Вы находитесь на странице: 1из 12

El 23 de junio de 1912 nacía en Londres Alan Mathison Turing, un matemático que ha dejado

una profunda huella en la historia de la computación y la inteligencia artificial. Como


reconocimiento de sus importantes contribuciones científicas, y quizás también para reparar el
daño que se le infligió en vida, durante este año de su centenario se están celebrando actos
en todo el mundo para homenajearlo (la lista de celebraciones se puede ver aquí).

Algunas de las conmemoraciones más destacadas ya se han celebrado en lugares que


tuvieron una significación especial en su vida, como la universidad de Cambridge (donde
estudió y fue nombrado fellow), la universidad de Princeton (donde realizó la tesis doctoral
bajo la dirección de Alonzo Church), la universidad de Manchester (donde contribuyó al
desarrollo de los computadores digitales) y Bletchley Park (donde ayudó a descifrar el código
criptográfico Enigma durante la segunda guerra mundial).
Quizá la aportación más importante de Turing fue establecer un nexo entre la algorítmica
(procedimientos de cálculo) y los autómatas (dispositivos automáticos). En 1936, en un artículo
titulado “Sobre los números computables con aplicación al problema de la decidibilidad”, proponía
el dispositivo que se conoce como la máquina de Turing. Inspirada en el modo de proceder de los
calculistas humanos, consistía en una cinta infinita con casillas que podían registrar ceros y unos,
y una máquina de estados finitos (o cabezal) que podía avanzar o retroceder sobre la cinta y leer
dígitos o escribirlos según el estado en que se encontrara. Inicialmente cada máquina computaba

una única función, pero Turing se dio cuenta


de que el programa para calcular una función u otra se podía codificar en la misma cinta que los
datos de entrada, lo que dio lugar a la Máquina Universal de Turing, modelo teórico del computador
digital. Dicha Máquina Universal podía emular cualquier máquina de Turing al recibir como entrada
la codificación de una máquina particular al mismo tiempo que los datos. Al almacenar el programa
en el mismo formato que los datos, quedaban delimitados los papeles que iban a desempeñar
el hardware (de propósito general) y el software (tanto de sistema como de aplicaciones) en la
informática actual.

No terminan aquí las implicaciones del artículo de Turing, ya que, como su título indica, las ideas
expuestas tienen incidencia sobre el problema de la decidibilidad. Dicho problema, planteado por
Hilbert en 1928, es el de la existencia de un método general y completo de razonamiento que,
dado un enunciado en lógica de primer orden, determine en un número finito de pasos si el
enunciado es cierto o falso. La inexistencia de tal método se deriva de la indecidibilidad del llamado
“problema de la parada”, a saber, no se puede diseñar un procedimiento que, dados una máquina
de Turing y unos datos de entrada, diga si la máquina parará después de un número finito de
pasos (la demostración rigurosa de la indecibilidad se basa en una diagonalización similar a la
realizada por Gödel en la prueba de su teorema de incompletitud). Esencialmente el argumento se
sustenta en una paradoja que admite multitud de formas, entre ellas, la famosa “paradoja del
mentiroso” en que la afirmación “esta frase es mentira” no puede ser considerada ni cierta ni falsa.
Si con la Máquina Universal, Alan Turing probaba que no era posible
mecanizar un método de razonamiento general y completo, es lógico que se preguntara si era
posible por lo menos emular la inteligencia humana. Como fruto de dicha inquietud, en 1950
publicó otro artículo titulado “Máquinas de computar e inteligencia”, donde propuso el célebre test
de Turing. Viene a decir que un computador será inteligente cuando, en una conversación por
escrito con un humano, éste no pueda discernir si se está comunicando con una persona o con
una máquina. El test ha propiciado mucha investigación para alcanzar este grado de inteligencia
artificial, así como también ha inspirado algunos relatos de ciencia-ficción.

Pero ha sido la contribución de Turing a descifrar el código Enigma


la que ha dado lugar a más obras literarias y cinematográficas. Destacamos la película “Breaking
the code” rodada por Hugh Whitemore en 1996, y, sobre todo, la novela “Cryptonomicon” de Neal
Stephenson, publicada en 1999, que en su versión castellana en Ediciones B fue dividida en tres
volúmenes, el primero de los cuales llevaba por título precisamente “El código Enigma”.

