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EL MUÑECO DE NIEVE

Había dejado de nevar y los niños, ansiosos de libertad, salieron de casa y


empezaron a corretear por la blanca y mullida alfombra recién formada.

La hija del herrero, tomando puñados de nieve con sus manitas hábiles, se
entregó a la tarea de moldearla.

Haré un muñeco como el hermanito que hubiera deseado tener se dijo.

Le salió un niñito precioso, redondo, con ojos de carbón y un botón rojo por boca.
La pequeña estaba entusiasmada con su obra y convirtió al muñeco en su
inseparable compañero durante los tristes días de aquel invierno. Le hablaba, le
mimaba...

Pero pronto los días empezaron a ser más largos y los rayos de sol más cálidos...
El muñeco se fundió sin dejar más rastro de su existencia que un charquito con
dos carbones y un botón rojo. La niña lloro con desconsuelo.

Un viejecito, que buscaba en el sol tibieza para su invierno, le dijo dulcemente:


Seca tus lágrimas, bonita, por que acabas de recibir una gran lección: ahora ya
sabes que no debe ponerse el corazón en cosas perecederas.

LA BOBINA MARAVILLOSA

Erase un principito que no quería estudiar. Cierta noche, después de haber


recibido una buena regañina por su pereza, suspiro tristemente, diciendo:

¡Ay! ¿Cuándo seré mayor para hacer lo que me apetezca?


Y he aquí que, a la mañana siguiente, descubrió sobre su cama una bobina de hilo
de oro de la que salió una débil voz:
Trátame con cuidado, príncipe.

Este hilo representa la sucesión de tus días. Conforme vayan pasando, el hilo se
ira soltando. No ignoro que deseas crecer pronto... Pues bien, te concedo el don
de desenrollar el hilo a tu antojo, pero todo aquello que hayas desenrollado no
podrás ovillarlo de nuevo, pues los días pasados no vuelven.

El príncipe, para cerciorarse, tiro con ímpetu del hilo y se encontró convertido en
un apuesto príncipe. Tiro un poco más y se vio llevando la corona de su padre.
¡Era rey! Con un nuevo tironcito, inquirió:

Dime bobina ¿Cómo serán mi esposa y mis hijos?

En el mismo instante, una bellísima joven, y cuatro niños rubios surgieron a su


lado. Sin pararse a pensar, su curiosidad se iba apoderando de él y siguió
soltando más hilo para saber cómo serían sus hijos de mayores.
De pronto se miró al espejo y vio la imagen de un anciano decrépito, de escasos
cabellos nevados. Se asustó de sí mismo y del poco hilo que quedaba en la
bobina. ¡Los instantes de su vida estaban contados! Desesperadamente, intento
enrollar el hilo en el carrete, pero sin lograrlo.
Entonces la débil vocecilla que ya conocía, hablo así:
Has desperdiciado tontamente tu existencia. Ahora ya sabes que los días
perdidos no pueden recuperarse. Has sido un perezoso al pretender pasar por la
vida sin molestarte en hacer el trabajo de todos los días. Sufre, pues tu castigo.
El rey, tras un grito de pánico, cayó muerto: había consumido la existencia sin
hacer nada de provecho.

EL CEDRO VANIDOSO

Érase una vez un cedro satisfecho de su hermosura.

Plantado en mitad del jardín, superaba en altura a todos los demás árboles. Tan
bellamente dispuestas estaban sus ramas, que parecía un gigantesco candelabro.
Plantado en mitad del jardín, superaba en altura a todos los demás árboles. Tan
bellamente dispuestas estaban sus ramas, que parecía un gigantesco candelabro.

Si con lo hermoso que soy diera además fruto, se dijo, ningún árbol del mundo
podría compararse conmigo.

Y decidió observar a los otros árboles y hacer lo mismo con ellos. Por fin, en lo
alto de su erguida copa, apunto un bellísimo fruto.

Tendré que alimentarlo bien para que crezca mucho, se dijo.

Tanto y tanto creció aquel fruto, que se hizo demasiado grande. La copa del
cedro, no pudiendo sostenerlo, se fue doblando; y cuando el fruto maduro, la copa,
que era el orgullo y la gloria del árbol, empezó a tambalearse hasta que se troncho
pesadamente.

¡A cuántos hombres, como el cedro, su demasiada ambición les arruina!

