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CIENCIA, D°, TEORÍA Y CONCEPTOS JURÍDICOS

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Síntesis a partir del texto “INTRODUCCIÓN AL DERECHO”, Apuntes de clases,


del Prof. Alfredo Nazar Riquelme. Escuela de D°, U. de Chile, Santiago, diciembre
de 1967.

1. Surgimiento de las ciencias y el pensamiento científico.


La ciencia y el pensamiento científico surgen a partir de necesidades prácticas,
concretas, materiales, impuestas por el desenvolvimiento histórico de la Humanidad,
por ello su desarrollo, objetivos y características dependen de tales condiciones. Se
requirió una enorme y profunda revolución social, política y económica del mundo
europeo, para desencadenar un proceso cultural de dos caras: declive de las viejas
filosofías metafísicas y religiosas y ascenso de las ciencias naturales y sociales; proceso
articulado alrededor de la configuración del Estado Moderno Europeo, de la expansión
colonial del Occidente con sus hallazgos de nuevas tierras y del complejo cuanto
poderoso conjunto de circunstancias del que emerge el capitalismo. El pensamiento
científico desplaza la meditación filosófica metafísica como método para comprender
desde la teoría, los problemas que acucian al Hombre: la metafísica primitiva ignora
casi por completo la realidad fáctica del mundo, la ciencia surge de la actitud inversa: su
tarea consiste en aferrar el significado del mundo de los fenómenos, manipularlos,
predecir su curso y modificar el mundo de las cosas.

2. Objetividad.
El conocimiento científico o el producto de las ciencias, es objetivo,
metódicamente verificable, imparcial, independiente de actitudes emocionales, y
penetra directamente en su objeto, sin fantasías previas y al margen de todo interés que
no sea el de conocerlo y describirlo con rigurosa propiedad. Por ello, se excluyen las
supersticiones, los intereses personales y la persuasión ideológica.

3. Ideología, ética.
La eliminación de los problemas ideológicos y éticos del ámbito científico no
implica que ellos sean intrascendentes, que no tengan la importancia y, mucho menos,
que el hombre no deba afrontarlos, sino sólo que éstos, dada su naturaleza, no pueden
ser planteados ni resueltos con los procedimientos y controles de la ciencia, por lo que
deben formularse al margen de ella.

4. Lenguaje científico.
Se requiere con urgencia afinar y depurar el aparato conceptual; sustituir el
lenguaje vulgar, impreciso y poco riguroso, liberarse de las nociones y conceptos del
lenguaje filosófico-religioso, sobrecargado de implicancias morales, nociones
sugestivas, prejuicios místicos y fantasías. La necesidad de comprender cabalmente la
realidad conduce a reemplazar el aparato conceptual con el que se había mirado y
explicado antes el mundo. La preocupación por el rigor y la pureza de los conceptos que
la ciencia utiliza para describir su objeto, es inherente al proceso de constitución de esta
nueva forma de racionalidad. La creación del lenguaje científico trae consigo la tarea
de explicar el significado de los términos que lo integran: el lenguaje científico se crea a
través del proceso de definición de sus términos.

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5. Carácter sistemático de las teorías científicas.
Las teorías científicas y el conocimiento científico no son una mera recolección
de palabras bien definidas. El discurso de la ciencia es sistemático: no representa un
simple agregado de informaciones inconexas, sino un sistema de ideas conectadas
lógicamente entre sí, trata de explicar los elementos de un sector de la realidad
estableciendo las relaciones que hacen posible su integración en un todo dotado de
significado, sin contener inconsecuencias ni contradicciones. El carácter sistemático del
conocimiento científico –el hecho de estar coherentemente construido y ordenado, sin
fracturas lógicas ni semánticas-, es lo que lo hace racionalmente útil.

6. Nivel de abstracción de las teorías científicas.


Las teorías científicas son sistemas constituidos a un elevado nivel de
abstracción, esto es, sus conceptos son términos de referencia general, aluden a una
clase de fenómenos, situaciones y relaciones. La ciencia se construye con conceptos
referidos al género y a la clase de sujetos, no a uno específico, sino a todos los
incluidos por definición en dicho concepto. Los conceptos científicos son construidos al
nivel más alto de abstracción posible en la medida en que se refieren a aspectos
seleccionados o rasgos generales o esenciales del comportamiento y naturaleza del
sector de la realidad que es objeto de su indagación. Una teoría científica, en
consecuencia, representa un sistema de ideas o proposiciones conectadas lógicamente
entre sí, a través de las cuales cierto grupo de fenómenos son descritos, interpretados,
llevados a un nivel muy alto de generalización y unificados en un contexto coherente de
significado.