Alan Turing murió relativamente joven, un par de semanas antes de cumplir 42 años, tras ingerir
una manzana envenenada con cianuro. Se supone que se suicidó, aunque no dejó ningún escrito
que lo confirmara, presuntamente para que su madre pudiera seguir pensando que se trató de un
descuido. Dos años antes, descubierta su homosexualidad accidentalmente por la policía, fue
obligado a escoger entre la cárcel o la castración química, y optó por la segunda. Esto convirtió su
vida en una pesadilla e hizo mucho daño a su reputación como científico dificultando su
investigación.

Se han escrito muchos libros sobre sus contribuciones a la teoría de la computación y también
algunas biografías. Recomiendo “Alan Turing: The Enigma” de Andrew Hodges, Random House,
segunda edición, 1992.

En definitiva, Alan Turing fue un científico singular que ha tenido una gran influencia en la historia
de la informática y cuya prematura muerte probablemente nos privó de otras importantes
contribuciones. Su trabajo constituye, sin duda, un eslabón destacado en la cadena de
investigaciones conducentes a la aparición del computador digital. En mi opinión, se le ha escogido
como estandarte para homenajear también a los muchos otros científicos que contribuyeron en
mayor o menor medida a dicha cadena, desde Leibniz, con su sueño de un procedimiento
universal de razonamiento, pasando por Babagge y Lovelace, los ya citados Hilbert y Gödel, y muy
especialmente los colaboradores y coetáneos de Turing, como von Neumann, Newman, Eckert,
Mauchly, Kleene, Church y Post, así como tantos otros investigadores sin cuyo concurso hoy el
mundo no sería tan digital como es. A todos ellos, nuestro más sincero reconocimiento.

http://blogs.elpais.com/turing/2012/07/turing-el-nacimiento-del-hombre-1912-la-maquina-1936-
y-el-test-1950.html
El 1 de septiembre de 1939 Alemania invadió Polonia, dando comienzo a lo que luego se
convertiría en la guerra más devastadora que ha conocido la humanidad. En ese momento,
el matemático y genio Alan Turing ya estaba trabajando para el Government Code &
Cypher School (GC&CS), el Servicio de Inteligencia británico. Un año antes había
empezado con ellos su tarea a tiempo parcial, que desde el principio estuvo centrada en
descifrar el código secreto que Alemania utilizaba para sus comunicaciones militares,
llamado Enigma.

En los años previos a la guerra, la inestabilidad sacude a Europa, que ve cómo Hitler invade
uno a uno los países de su entorno. Para el entonces Imperio Británico está claro que el
principal enemigo es Alemania y contra ella se concentran sus esfuerzos de
inteligencia. Cuando Turing entra a trabajar para el GC&CS como criptoanalista
tiene 26 años, pero sostiene un abultado currículum científico a sus espaldas. Ha estudiado
en el King’s College de Cambridge y obtuvo el doctorado por la Universidad de Princeton,
donde ha profundizado en criptología. Además ha publicado textos sobre computación que
serán el germen del ordenador moderno.

Descifrando Enigma
La máquina Enigma utilizada por la mayor parte de las comunicaciones alemanas durante
la guerra tenía un funcionamiento complejo. Se basaba en cinco rotores que variaban cada
vez que se pulsaba una tecla, de manera que cada letra del alfabeto ofrecía un número
altísimo de posibilidades. El Ejército alemán complicaba más las cosas cambiando la
posición de los rotores una vez al mes. Los mandos alemanes de la época veían a Enigma
como indescifrable.

Poco antes del estallido de la guerra, el GC&CS británico se reunió con el Servicio de
Inteligencia polaco, que también estaba intentando desentrañar el código Enigma. A partir
de la información recibida, Turing empieza a trabajar con otro enfoque, mejorando el
método polaco. Su tarea, junto a la de otros criptoanalistas de perfiles variados, se llevaba a
cabo en la mansión de Bletchley Park, situada en el condado de Buckinghamshire, en plena
campiña inglesa, donde llegaron a trabajar hasta 10.000 personas.

En tres meses desde que recibiera las informaciones del Servicio polaco, Turing fue capaz
de descifrar el código alemán. No era suficiente, había que hacerlo de forma rápida,
automatizar el proceso. Para ello el matemático diseñó junto a su colega de Cambridge,
Gordon Welchman, su propia máquina para contrarrestar la potencia de Enigma, la
llamada ‘bomba’. El sistema se servía de análisis matemáticos para determinar cuáles eran
las posiciones más factibles de los rotores, para que se pudieran probar lo antes posible.

