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EL CONCEPTO DE LO MEDIEVAL1

Bajo el rótulo de "Medieval" designamos un período de la historia del mundo


Occidental que abarca un tiempo y espacio de difícil datación (que corrientemente se
sitúa entre el siglo V hasta el siglo XIV), no sólo por el hecho de que los límites
temporales en los procesos humanos son un tanto convencionales y erráticos, sino
porque se fijan según el antojo –científicamente argumentado y pretendido como
verdadero- de la corriente de interpretación histórica de moda. Sin el ánimo de entrar en
polémicas y al mismo tiempo sin desconocer las distintas propuestas de datación
vigentes; para efectos de nuestro curso fijaremos una fecha de inicio del periodo que nos
interesa centrados en los procesos de cambio de paradigma entre lo que entendemos
como Mundo antiguo y Mundo medieval. Siendo así, la mayoría de los autores
considera que el mundo antiguo en Occidente termina con la caída del Imperio romano
occidental y las invasiones de los pueblos germanos bárbaros; fecha clave: el año 476,
cuando es destronado el último Emperador romano de Occidente, un adolescente
llamado Rómulo Augústulo, por el líder bárbaro Odoacro.

CARACTERIZACIÓN DEL PERIODO MEDIEVAL

Llamamos pues Edad Media o Medioevo al espacio temporal que se abre entre
dos periodos históricos: por una parte, el fin del Mundo Antiguo - tomando como
referente la caída del Imperio Romano de Occidente - y lo que, a partir del
Renacimiento, es entendido como periodo de transición hacia lo que hemos
comprendido de manera global como Edad Moderna.

Existe una tendencia a entender la Edad Media como un periodo de asimilación,


adaptación y reconstrucción de la Civilización del Occidente Europeo, después de la
caída del Mundo Antiguo, en una suerte de resistencia ante la posibilidad de destrucción
y aniquilamiento total, similar al que hizo sucumbir a muchas de las culturas del antiguo
Oriente. La hermenéutica de asimilación, adaptación y reconstrucción nos ayuda a
entender el Medioevo como una fuerza de resistencia ante la aniquilación cultural que
va a dar origen al mundo europeo y por extensión a todo el mundo Occidental. Es decir,
corrientemente se sitúa el inicio del Medievo en la caída de Roma, las consiguientes
invasiones bárbaras y el proceso de asentamiento de estos pueblos en territorios que
habían sido del Imperio romano de Occidente.

Otros autores proponen que el Medioevo propiamente tal, comenzó con la


primera concreción orgánica y sistemática de la cristiandad, ocurrida en el llamado
‘renacimiento carolingio’, propiciado por Carlomagno (800-814), y que se extenderá
posteriormente como una primavera al resto de la Europa occidental. Este renacimiento
va a ser un hecho capital que irá acumulando un saber cultivado con cierta
sistematicidad en las escuelas catedralicias y monasterios, que terminará por generar el
movimiento que conocemos como Escolástica2. Dichas escuelas funcionaron bajo el
1
Héctor Fernández Cubillos, Introducción a la Edad Media.UPLA, 2011.
2
Por escolástica se entiende, en sentido estricto, aquella especulación filosófico-teológica que se cultivó y
desarrolló en las escuelas medievales; es decir, desde Carlomagno hasta el renacimiento, tal y como ha
quedado consignada, sobre todo en la literatura de Sumas y Quaestiones. En un sentido más amplio se
designa también como escolástica el movimiento doctrinal de ese ámbito histórico que, aún sin emplear
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patrocinio de catedrales, monasterios y abadías, constituyendo el inicio de aquello que


más tarde conoceremos como las universidades; que van a constituir el motor de
desarrollo espiritual, intelectual, político, social y cultural de Occidente. Las
universidades van a representar una interesante paradoja, pues van a encarnar la
manifestación del poder estructurador y de cohesión de la cristiandad, al tiempo de
contener en su seno la semilla de crítica y secularización de ese mismo poder.

