonces, captar los significados atribuidos en el circuito de la acción,
evitando predefinirlos antes de investigar (Cipriani, 2013). Cabe aclarar que
la metodología cualitativa no se propone la medición de variables
predefinidas, sino más bien la generación de nuevos conceptos, tipologías y
teorías que permitan comprender y caracterizar el fenómeno investigado.
4
Como ya hemos indicado, el investigador cualitativo utiliza métodos
coherentes con los objetivos y particularidades antes mencionadas; por lo
tanto, se trata de técnicas que permiten acercarse a la singularidad del
fenómeno, a la subjetividad de los actores y a los procesos de interacción
que se están observando.
Proceso Proceso
Secuencial Inductivo
Deductivo Recurrente
Probatorio Analiza múltiples realidades
subjetivas
5
Analiza la realidad objetiva No tiene secuencia lineal
Bondades Bondades
Generalización de los resultados Profundidad de significados
Control sobre fenómenos Amplitud
Precisión Riqueza interpretativa
Réplica Contextualiza el fenómenos
Predicción
Nuevas perspectivas
Hasta aquí hablamos de una sociología construida por hombres,
occidentales y europeos, como los padres fundadores. Esto nos lleva a
pensar que esta forma de estructurar la reflexión sociológica no está
exenta de sesgos. Las principales críticas que podemos plantear, entre
otras, son:
6
Todo lo enunciado nos lleva a problematizar el lugar que ocupa América
Latina en estos procesos de construcción del conocimiento. En efecto, el
contexto latinoamericano se presenta al menos como “problemático” –por
utilizar algún concepto– a la hora de recibir, procesar y reinterpretar
construcciones teóricas de otros contextos socio-históricos.
7
Referencias
Cipriani, R. (2013). Las Historias de vida como metodología científica. Buenos
Aires: Biblos.
8
Socialización,
desviación y
control social
Sociología
General
1
Socialización
¿Por qué hablar de socialización en este módulo? Comprenderemos el
concepto de socialización como el proceso de incorporación de la cultura
por parte de los sujetos a partir de su experiencia. La socialización
comienza a partir de los primeros días de vida y dura toda la vida, pero los
primeros años de vida del sujeto son fundamentales. A este proceso inicial
de socialización se le denomina socialización primaria, y es trascendental
para la constitución de la personalidad del individuo.
2
diferente (en realidad, múltiples formas) de configuración familiar. Como
indica Klein (2013):
El caso argentino nos servirá como ejemplo para ilustrar este punto. Si nos
trasladamos a los orígenes de la educación pública en Argentina, podremos
observar que el Estado, a través de la misma, buscaba homogeneizar a la
sociedad. Al tiempo que administraba, gestionaba y financiaba la
educación, proveía un “sentido que se pretendía universalista” (Tiramonti,
2010, p. 17) y que era entendido como propio de la cultura civilizada en
oposición a la barbarie. La escuela, por lo tanto, se ocupaba de transmitir
o, aún más, de imponer esta cultura que se entendía como el conjunto de
valores, principios y creencias en los que se fundamentaba la comunidad.
3
capitalista. Se configuró a partir de discursos y prácticas
específicas de disciplina, clasificación, dominación y
jerarquía. (Pooli, 2009, p. 161).
El concepto de orden social requiere, así como los demás conceptos que
hemos trabajado, un tratamiento analítico que permita enfocarlo desde
diferentes posturas teóricas en vista de romper con las ideas que
componen nuestro sentido común, persiguiendo así el objetivo de la
sociología.
4
Algunas preguntas orientarán nuestra reflexión:
5
que debían incorporarse las nuevas generaciones. Por otra parte,
funcionaba como dispositivo de regulación social y, en consecuencia, como
instrumento de gobernabilidad (Tiramonti, 2005).
6
La idea de orden social en Norbert Elías
Figura 1: Elías, Norbert (1897-1990)
7
Por esta razón la idea de civilización es asociable a la de disciplina: valores y
normas refinadas que alcanzan a todos, presión y represión sobre la
emotividad y los impulsos, importancia de la conciencia moral que regula la
acción, todo en vista de posibilitar la organización social. El orden social,
desde el punto de vista de Elías, tendría así un carácter no intencional y
sería independiente de las voluntades, intenciones y conciencia de los
individuos que componen la sociedad. “Este punto de vista supone
postular una especie de carácter alienado del orden en relación con las
conciencias individuales” (Tenti Fanfanti, 2009, p. 14). El orden social
instituido se impone al individuo a partir de estructuras, recursos, sistemas
normativos, tradiciones que el hombre no construye ni puede controlar, al
menos a nivel individual y a corto plazo.
8
haga funcionar como umbral mínimo, como término medio
que respetar o como grado óptimo al que hay que acercarse.
Medir en términos cuantitativos y jerarquizar en términos de
valor las capacidades, el nivel, la "naturaleza" de los
individuos. Hacer que juegue, a través de esta medida
"valorizante", la coacción de una conformidad que realizar.
En fin, trazar el límite que habrá de definir la diferencia
respecto de todas las diferencias, la frontera exterior de lo
anormal (la "clase vergonzosa" de la Escuela militar). La
penalidad perfecta que atraviesa todos los puntos, y
controla todos los instantes de las instituciones
disciplinarias, compara, diferencia, jerarquiza, homogeiniza,
excluye. En una palabra, normaliza. (Foucault, 2002, p. 169-
170).
9
Referencias
Dubet, F., y Martuccelli, D. (1997). En la Escuela. Sociología de la Experiencia
Escolar. Buenos Aires: Editorial Losada.
Referencias web:
Norbert Elias Fundation. En: http://www.norberteliasfoundation.nl/ Último
acceso 21/01/2015.
10
APORTES DE LA SOCIOLOGÍA
AL ESTUDIO DE LA CIENCIA
COMO PROCESO SOCIAL
Y COMO PRODUCTO CULTURAL
TERESA PACHECO MÉNDEZ1
ABSTRACT. This paper deals with the social role of science within a sociological
perspective. Reference is made to the diverse positions concerning such role:
in one hand, American structural-functionalist current, on the other, sociology
of knowledge and its debate on considering science as a sociological entity. As
a completion, some general theoretical points about the scientific domain are
put forward, as well as a sketch of the basic axis of social interpretation, based
on critical sociology of science, as a process and cultural object.
NOTAS
1 Investigadora del Centro de Estudios Sobre la Universidad. Universidad
Nacional Autónoma de México.
2 Entre otros, citamos la conceptualización de Barber, B., “Sociología de la
ciencia”, en Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales, Aguilar, Madrid,
1974, pp. 328-334. Idem, Science and Social Order, Free Press Glencor, I, II, 1952.
También Merton, R., The Sociology of Science, University of Chicago Press, 1973,
Ziman, J., El conocimiento público, FCE, México, 1972 y Merton, R., Teoría y
estructuras sociales, FCE, México 1980.
3 Malinowsky, cit. Barber, B., “Sociología de la ciencia”, p. 328.
4 Esta es la fundamentación que subyace en los trabajos de Ben-David sobre la
ciencia y su estudio desde una perspectiva social. El papel de los científicos,
Trillas, México, 1974 (primer capítulo). El autor hace también referencia a dos
grandes tendencias metodológicas que abarcan los estudios hasta entonces
realizados.
5 Nico Yahiel señala, además, las siguientes temáticas: la determinación social
de la ciencia y la creatividad científica; la institucionalización de la ciencia; la
ciencia como sistema social y las comunidades científicas en general; los
aspectos sociales de cambios y paradigmas científicos; la profesionalización
de la ciencia y especialmente la ciencia y la producción; las consecuencias
sociales de la revolución científica y tecnológica, y la función social de los
científicos; la efectividad social de la actividad científica; los aspectos so-
ciológicos de la organización y manejo de las actividades científicas; la involu-
cración de la actividad científica en la sociedad; los aspectos sociológicos de
coordinación entre ciencia y tecnología. Vid. Nico Yahiel, “La sociología de la
ciencia como una teoría sociológica determinada”, en Revista Mexicana de
PACHECO MÉNDEZ / APORTES DE LA SOCIOLOGÍA / 103
BIBLIOGRAFÍA
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Enviado: 21-02-2011, Aceptado: 28-11-2011 • Anduli • Nº 10 - 2011 • 31-45 • ISSN 16960270
Anduli • Revista Andaluza de Ciencias Sociales Nº 10 - 2011
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Artículos • Julieta Capdevielle
5 En las sociedades capitalistas el capital económico y el cultural constituirían los principios fun-
damentales de estructuración del espacio social, mientras que el capital social y el simbólicos
serían más bien principios de rentabilidad adicional de los otros dos (Gutiérrez, 2007:18).
6 Para Bourdieu la perspectiva objetivista y subjetivista tienen en común ser modos de conocimiento
teórico (Savant), es decir, modos de conocimiento de sujetos de conocimiento que analizan una
problemática social determinada, igualmente opuestos al modo de conocimiento práctico , que es
aquel que tienen los individuos analizados los agentes sociales que producen su práctica- y que
constituyen el origen de la experiencia sobre el mundo social (Gutiérrez, 2006: 13).
7 Es desde esta mirada que Bourdieu se opone a la división entre sociología e historia: toda socio-
logía debería ser histórica y toda historia sociológica (Bourdieu y Wacquant, 2008: 125).
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producto de una construcción histórica. Podríamos decir que para la teoría de Bour-
dieu no hay nada que escape al devenir de la historia.
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Artículos • Julieta Capdevielle
9 Philippe Corcuff (2005a) se refiere con el nombre de habitus primario a estas primeras experien-
cias- y designa con el concepto de habitus secundario al resto de nuestras experiencia de la vida
adulta.
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Artículos • Julieta Capdevielle
Las prácticas más improbables se encuentran excluidas para los agentes sin exa-
men alguno, a título de lo impensable, por esa especie de sumisión inmediata al
orden que inclina a hacer de la necesidad virtud, es decir, a rehusar lo rehusado y
querer lo inevitable (Bourdieu, 1991:94).
Esto se explica desde la perspectiva teórica bourdieussiana por el hecho de que
las disposiciones perfectamente inculcadas por las posibilidades e imposibilidades,
libertades y necesidades, facilidades y prohibiciones -inscriptas en las condiciones
objetivas- engendran disposiciones compatibles con esas condiciones y, en cierto
modo, preadaptadas a sus exigencias.
3.3 Habitus de clase
De lo expuesto hasta aquí, se desprende que la noción de habitus le permite a Bour-
dieu conciliar los principios antitéticos de la estructura y de la acción, a la vez que
superar los efectos de todas las otras oposiciones canónicas de la filosofía. Es en
cada agente, y por lo tanto en estado individual, que existen disposiciones supra-
individuales que son capaces de funcionar de manera orquestada y, si se quiere,
colectiva. La noción de habitus permite dar cuenta de procesos sociales colectivos.
Antes de continuar desarrollando el concepto el habitus de clase -forma incorporada
de la condición de clase- nos parece importante dar cuenta de la teoría de las clases
sociales presente en la sociología de Bourdieu.
En la construcción de su teoría de las clases sociales Bourdieu realiza una serie de
rupturas con la teoría marxista:
En primer lugar, se distancia del marxismo por su tendencia a privilegiar las sustan-
cias en detrimento de las relaciones10.
En segundo lugar, la teoría de las clases bourdieussiana critica la reducción marxis-
ta del concepto de capital a lo estrictamente económico. En la sociología de Pierre
Bourdieu el control diferencial de recursos críticos –capitales- constituye el principio de
definición de posiciones e intereses antagónicos desde donde se hacen comprensibles
y explicables las prácticas. Recursos que desde la perspectiva sociológica de Bourdieu
no se reducen a lo económico, sino que son los que en cada sociedad y en diferentes
momentos históricos de la misma sean constituidos como tales por el hecho de reunir
dos características fundamentales: ser escasos y, al mismo tiempo, valiosos.
En la medida en que un recurso escaso sea objeto de interés por parte de diversos
actores, el control diferenciado del mismo (por propiedad, posesión o administra-
ción) dará lugar a que algunos se encuentren en posición de imponer condiciones
a quienes quieran acceder a él y ello implica la instalación de las relaciones bá-
sicas de dominación identificadas por Marx desde la propiedad de los medios de
producción (Costa, 2006:169-170).