LA GATA ENCANTADA

Erase un príncipe muy admirado en su reino. Todas las jóvenes casaderas


deseaban tenerle por esposo. Pero él no se fijaba en ninguna y pasaba su tiempo
jugando con Zapaquilda, una preciosa gatita, junto a las llamas del hogar.
Un día, dijo en voz alta:

Eres tan cariñosa y adorable que, si fueras mujer, me casaría contigo.

En el mismo instante apareció en la estancia el Hada de los Imposibles, que dijo:

Príncipe tus deseos se han cumplido


El joven, deslumbrado, descubrió junto al a Zapaquilda, convertida en una
bellísima muchacha.

Al día siguiente se celebraban las bodas y todos los nobles y pobres del reino que
acudieron al banquete se extasiaron ante la hermosa y dulce novia. Pero, de
pronto, vieron a la joven lanzarse sobre un ratoncillo que zigzagueaba por el salón
y zampárselo en cuanto lo hubo atrapado.

El príncipe empezó entonces a llamar al Hada de los Imposibles para que


convirtiera a su esposa en la gatita que había sido. Pero el Hada no acudió, y
nadie nos ha contado si tuvo que pasarse la vida contemplando como su esposa
daba cuenta de todos los ratones de palacio.

LA SEPULTURA DEL LOBO

Hubo una vez un lobo muy rico pero muy avaro. Nunca dio ni un poco de lo
mucho que le sobraba. Sintiéndose viejo, empezó a pensar en su propia vida,
sentado a la puerta de su casa.

¿Podrías prestarme cuatro medidas de trigo, vecino? Le pregunto el burrito.

Te daré; ocho, si prometes velar por mi sepulcro en las tres noches siguientes a mi
entierro.

Murió el lobo pocos días después y el burrito fue a velar en su sepultura. Durante
la tercera noche se le unió el pato que no tenía casa. Y juntos estaban cuando, en
medio de una espantosa ráfaga de viento, llego el aguilucho que les dijo:

Si me dejáis apoderarme del lobo os daré una bolsa de oro.

Será suficiente si llenas una de mis botas. Dijo el pato que era muy astuto.
El aguilucho se marchó para regresar en seguida con un gran saco de oro, que
empezó a volcar sobre la bota que el sagaz pato había colocado sobre una fosa.
Como no tenía suela y la fosa estaba vacía no acababa de llenarse. El aguilucho
decidió ir entonces en busca de todo el oro del mundo.

Y cuando intentaba cruzar un precipicio con cien bolsas colgando de su pico, fue
a estrellarse sin remedio.

Amigo burrito, ya somos ricos. Dijo el pato. La maldad del Aguilucho nos ha
beneficiado.

Y todos los pobres de la ciudad. Dijo el borrico, porque con ellos repartiremos el
oro.

HISTORIA

LUCERITO Y LOS AMIGOS DEL MAR

Había una niña llamada lucerito y le fascinaba bañarse en el mar, el rio y hasta en
la piscina. Pero le gustaba más ir al mar, por estar a cada momento nadando no
obedecía a sus padres en sus quehaceres y sus tareas se estaba volviendo muy
pero muy desobediente.

Un día cuando nadaba en el mar deseo bajar al fondo y naturalmente bajo


convertida en sirena era muy feliz hizo infinidad de amigos como la estrella de
mar, el caballito de mar, cangrejos, esponjas, pececillos de diferentes colores
parecidos a Nemo, y muchos más, era tan feliz lucerito pero un día al pensar en
sus padres, hermanos y amigos sintió tristeza y deseo volver con ellos.

Hizo oración y le pidió a papito dios estar con todos los humanos que se portaría
muy bien y seria la niña más juiciosa y obediente.
Como sus padres la andaban buscando por el mar.

Y con todos sus amigos del mar fácilmente encontraron el bote, el reencuentro fue
muy hermoso lleno de alegrías por todos. Y vivieron muy felices y lucerito muy
juiciosa.

EL ANGELITO REBELDE

Hace mucho tiempo cuando todo en la tierra no tenía un orden DIOS mando a
llamar a sus ángeles y a cada uno de ellos le dio una tarea: tu rayas el alba, tu
mantienes el aire y tu vigilarás las noches, tu cuentas las estrellas todos los días y
así sucesivamente le fue dando a cada uno su tarea pero había entre ellos un
angelito que era muy travieso e irresponsable al que Dios no le había dado algo
para hacer, pero no porque se hubiese olvidado sino porque tenía un trabajo
especial para él.

