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6 con las prácticas modernistas6. La inclusión de encuentro con Europa: «Las ‘especificidades’
En Los heraldos negros tam-
bién se encuentran diseminados metros tradicionales parece incidir en la orga- que hasta ahora se han considerado como el
versos octosílabos («Romería»), nización de un sistema discursivo estabilizado único factor dominante deben ser colocadas
alejandrinos («El poeta a su
amada») y otros, en menor fre-
por los límites que impone la medida. Los en el contexto histórico general de la expan-
cuencia. metros son el equivalente formal de las mura- sión del capitalismo y de la sociedad bur-
7
llas-fachada con las que se configura, citando guesa, de la compleja red de ‘dependencias’
César Vallejo, Obra poética, op. un verso del poema «Babel», el «dulce hogar entre los centros metropolitanos, sus regiones
cit., p. 38. sin estilo»7. Para el escritor modernista, el ver- provinciales y los países llamados periféricos
8 so métrico y su ritmo característico, además […] La colocación del modernismo en este
Mario Rodríguez señala que el de la síntesis lingüística, posibilitan la cons- contexto general permitirá abrir nuevas pers-
territorio poético dariano se con-
vierte en morada y consuelo: «Yo
trucción de una dimensión en donde es po- pectivas y explorar aspectos de esas letras que
diría que Darío construye en Pro- sible, aparentemente, cobijarse de las fuerzas hasta ahora no se han tenido en cuenta» (1987:
sas profanas un territorio poético de la finitud que pueblan el afuera8. Rítmica 20). Una actitud común es la que caracteriza
sedentario, una ciudad literaria,
un reino, defendido por las altas morada, ordenada y en equilibrio, condenada a los escritores finiseculares de Latinoamérica
murallas del arte de los ataques a deshacerse, sin embargo, por la fragilidad y Europa. La ruptura con el prosaico orden
de los demonios del abismo, de
las fuerzas del afuera (la nada, de su plegamiento. Sin la torre vistosamente burgués y la necesidad de producir un ámbito
la conciencia de la finitud, la ataviada del modernismo pareciera ser inima- estético autónomo son los movimientos pro-
muerte); la territorialización en
términos más acordes con esa
ginable la creación de un espacio literario apto pios de esa actitud, que, según Hugo Friedri-
época, podríamos llamarla torre para la defensa y la re-construcción de los ch, se define en el romanticismo11.
de marfil». Mario Rodríguez, rostros silenciados del sujeto latinoamericano. La métrica representa uno de los basamen-
«Prosas profanas: la mentira
gloriosa del mal salvaje», Acta El modernismo, además de permitir la incor- tos con el cual el escritor modernista sostiene
literaria, 21, (1996), pp. 67-74. poración de las letras latinoamericanas a «la su torre de marfil, aquélla que, a intervalos,
Específicamente, p. 70.
plenitud histórica», como lo advirtió Octavio produce también Los heraldos negros. La
9 Paz9, suscita, por una parte, «la aparición, a crítica especializada ha planteado que en la
Como lo ha señalado Octavio
Paz, el territorio llegará, princi-
menudo confusa, dolorosa o indirecta, de la escritura vallejiana la métrica es asediada. Re-
palmente, con las vanguardias conciencia de pertenecer a esos países latera- né de Costa señala que en Los heraldos negros
literarias. Octavio Paz, «El cara- les (de Latinoamérica)» y, por otra parte, «el el verso alejandrino sufre alteraciones en la
col y la sirena (Rubén Darío)»,en
Anderson Imbert, et al., Diez carácter rebelde del modernismo […] (que) disposición de los acentos rítmicos, la elisión
estudios sobre Rubén Darío, ya fue visto con acierto por Ricardo Gullón, de la cesura y la supresión de hemistiquios12.
Nota preliminar y selección de
Juan Loveluck), Santiago de Chi- quien supo destacar el papel funcional de lo Estas transgresiones hacen visible la norma
le, Editorial Zig-Zag, 1967, pp. que solía tener por hueca utilería: ‘el cisne y subyacente a la métrica, señalando su insufi-
244-274.
Versalles y las princesas tienen sentido’, dijo. ciencia. La norma y la transgresión cifran dos
10 ‘Son armas contra la vulgaridad y la chabaca- eslabones que se exigen mutuamente. Sus pre-
Roberto Fernández Retamar, nería del ensoberbecido burgués; no imáge- sencias también revelan el deseo de produc-
«Modernismo, 98, subdesarro-
llo» y «Sobre la vanguardia en nes de una evasión, sino instrumentos para ción de un ámbito discursivo autónomo13.
la literatura latinoamericana», combatir la imagen de la realidad que se les
en Roberto Fernández Retamar,
Para una teoría de la literatu- quería imponer’»10. Las escrituras modernis- Retablo
ra hispanoamericana, Primera tas y las escrituras de la Generación del 98 se
edición completa, Santafé de
Bogota, Publicaciones del Insti-
desarrollan sobre la base de un fondo común: Yo digo para mí: por fin escapo al ruido;
tuto Cabo y Cuervo XCII, 1995, la modernidad. Constituyen una posibilidad nadie me ve que voy a la nave sagrada.
pp. 143-153, 154-158. de resistencia y una salida al prosaico orden Altas sombras acuden,
11 burgués, ampliamente singularizado y critica- y Darío que pasa con su lira enlutada.
