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ENTRE RUINAS y
ESCOMBROS
Los terremotos en Chile durante
los siglos Xvi al Xix
Ediciones
Universitarias
de Valparaíso
P ontificia U niversidad
C atólica de V alparaíso
© ALFREDO PALACIOS ROA, 2015
ENTRE RUINAS Y ESCOMBROS
Los terremotos en Chile durante los siglos Xvi al Xix
Inscripción Nº 253.411
ISBN: 978-956-17-0631-6
Derechos Reservados
Tirada: 500 ejemplares
Imprenta Salesianos
HECHO EN CHILE
Índice
ABREVIATURAS Y SIGLAS. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
PRESENTACIÓN. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Abreviaturas y Siglas
PRESENTACIÓN
De esta manera, los diversos terremotos que remecieron al país a lo largo de estos
cuatrocientos años de estudio demostraron ejercer poca influencia en el urbanismo
y en la arquitectura de sus ciudades. En consecuencia, el desarrollo de este trabajo
de investigación, junto con describir y analizar los distintos efectos que provocaron
los seísmos y tsunamis asociados en aquellos asentamientos, además de señalar las
pérdidas humanas y materiales generadas por los procesos geológicos combinados
ocurridos entre los siglos XVI y XIX, y describir la evolución urbana y arquitectónica
que se dejó ver luego de la manifestación de estos procesos naturales, rescató algunos
testimonios y experiencias con el fin de estudiar los cambios y permanencias en las
actitudes y reacciones de la sociedad chilena frente a este tipo de eventos para lograr
establecer una interpretación coherente con el tono de la vida de aquellos siglos.
Por otra parte, y luego de justificar la total ausencia de este tipo de estudios dentro del
largo período en Chile, asimismo el Dr. Palacios desarrolló una metodología orientada
a convertir los resultados de esta investigación en un instrumento fundamental para
el desarrollo de estudios aplicados en Chile en el ámbito de la planificación territo-
rial. Del mismo modo, y para potenciar dicho marco metodológico, buscó validar la
información histórica contrastando diversas fuentes para darle a sus conclusiones
E N T R E R U I N A S y E S C O M B ROS 11
una aplicación actual y verosímil; para ello, cotejó diversas fuentes provenientes de
distintos archivos y bibliotecas. Sobre este último aspecto debo destacar que trabajó
con diversa documentación en archivos de Chile, Argentina, España, Francia e Italia,
ampliando considerablemente el conocimiento que se tenía en el país sobre el efecto
de los terremotos en la sociedad chilena desde el siglo XVI hasta el siglo XIX. Así, las
cartas, documentos oficiales, libros, relatos de viajeros y periódicos de época encon-
trados y utilizados, le ofrecieron un dividendo adicional que le permitió conocer la
situación política, económica e ideológica de la época. Por tal motivo, la investigación
cobró un valor adicional y adquirió una vocación interdisciplinar y transversal ya que
se abrió a las contribuciones de otras áreas científicas para comprender de mejor
manera la problemática del efecto de los terremotos de gran magnitud registrados
en Chile durante los siglos XVI al XIX.
1
González de Nájera, Alonso. Desengaño y reparo de la guerra del reino de Chile.
Santiago, Imprenta Ercilla, 1889, p. 18. Si bien la denominación de “reinos” para
los dominios de Indias no significó ninguna categoría especial y solo fue el uso de
un nombre equivalente a “provincia”, lo cierto es que, en la práctica, ningún otro
país indiano tuvo, salvo incidentalmente, tal calificación, ni en el lenguaje corrien-
te ni en el oficial. Un completo y documentado estudio sobre este calificativo pue-
de ser consultado en: Campos Harriet, Fernando. “Notas sobre el uso del nombre
reino de Chile”, en RCHG, núm. 30, 1963, pp. 21-37.
