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muriendo 11 personas y derramando unos 5 millones de barriles de petróleo a las aguas del Golfo
de Méjico.
Encontraron petróleo. El siguiente paso era “entubar” el tubo por el que circulaba la
taladradora sellando con cemento la “holgura” entre el tubo y la roca madre.
Las pruebas parecen demostrar que esta tragedia fue previsible y resultado directo de
decisiones y acciones, aparentemente, “irresponsables” de BP.
La Cámara de Representantes de EEUU inició en la primera mitad del mes de mayo de 2010 una
serie de audiencias para determinar las circunstancias que ocasionaron el desastre.
Según informó Bart Stupak, jefe del subcomité de Supervisión e Investigaciones de la Cámara de
Representantes:
Aparentemente el mecanismo diseñado para impedir explosiones (BOP) tenía una filtración
en su sistema hidráulico y carecía de potencia para sellar el conducto de prospección.
Paralizar la prospección supondría una pérdida de 500.000 euros/día.
Este dispositivo para prevenir explosiones había funcionado perfectamente en las pruebas.
Posiblemente los fallos en su funcionamiento pudieran haber sido causados por una
obturación con cemento o algún otro fluido inyectado por otra empresa contratista.
El dispositivo para impedir una explosión en la plataforma había sido modificado, lo que
impidió ponerlo en funcionamiento.
Se había detectado un fallo en una prueba de presión antes de la explosión. Esa prueba
indicó que la presión estaba aumentando en el pozo, lo que indicaba una filtración de crudo
o gas, lo que podía causar una explosión.
Según el diario The New York Times. Los trabajadores de la plataforma petrolera habían expresado
su preocupación sobre el estándar de seguridad en la planta. Comentaron haber presenciado con
frecuencia prácticas inseguras en la planta e indicaron que temían represalias si reportaban errores
o problemas.
.- Aparentemente BP y Halliburton conocían los fallos en el cemento del pozo antes del vertido pero
minusvaloraron el riesgo.
La comisión presidencial para el desastre, liderada por el ex senador estadounidense Bob Graham,
en sus conclusiones preliminares presentadas en Washington en noviembre del 2010 señaló que La
petrolera BP y la contratista Halliburton sabían semanas antes de la explosión que causó el vertido
de petróleo en el Golfo de México que la mezcla de cemento que reforzaba el pozo era inestable.
En efecto, tres de las cuatro pruebas que Halliburton hizo en marzo a la mezcla de cemento para
reforzar la base del pozo indicaban que ésta no cumplía los requisitos industriales que su mezcla
podría ser inestable, pero ninguno de ellos actuó ante esos datos.
Sin embargo, la comisión no tiene constancia de que Halliburton explicara a BP las implicaciones de
los datos sobre la estabilidad del cemento, o de que el personal de la compañía británica hiciera
preguntas sobre ello.
Aunque el sensor funcionaba y estaba comunicado a un ordenador, este no estaba preparado para
que se activase la alarma en situación de emergencia en caso de fuego o alta concentración de
productos tóxicos. Los responsables de la plataforma habían ordenado desactivar el sistema porque
ante las continuas falsas alarmas “no querían despertar a la gente a las tres de la madrugada con
falsas alarmas”.
Un fallo letal que provocó no sólo la pérdida de vidas sino el mayor desastre ecológico de EE.UU. En
otras palabras, el sistema que utiliza señales luminosas y sonoras para alertar de fuego o alta
concentración de productos tóxicos, estaba programada para no sonar.
Según el técnico jefe de sistemas electrónicos, de haber estado operativo el sistema, éste habría
detectado el incremento en la acumulación de gas, y habría alertado a los trabajadores de la
necesidad de evacuar la plataforma antes de la primera de las dos explosiones.
Una auditoría en la plataforma siete meses antes de la explosión reveló que la contratista
suiza Transocean tenía al menos 26 elementos y sistemas de la planta que estaban en
condiciones "malas" o "pobres".
La plataforma tuvo continuos problemas los días anteriores de la explosión, desde fallos de
suministro eléctrico a caídas en el sistema informático.
otros dos cargos relacionados con los daños al medio ambiente por contaminación del agua
y de las especies de la zona y
Para BP, al margen del compromiso económico, adoptar medidas adicionales para mejorar
la seguridad de sus instalaciones, que deberán someterse a análisis externos y contar con
mejores equipos y protocolos de respuesta en caso de accidente.
El acuerdo con las autoridades estadounidenses que evitó la resolución judicial supuso,
además del reconocimiento de la culpa, un desembolso adicional a las autoridades federales
de 4.500 millones de dólares, 3.500 millones de euros), de los cuales 1.256 millones son en
concepto de multa y el resto, 2394 millones de dólares, irá a la Fundación Nacional de Pesca
y Vida Silvestre para compensar por los trabajos de restauración de las áreas costeras del
Golfo de México, a pagar durante un periodo de cinco años.
