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Cuento Fantástico: El patito feo, por Hans Christian Andersen

El cuento, El patito feo comienza en la estación de verano. La Señora Pata esperaba con
ansias la llegada de sus siete patitos. Junto con sus amigas, observaban con mucha
atención cada huevo. Un día comenzaron a romperse los cascarones y salieron seis
hermosos patitos. Se percataron que todavía faltaba un patito por salir; esperaron hasta
que de pronto salió un patito feo y muy diferente a los demás. La Señora Pata se avergonzó
porque tenía un patito feo y siempre trataba de esconderlo. Pasaban los días y el patito feo
no mejoraba, se ponía más feo. Crecía demasiado rápido; era mucho más grande que los
demás.
El patito feo se percató de que en ese lugar no lo querían y decidió escaparse. Al
huir, llegó a una granja, en donde una vieja lo recibió; éste pensó que había encontrado un
hogar. Ocurrió todo lo contrario, la vieja era mala y lo que quería era comérselo. El patito
feo huyó de ese lugar.
Llegó el invierno y tuvo que pasarlo solo. Pasó momentos de hambre, frío y de miedo; ya
que tenía que huir de los cazadores. Llegó la primavera y el patito feo fue a un estanque,
en donde se encontró con unos cisnes. Al verlos se sintió triste porque estos eran bellos y
el no. Decidió hablarles y les dijo que si podía estar en el estanque junto a ellos. Le dijeron
que sí; que todos eran como hermanos. El patito feo le dijo que no se burlarán de él y los
cisnes le dijeron que porque se burlarían de él si eran iguales. El patito feo se ve en el reflejo
del agua y nota que era un hermoso cisne. Al darse cuenta fue feliz y vivió con ellos para
siempre.
Cuento de hadas: El Hada de la noche, por César Manuel Cuervo

Hace mucho, muchísimo tiempo atrás, cuando en la Tierra comenzaron a habitar los
primeros hombres, ya existían bestias temibles que dominaban la oscuridad y sembraban
el terror a su paso.

Por fortuna, también existían seres buenos y compasivos, como las hadas, que sirvieron al
hombre y le protegieron de todo peligro. Así, para que los primeros habitantes de la tierra
no murieran de frío en el crudo invierno, el Hada de la Luz les regaló el fuego. Y para que
pudieran defenderse de los grandes monstruos, el Hada de los Metales, les regaló espadas
y escudos.

Todas las hadas bondadosas tenían algo que obsequiar a los hombres, todas menos el
Hada de la Noche, que a pesar de ser generosa, no podía encontrar un regalo que pudiera
ser de utilidad.

Un buen día, mientras descansaba en el regazo de un río, el Hada de la Noche se encontró


con un muchacho que temblaba de frío a los pies de un árbol. Cuando le preguntó, el triste
chiquillo solo pudo explicarle que había perdido todo en la vida, y que un furioso dragón
había devorado su casa, su caballo y su gato.

Con el corazón arrugado, el hada buena quiso compensarle con un noble detalle, agarró un
trozo de su vestido, hecho de la noche más oscura, y dibujó con él la silueta exacta del
muchacho. Seguidamente, la colocó sobre el suelo y la llenó de magia, y el muchacho se
llenó de alegría al ver que la silueta imitaba todos sus movimientos.

Entonces, el Hada de la Noche recorrió el mundo entero, regalándole a cada hombre su


propia sombra, hecha con los retazos de su vestido, para que jamás volvieran a sentirse
solos en el mundo.
Cuento de comedia: El pirata Malapata

El pirata Malapata, era uno de los bucaneros con más mala suerte que surcaba los mares.
Todo lo que intentaba hacer, terminaba saliéndole al revés.

Una vez, tuvo la genial idea de secuestrar a una princesa y pedir un gran rescate por ella,
pero al hacerse de nuevo a la mar, uno de los cañones del castillo, hizo blanco en su
barco, permitiendo que la princesa quedara libre de nuevo.

En otra de sus aventuras, encontró un enorme tesoro, que amenazaba con hundir su
nueva nave. Para evitar quedarse sin barco, decidió esconder su botín en una isla
cercana. Ocultado el tesoro de ojos indiscretos, se alejaron de la isla y cual no fue su
sorpresa, cuando al mirar por última vez el lugar, vieron como un gran volcán entraba en
erupción y hacía desaparecer su preciado botín.

Superado este trance, volvió a hacerse a la mar, en un día muy tormentoso. Mientras
paseaba por la cubierta oteando el horizonte, una ola gigante lo arrastró fuera del barco.
Aferrado al ancla, vio como un tiburón se acercaba peligrosamente hasta su posición, con
muy malas intenciones. Aterrado ante la idea de acabar siendo su merienda, saltó con
todas sus fuerzas al barco y arrancó la bandera del mástil.

