Docencia universitaria

Rector Director

Chavarría

González

Inteligencia emocional: una herramienta para la docencia

Primera edición: 2015

Fecha de la edición: febrero de 2015

ISBN impreso: 978-607-02-6337-8

ISBN electrónico: 978-607-02-6340-8

D.R. © 2015. UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

Ciudad Universitaria, Delegación Coyoacán, C.P. 04510, México, Distrito
Federal

Facultad de Contaduría y Administración

Publicaciones Empresariales UNAM. FCA Publishing
Circuito Exterior s/n, Ciudad Universitaria
Delegación Coyoacán, C.P. 04510, México, Distrito Federal.

“Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la

edición”

Hecho en México

2
 Proyecto PAPIME PE305213: Programa de mejoramiento del desempeño académico en las disciplinas Administrativo-Financieras
Inteligencia emocional: una
herramienta para la docencia
Sofía Ilona Contreras Sólyomváry*
A través del texto se presenta la Inteligencia
Emocional como una herramienta útil para la
docencia; se considera también como un
conjunto de habilidades que pueden ser em-
pleadas fuera del espacio académico, signifi-
cándose como un aporte extra para la mejora
en la calidad de vida del docente.
La inteligencia emocional es un concepto re-
sultado de muchos años de investigación. John
Mayer y Peter Salovey, quienes buscaban
explicar por qué algunas personas parecen ser
más “emocionalmente competentes” –o dicho
en otros términos, ¿por qué hay personas que
se adaptan mejor que otras a las diferentes
contingencias de la vida?–, desarrollan el con-
cepto de inteligencia emocional en 1990, y se
establece como el primer modelo formal en el
que se fija una definición original de las
competencias que integran dicho constructo1.
Posteriormente, se da a conocer en el nivel
mundial con la publicación del best-seller
“Inteligencia Emocional” de Goleman2. Sin
embargo, tanto en la vida cotidiana como en
lo profesional, la inteligencia emocional aún
es no solo desconocida sino poco aplicada.
*
Doctora en Psicología, Profesora de asignatura de la
Facultad de Contaduría y Administración, Universidad
Nacional Autónoma de México.
1
González Alberto, Peñalver Jonathan y Bresó Edgar. (2011).
“La evaluación de la inteligencia emocional: ¿autoinformes
o pruebas de habilidad?”. Forum de Recerca, N° 16.
Recuperado de: http:// repositori.uji.es/xmlui/bitstream/
handle/.../fr_2011_7_3.pdf?
2 Goleman, Daniel. (1995). Inteligencia emocional. México:
Javier Vergara.
La inteligencia emocional parte de la idea de
que el ser humano es un ser integral en el que
confluyen sentimientos y pensamientos, por lo
que ambos elementos se influyen y son
interdependientes. De ahí se deriva que la in-
teligencia emocional sea concebida como un
concepto multidimensional, pues está com-
puesto de varias aptitudes o habilidades
afectivo-cognitivas, que nos enseñan cómo
emplear nuestras emociones y pensamientos
para el logro de nuestros objetivos, facilitando
todas las posibilidades de cambio, dando
como resultado una mayor satisfacción y
ajuste en la vida, beneficiando también todas
las esferas donde se desenvuelve el individuo:
personal, familiar y laboral.
En la docencia, espacio profesional que nos
compete, el desarrollo de la inteligencia
emocional cobra vital importancia, pues las
emociones están presentes todo el tiempo en
este binomio establecido en la relación
profesor-alumno.
Al trabajar de forma tan cercana con otros
seres humanos, que además están en pleno
crecimiento y desarrollo, resulta altamente
recomendable para el docente conocer todo lo
que significa e implica la inteligencia
emocional para facilitar la relación que
establece con sus educandos.
¿Cómo nace la inteligencia emocional?
A principios de los noventa, Mayer y Salovey
continuaron con una tendencia iniciada por
Thorndike en la década de 1920, al postular el
concepto de inteligencia social definido como:
“la habilidad para comprender y dirigir a los
3
 Inteligencia emocional: una
herramienta para la docencia
hombres y mujeres y actuar sabiamente en las
relaciones humanas”3.
Estos investigadores, sin menospreciar la im-
portancia de los aspectos cognitivos, recono-
cían el valor esencial de ciertos componentes
denominados “no cognitivos”, es decir, facto-
res afectivos, emocionales, personales y so-
ciales que predecían nuestras habilidades de
adaptación y éxito en la vida, construyendo
así un concepto de inteligencia emocional más
global4.
La inteligencia emocional se acuña como una
forma de inteligencia genuina, basada en as-
pectos emocionales, que incrementa la capa-
cidad del grupo clásico de inteligencias para
predecir el éxito en diversas áreas vitales.
En la actualidad, aceptada como una inteli-
gencia más, la inteligencia emocional se