7. La definición científica.
Definir significa explicar el significado de los símbolos (palabras, figuras, etc.)
utilizados en un discurso científico. La definición es importantísima para el rigor de la
teoría, sea que se trate de palabras del lenguaje común usadas con un sentido preciso
dentro de la teoría, sea que se trate de términos nuevos, inventados por el teórico: las
ciencias de la naturaleza han acuñado sus propias terminologías especializadas,
utilizando cuando pueden el lenguaje matemático; en cambio las ciencias sociales, en
proceso aún de constitución, han desarrollado un lenguaje basado mayormente en el
léxico común o filosófico o de otras disciplinas, de todo lo cual no pueden resultar sino
equívocos y malos entendidos.

8. Carácter estipulativo de la definición científica: no es verdadera ni falsa.


Desde la perspectiva de la Lógica, se sostiene que las definiciones científicas son
definiciones “estipulativas”, esto es, que al definir sus términos, estipula, prescribe,
que dentro de su discurso, tendrán tal significado. Por ello, los conceptos científicos no
son verdaderos o falsos, sino que son proposiciones de usar una palabra con un
determinado sentido preciso: el que le confiere su definición y no con otro diverso. Se
puede aceptar o no la convención según si la definición es suficientemente clara,
ventajosa, fácil, etc., es decir, en la medida en que sea útil para fines operativos, pero no
puede decirse que sea falsa, pues su significado es convencional. No hay definiciones
verdaderas, sino definiciones más o menos convincentes, más o menos apropiadas en
función de la teoría en que ella se postula. Es decir, aceptaremos o no una determinada
definición, si, en su conjunto, la teoría a la cual pertenece es útil al fin de explicar lo que
intenta comprender racionalmente.

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9. Las definiciones científicas no son arbitrarias: se rechazan las teorías.
Las definiciones teóricas no son arbitrarias puesto que, a través de sus conceptos
científicos, se intenta caracterizar un sistema de fenómenos, aceptar o rechazar una
definición científica implica aceptar o rechazar la teoría en que dicha definición ha sido
propuesta. Por ello, una definición es sustituida por otra en tanto aumentan los
conocimientos y la comprensión teórica, es decir, de acuerdo al desarrollo del
pensamiento humano, se van reemplazando las anteriores formas de comprensión del
mundo, por teorías más perfectas. Por ello, no tiene sentido discutir definiciones
aisladas, y conceptos de una determinada teoría utilizando conceptos de otro contexto
teórico, creyendo que estas definiciones son las únicas “verdaderas”. Si el concepto es
útil, en algún sentido, no existe razón valedera para no servirse de él.

10. Caracteres de los conceptos científicos:


a) Carácter general o abstracto:
Los conceptos científicos, por lo común, carecen de correlato empírico, no
existe absolutamente nada en el mundo fáctico que corresponda exactamente a aquello
que designamos a través de ellos, de la manera como un animal preciso y concreto,
corresponde a la palabra vaca. Son conceptos clasificatorios que se construyen por la
abstracción de propiedades inherentes a diversos tipos de cosas, cualidades,
acontecimientos y procesos. A un grado elevado de abstracción, los conceptos no
designan cosas materiales, sino que representan las características comunes de una serie
de individuos o situaciones, que además pueden estar incluidos en otros conceptos
generales.

b) Carácter extensivo:
i. Es normal que los conceptos científicos no comprenden una, sino diversas
nociones, que pueden utilizarse con independencia unas de otras, dentro del mismo
contexto teórico, p.ej., el concepto derecho subjetivo incluye las nociones de simple
correlato de un deber jurídico; libertad jurídica y facultad precisa de poner en
movimiento el aparato jurisdiccional del sistema jurídico; ii. Algún grado de
imprecisión y ambigüedad es inherente al carácter siempre perfectible de todo
esquema científico, por lo que no debe extrañar si no es posible saber con rigurosa
precisión, en la extensión de qué concepto habremos de incluir éste o aquél caso más o
menos ambiguo; y, iii. Un mismo elemento puede incluirse, en la extensión de diversos
conceptos más generales sin contradicción alguna, p. ej., el concepto familia puede ser
incluido en los de “comunidad” y de “asociación”. Se trata sólo de una cuestión de
clasificación y conveniencia.

c) Carácter instrumental:
Los conceptos científicos son instrumentos que el científico crea para la
configuración de sus esquemas explicativos y que va corrigiendo con el transcurso del
tiempo, según lo requiera su teoría, y que no vacila en eliminar si se tornan innecesarios.
Incorporar el carácter instrumental de los conceptos científicos evita disputas estériles y
hace evidente la necesidad de depuración y perfeccionamiento permanente del lenguaje
científico.

d) En suma:
Carece por completo de sentido buscar “la realidad última e inmodificable” de
aquello que designa un concepto científico: en cuanto herramientas de explicación

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teórica, los conceptos científicos no encierran esencias inmodificables y son siempre
perfectibles por obra del progreso teórico.

