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LAS DIMENSIONES DEL URBANISMO

Por Raúl V. Torres Zuccardi

Contenido

1. Las dimensiones del Urbanismo .............................................................3


2. La evolución de las ideas en Urbanismo...................................................5
2.1. El Urbanismo como estética urbana...................................................7
2.2. El Urbanismo como reforma social.....................................................7
2.3. El Urbanismo como proceso de planeamiento......................................8
2.4. Cuadro: Principales mentores del Urbanismo (ss. XIX y XX), clasificación
según modelos y orientaciones........................................................10

Este texto forma parte de la bibliografía de la asignatura Urbanismo I (Plan


1979/3), Unidad Temática nº 1. Se corresponde con el dictado de la clase nº 1,
del 6-4-2010, impartida por su Prof. Titular Arq. Raúl V. Torres Zuccardi.
Facultad de Arquitectura y Urbanismo – Universidad Nacional de Tucumán

Publicado con anterioridad en la Revista “A y C - Arquitectura y Construcción”, nº 254, año


2006. Editor Patricio Ramos Gatti (Lamadrid 117, of. 314, tel: 0381-4213506, Tucumán).
LAS DIMENSIONES DEL URBANISMO

Por Raúl V. Torres Zuccardi

Publicado en Revista “A y C - Arquitectura y Construcción”, nº 254, año 2006. Editor


Patricio Ramos Gatti (Lamadrid 117, of. 314, tel: 0381-4213506, Tucumán).

Este artículo1 pretende plantear una reflexión acerca de la evolución del


pensamiento urbanístico durante el pasado siglo, y cómo ésta se relaciona con las
posibilidades de actuación aquí y ahora. La ciudad latinoamericana, como
fenómeno, cargada de todos aquellos aspectos lacerantes que la caracterizan, y
de algunos otros, posibilitantes, es el campo de nuestras intervenciones
profesionales por medio de las cuales expresamos el posicionamiento teórico y
metodológico, a veces apropiado y otras no, desde el cual se actúa.

