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CUMPLIMIENTO DE LA PENA
I. Finalidad de la suspensión y sustitución.–
II. Suspensión de la ejecución de las penas privativas de libertad.–
1. Características de la suspensión.–
2. Requisitos para la concesión de la suspensión.–
2.1. Suspensión ordinaria. Régimen general.–
2.2. Supuestos especiales de suspensión condicional de la ejecución.–
III. Sustitución de las penas privativas de libertad.–
1. Criterios legales para la sustitución.–
2. Módulos de conversión.–
3. Efectos del quebrantamiento de la pena sustitutiva.–
1 La idea de suprimir las penas cortas de prisión no es nueva, sino que se remonta a von Liszt.
2 Esta sería la pretensión de las llamadas posturas abolicionistas, que no han tenido gran
acogida doctrinal. Sobre esta cuestión, véase la introducción a la lección 1.
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I. Finalidad de la suspensión y sustitución.-
El legislador ha manifestado en diversos momentos de la redacción del código
penal su firme tendencia a evitar penas de prisión de corta duración porque
entiende que desocializan al delincuente al hacer que ingrese en prisión y tenga
contacto con otros delincuentes3 y porque no permiten, por falta de tiempo,
tratamientos efectivos. Por otro lado, como estas sanciones responden
normalmente a delitos de escasa gravedad pueden sustituirse por otras
medidas menos gravosas. En definitiva, se trataría de sustraer a ciertos
delincuentes al ambiente de los establecimientos penitenciarios habituales. Los
sustitutivos penales aparecerían como medios de los que dispone la moderna
Política criminal para luchar frente a las penas cortas privativas de libertad por
la constatación de su inutilidad e ineficacia4 o, al menos, por el convencimiento
de que se puede lograr mejores resultados con penas o sanciones alternativas.
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Ambas alternativas a la pena de prisión ponen de relieve la tensión entre el
debido cumplimiento de la ley (y la sentencia) por el delito cometido y la
búsqueda de la resocialización del delincuente. En terminología que nos es más
familiar, la de los principios del Derecho penal, podemos decir que en estas
medidas se ponen de manifiesto sobre todo el de seguridad (necesidad de tutela
de la vida social) y el de respeto de la dignidad: en concreto, la regla de la no
desocialización (cfr. supra, lección 2.IV.2.iii])7.
7 Sin perjuicio de que también el principio de legalidad despliegue algunos efectos: que de
entrada se tienda a mantener el Derecho establecido en la Ley y la sentencia; y que se exijan
requisitos legalmente establecidos.
8 STS de 7 junio 2002 (RJ 5353).
9Sobre esta cuestión, ampliamente, GONZÁLEZ ZORRILLA, “Suspensión de la pena y probation”,
en CID MOLINÉ/LARRAURI PIJOÁN (coords), Penas alternativas a la prisión, Barcelona, 1997, pp 59-
89.
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En nuestro Ordenamiento jurídico existen dos supuestos específicos en
los que se prohíbe expresamente la aplicación de la alternativa penal de la
suspensión de la ejecución: i) La LO 4/1981, de 1 de junio, sobre los
Estados de Alarma, Excepción y Sitio, que prohíbe (art. 30.2) este
beneficio durante la vigencia del estado de excepción para los
condenados por delitos contra el orden público o la seguridad
ciudadana. ii) El código penal militar (arts. 44 y 57) excluye también este
supuesto para los militares condenados. El Tribunal Constitucional ha
avalado esta regulación (STC 180/1985, de 19 de diciembre), por entender
que no afecta al derecho de igualdad ante la ley.
El art. 80.1.I se hace mención a un factor de la decisión que resulta confuso: «se atenderá
fundamentalmente a la peligrosidad criminal del sujeto, así como a la existencia de
otros procedimientos penales contra éste». Si tales datos se toman como condiciones
absolutas para la suspensión, de modo que el más mínimo riesgo impide ya la
concesión, aquélla carecería de sentido, pues siempre hay un riesgo de reincidir (de ahí
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que se impongan reglas de conducta como condición). Además, la referencia a «otros
procedimientos penales contra» el delincuente no puede entenderse como sinónimo de
haber sido condenado con anterioridad, pues es requisito siempre haber delinquido por
primera vez (art. 81.1.ª). Este elemento debe interpretarse a la luz de los datos que
aporta la historia del precepto: fue introducido en la reforma por LO 15/2003, para
endurecer la suspensión e impedir que fuera otorgada sin garantías suficientes de
manera que se convirtiera en una forma de burlar la ejecución de penas. Así las cosas,
debe entenderse como referida a la existencia de otros delitos todavía no juzgados 12.