Por último, en la teoría de las clases sociales bourdieussiana encontramos: la ruptura
con el objetivismo marxista que lleva a ignorar las luchas simbólicas, y que disputa
la representación misma del mundo social. De esta manera, una clase social no sólo
posee propiedades ligadas a relaciones objetivas que mantiene con las demás clases,
sino también, posee propiedades ligadas a relaciones simbólicas. Se trata de distincio-
nes significantes, que tienden a reduplicar simbólicamente las diferencias de clases.
10 Para Bourdieu la tendencia a privilegiar las sustancias en detrimento de las relaciones en la teo-
ría marxista lleva a confundir la clase teórica, construida científicamente, como una clase real, un
grupo efectivamente movilizado (Bourdieu, 1990: 281).
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Para Bourdieu la sociología, tiene una función importante en esta tarea, como instru-
mento de análisis extremadamente poderosa permite a cada uno comprender me-
jor lo que es, al brindarle una explicación de sus propias condiciones sociales de
producción y de la posición ocupada en el espacio social. Así los agentes estarían
en condiciones de liberarse de “determinismos no perfectamente conocidos”, de las
determinaciones del habitus, es decir, del inconsciente social corporizado dentro de
cada individuo.
En el fondo, los determinismos sólo operan plenamente por medio de la ayuda de
la inconciencia, con la complicidad del inconsciente. Inconsciente en tanto olvido
de la historia que la misma historia produce (Bourdieu y Wacquant, 2008:178).
Desde este modo, es posible utilizar este análisis precisamente para retroceder y to-
mar distancia respecto de las disposiciones. Los agentes si bien no pueden controlar
la primera inclinación del habitus sí podrían -con el análisis reflexivo proporcionado
por la sociología- alterar su percepción de la situación y con ello su reacción frente
a ésta.
Es difícil controlar la primera inclinación del habitus, pero el análisis reflexivo, que
nos enseña que somos nosotros los que dotamos a la situación de buena parte de
la potencia que tiene sobre nosotros, nos permite alterar nuestra percepción de la
situación y por lo tanto nuestra reacción a ella. No capacita para monitorear, hasta
cierto punto, algunos de los determinismos que operan a través de la relación
de complicidad inmediata entre posición y disposiciones (Bourdieu y Wacquant,
2008:177-178).
Es así que, de ser simplemente un instrumento metodológico, el socioanálisis pasa a
asumir una función terapeuta, la cual se extiende, además, del investigador a sus in-
formantes. De esta manera los informantes encontrarán una ocasión para explicarse,
en el sentido más completo del término, es decir de construir su propio punto de vista
sobre ellos mismos y sobre el mundo y dotar de sentido a su realidad.
El socioanálisis puede ser visto como la contraparte colectiva del psicoanálisis.
(…) Puede ayudarnos a desenterrar el inconsciente social fijado en instituciones
tanto como alojado profundamente en nosotros (Bourdieu y Wacquant, 2008:79).
En síntesis a los ojos de Bourdieu, el aporte de la sociología es desnaturalizar y des-
fatalizar el mundo social, esto es destruir los mitos que ocultan el ejercicio del poder
y la perpetuación de la dominación.
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11 Ver La ilusión biográfica en Bourdieu, Pierre (1999b) Razones prácticas. Sobre la teoría de la
acción, Barcelona, Anagrama, pp. 74-83.
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6. Conclusiones
Como analizamos a lo largo del trabajo con el concepto de habitus Bourdieu busca
superar la falsa dicotomía entre objetivismo y subjetivismo. La recuperación del rol
activo del agente –en los límites de las condiciones objetivas- en ruptura con las pos-
12 Ver MARTINEZ, Ricardo. (2009), Fundamentos teóricos de la intervención deportiva con jóvenes
antisociales en Anduli, Revista Andaluza de Ciencias Sociales, Departamento de Sociología,
Universidad de Sevilla. Diciembre, N 9. Págs. 175- 201.
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Artículos • Julieta Capdevielle
turas mecanicistas del objetivismo, pero sin caer en las limitaciones del subjetivismo
constituyendo así uno de los aportes más ricos de su propuesta teórica.
La dimensión de lo colectivo que el habitus captura constituye otro de sus puntos
fuertes que lo distinguen de otras teorías. El habitus con su anclaje en las clases so-
ciales permite, a nuestro entender, explicar y comprender las disposiciones a pensar
y actuar homogéneas de los agentes que ocupan similares posiciones en el espacio
social.
La potencialidad explicativa del habitus cobra fuerza, a su vez, cuando da cuenta
del proceso de conformación y continuidad de las disposiciones de los agentes tanto
singulares como colectivos. Sin embargo, consideramos junto con Corcuff, que la
manera de plantear la relación entre las estructuras objetivas y el habitus, parecería
por momentos borrar el papel activo del agente para transformar sus propias dis-
posiciones. A contraposición de estos planteos, - y como analizamos en la sección
anterior- los aportes del campo de la educación terapéutica han demostrado recien-
temente que creándose un contexto adecuado de intervención educativa, socializa-
dor, es posible para el individuo, con el auxilio de un técnico, con una metodología
adecuada y con los recursos necesarios, reconstruir este sistema de “disposiciones”
que permitan no sólo la interiorización de valores y reglas socialmente adoptadas,
como también, su aplicación y transposición a nuevas situaciones vivenciadas (Mar-
tínez, 2009: 194 )
De este modo, la teoría de Bourdieu parece por momentos borrar esta capacidad de
transformación de las disposiciones por parte de los agentes, capacidad que sólo es
tomada en cuenta por el autor cuando se refiere al socioanálisis asistido. Llegado a
este punto, y desde nuestra perspectiva, nos parece interesante plantear la contra-
dicción que se observa entre las afirmaciones de Bourdieu referidas al socioanálisis
asistido como posibilidad de transformación o liberación de los condicionamientos
sociales por parte del agente y su teoría disposicional de la prácticas con su inercia
en los cuerpos. La misma crítica que Bourdieu le efectúa a la <<toma de concien-
cia>> de la tradición marxista recaen sobre sus planteos referidos al socioanálisis
asistido. Si, como vimos con anterioridad, el habitus también está constituido por
las relaciones de poder hechas cuerpos. Y el arbitrario cultural está, de este modo,
introducido en los cuerpos de los agentes a través de sus experiencias pasadas y
a lo largo de sus trayectorias. La toma de conciencia, por sí misma, no alcanzaría
para revertir el peso de las disposiciones adquiridas en un proceso de sedimentación
progresivo. En palabras de Bourdieu y como analizamos en el caso empírico, sólo
una autentica labor de contraadiestramiento puede transformar duramente el habi-
tus. (Bourdieu, 1999c: 226-227).
En síntesis, el concepto de habitus puede aparecer como un punto de apoyo para
explicar la continuidad de las disposiciones pero, al mismo tiempo, como un concep-
to deficitario, o tal vez contradictorio, para captar el proceso de transformación de las
distintas facetas de la singularidad.
Un concepto, así fuera el más satisfactorio, no puede tener la pretensión de en-
globar de antemano una realidad tan compleja, que todavía requiere cantidad de
investigaciones teorías y empíricas (Corcuff, 2005b:139).
En parte esto se bebe, como analizamos con anterioridad, a que el concepto de ha-
bitus fue construido en el carácter de hipótesis de trabajo, y, por lo mismo, heurístico
y no descriptivo. Con la inclusión de aportes recientes del campo de la educación
buscamos enriquecer y complementar y complejizar la discusión teórica.
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Bibliografía
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EL CONCEPTO DE SOCIALIZACIÓN Y LA
ANTINOMIA INDIVIDUO/SOCIEDAD EN
DURKHEIM
Por: Susana Di Pietro1
Abstract
Studying the bond between individual and society in Durkheim’s work is especially pertinent
for education sociology because of two reasons. First, because its analysis demands to refer to
the notion of socialization, which constitutes the link between individual and society and im-
plies a judgement on education. Second, because education sociology has permanently oscillated
between both poles of the antinomy objectivism/ subjectivism, and examining the relation
between man and society presumes clearing up the position the author took in connection to
the aforementioned polarity.
As a consequence of this, we introduce Durkheim’s ideas about sociological knowledge,
social order and human nature. We then expose his ideas about the socializing function of
education. Finally, we point out the way in which Durkheim “solves” the dichotomies present
in his work and the role that his conception on education plays in this.
1
Licenciada en Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de Luján (UNLu). Realizó
estudios de Maestría en Sociología en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. Jefa de
Trabajos Prácticos de Sociología de la Educación de la UNLu. Becaria de investigación (en la cat-
egoría “Perfeccionamiento”) de la Subsecretaría de Ciencia y Tecnología de la UNLu. Coordinadora
académica de Idelcoop.
Introducción
2
Ver De Ipola (1997) y De Ipola et. al. (1998).
3
Aunque hay quienes afirman que la sociología de la educación recién se constituyó en las
décadas del ´50 y ´60 del siglo XX (Van Haecht, 1999).
4
Se trata de las conferencias sobre educación que dictó en la Universidad de Burdeos (desde
1889) y en La Sorbona (a partir de 1902).
5
Una lectura muy diferente es la de Lacroix, quien sostiene que interpretar la doctrina durkhe-
imiana como una sociología (y una sociología exclusivamente conservadora) es limitado. Propone
enfatizar los aportes de Durkheim a la ciencia política: “El poder se halla diseminado en toda la
sociedad” (no es una cualidad que pertenezca a un individuo ni que se concentre sólo en las institu-
ciones); “el poder está vinculado al efecto de sometimiento de las representaciones colectivas” (no se
reduce a la violencia institucionalizada); “el poder toma de lo religioso sus mecanismos más eficaces”
(Lacroix, 1984: 345 y ss.).
6
Esta tensión entre objetivismo y subjetivismo se “contagia” inevitablemente a la sociología de
la educación y la recorre a lo largo de toda su historia. De hecho, no abundan los intentos exitosos
de superar tal dicotomía, aunque creemos que la noción de habitus de Bourdieu y la aplicación del
concepto gramsciano de hegemonía al análisis de la educación constituyen aportes valiosos.
7
Somos concientes de las discutibles connotaciones de la noción de “exclusión” (social o edu-
cativa), que define la existencia de una significativa cantidad de sujetos por la negatividad: por su
no inclusión en (o su “desafiliación” de) el mundo del trabajo y de la educación formal. Sobre la
denominación de este fenómeno, sus consecuencias económico-políticas y sus implicancias culturales
se han realizado interesantes debates.
8
Nos basamos en el Informe elaborado por IIPMV–CTERA (2004) que aborda, desde un enfoque
cuantitativo, la situación educativa de la población que tenía 15 años o más en el año 2001. Allí se
define la “exclusión educativa” como un término complejo que alude a la negación del derecho social
a la educación, cuyas razones deben buscarse en un sistema social injusto, no en la responsabilidad de
familias, alumnos y docentes (como hacen las visiones conservadoras o tecnocráticas). Asimismo, se
señala que “la deserción, la repitencia y el resto de los índices que usualmente se utilizan para medir
la ´eficacia´ del sistema, deben verse como índices de la desigualdad educativa que existe en la so-
ciedad” y se advierte que “un análisis más completo no sólo debe referirse a la posibilidad de acceso,
permanencia y egreso del sistema, sino al tipo de conocimientos que se enseñan, el sentido político-
pedagógico de los mismos, su significatividad para los sujetos, etc.” (IIPMV–CTERA, 2004: 3).
Sociología y conservadurismo
Para Durkheim una ciencia nueva sólo puede desarrollarse cuando cuen-
ta con una definición precisa de su objeto y su método. La delimitación del
campo de estudio de la sociología requería el abandono del pensamiento filo-
sófico y la superación (e integración) de las disciplinas que habían estudiado,
separadamente, fenómenos como la economía, las normas, el estado, la moral,
la religión.
Con respecto al objeto, como es sabido, Durkheim propone que el
dominio de la sociología está constituido por los “hechos sociales”, que se
caracterizan por el poder de coerción externa que imponen (o son capaces de
imponer) sobre los individuos, la existencia de sanciones negativas ante los
actos individuales que los contravienen (o positivas ante los actos que guardan
conformidad), su difusión en el interior de un grupo social y su independen-
cia respecto de las formas individuales que asumen.