1. LAS DIMENSIONES DEL URBANISMO


Cabe preguntarse qué es lo que actualmente se entiende por urbanismo, a partir
de las variaciones de sustancia que ha experimentado a lo largo de más de un
siglo según las orientaciones que pueden citarse, a sabiendas que a causa de la
brevedad de este escrito se corre el riesgo de dar por implícitas muchas de sus
características.
Una definición breve, pero también sugerente en tanto compromete al urbanismo
con el destino del hombre, dice: «Arte que teniendo en cuenta los factores que
intervienen en la vida y desarrollo de una ciudad se propone proporcionar a sus
habitantes actuales y futuros el ambiente más adecuado para su bienestar físico y
moral. Su objetivo es siempre satisfacer todas las necesidades presentes y
futuras, tanto funcionales como estéticas, de la población urbana.». (cfr.
American Peoples Encyclopedia, N.Y., Durvan, en su edición española).
El amplio alcance que esta definición le otorga, nos obliga a deducir algunas
interpretaciones, necesarias para precisar su contenido y deslindar sus campos de
aplicación. Se admite, por lo general (cfr. a J. M. Merino de Cáceres, Prof. Esc.
Arq. Madrid) que la dimensión disciplinar del Urbanismo cubre tres grandes
campos:
1. En primer lugar, al Urbanismo se lo concibe como descripción e interpretación
de la realidad urbana misma, es decir de aquella resultante, compleja, a la que
ha llegado una sociedad mediante el desarrollo de ese hábitat colectivo que es
el medio urbano. Así, por ejemplo, puede hablarse del urbanismo
latinoamericano, característicamente aluvional, congestivo y metropolizante;
del urbanismo argentino —y dentro de éste, distinguir tipologías, como el
particular urbanismo de las ciudades pampeanas—, del hiperactivo urbanismo
de las metrópolis latinoamericanas, o el urbanismo colonial español, etc., como
1
Ha sido publicado con anterioridad en la Revista “A y C - Arquitectura y Construcción”, nº 254, año 2006. Editor Patricio Ramos Gatti
(Lamadrid 117, of. 314, tel: 0381-4213506, Tucumán). Su autor, Raúl V Torres Zuccardi, es Profesor Titular de la disciplina “Urbanismo” en
la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNT, y profesor extraordinario en la Universidad Católica de Salta y en la Universidad
Nacional Federico Villarreal, de Lima- Perú. Ha realizado estudios de posgrado en la Universidad de la República, (Inst. de Teoría de la Arq. y
Urbanismo), Montevideo; en el Programa Interamericano de Planeamiento Urbano y Regional (PIAPUR: OEA, Univ. de Yale, Univ. Nac. de
Ing. de Lima-Perú; y en Israel.
realidades fácticas, concretas, con características propias y específicas
producidas por los respectivos procesos que actuaron en cada una de ellos.
Recurriendo al título de algunos libros puede verse aplicada esta acepción;
valgan los ejemplos de dos obras de uso frecuente en las escuelas de
arquitectura, El Urbanismo Occidental, de Wolfang Braunfels, y la Breve
Historia del Urbanismo de F. Chueca Goytia, ya que ambas tratan sobre la
evolución y los distintos casos que presenta una cierta realidad cultural precisa
como son el urbanismo europeo desde la antigüedad hasta el s. XIX, o el XX,
respectivamente, explicando la correlación que existe entre proceso y
resultado.
Esta primera interpretación contiene, implícitamente, al Urbanismo como la
acción y el efecto de urbanizar, o sea como el producto presente en un cierto
momento, al que se ha llegado por medio del proceso de urbanización.
2. La segunda interpretación considera al Urbanismo como una disciplina teórica,
concebida en un doble papel. El primero, como una teoría descriptiva de la
realidad urbana, a la que llega a conocer por medio de los métodos e
instrumentos propios del análisis empírico; y el otro como una teoría
explicativa suficiente para informar y conceptualizar el modo en que la
sociedad humana se orienta racionalmente en su concreción espacial, con la
pretensión científica de establecer conceptos verificables y generalizables.
