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TEORÍA DE LA

MODERNIZACIÓN
Docente: Lic. Leticia Lazo
Integrantes de Grupo: Azurduy Ana Rosa
Bautista Yamil
Sánchez Cárdenas José Justiniano
Sandoval Amelia

22 DE MARZO DE 2018
SUCRE BOLIVIA

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1. Modernidad y Posmodernidad
En términos de tiempo y espacio, el concepto de conocimiento se analiza con los cambios de la modernidad a la
posmodernidad. Se considera el inicio de la modernidad con la Ilustración francesa en el siglo XVIII hasta finalizada
la Segunda Guerra Mundial, lo que significó el auge del pensamiento racional, el materialismo, el cientifismo, el
progreso, la superación, la crítica, la vanguardia, la naturaleza y la realidad social como objeto de conocimiento
objetivo, y de la ideología frente a la teología. Hubo una transición del concepto medieval de percepción por el
moderno concepto de conocimiento objetivo.

En la modernidad predominan las teorías de Newton, Descartes, Bacon, Locke, Humé y otros. Se planteó como un
espacio de progresiva transparencia, y como espacio de un proyecto de emancipación. La modernidad es
entendida o caracterizada como efecto de superación crítica.

Es en este contexto que la posición ideológica de Kant destaca, al mencionar irónicamente como facultades
superiores a la teología, la jurisprudencia y a la medicina, dejando a la filosofía como una facultad inferior. Como
explicación de esta jerarquización Kant entra a la discusión de los dos fines contrapuestos respecto al
conocimiento. Afirma que al gobierno no le interesa el saber por el saber mismo, sino por los resultados y no tiene
como preocupación la verdad, ni la necesita, le basta ejercer la autoridad para que las ciencias se sometan a
determinados estatutos.

La filosofía para Kant (en ese tono irónico) cae en el rango de una facultad inferior, ya que no contribuye a los fines
prácticos inmediatos. “La razón se mueve aquí libremente y por su cuenta, sin sujeción alguna a las órdenes del
gobierno, pero a cambio de ello se halla condenada a la más completa ineficiencia y tiene que resignarse a no
ejercer influencia alguna sobre la marcha de los negocios…La facultad de la filosofía queda, completamente al
margen del círculo de los que mandan y los que obedecen” … la lucha de la razón científica contra el poder y
contra la tradición”

El tránsito hacia la posmodernidad planteó un giro de esa objetividad, racionalidad y cognoscibilidad añadiendo
que nada es ajeno a su proceso ni a su tiempo, por lo que nada es totalmente objetivable, ni se construye en el
rechazo de una idea incognoscible. La verdad ya no es real, objetiva y total como plantearon, desde ámbitos
diferentes, Heisenberg, Berson, Freud, Srödinger, Levi-Strauss, Susurre, Ortega y Gasset, Nietzsche y otros, por lo
que la realidad no es fija, cognoscible y objetivable sino más bien es un constructo por segmentos. Esta
conformación han sido los iniciadores de la postmodernidad definida, delimitada y conformada por: Habermas,
Baudraillard, Vattimo y otros. Abarca un rechazo de lo moderno como lo único valioso, infundiendo nuevos valores
estéticos, culturales, sociales y económicos.

La posmodernidad se construye en el nuevo universo tecnológico y de la información mundial, así el tránsito del
concepto tradicional de conocimiento se ha visto inmerso en el procesamiento de la información electrónica. Todo
ello encuentra espacio en el total asentamiento del conocimiento artificial, lo que significa el surgimiento de un
nuevo paradigma en el ámbito las ciencias socioeconómicas.

La posmodernidad tecnológica surge con la idea de que la técnica predomina sobre la ciencia, y en concreto de las
tecnologías de la información electrónica, que posibilitan la transmisión de una visión global tanto de la
experiencia, la cultura y de la historia.

2. Modernidad vs Posmodernidad
Vivimos en una época que pasará sin duda a la historia como un puente entre climas culturales diferentes: una
transición que está ocurriendo en Occidente mucho más de prisa.

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La transformación del mundo en una aldea global pone en contacto realidades socioculturales sensiblemente
diferentes, lo que provoca ulteriores conflictos.

Las de modernidad y posmodernidad son dos categorías recapituladoras e interpretativas de la cultura y de las
praxis occidentales, esenciales para avanzar en el camino de la problemática ética de nuestro tiempo.

2.1. LA MODERNIDAD:
Por modernidad se entiende la civilización occidental como se impone a partir del Renacimiento en adelante y que
culmina con la Ilustración del siglo XVIII. Sus características principales han sido el capitalismo, el racionalismo, el
individualismo, la civilización urbana, el progreso científico y tecnológico, la secularización.

Son muchas las teorías explicativas de la modernidad; considerada como el fruto de la transición de la sociedad
militar a la industrial, del estadio religioso al científico positivo, de la tradición a la racionalidad, de la visión cíclica
del mundo a la histórica.

La modernidad es, en consecuencia, más una categoría cualitativa que cronológica: esta es la visión del mundo que
ha caracterizado al Occidente moderno en su percepción de la realidad, en la construcción de sus ideales, en su
desarrollo teórico, ético, social, político.

La modernidad, se convierte en un concepto filosófico y sociológico, que puede definirse como


el proyecto de imponer la razón como norma trascendental a la sociedad. Se trata de un proceso
de carácter global -de una realidad distinta a las precedentes etapas históricas- en la que lo
económico, lo social, lo político y lo cultural se interrelacionan
La modernidad se caracterizó por la racionalización de la existencia, tanto es así que llegó
a hablarse de la razón como si fuera una diosa. Este pensamiento fue marcado por el
surgimiento de grandes ensueños sociales, políticos, económicos, culturales,
tecnológicos, industriales, etc.