Véase Hugo Friedrich, Estructura do por los escritores realistas-naturalistas de
de la lírica moderna, Barcelona,
Seix Barral, 1974. fines del siglo XIX. Rafael Gutiérrez Girardot Con paso innumerable sale la dulce Musa,
plantea, en la misma línea de pensamiento de y a ella van mis ojos, cual polluelos al grano.
12
René de Costa, «La diferencia de
Federico de Onís, que los signos distintivos La acosan tules de éter y azabaches dormidos,
Vallejo», Revista Chilena de Lite- de la literatura latinoamericana sólo pueden en tanto sueña el mirlo de la vida en su mano.
ratura, 38 (1991), pp. 7-27. surgir a partir de la instalación de un punto de
Dios mío, eres piadoso, porque diste esta nave,
donde hacen estos brujos azules sus oficios.
13 mas, en tensión con el uso».
Julio Ortega advierte sobre «La hermenéutica vallejiana y Darío de las Américas celestes! Tal ellos se parecen
las variaciones lingüísticas en el hablar materno», en César a ti! Y de tus trenzas fabrican sus cilicios.
Los heraldos negros: un «verso gris» el «decir vallejiano» de Los Vallejo, Obra poética, Ma-
seducido por la dinámica de los heraldos negros: «el decir va- drid, Editorial Universitaria,
trayectos llejiano ya aquí ocurre entre 1997. pp. 606-620. Específi- Como ánimas que buscan entierros de oro absurdo,
EDSON FAÚNDEZ V. variaciones, fuera de las nor- camente, p. 610. aquellos arciprestes vagos del corazón,
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escribir, en la cual la praxis escritural no está tarla de un modo distinto al porvenir. Derrida, 18
acoplada al rostro piadoso de Dios –es decir, Martin Heidegger, 2006, La po-
breza (Presentación de Philippe
a la intensificación de la vida–, sino más bien Lacoue-Labarthe), Buenos Aires
a las consignas formales del modernismo que 14 «muchos inexpertos que con-
– Madrid, Amorrortu Editores,
César Vallejo, op. cit., p. 92. templan el triunfo de unos
ordenan y dirigen el ejercicio poético. Estos p. 109.
pocos vencedores, pretenden
«arciprestes vagos del corazón», coaccionada 15 por el peligroso camino de la
Recuérdese que Dios en Los imitación, llegar a la posesión
su escritura por la lengua y la crítica domi- heraldos negros es figurado del arte más elevado» (cit. en
nantes, pactan con la seguridad que ofrece como entidad múltiple y hete- Allen Phillips, «Rubén Darío y
rogénea: Dios piadoso, Dios sus juicios sobre el modernis-
el discurso literario hegemónico y generan, cruel, Dios inexperto. mo», en Anderson Imbert, et
convertidos en otros «heraldos de la muerte», al., op. cit., La primera cita
el «suicidio monótono de Dios»17. 16 corresponde a un artículo titu- Los heraldos negros: un «verso gris»
Darío escribe: «Yo no soy lado «Pro domo mea», apare- seducido por la dinámica de los
César Vallejo es heredero del romanticis- jefe de escuela ni aconsejo a cido el 30 de enero de 1894 trayectos
mo, del simbolismo y del modernismo, pero los jóvenes que me imiten», en La Nación, Buenos Aires, EDSON FAÚNDEZ V.
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como un viajero que aún no encuentra la infidelidad a la herencia que debe ser preser- 34
Devenir, según Gilles Deleuze,
palabra precisa para emprender sus jornadas: vada. Libro del diálogo y el contagio con las «no es alcanzar una forma
«Es una araña enorme que ya no anda; (...) voces del ayer, pero también con las voces del (identificación, imitación, Mime-
sis), sino encontrar la zona de
Es una araña que temblaba fija / en un filo de porvenir. El pasado y el futuro, la víspera y el vecindad, de indiscernibilidad o
piedra / Con tantos pies la pobre, y aún no día después, constituyen una sola pulsación de indiferenciación tal que ya no
puede / resolverse (...) hoy me ha dado qué en el lenguaje poético de César Vallejo. quepa distinguirse de una mujer,
de un animal o de una molé-
pena esa viajera»27. El principio de libertad, cula». Guilles Deleuze, Crítica
sin duda, incide en la creación de una salida, «Y algo ajeno se toma el alma mía» y clínica, Barcelona, Editorial
Anagrama, 1996, pp. 11-12.
