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TEORÍA Y TEÓRICOS
El examen del sistema musical helénico se asemeja a una visita a la Acrópolis o a Pompeya:
se necesita cierta imaginación para concebir la vida de estos vestigios, que, sin embargo,
constituyen el pasado inmediato de nuestra civilización. Pero en la música, la realidad es
todavía más fugitiva que en l arquitectura. Sus huellas se borran pronto, y cuando subsisten,
excepcionalmente, su interpretación es tan difícil que el ensueño se le antepone. Muchas
veces, incluso, esta interpretación se hace imposible, porque las huellas han sido
deformadas.
Más atentos y más sutiles, los teóricos árabes, persas y turcos serían, desde el siglo VII al
VIII, los más auténticos herederos del pensamiento musical de los griegos. Gracias a ellos,
en parte, la cultura occidental descubriría sus orígenes.
TEÓRICOS
Pitágoras expuso, más detenidamente que sus ancestros babilónicos, la existencia de una
relación matemática que determina los intervalos consonantes entre un tono y otro. Por
medio del monocordo explicó que si una cuerda vibrante es oprimida a la mitad, suena una
octava más alto que la cuerda suelta. Al oprimirla a un tercio de distancia, suena una quinta
perfecta por encima de la base. A un cuarto de la distancia, se produce una cuarta perfecta, y
a un quinto, una tercera mayor. Esta serie numérica: 1, ½, 1/3, ¼, etc., se denomina en
matemáticas “serie armónica”. Para los griegos, la harmonia era la ciencia de los sonidos
proporcionados y en plural, harmoniai significa “escala musical”.
El significado más general de la palabra harmonia era el de la unificación de componentes
disímiles de un todo ordenado. En este orden de ideas encaja perfectamente la armonía
celestial, con las estrellas planetas, sol y luna, cada uno independiente, y, sin embargo, en
total armonía entre sí. La armonía que era válida en la música, o microcosmos, también lo
era en el universo o macrocosmos.
ARISTOXENOS
Los músicos griegos ejecutantes ponían mayor empeño en educar su oído que en estudiar
las matemáticas de los teóricos. El gran teórico y eminentemente práctico ARISTOXENO DE
TARENTO (que destacó hacia 322 a.C.) era hijo de un músico, discípulo de Aristóteles,
escribió muchas obras (se le atribuyen 453), de las cuales las más importantes, y de
incalculable valor, estaban relacionadas con la teoría musical. Aristóxenos estaba versado en
la música del siglo IV y en la de la tradición clásica anterior.
En sus obras, Aristoxenos trata sobre la teoría de las escalas, elementos de armonía y
elementos de ritmo, todas las cuales han sobrevivido intactas hasta el presente. Al contrario
de todas las demás civilizaciones antiguas, estos escritos permiten conocer aspectos muy
detallados sobre la música griega, su estética, y sobre la metodología de su composición.
Entre los numerosos escritos relativos a la teoría de la música griega hay muchos que son
oscuros y otros que son confusos, tanto por el uso inconstante de la terminología como por
no discurrir o hablar de ella, ya que los propios autores no la entendían, aunque el
pensamiento griego tenía una fuerte tendencia matemática y, por eso mismo, tendía a la
especulación. La teoría de la música, que está relacionada con simbolismos aritméticos, con
la astronomía, el misticismo y la metafísica, se desarrolló particularmente desde el siglo II de
nuestra era, siguiendo unas líneas que apenas tenían afinidades con la música práctica,
especialmente porque la música ya era conocida en la época clásica griega. Eso no quiere
decir que de esas especulaciones no surgiesen descubrimientos interesantes, aunque
principalmente se producían en otras ramas. Mejorar!!!
Los trabajos de algunos autores posteriores son importantes porque aportan cierta
información: Plutarco, 50-120 d.C.; Nicómaco, s.II d.C.; Claudio Ptolomeo de Alejandría, s. II
d.C.; Plotino, 204 a 70; Porfirio, s. III; Yamblico, m.363. Pero las dificultades esbozadas
anteriormente son las causas que han hecho del estudio de la teoría de la música griega uno
de los más complicados e insatisfactorios que existen.