2
Virginia García refirió que el primer estudio empírico en el campo de los desas-
tres lo realizó el sociólogo canadiense Samuel Prince en 1920. Él, a partir de la
descripción de la explosión de un barco de municiones en Halifax, Nueva Escocia,
sugirió que los eventos catastróficos inducen a un rápido cambio social. A partir
de entonces, según lo esbozado por esta antropóloga e historiadora mexicana,
la mayor parte de las investigaciones desarrolladas en este ámbito han tomado
como punto de partida la conocida “hipótesis de Prince” y se han dedicado a
comprobarla o a refutarla, arrojando como resultado que: “algunos han encon-
trado que los desastres no dejan efectos de larga duración en las comunidades
que afectan, simplemente las desorganizan temporalmente; otros insisten que los
desastres pueden acelerar o disminuir la velocidad del cambio, pero en general no
14 A l f r e d o Pa l ac i o s R o a
Indudablemente, la actitud actual que existe con respecto a los desastres viene dada
por la certeza de que no existe ninguna ciudad que se encuentra libre de verse afectada
por algún tipo de evento de origen natural que sea destructivo, como por ejemplo
terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas, inundaciones y huracanes. Se insiste en
que lo más importante es saber resolver las situaciones coyunturales, y luego tener
la capacidad de recuperación, la que en cada comunidad, y dependiendo del fenó-
meno concreto que la afectó, sería distinta (y es lo que se conoce como resiliencia)4.
provocan cambios trascendentales”; por otra parte, un tercer grupo de investigadores han considerado
que algunos desastres sí han producido cambios importantes que se pueden proyectar en un análisis de
largo alcance. Al respecto, véase: García, Virginia. “Enfoques teóricos para el estudio histórico de los
desastres naturales”, en García Acosta, Virginia (coord.). Estudios históricos sobre desastres naturales en
México: balance y perspectivas. México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropolo-
gía Social, 1992, p. 21.
3
Partiendo de la premisa de que: “los desastres naturales han causado la muerte de numerosas perso-
nas, afectando a muchas otras y causando daños gravísimos a infraestructuras y bienes especialmente
en los países en vías de desarrollo”, la Asamblea General de la ONU estableció –mediante la resolución
44/236 de 22 de diciembre de 1989– la adopción de un “Decenio Internacional para la Reducción de los
Desastres Naturales”. Dicha proclamación, junto con anunciar que aquella década comenzaría el 1 de
enero de 1990, fijó un marco de acción internacional concertado que buscaría reducir las pérdidas de
vidas, los daños materiales y trastornos socioeconómicos causados por los desastres generados a partir
de fenómenos naturales, sobre todo en los países tercermundistas. Para un mayor conocimiento de
este “decenio”, sus resoluciones, objetivos, actividades y financiamiento, puede consultarse: Lahore,
Juan. “El Decenio Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales”, en Primer congreso ibe-
roamericano sobre técnicas aplicadas a la gestión de emergencias para la reducción de desastres naturales:
Ponencias y comunicaciones [Valencia], 1992, pp. 1-6. Molin, Helena. “Decenio Internacional para la Re-
ducción de los Desastres Naturales (DIRDN)”, en Lavell, Allan (comp.). Viviendo en riesgo: Comunidades
vulnerables y prevención de desastres en América Latina. Bogotá, La Red, 1994, pp. 361-367.
4
Sobre este último concepto encontramos los siguientes estudios que permiten conocer en profundi-
dad su definición y aplicación. Calderón, Georgina. “Lo ideológico de los términos en los desastres”, en
E N T R E R U I N A S y E S C O M B ROS 15
Así, y para aunar criterios de acción, la comunidad científica y las políticas públicas
orientadas a desarrollar diversos mecanismos para aminorar el impacto causado
por los desastres, llegaron a un acuerdo generalizado con respecto a tres conceptos
principales –peligros naturales, vulnerabilidad y riesgo–, a los cuales se les aplican
las siguientes definiciones:
Revista Geográfica de América Central, número especial EGAL, 2011, pp. 1-16. Naranjo, Rolando. “Neu-
rología de la resiliencia y desastres”, en Revista Cubana de Salud Pública, vol. 36, núm. 3, 2010, pp. 270-
274. Musset, Alain. “Vulnerabilidad social, justicia espacial y resiliencia: Concepción, Chile, entre dos
terremotos 1751-1835”, en Musset, Alain (dir.). Ciudad, sociedad, justicia: un enfoque espacial y cultural.
