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Celibato

Estatua que representa a Catalina Tekakwitha, mujer católica que hizo un voto privado de
virginidad perpetua y fue canonizada por Benedicto XVI en 2012. Parroquia de Nuestra
Señora de Czestochowa, Turners Falls (Massachusetts).

Celibato es el estado del soltero1 o sea del célibe (en latín caelebs, caelibis). El término
adquirio un sentido de compromiso, de opción de vida.23

La opción por el celibato puede ser religiosa, como se presenta entre los sacerdotes y
monjas católicos, los monjes budistas y otras religiones; filosófica, como la opción de
Platón por el estado celibatal; social, como se presenta en quienes optan por dicho estado
como opción personal. Lo común es que el estado celibatal sea voluntario, pero también
puede ser inducido o forzado, como en el caso de los esclavos.

En el mundo occidental contemporáneo el concepto de celibato ha sido frecuentemente


asociado a la Iglesia católica. Por su parte, Oriente conoce este estado por la Iglesia
ortodoxa, el budismo y el hinduismo. Las opciones célibes de pensadores, escritores,
artistas o líderes son menos conocidas que la de los religiosos, pero no por ello menos
significativas.

Índice
 1 Historia
o 1.1 Del hinduismo al budismo
o 1.2 En el judaísmo y el islam
 2 Cristianismo
o 2.1 Celibato eclesiástico en las Iglesias ortodoxas bizantinas
o 2.2 Celibato eclesiástico en la Iglesia católica
 2.2.1 Celibato eclesiástico en la Iglesia latina
 2.2.1.1 Excepciones
 2.2.2 Celibato eclesiástico en las Iglesias católicas orientales
 3 Véase también
 4 Notas y referencias
 5 Bibliografía adicional
 6 Enlaces externos

Historia

Novicios budistas entre cuyas prácticas de vida religiosa se encuentra el celibato, mucho
más antiguo que en Occidente con el cristianismo.

Del hinduismo al budismo

Las opciones célibes eran ya conocidas en India a través del hinduismo con el surgimiento
de los ascetas y anacoretas y aquellos que dejaban el mundo material para buscar la
explicación trascendental de la existencia a través de la contemplación. Este esquema puede
ser probado en los testimonios de Siddharta Gautama (560 y 480 a. C.) quien en búsqueda
de la verdad se une a estos. Si bien el joven bráhmana no continuó el camino de los
anacoretas hinduistas, indudablemente estos influenciarían mucho en la espiritualidad que
de él se seguiría.

El monje budista es el que sigue el camino del Buda y por lo tanto busca el desapego como
método de la realización plena. Según el budismo, el sufrimiento del mundo es producto del
apego4 y en dicho sentido el casarse no está contemplado dentro de ese camino de
desprendimiento. El mismo Siddharta abandonó a Iashodhara, con la cual se había casado a
la edad de 16 años y con quien había tenido un hijo, Rahula, quien después se uniría a sus
enseñanzas como bonzi.

El celibato budista ha tenido sus réplicas contemporáneas por parte de movimientos


seculares en países de mayoría budista. Uno de los ejemplos es la película de Pan Nalin,
Samsara (2001), en la cual se cuestiona el abandono de Yasodhara y su hijo por parte de
Siddharta a través de la historia de amor de un joven bonzi que se enamora de una
muchacha de la aldea cercana. El joven abandona el monasterio y se casa con ella, pero
después de varios años siente la nostalgia de la comunidad religiosa y —tal como Siddharta
con Iasodhara— la abandona tras la imprecación de su esposa, quien le dice «¿Qué es más
importante: satisfacer mil deseos o conquistar tan sólo uno?».5

En el judaísmo y el islam

Aparte de hinduistas y griegos, son escasos los pueblos que le dieran valor al celibato y,
como sucedió con el judaísmo bíblico este era visto más como una maldición divina. Por
ejemplo, en el voto de Jefté, su hija, la cual debía ser sacrificada según la promesa de su
padre, no llora por su muerte, sino porque morirá virgen.6 Poblar la tierra se establece como
un mandato divino tal como está expresado en el Génesis e incluso antes del pecado del
hombre, «Dios los bendice y les dijo: “Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra”».7
Dicho mandamiento es reiterado después del relato del Diluvio universal: «Sed fecundos y
multiplicaos y llenad la tierra».8 El deber bíblico de procrearse se expresa en Sara, la cual
dice de sí misma que «Dios me ha impedido tener hijos» y para cumplir con el
mandamiento ésta da a su marido a su esclava Agar: «Únete a mi esclava, de pronto de ella
tendrás hijos».9 Después las dos esposas de Jacob con sus respectivas esclavas comienzan
una auténtica competencia de procreación para dar descendientes a su marido de lo cual
nacerían las doce tribus de Israel.10 Es significativo el diálogo entre Raquel y su marido
quien le reclama «dadme hijos o si no me muero».11 Otros personajes bíblicos tendrían
carácter similar: ya en los albores del cristianismo, una de las figuras más significativas es
Isabel, esposa del sacerdote Zacarías, a quien se le concede un hijo en su vejez, lo que
Lucas el Evangelista presenta como que «el Señor le había hecho misericordia».12

Esta idea judaica pasaría igual al islam que es fiel a la reproducción de la vida como una ley
divina según los mandamientos antiguos, incluso a través de la poligamia, practicada en la
actualidad en muchos países.

Cristianismo

San Justino Mártir, pintura del 1447-1450 por Fra Angelico. Ya en el siglo II, San Justino
testimonia que numerosos cristianos elegían por motivo religiosos la vida célibe.

Por celibato cristiano se entiende no el mero hecho de la soltería, con o sin intención de
casarse más tarde, sino la elección por motivos religiosos de ese estado, en combinación
con la castidad, como manera permanente de vida.1314 El celibato cristiano tiene varias
dimensiones, entre ellas el celibato eclesiástico y el celibato monacal.

