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1. VIEJAS PREGUNTAS, NUEVAS RESPUESTAS entre los grandes reformadores religiosos, junto a
Buda, Confucio y Laotsé, y reconoce que ejerció una
El evangelio de Marcos, el más antiguo de los influencia decisiva en la historia de la humanidad.
cuatro evangelios, pone en boca de Jesús una pre-
gunta dirigida a sus discípulos: «¿Quién dice la gen- Los pensadores de tradición marxista dirigen su
te que soy yo?». Las respuestas son de lo más varia- mirada a Jesús entre sorprendidos e impactados,
das y las resume el evangelista de esta guisa: «Unos quizá para llenar no pocos vacíos e insatisfacciones
que Juan el Bautista; otros que Elías; otros que uno varias provocadas por las rigideces de un marxismo
de los profetas». Conocidas las respuestas de la gen- ortodoxo. A principios de los años setenta del siglo
te, a Jesús le interesa saber lo que ellos piensan. pasado, el filósofo checoslovaco Milan Machovec es-
Por eso les pregunta: «Y ustedes, ¿quién dicen que cribió un libro titulado Jesús para ateos, que cues-
soy yo?». Pedro se erige en portavoz del grupo y di- tiona razonablemente interpretaciones teológicas
ce: «“Tú eres el Mesías”. Y les mandó enérgicamente hasta entonces indubitables y tiene mucho que de-
que a nadie hablaran acerca de él» (Mc 8,27-30). cir a los cristianos actuales. Este filósofo descubre
en la base de los textos evangélicos «una grandiosa
El texto no parece ser histórico. Se trata de una y fascinante figura religiosa», cuyos ideales fueron
elaboración ulterior del evangelista con una clara seguidos y difundidos de inmediato por un pequeño
intencionalidad teológica. En cualquier caso, recoge grupo de seguidores que, contra todo pronóstico,
las diferentes reacciones y juicios sobre Jesús que fue creciendo y, cuanto mayores eran las dificulta-
corrían entre la gente, entre sus más cercanos se- des, más se afirmaba.
guidores y en la época de redacción del evangelio.
Tan variado y plural interés por Jesús constituye
La misma o similar pregunta viene haciéndose una verdadera revolución. Jesús no es patrimonio
desde entonces en diferentes contextos religiosos y de los cristianos, no es una especie de herencia fa-
culturales, siendo tan plurales como entonces, o miliar cuyos herederos en exclusiva sean quienes
más, las respuestas. El interés por Jesús de Nazaret profesan el credo cristiano y siguen su causa
es creciente, aun en un clima secularizado como el evangélica. Menos aún es propiedad de las iglesias
que vivimos. Por él se preguntan, amén los cristia- organizadas que lo secuestran o encubren bajo sus
nos y cristianas que dicen proseguir su causa, cre- ropajes dogmáticos, moralistas e institucionales.
yentes de otras religiones que no se sienten vincu- Tampoco es propiedad de quienes se consideran sus
lados imperativamente a sus enseñanzas, pero se intérpretes oficiales, llámense teólogos, exegetas,
sienten impactados por la coherencia de su vida y canonistas o historiadores.
por la originalidad de su mensaje. Gandhi, por
ejemplo, mostró una profunda admiración por Cris- A Jesús le sucede lo que a las grandes persona-
to, quien le sirvió de ejemplo en su vida personal y lidades de la historia humana: que trasciende tanto
en su práctica de la no-violencia activa. La ense- la tradición religiosa-cultural donde nació como las
ñanza social del evangelio fue para él fuente de ins- tradiciones ulteriores que intentaron apropiarse de
piración permanente en su actividad política y en él, y se convierte en patrimonio de la humanidad.
su programa económico. Llama la atención el cre- Su figura se agranda con el tiempo y adquiere sen-
ciente interés por la figura de Jesús de Nazaret en- tido universal; es de todos y para todos. Quizás esté
tre los investigadores judíos. No pocos judíos actua- empezando a suceder lo que ya dijera el mismo
les le consideran hermano suyo. El teólogo judío Jesús: «Os digo que vendrán muchos de Oriente y
Ben Chorin publicó en 1984 un libro titulado Her- Occidente a sentarse a la mesa con Abraham, Isaac
mano Jesús. y Jacob en el reino de Dios; en cambio, a los ciuda-
danos del reino les echarán a fuera, a la tinieblas.