La decisión de suspender la pena, en definitiva, debe atender a los principios que rigen
la institución y el Derecho penal mismo. En concreto, en esta decisión judicial han de
intervenir aquellos factores que laten detrás de la institución de la suspensión: como ya
se ha dicho, se trata de una tensión entre seguridad y respeto de la dignidad («regla de
la no desocialización»), con predominio de esta última; de este modo, el juez habrá de
motivar su decisión teniendo en cuenta, por un lado, que sea tolerable por razones de
seguridad (necesidad de tutela) dejar en suspenso la ejecución (lo cual parece
garantizado, de entrada, porque sólo es posible para penas no superiores a dos años);
por otro lado, la posible resocialización o evitación de efectos desocializadores (lo cual
deriva del sentido y fin de la institución). Como contrapeso al principio preponderante
de respeto de la dignidad, el de seguridad (tutela de la vida social) se ve garantizado
por la imposición de condiciones (que no vuelva a delinquir en el plazo de tiempo y,
potestativamente, ciertas obligaciones y deberes: art. 83)13.
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II.2. Requisitos para la concesión de la suspensión.-
II.2.1. Suspensión ordinaria. Régimen general.-
La suspensión de la ejecución de la pena está sometida a ciertos requisitos
recogidos en el art. 81 CP. Aunque, como ya se ha señalado anteriormente, que
concurran estas condiciones no supone la concesión automática del beneficio ya
que el Juez o Tribunal puede concederla o no en función de la «peligrosidad
criminal del sujeto», concepto indeterminado que debe ser valorado por el juez
para cada caso en concreto.
En cualquier caso el legislador exige como condiciones necesarias para que el Juez o Tribunal
sentenciador pueda dejar en suspenso la ejecución de la pena las siguientes:
En relación con la dificultad de realizar un pronóstico sobre la peligrosidad del condenado, cfr.
GÓNZALEZ ZORRILLA, en CID MOLINÉ/LARRAURI PIJOÁN (coords), Penas alternativas, pp 65, 66 y
72-74.
14Algunos autores entienden que existen argumentos favorables para extender la suspensión a
penas no privativas de libertad. Así: GUTIÉRREZ CASTAÑEDA, «Sobre la suspensión condicional
de la ejecución de las penas accesorias», La Ley 2004-5, pp 1274 y ss o SILVA SÁNCHEZ, «La
suspensión condicional de la ejecución de la pena principal privativa de libertad y la pena
accesoria de inhabilitación especial para el ejercicio de profesión u oficio», AP 1999-2, pp 751 y
ss.
15 Esta circunstancia ha merecido la crítica de algunos autores (por todos, cfr. MARÍN DE
ESPINOSA CEBALLOS, «Las novedades de la suspensión», en AP, 2000-3, pp 755-756) y de la
Comisión Técnica para la Reforma del Sistema de Penas de 2000, que propuso –sin éxito– omitir
en el texto legal la referencia al término «sentencia», al entender que «no se puede hacer
depender una cuestión de derecho penal sustantivo de una cuestión procesal», lo cual «da lugar
a arbitrariedades no justificables desde el principio de igualdad de los ciudadanos».
16El cómputo para determinar la pena impuesta en caso de concesión de indulto parcial se
hallará una vez deducida la pena indultada: cfr. el ATS de 29 de mayo de 2001 (RJ 4638).
17En realidad, el artículo se limite a recoger el criterio sostenido, en esta materia, tanto por el
Tribunal Supremo (cfr. la STS de 16 de septiembre de 1991 [RJ 6389]) como por la Fiscalía
General del Estado en su Circular nº 4/1999, de 17 de septiembre.