plantea como un acercamiento general que
incluye las habilidades específicas necesarias
para comprender, regular y experimentar las
emociones de forma más adaptativa. La con-
ceptualización de Mayer y Salovey (1997),
más sostenida hasta la fecha, define a la inteli-
gencia emocional como:
“La habilidad para percibir, valorar y expresar
emociones con exactitud, la habilidad para
acceder y/o generar sentimientos que faciliten
el pensamiento; la habilidad para comprender
emociones y el conocimiento emocional y la
habilidad para regular las emociones promo-
3
Thorndike, E. (1920). en Sosa Manuel. (2008). “Escala
autoinformada de Inteligencia Emocional (EAIE)”. Tesis
para la obtención del grado de doctor, Universidad
Complutense de Madrid.
4
Extremera Natalio y Fernández-Berrocal Pablo. (2003). “La
inteligencia emocional en el contexto educativo: hallazgos
científicos de sus efectos en el aula”. Revista de Educación,
núm. 332, 97-116
4
viendo un crecimiento emocional e intelec-
tual”.5
La idea subyacente a la necesidad de conjun-
tar inteligencia con emoción es que la combi-
nación del sistema emocional y cognitivo
favorece un procesamiento de la información
más exacto y adaptativo de la realidad que el
proporcionado por ambas partes por separado.
Existen muchos modelos que explican la inte-
ligencia emocional, aquí se revisará el
propuesto por Goleman (1999) por conside-
rarse uno de los más conocidos y semejante a
lo que Mayer y Salovey han postulado. Para
Goleman la inteligencia emocional se com-
pone de dos grupos de habilidades o capaci-
dades: las habilidades personales y las habili-
dades sociales.6
En las primeras se incluyen: el
autoconocimiento, autocontrol o regulación
emocional, auto motivación y empatía. Y las
habilidades sociales contemplan siete ele-
mentos: comunicación, influencia, liderazgo,
canalización del cambio, resolución de con-
flictos, colaboración y cooperación y habili-
dades para el trabajo en equipo.
En este orden de ideas, el eje básico de la in-
teligencia emocional es el autoconocimiento,
primera habilidad que se sugiere debe ser
desarrollada, pues en ella se apoyan el auto-
control, la empatía y las habilidades sociales.
5
Mayer y Salovey. (1997). en Extremera Natalio y Fernández
Pablo. (2003). “La inteligencia emocional: métodos de
evaluación en el aula”. Revista Iberoamericana de
Educación, 1, 30, 1-12. Recuperado de: www.rieoei.org/
deloslectores/465Extremera.pdf
6
Goleman Daniel. (1999). “La práctica de la inteligencia
emocional”. Barcelona: Kairós.
 Proyecto PAPIME PE305213: Programa de mejoramiento del desempeño académico en las disciplinas Administrativo-Financieras
El autoconocimiento tiene que ver con los
conceptos de autoconciencia y auto-obser-
vación de las propias emociones.
La autoconciencia emocional es la conciencia
de los propios estados internos, recursos e
intuiciones. Es reconocer las propias emocio-
nes y los efectos que éstas tienen sobre nues-
tro estado físico, comportamiento y pensa-
miento7.
Las personas que cuentan con esta habilidad
saben qué sensaciones están sintiendo y por
qué; comprenden los vínculos existentes entre
sentimientos, pensamientos, palabras y
acciones; conocen el modo en que sus senti-
mientos influyen sobre las decisiones que
toman y saben expresar sus emociones.
A través del conocimiento de nuestras emo-
ciones, y del proceso que siguen nuestros pen-
samientos, podemos llegar a darnos cuenta de
la diferencia que existe entre “sentir una emo-
ción” y ser consciente de lo que se está
sintiendo y verse arrastrado por ella.
La autoconciencia exige un conocimiento ín-
timo y exacto de nosotros mismos y de las
emociones. Asimismo, requiere de la
comprensión y la predicción de nuestras
reacciones emocionales ante las situaciones.
El desarrollo de la conciencia emocional
supone la alfabetización emocional, es decir,
poseer un vocabulario adecuado y suficiente
para definir o describir lo que se está
sintiendo.
7
Vivas Mireya, Gallego Domingo y González Belkis. (2007).
“Educar las emociones”. Venezuela: Producciones
Editoriales.
Igualmente implica el desarrollo de la aten-
ción consciente para distinguir lo que estamos
sintiendo. Para aumentar la autoconciencia, es
necesario meditar seriamente y con valor so-
bre cómo reaccionamos ante las personas y
hechos que forman parte de nuestra vida; tam-
bién se sugiere: examinar nuestros juicios,
sintonizar o conectarnos con nuestros senti-
mientos, saber cuáles son nuestras intenciones
y prestar atención a nuestros actos.
La conciencia emocional comienza cuando
nos contactamos con nuestras emociones,
presentes en todos nosotros, y entendemos de
qué forma afectan a lo que percibimos,
pensamos y hacemos. Las emociones corren
en paralelo con nuestros pensamientos;