Según Lukes, en virtud de esta definición los hechos sociales comprenden
un continuo, en uno de cuyos extremos están los fenómenos estructurales
de tipo morfológico; en un lugar intermedio las normas institucionalizadas
(como las reglas morales y jurídicas, las creencias religiosas); y en el otro extre-
mo hechos no institucionalizados (como las corrientes de opinión, los movi-
mientos populares de indignación o entusiasmo). Sin embargo, los fenómenos
estructurales, aunque son el sustrato de los hechos a los que la sociología se
aboca, no son considerados su objeto específico, ya que Durkheim progresi-
vamente “desplazó el foco de su atención de los fenómenos estructurales a
los superestructurales a medida que crecía el valor explicatorio que concedía
a estos últimos” (Lukes, 1984: 10).
Con respecto al método, Durkheim formula las divulgadas “reglas” del
conocimiento sociológico, entre las que plantea la polémica invocación a
tratar los hechos sociales como cosas. Si bien, en principio, tal propuesta
9
“Los fenómenos sociales son cosas”, entonces “es necesario estudiarlos desde afuera, como a
cosas exteriores, pues con ese carácter se presentan a nosotros” (Durkheim, 1985 b: 51).
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12
Therborn destaca que el concepto de medio social en Durkheim nunca fue teorizado en
oposición a las concepciones idealistas de sociedad (como hicieron Marx y Engels en relación con la
noción de base social), sino que más bien se ubicó en un discurso que lo enfrentaba a la noción de
individuo y delimitaba el espacio propio de la sociología.
13
Lukes afirma que la definición de los fenómenos sociales de Durkheim cobijaba un conjunto
de fenómenos diversos, entre los cuales fue, progresivamente, enfatizando los aspectos “superestructu-
rales”, con el transcurso del tiempo. En cambio, Therborn destaca directamente el carácter “idealista”
de la concepción de sociedad durkheimiana.
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17
Por ejemplo: el derecho comercial, el contractual, el familiar.
18
La solidaridad mecánica es más vigorosa cuanto más completamente la conciencia colectiva
recubre nuestra conciencia total; mientras que la orgánica se fortalece en la medida en que se desar-
rolla autónomamente la conciencia individual.
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Consideraciones finales
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19
Aunque “Durkheim tuvo buen cuidado de afirmar que ´la sociedad existe y vive sólo en los
individuos y por medio de ellos´” (Nisbet, 1990: 131).
20
Por eso cree que la función del científico social es lograr que el individuo reconozca como
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propias las ideas colectivas: “Hemos de ser, sobre todo, consejeros, educadores. Estamos hechos para
ayudar a nuestros contemporáneos a reconocerse en sus ideas y en sus sentimientos, mucho más que
para gobernarlos” (Durkheim, 1976: 84).
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Susana Di Pietro El concepto de socialización y la antinomia individuo/sociedad en Durkheim
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JUDITH BUTLER
EL MARXISMO
Y LO MERAMENTE CULTURAL
Espero que se me excuse por no mencionar los nombres de las personas que,
en mi opinión, sostienen estas ideas. La presunción cultural activa de este artícu-
lo es que somos enunciadores y receptores de estas perspectivas, que forman
parte de los debates que pueblan el escenario intelectual de los círculos inte-
lectuales progresistas. Presumo, también, que al vincular estas ideas con indivi-
duos concretos se corre el riesgo de desviar la atención del significado y efecto
de las mismas hacia la política más trivial de quién dijo qué, y quién respondió
qué, una forma de política cultural a la que, por el momento, quiero resistirme.
Las siguientes son algunas de las formulaciones que ha adoptado este tipo de
debate durante el pasado año: que el énfasis en lo cultural por parte de la polí-
tica de izquierda ha supuesto abandonar el proyecto materialista del marxismo;
que no aborda las cuestiones de equidad y redistribución económica; que no
sitúa, asimismo, la cultura en el marco de una comprensión sistemática de los
modos de producción sociales y económicos; que el enfásis en lo cultural de
la política de izquierda ha dividido a la izquierda en sectas basadas en la iden-
tidad; que hemos perdido un conjunto de ideales y metas comunes, un senti-
do de la historia común, un conjunto de valores comunes, un lenguaje común
e incluso un modo objetivo y universal de racionalidad; que el enfásis en lo
1
Este artículo originalmente fue presentado como ponencia en una de las sesiones plena-
rias sobre «Locations of Power», que tuvo lugar en el transcurso de la conferencia «Rethinking
Marxism», celebrada en Amherst, Massachusetts, en diciembre de 1996. Agradecemos a Duke
University Press el permiso concedido para su publicación en esta revista. fue publicado
anteriormente en Social Text, 52-53, otoño-invierno de 1997 y fue revisado para la presente
publicación. Este artículo ha dado lugar a una respuesta por parte de Nancy Fraser,
«Heterosexism, Misrecognition, and Capitalism: A Reponse to Judith Butler», que se publica a
continuación.
109
cultural de la política de izquierda instaura una forma política autorreferencial
y trivial que se limita a hechos, prácticas y objetos efímeros, en lugar de ofre-
cer una visión más sólida, seria y global de la interrelación sistemática de las
condiciones sociales y económicas.
Tal vez alguien se pueda estar preguntando cómo es posible que yo me dedi-
que a repetir estos argumentos de este modo, prestándoles atención, como si
dijeramos; quizás también se esté preguntando si no estoy, de este modo, paro-
diando estas posiciones. ¿Acaso pienso que no valen la pena, o pienso que son
importantes y que merecen una respuesta? En el caso de que estuviera paro-
diando estas opiniones, esto implicaría que las considero ridículas, huecas,
prejuiciosas, que responden a discursos generalizadores y predominantes que
hacen que puedan ser adoptadas prácticamente por cualquiera y resulten con-
vincentes, aunque provengan de la persona más inverosímil.
Pretendo sugerir que los esfuerzos más recientes de parodiar a la izquierda cul-
tural no se habrían producido si no hubiera existido esta afiliación e intimidad
previas, y que introducirse en una parodia es, simultáneamente, entrar en una
relación de deseo y de ambivalencia. En la confusión del pasado año pudimos
contemplar en acción una forma específica de identificación, según la cual
110
quien realiza la parodia, aspira, en un sentido bastante literal, a ocupar el lugar
de la persona a la que está parodiando, con el fin no sólo de exponer los íco-
nos culturales de la izquierda cultural, sino de adquirir y apropiarse de esa
misma iconicidad y, por lo tanto, exhibirse alegremente ante el público cómo
el sujeto que se expone, y ocupa, de este modo, las dos posiciones que inter-
vienen en la parodia: una, la que se deriva de la territorialización de la posición
del otro y, otra, la se obtiene de alcanzar una fama cultural transitoria2. No se
puede decir, por lo tanto, que el propósito de la parodia sea denunciar la forma
en la cual la política de izquierda está determinada por los medios de comuni-
cación o centrada en los mismos, degradada por lo popular y lo cultural, sino,
por el contrario, precisamente, introducirse en los medios y dirigirlos, ganar
popularidad, y triunfar empleando justamente los medios culturales que han
sido tomados por aquellos a los que se pretende desprestigiar, reafirmando y
encarnando de esta manera los valores de la popularidad y el éxito mediático
que estimularon la crítica original. Hay que tener en cuenta el excitante sadis-
mo, el desahogo del resentimiento contenido que tienen lugar en el momento
de ocupar el campo de lo popular aparentemente denostado como objeto de
análisis, de rendir homenaje al poder del oponente, revitalizando, de este
modo, la idealización misma que se pretendía desarticular.
2
La confusión a la que me refiero aparece en Alan D. Sokal, «Transgressing the Boundaries:
Towards a Transformative Hermeneutics of Quantum Gravity», Social Text, 46-47, primavera-
verano, 1996, pp. 217-252.
111
mera afirmación y defensa de la identidad cultural? La acusación de que los
nuevos movimientos sociales son «meramente culturales» y que un marxismo
unitario y progresista debe retornar a un materialismo basado en un análisis
objetivo de clase presume en sí misma que la diferencia entre la vida material
y cultural es algo estable. Esta apelación a una distinción aparentemente esta-
ble entre la vida material y cultural pone claramente de manifiesto el resurgi-
miento de un anacronismo teórico que ignora las contribuciones que se han
hecho a la teoría marxista desde que Althuser desplazara el modelo de la base
y la superestructura, así como las realizadas desde las distintas corrientes del
materialismo cultural, por ejemplo, las de Raymond Williams, Stuart Hall y
Gayatri Chakravorty Spivak. En realidad, el resurgimiento extemporáneo de
esta distinción favorece una táctica que aspira a identificar a los nuevos movi-
mientos sociales con lo meramente cultural, y lo cultural con lo derivado y
secundario, enarbolando en este proceso un materialismo anacrónico como
estandarte de una nueva ortodoxia.
Unidad ortodoxa
112
son justamentamente a los que se culpa de su parálisis. Aunque aceptaría que
una construcción estrictamente identitaria de dichos movimientos conduce al
estrechamiento del campo político, no hay razones para dar por sentado que
estos movimientos sociales puedan ser reducidos a sus formaciones identita-
rios. El problema de la unidad o, más modestamente, de la solidaridad no
puede resolverse transcendiéndolo o eliminándolo de la escena, e indudable-
mente tampoco mediante la promesa vana de recuperar una unidad forjada a
base de exclusiones, que reinstituya la subordinación como su condición
misma de posibilidad. La única unidad posible no debería erigirse sobre la sín-
tesis de un conjunto de conflictos, sino que habría de constituirse como una
manera de mantener el conflicto de modos políticamente productivos, como
una práctica contestataria que precisa que estos movimientos articulen sus
objetivos bajo la presión ejercida por los otros, sin que esto signifique exacta-
mente transformarse en los otros.
3
Véase mi debate sobre la igualdad con Ernesto Laclau en Diacritics, 27, primavera, 1997,
pp. 3-12.
113
sal aglutinador, será necesario que nos preguntemos cómo el precepto de un
universal llegó a conformarse únicamente a costa de borrar los modos de fun-
cionamiento previos del poder social. Esto no quiere decir que los universales
no sean posibles, sino que lo son sólo en la medida en que se abstraen con res-
pecto a los lugares en los que se sitúa el poder, que siempre será falsificador y
territorializador, y abocado a despertar resistencia en todos lo niveles. Cual-
quiera que sea el universal que cobre existencia –y podría darse el caso de que
los universales sólo cobraran existencia durante un periodo limitado, un «des-
tello», en el sentido de Benjamin–, será el resultado de una difícil tarea de tra-
ducción en la que los movimientos sociales expondrán sus puntos de conver-
gencia sobre el trasfondo en el que se desarrolla el enfrentamiento social.
4
Véase Seyla Benhabib, Judith Butler, Drucilla Cornell y Nancy Fraser (eds.), Feminist
Contentions: A Philosophical Exchange, Nueva York, 1994.
114
En su último libro, Justice Interruptus, Fraser advierte correctamente que
«actualmente en Estados Unidos se usa cada vez más la expresión «política de
la identidad» como un término despectivo para aludir al feminismo, al antirra-
cismo y al antiheterosexismo»5. Ella insiste en que estos movimientos tienen
que ver con la justicia social, y sostiene que cualquier movimiento de izquier-
da debe dar respuesta a los desafíos que plantean. Sin embargo, reproduce la
división que sitúa a ciertos grupos oprimidos en el ámbito de la economía polí-
tica, y relega a otros a la esfera meramente cultural. Esta autora, que establece
un continuum que abarca la economía política y la cultura, sitúa las luchas de
lesbianas y gays en el extremo cultural del espectro político. La homofobia,
sostiene, no tiene ninguna raíz en la economía política debido a que los homo-
sexuales no ocupan una posición específica en relación con la división del tra-
bajo, están distribuidos en toda la estructura de clases y no constituyen una
clase explotada: «la injusticia que sufren se debe esencialmente a una cuestión
de reconocimiento» y, por lo tanto, considera sus luchas como un asunto de
reconocimiento cultural más que como una opresión material6.
