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Molly Byrnes ha amado a Brady desde siempre. Como su mejor amiga y como
un miembro real de la familia Fitzpatrick, ella se mantiene al lado de él durante su
dolor aplastante. Y a pesar de no ser un agente de campo de SIEGE, ella no cree la
versión oficial sobre la muerte "accidental" del hermano de Brady y se lanza en una
investigación propia para descubrir un impactante secreto que Brady y ella deben
resolver antes de que su objetivo los encuentre.
Al Sur De Connecticut
Acción De Gracias
—Te pasaste el giro.
—Porque cuando dije algo hace dos giros, me gruñiste. —Señaló hacia la
izquierda.
—Ahí está.
Brady dio la vuelta y trató de recordar de qué habían estado hablando, antes de
que se hubiera perdido en sus pensamientos. Cierto. El amor verdadero. Ella le había
tomado el pelo por creer en él y dijo que no era una buena frase para ligar con chicas.
Durante quien sabe cuántos kilómetros había pensado sobre la oferta de trabajo de
SIEGE, y cómo el amor verdadero cabía en ello.
Molly lanzó un suspiro, dejó caer sus pies, y sacó el papel, comparando su
ubicación.
—Bueno, sí, mis padres son impresionantes. —Los padres de Molly no podían
durar ni cinco minutos sin atacarse, o todo el día, sin una pelea. Por eso se había
venido aquí con él para Acción de Gracias en lugar de ir a casa—. Y no son los únicos.
—Nombra otra pareja que conozcas que hayan estado juntos más de tres años.
—Están... —Se detuvo. No, Sheri y Dave habían estado casados menos de dos
años. Su tía y tío acababan de separarse. ¿A quién más conocía? No podía creer que iba
a perder este debate cuando apenas había comenzado. Pensó que eso de algún modo
contestó su pregunta de amor versus trabajo—. De todos modos… —Su teléfono sonó,
y se lo arrebató de su cinturón, haciendo caso omiso de la risa burlona de Molly—.
¿Hola?
—Caramba, Chris. Cálmate. Su tren no debería llegar por otra media hora.
—Papá dijo que los trenes se adelantan a veces. —Hubo un pequeño chasquido,
y Brady sabía que su hermano estaba mordiéndose las uñas. Él realmente estaba loco
por esta chica—. Asegúrate de que ella sepa de que habría ido a buscarla si mamá no
hubiera…
—No te preocupes, conozco la historia. —Brady puso los ojos en blanco—. Voy
a hacer que se sienta como en casa incluso ni te extrañará.
—Tal vez. —Aparcó y salió al aire frío de noviembre. Brady lanzó un brazo
alrededor de Molly cuando se estremeció y se encogió en su chaqueta de mezclilla. El
sol era cálido, pero el viento, aunque suave, todavía se sentía. Ellos discutían como de
costumbre, cruzando el aparcamiento y subiendo las escaleras de la plataforma del
tren.
Brady miró su reloj. Todavía se suponía que tenían unos veinte minutos hasta
que el tren llegara. Escaneó la plataforma casi vacía casi automáticamente.
Y entonces la vio.
Ella.
La ignoró y dio un paso hacia adelante, intentando una sonrisa. El frío lo dejó
tieso. Dios, probablemente parecía un idiota.
—Uhm, hola.
—Hola. ¿Brady?
—Eh... sí soy…
—Soy Molly Byrnes. Sentimos haberte hecho esperar. Brady no creía que el tren
se adelantaría. —Ella le tendió la mano, y el destino de Brady se sacudió. Las dos
mujeres se volvieron para caminar hacia las escaleras, Molly tomó el mango de una
pequeña maleta con ruedas que no había notado. Hablaban animadamente, como si
ellas…
Mierda.
El segundo puñetazo en el estómago no tenía la misma sensación de asombro y
alegría. Éste le trajo comprensión. Esta era Jessica. La novia de Chris. La novia de su
hermano.
¡Mierda!
Molly lo miró por encima del hombro, haciendo un gesto hacia el aparcamiento
con la cabeza. Pero los pies de Brady se sintieron amurados a la plataforma. ¿Cómo
podía estar pasando esto? Todo se alineó. Habían estado hablando sobre el amor
verdadero, y allí estaba ella. Y había sido golpeado, al igual que su padre siempre había
descrito la sensación al ver a la madre de Brady por primera vez.
Bueno, no todo se alineó. Estaba la decisión que tenía que tomar a finales de
año, la que dictaría el sentido de toda su vida. La oferta de trabajo de SIEGE (Empresa
de Infiltración Estratégica de Grupos Enemigos) era uno que cualquier chico moriría
por obtener. La oportunidad de hacerlo realmente bien en el mundo. Para luchar
contra el terrorismo en la era de la información. Proteger a su familia. Ser un héroe.
Pero no sería capaz de decirle a nadie sobre esto. Esa era la parte que lo tenía reticente.
Tendría que mentir a su familia, a Molly, para el resto de su vida. No estaba seguro de
que fuera capaz de eso. Pero sus planes originales parecían estables, responsables y te
inducirían a un coma en comparación. Había estado sopesando las opciones por
semanas.
Pero mierda, ahora en lugar de dos caminos delante de él, tenía, como, diez.
Bueno, la mitad de ellos estaban bloqueados, pero siempre había maneras de sortear
los obstáculos, si uno busca lo suficiente. Sólo tenía que mirar.
Duro.
—Sí. Bien. —Sacudió su desatención. Tal vez no era serio, entre ella y Chris. La
idea le excito lo suficiente como para seguir a las mujeres hacia el coche, pero todavía
le daba vueltas internamente, desde la doble sorpresa de encontrar a su alma gemela, y
literalmente cinco segundos después perderla a favor de su hermano. Pero esos dos no
se conocían hace tanto tiempo. Chris nunca había tenido una novia a largo plazo. Tres
meses era su récord, por lo que Brady podía recordar. Tal vez todavía tenía una
oportunidad.
—¿Es un viaje largo en auto hasta la casa? —preguntó Jessica cuando llegaron
al auto, y un zumbido recorrió la espalda de Brady. Cerró los ojos por un segundo,
pero por supuesto ella no siguió hablando. Le había hecho una pregunta. Se dio cuenta
de que Molly le estaba mirando desde la parte trasera del auto, de pie junto a Jessica,
esperando a que le respondiera.
—Alrededor de media hora —se las arregló para ir hasta la puerta del
conductor, y maldijo cuando la llave no encajó en la cerradura y rayó la pintura. Papá
se daría cuenta de eso. Lo logró en su segundo intento, y luego, cuando abrió la puerta
y cogió el botón de desbloqueo, se dio cuenta de que debería haber abierto el otro lado
en primer lugar, sostener la puerta abierta para Jessica. Ahora es demasiado tarde. Ella
ya había subido al asiento trasero.
—¿Qué?
—¿La recibiste?
Brady vaciló.
Brady bajó el brazo, pero no abrió la puerta del coche. Entregarle el teléfono era
como entregarla a ella. Pero eso era estúpido, ya que no era suya para entregar. Dios, le
dolía el estómago.
—¿Cuál es el problema?
—Es Chris. Para... Jessica. —Su voz casi se quebró en su nombre, y se quedó
donde estaba hasta que Molly le devolvió el teléfono unos momentos después. Tragó
duramente un par de veces y aspiró mucho aire, tratando de aclarar su mente lo
suficiente como para conducir. Lindo inicio de una relación, matando a la mujer que
amaba. No.
Finalmente, tenía el control, casi y ya estaban en camino. Molly mantuvo un
flujo constante de conversación, se volvió para enfrentarse a Jessica en el asiento de
atrás clavando las rodillas huesudas en el costado de Brady. Pensó que lo estaba
haciendo a propósito, pero cualquier momento en que la miraba, ella parecía ajena,
totalmente centrada en Jessica.
Eso sería demasiado tarde, sin embargo. Ella estaría de vuelta a la escuela de
posgrado en Nueva York, y Brady tendría que regresar a la Universidad de
Massachusetts de nuevo, ya que le quedaba casi todo un año de universidad. Podía
transferirse. Lo haría en un instante. Amaba Nueva York. Pero era su último año, ¿y
que si todos sus créditos no se transfirieran? Eso sería estúpido. No podía dañar su
futuro por ella. Entonces ¿qué iba a tener para ofrecerle? Además, ella y Chris podrían
no romper antes de que finalice el año. ¿Cómo iba a decirles a los de SIEGE que la
decisión todavía estaba en el aire? Si decía que sí a su oferta de trabajo, tendría
dificultades para combinar ese tipo de trabajo y una nueva relación. Ni siquiera sabía
sobre sus normas sobre ese tipo de cosas. No estaba seguro de que pudiera manejarlo.
Demasiados secretos para no perder de vista. Demasiado fácil cometer errores cuando
eras nuevo en ambos.
—Voy a dejar que ellos sepan que estamos aquí. —Molly saltó y corrió por la
pasarela.
—Es Molly —la interrumpió, entonces sintió que se sonrojaba por su rudeza.
Sonrojarse, ¡por el amor de Dios!—. Ella nunca se calla. Fue agradable ser capaz de
ignorarla por unos minutos, dejar que otra persona tome el mando. —Cuando se rió,
sus hombros cayeron una fracción y se sentía más suelta, menos tensa—. En serio, es
mi mejor amiga, pero ella sabe cómo mantener una conversación. No tuve nada que
añadir.
—Gracias por recogerme y todo eso. —Miró hacia la casa, luego a él, su sonrisa
cegándolo de nuevo—. Estoy un poco nerviosa por conocer a tus padres.
—No lo estés, son geniales. —Levantó los ojos para encontrarse con los suyos
mientras se retiraba el pelo de nuevo, soplado de vuelta en su rostro por la brisa. Su
suave fragancia flotaba hacia él. Era algo que Brady no podía identificar, pero que le
hacía pensar en el hambre. El calor se hinchó en su pecho, recordando, quince años
atrás, cuando había tenido cinco y rogaba a sus padres por uno de los cachorros que su
vecino estaba vendiendo.
Crepitante.
Ella parecía sobresaltada, luego con miedo, entonces nada, su expresión era
como una máscara agradable. Pero un escalofrío de emoción recorrió a Brady. Lo había
sentido, también.
—¡Jess!
Pero no, cuando los siguió a través del patio y subió los escalones de la vieja
casa colonial que era la nueva casa de Rick y Donna Fitzpatrick, Jessica miró por
encima del hombro, y luego rápidamente de vuelta a donde su madre estaba en la
puerta, sonriendo a todos. No estaba imaginando la cautela que estaba ahora en la
expresión de Jessica.
—¿Qué? —Pero Brady dejó que lo sacara por el pasillo hasta el dormitorio que
compartían, donde estaban las viejas camas de Chris y suya. Sus padres estaban
dejando a Chris y Jessica utilizar la cama doble en la habitación de huéspedes, y Brady
se enfrentó a una oleada de celos, de solo pensar en ello.
—¿Qué? —dijo de nuevo, pero sabía que no iba a dejar que se salga con la suya.
Ella lo conocía desde el jardín de infancia, creció en su patio trasero, casi literalmente,
ya que sus casas estaban una detrás de la otra.
Aún así. No iba a salir y decirle lo que estaba pasando con él. Algún día estaría
equivocada. ¿Por qué no hoy?
Bueno, hoy no. Se dejó caer sobre la cama, con los brazos extendidos hacia
fuera, y se preguntó si el latido en el pecho se iría.
—Sé que ella lo es.
No dijo nada. El techo tenía grietas. No como su antigua casa. Pero había
pinceladas en la pintura. Se concentró en la búsqueda de patrones.
Molly suspiró.
—No lo idolatro. —Eso era cierto, por lo menos. Lo había hecho, por supuesto,
cuando eran pequeños. Bueno, no tan pequeño. Pero una vez que Chris se había ido a
la universidad, Brady pudo probar lo que era estar fuera de su sombra, y, finalmente, se
dio cuenta que no era menos que su hermano. Tenía talento en el campo de fútbol, tal
vez no lo suficiente como para comenzar, al igual que Chris lo tuvo desde el primer
año, pero lo suficiente. Sacaba buenas notas y era el salutatorian 1 de su clase, algo que
Chris se lo había perdido. Su madre le había dicho que se había encontrado a sí mismo,
y al hacerlo, había sido capaz de ver a su hermano como tan sólo un chico. Habían
tenido una relación mucho mejor en los últimos años a causa de ello.
Pero esto...
—No. —Pero tal vez no tenía que arruinarlo todo. Tal vez podría…
—No lo digas. —Pero su tono era más suave, más comprensivo. Se sentó en la
cama al lado de su cadera y tomó su mano sobre su regazo.
—No, no lo hará. Sintió algo, también —le dijo a Molly—. Lo vi. Tal vez ellos
no van enserio. Tal vez ella está lista para romper con él ya. Sabes que las chicas se
aferran incluso cuando saben que se acabó.
—Está bien, tal vez van a romper. ¿Y luego qué? Van a la universidad en
diferentes estados.
—Podría transferirme.
Hace una hora que había estado enfrentando la decisión más enorme de su
vida. Lo que ahora, a efecto de Jessica, le hacía parecer tan fácil como pedir un
bocadillo.
—¡La cena esta lista! —Su madre llamó desde la planta baja, su tono
amortiguado por la puerta cerrada, su disgusto por su desaparición, sin embargo, era
claro.
—Sí, lo sé. —Eso fue lo primero que le había dicho que no podía encontrar la
manera de disputar. Chris tenía un agudo sentido de la observación, un talento que le
consiguió un trabajo lucrativo en una consultora de negocios, una empresa que enviaba
un equipo a otra que no lo estaba haciendo bien para identificar sus problemas, y les
aconsejaban cómo arreglar las cosas. Sin duda notaria si Brady actuaba raro.
Por eso, durante la cena, Brady se obligó a hacer bromas, burlarse de su madre
acerca de su forma de cocinar, molestar a Molly sobre cualquier cosa y sobre todo,
insultar a su hermano delante de Jessica, actuando como si estuviera jugando. Era
exactamente lo que habría hecho si no hubiera estado colgado por ella, así que todos
respondieron con normalidad.
—Por lo tanto, Jessica... —dijo su padre a mitad del plato principal, y Chris
gimió.
—Por supuesto que no. Esta es la primera chica con la que has salido por más
de tres meses. ¡Es aún más importante ahora!
Brady miró a su padre, luego a Chris y Jessica. ¿Ya había pasado más de tres
meses?
—¿Cuáles son tus planes para después de la graduación? —le preguntó su padre,
tomando un bocado de puré de patatas.
—Estoy sacando mi título en diseño de interiores, así que haré todo lo que
pueda conseguir en el campo.
Era perfecta.
—Impresionante.
Eso vino de Molly, y Brady le dio una patada. Se limitó a sonreír, sin mirarle.
—Me alegro de que te sientas así, papá. —Chris se aclaró la garganta de manera
significativa.
Pero por supuesto que no iba a funcionar. Porque lo que Chris iba a decir era
más importante que cualquier cosa que Brady pudiera hacer. Podía verlo en la forma
en que la mano de Chris se cerró alrededor de la mano de Jessica, en la suave sonrisa
que ella le dio, en la anticipación repentina en el aire. Molly se inclinó hacia Brady y le
puso una mano en el brazo, un claro intento de confortarlo. Pero no había nada para
consolarlo. Todavía no.
—¡No, idiota, pi no tiene nada que ver con eso! ¿Dónde está tu cabeza? —Molly
miró a través de la habitación de la residencia de Brady, sabiendo muy bien dónde
estaba su cabeza. Dentro de cualquier fantasía sobre Jessica que estuviera dándole
vueltas hoy.
Dejó que se revolcara por un minuto, hipnotizado por la pelota de béisbol que
tiraba y agarraba, una y otra vez. Probablemente no tenía ni idea de que la pelota
estaba firmada por Nomar Garciaparra después de que ella había cogido su tiro
ganador. Si le gritara a Brady, él asumiría que era debido a la firma, no porque era uno
de sus pocos premios sentimentales. Ella y Brady habían ido a ese juego juntos, y
aunque a menudo eran sólo ellos dos, como ahora, no era frecuente poder fingir que
su relación era más de lo que era.
Era divertido, ella constantemente le decía que superara Jessica, cuando nadie
más le diría a ella que lo supere a él. Pero una década de costumbre era difícil de
superar. Él solo había visto a Jessica una vez, hace un mes.
—Supéralo —le dijo a Brady, por enésima vez, y él no preguntó sobre qué, por
lo que ella sabía que había estado en lo cierto. Estaba abatido sobre Jessica de nuevo—.
Ellos se casarán en febrero —le recordó.
—Lo sé. Y está totalmente loco por ella. Puedo escucharlo en su voz cuando me
llama. Qué lo hace, dos veces por semana. —Se pasó una mano por la cara—.
Solíamos hablar una vez al mes, si acaso. Ahora lo único que quiere es seguir y seguir
sobre ella.
Maldita sea.
—No creo que pueda hacer esto. —La miró suplicante—. ¿Qué voy a hacer? No
puedo soportar la idea de verla casarse con él. De verlos juntos en cada día de fiesta.
De… —Se calló, mirando a lo lejos.
—Todo irá bien —le dijo, y esperaba que ella tuviera razón.
Molly pensó que era la única en sentirlo. Por lo menos los padres de los
Fitzpatrick eran ajenos, balbuceando acerca de las tradiciones que podían transmitir a
Christopher y Jessica y sus eventuales hijos, sobre los preparativos de la boda y cuándo
llegarían a conocer a la madre de Jessica, su único pariente cercano.
Chris actuó naturalmente afectuoso con Jessica, indulgente con sus padres, y de
buen carácter con Brady.
—Está bien. —La voz de Jessica era alta y sin aliento. Molly quería apuñalarla
en el corazón—. Lo he sabido, bueno, desde el día que nos conocimos. Que tú…
—Tengo sentimientos…
—No puedo evitarlo, Jess. Te amo. Si hay alguna posibilidad, una manera de
que me puedas amar a mí, tenía que hacer esto ahora.
—Yo también lo amo. Y nunca quise hacerle daño. —La voz de Brady se
rompió lo suficiente para que Molly supiera que hablaba en serio—. Por favor, Jessica.
Sé honesta conmigo.
—Lo entiendo. — Dolor empapaba las palabras de Brady, y Molly se moría por
ir a consolarlo, para aliviar su dolor de la manera en que pudiera, a pesar de lo que le
haría a su propio corazón. Se apartó de la pared, pero no terminó de hablar.
—¿Qué, entonces?
—Soy el padrino, por supuesto voy a estar en la boda. Después de eso, sin
embargo, olvidate.
No se dio cuenta de que Molly estaba allí de pie, y tuvo que reprimir un sollozo.
Ese tipo de derrota total nunca debería ser visto en la cara de alguien tan joven. Cruzó
la cocina hasta la isla, donde apoyó las manos y bajó la cabeza. Una lágrima cayó a la
tabla de cortar, y luego otra, marcando la madera oscura suavemente. Después de un
par de minutos, levantó la cabeza y la vio en el reflejo de una olla de cobre. Se volvió, y
no había nada en sus ojos. Ni dolor, ni tristeza, o incluso determinación. No era el
Brady que conocía. Molly no se movió, con miedo a que este fuera uno de esos
momentos decisivos, de esos que se dan pocas veces en la vida, cuando alguien puede
mirar hacia atrás y decir: “Fue entonces cuando todo cambió”. Entonces, con toda
claridad, reconoció que lo era. Que ninguno de ellos, ni siquiera ella, volvería a tener la
misma relación con Brady de nuevo.
Y tenía razón.
Traducido por Lore
Corregido por Lsgab38
Boston, Massachusetts
—Demasiado vulgar —comentó, con voz suave y culta. CIA, supuso, aunque
nunca sabría si ella estaba en lo cierto. Tomó la música de él y entró en el cuarto de
atrás, un poco alarmada al escuchar su teléfono sonar de nuevo. Alguien realmente
quería comunicarse con ella. ¿Por qué no la llamaban a la tienda? Temor agarrotó sus
entrañas, y rápidamente encontró la caja por la que el hombre estaba aquí, bajo una
pila de bolsas de plástico. Deslizó los papeles doblados que él le había entregado con la
partitura en el archivo de gabinete y lo cerró, bloqueándolo antes de regresar al frente.
El hombre estaba de pie justo donde lo había dejado, con paciencia, sosteniendo su
sombrero y al parecer leyendo el calendario que colgaba junto a la puerta con cortinas
que iban hacia el cuarto de atrás.
—Jardín Winterbourne.
—¿Qué?
El hombre asintió con la cabeza hacia el calendario. Ella se giró para mirarlo,
vio las vides florecientes o lo que sea en la imagen, y asintió con impaciencia.
Brady.
El pánico hizo que sus dedos estuvieran rígidos cuando marcó la combinación
para devolver la llamada, sin molestarse en comprobar los correos de voz que Jess dejó.
El teléfono sonó cuatro veces antes de contestar, y cada timbre era un nuevo horror, un
nuevo miedo en el corazón de Molly.
Ri-iing.
Muerto en acción.
Ri-iing.
Prisionero de Terroristas.
Ri-iing.
Ri-iing.
—¡Sí! Jessica. Soy yo. ¿Qué pasa? ¿Qué está mal? Cálmate. —Jessica estaba
histérica, llorando tan fuerte que Molly no podía entender una palabra de lo que estaba
diciendo. Sus temores se fundieron en un puño gigante comprimiendo sus pulmones
hasta que apenas podía respirar—. ¿Quién es, Jessica? ¿Quién esta... herido?
Rick, Donna, Chris, Brady. Por favor, no dejes que sea Brady, ¡Dios sé que es egoísta,
pero por favor no dejes que sea Brady!
Pero Jessica no podía calmarse, y Molly tuvo que esperarla, caminando detrás
del mostrador, los nombres de los Fitzpatrick golpeando en su cabeza a cada paso, las
caras de los Fitzpatrick parpadeando detrás de sus ojos mientras Jessica lloraba y tosía.
Rick tenía sesenta, sin antecedentes de enfermedades del corazón, pero eso no
significaba que un ataque al corazón no pudiera suceder. Donna podría haber tenido
un accidente, o haberse caído, o tuvo una complicación de su diabetes. Podrían haber
estado en un accidente de coche. Christopher… y… Brady…
—Jessica —dijo en voz baja pero con firmeza, su propia desesperación bien
escondida—. Tienes que calmarte. Esto no es bueno para ti.
—Sí —dijo Jessica—. Están en camino. Deberían estar aquí…oh. Ellos acaban
de estacionarse. —Ella sonaba más tranquila ya.
—¿Alguien llamo a Brady? —La voz de Molly se rompió con su nombre. Cerró
los ojos, aspirar para combatir las náuseas.
—No lo puedo localizar. Su correo de voz dice que está fuera de contacto
durante unos días, y su secretaria dijo que no sabía dónde estaba. —El enojo fortaleció
la voz de Jess, y Molly sabía que iba a estar bien, por ahora—. ¿Cómo diablos puede su
secretaria no saber dónde está?
Porque ella no era su secretaria. Pero Molly no podía decirle eso.
—¡Le dije que era una emergencia! Me dijo que dejara un mensaje. Como si
pudiera transmitir algo de esa manera. —Comenzó a llorar de nuevo, pero no tan
histéricamente.
Molly tuvo que sentarse. No había taburetes o sillas detrás del mostrador, así
que se hundió en el suelo, de espaldas a los estantes debajo de la registradora, y trató
de no desmoronarse.
—Lo encontraré —le aseguró a Jessica—. ¿Están Rick y Donna allí? —La
madre de Jessica había muerto de cáncer de mama hacia unos años. Siendo hija única,
solo tenía a sus suegros ahora.
—Sí, él... quien sea que es él los acaba de dejar entrar. Está hablando con ellos,
pero no puedo oír lo que está diciendo. Me tengo que ir. —Colgó bruscamente.
Era la adrenalina. Tenía que sentarse aquí por un minuto, dejar que se disipe.
Dejar que su cuerpo se recupere.
Luego tenía que encontrar a Brady y decirle que su hermano estaba muerto.
Apretó el puño en su boca para contener sus propios sollozos. Era de alguna manera
vital que se mantuviera controlada mejor que Jessica. El duelo surgió ahora, como si
hubiera estado esperando su turno, y no podía mantenerlo alejado ya. Las lágrimas
brotaron de sus ojos y se dejó ir, enterrando su rostro en la falda voluminosa, llorando
por la pérdida, por el agujero que dejaría en la familia Fitzpatrick, por lo que le haría a
Brady.