siempre experimentamos alguna emoción,
pero a veces es tan sutil que no le damos tanta
importancia en nuestra actividad diaria.
Literalmente, experimentamos cientos de
emociones con diversa intensidad, que vienen
y van con los acontecimientos cotidianos. Las
sensaciones nos acompañan siempre, pero rara
vez les prestamos atención; por lo tanto, se
requiere hacer una pausa mental para captar el
murmullo interno de las emociones, algo a lo
que no estamos acostumbrados, y de lo que
sólo tomamos conciencia cuando se desborda.
Como parte del autoconocimiento, se puede
incluir la autoestima, relevante en el tema de
la inteligencia emocional.
La autoestima puede ser considerada como la
autovaloración de uno mismo, de la propia
personalidad, de las actitudes y de las habili-
dades, que son los aspectos que constituyen la
base de la identidad personal. Para algunos
5
 Inteligencia emocional: una
herramienta para la docencia
teóricos, se construye desde la infancia y
depende de la forma de relación con las
personas significativas, principalmente los
padres; sin embargo, se sabe que también se
trata de un constructo dinámico, que puede ser
modificado a lo largo de la vida8.
La autoestima nos ayuda a seguir adelante con
nuestros planes y proyectos porque hace cre-
cer nuestra imagen interna, nos da fuerza,
mantiene nuestra motivación ante fracasos y
errores (si puedo, claro que puedo, yo puedo
siempre, confío en mí); nos ayuda a fijar me-
tas y aspiraciones posteriores, a mantener una
salud psíquica que se traduce como: afrontar
la incertidumbre provocada por nuevos retos,
riesgo de sufrir desanimo, vicisitudes varias
producto de la convivencia con otros. Tam-
bién nos ayuda a identificar nuestra habilidad
para resolver problemas y a asumir la respon-
sabilidad de nuestro desarrollo personal.
En la medida en la que nos conocemos e
identificamos los propios rasgos, podremos
estar conscientes de nuestras carencias y li-
mitaciones y trabajar con ellas. De igual ma-
nera, en la medida en que desarrollamos
nuestra autoestima, será más factible que lo-
gremos establecer relaciones de respeto para
uno mismo y para los demás, así como tam-
bién que logremos defender y practicar la
serie de valores que constituyen nuestra vida.
Esto cobra vital importancia, pues la inteligen-
cia emocional busca entre otras cosas el
establecimiento de relaciones sanas con el
entorno.
8
Branden Nathaniel. (1995). “Los seis pilares de la
autoestima”. Barcelona: Paidós.
6
Esto se vincula con el concepto de asertividad
(que forma parte de las habilidades sociales):
expresión de los derechos y sentimientos
personales: expresar lo que queremos de
modo directo, honesto y adecuado, al indicar
claramente lo que deseamos de la otra
persona, pero mostrando respeto por ella, con
el mínimo coste emocional y cuidando la
relación con el otro9. La asertividad nos ayuda
a ser nosotros mismos y a mejorar nuestra
relación con los demás, haciéndola más di-
recta y honesta.
Una vez que aprendemos a querernos, a con-
ducirnos de manera asertiva y sobre todo a
conocernos emocionalmente, resulta mucho
más sencillo poder controlar las propias
emociones.
El autocontrol o regulación emocional radica
en mantener en jaque las emociones angustio-
sas, ya que si son desmesuradamente intensas
y se prolongan más de lo necesario, pueden
resquebrajar la propia estabilidad. Se dice que
una sana maduración personal no pasa por
eliminar los sentimientos angustiosos, sino
por aprender a detectarlos y tratarlos adecua-
damente10.
El autocontrol emocional no significa reprimir
nuestras emociones, más bien propone reco-
nocer, dirigir y canalizar las reacciones
emocionales intensas. El objetivo consiste en
mantenerse en un clima emocional donde las
emociones no lleguen a traducirse en una con-
ducta indeseada.
9
Vivas, Gallego y González. Op. Cit.
10
Vivas, Gallego y González. Op. Cit.
 Proyecto PAPIME PE305213: Programa de mejoramiento del desempeño académico en las disciplinas Administrativo-Financieras
El proceso del autocontrol pasa por:
 Tomar conciencia de la emoción que se
está experimentando.
 Dar nombre a la emoción o lo que se
mencionaba anteriormente como alfabeti-
zación emocional. Este paso, aparente-
mente obvio, es muy útil para que la per-
sona pueda adueñarse de su propio
sentimiento, evitando entrar en generali-
zaciones o descripciones muy vagas de lo
que experimenta.
 Aceptar el sentimiento, liberándolo de
valoraciones o juicios prematuros. Es im-
portante puntualizar que nadie puede ser
juzgado por ningún sentimiento.
 Integrar el sentimiento como parte de uno
mismo y aprovechar su energía en la ela-
boración de una conducta deseada, acorde
con la auténtica motivación que tengamos
para actuar e incluso los propios valores.