Jesús ha sido citado muy pocas veces en los li- Allí será el llanto y el apretar de dientes» (Mt 8,11-
bros de historia de la filosofía. Y, sin embargo, los 12). Pero ello sucede no por la vía de las conversio-
filósofos también se han ocupado de su figura mul- nes masivas al cristianismo o del retorno de lo sa-
tiformemente, han reflexionado en profundidad so- grado, sino por la sintonía con la causa de Jesús,
bre su persona y han sabido valorar adecuadamen- por la sensibilidad con su utopía de la comunidad
te sus enseñanzas. Karl Jaspers presenta a Jesús de iguales, por la sintonía con su imaginación crea-
2 ACCESO A JESUS
dora, por el cumplimiento de su invitación a hacer de las ideologías, de los modelos económicos, de los
lo mismo que el buen samaritano, por su capacidad sistemas políticos, de las instituciones, de las reli-
de llegar a la profundidad del ser. giones, de los valores, de las utopías, de la raciona-
lidad.
2. ¿EN NINGÚN OTRO HAY SALVACIÓN? Impera la pobreza; la material, por supuesto, pe-
ro, de manera más preocupante, la pobreza antro-
Pero la dificultad surge cuando se plantea el sig- pológica. Vemos cómo se generaliza lo que ya viera
nificado de la fe en Jesús y su oferta de salvación. perspicazmente Walter Benjamin: «Nos hemos
En este punto empiezan a notarse las divergencias hecho pobres. Hemos ido entregando una porción
entre cristianos y no-cristianos. El libro de los tras otra de la herencia de la humanidad, con fre-
hechos de los apóstoles narra una escena que ex- cuencia teniendo que dejarla en la casa de empeño
presa nítidamente el carácter único de Jesús como por cien veces menos de su valor para que nos ade-
salvador. Pedro y Juan subían un día al Templo pa- lanten la pequeña moneda de lo actual»1.
ra participar de la oración judía vespertina. Al en-
trar en el templo, les pidió limosna un lisiado que A la pobreza antropológica detectada por Walter
estaba sentado en la Puerta Hermosa. Pedro, po- Benjamin hay que responder hoy con la revolución
niendo los ojos fijos en él, le dijo: «No tengo plata ni antropológica radical propuesta por el teólogo tam-
oro; pero lo que tengo, te doy: en nombre de Jesu- bién alemán Johan Baptist Metz. Ella consiste en la
cristo el Nazareno, ponte a andar» (Hch 3,6). «liberación de nuestra riqueza y bienestar sobre-
abundantes; […] de nuestro dominio; […] de nues-
Tras curar al paralítico, Pedro y Juan se dirigie- tra apatía; […] de nuestra inocencia o, mejor dicho,
ron a la gente congregada en el pórtico de Salomón. de aquel delirio de inocencia que se ha expandido
En eso estaban «cuando se les presentaron los sa- ya mucho con el dominio de nuestros espíritus». Di-
cerdotes, el jefe de la guardia del Templo y los sa- cha revolución «pretende llevar al poder a las virtu-
duceos, molestos porque enseñaban al pueblo y des que no se relacionan con el dominio y, por lo
anunciaban en la persona de Jesús la resurrección demás, liberar a nuestra sociedad de la cultura pu-
de los muertos» (Hch 4,2). Los apóstoles fueron en- ramente machista»2.
