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Colección general de las marcas de ganado de la Provincia de Buenos

Aires, 1830 – 1835.


Edición facsimilar, Buenos Aires, Montserrat 1975.

1975 (original 1830 – 1835)


Litografía
César Hipólito Bacle
Versoix, Suiza, 1794 – Buenos Aires, Argentina, 1838
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La edición original consta de diez cuadernos litografiados que contienen cerca de 10.000
marcas de ganado. También incluye un mapa de la provincia de Buenos Aires y un listado
exhaustivo de los hacendados (no de los propietarios) de las 10 jurisdicciones abarcadas. La
obra original se fue publicando a medida que se recababan los datos, entre 1830 y 1835.
Incluía una sobrecubierta litografiada con una escena de yerra y un colofón con la imagen de
un torito litografiado por Juan Francisco Guerrin, reconocido cartógrafo y colaborador habitual
de Bacle.

La necesidad de marcar el ganado se registra desde muy antiguo en la región, incluso antes
de que se creara el Virreinato del Río de la Plata en 1776. Un acta de 1576 del Cabildo de Santa
Fe registra el uso de una marca, y en 1585, en Córdoba, se autoriza a un vecino el uso de la
suya. Aunque la obligatoriedad se registra desde fines del s. XVI (1577 en Santa Fe y 1606 en
Buenos Aires, mediante la prohibición de matar o vender ganado sin marca), no fue sino hasta
la segunda mitad del s. XVIII en que las autoridades dispusieron el registro sistemático de la
hacienda. En 1775 el Cabildo de Buenos Aires comenzó a llevar un libro de marcas, aunque con
poca rigurosidad, ya que se anotaba lo que cada interesado presentaba sin cotejar parecidos o
marcas que pudieran contener en su diseño marcas más simples, lo que posibilitaba el
“remarcado” de ganado, con el consecuente cambio de titularidad del animal.

Un decreto de julio de 1825 dispuso que el Departamento de Policía de la Provincia de


Buenos Aires fuera el encargado de imprimir anualmente las marcas, junto con el Partido en el
que se encontraban y sus dueños. La responsabilidad pasó luego a las comisarías, aunque
nunca pudo llevarse a cabo. En 1828 llega la Argentina César Hipólito Bacle y se ofrece a
imprimir esta información. Al año siguiente el Gobernador Viamonte autoriza su edición, que
comienza a publicarse en 18301.

El diseño de las marcas no estaba normalizado, por lo que era decidido por los dueños de la
hacienda, siguiendo únicamente sus deseos. Eran comunes, por ejemplo, los diseños que
incluían letras, en general relacionadas con la zona geográfica de origen del ganado, aunque se
registraban otras también con forma de objetos, animales y plantas. Las hubo antropomórficas,
o con forma de partes del cuerpo, como manos, o corazones, y fue muy utilizada también la
cruz. F. Oberti2 agrega: “instrumentos de labranza, iniciales de los nombres y apellidos de sus
dueños, pájaros, árboles, atributos del culto cristiano, símbolos patrióticos, armas, prendas

1
El mismo Bacle sugiere la incorporación de la frase “Publicada con la aprobación y verificación del
Gobierno. Por Bacle y Cia. Impresores, Litógrafos del Estado” para que la obra tuviera mayor peso.
2
Citado en Podestá, María Mercedes et al., Arrieros y marcas de ganado. Expresiones del arte rupestre
de momentos históricos en el desierto de Ischigualasto. Ed. electrónica:
https://www.academia.edu/1930271/Arrieros_y_marcas_de_ganado_expresiones_de_arte_rupestre_de
_momentos_hist%C3%B3ricos_en_el_desierto_de_Ischigualasto Verificado marzo 2017.
masculinas, miembros del cuerpo humano, utensilios del hogar y en general raras
combinaciones de curvas y rectas…”. En zonas en las que hubo presencia de culturas
prehispánicas que dejaron registro material (por ejemplo en el NOA y ciertas zonas de la
Patagonia), algunos diseños pudieron haberse crearse tomando como base aquéllos, aunque
desprovistos de sus sentidos originarios.3

En general los diseños constan de trazos simples, fundamentalmente porque la herramienta


que los produce son hierros que tienen que ser trabajados en la forja para darle su forma,
aunque hay casos de diseños un poco más complejos, producto de la habilidad del herrero para
lograr trazos finos. Una de las marcas formales más comunes fue el agregado de pequeñas
volutas a diseños más sencillos, como letras u otros objetos, así como también la inversión de
letras. Esas volutas sirven incluso como rasgos definitorios para la identificación de marcas de
ganado encontradas en soportes no tradicionales, como los grabados en piedra en la zona de
Cuyo, y cuyo objetivo se supone que iba desde el aviso de un animal perdido hasta la simple
marcación del territorio de paso, indicaciones para otros arrieros, etc. (fig.1).