Mar del Plata, Editorial de la Universidad Nacional de Mar del Plata, 2010, pp. 31-64.
5
Organización de las Naciones Unidas. Marco de acción para la implementación de la Estrategia Interna-
cional para la Reducción de Desastres (EIRD). s/e, 2001. Disponible en: http://www.eird.org/esp/acerca-
eird/marco-accion-esp.htm.
6
Vargas, Jorge. Políticas públicas para la reducción de la vulnerabilidad frente a los desastres naturales y
socio-naturales. Santiago, CEPAL, 2002, p. 16. Aneas de Castro, Susana. “Riesgos y peligros: una visión
desde la geografía”, en Geocrítica, núm. 60, 2000. Disponible en: http://www.ub.edu/geocrit/sn-60.htm
7
Organización de las Naciones Unidas. Vivir con el riesgo: informe mundial sobre iniciativas para la reduc-
ción de desastres. Ginebra, s/e, 2004, p. 18. Calvo, Francisco. “La geografía de los riesgos” en Geocrítica,
núm. 54, 1984. Disponible en: http://www.ub.edu/geocrit/geo54.htm
16 A l f r e d o Pa l ac i o s R o a
generar el uso de los términos “fenómeno natural” y “desastre”, debemos decir que
algunos fenómenos naturales son destructivos, pero no siempre causan desastres,
como por ejemplo un terremoto que ocurre en una zona despoblada. En definitiva,
un desastre es siempre un producto social en el cual el proceso físico no determina
necesariamente el resultado8. En otras palabras, existe el riesgo de que ocurra un de-
sastre cuando uno o más peligros naturales se manifiestan en un contexto vulnerable,
por lo que, una evaluación de riesgo debe considerar la siguiente ecuación: Riesgo=
Peligro × Vulnerabilidad9.
De dicha fórmula, se pueden desprender dos enfoques para analizar los desastres.
El primero, y el más extendido, ha tomado como punto de partida la idea de que
estos nefastos eventos son característicos de procesos naturales peligrosos; es decir,
que los peligros naturales son los elementos que determinan el carácter del desas-
tre, articulando lo que algunos investigadores han denominado como “naturaleza
violenta”10. El segundo, el menos difundido, considera que el elemento activo de
los mismos es la vulnerabilidad y los procesos y estructuras socioeconómicas que la
conforman. En consecuencia, sería la vulnerabilidad la que determina el carácter y
alcance de los desastres11.
Sobre este último punto, la CEPAL –dentro del marco del mejoramiento de la meto-
dología empleada en la evaluación de los daños causados por los desastres naturales–
8
Herzer, Hilda. “Los desastres no parecen tan naturales como parecen”, en Medio Ambiente y Urbaniza-
ción, núm. 30, 1990, p. 5.
9
Maskrey, Andrew. El manejo popular de los desastres naturales. Estudios de vulnerabilidad y mitigación.
Lima, Tecnología Intermedia, 1989, p. 19. Dentro de esta lógica, la ONU en su marco de acción para la
reducción de desastres, incorpora los “desastres tecnológicos y ambientales” solamente cuando estos
son causados por peligros naturales; por lo tanto, dichos desastres, describen situaciones en las que los
desastres naturales se combinan con la ocurrencia de daños tecnológicos u ambientales. Organización
de las Naciones Unidas, Marco de acción…, disponible desde internet: ttp://www.eird.org/esp/acerca-
eird/marco-accion-esp.htm.
10
Gascón, Margarita. “Los desastres naturales en las ciudades latinoamericanas”, en Entelequia, Revista
Interdisciplinar, núm. 2, 2006, pp. 265-266.
11
Maskrey, El manejo popular…, p. 20.
E N T R E R U I N A S y E S C O M B ROS 17
junto con puntualizar los factores y definir las tres categorías de la vulnerabilidad (la
exposición destructiva ante una determinada amenaza, la incapacidad de reaccionar
adecuadamente cuando la amenaza se presenta y la incompetencia para lograr la
recuperación de las condiciones de vida normales), presentó el siguiente esquema
para entender de mejor manera su funcionamiento y aplicación: Vulnerabilidad= f
(Grado de Exposición, Resistencia)12.