carcelados y posteriormente interrogados por las
máximas autoridades. A la pregunta «¿En nombre Hay que situar a Jesús de Nazaret en este con-
de quién han hecho esto?», Pedro responde: «no hay texto, tan necesitado de salvación, por una parte, y
bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el tan prolijo en mensajes pseudo-salvadores, por
que nosotros debamos salvarnos» (4,12). otra. De él hay que hablar teológicamente, es ver-
dad, pero no puede quedar recluido en la teología ni
Eso resulta quizá lo más desconcertante de la ser tratado sólo por teólogos. De él puede hablarse
persona de Jesús de Nazaret. ¿Cómo puede estar en en las iglesias, pero no puede ser encerrado en
él y sólo en él la salvación? ¿Cómo y dónde se mani- ellas, como si fueran su lugar natural. A él puede
fiesta esa salvación? apelar la conciencia de los cristianos, pero no puede
quedar oculto en los últimos repliegues de la inte-
Escenas similares a la del paralítico a la puerta rioridad. Lo religioso es uno de los espacios donde
del Templo de Jerusalén no faltan entre nosotros: la es posible el encuentro con Jesús, pero abriéndolo a
madre con un niño en brazos pidiendo en las esca- espacios seculares.
leras del metro, el mendigo sin casa, sin familia y
sin calor humano, que pide en la esquina, el ciego La pregunta por Jesús de Nazaret debe plantear-
que vende billetes de la lotería, los presos… Y otras se en el corazón de la historia, en clave de liberación
imágenes colectivas más rotundas y escalofriantes: y en el horizonte del sentido de la existencia huma-
dos terceras partes de la humanidad que pasan na. De esa manera se quiebra la imagen espirituali-
hambre, campos de refugiados hacinados, rostros zada y desencarnada de Jesús, que ha operado co-
de niños famélicos, cuerpos descuartizados con ma- mo remanso de tormentas, y se recupera la imagen
chetes en ajuste de cuentas entre etnias rivales, etc. subversiva de Jesús como animador de conflictos,
Pero no parece que ningún milagrero enderece esas aguafiestas del orden establecido, intranquilizador
situaciones y aporte soluciones mágicas. de conciencias e impulsor de una alternativa de va-
lores.
La salvación no parece apuntar por ninguna par-
te. No viene ni de la economía, ni de la ciencia, ni de La actual reflexión sobre Jesús no es un trabajo
la técnica, ni de la política. Pero tampoco de Jesús. arqueológico, sino que pretende sintonizar con las
Y si alguien se declara seguidor de Jesús y anuncia preguntas de los hombres y mujeres de nuestro
que en él, y sólo en él, está la salvación, será toma- tiempo, que se interesan por la persona de Jesús
do por loco. Lo que se cierne por doquier es crisis: desde las más variadas motivaciones, inquietudes y
ACCESO A JESUS 3
esperanzas, y en busca del sentido de la existencia. vía que se nos presenta llena de obstáculos y difi-
Se trata, en definitiva, de elaborar una cristología cultades.
históricamente significativa para nuestro tiempo,
que dé razón del significado universal de la persona En el modelo dogmático, el dogma tiende a im-
de Jesús, sin desconocer su radicación judía y su ponerse sobre la Biblia y a poner a ésta a su servi-
significación en su tiempo y en su pueblo. No se cio, en un acto que más se parece a la domestica-
trata, por tanto, de una universalidad abstracta, si- ción ideológica y conceptual que a la presentación
no concreta y mediada por una praxis liberadora de diáfana y clarificadora del mensaje bíblico. El con-
las diferentes opresiones históricas. tenido del dogma sobre Cristo va más allá de la rea-
lidad de Jesús tal como nos es accesible a través de
los textos neotestamentarios.
3. VÍAS DE ACCESO A JESÚS DE NAZARET
Y sin embargo, como afirma Karl Rahner, el
Una de las cuestiones más debatidas hoy en tor- dogma eclesiástico sobre Cristo no puede pretender
no a la persona de Jesús es la de las vías de acceso «ser en absoluto la condensación exhaustiva de la
a él. Estamos ante un problema metodológico, en el doctrina bíblica»3. El dogma no cierra toda otra vía
más pleno sentido de la palabra, que puede formu- para acceder a Jesús. Después de formulado, queda
larse así: ¿Por qué caminos se puede llegar a cono- todavía un espacio, y muy ancho, un camino, y muy
cer a Jesús? ¿Cuáles son los caminos más despeja- largo, para seguir tras las huellas de Jesús de Na-
dos? ¿Cuáles son los más difícilmente transitables o zaret, tal como se nos presenta en el Nuevo Testa-
los definitivamente cortados? mento, en la vida de las primeras comunidades cris-
tianas y de los ulteriores movimientos proféticos, en
la reflexión posterior y en el testimonio de tantas y
3.1. A Jesús, por el dogma tantos seguidores de Jesús, conocidos o anónimos,
a lo largo de la historia.