5
Nancy Fraser, Justice Interruptus, Routledge, Londres y Nueva York, 1997. [Ed. cast.: Iustitia
Interrupta. Reflexiones críticas desde la posición «postsocialista», Siglo del Hombre Editores-
Universidad de los Andes, Bogotá, 1997.]
6
Ibid., pp. 17-18; otra exposición de estas ideas puede encontrarse en Fraser, «From Redis-
tribution to Recognition? Dilemmas of Justice in a Post-Socialist’ Age», NLR 212, julio/agosto
de 1995. pp. 68-93. [Ed. cast.: NLR 0, pp. 126-155.]
7
Robert C. Tucker (ed.), The Marx-Engels Reader, Nueva York, 1978, p. 157.
8
Ibid.
9
Frederick Engels, «Prefacio a la primera edición», El origen de la familia, la propiedad pri-
vada y el Estado, Equipo Editorial, San Sebastián, 1968, p. 7. En este párrafo, Engels prosigue
115
De hecho, muchos de los debates feministas de aquel periodo trataron no sólo
de caracterizar a la familia como una parte del modo de producción, sino tam-
bién de demostrar cómo la producción misma del género debía ser entendida
como parte de la «producción de los propios seres humanos» conforme a las
reglas que reproducían la familia heterosexual normativa. De este modo, el psi-
coanálisis se introdujo como una forma de demostrar cómo actuaba el paren-
tesco para reproducir personas de acuerdo con modelos sociales que fueran
útiles para el capital. Aunque algunas de las personas que participaron en
aquellos debates dejaron la cuestión del parentesco en manos de Lévi-Strauss
y de los sucesores de la teoría lacaniana, otras siguieron defendiendo la idea
de que era necesaria una explicación específicamente social de la familia que
diera cuenta de la división sexual del trabajo y de la reproducción «generizada»
del trabajador. Para la posición feminista-socialista de aquella época fue esen-
cial, precisamente, la idea de que la familia no es algo dado naturalmente, y
que en la medida en que constituye un orden social específico de las funciones
de parentesco, es históricamente contingente y, en principio, susceptible de ser
transformada. El debate a lo largo de las décadas de 1970 y 1980 trató de incor-
porar la reproducción sexual a las condiciones materiales de la existencia,
como un elemento característico y constitutivo de la economía política. Así
mismo, trató de demostrar cómo la reproducción de personas generizadas, de
«hombres» y de «mujeres», dependía de la regulación social de la familia y, en
realidad, de la reproducción de la familia heterosexual como lugar de la repro-
ducción de personas heterosexuales aptas para incorporarse a la familia en
tanto que forma social. De hecho, en el trabajo de Gayle Rubin y de otras auto-
ras, se asumía que la reproducción normativa del género era esencial para la
reproducción de la heterosexualidad y de la familia. De este modo, la división
sexual del trabajo no podía ser entendida al margen de la reproducción gene-
rizada de las personas; el psicoanálisis intervino habitualmente como un modo
de rastrear la vertiente psíquica de esta organización social, y los modos en los
que esta regulación se manifestaba en los deseos sexuales. En este sentido, la
regulación de la sexualidad estuvo sistemáticamente vinculada al modo de pro-
ducción apto para el funcionamiento de la economía política.
Exclusión material
afirmando que las sociedades evolucionan partiendo de una etapa en la que predomina el
parentesco hacia otras en las que predomina el Estado, en este último estadio el parentesco
es subsumido por el Estado. Es interesante destacar la coincidencia entre este argumento y las
observaciones de Foucault en su Historia de la sexualidad, vol. I [ed. cast.: Siglo XXI, Madrid,
1978], donde sostiene: «En particular, a partir del siglo XVIII, las sociedades occidentales crea-
ron y pusieron en marcha un nuevo aparato que se superpuso al que ya existía», (p. 106, edi-
ción inglesa). El parentesco determina la sexualidad en la forma más primitiva y evidente, que
Foucault caracteriza como «un sistema de alianza» (p. 107, ed. ingl.), y que continúa susten-
tando una nueva organización de la «sexualidad» aún cuando esta última siga manteniendo
cierta autonomía con respecto a la primera. Para un análisis más amplio acerca de esta rela-
ción, véase la entrevista que le hice a Gayle Rubin, «Sexual Traffic», en differences, vol. 6, 2-3,
verano-otoño, 1994, pp. 62-97.
116
la economía política hasta el punto de poder ser relacionadas directamente con
la cuestión del trabajo no remunerado y explotado, sino, ademas, hasta el
punto de no poder ser entendidas, si no se amplia la esfera «económica» para
incluir tanto la reproducción de mercancías, como la reproducción social de las
personas.
117
El modo de producción sexual
10
Fraser, Justice Interruptus, p. 19; Iustitia Interrupta, p. 31.
11
Además, aunque Fraser distingue entre cuestiones de reconocimiento cultural y cuestiones
de economía política es importante recordar que únicamente nos hacemos «reconocibles» al
tomar parte en el intercambio y que el reconocimiento mismo es una forma y una condición
previa al intercambio.
12
El papel de la sexualidad en el «intercambio» ha sido el centro de la mayor parte de los tra-
bajos que han tratado de reconciliar la noción de parentesco de Lévi-Strauss, basada en expli-
caciones normativas del intercambio heterosexual en la estructura social exogámica, con los
conceptos marxistas de intercambio.
118
estructuras económicas precapitalistas de los universos culturales y simbólicos
en los que se inscribían, una tesis que ha impulsado la contribución fundamen-
tal de la antropología económica: Marshall Sahlins, Karl Polanyi y Henry Pearson.
Este trabajo amplía y perfecciona la tesis de Marx recogida en Formaciones
económicas precapitalistas13, donde pretende explicar cómo lo cultural y lo
económico llegan a establecerse como esferas susceptibles de ser separadas; en
realidad, cómo la institución de la economía en tanto esfera diferenciada es el
resultado de una operación de abstracción iniciada por el capital. El propio Marx
era consciente de que estas distinciones son el efecto y la culminación de la divi-
sión del trabajo y que, por lo tanto, no pueden ser excluidas de su estructura; por
ejemplo, en La ideología alemana escribe lo siguiente: «La división del trabajo
sólo se instituye totalmente como tal a partir del momento en el que aparece la
distinción entre el trabajo físico y el intelectual»14. En parte, esto es lo que deter-
mina el esfuerzo de Althusser por repensar la división del trabajo en «Ideología y
aparatos ideológicos del Estado» en términos de reproducción de la fuerza del
trabajo y, de un modo más específico, de «las formas de sujeción ideológica que
contribuyen a la reproducción de las capacidades de la fuerza de trabajo»15. La
importancia de lo ideológico en la reproducción de las personas alcanza su
punto culminante en la argumentación rupturista de Althusser, según la cual «una
ideología siempre existe en un aparato, y en su práctica o prácticas. Esta exis-
tencia es material»16. De ese modo, aun en el caso de que la homofobia fuera
concebida únicamente como una disposición cultural, seguiría estando situada
en el aparato y en la práctica de su institucionalización.
13
Karl Marx, Líneas fundamentales de la crítica de la economía política (Grundrisse).
Primera mitad, Crítica, Barcelona, 1978, pp. 427-468. [N. de la T.]
14
Tucker, (ed.), The Marx-Engels Reader, p. 51.
15
Louis Althusser, Lenin and Philosophy, and Other Essays, traducción de Ben Brewster, Nueva
York, 1971, p. 133. [Ed. cast.: Lenin y la filosofía, Era, México DF, 1978; Escritos, 1968-1970,
Laia, Barcelona, 1975; Posiciones, Anagrama, Barcelona, 1977.]
16
Ibid., p. 166.
17
Marcel Mauss, An Essay on the Gift, trad. W. D. Halls, Nueva York, 1990, p. 50. [Ed. cast.:
Sociología y antropología, Tecnos, Madrid, 1979.]
119
contrario, para él la res es el lugar que aglutina un conjunto de relaciones.
Asimismo, en principio, no es posible separar a la «persona» de sus «objetos»: el
intercambio consolida o amenaza los vínculos sociales.
¿No será que estamos presenciando un esfuerzo erudito cuyo fin es normalizar
la fuerza política de las luchas queer sin atender al desplazamiento fundamen-
tal en el modo de conceptualizar e institucionalizar las relaciones sociales que
estas luchas demandan? ¿No será que la asociación entre la esfera sexual y la
cultural, y el esfuerzo concomitante de tratarlas autónomamente infravaloran-
do a esta última, constituye la respuesta irreflexiva ante una descalificación
120
sexual que se observa que está teniendo lugar en la esfera cultural, es decir, un
intento de colonizar y confinar la homosexualidad dentro de lo cultural o como
lo cultural en sentido estricto?
121
Para comprender el concepto de
cultura
Tomás R. Austin Millán,
Sociólogo, Antropólogo Social.
Publicado en la Revista UNAP EDUCACIÓN Y DESARROLLO, Año 1, Nº 1,
Marzo 2000, de la Universidad Arturo Prat, Sede Victoria, IX Región de "La
Araucanía", CHILE
CONTENIDOS
1. Etimología Y Usos Del Concepto De "Cultura"
Usos, Acepciones Y Concepciones De La Palabra Cultura
El concepto de la estética (o concepción humanista)
El concepto antropológico de cultura.
El concepto sociológico
El concepto sociológico
NOTAS
1
1. Etimología Y Usos Del Concepto De "Cultura"
La palabra cultura proviene de la palabra cultüra, Latín (L), cuya última
palabra trazable es colere, L. Colere tenía un amplio rango de significados:
habitar, cultivar, proteger, honrar con adoración. Eventualmente, algunos
de estos significados se separaron, aunque sobreponiéndose
ocasionalmente en los sustantivos derivados. Así, 'habitar' se convirtió en
colonus, L. de colonia. 'Honrar con adoración' se desarrolló en cultus, L. de
culto. Cultura tomó el significado principal de cultivo o tendencia a
(cultivarse), aunque con el significado subsidiario medieval de honor y
adoración. Por ejemplo, en inglés cultura como 'adoración' en Caxton
(1483) -La forma francesa de cultura fue couture- francés antiguo- la que se
ha desarrollado en su propio significado especializado y más tarde culture,
la que para el siglo XV temprano pasó al inglés. Por lo tanto, el significado
primario fue labranza: la tendencia al crecimiento natural.
En resumen:
2
otro lado es sabido que también se usa para denominar a grupos humanos
no conocidos, como la cultura Diaguita o Mapuche, pero muchas personas
quedan confundidas con esta doble significación. Los profesores parecen
tener una marcada preferencia por la primera acepción, a la vez que se
reconocen ellos mismo y son reconocidos por los demás como personas
"cultas", pero usualmente transmiten en el aula una acepción que --con
algunas variaciones de contenidos-- se acerca más a la segunda: que
cultura es el conjunto de costumbres, mores y folkways (4), de un pueblo,
heredados y transmitidos de generación en generación.
En palabras de Fischer, "se dirá así de un individuo que tiene cultura cuando
se trata de designar a una persona que ha desarrollado sus facultades
intelectuales y su nivel de instrucción. En este sentido la noción de cultura
se refiere a la cultura del alma (cultura animi, Cicerón) para retomar el
sentido original del término latino cultura, que designaba el cultivo de la
tierra" (7). Por extensión se asume que un individuo que conoce de las más
altas manifestaciones del espíritu humano tiene que ser diferente a la
gente común, demostrando su alto nivel de cultura mediante maneras
refinadas de trato con los demás, asignándole la calificación de "culto"; por
contraposición, una persona con un escaso nivel de educación y
refinamiento pasa a ser "inculto" o de "poca cultura".
3
tradicional de la calle o el común de la gente, la que en Chile se hizo
corriente por la fuerte admiración que había en el siglo pasado por las letras
y la "cultura" europea.
