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2. ¿Cómo construimos Cultura de Seguridad?
Cuando hablamos de Cultura de Seguridad, es necesario tener en cuenta cómo las prácticas de
los actores y la dinámica de las relaciones entre éstos son las que permiten la construcción de
cultura en una organización. Para ello, se han elaborado diversos modelos que permiten medir
y evaluar los grados de interacción y avance en este tipo de relaciones, mediante los cuales es
posible establecer en qué nivel se encuentra una organización en cuanto a su Cultura de
Seguridad.
1
Parker D., Lawrie M., Hudson P. “A framework for understanding the development of organisational safety culture” en
Safety Science, Volumen 44, December 2006, pp. 552 - 562.
2
En el año 2006, Dianne Parker2 propuso un
esquema a partir del modelo del sociólogo Ron
Westrum, donde situaba a las organizaciones
en un modelo ascendente en relación con su
tratamiento de la Seguridad, desde un carácter
“Patológico” (en tanto no se descubra) hasta
uno “Generativo” (la seguridad es el modo con
el que hacemos las cosas). Este último nivel
también implicaba un mayor grado de manejo
de información y de confianza entre los
actores.
En base a los modelos presentados, cuando nos situamos en un contexto avanzado de Cultura
de Seguridad, las empresas que al menos cuentan con una noción de ella, normalmente, se
situarán en los estadios formalista o gerencial, según el modelo de que se trate. En estos
niveles, es frecuente encontrar procedimientos relativos a aspectos técnicos de la Seguridad y
Salud en el Trabajo, regulados mediante una política sancionada por la plana directiva y
difundida a nivel interno. Además, se cuenta con el reconocimiento de las funciones de
Prevención (Comités Paritarios, Departamentos de Prevención de Riesgos, entre otros).
Probablemente, en su mayor grado de desarrollo, el funcionamiento de todos estos elementos
se traducirá en un ambiente de trabajo adecuado para sus trabajadores y en una baja
considerable y sostenida de las tasas de accidentabilidad y fatalidad.
2
Parker et al. Op. Cit. Pág. 555.
3
Sin embargo, según se señala, en el largo plazo, este status quo comenzará a debilitarse, sea
porque ya fue alcanzado el nivel mínimo esperado o porque las circunstancias no permiten
seguir avanzando en el mismo sentido, experimentando lo que se conoce como meseta3. Este
debilitamiento del modelo, por lo general, da lugar a la ocurrencia de un accidente grave o de
uno que ya se creía controlado; circunstancia que se debe principalmente a dos factores: por
una parte, la ilusión de control de los riesgos cuando un accidente deja de ser recurrente,
tendiendo a sobreestimar la capacidad de una organización para manejar lo que ocurre; y por
otra, el sesgo de optimismo, es decir, la subestimación de los riesgos y de la gravedad de las
consecuencias que pudieren producirse4.
Desde luego, la insuficiencia de este estadio exige avanzar hacia el más alto grado de Cultura
de Seguridad que pudiere existir, donde el modo de hacer las cosas sea pensar con seguridad,
permitiendo enfrentar las debilidades de ilusión de control y sesgo de optimismo, mediante
prácticas que involucren a toda la organización, contando con un alto grado de participación
de todos sus directivos (ejerciendo un liderazgo directivo y participativo), los mandos
intermedios y los operadores o trabajadores de base. Es lo que se conoce como un estadio de
Cultura Integrada o de carácter Generativo.
En relación con estos modelos, Mutual de Seguridad adscribe al modelo presentado por el
FONCSI, para reconocer en sus empresas adherentes ciertos grados de evolución respecto de
su Cultura de Seguridad, y su objetivo principal es hacer avanzar a todas ellas hacia un nivel de
Cultura Integrada.
En la década del ‘90, el psicólogo James Reason identificó como componentes esenciales de
una Cultura de Seguridad, una serie de factores no técnicos, ni medibles de una manera
precisa o exacta, referidos a aspectos más sociológicos o psicológicos (cualidades, habilidades)
de las personas que participan permanentemente de las dinámicas de trabajo en una
organización. Entre ellos, la existencia de una cultura de reportes, donde las personas estén
preparadas para dar cuenta de sus errores, equivocaciones e incumplimientos; y de una
cultura de la confianza, donde exista motivación para proporcionar información relevante
relacionada con la seguridad. Asimismo, se requiere de la voluntad y capacidad necesaria para
estar dispuesto a efectuar las reformas necesarias frente a un entorno de trabajo dinámico y
exigente.
3
Daniellou F., Simard M., Boissieres. “Les cahiers de la sécurité industrielle”. Foundation pour une Culture de Sécurité
Industrielle, Francia, Págs. 13 y 110. Abril 2009.
4
Daniellou F. Op. Cit. Págs.. 110 y ss.
4
Lo anterior confirma que el factor humano resulta crucial en el éxito de los procedimientos
que se diseñen, no solo porque aquel permite enriquecer el relacionamiento entre los diversos
componentes de una organización, generando las sinergias necesarias; sino también porque
otorga la inteligencia y competencia para operar sistemas que respondan tanto respecto de
las situaciones previsibles como de aquellas no previstas.
