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América sin nombre, nos 13-14 (2009) 123-132

ISSN: 1577-3442 Edson Faúndez V.:


Profesor del Departamento de Es-
pañol de la Universidad de Con-
cepción, Chile. Sus líneas de inves-
tigación son Lírica latinoamericana
(siglos XX y XXI) y Novela realis-
ta española (siglo XIX).
Algunos de sus artículos, publi-
cados en revistas especializadas
de Chile y Argentina, abordan las
escrituras poéticas de Gabriela

LOS HERALDOS NEGROS:


Mistral, César Vallejo, Oliverio Gi-
rondo, Antonio Gamoneda y Omar
Lara. Se encuentra en prensa su
libro La oscura casa encantada. La

UN «VERSO GRIS» SEDUCIDO POR LA poesía de César Vallejo y Oliverio


Girondo (Serie Monografías, Uni-
versidad de Concepción).

DINÁMICA DE LOS TRAYECTOS universal, original y cósmico. En


EDSON FAÚNDEZ V. esta ‘actitud’ se borra el concep-
to de lo exótico». Enrique Marini
Universidad de Concepción Palmieri, «Recepción del moder-
nismo literario hispanoamerica-
no. ¿Sinceridad o afectación?»,
Acta Literaria, 21 (1996), pp.
25-43. Específicamente, p. 32.

Fisura del bloque modernismo-Los heraldos ción de neologismos, el uso de arcaísmos, y la 4


negros invención y combinación de metros. Escritores latinoamericanos mo-
dernistas y postmodernistas, tales
El trabajo de los modernistas genera un como Lugones, Herrera y Reissig,
Los estudios referidos a Los heraldos ne- arsenal de recursos retóricos que los jóvenes Rubén Darío, José Santos Cho-
gros1 destacan la presencia de los usos lingüís- escritores utilizan en su escritura4. Toda una cano, Manuel González Prada,
José María Eguren y Abraham
ticos y los temas que singularizan al moder- tecnología escrituraria que normalizará, me- Valdelomar, entre otros, parti-
nismo literario. En una carta que data de 1918, diada por el público reconocimiento, el ejer- cipan en el diálogo infinito que
abre la palabra vallejiana.
dirigida al Grupo de Trujillo, Vallejo alude a cicio poético. Los heraldos negros es un texto
lecturas de escritores modernistas: que se observa tocado por la estética oficial y 5
En el poema «Nochebuena» de
dominante impulsada, entre otros, por Rubén la serie «Plafones ágiles», por
Antier que recibí cartas de ustedes, estuve en La Darío, Leopoldo Lugones y José Santos Cho- ejemplo, se encuentran versos
Punta con Clovis. Asistimos a un ocaso archisublime. cano5. La utilización del verso endecasílabo, que contienen frases tales co-
mo «sombras femeninas bajo los
Desde la terraza del chalet de Aspíllaga, recitábamos por ejemplo, en poemas de rima consonante ramajes», «quimeras de luna,
versos al buen viento de la tarde que pasaba. La como «Deshojación sagrada», en versos suel- pálidos celajes», «ebúrneos tra-
jes» y «místicos bronces», las
sinfonía en gris mayor de Rubén... Y más que nada tos como «Bordas de hielo», en la configura- que sugieren léxico, adjetivación
unos estupendos versos de responso a Verlaine de un ción de sonetos como «Sauce», «Ausente» y e imágenes característicos de la
escritura modernista. Inclusiones
poeta uruguayo que yo no conocía. ¡Qué responso «Bajo los álamos», recuerda la importancia lexicales como «viejo Osiris»,
más dolorido y místico!2. que concede el modernismo a la métrica, «Opúsculo bíblico», «brahamá-
aunque como se sabe los poetas modernistas nicos elefantes», «Sahara azul»,
entre muchas otras, se encuen-
De amplio conocimiento son las operacio- prefieren emplear el verso alejandrino. En esta tran en relación directa con la
nes que el modernismo efectuó en el lenguaje, misma dirección, es posible distinguir textos actitud sintético-idiomática del
modernismo. En el plano de la
lo que ha servido para considerarlo como polimétricos –«La araña» de la serie «Buzos» invención de palabras, por otro
un movimiento fundamentalmente esteticista. alterna endecasílabos y heptasílabos, lo mis- lado, pueden mencionarse al-
gunos neologismos: «Bizantina-
Uno de los signos distintivos del modernismo mo ocurre en «La copa negra»–, los cuales do», «dondonea», «Enereida»
es la antropofagia literaria, es decir, su insa- cifran una exploración formal emparentada o «Istmarse». La producción de
ciable hambre de poesía europea, fundamen- neologismos cifra la libertad del
escritor modernista. Este procedi-
talmente francesa; esto trae consigo amplifi- miento de desviación, es decir, de
caciones lexicales, retóricas y referenciales, a huida productiva de las marcas
normativas que organizan los
saber, una nueva manera de tratar la lengua. niveles fonológico, morfológico
Estas variaciones en el plano lingüístico son 1 raldos negros se citan según y semántico de la lengua, no se
El libro está fechado en 1918, dicha edición. agotará con Los heraldos negros,
resultado del cosmopolitismo y polilingüis- pero el verdadero contacto sino que se mantendrá como
mo desplegados por la actitud sintética del con el lector ocurre a media- 3 una exigencia natural de re-no-
modernismo3. El espacio del poema se define dos del año 1919. Marini Palmieri escribe: «El minación en toda la escritura
Modernismo, que posee una vallejiana.
así por las importaciones lingüísticas, el uso 2 esencia poiética más simbo-
de formas métricas tradicionales, el empleo César Vallejo, Obra poética, lista que parnasiana, es fruto Los heraldos negros: un «verso gris»
Américo Ferrari (ed.), Ma- de ambos a la vez que del seducido por la dinámica de los
de material lingüístico local –americanismos drid, Editorial Universitaria, Romanticismo, es tan america- trayectos
e indigenismos– y conversacional, la produc- 1997. Los textos de Los he- no como europeo, es sintético, EDSON FAÚNDEZ V.