2.2. POSMODERIDAD:
Luego de echarles un vistazo a los criterios de varios estudiosos sobre tema, nos queda adentrarnos de algún
modo en el mundo de lo que es la postmodernidad y conocer desde su surgimiento hasta cuáles son sus
características, las de sus protagonistas y sus expresiones. De modo que la postmodernidad surge a partir del
momento en que la humanidad empezó a tener conciencia de que ya no era válido el proyecto moderno; está
basada en el desencanto. El término postmodernismo admite una era a la que precedió el modernismo. Las
distintas corrientes del movimiento postmoderno aparecieron a lo largo del tercio central del siglo XX.
La postmodernidad va a recoger todo el camino creado y pensado por el hombre en la época moderna. El fin de la
modernidad al parecer es entendido por Lyotard y otros autores como la radicalización o la crítica de los
valores superiores de la modernidad y su idea de la verdad. La postmodernidad es el tiempo del yo ("del yo antes
que él todos") y del intimismo. Tras la pérdida de confianza de los proyectos de transformación de la sociedad, solo

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cabe concentrar todas las fuerzas en la realización personal. Hoy es posible vivir sin ideales lo importante es
conseguir un trabajo adecuado conservarse joven, conservar la salud, etc.

El individuo postmoderno conoce que su ambiente es muy complicado y fuerte, el cual no acepta, pero considera
que él puede incidir en su mejoramiento; sin embargo, vive su vida disfrutando lo mejor que puede. La
individualidad posmodernista le concede mayor relevancia a los sentimientos que a la razón; rechaza los ideales de
los modernistas. De ahí que él sólo atienda las concepciones múltiples y contradictorias entre sí. Los postmodernos
tienen experiencia de un mundo duro que no aceptan, pero no tienen esperanza de poder mejorarlo. Estos,
convencidos de que no existen posibilidades de cambiar la sociedad, han decidido disfrutar al menos del presente
con una actitud despreocupada; obedece a lógicas múltiples y contradictorias entre sí. En lugar de un yo común lo
que aparece es una pluralidad de personajes.

Las personas posmodernas, sometidas a una avalancha de informaciones y estímulos difíciles de organizar y
estructurar, está en un incierto vaivén de ideas, no se aferran a nada, no tienen certezas absolutas, nada le
sorprende, y sus opiniones pueden modificarse de un instante a otro. Debido a la falta de confianza en la razón hay
una pérdida de preocupación por la realización colectiva, y resalta un interés por la realización de uno mismo. Esto
se observa en el retorno a lo religioso: hay un "boom" de lo sobrenatural y de las ciencias ocultas
(quiromancia, astrología, videncia, cartas astrales, cábalas, etc.).

En la postmodernidad, a diferencia de la modernidad, no hay prejuicio en aceptar explicaciones por más


irracionales que sean. Además de un retorno de lo irracional, también retorna Dios.

Un modelo de sociedad postmodernista sería una conformada por infinidad de micro colectividades heterogéneas
entre sí, pero fundamentalmente es caracterizada porque en ella el hombre es producto de un proceso natural
de evolución, que puede explicarse mediante la razón científica sin recurrir a fuerzas ajenas a ese proceso y
además el proceso de desarrollo evolutivo se desencadena por el mecanismo de la competencia y esta genera el
progreso no solo de la especie humana en un entorno hostil, en el que sobrevivirá el más fuerte, sino del individuo
humano, ya constituido de ese ámbito hostil de la especie de la que forma parte.

El postmodernismo se muestra como una filosofía de la historia que proclama precisamente el fin de la historia y
de la filosofía. El presente se absolutiza y el futuro desaparece llegando a incluso a ser impensado en las nuevas
condiciones por lo que la linealidad y la racionalidad de la historia moderna se convierten en inoperantes, junto
con la idea de progreso. La historia deja de ser vista como un proceso unitario y se difumina en múltiples relatos
narrados por cada individuo a partir de su propia vivencia y con igual grado de validez.

El ataque a la universalidad se convierte en proclamación de la diferencia y de la tolerancia como única vía de


mantener la armonía. El conocimiento no es ya el resultado de una apropiación social que hace el hombre del
mundo a través de su interacción con él, sino que es sustituido por
conocimientos o saberes individuales igualmente válidos. De esta forma
la ciencia desaparece como meta-relato, como conjunto de
conocimientos objetivos sobre el mundo. La verdad deja de tener un
carácter social en virtud de la apropiación individual del mundo.

El postmodernismo, en su intento por romper todos los universales


enarbolados por la modernidad, termina por convertirse él mismo en
una universalización que absolutiza las diferencias haciendo así imposible
pensar en la historia y el progreso social tal y como fueron concebidos
anteriormente.

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2.3. ¿Qué es la Posmodernidad?
La Posmodernidad es el movimiento cultural, literario, filosófico y artístico que se impuso entre las décadas de
1970 y 1980, como oposición al movimiento moderno, criticando la formalidad, la racionalidad y en busca de una
nueva expresión que presta especial atención a las formas y no a los convencionalismos.

La palabra clave de la Posmodernidad es la Reestructuración, mayormente en el ámbito artístico, pero también


expandiéndose hacia lo social y cultural. Pese a ser considerada una era bien definida, la Posmodernidad también
se caracteriza por su falta de ideologías definidas.

La Modernidad se caracterizaba por la racionalidad, la uniformidad, la organización y el considerar que existe una
única verdad absoluta. En cambio, el posmodernismo promulga la aceptación de un estado emocional e intuitivo
presente en todos los seres humanos, la diversidad y posibilidad de que todos pensemos diferente, la existencia
del caos y conflictos como un estado viable y permitible, y la aceptación que no existen verdades absolutas con
blancos y negros, sino cientos de grises y matices.

En el posmodernismo están presentes la Globalización y la aparición de Internet, los cuales hacen una ruptura de
calidad en la vida de las personas y los negocios. Se convierte en un medio fundamental que habilita un sin
número de oportunidades para que la personas se relacionen e interactúan, desde el punto de vista social y de los
negocios, fomentando el emprendimiento.