Entonces el angelito fue ante su presencia y le dijo -¿Señor te has olvidado de mí


y yo porque no tengo un deber? El señor lo quedo viendo y entonces le dijo – ah
es que para ti tengo una tarea muy especial que solo lo pueden hacer los ángeles
responsables y en los que confío y pensé en ti porque creo que tu puedes y sé
que no me fallarás. El angelito se quedó maravillado, el señor no se había
olvidado de él y tendría una tarea más especial que la de los otros ángeles -¡cual
es señor!- preguntó con mucho interés.

El señor, le explico que bajaría a la tierra y a todos los niños del mundo pobre,
rico, y de la raza o el color que fuera le llevaría un juguete. Pero solo tendría un
día para hacerlo y debía llegar al cielo antes de que el ángel de la mañana rallara
el alba y antes de que la última estrella se metiera porque de no ser así sería
castigado. El angelito muy emocionado tomó el saco de juguetes y bajó a la tierra
y empezó a repartir uno por uno los juguetes a los niños pobres, a los que estaban
tirados en la calle, a los ricos que tenían muchos juguetes. Fue por cada rincón de
la tierra hasta que vio que todos los niños del mundo tenían su juguete y pensó: -el
señor estará muy orgulloso de mí, he terminado a tiempo y todos tienen sus
juguetes, no creo que se enoje si veo que es lo que hacen los humanos, total
faltan un par de horas para que amanezca. Y el angelito se fue y anduvo espiando
a los humanos y metiéndose en sus problemas, tratando de solucionarlos y así se
pasó el tiempo cuando solo le quedaba como media hora decidía volver al cielo,
iba de camino a casa cuando de repente miró a la tierra y a lo lejos vio aun niño
muy pero muy pobrecito, la noche era cruelmente fría y la inocente criaturita
estaba bajo una casita de palitos como pared y el techo de palmera, dormía sobre
un pedazo de cartón y se tapaba con unas poquitas hojas de periódicos. Al verlo,
el angelito quedó muy conmovido pero más se impresionó, cuando vio que no
tenía ningún juguete a su lado inmediatamente empezó a buscar uno dentro de su
saco de regalos pero para su sorpresa todos los juguetes ya los había repartido, el
angelito estaba en serios problemas no tenía un regalo para el niño más pobre del
mundo, las estrellas se estaban metiendo y pronto amanecería no sabía qué hacer
y pensó -si me voy pues nada va a cambiara total no se lo diré al señor así que no
me castigaría, pero cuando había tomado la decisión de irse miró a la tierra y sin
saber que hacer, apunto ya casi de amanecer cuando las estrellas ya estaban
ocultas vio a una de ellas y fue rápidamente al cielo, la tomó y la bajo a la tierra; la
llevó hasta donde estaba aquel niño y se la puso de techo. Cuando el niño abrió
los ojos, frente a él estaba el más grande regalo; él podía ver y tocar una estrella,
era lo más maravilloso que le estaba pasando después el angelito lo dejo dormir y
cuando el ángel del cielo contó sus estrellas, noto que una le hacía falta pero ya
era tarde para buscarla pues ya casi había amanecido. El angelito mientras tanto
subió al cielo lo más deprisa que pudo con la estrella pero cuando la coloco era
demasiado tarde ya estaba rallado el alba no podía hacer nada entonces ese día
la última estrella en ocultarse fue la del angelito travieso.

Cuando llegó al cielo, el señor lo mandó a buscar y le preguntó- ¿cómo te ah ido


en la tierra? ¿Qué tal te fue con los niños? – El angelito sabiendo lo que había
hecho, le contó al señor todo lo ocurrido y le suplicó que lo perdonara, pues él no
podía dejar a un niño tan pobre y solito sin un regalo a pesar de ser tan travieso no
tenia mal corazón, el señor le dijo: – lo que has hecho, se que lo has hecho de
corazón y por eso te perdono pero hay un pequeño problema, la estrella que
tomaste fue la última en ocultarse y tú te harás responsable de eso. Todos los días
saldrás con ella y te meterás hasta lo ultimo con ella y así cuidaras y le darás calor
a todos los niños desamparados del mundo, esa es la tarea que tú te pusiste te
dijo el señor también te dije te acuerdas que solo los ángeles mas capases y
especiales lo podrían lograr.
Desde entonces puedes ver que a las seis de la mañana cuando ya casi amanece
y cuando todas las estrellas se ocultaron siempre hay un hermoso lucero más
brillante que todos que se queda a lo último y después se mete.