11. La ciencia del derecho:


i. En la ciencia del derecho la situación es compleja, por cuanto, las propias leyes
complican el asunto. Lo normal sería que los preceptos legales tuviesen la forma de una
norma de conducta, redactados para conminar a la acción de las personas en un
determinado sentido, pero, el legislador prefiere expresarse como un teórico,
describiendo cómo suceden las cosas en un mundo aparte en que éstas nacen, se
modifican y mueren, es decir, predica respecto del mundo del ser y no del deber ser.
No manda que “el intérprete entenderá por ley la declaración de…”, sino que afirma,
“La ley es una declaración… etc.”; sostiene que “las obligaciones nacen y se extinguen
en tales y cuales condiciones”, o bien, que “sobre las cosas incorporales hay también
una especie de propiedad”, etc.,: las normas legales hablan como si fuera del mundo del
tiempo y del espacio en que producen los fenómenos reales, concretos, y que se
perciben por los sentidos, existiera un mundo jurídico, ideal, en el cual determinados
“hechos” hacen surgir “relaciones” con un “poder vinculante” para los hombres: la ley
suele hablar como si escribiera respecto de la estructura, propiedades y comportamiento
de ciertas cosas.
ii. Ello es grave, pues la teoría jurídica ha caído en la trampa de creer que las leyes
expresan lo que ciertas cosas son, o, de proceder como si lo fueran: así se explican
disputas relativas a la “naturaleza” del derecho subjetivo, o, si el derecho subjetivo
“precede o no lógicamente al derecho objetivo”, o, si la llamada “persona jurídica”
constituye o no “una ficción”, y, en general, todas aquellas disputas y teorías que giran
en torno a la “naturaleza última” de aquello que un concepto designa. Formularse tales
problemas implica suponer que las palabras son algo más que vehículos lingüísticos,
símbolos a través de cuyo significado convencional, describimos teóricamente eso que
denominamos realidad jurídica, que son algo así como “sustancias” cuya auténtica
estructura y naturaleza es preciso aferrar de una vez y para siempre.
iii. Por lo mismo, se debe insistir en que, cualquier concepto jurídico fundamental,
como cualquier concepto científico, presupone siempre un trasfondo muy complicado.
Ninguno de tales conceptos puede ser definido ni discutido sino en referencia a la
totalidad del sistema jurídico: cualquiera de tales conceptos implica y presupone una
actitud teórica en relación con el fenómeno jurídico considerado en su conjunto.

12.- Conclusiones:

“1°) La tarea de la ciencia jurídica consiste en proporcionar un esquema


teórico adecuado para comprender el mecanismo y funcionamiento del ordenamiento
jurídico.
2°) Una teoría científica representa un sistema de conceptos conectados
lógicamente entre sí, a través de los cuales cierto grupo de fenómenos son descritos,
interpretados, llevados a un nivel muy alto de generalización y presentados, enseguida,
en un contexto coherente de significado; en buenas cuentas, la teoría reproduce
conceptualmente la realidad y la torna sistemática y fácilmente comprensible.
3°) Los conceptos científicos son los vehículos lingüísticos a través de los
cuales el teórico reproduce la realidad abstrayendo y sistematizando las múltiples
propiedades que observa en los fenómenos aislados. Son pues, instrumentos suyos y no
sustancias misteriosas que posean una realidad propia o alguna forma de existencia,
fuera de nuestro entendimiento. Por lo mismo, el teórico ha de perfeccionar

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permanentemente su instrumental de conceptos, definiendo con propiedad las palabras
que utiliza, liberándose de términos ambiguos, imprecisos o dotados de fuerza
sugestiva. El progreso del pensamiento científico, de hecho ha impuesto el reemplazo de
teorías completas y la desaparición de respectivo arsenal de conceptos. Todo avance
científico conlleva la reformulación de los principales conceptos que utilizaba la ciencia
en el período precedente.
4°) Toda definición conceptual es, pues, estipulativa. La usaremos en la medida
en que aceptamos los términos en que aparece formulada. No es susceptible de ser
sometida a juicio de verdad o error, sino e conveniencia o inconveniencia. Además, la
crítica de un concepto científico ha de hacerse siempre en función del contexto teórico
en que funciona y no aisladamente.”

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