En las comunidades cristianas de los primeros siglos de nuestra era no se contempla ni


bíblica ni tradicionalmente la soltería como estado obligatorio para la condición del
sacerdote. Por falta de conocimiento adecuado de los hechos históricos, existen opiniones
contradictorias respecto del comienzo del celibato clerical en la Iglesia y de su origen:
algunos afirman que tomó el carácter de obligatorio en el siglo IV, mientras que otros
interpretan que tuvo sus inicios en el II Concilio de Letrán (1139); algunos le adjudican
origen apostólico, mientras que otros consideran que se trata de una expresión disciplinar
tardía.15

Como un movimiento nacido en el seno del judaísmo, el cristianismo ve la reproducción


humana como precepto divino para el género humano, pero no para cada individuo. Si para
el judaísmo bíblico la no procreación era signo de maldición o castigo, para el cristianismo
dicha perspectiva puede ser asumida desde otra posición, cuando la no procreación es por
opción religiosa. El cristianismo primitivo crea una cierta dicotomía entre la dimensión
espiritual y los que «viven según la carne».16 A diferencia del Buda, Cristo no plantea el
celibato como medio obligado para alcanzar la meta divina. Por ejemplo, cuando se refiere
a la indisolubilidad del matrimonio recuerda la tradición:

¿No habéis leído que el Creador desde el comienzo los hizo varón y hembra y que dijo: Por
eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos harán una sola
carne?17

El punto novedoso es precisamente la mención de la continencia voluntaria que sigue a esta


exclusión del divorcio:

Le dijeron sus discípulos: Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene
casarse. Entonces él les dijo: No todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes
es dado. Pues hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos hechos por los
hombres, y hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el Reino de los Cielos. El que
sea capaz de recibir esto, que lo reciba.18

En este elemento que rompe completamente la tradición semítica, numerosos biblistas ven
una invitación de Cristo al celibato perpetuo para consagrarse al Reino de los Cielos. Dicha
mención será vital para el desarrollo de los varios tipos de celibatos cristianos y el reflejo
en los demás documentos neotestamentarios del cual se ve a Pablo como el principal
arquetipo:

En cuanto a lo que me habéis escrito, bien le está al hombre abstenerse de mujer. No


obstante, por razón de la impureza, tenga cada hombre su mujer y cada mujer su marido
(...)19

El mayor desarrollo de este nuevo concepto lo hace Pablo en su tratado sobre el matrimonio
y la virginidad en el capítulo VII de 1 Corintios. En dicho tratado pone a la paridad ambos
estados, sin embargo señala:
El no casado se preocupa de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor. El casado se
preocupa de las cosas del mundo; está por tanto dividido.20

De todas maneras, cuando los autores neotestamentarios se refieren a la opción de la


virginidad, no tienen en mente una jerarquía ministerial, sino que se dirigen a todo el
cuerpo de los creyentes. Por otra parte, en las recomendaciones dadas en la Primera epístola
a Timoteo se habla del obispo, como uno que debe ser irreprensible, casado una sola vez:

Es necesario que el obispo sea irreprochable, casado una sola vez, casto, dueño de sí, de
buenos modales, que acoja fácilmente en su casa y con capacidad para enseñar. [...] Que
sepa gobernar su propia casa y mantener sus hijos obedientes y bien criados. Pues si no
sabe gobernar su propia casa, ¿cómo podrá guiar la asamblea de Dios?

Primera epístola a Timoteo 3, 2-5

Así mismo, afirma sobre los diáconos:

Los diáconos deberán ser casados una sola vez y que gobiernen bien a sus hijos y su casa. 1
Timoteo (3, 12)

De esta manera, los que ejercían un ministerio dentro de la Iglesia primitiva tenían la
opción del celibato según las recomendaciones expuestas o podían ser hombres casados;
pero muy temprano se impuso a los clérigos casados la obligación de la castidad total, con
abstención de relaciones sexuales con sus esposas.

Título de la Apología de Aristides de Atenas

Entre los primeros cristianos, ya antes de la aparición de la vida monástica, muchos


practicaron un ascetismo sexual. Justino Mártir (c. 100 - c. 165) declaró: "Muchos hombres
y mujeres de sesenta o setenta años, instruidos desde la niñez en las enseñanzas de Cristo,
permanecen puros, y alardeo de poder indicar muchos ejemplos de toda clase de gente."21
Su coetáneo Aristides de Atenas (c. 133 – c. 190) escribió: "Encontrarías entre nosotros
muchos hombres y mujeres que se envejecen sin casarse en la esperanza de unirse más con
Dios."22

De la parte en particular del clero, incluso casado, se contaba con cierto ascetismo. Así el
Concilio de Elvira de los primeros años del siglo IV decretó en su canon 33: "Plugo
prohibir totalmente a los obispos, presbíteros y diáconos o a todos los clérigos puestos en
ministerio, que se abstengan de sus cónyuges y no engendren hijos y quienquiera lo hiciere,
sea apartado del honor de la clerecía."23
San Siricio papa

El concilio de Cartago del 390 dio la misma norma: "Todos los obispos, presbíteros y
diáconos, custodios de la pureza, se abstengan de la relación conyugal con sus esposas, de
tal forma que los que sirven en el altar puedan guardar una perfecta castidad." Los obispos
presentes mencionaron también que con este decreto no estaban creando una novedad, sino
que estaban conservando "lo que enseñaron los apóstoles y observaron los antiguos".24

San Epifanio de Salamina

De la misma época y del mismo tenor son tres decretales de papa Siricio, con las cuales él
afirmó que la continencia temporal de los sacerdotes del Antiguo Testamento en los
períodos de su servicio en el templo había sido convertida en perpetua en el Nuevo
Testamento, y que a los hombres casados más de una vez las epístolas a Timoteo y Tito
excluían porque el hecho de volver a casarse dopo la muerte de la primera esposa indicaba
incapacidad de observar la perpetua continencia exigida a los clérigos.25