En síntesis, esta segunda interpretación del Urbanismo, como disciplina teórica
de base científica, lo considera a la manera de un sistema deductivo en el cual
ciertas conclusiones y principios siguen a la conjunción entre los hechos
observados y la serie de hipótesis del sistema. Así debe ser capaz de generar
una teoría normativa y propositiva, necesaria al considerar la posible
relatividad organizacional de nuestros conceptos.
El Urbanismo interpretado como ciencia daría lugar a otra denominación, tal la
«urbanística», vocablo más preciso para expresar su connotación científica.
Pero este no ha logrado ser aceptado; mientras que para otras ciencias sí ha
tenido cabida (son los casos de la lingüística; modelística; estilística, etc.).
Otro vocablo equivalente a "urbanística", es «urbanología» pero tampoco ha
tenido arraigo en el léxico técnico y científico.
En reemplazo de los dos anteriores, en cambio, por un equívoco semántico,
hemos venido a usar el vocablo «urbanismo» que no ha producido otro efecto
que contribuir a que se extravíe la cosa significada, que no debe ser otra que
la ciencia urbana. En castellano, la palabra «urbanismo» (como una traducción
de la francesa urbanisme) se forma con el sufijo de origen griego, «ismo», que
interviene con el significado de doctrina, sistema, modo, o partido Hemos
desechado el uso de las voces «urbanología», con la carga significante que
agrega el sufijo «logía» como discurso, doctrina o ciencia y «urbanística», con
la misma intención semántica, abandonado una señal que hubiera establecido
debidamente este carácter en ese enorme repositorio de ideas y conceptos que
crea el lenguaje.
3. La tercera interpretación que cabe a partir de la definición dada al comienzo,
concibe al urbanismo como la serie de actuaciones sobre la realidad urbana
existente, planteadas en forma organizada en procura de superar el
inmediatismo que siempre tiene la mera acción práctica, es decir planeando las
intervenciones y, posteriormente, llevándolas a cabo, con arreglo a ciertos
principios ideológicos, procedimentales, programáticos y prospectivos. Con
esta interpretación definimos al urbanismo actual como una técnica de
planificación orientada al futuro.
La multiplicidad de significados del Urbanismo muestra la amplia temática que le
es propia, a pesar de la aparente simplicidad que se oculta detrás de su trivalente
nombre. Quizás esta cuestión llevó a equivocar la noción disciplinar del
Urbanismo, simplificándola en exceso, con consecuencias casi fatales —y que en
parte aún se mantienen— al impedirle llegar a constituirse en épocas más
tempranas como una disciplina científica y técnica, como lo lograron otros campos
del conocimiento. En muchos momentos de su desarrollo prefirió inclinarse hacia
ideales propositivos, deducidos en forma directa, cada uno de ellos
independientes de los otros, casi siempre abstractos, como visiones anticipatorios
y adoptando la forma de modelos acabados, en desmedro de la integración del
conocimiento y del desarrollo de técnicas analíticas y proyectuales apropiadas a la
realidad, hasta el punto que éstas sólo han podido surgir con rigor metódico hace
unos pocos años. Tales digresiones lo impregnaron de un sentido subjetivo que no
le permitió afirmarse debidamente en sus componentes objetivos, como queda
manifiestamente palpable en los planteos y realizaciones inspiradas en el
racionalismo corbusierano, quizá la más radical manifestación en cuanto a las
pretensiones del Urbanismo para establecer una profunda reforma social. Piénsese
en las artificiales propuestas urbanas y o en el ingenuo modelo de organización
territorial contenido en "Los tres establecimientos humanos", tan disociado de los
resultados de las investigaciones anteriores de la geografía regional francesa o de
la geografía económica alemana, ambas de principios del s. XX y con importantes
desarrollos y modelos durante los años '30.