 Conocer y gestionar las emociones, que
sin duda influyen en nosotros a diario, es
un pilar clave para poder generar salud
emocional.
Existen varias técnicas que pueden ser em-
pleadas en la regulación emocional. La litera-
tura sobre el tema sugiere, entre otras:
aprender a modular la respiración, pues está
comprobado que en situaciones donde se pre-
sentan emociones intensas, si se logra tener
una respiración más lenta y profunda, se podrá
modificar la conducta expresada para esa
emoción. Esta técnica también es esencial
para otras como la relajación y la meditación.
Otra técnica sugerida para el autocontrol es la
visualización, pues se cree que si la persona
que se encuentra experimentando una situa-
ción emocional extrema es capaz de modificar
sus pensamientos visualizándose con una
actitud más controlada, será capaz de dar una
respuesta conductual mas adaptada a la situa-
ción.
En el contexto de la inteligencia emocional, la
habilidad de la auto motivación se entiende
como esa habilidad que se tiene para realizar
cosas por uno mismo sin la necesidad de ser
impulsado por otros, implica el dirigir las
emociones para conseguir un objetivo; es
esencial para mantenerse en un estado de bús-
queda permanente y para poseer una mente
creativa que genere soluciones. Las personas
que tienen esta habilidad tienden a ser más
productivas y eficaces, cualquiera que sea su
emprendimiento11.
Otra de las habilidades personales menciona-
das es la empatía, traducida como la
conciencia de los sentimientos, necesidades y
preocupaciones ajenas, por lo que puede
definirse como la capacidad de percibir el
mundo interior emocional y vivencial de otras
personas, significándose como la raíz de la
comunicación emocional y de las relaciones
positivas con los otros.12
La empatía posee muchas definiciones dife-
rentes que abarcan una amplia gama de esta-
dos emocionales, desde el cuidado de otras
personas y el deseo de ayudarles hasta expe-
11
Padrón Gladys y Sánchez de Gallardo Marhilde. (2010).
“Efecto de la motivación al logro y la inteligencia
emocional en el Crecimiento Psicológico”. Revista
Venezolana de Gerencia, Año 15. Nº 49, 141-157.
12
Vivas, Gallego y González. Op. Cit.
7
 Inteligencia emocional: una
herramienta para la docencia
rimentar emociones que responden a las emo-
ciones de la otra persona. Esta habilidad en
particular contribuye a una mayor eficacia en
el manejo de las demás habilidades relacio-
nales en la prevención y resolución de con-
flictos y en la motivación hacia conductas
saludables.
Se considera que una persona empática es
alguien que cuenta con una buena capacidad
de escucha, diestra en leer gestos no verbales,
artista en la combinación del arte de saber
hablar y también saber callar.
En caso contrario, nos encontramos con perso-
nas frías e insensibles, incapaces de ponerse
en sintonía con los demás para entender lo que
están viviendo, haciéndoles sentir muchas
veces incomprensión, soledad y apatía.
Es importante aclarar que la empatía no signi-
fica estar de acuerdo con el otro. Es más, se
puede estar en completo desacuerdo con al-
guien, sin por ello dejar de ser empáticos y
respetar su posición, aceptando como legíti-
mas sus propias opiniones. Dicho de otro
modo: se puede contradecir al otro sólo
cuando se le ha comprendido.
Las habilidades sociales incluidas en el mo-
delo de Goleman (1999) son aquellas que nos
permiten vincularnos con los otros, crear nue-
vos lazos, reforzar los existentes, disfrutar y
compartir el afecto. Igualmente, permiten ma-
nifestar necesidades y resolver conflictos:
pedir lo que uno desea, poder decir que no,
expresar opiniones, defender los derechos,
pedir que el otro cambie su conducta, enfren-
tar críticas y hostilidad13.
13
Goleman Daniel. (1999). Op. Cit.
8
A continuación, se define los siete elementos
que componen dichas habilidades.
La comunicación es la capacidad de emitir
mensajes claros y convincentes. Las personas
dotadas de esta competencia saben dar y reci-
bir mensajes, captan las señales emocionales y
sintonizan con su mensaje; abordan directa-
mente las cuestiones difíciles; saben escuchar,
buscan la comprensión mutua y no tienen pro-
blemas para compartir la información de la
que disponen; alientan la comunicación sin-
cera y permanecen atentos tanto a las buenas
noticias como a las malas.
En el caso de la inteligencia emocional, se
pone el acento en la comunicación de las
emociones. La capacidad de comunicación
emocional se refiere a la habilidad para com-
partir sentimientos y opiniones con apoyo y
comprensión, crear cercanía e intimidad en un
marco de respeto mutuo.
En la inteligencia emocional, se dice que es
importante expresar y comunicar lo que sen-
timos pues esto ayuda a establecer una verda-
