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CÓMO TRABAJA EL DEMONIO (Por Yérontas Paísios)

El diablo intenta anular al combatiente.


-Yéronta, algunas veces las tentaciones vienen una detrás de otra y no las aguanto.
-Te diré una solución para evitarlas. ¿La aceptarás?
-La única solución para evitar las tentaciones es… ¡aliarte con el diablo! ¿Por qué te ríes? ¿No te gusta
esta solución? Mira lo que te voy a decir. En cuanto uno lucha, tendrá tentaciones y dificultades. Y
cuanto intenta evitar la tentación, tanto en contra le lleva el diablo. Pero con las tentaciones –si la
persona las explota correctamente- se da la ocasión de convertirse nuestra vida en “evangélica”
teniendo la mayor emoción que es percepción y sentimiento de la jaris (energía increada), porque
algunas veces nuestra vida es antievangélica.
-Yéronta, me engancho y tropiezo algunas veces en cosas insignificantes y después no tengo ganas de
luchar por algo superior.
-Estas cosas son como minas que pone el enemigo, para inutilizar el ejército. El tangalaki (diablillo)
cuando no puede provocar otro daño, mira como anularte con cosas insignificantes. Después, sabes que
existen grandes y pequeños diablos, pero que hacen gran daño. Una vez preguntaron a un pequeño
diablillo: “¿qué puedes hacer tú fingiendo?. “¿Yo que puedo hacer?. Contestó: voy y mezclo los hilos a
las costureras y a los zapateros y les hago enfadarse. Los mayores escándalos se hacen de cosas
insignificantes y no sólo en nosotros sino algunas veces entre los estados. En los hombres espirituales
no existen motivos para escándalos; el diablo de las cosas pequeñas toma el motivo o la razón. Rompe
y machaca al hombre psíquicamente con unas cosas tontas, pequeñeces y entonces convierte su
corazón como él quiere y uno después se queda atontado, duro como un tronco.
-¿Por qué, Yéronta, mientras pongo un programa, un orden a mi lucha y práctica, y empiezo con ánimo
y disposición a luchar, rápidamente me olvido?
-¿No lo sabes? El tankalaki-diablillo, cuando se da cuenta de que hacemos un trabajo espiritual,
entonces gira el botón hacia el otro lado. Mientras ponemos un programa, un cierto orden, nos
encontramos en otro y si no tenemos cuidado, nos damos cuenta después de varios días. Por eso el
luchador tiene que ir siempre contra el diablo –naturalmente con discernimiento- y que sea conducido
por un Pnevmaticós (Guía espiritual) experimentado.
-¿A un hombre que no hace un trabajo esmerado y fino para sí mismo, el satanás le guerrea, le pelea?
-El satanás no va a un hombre inútil, sino a un luchador para tentarlo e inutilizarlo. No pierde su tiempo
haciendo un trabajo fino, para alguien que no hace trabajo un fino. Manda al que está cosiendo con
aguja, al diablo. Al que hace un trabajo manual fino manda el mismo demonio. A los que hacen un
trabajo grande, manda un diablo del mismo orden. A los principiantes manda un diablo experto en
principiantes.
Los hombres que tienen una psique (alma) fina, con pundonor y son generosos y sensibles, es
necesario que tengan mucho cuidado, porque el diablo mete su pata y les hace más sensibles, y pueden
llegar a la melancolía y aún –que Dios guarde- al suicidio. El diablo, mientras en nosotros los humanos
nos hace ir en contra de nuestro prójimo y hace que nos peleemos, él mismo nunca va en contra. Al
negligente le hace más negligente, le alivia con el loyismós (pensamiento, reflexión): “Te duele la
cabeza, estás indispuesto; no pasa nada si no te levantas a orar”. Al piadoso le hace más piadoso, para
introducirle en el orgullo, o le empuja a luchar más que sus propias fuerzas, de modo que se agote y así
el gran luchador del comienzo, después deje todas sus armas espirituales y se entregue dándose por
vencido. Al duro de corazón le hace más duro y al sensible, hipersensible.
Y ves, cuantos hombres, unos porque tienen una sensibilidad y otros porque se han sacudido sus
nervios, se atormentan y se angustian con insomnios y toman pastillas o se castigan y se destrozan en
los hospitales. Hoy es raro ver una persona equilibrada. Los seres humanos se han convertido en
baterías. La mayoría de ellos son como si tuviesen electricidad. Sobre todo los que no se confiesan,
reciben influencias de energías demoníacas, tienen un magnetismo demoníaco, porque el diablo tiene
poder sobre ellos. Pocos hombres sean jóvenes o mayores tienen una vista serena, calmada.
¡Demonismo! ¿Sabes lo que quiere decir demonismo? El no poder entenderse con el mundo ni
entenderlo.