El concepto sociológico
Mucho menos conocido y apreciado, el concepto sociológico se entiende
como "el concepto abstracto que describe procesos de desarrollo
intelectual, espiritual y estéticos" del acontecer humano, incluyendo la
ciencia y la tecnología, como cuando se habla del desarrollo cultural de un
pueblo o país; Fischer dice que para la concepción sociológica la cultura se
define como "el progreso intelectual y social del hombre en general, de
las colectividades, de la humanidad". En general se usa el concepto de
cultura en su acepción sociológica, cuando el hablante se refiere a la suma
de conocimientos compartidos por una sociedad y que utiliza en forma
práctica o guarda en la mente de sus intelectuales. Es decir, al total de
conocimientos que posee acerca del mundo o del universo, incluyendo
4
todas las artes, las ciencias exactas (matemáticas, física, química, etc.) las
ciencias humanas (economía, psicología, sociología, antropología, etc.) y
filosofía. Teniendo presente que por mucho que ese pueblo o sociedad
sepa del universo, siempre hay áreas de conocimiento que no posee o
desconoce. Por ejemplo ¿Cree Ud. que los chilenos sabemos todo sobre
matemáticas, física química, o cualquier campo del conocimiento? La
respuesta es que no, que hay muchísimos campos del conocimiento y su
aplicación práctica que debemos aprehender como país, al mismo tiempo
que debemos aprender cómo y cuándo usarlo. Por ellos es justamente el
sentido sociológico el que usa los agentes del gobierno, la planificación o la
política cuando proponen planes "para desarrollar la cultura nacional".
5
2. El problema de definir la cultura.
6
OTRAS CULTURAS (13); Lucy Mair, INTRODUCCION A LA ANTROPOLOGÍA
SOCIAL1 (14), Geodfrey Liendhart, INTRODUCCION A LA ANTROPOLOGIA
SOCIAL (15), entre otros y por nombrar sólo autores que se encuentran en
librerías y bibliotecas de Temuco. Para estos autores Antropología (social)
es algo así como una Sociología de las culturas tribales o de pequeña escala
(o primitiva, como se decía a comienzos de siglo) --es decir, no modernas--
mientras que la Sociología estudiaría los mismos fenómenos, pero al nivel
macrosocial de la sociedad moderna. Habría que agregar que en la
Antropología Cultural (norteamericana) el concepto de cultura ocupa un
lugar central en sus teorías, mientras que en la Antropología Social
(británica) se emplea el concepto de organización social (16); los franceses
no participan en esta discusión de anglosajones y simplemente llaman a su
Antropología: Etnología. Algunos han considerado que ambos conceptos en
realidad son intercambiables: cultura en la Antropología Cultural
norteamericana y organización social en la Antropología Social británica.
(17) Por su parte el español Juan Maestre Alonso prefiere zanjar el
problema del nombre del concepto y su disciplina hablando de
Antropología Socio-cultural y por extensión los fenómenos en estudio se
llaman socioculturales (18), una palabra que se ha hecho popular
últimamente.
El problema es que aún con el paso de todos estos años desde que Taylor
publicó su célebre definición, no hay una definición común del término
cultura para los antropólogos de todo el mundo, poniendo de manifiesto
que cultura es uno de los términos más difíciles de definir del vocabulario
antropológico (20).
7
Tratando de resolver el problema de la falta de una definición común, en
1952, a Kroeber y Cluckhoholm, revisaron todas las definiciones de cultura
que se habían escrito hasta su tiempo (en inglés, por supuesto);
encontraron nada menos que ¡160! definiciones, (21) Finalmente
formularon una definición que aunque extensa, toma en cuenta todas las
particularidades y cualidades de la cultura, que a su juicio satisfacían las
necesidades conceptuales de la Antropología Cultural Norteamericana de
su época:
8
El concepto lingüístico de cultura: Goodenough
y la cultura "en la mente".
Un segundo momento en la búsqueda de una definición que supera a las
críticas anteriores está representado por Ward Goodenough (25), cuando
dice que cultura "es lo que uno debe conocer (saber o creer) para
comportarse aceptablemente de acuerdo a las normas de los demás". Lo
que traslada la cultura al interior de la mente. (26) Esta definición
interpreta a la cultura más bien como la construcción o representación
simbólica aprendida por los individuos, durante su periodo de
enculturación. (27) obligando a los antropólogos que buscan describir una
forma cultural en particular, a realizar una descripción de los fenómenos
culturales que sean congruentes tanto con el fenómeno analizado como
con las conceptualizaciones de los nativos, poniendo en primera línea
metodológica al conocimiento del informante y al enfoque emic (28). Esta
posición teórica fue frecuentemente criticada y acusada de psicologista,
como "psicología social carente de base estadística" (29) y
descontextualizada. Dio un fuerte impulso a los estudios lingüistas y de
esquemas mentales (squemata), buscando conocer los principios
organizativos subyacentes y/o los códigos cognoscitivos. Esta corriente ha
continuado existiendo y evolucionando en algunas universidades de
Estados Unidos de Norteamerica.
9
significativo (el ambiente cultural exterior de la mente, que se convierte en
significativo para la cultura interior).
Lo que queda más claramente entendido más adelante, cuando aclara que:
10
nuestro esquema universitario las secretarias de carreras pueden estar más
arriba que muchos jefes en los significados mentales, porque son más
importantes para el estudiante que muchos Vice rectores que nunca se ven.
Este orden de los significados es el orden que cada pueblo o grupo humano
le da a sus significantes. Finalmente y del mismo modo, cada grupo humano
tienen un significado para cada cosa del hacer y del quehacer (la semántica
semiótica), de manera que esos significados tienen sólo las connotaciones
que ese grupo humano particular les da, pudiendo ser parecidos a los de
otro grupo, pero nunca todos los significados iguales en su completa
totalidad. De manera que finalmente la cultura de cada grupo humano es
como su huella digital cultural, tal como dijimos en otra parte más
extensamente, no existen dos grupos humanos con la misma cultura (36).
11
malentendidos, confusiones y hasta conflictos. También puede decirse que
cuanto más lejano o desconocido se hace el contexto del "otro" con quien
me comunico, más aumentan las posibilidades de no entender exactamente
lo que se comunican mutuamente. Por ejemplo, los cerros que nos rodean
pueden tener muchos significados: lugares de esparcimiento, paisajes
coloridos, referencias para ubicarse en las calles de
Temuco, nombres románticos para poesías y canciones, lugar de amores,
espacios para meriendas, etc. Cualquier persona de nuestra cultura local
que oiga decir "Voy de paseo al Ñielol con unos parientes" entenderá
perfectamente el sentido de lo que se dice; pero, aun tratándose de otro
chileno, si no conoce o no ha estado nunca en Temuco, no entenderá lo que
se ha dicho.
12
nuestro quehacer cotidiano tienen un significado histórico, desde el idioma
que hablamos, que no existía en esta tierra hace cinco siglos atrás, pasando
por los nombres de la gente, de los lugares, etc., o bien, cobran
importancia (es decir, adquieren más significado) cuando se redescubre su
pasado histórico.
Finalmente
13
amplios que los otros y los contiene a los demás recursivamente, como las
capas de una cebolla, por eso es que si bien aceptamos que la cultura de
Pucón y Villarrica es diferente a la de comunas como Galvarino o Lautaro, es
aceptable decir que hay un contexto cultural regional, en que se engloba
todo lo que es particularmente significativo como cultura de la IX Región.
Sin embargo la intención de est artículo era sólo precisar el concepto
general de cultura para su comprensión por parte de los futuros profesores,
y por este camino nos adentramos en otros aspectos del concepto, ya
tratados en una publicación anterior. (44)
NOTAS
Tomás Austin M., "Conceptos Fundamentales para el Estudio de la
Interculturalidad", en SERIE CUADERNOS DE DISCUSIÓN Y ESTUDIOS Nº 2,
de la Dirección de Investigaciones de la Universidad de Temuco, Abril
1999a.
10 Fischer, citado.
14
12 Buxó i Rey, "La cultura en el ámbito de la cognición", en Mercedes
Fernández M. (Coord.) SOBRE EL CONCEPTO DE CULTURA, Ed. Mitre, 1984
Pág. 13
14 Alianza Universitaria.
15
24 Teresa Valiente C. "Precisiones conceptuales", (datos incompletos),
Abya-Yala, Quito, 1993, pág. 15.
28 Reynoso, citado, Pág. 24. El enfoque emic implica recoger fielmente las
explicaciones tal como las entregan los miembros de la cultura en estudio.
Por contraposición el enfoque etic se refiere a los fenómenos tal como los
explica el cientista social. (Proviene de la lingüística y los conceptos de
fonema y fonética)
33 Geertz, citado, Pág. 20. Mi énfasis. Hay que agregar que algunos autores
traducen "tramas de sentidos", en vez de "tramas de significación", lo que
es muy importante porque permite dar un mayor acento hermenéutico o
fenomenológico a la definición.
34Geertz, citado, Pág. 51, Mi énfasis.
35 Que en otra parte hemos denominado las tres culturas: de los padres y
apoderados, docentes y paradocentes y del alumnado: Tomás Austin M.,
16
FUNDAMENTOS SOCIOCULTURALES DE LA EDUCACIÓN, Editorial Pillán,
1999b Temuco.
36 Ver Tomás Austin, citado, 1999b. Allí también se agregaron seis tipos de
significados que pueden ser usados para interpretar una cultura, desde lo
más objetivo a lo más subjetivo: cultura material, normativa, de
costumbres, lenguaje verbal, sistemas simbólicos y valores. Como se
explicó, en todo fenómeno cultural estos elementos universales se
encuentran entremezclados y con distintas intensidades, dependiendo de
la ocasión y la situación.
17
41 Hago notar que en nuestra cultura regional la palabra "lugar" tiene
mucho más significado que su equivalente "espacio geográfico", porque
implica espacio habitado, humanizado y culturalizado.
Fuente
Austin Millar, T. R. (2000) Para comprender el concepto de cultura en: UNAD
(Universidad nacional abierta y a distancia). Recuperado de: https://goo.gl/zEecYO
18
Editorial
Sobre la metodología cualitativa
Se me atribuye, por ejemplo, la invención del grupo de discusión. Cuando
en esa invención participaron a la par que yo, muchos: Alfonso Ortí, Paco
Pereña, Jose Luis de Zárraga y Ángel de Lucas, muy especialmente (1).
Jesús Ibáñez
(*) Este editorial está dedicado a la memoria de Juan Blanco, maestro de Filosofía, sin cuyas
enseñanzas no podría haber sido escrito.
Hace ahora diez años, a finales de agosto de 1992, moría Jesús Ibáñez, gran teórico y
práctico de la investigación social en España, concretamente de la metodología
estructural o cualitativa. Licenciado en Ciencias Políticas, aunque lo suyo era la filosofía,
se aficionó a la sociología y trabajó en el Instituto de Opinión Pública y en el Instituto de
Estudios Políticos, donde durante un seminario, en el que él mismo participaba, se gestó
la investigación social en España. En 1958, tras unos años de estancia en la cárcel por
motivos políticos, se le propuso fundar un Instituto de Mercado y así nació ECO, la
primera empresa española de investigación. Allí conoció a Alfonso Ortí, posteriormente
en CEISA a Ángel de Lucas y José Luis de Zárraga y juntos fundaron ALEF. Con la
colaboración del psicoanalista Francisco Pereña, entre todos inventaron el grupo de
discusión (1). Con esta técnica trabajaron haciendo investigaciones de mercado y
poniendo a la cabeza del mismo los productos de las firmas que les contrataban. En 1969
Jesús Ibáñez se incorporó a la Universidad, obteniendo la plaza de profesor titular tras
una oposición cuya memoria se recoge en su libro Del algoritmo al sujeto (2). Más tarde
en su tesis doctoral Más allá de la sociología (3), fundamentó el grupo de discusión
desde el punto de vista teórico, metodológico y epistemológico. En 1982 obtuvo la
cátedra de Técnicas de Investigación Social, en la que junto con Lluis Martín Santos y
Ángel de Lucas se formaron en metodología cualitativa numerosos alumnos que dieron
lugar a la Escuela Cualitativa de Madrid.
1
Ibáñez J. Autobiografía. (Los años de aprendizaje de Jesús Ibáñez). Anthropos 1990; núm. 113:9-25.