Las máquinas se empezaron a construir en fábrica y entraron en funcionamiento en la


primavera de 1940. Durante los meses de verano, jugaron un papel determinante
descifrando los mensajes de la fuerza aérea alemana, que atacó instalaciones militares y
ciudades por toda Gran Bretaña. En Bletchley Park un ejército de ‘bombas’ trabajaba en la
retaguardia inglesa para ayudar a la supervivencia de la nación. En 1943 las ‘bombas’ ya
descifraban un total de 84.000 mensajes de Enigma al mes.

Pero los mensajes más importantes para Gran Bretaña eran los que enviaban los
submarinos alemanes, que operaban en el Atlántico Norte, y éstos utilizaban un sistema
Enigma con una mayor seguridad.

El Enigma naval: un nuevo reto


Tras la conquista de Francia, en el verano de 1940 Gran Bretaña se quedó sola en Europa
ante Hitler. El país necesitaba importar más de un millón de toneladas de distintos
materiales cada semana para poder seguir combatiendo en la guerra. Lo hacía a través de su
marina mercante y posteriormente (a partir del acuerdo de Préstamo y Arriendo, en marzo
de 1941) mediante los convoyes que salían desde Estados Unidos. Pero los U-
Boot alemanes causaban estragos hundiendo buques que contenían cargamentos enteros.

Las comunicaciones que utilizaban los submarinos alemanes se basaban en una


máquina Enigma que tenía ocho rotores en lugar de cinco. Las posibles combinaciones
aumentaban exponencialmente respecto al código anterior, el que abarcaban las ‘bombas’.
Turing se centró en la variante naval y, tras la captura de unos documentos alemanes, en los
que estaban anotadas las claves para el mes de febrero de 1941, el matemático y su equipo
pudieron reconstruir el sistema usado por los alemanes.

Con la ayuda de nuevos documentos, los investigadores del barracón 8, cuyos trabajos
Turing dirigía, descifraron el Enigma de los submarinos alemanes. Para que las ‘bombas’
funcionaran con este código, Turing desarrolló una técnica estadística que permitía
conocer la identidad de cada rotor en la máquina cifradora, antes de aplicar su propia
máquina descifradora al mensaje.

Cuando en febrero de 1942 los U-Boot complicaron su sistema de transmisiones, en


Bletchey Park tuvieron que empezar el trabajo de nuevo. Independientemente del número
de rotores que conformaban las máquinas Enigma, en cada comunicación sólo se usaban
tres de ellos. La marina alemana comenzó a utilizar uno más en cada mensaje; en total,
cuatro. El quebradero de cabeza duró hasta diciembre de 1942, cuando se volvió a descifrar
el código.

No hay más que echar un vistazo a las estadísticas de la Batalla del Atlántico para
comprobar la importancia que tenía conocer el código que cifraba los mensajes de los
submarinos alemanes. Aunque las cifras varían de unos autores a otros, en lo que sí están de
acuerdo es que del año 1940 a 1941 las pérdidas de buques aliados se habían reducido,
mientras que en 1942 volvieron a aumentar y lo hicieron de forma aguda. Precisamente
entre febrero de 1942 y diciembre de ese mismo año es cuando los aliados operaron a
ciegas en el Atlántico, mientras en Bletchley Park se afanaban por descifrar la modificación
en el código.
Esta estadística refleja la variación anual en los hundimientos, medidos en función de la capacidad volumétrica de los
barcos.

En el libro Hitler's U-Boat War: The Hunted: 1942-1945, su autor, Clay Blair, habla de 520
buques aliados o neutrales hundidos por los submarinos en 1940; en 1941 pasan a ser 457.
Pero en el año 1942 son 1.155 las embarcaciones que se hundieron, mientras que al año
siguiente la cifra se rebaja de nuevo a 452 hundimientos. Si bien estos números se deben en
parte a la expansión del sonar y a la mayor protección de los convoyes, no se puede negar
el mérito al Servicio de Inteligencia británico.