Iba a matarlo. Iba a culparse a sí mismo, a pesar de que no tenía ni idea de que
Chris no era el consultor de negocios como siempre se había presentado a sí mismo. Se
culparía a sí mismo por no haber estado allí. No había visto a su hermano desde hace
años, a excepción del almuerzo o la cena ocasional cuando ambos estaban “De
negocios” en la misma ciudad. Brady se negó a ir a la casa de Chris y Jessica, se negó a
asistir a las reuniones de la familia... incluso se había perdido el funeral de su tía hace
tres años. Sus padres iban a DC de vez en cuando, su madre totalmente desconcertada
por su distanciamiento de la familia, su padre estoico al respecto. Molly les había dicho
por qué lo hacía, cuando Brady se negó y ya no podía soportar verlos sufrir por la
confusión. De los dos, Rick parecía entenderlo mejor, tal vez porque Brady había
descrito su primera reacción a Jessica al igual que Rick lo había hecho con Donna.
Pero Donna no sabía por qué Brady no podía dejarlo a un lado, no podía reprimir el
amor que sentía por la mujer de su hermano, para que no los perdiera a todos. Así ellos
no lo perderían a él.
La peor parte, para Molly, fue Brady alejándose de ella, también. Había sabido,
ese día en la cocina, que él lo haría. Había sido lento y doloroso, porque ella luchó
contra ello, y habían tenido hábitos arraigados y rutinarios en la universidad. Pero una
vez que se graduó y se trasladó a Washington DC, se había hecho mucho más fácil. Se
había quedado en Massachusetts para obtener su maestría antes de pasar unos años
viajando por el mundo con diversas orquestas, bandas de rock, compañías de ópera, y
odiaba cada minuto lejos. Había estado preparándose para abrir la tienda aquí en
Boston cuando SIEGE, Empresa de Infiltración Estratégica de Grupos Enemigos, una
empresa privada aprobada por el gobierno para la obtención de información la había
reclutado.
Ella resultó ser nada de lo anterior, solo una estudiante de música en busca de
un determinado CD que Molly no tenía. Se aferró a su paciencia por las uñas mientras
procesaba la orden especial y acompañaba a la mujer y su novio fuera, cerrando la
puerta detrás de ellos. Después realizar sus procedimientos de cierre, pegó un cartel en
la puerta que decía CERRADO POR EMERGENCIA FAMILIAR e hizo una rápida
parada en el banco en su camino de salida de la ciudad.
Había estado aquí demasiado tiempo, su tapadera se había vuelto débil en los
últimos días, pero había una pieza de información que haría que la semana y media
anterior valiera la pena. Sin ella, el resto de la inteligencia era de relleno y no mucho
más. Su contacto había establecido una reunión dentro de tres horas a partir de ahora.
Su tapadera solo tenía que durar lo necesario y aguantar hasta entonces. Pero su
sombra había aparecido esta mañana, y él, o ella, era bueno. Demasiado
condenadamente bueno. Brady se había estado moviendo alrededor de la ciudad
durante todo el día, tratando de perderlo. Taxis, autobuses, giros rápidos por los
callejones, y siempre el bastardo permaneció solo unos pasos atrás.
Tenía que ser una mujer, alguien así de delgado, pero no pudo ver una cara más
allá de la capucha de la chaqueta. Entrecerró los ojos. Una chaqueta muy parecida a la
que llevaba puesta.
—¿Molly?
Impresionado más allá de cualquier cosa, se echó hacia atrás y se paró. Habría
llegado a ayudarla, pero ella se paró antes.
—¿Qué demonios estás haciendo aquí? —Ni siquiera podía su cerebro participar
lo suficiente como para considerar las posibles razones.
—Vine a buscarte.
Aún no procesando. Casi sin reaccionar. Alguien podría venir a través de esa
puerta detrás de él y matarlo en este momento, y ni siquiera tendría la capacidad de
saber lo que estaba ocurriendo.
—¿Por qué?
En lugar de responder, Molly pasó junto a él, abrió la puerta para comprobar el
pasillo, a continuación, volviendo a cerrar con llave con la cerradura que había sido
instalada por SIEGE en lugar de la endeble que él había forzado tan rápidamente.
¿Cómo sabía cómo hacerlo?
La respuesta era obvia, pero no tenía absolutamente ningún sentido. Ella era un
músico, por el amor de Dios.
O profesora de música. O lo que sea. Algo que creaba una total desconexión
con su presencia en este país. Y las habilidades que había mostrado hace un momento.
—Brady, siéntate.
Él no se movió.
—Tú me tiraste.
—¿Qué pasa? —Dio un paso adelante para cerrar las manos sobre sus hombros,
y cuando parecía que se caería bajo ellos, él tiró de ella en un abrazo—. Molly, me
estás asustando. ¿Qué está mal? ¿Por qué estás aquí? —Su cerebro se puso de nuevo en
marcha, lo suficiente para que no pudiera dejarle dar su respuesta—. Tú has estado
siguiéndome todo el día. ¿Cómo diablos te pegaste a mí de esa manera? ¿Por qué no
simplemente te acercaste? ¿Por qué no me llamaste? —Pero lo último, por lo menos,
podía responder por sí mismo—. Bien, bien. No estoy en contacto. Habrían necesitado
establecer un puente. Pero eso no explica nada... — Él la dejó ir—. Me callo ahora. Tú
hablas.
Eso era cierto, pero ¿cómo iba ella a saberlo? Se mordió la lengua, a la espera de
respuestas a lo que ya había preguntado, en lugar de apilar más preguntas.
Casi se negó de nuevo, pero se había vuelto tan pequeña en los pocos minutos
desde su pelea, que cedió. El colchón se inclinó y los deslizó juntos, muslo contra
muslo, y una energía que nunca había sentido antes despertó por un instante antes de
que se ahogara bajo la improcedencia.
Y su mundo se desplomó.
—¿Cómo? —dijo con voz áspera, asentándose sobre sus talones, incapaz de
levantarse o moverse incluso la distancia corta de nuevo a la cama.
Alzó la cabeza.
—Brady. —No se movió. Tenía que darle descargas de alguna manera. Como si
no estuviera ya en estado de shock.
—Jessica me llamó hace tres días. Alguien se acercó a su casa para decirle que
Chris estaba muerto, pero no le dirían cómo. Alguien fue a decírselo a tus padres.
Obedeció, tirando de la capucha hacia atrás hasta hacer sombra sobre su cara y
tirando de las mangas hacia abajo sobre sus manos. Hicieron su camino para salir del
edificio y a la misma calle. Una vez que estuvieron a pocas manzanas de distancia,
Brady tiró de ella en la entrada de un edificio tapiado.
—Dime.
Ella no sabía por dónde empezar. Se había mantenido en contacto con los
Fitzpatricks durante los últimos tres días, asegurándose de que estaban bien, que
Jessica estaba aguantando. La cuñada de Brady había sido hospitalizada para una
sedación monitorizada la primera noche, y después de eso ella había logrado calmarse
lo suficiente como para funcionar. Un poco. Sus padres estaban desesperados por tener
a Brady en casa, y Molly les había prometido llevarlo allí tan pronto como pudiera.
Pero él estaba en lo profundo, y le había tomado un día para llegar hasta aquí, un día
más para seguirle la pista, y todo el día de hoy para acercarse lo suficiente y ser lo
suficientemente fuerte como para hacer frente a esto.
Había tanto que decir, tanto que no sabía, y no estaba segura de cómo apegarse
a las partes relacionadas con Chris.
—No sé nada. Cuando sucedió, ni cómo, ni dónde está ahora. Tus padres están
con Jessica. Ella está en mal estado.
—Por supuesto que lo está —Brady murmuró las palabras con simpatía.
Molly odiaba la punzada de celos que eso le generó. Este no era el momento,
por el amor de Dios.
Pero había sabido todo el tiempo hacía adonde iría el enfoque de Brady.
Necesitaría una salida a su propio dolor, y Jessica lo necesitaba. Molly quedaría fuera.
Una vez más.
—Nadie les decía dónde estabas o cómo ponerse en contacto contigo. Tus
padres no querían que te enteraras de la noticia por un extraño.
Él se movió y le tomó la mano, levantando la cabeza por lo que sus ojos color
avellana, ahora de un desolado gris-azul, encontraron los suyos a sabiendas.
—Tú no querías eso. Puedo calcular los tiempos de viaje, Moll. Tú estabas de
camino hacia aquí tan pronto como te enteraste y sabías que yo estaba fuera de
contacto.
—Gracias. —Él tomó una respiración profunda y envolvió sus brazos alrededor
de ella. Cerró los ojos y se aferró a él, sintiendo su cuerpo estremecerse.
—Sé que hay mucho más que esto. Tienes un montón de preguntas para
contestar. Pero tenemos que llegar a casa.
No le importaba eso. Ella quería hacer esas cosas, pero no podía evitar sentir que
era insuficiente, que necesitaban, y que podía hacer mucho más. Pero eso era
probablemente debido a la falta de respuestas.
—Vamos. — La tomó del brazo, comenzó a salir del resguardo, pero se detuvo
de nuevo—. Espera. Maldita sea. Tengo una reunión. Debo asistir.
Él flexionó su mandíbula.
—Lo sé. Pero esto es importante, y una gran cantidad de esfuerzo habrá sido en
vano si no hago este último encuentro. No tomará mucho tiempo.
—¿Cuándo?
—No. Aquí. —Se encorvó sobre un pequeño anotador que sacó del bolsillo
interior de su chaqueta, anotando la información con una pequeña pluma—. La
primera dirección es mi hotel y número de habitación. Todo está en el armario. —
Dudó como queriendo decirle algo más, pero continuó—: La segunda dirección es
donde encontrarme. Voy a tener un coche allí. Iremos a la siguiente ciudad. Está a dos
horas de distancia, pero podemos conseguir vuelos más directos desde allí. Será más
rápido en general.
—Está bien. —Tomó el papel y lo metió en el bolsillo, aunque había
memorizado las direcciones mientras las escribía—. Ten cuidado.
—Lo sé. —Lo abrazó, y luego aún más fuerte, traicionando su preocupación
sobre su encuentro—. ¿Cuánto tiempo hasta que hayas terminado?
—El encuentro en sí debe ser rápido. Así que dame una hora y media.
—¿Y si no te presentas, me voy sin ti? —Era una lamentable broma a medias,
no sonrió... o respondió.
Su hotel era pequeño pero de alta gama, el conserje la miró con recelo cuando
entró por la puerta principal. Saludó con la mano con la llave tarjeta que Brady le
había dado, y él asintió, luciendo apaciguado. En un lugar como éste, odiaba ser
acorralada en un ascensor, por lo que tomó las escaleras subiendo el tramo hasta el
piso de Brady. Su habitación estaba justo al lado de la escalera. Por supuesto. Entró en
la habitación sin que nadie la viera, el hotel estaba tranquilo.
Tenía un montón de tiempo de sobra. Brady llamaría para cerrar el registro del
hotel, por lo que puso la tarjeta de acceso en el escritorio y se colgó el bolso al hombro,
lista para salir.
Por supuesto Brady no quería decirle qué más había que hacer, pero no podía
dejar de hacerlo. Dejó caer la bolsa y se arrodilló junto a la cama, empujando sus
brazos profundamente entre los colchones.
Nada. Fue todo el camino alrededor de la cama sin encontrar lo que buscaba.
Maldita sea, sus brazos eran demasiado cortos. Se puso de pie y sacó el colchón hacia
arriba. Allí estaba, en el centro, un maletín de un arma pequeña. No podía sostener el
colchón y alcanzarlo con la mano, por lo que extendió un pie y lo deslizó más cerca,
entonces lo sacó y dejó caer el colchón. El peso de la caja le dijo que el arma estaba
dentro. Por un segundo se puso furiosa con él, ir a una reunión sin armas, pero
entrenado en sus acciones.
Pero se había corrido la voz, y él claramente sabía por qué estaba allí,
devolviendo el arma que había protegido a Brady desde que entró en el país. El dolor
que sabía había visto reflejado en sus ojos sería la confirmación, y la palabra se
extendería aún más. Había peligro en este trabajo, pero sin embargo, la pérdida de un
agente SIEGE era raro y daba que hablar en toda la comunidad, a pesar de que la
mayoría de los miembros de la organización no sabrían quién de ellos había caído, ni
que incluso Chris había sido uno de ellos.
Era casi la hora de reunirse con Brady. Molly terminó el café, se alegró de que
la lluvia hubiera cesado, y se levantó para orientarse. El lugar de reunión estaba al
norte, cerca de dos kilómetros y medio, y decidió caminar. No quería llegar demasiado
temprano, y quedarse llamando la atención sobre sí misma en una ciudad donde todo
se movía, aunque a un ritmo diferente al que estaba acostumbrada.
Molly se dio cuenta de que estaba siendo una idiota, dejando que su necesidad
de proteger a su amigo anulara su sentido común. Él era el único con experiencia de
campo. Cayó al suelo, acurrucándose tan pequeña como pudo y cubriendo su cabeza
con sus brazos. ¡Bang! ¡Bang! Más astillas salieron volando, entonces Brady estaba
levantándola de los brazos y arrastrando su bolsa de su hombro. Corrieron por la calle,
Brady maldiciendo, Molly jadeando.
—¡Entra!
—Creo que estamos limpios —dijo a unas manzanas más adelante, cuando no
había ninguna señal de que alguien los seguía.
Miró por encima. Él tenía el suyo ya. ¿Cómo había hecho eso?, conducir como
un loco y estar pendiente de la búsqueda, todo al mismo de tiempo… Está bien, estaba
oficialmente impresionada. Su propia formación había sido suficiente para traerla
hasta aquí a buscarlo, para hacer lo que tenía que hacer, pero saber que los agentes de
campo tenían muchas más habilidades era totalmente diferente de ver uno en acción.
—Sí. —El agarre de Brady se tensó sobre el volante—. Parece bastante poco
importante ahora, pero en el panorama general, es vital. Gracias por tu ayuda. ¿Tienes
todas mis cosas?
—¿Qué? —Su cabeza dio la vuelta, pero estaban fuera de la ciudad ahora, el
camino era áspero y sinuoso, por lo que volvió la mirada al frente de inmediato—.
¿Qué hiciste qué?
—¿Cómo tu… porqué…? Vale, no soy tan estúpido. —Su mandíbula estaba
apretada cuando él apretó los dientes—. Eres de SIEGE.
—Sí.
—¿Y tú eres, qué? ¿Un intermediario? Sí, tendrías que serlo, con la tienda.
Cobertura perfecta. Y es por eso que tienes capacitación en pelea mano a mano y…
Caray, ¿cómo sabías quien era mi proveedor?
—No lo sabía. —Se retorció en su asiento, tirando de sus piernas hacia arriba y
apoyándose contra la puerta para que pudiera mirarlo. Esto sería divertido, si solo la
razón por la que finalmente había sido capaz de buscarlo fuera menos horrible—. Pero
sabía a quién llamar.
—Ni siquiera puedo creerlo… —Sus ojos se estrecharon y le lanzó una
mirada—. Tú sabías que yo estaba en SIEGE.
—Sí —dijo de nuevo, esta vez con un poco más de cautela mientras se
acercaban a territorio sensible.
—Pero yo no sabía que tú lo eras. ¿Cómo funciona eso? —Él frunció el ceño.
—Ya sabes cómo funciona. SIEGE nos mantiene tan aislados como sea posible.
Intermediarios y proveedores conocen a los agentes de campo, pero no entre sí. Los
agentes conocen a los despachadores pero no a otros agentes. —En su mayoría. Pero,
¿cuánto la gente de soporte de SIEGE apoyaba realmente la interacción? Era
irrelevante. Por lo menos, ahora lo era.
—No puede ser una coincidencia —afirmó Brady, los ojos sobre todo en la
carretera—. ¿Te reclutaron debido a mí?
—Pero tú no eres uno de mis intermediarios. —Hizo una pausa—. ¿Lo eres?
—No lo sé. —La tensión y la alerta cubrieron sus palabras, pero Molly no lo
escuchó, no podía.
—…era un despachador.
—No voy a escuchar esto. —Furia fría ahora, y si Molly no lo conociera tan
bien estaría asustada. Infiernos, ya, no lo conocía bien y estaba asustada. Pero tenía
que decirlo de todos modos. Tenía que saberlo.
—Eso no es posible. —Sintió sus labios rizándose hacia atrás en los dientes en
un gruñido, las implicaciones de lo que ella le había dicho hacinaban su cerebro, se
combinaban para formar un zumbido feroz que ahogaba todo lo que ella le estaba
diciendo ahora.
—¡Brady!
La voz de Molly era débil detrás de él. Se detuvo, presionando sus manos en la
parte superior de la cabeza, como si eso pudiera detener el zumbido atormentador,
como un enjambre de avispas. Oyó salpicaduras (Molly, corriendo a través de los
charcos).
Pensó en cómo había cuidado el arma debajo del colchón, recogido sus cosas...
infiernos, cómo lo había encontrado y lo siguió durante todo el día, cuando él estaba
tratando, evidentemente, de perderla. Y algo lo calmó. No era una panacea, o la tapa
temporal del caldero de sus emociones, sino una disminución real del remolino. Podía
pensar y empezar a resolver lo que sentía y lo que necesitaba saber.
—¿Dónde has estado durante los últimos diez años? —dijo sin pensar, y al
instante se maldijo a sí mismo. Porque él no quería excavar todo ahora—. Lo siento —
dijo antes de que llegara más allá de la herida, tan clara en su cara, lo suficiente como
para darle una respuesta de listillo—. Nunca debí dejarte como lo hice. No merezco
tenerte aquí. Pero maldita sea, me alegro de que estés conmigo.
—Maravilloso. —Ella inclinó la cabeza hacia atrás, hizo un gesto irónico con la
boca, y dejó caer la lluvia más fuerte en su cara para hacer su punto—. ¿Podemos
volver al coche?
—Sí, tenemos que hacerlo. —Un gesto estúpido, sin sentido, pero él sostuvo la
puerta para ella mientras subía, y le llevó unos pocos segundos de más en la lluvia
rodear la parte delantera del Jeep. Normalmente, se dispararían dardos entre sí
durante unos minutos, pero cuando él se subió al asiento del conductor y puso en
marcha el vehículo, el aire era demasiado pesado como para permitir bromas.
—Pregúntame lo que quieras —dijo Molly después de que había conducido por
un minuto o dos—. Te diré lo que sé.
Brady dejó escapar un suspiro y se pasó las manos por el pelo, enviando
volando gotas de agua a su alrededor. Molly no se inmutó.
—Yo ni siquiera sé por dónde empezar.
—¿Qué tal con Chris siendo reclutado por SIEGE? —sugirió—. Recuerdas el
trabajo de la consultora...
—Sí. —Se sentía estúpido, crédulo, como nunca lo había imaginado—. Nada
más sacarlo del instituto. ¿Cómo lo supiste?
—Lo siento.
—Está bien. De todos modos, me hablaron de los dos. No los detalles, sólo que
eran agentes, y eso porque sabían que eran agentes de campo, tendría incentivo para
hacer un buen trabajo como un intermediario.
Brady resopló.
Ella había aludido hacía varios años, cuando estaba abriendo la tienda, que lo
hacía porque quería quedarse en casa. La conversación había sido superficial, sin
embargo, no el debate en profundidad que habrían tenido unos años antes. Su culpa. Y
de repente, lamentó los últimos doce años más amargamente que antes. Un ardor
desconocido se apoderó de su corazón durante unos segundos. Su culpa. Todo era
culpa suya.
No te obstruyas ahora. Tienes que llegar a casa. Las personas te necesitan. Jessica te
necesita.
Poco a poco, Brady alcanzó el equilibrio de nuevo, hablar con Molly sobre su
formación lo ayudó para sostenerse, a compartimentar todo el dolor, y dejar que el
agente se hiciera cargo. Tú has estado en situaciones peores, trató de decirse a sí mismo.
Pero por supuesto no era cierto. Más peligroso, tal vez. Estresantes, sin lugar a dudas.
Pero más doloroso, ¿más personal? Nunca.
Sin embargo, esas otras situaciones le habían enseñado cómo hacerle frente.
Tenía que concentrarse en el aquí y el ahora, en llegar a casa, un paso a la vez, un
minuto a la vez. Poner todo dentro de una caja y cerrarla a cal y canto, para tratarla...
más tarde. En algún momento. Después de que hubiera terminado todo lo que se le
exigía. Como conseguir que Molly llegase a casa. Ella había hecho un trabajo al llegar
a él, pero no tenía su experiencia. Dependía de él que llegara a casa a salvo.
Por detrás, percibió, más bien que sintió el débil ruido de un poderoso vehículo
detrás de ellos. Nada visible en el espejo retrovisor, pero venía alcanzándonos a través
de la colina. El camión podría estar justo al otro lado de la misma, a punto colocarse
detrás de nosotros. Podría ser un viajero al azar, o incluso los bandidos locales. Pero el
instinto le dijo que era la persona que había disparado en la calle contra ellos. Alguien
se había había enterado de qué tipo de información estaban reuniendo y no quería que
dejaran el país con ella. Y su pequeña crisis les había permitido alcanzarlos. Mierda.
—¿Los vistes?
—No pero...
El camión encabezó la cresta de repente, unos buenos cien metros atrás. Pareció
estar suspendido por un segundo, luego cayó por la pendiente, medio derrapando, su
motor ahora un rugido audible bajo la lluvia que martilleaba el techo del Jeep.
Cualquier posibilidad de que no fuera el tirador fue anulada inmediatamente cuando
alguien asomó el cañón de una pistola por la ventanilla del lado del pasajero.
—¡Al suelo! —Brady ordenó, pero Molly ya estaba desplomada tan abajo como
podía sin estar del todo en el suelo. Golpeó con el pie el acelerador al chocar con un
bache del asfalto. El vehículo rebotó por el bache, arrojándola como una muñeca de
trapo, pero ella no pronunció sonido alguno.
No oyó el disparo, pero captó una chispa por la esquina de su ojo a través del
espejo del lado derecho. Comparó rápidamente los valores de zigzaguear y ser un
blanco más difícil en lugar de ir recto pero más rápido, se quedó en el camino y trato
de formar un plan.
—No hay mucho de lo que podamos hacer incluso con armas —señaló—. A
menos que también seas un tirador.
—Nah, nunca llegué a eso. —Tiró de sí misma hacia atrás en el asiento ya que
habían ganado un poco de distancia y los tiradores eran inteligentes, ahorrando
balas—. ¿Hay otro camino que podamos tomar? ¿Cualquier lugar dónde esconderse?
—Buena idea. —Había otra colina más adelante. Si podían conseguir suficiente
distancia, una vez que estuvieran fuera de la vista él podría intentar salir de la
carretera. Pero sólo si no había otro cerro o una curva en el camino. De lo contrario,
sus perseguidores sabrían lo que habían hecho, y serían presas fáciles.
—No lo estoy —dijo entre dientes, apretó el acelerador—. ¿Se siente cómo si
estuviera estado preocupado por eso? —Bueno, tal vez lo hubiera estado,
inconscientemente, porque el vehículo subió a la colina, saltando en el aire cuando
pasaron por encima.
—Casi. —Pero apuntó el Jeep hacia allí, pisó el freno y derrapo de nuevo.
Esperaba que la lluvia y el barro disimularan las huellas de los neumáticos. Molly
chilló cuando, por un segundo, el Jeep pareció como si fuera a caerse, pero pisó el
acelerador de nuevo y se enderezó, deslizándose por un estrecho hueco entre los
árboles en una parcela de selva. Se parecía más a un camino que una carretera, pero
también era más plana, menos llena de baches, y los árboles que sobresalían los
protegían un poco de la lluvia, por lo que fue capaz de conducir un poco más rápido.
Hojas y ramas golpeaban contra el coche, alcanzando los espejos y el
limpiaparabrisas. No podía oír nada fuera de su capullo maníaco, y tenía demasiado
miedo de chocar con un árbol para apartar los ojos de la nariz del Jeep.
Molly se enderezó y miró de nuevo por encima del asiento. Se tragó la sangre
que se filtraba a través de su lengua mordida y del interior de la mejilla, entrecerrando
los ojos a través de la lluvia deslizándose por la plana ventana trasera.
—Necesitamos saberlo.