1
Desde los primeros tiempos de su existencia, el ser humano se ha relacionado con la
naturaleza y ha explicado sus leyes mediante un proceso de simbolización. Con su
capacidad de hablar adquirió la de la representación mental y por lo tanto la de
interiorizar e interpretar, dando lugar a la abstracción (pensamiento) y con ella al
conocimiento (4). Así surgió primero el pensamiento mágico con el que el ser humano
daba una explicación a los fenómenos que aparecían ante él. Con él se construyeron los
mitos y las cosmogonías, que generaban un conocimiento colectivo sobre los orígenes
del Universo y los fundamentos de sus culturas y relaciones sociales. Este pensamiento
mágico, tanto más presente cuanto menos avanzada sea una civilización, ha ido siendo
sustituido por el pensamiento religioso, filosófico y el científico a medida que la
humanidad se ha ido desarrollando social y culturalmente. Sin embargo, también en las
sociedades avanzadas se sigue dando, sobre todo durante la infancia pero también en
la vida adulta, siendo la base del pensamiento y del lenguaje tradicional, los cuales
utilizamos para representarnos el mundo y la sociedad en que vivimos, así como para
comunicarnos en nuestra vida cotidiana. Corresponde a una interpretación que los
sujetos hacen por analogía entre lo que perciben y la explicación que le dan, y se hace a
través de la elaboración de símbolos (metáforas y metonimias) que dan un sentido a lo
que hasta entonces no lo tenía, produciendo un conocimiento que disminuye la angustia
del individuo en particular y la de la humanidad en general (5). La interpretación de estas
analogías contribuye al conocimiento de sus orígenes y al del proceso de su formación
y, por tanto, al conocimiento de sentido. Como ya hemos dicho, es la facultad que tiene
el ser humano de hablar y por lo tanto de pensar y elaborar a partir de un "material
primario" otro más complejo, lo que le permite efectuar este proceso de simbolización.
Aunque entre los animales se identifican "lenguajes" (cuyo código ha sido ideado por el
ser humano), éstos no sirven para elaborar ideas ni analogías ni, por lo tanto, sentido.
Dada la naturaleza polisémica del lenguaje del ser humano, éste puede sacar más de un
sentido de los significantes y los significados utilizados en el habla (6), algo que los
animales jamás serán capaces de hacer, por lo que nunca podrán elaborar un chiste ni
una representación, de la misma forma que son incapaces de elaborar los alimentos que
van a ingerir, no solo porque no manejan el fuego, tampoco harán nunca una ensalada
con ellos.
Por ello podemos decir que lo que convierte al ser humano en diferente del resto de los
animales es su lenguaje y con él la facultad de simbolización. Entendiendo así las cosas
podemos también comprender que investigando el lenguaje y el habla de los sujetos se
pueda llegar a la explicación de múltiples aspectos de la realidad planteados como
objeto de estudio. Así, la investigación cualitativa utiliza como datos las
representaciones y los discursos obtenidos en condiciones rigurosamente diseñadas
para llegar, mediante el análisis y la interpretación de las unidades de sentido
(estructuras semánticas) identificadas en ellos, al origen y significación de las analogías
(metonimias y metáforas) utilizadas para elaborarlas, lo que hace siguiendo el camino
inverso al de su formación, es decir, al del proceso de la simbolización.
En el terreno de las ciencias sociales se pueden estudiar tanto los hechos (desde el punto
de vista de la frecuencia de su presentación, etcétera) de lo cual se encarga la
metodología cuantitativa, como el sentido y la significación de las representaciones
sociales y los discursos (7-11), de lo cual se encarga la metodología cualitativa, esta
última a través del análisis del contenido manifiesto de los mismos para, mediante la
interpretación, obtener el oculto o latente. Dado que ninguna actividad humana escapa
al lenguaje y al habla, podremos emplear la metodología cualitativa para investigar
cualquier fenómeno relacionado con la realidad social, entre ellos la salud y la
enfermedad.
Se puede decir que ha sido recientemente, en la década de los 90, cuando tanto en
España (12) como en el ámbito anglosajón se ha empezado a promocionar la utilización
de las técnicas cualitativas en el ámbito de la salud. Y como aquí estamos acostumbrados
a dudar de lo nuestro, dando por hecho que lo anglosajón es necesariamente mejor,
gran parte de los profesionales sanitarios que practican metodología cualitativa la han
aprendido fundamentalmente de los autores extranjeros, ignorando la existencia de una
escuela en nuestro país y los textos que la respaldan.
Así, en el ámbito sanitario se practica sobre todo el llamado grupo focal, que aunque
tiene semejanzas con el grupo de discusión también tiene importantes diferencias que
le distancian de él. La principal de ellas es que el grupo focal no prescinde nunca de un
guion de preguntas relacionadas con el objetivo de la investigación que la persona que
modera el grupo dirige a sus participantes, lo que convierte a este tipo de reunión grupal
en una entrevista semiestructurada y dirigida, que busca con preguntas las respuestas
del grupo (como en la metodología cuantitativa). En realidad estas preguntas son
unidades de sentido prefijadas por las personas que realizan la investigación. Por el
contrario, al realizar un grupo de discusión o una entrevista en profundidad se asume
que los participantes en el mismo tienen las respuestas a los objetivos que en la
investigación se han planteado, pero, ¡muy importante!, no saben que la tienen. El
3
moderador, con su intervención inicial debe producir el discurso del grupo, dejándole
hablar sin dirigirle preguntas directas que siempre serán respondidas a nivel racional o
consciente, y busca el concurso preconsciente de los participantes. Tras obtener el
discurso, la labor del investigador es llevar a cabo el proceso contrario al de la formación
de las unidades de sentido que el grupo ha expresado y que el investigador encuentra
en su análisis, para interpretar su origen y con él su sentido y significación (contenido
latente). Con ello podremos conocer las representaciones sociales sobre la salud (13),
sobre la enfermedad en general o de cualquiera de ellas en particular (14), sobre las
relaciones entre personas enfermas y los profesionales sanitarios que las atienden (15),
la aceptación por los profesionales sanitarios de nuevas formas de gestión (16), la
percepción del riesgo (17), las representaciones sociales sobre la donación de sangre
(18), sin haber intervenido en el discurso de los sujetos que las aportan.
4
se ha extraído la muestra estructural que lo representa.
Otro error puede ser plantear que un estudio cualitativo es de tipo etnográfico o
fenomenológico. Como hemos dicho antes la metodología cualitativa integra una
perspectiva multidisciplinar para conocer una realidad social dada y, en general, de
ningún estudio se podrá decir si es de un tipo u otro, dado que todas las disciplinas que
configuran la investigación cualitativa deberían estar presentes a la hora de hacer un
buen diseño y, sobre todo, un buen análisis y una buena interpretación.
En cuanto a los mitos que existen sobre la investigación cualitativa, uno muy frecuente
es el de creer que sólo sirve como paso previo a la construcción de un cuestionario, que
luego utilizará la metodología epidemiológica para medir, es decir, objetivar, y que
además es ese cuestionario el que le da validez a la metodología cualitativa utilizada. Al
contrario de esta creencia, los resultados y conclusiones de una investigación realizada
con metodología cualitativa, si la muestra social ha sido bien elegida, han de contener
las representaciones sociales que existen en el contexto social del que ha sido extraída.
Bueno sería que cada vez que se diseña un cuestionario, porque hay necesidad de medir
el objeto de estudio, se hubiera realizado previamente una investigación cualitativa para
saber qué hay que preguntar, pero eso no quiere decir que toda técnica cualitativa deba
seguirse de la construcción de un cuestionario. La mayoría de investigaciones
cualitativas que se hacen, en el ámbito de la salud o fuera de él, no precisan de la
cuantificación de lo encontrado y sus informes son válidos para plantear las medidas
correctoras de los problemas que se han estudiado con ellas.
Otro mito sobre la metodología cualitativa es que es propia del ámbito de la promoción
de la salud, suponemos que porque es la que trabaja con la población "sana". Sin
embargo, con la metodología cualitativa se pueden investigar objetivos relacionados
5
con todos los aspectos de la salud y la enfermedad, relativos a la planificación y gestión
sanitaria, a las vivencias de las personas aquejadas por una enfermedad o por
determinados factores de riesgo, a las relaciones entre los profesionales sanitarios y los
sujetos a los que atienden, etcétera. Aunque también es un mito pensar que la
metodología cualitativa es un trabajo propio del terreno de la enfermería, en este caso
tenemos que reconocer el mayor esfuerzo que han hecho estos profesionales para
aprender y aplicar esta metodología. Buen ejemplo de ello es la revista Index de
enfermería, en la que la mayor parte de los trabajos que se publican están realizados
con metodología cualitativa. Ello merece nuestra felicitación, sin dejar de insistir, como
en el punto anterior que se puede aplicar a cualquier nivel del ámbito de la salud y la
enfermedad en el que interese conocer la experiencia de sus protagonistas como
sujetos. En cualquier caso, parece que ambos mitos están relacionados entre sí y los dos
a su vez con la opinión que de la metodología cualitativa se tiene, porque así como el
trabajo de promoción de la salud está desprestigiado con respecto al de la curación de
la enfermedad, el trabajo de enfermería lo está con respecto al trabajo de los médicos,
de la misma forma que la metodología cualitativa es considerada menos válida que la
cuantitativa.
Un cuarto mito tiene que ver con la valoración que los positivistas hacen tanto sobre la
forma de obtener los resultados en metodología cualitativa, equiparando interpretación
con invención, como sobre la imposibilidad de inferencia de los mismos. Achacar a la
subjetividad del investigador y a la de los sujetos que forman la muestra (cuando a ella
no puede renunciar nadie) la falta de validez de los resultados de la metodología
cualitativa es, entre otras cosas, negar que esta subjetividad también existe en los
métodos cuantitativos, tanto por parte del investigador (cuando elige el tema de
investigación, cuando elabora el cuestionario y cuando realiza el informe de resultados)
como de los sujetos investigados (cuando deciden participar o no y cuando responden
a las preguntas). De manera que descalificar la metodología cualitativa por basarse en
la subjetividad que nos constituye es descalificar a su vez la cuantitativa, ya que por más
que lo pretendiera nunca nadie podrá prescindir de la subjetividad.
Por otra parte, es necesario no perder de vista que la inferencia estadística que la
epidemiología utiliza para generalizar a la población los resultados encontrados en sus
muestras, no deja de ser el cálculo de una probabilidad, y así, el conocimiento obtenido
en una muestra de individuos tampoco se puede asegurar que se dé en la población de
referencia sino en términos de posibilidad, algo que sólo podríamos superar repitiendo
las medidas en todas y cada una de las personas que forman la población a la cual se
infieren los resultados encontrados. Y es a causa de esta forma de inferir los resultados
por parte de la metodología cuantitativa que también se rechaza la validez de los
resultados de la investigación cualitativa, debido a la falta de representatividad
estadística de las personas que forman sus muestras. La representatividad de la muestra
cualitativa es estructural, es decir representa la estructura de las relaciones que se dan
en el grupo social que se estudia, y de la misma forma que un investigador con
metodología cualitativa no puede achacar a un estudio cuantitativo falta de validez
porque carece de esta representatividad estructural (dado que no hay relaciones entre
los individuos estudiados con metodología cuantitativa), el investigador que utiliza la
metodología cuantitativa tampoco puede hacer lo contrario. Son dos metodologías
6
diferentes porque trabajan con "géneros" distintos (las separa la misma distancia que
separa la épica, o narración de los hechos, de la tragedia, o puesta en escena de las
acciones a través del lenguaje), y ninguna de las dos puede ser autorreferente a la hora
de criticar a la otra. En cualquier caso, tanto los partidarios de la investigación
cualitativa, como los de la cuantitativa, e incluso los que entendemos que ambas son
necesarias, debemos ser conscientes de que con ninguna de ellas, ni juntas ni por
separado, podremos llegar nunca a la totalidad del conocimiento de ninguna realidad,
sólo podremos acercarnos más a ella, pero nunca estaremos en posesión de su
conocimiento absoluto, por mucho que utilicemos la ciencia, la técnica o el
pensamiento. Con cada una obtendremos siempre una imagen cubista del aspecto de la
realidad estudiado, modelos para seguir avanzando. Es por ello que personalmente no
soy partidaria de decir que las perspectivas cuantitativas y cualitativas son
complementarias, en todo caso entre ambas podrán sumar conocimiento, pero nunca
completarán el de ninguna realidad.