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6 con las prácticas modernistas6. La inclusión de encuentro con Europa: «Las ‘especificidades’
En Los heraldos negros tam-
bién se encuentran diseminados metros tradicionales parece incidir en la orga- que hasta ahora se han considerado como el
versos octosílabos («Romería»), nización de un sistema discursivo estabilizado único factor dominante deben ser colocadas
alejandrinos («El poeta a su
amada») y otros, en menor fre-
por los límites que impone la medida. Los en el contexto histórico general de la expan-
cuencia. metros son el equivalente formal de las mura- sión del capitalismo y de la sociedad bur-
7
llas-fachada con las que se configura, citando guesa, de la compleja red de ‘dependencias’
César Vallejo, Obra poética, op. un verso del poema «Babel», el «dulce hogar entre los centros metropolitanos, sus regiones
cit., p. 38. sin estilo»7. Para el escritor modernista, el ver- provinciales y los países llamados periféricos
8 so métrico y su ritmo característico, además […] La colocación del modernismo en este
Mario Rodríguez señala que el de la síntesis lingüística, posibilitan la cons- contexto general permitirá abrir nuevas pers-
territorio poético dariano se con-
vierte en morada y consuelo: «Yo
trucción de una dimensión en donde es po- pectivas y explorar aspectos de esas letras que
diría que Darío construye en Pro- sible, aparentemente, cobijarse de las fuerzas hasta ahora no se han tenido en cuenta» (1987:
sas profanas un territorio poético de la finitud que pueblan el afuera8. Rítmica 20). Una actitud común es la que caracteriza
sedentario, una ciudad literaria,
un reino, defendido por las altas morada, ordenada y en equilibrio, condenada a los escritores finiseculares de Latinoamérica
murallas del arte de los ataques a deshacerse, sin embargo, por la fragilidad y Europa. La ruptura con el prosaico orden
de los demonios del abismo, de
las fuerzas del afuera (la nada, de su plegamiento. Sin la torre vistosamente burgués y la necesidad de producir un ámbito
la conciencia de la finitud, la ataviada del modernismo pareciera ser inima- estético autónomo son los movimientos pro-
muerte); la territorialización en
términos más acordes con esa
ginable la creación de un espacio literario apto pios de esa actitud, que, según Hugo Friedri-
época, podríamos llamarla torre para la defensa y la re-construcción de los ch, se define en el romanticismo11.
de marfil». Mario Rodríguez, rostros silenciados del sujeto latinoamericano. La métrica representa uno de los basamen-
«Prosas profanas: la mentira
gloriosa del mal salvaje», Acta El modernismo, además de permitir la incor- tos con el cual el escritor modernista sostiene
literaria, 21, (1996), pp. 67-74. poración de las letras latinoamericanas a «la su torre de marfil, aquélla que, a intervalos,
Específicamente, p. 70.
plenitud histórica», como lo advirtió Octavio produce también Los heraldos negros. La
9 Paz9, suscita, por una parte, «la aparición, a crítica especializada ha planteado que en la
Como lo ha señalado Octavio
Paz, el territorio llegará, princi-
menudo confusa, dolorosa o indirecta, de la escritura vallejiana la métrica es asediada. Re-
palmente, con las vanguardias conciencia de pertenecer a esos países latera- né de Costa señala que en Los heraldos negros
literarias. Octavio Paz, «El cara- les (de Latinoamérica)» y, por otra parte, «el el verso alejandrino sufre alteraciones en la
col y la sirena (Rubén Darío)»,en
Anderson Imbert, et al., Diez carácter rebelde del modernismo […] (que) disposición de los acentos rítmicos, la elisión
estudios sobre Rubén Darío, ya fue visto con acierto por Ricardo Gullón, de la cesura y la supresión de hemistiquios12.
Nota preliminar y selección de
Juan Loveluck), Santiago de Chi- quien supo destacar el papel funcional de lo Estas transgresiones hacen visible la norma
le, Editorial Zig-Zag, 1967, pp. que solía tener por hueca utilería: ‘el cisne y subyacente a la métrica, señalando su insufi-
244-274.
Versalles y las princesas tienen sentido’, dijo. ciencia. La norma y la transgresión cifran dos
10 ‘Son armas contra la vulgaridad y la chabaca- eslabones que se exigen mutuamente. Sus pre-
Roberto Fernández Retamar, nería del ensoberbecido burgués; no imáge- sencias también revelan el deseo de produc-
«Modernismo, 98, subdesarro-
llo» y «Sobre la vanguardia en nes de una evasión, sino instrumentos para ción de un ámbito discursivo autónomo13.
la literatura latinoamericana», combatir la imagen de la realidad que se les
en Roberto Fernández Retamar,
Para una teoría de la literatu- quería imponer’»10. Las escrituras modernis- Retablo
ra hispanoamericana, Primera tas y las escrituras de la Generación del 98 se
edición completa, Santafé de
Bogota, Publicaciones del Insti-
desarrollan sobre la base de un fondo común: Yo digo para mí: por fin escapo al ruido;
tuto Cabo y Cuervo XCII, 1995, la modernidad. Constituyen una posibilidad nadie me ve que voy a la nave sagrada.
pp. 143-153, 154-158. de resistencia y una salida al prosaico orden Altas sombras acuden,
11 burgués, ampliamente singularizado y critica- y Darío que pasa con su lira enlutada.
Véase Hugo Friedrich, Estructura do por los escritores realistas-naturalistas de
de la lírica moderna, Barcelona,
Seix Barral, 1974. fines del siglo XIX. Rafael Gutiérrez Girardot Con paso innumerable sale la dulce Musa,
plantea, en la misma línea de pensamiento de y a ella van mis ojos, cual polluelos al grano.
12
René de Costa, «La diferencia de
Federico de Onís, que los signos distintivos La acosan tules de éter y azabaches dormidos,
Vallejo», Revista Chilena de Lite- de la literatura latinoamericana sólo pueden en tanto sueña el mirlo de la vida en su mano.
ratura, 38 (1991), pp. 7-27. surgir a partir de la instalación de un punto de
Dios mío, eres piadoso, porque diste esta nave,
donde hacen estos brujos azules sus oficios.
13 mas, en tensión con el uso».
Julio Ortega advierte sobre «La hermenéutica vallejiana y Darío de las Américas celestes! Tal ellos se parecen
las variaciones lingüísticas en el hablar materno», en César a ti! Y de tus trenzas fabrican sus cilicios.
Los heraldos negros: un «verso gris» el «decir vallejiano» de Los Vallejo, Obra poética, Ma-
seducido por la dinámica de los heraldos negros: «el decir va- drid, Editorial Universitaria,
trayectos llejiano ya aquí ocurre entre 1997. pp. 606-620. Específi- Como ánimas que buscan entierros de oro absurdo,
EDSON FAÚNDEZ V. variaciones, fuera de las nor- camente, p. 610. aquellos arciprestes vagos del corazón,

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se internan y aparecen... y, hablándonos de lejos, también del postmodernismo y


nos lloran el suicidio monótono de Dios!14. la primera vanguardia. El poeta
peruano deviene en legatario de
El primer verso de «Retablo» alude al una tradición que lo escoge. En
descenso a las regiones interiores del sujeto. ella reside el principio de liber-
El poema sugiere el distanciamiento de los tad que exalta «Retablo». ¿Qué
escenarios y ordenaciones nucleados en torno significación, empero, parece
al «ruido» social, es decir, la huida siempre adoptar la relación de Vallejo y
productiva hacia el espacio literario. La pági- su tradición? Heidegger señala
na en blanco (un territorio en el que pueden que lo libre «es lo indemne, lo
manifestarse los rostros de la alteridad) ha preservado, lo que se sustrae de Casa de César Vallejo.
sido profanada por la urdimbre-lenguaje que toda utilidad. Liberar significa
ensambla el maderamen de la nave-poesía y original y propiamente: preser-
abre un espacio en el templo-espíritu. El mo- var, dejar a algo reposar en su propia esencia Argentina; la segunda, a una
crónica que se publica también
vimiento hacia la nave sagrada permite pensar protegiéndolo. Pero proteger es: retener la en La Nación, pero de la que se
que el poema es el lugar de los trayectos del esencia en el cobijo donde sólo permanece si desconoce fecha y nombre).
sujeto viajante: el lugar consagrado a los actos se le permite retornar al reposo de su propia 17
del espíritu. El sujeto recobra en la nave-poe- esencia […] En el preservar propiamente En un artículo escrito en 1918,
sía, en lo sagrado y en lo móvil, lo que desapa- dicho reposa el liberar. Lo liberado es lo de- llamado «La intelectualidad de
Trujillo», César Vallejo comen-
rece en el olvido, pero también allí se contagia jado en su esencia y guardado de cualquier ta brevemente los rasgos más
con la diferencia. Sólo los que han partido coacción de la necesidad»18. El sentido más relevantes de algunos artistas
trujillanos. Domina aquí la crítica
por su propia voluntad, quienes se buscan a sí perturbador de la libertad se elucida en la a los artistas que se dejan arras-
mismos en las zonas oscilantes de la palabra posibilidad de «preservar» y «cobijar» lo trar por la estética dominante,
silenciando su propia voz, co-
–poetas como Darío–, habitan en la nave. És- que llega desde el pasado. Preservar implica, mo también la importancia que
tos, metaforizados en «brujos celestes», sími- además, un peculiar reposo en la esencia, lo el poeta concede a la libertad
les del rostro piadoso de Dios15, a partir de la que exige la liberación de la coacción de «la –que asegura originalidad– en
la práctica poética. De Antenor
alquimia verbal se transforman en fabricantes necesidad» (programada en la red social) que Orrego señala: «Tiene gestos
de vida, expulsando el «ruido» en el que, sim- ha provocado la canonización de las voces del inauditos en nuestros días de
falsedad y de pose»; de José
bólicamente, instalan su imperio «los heraldos pasado. Se trata, precisamente, de conseguir Eulogio Garrido señala: «Garri-
negros» de la muerte. El encomio a Darío que los «actos del espíritu» que se sustraen a do odia el literaturismo frío, el
literaturismo advenedizo, opues-
no sólo evidencia la valoración positiva del la coacción social vuelvan a la movilidad, el to a la emoción personal, pura,
modernismo, sino también la afirmación del diálogo y la mutación que les son inmanentes. bravía»; de Federico Esquerre
pasado y de una tradición fabulada por el pro- La estrategia para preservar y liberar todas las Cedrón: «No imita a nadie»; de
Óscar Imaña: «En sus ojos de
pio Vallejo (en la cual el poeta nicaragüense voces que residen en el giro del lenguaje pasa soñador, acaso asomen también
ocupa un lugar de privilegio); por otro lado, por la liberación de la coacción y la necesidad. Verlaine, Silva, Darío, pero en
cuanto éstos se han modificado
es evidente lo lejos que se encuentra el escritor Esas son las exigencias básicas del artista tal por asimilación espiritual com-
peruano de la repetición acrítica de las poéti- y como pueden imaginarse en la escritura de pleta». César Vallejo, Artículos
y crónicas completos (I-II), Pre-
cas de los iconos del modernismo. Vallejo está Vallejo. Ello conlleva que el poeta devenga sentación de Salomón Lerner
conciente del valor que porta el principio de en legatario fiel e infiel a la tradición que le Febres. Recopilación, prólogo,
autonomía artística al que siempre aludía el corresponde preservar. Mantener con vida el notas y documentación por Jor-
ge Puccinelli, Lima, Pontificia
autor de Prosas profanas16. La cuarta estrofa legado en su esencia trae como correlato la Universidad Católica del Perú,
textualiza la negación de una «manera» de posibilidad de reactivar esa herencia y proyec- 2002, pp. 6-8.

