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Los desastres naturales, como los terremotos o los ciclones tropicales, forman parte
del planeta en el que vivimos. Constantemente se está produciendo uno en alguna
parte del mundo. Si bien son muchas las veces que no causan serios daños, de vez
en cuando su intensidad es tal que causa importantes pérdidas.
Los vientos de ciclones tropicales son una amenaza para 1.600 millones de personas
en 89 países, 600 millones más que en el 1975. En 2015, 640 millones fueron
expuestas a vientos ciclónicos especialmente fuerte, sobretodo en China y Japón. En
China, 50 millones están expuestos a oleadas de tormenta como consecuencia de
estos ciclones, lo cual supone un aumento de casi 20 millones en las últimas cuatro
décadas.
Cuando los incendios escapan del control humano, alimentados por el clima, el
viento y la maleza, pueden calcinar hectáreas de tierra y consumir todo lo que
encuentran a su paso en cuestión de minutos.
Cada año se produce una media de más de 100.000 incendios, llamados también
incendios forestales, que queman entre 1,6 y 2 millones de hectáreas de terreno cada
año. En los últimos años, los incendios han consumido hasta 3,6 millones de
hectáreas. Los incendios forestales se mueven a velocidades de hasta 23 kilómetros
por hora, acabando con todo lo que encuentran a su paso (árboles, maleza, viviendas
e incluso seres humanos).
Los rayos, las fogatas, los cigarrillos, los vientos cálidos e incluso el sol pueden
proporcionar el calor suficiente para desatar un incendio.
Si bien cuatro de cada cinco incendios son causados por el ser humano, la naturaleza
suele contribuir alegremente a avivar las llamas. El clima seco y las sequías
convierten la vegetación en combustible sequísimo e inflamable; los vientos fuertes
hacen que el fuego se extienda con rapidez; y las temperaturas cálidas alientan esta
combustión. Cuando estos factores se dan a la vez, sólo es necesaria una chispa (en
forma de rayo, incendio provocado, un cable caído, una fogata o un cigarrillo) para
desatar un incendio que podría durar semanas y carbonizar decenas de miles de
hectáreas.
Las causas
Este efecto evita que parte del calor del sol recibido por la Tierra deje la atmósfera y
vuelva al espacio, produciendo un efecto similar al observado en un invernadero, el
cual permite que el planeta tenga una temperatura aceptable para el desarrollo de la
vida tal y como la conocemos.
De seguir así, en 2100 el planeta se calentará entre 1.8 y 4.0 grados centígrados.