Para concluir, dado que en nuestro medio existen dos modalidades de investigación
cualitativa, la procedente de nuestro país y la del ámbito anglosajón, este monográfico
incluye trabajos basados en una o en otra, por lo que los lectores encontrarán criterios
diferentes en sus contenidos. Sin embargo, personalmente animo a las personas
interesadas en la metodología cualitativa, a leer los textos de Jesús Ibáñez (1-3,20,21),
Alfonso Ortí (7,9), Fernando Conde (8,22,23), Francisco Pereña (24,25), Anselmo
Peinado (26), Luis Enrique Alonso (27) y un largo etcétera de investigadores, así como
también animo a aprender a realizar una investigación cualitativa que no precisa de
guiones de preguntas o unidades de sentido prefijadas, porque lo que interesa en
metodología cualitativa no es buscarlas sino encontrarlas.
7
que también animamos a los lectores de este editorial a que continúen enviándonos los
trabajos realizados con esta metodología. Próximamente coordinaremos un número
monográfico sobre metodología epidemiológica y esperamos que esa nueva experiencia
sea tan grata como ha sido esta primera.
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Fuente
Pérez Andrés, C. (2002) Sobre la metodología cualitativa. Revista española de salud pública.
76, (5). Recuperado de: https://goo.gl/rfJnmK
10
Integración
y cultura
Sociología
General
1
Integración y cultura
¿Por qué problematizar la cultura desde la sociología?
¿Podría pensarse una sociedad sin cultura? Claramente, la respuesta es:
no. La cultura posibilita la integración de una sociedad. Generalmente, los
integrantes de una sociedad se identifican con una cultura determinada.
Aunque hay muchas sociedades que son multiculturales, la cultura define a
una sociedad. No se podría explicar el mantenimiento del orden social si no
fuera a partir del concepto de cultura. Los padres de la sociología se han
referido a alguno de sus componentes para explicar cuestiones centrales
tales como la solidaridad social, la cohesión, la anomia, la acción social o la
reproducción de la desigualdad. Ya sea en un sentido crítico o funcional, la
cultura ha sido objeto de reflexión y estudio para los autores que hemos
denominado “clásicos” y a los que ya nos referimos en el módulo 1.
2
Como se puede observar, la cultura –aún bajo el rótulo de ideología,
conciencia, valores, etcétera— ha sido problematizada desde los orígenes
de la sociología y se ha recurrido a la misma para analizar y explicar el
comportamiento de los individuos en sociedad.
3
que se organizaban bajo el concepto de cultura. Retomaremos este punto
al hablar de orden social.
4
Figura 1: El sentido social del gusto
5
Dice Bourdieu:
Bourdieu evidencia que en las clases menos instruidas hay una cierta
resistencia, quizás inspirada en un sentimiento de ineptitud o de
incomodidad, a visitar estos lugares lejanos a su cotidianeidad. De esta
manera, relaciona el gusto más con la disposición del sujeto (que depende
especialmente de la posición que ocupa) que con experiencias de
naturaleza individual.
La autonomización de la cultura
La autonomización de la cultura es un proceso que merece nuestra
reflexión por lo siguiente:
La codificación de la cultura
6
legítimo, artístico. En un segundo nivel, se ubica la cultura “tolerada”, es
decir, las manifestaciones artísticas que aun sin considerarse elementos de
distinción se incorporan a la sociedad. Ejemplo de la misma es el jazz, que
aunque no era considerado música erudita, se incorporó a la sociedad
masivamente. Finalmente, la cultura “marginal” incluye elementos no
tolerados (o no incluidos bajo el rótulo de “cultural”) que hoy podríamos
ejemplificar a través de la cumbia villera.
La Institucionalización de la cultura
Mercantilización de la cultura
Por otra parte, y por esta misma concepción fabril de la cultura, genera la
estandarización de todas las culturas a escala internacional.
7
Referencias
Bourdieu, P. (2010). El sentido social del gusto. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.
[Versión electrónica] Recuperado de http://www.sigloxxieditores.com.ar/pdfs/bo
urdieu_sentido_social_del_gus to.pdf Último acceso: 02/02/2015.
Referencias web:
Aki frases. En: http://akifrases.com/frase/196830 Último acceso: 22/01/2014.
8
La sociología:
surgimiento y
características
Sociología
General
1
La sociología: surgimiento y
características
Surgimiento de la sociología. Contexto y debates
Para comenzar este módulo vamos a introducir el campo de trabajo de lo
que denominamos “sociología”. El concepto está asociado a diferentes
acepciones: en primer lugar, como señala el sociólogo Zigmunt Bauman
(2007), una de las representaciones más simples es la que la asocia a
estantes repletos de libros. Como consecuencia de esta representación, no
podemos dejar de pensar en dos cuestiones: por un lado, conocimiento, y
por el otro, que este conocimiento fue acumulado durante años. Siguiendo
con el argumento de Bauman, también se piensa que en sociología hay una
suerte de tradición que cumplir, un cierto volumen de información que
todos los recién llegados a esta ciencia (ya sea que estudien estrictamente
sociología o que solo pretendan indagar sobre sus elementos generales)
deben estudiar, comprendere incorporar.
2
Si consideramos nuestras propias trayectorias vitales, podemos pensar que
nuestras oportunidades y experiencias dependen del lugar que ocupamos
en el espacio social. Es decir, los individuos toman decisiones, pero no lo
hacen aisladamente, sino en un contexto más amplio que llamamos
“sociedad”. La premisa fundamental de la sociología es, entonces, que las
personas están inscriptas en un entramado de relaciones sociales.
3
las personas. Con esto no estamos sugiriendo que las personas están
determinadas, sino que simplemente planteamos que hay ciertas variables
a nivel social que tienen efectos en los individuos).
Para ampliar este punto nos referiremos al clásico ejemplo de unos de los
precursores de la sociología: Emile Durkheim.
4
Referencias
Bauman, Z. (2007). Introducción. La disciplina de la Sociología. En Pensando
sociológicamente (pp. 11-24). Buenos Aires: Nueva Visión.
5
Cuestiones
epistemológicas
básicas
Sociología
General
1
Cuestiones epistemológicas
básicas. Sociología y sentido
común. Ruptura con el sentido
común
2
indispensable para el análisis sociológico. Esta forma de imaginación
sociológica involucra también a la historia, la antropología y una
sensibilidad crítica.
3
campesinos abandonaron el campo para trasladarse a los centros
industriales en busca de trabajo. Los pequeños núcleos urbanos se fueron
transformando en grandes ciudades.
3) Cambios políticos.
Orígenes de la sociología
Aunque ya existían reflexiones sobre la sociedad desde los orígenes de la
historia de la humanidad, la sociología es una disciplina bastante reciente.
Fue en 1883 cuando el pensador Augusto Comte acuñó el término para
describir una nueva forma de reflexionar sobre el mundo. Sin embargo, no
fue sino hasta el siglo XIX, y gracias a Emile Durkheim, que se abordó el
estudio de la sociedad desde una perspectiva puramente científica.
1) La primera fase, que abarca la Edad Media, fue denominada por Comte
como teológica. En esta fase se interpretó y explicó la sociedad en
términos teológicos.
2) Durante el Renacimiento, las explicaciones teológicas dieron paso a
otras perspectivas de tipo metafísico. En esta fase las personas dejaron
de entender la sociedad en términos sobrenaturales, o según la
intervención de fuerzas divinas, y pasaron a entenderla en función de
ideas o principios metafísicos.
4
3) Finalmente, se intentó explicar la naturaleza en sus propios términos,
sin recurrir a los principios que rigieron las etapas anteriores,
imposibles de contrastar empíricamente (Copérnico, 1473-1543, y
Galileo, 1564-1642, son referentes de este período). Esta nueva postura
fue adoptada también con respecto al estudio de la sociedad, es decir,
se comienza a aplicar el método científico para entender y explicarla.
El aporte de Comte fue relevante porque fue uno de los primeros pasos
para comprender a la sociedad en términos intra-sociales, es decir, no
recurrir a explicaciones teológicas sobre la dinámica del mundo social.
5
directo. El debate gravitó en torno al siguiente eje: el marxismo debía
considerarse una entre varias teorías sociológicas, o bien un cuerpo de
pensamiento único y singular, un mundo intelectual completo en sí mismo,
una alternativa radical frente a cualquier clase de sociología como medio
de comprender el mundo social (Bottomore, 1988).
6
Ahora bien, en algún punto todos teorizamos o hacemos generalizaciones,
pero la sociología lo hace, como afirmamos, en forma racional y
sistemática. Pensemos, por ejemplo, en Durkheim y su teoría sobre el
suicidio. Esto nos lleva a preguntarnos:
¿Cómo validamos una teoría? ¿Cómo estamos seguros que la teoría tiene
coherencia interna y externa?
Cuando se genera una teoría, los ejes principales son: ¿qué dimensiones
vamos a comenzar a investigar?, ¿cómo relacionar los hechos?
Karl Marx, Emile Durkheim y Max Weber entendían los cambios de una
forma muy diferente, y esas bases se mantienen hasta ahora. Es decir, no
hay unanimidad entre los sociólogos acerca de qué cosas hay que estudiar
y cómo. Inclusive, si coinciden, se buscarán temas de investigación
distintos, obteniendo respuestas diferentes.
7
más generalizadas que las discusiones científicas ordinarias. Es decir,
mientras que las ciencias naturales se apoyan en evidencias empíricas
específicas y en la lógica inductiva-deductiva, el discurso de las ciencias
sociales se centra en los procesos de razonamientos más que en los
resultados de la experiencia inmediata. Esta forma de comunicación y
argumentación dirige nuestra atención insoslayablemente a los clásicos
(Alonso, 2002). En síntesis, para Alexander los clásicos son:
Es por esa razón que dedicaremos las siguientes páginas a introducir las
ideas principales de los autores clásicos en sociología.
8
Referencias
Alexander, J. A. (1990). La centralidad de los clásicos. En Giddens, A; Turner, J. La
teoría social hoy. Madrid, España: Alianza Editorial.
Macionis, J., y Ken, P. (2014). Sociología (4a Ed.). Madrid: Pearson Prentice Hall.
Marx, K.; Engels, F. (2003). El manifiesto comunista. Tesis 11 Buenos Aires: Grupo
Editor.
Mills, C.W. (1959). The Sociological Imagination, reprinted (2000). USA: Oxford
University
9
La cultura en
la tradición
marxista
Sociología
General
1
La cultura en la tradición
marxista
“La ideología representa la relación imaginaria de los individuos con sus
condiciones reales de existencia” (Althusser, 1994, p. 139).
2
clases y la realización del socialismo, como primer paso a la sociedad
comunista. En sus años finales Lenin escribió sus últimos artículos donde
expone un programa de lucha contra la burocratización del Partido
Comunista y el Estado soviético. Lenin murió el 21 de enero de 1924
(Encyclopedia of Marxism, http://goo.gl/cwvzZ2, 21/01/2015).
Lenin erige su tesis en contra del populismo de fines del siglo XIX. Pensaba
que en la etapa prerrevolucionaria la tarea cultural debía subordinarse a la
instancia política, pero que en la fase posrevolucionaria la revolución
cultural debía pasar a primer plano.
Para Lenin una cultura era superior a otra en la medida en que permitía
una mayor liberación de la servidumbre de la naturaleza.
3
Ideología, estructura y material ideológico en Antonio
Gramsci
Figura 2: Gramsci, Antonio (1891-1937)
El fiscal fascista que pidió la condena de Antonio Gramsci alegó que había
que evitar que su mente pensara durante veinte años. Gravemente
enfermo… escribirá en la cárcel una obra que trasciende el marxismo [Los
cuadernos de la cárcel], y cuya influencia, en la actualidad, abarca las
ciencias sociales de todo el mundo.
4
Antonio Gramsci fue un pensador clave en la historia de la teoría marxista
porque fue uno de los primeros que, en el marco de dicha corriente
teórica, puso un fuerte acento en los fenómenos ideales, sin dejar de lado
el materialismo. Particularmente, se enfocó en la superestructura,
observando los mecanismos mediante los cuales el capitalismo era
legitimado.
5
fusión, tales como las bibliotecas, o los medios de comunicación) (Portelli,
1998).
ESTADO
Su objetivo es generar consenso
IGLESIA para la legitimación o abolición del
ESCUELA orden social establecido.