—¡No! —Un mal presentimiento brotó. Había una razón por la cual el camión
había desaparecido, y estaba bastante segura de que no era porque sus perseguidores
los habían perdido—. ¡Alto, Brady! —Ella volvió a cerrar la ventana y trepó de nuevo a
su asiento—. Busca un lugar para esconderte.
—¡Ahí! —El camino tomaba una curva más adelante, su visión los bloqueaba
no sólo por los árboles, sino por un afloramiento de roca. No tenía ni idea de si
encajaría, pero la urgencia se construía en su pecho.
—Tenemos que parar. Ellos... no sé, tomaron otra ruta u algo así, para
cortarnos el paso.
Minutos pasaban, cada uno una eternidad. Ella soltó y volvió a contener la
respiración en tres ocasiones.
Y luego el camión que había sido dejado atrás apareció alrededor de la curva
(en la dirección opuesta). Molly dio un salto y se quedó sin aliento, con el corazón
saltando tan fuerte que pensó que se saldría. Pero Brady solamente apretó sus manos
en el volante y los vio conducir.
—Espera. —Él miraba, parecía estar contando. Luego salió y giró a la derecha,
la roca raspó tan fuertemente la puerta de Molly con un chirrido que estaba segura de
que sus perseguidores lo debieron de haber escuchado.
Recuperar el aparato, le dio algo que hacer, lo que alivio su garganta, y luego
Brady la mantuvo ocupada mirando coordenadas en un mapa que estaba en la
guantera y navegando por un laberinto de carreteras secundarias a través de la selva.
Los mantenía a salvo, pero tardaron cuatro horas en lugar de las dos que esperaban
tardar, y para el momento en el que llegaron a la ciudad, habían perdido el último
vuelo del día y tuvieron que coger una habitación de hotel hasta la mañana.
Molly no podía decir que le importara. Ella dejó que Brady los registrara en una
cadena de hoteles, luchando para no balancearse donde estaba parada. Nada mejor
que atacarlos aquí. Estaba demasiado cansada como para luchar. De hecho, no era
capaz de expandir su conciencia fuera de un perímetro de medio metro. Su alrededor
era un borroso zumbido. O un zumbido borroso. Al igual que un cuadro de Monet, o
Tiza. Sin HDTV2.
2
HDTV: High Definition television (Televisión de Alta Definición).
3
Puddle: Charco.
tono divertido pero cansado. Ella no necesitaba recursos adicionales para oír eso. Pudo
identificar a Brady y su estado de ánimo en su modo de ensueño.
—No me llames Puddle. —Se las arregló para decir, y le dejó guiarla hacia el
ascensor. Ella siempre había odiado ese viejo apodo, comenzó el verano en el que
había tenido su primera menstruación y lloraba a cada minuto. —¿En qué planta están
nuestras habitaciones?
—Habitación.
—Sí, es más seguro. —Él estaba visualizando los números por encima de las
puertas. Cuando ella no dijo nada, la miró por sobre el hombro—. ¿Qué?
Molly gimió y abrió los ojos, sorprendida de encontrarlo allí de pie tan cerca.
La dura pared de su pecho estaba a una corta distancia de ser oh, jodidamente tentador, y
con un ligero movimiento de sus ojos, pudo ver el pulso de su garganta, la áspera barba
de su mandíbula y su boca perfecta. Ella casi no podía respirar, su corazón latía con
fuerza, su cerebro estaba en cortocircuito con una necesidad a la que no podía ceder.
Se frotó las manos sobre su cara. Luchando contra la pena en todos los sentidos.
—Gracias. Lo siento.
—Hey, no te disculpes. —Su voz era suave, admirada—. Estuviste increíble hoy.
Te debo una.
—No, eso es lo que hace la familia. —Le salió sin premeditación, pero lo decía
en serio. Por desgracia, la palabra “familia” les recordó por qué había hecho lo que
había hecho. La expresión de Brady fue dura, estoica, y el oscuro pozo de dolor que
había logrado pasar por alto durante su aventura se desbordó de nuevo.
Molly no pudo con el horror en sus ojos ahora, y se metió en el cuarto de baño
para escapar. Se quitó la ropa todavía húmeda, y calentó el agua para la ducha,
mientras hacia otras cosas necesarias. En el momento en el que dio un paso bajo la
ducha fue el placer más puro que jamás había sentido en toda su vida. Gimió cuando
el agua caliente arrastró la tensión y la fatiga, relajó todos los músculos, la acarició y
masajeó, y oh, ella no podría salir nunca de allí. El pulverizador golpeó puntos
sensibles en la espalda y en los hombros que ella no había notado, lo que alivió la
tensión, y mientras se enjabonaba con la barra de jabón gratuita para eliminar la capa
de mugre, dejó escapar otro gemido.
—Brady.
Molly murmuró.
No podía seguir así, lo sabía. No debía. Tenía que ceder ahora, mientras que
estaban a salvo, así no cedería en el peor momento, más tarde.
No puedo.
Brady no podía formar las palabras. No le podía explicar a Molly que tenía
miedo de que si él liberaba la rabia, el odio y el dolor profundamente enjaulado en su
interior, no sería capaz de recuperar el control nunca. Si él no estaba controlado, no
podría protegerla, o la información que él intentaba llevar a casa. Se quedó quieto, con
las manos apoyadas en la cintura de Molly porque no era capaz de dejarla ir, y ella le
acarició el pelo retirándolo de su cara, murmurando, consolándolo. Él quería
aceptarlo, hundirse en ella y dejarla absorber su dolor, y él sabía que ella lo hubiera
dejado. Pero ella tenía su dolor propio, sus propias cargas. No necesitaba las de él,
también.
Su boca era suave y cálida, y sabía extraño y familiar al mismo tiempo. Ella no
dudó en abrirse a él, envolvió sus brazos alrededor de su cuello, apretó su cuerpo (oh,
Dios, ella era tan suave y curvilínea y limpia y olía tan suave y era fuerza y poder y
tantas cosas que él fingió durante doce años que no la extrañaba, que no la necesitaba).
Él tiró de ella más cerca todavía. Ella se arqueó, frotándose contra su repentina
erección, y el hambre ardía a través de él, cegándolo con su intensidad. Sus manos
recorrían arriba y abajo su espalda, las caderas, y su culo sorprendentemente apretado.
Los ruidos que hizo en la parte posterior de su garganta le inflamaron más aún.
—Dios, Molly —jadeó él, inclinando la cabeza hacia atrás pero no viendo el
techo por encima de él, sólo una neblina roja—. Te necesito. Por favor...
—Sí. —Ella dijo, y tiró la cabeza hacia abajo para besarlo de nuevo, su lengua
acariciando la suya, la boca abierta, carnal. Él deslizó sus manos bajo su camiseta sin
mangas y la sensación de su piel era tan suave, tan caliente, le quitó la camiseta por
encima de su cabeza, y dejó caer las manos de inmediato a sus pechos. Sus pezones
estaban tensos y duros (un signo de su excitación que una parte minúscula, racional de
su cerebro lo catalogaba con alivio).
—Mierda. —Cerró los ojos, con fuerza, y alejó a Molly un par de centímetros
mientras trataba de recuperar una medida de control.
—¿Qué? —Ella estaba sin aliento, también, sus dedos deshaciendo la bragueta y
sumergiéndose...
—Guao. Espera.
—Es esto... estás... no puedo, si... —Ni siquiera podía formar una frase
coherente.
Ella dijo exactamente lo correcto. Había oído esa palabra de ella un millón de
veces, se había reído cuando consiguió que su boca fuera lavada con jabón por usarla.
Pero nunca tuvo ese efecto en él. Su polla palpitaba y se hinchó y ella la sacó fuera de
sus pantalones y ropa interior, y luego sus propios pantalones cortos y, Jesús, ya estaba
desnuda por debajo. Ella cayó de espaldas sobre la cama, tirando de él encima de ella,
y por una fracción de segundo, casi se pierde a sí mismo, hundiéndose en la cálida
humedad entre sus muslos. Si se hubiera movido un centímetro más, eso habría sido
todo. Pero muchos años de cuidado lo detuvieron también.
—Condón —dijo entre dientes, pero no podía recordar dónde o cómo conseguir
uno. Sus pechos estaban demasiado cerca, y se acercó para lamer su pezón, y luego
morderlo cuando ella se arqueó y gritó. Dios, ella sabía muy bien. Él se dio un festín,
vagamente consciente de que su cuerpo se retorcía debajo de él, de que ella tomaba
algo. Hubo un ruido sordo, algo que cayó, pero a él no le importaba. Demonios, olvida
los condones. Se movió por su cuerpo, besando y mordiendo su abdomen liso, el hueso
de la cadera, pasó la lengua por el ombligo, inhalando profundamente, saboreando,
anhelando. Otros pocos centímetros, y allí estaba. Él abrió sus muslos, los levantó
sobre sus hombros, deleitándose con sus gritos mientras la lamía. Su clítoris palpitaba,
hinchado, y se estremecía con cada golpe. Ella estaba cerca. Presionó un dedo dentro
de ella, Dios estaba tan apretada, y ella se apretó aún más, su cuerpo tenso,
inclinándose. Se lanzó hacia arriba, necesitaba estar dentro de ella, y dejó escapar su
propio grito cuando la mano de Molly se envolvió alrededor de él, apretando.
Vagamente se dio cuenta de que había encontrado un condón, que lo estaba rodando
sobre él, el acto casi haciéndole acabar.
Jodida felicidad.
Eso era por lo que él había tenido sexo con ella, por supuesto. No se hacía
ilusiones sobre eso. Pero la falta de autoengaño no le impidió sujetarlo cerca hasta que
su peso se convirtió en demasiado. Se movió de debajo de él, pero se quedó cerca,
sobre todo cuando él enroscó su brazo alrededor de su cintura. Cerró los ojos, tratando
de sucumbir a su propio agotamiento, pero el sueño se le escapaba. Demasiadas cosas
se arremolinaban en su cerebro.
Si supiera cómo se sentía, y por cuánto tiempo se había sentido de esa manera,
sería aún peor. Él pensaría que lo estaba guiando, y se apresuraría a explicar que el
sexo había sido catártico, la liberación de las emociones que no podía manejar de otra
manera. Que estaba oh, tan agradecido por dejarse utilizar, pero que nunca volvería a
suceder.
Ella resopló suavemente. ¡Qué golpe sería para su ego si le decía que el sexo no
había sido lo suficientemente bueno para inspirar a la ilusión del amor! Bueno, claro,
que había tenido un orgasmo bastante bueno, y la excitación había sido bastante real.
Pero todo el tiempo, su cerebro se había mantenido al corriente de un comentario
sobre cómo esto era por el dolor, una ración de adrenalina, y no cambiaría nada entre
ellos. No de la forma en que a ella le hubiese gustado.
Así que la mañana sería difícil e incómoda en una manera en que su relación
nunca había sido, ni siquiera en la Navidad cuando lo oyó besar a Jessica en el pasillo
de atrás. Ya sabía acerca de sus sentimientos hacia su ahora cuñada, y que no había
albergado ninguna culpa por haber hecho lo que había sentido que tenía que hacer. Él
le había dicho a Molly que por lo menos todo estaba a la luz y él nunca tendría que
preguntarse qué pasaría o mantener la esperanza.
Por supuesto, después de eso, se distanció de toda su familia, incluida ella, pero
aún así.
Se las arregló para quedarse dormida media hora antes del amanecer, en
realidad no dormir, pero semi-lúcida, soñando con Brady despertándose y haciéndole
el amor, esta vez tierno y cariñoso y que fuera sobre ellos más que sobre... otras cosas.
Pero sabía que no era real, que no iba a suceder, y cuando su reloj de alarma sonó,
había estado esperándolo.
Así fue como iba a tener que manejarlo. Cortar a Brady antes de que él tuviera
que decir nada en absoluto.
—Oohh —los calambres ondularon por su espalda y por las piernas, incluso
alrededor de los costados. El gemido de dolor se convirtió en un silbido de suspiro.
Cada músculo de su cuerpo estaba rígido, lo que demostraba que entrenar y luchar
realmente no era la misma cosa. Agrégale la tensión a eso, además de la... cosa que no
había sucedido, y tenía suerte de estar de pie.
—Mierda —suspiró, haciendo una mueca cuando movió los hombros y cojeó al
baño.
Esta ducha era lo segundo mejor que jamás había experimentado. Poco a poco,
sus músculos se aflojaron con el agua caliente y el estiramiento, y después de que se
sentía a medio camino de ser normal, salió y se vistió, mientras trabajaba en ponerse
una máscara de normalidad y empujaba cada emoción en una caja. Una caja de acero.
Sin abertura. Sólo acero sólido remachado todo alrededor de su corazón. Lo selló
mediante el repaso de una lista mental de cosas por hacer. Seis veces.
Entonces estaba lista para enfrentarse al otro lado de la puerta del baño. Tomó
aire y la abrió.
—Sí, está a tiempo. Tenemos un par de horas antes de tener que estar en el
aeropuerto.
—Bien, bien. Tienes tiempo para asearte. Yo… —Ella agitó una mano
vagamente alrededor de la habitación.
Ninguno había dejado nada sin empacar, y Brady había hecho la cama. Más o
menos. Levantado las colchas. Mierda. No podía mirarlo. Ventana. Había que buscar
personajes sospechosos.
—Moll, lo de anoche...
—Tengo que pedir disculpas por lo de anoche —dijo desde detrás de ella,
evidentemente, todavía de pie en el mismo lugar.
¡No! ¡Ella no podía hacer esto! ¡No podía tener esta conversación con él! Ella
exclamó:
—No, no lo fuiste. Jessica probablemente fue sedada, y dejé que tus padres
supieran que nosotros llamaríamos cuando llegáramos de vuelta al país.
—Yo acabo de llamarlos, en realidad. —Su voz era suave—. Hablé con Jess.
Está teniendo un momento difícil, pero dijo que está sin los tranquilizantes ahora.
—Mamá pidió que te dijera lo agradecidos que están contigo de que hayas
venido a buscarme. Está un poco confundida sobre por qué era necesario, pero vamos a
conseguir una excusa.
Ella suspiró. Los próximos días iban a ser un infierno en más de un sentido.
Tan pronto como Brady vio a Jessica, Molly supo que todo había terminado.
—No seas tonta —dijo Molly en el hombro que cubría su rostro—. Ellos
habrían conseguido hacerle llegar un mensaje eventualmente —no dijo quiénes eran
“ellos”, a sabiendas de que Donna asumiría que era la empresa en la que
supuestamente trabajaba Brady.
—Pero él llegó a casa mucho más rápido —Donna la soltó, frotándose un
pañuelo en los ojos, un gesto que se había convertido claramente en habitual. Se veía
demacrada, con los ojos rojos e hinchados, las líneas alrededor de ellos y de su boca
más profundas, arrastrando la piel de su cara hacia abajo.
—Jessica dice que podría ser capaz de manejar un poco de sopa —se puso de
pie al lado de la isla en el centro de la gran cocina—. Ella no puede recordar cuando
comió por última vez.
La culpa pinchó a Molly. Tenía que decirle a Brady, antes de que alguien lo
mencionara. Tendría que haberle dicho ya mucho antes, pero le había parecido como
echar sal en sus heridas, todas ellas, antiguas y nuevas, pero rozándolo duro con lana
de acero. Pero ella lo había sostenido el mayor tiempo que pudo, y ningún momento
iba a ser mejor que ahora.
—Me imaginé que lo haría con el tiempo. ¿Qué le dijeron ? —Molly nunca se
había molestado en preguntar. Era la única que sabía que había muerto en el trabajo y
que no iban a obtener la verdad, por lo que la mentira no importaba. Pero ahora estaba
curiosa.
Molly se guardaba sus opiniones para sí misma. Bien, así que Jessica no era
tonta. Y Molly la consideraba una amiga. Pero no le gustaba la forma en que Jess
había manejado la declaración de Brady, en el pasado, y tenía miedo de cómo lo
usaría ahora.
—¿Qué?
—Es Jessica. No creo que tus padres lo sepan todavía, o no lo hacían antes de
que llegaran las noticias acerca de Chris —más miedo, y esta vez no era tan fácil de
tratar, por lo que Molly se apresuró a explicar—. Está embarazada. De unos dos
meses.
—Por supuesto que lo estaba —había más acusación allí, pero de inmediato
pareció lamentarlo—. ¿Qué tan avanzado está?
—Sí. Mamá dijo algo que yo no entendí, pero ahora… —Él se movió
rápidamente para retirar la sartén de la estufa que ya burbujea hasta la cima—. Ni
siquiera puedo imaginar lo difícil que es esto para ella.
Molly escuchó en silencio, armando los sándwiches, mientras que Brady seguía
sobre la pobre Jessica. Ella era amiga de Molly, una nueva viuda, pronto a ser madre
soltera. El peso de todo eso sería devastador para cualquier persona. Aunque Brady
nunca había declarado sus sentimientos por Jessica, sería natural para ella apegarse a él
en este momento, y para él para ofrecerle todo lo que ella necesitara.
—Está bien. Yo habría dicho algo si no pudiera manejar la situación —y tal vez
quería regodearse en su martirio, sólo un poco. Ahogó un suspiro. Ella realmente
necesitaba superarse a sí misma. ¿Cómo ahora podría ser diferente de hace doce años,
cuando había estado enamorada de su mejor amigo, pensando siempre cómo conseguir
que la notara, sólo para que se enamorase inmediatamente de una mujer que no podía
tener?
Han tenido relaciones sexuales, idiota. Eso es lo que es diferente.
Oh, sí.
—Por supuesto que lo estoy —ni siquiera había considerado la comida, pero
supuso que era un mal ejemplo no hacerlo.
Además, todo lo que había comido desde que salió de América del Sur fueron
los aperitivos en el avión. Intentó coger el último de jamón y queso cheddar, su mano
chocando con la de Brady. Ella dio una palmada automáticamente.
—Sí, señora.
No es que ella lo vería de esa manera, pensó sombríamente. Se veía tan frágil.
Ella no podría haber perdido mucho peso en los últimos días, pero él no quería tocarla
por miedo a romperla. Había balanceado su plato de sopa en su regazo, pero su mano
temblaba mientras intentaba llevar la cuchara a la boca.
—¿Estás todavía con la... medicación? —Esperaba que le hubieran dado algo
seguro para el bebé. Normalmente se habría asegurado, pero por lo que Molly había
dicho, Jess podría haber estado demasiado histérica para mencionarlo. Había mirado a
su vientre sólo una vez, y ella no estaba mostrando mucho, a pesar de su delgadez.
Jessica tragó.
—No, fue sólo eso, una noche, y me tuvieron en el hospital para que pudieran
mantener un ojo en el bebé —actuó como si pensara que Brady ya lo sabía, como si lo
hubiera sabido antes de ahora, por lo que debía de haberle dicho a sus padres. O tal vez
no tenía la capacidad de pensar tan lejos en el tema.
O tal vez Molly le había dicho que se lo diría, pero lo mantuvo oculto sin que
Jessica lo supiera.
—Una chica —su corazón agrietado ahora sentía como si astillas se hubieran
metido en él. Bastardo egoísta—. Chris siempre quiso una hija —bueno, eso era una
estupidez decirlo. ¿Cómo demonios sabía él lo que Chris quería? Así que sí, él lo había
mencionado en aquellas llamadas demenciales, balbuceando, locamente enamorado
por teléfono que le había hecho a Brady en la universidad, eso no quería decir que
todavía se sentía de esa manera. Pero, ¿cómo no podría? Aún frágil como ella lo era,
Jessica seguía siendo hermosa, ahora de una manera casi etérea.
Guau. Una imagen se le cruzó por la cabeza, una niña pequeña con el pelo
rubio y fino, los ojos de color azul oscuro de su padre. Demasiadas emociones le
traspasaron a la vez, y él los empujó a un lado, se concentró en la actualidad, la mujer
a su lado.
—Eso es todo lo que puedo manejar por ahora. Gracias, Brady —extendió la
mano para acariciar su brazo. Él se giró para poner la copa sobre la mesa de café y
recuperó su asiento en el sofá.
—Todavía me siento como si estuviera bajo el agua —Jessica se apoyó en su
hombro—. La mayoría de las veces, no puedo procesar que se ha ido, que nunca lo
volveré a ver. Entonces, de repente el dolor me paraliza y no sé cómo voy a hacerlo —
se echó a llorar y se tapó la cara—. Lo siento.
—No me dejes. Por lo menos durante unos minutos —las lágrimas brillaban en
sus ojos.
—Me quedaré todo el tiempo que me necesites —él tiró suavemente su mano de
la de ella para poder cubrirla con una manta.
—Sigo pensando en cosas tontas —dijo ella, con voz alta y firme—. Al igual
que la forma en que él ya no me hará tortitas de patatas los domingos por la mañana.
Los domingos que estaba en casa. Él se iba todo el tiempo, Brady. —Ella hizo una
pausa para tragar—. Tenía suerte de conseguir una semana antes de que saliera en otro
viaje de negocios. Pero cuando le pedí que recortara los viajes, él dijo que no podía.
Era demasiado importante.
Brady utilizó su propia máscara impasible para ocultar la ira ardiente en sus
palabras. Él entendía lo que significaba SIEGE, cuántas personas habían sido salvadas
por la inteligencia que ellos reunieron y distribuyeron. Sabía de primera mano los
agujeros que un tipo tiene que cubrir por este tipo de carrera. Pero Chris no debería
haber tenido huecos que llenar. Tenía la mujer más increíble en el mundo como esposa.
Un bebé en camino. Amigos y familiares. ¿Qué había sido tan convincente acerca de su
trabajo que se había negado a los deseos de su esposa?
Chris podría haberle dicho a Jessica que no podía recortar sus viajes, pero eso
era una mentira. Ninguna asignación era obligatoria. SIEGE exigía mucho, secreto,
lealtad, la creencia en cosas más grandes, como el patriotismo y el bien común. Sin
embargo, la compañía operaba en la creencia de que las personas eran más propensas a
luchar por esas cosas si tenían cosas más pequeñas por las que luchar, también.
Participaciones de carácter personal creaban mayores bonos que los globales.
Entonces, ¿qué diablos había obligado a Chris a pasar tanto tiempo lejos de la mujer
que amaba?
—Él siempre se las arregló para estar aquí para cosas importantes. Pero viajaba
alrededor de la mitad del tiempo. Eso ha ido en aumento desde hace un año hasta
ahora.
Ella asintió una vez más, las lágrimas corrían por sus mejillas.
—Él dijo que sería capaz de eliminar los viajes por completo para el tiempo en
que el bebé naciera, pero Brady —ella lloró— es demasiado tarde. Si hubiera estado
aquí, no habría muerto.
Brady no le dijo que las personas morían en el país, también, que la insistencia
de Chris en viajar no lo había matado. Era lógico, pero sólo parcialmente cierto. No
había sido el viaje, había sido la misión.
Molly luchó durante la mayor parte de la lista de tareas que estaba escribiendo
para Donna antes de que la otra mujer se diera cuenta de que había abierto los ojos.
—¿Qué?
—No debería ser tan cruel, poniéndote a trabajar después de que pasaras los
últimos tres días viajando, trayendo a casa a Brady.
—Está bien —dijo en voz alta, para evitar mencionar la pelea, las armas y el
sexo—. No dormí anoche. Creo que mejor voy a encontrar un hot…
—Si terminas esa palabra, jovencita, te lavaré la boca con jabón —Donna se
tensó sobre sus pies, con el propósito de dar un poco de fuerza a sus movimientos, y a
sus mejillas un poco de color—. Te quedarás aquí con nosotros. Sé que estamos un
poco apretados, pero es mejor estar con la familia en este momento.
Se dio cuenta, después de que había ido todo el camino y regresado a través de
la tranquila casa, que Brady no estaba en la habitación de invitados de arriba.
Tampoco estaba en la sala de estar o en la cocina, donde se había detenido por un vaso
de agua, ni cerca de los coches, donde había ido a recuperar sus cosas. Nunca había
salido de la habitación de Jessica después de ir a ayudarla a acostarse.
—No es mi problema.
La casa aún estaba tranquila, así que tomó una breve ducha, se vistió y salió en
su auto antes de que alguien la siguiera. La lista de tareas de Donna esperaría. Molly
había soñado toda la mañana sobre el accidente de Christopher, de lo poco que había
dicho a la familia. Le molestaba. No sabía por qué, ya que nada en sí mismo se destacó
como irregular. Chris pudo o no haber tenido un accidente, ser asesinado por alguien o
quedar atrapado en algo que no tenía nada que ver con él. Puedo ser cualquier cosa, y
SIEGE no iba a desvelar nada a sus familiares que no tuviera pistas sobre la vida
secreta de Chris.