Sin duda alguna, es el angelito que está cuidando de todos los niños pobres y
desamparados de la tierra y se queda hasta la mañana como diciendo que
desobedecer no es bueno.

EL MAESTRO Y EL ALACRÁN

Un maestro oriental que vio cómo un alacrán se estaba ahogando, decidió sacarlo
del agua, pero cuando lo hizo, el alacrán lo picó.
Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó, y el animal cayó al agua y de nuevo
estaba ahogándose. El maestro intentó sacarlo otra vez, y otra vez el alacrán lo
picó.

Alguien que había observado todo, se acercó al maestro y le dijo:


Perdone, ¡pero usted es terco! ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del
agua lo picará?"

El maestro respondió:

"La naturaleza del alacrán es picar, y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar".
Y entonces, ayudándose de una hoja, el maestro sacó al animalito del agua y le
salvó la vida.

No cambies tu naturaleza si alguien te hace daño; sólo toma


precauciones.
EL ECLIPSE

Cuando Fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido acepto que ya nada podría
salvarlos. La selva poderosa de Guatemala lo había opresado, implacable y
definitiva. Ante su ignorancia topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la
muerte. Quiso morir allí, sin ninguna esperanza, aislado con el pensamiento fijo en
la España distante, particularmente en el convento de Los Abrojos, donde Carlos
Quinto condescendiera una vez a bajar de su eminencia para decirle que confiaba
en el celo religioso de su labor redentora.

Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible


que se disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé le pareció
como el lecho en que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de si
mismo.

Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas


nativas. Intento algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas.

Entonces floreció en el una idea que tuvo por digna de su talento y de si cultura
universal y de su arduo conocimiento de Aristóteles.

Recordó que para ese día se esperaba un eclipse total de sol. Y dispuso, en lo
mas intimo, valerse de ese conocimiento para engañar a sus opresores y salvar la
vida.

-Si me matáis -les dijo- puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura.

Los indígenas lo miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad en sus


ojos. Vio que se produjo un pequeño consejo, y espero confiado, no sin cierto
desdén.
Dos horas después el corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre
vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol
eclipsado), mientras uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión de voz, sin
prisa, una por una, las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y
lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en
sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles.

La Rana que quería ser una rana auténtica

Había una vez una Rana que quería ser una Rana auténtica, y todos los días se
esforzaba en ello.

Al principio se compró un espejo en el que se miraba largamente buscando su


ansiada autenticidad.

Unas veces parecía encontrarla y otras no, según el humor de ese día o de la
hora, hasta que se cansó de esto y guardó el espejo en un baúl.

Por fin pensó que la única forma de conocer su propio valor estaba en la opinión
de la gente, y comenzó a peinarse y a vestirse y a desvestirse (cuando no le
quedaba otro recurso) para saber si los demás la aprobaban y reconocían que era
una Rana auténtica.

Un día observó que lo que más admiraban de ella era su cuerpo, especialmente
sus piernas, de manera que se dedicó a hacer sentadillas y a saltar para tener
unas ancas cada vez mejores, y sentía que todos la aplaudían.

Y así seguía haciendo esfuerzos hasta que, dispuesta a cualquier cosa para lograr
que la consideraran una Rana auténtica, se dejaba arrancar las ancas, y los otros
se las comían, y ella todavía alcanzaba a oír con amargura cuando decían que
qué buena Rana, que parecía Pollo.
POEMAS

PATRIA MIA
En tus cielos contemplé la grandeza del Creador,
en tus tierras la tenacidad del campesino,
en la mar, percibí y comprendí la faena del pescador,
en mi barrio compartí, la cordialidad con el vecino.

Patria mía, en tu seno conocí el amor;


en la sonrisa de tus doncellas,
en el tenue rojo de tu flor,
en las noches pobladas de estrellas.

Patria mía Guatemala, tú no eres mala,


son tus hijos quienes se han descarrilado,
ofuscando la vida del hermano, con una bala,
ante gobiernos que chachalaquean en el Estado.

Patria mía, qué diría Miguel Ángel Asturias


si viviera en nuestros días,
seguramente desataría su furia, al ver tantas penurias
Y con su sable de poeta, atacaría las ironías.