2.4. Características de la Posmodernidad


2.1.1. El hombre posmoderno 2.1.7. El lenguaje
2.1.2. Vivir el hoy 2.1.8. El consumismo
2.1.3. Diferencia entre modernidad y 2.1.9. La justicia y el ambientalismo
posmodernidad 2.1.10. La liberación personal
2.1.4. La atención en lo efímero 2.1.11. Relatividad
2.1.5. La religión y la espiritualidad 2.1.12. Pragmatismo
2.1.6. El cuestionamiento 2.1.13. Subjetividad

2.1.1.El hombre posmoderno


El hombre posmoderno se define desilusionado, alejado de la ilusión de su progreso, y entregado al consumo
instantáneo como búsqueda de placer y satisfacción. Los medios son los principales transmisores de cultura, sin un
enfoque específico. Busca vivir el hoy, concentra su atención en el aspecto físico y no en su intelecto, y es la época
de nacimiento de la atención del interés del hombre común por la tecnología y la innovación.

2.1.2.Vivir el hoy
En la Posmodernidad se desvanecen tanto las creencias de utopías y la fascinación por el futuro (que se toma
incierto y desesperanzado), así como la atención por el pasado y la historia. El principal foco de atención está en el
presente, en el hoy, lejos del cultivo personal o cultural.

2.1.3.Diferencia entre modernidad y posmodernidad


La Posmodernidad nace como crítica y rechazo a
la modernidad, considerando que esta falló en
su intención de establecer linealidad. Se deja
atrás la búsqueda de unificar el parecer
(pensamiento, expresión), y se abre la conducta
apática, desconectada del mundo a su
alrededor, centrada en el avance personal y en
el propio progreso.

Cuadro comparativo con las diferencias.

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2.1.4.La atención en lo efímero
Por decirlo de algún modo, este período se caracteriza por una falta de enfoque en el sentido tradicional. En rasgos
generales:

 Se privilegian las formas por sobre el contenido: el canal del mensaje es más importante que su
significado.
 Aparece la idolatría de las figuras públicas y a los medios masivos de comunicación.
 La atención está en las no-estructuras:
o Lo híbrido y la fusión, en reemplazo de la pureza y la linealidad.
o La cultura popular en reemplazo de lo académico y de lo científico.
o La narrativa en reemplazo de la información histórica y fáctica.

2.1.5.La religión y la espiritualidad


En la Posmodernidad los valores y prácticas de la religión, la creencia, la fe y la espiritualidad dejan de ser
relevantes. El hombre posmoderno se inclina a favor del pluralismo, de la diversidad, de la satisfacción inmediata, y
convierte a su cuerpo (y no su intelecto) como herramienta para lograr esas metas.

2.1.6.El cuestionamiento
La Posmodernidad se caracteriza por rebelarse contra lo estandarizado y el conformismo. El cuestionamiento es
una clave fundamental, que se expresa en los ámbitos histórico, científico, literario, religioso y hasta artístico.

2.1.7.El lenguaje
El lenguaje en la Posmodernidad se define como la clave de la verdad. Se utiliza para modelar el pensamiento,
contextualizar la realidad, y se aplica a partir de puntos de vista y no como un medio universal e incuestionable. El
lenguaje explica la realidad que se experimenta e interpreta, de acuerdo al propio parecer.

2.1.8.El consumismo
En la Posmodernidad el foco del poder se centra en la industria del consumo. Los medios de comunicación y las
grandes corporaciones pasan a ser las modificadoras constantes de la economía y del mercado, y sus
representantes toman más importancia que las ideologías a las que representan.

2.1.9.La justicia y el ambientalismo


Paradójicamente, en la Posmodernidad también aparecen fuertes movimientos de protección del medio ambiente,
la concientización por especies y sitios en peligro de extinción, las campañas globales, y la protesta por las
injusticias sufridas por los sectores más carenciados:

 En 1978 se conforma Greenpeace como entidad global.


 En 1985 se crea la “USA for África Fundación”, con 45 artistas que presentaron al mundo la famosa canción
“We are the world”.
 En la década de 1980 las multinacionales Pepsi y Coca Cola lanzaron millonarias y agresivas campañas
publicitarias, dando lugar a la llamada “Guerra de las Cocas” y modificando para siempre la escena
publicitaria y comercial.

2.1.10. La liberación personal


En una época notoriamente carente de visión al futuro, el único objetivo personal parece ser la liberación
ideológica, corporal, comunicacional y existencial. Algunos cambios significativos incluyen la aceptación social del
misticismo, de los movimientos nacidos por género e identidad, y de las modas eclécticas.

2.1.11. Relatividad
Nos encontramos en una época en donde todo es Relativo, se asume como cierto que cada quien desarrolle su
propia Realidad. Las Verdades no son absolutas sino relativas, a las circunstancias, creencias, estilos, países,

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culturas, generaciones. Se desconfía que la Razón y el Pensamiento sean la única alternativa para la toma de
decisiones, dando cabida a las emociones, la inteligencia emocional y la intuición, como herramientas válidas.

2.1.12. Pragmatismo
La Filosofía y las corrientes filosóficas se transmutan en el Pragmatismo, donde ya nadie se va a hacer matar por
una ideología o extremismo absurdo. La Realidad es que no existe el Absoluto ni el Totalitarismo. En vez de ello, se
promulga el aceptar la convivencia de diferentes puntos de vista, los cuales pueden coexistir sin problema, y
contradecirse si fuera necesario, sin rasgarse las vestiduras.

2.1.13. Subjetividad
En el pasado se asumía como regla general que el bien general debía primar sobre el de los individuos. Hoy en día
se enaltece el esfuerzo individual y se reconoce el valor de la subjetividad. Si antes se decía que “la excepción
confirmaba la regla”, ahora ya no es válida esta presunción, y por el contrario un pensamiento individual diferente
debe ser tenido en cuenta así no corresponda a la mayoría.

3. La modernidad cultura y la modernización de la sociedad


3.1. La modernidad cultural:
la modernidad es una categoría que hace referencia a los procesos sociales e históricos que tiene su origen en
europea occidental a partir de la emergencia ocasionada desde el renacimiento. Esta ocasionada directamente con
la consolidación del capitalismo en aquella región. El movimiento propone que cada ciudadano tenga sus metas
según su propia voluntad. Esta se alcanza de una manera lógica y racional, es decir sistemáticamente dándole
sentido a la vida. Por cuestiones de manejo político y de poder se trata de imponer la lógica de la razón, negándose
a la práctica los valores tradicionales o impuestos por la autoridad.