CARACTERÍSTICAS GENERALES
SYSTEMA TÉLEION
El sistema musical de los griegos nos es bien conocido gracias a los escritos de los filósofos
y los teóricos, que se extienden a unos seis siglos, desde Platón hasta el segundo o tercer
siglo de nuestra Era, sin hablar de las numerosos análisis posteriores, especialmente los de
los grandes teóricos árabes. Suele ocurrir que uno se olvida voluntariamente de que la
música fue un arte practicado en la Grecia del Archipiélago, tanto como en la del Continente,
mucho tiempo antes de Euclides. Desde los tiempos legendarios en los cuales Olen “inventó”
el hexámetro (verso de seis sílabas compuesto de dáctilos y espondeos) en el que se
cantaban los himnos homéricos hasta Euclides, pasaron varios siglos, y desde Euclides
hasta Plutarco, otra de las autoridades de gran prestigio para los teóricos europeos,
transcurrieron varios más, de manera que puede decirse que la música griega tuvo un plazo
no menor de quince siglos para hacer sus primeros ejercicios; para ascender a la perfección
de su sistema y decaer en modernismos y otros excesos tiempo antes de llegar la nueva era,
a la cual ya pertenecía Plutarco.
Cuando los teóricos comenzaron a hablar de la música de tiempos muy remotos ya para
ellos, lo hicieron, según es la propensión general y constante, aplicando a lo que sabían del
pasado sus propios puntos de vista y el resultado de sus propias experiencias. Con ello las
divergencias entre las definiciones y las conclusiones, la falta de sincronismo, el desajuste
entre la teoría y la práctica trajo como consecuencia un enredo bastante difícil que los
musicólogos recientes procuraron poner en claro a la luz de sus propias ideas, de sus
conceptos y experiencias modernos, que nada tienen que hacer con la práctica viva de los
griegos antiguos. Los teóricos del siglo XIX propendían a las sistematizaciones, ajustando las
cosas a lo que para ellos resultaba ser mejor o el más posible orden lógico. Así fue
resultando una historia de la música griega que fue más bien una construcción teórica del
siglo XIX que no una descripción de realidades muertas hace muchos siglos para nuestra
manera de concebir y sentir el arte de la música. Cómo fue ese arte en la realidad viva,
es una especulación que los musicólogos de los siglos XIX y XX ajustaron al criterio de la
cultura europea, sin pensar que Grecia fue un país “oriental” antes de ser la “cuna de la
civilización occidental”.
Al comenzarse a estudiar con mayor profundidad de lo que venía haciéndose, y con mayor
rigor científico, la música de los pueblos de Oriente, tanto de las grandes culturas del oriente
Anterior y Medio, como la de los Naturvolker del Pacífico, ha podido comprenderse que
prácticas griegas poco asequibles para el europeo, como el llamado género enharmónico,
con sus entonaciones microtonales, se acercan más a los conceptos orientales de la música
que a los occidentales. El hecho de que la emancipación de la música griega posterior al
systema téleion, con los “modernistas” tales como Melanipedes, Phrynis y Timoteo y el
interés por las entonaciones microtonales, de las cuales Platón se burlaba lindamente,
diciendo que era menester estirarse las orejas para poder oírlas, sean signos relevantes de
los tiempos de decadencia, no significa que el género enarmónico –que no tiene nada que
ver con la enarmonía actual-, naciese en ese momento, sino que, como sucede en las
grandes culturas orientales y hoy mismo en la de Europa, el microtonalismo aparece al
cerrarse el gran ciclo cultural del diatonismo, situado en el centro de un vasto proceso que
comenzó con las entonaciones indiferenciadas, después siguió con la metodización
diatónica, rebasando esta con un supercromatismo que conduce, como en nuestros días, a la
disolución de la tonalidad (del sistema modal en Grecia) y a la fragmentación del semitono,
con el cuarto, sexto y octavo de tono en Aloys Haba? y otros microtonalistas, comenzando
por el dozavo de tono de Aristógen, hace por ahora unos 2300 años.
Los testimonios de los viejos autores griegos y los pocos restos que han llegado hasta
nosotros de la música en Grecia en sus últimos tiempos son inestimables; pero se ofrecen
por musicólogos, quienes, para dar razón a sus propias teorías, acomodan a ellas, en cierto
modo los textos originales.