Fig. 1: Calco de grabados sobre piedra en el corredor Piedra Pintada – El Salto y Quebrada de La Chilca, Ischigualasto,
San Juan, Argentina.4

Otro soporte no tradicional en el que se han encontrado marcas de ganado es sobre algunos
ejemplares de capas tehuelches. Estas capas se inscriben dentro de la tradición de las
“caperas”, mujeres tehuelches encargadas de la confección y decoración de estas piezas de
cuero que cumplían toda clase de función en la vida social tehuelche, desde sus viviendas (los
“toldos”) con sus divisiones internas, hasta “mantas, cofres, bolsitas, tabaqueras, naipes,

3
Podestá, María Mercedes et al., Op. cit.
4
Reproducido en Podestá, María Mercedes et al., Op. cit.
monturas y cojinillos, y las armaduras con sus sombreros.” 5 La decoración pintada de estas
capas responde a complejas simbologías relacionadas con la cosmovisión de estos pueblos, por
lo que la aparición de motivos de marcas de ganado en algunas de ellas (aunque muy pocas)
podría indicar intercambios no sólo comerciales, sino sobre todo simbólicos, entre estos
pueblos y los dueños de las estancias (fig. 2).

Fig. 2: Detalle de dos capas de la colección Guillermo Halliday, Santa Cruz. 6

Si se tiene en cuenta que el alambrado de los campos no se popularizó sino hasta fines del
s. XIX, se comprende mejor la importancia que tuvieron las marcas de ganado durante largos
períodos de tiempo, ya que era la única manera de atestiguar legalmente la propiedad sobre
los animales. Es por este motivo que las marcas ganaron importancia, y la obtención de una
marca oficial se fue convirtiendo en signo de prestigio, e increíblemente, en señal de identidad
y orgullo. Los arrieros las utilizaban para destacar su pertenencia a determinada estancia y
respondían por ellas. Quienes “lograban la honrosa concepción de marcar con el ´fierro´
prestigiado de sus amigos o patrones, solían alardear de ella en las pulperías, en las cuadreras,
en los arreos o andanzas por distintos pagos”7. Según Oberti, la marca del ganado llegó a
convertirse en un “verdadero blasón ganadero” 8.

Dos acuarelas de Alphonse Durand, dibujante, pintor y litógrafo francés llegado al país en el
s. XIX, ilustran este aspecto 9. La primera de ellas, El pulpero (fig. 3), muestra el frente de una
5
Caviglia, Sergio E. El arte de las mujeres Aónik’enk y Gününa Küna – Ka y Guaj’enk o Kay Gütrruj (las
capas pintadas), en Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XXVII, ISSN 0325-2221. Buenos
Aires, 2002.
6
Reproducido en Caviglia, Sergio E., Op. cit.
7
Oberti F., citado en Podestá, María Mercedes et al., Arrieros y marcas de ganado. Expresiones del arte
rupestre de momentos históricos en el desierto de Ischigualasto. Ed. electrónica:
https://www.academia.edu/1930271/Arrieros_y_marcas_de_ganado_expresiones_de_arte_rupestre_de
_momentos_hist%C3%B3ricos_en_el_desierto_de_Ischigualasto Verificado marzo 2017.
8
Id. ant.
9
Ambas imágenes reproducidas en Del Carril, Bonifacio. El gaucho. Su origen, su personalidad, su vida.
Iconografía de la época. Emecé editores. Buenos Aires, 1993. Citado en Podestá, María Mercedes et al.,
Arrieros y marcas de ganado. Expresiones del arte rupestre de momentos históricos en el desierto de
Ischigualasto. Ed. electrónica:
https://www.academia.edu/1930271/Arrieros_y_marcas_de_ganado_expresiones_de_arte_rupestre_de
pulpería donde, en el poste de madera que sostiene el techado, se ven varias marcas de
ganado grabadas; mientras que la segunda, Pulpería de campo cerca de Lobos (Buenos Aires)
(fig. 4), presenta el momento en el que un gaucho (al fondo) graba con su cuchillo una marca
sobre un muro.

Fig. 3: Detalle de El pulpero de Alphonse Durand.

_momentos_hist%C3%B3ricos_en_el_desierto_de_Ischigualasto Verificado marzo 2017.


Fig. 3: Detalle de Pulpería de campo cerca de Lobos (Buenos Aires) de Alphonse Durand.

Así, un elemento con un origen netamente funcional, fue adquiriendo a lo largo del tiempo
sentidos estéticos, sociales y simbólicos de gran relevancia para la cultura rural argentina. La
marca de pertenencia concentrada en los “fierros” se demuestra múltiple, ya que además del
referente directo (su pertenencia a una estancia o dueño en particular), despliega sentidos
ampliados: la marca indica pertenencia a una familia extensa, a una economía organizada, y en
última instancia, a un mundo racionalizado, cuyas redes se extienden e imbrican, incluso, con el
mundo de los pueblos originarios y las culturas prehispánicas.

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