Que esta disciplina era común a Oriente e a Occidente lo demuestra el griego Epifanio de
Salamina (c. 310/320 - 403), Padre de la Iglesia.26 Él observó: "El hombre que continúa
viviendo con su esposa y engendrando hijos no es admitido por la Iglesia como diácono,
sacerdote u obispo, o subdiácono, aunque se casara una sola vez, sino sólo el que siendo
monógamo observa la continencia o es viudo, sobre todo en aquellos lugares donde los
cánones eclesiásticos son muy precisos"2728
Recientes estudios han mostrado que – según dice un historiador greco ortodoxo – "el ideal
de la continencia dentro del matrimonio – una especie de monacato doméstico – se
practicaba por laicos piadosos más especialmente por el alto clero mucho más ampliamente
de lo que a menudo se supone". Él observa que son muchos también los testimonios de la
no observancia del ideal, cuya existencia explica la falta de oposición a la imposición en la
Iglesia ortodoxa del celibato obligatorio de los obispos.29

Evidentemente, ser soltero (el celibato en este sentido) no era entonces condición para ser
ordenado clérigo. Tanto casados como célibes podían ser ordenados. Pero la exigencia de la
perpetua continencia después de la ordenación llevó más tarde al celibato eclesiástico,3031
También hoy en día la Iglesia católica afirma que la obligación del celibato es consecuencia
de una obligación de continencia perfecta y perpetua por el Reino de los Cielos.32

En inglés la palabra celibacy ya no significa necesariamente soltería: se usa,


independientemente del estado civil de la persona, para indicar abstención de relaciones
sexuales. Algunos diccionarios indican que hoy en día este es el significado principal.3334 El
celibato, se interpretado como sínónimo de la correspondiente palabra inglesa, era
obligatorio, por lo menos como ideal, para los clérigos cristianos desde muy temprano. Las
existentes fuentes del siglo IV atribuyen a los apóstoles el origen de esta obligación moral
de los clérigos de abstenerse de relaciones sexuales hasta con sus esposas.

San Antonio abad (c. 251–356), por Francisco de Zurbarán. Los Padres del Desierto
practicaron el celibato, la ascesis y el desprendimiento del mundo para seguir a Cristo de
manera radical.

También si por "celibato" se entiende la exclusión del matrimonio, esa palabra se aplica a
todos los obispos, presbíteros y diáconos de la antigua iglesia cristiana, ya que después de
la ordenación no se les permitía casarse o volver a casarse. Ciertamente, al no deber tener
relaciones conyugales, casarse no tendría sentido. Hay dificultades sobre la interpretación
del canon 10 del Concilio de Ancira (314) sobre los diáconos,353637 pero el canon 1 del
Concilio de Neocesarea (c. 314/315) dice sin ambigüedad que "no es lícito a los presbíteros
casarse".38 De aproximadamente el año de 365 es una colección armenia de cánones y de
pocos años más tarde son las Constituciones apostólicas y los Cánones de los Apóstoles,
que todas prohíben claramente el matrimonio de clérigos.39

San Bruno, fundador de los Cartujos. El celibato monacal viene leído dentro del voto de
castidad propio de los religiosos consagrados.

La Iglesia primitiva vio el surgimiento también de otros tipos de opción celibatal. Uno era
el de los monjes del desierto en Egipto. Con un curioso paralelo a los anacoretas de la
India, muchos cristianos egipcios buscaron el desierto para seguir los consejos evangélicos
en un proceso denominado fuga. Una de las obras que ilustra este proceso es la biografía
que Atanasio escribió sobre San Antonio del Desierto entre 356 y 362.40 Esta vida del
ermitaño era y es "predicación silenciosa de Aquel a quien ha entregado su vida, porque Él
es todo para él. En este caso se trata de un llamamiento particular a encontrar en el desierto,
en el combate espiritual, la gloria del Crucificado."41

La palabra "monje", en griego μοναχός, inicialmente significaba "solitario",42 pero tomó


otra significación cuando los monjes del desierto comenzaron a formar comunidades.
Solitarios o comunitarios, los monjes del desierto tuvieron una gran influencia en el
desarrollo del concepto de celibato como el abandono del mundo para un seguimiento
radical de Cristo. Abrieron la experiencia de la vida consagrada tanto en la Iglesia latina
como en las Iglesias ortodoxas bizantinas y orientales, con toda una gama de experiencias
que pasarían por Pacomio, Agustín de Hipona hasta las reglas de san Benito y la formación
de comunidades, congregaciones, institutos y órdenes. En este aspecto del cristianismo
prevaldrían los votos religiosos como condición esencial de la vida consagrada: pobreza,
castidad y obediencia.

También, "desde los tiempos apostólicos, vírgenes y viudas cristianas llamadas por el Señor
para consagrarse a Él enteramente con una libertad mayor de corazón, de cuerpo y de
espíritu, han tomado la decisión, aprobada por la Iglesia, de vivir en estado de virginidad o
de castidad perpetua 'a causa del Reino de los cielos'".43
Celibato eclesiástico en las Iglesias ortodoxas bizantinas

Obispos de la Iglesia ortodoxa rusa al funeral de Borís Yeltsin. No está permitido a los
obispos de las iglesias ortodoxas bizantinas estar con esposas

Las iglesias ortodoxas bizantinas44 exigen la abstención completa de relaciones sexuales a


todos los obispos, a los presbíteros y diáconos solteros o viudos, a los cuales no permite ni
casarse ni volver a casarse. Sin embargo no conserva para presbíteros y diáconos casados la
obligación de la continencia total, que según lo que testimonian los concilios de Elvira (c.
306) y Cartago (390), Epifanio de Salamina y Papa Siricio, correspondía en el siglo IV
tanto a estos cuanto a los obispos.

A obispos, presbíteros y diáconos y también a subdiáconos estas iglesias excluyen el


matrimonio después de la ordenación, incluso en los casos de fallecimiento de la esposa de
un clérigo casado.