Oh patria mía, excelsa madre amada,


Me dueles en el alma de bardo,
esa que por nada se quedará callada
aunque así tenga que salir de mi pecho gallardo.

Patria mía, como diría un amigo poeta


¡Cómo me dueles Guatemala!
Al ver tus niños con la pansa grieta
mientras otros juegan con la bala.

Patria mía Guatemala, sean mis letras,


un aliciente ante el dolor de tu gente,
que yace cansada de sus cetras,
del político que traiciona, roba y miente.

YO CREO EN GUATEMALA
Yo creo en Guatemala y en su gente,
En el país de la eterna primavera,
Que a diario lucha sin trinchera,
En pro de una nación diferente.

Yo le apuesto a una Guatemala segura,


Con educación para la niñez,
Formando ciudadanos con honradez,
Donde se promueva el arte y la cultura.

Yo creo en mi patria Guatemala,


Matriz de mi inspiración,
Mi amada Guatemala, vives en mi corazón,
Vistiendo en septiembre tu mejor traje de gala.

Guatemala, nosotros creemos en ti,


Y en la calidad de tu gente,
Que lucha siempre valiente,
Creyendo y confiando en ti.
VIDA
Vivir como una isla,
lleno por todas partes
de ti, que me rodeas
ya presente o distante

con un temblor de luz


primera, sin pulir,
sin arista de tarde,
ni sombra de jardín.

Y ángeles en espejos
guardando tu mirada
para hacerse verdades
y noches estrelladas.

PARA TI ESTA ROSA


Jesica Kristine Hayes Bernhard, 12 años

Para ti esta rosa.


Aunque no es la más preciosa
te la doy con mucho amor
para que me quieras sin temor.

La rosa
una bella flor
es mi corazón.
Delicada,
perfumada
con un bello color.
Me calienta el alma
con un fuego acogedor.

Tú, mamá,
siempre estarás,
y tendrás,
mi corazón.

¡Yo soy esa rosa


que necesita de tu cuidado
y bello cariño!

PARA MI MAMÁ
Angie Maria Badillo Alvizo

(10 Años; Cd. Mante Tamps, México)

Te dedico este poemita


por que tú eres la mas bonita,
tú eres una cosa
más bonita que una rosa,
tú eres más que una princesa
pues para mi tú eres una belleza,
tus hermanas te quieren
y tambien tu mamá,
pero nadie más te quiere
como mi amor por ti en verdad,
te hago cartitas
y tambien hicimos una canción,
te dedico este poema
porque no sé cómo expresar mi amor,
te quiero, te amo
y doy la vida por ti,
tú quedate aquí
viviendo feliz.

MITOS

LA DAMA DE LA VELA
Cuentan los habitantes de la ciudad de Corrientes que en el edificio de la Escuela
Normal “Juan Pujol”, suele verse por las noches a una bella joven, hermosamente
vestida con un largo traje de encaje blanco y una capa roja, recorriendo los pisos y
escaleras de mármol con una vela encendida en la mano. Ante las primeras luces
del alba, la misteriosa criatura se desvanece.

En una familia adinerada tenia una hermosa niña, misma que muy joven fue
engañada por un militar. Este militar la engaño prometiendo amor eterno y
matrimonio, por tal engaño la hermosa joven quedo embarazada y, poco después,
dio a luz una hermosa, poco después de esto el militar dejo de ir donde su amada
puesto que se caso con una importante dama, ante todo esto y convertida en
madre soltera fue castigada por sus hermanos.
Se cuenta que la encerraron en un cuarto secreto de su gran casa y que en ese
encierro la pobre niña envejeció y enfermo por la melancolía y abandono pues casi
a nadie se le permitía visitarla; también se dice que para iluminarse en las
penumbras de los espacios que habitaba, sus hermanos solo le daban tres velas
por semana, mismas que no siempre le alcanzaban.

Dicen que un día frío y húmedo ella murió acompañada solamente por una vela
encendida y desde entonces su alma vaga con esa vela encendida esperando
que alguien sople la flama para poder descansar en paz después de sus
sufrimientos en el mundo.
Han pasado muchos años y quienes en diferentes épocas han jurado haber visto
ese fantasma con la vela, no han tenido el valor para soplar la flama; no han
tenido valor pues la figura sufrida y transparente de la doliente mujer, que viste
largo camisón y muestra un rostro ojeroso entre desordenado peinado, les paraliza
el cuerpo y les desencaja las facciones.¿Quién pondrá fin a esta historia? ¿Qué
valiente soplará la vela?