2. LA EVOLUCIÓN DE LAS IDEAS EN URBANISMO


El siglo XX, ha mostrado una buena variedad de etapas y orientaciones de la más
diversa naturaleza. Algunas simultáneas y otras no, vinieron a señalar para cada
ocasión una fuerte identificación con las ideas y hasta con las fantasías de su
tiempo. No menos importante, en la formación del bagaje urbanístico durante el
siglo, han sido las sucesivas crisis de cada uno de los enfoques
momentáneamente dominantes, como consecuencia del ineluctable proceso de la
ciudad y el territorio que, impulsado por las poderosas fuerzas de la organización
—o desorganización— social, casi siempre superó, alteró y dejó arrinconadas las
iniciativas de los urbanistas, por lo que —luego de asumidas, examinadas y
evaluadas por la crítica — se impuso su renovación, por rechazo de todo lo
anterior.
Así, hasta casi la finalización del siglo. En cambio, la integración interdisciplinar
propia de nuestro tiempo, ha venido a posibilitar un nuevo estado de cosas y el
conocimiento que hoy le es propio.
Norbert Schmidt-Relenberg, en Sociología y Urbanismo, las interpreta como
"tendencias" según expresan la acentuación de alguna característica sobre otras:
Algunas, yuxtapuestas llegaron a prolongarse en el tiempo; otras brevemente
coincidentes se sucedieron en forma de etapas. Las clasifica en seis tipos
representativos: 1) como actividad artística; 2) como política de edificación; 3)
como política social; 4) como política económica; 5) como ciencia (relacionada con
la ingeniería); y 6) como reforma de la sociedad. Por último, para el momento en
el cual escribe —los años ´60— y basado en la bibliografía que se publicó desde
la mitad de los ’50 en adelante, entiende que ya se encuentra planteado el
concepto de planificación, desde el doble enfoque del planeamiento urbano y la
configuración del espacio orientada hacia "la vida humana en colectividad", sin
pretender hacer de ésta una ideología a manera de las "exageraciones ideológicas
que caracterizaron las anteriores aspiraciones de reforma total de la sociedad".
A partir de la existencia del Planeamiento Urbano y del Urbanismo queda
determinada una dualidad disciplinar que, a su vez, lo lleva a distinguir que los
conocimientos, competencias y propósitos programáticos, en cada uno de estos
tienen distinta naturaleza y distinto sentido.
El Urbanismo, que se dirige hacia el diseño y construcción de los espacios
adaptados para los usos y actividades, se hará cargo de las tareas más directas y
visibles, mientras que el Planeamiento Urbano se orientará hacia la previsión y
creación de los presupuestos necesarios para la vida social en su sentido más
pleno, a manera de una planificación social. Se ha originado, en aquel entonces,
la noción de planificación urbana que comienza a apreciarse como una esfera de
ordenación de gran alcance con fundamento en ciertos campos científicos no
habituales hasta el momento como un hacer muy distinto de la configuración
arquitectónica. Esta última va a quedar incorporada, junto a otros ingredientes de
diverso origen, como uno de los muchos aspectos esenciales que hoy el
Planeamiento Urbano reconoce que deben insertarse en él.
El cuadro que se adjunta, se limita a expresar las caracterizaciones que para
diferentes períodos y urbanistas han planteado sólo cuatro autores de entre todos
los citados. Teniendo en cuenta que sus respectivas interpretaciones llegaron a
establecerse sin influencias directas entre sí, puede advertirse, no sin cierta
sorpresa que, a pesar de las diferentes categorías clasificatorias que exponen y de
las fuentes en las cuales se apoyaron, han podido arribar, a conclusiones que
muestran alguna semejanza
Cabe reconocer también la existencia de otros aportes desde los puntos de vista
crítico, histórico, epistemológico, en relación a la evolución de las ideas y la
práctica urbanística, en la bibliografía usual en las facultades de arquitectura (F.
Choay, F. de Terán, P. Sica, L. Benévolo, H. Lefebvre, J. Jacobs, L. von
Bertalanffy, E. Morin, etc.), que escapan a la brevedad de este artículo. Estos
aportes reflejan el continente teórico e ideológico que nutre los principios y las
formas operativas de cada una de las sucesivas tendencias en Urbanismo.
En la síntesis que puede efectuarse, todos los aportes, críticos o clasificatorios,
más las tendencias históricas de Schmidt-Relenberg y la actual noción de
Urbanismo, deben condensarse alrededor de unos pocos grandes enfoques que
resulten comprensivos de todos ellos. Estas orientaciones que han dominado la
concepción del urbanismo entre los siglos XIX y XX, y durante este último,
llegando al presente, pueden ser simplificados en tres grandes corrientes, como:
1. Un movimiento orientado inicialmente a la estética urbana; más tarde a las
condiciones de vida, confort, e infraestructura de la ciudad
2. Una técnica para la reforma integral radical de la sociedad, desde una posición
idealista
3. Un proceso de planificación, comprensivo de la problemática de la ciudad, la
región, el ambiente y el desarrollo sustentable
2.1. El Urbanismo como estética urbana
La estética urbana como manifestación del Urbanismo, significó en realidad un
antiurbanismo. El juicio crítico de Nicolás Pevsner, parte de considerar …la
existencia de una sorprendente analogía entre la historia de urbanismo de 1850 a
1914 y la de la arquitectura y decoración contemporánea Si examinamos las
tareas más significativas confiadas a los arquitectos del último cuarto del siglo
XIX, debemos reconocer que la Ringstrasse de Viena no es más que una lujosa
serie de palacios aislados casi completamente desligados uno de otro, mientras
que la memorable empresa de Haussmann, en la gran avenida que cruza el
centro de París, es seguramente mucho más arquitectónica, porque los valores
sociales no son descuidados en favor de los valores volumétricos. Sin embargo,
tanto en París como en Viena, no se afrontó el problema social del saneamiento y
la reconstrucción de los lóbregos suburbios;), y lo mismo puede decirse de todo el
urbanismo de las demás ciudades europeas y americanas. [...] Ni tampoco las
nuevas tendencias surgidas alrededor de 1890 contribuyeron a resolver este
urgente problema. [...] Burnham inició en Chicago el movimiento para la
construcción de centros cívicos monumentales en los estados Unidos, movimiento
que conquistó a Inglaterra después de 1900. En Alemania, el libro "De Städtebau"
de Camilo Sitte (1889) combatía la vacua pomposidad de las plazas y calles neo-
barrocas y proponía pintorescos arreglos de edificios pseudo-medievales
alrededor de plazas irregulares. Tanto Sitte como Burnham pensaban todavía, y
solamente, en elementos arquitectónicos aislados entre sí...