es decir, permite la producción de un territo- «Devenir nunca es imitar, ni ha-
rio lingüístico apropiado para el despliegue En un minucioso estudio sobre la recep- cer como, ni adaptarse a un
modelo, ya sea el de la justicia
de los actos del espíritu; sólo así el poema ción de la obra literaria de César Vallejo, o el de la verdad. Los devenires
conquista un espacio vacío, donde el sujeto Américo Ferrari se refiere, entre otras, a exé- no son fenómenos de imitación
y la palabra arden, se consumen y renacen. gesis «que reivindican la poesía de Vallejo co- ni de asimilación, son fenómenos
de doble captura, de evolución
Es necesario trasponer los límites e ingresar mo exponente de una ideología o una doctri- no paralela, de bodas entre dos
a otras dimensiones –acompañado tan sólo na, teoría, escuela o movimiento filosófico o reinos. Y las bodas son siempre
contra natura» Deleuze y Parnet,
del ritmo del verso libre– para construir ya político»31, dentro de las cuales se encuentra el Diálogos, Valencia, Pre-textos.
no una torre-refugio, sino una casa con alas, indigenismo32. En la interpretación indigenis- 1980, p. 6.
una casa móvil, una casa de lucha: «Y bautizar ta al parecer irrumpe una fuerza extraliteraria 35
la sombra / con sangre babilónica de noble que afecta al corpus textual con la finalidad El rostro indígena no aparecerá
gladiador»28. La fuga de los territorios produ- de encontrar asideros para un proyecto polí- en la obra poética posterior con
la intensidad en que aparece en
cidos por el modernismo dirigirá la escritura tico de definición identitaria33. La producción «Nostalgias imperiales». Es en
y el sujeto hacia zonas dinámicas de ruptura y de un sentido absoluto, entonces, limita las la novela Tungsteno, en algunas
obras teatrales y en artículos co-
descentramiento: «Y si hay algo quebrado en posibilidades hermenéuticas que los textos mo «Los incas, redivivos» donde
esta tarde, / y que baja y que cruje, / son dos literarios ofrecen. En la lectura indigenista este problema es retomado. En
dicho artículo, escrito en París
viejos caminos blancos, curvos. Por ellos va se oscurece la multiplicidad de «devenires» el año 1935, Vallejo expresa
mi corazón a pie»29. que contagian al sujeto y la lengua, porque su distancia con la posición del
La estética dominante limita la escritura se privilegia sólo el devenir indio del sujeto34. indigenismo de su época, el cual
deificaba el pasado glorioso de
vallejiana. La utilización del código literario La sección «Nostalgias imperiales» es el lugar las civilizaciones derrotadas y
preexistente, sin embargo, no silencia la otra paradigmático de estos análisis35. Mariátegui, se dolía del estado de margi-
nación actual, deseando, por
musiquilla –cifra de alteridad, desviación o 27 32 cierto, incorporar lo indígena a
fuga– que pugna en el alma de Vallejo y desea César Vallejo, op. cit, p. 37. Las tendencias-escuelas a las la cultura occidental: «La pasión
que alude Ferrari son el in- mística de los indigenistas y el
construir el territorio de su desplegamiento. blanco escepticismo caracterís-
28 digenismo, el existencialismo,
El modernismo cristaliza en Los heraldos Ibid, p. 94. el materialismo histórico y la tico de los enemigos de la raza
negros, pero no produce un territorio fijo y dialéctica, y la doctrina-me- de color (¡que los hay también
29 tafísico-teleológica que inicia en el Perú!), aquéllos deificando
estable. Dado que se inscriben transgresiones Ibid, p. 110. y clausura, al parecer, Juan a los descendientes de los incas
a este código, en ocasiones como formaciones Larrea. y éstos despreciándolos y conde-
30 nándolos, como raza, a una des-
discursivas casi ornamentales, pero en otras Julio Ortega es uno de los 33 composición inevitable y pronta,
como flechas que se disparan a la producción comentadores de la poesía de Según Luis Monguió (La poe- carecen, por igual, de la más
Vallejo que ha estudiado este sía postmodernista peruana, elemental base sociológica […]
de dimensiones lingüísticas perturbadoras, El problema del indio se halla ín-
problema. (Los heraldos ne- México, FCE, 1954), el indi-
Los heraldos negros proyecta el legado lite- gros contiene dos libros) uno genismo, una de las formas de timamente entrabado con el pro-
rario de un modo revulsivo hacia el porvenir. que tributa a la tradición, y nativismo literario en la poesía blema mundial del momento […]
sigue las pautas de un nominar peruana, debe comprenderse el indio, abandonado o, más
Esta tarea se intensificará en Trilce, España, sin fisuras (donde el nombre a partir de cuatro situaciones exactamente, desterrado por la
aparta de mí este cáliz y Poemas humanos. El asume la presencia del objeto); que activan su aparición y sociedad, yace inmovilizado, en
otro, que introduce la inestabi- desarrollo. Surge como una suspenso […]» César Vallejo,
primer libro de César Vallejo, al decir de la lidad entre ambos términos, y consecuencia nacionalista de Artículos y crónicas completos
crítica, parece contener dos libros30. Más que que comprueba la insuficiencia la Guerra del Pacífico, como (I-II). Op. cit., pp. 223-224).