Este florecimiento a la sombra de las estructuras eclesiales va a hacer que ciertos


autores –erróneamente por cierto- identifiquen completamente el mundo medieval con
los frutos de la cristiandad solamente, desestimando – al tiempo de desconocer – los
movimientos culturales y civilizadores del mundo árabe y judío3, que también están
presentes en el mundo medieval occidental. Por otra parte, debemos, necesariamente,
reconocer que en los siglos VIII y IX acontece, tanto en la España bajo la autoridad
árabe, como en el imperio carolingio, una notable actividad cultural basada en la cultura
clásica antigua, que va generar posteriormente, el siglo XIII como culmen de la cultura
medieval y el Renacimiento posterior.
Entenderemos que el Medioevo no comienza sólo cuando se agotaron los
rebrotes del espíritu romano en el contexto germánico, sino –como hemos ya dicho- en
el espacio de encuentro entre el Imperio -que decae disgregando sus urbes- con el
mundo bárbaro: Europa entra en un largo proceso de ruralización. Este encuentro va a
dar origen a una forma de pensar y narrar el mundo, de manera original y nueva, a partir
de las influencias nacidas de la cristiandad, en una suerte de maridaje entre Mundo
antiguo tardío y la influencia del cristianismo.

EL CONCEPTO DE EDAD MEDIA

Por una cuestión de prejuicios venidos del racionalismo y la Ilustración del siglo
XVIII, espontáneamente no tenemos una buena impresión de lo medieval. Se suma que
los manuales de historia no siempre hacen la debida justicia a la complejidad del
pensamiento medieval, reduciéndolo solamente a las disputas metafísicas del tomismo o
la escolástica, a la organización política feudal, a la economía centralizada en lo rural y
los pequeños reinos, al estancamiento cultural de diez siglos. Se ignora, o desconoce
que existen ciertos movimientos dentro del Medioevo que en sus análisis,
especulaciones y prácticas (sociales, políticas y culturales) pueden ser considerados -en
justicia- como una anticipación del pensamiento moderno, a nivel social, político y
científico.
Van a ser, particularmente, los ilustrados dieciochescos los que van a generar una
impresión del Medioevo como una época oscura; un tiempo de barbarie, un tiempo
caracterizado como una leyenda negra, sinónimo de sterquilinium [estercolero], faetida
Excrementa [excrementos fétidos], squalor [suciedad]4. Ellos nos van a imponer la
comprensión del Medioevo como un tiempo de barbarie, violencia y destrucción. El

un método rigurosamente escolar, racional-conceptual, se mueve en el mismo mundo metafísico y


religioso, como por ejemplo la mística.
3
No obstante, la filosofía de los árabes y judíos al ser conocida por los escolásticos cristianos influyó
fuertemente en los distintos sistemas de pensamiento, al tiempo de tener el importante papel de ser los
transmisores de los textos aristotélicos, lo que caracterizará la época de plenitud de la escolástica en el
siglo XIII.
4
G. SOTO, (2007), Filosofía Medieval, San Pablo, Bogotá, 10-11.
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estancamiento cultural y la baja vitalidad, unida a la superstición religiosa, desborda en


un tiempo que debe ser implacable e imperdonablemente superado por todos los medios
posibles, opinan los ilustrados.

Los románticos, en cambio, en reacción a estas ideas generan una leyenda áurea
que va a constituir una especie idealización mítica como reacción al prejuicio ilustrado.
En esta visión podemos encontrar sus puntos más altos en el imaginario literario donde
destaca Ivanhoe de Sir Walter Scott, en la vida de Francisco de Asís de Chesterton, las
variaciones de las leyendas de Robin Hood, la saga del Rey Arturo y las reflexiones de
Herder que terminaran por reivindicar este tiempo hasta el borde de la desnaturalización
y la fantasía. Peor el remedio que la enfermedad, porque termina por desvirtuar el
Medioevo con una hermenéutica tendiente a una estetización. Esta visión corresponde a
la estética que el cine nos ofrece sobre el Medioevo que se ha plasmado en obras como
Excalibur de J. Boorman, El nombre de la rosa de J.J, Arnaud, El séptimo sello de I.
Bergman, El reino de los cielos de R. Scott, entre otros.