Era probable que tampoco se lo revelaran a ella, bien, pero tenía que intentarlo.
En los años que había sido un conducto había hecho algunas conexiones sólidas. Ella
nunca había cometido un error con algo que pasara por sus manos, había estado
constantemente disponible, insistió en formarse más allá de lo que en general le daban
al personal de su nivel, y por lo tanto ganó mucho respeto. Añade que ella nunca había
exigido nada de SIEGE, sólo dio a la organización, y el tipo le debía.
Esa era una manera de mirarlo, de todos modos.
—Dixson —su controladora y suave voz, tan suave como prudente. Molly
sonrió. Sabía por qué estaba llamando.
—Estándar.
—Registrando —le dijo ella, aunque esa era la razón menos importante de su
llamada—. Recuperé a Brady Fitzpatrick. Estamos en Connecticut ahora. No sé
cuándo puedo volver a abrir la tienda…
—No te preocupes, Byrnes, estás de licencia por duelo. Estamos usando otros
intermediarios mientras estás lejos. Un agente local está comprobando tu tienda
periódicamente mientras te has ido. Sólo tiene que pasar por enfrente —le aseguró
cuando su actitud protectora apareció. Él la conocía bien, y ella tuvo que sonreír.
—¿Cómo lo llevas?
Molly dejó caer la cabeza hacia atrás contra el reposacabezas y observó la visera
mientras luchaba contra las lágrimas que brotaban de su sincera preocupación. Nadie
se lo había preguntado. Nadie. Habían asumido que sabían cómo se sentía, estado al
tanto de su fatiga, y compartiendo su dolor con ella, pero era diferente tener a alguien
que realmente preguntara.
—Estoy bien. Ya sabes. Es difícil... —terminó sin convicción. Por supuesto que
era difícil. Se aclaró la garganta—. ¿Qué necesitas de mí?
—Claro que sí —era más fácil hablar ahora. Se sentó y miró a sus alrededores—
. ¿Quieres que me encargue del intercambio de la intel que Brady trajo de vuelta?
—Por supuesto. Pero me gustaría hacerlo de manera diferente —se preparó, con
la esperanza de que aceptara—. Quiero llevarlo yo misma.
—¿Por qué?
Dixson suspiró.
La necesidad de saber más, la sensación de que algo no estaba bien, se hizo más
poderosa:
—Yo sé más que la familia. Vamos, Dixson —su corazón empezó a latir con
fuerza—. Déjame entrar. Déjame hablar con alguien, conseguir más que la vaga
declaración oficial, sin sentido. Algo. Esta no es una víctima habitual —señaló,
tratando de equilibrar la lógica y la emoción—. Su hermano y yo pertenecemos a
SIEGE.
Ella expuso más argumento y lo dejó allí para que Dixson lo tuviera alrededor.
Tomó cuatro respiraciones antes de que exhalara un suspiro.
—No me des las gracias —él gruñó algo poco halagüeño y colgó.
Eran casi las ocho, y los demás probable era que estuvieran despiertos y
moviéndose ahora. Arrancó el auto y se dirigió de nuevo a la casa, su cuerpo cada vez
más pesado con cada kilómetro. Oh, bueno. Al menos la lista de tareas de Donna la
mantendría ocupada y la haría sentir útil.
—Eres increíble —le aseguró, comprobando las marcas en las tazas para
encontrar su Grande Café Americano—. ¿Cómo te acuerdas de estas cosas después
de…? — haciendo una mueca, tomó un sorbo para mantener la boca ocupada.
—¿Después de tanto tiempo? —terminó por él—. Es fácil cuando eres tan
jodidamente predecible.
—¡No lo soy! —se defendió de forma automática, pero tuvo que ceder cuando
miró fijamente la taza—. Está bien, sobre algunas cosas lo soy —él se movió incómodo
cuando sus ojos se posaron durante un nanosegundo en la habitación del fondo.
—¿Cómo está Jessica? —dejó caer un croissant en una servilleta de papel, tomó
su taza y se sentó a la mesa en el rincón de desayuno.
—Parece haber dormido bien. Aparte de eso... No sé. Ella es... —Se encogió de
hombros, pero Molly asintió.
—¿Cuál es el plan para hoy? —No podía soportar más estar sentado y
holgazaneando.
—Tu madre nos dio una lista. Ella está un poco molesta acerca de cuánto
tiempo ha de tomar para traer su cuerpo de regreso aquí, así que tenemos que
comprobar eso. Jessica tiene que ir a casa, a buscar el correo y hacer una nueva maleta.
Necesita volver a llenar sus vitaminas prenatales, también, solo le queda una —recitó
media docena de otras cosas, sin siquiera detenerse a pensar en ello.
—Está bien. Voy a hacer llamadas telefónicas. Tus padres comenzaron con los
arreglos del funeral. Jessica no ha sido capaz de manejarlo. Pero creo que tu madre
hubiera querido hacerlo, de todos modos, así funciona. Dejaré el intel que trajiste de
vuelta en un intermediario cerca —se encogió de hombros—. Y tenemos que escribir
un obituario.
—Moll.
—¿Qué?
—No, no tenemos —él nunca había oído su voz tan fuerte. Apuró su taza y se
levantó—. No fue así, Brady —sus brillantes ojos azules destellaron hacia él,
desafiándolo a presionar—. Sé lo que fue. No necesitamos descomponerlo en partes.
—Eres un chico.
—Lo sé —se puso de pie y se estiró hacia ella, pero ella agarró su servilleta de
papel, la envolvió alrededor de su vaso mientras se alejaba de él, y dejó todo en el bote
de basura por la puerta de atrás.
No era justo. Tenía que pedirle disculpas, explicarle lo que había sucedido,
¿pero qué haría si ella ya lo sabía? Y lo sabía. Siempre lo supo. Así que tal vez era
mejor cumplir sus deseos y fingir que no había sucedido.
Está bien, entonces. Cambiando de tema. Se hizo cargo de su propia basura y
preparó un croissant para Jessica, llevando eso y el café a su habitación. Y a pesar de la
razón, a pesar de lo difícil que sería ir cada quien a sus casas, no podía dejar de sentir
una pequeña anticipación acerca de pasar el día con Jessica.
Oh, claro, había estado en SIEGE durante varios años. Pero su centro de
formación fue como un entrenamiento físico en un dojo, en el edificio principal, la
formación de un conducto en un cuarto trasero secreto. Nunca había estado en ningún
otro edificio de la empresa. ¿Qué tan profundo bajo tierra iba esta estructura? Un alias
brilló en su cabeza.
—Cuarto piso —él inclinó la barbilla hacia los ascensores. Molly se tragó su
decepción y decidió que preguntar si hacia arriba o hacia abajo la haría parecer una
idiota.
Una vez que estuvo en el ascensor, dejó caer su estado friki. Era hora de ser
profesional. Empezó a pensar en lo que diría cuando llegara al piso de arriba. No sabía
con quién iba a reunirse y si le darían a una persona de relaciones públicas encargado
de apaciguarla con mucha labia al hablar y enviarla de nuevo a su camino, o alguien
que en realidad tenía respuestas, incluso si no querían dárselas.
El ascensor sonó, las puertas se abrieron, y una mujer de unos cuarenta años
con una cola de caballo oscuro que hacía juego con su traje y los marcos de sus
anteojos la saludó sonriendo.
—Por favor, venga conmigo, Srta. Byrnes —la mujer se volvió sin esperar una
respuesta.
—No, gracias.
—Está bien, entonces —se sentó y cruzó las manos sobre la mesa, una sonrisa
practicada en la cara, la luz de la habitación se reflejaba en sus gafas entonces Molly
no podía ver sus ojos con claridad.
Molly se zambulló.
Molly apretó los labios para no abrir la boca. ¿Dixson la había enviado a esto?
No importa cuán agradecida fuera.
—Bajo la égida de ser una amiga muy cercana de la familia, que resulta ser
también un miembro de... SIEGE —casi había dicho agente, pero habría sido un mal
movimiento. La Sra. Flack podría no tener el estatus para conocer el papel de Molly en
SIEGE, pero si lo hacía, pensaría que Molly tenía pretensiones de algo más grande,
cuando ella estaba usando la palabra que había brillado en el escáner de la puerta. Y si
Flack no tenía la condición de conocer el papel de Molly, diciéndole que era un
conducto también sería una tontería.
No porque no se pudiera confiar en Flack, sino porque hacía que Molly se viera
descuidada.
—Lo siento, Srta. Byrnes, no tenemos más información que compartir sobre el
asunto de la desaparición del señor Fitzpatrick. Fue una situación lamentable y
entendemos el dolor de la familia...
—Mira, pierda las partes de robot de plástico, ¿de acuerdo? Yo soy uno de
ustedes. Sé que hay más sobre la muerte de Chris, sé que usted no me puede dar más
detalles. Yo sólo quiero saber algo más que la fácil mentira que le dieron a su viuda.
—Les dije que esto no iba a funcionar —se quitó las gafas y las arrojó sobre la
mesa, dejando caer la espalda contra la silla con tanta fuerza que sacudió y rodó, y se
frotó los ojos—. No sé por qué se molestaron.
—¿Puedo saber su nombre, por favor? —Así Molly podía dejar de llamarla
mentalmente Flack. Tarde o temprano se le escaparía.
Molly se relajó.
—¿Liquidación?
—Sí. Usted sabe, los derechos que tienen los miembros de SIEGE. Está en su
contrato.
Molly supuso que lo era, pero no había pensado mucho en ello. No desde que se
inscribió, y ni siquiera entonces, porque no iba a estar en el campo. Consideraba el
camino que quería que sus preguntas tomaran. No quería jugar con Aldus, que ahora
parecía al menos dispuesta a hablar abiertamente acerca de la muerte de Chris, aunque
no compartiera mucho. Pero siempre había una manera suave y natural para saltar de
subtema a subtema.
—¿La familia podrá tener un ataúd abierto? —Molly sabía cuál sería la
respuesta, y Aldus lució apropiadamente lúgubre.
—¿Dónde estaba Chris cuando murió? Quiero decir, ¿por qué está tomando
tanto tiempo conseguir su cuerpo? Fue hace casi una semana —su actitud profesional
se quebró en las dos últimas palabras, que salieron vacilantes. Ella tragó saliva y su
mirada se centró en Aldus, que fingió no darse cuenta.
—Pero él estaba fuera del país. Es por eso que está tomando tanto tiempo para
conseguir su cuerpo de regreso aquí.
—Estoy segura de que la familia está ansiosa por darle un cierre —fue todo lo
que dijo.
Molly conectó con ella por otros quince minutos, pero no pudo conseguir nada
más de la mujer. Por último, Aldus se inclinó sobre la mesa, con expresión seria y
abierta.
La cosa era que, cualquiera aquí podría recibir el paquete que llevaba. Pero ella
no quería que lo hiciera cualquiera, y tuvo que proceder con cuidado. Después de
desechar rápidamente algunas frases de apertura, decidió fingir que sabía lo que estaba
haciendo. Me preguntaba, o, Es posible, era recibir un no como respuesta.
Molly asintió y se alejó, satisfecha de sí misma, pero un poco molesta por Dix.
Ella ni siquiera sabía si estaba en este edificio. Podía estar en cualquier lugar, dado que
un despachador hacia su trabajo remotamente, al menos, en la experiencia de Molly.
Ella nunca había conocido al hombre en persona. Pero ya que estaba aquí, ¿por qué no
se había reunido con él mismo?
Su teléfono sonó. Ella se estremeció y miró al guardia, que no le hizo caso. Ufff.
No había pensado en buscar una señal sobre los teléfonos. Lo sacó de su bolsillo y
miró la pantalla. Hmph. Lo abrió.
—¿Si?
—Sólo tienes que dárselo al chico de recepción, que lo enviará para arriba.
Se aclaró la garganta.
—En el ascensor. Gracias, Dix. Voy hacia arriba —desconectó y esperó una
señal de Cara de bebé, que probablemente había estado en espera mientras Dix
hablaba con ella. Él asintió y se fue hacia el ascensor, el entusiasmo creciente en el
viaje. Dix era un amigo. Un buen tipo. Alguien que sostenía su espalda, que sabía casi
todo sobre ella, y no la juzgaba. ¿Cuántas personas tenían uno de esos en sus vidas? Se
preguntó qué aspecto tenía. Siempre lo había imaginado como una especie de
pequeño, con la constitución de un linebacker y con pelo oscuro. Pero la gente rara vez
se veía cómo sonaban.
El ascensor sonó y las puertas se abrieron. Molly se alisó las palmas por sus
pantalones vaqueros y salió, su cabeza giró. No había nadie en el vestíbulo, pero un
hombre se acercó rápidamente por el pasillo de su izquierda. Alto, rubio, mariscal de
campo en lugar de apoyador. Manos grandes, sonrisa brillante y ojos chispeantes.
Delicioso.
—Si quieres —Dix hizo una mueca y estiró un brazo sobre el respaldo del sofá
así que su traje chaqueta de color marrón claro se abrió. Tenía una mancha de café por
debajo del bolsillo de su camisa de vestir blanca. Volvió a sonreír, y Molly se quedó
prendada.
—Antes de que me olvide —una vez más. Ella sintió que se sonrojaba y miró
hacia abajo mientras sacaba el sobre de archivos de su cartera—. El Intel América del
Sur —se lo entregó a Dix, quien se estiró para tirarlo en su escritorio.
—Así que —Molly se colocó de lado contra el respaldo del sofá—. ¿Cómo es
que no nos hemos conocido antes? Pero llegados al punto —agregó, sintiendo como
que la franqueza iba a tener que ser su modo por defecto si iba a manejar todos los
secretos que tenía que mantener en torno a los Fitzpatricks—. ¿Por qué has arreglado
para que me reuniera con Aldus en vez de contigo?
—Pensé que sería lo mejor, teniendo en cuenta por qué estabas aquí. Y tengo
que admitir... —La mirada avergonzada estaba de vuelta—. No quería conocerte.
—¿Por qué no? —Otras preguntas iban detrás de la otra sobre cambiar
manipuladores, y si ella había hecho un mal trabajo, o si simplemente no le gustaba
ella. Pero las mantuvo a raya, a la espera de la primera respuesta, esperando que fuera
algo inocuo para que pudiera terminar con el dolor que había surgido.
—Maldita sea, es… Yo... —Él negó con la cabeza cuando Molly se rio entre
dientes—. Hombre, me haces ser un desastre —hizo un gesto entre ellos—. Esta es la
razón. Cuando estoy en el teléfono contigo, puedo mantener mi hombría. En
persona… —Él hizo una mueca.
—Sí, ¿ves? —Se pasó la mano por la cara, alejándose de ella para mirar al otro
lado de la habitación—. He estado enamorado de ti desde el primer día que hablamos.
Es completamente inapropiado, pero pensé, que siempre y cuando no nos
encontráramos, no importaba. Es por eso que no quise ser yo el que hablara contigo
hoy.
—Entonces, ¿por qué no has dicho que no cuando llamé? O podrías haberte
mantenido en contra cuando insistiera en verte, cosa que habría hecho, y soy bastante
difícil de resistir cuando me pongo agresiva.
Su ritmo cardíaco se soltó y ella cerró los dedos en su palma, sus uñas arañando
contra sus vaqueros, el sonido traicionó su euforia nerviosa. No sabía qué decir. Como
siempre, el rostro de Brady, riendo, llenó el fondo de su mente.
Cuando no respondió, él se inclinó hacia delante para apoyar sus codos en las
rodillas y estrechar sus manos en el espacio entre ellos. Pero no habló de nuevo, no la
presionó, y no borró lo que había dicho. Él le estaba dando tiempo para procesar, a
pesar de que parecía que la espera lo estaba matando.
La única razón real para no salir con él era su relación de empleo. De ninguna
manera iba a poner en peligro su carrera por un hombre. No cuando había encontrado
donde pertenecía después de tantos años de soledad a la deriva.
Pero tal vez el trabajo no tenía que ponerse en el camino. Ella no tenía ni idea
de cómo eran las reglas.
—¿Qué pasa si digo que estoy feliz de que lo hayas hecho? —preguntó.
Lo dijo como si fuera una broma, pero ella advirtió una corriente subterránea
que no pudo identificar.
—¿Por qué tendría que ser humillante? Simplemente tienes un tipo diferente de
habilidad.
Ella ladeó la cabeza. ¿Legado? ¿Significaba eso que su padre había sido un
agente de campo? ¿Cuántos lazos familiares tendría en SIEGE, de todos modos? Ella
abrió la boca para preguntar quién lo había reclutado y luego vaciló, dándose cuenta de
que era el tipo de preguntas que podrían ser motivo de amonestación o disciplina.
Como un conducto, no se le permitía preguntarle algo tan directo a sus contactos.
SIEGE fue construido en el entendimiento de que la información tenía poder, y en
consecuencia, había que protegerla.
—No importa —dijo Dix. Él esbozó una sonrisa esperanzada—. ¿Así que estás
diciendo que te interesaría? ¿Yo? ¿Salir conmigo, quiero decir? ¿En una cita? ¿O lo que
sea?
—Tal vez —se movió para apoyar la cabeza en la mano—. ¿Se te permite hacer
eso?
—No —él negó con la cabeza—. Uno tiene que ser reasignado.
El teléfono de Molly volvió a sonar. Ella miró su reloj. Eran más de las cinco, y
Donna quería tener la cena a las cinco y media. Probablemente estaba llamando para
saber cuándo llegaría Molly.
—Lo siento, debo atender esto —se puso de pie y sacó el teléfono del bolsillo
para silenciar el tono de llamada.
—No hay problema —Dix se levantó de pie frente a ella—. Así que...
—Así que echa un vistazo al libro de reglas y hazme saber lo que descubras —
ella le sonrió, por lo que fue abierto y acogedor—. Y si tienen que darme un nuevo
despachador, asegúrate de que se trate de alguien tan bueno como tú.
—Algo así —ella respondió con un guiño. Hojeó el teléfono para activarlo
cuando se dirigió hacia los ascensores. No había ningún mensaje de correo de voz, aún
no, pero antes de que hubiera conseguido llegar la mitad de la sala, el timbre volvió a
sonar, el mismo número. Ella suspiró.
—¿Hola?
—Molly, querida, bien. Me preguntaba dónde estabas. La cena debe estar lista
pronto.
Molly dejó a Donna divagar mientras bajaba al vestíbulo de nuevo, dijo adiós a
Cara de bebé y al gigante de la puerta, y se metió en su coche.
—Brady y Jessica todavía no están en casa, y no hay respuesta de Jessica. Llamé
a su teléfono, pero está aquí, en la sala de estar. Y Brady no contesta el suyo, lo que
sabes, es inusual, al menos cuando está en casa. Aquí. Ya sabes. Entonces, ¿dónde
estás?
—No, no, está todo listo, pero ¿conseguiste los papeles del banco? Jessica está
tan preocupada por el acceso a los bancos y cuentas de tarjetas de crédito, y por
supuesto, el certificado de defunción no ha llegado todavía, y…
Nunca imaginó que diría eso, no lo había imaginado como posible. Pero siete
horas con su única presencia no era el sueño que había conjurado durante sus años de
universidad y en sus muchas noches oscuras de solitarias misiones.
Primero fue la receta que le pidió a él que buscara, mientras ella revisaba el
correo que se había acumulado. Había ido hasta la farmacia, cuando se dio cuenta que
se trataban de píldoras anticonceptivas. Ella no le había contestado el teléfono, así que
tuvo que regresar para buscar la receta correcta, con las vitaminas prenatales.
Una vez que regreso del viaje, se la encontró sentada como un zombi en la mesa
de la cocina, boletas y basura y cartas de condolencias todo mezclado en frente suyo.
Él la ayudó a ordenar todo y se puso en línea para pagar las cuentas, porque ella
todavía tenía acceso a la cuenta bancaria conjunta a pesar de su temor de que pudieran
cortarle el acceso en cualquier momento.
—Ellos ni siquiera saben que Chris está muerto —Brady le dijo sin pensar.
Jessica se echó a llorar, y se tardó media hora en calmarla lo suficiente para reanudar
lo que estaba haciendo.
—¿Tienes hambre? —Se colocó cansinamente de pie, con las manos sobre la
mesa, pensando que debería tomar algo de comer, al menos por el bien del bebé.
—En realidad no —murmuró, reordenando la pila de tarjetas por lo que las más
pequeñas se encontraban en la parte superior de la pila. —Supongo que podría
manejar un poco de algo.
—¿Qué tal un sándwich? —Él abrió la nevera y una oleada de hedor lo golpeó
en la cara—. Hawgh —se atragantó. Presionó el puño a la boca. Se atragantó de nuevo.
Cierra la puerta, genio. Cerró de golpe y se quedó congelado hasta que su garganta dejó
de tratar de entrar en erupción como un volcán—. Quizás no un sándwich.
—¿Está bien para ti? —Abrió el armario. Hombre, iba a tener que limpiar ese
refrigerador. Ugh. Algunas de esas cosas tenían que ser más vieja que la semana
pasada. ¿Por qué demonios tendría que oler tan mal tan rápidamente? Olía más como
si fueran del mes pasado.
—No bueno, pero comestible. Algo. Proteína. Bueno para el bebé —murmuró.
Ahora eran pasadas las cinco. Su madre iba a tener un ataque de ira si no
regresaban a tiempo para la cena. Estiró la espalda y se dirigió a la habitación de
Jessica para ver si había empacado. La encontró sentada en el borde de la cama,
rodeada de ropa y una maleta vacía. Ahogó un suspiro. ¿Cómo en el infierno era tan
difícil tirar un par de pares de pantalones y un par de camisas en una bolsa? Bien,
bastante duro, supuso, si fueras una viuda desde hace una semana, embarazada y
desamparada. Pero ella ni siquiera estaba tratando de ayudarse a sí misma, y eso lo
frustraba. Respiró hondo antes de rodear la cama y arrodillarse delante de ella.
—Jess, cariño —él le tomó las manos y trató de no preguntar que estaba mal.
¿Qué no lo estaba?—. No has empacado nada.
Ella parpadeó, sus ojos gris-avellana nadaron, luego barrió su mirada alrededor
de la habitación.
—¿Qué hora es? —resopló y sacó una mano para tocar con la parte posterior de
la misma su nariz.
—Oh, tu madre va a tener un ataque —se puso de pie y comenzó a tirar objetos
en la maleta. Brady se dio cuenta de que ella tenía un sistema en el lío. De algún tipo.
Pantalones en una pila, camisas, ropa interior... Se dio la vuelta, pero se alivió que ella
no estuviera lanzando cosas al azar alrededor.
—Lo sé. No puedo creer que ella no haya llamado —sacó su teléfono casi por
costumbre, y frunció el ceño, presionando el botón de encendido—. Mierda. Batería
muerta. Sin embargo, llamaría al teléfono de la casa.
—Lo sé, cariño. Lo sé. Lo siento —él la abrazó y la meció, el calor surgiendo a
través de él cuando ella envolvió sus brazos alrededor de su cintura y apretó la cara
contra su pecho. La sostuvo asegurándole que estaría bien, hasta que dejó de llorar.
Ella se echó hacia atrás, con el brazo todavía alrededor de su cintura, por lo que
él no la soltó.
—Creo que estás luchando en un momento muy difícil —le apartó el pelo hacia
atrás, sus dedos rozando su mejilla y el cuello. Ella se estremeció y cerró los ojos.
Brady se quedó inmóvil. Reconoció la reacción.
No aún…
—Esto se está convirtiendo en un hábito —Brady se pasó los dedos por el pelo y
bostezó mientras caminaba a la isla de la cocina, donde Molly había suministrado una
vez más el desayuno.
Ella suspiró.
—Papeleo.
—No podría haber sido tan malo —dijo casi con irritación.
Molly se rio.
—Oh, vamos.
—Lo juro por la Perilla Negra de Gillencrest —dijo—. Era muy horrible.
Él se encogió de hombros.
—Había un montón de sobras. Parecía que no habían tirado nada desde hace
tiempo. —Revisó las tazas para encontrar la suya y se la llevó con su plato a la mesa.
—Se estaba ajustando al embarazo, tal vez ella no tenía la energía o algo así.