El diablo nos pone la inyección de la anestesia


Dije a algunos médicos que hablaban sobre la anestesia que hacen en las operaciones: «La anestesia
del tentador tiene malas consecuencias en el hombre, mientras que la que vosotros ponéis, ayuda.» La
anestesia del diablo es como un veneno que pone la serpiente a los pájaros o a las liebres para que se
paralicen y poderlos tragar sin que reaccionen. El diablo cuando quiere atacar y guerrear a un hombre,
primero manda un diablillo “anestesista”, en principio para anestesiar al hombre, y después se va él
mismo y le tala, hace de él lo que quiere… Pero precede el… “anestesista”. Nos pone la inyección de la
anestesia y nos olvidamos. Mirad, los monjes hacemos el juramento “que seremos insultados, burlados,
etc.,” y finalmente muchas veces el tentador nos lía y hacemos lo contrario de lo que nos hemos
comprometido. De una manera empezamos y de otra acabamos. Salimos a caminar hacia un lugar y
llegamos a otro. No tenemos cuidado. Os he dado muchos ejemplos.
Antiguamente, en Kónicha (pequeño pueblo de Ipiro) no había Banco. Los hombres estaban obligados a
ir a la capital Yanina, si querían pedir un préstamo bancario. Salían pues de los alrededores y hacían
setenta kilómetros a pie para ir a conseguir un préstamo del banco, para así poder comprar, por
ejemplo, un caballo. Entonces, si uno tenía un caballo, podía mantener su familia. Apareaba su caballo
con el de otro y así araba la tierra. Una vez uno se fue a Yanina a solicitar un préstamo, para comprar un
caballo y arar sus tierras y así no se castigaría cavando con el azadón. Se fue, pues, al banco y le fue
concedido el préstamo y después paseó por las tiendas mirando y tonteando. Cuando algún judío le
veía, le arrastraba al interior de su tienda, diciéndole: “Señor, entra, mira tengo mercancía buena, bonita
y barata”. Él entraba dentro y el judío empezaba a bajar telas bonitas de sus armarios. Las cogía, las
soltaba y le decía: cómpralo, es bueno y te lo dejaré muy barato ya que es para tus hijos. Salía de uno y
entraba en otro, ven señor, te lo dejaré más barato que aquel. Al final el pobre se mareó. También era
en exceso generoso y piensa que ahora que ha bajado los paquetes de tela y las ha abierto, etc… y
como eran para sus hijos y se los dejaba más baratos, entregó el dinero del préstamo del banco y
compró el paquete de tela, ¡pero la tela estaba pasada! Además, un paquete ¿para qué le hacía falta?
Ni un rico compraría un paquete de tela, compraría los metros que le hacían falta. Finalmente regresó a
casa con un paquete de tela podrida. Al llegar, le preguntaron, ¿dónde está el caballo? Se endeudó con
el banco y no compró el caballo sino un paquete de tela podrida. Así pues otra vez a cavar las tierras
con el azadón, castigarse y tener dificultades para pagar el préstamo. Pero si hubiera comprado el
caballo, volvería también montado sin tener que caminar, haría algunas compras para su casa y no se
mataría cavando con el azadón. Pero por tontear mirando las tiendas, veis lo que le ha pasado. Lo
mismo hace también el diablo, como el mal astuto comerciante, te hace ir de un lado a otro, te pone
zancadillas y finalmente, te convence que vayas por donde él quiere. Por una parte empiezas a ir y en
otra vas a parar, si no tienes cuidado. Te engaña y pierdes tus mejores años.