También lo posmoderno ha agregado una comprensión de lo medieval como una


posición estética relativa a lo visual y expresado en un interés por lo vernáculo
occidental, manifiesto en la moda, la música y la literatura. No es raro el boom de
literatura relacionada con los cátaros, con los templarios y sus secretos bien guardados,
las historias de conspiraciones al estilo de Dan Brown o en las sagas cinematográficas
de El Señor de los anillos o Las crónicas de Narnia que nos otorgan una visión
fantástica y estilizada del espíritu del Medioevo.

LO MEDIEVAL ENTRE NOSOTROS.

Por otra parte, constatamos una idea de Edad Media fuertemente arraigada en la
cultura popular, que caracteriza una suerte de síntesis entre la Leyenda negra de los
ilustrados y el Romanticismo decimonónico, que entiende al Medioevo como un paraíso
perdido. El ideario popular va a concebir al Medievo como una época de gentiles
caballeros, bellas damas encerradas en las torres de los castillos y la vida cortesana
asociada al goce, el honor y la violencia. Esta visión convive tranquilamente en nuestro
imaginario colectivo, con la concepción del Medievo como un tiempo oscuro, decadente
y por suerte superado, aunque siempre bajo amenazas de regresión en nuestro tiempo.
Cotidianamente usamos el término "medieval" para caracterizar algo muy
conservador y anacrónico. La palabra sirve para evocar comportamientos retrógrados,
fuera del contexto moderno o simplemente como algo reaccionario. A diario los medios
de comunicación de masas lo usan para hablar de las injusticias sangrantes o las
matanzas indiscriminadas, paradojalmente al tiempo de entender como medievales los
comportamientos valerosos, "caballerosos", y lo que tenga que ver con la nobleza de
espíritu.
En fin, lo medieval posee en nuestros usos una ambivalencia que está presente
en nuestra cultura popular actual, como un puro imaginario colectivo donde caben
visiones y conceptos contrapuestos, pero parece ser que compatibles, reforzado por el
cine, los video-juegos, la literatura y la pintura. Muy a pesar de pensadores como
Voltaire, Jollivet, Burkhard, Cartesius y Gassendi, la Edad Media vive y tiene buena
salud entre nosotros.
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LA EDAD MEDIA CARACTERÍSTICAS HISTÓRICAS

La Edad Media comprende período histórico de la civilización occidental que se


desarrolla entre los siglos V y XIV. Su comienzo, como hemos señalado, se sitúa –
convencionalmente- en el año 476 con la caída del Imperio romano de Occidente y su
fin en la crisis del siglo XIV o más adelante, en 1492 con el descubrimiento de América
y fecha de la aparición de la novela tal como la conocemos hoy [Cervantes con su
Quijote; mientras que en Inglaterra se imponía Shakespeare], o en 1453 con la caída del
Imperio bizantino, fecha que tiene la ventaja de coincidir con la invención de la
imprenta y el término de la Guerra de los Cien Años.

Para analizar y estudiar nuestro periodo tendremos una suerte de “dogma” o


certeza profunda que nos ayudará a hacer una correcta lectura de las diferentes
narraciones que combinaremos a la hora de pensar el Medioevo como un
acontecimiento histórico: lo medieval será para nosotros, un periodo de continuidad
entre el Mundo antiguo y el Mundo moderno. Al decir continuidad no estamos apelando
a una idea ingenua de continuidad como “progreso”, sino más bien estamos aludiendo a
la idea de devenir, de movimiento, que permite encadenar una serie de hechos tanto de
avance como de retroceso; pensemos que el Medioevo surge desde la disolución del
Imperio romano de Occidente, en una fragmentación que llevará a muchos pueblos a un
retorno casi al periodo neolítico en Europa, mientras que en el mundo del Islam
significa un florecimiento y tiempo de expansión. La continuidad aparece cuando nos
miramos en ese periodo como en un espejo que nos permite, de manera cercana o
remota, darnos cuenta cómo hemos llegado a ser lo que somos.

