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Capítulo 32

LA CREATIVIDAD EN LOS AÑOS ADULTOS

Los individuos continúan desarrollándose durante toda su vida. Los aportes de un Charles
Darwin, un Pablo Picasso o una Katharine Hepburn sin duda se fueron profundizando en
las décadas posteriores a la adolescencia. Pero hasta hace muy poco, los psicólogos que
estudian el desarrollo humano se han centrado casi exclusivamente en el período de la
vida anterior a los veinte años de edad. Lo que es más, las formas de evaluación en que
han basado sus estudios casi siempre consisten en tareas breves —aprender listas de
palabras, resolver un laberinto- que se pueden salvar en cuestión de minutos (y que se
olvidan con aun mayor rapidez). Hasta el más ilustre psicólogo del desarrollo de nuestros
tiempos, Jean Piaget, no tuvo nada que decir sobre la vida mental en los años adultos, y
muy poco acerca de los logros que se van dando en el transcurso de los años.

En efecto, cuando Howard Gruber, discípulo de Piaget, le comentó su deseo de estudiar la


creatividad, el maestro le respondió con escepticismo, aunque no sin cierta simpatía: "Lo
abarca todo".Ahora, sin embargo, inspirados por el ejemplo científico de Piaget, Gruber y
sus alumnos han procedido a examinar los logros creativos de importancia durante los
años adultos. Gruber, psicólogo de la Universidad Rutgers, dedicó diez años a estudiar la
creatividad emergente de Charles Darwin y luego escribió un libro que resultó premiado:
Darwin on Man. Mientras que otros psicólogos que se ocuparon de la creatividad se
habían limitado a diseñar tests sencillos que aplicaron a distintos grupos de sujetos,
Gruber, en cambio, estudió minuciosamente una serie de cuadernos que había llevado
Darwin entre 1837 y 1839, el período normalmente considerado como aquel en que el
teórico de la evolución efectuó sus descubrimientos más fecundos.

Se puede vislumbrar el espíritu de Piaget en la descripción que hace Gruber del método de
trabajo de Darwin. En contradicción con la visión convencional de la creatividad como un
proceso místico e irracional, Darwin no experimentó ningún arranque súbito de
inspiración, ningún pensamiento o teoría totalmente novedosos. En cambio, confeccionó
interminables listas de pensamientos, imágenes, interrogantes, sueños, esquemas,
comentarios, argumentos y notas que se dirigió a sí mismo, y que organizó y reorganizó
continuamente. Todo esto era parte de un esfuerzo descomunal por comprender el modo
en que los procesos vitales han engendrado la pléyade de especies vegetales y animales
que existen en el mundo natural. En sus cuadernos, Darwin introducía temas claves, los
analizaba y a veces los abandonaba sólo para retomarlos más adelante. Ciertas
introvisiones cruciales eran anticipadas en anotaciones previas, y ocasionalmente se las
descubría dos veces.
Se puede incluso estimar el ritmo de esta actividad creativa: mientras que los individuos
normales tienen quizá una revelación mental por semana, Darwin, que trabajaba
incansablemente en sus proyectos, parece haberlas tenido a diario.

Según la opinión de Gruber, el estudioso de la creatividad debe reconstruir la vida mental


del individuo creativo en diversos puntos del desarrollo de su obra. No se pueden enfocar
directamente fragmentos aislados de esta vida mental en evolución, ni siquiera en el caso
de un creador tan propenso a escribir notas como Darwin. "En sus cuadernos de notas",
informa Gruber, "las ideas se atropellan unas a otras de una manera aparentemente
caótica. El orden subyacente es algo a construir, no a observar". En consecuencia, el
teórico de la creatividad tiene que identificar ciertos motivos recurrentes -en el caso de
Darwin, temas tales como los orígenes, las variaciones, la supervivencia, la selección
natural y la herencia— y producir una serie de "mapas cognitivos" que capten la
perspectiva que tiene el pensador de su proyecto en diversos puntos de la evolución de
éste.Después de sus expediciones al interior de la mente de Charles Darwin, Gruber pasó a
otra personalidad igualmente fascinante del campo de la ciencia: su propio maestro, Jean
Piaget. En la actualidad, está dedicado a efectuar un estudio global del desarrollo de las
ideas de Piaget, en el que se examinará no sólo la formidable trayectoria intelectual del
propio Piaget sino también los trabajos que realizó en colaboración con un enorme
número de estudiosos durante un período de más de sesenta años. Además, Gruber ha
inspirado a colegas y compañeros de trabajo a emprender estudios intensivos de otros
individuos creativos, tanto en el dominio de las artes como en el de las ciencias, y como
resultado de estos esfuerzos actualmente se pueden brindar algunas generalizaciones
incipientes sobre la vida creativa.