del decir, y pone así en crisis el deseo de los académicos Vallejo recoge el problema in-
dos libros, es un texto fronterizo que encuen- dígena y lo instala en la actua-
la autoridad de los códigos y limeños por delimitar teórica-
tra la salida a nuevos parámetros estéticos a el poder de los saberes». Julio mente las bases de la literatura lidad; percibe, por ejemplo, la
partir de un flujo estético y ético preexistente: Ortega, «La hermenéutica va- peruana, como resultado de falta de un territorio en donde
llejiana y el hablar materno», la búsqueda de inspiración éste pueda habitar. Al igual que
el principio de autonomía creadora. La poesía en César Vallejo. Obra poé- en lo local y la utilización de Gabriela Mistral –recuérdese la
de Vallejo requiere para emprender sus más tica, op. cit., (pp. 606-620), léxico y asuntos trasvasijados presencia del indígena y el cam-
p. 607. de la realidad peruana a la pesino en su escritura poética–,
significativos trayectos de una «asimilación literatura, y como efecto de César Vallejo exige una morada
espiritual completa» de las voces del pasado. 31 una inquietud nacionalista
Es el encuentro perturbador del pasado y del Américo Ferrari, «Los destinos producida en el Perú luego de Los heraldos negros: un «verso gris»
de la obra y los malentendidos La Gran Guerra. seducido por la dinámica de los
porvenir lo que insinúa, en este momento, Los del destino», en ibid., (pp. trayectos
heraldos negros. Libro de la fidelidad y de la 539-554), p. 547. EDSON FAÚNDEZ V.
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humilde»43. El primer libro de Vallejo incluye dominante y la inclusión del código ansilar. 43
René de Costa, art. cit., pp.
al interior de formaciones discursivas domi- La relación finalmente armónica de estos 19 y 21.
nantes usos lingüísticos minoritarios con la materiales pareciera haber permitido la re-
44
finalidad de que éstos participen del poder cepción favorable del poemario46, evidenciada Mauricio Ostria, Escritos de va-
que detentan aquéllas. Pareciera ser que no por la inclusión del poema «Aldeana» en la ria lección, Concepción, Edicio-
nes Sur, 1988, p. 65.
basta con emplear las palabras del indígena antología de Manuel Beltroy Las cien mejores
o del mestizo, utilizando las expresiones de poesías (líricas) peruanas de 192147. El libro 45
su registro lingüístico. Resulta imperioso que inaugural de la escritura vallejiana se hace César Vallejo, op. cit., p. 362.
los afectados por el poder, siempre invisibles inteligible por el código literario tradicional 46
y silenciosos, realicen el poema desde su sin- que en él subyace, o sea, por el uso de una Destino muy diferente tendrá
la recepción de Trilce, tal vez
gularidad lingüística. Es necesario que «las lengua literaria hegemónica; y se singulariza porque prescinde de la estética
formas lingüísticas epidérmicas y pintorescas por el uso de material lingüístico pertene- centralizada y lleva a una deriva
absoluta los materiales de su
(cedan) su lugar a lo que Humbolt denominó ciente a una lengua en estado de dominación. producción.
‘forma interior del lenguaje’, esto es, estruc- Sin embargo, un «verso gris» irrumpe en Los
turas lingüísticas sugeridoras de la relación heraldos negros: línea de fuga que se conecta 47
Inmaculada Lergo Martín (op.
comunidad lingüística-realidad situacional»44. significativamente con el decir trílcico. cit.) presenta y estudia un regis-
No es posible proponer que en los poemas tro antológico (del modernismo
a las vanguardias) de la poesía
de «Nostalgias imperiales» se imponga un «Un verso gris» seducido por la dinámica de del Perú.
devenir indígena de la lengua, puesto que no los trayectos
48
es efectivo el distanciamiento de la lengua Este «no-saber» se expresa en
literaria dominante. Otro es el caso del texto La escritura es la torre en donde los poetas diferentes momentos de Los he-
«Telúrica y magnética» de Poemas humanos, modernistas se refugian, el lugar consagrado raldos negros. En el conocido
verso del poema liminar –«Hay
donde las formas de expresión y de conteni- al sentido. En Los heraldos negros esta idea golpes en la vida, tan fuertes...