Las actuales normas fueron establecidas por el Concilio Quinisexto del 692. De acuerdo
con estas normas, no puede llegar a ser ni obispo ni presbítero ni diácono ni ser incluido en
ninguna manera en la lista sacerdotal aquel que después del bautismo haya contraído un
segundo matrimonio o haya vivido en concubinato o se haya casado con una viuda, una
divorciada, una prostituta, una esclava o una actriz.45 Si un presbítero haya por ignorancia
contraído un matrimonio ilícito (por ejemplo no sabiendo que la esposa era viuda o
divorciada), el matrimonio debe ser disuelto y el sacerdote ya no debe tener relación con la
esposa; puede todavía tomar asiento entre los presbíteros, pero debe abstenerse de todo
ministerio sacerdotal.46 É ilícito para subdiáconos, diáconos y presbíteros contraer
matrimonio después de la ordenación: si quieren casarse, que lo hagan antes de la
ordenación, mas quien se haya atrevido a casarse después de la ordenación debe ser
depuesto.47 Se prohíbe a los obispos convivir con sus esposas.48 La mujer de quien es
promovido al episcopado debe ser separada de él de consentimiento mutuo y después de la
ordenación de él debe entrar en un monasterio lejos de donde él vive. Su mantenimiento
será a costa de él y puede ser promovida a diaconisa, si es digna.49

Así el Concilio Quinisexto no impuso a los obispos el celibato en el sentido de soltería,


pero sí les impuso la continencia completa. En los sucesivos siglos prevaleció en las
iglesias ortodoxas bizantinas la costumbre que todos los presbíteros, ya antes de ser
ordenados, debían o casarse o hacerse monjes, se hizo prácticamente una norma de esas
iglesias elegir a los obispos únicamente de entre los monjes.50
El canon 13 dice: "Como hemos sabido que la Iglesia de Roma estableció la norma de que
los candidatos, antes de recibir la ordenación como diácono o presbítero, hagan una
promesa pública de no tener más relaciones con sus esposas, nosotros, adecuándonos a la
norma antigua de estricta observancia y disciplina eclesiástica, queremos que los
matrimonios legítimos de hombres consagrados se continúen también en el futuro, sin
disolver el vínculo que une a estos hombres con sus esposas, ni privándoles de las
relaciones mutuas en los momentos oportunos. De esta forma, si se estima que alguien es
digno de ser ordenado subdiácono, diácono o presbítero, no se le impida acrecentar su
dignidad por el hecho de tener una legítima esposa, ni se le exija una promesa en el
momento de su ordenación de abstenerse de las relaciones legítimas con su propia esposa,
pues de otra forma se insultaría el matrimonio que fue instituido por Dios y bendecido por
su presencia, mientras la palabra del Evangelio nos dice: 'Lo que Dios ha unido, no lo
separe el hombre', y el apóstol enseña: 'Sea respetado el matrimonio por todos y el lecho
conyugal sin mancha', y también: ¿Estás unido a una mujer por los vínculos del
matrimonio? Procure entonces no romperlos.' Por otra parte, sabemos que los padres
reunidos en Cartago, como una medida de precaución a causa de la seriedad de la moral de
los ministros del altar, que los subdiáconos en contacto con los sagrados misterios, así
como los diáconos y los presbíteros, deberían abstenerse de sus esposas durante los
períodos que les están específicamente asignados, por tanto mantendremos también lo que
fue enseñado por los apóstoles y observado desde la antigüedad, sabiendo que hay un
tiempo para cada cosa, especialmente para el ayuno y la oración; ciertamente es necesario
que aquéllos que se aproximan al altar, al entrar en contacto con las cosas sagradas, sean
continentes en todos los aspectos, de tal forma que puedan obtener con toda simplicidad lo
que piden a Dios. Por tanto, si alguien, actuando contra los cánones apostólicos, se atreve a
privar a un clérigo con órdenes sagrados –presbítero, diácono o subdiácono– de las
relaciones conyugales y la sociedad de su esposa con la excusa de la piedad, sea
excomulgado, y si persista, sea depuesto."51

Ha sido ampliamente comentado el hecho de que lo que el Concilio de Cartago decretó en


390 no es lo que el Concilio Quinisexto le atribuyó tres siglos más tarde.52535455565758

El Concilio Quinisexto permitió a los sacerdotes en las iglesias bárbaras, y sólo en


consideración de su "pusilanimdad" y de "la extrañeza e instabilidad de sus costumbres",
praticar con el consentimiento de sus esposas la continencia total, a condición de no
convivir de ninguna manera con ellas, para así demostrar perfectamente el cumplimiento de
su voto.59 Hay diversidad de opiniones sobre la cuestión si por "iglesias bárbaras" el
Concilio quisiese indicar la Iglesia latina.595860

Después del Concilio Quinisexto, en las iglesias ortodoxas bizantinas se estableció una ley
que los que querían ser sacerdotes debían o casarse o entrar en un monasterio antes de la
ordenación.5061 El matrimonio llegó a ser tan esencial a un sacerdote que no fuese monje,
que en caso de muerte de la esposa el sacerdote viudo debía renunciar a su servicio eclesial,
de acuerdo con un canon que se mantuvo en vigor en la iglesia rusa durante 163 años.6263
Aún hoy un viudo no puede tener acceso al sacerdocio en las iglesias ortodoxas
bizantinas.64
Celibato eclesiástico en la Iglesia católica

En la Iglesia católica vige una disciplina sobre el celibato eclesiástico que respeta la
pluralidad de tradiciones. Aquí se consideran la de la Iglesia latina y las de las Iglesias
católicas orientales.

Celibato eclesiástico en la Iglesia latina

Sacerdotes católicos en Roma.

El Concilio Quinisexto de Constantinopla ofrece una visión general de la disciplina de la


Iglesia latina en esta materia en el siglo VII. Se pedía a los hombres casados que recibían la
ordenación de prometer a practicar después una continencia total. Como indicado arriba,
esta norma fue considerada de origen apostólico y había sido confirmada por los concilios
de Elvira (c. 306) y de Cartago (390) y por los papas Siricio (384–399) y León Magno
(440–461). La promesa recordaba la norma sin garantizar su cumplimiento, porque las
repetidas advertencias de concilios y papas son ya en sí mismas una indicación de faltas de
fidelidad. La soltería no era todavía condición para ser ordenado, incluso si existía ya la
tendencia a preferir a los solteros, como también en el este aconteció en la ordenación de
obispos.

