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MIÉRCOLES, 10 NOVIEMBRE 2004

ARIEL GRIMBERG

“Hay que profundizar


en los propios límites”
Tengo 82 años. Pertenezco a una familia rusa que emigró a Buenos
Aires, donde vivo. He estado casada tres veces y tengo un hijo, una
nieta y dos bisnietas de dos y ocho años. Cuando uno lee un periódico
no sabe dónde está la verdad. Las palabras nacen de nuestro cuerpo,
no deberíamos traicionarlo. Cuando danzo cumplo un rito ancestral

BAILARINA EN ACTIVO. CREADORA DE LA DANZATERAPIA MARÍA FUX

ASOMBROSA
o soy la pierna de mi madre que oímos no estamos nunca en silencio, Tiene en el salón de su casa, en –Somos uno. Si limitas tu cuerpo, limitas

Y que no danzaba.
–¿Qué?
–Pertenezco a una familia de
emigrantes rusos judíos. Lle-
gué a Buenos Aires en 1945 con mi madre.
En el viaje ella se lastimó una rodilla y ya no
pudo volver a doblar la pierna.
nuestra memoria tiene ruidos, voces, cantos.
Una amiga tuvo una criatura sorda que cuan-
do me veía bailar se ponía como loca.
–¿Pensó que podía hacer algo por ella?
–Hallé su lenguaje. Yo le danzaba cosas
simples y le daba la palabra: mar, sol. Juntas
aprendimos a encontrar el ritmo secreto de
el segundo piso de la calle
Callao, un jardín interior,
árboles alrededor de los cuales
baila. Michi Linda, la gata, y
tu mente. No nos abandonemos, siempre es-
tamos a tiempo de decir “sí, puedo”. Busque
una hermosa música, siéntese con los ojos ce-
rrados y dibuje con sus manos lo que escu-
cha, suéltese y verá qué placer.
–Usted se enamora con todas las células.
–Sí, mis tres maridos han sido maravillo-
–¿Eran pobres? la vida. En mi compañía hay una persona sor- yo, la miramos; es hermosa, sos. Al primero, el padre de mi hijo, lo dejé
–Tapaba los agujeros de los zapatos con pa- da, otra espástica y un síndrome de down. cuando volví de Nueva York; fui allí en bus-
pel de periódico. Para papá ser bailarina –¿Y cómo baila un sordo? menuda y ligera. Ayer, a sus ca de Marta Graham, quería que fuera mi
equivalía a ser prostituta. Mamá me daba di- –Maravillosamente. Bailan con la idea y 82 años, bailó la coreografía maestra, y aquel viaje me transformó.
nero a escondidas para que pudiera estudiar con la percepción. Todo tiene su ritmo: tu –¿Qué le dijo Marta Graham?
danza clásica, pero yo nunca quise ser cisne. respiración cambia los compases cuando te sobre su vida y llenó el teatro, –Me dio la clave: “El maestro está dentro
–¿Qué quería? sientes feliz o cuando te sientes desgraciada. de ti, experimenta”. Con el segundo marido
–Lo mismo que ahora: ser yo misma. En –También ha hecho danzar a presas, a los “hubo gente que se quedó en la viví 25 años, luego se enamoró de otra. Me
estos momentos tengo 82 años y estoy hacien- sin techo y a los que habitan los geriátricos. calle –dice emocionada y deprimí, creía imposible volver a amar.
do un espectáculo que se llama Biografía dan- –Seguí creciendo y lo que fui encontrado –Pero no.
zada. A los 50 años, a los 60, a los 70, todos se lo mostré a los otros. Me interesan los lími- agradecida–. “Mamá –me dijo –Me enamoré y me casé con un abogado a
me decían: “¡Pero todavía danzas!”. tes y todos los que han olvidado su cuerpo. los 55 años. Nunca me había sentido tan pro-
–No se ofenda, es usted una excepción. –¿Qué hace la danza por la desesperación? mi hijo– era como si no tuvieras tegida. “Vamos a comprar un abrigo”, me de-
–¡¿Porque me atrevo a aprender de mi –Entré en la cárcel de Milán, me senté en cuerpo”. Esta mujer se ha cía, y me compraba dos. Yo nunca había teni-
cuerpo a través de mis propios límites?!... Ca- el suelo con un papel de color rojo rodeada do dos abrigos, ¿para qué?... No aguanté el
da edad tiene sus movimientos, hay que pro- de miradas escépticas. “Les traje algo que saltado los límites, o quizá ha peso de las cosas materiales. Me saturé de
fundizar en los límites, eso te da independen- quiere hablar, pero solo no puede hacerlo”. tanta riqueza y me separé.
cia para decirle a tu cuerpo: sí puedes. Puse una música y pregunté al color: “¿Qué
sabido encontrar las infinitas –Pero él la amaba...
–¿Usted siempre ha podido en la vida? quieres decirme?”, y el color comenzó a dan- posibilidades que se abren –Sí, yo era inmadura, las cosas para mí
–Yo bailaba continuamente. Una mujer zar y yo con él. Fue un gran éxito, descubrí eran blancas o negras. Hoy no lo dejaría.
me vio hacerlo, me vio bailando sola en un que lo que yo tengo dentro pertenece a todos. cuando uno conoce su límite. –¿Cuándo comenzó a sentirse madura y
rincón, y creyó que era la reencarnación de –¿Qué ocurrió con los ancianos? flexible?
Hay ritmo en el silencio, en los
Isadora Duncan. Me pagó un año de leccio- –¿Por qué el cuerpo deja de moverse, deja –Hace cuatro años me caí y me destrocé la
nes de danza. Era una empleada del hogar. de mirarse en un espejo a medida que enveje- colores, en los objetos; ella ha rodilla. Durante meses tuve que pedir ayuda
–¿Y cuando ya no pudo pagar? ce? Los cuerpos quedan sin ternura hacia fue- para todo. Aprendí a ser vulnerable. Pensaba
–La profesora me becó. A los 19 años hice ra, aislados, intocados. En los asilos comen, sabido percibirlo y enseñárselo que podía con todo y ahora sé que se puede
mi primer espectáculo, bailé cosas insospe- duermen, algunas tejen y todos miran la tele- a los sordo y a personas con hacer muy poco. Cuando me quitaron el yeso
chadas: Erik Satie y danza sin música. visión, se quedan estáticos ante imágenes pedí a la parte sana de mi cuerpo que ayuda-
–Danza y música parecen inseparables. que no les pertenecen. deficiencias. Hace 40 años creó ra a la débil. Si mueves tu parte fuerte pensan-
–Era otoño. El árbol tenía una hoja que no –¿Cuándo comenzamos a aislar el cuerpo? do en la débil, ésta acaba moviéndose.
quería morir, se mantenía danzando con el –Muy pronto. Hay gente que a los 40 años la danzaterapia y tiene –¿Qué es lo más importante?
viento. Entonces comprendí que hay ritmos ya empieza a decir “no puedo” y su cuerpo se institutos en varias ciudades de –Abrir los ojos cada día y sentir la alegría
que no son audibles, ritmo en el silencio. convierte en un mineral. Ya no se tiran al sue- de ver, escuchar. Sentir. Y cuando me acues-
Años después pude hacer bailar a los sordos. lo ni duermen bajo las estrellas porque dicen Italia y en Buenos Aires to, saber que algo se ha cumplido ese día, que
–Cuénteme. que ya no tienen edad, ¿qué le parece? he aprendido. Eso debe ser la madurez.
–El oído está influido por la memoria. Los –Triste. IMA SANCHÍS
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