Вы находитесь на странице: 1из 5

CAPITULO 17 – CARACTEROPATIAS Y CUADROS FRONTERIZOS EN LA

ADOLESCENCIA

Por identificación el yo reconstruye dentro de sí el objeto externo sexual o gratificador y


se ofrece como tal al ello. Estas identificaciones entran dentro del proceso de desarrollo
de la estructura psíquica y forman el carácter.

Los procesos de identificación permiten estructurar un yo capaz de tolerar las situaciones


de duelo y de espera, por un básico sentimiento de confianza. En cambio, las malas
experiencias infantiles estructuran un yo “empobrecido” y “desconfiado” dado que
quedan incorporadas como aspectos rechazados dentro de la totalidad constitutiva del yo
a fin de que la ansiedad frecuente de estos “objetos” introyectados sea controlada con la
negación, especialmente en los momentos de duelo cuando en la pérdida actual se reviven
todas las situaciones de pérdida o separación anterior (regresión).

Los mecanismos de identificación son muy importantes para elaborar el duelo


adolescente, tanto para tolerar la perdida como la espera.

1.- Las buenas experiencias permiten asimilar este yo constitutivo e integrar las malas
identificaciones o representaciones de experiencias vividas, de modo tal que la verdadera
identidad se constituye con un nivel de máxima integración

2.- Las malas experiencias, en cambio, son las que fomentan las llamadas identificaciones
enquistadas o no asimiladas al yo. Estas se forman por identificación proyectiva intra-
psíquica, en “objetos” rechazados para negarlos como partes constitutivas del yo. El yo
observa estos aspectos del self como rechazados y necesita compensarlos con
autorrepresentaciones idealizadas, tampoco asimiladas del yo.

3.- Una tercera posibilidad es asimilar (aceptar) al yo las identificaciones “negativas”,


pero proyectar en un objeto externo el yo observador e integrador, lo cual le quita la
ansiedad y la responsabilidad de sus actos.

Cuando hay excesivas identificaciones negativas, también hay necesariamente una


excesiva negación de partes del yo asimiladas con incapacidad de tolerar el duelo y la
integración tanto del self como de la identidad (incluyendo el medio ambiente).
Otro tanto pasaría si en lugar de ser malas experiencias infantiles lo fueran puberales, ya
que el yo tiene que recurrir a la idealización (refugio narcisista) cuando el ambiente le es
intolerable.

El yo construye su estructura caracterológica tomando como base identificaciones que se


acomodan a los requerimientos del mundo externo y en relación a los requerimientos del
mundo interno se constituyen como formaciones reactivas. Por eso la egosintonía es
aparente. El sometimiento al mundo externo (compromiso) ayuda a negar la verdadera
identidad; éste es el precio de la egosintonía.

La crisis de identidad natural provoca en el yo “restituido” la necesidad de movilizar su


mundo interno lo que necesafriamente estimulará mecanismos proyectivos masivos, así
como identificaciones introyectivas masivas de objetos idealizados.

Llegada la pubertad se reactivan todos los impulsos y verdaderos deseos, lo cual crea una
situación de mucha ansiedad. Dado que en estos casos la seudoidentidad se creó a través
de una “formación de compromiso”, hay más posibilidad de modificación en estos
adolescentes, dado que existe una nueva interacción con el ambiente (no son esquizoides)
al cual buscarán para apoyarse y someterse. Pero si éste llega a ser adecuado las
posibilidades de elaborar sus identificaciones infantiles negativas aumentan.

Estos son los dinamismos que llamaremos caracteropatías, que serán leves si el núcleo
psicótico de la personalidad no es importante y graves cuando éste nucleo es una amenaza
importante para la integridad del yo, el cual se defenderá con falsas integraciones o
seudointegraciones (seudoidentidad).

Caracteropatia: si entendemos como personalidad a la estructura dinámica que relaciona


al organismo-persona (impulsos, “objetos” y defensas) con un mundo circundante que
determina relativamente sus conductas, los rasgos de carácter y el temperamento quedan
incluidos en dicha estructura.

En cambio, el repertorio de conductas privilegiadas sería la personalidad y las pautas de


conducta más habituales, persistentes y más influidas por los cambios situacionales y el
carácter. Lo que vamos a ver cambiar durante la adolescencia es el carácter, la
personalidad solo orientará hacia donde se puede dar el cambio, si estamos frente a un
cuadro que afecta a toda personalidad o ante un síntoma neurótico el trastorno de carácter
queda englobado o agregado
Cuando la estructura del carácter se estereotipa e intensifica sus rasgos, estamos ante un
trastorno de carácter. Dividiremos los trastornos del carácter clínicamente en: a)
caracteropatías leves, b) neurosis de carácter y c) caracteropatías graves.