La modernidad es un periodo que principalmente antepone la razón sobre la religión se crean instituciones
estatales que buscan que el control social este limitado por una constitución y la vez se garantiza y protegen las
libertades y derechos de todos como ciudadanos. Surgen nuevas clases sociales que permiten la ´prosperidad de
ciertos grupos poblacionales y de la marginalidad de otro.

3.2. La modernización de la sociedad:


El proceso de modernización puede definirse ya como la aplicación, total o parcial, de la ciencia y tecnología a las
diversas esferas (económica, administrativa, defensiva, educativa, cultural, etcétera) de la vida social de un Estado-
nación en el contexto internacional. Pero la aplicación, en proporciones y amplitud crecientes, de las innovaciones
científicas y tecnológicas sólo tendrá efecto en una sociedad si sus miembros son receptivos a ellas. Es decir, si son
asimiladas por quienes proponen o imponen (Gobierno, elites nacionales),

La modernidad promueve transformación en la organización de las naciones. Se secularizaron los estados para dar
paso al poder republicano.

Moderno se opone también a tradicional. En este sentido, se refiere a algo cualitativamente superior respecto a
una situación anterior. Desde este punto de vista, la modernización, como proceso de cambio social en la época
contemporánea, sustituiría a la idea ochocentista de progreso incorporada al vocabulario de los pensadores de la
época, herederos de la Ilustración, de marxistas y revolucionarios.

La idea de progreso llevaba subyacente el supuesto de que el hombre tiende por naturaleza a buscar su mayor
perfectibilidad y felicidad. Se presuponía también que los hombres harían recto uso de las fuerzas que el
incremento de conocimientos y métodos científicos ponía a su disposición. A finales de 1940, la utilización de
avances tecnológicos con fines destructivos rebate definitivamente estos supuestos. Las implicaciones éticas de la

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idea de progreso dejan paso a criterios más objetivos, como eficacia y racionalidad. Paulatinamente deja de
mencionarse la palabra progreso para hablar de modernización.

4. Sociedad Industrial y sociedad tradicional


4.1. Sociedad industrial:
El término sociológico e historiográfico con el que se refiere a las sociedades con estructura social moderna esta
estructura se desarrolló en los países occidentales en los que se llevó a cabo la revolución industrial a partir de la
transformación de la previa sociedad preindustrial o pre moderna o agraria también puede definirse generalmente
como una sociedad de masas. La evolución posterior permite a algunos autores. Las aperturas de nuevos sectores,
explotación de nuevos recursos naturales y sobre todo se ve mayor conexión con la economía mundial

4.2. Sociedad tradicional:


Estado arcaico de los conocimientos científicos y técnicos economía agropecuaria rudimentaria con reducida
productividad, estructura en torno a relaciones de parentesco (familia, linaje, clan) y comunitarias, costumbres y
normas que limitan la iniciativa movilidad social restringida. Estancamiento, conservadurismo.

organizaciones política conservadora, basada en la creencia religiosas o valores tradicionales, generalmente con un
sentido patrimonial del gobierno y de la administración; organización nacional inexistente o incipiente, con fuertes
tensiones entre el poder central y los poderes locales; carencia de desarrollo científico tecnológico autónomo,
económico predominante rural, con un alto nivel de pobreza general y una alta concentración de la riqueza en
pocas manos ; analfabetismo.

5. Análisis de la transición
Según una gran diversidad de autores, se puede observar cómo los símbolos de la modernidad y las orientaciones
reflexivas vigentes han encontrado sus límites explicativos en la propia realidad, y han terminado siendo parte de
las contradicciones y tensiones en las que transcurre la vida social. Ante la necesidad de asumir nuevos desafíos
teóricos, muchos intelectuales realizaron un esfuerzo por despojar al pensamiento posmoderno del carácter
superficial y pragmático con el que ha sido usualmente evaluado. Así, la posmodernidad alumbra algunas zonas
que la racionalidad había descartado como parte del binomio progreso/riesgo de las sociedades y de los
individuos. En un mundo fragmentado como el actual, la experiencia derivada tiende a la diversidad y al
pluralismo, aunque no necesariamente a la tolerancia. El “sentir” a la otredad como riesgo implica que las pasiones
son partes indisolubles de las reflexiones que se realizan sobre el mundo.

Otro aspecto que muestra la discusión sobre la posmodernidad es que la globalización de las instituciones y de los
sistemas comunicacionales electrónicos introduce una transformación del espacio y tiempo que impacta de
manera decisiva en las formas de experimentar la vida personal y sociocultural. El efecto es, según Baudrillard, una
implosión de todos los límites, el desdibujamiento de las distinciones (pasado-presente, apariencia-realidad, entre
otras). Desentrañar el sentido de la posmodernidad abre paso a otra forma de comprender los cambios ocurridos
en el sistema-mundo, en las sociedades nacionales y en los sujetos.

Tomando a la globalidad como horizonte reflexivo (Beck 1998), podemos aproximarnos a entender la manera
ambivalente como se ha recibido la posmodernidad en América Latina. Su recepción se sitúa en tres momentos,
relacionados con las ciencias sociales: el primero, la década de los ochenta del siglo XX, la etapa del rechazo; el
segundo, la década de los noventa, cuando los acontecimientos político-sociales en distintos países del continente
llevan la reflexión y el análisis a esquemas interpretativos propios del pensamiento posfundamento; y el momento
actual, en el que la posmodernidad como explicación ya ha cobrado legitimidad en el debate intelectual.

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Algunos opositores a la posmodernidad, antes que reflexionarlo lo han considerado como la comparsa ideológica
del neoliberalismo económico, y como el sustento del conservadurismo autoritario. Esta postura fue la dominante
en la primera fase —principios de los ochenta— cuando en distintas naciones de la región la profunda crisis
económica había activado una serie de movilizaciones políticas y sociales con un signo claramente emancipatorio
de las bases de los relatos del iluminismo: Justicia, Libertad, Progreso. Sin embargo, considero que hay un principio
que mantiene toda su vigencia, y quizás más que antes, me refiero al concepto de Fraternidad. Como ha advertido
Norberto Bobbio, falta una teorización cabal sobre el tema, pues abundan las reflexiones sobre la Libertad y la
Igualdad, pero escasean sobre la Fraternidad. Me parece que desde ella se abre una puerta para entender
justamente la diversidad humana, y la posibilidad de pensar en una nueva vida en común.