Consultor de criptoanálisis en Bletchley Park


Turing efectuó un viaje a Estados Unidos, con el fin de compartir información sobre
criptoanálisis, del que regresó en marzo de 1943. A partir de ese momento pasará de dirigir
el equipo del barracón 8 a ser consultor general para el área de criptoanálisis de Bletchley
Park. Su actividad deja de ser tan frenética. El objetivo ahora es la máquina Lorenz
SZ40/42, que conectaba a Hitler y al alto mando del ejército en Berlín con los generales del
frente.

Los analistas que trabajaron para desentrañar el funcionamiento de Lorenz, apodada


‘Tunny’, se inspiraron en la teoría estadística elaborada por Turing para descifrar el
Enigma naval. A partir de un mensaje enviado dos veces sin cambiar la clave, se pudo
reconstruir una de estas máquinas y toda esta información se usó para fabricar uno de los
primeros ordenadores de la historia, Colossus, que empezó a descifrar industrialmente los
códigos de ‘Tunny’.

Todos estos esfuerzos permitieron interceptar informaciones vitales y conocer decisiones


estratégicas a las que los aliados pudieron anticiparse. Los integrantes del Estado Mayor
alemán se quedaron estupefactos cuando después de la guerra se enteraron de que sus
comunicaciones secretas –incluyendo las referentes a todo tipo de operaciones militares–
habían sido interceptadas y descifradas constantemente.

Algunos historiadores estiman que las informaciones descifradas acortaron la guerra en


dos años. Ciertas comunicaciones demostraron que los alemanes confiaban en muchos de
los agentes doble que los aliados habían infiltrado en el espionaje alemán (Abwehr), con lo
que resultó más fácil llevar a cabo misiones de contraespionaje.

En el Mediterráneo los británicos pudieron hundir la mitad de los barcos que iban a
abastecer a las fuerzas alemanas e italianas del norte de África. Incluso en el frente Este la
Unión Soviética confirmó los planes que tenía Alemania para atacar la zona de Kursk
mediante un agente en Bletchley Park, así el Ejército Rojo pudo prepararse a conciencia
para la mayor batalla de tanques que se ha librado en la historia. Días antes del desembarco
de Normandía, unos mensajes descifrados confirmaron que los alemanes seguían
equivocados al creer en una invasión a través del paso de Calais.

http://www.eldiario.es/turing/criptografia/alan-turing-enigma-codigo_0_226078042.html

http://www.elconfidencial.com/tecnologia/2015-06-29/codigo-enigma-nazis-turing_907580/

http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/04/150413_turing_manusc
rito_am
Un ejército de hasta 10.000 personas luchó contra esta singular
máquina de escribir en plena Segunda Guerra Mundial. Sólo el
tiempo y las ideas de un genio como Alan Turing hicieron que el
trabajo realizado en Bletchley Park (el cuartel general
del Government Code & Cypher School, perteneciente al servicio de
inteligencia británico) fuera tan útil como para adelantar el fin de la
contienda bélica en dos años.

Desde entonces han pasado siete décadas. Enigma, la máquina


utilizada por la Alemania nazi para cifrar las comunicaciones, es ya
un sistema obsoleto. En 1940, Turing inventó junto a Gordon
Welchman, y gracias al trabajo previo de un grupo de criptógrafos
polacos, la máquina capaz de contrarrestar su retorcido
funcionamiento.
A pesar de ello, aún hay mensajes alemanes desperdigados por
Europa que traen de cabeza a los criptógrafos del siglo XXI. Con el
sinfín de herramientas informáticas que tienen a su alcance,
¿cuánto tardarían en romper el código Enigma?
Todo depende
“Depende de varias cosas: la longitud del mensaje, la calidad del
texto cifrado, el método utilizado, la suerte...” Así explica
a Teknautas Dan Girard, uno de los responsables del
proyecto Breaking German Navy Ciphers, que la velocidad a la
hora de descifrar no es algo que varíe exclusivamente en función de
las características de un ordenador. La complejidad del sistema de
cifrado sigue siendo el principal problema.