dera comunicación con los demás impidiendo
el establecimiento de relaciones superficiales;
ayuda también a contrarrestar la soledad, el
aislamiento y la inestabilidad emocional.
Cuando hay emociones no placenteras que
provocan angustia, como los celos, la insegu-
ridad o la desilusión es igualmente importante
poderlas expresar. Guardarse esas emociones,
provoca lo que los terapeutas llaman deuda
emocional. Ésta se va acumulando y en
cualquier momento puede estallar provocando
un conflicto que podría ser irreconciliable.
 Proyecto PAPIME PE305213: Programa de mejoramiento del desempeño académico en las disciplinas Administrativo-Financieras
La capacidad de influencia se refiere al hecho
de poseer habilidades de persuasión. Las per-
sonas dotadas de estas competencias son muy
convincentes; utilizan estrategias indirectas
para alcanzar el consenso y el apoyo de los
demás y recurren a argumentaciones muy
precisas con el fin de convencer a los demás.
El liderazgo es la capacidad de inspirar y de
dirigir a los individuos y a los grupos. Las
personas dotadas de estas competencias: arti-
culan y estimulan el entusiasmo por las pers-
pectivas y objetivos compartidos; cuando re-
sulta necesario saben tomar decisiones
independientemente de su posición, y son
capaces de guiar el desempeño de los demás y
liderar con el ejemplo.
La catalización del cambio es la capacidad
para iniciar o dirigir los cambios. Las perso-
nas dotadas de estas competencias reconocen
la necesidad de cambiar y de eliminar fronte-
ras; desafían lo establecido, promueven el
cambio y consiguen involucrar a otros en ese
cambio, y modelan el cambio de los demás.
La resolución de conflictos se entiende como
la capacidad de negociar y de resolver con-
flictos. Las personas dotadas de esta compe-
tencia manejan a las personas difíciles y a las
situaciones tensas con diplomacia y tacto;
reconocen los posibles conflictos; sacan a la
luz los desacuerdos y fomentan la disminu-
ción de las tensiones, y buscan el modo de
llegar a soluciones que satisfagan plenamente
a todos los implicados.
La colaboración y cooperación es la capacidad
para trabajar con los demás en forma
cooperativa y colaborativa en función de al-
canzar los objetivos compartidos. Las perso-
nas dotadas de esta competencia: equilibran la
concentración en la tarea con la atención a las
relaciones, colaboran y comparten planes,
información y recursos.
Las habilidades de equipo suponen la capaci-
dad de crear la sinergia grupal en la consecu-
ción de las metas colectivas. Las personas
dotadas de esta competencia alientan cualida-
des grupales como el respeto, la disponibili-
dad y la colaboración; despiertan la participa-
ción y el entusiasmo; consolidan la identifica-
ción grupal, y cuidan al grupo, su reputación y
comparten los méritos.
¿Cómo es una persona con inteligencia
emocional?
Una persona que ha trabajado en el desarrollo
de su inteligencia emocional se mostrara so-
cialmente equilibrado, tendera a ser extrover-
tido ya que podrá expresar sus sentimientos
abiertamente; se mostrara alegre, afable y ca-
riñoso; contara con la capacidad para com-
prometerse con las causas y las personas y
adoptará la responsabilidad de sus actos; ten-
drá una visión positiva de él mismo; manten-
drá una visión ética de la vida y será capaz de
soportar mejor la tensión.
Cómo aplicar la inteligencia emocional en
la docencia
Hay muchos ejemplos de la forma en que se
puede aplicar la inteligencia emocional a la
docencia, inclusive valga decir que lo ideal
sería que se empleara como herramienta para
9
 Inteligencia emocional: una
herramienta para la docencia
ambas partes, tanto para los docentes como
para los alumnos. La inteligencia emocional
se puede enseñar. En la promoción de una
formación integral que caracteriza a nuestra
Máxima Casa de Estudios, deberíamos estar
obligados a enseñarla.
“Todos –profesores, padres y alumnos– empe-
zamos a ser conscientes de que una auténtica
formación requiere cubrir el desarrollo inte-
lectual, pero también el potencial emocional,
afectivo y social a través de un currículo edu-
cativo integrador y realista que satisfaga las
necesidades de nuestro mundo cambiante”14.
Algunos estudios reportan por ejemplo que los
alumnos que cuentan con inteligencia emo-
cional muestran mayor satisfacción en las
relaciones con sus amigos e interacciones más
positivas, perciben un mayor apoyo parental e
informan de menos conflictos con sus amigos
más cercanos; cuentan con un mejor bienestar
psicológico y emocional lo que se traduce
como menor sintomatología ansiosa y depre-
siva.
La inteligencia emocional se asocia también
con un adecuado rendimiento escolar; se ha
encontrado evidencia de que si los alumnos
logran atender a sus estados afectivos, expe-