La observancia de las normas canónicas sufrió una disminución en los siglos posteriores,
sobre todo en el llamado saeculum obscurum de la iglesia romana y latina, en el que se
acusó también a los papas, cuales Juan XII, de comportamiento sexual escandaloso. Y el
historiador anglicano Henry Charles Lea comenta que, si no hubiera la prohibición
canónica, todos los oficios eclesiásticos se habrían convertido en herencia de padre clérigo
a hijo clérigo a nieto clérigo. Las normas que emanaban los concilios locales se mostraban
ineficaces.65

En el siglo XI se produjo en Europa occidental un cambio de opinión sobre la tradición


feudal. De acuerdo a esa tradición, los obispos y los curas párrocos recibían de los reyes u
otros señores feudales los bienes de sus cargos y, como los otros feudatarios, debían prestar
ciertos servicios, en algunos casos até militares, que podían ser substituidos por pagamento
de dinero. Pero lo que hasta entonces pocos consideraban reprobable comenzó a ser visto
como grave injusticia.6667 Así se empezó a condenar como simonía el pagar dinero al rey
para ser nombrado obispo y como nicolaísmo el concubinato del clero. La reforma
gregoriana del siglo XI se propuso poner remedio a estas dos enfermedades de la Iglesia.68

Con referencia al papa Gregorio VII (1073 a 1085), se da a menudo el nombre de "reforma
gregoriana" a todo el proceso de reforma del siglo XI, la que sin embargo comenzó antes de
él. León IX (1049-1054), además de deponer a los obispos que habían comprado su
nombramiento, reafirmó la prohibición para los sacerdotes y diáconos de las relaciones
sexuales, y ordenó confinar a las concubinas del clero de Roma en el palacio de Letrán
como siervas.697071

Bajo el Papa Nicolás II, el sínodo de 1059, que también reservó a los cardenales el derecho
a elegir a los papas, prohibió a los fieles de asistir a liturgias celebradas por clérigos que
notoriamente tenían concubinas.72

El II Concilio de Letrán de 1139 (tal vez ya el I Concilio de Letrán de 1123) declaró los
matrimonios contraídos por clérigos de órdenes sagradas no sólo ilícitos, sino nulos,737475
pero no excluyó totalmente la ordenación de hombres casados. Dos siglos más tarde, en
1322, Papa Juan XXII todavía insistía en que no se debe ordenar al sacerdocio a un hombre
casado sin el consentimiento de su esposa (por supuesto implicada por la prohibición de
relaciones conyugales) y decretó que, si la mujer se negase a dar el consentimiento, el
marido, aunque fuera ya ordenado, debería volver a la unión con su esposa y dejar de
ejercer la orden recibida.76 Algunos dudan si el canon 21 atribuido al I Concilio de Letrán
sea auténtico,77 y también hay dudas sobre su interpretación.78

Se impusieron los decretos conciliares de exclusión del matrimonio de los clérigos en las
órdenes sagradas, pero no sin oposición a veces violenta en Italia, Alemania, Francia,
Normandía e Inglaterra.79

Luego el Concilio de Trento, el 23 de noviembre de 1563, decretó: "Si alguno dijera que los
clérigos constituidos en sagradas órdenes o regulares, que han hecho una profesión solemne
de castidad, pueden contraer matrimonio, y que dicho matrimonio es válido a pesar de la
ley eclesiástica o el voto; y que lo contrario no es más que una condena del matrimonio; y
que todos los que piensan que no tienen el don de la castidad, aunque hayan hecho dicho
voto, pueden contraer matrimonio, sea anatema, pues Dios no se rehúsa conceder ese don a
los que lo piden con rectitud, ni 'permite que seamos tentados por encima de nuestras
fuerzas' (1 Cor 10,13)."80

Con este decreto el concilio confirmó en términos fuertes la exclusión de la capacidad de


casarse después de la ordenación, pero no negó la posibilidad de ordenar a hombres ya
casados. Para esto era más importante la orden del concilio de establecer en todas partes
seminarios para la formación de candidatos célibes idóneos a las órdenes sagradas. Así se
eliminó la necesidad de recurrir a hombres casados, que después de la ordenación serían
obligados a abstenerse de relaciones conyugales con sus esposas.80
El Código de Derecho Canónico de 1917 declaró "simplemente impedidos" para recibir las
órdenes sagradas los que tienen esposa.81 Y el Código actualmente en vigor, el de 1983,
declara "simplemente impedidos para recibir las órdenes: 1) el varón casado, a no ser que
sea legítimamente destinado al diaconado permanente".82

El Código dice también: "Los clérigos están obligados a observar una continencia perfecta
y perpetua por el Reino de los cielos y, por tanto, quedan sujetos a guardar el celibato, que
es un don peculiar de Dios mediante el cual los ministros sagrados pueden unirse más
fácilmente a Cristo con un corazón entero y dedicarse con mayor libertad al servicio de
Dios y de los hombres."32

Excepciones

La Iglesia latina admite ahora dos clases de excepciones a las normas que excluían
relaciones conyugales por parte de clérigos casados y la ordenación de casados.