Las distintas posiciones de


los rotores y el cableado del
panel frontal de la máquina
generan trillones de
combinaciones posibles
Así, la solución real más eficaz (y rápida) sigue siendo la ideada por
Turing en 1940: la Bomba. La diferencia es que ahora la máquina no
parece un armario empotrado, sino que es tan solo un software que
simula el invento de Turing.
Michael Hörenberg es el padre del citado proyecto Breaking German
Navy Ciphers, que nació en 2012 para descifrar una serie de
mensajes codificados con la versión más compleja de Enigma, la
M4. Él mismo nos explica que sigue habiendo tres formas de
descodificar un mensaje cifrado con la máquina: “Con la clave, algo
que es difícil de conseguir; teniendo un trozo de texto ya descifrado
y utilizando la Bomba de Turing; o con algoritmos estadísticos a
partir del texto cifrado únicamente”.
Con su software, Hörenberg logró desvelar el primer mensaje en
solo cinco horas y media. Tuvo suerte: aquellos textos iniciales
fueron encontrados en un submarino U-534 junto a una parte del
mensaje descifrado. A partir de ahí, y siguiendo la mecánica ideada
por Turing, el programa se encargó de todo.

Fuerza bruta
La endiablada mecánica del sistema nazi sigue poniendo las cosas
muy difíciles a los criptógrafos en pleno siglo XXI. Las distintas
posiciones de los rotores (cuatro en el caso de M4), el cableado del
panel frontal de la máquina y la mezcla de ambos elementos
generan trillones de combinaciones posibles. Los alemanes
empleaban una diferente cada día del mes.
La solución real más eficaz (y
rápida) sigue siendo la ideada
por Turing en 1940: la Bomba.
La diferencia es que ahora es
tan solo un 'software'
Sin disponer de esa clave o de una parte del texto descifrado, solo
hay una forma de averiguar qué se esconde tras el código: tirar de
lo que Hörenberg y Girard denominan “fuerza bruta” (ir probando
una a una las trillones de posibilidades que conlleva el
funcionamiento de Enigma).
El esfuerzo es titánico hasta para una máquina de 2015. Hönenberg
confirma que un ordenador actual podría tardar años en repasar
todas las combinaciones. No obstante, Dan y Michael han logrado
encontrar ciertos atajos que, a golpe de algoritmos y estadística,
reducen el tiempo que un ordenador necesita para hallar la solución.
Sin embargo, “un mensaje de M3 de la misma longitud tardaría unas
cien veces menos”, explica Girard.
Además de no suponer un ahorro real de tiempo, este método tiene
un problema. “Al usar atajos para reducir el trabajo también
reducimos la precisión”, aclara Hönenberg. De esta forma, ir
probando las combinaciones más probables desde el punto de vista
estadístico podría terminar en un callejón sin salida.

Un superordenador en casa
Más eficiente resulta el método utilizado por Enigma@home, una
iniciativa nacida en 2006 para desvelar el contenido de tres
mensajes cifrados en 1942. Este proyecto se basa en la informática
distribuida y “es el único que puede romper Enigma M4 en una
cantidad aceptable de tiempo solo a partir de texto cifrado”, admite
Hönenberg.

Un ordenador moderno podría


necesitar años para descifrar
el código, aunque existen
atajos más rápidos y menos
exactos
Los usuarios que quieran tomar parte solo tienen que instalar
el software Enigma@home y ceder el tiempo de inactividad de su
ordenador a un servidor común, que divide las tareas en unidades
de trabajo pequeñas y las reparte entre todos los participantes.
La suma de las capacidades de un ejército de ordenadores
modernos permite disponer de una suerte de superordenador
virtual, que acelera el trabajo y reduce considerablemente el tiempo:
el software de Enigma@home, instalado en unos cien ordenadores
entregados a la causa las 24 horas del día, sería capaz de dar con
la solución en solo cuatro jornadas.
Por supuesto, todo sería mucho más sencillo si se conociera de
antemano la clave utilizada por los nazis el día en que el mensaje
fue cifrado, pero ¿dónde quedaría la diversión? La realidad es bien
distinta: Enigma sigue poniendo en aprietos incluso a los
ordenadores actuales, que solo haciendo causa común son capaces
de dar una respuesta rápida y fiable a un enigma con más de 70
años de antigüedad.
Este lunes fue subastado en más de US$1 millón un manuscrito cuya historia es tan
espectacular como la del genio que lo escribió hace más de 70 años.

El documento es obra de Alan Turing, el científico británico considerado padre de la informática y


visionario de la inteligencia artificial.
Turing, cuya vida fue recientemente tema de la película The Imitation Game, El Código Enigma,
descifró el lenguaje secreto utilizado por los nazis y contribuyó según historiadores a nada menos
que acortar la Segunda Guerra Mundial.