El camino más transitado en el pasado, que pa-
rece, a su vez, el más difícilmente transitable hoy, El dogma de Calcedonia sobre la divinidad de la
ha sido el dogmático, consistente en partir de las persona de Jesús en su doble naturaleza, humana y
definiciones del magisterio eclesiástico, y, más en divina, y la interpretación escolástica del mismo no
concreto, de la definición del concilio de Calcedonia. agotan la totalidad de Jesús, ni constituyen una
Es decir, partir de la divinidad de la persona de síntesis de todo lo que dice la Biblia sobre él.
Cristo en dos naturalezas: una, divina y otra,
humana. El Hijo de Dios –segunda persona de la En la vía dogmática de acceso a Jesús los teólo-
Trinidad– desciende del mundo celestial, donde es- gos tienen una tendencia casi irrefrenable a citar
taba aposentado, y se encarna en el mundo terres- sólo aquellos textos bíblicos que les resultan útiles
tre. El que era eterno se torna histórico; el pre- para probar unas afirmaciones sobre Jesús que ya
existente como Dios accede a una existencia como estaban fijadas de antemano en un canon tradicio-
hombre. La razón del descenso o de la encarnación nal. Hay, por tanto, una «utilización» interesada del
es la redención de lo humano. Así han procedido los Nuevo Testamento para justificar formulaciones
tratados teológicos clásicos sobre Cristo, los cate- dogmáticas dadas. El Nuevo Testamento no opera
cismos y la predicación desde los púlpitos. como horizonte global, ni como marco obligado de
referencia de la reflexión sobre Jesús, ni como co-
Fijada la definición en su formulación inmuta- rrectivo de las definiciones que se quieren demos-
ble, se recurriría a cuantos textos de la Biblia fue- trar, sino que se supedita al dogma, sin aportar na-
ran precisos para demostrar la verdad de la defini- da nuevo. El uso del mismo no suele atenerse a los
ción en todos y cada uno de sus términos, some- resultados científicamente contrastados por la exé-
tiendo los textos a una presión exegética que no re- gesis, sino a la conveniencia que impone el razona-
sistían, pero que terminaban por imponerse ape- miento dogmático.
lando a la autoridad del magisterio. Probada bíbli-
camente la verdad de la definición, se preguntaba La definición dogmática venía a uniformar la
por su significado y se extraían las conclusiones pluralidad de concepciones del Nuevo Testamento
pertinentes. sobre Jesús y a empobrecer la riqueza del paisaje
cristológico del Nuevo Testamento. Al absolutizar
La vía dogmática de acceso a Jesús ha sido la una determinada imagen de Jesús, se condenaban,
más utilizada por la teología y casi la única vigente explícita o implícitamente, las que no coincidían con
durante más de quince siglos. Cualquiera otra que la absolutizada, desembocando en un planteamien-
se desviara de la oficial era tenida por heterodoxa y to a todas luces dogmatista. Sucedía, además, como
había que abandonarla. Hoy, sin embargo, es una demuestra la historia, que la imagen considerada
única válida, «a menudo no hacía plena justicia a la
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Una dificultad nueva a añadir a las anteriores Al modelo dogmático ha sustituido otro que re-
tiene que ver con el lenguaje. Los conceptos em- sulta más presentable y, a primera vista, más con-
pleados por la vía dogmática de acceso a Jesús per- vincente: el histórico-evolutivo. Su primera y princi-
tenecen a una determinada filosofía, la helenística, pal vía de acceso a Jesús es la Biblia. Comienza con
y son tan ajenos a la cultura judía como a la nues- una mirada al Antiguo Testamento para ver cuáles
tra. No son transculturales y, por ello, no pueden eran las esperanzas mesiánicas de Israel y cómo se
reclamar validez para todas las culturas. Su validez prepara la venida del Salvador. Sigue con el estudio
está limitada por la filosofía en la que están incultu- del Nuevo Testamento, para demostrar que en la
rados. Además, el común de los mortales de hoy – persona de Jesús se cumplen plenamente las refe-
cristianos o no– no entienden ese lenguaje, pues se ridas esperanzas. Continúa con la reflexión teológi-
parece más a un jeroglífico a descifrar que a una ca ulterior, centrando la atención en los padres de
exposición diáfana a seguir. la Iglesia y en los primeros concilios donde se fijan
los dogmas cristológicos en pugna con los herejes.