El Concilio Vaticano II declaró que "se podrá restablecer en adelante el diaconado como
grado propio y permanente de la Jerarquía. [...] Con el consentimiento del Romano
Pontífice, este diaconado podrá ser conferido a varones de edad madura, aunque estén
casados, y también a jóvenes idóneos, para quienes debe mantenerse firme la ley del
celibato."83

Lo que el concilio previó fue accionado por Pablo VI con el motu proprio Sacrum
diaconatus del 18 de junio de 1967: "Pueden ser llamados al diaconado hombres de edad
más madura, ya célibes, ya casados; estos últimos, sin embargo, no sean admitidos si no
consta no sólo el consentimiento de la esposa, sino su probidad y la presencia en ella de
cualidades naturales que no sean impedimento ni deshonra para el ministerio de su marido.
Dicha edad se alcanza como límite mínimo al cumplir los treinta y cinco años; sin embargo,
ha de entenderse en el sentido de que ninguno puede ser llamado al diaconado sin haber
obtenido antes la estimación del clero y los fieles con ejemplo duradero de costumbres y
propensión a servir."84

El diácono permanente casado está exento de la obligación del canon 1037 del Código de
Derecho Canónigo: "El candidato al diaconado permanente que no esté casado, y el
candidato al presbiterado, no deben ser admitidos al diaconado antes de que hayan asumido
públicamente, ante Dios y ante la Iglesia, la obligación del celibato según la ceremonia
prescrita, o hayan emitido votos perpetuos en un instituto religioso."85

Al que ha sido ordenado diácono, ya sea permanente o transitorio, no se permite casarse o


volver a casarse: "Recibida la ordenación, los diáconos, inclusive los promovidos en edad
más madura, quedan inhabilitados para contraer matrimonio en virtud de la disciplina
tradicional eclesiástica."86

Otra clase excepcional es la de los hombres casados que, después de ser ministros de una
iglesia no católica, se convierten al catolicismo y desean ser ordenados en la Iglesia
católica.
No hay problema para los clérigos casados de las iglesias ortodoxas bizantinas u orientales
que se ponen en comunión con la Santa Sede: la Iglesia católica reconoce la validez de sus
órdenes y lo acepta como clérigos de la correspondientes Iglesias católicas orientales. Pero
niega la validez de las órdenes de las iglesias protestantes. Al hacerse católicos, los clérigos
casados de estas iglesias pertenecen a la Iglesia latina. Si quieren ser clérigos católicos, su
ordenación está sujeta a la disciplina latina, que normalmente reserva la ordenación para
célibes.

Sin embargo, a partir de 1951, en la época del Papa Pío XII, se permite en casos
particulares a ciertos hombres casados, antiguos pastores luteranos, calvinistas y
anglicanos, ser ordenados sacerdotes en la Iglesia latina y continuar una vida matrimonial
normal. 878889

En su encíclica Sacerdotalis caelibatus de 24 de junio de 1967, Pablo VI se refirió a estos


casos, al escribir: "De la misma manera que por una parte queda confirmada la ley que
requiere la elección libre y perpetua del celibato en aquellos que son admitidos a las
sagradas órdenes, se podrá por otra permitir el estudio de las particulares condiciones de los
ministros sagrados casados, pertenecientes a Iglesias o comunidades cristianas todavía
separadas de la comunión católica, quienes, deseando dar su adhesión a la plenitud de esta
comunión y ejercitar en ella su sagrado ministerio, fuesen admitidos a las funciones
sacerdotales; pero en condiciones que no causen perjuicio a la disciplina vigente sobre el
sagrado celibato. [...] Pero todo esto no significa relajación de la ley vigente y no debe
interpretarse como un preludio de su abolición. Y más bien que condescender con esta
hipótesis, que debilita en las almas el vigor y el amor que hace seguro y feliz el celibato, y
oscurece la verdadera doctrina que justifica su existencia y glorifica su esplendor,
promuévase el estudio en defensa del concepto espiritual y del valor moral de la virginidad
y del celibato."90

Estas admisiones de exprotestantes a la ordenación presbiteral eran 12 en 2004 (alcanzando


así un total de más de 200),89 9 en 2005, 13 en 2006.87

Aumentaron fuertemente el número de ordenaciones de casados exanglicanos después de la


publicación de la constitución apostólica Anglicanorum coetibus del 4 de noviembre de
2009, con la que el papa Benedicto XVI estableció una estructura, llamada ordinariato
personal, destinada para la recepción en la Iglesia católica de fieles e instituciones
anglicanos. El artículo VI del documento establece algunas excepciones al canon 277 §1
del Código de Derecho Canónico ("Los clérigos están obligados a observar una continencia
perfecta y perpetua por el Reino de los cielos y, por tanto, quedan sujetos a guardar el
celibato"):32 pueden ser admitidos a las sagradas órdenes de diácono y de presbítero (pero
no de obispo) hombres casados que han ejercido los ministerio anglicanos de diácono,
presbítero u obispo, si responden a los requisitos establecidos por el derecho canónico y no
están impedidos por irregularidades u otros impedimentos; y además, excepcionalmente y
sólo caso por caso, pueden ser admitidos a las sagradas órdenes en los ordinariatos
personales también exanglicanos casados que no han ejercido esos ministerios.91
Ordinariato Personal de
Nuestra Señora de
Walsingham (Inglaterra y
Gales, Escocia)

Ordinariato Personal de la
Cátedra de San Pedro
(Estados Unidos,
Canadá)
Ordinariato Personal de
Nuestra Señora de la Cruz
del Sur (Australia,
Japón)

Celibato eclesiástico en las Iglesias católicas orientales

Monseñor Ján Babjak, obispo de la Iglesia greco-católica eslovaca. El celibato es


obligatorio para los obispos en todas las Iglesias católicas orientales.

Presbítero de la Iglesia greco-católica rumana con su familia. En algunas Iglesias católicas


orientales hombres casados pueden llegar a ser diáconos y presbíteros y seguir viviendo con
sus esposas.
No hay que considerar las disciplinas de las Iglesias católicas orientales como excepciones
a una norma universal o como una "dispensa papal": cada una de estas Iglesias tiene sus
propias tradiciones practicadas desde siglos, y la plena comunión con la Sede Apostólica no
requiere abandonarlas reemplazándolas con tradiciones latinas.92

De hecho, el Código de los cánones de las Iglesias orientales afirma: "El celibato del clero,
eligido por el reino de Dios y tan congruente con el sacerdocio, debe ser considerado en
todas partes de altísimo valor, de acuerdo con la tradición de la Iglesia entera; y el estado de
los clérigos casados, que la práctica de la Iglesia primitiva y de las Iglesias orientales desde
siglos sanciona, debe también ser honrado."93

"Con respecto a la admisión a las órdenes sagradas de hombres casados se observen el


derecho particular de cada Iglesia sui iuris o las normas especiales establecidas por la Sede
Apostólica".94 Algunas iglesias católicas orientales tienen clero no sólo célibe sino también
casado, otras (como la Iglesia católica siro-malabar y la Iglesia católica siro-malankara) no.