Por una parte, Grecia constituye un punto de partida para el estudio de la cultura
occidental en determinados aspectos de ella:
El diatonismo del canto eclesiástico y el sistema llamado modal de la Edad Media
europea, en gran parte.
Desde otro punto de vista, Grecia fue la heredera de todas las culturas orientales
que le llegaban de Asia, no sólo de la cercana, sino de muy lejanos parajes. Cabe preguntar
de dónde... Los chinos fueron los que sistematizaron primero en orden cronológico (que
sepamos), y con magníficas arbitrariedades, su música, decían que heredaban su música del
Occidente. Los griegos hablaban de un Oriente lejano. ¿Dónde podemos situar esta
especie de Atlántida musical de tierra firme?
CRONOLOGÍA DE LA
MÚSICA GRIEGA ANTIGÜA
Según Adolfo Salazar
A grandes rasgos, y mezclando los datos positivos con las referencias legendarias, podría
establecerse de este modo la cronología de la música en Grecia:
Los primeros músicos de que se tiene noticia en Grecia datan de los siglos IX al
VIII a.C., en plena edad homérica.
Son extranjeros llegados a Grecia desde los países limítrofes del Oriente asiático:
Hyagnis Marsyas, Olympo, son los primeros conocidos, que acompañaban el canto con el
aulos de doble caña, o de caña simple y tubo abierto, como la flauta.
Estos sonidos intermediarios, que se insertan entre las cuerdas de una escala
repertorio, se practicaban sin duda en tiempos anteriores a Terpandro.
Este Tepandro, de Lesbos, poeta y músico griego que vivió hacia 675 a.C., autor de
odas, acompañaba el canto con una cítara de siete cuerdas, pero que encerraba la octava
completa.
Sin punto de referencia que permita decidir cuál era la entonación de la nota central de la lira
o mese, punto de partida para las demás como ya se ha señalado, los teóricos modernos
prefieren considerar que fuese una entonación más o menos (la exactitud no tiene aquí
ningún sentido) a nuestra nota la 4.40. Con ello, la escala completa de dos octavas
correspondería a una extensión perfectamente practicable por gentes cuyas voces no
estaban educadas profesionalmente. Por otra parte, al partir de la nota la para la descripción
del instrumento, y la disposición interior de sus octavas, no es necesario acudir al uso de
alteraciones (salvo el uso de un bemol). Es importante señalar que existe otro sistema
propuesto por Hugo Reimann, que sitúa la entonación una tercera menor más baja ( fa # ) da
origen a una escritura complicada, completamente inútil, pues que la entonación tomada
como arquetipo es enteramente convencional.
Mediante influencias que, unas, fueron principalmente extranjeras, con otras nacidas en la
Grecia continental, se llegó, tras un largo proceso, a formar el repertorio completo de sonidos
entre el siglo V y el IV, época en la que ya aparece descrito por Euclides con el nombre,
tantas veces citado, de Systema Téleion, que desde el año 400 aproximadamente se
aplicaba teóricamente una cítara de quince cuerdas, en un ámbito d dos octavas La-la’. El
fundamento de este sistema, según Aristoxenes de Tarento, es una escala continua de una
doble octava, formada por cuatro tetracordios encadenados, con una disyunción central. El
proceso, engendrado por secuencias pentatónicas sucesivas, parece haber sido el siguiente:
Los tetracordios 1 y 2 se llaman disjuntos. Los 3-1 y 2-4 son conjuntos. La nota más grave es
un añadido posterior, por cuya razón lleva por nombre proslambanómetros (no olvidar que los
nombres corresponden a las cuerdas y a su posición en el instrumento, sin que se aluda para
nada el sonido real). Cuando ese sonido de la cuerda añadida (la) se encuentra en medio de
la escala (mese), tiene dos significados: si va unida a la cuerda llamada trite synemmenon,
esta cuerda corresponderá al si bemol; cuando se la considera unida a la cuerda paramese,
la entonación de esta corresponderá al si natural.
OBSERVACIONES SOBRE EL
GRAN SISTEMA PERFECTO
Por otra parte, es importante tomar en cuenta que los nombres de las cuerdas responden a
su colocación diatónica ( a través de los tonos, tonoi: cuerda tendida ) y a los dedos con que
se pulsan: mese, la de en medio; nete, la más aguda; trite, la tercera; likanos, la que se pulsa
con el dedo índice...