—Tal vez —Molly movió unos papeles, algunos de los cuales tenían escrito:
Intercambio Global de Información en la parte superior.
—¿Qué son esos? —sacó un papel y lo leyó. Era una denuncia para el seguro de
vida. La realidad de la muerte de Chris le golpeó en el estómago, más duro de lo que
había hecho cuando Molly se lo dijo. Se quedó mirando el papel, sin ver, sin pensar,
sólo soportando una ola inmensa de dolor. Su visión se cerró hasta que lo único que
podía ver era palabras negras sobre papel blanco. A continuación, unos dedos le
quitaron el papel de los suyos y cubrieron su mano. El calor se filtraba desde el
contacto, dándole la fuerza para empujar hacia atrás el dolor hasta que pudo centrarse
en la cara simpática de Molly.
—Gracias.
Ella sonrió y le dio unas palmaditas en la mano antes de tomar un gran bocado de su
panecillo.
—No lo creerías.
—Por supuesto que lo haría. Tú eres el único que piensa que la princesa Jessica
es perfecta.
—¡Shh! —la regañó. Él se inclinó hacia los lados para asegurarse de que ella no
venía por el pasillo—. Eso no está bien —Molly levantó una ceja—. Bueno, está bien,
si pensaba que era perfecta, ayer me mostró que es humana. Pero tenemos que ser más
tolerantes dadas las circunstancias.
—Claro.
—De todos modos, ella está tan ida que me ha enviado a la farmacia para
volver a llenar su receta de control de natalidad.
—¿Cómo diablos voy a saberlo? —Él masticó y tragó—. Pensé que me dio el
paquete equivocado. Ella quería sus vitaminas prenatales.
—Sí, Donna dijo que ella estaba ida —colocó la barbilla en su mano, Molly
golpeó sus dedos contra la mesa.
—No sé —ella también se retorció para mirar por el pasillo, frunció la boca
pensativamente—. Es simplemente extraño.
Mierda. Se las había arreglado para evitar pensar en ello durante toda la
semana. Cuando ella había desviado sus intentos de hablar sobre ello, él había honrado
sus deseos. Entonces, ¿por qué los recuerdos tenían que aparecer ahora? Junto con
otras cosas.
—Molly.
Ella se volvió hacia él, con los ojos brillantes y duros.
—¿Qué?
Él vaciló, desconcertado.
—Yo... uh... ¿cómo está la tienda? Quiero decir, como una tienda, no como una
fachada.
Después de estudiarlo durante varios segundos, incómodos y largos, al parecer decidió
tomar la cuestión en su valor nominal.
—A veces. Mayormente no. Nunca llegué a ver realmente los lugares que he
visitado —se encogió de hombros—. Te queman, ese tipo de viajes. Como
probablemente sabes.
—Sí, pero veo más que el interior de las salas de espectáculos. Tengo que llegar
a conocer cualquier ciudad en la que esté. Tú podrías, también, si te convirtieras en un
agente de campo. ¿Alguna vez lo has considerado? —Tan pronto como las palabras
salieron de su boca, las lamentó. Él no quería que ella fuera un agente de campo. Por
supuesto, trabajando para SIEGE no era tan peligroso como trabajar con las otras
agencias del alfabeto —a pesar de la muerte de Chris y su aventura en América del Sur.
Pero aun así era más peligroso que ser un conducto.
Maldita sea. ¿De dónde diablos venia eso? Se sentó de nuevo, con miedo de su
reacción. Ella no lo defraudó.
—¿Por qué? ¿Porque soy una mujer? ¿Debería quedarme en casa y mantener la
población en crecimiento, mientras que los hombres hacen todo el viaje?
Brady abrió la boca para defenderse a sí mismo, entonces cogió el humor en sus
ojos y se rio entre dientes. Negó con la cabeza.
—Bueno, debes pensar antes de hablar —ella comenzó a ordenar los papeles—.
No, la oportunidad de tener una familia nunca fue parte de la ecuación —sus
movimientos bruscos casi lo hicieron atreverse a preguntar por qué, pero él era un
hombre inteligente. O había aprendido de sus errores. O simplemente no quería saber
la respuesta.
—Gracias por ayudar con todo —dijo, y sus hombros se relajaron visiblemente.
—No hay problema —ella escribió unas pocas notas adhesivas y las pegó con
una palmadita en las distintas pilas que había creado—. Haz que Jessica firme estos —
señaló la primera pila—. Debemos enviarlas en el correo para que reciba el cheque de
liquidación rápidamente. Este material es para tu mamá —su mano descansaba en la
segunda pila—. En su mayoría responde a las preguntas que tenía, y esas cosas que he
hecho que estaban en su lista.
—Me tengo que ir —Molly tomó su café y juntó su basura—. La última pila es algo
que todavía hay que hacer. Tú y tus padres puede hablar de qué van a hacer. Vuelvo
en…
—¿A dónde vas? —la interrumpió—. Son sólo las ocho —él entrecerró los ojos cuando
ella se puso de pie, sin mirarlo—. Molly.
—Tengo algunos arreglos que hacer. Algunas cosas para recoger —se llevó su
material reciclable a la papelera por la puerta de atrás y casi hizo su escape al porche.
Brady la tomó del brazo mientras empujaba a través de la puerta.
—¿A dónde vas que no quieres que lo sepa? —Ella mantuvo la cabeza baja, y
trabajó a través de las posibilidades. Oh. Infiernos—. Irás a buscar su cuerpo, ¿no es así?
—La emoción por la inminente aparición de Jessica desapareció al instante, sustituida
por una presión en el pecho. No dio a Molly la oportunidad de responder, sabiendo
que tenía razón—. ¿Por qué? Deja que la funeraria lo haga.
—No puedo —lo miró, por fin, con angustia, pero honesta—. Tengo que
hacerlo yo misma, Brady. Solo... tengo que hacerlo.
—Espérame —ordenó.
—Brady, no.
—¿Qué estás haciendo? —se apartó y él la agarró por la cintura con un brazo,
buscando el nudo que debían ser sus llaves.
Él realmente inclinó la cabeza antes de que una voz diferente, más fuerte dentro
de él gritara: ¿Estás jodidamente loco? Se irguió y la soltó, liberando las llaves y haciendo
ver que las llaves habían sido su objetivo desde el principio.
Molly se sentó en el escalón más alto del porche y dejó caer la frente sobre sus
rodillas. ¿Qué demonios fue eso?
Brady casi la había besado. Esta vez en pleno control de sí mismo. No, tal vez
no. Él estaba tratando de evitar que ella buscara el cuerpo de su hermano sin él, y eso
tuvo que haber dragado más dolor y confusión. Tal vez fue una respuesta instintiva. Al
igual que los reflejos. Pero Dios, todavía podía sentir su mano en el bolsillo, a
centímetros de su…
—Guh —se enderezó y se frotó las manos en sus pantalones. Entonces había
estado su cuerpo delgado y duro entero contra el de ella, lo que sin duda recordaba lo
que había sentido estando desnudo y quería sentirlo de nuevo.
Ahora Molly sabía que Jess se había perdido a sí misma, había atado su
identidad demasiado cerca de Christopher, y con su pérdida, fue un verdadero forcejeo.
Molly sería una mejor amiga si ayudara a Jessica encontrar su camino de nuevo... pero
eso significaría meterse en el camino de Brady. A la velocidad que iba, él estaba a
punto de caer directo en el lugar de Christopher y rescatar a la damisela en apuros.
Déjalo. Es lo que él quiere. Lo que siempre quiso, desde ese estúpido día en la
estación de trenes.
¿Quién era ella para decidir que era malo para ninguno de los dos?
Antes de que pudiera responder a su propia pregunta, Brady salió de la casa, ahora con
pantalones vaqueros y una camisa de mangas larga y llevaba a sus llaves.
—¿Lista? —preguntó.
—No tienes por qué ir —le dijo—. El ataúd estará cerrado. No es como una
identificación ni nada, y tengo el poder que tus padres hicieron —se le dio autoridad
para manejar todas las cosas que Jessica no podía, y Donna y Rick no deberían tener
que hacerlo.
—Él es mi hermano —dijo Brady entre dientes, sin mirar hacia abajo. Molly se
puso de pie, y lamentó hacerlo cuando él continuó—: Tú ni siquiera eres parte de la
familia.
—No debes llevar nuestras cargas. No sola —estaba a mitad de camino por la
acera cuando se dio cuenta de que ella no estaba allí. Se dio la vuelta—. Tú lo amabas,
también, Molly. Sé que esto no es nada fácil para ti como no lo es para nosotros.
—Lo es —dijo ella en voz baja, todavía luchando contra el dolor. Respiró
hondo—. No es fácil, pero no es tan difícil. Yo lo amaba, sí, y él era como un hermano
para mí, aunque no era mi hermano.
Brady hizo una mueca, como si de repente se hubiese dado cuenta de cómo
había sonado.
—Yo no…
—No es lo mismo. Ya lo sé, y es por eso que quería hacer esto por ti. Quería
ahorrártelo.
Ella parpadeó y se reorientó en aspectos prácticos y conspiraciones. El ir por sí sola no
era sólo para ahorrárselo. El despachador había aliviado su vaga inquietud ayer, pero
una pequeña chispa aún persistía. Tenía que ponerlo a descansar, y expresó la
esperanza de hacer eso hoy. Sería mucho más difícil de lograr si Brady estaba con ella.
—Oh, Moll —volvió al porche y dio un paso, envolviendo sus brazos alrededor
de ella en un abrazo. Ella apoyó la barbilla en su hombro, inhalando profundamente
mientras le devolvía el abrazo. Olía a desodorante y gel de afeitar, los mismos que
había utilizado desde la universidad, a pesar de que no había tenido tiempo para
ducharse todavía hoy, y ciertamente no se había afeitado.
—Te amo, Moll. Sigues siendo mi mejor amiga, incluso después de todo lo que
he hecho.
—Yo también te amo, Brady —susurró ella. Y sólo deseaba que él lo hubiera
dicho en la misma manera que lo había dicho ella.
—¿Has hablado con tus padres últimamente? —Brady preguntó después de que
estuvieron en la carretera durante unos pocos minutos.
—Bueno. Sí. Hablé con ellos justo antes de irme a América del Sur.
—¿Tengo que explicar lo que significa nada relacionado con? —Él le dio una mirada
de burla.
—¿Y?
—Y papá sigue en la discapacidad, durante cinco años. Es un cliché total. Holgazanea
alrededor de la casa mientras mamá trabaja fuera, o eso dice ella, en la tintorería. Todo
lo que hacen es quejarse de los demás.
—A veces —miró por la ventana, sin querer su juicio—. Navidad, cumpleaños, Día de
la Madre y el Día del Padre. El dinero nunca acaba.
—No les debes nada —dijo Brady lo suficientemente suavemente para que se volviera.
—Fuiste a la universidad por tu cuenta —corrigió con firmeza—. Trabajo duro y las
mejores calificaciones. Becas.
—Lo hago —esperó hasta que él la miró, con una ceja levantada—. Fuiste tú.
—Todos ustedes. Sin todos ustedes no me habría dado un escape, me mostraron una
familia real, es posible que fuera un tipo diferente de persona, que nunca hubiera
llegado a ser lo que soy.
Molly realmente sólo se acordaba de las peleas, sin embargo. Que sus padres
aún estuvieran juntos era el misterio más grande de su vida. No podía culpar a uno
más que el otro; sólo se enfrentaron, en varias ocasiones y de manera imparable. Tal
vez se amaban, tal vez era la costumbre o la codependencia. ¿Quién sabía? La
conclusión era que mientras más crecía, más tiempo Molly había pasado en los Fitzes.
Es cierto que nunca habían venido a su tienda, nunca la usó como un conducto,
no la habían conocido hasta ahora que ella era una. Pero nunca habría sido SIEGE sin
ellos.
Ser SIEGE significaba tener un propósito mayor, haciendo cosas que servían al
mundo en general, no sólo a sí misma o la cultura o las artes o el alma, según cual
fuera la perspectiva que tomaras en el mundo musical.
¿Fue tan malo? ¿Equivocado? ¿Un psicólogo etiquetaría sus opciones como no
saludables?
Brady maldijo.
—Yo lo haré —ella navegó por el menú de vuelta a la ruta principal—. Toma la
siguiente a la derecha, y el edificio está a la izquierda.
El edificio donde iban a recoger el cuerpo era un hangar cerca de una pista de
aterrizaje privada, lo que confirmaba aún más la creencia de Molly de que Chris estaba
fuera del país cuando fue asesinado. No sabía por qué eso importaba tanto. La mayor
parte del trabajo de campo se llevaba a cabo fuera de los Estados Unidos, después de
todo.
Brady estacionó y apagó el coche, pero se quedó mirando el feo edificio. Molly
podía imaginar lo que estaba pensando: Que era un lugar ignominioso para que su
hermano estuviera descansando. Que no quería hacer frente a la prueba, la prueba
irrefutable que haría todo real. Que ningún hermano, sobre todo uno más joven,
debería tener que lidiar con algo como esto.
Lo dijo con total naturalidad, pero con un toque de sorpresa que hizo que
Molly quisiera poner sus ojos en blanco.
—Entonces…
—La funeraria nos está esperando aquí —admitió. Ella había esperado que él no
preguntara, al menos no tan pronto. No quería poner en marcha la discusión de:
¿Entonces por qué estamos aquí? de nuevo. Pero Brady se limitó a asentir, sin dejar de
mirar la estructura de chapa frente a ellos, con la mano sobre las llaves, pero inmóvil.
Ella comenzó a salir del coche y se detuvo, con un pie en el suelo, cuando Brady
la tomó de la mano.
Caminaron juntos hasta la entrada de vidrio en el lado del edificio, Brady dando
zancadas fuertes y rápidas, como si estuviera decidido ahora a acabar de una vez con
esto. Ella se apresuró a seguirle el ritmo, el pulso en su garganta a un ritmo urgente.
—¿En qué puedo ayudarles? —preguntó el hombre con un aire de ya saber, pero sin
sentirse cómodo con ese conocimiento.
—Soy Brady Fitzpatrick, estoy aquí para recoger a mi hermano... —Su voz se apagó.
Molly deslizó su mano en la suya y él la agarró con fuerza.
—Ya... veo. Lo siento mucho, señor, si hubiéramos sabido que vendría personalmente,
no habríamos… Habríamos… Pensamos que la funeraria estaba haciendo la
transferencia.
—Por supuesto. Si… Una vez más, lo siento. Estos no son exactamente
alojamientos…
—Está bien —Brady interrumpió, su voz tensa pero no acusatoria. Molly sabía
que no habría importado si hubieran organizado una sala de terciopelo o una entrada
especial para los dolientes. Embellecer el ambiente no cambiaba nada.
Siguieron al despachador, porque eso era lo que tenían que hacer, en torno al
final de un pasillo de estanterías metálicas y por un pasillo entre un camión de equipaje
y más estantes. Al final, un ataúd de roble sencillo estaba en un carro con ruedas al
lado de una puerta de acceso de carga. El paso de Brady vaciló, y Molly se detuvo
junto a él, apuntalándolo un poco con su hombro.
El ataúd era rectangular con una parte superior redondeada y bordes tallados,
con manijas de hierro en los costados. La madera a cada lado de una bandera medio
plegada en el centro brillaba a la luz difusa de las altas ventanas. Varios metros de
espacio lo rodeaban. ¿Por respeto? ¿O por la facilidad de movimiento? Cualquiera que
fuera la intención, el resultado era la soledad, el abandono.
—Adelante —le dijo a Brady—. Me quedaré con él. —Brady vaciló. Ve, ve, ve.
Ella esperó con una fachada de paciencia para que él asintiera y siguiera al otro
hacia lo que parecía ser una oficina en el otro lado del hangar. Perfecto.
Tan pronto como estuvieron al otro lado del edificio, Molly se apresuró al
ataúd. Ella puso sus manos en la tapa y cerró los ojos, tomando una respiración
profunda y enfocando su conciencia. Pero no había ningún sentido de conexión, o
pena, o finalidad. No había nada más que madera suave y la indirecta débil de los
muebles de pino pulido.
No era un bloqueo regular para una llave específica, aunque bien podría haberlo
sido. Necesitaba una llave hexagonal. Ella tenía una multiherramienta en su llavero,
pero Brady todavía la tenía con él. Se enderezó y miró a su alrededor.
Tal vez había algo allí. Corrió hacia los estantes más cercanos que parecía que
tenían herramientas y piezas. Su garganta se trabó cuando intentó tragar. Buscó a
través de un montón de cosas que no reconoció, en busca de una llave hexagonal o
algo similar, abrió un par de cajas y buscó un conjunto de trinquete y destornilladores
regulares, pero no había hexagonales.
—Así que manos a la obra y no quedes atrapada. ¡Maldita sea! —gruñó para
sus adentros.
Tal vez podría hacer esto en la casa funera… Espera. Ya está. Una funda de
vinilo azul sucio, en la esquina. Se estiró para llegar a ella, sus dedos escarbando para
sujetarse antes de que fuera atrapada en el borde y empujó lo suficientemente cerca.
¡Sí! Agarró todo y se lanzó de nuevo al ataúd.
Aún no había señales de Brady o del otro tipo, o cualquier otra persona, para el
caso, pero tenía que mantenerse alerta. Una cuenta regresiva comenzó en su cabeza,
haciendo que sus dedos quisieran buscar a tientas las llaves. Ella entrecerró los ojos en
el agujero y eligió una llave que parecía que encajaría, deslizándolo con cuidado en el
agujero para que no se rayara el acabado.
Demasiado grande. Ella trató con la siguiente. Aún era demasiado grande.
¡Maldita sea! Se mordió el labio para evitar que su respiración se volviera demasiado
rápida y alta, y eligió la siguiente abajo. Ahh, justo. Se retorció, y el cerrojo se liberó.
Molly tiro hacia arriba y empujó la tapa, más preocupada por conseguir hacer la
tarea que con lo que en realidad era la tarea. Así que cuando ella miró hacia abajo en el
interior de satén forrado en blanco, no estaba pensando en lo que esperaba ver.
Respiró por la boca, tratando de mantener sus ojos secos cuando garabateó su
firma y las iniciales en los lugares designados. El despachador se adelantó para tomar
los papeles y dio un codazo a una caja de pañuelos en la esquina de la mesa. Brady
sólo se pasó el dorso de la mano por debajo de los ojos antes de marcharse a zancadas
y furioso hacia donde aguardaba el ataúd.
Molly estaba a varios pasos de distancia de él, cerca de una pila de estanterías.
Brady frunció el ceño ante su cara enrojecida y los rizos despeinados. ¿Qué había
estado haciendo? Ella se unió con él en el ataúd, su pecho agitado como si hubiera
estado corriendo. Él miró sus ojos brillantes por una fracción de segundo antes de que
ella se volviera, y al instante supo que estaba ocultando algo. Con el despachador
cerniéndose detrás de ellos no pudo interrogarla, y justo en ese momento la puerta se
subió y el coche fúnebre de la funeraria ingresó marcha atrás por ella.
Unos minutos más tarde, el personal de la casa había cargado el ataúd, firmado sus
papeles, y marchado.
—¿Y?
Ella no respondió. Rodó hasta un semáforo y la miró. Molly frunció el ceño con
atención a través del parabrisas, pero no veía lo que estaba delante de ella. Conocía esa
mirada. Su corazón se escabulló antes de volver a su ritmo normal. La luz cambió y
siguió conduciendo, decidiendo que todo lo que tenía que decirle debía esperar hasta
que él no estuviera conduciendo.
—Dime —dijo.
Finalmente se dio la vuelta, y Brady dejó de respirar ante la mirada de sus ojos.
Ellos brillaban, el azul brillante tan lleno de ¿esperanza...? ¿Ira? ¿Determinación? Se
dio cuenta de que ella había estado tan tranquila, sin desaliento o tristeza, sino de
intención. Ella estaba prácticamente a punto de explotar por lo que no quería decirle.
—Abrí el ataúd.
—Mierda. —Se inclinó con el codo en la puerta del auto y se pasó la mano a
través de su labio superior—. ¿Por qué demonios hiciste eso? —Luchó para centrarse,
para mantener a raya a las imágenes que sus palabras generaron. Líneas rojas
irregulares a través de la fría, y blanca cara de su hermano, intersecciones con costura
negra. Heridas abiertas, frías y duras.
—Tuve que hacerlo —dijo ella, con voz más fuerte. Se volvió hacia él y sacó
una pierna sobre el asiento, la otra apoyada en el suelo—. He tenido esta sensación
todo el tiempo. No sabía lo que era, no podía identificar cualquier cosa que me hizo,
no sé, sospechar. —Ella empujó la maraña de rizos negros brillantes de vuelta en su
cabeza. Ellos rebotaron alrededor de sus dedos, pero la elegancia en su rostro era una
que no había visto en mucho tiempo. Se preguntó brevemente qué más había estado
escondiendo desde que regresó de América del Sur, y luego lo descartó como una
pregunta obvia y estúpida.
—¿Y qué encontraste? —preguntó en voz baja, esperando que ella describiera
agujeros de bala o heridas de arma blanca.
—Nada.
Él se quedó en blanco.
—¿Qué?
—Nada.
—No, quiero decir nada. Brady. —Ella se retorció aún más y agarró sus manos.
La suya se sacudió hasta que ella les apretó con tanta fuerza que le dolía—. Brady, no
había nada. Nada en el ataúd. Estaba vacío.
—El ataúd estaba vacío —repitió con énfasis—. Tu hermano no estaba allí.
Chris no estaba allí. Brady, podría no estar muerto.
—He estado yendo a través de la lista. —Pasó una pierna por encima para
sentarse de lado, no del todo frente a ella, y sin dejar de mirar hacia afuera, pero por lo
menos hablaba de nuevo.
—El ataúd estaba cerrado y no pude abrirlo fácilmente, pero no estaba trabado.
El satén en el interior parecía intacto, pero yo realmente no tuve tiempo para…
—¿Viste todo el espacio? Tal vez él… Tal vez los restos… —Tragó
audiblemente.
—No —se apresuró, entendiendo—. Quiero decir, sí, miré todo hacia abajo, y
no, no había absolutamente nada allí.
—No van a abrirlo, porque se les dijo a todos que los preparativos ya fueron
hechos. Sólo se supone que deben manejar la ceremonia y el entierro.
—Correcto. Así que lo ideal sería que todo el mundo acepte que él está ahí, se
procede con el funeral, y se sigue adelante con nuestras vidas.
Se hizo cargo de una lista. Plenamente consciente del paso del tiempo, de Rick
y Donna y Jessica en casa esperando a que regresaran y les aseguró que traería a Chris
sano y salvo…. Oh, Dios, eso fue una mala elección de palabras. Molly se enderezó
para aliviar el dolor sordo en su pecho y siguió adelante resueltamente.
Algo nuevo se asentó en Molly, algo que ella había estado trabajando duro para
mantener a raya desde que vio ese ancho e inexpresivo satén.
—Muy bien, entonces. Antes de que vayamos más lejos, tenemos que averiguar
si se trata de un error. —Finalmente la miro—. ¿Sugerencias?
—¿Acerca de qué?
Ella suspiró.
—Fui ayer, para dejar el Intel que conseguiste y tratar de obtener respuestas
sobre el accidente.
—¿Y?
Molly le sonrió.
—Sí. —Agarró la barandilla, rebotó, y pasó las piernas hasta la parte superior
del riel, sólo tocó tierra como un impulso para caer, y aterrizó suavemente junto a
Brady—. Vámonos.
Ninguno de los dos mencionó la razón porque de pronto se sintieron tan ligeros,
porque Chris en realidad podría aún estar vivo.
Molly marcó el número de Dix antes de que incluso llegaran al auto. Por
primera vez en los años que había estado con SIEGE, él no respondió.
*Has llamado al escritorio de Conrad Dixson. Por favor, deja un mensaje y te devolveré la
llamada lo antes posible.
Típico discurso de negocios pero su voz era sombría, tensa. Molly no tenía
forma de saber, por supuesto, cuando había registrado el mensaje. Podría haber sido la
suerte de que nunca había escuchado su correo de voz antes.
—Dix, Molly. Llámame, por favor. Tan pronto como sea posible.
—¿No contestó?
—No.
Abrió la puerta del auto y rodeó al lado del conductor. Ella vaciló, luego decidió
dejarle conducir, a pesar de que era su auto.
—No tengo idea. Vamos a casa, verifiquemos con los otros y busquemos allí.