La maldición de la casa de atreus Parte I


Los antiguos griegos hablaban a menudo de la Edad Heroica, época en la cual
está ambientada esta historia.

El progenitor real de la familia Atreus, Tántalo, cometió tal atrocidad contra los
dioses que sus descendientes fueron maldecidos por siempre. Tántalo era amado
por los dioses, que vinieron a cenar con él en su casa en la tierra. Tántalo, en un
acto de ira asesinó a su hijo y trato de alimentar a los dioses con su carne, pero
los dioses no se dejaron engañar, ellos revivieron al niño, pero el rey debía ser
castigado. por tal atrocidad Tantalo fue enviado al Tártaro (el Inframundo). Allí se
mantiente este atroz rey, tratando de tomar agua de un charco que se evapora
cada vez que este se acerca. Por encima de él hay una rama que tiene frutas pero
que el viento mueve cada vez que este trata de tomar un bocado. Este incidente
conllevara a mas desgracias a los integrantes de esta familia...
El mito del Cóndor
Se dice que en un pueblo, un hombre vivía con su hija. La hija cuidaba obejas y
otros animales y cada día un joven vestido con elegancia iba a visitarla, el joven
tenía un traje negro hermoso, chalina blanca y un gran sombrero. Cada día el
joven iba a visitar a la jovencita, y se hicieron buenos amigos.
Un día comenzaron a jugar así: “Álzame tú y yo te alzaré”. Comenzaron el juego, y
el joven alzo a la joven. Recién cuando la había alzado en alto, la joven se dio
cuenta de que estaba volando.
El joven puso a la niña dentro de un nido en un barranco. Allí el joven se convirtió
en cóndor. Por varios meses el cóndor cuido a la joven, le daba toda clase de
carnes para comer y bebidas para tomar.

Cuando habían estado unos años juntos, ella llego a ser mujer y dio a luz un niño,
pero, la ya ahora mujer, lloraba día y noche por su padre, a quien había dejado en
su pueblo.
“¿Cómo puede estar solo mi padre? ¿Quién está cuidando a mi padre? ¿Quién
está cuidando a mis ovejas? Devuélveme a mi casa”, le rogaba la mujer al cóndor
pero él hacia caso omiso a sus peticiones.
Un día un picaflor apareció. La mujer le dijo: “¡Ay, picaflor! no tengo ninguna
manera de bajar de aquí, Hace más de un año, un cóndor, convirtiéndose en
joven, me trajo aquí. Ahora soy mujer. Y he dado a luz a su hijo”.
El picaflor le contestó: “Escúchame, no llores. Te voy a ayudar.Iré a contarle a tu
papá dónde estás, y tu papá vendrá a buscarte”.
La joven le dijo: “Escúchame, picaflor. ¿Conoces mi casa, no? En mi casa hay
muchas flores, te aseguro que si tú me ayudas, todas las flores que hay en mi
casa serán para ti”.
Cuando dijo eso, el picaflor voló contento al pueblo, y fue a decir al padre de la
mujer: “He descubierto dónde está tu hija. Está en un nido en el barranco.
Es la mujer de un cóndor, va a ser difícil bajarla. Tenemos que llevar un burro
muerto”, dijo el picaflor, y explico su plan al viejo.
Dejaron el burro muerto en el suelo. Y mientras el cóndor estaba comiendo el
burro, el picaflor y el viejo ayudaron a la jovencita a bajar del barranco.
Después llevaron dos sapos: uno pequeño y otro grande, dejaron los sapos en el
nido del barranco. Bajaron el viejo y su hija y fueron hacia el pueblo.
El picaflor fue donde estaba el cóndor, y le contó: “Oye, cóndor. Tú no sabes que
desgracia hay en tu casa”. “¿Que ha pasado?” el cóndor le preguntó. “Tu mujer y
tu hijo se han convertido en sapos”. El cóndor sorprendido se fue volando a ver. Ni
la joven, ni su hijo estaban dentro del nicho, solamente dos sapos.
El cóndor se asustó, pero no pudo hacer nada; y el picaflor está todos los días
entre las flores en la casa de la jovencita.
Mientras ella, su hijo y su padre viven felices en la comunidad.