escribir, en la cual la praxis escritural no está tarla de un modo distinto al porvenir. Derrida, 18
acoplada al rostro piadoso de Dios –es decir, Martin Heidegger, 2006, La po-
breza (Presentación de Philippe
a la intensificación de la vida–, sino más bien Lacoue-Labarthe), Buenos Aires
a las consignas formales del modernismo que 14 «muchos inexpertos que con-
– Madrid, Amorrortu Editores,
César Vallejo, op. cit., p. 92. templan el triunfo de unos
ordenan y dirigen el ejercicio poético. Estos p. 109.
pocos vencedores, pretenden
«arciprestes vagos del corazón», coaccionada 15 por el peligroso camino de la
Recuérdese que Dios en Los imitación, llegar a la posesión
su escritura por la lengua y la crítica domi- heraldos negros es figurado del arte más elevado» (cit. en
nantes, pactan con la seguridad que ofrece como entidad múltiple y hete- Allen Phillips, «Rubén Darío y
rogénea: Dios piadoso, Dios sus juicios sobre el modernis-
el discurso literario hegemónico y generan, cruel, Dios inexperto. mo», en Anderson Imbert, et
convertidos en otros «heraldos de la muerte», al., op. cit., La primera cita
el «suicidio monótono de Dios»17. 16 corresponde a un artículo titu- Los heraldos negros: un «verso gris»
Darío escribe: «Yo no soy lado «Pro domo mea», apare- seducido por la dinámica de los
César Vallejo es heredero del romanticis- jefe de escuela ni aconsejo a cido el 30 de enero de 1894 trayectos
mo, del simbolismo y del modernismo, pero los jóvenes que me imiten», en La Nación, Buenos Aires, EDSON FAÚNDEZ V.

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en Y mañana qué, ad- la destrucción de sus propias claves, puesto


vierte con claridad este que contiene una fundamentalmente evasiva,
problema: «No es sólo a saber, la libertad, explicitada por Darío en
aceptar dicha herencia, el «Sé tú mismo; ésa es la regla»20. Este prin-
sino reactivarla de otro cipio se exacerba en la literatura moderna,
modo y mantenerla con fundamentalmente, con el romanticismo21.
vida. No escogerla (por- Vallejo conoce desde temprano los alcances y
que lo que caracteriza desvelos de los escritores románticos, como
la herencia es ante todo lo demuestra la tesis «El romanticismo en la
que no se la elige, es ella poesía castellana» con la que obtiene en 1915
la que nos elige violen- el grado de Bachiller en Letras por la Univer-
César Vallejo en París. Brindis con Henriette y Carlos More. tamente), sino escoger sidad de Trujillo22. Si las propuestas formales
conservarla con vida»19. del modernismo se desvanecen en la escritura
César Vallejo, en efecto, posterior de Vallejo, la que impulsa el me-
19 es heredero fiel e infiel de una tradición que nosprecio por las escuelas y las instituciones,
Jacques Derrida y E Roudines-
cu, 2003, Y mañana, qué…, sólo mediante la liberación de la coacción y que hacen del ejercicio poético un saber ar-
Buenos Aires, Fondo de Cultura la necesidad puede ser proyectada al incierto chivado, prevalece, continúa fundiéndose con
Económica, p. 12.
porvenir. nuevas exploraciones literarias23. La poesía
20 La libertad, sin embargo, no es lo que se supera así la anquilosis que se instala en el
Allen Phillips, 1967, «Rubén Da-
río y sus juicios sobre el moder-
encuentra en juego en Los heraldos negros. campo social y los límites que estabilizan las
nismo», en Anderson Imbert, op. Ella es, sin duda, la piedra angular. Lo que dimensiones estética, social y antropológica.
cit., p. 286. se encuentra en juego es la búsqueda de una Los heraldos negros es, en este sentido, una
21 salida creadora que garantice el ejercicio de «máquina» de escritura que se acopla al mo-
Hugo Friedrich en Estructura de esa libertad. Cuando la palabra del poeta tru- dernismo, cortando las consignas de la lengua
la lírica moderna plantea que
«la lírica del siglo XX no aporta jillano sea un precario soplo de un alma que literaria dominante, salvo aquéllas en donde
nada fundamentalmente nuevo» busca nuevas formas de subjetivación, cuando se actualiza el deseo de libertad que asegura
(op. cit., p. 183) a lo desarrolla-
do por el romanticismo. Desde
construya la casa móvil a fuerza de sobriedad, un uso personal de la lengua. La escritura va-
esta perspectiva, la lírica del y el cuerpo-poema devenga en una ingrávida llejiana se encuentra en posesión de la fuerza
siglo XX, incluso cuando existe zona de encuentro con lo otro, la herencia fundamental con la que las vanguardias artís-
una rebelión contra el roman-
ticismo, deviene en «Romanti- acogida continuará perviviendo en las pala- ticas y literarias en Europa y en Latinoame-
cismo desromantizado» (Ibid., bras libertad, resistencia y fuga creadora. ricana desarrollan sus innovadoras prácticas.
p. 41).
Los heraldos negros dialoga con la tra- Esta fuerza es la que desestabiliza el discurso
22 dición. La fisura por donde la palabra y el centrado en la norma y hace vibrar la lengua,
En la conclusión al capítulo
«Poetas románticos peruanos»
sujeto se fugan el mismo bloque la genera. hasta conseguir que permita el trayecto de una
de la segunda parte de la tesis El modernismo es el portador del germen de interioridad libre24. «Ah, mano que limita,
de Vallejo, se colige que me- que amenaza / tras todas las puertas, y que
diante el ejercicio de la libertad
el poeta produce un arte sincero moderna o modernista» (cit. y la medida, «el triste barro alienta / en todos los relojes, cede y pasa»25,
y vital: «hoy en el Perú, des- en Phillips, op. cit., p. 289). pensativo» (César Vallejo, op. escribe Vallejo en el poema «Unidad», expre-
graciadamente, no hay ya el Vallejo y los escritores de su cit., p. 96) encuentra una mo-
entusiasmo de otros tiempos por época, de alguna manera, rada desde donde evitar «las
sando no sólo la renuncia a todo lo grávido,
el romanticismo; y digo desgra- continúan siendo modernistas; caídas hondas de los cristos formalizado y homogeneizado, sino también
ciadamente, porque siendo todo Octavio Paz advierte sobre la del alma» (ibid., p. 20). Pero
sinceridad en esta escuela, es presencia de un hilo conductor si en «Babel» se lee «El hospi-
el deseo de transgredir los límites, lo que sólo
de lamentar que ahora nuestros en el ejercicio poético del siglo cio es bonito; aquí no más», será posible si se afecta el lenguaje, pues éste
poetas olviden esta gran cuali- XX: «entendido como lo que también se lee: «¡Y otras se si bien establece los límites también puede
dad que debe tener todo buen realmente fue –un movimien- pone a llorar!»; seguridad y
artista». César Vallejo, Artículos to cuyo fundamento y meta peligro, gozo y pesadumbre traspasarlos y restituirlos «a la equivalencia
y crónicas completos (I-II), pp. primordial era el movimiento son signos distintivos de la infinita de un devenir ilimitado»26. La escritu-
52-53. mismo– aún no termina: la morada. En el llanto que se
vanguardia de 1925 y las desliza entre los pliegues de la
ra vallejiana, desde Los heraldos negros hasta
23 tentativas de la poesía con- «Torre de marfil» modernista, España, aparta de mí este cáliz, insistirá en la
Darío expresa: «la expansión temporánea están íntimamente se halla cifrada la voluntad de
individual, la libertad, digámoslo ligadas a ese gran comienzo». fuga hacia otros parámetros
resistencia a los poderes que limitan el arte y
con la palabra consagrada, el Op. cit., p. 245. estéticos. la vida en la red social sobre la base del asedio
anarquismo en el arte, base de al lenguaje.
lo que constituye la evolución 24 25
El texto «Babel» encuentra César Vallejo, op. cit, p. 105. El poema «La araña» de la serie «Buzos»
en la estética modernista la textualiza la imposibilidad de movimiento
disciplina necesaria para su 26
Los heraldos negros: un «verso gris»
concreción. La escritura abre Gilles Deleuze, 1971, Lógica
–los versos endecasílabos y heptasílabos su-
seducido por la dinámica de los
trayectos así un territorio hospitalario; del sentido, Barcelona, Plane- gieren rigidez– y el anhelo de acceder a la
entre las palabras, el ritmo ta-Agostini, p. 28.
EDSON FAÚNDEZ V. dinámica del viaje. El poeta es por ello visto