En estas caracteropatías es donde mejor se puede detectar la compulsión a la repetición:


repiten las mismas conductas que si bien abarcan la vida diaria tienen su culminación
cuando reciben castigo del ambiente.

El carácter patológico se empieza a esbozar cuando las conductas empiezan a mostrar una
especial fuerza destructiva del “objeto”, lo que es índice de pérdida de límites entre el yo
y sus representaciones que funcionan como “compás de espera”, o equivalente a
gratificaciones, como también desplazamiento hacia objetos que no promuevan conductas
tan peligrosas. Centramos lo patológico de estos caracteres a nivel clínico y dinámico en:
a) el sufrimiento que imponen a sus familiares y ambiente, b) el sufrimiento indirecto
sobre ellos mismos por el momento de frustración al que están sometidos, c) dificultad
para soportar cambios, d) el núcleo psicótico (los graves) o neuróticos (los leves)
subyacente que amenaza con aflorar y e) la integración de los rasgos genitales, fálicos,
anales u orales.

1.- Caracteropatía histérica: señala un conflicto centrado en las relaciones genitales de


carácter edípico o preedípico, se logra por medio de formaciones de carácter que tiendan
a dramatizar lo genital. Son apasionados a sus gustos y disgustos, así como en sus
relaciones sociales y sexuales. Son exaltados con la oculta intención de llamar la atención
y seducir a alguien de manera de evitar la exclusión.

2.- La caracteropatia obsesiva: aparece en la adolescencia al revés que la anterior con más
frecuencia en los varones es una clara formación reactiva anal. Son generalmente faltos
de respuestas emocionales, lo que no quiere decir que no sean afectados, sino que anulan
sus expresiones. Tienen que controlar constantemente sus impulsos anales tanto eróticos
como sádicos. Las conductas son generalmente compulsivas, expresando la doble
tendencia de los conflictos, el deseo y su prohibición.

3.- Las caracteropatías contrafóbicas: típica exageración de los rasgos fálicos en reacción
a los genitales, con el fin de evitar la angustia de castración típica en ellas. Son pacientes,
temerarios, propensos a actuaciones impulsivas, exhibicionistas; necesitan estar siempre
estar acompañados con el fin de desplazar en los otros sus temores. La soledad puede
romper el equilibrio caracteropatológico, pero sobre todo cualquier conflicto en las
relaciones de carácter genital.

4.- Caracteropatía impulsiva: se parece a la contrafóbica a nivel clínico, ya que


dinámicamente aquella desarrolla conductas fundamentalmente orales, con gran
capacidad de tolerar la frustración.

5.- Caracterópata fálico- narcisista: tiene como rasgos sobresalientes la arrogancia, la


autosuficiencia y la tendencia a dominante. Todos ellos son reactivos respecto de
experiencias pasivoamnemicas en relación con una madre fálica con la cual
posteriormente se identifican negando así la ausencia de padre (culpa) el castigo
(identificación fálica) concomitante.

6.- Carácter masoquista: surge de una gran frustración oral real o fantaseada, que lleva al
sujeto a exigir un cariño que nadie es capaz de darle. La fuente de placer es el sufrimiento
acompañado de placer por el fracaso del otro que no lo puede calmar. Es una manera de
proyectar la culpa seguramente promovida por la rabia ante la frustración.

7.- Caracteropatía esquizoide: como una forma de reaccionar ante la amenaza de ser
tratados como objetos, el tipo de relación que una vez sufrieron estos pacientes.

Podemos determinar el carácter patológico de la siguiente manera:

1)Manifestaciones externas patológicas (porque detienen el desarrollo de la identidad)

2) Patología subyacente (punto de fijación del conflicto ansiedades, identificaciones)

3) Cuadros clínicos predominantes que logran definir una caracteropatía

4) Egosíntoma con el yo y conflicto con el ambiente

5) Clasificación de patológico está dada por el ambiente social

La adolescencia y la pubertad en especial son situaciones donde se revivan conflictos


pregenitales y ansiedades muy intensas que habitalmente y transitoriamente se menajen
en forma aloplástica, hasta que el cambio autoplástico (fortalecimiento de la identidad del
yo) permita el control y elaboración a nivel del yo.

Cuando hablamos de identidad enajenada nos referimos a una identidad anulade


tempranamente y encubierta por otra poco delimitada con vínculos objetales y confusos
y con progresión a la introversión en momentos de definición
En los fronterizos, el trastorno se centra en la identidad: que tiene que ser negada o
evitarse su integración para evitar la exposición al abandono, situación que llevaría a
ansiedades confusionantes o de vacío interior imposible de tolerar. La pubertad es
fundamentalmente un período descompensatorio para todo fronterizo.

Estas crisis fronterizas son estados esquizoides donde la diferencia entre la realidad
interna y externa es lábil, así como la carencia entre los impulsos del ello y el yo.

Вам также может понравиться