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La maestría del amor nos proporciona alternativas para sanar nuestras heridas emocionales,
recuperar la libertad que nos pertenece por derecho y reencontrar la alegría como parte esencial
de las relaciones amorosos.
Nos enseña a poder comprender la vida para llegar a ser felices, porque en ocasiones las
personas son las que influyen mucho en nuestras vidas, o llegamos a creer cosas que no somos.
Cada persona tiene creencias y que nadie las puede cambiar, que somos tan diferentes a los
demás y que cada uno tenemos el poder de hacer lo que creamos que es conveniente; aunque a
veces el modo en que pensamos, el modo en que sentimos y el modo en que actuamos se vuelve
algo muy rutinario que dejamos de prestar atención a todo lo que hacemos.
El autor nos pone casos de la vida, que cuando perdemos esa inocencia de cuando éramos niños
es porque nos bloquean los padres y no dejan fluir el amor que sentimos a las cosas, y nos ponen
un hasta aquí o porque los desesperamos o simplemente vienen ellos enojados, a pesar de sentirlo
aunque no lo comprendamos, regularmente reaccionamos de un modo por así decirlo como los
animales que reaccionan en defensa suya no por querer agredir, sino porque así su naturaleza lo
indica, y entonces cuando les decimos algo o gritamos y nos enojamos entonces, una forma
particular para no sentir eso que nos acaba de lastimar es guardándonos nuestras emociones y
esto está haciendo que cambie nuestra forma de vivir. A esto él le llama como una enfermedad
que todos padecemos desde muy temprana edad. El Dr. Miguel Ruiz lo señala o le da nombre a la
enfermedad como unas llagas que duelen al contacto, esto ocasiona que cuando te agraden
mentalmente esas llagas duelen, entonces ese dolor es mucha carga para ti, por lo tanto tú
necesitas traspasar ese dolor a alguien más, para ya no cargar más con ese sentimiento de
desesperación y dolor.
En el capítulo “El hombre que no creía en el amor” narra la historia de un hombre que con el paso
del tiempo dejo de creer en el amor, ya que muchas veces lo habían dejado solo. Él tenía la firme
idea de que el amor no existía, hasta que un día conoció a una mujer, que pensaba igual que el
señor, entre los dos se fueron haciendo muy buenos amigos y fue que se entendieron muy bien.
Con el paso del tiempo, los dos creyeron que estaban enamorados que a fin de cuentas el amor si
existía, pero que no era lo que todos pensaban, todo iba bien hasta que un día, el simbólicamente
con una estrella el puso su felicidad en manos de ella, pero ella no pudo con ese peso, o sea hizo el
hombre responsable de su felicidad a la mujer, y se le cayó, así decepcionando al hombre… La
historia tiene un final triste, pero deja una muy buena moraleja.
La felicidad debe salir de uno mismo, no debes poner tu felicidad en base a otra persona, porque
nadie puede hacerse cargo de ella, si lo haces en cualquier momento la otra persona puede irse y
llevarse tu felicidad consigo, o terminar como en la historia tirándola o decepcionándote, y que
para poder ser feliz con alguien primero debes ser feliz contigo mismo.Esto nos da a entender que
si se puede ser feliz en la vida mientras tú te ocupes de lo tuyo y no hagas responsable a la demás
gente de tus acciones y consecuencias.
Martinez Soto Silvino La maestría del amor 1NV20
La maestría del amor nos proporciona alternativas para sanar nuestras heridas emocionales,
recuperar la libertad que nos pertenece por derecho y reencontrar la alegría como parte esencial
de las relaciones amorosos.
Nos enseña a poder comprender la vida para llegar a ser felices, porque en ocasiones las
personas son las que influyen mucho en nuestras vidas, o llegamos a creer cosas que no somos.
Cada persona tiene creencias y que nadie las puede cambiar, que somos tan diferentes a los
demás y que cada uno tenemos el poder de hacer lo que creamos que es conveniente; aunque a
veces el modo en que pensamos, el modo en que sentimos y el modo en que actuamos se vuelve
algo muy rutinario que dejamos de prestar atención a todo lo que hacemos.
El autor nos pone casos de la vida, que cuando perdemos esa inocencia de cuando éramos niños
es porque nos bloquean los padres y no dejan fluir el amor que sentimos a las cosas, y nos ponen
un hasta aquí o porque los desesperamos o simplemente vienen ellos enojados, a pesar de sentirlo
aunque no lo comprendamos, regularmente reaccionamos de un modo por así decirlo como los
animales que reaccionan en defensa suya no por querer agredir, sino porque así su naturaleza lo
indica, y entonces cuando les decimos algo o gritamos y nos enojamos entonces, una forma
particular para no sentir eso que nos acaba de lastimar es guardándonos nuestras emociones y
esto está haciendo que cambie nuestra forma de vivir. A esto él le llama como una enfermedad
que todos padecemos desde muy temprana edad. El Dr. Miguel Ruiz lo señala o le da nombre a la
enfermedad como unas llagas que duelen al contacto, esto ocasiona que cuando te agraden
mentalmente esas llagas duelen, entonces ese dolor es mucha carga para ti, por lo tanto tú
necesitas traspasar ese dolor a alguien más, para ya no cargar más con ese sentimiento de
desesperación y dolor.
En el capítulo “El hombre que no creía en el amor” narra la historia de un hombre que con el paso
del tiempo dejo de creer en el amor, ya que muchas veces lo habían dejado solo. Él tenía la firme
idea de que el amor no existía, hasta que un día conoció a una mujer, que pensaba igual que el
señor, entre los dos se fueron haciendo muy buenos amigos y fue que se entendieron muy bien.
Con el paso del tiempo, los dos creyeron que estaban enamorados que a fin de cuentas el amor si
existía, pero que no era lo que todos pensaban, todo iba bien hasta que un día, el simbólicamente
con una estrella el puso su felicidad en manos de ella, pero ella no pudo con ese peso, o sea hizo el
hombre responsable de su felicidad a la mujer, y se le cayó, así decepcionando al hombre… La
historia tiene un final triste, pero deja una muy buena moraleja.
La felicidad debe salir de uno mismo, no debes poner tu felicidad en base a otra persona, porque
nadie puede hacerse cargo de ella, si lo haces en cualquier momento la otra persona puede irse y
llevarse tu felicidad consigo, o terminar como en la historia tirándola o decepcionándote, y que
para poder ser feliz con alguien primero debes ser feliz contigo mismo.Esto nos da a entender que
si se puede ser feliz en la vida mientras tú te ocupes de lo tuyo y no hagas responsable a la demás
gente de tus acciones y consecuencias.
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