Ahora, como bien advierten los teóricos, estos dos enfoques deben ser tratados como
dos extremos de un espectro amplio que contiene una variedad de opciones, ya que
las investigaciones pueden tomar, dependiendo de su objetivo, distintos caminos
para su consecución, aunque todas estas opciones tienen como común denominador
la concepción de que los desastres son característicos de los fenómenos naturales
peligrosos que, como agentes activos, actúan sobre condiciones vulnerables pasivas.
En efecto, algunos enfoques teóricos y estudios de casos que analizan el equilibrio
precario de determinadas poblaciones, y el riesgo que les ofrece el entorno natural
12
Vargas, Políticas públicas..., p. 17. Para efectos de esta ecuación, el “grado de exposición” correspon-
derá al tiempo y modo sometido de un ecosistema a los efectos de una actividad potencialmente peli-
grosa, es decir a cuánta energía potencialmente destructiva recibe y por cuánto tiempo. Por su parte,
la “resistencia” será definida como la capacidad de las sociedades humanas para hacer frente a los de-
sastres.
13
García “Enfoques teóricos…, p. 24.
18 A l f r e d o Pa l ac i o s R o a
donde se desenvuelven, han planteado las siguientes directrices para ser usadas en
los estudios sociohistóricos:
En síntesis, pensamos que se deben conocer y analizar las condiciones sociales, políti-
cas, económicas e ideológicas, junto con las técnicas de construcción predominantes
en determinadas épocas y sociedades, para entender los efectos y las respuestas dadas
por la población frente a determinados desastres. Igualmente, y para complementar
Caputo, María Graciela; Herzer, Hilda y Morello, Jorge. “Introducción”, en Caputo, María Graciela;
14
Hardoy, Jorge y Herzer, Hilda (comps.). Desastres naturales y sociedad en América Latina. Buenos Aires,
Grupo Editor Latinoamericano, 1985, pp. 9-12.
15
Rodríguez, Alfredo. “Desastres urbanos, fenómenos no-naturales”, en Medio Ambiente y Urbaniza-
ción, núm. 30, 1990, pp. 11-12.
E N T R E R U I N A S y E S C O M B ROS 19
lo anterior, entendemos que una de las primeras acciones para poder establecer los
parámetros de peligro, vulnerabilidad y riesgo, sería contar con un registro histórico
específico en las distintas regiones del planeta.
Dentro de este marco, y en lo que se refiere a la importancia que las calamidades na-
turales han tenido en el pasado, las distintas ciencias sociales, en especial la historia y
la geografía, han debido integrar las reflexiones que esos fenómenos han incitado en
sus disciplinas. En dicho contexto, y como antecedente histórico, la geografía europea
–dentro de la denominada geografía de las calamidades– comenzó a interesarse por
los eventos desastrosos en sus debates sobre el medio natural en el primer cuarto del
siglo XX. Así, su primera concreción epistemológica llegó de la mano del geógrafo
suizo Raoul Montandon quien, en 1924, planteó lo siguiente:
16
Montandon, Raoul. “La geógraphie des calamités”, citado y traducido en: Buj, Antonio. “Los desastres
naturales y la geografía contemporánea”, en Estudios Geográficos, tomo LVIII, núm. 229, 1997, p. 558.
17
Entenderemos como medidas preventivas estructurales (o medidas de control) a aquellas que orien-
tan la búsqueda de soluciones técnicas viables, tales como cambios estructurales en las viviendas y
reforzamientos en las construcciones en general. Por su parte, las preventivas no estructurales (o alter-
nativas de adaptación) serían aquellas destinadas a aminorar el impacto de un desastre en el mediano y
largo plazo, como son los sistemas de alerta temprana y las campañas de educación. Más detalles sobre
estas medidas y su aplicación en: Larraín, Patricio y Simpson-Housley, Paul. “Personalidad y Percepción
de Terremotos en Alhué, Chile”, en Revista de Geografía Norte Grande, núm. 12, 1985, p. 3. Ayala-Car-
cedo, Javier y González, África. “Mitigación de los desastres naturales en el mundo y el desarrollo sos-
tenible”, en Ayala-Carcedo, Javier (coord.). Riesgos naturales y desarrollo sostenible: impacto, predicción
y mitigación. Madrid, Instituto Geológico y Minero de España, 2007, pp. 36-38.