A finales del siglo XIX hubo una gran inmigración de católicos orientales a regiones de los
Estados Unidos y Canadá, donde a los católicos ya residentes, que conocían sólo la
disciplina latina, parecía un escándalo encontrar sacerdotes católicos con esposas y
familias. Por eso, a petición de los obispos locales, la Santa Sede emitió normas especiales
para esas regiones para prohibir allí el ejercicio del ministerio sacerdotal por clérigos
casados. Pero en la segunda mitad del siglo XX se creó en muchos países fuera de los
territorios tradicionales de las iglesias católicas orientales eparquias y ordinariatos para la
atención pastoral de sus fieles, y desde 2014 todos los respectivos eparcas y ordinarios
pueden permitir en sus territorios, sin pedir permiso a la Santa Sede, el servicio de
sacerdotes casados de su iglesia y pueden ordenar hombres casados de sus jurisdicciones.95
9697

En las iglesias católicas orientales, como en la latina, un hombre casado no es idóneo para
el episcopado.98

Véase también
 Castidad
 Virginidad

Notas y referencias
1.

 Diccionario de la Real Academia Española


  Diccionario Enciclopédico de Biblia y Teología
  Jordi Rivero, "Celibato"
  Maha Ghosananda: Paso a paso, meditaciones sobre la sabiduría de la compasión.
Buenos Aires: Lumen, 1995; ISBN 950-724-405-0.
  Samsara, 2001: “What is more important: satisfying one thousand desires or
conquering just one?”.
  «Déjame libre por dos meses para que vaya errante por los montes a llorar mi
virginidad» (Libro de los Jueces 11, 37).
  Génesis 1, 28.
  Génesis 8, 1.
  Génesis 16, 2.
  Tal como viene relatado en el ciclo de Jacob en los capítulos 29 y 30 del Génesis.
  Génesis 30, 1.
  Lucas 1, 58: Es decir, el hecho de que pudiera concebir era considerado una bendición
divina.
  Orden Sacerdotal: Términos Importantes
  Marc Vaillot, 77 preguntas sobre el sacerdote (Ediciones Rialp 2010 ISBN 978-84-
3213774-7), pp. 55–57
  McGovern (2004). El celibato sacerdotal: una perspectiva actual, pp. 43: «[…]
Algunos afirman que se hizo obligatorio a partir del siglo IV mientras que otros sostienen
que el punto de referencia es el II Concilio Laterano (1139). Tampoco hay acuerdo respecto
a su origen, habiendo gente que lo considera de carácter apostólico o divino, mientras que
otros afirman que se trata de una mera expresión tardía de la disciplina eclesiástica. [...]
Esta variedad de opiniones y de afirmaciones ciertamente contradictorias son consecuencia
de un conocimiento inadecuado de los hechos históricos, como lo confirman importantes
publicaciones recientes sobre la historia del celibato eclesiástico, tanto en la iglesia oriental
como en la occidental.»
  Romanos 8:5 «Efectivamente, los que viven según la carne, desean lo carnal; más los
que viven según el espíritu, lo espiritual».
  Mateo 19,4ss.
  Mateo 19,10–12.
  1 Corintios, 7, 1.
  1 Corintios, 7, 32.
  Justino Mártir, Primera Apología, 15:6 texto original y versión francesa; versión
inglesa; versión italiana
  Εὕροις δ’ ἂν πολλοὺς τῶν παρ’ ἡμῖν, καὶ ἄνδρας καὶ γυναῖκας, καταγηράσκουντας
ἀγάμους, ἐλπίδι τοῦ μᾶλλον συνέσεσθαι τῷ Θεῷ (Legatio pro Christianis, 33 (Patrologia
Graeca VI, col. 965), versión latina en la misma fuente, col. 966, versión inglesa,
[http://remacle.org/bloodwolf/eglise/aristide/apologie.htm versión francesa
  Iglesia Evangélica Pueblo Nuevo, "Elvira, Concilio de"
  Thomas McGovern, El celibato sacerdotal: una perspectiva actual (Ediciones
Cristiandad 2004 ISBN 978-84-7057497-9), pp. 49–50
  Thomas McGovern, El celibato sacerdotal: una perspectiva actual (Ediciones
Cristiandad 2004 ISBN 978-84-7057497-9), pp. 50–52
  Philip Schaff (storico protestante), "Excursus on the Marriage of the Clergy"
  Thomas McGovern, El celibato sacerdotal: una perspectiva actual (Ediciones
Cristiandad 2004 ISBN 978-84-7057497-9), p. 127
  Panarion, 39, pero 59 de la serie
  John H. Erickson, "The Council in TruIlo: Monogamy and the Ordained Priesthood"
en The Greek Orthodox Theological Review 40 (1995), pp. 183-199

 Archivado el 4 de febrero de 2016 en la Wayback Machine.