Pareciera que esta reacción en diversos sectores de la intelligentsia latinoamericana correspondía a la disociación
existente entre modernidad ilustrada y modernización salvaje. El resultado, se pensaba, es que América Latina —
en su singularidad— no había completado el ciclo de desarrollo del proyecto/relato de la modernidad y, en esa
medida, no podía encontrarse inmersa en una fase distinta del desarrollo sociocultural del mundo. Esta forma de
bordar alrededor del pensamiento posfundamento no solo derivaba de la historia concreta de la región, sino
también de la pérdida de terreno del marxismo determinista que se había convertido en refugio reflexivo para
algunos sectores de la intelectualidad latinoamericana.

“La sustracción de un suelo donde se desplegaba comodona la intelectualidad bien pensante” (Escalante 1988)
condujo a una reacción con tintes de visceral respecto del potencial explicativo de la posmodernidad. Se trataba
también de una crisis de los saberes construidos en las ciencias sociales latinoamericanas: el paradigma de la lucha
de clases, de la revolución, del conflicto y la dependencia como ejes articuladores de la narración sobre el
desarrollo de la región; todos ellos presentes y activos en la década perdida por la crisis y la inestabilidad política y
social que se vivía en varias naciones. Esta postura queda muy bien descrita en el cierre de un coloquio sobre la
posmodernidad realizado en México en 1988. En él, Pablo González Casanova señalaba que, desde la perspectiva
del pensamiento, el posmodernismo no tenía nada que aportar puesto que constituía una de las formas, quizá la
más astuta, de la ideología reaganiana. Lo que viniera de ella no podía sino constituir una justificación ideológica
del nuevo conservadurismo.

En un clima de desencantamiento del mundo, que no se traducía necesariamente en conservadurismo, la reacción


de la intelectualidad remitía más a su disgusto frente a la decreciente potencia explicativa del marxismo
dogmático, desde el cual leían los procesos socioculturales, que a un proceso de conservatismo en expansión.
Parte de la discusión académica y política en los ochenta se cobijaba en el potencial revolucionario —supuesto o
real— de sectores sociales emergentes, los cuales, al abrigo de la profunda crisis económica, desplegaban
estrategias de movilización social y política en demanda de la salvaguarda o reconocimiento de derechos, así como
del mejoramiento de la calidad de vida. Si bien el contexto latinoamericano exigía la construcción de nuevos
agentes del cambio social y político, el problema seguía centrado en la lógica de lucha de clases y del cambio
estructural.

Aun cuando esta postura había sido dominante entre la intelectualidad latinoamericana, no todos los análisis y
manifestaciones intelectuales sobre la posmodernidad tenían este sesgo. En un encuentro de especialistas en
ciencias sociales convocado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), la reflexión sobre el
posmodernismo servía para repensar tanto el lugar de la modernidad en América Latina como las características
modernas y ambivalentes de la región (Calderón 1988). En las intervenciones de varios de los especialistas se
llegaba a la conclusión de que la posmodernidad abría caminos de reflexión hasta entonces ignorados o
desechados (la cultura, la fragmentación, la diferencia, la identidad) por un marxismo dogmático y un
conservatismo ortodoxo que veían en esas manifestaciones socioculturales una puerta para el caos (los segundos)
y para el refuerzo de la alienación (los primeros).

Otros especialistas aprovecharon la crisis explicativa del marxismo para explorar las manifestaciones
socioculturales más allá del paradigma clasista. Encuentran en América Latina procesos de hibridación cultural
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(García Canclini 1989) o un proceso combinado de desmadre y modernidad, denominado dismothernism (Bartra,
en Lomnitz 1998). Pero no fue sino hasta la mitad de la década de los noventa que hubo un fuerte giro en el
pensamiento latinoamericano en pro de la incorporación de algunas categorías de la posmodernidad para explicar
un nuevo ciclo de movilizaciones sociopolíticas, que no solo utilizaban estrategias novedosas de lucha (por
ejemplo, la guerrilla zapatista) sino que también hacían saltar por los aires el teleologismo del conflicto social.

6. Transición en América Latina


La apertura del pensamiento latinoamericano a la posmodernidad ha sido ambivalente y dificultosa. Hoy ya no es
una moda intelectual, ha sido despojada de su halo alienador para convertirse en una estrategia —entre otras— de
comprensión y descripción del acaecer de la región y de su inserción en el sistema-mundo (López Soria 2007).

En este contexto cobra relevancia la relación entre fragmentación política, reivindicación de la identidad (étnica o
sociocultural) y construcción de nuevos espacios públicos (ampliación de derechos y autonomías). Se modifican los
objetos de análisis: de los debates sobre el orden y la integración se pasa al orden y la integración gracias a la
diferencia y la particularidad. Entre ambos polos existe todo un conjunto de claroscuros que expresan la riqueza
tensional de la posmodernidad.

En el escenario intelectual descrito se ubica la propuesta de entendimiento de la posmodernidad de Lechner.


Diferenciándose de las posturas marxistas y funcionalistas que tenían en común desechar la centralidad del
individuo y las subjetividades que porta, buscará abrir en los intersticios del debate latinoamericano espacios
reflexivos que permitan entender —y debatir— la experiencia posmoderna con una mirada antropocentrista. En su
momento quizás no fue entendida a cabalidad su propuesta, pero ahora, luego de las crisis de los relatos únicos, es
buena ocasión para re-visitar sus reflexiones.