2.2. El Urbanismo como reforma social


Durante el s. XIX apareció un nuevo tipo de sociedad, basado en la productividad,
la población masiva, la aglomeración y la tecnología industrial, generando una
redefinición del ordenamiento regional y nuevas formas catastróficas para la
ciudad, opuestas a las hasta entonces existentes. El sistema de vida social, que
quedó determinado era enteramente distinto del anterior originado en un mundo
agrario y provincial (cfr. J. Friedmann). Entonces los problemas ocasionados por
el generalizado pauperismo e inequidad dieron lugar a diversos movimientos
sociales, y los principios que las animaban se convirtieron en la doctrina
convencional que buscó orientar la resolución de los problemas. En estas
intervenciones han de buscarse las raíces del urbanismo que como reforma social,
ha tratado de dirigir los procesos de crecimiento y desarrollo a lo largo de medio
siglo.
Pero a la vez, cuando esta búsqueda pragmática de solución a los problemas
sociales, se combina con el cuestionamiento a los principios sobre los que se había
desarrollado la cultura occidental, se propicia la aparición de una nueva
tendencia: El urbanismo como política de reforma social radical e integral.
En los comienzos del s. XX estos principios fueron puestos por las vanguardias
intelectuales, no solamente en tela de juicio, sino rechazados propiciando su más
pronto reemplazo. Lothar Schreyer, uno de los maestros en la Bauhaus,
estimulado por el cultivo de los nuevos principios, técnicas y procesos, afirmaba …
Sentíamos que, literalmente, estabamos construyendo un mundo nuevo…; antes
Bruno Taut, arquitecto de notable y cuantiosa producción e ideólogo de los
expresionistas alemanes, quiso demostrar que a través de la Arquitectura y el
Urbanismo podía transformarse la sociedad: el arquitecto se hace demiurgo y el
demiurgo arquitecto. Se genera la fórmula que domina la literatura urbanística:
una tendencia casi dogmática hacia lo "programático – ideológico", presentando
exposiciones completas y prescindiendo de la discusión de problemas técnicos
concretos (cfr. Schmidt Relenberg). Las intenciones están en el primer plano: Otra
forma de visión, general, inequívoca, conforme a leyes naturales sobre la
evolución de la ciudad y su construcción, no es posible para los reformistas
radicales.
Los arquitectos del Movimiento Moderno, decididos por una idea dominante, la
reforma social, entienden que el diseño y los planes urbanos pueden contener
todo las dimensiones de la vida social. En la hipertrofia del valor que tendría la
organización funcional de la ciudad y escena urbana construida por volúmenes
puros, en la vida social, radica el sustento de esta posición. Sostienen que sus
intenciones tienen un carácter central para las actividades de la sociedad humana:
la noción del bien ideal, proveniente de la crítica sociológica, queda asimilada al
pensamiento urbanístico y se integra a sus planes. Está presente la reforma social
de largo alcance, con la pretensión amplia de lograr una nueva configuración de la
sociedad desde adentro. Una conciencia de misión, viene a sustituir la anterior
creencia de una evolución conforme a reglas y leyes. Es la tendencia que domina
en "La Carta de Atenas", que en la dimensión cultural, contiene una actitud crítica
y cierta hostilidad hacia la ciudad existente y a la sociedad que se inicia con
Howard y no se ha extinguido del todo