do son arrastradas por un devenir «indio»: se diluye; el «no saber» insistentemente tex- Yo no sé» (César Vallejo, op. cit.,
p. 20)–, en «Setiembre» –«Yo no
«¡Indio después del hombre y antes de él! / tualizado es, pues, la consecuencia de la crisis sé lo demás» (Ibid., p. 45)–, en
¡Lo entiendo todo en dos flautas / y me doy metafísica en la que se encuentra el sujeto48 y, «La de a mil» –«el suertero que
grita la de a mil, / contiene no
a entender en una quena! / ¡Y lo demás, me por lo mismo, la huella de su descentramien- sé que fondo de Dios» (Ibid, p.
las pelan!»45. to: «Hay un vacío / en mi aire metafísico / que 77–, en «El pan nuestro» –«se
Los heraldos negros, a pesar de lo anterior, nadie ha de palpar: / el claustro de un silencio quisiera tocar todas las puertas
/ y preguntar por no sé quién»
introduce materiales considerados no poéti- / que habló a flor de fuego» se lee, por ejem- (Ibid., p. 78).
cos, habitualmente remitidos a los márgenes plo, en «Espergesia»49. Jean Franco advierte
49
por efecto de su relación con la lengua cultural que este vacío metafísico genera variaciones César Vallejo, op. cit., p. 114.
y hegemónica, a saber, el español estándar que en el lenguaje poético. Son estas alteraciones
50
habla un sujeto adulto, varón, heterosexual, lingüísticas las que procuran cubrir el hueco Ibid., p. 100.
no indígena. Vallejo ha buceado en la lengua, «a flor de fuego» por el que fluye «el agua
haciendo visibles zonas de dominación; sin sucia de un dolor»50. La estética modernista 51
Ibid., p. 86.
embargo, de algún modo reproduce esta re- resulta, en este sentido, inapropiada. La torre
lación de fuerzas en su escritura. Inmerso en sintética, brillante y estridente se desmoro-
el polilingüismo de su propia lengua extrae na. La palabra poética lucha por desplazarse
material que puede signarse como no cultural, hacia los bordes de la lengua dominante para
injerta, traza una débil línea de fuga que per- construir otro territorio, donde los «golpes»
turba momentáneamente los usos lingüísticos que limitan la vida realmente disminuyan: «Y
políticamente dominantes. La utilización de la cuándo nos veremos con los demás al borde /
técnica combinatoria y la sublimación del ma- de una mañana eterna, desayunados todos»51.
terial lingüístico vernacular no subvierten el La morada verbal, donde el sujeto puede ex-
proyecto sintético del modernismo. Recuér- pulsar la ausencia de sentido y la melancolía,
dese, por ejemplo, el soneto «Caupolicán» de se construye sobre la base de un movimiento
Azul, donde Darío pone en contacto, como que implica la fuga de las normalizaciones y
ocurre en «Nostalgias imperiales», vocablos coerciones que en la propia lengua se insta-
culturales y vocablos en estado de domi- lan.
nación: frente a «Caupolicán», «Arauco», Los heraldos negros, de alguna manera,
Toqui» se encuentra «Hércules», «Sansón», textualiza el enfrentamiento entre la forma-
«Nenrod». pared-límite y el sujeto que –conciente o Los heraldos negros: un «verso gris»
seducido por la dinámica de los
Los heraldos negros se caracteriza, entre inconscientemente– pugna por traspasar sus trayectos
otros aspectos, por la presencia de la estética fronteras. «Así he llegado a la pared de en- EDSON FAÚNDEZ V.
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52 frente; y siempre esta pared tuve a la mano», atacaron la sintaxis del castellano; más bien
Ibid., p. 99.
escribe Vallejo en «Santoral»52, aludiendo le devolvieron naturalidad»58. Los niveles fo-
53 a uno de los fundamentos de su poética: la nológico, morfológico y semántico se vieron
Recuérdese, en este sentido, el
texto «Retablo», específicamen-
muerte. Sus dominios se extienden hasta el afectados, fundamentalmente, por las prácti-
te, la crítica que en él se hace a mismo lenguaje que coacciona y sobrecodi- cas modernistas; el nivel sintáctico, no obstan-
los poetas que reiteran las con- fica al sujeto53. El lenguaje, escribe Cassirer, te, experimentó ligeras alteraciones, situación
signas modernistas. La relación
entre el lenguaje y la muerte «representa uno de los poderes más conser- que se explica tal vez a partir de la intención
resulta evidente. vadores de la cultura»54; en efecto, «el len- de producir un territorio poético estable. Va-
54 guaje no es la vida, el lenguaje da órdenes o llejo en Los heraldos negros ataca este nivel del
Ernst Cassirer, Antropología filo- advertencias a la vida; la vida no habla, la vida sistema expresivo y genera un túnel doloroso
sófica, México D. F., FCE, 1989,
p. 330.