Ejemplo
El GÉNERO es, a la vez, modo y estilo. Se define por la posición de las notas móviles, que
es parecido en todos los tetracordios. El género diatónico, en el que se presenta aquí el
G.S.P. y las diferentes armonías, es el único que hemos heredado.
GÉNEROS
Por la distribución de los intervalos en el tetracordio –según la posición de las notas móviles-
se definen tres géneros principales (cuatro notas implican, necesariamente, tres intervalos).
Arístides Quintiliano los enumera por el orden siguiente, que parece haber sido el histórico:
Enarmónico, Cromático y Diatónico.
En el Género Enarmónico, muy usado en la música vocal griega, era bitono (intervalo de
dos tonos), cuarto de tono, cuarto de tono, o tal vez, originariamente, bitono, leima, o dicho
de otra manera, tercera mayor-diesi (cuarto de tono)-diesi. La evaluación de dos cuartos de
tono, que de todas formas no puede corresponder a la práctica, varía según los autores:
según ciertos autores griegos, el género enarmónico sería el más antiguo; pero otros lo
condenan como práctica decadente (Aristógenes). Tal género no tiene nada que ver con la
enarmonía actual.
El hecho de que tanto Arístides como Plutarco llamen simplemente harmonía, es decir,
Los tres géneros se presentan aquí en la forma tradicional, llamada “vulgar”, que fue
adoptada por los aficionados y los filósofos. Los músicos profesionales practicaban otras
formas, de difícil definición, porque habían inventado un método muy artificial, la
“captapycnosis”, que dividía virtualmente la octava en 24 diesis iguales o cuartos de tono.
Aristógenes se erigió en teórico de esta curiosa tentativa de temperamento. Pero los
pitagóricos siempre se esforzaron en calcular lógicamente las fracciones características
(relaciones de las longitudes de las cuerdas correspondientes).
En los tres géneros anteriores (cuadros, partituras...), las notas blancas representan las
cuerdas fijas; las notas negras, las movibles. En el género enarmónico, la nota que lleva un
acento agudo (’) supone un ascenso de un cuarto de tono; un acento grave (al revés) supone
un descenso de un cuarto de tono, pero en la nomenclatura de las cuerdas de la lira lo que
se tenía en cuenta era la nota + el cuarto de tono superior, es decir, si’, mi’. El grupo de una
nota blanca y dos negras menores que el semitono es la llamada pyknon en el género
enarmónico.
Los tres géneros descritos en el Gran Sistema son un resultado posterior a su práctica. Tanto
Aristóxenos de Tarento como Plutarco consignan que los antiguos griegos solamente
practicaban el género enarmónico. Entonces nos preguntamos ¿Por qué terminó este por
desaparecer, quedando reducidas las prácticas posteriores, que hereda la Edad Media
católica, al simple diatonismo? La razón parece esconderse entre los sistemas de canto
propios de Oriente y de la Grecia misma. Mientras que los orientales practican
sistemáticamente las entonaciones con glisandos o en portamentos, los griegos evitaron esta
manera de cantar, según lo atestigua Aristóxenos, diciendo que evitaban cuidadosamente el
resbalamiento, al paso de que hacían hincapié en la entonación de cada nota. Ptolomeo va
más lejos, afirmando, como los primeros melodistas romanos, que el cato resbalado es
enemigo de la melodía. Lo mismo opinaba Platón, además de sus conocidos argumentos
sobre la ética y el orden de la polis.
La entonación fija de los sonidos, más difícil de practicar que la resbalada, la formación de
harmoniai conducentes a la formación de la estructura de la octava dórica, condujo, sin
muchas dudas, al abandono de los intervalos microtonales, después al de los cromáticos,
inclusive, dejando al género diatónico una firmeza que perdurará durante toda la historia de
la cultura europea.
HARMONIAI
SISTEMA MODAL
Si se recorren las cuerdas de la lira o de la cítara en orden descendente, pulsando con los
dedos meñique, anular, medio e índice de la mano izquierda sucesivamente (tono a tono, o
sea, diatónicamente... Por cierto, es momento de aclarar que este asunto de tono a tono se
refiere a nuestro concepto de diatonismo, pues, no debemos olvidar que para los griegos, el
género diatónico, tò diátonon, era aquel en el que se encontraban seguidos dos y hasta tres
intervalos de un tono, lo cual no ocurre en los géneros cromático y enarmónico), aparecerán
las diversas escalas, escalas, “harmoniai”, “tropos” (como se las llamó más tarde) que
componen el sistema perfecto. Unas, las más antiguas, llevan el nombre del país de su
procedencia; modos (la denominación de modos es muy posterior, en la Europa medieval.