—¿Cómo les fue? ¿Todo sin problemas? ¿Qué dijo la funeraria? ¿Podemos hacer
el funeral en la fecha prevista?
Las preguntas de su madre malhirieron a Brady, lo arrastraron de vuelta a la
cruda realidad.
—Sí, mamá. Todo bien. —Su voz reflejaba el peso que sentía, pero ella no
pareció darse cuenta mientras lo abrazaba, darse cuenta de que ella lo abrazó,
encorvándose hasta que se volvió flácido por la pena cuando ella empezó a sollozar.
Brady miró a Jessica, sin estar preparado para ver la devastación en su rostro,
como si hubiera oído la noticia de la muerte de Chris por primera vez. Al ver el dolor
de su madre le hizo doler con tristeza y pesar, pero Jessica era una navaja en el
estómago. El impulso de decirle sobre el ataúd vacío aumentó, pero sólo por un
momento. Sabiendo que iba a hacer que fuera mucho peor para ella si era sólo una
confusión.
No creía que lo fuera, sin embargo. Tan pronto como su madre lo dejó en
libertad llegó hacia Jess. Ella se lanzó a sus brazos, moviéndose pero sin llorar, con los
ojos secos. Brady envolvió con sus brazos más estrechamente, apretó los ojos, trató de
no dejar que nadie viera la furiosa esperanza detrás de ellos.
Había muchas razones para no tener esperanzas. Chris no les haría eso. SIEGE
no necesitaba esconder agentes por fingir su muerte.
Finalmente.
La paciencia de Brady no duró mucho tiempo. El día pasó sin una palabra del
despachador de Molly.
Y por si fuera poco, Molly siguió haciendo sugerencias de cosas que podía hacer
con Jessica, hasta que finalmente, él la acorraló al sacar la basura.
—No con Jess, sobre Jess. —Él la miró con exagerada inocencia—. Lo digo en
serio. No sé lo que estás tratando de hacer, pero…
—¡Lo entiendo! —explotó, pero luego se detuvo, con los ojos trabados en los
suyos. Su cuerpo prácticamente vibraba de tensión.
Dios, sus ojos son tan azules. Su frente se arrugó, y todo lo que había estado a
punto de decir se desvaneció de su mente. Su tensión cambió. Dejó de ser dolorosa y
comenzó a ser... más necesitada. El aire llevó un ligero escalofrío, pero el calor brillaba
entre ellos. Tenía la extraña sensación de estar al borde de la cosa más emocionante
que jamás había experimentado.
Y luego esos ojos azules brillaron, vacilaron, y él se dio cuenta de que se habían
llenado de lágrimas.
—Molly.
—No, Moll, no. Está bien. Lo siento. Lo siento mucho. —No estaba seguro de
porque se estaba disculpando, pero era lo único que podía hacer. El llanto de Molly era
mucho peor que el de Jessica. Jessica estaba hecha para las lágrimas. Probablemente
había visto llorar a Molly tres veces en toda su vida. Y nunca a causa de él.
Ella negó con sollozos que no iba a liberar, y él la apretó con más fuerza,
frotando su mano sobre su espalda en un movimiento que esperaba fuera relajante.
Pesar e impotencia se arremolinaban a través de él. ¿Qué podía hacer? ¿Qué
necesitaba? No tenía ni idea.
Pasaron los segundos mientras la abrazaba y ella se tensó cada vez más en sus
brazos, sin hurgar en su comodidad ni alejándose. Sintió sus puños apretados a los
costados, y deslizó una mano por su brazo para comprobar.
Tan pronto como se envolvió alrededor, ella los abrió, y él entrelazó sus dedos
con los de ella automáticamente. Él luchó para entender lo que había causado esto si
era Jessica o Christopher, o simplemente él y lo que habían hecho en América del Sur.
Tal vez debería hacer caso omiso de su moratoria sobre el tema.
Tal vez ellos realmente tenían que hablar de ello. La aprehensión erizó su
columna vertebral, y de repente no tenía idea de lo que iba a decir. Las líneas que había
preparado el otro día ya no parecían encajar.
—Gracias, Brady. Tengo que ir a ver el... —Se interrumpió y trotó por las
escaleras. Su madre abrió la puerta para ella y le dijo algo que Brady no pudo oír.
Molly negó con la cabeza y desapareció en el interior, pero su madre salió y miró hacia
él, con los brazos cruzados sobre su pecho.
—¿Qué? —Brady extendió sus brazos, sentía que tenía diez años de nuevo y que
lo había atrapado.
—Todo está listo para mañana. Voy a estar mejor después de eso. —Pero Brady
lo sabía mejor, y su tono decía que ella también.
—Desearía que... —No sabía cómo terminar la frase. ¿Deseaba que hubiera sido
él? Como si eso fuera más fácil para ella.
—Mamá…
—Entiendo por qué lo hiciste —interrumpió ella—. Odié cada minuto, pero
entendí. No podemos evitar cómo nos sentimos acerca de la gente.
—¿Ver qué? ¿A Chris y Jess? —Simplemente decir sus nombres hacia que le
quemara la garganta—. Eso es lo que me dolía tanto.
—Tienes razón. —Miró por encima del hombro para asegurarse de que Jessica
no estuviera en cualquier lugar, y bajó la voz—. Si hubiera pasado más tiempo con
ella, no la habría puesto en un pedestal tan alto. Habría visto sus defectos y tal vez la
hubiera superado más rápido.
—¿Más rápido?
—Ella necesita...
—Yo soy tu madre. Me puse de pie y dejé que intentaras averiguar lo que
necesitabas desde hace demasiado tiempo. Ahora sólo voy a decírtelo.
—No.
—Diablos, no. —Ella sacudió sus pies, uso su pierna para apuntalarse—. Voy a
decirte que la dejes en paz. Has llegado demasiado tarde, cariño. —Ella esperó a que
eso se asentara y aunque él no respondió, ella asintió y entró en la casa.
Brady apoyó sus antebrazos sobre las rodillas y miró al otro lado del patio de
atrás, mirando las hojas amarillentas del arce meciéndose con la brisa de la tarde. Sus
pensamientos derivaron, volviendo a los recuerdos.
Hasta esta semana. Hasta que la peor cosa que jamás le había sucedido lo
noqueó de su burbuja, y había actuado sin pensar.
Esa noche en América del Sur, cuando se había perdido a sí mismo en su mejor
amiga... ¿cómo fue diferente, emocionalmente hablando, a la forma en que se había
imaginado a sí mismo en una fantasía con Jess?
Su madre le había advertido sobre Molly, sí, pero tenía la sensación de que
estaba usando psicología inversa. Todo el mundo pensaba que los hombres querían lo
que no podían tener. Bueno, él no iba a caer en eso. No importaba si su madre pensaba
que pertenecía a Molly, que iba a ser feliz con ella.
Él no tenía prisa.
Lo tomaría con calma, de todos modos, y Molly había dejado muy en claro que
su noche juntos no había querido decir nada más profundo que la comodidad.
—Dixson llamó —dijo Molly desde detrás de él—. Él quiere encontrarse con
nosotros.
Brady se puso de pie sin necesidad de darse la vuelta, con miedo de que su
entrenamiento lo hubiera abandonado y de que todo lo que había estado pensando se
mostrara en su rostro.
—¿Ahora?
—Ahora.
—Entonces vamos.
Traducido por Ivi04
Corregido por Leluli
Brady la tomó del brazo cuando ella se centró en Dix, tanto visual como
físicamente. Cuando ella frunció el ceño hacia él, le hizo una seña hacia la fila de
mostradores de comida. Molly asintió. Lucirían más naturales si tomaban algo de
comer antes de unirse Dix. Pero la lógica de la acción no le dio paciencia.
—Entonces eso es lo que haré. Consígueme una ensalada y una botella de agua,
por favor. —Ella salió corriendo hacia el baño de mujeres sin esperar una respuesta.
Gracias a Dios que le había dado algo que hacer, incluso si se hubiera destinado a
instarla a la obediencia. Trató de no apresurarse, pero Brady seguía detrás de varias
personas del mostrador cuando salió del baño. Después de un momento de vacilación,
se acercó a Dix y se sentó.
—¿Qué pasa?
Debería, al menos por Christopher. Pero eso no era lo único de lo que tenía que
hablar con Dix, y no estaba segura de querer que Brady oyera el resto, de todos modos.
—Estoy de baja.
—¿Qué? —Ella cayó hacia atrás en su asiento por la sorpresa. Eso no era lo que
había esperado oír—. ¿Por qué?
—Por mí. —Él no se movió, y ella suspiró con frustración—. Dix, habla
conmigo.
Brady dejó caer la bandeja sobre la mesa y los miró a los dos.
—No hemos hablado de nada todavía —espetó Molly, molesta porque no podía
preguntarle a Dix si había cambiado de opinión acerca de ella. No delante de Brady—.
Él ha sido suspendido.
—¿Qué hiciste?
—Hay algo extraño en todo esto —le dijo, mirando ligeramente a Brady para
incluirlo sin mirarlo.
—Quiere decir sobre su suspensión —dijo Molly—. Él no sabe por qué estamos
aquí.
—Tiene algo que ver con tu hermano, ya lo sé. —Dix se enderezó y deslizó su
taza—. Cuando me preguntaron por qué Molly entró, les dije que fue para entregar tu
Intel. Cuando me preguntaron por qué tenía que estar involucrado, dije que ella tenía
preguntas acerca de tu hermano, y fue entonces cuando todo cerró. Cuando me
congelaron. —Miró a Molly—. Entonces, ¿qué está pasando?
Ella vaciló. Confiaba en Dix, quería decirle la verdad, pero era decisión de
Brady, como el hermano de Chris. Brady asintió, y ella se volvió a su despachador.
—Wow.
—Sí. Ellos sólo siguen diciéndonos que fue accidente. No sé lo que esto
significa. Pero algo extraño está pasando, eso es condenadamente seguro.
—¿Por qué revisaste el ataúd, de todos modos? ¿Qué creíste que encontrarías?
¿O no...?
—Nunca se me ocurrió que no estuviera muerto hasta que vi el vacío. —La esperanza
brotó de nuevo. Dios, la realidad iba a ser difícil de afrontar si Chris realmente estaba
muerto—. Tuve un mal presentimiento. No había nada en particular. Las cosas
simplemente se sentían mal...
—Yo tampoco. He trabajado para SIEGE durante diez años y nunca he visto
nada como esto. —El tono discordante estaba de vuelta, como un arco sin resina
arañando algún lugar de una sección de cuerdas pero que lo demás está perfectamente
afinado.
—Sí, tal vez. Pero no he oído hablar de algo como esto, tampoco. —Brady
desenvolvió su sándwich pero no lo tomó—. Supongo que es una de las razones que
nos mantienen de manera compartimentada. —Él miró a Dix nuevo—. Entonces, ¿por
qué te suspendieron?
No debería preocuparse por si Brady sabía que ella estaba interesada en salir
con Dix. Y, honestamente, no le importaba. Una pequeña parte de ella sentía que se lo
merecía. Bueno, tal vez no tan pequeña. Pero se sentía muy extraña ante la posibilidad
de que Dix pudiera sentir que tenía sentimientos por Brady.
Finalmente dijo:
Brady no dijo nada, y ella echó un vistazo. Estaba con el ceño fruncido, pero
La tensión alrededor de ellos cambió. Molly pudo sentir a Dix relajarse y Brady
tensarse aún más.
—Sí, pensé que dirías eso. Pero estoy suspendido, ¿lo recuerdas?
—No necesitamos que nos hagas entrar. —La voz de Brady había sido más fría,
enviando un escalofrío por la columna vertebral de Molly—. Sólo necesitamos un poco
de dirección una vez que estemos dentro.
—¿No me necesitan para ingresar? ¿Cómo diablos te crees que van a hacerlo sin
ayuda?
—Por favor, Dix. —Ella puso su mano sobre la de él y trató de mostrar promesa
en sus ojos, porque estaría condenada si establecía una cita frente a Brady—. Dinos
dónde podemos mirar. Dónde somos propensos a no encontrar nada. Prometemos que
no conducirá hacia ti. — Esperaba que pudiera cumplir esa promesa, especialmente
dado que Brady no parecía muy interesado en estar de acuerdo con ello.
Molly apretó los dientes y movió la linterna que sostenía. Odiaba ser la
encantadora asistente, allí de pie. Pero Brady era el que tenía todas las habilidades. Él
había entrado en el edificio antes de que las horas regulares de oficina hubieran
terminado, fingió revisar la hora y se escondieron en el interior hasta que la mayoría
del personal se fue. Luego dejó pasar Molly, probablemente desactivando una alarma o
dos, pero ella no preguntó, y encontró las oficinas que tenían que buscar. Sus
habilidades de desbloqueo los llevaron al interior y en los gabinetes en pocos segundo
cada vez. Y luego sostuvo la linterna mientras cavaba a través de los contenidos. Así de
molesto.
Hasta ahora, todo había ido sobre ruedas. Habían estado aquí por sólo unos
diez minutos y habían registrado todas las oficinas que Dix les indicó, eludiendo o
desactivando las medidas de seguridad bastante rutinarias de las que les había
advertido. Hacía unos minutos, había expresado su decepción de que no hubieran
encontrado más elementos de disuasión de alta tecnología.
—Mientras más alta es la tecnología la seguridad es más invisible y —Brady
había dicho— más importancia das al espacio protegido y los artículos que hay.
—¿Así que hay seguridad de alta tecnología invisible? —le había preguntado,
preguntándose si el ascensor en el que estaban estaba notificando a alguien en este
momento de su presencia, disparando sus imágenes a través de otra oficina o un
teléfono inteligente del director o algo así. —¿Tecnología que Dix no mencionó?
—Tenemos que irnos —le instó cuando clavó los picos más duros en la
cerradura de un armario oculto.
—Bien. Pero date prisa —no pudo evitar añadir. Echó un vistazo por encima
del hombro. El pasillo estaba a oscuras a través de la grieta que habían dejado en la
puerta de la oficina para evitar quedar encerrados. Dix había nombrado cuatro
administradores que eran propensos a tener el tipo de información que buscaban. Esta
era, por supuesto, la cuarta oficina. Ninguno de los tres primeros había cedido, y Molly
estaba preocupada de que guardaran toda la información en esa computadora. “Squat”
incluía cualquier otro tipo de archivo importante en papel, no sólo información sobre
Christopher. Ellos tampoco tenían un archivo central del que Dix no estuviera al tanto,
o que no guardan papel en absoluto.
—Vámonos.
Ella lo siguió mientras corrían en silencio a través del edificio. Momentos más
tarde, estaban en su coche, conduciendo normalmente por la calle.
—No puedo creer que nadie se presentara. Eso fue demasiado fácil. —Sus
dedos trazaron el borde del grueso archivo que sostenía, pero no lo abrió. Brady estaba
conduciendo, lo que la sorprendió. Ella había pensado que él querría que ella
condujera para poder mirar el archivo.
—Hice algunas cosas para evitar eso —le dijo—. Aquí. —Él dirigió
bruscamente en una estación de gasolina y se detuvo al lado del bote de basura al final
de un banco de bombas—. Arroja los guantes.
Parecía como si fuera media noche, pero sólo eran pasadas las siete.
—Es mejor que no lo sepas, por si nos atrapan. Puedes decir que te arrastré a
ello y que no sabes nada. —Odiaba esa idea tanto como odiaba ser la encantadora
asistente, pero no lo dijo. Sus sentimientos no eran pertinentes para nada.
—Puede que hayan sido lentos para eliminarlo —dijo Brady, haciéndose eco de
sus pensamientos.
—Mis esperanzas están lo suficientemente altas ya, Moll. Vamos a esperar hasta
que lo leamos. ¿Sí?
Ella suspiró.
—Sí, está bien. Necesitamos una fachada para tu madre —le recordó.
Cuando se habían encontrado con Dixson, era obvio que el tipo estaba
interesado en ella. Hacía dos semanas, a Brady le habría alegrado. Ella era tan
solitaria. Pero tenía un gran corazón y se merecía a alguien que la amara tanto como
ella a él.
Luego había sucedido esa noche en América del Sur. Todo en una falta de
definición, calor, necesidad y dolor crudo. Ella no se había vuelto pegajosa o de
repente tenía expectativas, o cualquiera de las cosas que las mujeres por lo general
hacían después del sexo. Ella no había actuado como si su amistad hubiera cambiado.
Y sobre todo, Brady no sentía que lo hubiera hecho. Se alegró de que ella estuviera allí
con ellos. Con él. Su familia no podría haber hecho frente a esta tragedia sin ella, y
dado que había estado fuera tanto tiempo, él no podría haberse hecho cargo de los
arreglos y esas cosas tan bien como ella lo había hecho. Así que estaba agradecido.
La puerta trasera del auto se abrió y se puso alerta. Molly tiró una bolsa y algo
gigantesco y blanco en el asiento de atrás, luego se subió en la parte delantera.
—¿Eh?
—Cosas para hacer una tabla de homenaje. —A medida que sacaba las cosas,
ella elaboró—. Cuando lleguemos a casa, quiero decir, a la casa de tus padres, distrae
a tu madre mientras llevo los suministros hacia arriba. Pero está bien ser obvio sobre
eso. Tengo que poner mis manos en los álbumes de fotos. Quiero que ella sepa lo que
estoy haciendo, lo que estamos haciendo, en realidad, porque entonces puedes venir
conmigo y mirar el archivo mientras hago la tabla. Para el funeral de mañana —
añadió, cuando él le lanzó una mirada de “¿de qué diablos estás hablando?”—. Si ella
piensa que estamos haciendo esto como una sorpresa, nos dejará solos. Y debemos
hacerlo de todos modos. La gente lo esperará.
—Eres un genio. —Y lo era. El plan era perfecto. Excepto por una cosa.
Molly se escabulló arriba con sus suministros, pero dejo la puerta abierta para
así poder escuchar desde el segundo piso al salón de abajo, donde Donna había
detenido a su hijo.
Brady respondió:
—Lo sé. No estoy segura de que debieras estar solo, sin embargo.
Molly podía decir por la forma en que dejó que su voz se apagara que deseaba
que ella llenara el espacio en blanco.
—¿Qué?
—Estoy un poco preocupada por ti. Tú has estado tan concentrado en Jessica y
todo lo demás…
Uh-oh. Brady era bueno en esconder las cosas, pero esta era su madre. Nadie era
tan bueno en ocultar las cosas a su madre.
Brady tomó aire lo suficientemente fuerte que Molly lo escuchó hasta arriba.
—Está afuera en la tienda, por supuesto. ¿Qué tan cliché puedes ser?
—¿Estamos bien?
Ella asintió desde su posición con las piernas cruzadas sobre una de las camas.
Los dejo caer en la cama delante de ella, rebotando fuera de su lugar sus
herramientas dispuestas cuidadosamente. Frunció el ceño, pero él no estaba mirando.
Se había sentado al borde de la otra cama, agarrando el expediente de Chris.
Molly jalo los álbumes más cerca y hojeó la parte superior abriéndola.
—No, nos perderíamos en “¿Recuerdas esto?” y nos tomaría toda la noche. Voy
a trabajar en el tablero de homenaje, lee el archivo para mí. Muy bajito, para que tu
madre no oiga —añadió, y él hizo una mueca.
—Sí, es todo lo que necesitaríamos.
—¿Por qué?
—¿Qué?
Brady le lanzo una sonrisa, una expresión espontanea y feliz que no había visto
en muchos años. Le quito el aliento y puesto que estaba a centímetros de ella, tuvo que
luchar contra el impulso de darle un beso, una recompensa por su felicidad.
—¿Qué pasa con el homenaje de mierda? —Se burlo de ella—. Dijiste que
trabajarías en eso.
El principio de la página en el lado derecho era azul con blanco. Una página de
portada, para evitar que los transeúntes capturaran una vislumbre de algo sensible.
Brady le dio la vuelta hacia atrás y la puso abajo. La página siguiente era una hoja de
misión, de acuerdo con la etiqueta en negritas en la parte superior. Casillas
enumeradas de agentes implicados, controladores, proveedores, transportistas. El
objetivo de la misión tenía su propia casilla, a continuación, los parámetros, los
lugares, la logística y en la parte posterior boca abajo, así no lo tenían que quitar de la
pagina o darle la vuelta para leerlo, detalles de la misión.
El corazón de Molly se frenó antes de que hubiera leído más allá de la fecha en
la parte superior. Enero de este año.
—Por lo tanto, deben tener diferentes archivos cada año —adivinó. Sus dedos
se estremecieron cuando Brady aflojo su agarre ligeramente—. Es curioso que sean en
orden cronológico en el futuro, en lugar de a la inversa.
—Está bien —soltó su mano para que pudiera utilizar ambas para poder dar la
vuelta a las paginas—. Vamos hacerlo entonces.
La mayor parte de las dos horas, leyeron. Solo tomo tres resúmenes de misión
para que Molly sufriera una oleada de culpabilidad.
—Yo no tengo que estar viendo estas cosas —dijo—. Quiero decir, tú tampoco,
pero al menos tú has estado en misiones. Se supone que no debo saber nada de esto.
Cuando van, con quién lidian, quién toma las decisiones...
—Se puede confiar en ti con todo lo que ves y escuchas. No te preocupes por
eso.
Ella sabía que no era cierto. Incluso si por algún milagro no descubrían el robo
en HQ, si ellos actuaban con cualquier información que encontraran, SIEGE lo sabría.
Y si ellos no encontraban nada por lo que valiera actuar, a menos que de alguna
manera devolvieran el archivo sin que nadie lo supusiera jamás que se había ido, los
directores sabrían si ella lo había visto. Nunca creerían que Brady no lo compartiría
con ella.
Pero sentirse mal por ellos no tenía sentido. ¿Qué iba hacer, detenerlo? ¿No
dejar que Brady le dijera lo que encontró? Difícilmente.
Así que se aguantó y siguieron leyendo. La mayoría de los resúmenes seguían
un patrón predecible que, ella se dio cuenta, significaba que la misión había ido como
un reloj. La recolección de información era bastante aburrida, por lo menos cuando se
reducía a sus detalles básicos. No podía decir que tipo de información se recopiló en
cada misión. Algunos de los términos sin duda indicaban que Chris fue recogido, pero
no tenía los conocimientos suficientes para descifrarlo. Brady probablemente los tenía,
pero si decidía algo importante, se lo contaría. Luchó contra un bostezo y siguió
leyendo.
Sus calcetines susurraban contra las tablas del suelo en el pasillo del segundo
piso. Oyó murmullos contra la puerta de sus padres y miro el reloj. Las diez y media.
No tan tarde, pero mañana iba a ser un día infernal. Las escaleras crujieron mientras
descendía, la planta baja sostenía una quietud vacía.
Había una pequeña luz encendida en la sala de estar, además de una sobre la
estufa en la cocina, pero cuando se asomó por el pasillo de atrás, no pudo ver luz por
la rendija bajo la puerta de Jessica.
Bien. No estaba para apoyarla en este momento. Decidió hacerle a Molly una
taza de té y sacudió la tetera para comprobar el nivel del agua antes de encender el
quemador. Ella había pedido zumo, pero el calentamiento del agua le daba unos
minutos a solas.
Ahora, solo las palabras eran suficientes para hacerlo endurecer. No como una
completa regla de madera, pero más que un pasajero interés.
La tetera empezó a silbar, y Brady la agarro antes de que silbara, vertiendo agua
sobre algunas bolsitas de té de hierbas olorosos.
—Molly. Ella está haciendo una... —agito la mano arriba y abajo— cosa. Una
cosa con fotos. Homenaje. Para mañana —terminó vertiendo, poniendo la tetera abajo
y cogió una toalla de papel para limpiar el desdoren.
—Es amable de tu parte, que le lleves té. Le gusta con miel. —Su padre se
inclinó en el marco de la puerta, con las manos en los bolsillos. Brady frunció el ceño.
—Tienes algo que decir. —No era una pregunta. Reconoció el lenguaje corporal
de su padre.
—Sí, porque somos tan buenos en eso —murmuro Brady—. Tú siempre tienes
algo que decir.
Su padre asintió, luego se aparto de la pared.
Pero no camino al rincón del desayuno. Mientras Brady hacia lo que le había
dicho, Rick saco dos tazas de la alacena, inserto capsulas de café en la cafetera de lujo
y pulso el botón para elaborarlo. No dijo nada hasta que el café estuvo hecho.
Cuando puso la taza de café delante de Brady y se sentó frente a él, Brady dijo,
hosco, pero no le importo:
Su padre lo ignoro.