rimentan con claridad los sentimientos propios
y pueden reparar los estados emocionales ne-
gativos. Todo esto influye sobre la salud men-
tal de los estudiantes y este equilibrio psicoló-
14
Extremera Natalio y Fernández-Berrocal Pablo. (2003). “La
inteligencia emocional en el contexto
educativo: hallazgos científicos de sus efectos en el aula”.
Revista de Educación, núm. 332, 97-116
10
gico, a su vez, está relacionado y afecta al
rendimiento académico15.
Resultaría de gran relevancia, por los benefi-
cios que reportaría para nuestra labor acadé-
mica en cuanto al logro de objetivos, identifi-
car el grado de inteligencia emocional de
nuestros alumnos. Eso nos permitiría incluir
actividades en nuestro programa de trabajo
que les ayuden a reforzar algunas de las habi-
lidades que pudiéramos considerar necesarias;
también existen diversos estudios que han
comprobado que a mayor salud emocional de
los alumnos se presenta menos ausentismo
escolar.
Pero sin duda alguna, no se puede perder de
vista que no es posible enseñar o identificar
algo que no se conoce o no se ha aprendido
antes. Lo que significa que el profesor debe
desarrollar primero la propia inteligencia
emocional para después promoverla entre sus
alumnos.
Un primer paso para ello sería el desarrollo
del autoconocimiento, atrevernos a mirarnos
con nuevos ojos, un poco más objetivos y me-
nos descalificadores, para así identificar
nuestras fortalezas y debilidades.
Este primer paso sin duda ayudará a generar
mayor seguridad y confianza en uno mismo.
En el caso concreto del profesor, si éste se
muestra como una persona segura y con la
suficiente autoconfianza, proyectará la misma
confianza en sus alumnos y generará un clima
propicio para el aprendizaje.
Si somos capaces de auto regularnos emocio-
nalmente, seguramente también podremos
15
Extremera Natalio y Fernández-Berrocal Pablo. Op. Cit.
 Proyecto PAPIME PE305213: Programa de mejoramiento del desempeño académico en las disciplinas Administrativo-Financieras
conducirnos de forma adecuada ante cualquier
circunstancia; por ejemplo, si sentimos que
una determinada situación suscitada en el aula
sale de nuestro control, aplicar alguna técnica
de auto regulación como por ejemplo, modifi-
car el curso de nuestros pensamientos y enfo-
carnos en la respiración, podrá ayudarnos a
darle un curso mas objetivo al hecho, evitando
así que se afecte de forma negativa el clima
del aula. Se ha comprobado que también el
estrés en los estudiantes, afecta su rendi-
miento.
En lo que respecta específicamente a la empa-
tía, ser capaces de comprender el punto de
vista de nuestros alumnos, por ejemplo, podría
en muchos sentidos acercarnos a ellos, enten-
der el proceder de su conducta y hacer una
evaluación más objetiva de su desempeño
académico. Esto se podría vincular a la aper-
tura de canales de comunicación necesarios
para tal efecto.
Mostrar una actitud empática hacia nuestros
alumnos también puede servir como ejemplo
modelador para la manera en la que interac-
túan entre ellos.
Según Colom y Froufe (2001), “la inteligencia
emocional del profesor constituye una de las
variables que mejor explica la creación de un
aula emocionalmente inteligente. Y su inteli-
gencia emocional parece depender de cómo
gestiona sus propias emociones, especial-
mente las de naturaleza negativa. El profesor
no debería negar sus emociones negativas,
sino ser capaz de expresarlas de un modo sa-
ludable dentro de la comunidad que construye
con sus alumnos”.16
Si se pudiera concretar en un listado básico las
estrategias de inteligencia emocional apli-
cables a la docencia, se podría decir que, re-
tomando lo referido por Colom y Froufe
(2001), los profesores deben:
 Aprender a etiquetar las sensaciones, no a
las personas o las situaciones.
 Analizar sus propias sensaciones, en lugar
de las acciones o los motivos de los de-
más.
 Acostumbrarse a preguntar a los demás
cómo se sienten.
 Tomarse tiempo para reflexionar sobre las
propias sensaciones.
 Identificar los deseos y temores.
 Identificar las necesidades emocionales
insatisfechas.
Ser responsables de sus emociones y de su
felicidad. En este sentido, deberían evitar la
creencia de que son los demás quienes son
responsables de sus propias sensaciones.
 No hay que esperar que los demás le
hagan a uno feliz.
 Expresar sus emociones y averiguar a
quién le importan.
 Desarrollar el valor para ser conse-
cuente con las propias sensaciones.
16
Roberto Colom y Manuel Froufe. (2001). “Inteligencia
emocional: cómo aplicarla en la práctica docente”. Docente
- Básica 8-10, Documentos Pedagógicos. Recuperado de:
http://www.indexnet.santillana.es/rcs/_archivos/primaria/bibli
oteca/cuadernos/comoap~1.pdf
11
 Inteligencia emocional: una
herramienta para la docencia