20 A l f r e d o Pa l ac i o s R o a
Muchos siglos debieron transcurrir para que la humanidad se pudiera liberar del yugo
mental de la creencia sobre el “origen divino” de los terremotos. Sin embargo, recién
en los últimos cien años, y luego de que la ciencia entregara una respuesta verosímil
sobre las causas que los producían, se comenzaron a elaborar estudios para abordar
esta materia desde distintas ópticas, pero aun así estos trabajos no pudieron evitar
importantes pérdidas humanas y materiales cada vez que se manifestaron las fuer-
zas internas y externas de la Tierra. Por tal motivo, pensamos que es el momento
de presentar una investigación de largo aliento que incluyera una visión de conjunto
sobre los desastres causados por los peligros naturales, y en este caso en concreto
Beltrán y Rózpide, Ricardo. La Unión Internacional de Socorro y la geografía de las calamidades. Madrid,
18
los terremotos que se han dejado sentir en el territorio chileno desde la llegada de
los hispanos hasta fines del siglo XIX. La idea es poder colocar estos resultados a la
par del conocimiento experimentado por algunos países del continente americano y
europeo, donde el estudio histórico y sistemático de los sismos ocurridos en el pasado
no solo ha demostrado lo importante que resulta ser la labor que los historiadores que
se desempeñan en la investigación de estas materias (las cuales han estado dominadas
por la geografía, la geofísica y la geología), sino que también han arrojado numerosas
obras que ilustran estas experiencias académicas desde una concepción holística, y
que han contribuido directamente a la prevención de estos nefastos eventos.
19
Algunos modelos de estos trabajos se pueden encontrar en: Udías, Agustín y Muñoz, Dolores. “Es-
tudios de la sismicidad histórica de España”, en Seminario sobre sismicidad y riesgo sísmico en el área
Ibero-Magrebí [Córdoba], 1983, pp. 35-40. Rojas, Teresa (coord.). Y volvió a temblar: cronología de los
sismos en México, de 1 pedernal a 1821. México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en
Antropología Social, 1987, 201 p. Giesecke, Alberto y Silgado, Enrique. Terremotos en el Perú. Lima,
Ediciones Rikchay, 1981, 142 p. Seiner, Lizardo. Historia de los sismos en el Perú. Catálogo: siglos XV-
XVII. Lima: Universidad de Lima, 2009, 444 p. Historia de los sismos en el Perú. Catálogo: siglos XVIII-XIX.
Lima, Universidad de Lima, 2011.
20
Como ejemplo de este segundo tipo de estudios podemos citar las siguientes obras: García, Virginia
y Suárez, Gerardo. Los sismos en la historia de México. México, Ediciones Científicas Universitarias, Fon-
do de Cultura Económica, 1996-2001, 2 vols. Altez, Rogelio. El desastre de 1812 en Venezuela: sismos,
22 A l f r e d o Pa l ac i o s R o a
encontramos un tercer tipo de estudios que presta una mayor atención a la perspec-
tiva social para analizar los desastres que, asociados a los seísmos, ocurrieron en el
pasado. Estos últimos son de reciente aparición, y se suelen enmarcan en perspectivas
teóricas desarrolladas por las ciencias sociales en las últimas dos décadas21. Dichos
estudios superan la descripción de los hechos para construir historias en las que los
desastres, asociados a la ocurrencia de un seísmo en concreto, se configuran como
el resultado de procesos sociales y económicos más amplios.
vulnerabilidades y una patria no tan boba. Caracas, Universidad Católica Andrés Bello, 2006, 522 p. Espi-
nosa, Manuel (comp.). Historia de los terremotos y las erupciones volcánicas en el Ecuador, siglo XVI - XX.
Quito, Taller de Estudios Andinos, 2000, 202 p.
21
A este respecto, véase: García, Virginia (coord.). Historia y desastres en América Latina. Bogotá, La
Red, 1996-2008, 3 vols. Altez, Rogelio. Terremotos, historia y sociedad en Venezuela. Caracas, Editorial
Alfa, 2010, 316 p.
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