El diablo hace de todo, para que no sea ayudado el hombre


El diablo es todo un artista. Por ejemplo, a la hora de la Divina Liturgia a un hombre espiritual le hará
percatarse de un loyismós (pensamiento) lastimoso y se apresurará para sacárselo. Por eso le trae un
loyismós espiritual. «Le dice, en tal libro está escrito esto sobre la Divina Liturgia». Después le atraerá la
atención al polieleos (candelero). Se preguntará, quién lo habrá fabricado o le recordará a un enfermo
que tiene que visitar. «Ah, inspiración, dice a la hora de la Divina Liturgia», en cambio es el diablo que
entra en medio y pone al hombre en conversación con su loyismós. Tan pronto escucha al sacerdote
decir «Con temor a Dios venid…» y entonces se da cuenta que la Divina Liturgia ha terminado y ál no ha
participado en absoluto, en nada. Mirad, aquí en el Templo, va la señora que se cuida de la Iglesia a
encender las velas en el candelero y he observado que hasta a los mayores, el tentador les separa y se
recrean en la hermana que está encendiendo las velas. Esto es totalmente una niñez. Sólo los niños
pequeños se alegran de cosas así y dicen: «¡Mira, lo ha encendido!» Esto para los niños pequeños está
justificado, ¿pero para los mayores?. Mientras que debiéramos de evitar los movimientos y las
distracciones durante la divina Liturgia, el tentador, en aquel momento solemne, puede poner a una
hermana a hojear las páginas del libro analogio haciendo ruido con las hojas del libro y separar la
atención de los demás. Escuchan «krits-krats» y ¿qué pasa? Piensan y la atención del nus se despista
de Dios y el diablillo se alegra. Por eso debemos tener cuidado que no seamos nosotros la causa de
distracción de la atención de los demás durante la Divina Liturgia. Perjudicamos a la gente y no nos
damos cuenta. Observad en alguna lectura. Cuando el lector llega al punto más sagrado por el que se
ayudarán las personas, entonces sonará fuerte a través del aire alguna puerta o toserá alguien y se
distraerá la atención y no se beneficiarán de este punto sagrado. Así hace su trabajo el tankalaki.
¡Oh si supierais y vierais como se mueve! No lo habéis visto nunca, por eso no entendéis ciertas cosas.
Hace de todo y lo posible para que el hombre no sea ayudado. Lo he observado en mi cabaña cuando
estoy conversando. Apenas, cuando llego al punto que quiero, el punto más sensible para ayudar a los
que me están escuchando, entonces algún ruido se produce o vienen otros y tengo que interrumpir.
Antes el diablo les ha entretenido mirando la Skiti o el paisaje y se las arregla para venir justo al punto
más fino de la conversación, para hacer cambiar de tema y no sean beneficiados. Porque cuando
empieza la conversación, el diablo, sabe donde resultará y como ve que será perjudicado manda alguien
justo al punto más sensible para interrumpirme. «Gritan, eh, ¿Padre por dónde entramos?». Les digo:
«Tomad dulces y agua y venid por allí. Otros entran en aquel momento y me interrumpen porque he de
levantarme y saludarles. Otros vienen después de un rato y otra vez de nuevo me tengo que levantar y
empiezan a preguntar de dónde eres, en fin, etc. Por lo tanto estoy obligado a empezar otra vez desde
el principio y volver a repetir el ejemplo de antes. Apenas avanzo un poco, otro me llama desde allí
abajo: «Padre Paísios ¿dónde estás? Por aquí está la puerta. Otra vez a levantarme… ¡ay, este
tentador!. ¡Un día me hizo levantar seis o siete veces hasta que estuve obligado a poner …vigilantes!
«Tú te pones a este lado, tú al otro y mira si viene alguien por allí. Tú siéntate aquí hasta que acabe mi
trabajo. ¿Seis o siete veces llegas hasta el punto de que les puedes ayudar, y los tankalakis (diablillos)
otra vez te crean historias y escenas!
¡Hay que ver lo que hace el tentador! Cambia el botón de la sintonía de la radio a otra frecuencia.
Apenas que el luchador se emocione en algo, tak, le gira el botón hacia otra parte y se olvida de aquello.
Si se acuerda de algo espiritual; tak, le recuerda otra cosa; Le da vueltas continuamente. El hombre si
aprende y se da cuenta cómo trabaja el diablo se liberará de muchas cosas.
-Yéronta ¿cómo aprenderá?
-Persistiendo y observando. Si uno observa, aprende. Ves que los pastores de rebaños son los mejores
meteorólogos, porque observan las nubes y el aire.

