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ÍNDICE

Introducción

CAPÍTULO 1: COMPETENCIAS NORMATIVAS

I. CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LA REPÚBLICA COMO NORMA FUNDAMENTAL Y COMO FUENTE DE COMPETENCIAS


NORMATIVAS

1. Discusión e importancia de la supremacía constitucional

2. CPR como fuente de potestades normativas

2.1. Reserva legal

2.2. Potestad reglamentaria del PDR

CAPÍTULO 2: POTESTAD ORGANIZATIVA

I. ATRIBUCIÓN DE COMPETENCIAS POR LA CPR

1. Al Presidente de la República

2. Al Legislador

2.1 Artículo 63 Nº 20 CPR

2.2 Artículo 65, inciso 4º Nº 2 CPR

2.3 Artículo 38, inciso 1º CPR

II. ATRIBUCIÓN DE COMPETENCIAS POR EL LEGISLADOR AL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA

III. ATRIBUCIÓN DIRECTA DE COMPETENCIAS A LA ADMINISTRACIÓN

1. Técnica de atribución legal de potestades

2. Principios de eficiencia y eficacia que rigen a la Administración

3. Atribución de competencias a las jefaturas y autoridades de los servicios públicos de la


Administración del Estado

Conclusiones
Competencias normativas y potestad organizativa de la Administración del
Estado.

Lo que esta tesis busca es determinar que tan reguladas están las competencias de los jefes
superiores de los servicios públicos, incluyendo el PDR, según el tipo de servicio del que se
trate, por medio del análisis de algunos artículos de la CPR pertinentes y de algunas normas
legales, en especial la LOCBGAE (18.575). Esto es relevante por cuanto establecer la
regulacion de dichas competencias conlleva o sirve para determinar cuando hay una
extralimitación de potestades.

Para ello, este trabajo se divide en dos capítulos. El primero versa sobre las competencias
normativas, que contemplará lo relacionado con esta competencia en términos generales, no
sólo respecto de la Administración. Aborda entonces el tema de la supremacía constitucional
y la distribución de competencias que realiza el Constituyente al Presidente de la República,
y al Legislador y finaliza con la relación actual entre ambas competencias, y las discusiones
doctrinales que se han planteado al respecto. Las posturas doctrinales que pueden ser
agrupadas en más o menos restrictivas, según el ámbito de regulación que se conceda al
Reglamento. Lo interesante son las consecuencias de cada una; si se opta por una posición
restrictiva, de una estricta sujeción del reglamento a la ley, el reglamento no tendrá más
campo de acción que el que le otorge la ley, y no habrá espacio para consideraciones por
parte de la Administración, se cercenaría cualquier espacio de discrecionalidad a la
Administración, el cual es necesario para que cumpla con sus fines y objetivos propios. Por
el contrario, si se opta por una posición menos restrictiva, de manera que pueda el reglamento
regular todo lo necesario para la aplicación de la ley, podría ocurrir que la ley descanse en el
reglamento y no regule todo lo que la CPR le encomienda, con diversas consecuencias, por
cuanto el reglamento es de inferior jerarquía y no tiene una vocación de permanencia, ni
fundamento democrático como la ley.
El segundo capítulo, versa directamente sobre la potestad organizativa respecto de los
servicios públicos que se otorga al Presidente, al Legislador y a las autoridades y jefaturas de
la Administración. Se analiza su fundamento, el principio de legalidad que rige a la
Administración y los principios consagrados en la LOCBGAE, especialmente los principios
de eficiencia y eficacia administrativa, para finalizar con el análisis de las atribuciones y
deberes que se atribuyen a las autoridades y jefaturas de la Administración en la ley
precedente.

En términos generales, para determinar la competencia que cabe al PDR respecto de los
servicios públicos deberá excluirse las materias que son encargadas exclusivamente al
Legislador, ya sea orgánico constitucional o simple. La competencia del PDR es amplia en
dos sentidos: por ser residual respecto de la potestad del Legislador, en virtud del artículo 32
Nº 6 en relación con el artículo 63 CPR; y por jerarquía, en relación con las demás autoridades
administrativas, pues es en virtud del artículo 24 CPR se constituye al Presidente en el jerarca
o autoridad máxima de la Administración.

Del análisis de la atribución de competencias en materia administrativa entre el PDR y las


jefaturas y autoridades administrativas, puede establecerse de manera general el siguiente
esquema:
Al PDR, respecto de los servicios públicos descentralizados, sólo se le confiere potestad para
nombrar y remover al jefe superior del servicio y para pronunciarse sobre los actos
administrativos más importantes.
En relación a los servicios públicos centralizados, al Jefe de Estado se le atribuye un poder
jerárquico pleno, pero al mismo tiempo limitado, por cuanto respecto el poder de nominación
sólo puede ejercerlo con los jefes superiores, en virtud de los artículos 7º Estatuto
Administrativo, y 40 LOCBGAE. El poder normativo del PDR, si bien es amplio en virtud
del artículo 32 Nº 6, no puede extenderse a materias de competencia exclusiva del jefe
superior del servicio determinadas por la ley, ni a cuestiones menores por razones de
eficiencia y eficacia. El poder de control del PDR, respecto a los servicios centralizados, se
evidencia en que dichos servicios se financian con recursos fiscales que figuran en la Ley de
presupuesto anual de la Nación.
Finalmente, el poder disciplinario del PDR se ejerce respecto de sus dependientes directos.

A las autoridades y jefaturas se les confiere un poder de nominación determinado y limitado


por ley (artículo 7º Estatuto Administrativo); de un poder normativo para regular asuntos
administrativos y cotidianos, con el objeto de velar por el buen funcionamiento del servicio,
y respecto de materias expresamente señaladas en la ley que crea el servicio; de un poder
disciplinario restringido, por cuanto se limita a ordenar la instrucción de un procedimiento
disciplinario, designar al funcionario que lo ha de instruir y a decidir sobre la absolución o
sanción aplicable (art. 115 y siguientes Estatuto Administrativo), y de un poder de vigilancia
o control inherente a una autoridad, que se manifiesta en el deber de ejercer un control
jerárquico permanente del funcionamiento del servicio y de la actuación del personal de su
dependencia.

Finalmente del análisis de las normas mencionadas cabe concluir que los poderes o
potestades que caben a las jefaturas en relación con la organización y funcionamiento de los
servicios públicos no están reguladas exhaustivamente, si no que a modo general, al menos
en la CPR, en la LOCBGAE y en el Estatuto Administrativo, siendo estas las normas mas
relevantes al momento de determinar la organización y las funciones y atribuciones que
competen a un servicio público, además de las respectivas leyes orgánicas.

En efecto, la Administracion requiere de un espacio de discrecionalidad para cumplir con su


fin propio y no sería prudente o conveniente una reglamentación pormenorizada que persiga
seguridad jurídica pero que atente directamente contra la eficacia y eficiencia en el actuar de
la Administración.

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