Pero sus contribuciones brillantes y su patriotismo no lo salvaron de la sociedad opresiva en la


que vivía.

Sentenciado por "atentado contra la moral pública" por su homosexualidad, Turing recibió de las
autoridades judiciales: la cárcel o la castración química con inyecciones de estrógeno.
se suicidó.

Dos años después de la condena, en 1954, el matemático fue hallado muerto junto a una manzana
mordisqueada y embebida en cianuro.

La teoría más aceptada es la del suicidio, pero familiares y amigos sostuvieron una y otra vez que
pudo haber sido un accidente.

Turing había dejado en su testamento documentos a su amigo y también matemático Robin Gandy,
entre los que se encontraba el manuscrito.

En 1977 Gandy donó los documentos de Turing a los archivos de King's College en la Universidad
de Cambridge. Pero mantuvo en su poder hasta su muerte en 1995 el cuaderno casi desconocido
del genio británico que es subastado ahora en Nueva York.

La casa Bonhams que realiza la subasta dijo que el vendedor quiso permanecer anónimo.

Sueños

El cuaderno tenía hojas en blanco, e increíblemente, Gandy las usó para sus propias anotaciones.
Su psiquiatra le había pedido que escribiera sus sueños y Gandy eligió hacerlo en las páginas del
mismo cuaderno de Turing.

En el comienzo de su diario personal Gandy escribió: "Parece un camuflaje adecuado escribir entre
estas notas de Alan, posiblemente es algo un tanto siniestro; es una figura paterna algunos de
cuyos pensamientos he heredado completamente".

El manuscrito de Turing data de 1942, cuando el matemático había sido reclutado por los servicios
de seguridad para trabajar en Bletchey Park, el centro donde se realizaban los trabajos para
descifrar los códigos utilizados por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

En una de las anotaciones del cuadreno Turing reflexiona sobre una notación compleja de cálculo.

"¡Me resulta extremadamente difícil entender la notación de Leibniz, a pesar de ser la que mejor
comprendí en otra oportunidad! Ciertamente implica que hay una relación entre x e y, eg. y(igual
a)x2+3x"
Espía brillante

El manustricto revela como Turing "siempre estuvo comprometido y dedicado al libre


pensamiento en matemática pura", según el historiador Alan Hodges, autor del libro "Alan Turing:
el enigma".

Fue esa inigualable capacidad de pensamiento abstracto que permitió a Turing ser el más brillante
de los espías.

Turing permitió descifrar los códigos secretos de la máquina Enigma, con la que la marina de
Alemania enviaba a sus submarinos mensajes para interceptar los convoyes de abastecimiento que
Estados Unidos enviaba a Inglaterra.

Turing utilizó en su trabajo conceptos de inteligencia artificial y diseñó un computador


electromecánico para simular las posibles combinaciones de letras de Enigma.

Inteligencia artificial

Tras la guerra, en una época sin chips ni transistores, Turing diseñó las bases de una máquina
programable que podía resolver operaciones.

El matemático ideó un lenguaje de programación con el que se podía simular todos los pasos que
puede ejecutar una máquina siendo el primero en dar una noción precisa de lo que es un
algoritmo.

Turing fue un visionario, que estableció además el primer modelo teórico de inteligencia artificial
en las máquinas.

Desarrolló el llamado test de Turing, que permite probar la existencia de inteligencia en una
máquina.

"Una computadora puede ser llamada inteligente si logra engañar a una persona haciéndola creer
que es un humano", escribió.

Perdón
de clases cuando hubo huelga de trenes.

Recién en 2009, el entonces primer ministro británico Gordon Brown reconoció que Turing había
sido tratado en forma "atroz".

En 2013, casi 60 años después de su suicidio, el científico recibió el perdón real de la Reina Isabel
II.

Los expertos en Turing esperan que el manuscrito ahora subastado no permanezca escondido otra
vez durante décadas, sino que pueda ser estudiado en busca de pistas para comprender mejor la
mente y la personalidad del matemático.

La vida del hombre que tanto aportó con su brillantez y tan poco recibió a cambio sigue generando
tanta admiración como interrogantes.

Вам также может понравиться