Mitos de Semana Santa


En esta semana de meditación les traemos los mitosmas comunes para estas
fechas...
Comenzaremos por los mas clásicos como no subir a un árbol porque se corre el
riesgo de convertirse en mono.
No se pueden utilizar clavos porque Jesús fue crucificado de pies y manos con
ellos.
Tampoco bañarse porque se puede transformar en pez.
Los bebés que nazcan el Viernes Santo pueden traer el anticristo.
No cortar un tallo de papaya la mañana de Viernes Santo, sin haber hablado antes
con alguien, pues del tallo comenzaría a gotear sangre.

No hay que tener relaciones sexuales pues la pareja puede quedar unida
físicamente, sin posibilidades de separarse.
Si se corta el cabello ese día, crecerá bello el resto del año.
Vestirse de negro, caminar despacio y no gritar para no faltarle el respeto a Dios.
Si algún hijo le levanta la mano a sus padres en un intento de agresión, se le
puede caer el brazo o convertirse en mula.
El Viernes Santo a las tres de la tarde (hora en que murió Cristo) no salir, ni
siquiera asomarse a la calle.
No se debe cazar porque el daño se te puede ‘devolver’. No cortar nada, porque
se estaría cortando el cuerpo de Cristo.
Si un hijo le saca la lengua a sus padres, la lengua se le puede convertir en lengua
de serpiente.
Por último, sólo se puede escuchar música sacra y no se puede bailar, decir
groserías, coser, planchar, ni tomar alcohol.
No vestirse de rojo porque sería identificarse con el diablo
Las creencias mencionadas forman parte de una larga lista relacionada con
Semana Santa, que en un pasado no muy lejano llegaban a provocar temores en
la gente.

No acatar estas creencias significaba no respetar a Jesús, por no haber guardado


duelo por su muerte, al derivar la mente a cosas ajenas a su sufrimiento, lo cual
merecía castigo divino. Ahora, prácticamente sólo los abuelos se acuerdan de
estos mitos.

El carrao
El "Carrao" era un hombre que no conocía el miedo y sentía placer desafiando el
peligro; amigo de las noches oscuras y extraordinario jinete, ningún caballo había
logrado quitárselo de los lomos por muy bravo que fuera, como nunca un toro
bravo había logrado tocarlo con sus cuernos. El Carrao era feliz andando en
plenas tormentas nocturnas, no le importaba que su caballo fuera salvaje era tanta
la confianza que se tenía que sabía que nunca se caería de un caballo, pues sus
piernas habían nacido para domar caballos fieros.

Su inseparable compañero y amigo era su polo opuesto, un hombre aplomado,


juicioso y talentoso en todos sus aspectos.
Una tarde, cuando el sol palidecía y la noche comenzaba a imponer su color sobre
la llanura, se advertía en el horizonte cercano una horrible tempestad que hacía
pensar que la noche iba a ser tormentosa, se fue al mangón y amarró el caballo
que estaba trochando, lo trajo al corral, lo ensilló y le pegó la margalla, cagalerióla
soga y montándose en el brioso caballo se despidió de Mayalito. Abrió la puerta de
trancas del corral y en medio de candelosos rayos se fue alejando en la oscuridad
de la sabana, esta vez... para nunca regresar.

Al ver que su amigo y compañero no regresó, se dio la tarea de buscarlo en todas


las noches oscuras por los distintos rumbos de las comunales sabanas,
especialmente por las partes que sabía que al Carrao le gustaba frecuentar.

Fueron muchas las noches que se buscó a al Carrao escuchando solo la


respuesta producida por el eco de su voz. Una noche, mientras acortaba una
travesía en medio de una tormenta de rayos, a la luz de un relámpago vió que algo
brillo a los pies de su caballo, se acerco e inspeccionó el objeto, se sorprendió
cuando lo identificó pues se trataba de las zapatas del freno metálico del apero de
"Carrao", las alzó y las llevó consigo.

Desde entonces puso énfasis en la búsqueda de su compañero, pensó que algo le


había ocurrido y que no estaría muy lejos de allí; continuó su tarea noche tras
noche, hasta que tampoco regresó nunca más al hogar, se lo tragó la sabana junto
con Carrao. Su compañero se convirtió en un ave que vuela en las noches
oscuras produciendo un canto: Carraoooo, carraooo.
A esta ave se le conoce en el llano con el nombre de Carrao...

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