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#MEDIO AMBIENTE

Las represas
hidroeléctricas: fábricas
de gases invernadero
26 DE MARZO, 2011
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CONTENIDO ENVIADO POR


Pablo Astudillo@pabloastudillo
Científico, uno de los fundadores del movimiento "Más Ciencia para Chile" y de
Fundación Más Ciencia. Autor del libro "Manifiesto por la Ciencia: Un nuevo relato
para la ciencia en Chile". Opiniones en este medio son a título personal.
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El Primer principio de la Termodinámica establece, en palabras muy simples, que la


energía no se pierde; se puede transformar, pero no crear o destruir. Y este principio se
aplica, obviamente, a los organismos vivos y a la materia orgánica. Cuando un
organismo muere, muchos procesos químicos ocurren, que terminan en la
transformación del cuerpo en otro tipo de material, en otra forma de energía. Los
organismos vivos se componen mayoritariamente de cuatro elementos químicos:
carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno.

Cuando se construye una represa, grandes cantidades de material orgánico quedan


sumergidas, las que sufren un proceso de descomposición que termina con la formación
de gases como dióxido de carbono (CO2), óxido nitroso (N2O) y metano (CH4), que
son emitidos a la atmósfera induciendo el efecto invernadero (por lo que se les conoce
como GHG, del inglés "greenhouse gases"). Las emisiones de una represa dependen de
la profundidad, del tamaño, del ecosistema sobre el cual se construyó, la temperatura,
entre otros factores. Represas de gran altura producen un fenómeno adicional: al pasar
el agua por las turbinas y salir de la represa, se produce un cambio en la presión del
agua que libera más gases (de manera parecida a cuando abrimos una botella de bebida;
cambia la presión, liberándose gas). Se estima que el 40% del CH4 y el 70% del CO2
liberado por las represas se debe precisamente a este fenómeno. Río abajo, continúa el
proceso de liberación de gases, el que se puede extender por kilómetros.

Respecto del reservorio de agua, existe liberación de gases en la interfase entre agua y
aire, y liberación de gas (principalmente metano) en burbujas, proceso que puede
explicar hasta la mitad de la producción de metano sólo en el reservorio. En
promedio, una represa puede liberar hasta 40 kilogramos de CH4 por kilómetro
cuadrado al día, en zonas de alta riqueza de material orgánico, como en un bosque.
Si una represa tiene un tamaño de 10 km2, puede liberar al año 146.000 kilos de metano
en promedio. La superficie total de los embalses del proyecto de HidroAysén es de casi
60 km2.

Otro concepto importante es el de "potencial de calentamiento global" o GWP (del


inglés "Global Warming Potential"), y se refiere a que ciertos gases son más poderosos
que otros en su capacidad de producir calentamiento global. En este sentido, el metano
tiene un valor de GWP de 25 veces más que el CO2, a corto plazo, mientras que a
largo plazo este valor es de 70 veces. Usando el valor a corto plazo, nuestra represa
teórica de 10 km2 emitiría, sólo en metano, un GWP equivalente al de 3.650 toneladas
de CO2 al año. A este valor hay que sumar el de la emisión de CO2 propiamente tal, y
el de la emisión de N2O, el que tiene un valor de GWP 300 veces mayor que el del
CO2. Cálculos de algunos investigadores demuestran que, incluso, producir una
determinada cantidad de energía mediante hidroelectricidad, al considerar los GHGs
emitidos, contamina de igual manera o más comparado a si la misma energía se hubiese
obtenido con combustibles fósiles.
Un tercer aspecto, convenientemente olvidado por la defensa de los grandes proyectos
hidroeléctricos, es consecuencia directa del llenado de la represa y la construcción de
obras asociadas: la deforestación de las especies vegetales acaba con importantes
extensiones de sumideros de CO2. Cuando un árbol desaparece, lo que desaparece
es, desde un punto de vista instrumental, una máquina capaz de absorber CO2 y,
lo que es aún más increíble, transformarlo en oxígeno. Cuando hablamos de un solo
árbol, no pareciera ser gran problema. Pero cuando hablamos de kilómetros cuadrados
de bosques que quedarán sumergidos, más la tala para la construcción de caminos,
más… son otras varias toneladas de CO2 que dejan de ser absorbidas y convertidas en
oxígeno durante años. La reforestación no compensa esta pérdida; pueden pasar
varios años antes de que un árbol recién plantado llegue a absorber la misma
cantidad de CO2 que un organismo adulto. Otro daño ecológico de suma importancia
es el asociado a la destrucción o alteración de los cauces de los ríos intervenidos por la
represa. Material orgánico e inorgánico escapa de la represa y contamina el lecho
del río, aumentando las concentraciones locales de carbono y nitrógeno (entre otros
elementos).

La alteración de los cauces de los ríos por las represas puede ser catastrófica; existe
cierto consenso científico sobre la construcción de la represa de las Tres Gargantas (la
más grande del mundo), en China, como la causa de la extinción del Delfín de Agua
Dulce del río Yangtsé.

Uno puede perder fácilmente la perspectiva respecto a estos números, así que los
pondremos en contexto con un ejemplo. Investigadores brasileños han determinado,
tanto por modelamientos como con mediciones en terreno, los niveles de emisión de
gases GHGs para centrales en su país. Dos ejemplos son las centrales Miranda y Xingó,
cuyas superficies son 50,6 km2 y 60 km2, respectivamente (tamaño similar al
proyectado por el conjunto de las represas de HidroAysén). Ambas represas juntas
emiten al año más de 3.620 toneladas de metano,equivalentes a más de 90.600
toneladas de CO2. Además, emiten casi 150 mil toneladas de CO2. En el contexto
global, se estima que las represas contribuyen con cerca del 4% de los gases GHGs
emitidos por el hombre. Incorporar la emisión de metano ha sido difícil; hasta hace
menos de cinco años atrás, no se había contabilizado al metano emitido por las represas
en la suma global. Hoy, los estudios científicos permite concluir que las emisiones de
metano por parte de las represas constituyen entre el 20% y el 30% del total emitido por
el hombre, y se convierte en la principal fuente antropogénica de este gas.
Para el caso de HidroAysén, los datos de otras represas permiten inferir que tendrá
importantes consecuencias ambientales, pero este tema se abordará en otra ocasión por
razones de espacio. No obstante, los datos publicados para varias represas son
suficientes para concluir que difícilmente se puede calificar a la energía hidroeléctrica
como una "energía limpia": emisión de CO2 y metano, fin de la captura de CO2 por
deforestación, daños a los ecosistemas adyacentes, y sólo considerando las represas,
ignorando obras asociadas y líneas de transmisión. Los chilenos debemos informarnos
para que, de una vez por todas, no se juegue con nosotros y no se nos trate de engañar
con falsas promesas de energías limpias que, a fin de cuentas, están muy lejos de
serlo.

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