escucha y espera. En toda sentencia, aunque por donde la lengua y el sujeto se fugan: «So-
sea de padre a hijo, hay una pequeña sentencia ga sin fin, / como una / voluta / descendente /
55 de muerte –un veredicto–, decía Kafka»55. Pa- de / mal... / soga sanguínea y zurda / formada
Gilles Deleuze y Félix Guattari,
Mil mesetas. Capitalismo y es- ra que el lenguaje se convierta en el vehículo de / mil dagas de puntal»59. En el fragmento
quizofrenia, Valencia, Pre-tex- por el cual la vida fluya libremente, resulta anterior, correspondiente al texto «Rosa blan-
tos, 1997, p. 82.
imperioso evitar las sentencias de muerte ca», el verso se ha despojado de todo exceso
56 que lo recorren. Escribir para no morir, para ornamental, la comparación cae, tensada por
César Vallejo, op. cit., p. 52.
inventar una casa hospitalaria y una tribu, el brusco encabalgamiento, apenas como un
57 exige procurarse un uso personal de la lengua murmullo que subvierte la continuidad lógica
Ibid, p. 83. que posibilite el despliegue de los secretos de lo que se enuncia: el pasaje doloroso hacia
58 pliegues del alma. Para percibir el otro lado y la descodificación de la lengua y la mutación
Octavio Paz, op. cit., p. 252. dar el gran salto ontológico, al decir de Lora del sujeto. «Rosa blanca» es uno de los túneles
59 Risco, es imprescindible perforar la pared, dolorosos, uno de los textos de salida de la
César Vallejo, op. cit., p. 76. desbaratar la disciplina de la cadena signifi- estética modernista que anuncia el nacimiento
cante, re-disciplinándola en función de lo que de «la voz del hombre», sólo imaginada por
la interioridad demanda, a saber, provocar un los poetas coetáneos del joven Vallejo: los
descentramiento de la lengua para que ésta se postmodernistas de Colónida. «Los heraldos
dinamice. Voluntad de poder que tiene como negros», «Las piedras», «Los dados eternos»
correlato la aparición de usos lingüísticos no y «Los anillos fatigados», pueden ser leídos
formalizados y la posibilidad de que el sujeto desde esta misma perspectiva. Pero también
se convierta en una potencia de contagio y «Espergesia» cuyas últimas estrofas señalan:
alianza con los rostros de lo otro; en este
sentido, cobran relevancia versos como «ha Hermano, escucha, escucha...
de vibrar el femenino en mi alma»56, en el Bueno. Y que no me vaya
que un devenir-mujer transfigura al sujeto. El sin llevar diciembres,
texto «Líneas» expresa el deseo de afectar la sin dejar eneros.
lengua para obtener un máximo de potencia Pues yo nací un día
liberadora: que Dios estuvo enfermo.
Hay tendida hacia el fondo de los seres, Todos saben que vivo,
un eje ultranervioso, honda plomada. que mastico... Y no saben
¡La hebra del destino! por qué en mi verso chirrían,
Amor desviará tal ley de vida, oscuro sinsabor de féretro,
hacia la voz del hombre; luyidos vientos
y nos dará la libertad suprema desenroscados de la Esfinge
en transubstanciación azul, virtuosa, preguntona del Desierto.
contra lo ciego y lo fatal57.
Todos saben... Y no saben
El nivel sintáctico es la zona de gravedad que la luz es tísica,
de la lengua que sostiene la torre modernista. y la sombra gorda...
Todo marcador sintáctico deviene así en un Y no saben que el Misterio sintetiza...
marcador de poder que impide la irrupción de que él es la joroba
Los heraldos negros: un «verso gris» «la voz del hombre», la cual difiere cualitati- musical y triste que a distancia denuncia
seducido por la dinámica de los
trayectos vamente de las voces política y estéticamente el paso meridiano de las lindes a las Lindes.
EDSON FAÚNDEZ V. dominantes. Los escritores modernistas «no
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sivos quiebran la continuidad del discurso. El sión, donde accede mediante el delirio a una 62
vocablo «Bueno» del segundo verso repliega terapéutica y otra forma de lucidez61. Alejandro Lora Risco, Hacia la
voz del hombre (Ensayos sobre
el discurso para desplegarlo hacia «la voz del Los elementos lingüísticos empleados en César Vallejo), Santiago de Chi-
hombre». Como un deseo en el dominio de la el texto (puntos suspensivos, copulativas, le, Editorial Andrés Bello, 1971,
ética, los versos siguientes semantizan positi- iteraciones) producen tensiones-variaciones p. 131.