CARACTERÍSTICAS DE PERIODO MEDIEVAL


La historiografía tradicional insistía en demarcar una ruptura entre Antigüedad y
Edad Media, aunque actualmente los historiadores contemporáneos a partir de los
trabajos de Bloch, Fevre y Huizinga han comenzado a repensar este periodo matizando
cada vez más la ruptura producida en Occidente entre los siglos III y VIII (Le Goff,
Duby), mostrando más bien una continuidad a partir de la Antigüedad Tardía, entendido
todo esto como una gran etapa de transición en los ámbitos:
a. Económico: a partir de la sustitución del modo de producción
esclavista por el modo de producción feudal, con el siervo de la
gleba en vez del esclavo, a partir del movimiento de ruralización
que surge por la disolución de la centralidad del Imperio y la vida
urbana.

b. Social: ante la desaparición del concepto de ciudadanía romana,


como pertenencia a un modo de ser en el mundo, se abre paso una
definición de los estamentos medievales, pasando de un mundo
urbano a un mundo rural; con la desaparición de la unidad dada por
la ciudadanía imperial y la constante imposición de la
fragmentación y la “regionalización” de la forma de vida, posibilita
la aparición de la diversidad que sostiene y legitima no uno, sino
muchos modos de ser.
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c. Religioso: va a constituir el punto de articulación y cohesión de las


visiones de mundo, siendo el eje principal de la constitución de los
pueblos y de los estados nacionales posteriores que van a generar a
Europa.

d. Político: ante la progresiva descomposición de las estructuras


centralizadas del Imperio romano se da paso a una dispersión del
poder, en pequeños espacios territoriales interconectados por las
estructuras eclesiales que generan un poder político estable y
organizado, dador de identidad y pertenencia.

e. Ideológico: las narraciones religiosas darán coherencia y


consistencia a las instituciones, sosteniendo una visión de mundo
global, armónico y universal, una suerte de metarrelato generador
de cohesión y pertenencia.

f. Cultural: la absorción y sustitución de la cultura clásica por los


paradigmas de las narraciones monoteístas (culturas mal llamadas
teocéntricas) cristiana o islámica, cada una en un espacio propio,
pero con puntos de encuentro o desencuentro5.
El Medioevo comienza a tomar forma de un mundo complejo y dinámico,
equidistante de la idea oscura de estancamiento que nos había entregado el mundo
ilustrado.

LA ‘INVENCIÓN’ DE LA EDAD MEDIA COMO LEYENDA NEGRA


La divulgación popular de este esquema de comprensión de la historia, según la
opinión de medievalistas como Le Goff o Duby, ha perpetuado un prejuicio erróneo que
no permite una buena comprensión del periodo, que consiste en considerar al Medioevo
como una época oscura:
“En esta época, la noche se vive en ambientes poco luminosos:
en cabañas alumbradas a lo sumo por el fuego del hogar, en las
estancias amplísimas de castillos iluminados por antorchas o en la
celda de un monje a la débil luz de un candil, y oscuras (además de
inseguras) eran las calles de los pueblos y de las ciudades. No obstante,
esta es una característica propia también del Renacimiento, del Barroco
y -más tarde aún- del período que se prolonga al menos hasta el
descubrimiento de la electricidad. En cambio, al hombre medieval se le
ve -o, al menos, se le representa en poesía y en pintura- en un ambiente
muy luminoso.
Lo que llama la atención en las miniaturas medievales es que,
habiendo sido realizadas tal vez en ambientes oscuros apenas
iluminados por una única ventana, están llenas de luz, incluso de una
luminosidad especial, producida por la proximidad de colores puros:
rojo, azul, oro, plata, blanco y verde, sin matices ni claroscuros”.