Gruber considera que la persona "pensante total" encierra una cantidad de subsistemas
en interacción. Uno de esos subsistemas implica la organización del conocimiento. La
persona creativa busca relacionar diversas facetas y teorías que se encuentran dispersas
en su campo de interés, a efectos de encontrar una sínte-sis coherente y completa. Lo que
es más, el individuo creativo normalmente produce una red de actividades, un complejo
de búsquedas que atrapa su curiosidad durante largos períodos. Estas actividades suelen
basarse una en otra y dar lugar a una vida creativa increíblemente dinámica. Cuando
cambia su foco de interés, el individuo atenderá específicamente a ciertas clases de
información y de manera consciente dejará otras de lado. Es capaz de acotar problemas
que conduzcan a callejones sin salidas, o incluso de "destruir problemas" que amenacen
apartarlo demasiado de la red de hipótesis que ha escogido. Pero en el largo plazo, se
puede prever que el individuo creativo retornará a los principales nudos de su red de
actividades a efectos de construir el sistema más completo que sea posible. Además de
este cúmulo de actividades, el individuo creativo también persigue una serie de metáforas
dominantes (o es perseguido por ellas). Estas figuras son imágenes de amplio alcance,
ricas y susceptibles de ser exploradas con bastante profundidad, que muestran al
investigador algunos aspectos de ciertos fenómenos que de otro modo quizá le resultaran
invisibles. Muchas veces, la clave de las innovaciones más importantes del individuo son
inherentes a estas imágenes.

En el caso de Darwin, la metáfora más fecunda fue la del árbol ramificado de la evolución,
sobre el cual pudo trazar el ascenso y el destino de distintas especies. Sin embargo,
durante diversos períodos también concibió a la naturaleza como un bosque enmarañado,
a los órganos físicos como invenciones o artificios, y a la selección natural como una
enorme cantidad de cuñas tratando de introducir a la fuerza ciertas estructuras adaptadas
dentro de las brechas de la naturaleza. Los alumnos de Gruber han descubierto otras de
estas metáforas de amplio alcance.

Según Jeffrey Osowski, de la Universidad Rutgers, Wiliam James tendía a representarse los
procesos mentales como una corriente de agua, más que en términos de las imágenes
asociadas a un tren o a una cadena. Martha Moore Russell, del Servicio de Evaluación
Educativa, opina que todo análisis de John Locke debe tomar en cuenta su imagen del
halconero, que al dejar volar al pájaro simbolizaba la búsqueda del conocimiento humano.
Por último, para transmitir su propio punto de vista sobre el proceso creativo, Gruber
gusta de recurrir a la imagen mosaica del arbusto que siempre arde pero nunca se
consume.

Otro sistema que opera en la persona "total" es el referido al propósito de la guía. La


búsqueda del individuo no se puede considerar un mero reflejo de ciertas motivaciones
inconscientes o de elecciones casuales de carreras. Por el contrario, el creador está
animado por una serie de problemas y proyectos conscientes que se propone verificar con
regularidad y llevar a cabo hasta completarlos en forma satisfactoria. El individuo
determina qué capacidades necesita a efectos de lograr sus propósitos y trabaja
incansablemente para desarrollarlas y perfeccionarlas. En este proceso, se va
transformando hasta que lo que sería difícil para otras personas se convierte en su
segunda naturaleza. También puede sentir nece-sidad de descubrir nuevos grupos de
pares que puedan brindarle enseñanzas acerca de los temas que le interesan, y debe
tener la fuerza necesaria para abandonar a estos colaboradores (al menos
profesionalmente) cuando se traslada a otro dominio de interés.

El sentido del propósito que tiene el individuo (su dirigirse hacia una meta) guía su
elección de un conjunto determinado de iniciativas y le indica en cuáles centrarse en
determinado momento, cuáles dejar de lado, cuándo desarrollar nuevas capacidades y
cuándo apoyarse en las que ya ha adquirido y verificado. Como lo expresa Gruber, el
individuo se asemeja a un prestidigitador con muy buena coordinación, que es capaz de
guardar una cantidad de objetos en la mente (o en la mano) en un preciso momento y a
quien realmente le complace su capacidad de llevar a cabo tal proeza de prestidigitación,
aunque lo fundamental siempre siga siendo la meta de crear nuevos objetos o efectuar
nuevos descubrimientos. Un sistema total deriva de la vida afectiva del creador. El creador
experimenta un vínculo fuerte, casi primordial, con los objetos de su curiosidad. Einstein,
Darwin, Piaget, todos ellos sintieron una especial intimidad con el mundo natural.

