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JIVA-SAKTI: Sobre la Identidad del Alma y su Potencial.

Por: Swami Padmanabha

Somos un producto del medio ambiente: Dondequiera que nos


encontremos, allí recibimos una nueva influencia que pasa a no sólo ser
parte de nuestras vidas, sino incluso a modificar nuestra identidad y
transformarnos en una nueva persona.
La jiva o alma espiritual (en otras palabras, nosotros) posee una eterna
existencia individual, la cual generalmente se define como sat-cit-
ananda (hecha de existencia, conciencia y bienaventuranza). En
comparación con nuestro falso sentido del ser basado en ahankara o
falso ego, esta información acerca de nuestra naturaleza, parece ser
todo aquello que restaba conocer acerca de nosotros mismos, dando
así finalmente con nuestra real identidad. Pero no, esto recién
comienza.
En general, solemos mantener la idea de que ya somos alguien, de que
ya nos acompaña una identidad definida: en la vida ilusoria pensamos
esto aferrándonos a nuestro falso sentido del ser compuesto de todos
nuestros apegos temporales o en otras palabras, de todo aquello que
consideramos que nos pertenece y se encuentra dispuesto para nuestro
disfrute egoísta. Sobre tal base solemos generar una identidad, y así
pasamos quizás toda nuestra vida creyéndonos que somos “nuestro”
cuerpo, “nuestra” mente y todo aquello conectado con esto: país, raza,
familia, casa, dinero, etc. De esta manera, la identidad ilusoria se
sostiene (dentro lo insostenible que ésta es en verdad) sobre la falsa
noción de un ego extendido, que de todas formas se irá viniendo abajo
irremediablemente con el paso del arrasador tiempo.
Cuando logramos ir más allá de esta limitante idea comenzamos a
concebirnos como seres eternos y espirituales, pero aún así no dejamos
de abandonar la noción de que ya tenemos una identidad, pero ahora
pensando de que dicha identidad se encuentra cubierta por el polvo de
los deseos ilusorios, y que al purificar nuestro corazón, nuestra
verdadera personalidad emerjerá plenamente, enterándonos así en
última instancia quiénes somos.
Pero en ninguno de estos dos casos concebimos la idea de que nuestra
identidad depende en realidad de la influencia del entorno, y más bien
actuamos como si ya poseyésemos una “identidad personal
incorporada” separada de toda influencia, cuando en verdad esto no es
así en absoluto.
En el milenario lenguaje sánscrito, la palabra utilizada para definir la
identidad de la jiva es “tatastha”, lo cual es generalmente traducido
como “marginal” y se vincula a la línea imaginaria que divide el océano
de la playa, la cual sabemos que nunca está establecida en un punto
específico, sino en constante movimiento de acuerdo a diversas
influencias externas a sí misma: Igualmente, el alma es tatastha en el
sentido de que su identidad no se encuentra ya definida por completo en
sí misma, sino que dependerá del contacto con la influencia bajo la cual
elija refugiarse.
Como jiva-sakti, tenemos dos opciones: refugiarnos en maya-sakti o en
svarupa-sakti. Si nos “refugiamos” en maya-sakti (la potencia ilusoria)
acontecerá lo que ya describimos previamente: desarrollaremos un falso
sentido del ser, basándonos en designaciones relativas concernientes a
valores egoicos. Y si nos refugiamos bajo la influencia del svarupa-sakti
(o energía interna del Supremo) podremos descubrir nuestro pleno
potencial como almas, y allí sí lograr desarrollar una verdadera identidad
definitiva en el plano espiritual. Y la práctica del bhakti, es exactamente
acerca de esto último.
De esta manera el alma es definida como una “unidad de adaptabilidad”,
la cual no posee por sí misma una identidad definida, pero que sí posee
un potencial para que eso acontezca: De la misma forma en que la tierra
posee un potencial para dar ilimitados frutos, pero para ello necesita
“asociarse” con elementos como agua y semilla, asímismo el alma
posee un potencial (el cual idealmente se da bajo el refugio de svarupa-
sakti) pero también requiere del contacto con otros elementos fuera de
ella, en la forma de recibir la semilla de la devoción de manos de Sri
Guru (guru krishna-prasade paya bhakti-lata-bija), regarla con el agua
del siksa apropiado, etc.
Podemos llegar a decir que estamos hechos de esta forma, de manera
que nunca lleguemos a considerar que poseemos una identidad
separada, aislada del entorno y absolutamente independiente, pues
justamente esa es la enfermedad raíz que da lugar a toda anomalía en
nuestras vidas: el considerarnos, vernos y sentirnos a nosotros mismos