Los griegos hablaban solamente de harmoniai) o escalas dórica, frigia, lidia, yastia, eolia o
locria. En la sistematización euclidiana y posteriores, algunos nombres se sustituyeron por
los resultantes del proceso de obtención de las escalas por medio de transposiciones de los
tetracordios constitutivos, poniendo el de arriba debajo del inferior (ypo), o el inferior por
encima del superior (hiper). Con ello se prefirió denominar a algunos modos como
hipodórico, hipofrigio, etc.
De una manera ya abstracta, puramente teórica, es posible encontrar sucesivamente todas
las modalidades del Gran Sistema, en orden descendente, de l siguiente manera:
Harmoniai auténticos
Harmoniai secundarios
Si se invierte el orden de los tetracordios, poniendo el segundo por debajo del primero, y se
completa la escala con una nota añadida o proslambanómetros, se obtienen los cuatro
modos secundarios, en los cuales los tetracordios serán conjuntos, a diferencia de los modos
auténticos, donde los tetracordios son disjuntos:
Así pues, ése era el régimen con el cual los griegos hicieron sus escalas. Cuando se ponían
juntos dos tetracordios, bien disjuntos con un tono para unirlos, o conjuntos con un tono para
completar la serie descendente, el resultado era una escala d octava completa (harmonia).
Una escala de octava solo tiene siete notas diferentes –la octava repite la primera-, y, si se
toma cada una por turno, como punto de partida en un género determinado son posibles
siete formas modales de escala.. Tomando las notas de las teclas blancas del piano como
CASI EQUIVALENTES, las siete harmoniai en el género diatónico son como sigue
(descendente):
Los nombres de las Harmoniai provenían de los diferentes distritos del Asia Menor, donde se
dice que tales modos estuvieron en uso, pero la clasificación es variada, los nombres se
cambiaron en distintas épocas y las asociaciones a veces se basan en lazos muy tenues.
La nota más importante se llama mese, que era el centro del sistema de la escala griega.
Para abarcar en una sola octava todas las notas diatónicas, cromáticas y enarmónicas de los
tres géneros, los griegos tenían la escala teórica de veintiún sonidos que incluía todas las
posibilidades. Para enlazar las siete escalas de octavas y los agrupamientos tetracordales
unos con otros, tenían también n sistema teórico continuo de dos octavas. Pero dado que la
lira tenía sólo un número limitado de cuerdas, cualquier escala determinada tenía que
transportarse de manera que cupiese dentro de su espacio: el espacio de la armonía doria
que describimos anteriormente. Cualquiera de esas escalas, al transportarse, se llamaban
tonoi (tonos).
Las series de notas de las escalas de octavas se citan a veces como modos, y para nuestro
propósito es adecuada la utilización de dicho término. Pero la palabra griega equivalente a
modo, tropos, tropoi, se refería a algo mucho más complicado, la citada escala no es más
que un simple esquema: denotaba un estilo melódico al que se asignaba un ethos particular.
Probablemente era más afín a la melodía-tipo que se estudia en el raga hindú y en otras
partes. Tal ethos era una especie de reminiscencia del sentido expresivo, mágico, de las
fórmulas melódicas originales, como ya se ha señalado anteriormente.
El ethos tradicional del dórico consistía en su sublimidad
El del eolio se suponía ser su nobleza o su vigor.
El modo frigio era el propio de la música para aulos, que procedía de aquella región asiática.
El yastio era un modo característico por su suavidad.
El lidio era quejumbroso, plañidero.
El hipolidio era el empleado en las fiestas dionysias.
El mixolidio era como un lamento apasionado.