Sin perjuicio de lo anterior, es necesario tener presente que para la existencia de una Cultura
de Seguridad es necesaria la convergencia de ciertas condicionantes para que esta pueda
avanzar hacia el más alto nivel (nivel Integrada o Generadora). Basándonos en lo expresado
por el FONCSI y por gran parte de la literatura en la materia, se pueden enumerar, al menos,
las siguientes:
La Seguridad constituye un valor en sí mismo y se sitúa al mismo nivel que los principios
tenidos en cuenta para desarrollar bien su negocio.
Existe un alto grado de participación de todos los actores, no solo en la elaboración de las
reglas que los afectarán directamente, sino que de los procesos de mejora continua en
materia de seguridad.
Existe una comunicación fluida entre los distintos canales de información, ya sea sobre los
procedimientos o sobre la ocurrencia de accidentes e incidentes y los reportes sobre los
riesgos son positivamente considerados como señales de alerta.
Los procesos, mecanismos y estrategias son permanente revisados y los responsables
permanentemente capacitados y orientados. Se emplaza permanentemente a sus
integrantes a no ser autocomplacientes, teniendo siempre en cuenta la posibilidad de un
accidente y los imprevistos en las labores cotidianas. Como contrapartida, se otorgan
herramientas y se establecen criterios para la toma de decisiones en caso de presentarse
algún riesgo.
Existe una conciencia de que se debe “predicar con el ejemplo”. No solo existen quienes se
ocupan del diseño de los procesos, sino que se encuentran permanentemente
supervisando que estos se cumplan y cumpliéndolos a la vez. Esto permite la generación
de dos valores primordiales: la confianza y la credibilidad.
Existe la capacidad de centralización y descentralización, cuando corresponde, según las
circunstancias. Esto refleja la fortaleza de la organización y su capacidad de adaptabilidad.
Existe una capacidad de resiliencia altamente desarrollada. Existe un alto sentido de la
realidad para la toma de decisiones y elaboración de reglas y procedimientos.
Asimismo, en una organización que ya cuenta con un nivel de Cultura de Seguridad Integrada,
es preciso tener en cuenta que la Cultura de Seguridad se apoya, fundamentalmente, en el
compromiso personal de todos los componentes de la organización. Las características de
estos permitirían modelar perfiles de conducta respecto de directivos, niveles intermedios y
trabajadores de base respecto de la Seguridad.
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Respecto de los cargos directivos, sus conductas se refieren principalmente a:
Por todos estos elementos, en una Cultura de Seguridad Integrada, la alta dirección contará
con un alto grado de convocatoria respecto de la participación del resto de los trabajadores en
los procesos de seguridad.
Respecto de los niveles intermedios y los trabajadores de base, es posible afirmar que:
La valoración que existe respecto de la Seguridad es coincidente con la planteada por los
altos directivos, toda vez que es fruto de una deliberación conjunta.
Existe una participación activa en la negociación de las reglas de la organización y una
mejor disposición a participar de los procesos, tanto porque son mejor involucrados, como
por la percepción de estar realizando una contribución efectiva a la organización, que
deriva en un reconocimiento de los superiores y una mejor satisfacción del trabajo
realizado.
Existe un alto grado de cumplimiento de las prescripciones en materia de seguridad, pero
las conductas también se dirigen a anticipar las situaciones que pudieren representar un
peligro.
Existe una consideración del respeto por el propio cuidado y el cuidado mutuo.
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En el caso de los niveles intermedios, estos se constituyen como intermediarios válidos,
tanto para trasmitir los mensajes desde la alta dirección, como para plantear a los
directivos las necesidades en materia de seguridad.
Pero también es importante que este tipo de conductas puedan ser reconocidas, sobre todo
cuando cuentan con un alto potencial de replicabilidad. El nivel de motivación de una persona
para con su trabajo depende del reconocimiento que despierte su contribución en la mirada
ajena (superiores, compañeros, subordinados, clientes, proveedores). Este reconocimiento,
que muchas veces se revisa desde su componente económico, genera un efecto mucho más
trascendente, al producir un sentimiento de verdadera contribución al sistema. Es importante
considerar que las conductas seguras, cuando se relacionan con otras al interior de una
organización, resultan fortalecidas cuando se plantean como objetivos que los trabajadores
sienten como propios, en una lógica participativa al interior de la organización.
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5. El efecto de demostración como medio para construir Cultura de Seguridad
En este sentido, Mutual de Seguridad estima que el reconocimiento y difusión de las buenas
prácticas identificadas entre sus empresas adherentes es palanca válida para provocar
imitación entre sus pares, y con ello, impulsar que cada vez más empresas y organizaciones se
sumen, comprometidamente, a la construcción de una Cultura de Seguridad en el país.
De esta manera, Mutual de Seguridad avanza en el camino de lograr que cada vez más
empresas perseveren en la construcción de una verdadera Cultura de Seguridad, ejerciendo
así su rol irrenunciable y motivación original.