como seres no-dependientes, que no necesitan conectarse con alguien
para encontrar su completitud. Así, nuestra verdadera identidad termina
siendo un regalo de la energía superior de Sri Hari (svarupa-sakti) y la
práctica del bhakti implica justamente el mantenernos bajo dicha
influencia continuamente, de manera que tal potencia entre en contacto
con nuestro potencial inherente como jivas, y dicha combinación dé
eventualmente como resultado el surgimiento de nuestra identidad real
última en el plano trascendental.
Pues hablar de almas, conciencia, eternidad, sat-cit-ananda, aún sigue
siendo algo general y abstracto en comparación al potencial que
acompaña a la jiva. Y justamente el bhakti (muy especialmente aquel
que desciende a través del movimiento de Sriman Mahaprabhu y sus
asociados) intenta ponernos en contacto con aquel tipo de influencia
que nos permitirá ser todo aquello que podemos llegar a ser, mucho
más allá de lo que hoy en día podemos concebir o incluso imaginar: Por
nuestro propio esfuerzo y capacidad tal vez lleguemos a cierta
concepción (teórica y práctica) acerca de nosotros mismos en relación a
sentirnos unidades espirituales, pero para ir incluso más allá de esto,
necesitamos la intervención de un plano el cual es incluso superior a
nosotros mismos, el cual está hecho de una sustancia que debemos
aprender a venerar y servir, eternamente. Y sólo así ganaremos la
admisión para acceder a semejante mundo de información confidencial
acerca de todo.
Quizás esta temática suene muy simple y básica para muchos, pero así
como todo lo que es simple y básico es usualmente aquello menos
comprendido y más malinterpretado, este tópico no es la excepción a la
regla, incluso dentro del círculo de practicantes de muchos años dentro
del proceso devocional. Por lo tanto, repetimos por las dudas: el bhakti
no es algo inherente a la jiva sino un regalo que recibimos por gracia
divina, y mediante dicha gracia puede generarse en nosotros una
identidad, una personalidad que concuerde con el lila eterno al cual
aspiramos.
Por ende, la idea de tener una identidad o personalidad depende 100%
de la influencia que estemos recibiendo del entorno, y no con algo que
ya nos acompaña eternamente. Lo que sí nos acompaña eternamente
es el potencial de ser influenciados de una forma u otra, la tendencia a
ser nutridos por un entorno específico, y así cuando tal tendencia se
dirije en relación al svarupa-sakti bajo la guía adecuada, allí sí
alcanzaremos un sthayi-bhava o un tipo de existencia permanente, en
donde la personalidad que surja ya no se transformará en algo más, por
decirlo así.
De esta forma, cuando hablamos de que el alma es individual, nos
referimos principalmente a su potencial de escoger qué influencia
recibir, pero no a una personalidad ya incorporada que nos esté
esperando dentro nuestro, en ningún sentido de la palabra. Por ende, al
hablar de “nuestra naturaleza” o “nuestra personalidad” tengamos
mucho de cuidado de cómo estamos concibiendo esto, pues fáclmente
podemos vernos a nosotros mismos como entes separados de toda
influencia (otro aspecto del falso ego) cuando en verdad deberíamos
comprender que tanto la así llamada personalidad material como la
identidad última que surje en el plano espiritual perfecto, son un
producto de determinadas influencias que nos han llevado hasta allí.
Así, nuestra identidad actual condicionada es un resultado del jiva-sakti
habiendo entrado en contacto con maya-sakti, y nuestra identidad final
espiritual será un resultado del jiva-sakti entrando en contacto con
svarupa-sakti: Si aislamos al jiva-sakti tanto de maya-sakti como de
svarupa-sakti, nos encontraremos en una especie de limbo (en ciertas
líneas conocido como nirvikalpa-samadhi, sayujya-mukti, etc.) en donde
no existiría posibilidad alguna de una personalidad o identidad, pese a
que de todas formas nuestra individualidad nos acompañe por siempre.
Como conclusión al tema, el alma (y su respectiva identidad) sólo puede
ser apropiadamente definida en términos de su potencialidad, pues eso
es lo que implica la palabra “tatastha”. Desde ya que esta no debería ser
una información que desanime a nadie ni que nos haga sentirnos
desprovistos de la identidad que creíamos que teníamos o algo por el
estilo, sino justamente más bien animarnos a comprender cuál es el
proceso adecuado a través del cual lograremos finalmente encontrarnos
a nosotros mismos en un vínculo eterno de amor divino con Sri Krishna
y sus íntimos asociados.

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