Por establecer una magnitud de referencia, el impacto económico directo en BP supera el PIB de
países como Bolivia o Jordania.
Debido a estas pérdidas, suspendió el pago de dividendos a sus accionistas hasta el primer
trimestre del 2011 (unos 10.000 millones de dólares) para invertir el dinero en solventar la
crisis y crear un fondo de 20.000 millones de dólares (16.300 millones de euros) para
indemnizar a los afectados.
Un acceso más caro a la financiación. Tras el accidente la Agencia de calificación de riesgo Fitch
Group procedió a rebajar su calificación a la empresa BP que descendió desde AAA hasta BBB. En
cuestión de meses la empresa pasó de tener la calidad crediticia máxima, que sólo se asigna en los
casos donde existe una capacidad excepcionalmente fuerte para hacer frente a la devolución del
principal e intereses de las obligaciones financieras a la calificación más baja dentro de la categoría
de "grado de inversión".
A la vista de la magnitud de la catástrofe, sorprende la errática y desafortunada política de
comunicación de BP, que bien podría ser calificada, sin ánimo de establecer comparaciones
inoportunas, como una segunda catástrofe.
La cadena de despropósitos empezó un par de semanas después del accidente, cuando Tony
Hayward, consejero delegado de BP, en lugar de ofrecer una disculpa convincente, directa y sin
ambages al público norteamericano intentó descargar a esta compañía de responsabilidades
aduciendo que era Transocean, una subcontratada, la que manejaba los mecanismos de perforación
del lecho marino.
Días después, el 14 de mayo (todo de 2010), Hayward, lejos de mantener una actitud más humilde
y coherente, sostuvo que “el volumen de petróleo y dispersante que estamos vertiendo en el océano
es pequeño si lo comparamos con el total de agua del golfo”. Cuatro días más tarde añadió que “el
impacto medioambiental de este desastre será, probablemente, muy, muy modesto”.
Preguntado el 30 de mayo sobre si tenía algún mensaje para los habitantes de Luisiana, cuyas costas
se han visto particularmente afectadas por la marea negra, Hayward indicó: “A nadie le gustaría mas
que a mi que esto hubiera terminado ya. Me apetecería recuperar mi vida anterior”. Tales palabras
fueron muy mal recibidas por los familiares de las victimas mortales, que jamás podrán recuperar
ningún tipo de vida.
Pero la cosa no acabó aquí. El 3 de junio Hayward protagonizó una campaña televisiva,
presupuestada en 50 millones de dólares, que le valió críticas incluso del presidente Obama, en cuya
opinión esos recursos deberían haberse empleado en las tareas de limpieza.
Y, el 19 de junio, Hayward se dejó ver participando en una regata alrededor de la isla de Wight.
Tras estos episodios, la sensación más extendida en medios políticos y empresariales oscila entre la
incredulidad y el enfado. Claramente las múltiples campañas “verdes” de BP no encajaban con la
estrategia de reducciones drásticas en los costes de producción y extracción como la mostrada.
Ante la batalla legal y mediática que se preveía, BP relevó a Hayward como gestor de los esfuerzos
contra el vertido y ha dimitido de su cargo por su mala gestión de la crisis por el derrame de crudo
en el golfo de México siendo sustituido por el estadounidense Bob Dudley.
Pérdidas por más de 15 000 millones de euros, lo que constituye un récord en empresas
británicas;
A pesar de lo acontecido, su consejero, Tony Hayward, percibió unos 14 millones de euros por
concepto de despido y pensiones.
Esto no es nuevo, ya le ocurrió a Union Carbide tras producirse una fuga de 42 toneladas de
isocianato de metilo en una fábrica de pesticidas propiedad de esta compañía estadounidense tras
el incidente de Bhopal (India).
Recordemos que el incidente de Bhopal (India) se generó al no tomarse, para ahorrar costes, las
debidas precauciones durante las tareas de limpieza y mantenimiento de la planta con el agravante
de que el sistema de refrigeración de los tanques y el catalizador de gases previo a la salida a la
atmósfera, ambos se habían desactivado por ahorro de costes. Al entrar en contacto con la
atmósfera, el compuesto liberado comenzó a descomponerse en varios gases muy tóxicos (fosgeno,
monoetilamina y especialmente ácido cianhídrico, también conocido como ácido prúsico o cianuro
de hidrógeno) que formaron una nube letal que, al ser más densos los gases que la formaban que
el aire atmosférico, recorrió a ras de suelo toda la ciudad.