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como un viajero que aún no encuentra la infidelidad a la herencia que debe ser preser- 34
Devenir, según Gilles Deleuze,
palabra precisa para emprender sus jornadas: vada. Libro del diálogo y el contagio con las «no es alcanzar una forma
«Es una araña enorme que ya no anda; (...) voces del ayer, pero también con las voces del (identificación, imitación, Mime-
sis), sino encontrar la zona de
Es una araña que temblaba fija / en un filo de porvenir. El pasado y el futuro, la víspera y el vecindad, de indiscernibilidad o
piedra / Con tantos pies la pobre, y aún no día después, constituyen una sola pulsación de indiferenciación tal que ya no
puede / resolverse (...) hoy me ha dado qué en el lenguaje poético de César Vallejo. quepa distinguirse de una mujer,
de un animal o de una molé-
pena esa viajera»27. El principio de libertad, cula». Guilles Deleuze, Crítica
sin duda, incide en la creación de una salida, «Y algo ajeno se toma el alma mía» y clínica, Barcelona, Editorial
Anagrama, 1996, pp. 11-12.
es decir, permite la producción de un territo- «Devenir nunca es imitar, ni ha-
rio lingüístico apropiado para el despliegue En un minucioso estudio sobre la recep- cer como, ni adaptarse a un
modelo, ya sea el de la justicia
de los actos del espíritu; sólo así el poema ción de la obra literaria de César Vallejo, o el de la verdad. Los devenires
conquista un espacio vacío, donde el sujeto Américo Ferrari se refiere, entre otras, a exé- no son fenómenos de imitación
y la palabra arden, se consumen y renacen. gesis «que reivindican la poesía de Vallejo co- ni de asimilación, son fenómenos
de doble captura, de evolución
Es necesario trasponer los límites e ingresar mo exponente de una ideología o una doctri- no paralela, de bodas entre dos
a otras dimensiones –acompañado tan sólo na, teoría, escuela o movimiento filosófico o reinos. Y las bodas son siempre
contra natura» Deleuze y Parnet,
del ritmo del verso libre– para construir ya político»31, dentro de las cuales se encuentra el Diálogos, Valencia, Pre-textos.
no una torre-refugio, sino una casa con alas, indigenismo32. En la interpretación indigenis- 1980, p. 6.
una casa móvil, una casa de lucha: «Y bautizar ta al parecer irrumpe una fuerza extraliteraria 35
la sombra / con sangre babilónica de noble que afecta al corpus textual con la finalidad El rostro indígena no aparecerá
gladiador»28. La fuga de los territorios produ- de encontrar asideros para un proyecto polí- en la obra poética posterior con
la intensidad en que aparece en
cidos por el modernismo dirigirá la escritura tico de definición identitaria33. La producción «Nostalgias imperiales». Es en
y el sujeto hacia zonas dinámicas de ruptura y de un sentido absoluto, entonces, limita las la novela Tungsteno, en algunas
obras teatrales y en artículos co-
descentramiento: «Y si hay algo quebrado en posibilidades hermenéuticas que los textos mo «Los incas, redivivos» donde
esta tarde, / y que baja y que cruje, / son dos literarios ofrecen. En la lectura indigenista este problema es retomado. En
dicho artículo, escrito en París
viejos caminos blancos, curvos. Por ellos va se oscurece la multiplicidad de «devenires» el año 1935, Vallejo expresa
mi corazón a pie»29. que contagian al sujeto y la lengua, porque su distancia con la posición del
La estética dominante limita la escritura se privilegia sólo el devenir indio del sujeto34. indigenismo de su época, el cual
deificaba el pasado glorioso de
vallejiana. La utilización del código literario La sección «Nostalgias imperiales» es el lugar las civilizaciones derrotadas y
preexistente, sin embargo, no silencia la otra paradigmático de estos análisis35. Mariátegui, se dolía del estado de margi-
nación actual, deseando, por
musiquilla –cifra de alteridad, desviación o 27 32 cierto, incorporar lo indígena a
fuga– que pugna en el alma de Vallejo y desea César Vallejo, op. cit, p. 37. Las tendencias-escuelas a las la cultura occidental: «La pasión
que alude Ferrari son el in- mística de los indigenistas y el
construir el territorio de su desplegamiento. blanco escepticismo caracterís-
28 digenismo, el existencialismo,
El modernismo cristaliza en Los heraldos Ibid, p. 94. el materialismo histórico y la tico de los enemigos de la raza
negros, pero no produce un territorio fijo y dialéctica, y la doctrina-me- de color (¡que los hay también
29 tafísico-teleológica que inicia en el Perú!), aquéllos deificando
estable. Dado que se inscriben transgresiones Ibid, p. 110. y clausura, al parecer, Juan a los descendientes de los incas
a este código, en ocasiones como formaciones Larrea. y éstos despreciándolos y conde-
30 nándolos, como raza, a una des-
discursivas casi ornamentales, pero en otras Julio Ortega es uno de los 33 composición inevitable y pronta,
como flechas que se disparan a la producción comentadores de la poesía de Según Luis Monguió (La poe- carecen, por igual, de la más
Vallejo que ha estudiado este sía postmodernista peruana, elemental base sociológica […]
de dimensiones lingüísticas perturbadoras, El problema del indio se halla ín-
problema. (Los heraldos ne- México, FCE, 1954), el indi-
Los heraldos negros proyecta el legado lite- gros contiene dos libros) uno genismo, una de las formas de timamente entrabado con el pro-
rario de un modo revulsivo hacia el porvenir. que tributa a la tradición, y nativismo literario en la poesía blema mundial del momento […]
sigue las pautas de un nominar peruana, debe comprenderse el indio, abandonado o, más
Esta tarea se intensificará en Trilce, España, sin fisuras (donde el nombre a partir de cuatro situaciones exactamente, desterrado por la
aparta de mí este cáliz y Poemas humanos. El asume la presencia del objeto); que activan su aparición y sociedad, yace inmovilizado, en
otro, que introduce la inestabi- desarrollo. Surge como una suspenso […]» César Vallejo,
primer libro de César Vallejo, al decir de la lidad entre ambos términos, y consecuencia nacionalista de Artículos y crónicas completos
crítica, parece contener dos libros30. Más que que comprueba la insuficiencia la Guerra del Pacífico, como (I-II). Op. cit., pp. 223-224).
del decir, y pone así en crisis el deseo de los académicos Vallejo recoge el problema in-
dos libros, es un texto fronterizo que encuen- dígena y lo instala en la actua-
la autoridad de los códigos y limeños por delimitar teórica-
tra la salida a nuevos parámetros estéticos a el poder de los saberes». Julio mente las bases de la literatura lidad; percibe, por ejemplo, la
partir de un flujo estético y ético preexistente: Ortega, «La hermenéutica va- peruana, como resultado de falta de un territorio en donde
llejiana y el hablar materno», la búsqueda de inspiración éste pueda habitar. Al igual que
el principio de autonomía creadora. La poesía en César Vallejo. Obra poé- en lo local y la utilización de Gabriela Mistral –recuérdese la
de Vallejo requiere para emprender sus más tica, op. cit., (pp. 606-620), léxico y asuntos trasvasijados presencia del indígena y el cam-
p. 607. de la realidad peruana a la pesino en su escritura poética–,
significativos trayectos de una «asimilación literatura, y como efecto de César Vallejo exige una morada
espiritual completa» de las voces del pasado. 31 una inquietud nacionalista
Es el encuentro perturbador del pasado y del Américo Ferrari, «Los destinos producida en el Perú luego de Los heraldos negros: un «verso gris»
de la obra y los malentendidos La Gran Guerra. seducido por la dinámica de los
porvenir lo que insinúa, en este momento, Los del destino», en ibid., (pp. trayectos
heraldos negros. Libro de la fidelidad y de la 539-554), p. 547. EDSON FAÚNDEZ V.