Lechner define a la posmodernidad como un “clima” en el que se manifiesta “cierto desencanto con la
modernidad” (1995:155), y la modernidad, según fue definida por Max Weber, es “el desencantamiento del
mundo” (con respecto a la mirada religiosa que primaba sobre él), en ese sentido, la posmodernidad vendría a ser
el desencanto del desencanto. Como otros autores, Lechner considera que América Latina nace bajo el signo de la
modernidad por medio del encuentro con el mundo occidental en el siglo XVI que, además, implica un encuentro
con “ese otro” indígena. En consecuencia, cambia la carta geográfica y los mapas mentales simultáneamente.
América Latina se ubica en el origen de la modernidad y, al mismo tiempo, se constituye gracias a ella.

Acompañando a la secularización de la vida social, la modernidad también implica una secularización de la política,
la cual debe cumplir, a pesar de ser una experiencia parcial de la vida social, el papel de construir una comunidad
por sobre la pluralidad y diversidad de intereses. ¿Cómo se puede hacer para que la diversidad se concilie con la
unidad? Es un tema que la representatividad de la democracia ha tratado de resolver, pero sin olvidar que la
identidad que ella produce nunca puede ser definitiva y estática.

La lectura histórica cumple en este momento su parte al tratar de legitimar un pasado, una historia y, por lo tanto,
una identidad “única y lineal” que remata en una identidad ficticia y falsamente homogenizada a través de los
siglos. La encarnación institucional de esta forma de leer el pasado es el Estado nacional: “En este caso, la
comunidad es definida exclusivamente por su oposición a otras naciones. Lo distinto es lo extranjero. En
consecuencia, una identidad nacionalista enfoca las diferencias fundamentales como una división (internacional)
de amigo y enemigo” (1995:161).

El posmodernismo —continúa Lechner— es sinónimo de escepticismo y desconfianza, especialmente de los


discursos omnicomprensivos, de las teorías totalizadoras. Y, al mismo tiempo, la mirada posmodernista es
relativista en cuanto a la funcionalidad de la norma; prefiere la vida. En cierto sentido, la crítica posmoderna se
asemeja a la anarquista: resalta la complejidad de nuestras sociedades, pero no provee los instrumentos para
trabajarla. Por otro lado, si bien la modernidad exploraba en la tensión entre diferenciación y unificación, la

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posmodernidad ve tal diferenciación como ruptura o escisión, ergo, la posmodernidad rompe con la modernidad
en tanto rechaza la referencia a la totalidad.

Si bien siempre todo desencanto tiene dos caras —pérdida de la ilusión y resignificación de la realidad—, el
desencanto posmoderno tiene su aspecto positivo en destacar la heterogeneidad. Pero lo fundamental es que la
idea de heterogeneidad nos debe llevar a pensar nuestra idea de comunidad: ¿la heterogeneidad la obstaculiza o
puede contribuir a su realización? Quizás el problema radique, dice Lechner, en la concepción que hemos estado
manejando de comunidad, y del consenso que subyace a ella. Políticamente, el malentendido se traduce en las
dictaduras que buscaron imponer una unidad orgánica a la realidad diversa y plural. Precisamente, el
reconocimiento de lo diverso es la contribución de lo que Lechner llama “clima posmoderno” (1995:164).

Sin embargo, el posmodernismo, aun cuando es beneficioso en cuanto al reconocimiento de la pluralidad, queda
incompleto cuando debe pensar el tema de la institucionalización de los colectivos, en palabras del propio Lechner.
Más aún, el desencanto posmoderno parece ser equivalente a rechazo al Estado (nuevamente su parecido con el
anarquismo). Para Lechner el quid del asunto “no es tanto la razón en su tradición iluminista como la identificación
de la razón con la racionalidad formal” (1995:167-168). Este tipo de racionalidad es el que ha imbuido a la práctica
política, llevando a equívocos, pues tal como se lleva a cabo es incapaz de representar a la sociedad en su
conjunto. En otras palabras, la molestia es, específicamente, con la política racional-formal (1995:168) que no
puede producir una identidad colectiva. De tal manera que la posmodernidad no es opositora a la modernidad en
sí, sino a un tipo de modernidad; el desencanto posmoderno es con relación tanto al proceso de racionalización de
la modernidad, que es la modernización, como a su estilo “gerencial-tecnocrático” (1995:170). Resumiendo lo
hasta aquí expuesto, Lechner destaca las dos tareas que deja la posmodernidad: “1) ... repensar el proyecto de la
modernidad y para ello, 2) hacer hincapié en la articulación de las diferencias sociales” (1995:172).

Otra expresión del desencanto posmoderno es la pérdida de fe en el progreso, continúa Lechner, cuya confianza
pretérita implicaba la posibilidad de estructurar un futuro abierto, libre de las ataduras mágico-religiosas: es el
proceso de secularización. Justamente, el posmodernismo presupone el agotamiento de la secularización; la
permanente innovación de la sociedad es tal que ya rutinizó el progreso vaciándolo de contenido. Este nuevo
contexto encuentra su principal determinación en lo cultural más que en lo político (la caída del bloque socialista
debe ser entendida en esa clave), y es el posmodernismo el que expresa dicho estado de ánimo, “denunciando al
progreso como una ilusión” (1995:174). Como resultado inmediato, el desencanto posmoderno desemboca en un
eterno “elogio del presente”, otorgándole una “dignidad propia” (1995:174). El peligro radica en que, si bien cierta
pérdida de ilusiones puede ser benéfica, pues estimula la creatividad de lo plural, también puede significar la
pérdida de sentido. La posmodernidad refleja, pues, una “crisis de proyecto”: “La llamada posmodernidad
expresaría entonces no sólo un desmoronamiento de la idea de futuro, sino aun de la historia misma. En el fondo,
habría comenzado la ‘pos-historia’ (A. Gehlen)” (1995:175). Nos dejamos arrebatar los sueños para seguir el
proceso aparentemente natural de los hechos: “Este sentimiento de precariedad y desconcierto aparece
tematizado bajo el nombre de posmodernidad” (1995:176). Así, pues, el futuro ya no es visto como redención,
como se le vio en la modernidad. Ahí aparece la política que, por su posibilidad redentora, se la vio como una
sustituta de la fe religiosa, pero ahora tampoco cumple esa función, pues nuestra concepción del futuro debe ser
modificada; ¿hacia dónde? Es lo que puede ayudar a pensar el desencanto posmoderno, según Lechner,
contribuyendo a “renovar el impulso crítico y reformador de la modernidad” (1995:179).

