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Y aunque
sea cierto, a veces parece que perdemos de vista la gran verdad que está encerrada en él: los
pensamientos gobiernan para bien y para mal nuestra vida. De hecho, son muchas las
creencias que limitan el crecimiento personal y, sin embargo, no terminamos de aceptarlo.
Hay un ejemplo que muestra esto muy claramente. Supongamos que alguien cree ciegamente
en un amuleto. Un día lo pierde y siente que desde entonces todo le sale mal. ¿Será que, por
ejemplo, un colgante o una pulsera tiene el poder para determinar la vida? Si lo pensamos a
nivel racional contestaríamos que no, pero quien lo tiene y cree en él, no lo dudará ni un
segundo.
Desde fuera, se ve claramente que este tipo de creencias limitan el crecimiento personal. Pero
para quien tiene esas convicciones no es así. Pues bien, hay muchos que no creen en ese
colgante, pero sí en ciertas ideas que tienen el mismo efecto del amuleto. Estos son 7 de esos
casos.
“Creer es más fácil que pensar. He ahí la razón de que haya más creyentes”.
-Anónimo-
Esta es una de esas creencias que limitan el crecimiento personal porque basa todo en algo
que hace falta. Es típico de aquellas personas que se dicen a sí mismas que no son
suficientemente guapas o inteligentes o adineradas, o lo que sea. Y que esa deficiencia es lo
que impide su felicidad.
Esto, por supuesto, es imposible. Lo que sí ocurre es que inhiben a tal punto sus sentimientos
que es como si no los experimentaran. Sin embargo, esto les priva también de muchas
experiencias maravillosas y les impide aprender a sortear los sufrimientos que, tarde o
temprano, aparecerán en la vida.
En este caso los demás son simples puntos de referencia para uno mismo. Una medida de
nuestro ego. Si los superamos, nos sentiremos satisfechos con nosotros mismos. Si no lo
hacemos, experimentaremos frustración e irritación.
Esta es una de las creencias que limitan el crecimiento personal porque nos lleva a ver la
relación con los demás como una competencia. Nadie es mejor o peor que nadie.
Simplemente puede actuar más o menos acertadamente, en unas circunstancias específicas.
Es lo que también conocemos como “victimismo”. Se trata de una creencia ilusoria que lleva a
pensar que siempre estamos en peor situación que los demás. Que solo nosotros sufrimos en
esa magnitud o tenemos tantos problemas.
Se trata de una creencia egocéntrica que pretende justificar nuestro sufrimiento o nuestra
frustración. En realidad, en la vida de cualquier persona hay dichas y dolores. Medir la
intensidad que esto tiene en cada quien es absolutamente imposible.
No se es más o menos feliz por algo externo. Este es el tipo de creencias que limitan el
crecimiento personal. No nos sentiremos más realizados, de forma estable, con un coche
nuevo o una nueva pareja. O la felicidad está dentro, o no está en ninguna parte.
Se dice que muchas veces no podemos elegir si tener o no problemas. Lo que sí podemos
elegir es sufrir o no sufrir a causa de ellos. Algunos ven en las dificultades un desafío, una
oportunidad para obligarse a ser mejores. Otros piensan que son algo totalmente negativo.
En ese último caso puede llegar a desarrollarse una de las creencias que limitan el crecimiento
personal. Suponer que sufrir por todo es normal. Que no hay elección. Que esto en verdad es
un valle de lágrimas y que solo se sale de un dolor para entrar en otro. Incluso, se termina
pensando que hasta lo bueno es solo un presagio de lo malo.
Como vemos, todas estas creencias que limitan el crecimiento personal se filtran en la vida
imperceptiblemente. Sin darnos cuenta las convertimos en una especie de receta que nos
permite interpretarlo todo. Finalmente solo nos llevan a estancarnos y a impedirnos ver toda
la amplitud del panorama que tenemos en frente y lado a lado.