127
América sin nombre, nos 13-14 (2009) 123-132

en 7 ensayos de interpretación de la realidad En el plano de la lengua, el material lin-


peruana, identifica como lo meritorio de la güístico extraído del entorno mestizo ha
poesía de su compatriota la presencia del constituido la raíz visible de las lecturas indi-
«sentimiento indígena virginalmente expresa- genistas. «Nostalgias imperiales» despliega el
do»36. El eminente ensayista peruano focaliza mayor número de voces de la lengua pertinen-
su atención en la re-modulación del espíritu te al Perú de Vallejo. Estas voces y giros lin-
indígena, verdadera materia de la «auténtica» güísticos constituyen, gracias a su condición
poesía latinoamericana, sobre la base del reco- marginal en relación con el discurso poético
nocimiento de ciertas huellas temáticas tales canónico y los discursos políticamente domi-
como sentimiento de fatalidad, pesimismo nantes, un material poéticamente no seman-
vital, humildad y melancolía, estoicismo y tizado y políticamente en estado de domina-
simbolismo. Un rostro indio aparece, desapa- ción. Distante del poder ejercido, las formas
César Vallejo. Detalle fotografía rece e interactúa con otros de naturaleza di- lingüísticas minoritarias de los afectados por
en el parque de Versalles. Foto versa en la escritura vallejiana: «yo no sé con el poder se deslizan en «Nostalgias imperia-
Juan Domingo Córdoba.
qué puertas dan a un rostro, / y algo ajeno se les». Vocablos como «Mansiche», «poyo»,
toma el alma mía»37. Remitir la obra de César «potos», «chicha», «incaicos», «Manco-Ca-
para «el indio»; en sus textos, Vallejo únicamente al rostro indígena, con el pac», «curacas» «coraquenques» integran el
cuando el rostro indígena se
convierte en presencia, «cuando
apoyo que generan su condición de mestizo, poema; sin embargo, a estas expresiones se en-
triunfa en el alma el tinte os- los discursos ideológicos indigenistas de de- lazan otras, extraídas de la tradición literaria,
curo», cuando la raza «de los
alientos rotos» es convocada, el
finición identitaria nacional y americana que poéticamente semantizadas, es decir, voces
territorio y la morada resurgen. se mimetizan con la vanguardia en el Perú38 propias de la lengua literaria dominante. La
La poesía de Vallejo demuestra (y que muy poco tuvo que ver con los pro- crítica ha denominado técnica combinatoria a
así que la alteridad indígena
puede encontrarse «inmoviliza- blemas reales de los pueblos originarios, sis- la conjunción de material lingüístico literario
da y en suspenso», pero nunca temáticamente tratados con crueldad por los –mayoritario– y vernacular –minoritario–.
destruida. El poema puede des-
plegar, desde esta perspectiva,
regímenes republicanos), significa dejar en las Las voces marginales, no obstante, quedan
una fiesta de resurrección de sombras muchas de las nupcias con lo que ad- contextualizadas en los usos literarios domi-
las alteridades radicales, pues,
como indica Jean Baudrillard
viene desde otro lado y transfiguran al sujeto. nantes, minimizándose su potencial revulsivo.
en La transparencia del mal. Basta prestar la atención debida a versos como Las cuatro partes del poema «Nostalgias im-
Ensayo sobre los fenómenos los que se encuentran en el poema «Avestruz» periales» iluminan lo anterior. La forma lírica
extremos: «la Alteridad radical
resiste a todo: a la conquista, al para comprender lo anterior: «Mi corazón es que Boscán importara desde Italia a España,
racismo, al exterminio, al virus tiesto regado de amargura; / hay otros viejos y que poetas como Garcilaso y Darío lleva-
de la diferencia, al psicodrama
de la alienación. De una parte,
pájaros que pastan dentro de él»39. Trayecto rán a su esplendor, está dotada de poder. El
el Otro siempre está muerto: de y mutación del rostro: formas de contenido endecasílabo y la rima consonante, como ya
la otra, es indestructible». La
transparencia del mal. Ensayo
que van dibujando diversas estaciones en el lo he planteado al detenerme en la métrica,
sobre los fenómenos extremos, incesante viaje del poeta «al crudísimo día de en cuanto huellas del discurso literario tradi-
Barcelona, Editorial Anagrama, ser hombre»40. cional, inhiben la posibilidad de que la lengua
1993, p. 156.
vernácula se libere. Apenas ésta se despliega,
36 las voces culturales, la métrica y su ritmo in-
José Carlos Mariátegui, 7 ensa-
yos de interpretación de la rea-
herente la obligan a replegarse, convertida en
lidad peruana, Lima, Biblioteca materia en estado de dominación.
Amauta, 2008, p. 301. 39
se. Pero es necesario advertir
César Vallejo, op. cit., p. 34.
La situación anterior es la que hace decir
que esta asociación, sin dejar
37 de ser cierta en muchos casos, que el código pertinente constituye «un nú-
César Vallejo, op. cit., p. 74. no responde fielmente a una 40 mero limitado de imágenes susceptibles de
realidad más compleja, cuyas Ibid., 81.
38 múltiples aportaciones hacen
ofrendarse estilísticamente, a modo de intrin-
Inmaculada Lergo Martín en hablar a Tomás Escajadillo de 41 cado contrapunto melódico»41. La inclusión
«Antologías poéticas peruanas ‘indigenismos’, y que los estu- Alejandro Lora Risco, Hacia
del modernismo a las vanguar- la voz del hombre (Ensayos
selectiva lexical, en efecto, es insuficiente para
dios más recientes lo sitúan en
dias» escribe: «uno de los fe- el sistema de propuestas y re- sobre César Vallejo), Santia- plantear que en Los heraldos negros se accede
nómenos claves asociados al go de Chile, Editorial Andrés
vanguardismo en Perú fue el in-
acciones dedicadas a la defi-
Bello, 1971, p. 121.
a un uso libre y personal de la lengua. Los
nición de lo nacional e incluso
digenismo, cuyo desarrollo entre de lo americano». «Antologías sonetos vallejianos, «cuyo tono de nostal-
1926 y 1930 fue tal que ambos poéticas peruanas del moder- 42 gia recuerdan los sonetos vascos de Herrera
términos terminaron asimilándo- nismo a las vanguardias», en Jean Franco, «La temática: de
Alfonso García Morales (ed.), Los Heraldos Negros a los y Reissig con sus paisajes crepusculares»42,
Los museos de la poesía. Poemas Póstumos», en César cifran la red formal en donde la «sed» del
Antologías poéticas moder- Vallejo. Obra poética. Ma-
Los heraldos negros: un «verso gris»
drid, Editorial Universitaria,
indígena no logra saciarse. René de Costa sos-
seducido por la dinámica de los nas en español, 1892-1941,
trayectos Sevilla, Ediciones Alfar, 2007, 1997, pp. 575-605. Especí- tiene por ello que en estos textos se «dignifica
ficamente p. 578.
EDSON FAÚNDEZ V. p. 626. el contenido con la forma», se «elegantiza lo