Las alas de la voluntad


El mundo fácilmente se influye hacia el bien y el mal. Hacia el bien se influye más fácilmente, porque allí
gobierna también el diablo. Por ejemplo; Dile a uno que deje de fumar porque perjudica. Apenas decida
dejarlo, irá el diablo y le dirá: «Aquel cigarro tiene menos veneno, el otro tiene un filtro y limpia… Fuma
aquellos que no te perjudiquen». ¡Le buscará una justificación para no dejarlo, le encontrará una…
solución! El diablo puede encontrarnos un montón de justificaciones. Y aquel cigarro que le sugiere,
puede que le haga más daño aún. Por eso se necesita tener voluntad. Si uno no corta sus malas
costumbres, cuando aún es joven, después es muy difícil de cortar y a medida que pasa la edad se
debilita la voluntad.
Si el hombre no tiene voluntad, no puede hacer nada. San Crisóstomo dice: «En el querer o no querer
se mueve todo» (PG 62, 428). El diablo es un gran asunto. Dios es por naturaleza bondad y siempre
quiere nuestro bien. Pero hace falta que nosotros también queramos. Porque el hombre vuela
espiritualmente con dos alas; La voluntad de Dios y la suya. Dios un ala, es decir, la Suya, nos la ha
pegado fijamente a nuestro hombro. Pero para que volemos espiritualmente, debemos nosotros también
pegar en el otro hombro la voluntad humana. Si el hombre tiene voluntad fuerte, que equivale a la divina,
entonces vuela. En cambio, si su voluntad es atrófica, débil, intenta volar un poco, pero cae. Vuelve a
probar y otra vez abajo.
-Yéronta, ¿se cultiva la voluntad?
-¿No hemos dicho que todo se cultiva? Voluntad existe en todos los hombres, unos poca y a otros más.
Cuando el hombre está dispuesto a luchar, ora y pide a Dios que le haga crecer su voluntad, Dios le
ayuda. Cuando el hombre no progresa, entonces tiene que saber que no pone nada de su voluntad o
pone poca y esta entonces será debilitada y esto no ayuda. Supongamos que un pájaro tiene un ala
fuerte pero descuida la otra; Se le caen algunas plumas y después no puede volar correctamente. Un
ala funciona bien, pero la otra está como rota, atrofiada. El pájaro la mueve pero el aire no pasa por en
medio y no puede volar bien. Vuela un poco y da volteretas. Es necesario tener también entera esta ala
para poder volar. Así también el hombre, es decir, si quiere estar espiritualmente volando continuo y
correctamente. Porque el tankalaki-diablillo hace lo siguiente; Poco a poco va sacando de las alas
humanas alguna pluma pequeña, después una mediana, y si el hombre no tiene cuidado, le quita
también una grande y entonces cuando va a volar ya no puede. Y si por suerte saca algunas plumas,
entonces cuando va a volar entra el aire en las alas que le faltan las plumas y hace volteretas. El ala
divina está siempre llena, completa, no le faltan plumas, porque el diablo no las puede sacar, son
divinas. El hombre debe tener cuidado a que el diablo no le quite alguna pluma de sus alas. Cuando
empieza poco a poco la pereza (espiritual) y la indiferencia, la voluntad se debilita. ¿Qué va hacer Dios,
si el hombre no quiere? No quiere intervenir, porque respeta la libertad del hombre. Así de esta manera
el hombre inhabilita también el ala de Dios. Pero si tiene voluntad, es decir, tiene su ala entera, entonces
Dios quiere y también el hombre, entonces el hombre vuela.
-Es decir, Yérontas ¿qué es exactamente este vuelo?
¿Quiere decir que quiero progresar espiritualmente, quiero mi sotiría redención, sanación y salvación?
-¡Sí, hijo mío! ¡Cuándo digo vuelo, quiero decir crecimiento, subida, el progreso espiritual, no quiero
decir subir a un árbol!
-Yérontas, nos había explicado que uno puede labrar, sembrar y hacer todo lo adecuado para estos
trabajos y que no puede sacar ni la semilla.
-Sí, es así. Si uno no tiene cuidado, el diablo le roba su esfuerzo; Mientras que si tiene cuidado y el tema
de la sanación y salvación de su psique lo toma en caliente y serio, se esfuerza, lucha, fructifica y se
alimenta espiritualmente y se alegra angelicalmente.