5
Cfr. P. ANDERSON, Transiciones de la antigüedad al feudalismo, Siglo XXI: Madrid, 1979.
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[U. Eco, Historia de la Belleza,


Lumen: Buenos Aires, 2004,
págs. 99-100]
Esta comprensión de época oscura, sumida en el retroceso intelectual y cultural,
una especie de aletargamiento social, económico secular y cultural, que se asocia y se
confunde con el feudalismo en sus rasgos más duros, contradictorios y complejos, tal
como lo definieron los revolucionarios ilustrados que combatieron el Ancien régime.
Este prejuicio Le Goff lo describe de la siguiente manera:
“Incluso en la actualidad se juzga a la Edad Media como una
época mala o ‘fea’, a la vez violenta, oscura e ignorante. Ahora
sabemos que esta imagen es falsa, aunque hubo una Edad Media de la
violencia, y no únicamente la de los conflictos y las guerras entre
grupos y entre países, sino también las violencias contra los judíos, con
el comienzo del antisemitismo, y la represión de los rebeldes a la
doctrina de la Iglesia...
Evidentemente, las Cruzadas también forman parte del balance
negativo. Pero la Edad Media fue igualmente, y pienso que incluso,
ante todo, un gran periodo creador. Se puede apreciar en el terreno el
arte, de las instituciones, por supuesto primordialmente en las ciudades
(por ejemplo, con las universidades), o incluso del pensamiento, en el
que la filosofía que se ha llamado ‘escolástica’ alcanzó altas cumbres
del saber... la Edad Media creó ‘lugares de encuentro’ comerciales y
festivos (las ferias, los mercados y las fiestas), en los que seguimos
inspirándonos”.
[J. LE GOFF, La Edad Media
explicada a los jóvenes.
Barcelona: Paidós, 1997,
págs. 115-116]
Lo medieval caracteriza desde ésta óptica un periodo dominado por la bajeza
humana expresada en el aislamiento, la ignorancia, la teocracia como forma de gobierno
violento y despótico, la superstición y el miedo milenarista alimentado por una
inseguridad endémica, la brutalidad y la violencia desmedida de guerras e invasiones
constantes, el miedo al otro y las epidemias apocalípticas que cercan al hombre en el
mundo.

EL MEDIOEVO COMO TIEMPO FECUNDO.