128
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humilde»43. El primer libro de Vallejo incluye dominante y la inclusión del código ansilar. 43
René de Costa, art. cit., pp.
al interior de formaciones discursivas domi- La relación finalmente armónica de estos 19 y 21.
nantes usos lingüísticos minoritarios con la materiales pareciera haber permitido la re-
44
finalidad de que éstos participen del poder cepción favorable del poemario46, evidenciada Mauricio Ostria, Escritos de va-
que detentan aquéllas. Pareciera ser que no por la inclusión del poema «Aldeana» en la ria lección, Concepción, Edicio-
nes Sur, 1988, p. 65.
basta con emplear las palabras del indígena antología de Manuel Beltroy Las cien mejores
o del mestizo, utilizando las expresiones de poesías (líricas) peruanas de 192147. El libro 45
su registro lingüístico. Resulta imperioso que inaugural de la escritura vallejiana se hace César Vallejo, op. cit., p. 362.

los afectados por el poder, siempre invisibles inteligible por el código literario tradicional 46
y silenciosos, realicen el poema desde su sin- que en él subyace, o sea, por el uso de una Destino muy diferente tendrá
la recepción de Trilce, tal vez
gularidad lingüística. Es necesario que «las lengua literaria hegemónica; y se singulariza porque prescinde de la estética
formas lingüísticas epidérmicas y pintorescas por el uso de material lingüístico pertene- centralizada y lleva a una deriva
absoluta los materiales de su
(cedan) su lugar a lo que Humbolt denominó ciente a una lengua en estado de dominación. producción.
‘forma interior del lenguaje’, esto es, estruc- Sin embargo, un «verso gris» irrumpe en Los
turas lingüísticas sugeridoras de la relación heraldos negros: línea de fuga que se conecta 47
Inmaculada Lergo Martín (op.
comunidad lingüística-realidad situacional»44. significativamente con el decir trílcico. cit.) presenta y estudia un regis-
No es posible proponer que en los poemas tro antológico (del modernismo
a las vanguardias) de la poesía
de «Nostalgias imperiales» se imponga un «Un verso gris» seducido por la dinámica de del Perú.
devenir indígena de la lengua, puesto que no los trayectos
48
es efectivo el distanciamiento de la lengua Este «no-saber» se expresa en
literaria dominante. Otro es el caso del texto La escritura es la torre en donde los poetas diferentes momentos de Los he-
«Telúrica y magnética» de Poemas humanos, modernistas se refugian, el lugar consagrado raldos negros. En el conocido
verso del poema liminar –«Hay
donde las formas de expresión y de conteni- al sentido. En Los heraldos negros esta idea golpes en la vida, tan fuertes...
do son arrastradas por un devenir «indio»: se diluye; el «no saber» insistentemente tex- Yo no sé» (César Vallejo, op. cit.,
p. 20)–, en «Setiembre» –«Yo no
«¡Indio después del hombre y antes de él! / tualizado es, pues, la consecuencia de la crisis sé lo demás» (Ibid., p. 45)–, en
¡Lo entiendo todo en dos flautas / y me doy metafísica en la que se encuentra el sujeto48 y, «La de a mil» –«el suertero que
grita la de a mil, / contiene no
a entender en una quena! / ¡Y lo demás, me por lo mismo, la huella de su descentramien- sé que fondo de Dios» (Ibid, p.
las pelan!»45. to: «Hay un vacío / en mi aire metafísico / que 77–, en «El pan nuestro» –«se
Los heraldos negros, a pesar de lo anterior, nadie ha de palpar: / el claustro de un silencio quisiera tocar todas las puertas
/ y preguntar por no sé quién»
introduce materiales considerados no poéti- / que habló a flor de fuego» se lee, por ejem- (Ibid., p. 78).
cos, habitualmente remitidos a los márgenes plo, en «Espergesia»49. Jean Franco advierte
49
por efecto de su relación con la lengua cultural que este vacío metafísico genera variaciones César Vallejo, op. cit., p. 114.
y hegemónica, a saber, el español estándar que en el lenguaje poético. Son estas alteraciones
50
habla un sujeto adulto, varón, heterosexual, lingüísticas las que procuran cubrir el hueco Ibid., p. 100.
no indígena. Vallejo ha buceado en la lengua, «a flor de fuego» por el que fluye «el agua
haciendo visibles zonas de dominación; sin sucia de un dolor»50. La estética modernista 51
Ibid., p. 86.
embargo, de algún modo reproduce esta re- resulta, en este sentido, inapropiada. La torre
lación de fuerzas en su escritura. Inmerso en sintética, brillante y estridente se desmoro-
el polilingüismo de su propia lengua extrae na. La palabra poética lucha por desplazarse
material que puede signarse como no cultural, hacia los bordes de la lengua dominante para
injerta, traza una débil línea de fuga que per- construir otro territorio, donde los «golpes»
turba momentáneamente los usos lingüísticos que limitan la vida realmente disminuyan: «Y
políticamente dominantes. La utilización de la cuándo nos veremos con los demás al borde /
técnica combinatoria y la sublimación del ma- de una mañana eterna, desayunados todos»51.
terial lingüístico vernacular no subvierten el La morada verbal, donde el sujeto puede ex-
proyecto sintético del modernismo. Recuér- pulsar la ausencia de sentido y la melancolía,
dese, por ejemplo, el soneto «Caupolicán» de se construye sobre la base de un movimiento
Azul, donde Darío pone en contacto, como que implica la fuga de las normalizaciones y
ocurre en «Nostalgias imperiales», vocablos coerciones que en la propia lengua se insta-
culturales y vocablos en estado de domi- lan.
nación: frente a «Caupolicán», «Arauco», Los heraldos negros, de alguna manera,
Toqui» se encuentra «Hércules», «Sansón», textualiza el enfrentamiento entre la forma-
«Nenrod». pared-límite y el sujeto que –conciente o Los heraldos negros: un «verso gris»
seducido por la dinámica de los
Los heraldos negros se caracteriza, entre inconscientemente– pugna por traspasar sus trayectos
otros aspectos, por la presencia de la estética fronteras. «Así he llegado a la pared de en- EDSON FAÚNDEZ V.