Por otra parte, se presupone lo que, en buena Avanza por la historia de la teología con el fin de se-
lógica, habría que demostrar: la divinidad y la pre- guir la evolución de la doctrina sobre Cristo. Tras
existencia de Jesús. Y, dado esto por supuesto, se este recorrido, se retoman y abordan sistemática-
pregunta cómo «Dios» se hace hombre, es decir, mente las principales cuestiones cristológicas.
cómo se encarna el Hijo eterno. Estamos ante una
concepción epifánica de Dios, cuya idea fundamen- Una modalidad de este modelo es la que se cen-
tal es cómo se manifiesta lo divino y eterno en el tra en el estudio de los títulos dados a Jesús en el
mundo de los seres humanos, cómo irrumpe el más Nuevo Testamento: profeta, mesías, hijo del hom-
allá en el más acá. El método de los evangelios bre, hijo de Dios, siervo de Yahvé, sumo sacerdote,
sinópticos es muy otro. El punto de partida es el Señor, salvador, logos, etc., y en el análisis de los
hombre Jesús, en otra palabras, Jesús de Nazaret, principales acontecimientos de la vida de Jesús: na-
y la pregunta es cómo en ese hombre se revela Dios cimiento, bautismo, pasión, muerte y resurrección.
históricamente y actúa de forma liberadora. A través de dicho recorrido se pretende demostrar
su filiación divina.
El modelo dogmático ofrece una imagen abstrac-
ta de Jesús, desvinculada de su vida concreta e Ambas modalidades constituyen un avance im-
histórica, que le convierte en algo frío y distante. portante sobre el modelo dogmático. Hay una vuelta
Dicha imagen, tan alejada de la realidad vital, dice a las fuentes del cristianismo, que es condición ne-
muy poco de nuestra vida y no es capaz de motivar cesaria para una primera y fundada aproximación a
para el seguimiento de Jesús. ¿Qué salvación histó- la persona de Jesús y a su mensaje. Se presta ma-
rica puede ofrecer quien pasa por la historia como yor atención a la Biblia por sí misma, y no en fun-
por brasas en un doble movimiento artificial de des- ción de los dogmas ulteriores. Éstos dejan de ser el
censo del cielo a la tierra y de ascenso de la tierra al punto de partida del acceso a Jesús y pasan a ser
cielo, donde tiene su morada definitiva? El Cristo momentos importantes, pero no únicos, de la larga
del dogma se parece más al redentor de los mitos evolución que han sufrido la reflexión sobre Jesús y
gnósticos que al Jesús liberador de los evangelios. la historia del seguimiento. Por lo mismo, la re-
flexión de los teólogos y las formulaciones del ma-
No parece que dicho método sea el más adecua- gisterio eclesiástico pierden su aura de absolutez y
do para el diálogo con las personas no creyentes o su carácter definitivo, para aparecer con la relativi-
pertenecientes a otras religiones. Ni siquiera para el dad propia de toda reflexión humana sobre Jesús.
diálogo entre los/las propios creyentes que viven su Siempre quedan cuestiones abiertas que son objeto
fe en medio de una cultura ya de por sí hostil al de discusión y confrontación.
mundo de las creencias religiosas.