Esta es la posición de Lechner frente a lo que llama “desencanto posmoderno”. Como se puede apreciar, es mucho
más cauto en sus críticas y comentarios que otros autores radicales en sus cuestionamientos, pues no le niega de
manera absoluta al pensamiento posmoderno capacidad explicativa en cuanto a la realidad latinoamericana se
refiere; tampoco lo identifica con el neoliberalismo ni con el autoritarismo conservador. Por el contrario, Lechner
busca establecer un diálogo con los postulados posmodernos de cara con los procesos de nuestros países. Sin
embargo, y a pesar de esta postura abierta, Lechner se ubica firmemente en el proyecto moderno o, al menos, en

1
un tipo de modernidad diferente al racional-formal, es decir, en uno democrático y atento a las subjetividades de
los individuos y colectividades.

El pensamiento posmoderno tensa hasta sus límites el universo reflexivo producido desde los inicios de la
modernidad, por tanto, obliga a repensar ciertas preocupaciones de larga data. Especialmente, el problema del
sujeto y de la comunidad.

El acudir a la obra de Norbert Lechner ha sido relevante para poner sobre la mesa de discusión algunos elementos
explicativos del proceso de reflexión dado en nuestros países. Hoy, luego de bajar la temperatura a los debates
iniciales sobre la posmodernidad —cargados de tintes ideológicos que se superponían a la discusión propiamente
intelectual— es posible dirigir una mirada diferente al debate. Tomando en cuenta los principales puntos de vista
sostenidos en las páginas anteriores, quisiera dejar explícitos cuatro elementos fundamentales en torno a la
posmodernidad.

1. La posmodernidad coloca el acento en la crisis de la Razón instrumental como articuladora única


(hegemónica) del proceso de apropiación del mundo natural y de explicación del mundo social. Frente
al razonamiento diádico y excluyente, la posmodernidad introduce el principio de ambivalencia y de
inconmesurabilidad del mundo. Bajo estas premisas, la Razón deviene un articulador discursivo más,
en horizonte de opciones posibles para sujetos y actores. Al mismo tiempo, este desencanto abre
cauces, como señala Lechner, para pensar la pluralidad y ponderar la creatividad e imaginación social y
culturalmente hablando.
2. La posmodernidad construye un discurso que critica los holismos científicos, sociales y culturales para
permitir la emergencia de una suerte de pluralismo reflejado en las retóricas y políticas de la identidad,
de la diferencia y del derecho a tener derechos, que va configurando la formación de un humanismo
“de lo otro” como contenido ético básico de la sociedad global. La limitación de la mirada
posmodernista consiste, según Lechner, en que no da salidas en el terreno de lo político-institucional;
no permite pensar el problema del orden y de la vida colectiva. En este sentido, la democracia tiene
como uno de sus más importantes retos representar tal diversidad. El Estado-nación pierde la
consistencia que antaño se le otorgó, por ello es necesario repensar un nuevo formato político-
institucional, más aún en el tiempo de la globalización, en donde las fronteras que separan lo propio y
lo ajeno se vuelven más difusas.
3. Frente al carácter coactivo de la Razón, la ley y la ciencia en la modernidad, el pensamiento
posmoderno, sin renunciar a la importancia de esas narrativas, otorga un rol más activo a individuos y
actores sociales al relevar el carácter reflexivo y situado de sus interpretaciones e intervenciones sobre
lo que sucede en el mundo. La noción de sociedad global del riesgo designa con claridad la tensión
derivada de la sociedad programada y los riesgos que han sido construidos a través de ella. La
posmodernidad da cuenta de las mutaciones en la cognitividad, en la racionalidad, así como en la
acción de individuos, actores sociales y políticos, e instituciones frente a problemas que antes eran de
los expertos y que hoy imputan a todos. El problema consiste en cómo articular la explosión de
identidades y prácticas en una realidad fragmentada con un orden social y político. En este aspecto,
Lechner emparenta el posmodernismo con el anarquismo, pues ambos ofrecen herramientas para el
cuestionamiento de lo dado pero no para la construcción de la vida en común.
4. Al destacar el carácter pluralmente irreductible, contingente y fragmentado del mundo, el pensamiento
posfundamento ha realimentado la reflexión sobre la diversidad, lo marginal o lo irracional como
partes del rompecabezas comprensivo del mundo. La posmodernidad, como horizonte reflexivo, revela
el carácter horizontal de las redes de conceptos que configuran nuestros marcos comprensivos del
mundo. Aquí se encuentra uno de los aspectos más fecundos de la obra de Lechner: la revaloración de
las subjetividades para la reflexión. El mundo no es solo materialidad, también se nutre de
expectativas, sentimientos, pasiones y valores de los sujetos. La esperanza de construir una vida buena
o mejor está presente activamente en la acción de los individuos y de los sentidos que le otorgan. La

1
diferencia con la fe anterior es que ese futuro ya no está pre-escrito, sino que permanece abierto y se
construye gracias a la acción humana. La historia, muy lejos de lo que afirma Francis Fukuyama (1992),
no ha llegado a su fin.
5. Un punto final al que deseo referirme es al papel de los intelectuales. Como sabemos, la legitimidad
social que alcanzó el sujeto de ideas como oráculo, guía o faro de la sociedad hoy está erosionada. La
importancia que asumió estaba en relación directa con el Estado-nacional, y de este modo se constituía
en la encarnación espiritual del “pueblo”, de la identidad nacional. Pero ahora, cuando precisamente
esa estructura institucional está en crisis, el papel del intelectual debe ser re-pensado, también por los
mismos intelectuales. Si antes reflexionaba sobre la pretendida homogeneidad —como realidad o
como aspiración—, en la actualidad el pensamiento debe erigirse sobre la heterogeneidad y, desde
ella, edificar sus propuestas de socialidad, de constitución de la vida en común.