18 La idea aparece mencionada en la rúbrica de la correspondiente Sección 1ª CP (De la
suspensión de la ejecución de las penas privativas de libertad) y del propio Capítulo III (De las formas
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pena de arresto sustitutiva del impago de multa, no se computa a efectos del
plazo de dos años).
ii) Que el sujeto haya delinquido por primera vez. Esto es, que no existan delitos19 anteriores,
aunque, como expresamente se establece en el precepto, no se tendrán en cuenta las condenas
anteriores por delitos imprudentes ni los antecedentes penales que hayan sido cancelados, o
debieran serlo (según lo dispuesto en el art. 136 CP)20. Además, téngase en cuenta la mención
expresa a delitos cometidos pero no sentenciados todavía que hace el art. 80.1.II.
Esto plantea al menos dos problemas importantes. Por un lado, que según la opinión
mayoritaria, en el concepto de delinquir debe incluirse únicamente la comisión de
delitos y no de faltas21. Por otro lado, plantea problemas si se entiende o no que el sujeto
ha delinquido por primera vez cuando se condena por concurso de delitos. Si se trata de
un concurso ideal, se entiende que no existe un primer delito que vete la concesión de la
suspensión; en cambio, algunos autores consideran que en los casos de concurso real la
suspensión condicional sólo sería aplicable al primero de los delitos concurrentes.
De acuerdo con el fundamento que, como hemos visto anteriormente, inspira esta institución, se
trata de evitar que ciertas personas, primerizas en la comisión de delitos, ingresen en
instituciones penitenciarias, ya que se entiende que la pena supone ya un efecto intimidatorio
suficiente y eficaz. Es decir, razones de respeto de la dignidad frente –son preponderantes– a la
seguridad o necesidad de tutela de la vida social, que cedería en ciertos casos, con condiciones.
iii) Por último, el legislador exige que se haya satisfecho la responsabilidad civil
derivada del delito, salvo que el juez declare la imposibilidad de satisfacerla. La
doctrina entiende que si el Código concede un cierto ámbito de valoración al
juez para conceder la suspensión, en función de las capacidades económicas del
condenado, habrá de atenderse a los fines de la suspensión. Por eso, cuando no
sea posible satisfacer la responsabilidad civil, deberá evitarse que se generen
presunciones (es decir, dar por probado algo que no existe) contrarias al reo
(inadmisibles en Derecho penal) que impedirían la suspensión. Por el contrario,
debería quedar cerrada la posibilidad del beneficio sólo en aquellos casos en los
que quede acreditada la voluntad de incumplimiento de la responsabilidad
civil, en caso de poder hacerlo, por parte del condenado.
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A su vez, la concesión de la suspensión lleva consigo la imposición de una
condición: que no se delinca en el plazo señalado: art. 83.1.I (el requisito debe
entenderse referido exclusivamente a la comisión de un delito, no de una falta).
Concretamente, el juez o tribunal debe decidir el plazo dentro de unos
márgenes de tiempo: para las penas privativas de libertad inferiores a dos años,
un plazo de prueba entre dos y cinco años; y para las penas leves entre tres
meses y un año. Como criterios para decidir la duración la ley señala las
circunstancias personales del delincuente, las características del hecho y la
duración de la pena cuyo cumplimiento se suspende. El incumplimiento de esta
obligación de no delinquir obliga a revocar la suspensión (art. 84.1).
23 El RD 515/2005 del 6 de mayo por el que se establecen las circunstancias de ejecución de las
penas de trabajos en beneficio de la comunidad y de localización permanente, de determinadas
medidas de seguridad, así como de la suspensión de la ejecución de las penas privativas de
libertad, viene a reordenar la actividad penitenciaria con la finalidad de atender la puesta en
práctica más eficaz de la reforma penal introducida por la LO 15/2003, de 25 de noviembre.
El citado RD regula en su capítulo IV el procedimiento de control y seguimiento realizado por
la Administración penitenciaria a través de los servicios sociales penitenciarios, de los deberes y
obligaciones impuestas como condición de la suspensión de ejecución de penas privativas de
libertad. Se prevé la elaboración de un plan individual de intervención y seguimiento que será
aprobado por dichos órganos judiciales y que se irá modificando en atención al cumplimiento
de las obligaciones y deberes a los que está sujeto el penado.
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del apartado 1 del art. 8324 determinará la revocación de la suspensión de la ejecución
de la pena25.