Contar con información sobre la inteligencia

emocional es un primer paso, para ello se su-
giere revisar la serie de referencias incluidas
en este texto, ya que dichas lecturas pueden
servir como material de apoyo sobre el tema.
El siguiente paso y más importante es adoptar
la inteligencia emocional como herramienta
de vida y por supuesto para nuestra labor pro-
fesional como docentes. Para ello resulta fun-
damental asumir el valor personal para identi-
ficar nuestras áreas de oportunidad y trabajar
con ellas para el logro del bienestar psicoló-
gico individual, consiguiendo así la calidad de
vida que queremos para nosotros y los demás.
Sin duda alguna, nuestras habilidades emo-
cionales y sociales determinan nuestros senti-
mientos y el curso de nuestra vida cotidiana y
de las personas que nos rodean. Aplicar y
aprovechar este conocimiento para el benefi-
cio de todos está en nuestras manos. Sólo resta
atrevernos a adoptarlo como parte de nuestro
estilo de vida.

Responsable del Proyecto: Mtro. Javier Isaac

Osorio González
Corresponsable del Proyecto: Mtra. Ruth
Torres Carrasco

Participantes:
Mtra. Rosa Martha Barona Peña
Mtra. Cora Yolanda Narcia Constandse
Lic. Leticia Martha Osorio González

12