7. Grados de desarrollo estratificación y movilidad social en


América Latina
El tema de la estratificación y la movilidad social en América Latina. Incrementar el conocimiento en esta área es
vital para el desarrollo institucional y el diseño y puesta en práctica de políticas públicas que permitan reducir la
“transmisión intergeneracional de la desigualdad” en la región, en aras del bienestar de las personas y de los
hogares relativamente más desaventajados y de un mejor acceso de estos sectores a las oportunidades del
desarrollo. El proceso de modernización implica la transición de sociedades tradicionales –en las que la posición
social se asigna por criterios adscriptivos basados en el origen familiar– a sociedades de tipo meritocrático,
caracterizadas por el predominio de los “méritos”, las capacidades, los logros de los candidatos respecto de las
posiciones laborales disponibles y, sobre todo, de los cargos más exigentes, mejor recompensados y de mayor
estatus.

La igualdad de acceso a los beneficios y oportunidades del desarrollo se logra cuando todos o una amplia mayoría
de los miembros de la sociedad tienen acceso a una educación de alta calidad, cuando existe competencia por las
posiciones ocupacionales y se respetan criterios universalistas de selección, en virtud de los cuales todos reciben el
mismo trato. Las sociedades que han conseguido ampliar la igualdad de acceso a los beneficios y las
oportunidades del desarrollo son también más igualitarias y se encuentran, en definitiva, en mejores condiciones
de aprovechar su capital humano. Por lo mismo, para el logro de un desarrollo sostenido en el tiempo y cuyos
frutos se distribuyan equitativamente, es preciso poner fin a la inercia en la transmisión de desigualdades que se
produce en las sociedades latinoamericanas como consecuencia del estrecho vínculo existente entre el hogar de
origen, el sistema educativo y el mercado laboral.

Lo anterior exige promover la movilidad social, es decir, dinamizar la sociedad mediante políticas públicas y
medidas institucionales que pro-muevan el acceso a oportunidades en forma independiente de las condiciones de
origen de los individuos y los hogares. La movilidad es un factor de integración y cohesión social, porque crea
sentimientos de adhesión a la sociedad, así como también otorga oportunidades vitales. América Latina presenta
problemas en este campo. Los estudios muestran que solo dos de cada cuatro jóvenes urbanos y uno de cada
cuatro jóvenes rurales tuvieron movilidad educacional, lo que no representa un avance respecto de lo observado
desde 1980. Esto acentúa la importancia del análisis de los cambios en la estratificación y en la movilidad social
ocurridos en los últimos 20 años, cambios que han estado signados por modificaciones estructurales derivadas del
proceso de globalización. Con este estudio, la CEPAL reitera su interés en aspectos esenciales del desarrollo social
que no pueden desligarse de las opciones del desarrollo económico, últimamente condicionados por la urgencia
derivada de las crisis, de la necesidad de luchar contra la pobreza y de lograr la recuperación del crecimiento.

1
La investigación y la publicación de este estudio contó con el apoyo del gobierno alemán a través de la Sociedad
Alemana de Cooperación Técnica, GTZ, en el marco del proyecto “Desarrollo y equidad social en América Latina y
el Caribe” (GER/01/031).

BIBLIOGRAFÍA
Fuente: https://www.caracteristicas.co/posmodernidad/#ixzz59TgYi3Pf
https://personal.us.es/jhernan/uploads/images/ATGPCE/ATGPE,%205.pdf

Beck, Ulrich (1998), ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización,
Paidós, Barcelona
Calderón, Fernando (comp.) (1988), Imágenes desconocidas. La modernidad en la encrucijada
posmoderna, Clacso, Santiago
Escalante, Evodio (1988), “El marxismo en la época de la posmodernidad”, en Topodrilo núm. 3, otoño, México
Fukuyama, Francis (1992), El fin de la historia y el último hombre, Editorial Planeta, Madrid
García Canclini, Néstor (1989), Culturas híbridas, Conaculta, México
Lechner, Norbert -----[1988] (1990), “Ese desencanto llamado posmoderno”, en Los patios interiores de la
democracia. Subjetividad y política, FCE, México, segunda edición -----(1985), Estado y política en América
Latina, Siglo XXI, México
López Soria, José Ignacio (2007), Adiós a Mariátegui, Editorial del Congreso de la República, Lima

1
Tabla de contenido
1. Modernidad y Posmodernidad............................................................................................................................1
2. Modernidad vs Posmodernidad...........................................................................................................................1
2.1. LA MODERNIDAD:........................................................................................................................................2
2.2. POSMODERIDAD:.........................................................................................................................................2
2.3. ¿Qué es la Posmodernidad?........................................................................................................................3
2.4. Características de la Posmodernidad...........................................................................................................4
2.1.1. El hombre posmoderno.......................................................................................................................4
2.1.2. Vivir el hoy...........................................................................................................................................4
2.1.3. Diferencia entre modernidad y posmodernidad..................................................................................4
2.1.4. La atención en lo efímero.....................................................................................................................5
2.1.5. La religión y la espiritualidad................................................................................................................5
2.1.6. El cuestionamiento..............................................................................................................................5
2.1.7. El lenguaje............................................................................................................................................5
2.1.8. El consumismo.....................................................................................................................................5
2.1.9. La justicia y el ambientalismo..............................................................................................................5
2.1.10. La liberación personal..........................................................................................................................5
2.1.11. Relatividad...........................................................................................................................................5
2.1.12. Pragmatismo........................................................................................................................................6
2.1.13. Subjetividad.........................................................................................................................................6
3. La modernidad cultura y la modernización de la sociedad..................................................................................6
3.1. La modernidad cultural:...............................................................................................................................6
3.2. La modernización de la sociedad:................................................................................................................6
4. Sociedad Industrial y sociedad tradicional...........................................................................................................7
4.1. Sociedad industrial:.....................................................................................................................................7
4.2. Sociedad tradicional:...................................................................................................................................7
5. Análisis de la transición.......................................................................................................................................7
6. Transición en América Latina...............................................................................................................................9
7. Grados de desarrollo estratificación y movilidad social en América Latina........................................................12
BIBLIOGRAFÍA............................................................................................................................................................13

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