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Los antiguos bardos celtas eran famosos por la gran cantidad de información que podían
llegar a memorizar: miles de canciones, cuentos, cantos y poemas que en su totalidad
llevaría horas recitarlos.
Mucho antes que los antiguos celtas, los aborígenes australianos ya se dedicaban a grabar
en su cabeza grandes cantidades de información para poder transmitirla a las siguientes
generaciones.
Los aborígenes nos demuestran que su tradición oral no es solamente muy detallada y
compleja, sino que la información puede sobrevivir, literalmente, durante miles de años e
incluso durante decenas de miles de años. Y a mí que me cuesta recordar lo que hice el
jueves pasado... ¿Cómo lo hacen?
La investigadora Lynne Kelly se hizo esta misma pregunta mientras se documentaba sobre
los conocimientos de los aborígenes australianos sobre para su tesis doctoral. Kelly tenía
claro que los aborígenes contaban con mucha información clasificada sobre los animales
(incluyendo tipos de especies, características físicas, comportamientos, comida y plantas
relacionadas) y se preguntaba cómo podían recordarla.
Hace mucho tiempo que se sabe que el cerebro humano ha evolucionado para asociar la
memoria con lugares, algo que se conoce como el método loci y que se basa en asociar un
recuerdo con un lugar ¿Acaso no es cierto que muchas veces se nos vienen recuerdos a la
cabeza cuando visitamos nuestro lugar favorito de cuando éramos pequeños?
Loci significa “lugar” en latín y puede hacer referencia a las características del paisaje, a
los lugares de culto, a los diseños abstractos… a cualquier cosa que tenga unas
características distintivas y donde la información se pueda vincular a la memoria.
Hace mucho tiempo que se sabe que el cerebro humano ha evolucionado para asociar la
memoria con lugares, algo que se conoce como el método loci y que se basa en asociar un
recuerdo con un lugar
Lynne Kelly desarrolló una teoría al respecto que podría explicar la finalidad de lugares
famosos como Stonehenge, las Líneas de Nazca o los Moáis de la Isla de Pascua. Hace
décadas que se discute el significado de estos lugares y la autora propone en su nuevo
libro 'The Memory Code' (El Código de la Memoria) que los sitios como Stonehenge o las
Líneas de Nazca se tratan en realidad de lugares para la memoria.
El conocimiento es poder
En las tradiciones orales, el conocimiento es poder y tiene que haber portadores de
sabiduría que hayan sido escogidos por su valía y que se dediquen a mantener y
conservar los conocimientos más importantes.
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En las culturas indígenas, los ancianos que han pasado los más altos niveles de iniciación
son los que tienen los conocimientos más profundos. Esto es algo que se puede observar
en los lugares de culto donde el conocimiento se transmite de generación a generación.
Los lugares de iniciación aborígenes incluyen una zona secreta donde se discuten los
conocimientos más sagrados.
Por ejemplo, las constelaciones pueden representar características del paisaje. El aborigen
australiano Ghillar Michael Anderson explica cómo la gente de Euahlayi podía viajar largas
distancias con fines comerciales y religiosos.
Meses más tarde, cantaban la canción mientras viajaban durante el día y estas rutas a
base de canciones acabaron convirtiéndose en algunas de las autovías modernas que
cruzan Australia. Más que servirse de las estrellas para orientarse, utilizaban las estrellas
para recordar el camino.
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Hay características del paisaje y canciones que representaban con estrellas de la Vía
Láctea que se corresponden a carreteras modernas. (Imagen: Robert Fuller y Google
Maps)
Esto explicaría por qué los aborígenes todavía recordaban gracias a su tradición oral cómo
era la geografía australiana antes de que se inundara por el aumento del nivel del mar
durante la última edad de hielo hace más de 7.000 años.
Para demostrarlo, Kelly utilizó esta técnica para memorizar todos los países del mundo
según su población asignando a cada país una característica de su vecindario, incluyendo
edificios y jardines. Gracias a este método puede recitarlos en orden sin problemas. Puede
que si lo intentas tú mismo te sorprendas de lo fácil que es.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo
original aquí
Fotos | iStock
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