vamente la praxis del sujeto. Una copulativa internas en la lengua que perturban el orden 63
concede la ilusión de un antes enunciativo que lógico sintáctico y la imagen del mundo que César Vallejo, op. cit., p. 36.
erosiona el orden sintáctico convencional –el este orden defiende e intensifica. Los compo- 64
mismo resultado genera la carga iterativa a ni- nentes materiales se anudan en «Espergesia» Ibid., p. 81.
vel sintáctico (preposición-verbo-sustantivo)–. en una pura intensidad, no como una cadena
Cierran la estrofa dos versos que a manera de significante organizada y continua, sino más
estribillo recorren el texto, en algunos casos bien como una secreta dimensión fragmen-
con variaciones, lo que refuerza el dinamismo taria en la cual las pulsaciones de un sujeto
al que aspira el poema. En el segundo verso deseante se pueden percibir; de ahí que este
de la estrofa siguiente –«que mastico...»–, poema sea «un claro (u oscuro) anuncio de la
nuevamente los puntos suspensivos desvían la decisión del poeta de abandonar el camino y
dirección del discurso, desde lo que se conoce el orden estético de Los heraldos»62.
hacia lo que se desconoce, o sea, la causa de Frente al verso azul, sonoro y luminoso
este verso gris; la música ha devenido en un del modernismo –«las greyes de Belén en
chirrido a partir del bloque creado con el Mis- los oteros»63– se instala un verso gris: «Por
terio, cifrado en la metalepsis que configuran el Sahara azul de la substancia / camina un
los dos versos finales y textualizado a nivel verso gris, un dromedario»64. El territorio
literal en la penúltima estrofa. Ésta reprodu- modernista resulta demasiado grávido, a causa
ce el procedimiento empleado en la estrofa de la homogenización y normalización que
anterior –los puntos suspensivos–, aunque impone la sintaxis; sin embargo, los textos
remitido a un solo verso –«Todos saben... Y de Vallejo se posicionan en la dinámica de las
no saben»–. La paradoja que encierran los zonas intermedias –«camina un verso gris»–,
dos versos siguientes explicita el descentra- fracturando las zonas rígidas de la lengua y
miento del sujeto desde una zona de saber y deviniendo en un territorio continuamente
poder –la Luz, metáfora del saber racional, sujeto a variación. El asedio sintáctico, una
divino– hacia otra oscurecida por la anterior de las marcas distintivas de la escritura valle-
–la Sombra, metáfora del saber irracional, jiana, revela una de las tácticas con la cual el
demónico–; evidencia, al mismo tiempo, los poeta resiste el prosaico orden de lo limitado
procesos de ruptura y devenir a los que aspira y mortal; por cierto, se enlaza a otras de or-
la palabra vallejiana. La máquina axiológica den semántico, fonológico y morfológico que
del texto signa como negativa la forma de implican una salida del sistema normativo que
saber dominante –«Tísica»– y como positivos organiza dichos niveles: onomatopeyas, neo-
los oscuros saberes minoritarios –«gorda»–. logismos, síntesis de palabras, incorrecciones,
Los puntos suspensivos, otra vez, son cifra proliferación de adverbios, exclamaciones,
de discontinuidad; la copulativa intensifica, clichés y otros.
como antes, la desviación y surge un verso En Los heraldos negros, la lengua consigue
que entrega la clave, una aparente respuesta traspasar las fronteras estéticas del modernis-
a la Esfinge: «el Misterio sintetiza». Puntos mo. La palabra vallejiana va desde instancias
suspensivos, nueva tensión y los versos finales lingüísticas cargadas de luz-poder hacia zonas
que se deslizan, quebrados por el encabalga- lingüísticas que comienzan a llenarse de una Los heraldos negros: un «verso gris»
seducido por la dinámica de los
miento, para expresar «el paso meridiano de sombra-fuerza que aproxima la escritura al trayectos
las lindes a las Lindes». Fuga del sujeto que misterio y la seducción que dominarán en EDSON FAÚNDEZ V.
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América sin nombre, nos 13-14 (2009) 123-132
65 Trilce y Poemas humanos: «Y no saben / que espacio donde los contrarios se funden. Y el
Ibid., 82.
la luz es tísica, / y la sombra gorda...». Des- hombre mismo desgarrado desde el nacer, se
66 truidas o llevadas a un mínimo las marcas de reconcilia consigo cuando se hace imagen,
Ibid., p. 73.
poder del lenguaje, el sujeto debe despojarse cuando se hace otro»71. La imagen representa
67 también de aquéllas que le asignan un yo, el el dispositivo de fractura esencial de las mar-
Ibid., p. 67. cas de poder y saber inherentes a la lengua, y,
carácter de individuo: «Yo me partí de auro-
68 ra»65. El yo se hace colectivo e impersonal, al por lo mismo, de los límites y obligaciones
Ibid., p. 89. entrar en relación con lo que fluye desde otros que hacen del sujeto un individuo útil y dócil
69 reinos. Por otro lado, estos bloques constitu- a las exigencias del poder.