Por otra parte, el art. 60 CP (modificado por LO 15/2003) recoge una modalidad de
suspensión condicional en la que es requisito la aparición de un trastorno mental grave
y duradero. Esta modificación permite que se puedan suspenden no sólo penas
privativas de libertad, sino también cualquier pena con independencia de su
naturaleza27. Para poder otorgar esta suspensión extraordinaria se requiere que exista
un trastorno grave y duradero, apreciado después de pronunciada la sentencia y que
suponga la imposibilidad de conocer el sentido de la pena.
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Otra de las novedades introducidas por la LO 15/2003 fue atribuir al Juez de Vigilancia
penitenciaria la competencia para decidir la suspensión condicional por enfermedad
mental. Esto lleva consigo ciertas consecuencias. Así, si la pena suspendida fuera una
pena privativa de libertad, el art. 60.1 CP impone al Juez de Vigilancia penitenciaria el
deber de garantizar que el reo reciba asistencia médica adecuada, para lo cual podrá
decretar una medida de seguridad que podrá ser privativa de libertad (pero no más
gravosa que la pena suspendida). Por otro lado, si la pena suspendida no fuera
privativa de libertad el Juez de Vigilancia Penitenciaria impondrá las medidas de
seguridad que estime necesarias.
Los requisitos para estos casos son los siguientes: a) que la pena a suspender no
rebase los 5 años de privación de libertad. b) Que el responsable del delito lo
haya cometido a causa de su dependencia de sustancias tóxicas y
estupefacientes, pero que se acredite que se ha deshabituado o que se halla en
tratamiento con ese fin. Y c) la imposición de dos condiciones de futuro: c.1) que
el reo no abandone el tratamiento de deshabituación (art. 87.4) y c.2) que no
delinca en un plazo de entre 3 y 5 años (art. 87.3); en caso de incumplimiento de
estas condiciones, se revoca la suspensión.
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III. Sustitución de las penas privativas de libertad.-
La sustitución de la ejecución de la pena de prisión por otras penas es una
alternativa que establece nuestro Código frente a la posibilidad de la
suspensión. Esta vía permite sustituir la pena privativa de libertad impuesta en
la sentencia firme de condena antes de que se inicie su ejecución por otras
penas. A diferencia de la suspensión, ahora sí se cumple una pena, pero distinta
a la inicialmente fijada en la sentencia.
28Sobre la colisión entre principios y sobre los subprincipios y las reglas derivadas de aquélla,
cfr. lecciones 2-3.
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momento comienza el cómputo del plazo para la cancelación de antecedentes. Sin
embargo, si renuncia a la suspensión y paga una multa, el plazo para la cancelación
comenzará a correr desde el momento del pago; en definitiva, se ganan los dos años del
plazo de suspensión.
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podrá regresar a España en un plazo de 5 a 10 años, contados desde la fecha de
su expulsión. Si incumple esta prohibición de entrada, y regresa a territorio
español, cumplirá las penas que fueron sustituidas33.
Como módulo de conversión ordinaria se prevé que el juez sustituya cada día
de prisión por dos cuotas de multa, o una jornada de trabajo en beneficio de la
comunidad, o por un día de localización permanente.
No cabe la sustitución en cadena, esto es, no puede sustituirse penas que son
sustitutivas de otras (art. 88.3).
»La expulsión se llevará a efecto sin que sea de aplicación lo dispuesto en los artículos 80, 87 y
88 del Código Penal.
»La expulsión así acordada llevará consigo el archivo de cualquier procedimiento
administrativo que tuviera por objeto la autorización para residir o trabajar en España.
»En el supuesto de que, acordada la sustitución de la pena privativa de libertad por la
expulsión, ésta no pudiera llevarse a efecto, se procederá al cumplimiento de la pena privativa
de libertad originariamente impuesta o del período de condena pendiente.» Al respecto, cfr. la
STS 28 de septiembre de 2009.
33Establece el propio art. 89.7: «Las disposiciones establecidas en los apartados anteriores no
serán de aplicación a los extranjeros que hubieran sido condenados por la comisión de delitos a
que se refieren los artículos 312, 313, 318 bis de este Código».
34Cfr. SSTS de 11 de septiembre de 1998 (RJ 6964), 8 de febrero de 2000 (RJ 937) y 5 de febrero de
2001 (RJ 265)].