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52 frente; y siempre esta pared tuve a la mano», atacaron la sintaxis del castellano; más bien
Ibid., p. 99.
escribe Vallejo en «Santoral»52, aludiendo le devolvieron naturalidad»58. Los niveles fo-
53 a uno de los fundamentos de su poética: la nológico, morfológico y semántico se vieron
Recuérdese, en este sentido, el
texto «Retablo», específicamen-
muerte. Sus dominios se extienden hasta el afectados, fundamentalmente, por las prácti-
te, la crítica que en él se hace a mismo lenguaje que coacciona y sobrecodi- cas modernistas; el nivel sintáctico, no obstan-
los poetas que reiteran las con- fica al sujeto53. El lenguaje, escribe Cassirer, te, experimentó ligeras alteraciones, situación
signas modernistas. La relación
entre el lenguaje y la muerte «representa uno de los poderes más conser- que se explica tal vez a partir de la intención
resulta evidente. vadores de la cultura»54; en efecto, «el len- de producir un territorio poético estable. Va-
54 guaje no es la vida, el lenguaje da órdenes o llejo en Los heraldos negros ataca este nivel del
Ernst Cassirer, Antropología filo- advertencias a la vida; la vida no habla, la vida sistema expresivo y genera un túnel doloroso
sófica, México D. F., FCE, 1989,
p. 330.
escucha y espera. En toda sentencia, aunque por donde la lengua y el sujeto se fugan: «So-
sea de padre a hijo, hay una pequeña sentencia ga sin fin, / como una / voluta / descendente /
55 de muerte –un veredicto–, decía Kafka»55. Pa- de / mal... / soga sanguínea y zurda / formada
Gilles Deleuze y Félix Guattari,
Mil mesetas. Capitalismo y es- ra que el lenguaje se convierta en el vehículo de / mil dagas de puntal»59. En el fragmento
quizofrenia, Valencia, Pre-tex- por el cual la vida fluya libremente, resulta anterior, correspondiente al texto «Rosa blan-
tos, 1997, p. 82.
imperioso evitar las sentencias de muerte ca», el verso se ha despojado de todo exceso
56 que lo recorren. Escribir para no morir, para ornamental, la comparación cae, tensada por
César Vallejo, op. cit., p. 52.
inventar una casa hospitalaria y una tribu, el brusco encabalgamiento, apenas como un
57 exige procurarse un uso personal de la lengua murmullo que subvierte la continuidad lógica
Ibid, p. 83. que posibilite el despliegue de los secretos de lo que se enuncia: el pasaje doloroso hacia
58 pliegues del alma. Para percibir el otro lado y la descodificación de la lengua y la mutación
Octavio Paz, op. cit., p. 252. dar el gran salto ontológico, al decir de Lora del sujeto. «Rosa blanca» es uno de los túneles
59 Risco, es imprescindible perforar la pared, dolorosos, uno de los textos de salida de la
César Vallejo, op. cit., p. 76. desbaratar la disciplina de la cadena signifi- estética modernista que anuncia el nacimiento
cante, re-disciplinándola en función de lo que de «la voz del hombre», sólo imaginada por
la interioridad demanda, a saber, provocar un los poetas coetáneos del joven Vallejo: los
descentramiento de la lengua para que ésta se postmodernistas de Colónida. «Los heraldos
dinamice. Voluntad de poder que tiene como negros», «Las piedras», «Los dados eternos»
correlato la aparición de usos lingüísticos no y «Los anillos fatigados», pueden ser leídos
formalizados y la posibilidad de que el sujeto desde esta misma perspectiva. Pero también
se convierta en una potencia de contagio y «Espergesia» cuyas últimas estrofas señalan:
alianza con los rostros de lo otro; en este
sentido, cobran relevancia versos como «ha Hermano, escucha, escucha...
de vibrar el femenino en mi alma»56, en el Bueno. Y que no me vaya
que un devenir-mujer transfigura al sujeto. El sin llevar diciembres,
texto «Líneas» expresa el deseo de afectar la sin dejar eneros.
lengua para obtener un máximo de potencia Pues yo nací un día
liberadora: que Dios estuvo enfermo.

Hay tendida hacia el fondo de los seres, Todos saben que vivo,
un eje ultranervioso, honda plomada. que mastico... Y no saben
¡La hebra del destino! por qué en mi verso chirrían,
Amor desviará tal ley de vida, oscuro sinsabor de féretro,
hacia la voz del hombre; luyidos vientos
y nos dará la libertad suprema desenroscados de la Esfinge
en transubstanciación azul, virtuosa, preguntona del Desierto.
contra lo ciego y lo fatal57.
Todos saben... Y no saben
El nivel sintáctico es la zona de gravedad que la luz es tísica,
de la lengua que sostiene la torre modernista. y la sombra gorda...
Todo marcador sintáctico deviene así en un Y no saben que el Misterio sintetiza...
marcador de poder que impide la irrupción de que él es la joroba
Los heraldos negros: un «verso gris» «la voz del hombre», la cual difiere cualitati- musical y triste que a distancia denuncia
seducido por la dinámica de los
trayectos vamente de las voces política y estéticamente el paso meridiano de las lindes a las Lindes.
EDSON FAÚNDEZ V. dominantes. Los escritores modernistas «no

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Yo nací un día ha pactado con el Misterio, ubicándose en la 60


César Vallejo, op. cit., pp. 114-
que Dios estuvo enfermo, línea de frontera de «las lindes», a partir de 115.
grave60. la creación de otra manera de operar sobre el
61
lenguaje. Finalmente, una variante del estribi- María Zambrano en Filosofía
El verso inicial sugiere la apelación, la llo: imagen que fusiona la enfermedad de Dios y poesía escribe: «(el poeta)
communicatio, a un interlocutor fictivo. La con la del sujeto, originada en la ausencia de quiere delirar, porque en el de-
lirio alcanza vida y lucidez».
epífora realza la importancia de lo que las relatos de sentido, en la herida metafísica que Filosofía y poesía, México D.F.,
palabras harán visibles y los puntos suspen- empuja al sujeto hacia los territorios de la pa- FCE, 2006, p. 42.

sivos quiebran la continuidad del discurso. El sión, donde accede mediante el delirio a una 62
vocablo «Bueno» del segundo verso repliega terapéutica y otra forma de lucidez61. Alejandro Lora Risco, Hacia la
voz del hombre (Ensayos sobre
el discurso para desplegarlo hacia «la voz del Los elementos lingüísticos empleados en César Vallejo), Santiago de Chi-
hombre». Como un deseo en el dominio de la el texto (puntos suspensivos, copulativas, le, Editorial Andrés Bello, 1971,
ética, los versos siguientes semantizan positi- iteraciones) producen tensiones-variaciones p. 131.

vamente la praxis del sujeto. Una copulativa internas en la lengua que perturban el orden 63
concede la ilusión de un antes enunciativo que lógico sintáctico y la imagen del mundo que César Vallejo, op. cit., p. 36.