Cansado de tantas malas pasadas, se retiró de la vida pirata y creó en el puerto, un


pequeño negocio, con el que todo le fue de maravilla.
Cuento de historico: El Cid Campeador
- ¿Sabéis quién fue El Cid y en qué época vivió?- preguntó la maestra a la clase. Todos los
niños callaron esperando escuchar una historia que sabían que sería super interesante,
como todas las que contaba la profe de historia.
Lo cierto es que el verdadero nombre de El Cid Campeador era Rodrigo Díaz de Vivar. Es
de hecho uno de los grandes héroes de la historia de España, un caballero de Burgos que
ayudó a los reyes castellanos y también a los musulmanes que vivieron en Zaragoza. Nació
a mediados del siglo XI, en el año 1048, en la provincia de Burgos, en el pueblo de Vivar.
Cuando era joven trabajó como ayudante del infante Sancho, que luego sería el rey Sancho
II de Castilla. Durante ese tiempo aprendió a manejar varias armas, pero también a leer y
a escribir. El Cid ayudó a Sancho a unificar el reino que su padre le había dejado a él y a
sus hermanos y que estaba dividido. Por eso se le empezó a apodar Campeador. Porque
quiere decir “guerrero en batallas a campo abierto”.
Años más tarde de entrar a servir al rey Sancho II de Castilla, este sería asesinado y El Cid
pasaría a trabajar para su hermano, Alfonso VI. Con este segundo rey, El Cid no se llevaba
tan bien. Sobre todo porque siempre creyó que había tenido que ver con la muerte de su
hermano para conseguir el trono. Aunque no eran amigos, el rey permitió a El Cid casarse
con su sobrina. Se llamaba Jimena. De todos modos, la relación nunca terminó de ser
amistosa y el rey Alfonso VI acabó desterrando a Rodrigo Díaz de Vivar. Entonces, El Cid
empezó a busca a un nuevo señor al que servir, como hacían los caballeros en esa época.
Al final se puso al servicio de los reyes musulmanes que vivían en Zaragoza. Eran Al-
Muqtadir y su hijo Al-Mutamán. Tras ganar varias batallas para esos reyes, Rodrigo Díaz
volvió a Zaragoza gritando “sidi sidi”. Quiere decir “mi señor” en árabe andalusí y por eso
desde ese momento se le empezó a llamar El Cid.
Años más tarde, Alfonso VI le perdonó y le regaló muchas tierras en Castilla. En realidad,
la razón de ese perdón era que el rey necesitaba la ayuda del mejor guerrero de España
para echar a los musulmanes de Albarracín y Valencia. Después, El Cid tomó la decisión
de que seguiría luchando, pero no al servicio de nadie, sino por su cuenta. Protegió la
ciudad de Valencia y se convirtió en el hombre más poderoso de la zona oriental de la
península ibérica. Murió en Valencia en 1099.
Cuento romántico: Rapunzel
Este cuento corto infantil cuenta la historia de una bellísima doncella, con cabellos largos y
dorados como el sol. Ella se llamaba Rapunzel vivía con una bruja anciana que la encerró
en lo más alto de una torre, pues no quería que la belleza de la joven atrajera la atención
de desonocidos que rondaban por el bosque, que era en donde se encontraba.

El pelo de Rapunzel era tan extenso, que cada vez que la bruja acudía a visitarla en
la torre, le gritaba para que se lo soltara por la ventana y ella pudiera trepar hasta la
ventana, pues no había ninguna puerta por donde entrar.

Un día, el princípe del reino encontró la torre mientras cabalgaba por el bosque y al
observar lo que hacía la anciana para poder escalar, decidió esperar a que
terminara con su visita para probar suerte. Una vez que ella se hubo marchado se
acercó hasta ahí, e imitando la voz de la hechicera hizo que Rapunzel echara su
cabello y escaló hasta su habitación.

Cuando ambos se encontraron ahí, grande fue la sorpresa de la muchacha, que


nunca había visto a nadie aparte de la bruja que la cuidaba. Nada más verla el
princípe quedo enamorado de ella, y después de presentarse y tranquilizarla
hablaron por largo rato.

A partir de entonces Rapunzel siempre lo recibía a escondidas, de modo que ella


también comenzó a enamorarse. Fue entonces que decidieron escapar juntos y una
noche, después de que la hechicera hubo abandonado la torre, Rapunzel bajo de la
torre con ayuda del princípe y partieron con rumbo a su palacio.