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  Stefan Heid, Celibacy in the Early Church: The Beginnings of a Discipline of
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  Council of Ancyra and Celibacy
  Juan Tejada y Ramiro, Colección de cánones y de todos los concilios de la iglesia de
España y de América. vol. 1 (Montero 1859), p. 44
  Roman Cholij, "Priestly celibacy in patristics and in the history of the Church
  Atanasio, Vida de San Antonio
  Catecismo de la Iglesia Católica, 921
  A Greek-English Lexicon
  Catecismo de la Iglesia Católica, 922
  Consejo Mundial de Iglesias, "Iglesias ortodoxas (bizantinas)"
  Canon 3 del Concilio Quinisexto (versión inglesa)
  Canon 28 (versión inglesa)
  Canon 6 (versión inglesa)
  Canon 12 (versión inglesa)
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  Ray Ryland, Drawn from Shadows Into Truth: A Memoir (Emmaus Road Publishing
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  Roman Cholij, Clerical Celibacy in East and West (Gracewing Publishing 1989 ISBN
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  Alfons M. Stickler, "El celibato eclesiástico, su historia y sus fundamentos teológicos"
en Scripta Theologica. Año 1994, vol. 26 (1), pp. 13-78; Alphonse Stickler, The Case for
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1995 ISBN 978-0-89870533-1), pp. 76–77
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  Carl R. Triebs, "About Celibacy, I Have No Instructions from the Lord": An Inquiry
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  Carl R. Triebs, "About Celibacy, I Have No Instructions from the Lord": An Inquiry
Into the Origins of Clerical Celibacy (Trafford Publishing 2004 ISBN 978-1-41202871-4),
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  Roman Cholij, Clerical Celibacy in East and West (Gracewing Publishing 1989 ISBN
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  Helen Parish, Clerical Celibacy in the West: c.1100-1700 (Ashgate Publishing 2013
ISBN 978-1-4094-8087-7), p. 85
  Victor Codina, Los caminos del Oriente cristiano: iniciación a la teología oriental
(Editorial Sal Terrae 1998 ISBN 978-84-2931249-2), p. 117
  Henry Charles Lea, An Historical Sketch of Sacerdotal Celibacy in the Christian
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  David Luscombe, Jonathan Riley-Smith, The New Cambridge Medieval History:
Volume 4, c.1024-c.1198 (Cambridge University Press 2004 ISBN 978-0-521-41411-1), p.
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  Ruth Mazo Karras, Joel Kaye, E. Ann Matter, Law and the Illicit in Medieval Europe
(University of Pennsylvania Press 2013 ISBN 978-0-8122-0885-6), p. 11
  James A. Brundage, Medieval Canon Law (Routledge 2014 ISBN 978-1-317-89533-6)
  Helen Parish, Clerical Celibacy in the West: c.1100-1700 (Ashgate Publishing 2013
ISBN 978-1-40948087-7), p. 97
  Salvatore Cipressa, Celibato e sacerdozio (Città Nuova 2008 ISBN 978-88-311-2673-
1), pp. 35–36
  Timothy Reuter, The papacy and church reform, 1049-1073 (enlace roto disponible en
Internet Archive; véase el historial y la última versión)..
  Salvatore Cipressa, Celibato e sacerdozio (Città Nuova ISBN 978-88-311-2673-1), pp.
35–36
  José Luis Micó Buchón, Liturgia Católica (Editorial San Pablo 2004 ISBN 978-95-
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  Henri Leclerc, "Lateran Councils in Catholic Encyclopedia (New York 1910)

 Archivado el 25 de diciembre de 2015 en la Wayback Machine.

  Philip Schaff, "Excursus on the Marriage of the Clergy"


  Roman Cholij, "Priestly celibacy in patristics and in the history of the Church"
  Fordham University Medieval Sourcebook, "The Canons of the First Lateran Council,
1123
  Roman Cholij, Clerical Celibacy in East and West (Gracewing Publishing 1989 ISBN
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  Helen Parish, Clerical Celibacy in the West: c.1100-1700 (Ashgate Publishing 2013
ISBN 978-1-4094-8087-7), pp. 104–107
  Thomas McGovern, El celibato sacerdotal: una perspectiva actual (Ediciones
Cristiandad 2004 ISBN 978-84-7057497-9), p. 70–71
  Código de Derecho Canónico (1917 ), canon 987
  Código de Derecho Canónico, canon 1042
  Concilio Vaticano II, constitución dogmática Lumen gentium, 29
  Papa Pablo VI, motu proprio Sacrum diaconatus, 11–12
  Código de Derecho Canónico, canon 1037
  Papa Pablo VI, motu proprio Sacrum diaconatus, 16
  GianPaolo Salvini, "Sacerdotes que 'abandonan', sacerdotes que 'regresan'", citado en
Sandro Magister, "'La Civiltà Cattolica' tiene un director más. En el Vaticano"
  Sandro Magister, "Casados y ordenados. La serie B del clero católico"
  'Vecchi Gian Guido, "Diventa prete con moglie e quattro figli" (Corriere della Sera, 3
luglio 2005)
  Pablo VI, encíclica Sacerdotalis caelibatus, 42–43
  Benedicto XVI, constitución apostólica Anglicanorum coetibus, VI §§1–2
  Edward McNamara, "East-West Difference Over Priestly Celibacy"
  Código de los cánones de las Iglesias orientales, canon 373
  Código de los cánones de las Iglesias orientales, canon 758 §3
  Joaquín Sedano, "Crónica de Derecho Canónico del Año 2014", sección 2.2.5
  Papa permite sacerdotes casados en el Oeste del Este
  Jim Salter (Associated Press), "EEUU: Hombre casado, sacerdote de iglesia maronita"

98.  Código de los cánones de las Iglesias orientales, canon 180

Bibliografía adicional
 Möhler, Johann Adamn (2012). El celibato sacerdotal. Encuentro. ISBN 978-84-9920-
123-8.
 McGovern, Thomas (2004). El celibato sacerdotal: una perspectiva actual. Madrid:
Ediciones Cristiandad. ISBN 978-84-7057-497-9.
 Decreto Presbyterorum Ordinis del concilio Vaticano II sobre el ministerio y la vida
de los presbíteros.
 Pablo VI (2002). El celibato sacerdotal. Palabra. ISBN 9788482396934.
 Congregación para el Clero (2000). El presbítero ante el tercer milenio cristiano.
Palabra. ISBN 9788482394381.
 Álvaro del Portillo (1990). Escritos sobre el sacerdocio. Palabra.
ISBN 9788471187215.
 Arturo Cattaneo, ed. (2011). ¿Curas casados?: 30 preguntas candentes sobre el
celibato. Ediciones Rialp. ISBN 9788432139475.
Enlaces externos
 Ser o no ser célibe, Flavio Mameli, 11 de marzo de 2008.
 El celibato sacerdotal en los primeros tiempos del cristianismo
 Entrevista sobre el pasado y el futuro del celibato en la Iglesia católica

Categorías:

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 Religión y sexualidad

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