PRENSA
6
Ilustramos, dentro del esquema teórico de Gramsci, lo que atañe a este
capítulo: la función de consenso ejercida por la sociedad civil a través del
control del bloque ideológico.
7
Raymond Williams y los estudios culturales
Figura 4: Williams, Raymond (1921-1988)
8
para entender las relaciones sociales. Por lo tanto, la comprensión de
cualquier relación social implica previamente la comprensión de la cultura
en la cual tiene lugar. Esto nos permite hablar de una sociología de la
cultura.
(Walsh, 2003, p.12). La respuesta es que los ejes sobre los que se sostiene
este campo están vinculados a la necesidad de pensar la producción
simbólica en relación a la reproducción de las desigualdades, siendo los
estudios culturales un espacio, marco teórico, crítico pero también político
para dicha reflexión. “La cultura ya no puede entenderse como el conjunto
9
de costumbres o valores. Tampoco puede ser el dominio de una sola
disciplina o área de conocimiento, o quedar aislada en la práctica y teoría
de asuntos económicos, sociales y políticos” (Walsh, 2003, p. 12).
10
Referencias
Gramsci, A. (1954) Il Risorgimento, Torino: Einaudi Ed.
Referencias web:
Centro Cultural Proletario. En: http://proletario.cl/chavez-gramsci-y-la-
hegemonia/ Último acceso:
21/01/2015.
11
Video Milly y Moli (transmitido por Discovery Kids) y Como Hermanos
(transmitido por Disney XD). En:
https://www.youtube.com/watch?v=HlFKuXcTyv0 Último acceso: 21/01/2015.
12
Concepción
simbólica de
la cultura
Sociología
General
1
Concepción simbólica de la
cultura
Figura 1: Catherine Walsh
2
sociedad, pero que al mismo tiempo se distingue en un campo específico.
En otras palabras, la cultura se extiende a toda la sociedad: podemos
observar y analizar cultura cada vez que hablamos de sociedad. Pero al
mismo tiempo entendemos que cuando hablamos de cultura hablamos de
algo diferente a sociedad, de algo que posee una especificidad. ¿Qué la
hace diferente?
3
La cultura se entiende, entonces, como procesos simbólicos de la sociedad.
Dentro de dichos procesos podemos mencionar tres problemáticas, a
saber: de los códigos sociales, de la producción del sentido y de la
interpretación o del reconocimiento de dicho sentido.
4
Figura 2: Ejemplo de mapas culturales en los programas de televisión
para niños.
Fuente: Elaboración propia. Imágenes adaptadas de YouTube En: http://goo.gl/EK5fEt. Las imágenes
refieren a los programas Milly y Moli (transmitido por Discovery Kids) y Como Hermanos
(transmitido por Disney XD).
Es artificial, no innata.
Es convencional, no natural ni absoluta.
Tiene la capacidad de condensar la experiencia humana pero no es un
estado originario de la naturaleza humana (Lotman, como se cita en
Giménez Montiel, 2005).
5
ideología o visión del mundo. La concepción simbólica de la cultura, en
cambio, (retomando la definición ofrecida al comenzar el módulo) la
entiende como un proceso en continua producción, actualización,
transformación de modelos simbólicos, que se da a través de la práctica
individual y colectiva, en contextos históricamente específicos y
socialmente estructurados. Esta articulación entre el código que permite
simbolizar y su contexto de producción y recepción refuerza la pertinencia
de la cultura como objeto de estudio para la sociología.
Así, los abordajes de la cultura que hoy se llevan a cabo son múltiples:
estudios sectoriales, estudios de culturas dominantes y subalternas o
estudios dinámicos (enfocándose en la creación, la crítica, la conservación,
la difusión o el consumo de la cultura, entre otros).
6
Figura 3: Campeones de barrio.
7
¿Cómo analizar la cultura desde este paradigma?
8
Figura 4: El habitus.
9
la realidad física y social, se integran en un grupo o en una relación
cotidiana de intercambios. De tal forma, nuestra interpretación de los
objetos y hechos estaría condicionada por las representaciones previas que
tenemos sobre los mismos y sobre el contexto en el que estamos inmersos.
10
Referencias
Bourdieu, P. (2010). El sentido social del gusto. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.
[Versión electrónica] Recuperado de
http://www.sigloxxieditores.com.ar/pdfs/bourdieu_sentido_ social_del_gus
to.pdf Último acceso: 02/02/2015.
Gutiérrez, A. (1994). Pierre Bourdieu: las prácticas sociales. Buenos Aires: Centro
Editor de América Latina.
Referencias web:
Centro Cultural Proletario. En: http://proletario.cl/chavez-gramsci-y-la-
hegemonia/ Último acceso:
21/01/2015.
11
Sitio Web Educar. En: http://www.educ.ar/sitios/educar/recursos/ver?id=90007
Último acceso: 21/01/2015.
12
Propuestas de
los autores
clásicos
Sociología
General
1
Propuestas de los autores
clásicos en sociología
Posiciones teóricas frente a la sociedad
Dijimos que hay tres autores principales que constituyeron el núcleo de
esta ciencia: Karl Marx, Emile Durkheim y Max Weber. Estos se conocen
como “autores clásicos” de la sociología. La pregunta ahora es:
2
Karl Marx
Figura 2: Karl Marx.
Dentro del amplio espectro de los sociólogos que toman como inspiración
los trabajos de Karl Marx, se encuentran aquellos que priorizan los
siguientes temas de investigación: la desigualdad, el conflicto, el cambio
social. Dedicaremos esta sección a describir de manera sintética las
principales líneas argumentales del autor.
3
revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases
beligerantes.
Conflicto
4
El modo de producción: “estructura” y “superestructura”
5
casual. Para Marx, los elementos ideológicos no son independientes, sino
que están estrechamente condicionados por la estructura material.
Por una parte, las fuerzas productivas son los elementos que están
implicados en el proceso de trabajo: las fuerzas de trabajo, es decir, el
trabajo humano, el trabajo vivo; los objetos de trabajo, que podemos
entender como los recursos, la materia prima; y, finalmente, los medios
de trabajo, como las maquinarias, las herramientas y todo instrumento
que potencie la fuerza de trabajo.
Por otra parte, las relaciones sociales de producción son las relaciones
sociales que establecen los sujetos para producir, en este caso, bajo un
modelo capitalista. Dentro de las relaciones de producción podemos
mencionar la propiedad (entre ellas la propiedad privada), la división del
trabajo (estrechamente vinculada a la propiedad) y la cooperación.
Por una parte, las formas de conciencia social, que podemos definir
como ciertas representaciones manifestadas en forma de conciencia
jurídica, moral, religión, arte, ciencia, y que, según Marx, están
condicionadas por las relaciones de desigualdad dadas a nivel
estructural.
Por otra parte, el Estado, entendido como relaciones jurídico-políticas,
cuyo poder habría sido hegemonizado por la burguesía.
6
por fuerzas ajenas o extrañas a ellos, fuerzas que no controlan y a las que
se someten. Los trabajadores están alienados, no se ven a sí mismos como
hombres libres, sino como una mercancía más que los capitalistas compran
cuando la necesitan y se desentienden de ella cuando no la necesitan.
7
fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales
de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse
totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués y la
sociedad podrá escribir en sus banderas: ¡De cada cual,
según su capacidad; a cada cual según sus necesidades!
(Marx y Engels 1980, p. 6).
8
Algunas críticas a esta orientación sociológica
9
Pero Max Weber no compartía el enfoque materialista de Marx; para
Weber las creencias podían transformar la sociedad. Así, la sociedad
moderna, es decir el capitalismo, no es el resultado de cambios
tecnológicos, sino de un nuevo modo de pensar.
Sobre la sociedad
10
El capitalismo: ¿es un sistema económico racional?
11
ideal cristiano de la Edad Media, según el cual los individuos
deben sencillamente comprometerse, cuando la ocasión lo
exige, en actos aislados para expiar pecados específicos y
para incrementar sus oportunidades de salvación. El Dios del
Calvinismo no demanda a sus creyentes buenas obras
singulares, sino una vida de buenas obras combinadas en un
sistema unificado. (Ritzer, 1992, p.291).
13
dominación es aquella que descansa en la creencia en la legalidad de
ordenaciones estatuidas y de los derechos de mando de los que ejercen la
autoridad.
14
Emile Durkheim
Emile Durkheim (1858-1917) y el funcionalismo
Este paradigma fue predominante hasta los años '60, cuando empezó a ser
cuestionado fuertemente por la sociología inspirada en los trabajos de
Marx.
Emile Durkheim fue, como anunciamos, uno de los padres fundadores del
paradigma funcionalista. En términos simples, sus ideas nucleares son la
16
siguientes: los agregados sociales humanos incluyen unidades
diferenciadas, que son interdependientes; estas unidades pueden consistir
en individuos, familias y estructuras analíticas, como por ejemplo
categorías de edad y sexo o grupos estamentales más vastos (Moore,
1988). Como señala Moore (1998), entre los sociólogos ha sido habitual
considerar a las sociedades como agregados o sistemas sociales que
incluyen, en carácter de partes o subconjuntos, a otras unidades, sean
concretas o analíticas.
La afirmación de que los hechos sociales debían ser tratados como “cosas”,
causó gran controversia. Sin embargo, Durkheim aclaró que su aseveración
se refería a un postulado metodológico sobre el análisis del mundo social.
El libro El Suicidio fue escrito por Émile Durkheim en el año 1897. Dos son
las particularidades que nos llevan a destacar esta obra y a ofrecérsela al
lector como un claro ejemplo del método y perspectiva adoptados por
dicho autor. En primer lugar, el intento de explicar el suicidio a partir de
variables sociales, y no sólo a partir de cuestiones individuales del sujeto,
da cuenta del método sociológico que adopta y emplea: la explicación de
un hecho social a partir de otro u otros hechos sociales. En este caso
explicó el hecho social “suicidio” a partir de dos hechos sociales más: la
“integración” y la “regulación”. En segundo lugar, para la realización de
este estudio Durkheim adoptó la utilización de métodos estadísticos, que
hoy nos resultan familiares pero que no lo eran en la época en la que los
empleó. Esto le permitió la medición de las variables que él consideraba
que intervenían en el fenómeno suicidio.
17
Según Durkheim, las normas cumplen una función muy importante en la
sociedad, ya que posibilitan establecer un límite a las apetencias
individuales del individuo, las cuales no pueden satisfacerse de modo
infinito.
19
hechos sociales y que tienen una realidad objetiva por encima de nuestras
vidas. Las normas culturales y las creencias religiosas son hechos sociales.
...si en lugar de ver en ellos [en los suicidios] nada más que
acontecimientos particulares y aislados entre sí, que deben
ser examinados separadamente, consideramos un conjunto
de suicidios ocurridos en una sociedad dada, durante una
unidad de tiempo determinada, comprobaríamos que el
total así obtenido no es una simple suma de unidades
independientes, una mera colección, sino que constituye por
sí mismo un hecho nuevo y sui géneris, que tiene su unidad y
su individualidad y, por consiguiente, su naturaleza propia, y
que, además, esta naturaleza es eminentemente social.
(Durkheim, 1994, p. 51).
Modernidad y anomia
20
carecen de modelos de referencia útiles sobre los cuales anclar sus
conductas.
Este concepto resulta de utilidad para analizar nuestra realidad actual. Por
ejemplo, cuando un individuo pasa de una situación laboral estable a una
situación de desempleo: el marco regulatorio que antes le contenía
desaparece y el individuo queda en situación deincertidumbre e
inestabilidad.
21
Posteriormente, el funcionalismo se denominó “funcionalismo estructural”
en la teoría sociológica, en referencia a los trabajos del sociólogo
norteamericano Talcott Parsons (1902-1979), pero no avanzaremos sobre
este punto para que puedas profundizar por tu cuenta, si te interesa el
tema.
22
Referencias
Aron, R. (1996). Las etapas del pensamiento sociológico. Argentina: Fausto.
Macionis, J., y Ken, P. (2014). Sociología (4a Ed.). Madrid: Pearson Prentice Hall.
Marx, K.; Engels, F. (2003). El manifiesto comunista. Tesis 11 Buenos Aires: Grupo
Editor.
23