El hombre espiritual es “fuego consumador”; Yérontas Porfirio el Kapsokalivitis, Athonita


Esto es lo que ha conseguido el diablo: Hacer de la tierra un laberinto para que no podamos
entendernos entre nosotros. ¿Veis cómo hemos sido engañados? Hemos degradado nuestra tierra y
convertido nuestra época en un psiquiátrico verdadero. Y no entendemos qué nos pasa y quién es el
culpable. Todos nos extrañamos: «¿Qué pasa, a dónde vamos, porque nuestros hijos se han desviado
del camino y de sus casas, porqué dejan sus estudios, etc.? ¿Por qué pasa esto y lo otro? El diablo ha
conseguido hacer como si estuviese desaparecido de sí mismo, como si no existiera y hace que los
hombres utilicen otros nombres. Los médicos, los psiquiatras, dicen a menudo, cuando padece un
hombre psíquica y espiritualmente: Tiene neurosis, tiene ansiedad, depresión y cosas parecidas. Pero a
pesar de esto, el diablo promueve y provoca el egoísmo en el hombre. Tanto si lo queremos como no, el
diablo existe, es el espíritu del mal. Si decimos que no existe es como si negásemos el Evangelio, que
habla sobre él. Éste es nuestro enemigo en la vida, es el contrario de Cristo y se le llama anticristo.
Cristo ha venido en la tierra para liberarnos del diablo y regalarnos la sanación y salvación.
San Lucas de Crimea, Médico cirujano y Obispo de Sebastopol.
Oh, Señor ¿qué otra protección necesitamos, si Tú permaneces en nuestro espíritu del corazón, si Tú
iluminas nuestra mente con la luz de tu continua presencia en nuestro nus (espíritu) y corazón? ¡Nos
basta esto y es lo que nos hace falta!
Si vestimos este tipo de armadura, no nos queda otra cosa que tomar con nuestras manos una espada
de doble filo, tal como hacían también los combatientes de épocas antiguas. Ahora, escuchad que dice
sobre esta espada de doble filo el gran Apóstol Pablo: «Porque el logos de Dios es vivo y eficaz, y más
cortante que toda espada de dos filos, y penetra hasta partir la psique y el espíritu, las coyunturas y los
tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.» (Heb 4,12).
He aquí la espada que necesitamos. El logos de Dios, del cual tienen miedo todos los demonios y el
mismo Diablo, porque con el logos de Dios los demonios huyen vencidos. Si tomamos en nuestras
manos esta arma, el arma del logos de Dios, entonces no tendremos miedo a ningún enemigo. Porque
todos ya están vencidos desde antiguamente por la cruz de Cristo. La cabeza de la antigua serpiente,
del Diablo, se ha destruido bajo el pedestal de la omnipotente cruz de Cristo.
Recordad siempre que con nuestras dinamis, (fuerzas, potencias y energías) no podemos combatir los
malignos astutos espíritus. Recordad que toda nuestra esperanza debemos tenerla apoyada firmemente
en nuestro Señor Jesús Cristo, al Cual pertenece la gloria y el poder junto con su Padre y el Espíritu
Santo por los siglos de los siglos-amén. Estas fueron las últimas palabras del Santo.

Traducido por: χΧ jJ

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