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reconversión de la que se descontará el tiempo cumplido con arreglo a la
sustitutiva.
Por ejemplo, una persona es condenada a tres meses de prisión, que son sustituidos por
180 días de multa. Sólo abona 30 cuotas de multa e incumple el resto de los pagos
acordados. El Juez debe ejecutar la pena de prisión descontando las 30 cuotas, es decir, 15
días de prisión: por tanto, le restarían por cumplir 2 meses y 15 días.
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Ley Orgánica General Penitenciaria y el Reglamento Penitenciario), una
jurisdicción específica (los jueces de ejecución penitenciaria) y, sobre todo, un
objeto propio, como es la ejecución de penas, medidas privativas de libertad y
medidas cautelares37.
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garantías y dentro de los límites establecidos por la Ley, los reglamentos y las
sentencias judiciales». Se trata de la garantía de ejecución o penitenciaria de la
que ya hemos tratado en la lección 3.ª. Los arts. 3, 4 y 6 trazan las líneas
generales del estatuto jurídico del recluso, a partir del principio del respeto de
dignidad de la personalidad humana (proporcionalidad) y de los derechos e
intereses jurídicos no afectados por la condena.
Tanto la ley como el reglamento tratan el estatuto jurídico del recluso: desde los
horarios, el régimen de visitas, objetos que pueden poseer, hasta el sistema de
sanciones.
ii) Segundo grado: es el ordinario, para los penados en quienes concurran unas
circunstancias personales y penitenciarias de normal convivencia, pero sin
capacidad para vivir todavía en semilibertad (art. 102.3 RGP). En el que se
realizan todas las actividades propias del establecimiento, con ciertas
actividades en común y otras restringidas.
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semilibertad (art. 102.4); de este modo, por ejemplo, se permite a los reclusos
salir a trabajar al exterior.
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administrativos del expediente de concesión, se regula junto con los beneficios
penitenciarios.
42 Sobre la interpretación práctica de estos requisitos, cfr. CERVELLÓ DONDERIS, pp 249 y ss.
43Como son: prohibiciones de acudir a determinados lugares, de aproximarse a la víctima, o a
aquellos de sus familiares u otras personas que determine el juez o tribunal, o de comunicarse
con ellos, o de ausentarse sin autorización del juez o tribunal del lugar donde resida;
obligaciones de comparecer personalmente ante el juzgado o tribunal, o servicio de la
Administración que se señale para informar de sus actividades, de participar en programas
formativos, laborales, culturales, de educación vial, sexual, de defensa del medio ambiente, de
protección de los animales y otros similares, de cumplir los demás deberes que el juez o tribunal
estime convenientes para la rehabilitación social del penado; inhabilitación profesional;
expulsión del territorio nacional de extranjeros no residentes legalmente en España; libertad
vigilada; la custodia familiar; privación del derecho a conducir vehículos a motor y
ciclomotores; privación del derecho a la tenencia y porte de armas.
44 Además, es posible adelantar, una vez extinguida la mitad de la condena, la concesión de la
libertad condicional en relación con el plazo previsto en el apartado anterior (dos terceras partes
de su condena), hasta un máximo de 90 días por cada año transcurrido de cumplimiento
efectivo de condena, siempre que no se trate de delitos referentes a organizaciones y grupos
terroristas y delitos de terrorismo o cometidos en el seno de organizaciones o grupos criminales.
Para lo cual es preciso que el penado haya desarrollado continuadamente actividades laborales,
culturales u ocupacionales y que acredite, además, la participación efectiva y favorable en
programas de reparación a las víctimas o de tratamiento o desintoxicación, en su caso.
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Aun no contando con el requisito de haber cumplido la pena dentro de esos
plazos, pueden obtener la libertad condicional los reclusos de más de 70 años (o
cumplidos durante la ejecución) o los que padezcan una enfermedad grave o
con padecimientos incurables (art. 92 CP).
45 Del delito que cometa el interno disfrutando de libertad condicional se puede derivar
responsabilidad patrimonial del Estado por mal funcionamiento de los servicios públicos: por
ejemplo, cuando se trate de casos en que se ha concedido la libertad de una manera irregular o
se han omitido medidas de control y vigilancia.
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