Sin embargo, el método histórico-evolutivo no
Conviene recordar que en el principio era el está exento de limitaciones. En el paso de las espe-
evangelio, y no el dogma, que la realidad de Jesús, ranzas mesiánicas de Israel a su cumplimiento en
si bien ya interpretada en los evangelios, es, lógica y Jesús de Nazaret se opera fideistamente y se da un
cronológicamente, anterior al dogma. Cuando el salto difícilmente justificable. Hay más apologética
dogma se coloca por delante de la realidad y dicta a que fundamentación. ¿En base a qué puede afir-
ésta el camino, no la interpreta, sino que tiende a marse que las expectativas mesiánicas se cumplen
suplantarla o a deformarla. Eso puede suceder en Jesús de Nazaret, si no es porque se hace una
también con la persona de Jesús concebida desde el lectura «cristiana» del Antiguo Testamento?
modelo dogmático. Además, en ningún caso se trataría de un cumpli-
ACCESO A JESUS 5
Dicha vía de acceso no puede hacer abstracción La hermenéutica comienza en los mismos textos
de la realidad histórica actual en la que vive la co- del Nuevo Testamento, que son ya interpretaciones
munidad cristiana ni de la ubicación social del de la persona de Jesús. Ellos, redactados décadas
intérprete. No hay otra posibilidad de acceder al después de su muerte, se refieren a Jesús en pre-
Jesús histórico que partiendo de nuestro horizonte sente, como una persona viva, presente, actuante.
histórico. Esto lo ha captado muy bien Edward Schillebeeckx
en su obra Jesús, la historia de un viviente.
El Jesús histórico y su práctica, de una parte, y
la realidad histórica y la ubicación social y religiosa
del intérprete, de otra, interactúan y se correlacio- 6. LA MARGINACIÓN, LUGAR SOCIAL DE LA
nan crítica y creadoramente. Esta interacción es el CRISTOLOGÍA
elemento constitutivo de la interpretación. La inter-
pretación es condición necesaria para que pueda Uno de los condicionamientos de los que ha to-
haber teología. Sin ella caeríamos en el más craso mado conciencia la teología en los últimos tiempos
fundamentalismo y no podríamos hacer otra cosa es el social. La crítica de la religión ha hecho ver lo
que repetir acríticamente los textos del pasado, ca- que de superestructura ideológica y de falsa con-
rentes de operatividad histórica y de sentido para ciencia hay en la religión, en la teología y en el dis-
nuestro tiempo. curso sobre Jesús.
de las ciencias sociales y humanas en clave crítico- apoyo en la ética humanista de la liberación, cuyo
dialéctica. imperativo categórico es, como observa atinadamen-
te Dussel, «¡libera al pobre!», y en la propia persona
Por lo demás, la elección de ese lugar no nos pa- de Jesús de Nazaret, cuya opción fundamental es la
rece caprichosa y arbitraria, pues tiene su punto de opción por los pobres.
*
J. J. TAMAYO-ACOSTA, «La realidad histórica y la expe-
riencia de marginación: vías de acceso a Jesús», en Id.,
Hacia la comunidad, vol. 4: Imágenes de Jesús, Madrid,
Trotta, 1996, p. 19-41.
1
W. Benjamin, Discursos interrumpidos I, Taurus, Ma-
drid, 1973, 173.
2
J. B. Metz, Más allá de la religión burguesa, Sígueme,
Salamanca, 1982, 47.
3
K. Rahner, Escritos de teología I, Taurus, Madrid,
1961, 172.
4
J. Dupuis, Introducción a la cristología, Verbo Divino,
Estella, 1994, 13.
5
W. Pannenberg, Fundamentos de cristología, Sígue-
me, Salamanca, 1974, 46.
6
Cl. Geffré, El cristianismo ante el risgo de la interpre-
tación, Cristiandad, Madrid, 1984, 35.
7
J. L. Segundo, Liberación de la teología, Carlos Lohlé,
Buenos Aires, 1975, 12.