2.3. El Urbanismo como proceso de planeamiento


Desde la segunda mitad del S. XX, en adelante, y en particular en América Latina,
el aumento incesante de la población urbana y de la extensión de las áreas
urbanas, no han quedado contenidas en formas apropiadas para procurar y
sostener la calidad de vida para la generalidad de los habitantes. Puede afirmarse,
en consecuencia, que las elaboraciones teóricas sobre la urbanización y los
ejemplos de realizaciones no han influenciado a la construcción efectiva de la
ciudad, al haber quedado confinadas en el interior de los círculos de especialistas.
El español Albert de Pablo, dice: En los círculos especializados hace tiempo que se
percibe malestar, despiste en torno al papel del Urbanismo, de los urbanistas y de
los planes urbanísticos. Las salidas han consistido en el decantamiento de los
profesionales hacia los proyectos urbanos, la participación populista, el medio
ambiente entendido como paisaje, los planes estratégicos, o el urbanismo
concertado —urbanismo a medida de las inversiones de grandes operadores.
Agrego, la situación de carencias hace patente una falsa autonomía disciplinar.
Una profunda desconexión con la situación que se debe conocer, y con la gestión
sobre la ciudad, el territorio y el ambiente. Ha quedado a la vista la pobreza
temática del urbanismo, cualquiera sea la faz de su múltiple papel —disciplina
científica, técnica para la realización del hábitat, o planeamiento orientado al
futuro— por haberse dedicado casi en exclusiva al tratamiento de unos pocos
problemas. Tales como las manifestaciones demográficas del crecimiento urbano;
las circunstancias casi anecdóticas sobre la forma de partes de la ciudad; o en el
interés sobre los denominados " proyectos especiales", como es el urbanismo de
los grandes operadores, sobre el cual ha venido a posarse la figura beneficiosa de
la llamada “concertación”. Ha abandonado el estudio y la comprensión de la
gestión espontánea que ha venido construyendo la ciudad. Nada sobre las
demandas latentes, poco o nunca, expresadas de la sociedad y menos sobre la
autonomía de decisión que han logrado los decisores políticos o económicos.
El crecimiento general de conurbación ocurre por simple agregación, casi
azarosamente. Siguiendo la trama que apenas se deja ver, esbozada, en los
límites, unas veces, en las líneas de infraestructura regional en otras, o por la
generación espontánea de caprichosas formas, ajenas a cualquier patrón de
asentamiento con arraigo cultural. El proceso de la ciudad, en su más amplia
escala, es el producto de las difíciles relaciones de equilibrio —o desequilibrio—
entre las fuerzas espontáneas: mercado, infraestructuras, inversiones regionales,
promoción de pautas y formas de vida (generalmente por imitación), eficacia
diferencial de las administraciones locales, capacidad de influencia de algunas
empresas públicas, intereses sectoriales de los grandes promotores inmobiliarios,
monopolios en la prestación de servicios, sistema de preferencias políticas,
caudillismo y clientelismo político, etc. Las iniciativas siguen modas conforme a la
bonanza que cada agente económico espera respecto al logro de sus fines
particulares, dentro del juego —equilibrado o desequilibrado— que el sistema
jurídico tutela y ficciosamente regula, por medio de la administración pública.
Aquí, en el subdesarrollo, el Urbanismo de los urbanistas y la Arquitectura de los
arquitectos han dejado de ser protagonistas en la conformación y construcción de
la ciudad. Éstos se limitan a resolver asentamientos limitados, rincones bajo los
estereotipos de “barrios cerrados”; countries; vivienda de promoción pública o con
subsidio oficial; programas de mejoras, limitados en su escala y sentido finalístico,
etc., en el interior de los más grandes espacios que abren o producen los distintos
agentes. El Urbanismo, en los hechos, cada vez más, está dejando de ser
Planeamiento Urbano, y también está dejando de crear ámbitos urbanos en el
verdadero sentido del término.
Dice el mismo crítico que he citado: En este entramado, el urbanista ha jugado el
papel de hacedor técnico de trozos de suelo técnicamente urbanos... A lo que
agrega con clarividencia.: El conflicto no se plantea en la calidad con que se ha
resuelto cada una de las partes en que ha quedado dividido el territorio, sino en la
calidad, cantidad y diversidad de relaciones entre ellas. En los enlaces, en los
nódulos, en su continuidad, y en su comprensión.

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