Al día siguiente se celebró una boda grande y ostentosa en el reino y Rapunzel se


convirtió en princesa. Y nunca más volvió a vivir encerrada entre cuatro paredes, ni
aislada del mundo.
Cuento de ciencia ficción: El limpia ventanas sideral
Como cada día, Donovan estaba cumpliendo con sus obligaciones: limpiar los cristales de
la estación espacial desde fuera. La estación espacial era tan grande que tardaban tres
meses enteros en limpiarlos todos.
Donovan no entendía por qué había que limpiar los cristales. La tarea no solo era
terriblemente aburrida, sino que era completamente inútil Pero ahí lo tenían todo el día
colgado, literalmente, enganchado a un tubo por si sus botas magnéticas fallaban, para no
quedarse flotando en el espacio.
Pero aquel día Donovan no estaba en su mejor momento. Tras años haciendo lo mismo,
día tras día, el muchacho había sucumbido al aburrimiento. Y el aburrimiento le hizo bajar
la guardia. Así que, poco a poco, Donovan dejó de prestar toda la atención que debía a lo
que hacía.
-¡Cuidado! -oyó gritar Donovan por el transmisor. Era el supervisor. El aparato de limpieza
se había caído y no estaba enganchando al traje, como debía estar. Donovan se inclinó
para cogerlo.
-¡Lo tengo! -dijo el muchacho. Pero parece que el aparato de limpieza no era lo único que
el muchacho no había comprobado. Una de las botas no estaba bien fijada y se soltó. Y la
otra tampoco estaba muy bien, así que acabó flotando junto a la nave.

-¡Rápido! ¡Comprobad el tubo! -dijo el supervisor-. Como todo lo hayas hecho igual,
Donovan, vas a acabar a medio año luz de aquí.
Afortunadamente, el servicio de seguridad llegó a tiempo de sujetar el tubo que mantenía a
Donovan unido a la estación espacial, pues este estaba a punto de soltarse justo cuando
llegaron.
-¿Qué? ¿Querías ir a limpiar las ventanas de la luna? -bromeó el supervisor-. Eres el
auténtico y genuino limpia ventanas sideral, chaval.
Lejos de enfadarse con la broma, Donovan se tomó con humor el nuevo mote que parecía
que le habían puesto. Ese día Donovan recuperó el interés por el trabajo que hacía e ideó
formas de hacer más entretenido aquel tedioso quehacer diario.
Para empezar, animó su traje espacial y lo convirtió en lo más parecido a un traje de
superhéroe que se podía. Si iba a ser el limpia ventanas sideral tenía que notarse, ¿no?
Cuento de suspenso: La Cueva
Desde mi llegada a las islas, el calor abrasador me había sumido en un estado de semi-
inconciencia tal, que pasaba todo él día aletargada en un sillón, sintiendo que la vida se
me escapaba en cada gota de sudor que chorreaba por mi piel. Al final del día, en la
nochecita, nos inundaba un airecito fresco, entonces mi cuerpo revivía como el ave fénix
y escapando de aquella prisión corría a la playa. Ahí me deshacía del resto de trapos que
me ahogaban y me zambullía en el mar, dejándome llevar por una voluptuosa sensación
de placer y frescor…Esa noche como las anteriores, pasé mucho rato meciéndome entre
las olas y sin darme cuenta me alejé más de lo acostumbrado de la playa y de pronto me
encontré frente a unos islotes hasta ahora desconocidos para mí…Eran apenas un montón
de rocas pero a la luz de la luna me parecieron extrañamente misteriosos, más aún cuando
me acerqué y vi que emanaban una especie de vapor azulado. Llevada por la curiosidad
decidí investigar un poco más el lugar y fue así que me encontré caminando con dificultad
entre las rocas... La superficie lisa y mojada del islote y mis pies desnudos me dificultaban
el andar, más aún cuando a ratos me encontraba con algunas puntas filosas que
amenazaban con cortarme la piel. Pero, aún así continué mi investigación y no sin dificultad
llegué hasta la entrada de una especie de cueva… Me asustaba un poco la idea de
adentrarme en aquel lugar y ya estaba por volver sobre mis pasos, cuando vi que por una
pequeña abertura lateral salía más de ese humo azulado.. Qué sería todo esto?- Me
pregunté a la vez que mis pies pisaban el umbral de la cueva. Entonces, una sensación
rara me invadió, sentí como si todo el interior de la cueva palpitara como un ser vivo y el
piso blandengue acentuó más la sensación de estar dentro de algo o alguien
desconocido…Asustada quise salir de allí, pero con asombro vi que la abertura de la cueva
se cerraba abruptamente y me dejaba en la total oscuridad…Sin saber qué hacer y
temblando de miedo fui tanteando las paredes; instintivamente buscaba otra salida, pero
mis dedos se hundían en algo viscoso y pegajoso y casi no avanzaba…. De pronto un
fuerte olor acre y nauseabundo me golpeó y perdí la conciencia...No sé cuánto tiempo
estuve así pero cuando desperté me encontré tirada entre las rocas bañada en una especie
de líquido viscoso y no había ni rastros de la dichosa cueva ni de aquella especie de colina
que la sustentaba…Aun temblando de miedo, me arrastré como pude hacia el mar…..En
los días que siguieron presté mucha atención a los lugareños a ver si escuchaba algo sobre
la dichosa cueva, pero nada llegó a mis oídos… Así pues, llena de dudas y curiosidad,
regresé a mi ciudad y me inserté en mi vida cotidiana sin pena ni gloria…. Pero a veces,
cuando la luna está en su apogeo, extrañamente sueño con aquella cueva y veo como
aquel inmenso ser y la cueva entera son devorados por mí...

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