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Objetivo publicitario
El objetivo publicitario es el objetivo que se pretende alcanzar al hacer uso de la
publicidad. Ejemplos de objetivos publicitarios son el dar a conocer la existencia de un
producto, informar sobre sus principales características, persuadir su compra y hacer
recordar su existencia.
Medio publicitario
El medio publicitario es el medio o canal a través del cual se envía el mensaje publicitario
al receptor. Ejemplos de medios publicitarios son la televisión, la radio, los diarios, el
Internet, el correo, los letreros, los paneles, los carteles, los afiches, etc.
Mensaje publicitario
El mensaje publicitario es el mensaje que se envía al receptor a través de los medios o
canales publicitarios con el fin de dar a conocer, informar o hacer recordar un producto o
servicio, o persuadir su compra. Un ejemplo de mensaje publicitario es un anuncio o aviso
publicado en el diario.
Receptor
El receptor es quien recibe el mensaje publicitario a través de los medios o canales
publicitarios. El receptor está conformado por el público objetivo.
Cómo hacer publicidad
Una vez conocido el concepto de la publicidad, veamos a continuación cuáles son los
pasos necesarios para hacer publicidad o, dicho en otras palabras, cuáles son los pasos
necesarios para lanzar una campaña publicitaria:
8. Evaluar resultados
Finalmente, una vez que hemos hecho efectiva nuestra publicidad, medimos y evaluamos
los resultados obtenidos, y comprobamos de que hayamos cumplido con los objetivos
propuestos para que, en caso contrario, tomemos las medidas correctivas que sean
necesarias.
Por ejemplo, en caso de no haber alcanzado los objetivos propuestos, podríamos tomar la
decisión de realizar un mejor análisis de nuestro público objetivo, aumentar nuestro
presupuesto publicitario, cambiar los medios publicitarios utilizados, mejorar nuestro
mensaje publicitario, etc.
Para finalizar este artículo, veamos a continuación algunos consejos que nos ayudarán a
realizar una publicidad efectiva, es decir, una publicidad que genere resultados al menos
costo posible.
Publicidad de calidad
Una publicidad de calidad proyecta la imagen de un producto o servicio de calidad,
mientras que una publicidad de poca calidad proyecta la imagen de un producto o servicio
pobre y descuidado. Una publicidad de calidad podría implicar, por ejemplo, el uso de
folletos que cuenten con un diseño atractivo y profesional, y que estén hechos de un buen
material.
Generar confianza
De nada sirve contar con el mejor producto o servicio si nuestra publicidad no genera la
suficiente confianza en el público como para que lo adquiera. Para una publicidad que
genere confianza podríamos, por ejemplo, incluir en nuestro anuncio imágenes de nuestra
empresa, nuestra experiencia en el mercado, nuestros logros obtenidos, testimonios de
clientes satisfechos, o una relación de nuestros principales clientes.
Repetir periódicamente
Finalmente, para una publicidad efectiva, ésta debe repetirse varias veces y de forma
periódica, por ejemplo, si decidimos anunciar en el diario, no deberíamos publicar nuestro
anuncio una sola vez o hacerlo de vez en cuando, sino que deberíamos publicarlo varias
veces y de forma periódica, por ejemplo, una vez a la semana durante dos o tres meses.
Concepto de satisfacción
El concepto de satisfacción, se ha ido matizando a lo largo del tiempo, según han ido
avanzando sus investigaciones, enfatizado distintos aspectos y variando su concepción.
En los años setenta el interés por el estudio de la satisfacción se incrementó hasta el
punto de publicarse más de 500 estudios en este área de investigación (Hunt, 1982),
incluso un estudio de Peterson y Wilson (1992) estiman en más de 15000 las
investigaciones sobre satisfacción o insatisfacción del consumidor.
Los primeros estudios sobre satisfacción del consumidor se basan en la evaluación
cognitiva valorando aspectos tales como atributos de los productos, la confirmación de las
expectativas y los juicios de inquietud entre la satisfacción y las emociones generadas por
el producto, solapando los procesos que subyacen del consumo y la satisfacción (Oliver,
1989, 1992; Westbrook, 1987; Westbrook y Oliver, 1991).
Las cuestiones tratadas, tanto en relación con la satisfacción como resultado como con
la satisfacción como proceso, se pueden integrar dentro de las corrientes utilitarista y
hedonista. La primera haría referencia a la satisfacción como contento, a una escasa
activación por parte del sujeto y la actuación de procesamientos cognitivos de la
información. En definitiva, se valora hasta qué punto el bien de consumo o el servicio
cumple con las funciones o los cometidos que tenían asignados. La corriente hedonista,
en cambio, se centraría en una satisfacción como sorpresa, con alta activación por parte
del sujeto y con gran relevancia de los procesos afectivos. Aunque haya sujetos que
buscan emociones a través del consumo, esos resultados emocionales son más
inespecíficos y difíciles de resolver.
Por todo ello podemos considerar que la satisfacción es considerada como una
evaluación susceptible de ser cambiada en cada transacción, mientras que la calidad de
servicio percibida supone una evaluación más estable a lo largo del tiempo. Ahora bien,
hay que tener en cuenta que la calidad de servicio como actitud se actualiza en cada
transacción específica, rendimiento percibido, influyendo en la satisfacción que se
experimenta (Teas, 1993). Los consumidores y usuarios en una transacción específica
observan el rendimiento del bien o servicio que compran o usan y observan si se ajusta a
la actitud que ya tenían.
También son importantes los juicios relativos a la calidad de servicio los cuales se
basan en dimensiones muy específicas, que tienen que ver con la evaluación de atributos
del servicio. Sin embargo, los juicios de satisfacción en las transacciones concretas
pueden venir determinados por dimensiones de calidad, pero también por otras que no
están relacionadas con la calidad. Parece que los juicios de calidad de servicio no
necesitan de la experiencia de la persona, en cambio, los juicios de satisfacción requieren
necesariamente de la experiencia del individuo.
Otros de los aspectos a tener en cuenta a la hora de estudiar ambos constructos, son
los objetivos del investigador, es decir, si la investigación está centrada en la calidad de
servicio interesa sobre todo el estudio de sus dimensiones y medida. En cambio, cuando
la investigación se centra en la satisfacción, los objetivos se encuentran centrados en los
procesos evaluativos que llevan a las personas a realizar determinadas conducta de
compra o consumo. En este segundo caso, la calidad de servicio es considerada como un
factor más que interviene en el proceso, pero no se suele analizar su estructura (Morales
Sánchez y Correal, 2003).