Como tiempo histórico, el Medioevo transcurre en un largo periodo de mil años,
donde se albergan hechos y procesos de naturaleza y constitución, muy diferentes entre
sí, diferenciados temporal, espacial y geográficamente, respondiendo a influencias
mutuas con otras civilizaciones con las que se enfrenta o se convive.
Estos hechos que hacen de la Europa medieval una especie de mosaico que se va
fusionando progresivamente dando forma a pueblos, regiones y estilos de vida que
sientan las bases del desarrollo posterior de la configuración y expansión europea. No es
posible en este periodo pensar una unidad territorial sino más bien un grupo de diversos
pueblos donde la evolución de determinados agentes sociales desarrollaron una sociedad
estamental de corte piramidal (nobles, guerreros, sacerdotes, campesinos), a partir de
una base predominantemente rural pero que va a servir de cuna para el nacimiento de
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una incipiente vida urbana, nuevas clases sociales (la burguesía, mercaderes,
negociantes, intelectuales y banqueros) que con el tiempo desarrollarán la forma
económica y política que acuñará el capitalismo6.
Pese a ser una época estratificada y de clases claras y fijas, no es una sociedad
inmovilista; desde sus orígenes la Edad Media, registra migraciones de pueblos enteros,
grandes procesos repobladores que dan paso a una progresiva ruralización que, en los
últimos siglos, se revierte hacia la ciudad recuperando los antiguos caminos de las vías
romanas decaídas, que se reparan y modernizan con nuevos puentes; para conducir a
toda clase de viajeros (guerreros, peregrinos, monjes, mercaderes, frailes, estudiantes,
goliardos) encarnando una visión del mundo a partir de la metáfora espiritual de la
comprensión de la vida como un viaje (El homo viator desarrollado por el pensamiento
franciscano de Buenaventura y Duns Scoto).
La Edad Media fue fecunda en ensayos de formas políticas nuevas, que van
desde el califato islámico de Córdoba a los poderes universales de la cristiandad latina
(Pontificado e Imperio) o el Imperio bizantino y los reinos eslavos integrados en la
cristiandad oriental (los procesos de aculturación, inculturación y evangelización de los
monjes Cirilo y Metodio). Por otro lado, es escenario de los ensayos de participación y
organización en democracia, con algunas prácticas monacales y de las órdenes
mendicantes para la elección de sus dirigentes por sufragio universal.
Desde el espectro urbano resurgen las concepciones de las ciudades estado,
desde las pequeñas ciudades episcopales alemanas hasta las repúblicas que mantuvieron
imperios marítimos al estilo de Venecia; que son una vía de superación de las
monarquías feudales, que de monarquías autoritarias van a dar paso a experiencias
democráticas (como Florencia) que prefigurarán el estado moderno.
Es notable que mucho de los conceptos asociados a lo que entendemos como
modernidad irrumpen en el Medioevo, tanto como prácticas o como en sus aspectos
intelectuales a partir de la crisis de la escolástica. Ciertamente que ninguno de estos
elementos sería comprensible sin la experiencia del feudalismo, que como modo de
producción, basado en las relaciones sociales de fabricación de productos a partir de la
tenencia de la tierra o como sistema político basado en las relaciones personales de
poder en torno a la institución del vasallaje.
Otro elemento que evidencia la dimensión dinámica del Medioevo es el choque-
encuentro de civilizaciones ocurrido entre la Cristiandad y el Islam, que se manifestó en
la ruptura de la unidad del Mediterráneo (hito fundamental de la época, según Henri
Pirenne, en su clásico Mahoma y Carlomagno7), la Reconquista española y las
Cruzadas. Pero no se trató sólo de violencia, sino que también de tolerancia,
coexistencia y comercio; además de un fértil intercambio cultural (escuela de
Traductores de Toledo, Escuela Médica Salernitana), que amplió los horizontes
intelectuales de Europa, hasta entonces limitada a los restos de la cultura clásica, con
una transmisión de segunda mano, salvados por el monacato altomedieval y adaptados
al cristianismo. Le Goff lo señala lúcidamente:
“La Edad Media realizó una curiosa combinación entre la
diversidad y la unidad. La diversidad fue el nacimiento de las
6
Cfr. R. HILTON, La transición del feudalismo al capitalismo. Barcelona: Crítica, 1977.
7
H. PIRENNE, Mahoma y Carlomagno. Madrid: Alianza, 1978.
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incipientes naciones... La unidad, o una determinada unidad, procedía


de la religión cristiana, que se impuso en todas partes... esta religión
reconocía la distinción entre clérigos y laicos, de manera que se puede
decir que señaló el nacimiento de una sociedad laica. ... Todo esto
significa que la Edad Media fue el período en que apareció y se
construyó Europa”.
[J. LE GOFF, La Edad Media
explicada a los jóvenes.
Barcelona, Paidós,1997,
págs. 116-117]

Una vez aclarada nuestra posición frente al Medioevo como tiempo tremendo y
terrible, al que no podemos dejar de acercarnos con curiosidad, con temor y temblor,
buscaremos abarcar un problema que nos va a complicar en nuestro acercamiento a este
tiempo histórico: las fuentes. Con la desventaja de no conocer el latín, de no ser
cristianos medievales nosotros mismos y de sentir que es una época lejana y
desvinculada de nuestras inquietudes e intereses, trataremos de acercarnos a la
cristiandad medieval desde la historia de la Iglesia.
Me doy por satisfecho si podemos superar prejuicios, conocer y valorar los
aportes, las luces y sombras de un tiempo fascinante y que de una manera u otra ha
influido notablemente en la andadura del mundo Occidental y de la Iglesia hasta
nuestros días.

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