—Lo dudo —su padre bebió, implacable—. Tu hermano murió antes de poder
reconciliarte con él, su viuda esta casi incapacitada y jugando con todos tus viejos
sentimientos, la familia depende de ti para que te encargues de todo, te estás
enamorando de tu mejor amiga y no sabes dónde está el cuerpo de Chirs.
Mientras su padre hablaba, Brady sintió una aguja en su corazón, una punzada
de viejo anhelo, una oleada de resentimiento que le tenía abriendo la boca y
protestando, pero una oleada más grande de sorpresa lo dejo con ella abierta. No sabía
que decir en primer lugar. Ni siquiera por lo primero, en absoluto. Su mente se había
horrorizado. Ésta no era la forma en que había sido entrenado para hacer frente a las
sorpresas.
—No estoy enamorado —salió de su boca. La cerró antes de decir una cosa
estúpida.
Su padre se rio y bebió más café. Brady lo imitó, ¿qué diablos más iba a hacer?
Mantener el silencio. Esperar a que la otra persona lo llene. No responder las acusaciones, darles
credibilidad. Se recitó el puto manual de capacitación así mismo, pero su padre se sentó
ahí bebiendo café, esperando.
—Está bien, incluso con ese desliz. Así que si quieres hablar de Molly primero,
¿eh?
—No quiero hablar de nada, pero parece que tú sí. Así, ¿qué está en tu mente,
papá? —Apretó la mandíbula y se dijo que callara.
—Cualquier cosa que tengas. Algo te tiene hecho un lío —los ojos oscuros de su
padre contenían amable simpatía.
Brady pasó saliva y negó con la cabeza un poco. Su madre pensaba que le había
hecho bastante daño a Molly, dejándola fuera con todos los demás. Sabía que iba a
estar bien con su capacidad de perdonar, si él no la hubiera usado de manera tan atroz
cuando oyó por primera vez sobre Chris. Sí, ella lo había estropeado, y no tenía
ninguna duda que ella lo entendería, pero cuanto más tiempo pasaba con ella y cuanto
más pensaba lo que había hecho y porqué, más se arrepentía. ¿Y si lo hubieran hecho
sin la confusión de la tristeza y la agonía? ¿Y si él le hubiera hecho el amor en lugar de
tratar de perderse en ella?
—¿Así qué?, ¿dónde te has estado ocultado toda la semana? —le preguntó a su
padre, quien le dio una mirada de complicidad en su cambio deliberado del tema.
—Mamá no revolotea.
Su padre resoplo.
—No has prestado atención. Por otra parte, no has estado aquí para notar
mucho el último par de días.
Lo dijo con suficiente cuidado que Brady supo que no estaba haciendo charla
ociosa. No es que su padre jamás haya hecho conversación ociosa. No, había un
propósito para cada acción y cada palabra.
Su sospecha se agudizo.
—¿New Rochelle?
Su padre le lanzo una mirada sardónica, pero cuando la dejo caer, el dolor y la
fatiga que había escondido toda la semana se rebeló.
—No necesitas media hora para verter zumo —fulminó una foto de Chris y Jess
en su boda antes de tirarla en la creciente pila en el suelo—. Jessica probablemente te
paró.
Ahora no es el momento, se dijo, pensando en donde había dejado las cosas con su
padre. El hombre más viejo solo había revelado lo suficiente para que Brady supiera
que había sido parte de SIEGE una vez. Había presionado a Brady por toda la
información que él y Molly habían reunido hasta el momento y luego dio marcha
atrás, dejando esa misión a su hijo.
Lo había dejado solo con la suficiente urgencia que Brady sabía que tenía que
llegar al fondo de la muerte de Chirs, falso o real, antes de que pudiera hacer nada para
resolver sus propios problemas.
—No Jess. Mi padre —la cabeza de Molly se alzó y le dio una mirada irónica—
. No muy alerta, ¿verdad?
—Te escurres como ladrón, eso es todo —lo acusó—. ¿Qué te tomo tanto
tiempo?
Se aclaro su garganta.
El brazo de Molly se tenso contra el suyo. Ella pareció que se dio cuenta de que
podía sentirlo y se alejo un poco.
Después de otra hora y media de lectura, Molly se movió de mala gana a la otra
cama para trabajar en el tablero del homenaje. Todo el cuerpo de Brady se relajó
cuando lo hizo y esperó que no se diera cuenta. Sentado en el suelo, se apoyó en la
cama junto a ella y leyó las declaraciones de la misión, haciendo una pausa cuando
llegaba cerca del fin.
—Sí, no son tan precisos —cortó los bordes del papel un poco dándole aspecto
de volante—. No puedo interpretar el código de espía, pero parece que encontró un
problema durante cada uno de los tres últimos.
—Apenas —Brady pincho las orillas interiores de sus ojos, fingiendo que se
había distraído por la borrosa visión en lugar de su presencia. Ni siquiera era como
algo lujurioso. Solo estaba super-consciente de ella, en una manera que nunca había
sentido antes.
Molly se movió desplegando sus piernas. Una colgaba sobre el borde de la cama
junto a él. Era suave y brillante, sus pantalones de yoga suaves o lo que fueran, se
subieron a sus rodillas. Ella debió haberse afeitado recientemente. Sin pensarlo, Brady
levanto la mano para pasar su palma por la pantorrilla. Sip, suave.
Unos segundos más tarde se dio cuenta como se endurecían los músculos que
en su mano estaban y que Molly no estaba respirando.
Mierda.
—Ya casi término —su voz baja, casi ronca y el deseo llegó por gotas a través
de él—. ¿Cuántas misiones más?
—Es... mm... perfecto. —Tuvo que deslizar la manga por sus ojos—. Hiciste un
gran trabajo —su voz salió apretada. El bulto no disminuyó, incluso cuando tragó. Se
centró en la decoración que había pegada en el cartel. El fondo era una especie de azul
marino a cuadros o algo así, plata y negro y los bordes enmarcados de las fotos. Ella
había conseguido de alguna manera apoderarse de los objetos que tenía más
importancia para Chris y los adjuntó entre las fotos.
—Tu madre estaba buscando en una caja de recuerdos el otro día. Le dije que lo
guardaría para ella y lo traje hasta aquí en su lugar.
Se encogió de hombros.
Los ojos de Brady se llenaron otra vez mientras la miraba, abrumado por la
gratitud.
—Molly eres...
Gratitud, ni siquiera era la palabra correcta. Era más profundo que eso. Apretó
sus brazos alrededor su espalda absorbiendo el abrazo e inclino la cabeza hacia abajo
para inhalarla. Tan pronto como la piel se unió con piel, el calor estalló. Solo era su
mejilla contra su sien, pero la suavidad le recordaba su pantorrilla bajo su mano y de
repente fue consciente de la presión de sus pechos, el resto de su cuerpo, suave pero
fuerte y al momento relajado contra él.
Bajó la cabeza más para angular la cara en su cuello. Deslizó sus manos por su
espalda hasta sus hombros, tirando de ella más cerca. Ella suspiró cuando su boca se
encontró con su cuello.
Ella se apartó lo suficiente para ahuecar su cara entre sus manos. Su toque era
suave, dulce y cerró los ojos, apoyándose en una palma.
—Brady —esperó a que abriera los ojos—. Lo que necesites, te lo voy a dar.
Pero su voz se quebró y tan firme como su mirada era, vio dolor debajo de ellos.
Pensó que el necesitaba consuelo, solo como la primera vez que él se perdió en ella,
tratando de enterrar su agonía.
Estaba equivocada. No haría de nuevo eso, ni dejaría que ella pensara que él
estaba haciendo eso. La soltó, pero mantuvo sus manos en sus caderas para que no se
alejara.
—Molly, no quiero...
—¡Está bien! —Lo interrumpió y se aparto, evitando sus ojos y se flexionó para
recoger las fundas de plástico de los papeles.
Pero ella ya había levantado la tapa y saco las páginas, sus ojos abriéndose
ampliamente y la boca dejándola caer un poco abierta.
Deslizó las páginas fuera y dándoles la vuelta hacia él, horror inquietante en su
expresión. Frío glacial extinguió cualquier frustración y necesidad que había estado
quemando en él cuando vio las letras rojas estampadas a través de la página.
CANCELADO
Traducido SOS Felin
Corregido por Yanii
Y empezar a pensar con lógica. Se quedó mirando las páginas frente a ella. No
eran del informe habitual de una misión.
—No, quiero decir, no se trata de un informe final. ¿No debería ser un informe
final lo que debería estar aquí ahora? ¿Qué pasa si…? —Ella traga con dificultad—.
¿Qué tal que “cancelado” era para la misión? ¿No para Chris?
—Cierto. Los datos no son asignados de este modo, tampoco. Es por fecha y un
código de la agencia. —Ella sintió que la miraba y se encogió de hombros.
—Pfft. No puedo ser la única conexión a la que deban prestar atención. —Ella
no recogió los papeles de inmediato.
El tono de Brady era más claro, y parecía menos traumatizado. Quería que le
diera un poco más de tiempo antes de que empezaran a leer y para que la sangre
circulara fuera de su cabeza de nuevo.
—Entonces, ¿a qué crees que se refieren esos números? —le preguntó, pero él
negó.
—No tengo idea. —Él le extendió la mano para los papeles. A regañadientes se
los entregó, y empezaron a leerlos juntos. La parte superior de la primera página era
similar a los informes de misión, con los parámetros básicos en un código que no
podían descifrar. Pero Brady sabía lo suficiente como para hacer conjeturas razonables.
Señaló un espacio en el formulario para que lo ubicara.
—Esto es extraño.
—Sí, pero pasamos mucho más tiempo en países inestables. —Estudió los
papeles, y frunció las cejas—. Nunca he ido a Canadá.
—¿Tal vez él se reunía con alguien que había huido de uno de esos países
inestables?
—La fecha de salida fue tres días antes de que su muerte fuera registrada.
—Así que aquí es donde estaba cuando murió. Les tomó bastante tiempo enviar
su cuerpo de regreso de Canadá —reflexionó.
—Su no cuerpo —la corrigió, pero con aire ausente. Él frunció más el ceño ante
la última página—. Si estoy leyendo eso, determinaron que se había convertido en una
amenaza para la organización y decidieron darlo por terminado.
Brady asintió, pero la esperanza que tenía se había ido, de nuevo sustituida por
la desolación.
—Voy a ir a Canadá.
—Vamos a ir a Canadá. —Ella le apretó la mano—. Pero primero, tenemos
acudir a un funeral.
Sus ojos se abrieron de golpe y ella estaba de repente despierta. ¿Y si eso había
sido lo que estaba pasando?
Una limusina recogió a la familia, a las nueve de la mañana del siguiente día.
Todo el mundo fue sometido, y no sólo por el manejo.
Todos llevaban colores oscuros, Jessica y Brady iban con trajes negros serios, la
madre de Brady un vestido azul de noche, su padre un traje gris carbón. Molly llevaba
falda negra con rayas que había usado cuando Jessica la llamó con la noticia, y la
coordinó con un suéter gris claro que no hizo nada para aliviar lo sombrío. Todos ellos,
se dio cuenta, estaban pálidos, incluso cenizos. Todos sus pensamientos estaban en las
misiones, la esperanza y la condonación mientras subía en el asiento trasero.
Había querido conducir su propio coche, pero Jessica se había aferrado a ella e
insistió en que todos fueran juntos. Todo su cuerpo temblaba, los movimientos eran
tan finos que Molly no notaría a menos que no estuviera sosteniendo a la viuda. La
piel del rostro de Jess estaba tensa sobre su mandíbula y pómulos.
Ella esta semana había perdido peso, y sólo la tensión parecía sostenerla en pie.
—Tú eres familia como cualquiera de nosotros, y más que algunos —dijo entre
dientes, y Molly tuvo que morderse los labios para no sonreír mientras dejaba que
Donna la arrastrara a la línea.
Supuso que el orden normal sería primero la viuda, y luego los padres, entonces
vendrían su hermano, después su pareja. Pero Jessica estaba todavía muy débil, por lo
que terminó entre Brady y Molly, junto a Donna y Rick en la línea. Molly trató que
Jess se sentara en una silla, pero la rechazó, tenía rígida su columna vertebral e insistió
en que tenía que ser fuerte por el bien del bebé.
—El bebé necesita que te cuides —murmuró Molly mientras los primeros
dolientes se acercaban—. Si te desmayas o te sientes mal, ¿cómo puede ser eso bueno
para el bebé?
Ella tenía que dar crédito a Jessica. Cuantas más personas ofrecieron sus
condolencias, más estable parecía, como si generara un tipo de energía a partir de su
preocupación y simpatía. Y la gente seguía llegando. La visualización estaba
programada para una hora, pero después de una hora y media los amigos y la familia
todavía estaban alineados hablando con la familia inmediata y ofrecían palabras
silenciosas a un lado del ataúd. Molly se apartó para preguntar si esto sería un
problema, pero él le aseguró que había bastante tiempo entre los eventos y que podría
permitir que la línea siguiera su curso.
Jessica parecía más fuerte, a pesar de todo, Brady parecía más decaído. Su
expresión se volvió más estoica, más elaborada, con cada abrazo y mano sacudida. Un
par de personas mencionó, torpemente, la distancia que había entre los hermanos en la
última década. Él cada vez decía menos y menos con cada persona, y para el final,
Molly tenía miedo de que fuera a colapsar.
—Nunca debería haber aceptado decir unas palabras. —La voz salía ahogada
entre sus manos que sostenían su rostro.
—Yo no tengo derecho. Ya has oído a la gente. —Se enderezó, frotó la cara, y se
dejó caer hacia atrás contra el asiento del sofá—. Desaparecí durante demasiado
tiempo. Yo no era un hermano para él. Lo castigué por algo que no tenía nada que ver
con él.
—Pura mierda.
—¿Qué?
Él frunció el ceño.
—Así que tú no desapareciste. Estuviste en contacto, tal vez incluso más que
muchos familiares. —Ella puso la mano en su rodilla—. No puedes permitir que las
personas que no saben nada te hagan sentir de esta manera. Sus opiniones no deben
importarte. No acerca de esto.
Cruzó su mano con la de ella. Su piel estaba caliente y seca, y durante una
fracción de segundo anhelo poder tocarlo así todo el tiempo. Luego dejó escapar un
suspiro y se puso de pie, tirando de ella hacia arriba y cruzó su brazo con el suyo.
—Gracias, Moll. Siempre haces las cosas mejor. —La besó en la frente y se fue
por la puerta justo cuando el pastor lo presentó para el elogio.
Eso no fue todo. Ella se puso de pie fuera de la vista y vio como él dio grandes
zancadas hacia el podio. El anhelo se encendió de nuevo, más fuerte y más largo que
hace un momento. Lo había suprimido siempre, pero maldita sea, estaba cansada de
hacer eso. Quería consolar a Brady como algo más que su mejor amiga. Quería ser más
que una persona que lo encaminara y lo enviara de regreso a su camino. Su madre hizo
eso. Quería ser su apoyo.
Brady estaba contando una historia sobre el equipo de béisbol, como cuando
como una broma Chris había saboteado el guante de Brady durante las pruebas.
Mientras hablaba, Molly trató de encontrar una manera de buscar entre la multitud sin
ser obvia. Ella no podía moverse a través de la puerta, y tan sólo le permitía ver la
mitad de los asientos, de todos modos. Detrás del ataúd, las paredes estaban inclinadas
en tres partes, en lugar de una pared plana, presumiblemente para enmarcar la
pantalla. En la pared del fondo había una pequeña ventana alta con una cortina de
terciopelo pesada hasta el otro lado de la misma.
Cuando Brady hizo la transición a una historia más conmovedora sobre Chris
ayudándole con un matón, ella se dirigió por el pasillo. Se ponía más oscuro mientras
más caminaba, obviamente la intención de disuadir a los clientes de ir por ese lugar. La
sala tenía habitaciones a la izquierda, pero Molly no les hizo caso y continuó hasta el
final, donde las sombras eran lo suficientemente profundas como para su investigación.
La pared frente a ella tenía una pesada cortina hasta el suelo que ocultaba una ventana
al exterior. Tiró de la cortina para abrirla, dejando una línea de luz que le permitiera
ver mejor. Vio una puerta a su derecha que con suerte la llevó a la habitación con una
pequeña ventana que daba al ataúd. Ella probó con cautela la manija. Se abrió con
facilidad y en silencio, así que abrió la puerta y entró. La habitación no tenía luces, no
tenía ventanas, y no podía ver nada. Pero podía escuchar la voz de Brady al otro lado
de la pared, aunque amortiguado y amplificada por el micrófono.
En el fondo de la sala, en las dos últimas filas, había media docena de extraños
con columnas rígidas y rostros estoicos. Le llamaba la atención sus expresiones y su
forma de vestir, y la forma en que estaban separados de los familiares, sin embargo.
Podía ser que fueran despachadores o administración de SEIGE. Estudió sus rostros.
Ella podría haber visto a un hombre en el vestíbulo cuando estaba en New Rochelle.
No le había prestado mucha atención a cualquier persona que caminara por ahí. Con
un pequeño grito de asombro, reconoció el proveedor que había recuperado la pistola
de Brady en América del Sur. Y allí, en el extremo, estaba Ramona Aldus, la
facilitadora quien les había asegurado que todo estaba en orden, con excepción de que
Chris estaba muerto. Ella se veía diferente. En lugar de la cola de caballo elegante, su
cabello estaba en un moño apretado que alteraba sus rasgos ligeramente.
Las gafas eran más grandes, menos elegantes. Ella levantó una mano para
rascarse la mejilla, y Molly vio que sus uñas eran todavía de un color rojo brillante.
Brady terminó su elogio y dio un paso alrededor del podio, con la espalda
bloqueada a la vista de Molly. Tenía que regresar ahí. Pero a medida que él se acercó a
su asiento y se le aclaró su visión, su mirada se posó en una figura en la zona de
recepción. Una figura al acecho, obviamente, para ver sin ser notado, y tan claramente
tratando de disfrazarse, con una capucha y gafas de sol con las manos metidas en los
bolsillos de su abrigo.
Su mano atrapó la moldura para hacer girar y llegar al arco del vestíbulo. El
chico encapuchado estaba a la vista. Siguió su camino, giró la manija de la puerta
delantera empujándola y se tambaleó hacia fuera sobre el pasillo frontal.
Él se había ido.
—¡Maldita sea!
—¿Qué demonios? — Brady llegó junto a ella, con la corbata torcida, y miró
hacia arriba y abajo de la calle—. ¿A quién persigues?
—No sé. —Maldición. Estaba sin aliento exhausta. Tal vez porque había perdido
el aire cuando tropezó. O tal vez porque ella había estado toda la semana sin correr o
hacer ejercicio. Puso sus manos en sus costados y tomó una bocanada de aire más
profunda.
—¿Qué diablos está pasando? Yo habría esperado que ustedes dos actuaran de
esta manera hace quince años, pero no ahora. No aquí. —Él frunció el ceño con
fiereza a Molly, luego a Brady, antes de que su expresión se relajara—. Muy bien, ya
está hecho. Le diré a tu madre que te quebraste de nuevo —le dijo a Brady—. Y ahora,
díganme lo que realmente está sucediendo. —Esperó mientras ellos intercambiaron
una mirada en silencio, pero no lo suficiente para que fuera interpretado.
—No lo sabemos. Algo está mal, pero no hemos recibido ninguna respuesta.
—Por supuesto.
—Oh, sí. Por supuesto. —Se relajó. Chris, Brady, ¿Por qué no, Rick, también?
De hecho, Dix había mencionado que era una herencia. Tal vez SIEGE era todo
acerca de los lazos familiares.
Brady no había pestañeado. Ella ya había visto que sus habilidades de espionaje
no eran lo suficientemente fuertes como para ocultar su impacto personal. Después de
unos segundos, se hizo evidente que Brady no iba a revelarle nada a su padre. ¿Cuánto
tiempo tiene de conocerlo?
Recordó que había sido atrapada por su padre la noche anterior. Su estado de
ánimo había estado extraño cuando le llevó su té. Debe haberlo descubierto la noche
anterior. ¿Por qué no le dijo?
—No lo sé.
—Perfecto. —Rick se puso serio y agitó una mano—. Hablaremos de esto más
tarde. Pero ahora dime por qué saliste corriendo de allí como los murciélagos saliendo
del infierno.
Ella vaciló, pero él estaba en lo cierto. Esto era un lugar demasiado público
como para exigirle que hablara si él había sido un maldito espía, también. Tal vez
todavía lo era.
—Vi a alguien —afirmó sin pizca de emoción—. Estaba acechando desde aquí
en el vestíbulo. Parecía sospechoso.
—¿Podrías decirme quién era? —preguntó Brady—. ¿Fue? ¿Fue…? —No pudo
terminar la pregunta. Molly no sabía si era por la emoción o por discreción que se lo
calló, pero ella sabía que él estaba preguntando si podría haber sido Chris.
—No. Demasiado bajo, demasiado escurridizo. No sé, tal vez era sólo un chico
en busca de drogas o algo así. —Pero improbable. Padre e hijo parecían estar de
acuerdo, moviendo la cabeza.
—Las coincidencias suceden —ella respondió—. Pero aun así era un extraño.
En especial por la forma en que se marchó. No se parecía a nadie que hubiera visto.
—¿Qué diablos están haciendo todos? —Ella no esperó una respuesta—. Metan
sus culos de regreso. —Su fuerte mirada penetrante se concentró en su hijo—. Este es
el día más difícil de mi vida, y tú, jovencito, no estás haciendo las cosas más fáciles.
Una vez que llegaron al interior, Rick se apartó de Brady y la llevó a un rincón
del gran vestíbulo.
Ella negó.
—Lo vi aquí, pero al momento en que llegué al final del pasillo, no estaba.
—Sí. O podría haberlo estado y se ha ido por otra salida ahora. O… —Pasó
junto a algunas personas que salían de la sala de proyección y dio un paso a un lado de
la puerta, donde se podía ver la habitación entera y las dos salidas. Con la gente dando
vueltas, los que iban al cementerio de pie en grupos, los que no avanzaban lentamente
hacia la salida, habría sido fácil para la persona con capucha mezclarse y pasar
desapercibido. Pero no había rastro de él.
La chica se puso de pie, pero Brady apareció al otro lado del ataúd, bloqueando
su salida. Ella giró violentamente, en busca una salida lejos de ambos, pero estaba
atrapada.
—¿Quién eres tú? —le preguntó de nuevo, manteniendo su voz baja. Dudaba
que la chica tuviera alguna conexión con la muerte de Chris, pero había estado
actuando de manera sospechosa cuando le exigió una explicación.
—No puedo decírtelo. —La voz de la chica era alta y áspera—. Por favor, sólo
déjame ir.
Shae miró la cara de Brady por primera vez. Su tez estaba completamente
blanca, y Molly bajó a su lado, le preocupaba que estuviera a punto de desmayarse.
—Yo... um... No. Quiero decir, sí. Quiero decir… no, yo no conozco a nadie
aquí.
Bueno, eso aclaraba las cosas. El teléfono de Molly sonó de nuevo. Frustrada, lo
sacó y comprobó la pantalla. Dixon. Mierda.
—¿Hola?
—¿Qué demonios, Byrnes? he estado llamando sin parar. ¿Dónde diablos estás?
Shae giró y corrió por el pasillo central y salió por la puerta, nadie hizo nada
para detenerla. Levantó la capucha cuando se marchó, y nadie reaccionó como si no
hubieran visto lo mismo que Molly y Brady.
La sobrina de Brady.
La hija de Chris.
Él no se disculpó o explicó.
—Fitzpatrick y tú están llegado aquí ahora. Nos vemos en las salidas. Esta
puede ser tu última oportunidad para averiguar lo que realmente le sucedió a
Christopher.
Traducido por Pidge97
Corregido por Yanii
—Él dijo que teníamos que venir a la terminal ahora, ¿así que donde coño está?
—dijo ella.
—Cogiendo los tickets. —Dix dio unos pasos y le entregó dos cubiertas de
tickets.
—¿Vancouver?
—¿Qué está pasando? —preguntó Molly mientras metía los tickets en el bolsillo
de su chaqueta.
—Eso podría significar muchas cosas. —Él se acercó. Más cerca de Molly que
de él, lo que frenó el deseo de tirarla cerca suyo. Este no era el momento ni el lugar
para una pelea.