erosiona el orden sintáctico convencional –el este orden defiende e intensifica. Los compo- 64
mismo resultado genera la carga iterativa a ni- nentes materiales se anudan en «Espergesia» Ibid., p. 81.
vel sintáctico (preposición-verbo-sustantivo)–. en una pura intensidad, no como una cadena
Cierran la estrofa dos versos que a manera de significante organizada y continua, sino más
estribillo recorren el texto, en algunos casos bien como una secreta dimensión fragmen-
con variaciones, lo que refuerza el dinamismo taria en la cual las pulsaciones de un sujeto
al que aspira el poema. En el segundo verso deseante se pueden percibir; de ahí que este
de la estrofa siguiente –«que mastico...»–, poema sea «un claro (u oscuro) anuncio de la
nuevamente los puntos suspensivos desvían la decisión del poeta de abandonar el camino y
dirección del discurso, desde lo que se conoce el orden estético de Los heraldos»62.
hacia lo que se desconoce, o sea, la causa de Frente al verso azul, sonoro y luminoso
este verso gris; la música ha devenido en un del modernismo –«las greyes de Belén en
chirrido a partir del bloque creado con el Mis- los oteros»63– se instala un verso gris: «Por
terio, cifrado en la metalepsis que configuran el Sahara azul de la substancia / camina un
los dos versos finales y textualizado a nivel verso gris, un dromedario»64. El territorio
literal en la penúltima estrofa. Ésta reprodu- modernista resulta demasiado grávido, a causa
ce el procedimiento empleado en la estrofa de la homogenización y normalización que
anterior –los puntos suspensivos–, aunque impone la sintaxis; sin embargo, los textos
remitido a un solo verso –«Todos saben... Y de Vallejo se posicionan en la dinámica de las
no saben»–. La paradoja que encierran los zonas intermedias –«camina un verso gris»–,
dos versos siguientes explicita el descentra- fracturando las zonas rígidas de la lengua y
miento del sujeto desde una zona de saber y deviniendo en un territorio continuamente
poder –la Luz, metáfora del saber racional, sujeto a variación. El asedio sintáctico, una
divino– hacia otra oscurecida por la anterior de las marcas distintivas de la escritura valle-
–la Sombra, metáfora del saber irracional, jiana, revela una de las tácticas con la cual el
demónico–; evidencia, al mismo tiempo, los poeta resiste el prosaico orden de lo limitado
procesos de ruptura y devenir a los que aspira y mortal; por cierto, se enlaza a otras de or-
la palabra vallejiana. La máquina axiológica den semántico, fonológico y morfológico que
del texto signa como negativa la forma de implican una salida del sistema normativo que
saber dominante –«Tísica»– y como positivos organiza dichos niveles: onomatopeyas, neo-
los oscuros saberes minoritarios –«gorda»–. logismos, síntesis de palabras, incorrecciones,
Los puntos suspensivos, otra vez, son cifra proliferación de adverbios, exclamaciones,
de discontinuidad; la copulativa intensifica, clichés y otros.
como antes, la desviación y surge un verso En Los heraldos negros, la lengua consigue
que entrega la clave, una aparente respuesta traspasar las fronteras estéticas del modernis-
a la Esfinge: «el Misterio sintetiza». Puntos mo. La palabra vallejiana va desde instancias
suspensivos, nueva tensión y los versos finales lingüísticas cargadas de luz-poder hacia zonas
que se deslizan, quebrados por el encabalga- lingüísticas que comienzan a llenarse de una Los heraldos negros: un «verso gris»
seducido por la dinámica de los
miento, para expresar «el paso meridiano de sombra-fuerza que aproxima la escritura al trayectos
las lindes a las Lindes». Fuga del sujeto que misterio y la seducción que dominarán en EDSON FAÚNDEZ V.

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65 Trilce y Poemas humanos: «Y no saben / que espacio donde los contrarios se funden. Y el
Ibid., 82.
la luz es tísica, / y la sombra gorda...». Des- hombre mismo desgarrado desde el nacer, se
66 truidas o llevadas a un mínimo las marcas de reconcilia consigo cuando se hace imagen,
Ibid., p. 73.
poder del lenguaje, el sujeto debe despojarse cuando se hace otro»71. La imagen representa
67 también de aquéllas que le asignan un yo, el el dispositivo de fractura esencial de las mar-
Ibid., p. 67. cas de poder y saber inherentes a la lengua, y,
carácter de individuo: «Yo me partí de auro-
68 ra»65. El yo se hace colectivo e impersonal, al por lo mismo, de los límites y obligaciones
Ibid., p. 89. entrar en relación con lo que fluye desde otros que hacen del sujeto un individuo útil y dócil
69 reinos. Por otro lado, estos bloques constitu- a las exigencias del poder.
Ibid., p. 94. yen virtualidades que portan la energía nece- En un artículo posterior a Los heraldos
70
saria para resistir «el hospital de nervios»66, negros y a Trilce, «Salón de otoño» (1924),
Ibid., p. 80. la esterilidad del territorio sedentario social. Vallejo escribe:
71
Cuando esto se manifiesta, el sujeto desnudo
Octavio Paz, El arco y la lira, e ingrávido ingresa a la imagen, verdadero Nada en la vida ha llegado; nada está entero, todo
México, Fondo de Cultura Eco- epicentro retórico del encuentro con lo otro: acusa el solfeo, el divino borrador; en todo pugna
nómica, 1998, p. 113.
una trayectoria de ensayos y elevaciones, digo, una
72 Yo soy el coraquenque ciego trayectoria en que la luz y la sombra rozan entre sí
César Vallejo, Artículos y cró-
nicas completos (I-II), op. cit.,
--------------------------------------- sus ruedas como un ángelus eterno. Así es el orden de
p. 45. Yo soy el llama, los destinos, la función de la sangre. ¡Sacudirse de los
73
--------------------------------------- números enteros! Marchar a puente encabritado siem-
César Vallejo, Obra poética, op. Soy el pichón de cóndor desplumado pre, y siempre entre dos bandas. (¡oh Nietzsche, bello
cit., p. 98. por latino arcabuz; alienado!). Un hecho terminado, así fuese la muerte
y a flor de humanidad floto en los Andes, de Jesús o el descubrimiento de América, implicará
como un perenne Lázaro de luz. siempre una etapa para la sensibilidad; un hecho en
------------------------------------------ marcha, así fuese la compra de un pan en el mercado, o
Un fermento de Sol; el paso de un automóvil por la calle, implicará siempre
¡levadura de sombra y corazón!67. una sugestión generosa y fecunda, encinta de todo lo
probable. Esto que es así en la vida también lo es en
El sujeto en «Huaco» abandona su con- el arte. Más todavía. El fin del arte es elevar la vida,
dición de individuo y contrae escandalosas acentuando su naturaleza de eterno borrador. El arte
«nupcias» con lo otro: un hombre-ave, un descubre caminos, nunca metas. Encuentro aquí, en
hombre-llama, un hombre-pichón de cóndor, esta esencia horizontante del arte, toda una tienda de
un hombre-molécula-fermento de sol. César dilucidaciones estéticas que son mías en mí, según dijo
Vallejo en un instante de autofagia, se despo- Rubén Darío, y que algún día he de plantear en pocas
ja del rostro-individuo, del rostro-función, pizarras, como explicación –si esto es posible– de mi
impuesto en el entramado social; traiciona obra poética en castellano72.
a su grupo, se relaciona con el animal o la
molécula y captura la energía vital que éstos La escritura como trayecto crece en las
contienen. El habitante de la orfandad puede zonas intermedias. Evita y fractura los «en-
transmigrar, dejar de ser, sólo estar –«sólo al teros» y los binarismos para intentar formar
dejar de ser amor es fuerte»68, «ir muriendo y bloque con la dinámica de la vida. «Los ani-
cantando»69– y flotar «como un perenne pája- llos fatigados» puede ser leído en esta misma
ro de luz» en los Andes que el poema inventa. dirección, corroborándose así que lo escrito
El territorio producido permite múltiples por Vallejo en «Salón de otoño» ocupa un
devenires; el dispositivo específico en el que lugar en Los heraldos negros: «Hay ganas
éstos se actualizan, sin duda, es la imagen, pe- de volver, de amar, de no ausentarse, / y hay
ro no la sustitutiva, sino la que se resuelve en ganas de morir, combatido por dos / aguas en-
trayecto. La imagen une lo distante y hetero- contradas que jamás han de istmarse»73. En la
géneo, por lo que subvierte la estructuración zona dinámica donde los contrarios se rozan,
binaria del entramado social: «Oh unidad en los bordes en que la palabra y el silencio,
excelsa! Oh lo que es uno / por todos»70. En el sujeto y su disolución oscilan veloces y vi-
la vivacidad de su trayecto, el sujeto puede tales, la escritura poética vallejiana encuentra
Los heraldos negros: un «verso gris» vislumbrar los rostros aliados y reconstruir su el territorio apto para procurar cumplir con
seducido por la dinámica de los
trayectos alma, «porque la imagen transmuta al hombre su tarea más importante: intensificar, con el
EDSON FAÚNDEZ V. y lo convierte a su vez en imagen, esto es, en dolor a cuestas, la vida.

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