En cada caso, un diálogo amoroso con la naturaleza, que se remonta a la niñez, se


transformó en una aventura científica. El individuo creativo llega a amar su trabajo; de
hecho, no puede vivir sin él. Y la clase de placer que extrae de efectuar descubrimientos
científicos, resolver un enigma de la naturaleza o completar una obra artística se puede
comparar, seriamente, con el tipo de placer que obtiene la mayoría de los individuos del
contacto sexual con alguien a quien aman. Gruber nos advierte sobre la dificultad y la
soledad que entraña toda iniciativa creadora. Pese al placer que extraen de su trabajo, los
individuos creadores normalmente están embarcados en una aventura solitaria, en la que
las posibilidades de fracasar son elevadas. Para recorrer este riesgoso camino, deben ser
valientes y estar dispuestos a desviarse del rebaño, a irse solos, a enfrentar la vergüenza o
incluso el abierto rechazo. Se requiere una constitución fuerte para andar solo en materia
creativa, y hasta las personas más innovadoras sienten a veces una intensa necesidad de
contar con algún respaldo personal, comunitario o religioso.

¿Cómo se relaciona el enfoque sumamente original de Gruber con el de otro estudiosos


de la creatividad? Una comparación evidente se puede establecer con el psicoanalista Erik
Erikson, quien ha estudiado el desarrollo de algunos innovadores ideológicos —individuos
como Mahatma Gandhi y Martín Lutero— que lograron presentar nuevas visiones del
mundo. En muchos sentidos, los héroes de Erikson se asemejan a los de Gruber: son
personas de enorme energía, cuyos mundos abarcaron numerosas actividades e intereses
estrechamente interconectados. Pero mientras que el enfoque de Gruber es en gran
medida cognitivo, Erikson se centra en la motivación y el afecto. Este psicoanalista
considera que los in- tereses societarios del individuo nacen de sus propios conflictos
personajes y familiares.El innovador ideológico concibe una solución personal significativa
que, en virtud de los intereses culturales generalizados de su época, llega a adquirir un
profundo sentido para toda una población. Si el enfoque de Erikson se puede o no
conciliar con el de Gruber es algo que no se sabe, pero ambos hombres se destacan por su
rechazo a las generalidades fáciles y por su total compromiso con los hechos y los temas
propios de cada uno de los "casos" que examinan.
Otra cuestión, de particular importancia para los seguidores de Piaget, radica en
determinar si la verdadera calidad de los procesos creativos del pensamiento sufre alguna
transformación después de la adolescencia. Según Piaget, el nivel de pensamiento más
elevado, al que llamó la etapa de las operaciones formales, se alcanza durante la
adolescencia, y si bien es posible que más adelante se realicen nuevos descubrimientos, la
manera fundamental en que ocurre el pensamiento ya no se modificará, ni siquiera en el
caso de un Darwin o un Einstein. Sin embargo, algunos estudiosos influidos por Piaget han
planteado la existencia de una aptitud cognitiva adicional, la de encontrar problemas; esta
propensión, evidentemente crucial para quienes se embarcan en revoluciones científicas,
sólo puede pasar a primer plano en períodos posteriores de la vida y parece ser
cualitativamente diferente de las aptitudes lógicas descriptas por Piaget. La facultad de
proponer problemas nuevos y decidir cuáles de ellos son más suceptibles de ser
solucionados escapa al análisis estrictamente en términos de las teorías de Piaget, Otro
interrogante es el referido a la relación de los aportes creativos con la organización global
de la vida mental y social de un individuo.

¿La creatividad es más factible durante ciertas fases de la vida (como las crisis de
mediados de la vida descriptas por Daniel Levinson y Erik Erikson)? ¿La creatividad
presupone el nivel más elevado de organización moral o de la personalidad, la clase de
individuo autónomo y principista que describen los teóricos del desarrollo Lawrence
Kohlberg, de Harvard, y Jane Loevinger, de la Universidad de Washington? ¿Puede
aparecer en forma inesperada en una persona por lo demás común y comente, o debe ser
parte de la trama de la vida de un individuo excepcional?

La incidencia de la conducta creativa extrema es tan poco común que quizá sólo pueda
ocurrir en circunstancias muy especiales. David Feldman, colega de Gruber en la
Universidad Tufts, dice que es necesaria una "co-incidencia": esa conjunción de factores
genéticos, familiares, motivacionales y culturales, todos los cuales deben estar presentes
para que los esfuerzos de un Einstein, un Darwin o un Beethoven lleguen a concretarse.
Tampoco es probable que un individuo creativo pudiera ser reemplazado por otro.
Leonardo da Vinci no podría haber sido Darwin, Beethoven no podría haber sido Einstein.
Por último, la aparición de personas creativas (tal como las conocemos) quizá presuponga
una determinada visión del individuo por parte de la cultura y de los mismos individuos. El
in-dividuo creativo posiblemente sea una invención de la sociedad posterior al
Renacimiento en Occidente. Este tipo de persona excepcional quizá sea desconocido en
aquellas culturas que otorgan una importancia mucho mayor a la adaptación a un modelo
de conducta culturalmente aprobado. Y tal vez en nuestra propia cultura la época del
héroe creativo esté quedando atrás.

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