Ibid., p. 94. yen virtualidades que portan la energía nece- En un artículo posterior a Los heraldos
70
saria para resistir «el hospital de nervios»66, negros y a Trilce, «Salón de otoño» (1924),
Ibid., p. 80. la esterilidad del territorio sedentario social. Vallejo escribe:
71
Cuando esto se manifiesta, el sujeto desnudo
Octavio Paz, El arco y la lira, e ingrávido ingresa a la imagen, verdadero Nada en la vida ha llegado; nada está entero, todo
México, Fondo de Cultura Eco- epicentro retórico del encuentro con lo otro: acusa el solfeo, el divino borrador; en todo pugna
nómica, 1998, p. 113.
una trayectoria de ensayos y elevaciones, digo, una
72 Yo soy el coraquenque ciego trayectoria en que la luz y la sombra rozan entre sí
César Vallejo, Artículos y cró-
nicas completos (I-II), op. cit.,
--------------------------------------- sus ruedas como un ángelus eterno. Así es el orden de
p. 45. Yo soy el llama, los destinos, la función de la sangre. ¡Sacudirse de los
73
--------------------------------------- números enteros! Marchar a puente encabritado siem-
César Vallejo, Obra poética, op. Soy el pichón de cóndor desplumado pre, y siempre entre dos bandas. (¡oh Nietzsche, bello
cit., p. 98. por latino arcabuz; alienado!). Un hecho terminado, así fuese la muerte
y a flor de humanidad floto en los Andes, de Jesús o el descubrimiento de América, implicará
como un perenne Lázaro de luz. siempre una etapa para la sensibilidad; un hecho en
------------------------------------------ marcha, así fuese la compra de un pan en el mercado, o
Un fermento de Sol; el paso de un automóvil por la calle, implicará siempre
¡levadura de sombra y corazón!67. una sugestión generosa y fecunda, encinta de todo lo
probable. Esto que es así en la vida también lo es en
El sujeto en «Huaco» abandona su con- el arte. Más todavía. El fin del arte es elevar la vida,
dición de individuo y contrae escandalosas acentuando su naturaleza de eterno borrador. El arte
«nupcias» con lo otro: un hombre-ave, un descubre caminos, nunca metas. Encuentro aquí, en
hombre-llama, un hombre-pichón de cóndor, esta esencia horizontante del arte, toda una tienda de
un hombre-molécula-fermento de sol. César dilucidaciones estéticas que son mías en mí, según dijo
Vallejo en un instante de autofagia, se despo- Rubén Darío, y que algún día he de plantear en pocas
ja del rostro-individuo, del rostro-función, pizarras, como explicación –si esto es posible– de mi
impuesto en el entramado social; traiciona obra poética en castellano72.
a su grupo, se relaciona con el animal o la
molécula y captura la energía vital que éstos La escritura como trayecto crece en las
contienen. El habitante de la orfandad puede zonas intermedias. Evita y fractura los «en-
transmigrar, dejar de ser, sólo estar –«sólo al teros» y los binarismos para intentar formar
dejar de ser amor es fuerte»68, «ir muriendo y bloque con la dinámica de la vida. «Los ani-
cantando»69– y flotar «como un perenne pája- llos fatigados» puede ser leído en esta misma
ro de luz» en los Andes que el poema inventa. dirección, corroborándose así que lo escrito
El territorio producido permite múltiples por Vallejo en «Salón de otoño» ocupa un
devenires; el dispositivo específico en el que lugar en Los heraldos negros: «Hay ganas
éstos se actualizan, sin duda, es la imagen, pe- de volver, de amar, de no ausentarse, / y hay
ro no la sustitutiva, sino la que se resuelve en ganas de morir, combatido por dos / aguas en-
trayecto. La imagen une lo distante y hetero- contradas que jamás han de istmarse»73. En la
géneo, por lo que subvierte la estructuración zona dinámica donde los contrarios se rozan,
binaria del entramado social: «Oh unidad en los bordes en que la palabra y el silencio,
excelsa! Oh lo que es uno / por todos»70. En el sujeto y su disolución oscilan veloces y vi-
la vivacidad de su trayecto, el sujeto puede tales, la escritura poética vallejiana encuentra
Los heraldos negros: un «verso gris» vislumbrar los rostros aliados y reconstruir su el territorio apto para procurar cumplir con
seducido por la dinámica de los
trayectos alma, «porque la imagen transmuta al hombre su tarea más importante: intensificar, con el
EDSON FAÚNDEZ V. y lo convierte a su vez en imagen, esto es, en dolor a cuestas, la vida.
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