Es fácil notar que el ethos de los modos cambia con la posición del semitono en el
tetracordio. El valor patético del semitono ha perdurado hasta el día de hoy, en su calidad de
intervalo “sensible”. El semitono concentraba en esa distancia, que era la menor admitida en
el régimen medieval europeo, toda la capacidad expresiva que fue propia de los intervalos
microtonales orientales, hoy conservados en aquellos países como en siglos pasados, y que
tuvieron, en Grecia, su última aparición en el género enarmónico, con su sucesión apretada
del “pyknon”, que debió de ejecutarse de una probablemente análoga a los “hipos”, “jipios” o
“quejos” del canto andaluz llamado “hondo”.
HIPÓTESIS POLIFÓNICA
Según Roland de Candé en su Historia Universal de la Música
La idea de que los griegos desarrollaron polifonía no tiene nada de aventurada, y la cuestión
no suscitaría tantas controversias si las definiciones estuviesen más claramente planteadas.
La polifonía, tal y como nosotros la concebimos, es la emisión simultánea, con propósito
deliberado, de varias series diferentes de sonidos musicales cuyas relaciones están
claramente determinadas por el uso y por la teoría. No es un fenómeno fortuito, sino la
elección de una pluralidad que exige una organización estricta, ya que introduce relaciones
de simultaneidad (verticalidad) en una dinámica de la duración (horizontalidad). La polifonía
aparece como una heterofonía dominada, y su inteligibilidad estará garantizada por una serie
de reglas imperiosas. En una heterofonía cualquiera, o bien, las diferentes partes
simultáneas son totalmente independientes, o, por el contrario, son muy análogas por el
mimetismo. En la polifonía estas partes pueden estar claramente diferenciadas, pero
mantienen una estrecha diferencia en la realización de un proyecto polifónico.
Algunas civilizaciones musicales que han utilizado escalas muy simples, lo que no es de
ningún modo el caso de la griega, practicaron desde hace mucho tiempo una forma primitiva
de polifonía. Georges Arnoux (La Musique Platonicienne) defiende una teoría según la cual l
gama pentafónica (do-re-mi-sol-la) implica “por naturaleza” la polifonía, como todas las
gamas simples obtenidas por el ciclo de quintas. Según él el sentido polifónico se habría
perdido en la medida en que fueron enriqueciéndose las escalas, dejando la prioridad a la
complejidad melódica de los modos. Arpegiando sobre las cinco cuerdas de un instrumento
templado así: sol-do-mi-la-re, el músico solo tenía la impresión de tocar una melodía
instantánea, cuya evocación fugitiva era tanto más satisfactoria por cuanto que los cinco
sonidos que forman su material básico son armónicos entre sí. También podía deducir de ello
un método de embellecimiento, tal como el que se encuentra en la practica de las músicas
“primitivas”.
Ciertamente, la polifonía culta es una singularidad de la cultura europea; pero tal cultura está
tan impregnada de ella que es la monodia lo que nos parece excepcional; difícilmente
concebimos que esta pueda ser rica y compleja, y tomamos por polifonía las eventuales
simultaneidades que constituyen el enriquecimiento y las coloraciones de un pensamiento
homofónico. Las partitas para violín solo de Bach, testimonian más un pensamiento
polifónico que el gamelán javanés o el sitar hindú, que introducen un juego heterofónico en
un pensamiento homofónico, como lo hicieron probablemente los griegos. La heterofonía, en
estas condiciones, no tiene sentido polifónico. En resumen:
En la música culta, salvo en la Europa de los diez últimos siglos, el pensamiento musical
es homofónico: la heterofonía es en ella fortuita, inconsciente o aleatoria.
En la música llamada primitiva y en el folklore de todos los tiempos, una polifonía primitiva
consciente ha podido ser adaptada a un pensamiento homofónico.
En la música culta occidental, el pensamiento es polifónico, al menos desde hace diez
siglos.
La hipótesis de que los antiguos hayan practicado una polifonía consciente en la música culta
es bien frágil. Que las cuerdas de la lira puedan vibrar al mismo tiempo no impone una fuerte
presunción. Y si el aulos es doble, no lo es para adaptarse al juego polifónico, sino para
facilitar los adornos y, sin duda, los cambios de modo, de tono o de timbre, quizá también
para hacer oír la tónica o mese durante la improvisación. En cuanto a las alusiones de Platón
sobre la polyphonia, se refieren a una afinación del instrumento que permitía pasar de una
harmonía a otra, del mismo modo que la panarmonía permite pasar de un tono a otro en
una misma harmonía.
RITMO