—¿Qué crees tú qué significa? —le preguntó Molly a Dix. Ella miró hacia
arriba, y él hacia abajo, y cuando su expresión se suavizó, enfado quemó a través de las
venas de Brady.
—Creo que es un asunto interno. No sé quién le asignó este caso o lo que Chris
estaba investigando. Pero parece que ellos creen que era alguien de SIEGE, un
corrupto, porque cualquier persona puede ser corrupta dadas las circunstancias o los
incentivos.
—Van a quedar con un hombre, los detalles del encuentro están ahí dentro. —
Señaló los papeles dentro de la carpeta que le había entregado—. Va a dejar el país
mañana por una cantidad de tiempo indefinida. Piérdanlo, y se acabó.
—¿Cómo sabes todo esto? —preguntó Brady. Molly le miró con el ceño
fruncido por su voz tan dura, pero no le importaba. No tenía ninguna razón para
confiar en Dixon. Demonios, él podría ser la persona que Chris estaba investigando.
—Prometí no decir quién es mi fuente —dijo Dix. Mierda común. Así que eso
no significaba nada, pero no le hacía feliz tampoco.
—No lo sé. Con suerte lo suficiente para poder saber que le ha pasado a Chris.
Pero…
—Demonios, no. Estate preparado para cualquier cosa —Dix miró a su reloj—.
Te tienes que ir. Estarán embarcando pronto.
Bien por él. Tenía que poner sus celos bajo control. Molly podría comérselo
vivo si los mostrara, más de lo que ya había hecho.
—Jessica se puso un poco histérica, dijo que no podía hacerlo sin ti. Tu madre
lloró y dijo que no eras tú mismo, pero luego le dijo a Jessica que buscara la fortaleza,
ella tiene que ser fuerte por el bebé, y Christopher no querría que fuera tan
dependiente. Funcionó, un poco —ella lo miró— tu padre sabía que estaba mintiendo,
y te defendió. Aunque… —Respiró contra el peso de su pecho. Su partida había
causado un montón de dolor, y odiaba eso. Rick podía sospechar las cosas que ellos
creían, o deseaban, o temían que pasaran, y apoyar sus esfuerzos. Pero este viaje podía
no tener respuestas, lo que significaba que habían hecho daño a Jessica y a Donna
para nada. Y ahora, esas respuestas tenían tanto potencial para ser tan malas como
buenas.
—Papá se hará cargo de ellos —murmuró Brady, sus ojos estaban cerrados pero
su cara estaba tensa. A él claramente no le gustaba la excusa que había dicho.
Apretó los dientes en actitud defensiva. Puede que fuera la cosa equivocada de
decir, pero ella no había tenido exactamente tiempo para considerar sus opciones.
Había estado tratando de evitar que él tuviera que mentir a sus padres, y su proceso de
pensamiento había sido comprometido por el gran shock del que todavía se estaba
recuperando.
—Shae.
—Lo sé —hizo lo mismo, así que estaban cara a cara y nadie más podía oírles si
hablaban bajo—. Ella es su viva imagen, Brady. Y aun así, no lo sé, si no se hubiera
puesto al lado de la foto como lo hizo.
—No entiendo por qué —su voz se rompió—. ¿Por qué no lo sabíamos? —Él
encajó sus dedos juntos otra vez, algo que había estado haciendo mucho últimamente.
—¿Cómo?
Hizo una mueca. No iba a decir que había juzgado la edad de la chica por el
desarrollo de las caderas y del pecho con la combinación de dulzura y angulosidad de
su cara.
Molly suspiró.
—Soy una chica. Tuve una vez catorce. Sólo confía en mí.
—Pero las chicas se desarrollan más rápido ahora. Leí un artículo sobre
hormonas y leche…
—Si lo hacen —dijo sin emoción—. Puede que tenga trece. Pero no más joven
que eso. —Entendió porque su necesidad era tan fuerte—. No te preocupes. Fue antes
de Jessica. Estoy segura de eso.
—Puede. Yo pensaba que él le habría dicho a Jessica, pero hemos viste que hay
cosas que no eran tan perfectas en su matrimonio cómo parecía. Y puede que no fuera
por su culpa.
—Yo creo que al menos sabía quién era él para ella. Podía haberse enterado de
quién era pero nunca haberse acercado a él.
—Estoy pensando en que tengo una sobrina, y tal vez es mejor si Chris en
realidad está muerto, porque una vez que mamá se entere de que es abuela y se ha
perdido toda su niñez, ella hará de su vida un infierno y luego lo matará.
Una imagen pasó por su cabeza, de los Fitzpatrick en Navidad, todos juntos,
Chris y Jessica embarazada, Shae y sus nuevos encontrados abuelos, Brady y Molly,
como pareja en vez de mejores amigos…, y ella en secreto también embarazada, a
punto de anunciarlo a todo el mundo.
La visión fue tan vívida que le quitó el aliento, y el anhelo cavo profundo,
escarbando en las cicatrices de cuando Brady abrió su corazón a Jessica y fue
rechazado, y entonces la rechazó a ella y a todo el mundo a cambio. Desde que le
encontró en Sudamérica y pasaron mucho tiempo juntos esa semana, su anhelo había
revoloteado contra el tejido de la cicatriz, pero ella se había negado a permitir que
entrara. Pero con esa visión, las garras de su hambre abrían nuevas heridas, y el intenso
anhelo brotaba a borbotones.
Pero no estaba embarazada. No podía estarlo. Mal momento del mes, estrés,
emociones intensas, y estaba en control de natalidad además del condón que habían
usado.
—¿Sobre?
Oh, no. No, no, no. Demonios, no. Esto era demasiado cliché. Brady de repente
estaba dispuesto a hablar sobre sus sentimientos, ¿demasiado duro en el fondo de sus
pensamientos? No podría soportarlo.
Pero muy en el fondo ella nunca había parado de desear, que cantaría de alegría
por sus palabras, lo que le hizo preguntar.
Su mano se apretó. Giró su cuerpo más hacia ella, aunque no levantó su cabeza
para mirarla a los ojos, gracias a Dios. Dejó su mirada pegada en sus manos.
—Mayormente sobre como nunca podría haber pasado nada de esto sin ti.
Molly hizo un sonido involuntario en su garganta. Wow. ¿Qué era peor que una
declaración de amor empalagosa? Una sincera expresión de gratitud.
Brady era muy afortunado de que ella estuviera atrapada en este avión con él.
—No me lo agradezcas. Eres mi mejor amigo, y estoy haciendo lo que hacen los
mejores amigos.
—Eres más que mi mejor amiga. Has ido más allá y más profundo esta semana,
y sé que ninguno de nosotros lo ha apreciado ni siquiera de cerca.
—Sí, todos lo han hecho. Y estas circunstancias no son normales. Nunca has
tenido ningún otro mejor amigo, no sabes lo que hacer en una situación como esta. Sé
qué harías lo mismo por mí.
—Sabes que es más que eso, Moll. Tenemos un único vínculo desde el día que
nos conocimos.
Ella no podía recordar el día en que se habían conocido. Ellos habían sido tan
jóvenes, todo lo que tenía era una colección de imágenes. Sus padres discutiendo, ella
escapando, Brady y una pequeña figura, Christopher, siempre dispuesto a distraerla,
sus padres siempre dispuestos a acogerla. No estaba segura de si recordaba los días
antes de que los Fitzes se mudaran delante de su casa.
—A lo mejor…
Molly habría declinado, pero la mujer no se iba a ir a ninguna parte, así que
pidieron agua y esperó hasta que terminó y se movió por el pasillo. Una vez que lo
hizo, ella vio la oportunidad de cambiar de tema.
—¿Qué crees que es más probable? —preguntó a Brady antes de que pudiera
hablar—. ¿Qué Chris este vivo o que le asesinaran?
Él se había sentado recto para abrir sus dulces y su agua, así que ahora se acercó
hacia ella, para nada distraído. La dulzura en sus ojos mientras miraba hacia abajo
desconcentrado, pero se forzó a sí misma a mantener su mirada y no flaquear por su
malestar.
—Lo sé. Pasar por esto una vez fue bastante malo, pero tener que hacerlo todo a
la vez… —ella alcanzó su agua, intentando bloquear un final alternativo a su anterior
visión, de los Fitzes destruidos, fragmentados, llenos de dolor oscuro.
Eso hizo que Molly pensara en Jessica, que le trajo otra vez sus sentimientos
por Brady, y lo que había estado tratando decirle. Intentó cambiar su mente en otra
dirección, pero no podía hacerlo. Tenía que preguntarlo.
—Jessica no lo está pasando muy bien —empezó ella.
—Sí. —Su tono no revelaba nada. Hacía que Molly quisiera gruñirle. A lo
mejor golpearle. Duro.
—¿Lo parece? —En realidad parecía divertido, maldito, y sus ojos parpadearon
cuando giró su cabeza para mirarla.
—No actúes como si fuera divertido —escupió—. Los últimos doce años
pueden haber valido todo el dolor si tú realmente terminaras con ella. Es todo lo que
siempre has querido desde que le pusiste tus ojos encima.
Su parpadeo paró.
—Los últimos doce años nunca valdrán la pena. Hice mucho daño, a todos
nosotros. —Tomó un largo respiro y se acercó hacia delante—. Si hubiera sido más
maduro, pasar algún tiempo con ellos como pareja, o incluso con Jess sólo, puede que
me hubiera dado cuenta de las cosas más rápido.
El latido de Molly adaptó un ritmo rápido. Brady declarándose a ella era un lío
enredado de problemas. Pero Jessica era el nudo del medio. ¿Estaba realmente
desatándolo?
—¿Qué tipo de cosas? —Se manejó para preguntar con un poco más de deseo
susurrado que a ella le hubiera gustado mostrar.
—Cosas como… ella necesita mucha atención.
—Tú no.
—Claro que sí. Tú solamente no has estado en una relación conmigo para
descubrirlo.
Su mirada se suavizó.
—Moll, he tenido una relación contigo toda mi vida. Eres la chica que necesita
menos atención que conozco.
Ella negó, preguntándose qué abogado del diablo perverso en ella le hacía
querer protestar, pero no le dio la oportunidad.
—David Scott.
—Nope. Ella era sólo una excusa porque no quería herir tus sentimientos. —La
esquina de su labio se curvó—. Hacías las cosas muy fáciles.
—No lo hacía. —Se burló—. Yo era de todo menos insegura, y no me
comportaba como una madre o algo así.
—Sí, eso es lo que estoy diciendo. Estabas muy cómoda saliendo con él,
haciendo lo que sea. No te importaba lo que fuera. Nunca demandabas algo o le
forzabas a hacer algo que él no quisiera. Si no estaba interesado en algo que te gustaba,
no lo hacías con él. No estaba acostumbrado a eso.
—Eso no tiene sentido para nada. —Se quejó, pero por supuesto que lo tenía.
Sabía que a los chicos les gustaba sentirse necesitados, y ella no había sido muy buena
en necesitar a nadie excepto a sí misma. Queriéndolo, si. Necesitándolo, no. Era
probable que por eso sus pocos intentos desde Navidad no habían progresado mucho.
—Sí. Flechazo. La quiero como una cuñada, Molly. No quiero que sea dañada.
Que no esté sola. Pero no quiero ser el que lo haga para ella. No quiero estar con ella.
No más.
Otra vez.
Traducido por Ritita
Corregido por Yanii
Pasaron la Aduana sin sobresaltos, pero lento, tanto Molly como Brady apenas
tuvieron tiempo para llegar a la cafetería donde Dixon los había enviado. Él no les dijo
como identificar al hombre con el que se encontrarían, así que Molly esperaba que él
los reconociera a ellos. Ella estaba encantada de que Brady tuviera experiencia con esa
clase de cosas. Cuando la gente venía a su tienda, un conjunto de código de frases
ayudaba a identificar quienes eran y porque estaban ahí.
Era como una sinfonía, donde cada músico sabía su propia parte y cual sección
venían juntas, pero no sabía los detalles de las otras secciones.
El trabajo de Brady era más como jazz improvisado, donde los músicos se
seguían cada uno y las cosas sucedían a medida que avanzaban.
Mientras ellos se acomodaban sobre las heladas sillas de metal en una mesa fría
de café sobre la acera desierta, Molly decidió que era mucho mejor como conducto.
Dejaría el campo para Brady. Sinfonía era definitivamente más adecuado para ella.
Compartieron una sonrisa que fue interrumpida por un hombre que se dejó
caer en el tercer asiento en la mesa.
Molly no podía creer que no lo vio aproximarse. Era unos pocos centímetros
más alto que Brady sentado, y sus rodillas tocaban la parte superior de la mesa, así que
sus piernas eran largas, demasiado. A diferencia de la mayoría de los hombres altos,
pensó, él no era desgarbado como un bicho, sino robusto y sólido. Vestía kaki y
chaqueta de vaquero sobre una polera. Nada que destacara. Pero su pelo muy corto era
brillante, rubio, su cara ruda con una prominente rugosidad en la frente. En resumen,
no era la clase de chico que se mezcla con la multitud. Sin embargo Molly, quien había
estado prestando atención, no lo había notado hasta que apareció en su mesa.
—Tú eres el código 11. —Miró a Brady, entonces a Molly, después dándole la
asignación que Dix había aprobado para ellos.
T se recostó.
—Puede.
—Lo hice.
T le dio un mirada tu sabes mejor que, sus manos se sacudieron hacia Brady. Ella
tomo eso como que él era un agente de campo, o había sido.
Ante el uso del nombre de Chris, los ojos de T fueron oscuros, y aunque su
frente no se movió, las cejas parecían más grandes. Molly tembló en una sutil mueca,
pero Brady parecía imperturbable. Él esperó pacientemente hasta que T asintió.
—¿Y?
T sacudió su cabeza. Ella pensó que tenía miedo de ser escuchado. Nadie más
estaba cerca, seguro, pero los micrófonos parabólicos no tenían que estarlo.
Secretamente escaneó las azoteas alrededor de ellos y no vio ni una silueta o destello
de luz, no había ventanas abiertas en los edificios. Pero eso no significaba
necesariamente nada, o cualquiera cosa.
Brady puso un pequeño artefacto en la mesa. Molly no tenía idea que era, pero
T se relajo visiblemente. Él se inclinó y nos indicó acercarnos. Ella desplazo su silla y
descansó su antebrazo en la mesa, como si fuera simplemente juntarse alrededor de su
café caliente.
—No. HQ. Pero el rastro lo trajo aquí. Fitz era bueno. Yo era suspicaz acerca
del accidente, pero no podía estar seguro de que alguien se haya enterado de lo que
estaba haciendo y se lo llevaron a él.
T se encogió de hombros.
—Lo que ocurrió, las lesiones en el reporte. Vi el auto. Estaba curioso —le
respondió tácito a Brady—. Me las arregle para darle una mirada antes de que fuera
aplastado. La zona de impacto realmente no correspondía a los daños en el reporte
oficial de la compañía.
—Ninguno.
—¿Por qué no? ¿No tenían ellos que reportar la escena del accidente fatal? —
Molly no sabía cómo se trabajaban las cosas en Canadá, pero eso parecía una
obviedad.
—Normalmente, sí. —T no lo aclaró, dejándolos hacerse su propia idea.
—Sí.
Ella se sacudió, sin embargo había esperado esa respuesta. Pero Brady no
reaccionaba del todo, solo continuó buscando respuestas.
—¿Y piensas que ellos recuperarían lo que buscaban, las evidencias que él
reunió? —Esa era la pregunta.
—Las originales, sí. —Él tomó más café—. Cualquier agente que se valore
tendría copias guardadas.
—Pero para que las copias sean de algún valor —meditó ella— él debía haber
dejado a alguien saber de su existencia.
T se acabo su café.
Él no sonrió.
—No, pero es alguien de suficiente nivel que tiene mucho poder, y no tiene
consciencia ni desesperación por riqueza. —La pasó, y segundos después, ella no
podría decir cual persona en la calle era él.
—Comprar.
Brady la premió con una sonrisa, reduciendo el paso un poco, y tomó su mano
así caminaban lado a lado.
Una hora después, se instalaron en un hotel al azar con Brady y su nueva
computadora última generación.
Él además los había llevado por un callejón a una pequeña tienda electrónica de
la que había escuchado, donde compró algunos programas y más artefactos que
claramente no eran para el público en general. Los artefactos fueron instalados y
trabajaban para interferir cualquier señal dentro y fuera del cuarto, él caminaba de un
lado a otro mientras la portátil instalaba el programa.
—Estamos bien por ahora —dijo—. Pero voy a necesitar apagar el transmisor
mientras bajo el programa de actualizaciones y estar en línea, porque necesito Wi-fi
para eso. Así que empieza a hablar. Vierte lo que sea que estés comiendo.
—Solo dime qué piensas del café que te puso tan triste y desesperado por una
computadora.
Su sonrisa se desvaneció.
Ella se echó sobre su estómago en una de las camas dobles así no se interponía
en el ritmo de su camino.
—Él podría haberlo sabido. No sé. —Se frotó su frente—. De cualquier modo,
empezó cuando éramos chicos. Y más tarde, lo usábamos para hablar sobre regalos y
cosas, y para las discusiones familiares cuando no queríamos que Jessica vea, o lo que
sea. Yo usualmente lo chequeaba cuando volvía de una misión, nunca pensé…
Su última misión había terminado con las noticias de su hermano muerto. No
habría razón para comprobar después de eso.
—El buzón que usé tenía una contraseña para un sitio encriptado. Un correo no
era seguro.
Gimió.
—Necesito algo que hacer. Quizás vaya a comprar. —No era su tarea favorita,
pero necesitaban ropa y cosas para el baño.
—No tiene sentido ir a una tienda hasta que sepamos si nos vamos a quedar.
Podríamos dirigirnos directo al aeropuerto después de leer lo que envió. Si envío algo.
La idea de tener que volver a estar como sardinas, en un viejo avión tan pronto
la hizo sentir un poco mareada. Su vientre se retorció y se movió hacia atrás
inclinándose hacia la cabeza, agarrando el control de la TV.
—U opción tres. —Su voz retumbó por todo su cuerpo, y sus parpados se
entrecerraron.
—Brady…
Fue solo una media protesta. Estaba tan cansada. Cansada de ser racional y
proactiva. O de tratar de asegurarse que no dejaban que la situación implicara
sentimientos que no eran reales.
Demonios. Su sentimiento era real, y lo había sido por décadas. Quizás Brady
estaba honesta y finalmente viendo la diferencia.
—¡Ja! —Se le escapó antes de que pudiera frenarlo. Pero Brady solo esbozó una
sonrisa lenta y perezosa que envió deseo rodando a través de su estómago. —En serio,
—ella fue mordaz por pura desesperación— ¿nunca dejaste de hacerlo?
—Así, que solo soy una distracción. —Lo empujó con su brazo y se movió
fuera de la cama del lado opuesto—. La TV es el camino más apropiado para llevar tu
mente fuera de tu hermano, Brady.
Se fue pisoteando hacia el baño, pero él la agarró antes de que llegara a medio
camino y la hizo girar en sus brazos.
Hubiera sido muy fácil hacer eso, pero rendirse significaba perderse en él. Ella
había estado al borde toda su vida, y siempre había sabido que esa no era la forma de
conseguir lo que quería. La visión que tuvo en el avión, la familia, eso era real.
Fantasía, quizás, pero valía la pena aferrarse por algo. Valía la pena asegurarse que
Brady la escogía, deliberadamente y cien por ciento.
Casi había perdido la lucha, casi había aceptado que tener un poco era mejor
que nada. Pero con unas pocas palabras, había la volteado de su aletargada aceptación
a la resistencia y el pánico. Si ella cedía, no podría tener esa fantasía. Y Brady no
podría nunca decidir qué era lo que realmente quería, tampoco.
—Esto no…
—No quise dar a entender eso —dijo Brady interrumpiéndola, su tono duro
ahora—. Tú lo dedujiste porque no quieres hablar acerca de esto. Acerca de nosotros.
Tú no quieres escucharme. Prefieres…
—¡No me digas lo que prefiero! —medio gritó—. No tienes idea de cómo me
estas lastimando.
—Dime, entonces.
Molly empujó sus rizos con una mano temblorosa. No trató de disimular.
—Mi mundo se quebró el día que le dijiste a Jessica que estabas enamorado de
ella —admitió. La boca de Brady cayó abierta. Levantó una mano y no lo dejó
responder—. Debí haberlo sabido, claro, desde ese primer día. Pero ella no estaba
disponible, y pensé que irías tras ella pero luego seguirías adelante. En vez de eso,
fuiste abierto y honesto. —Su garganta empezó a cerrarse, las palabras salían
temblorosas, pero se forzó a continuar—. La perra te destrozó, pero dejo la puerta
abierta. Dejó que creyeras que le importabas más que solo como el hermano del novio.
¿Entonces sabes qué? No creo que te hubieras recuperado más rápido si te hubieses
quedado alrededor. Te tuviera encadenado, manipulándote. Tal vez no
intencionalmente, quizás con amabilidad equivocada, pero el resultado podría haber
sido el mismo.
—Moll…
—Yo habría hecho todo —lo cortó con un susurro— para tomar el dolor de ti.
Pero lo que te hizo, te lastimo a ti mismo. Daño la relación con tu familia.
—Pero ella tiene —le respondió, su tono sólido con seguridad. Levantó sus
manos, palma hacia arriba. Una invitación—. Molly yo no amo a Jessica.
Verdad resonó en sus palabras. Él las creía, Molly podría decir. Pero eso no
significaba que la quería, y no era lo suficientemente estúpida para dejarlo entrar
ahora, poco después de su aparente epifanía. Jessica todavía estaba necesitada y podría
volver a Brady por ayuda. Él no sería grosero de negársela. Ella llevaba su sobrino
huérfano, por el amor a Dios. Y ni siquiera debía saber de Shae. ¿Cuánto daño haría esa
revelación?
Molly tenía esperanza, pequeña y frágil que apenas quería reconocer, de que
Christopher estuviera todavía vivo y pudiera volver a su esposa. Eso podría finalmente,
liberar a Brady.
Quizás.
Brady dejó escapar a Molly dentro del baño esta vez. Él tenía que hacerlo. Ella
lo había noqueado completamente, sacándolo de balance, revelando una
vulnerabilidad que nunca había visto antes. No se podía arriesgar a hacer un mal
movimiento y volar sus oportunidades con ella para siempre.
Porque en los últimos días, no había podido clasificar sus sentimientos por
Molly.
Se había cuestionado su origen, su veracidad, aun lo que realmente era. Quería
explorarlos, ver qué pasaba cuando tratara de nombrarlos, compartirlos con ella. Pero
cada vez ella había bloqueado sus torpes intentos… y la había dejado alegremente. Era
más seguro, más fácil, de ese modo.
Pero tan pronto como ella implico que sus sentimientos no eran reales, que no
eran suficientes, explotó sobre él en un ataque de ¿cómo-te-atreves? Y él
inesperadamente supo que lo eran.
La ducha se encendió, lanzándolo hacia ese otro cuarto de hotel, ese donde
Molly se entregó porque él la necesitaba. Se dio cuenta ahora que ella nunca habría
hecho eso si no lo amara. La profundidad de ese amor había sido evidente en su
arrebato emocional de hacia un momento.
La computadora sonó cuando terminó, antes de que ella saliera del baño.
Desactivó la señal del interruptor, entro al Wi-Fi del hotel, una señal cifrada básica, y
empezó a bajar las actualizaciones del programa que compró. Con nada mejor que
hacer, se dejó caer en la cama, manos detrás de la cabeza, mirando al techo y
preguntándose la mejor manera de acercarse a Molly.
Ella era racional a un fallo, así que trataría apelando de otra forma. Exponer los
hechos. El problema era, que no eran todos los hechos. Y las mujeres tendían a
enojarse cuando el hombre trataba de ser objetivo con las emociones.
O podría decirle que él lo resolvería. Pero, ¿qué la detendría de decir las mismas
cosas que antes?
Ella no podía creer lo que él sentía. Y no confiaba que Jessica no podría
cautivarlo de nuevo.
Molly aprovechó tanto tiempo en el baño como pudo. Quería que Brady se
pusiera al día con la computadora, su concentración en su hermano y lejos de ella por
el momento en que ella saliera. También necesitaba trabajar a través de su propia
marea de emociones antes de enfrentarlo de nuevo.
La parte dura era creer que Brady la quería, la amaba, y realmente más que a
Jessica. No había modo honesto de evaluar cómo se sentía sobre nada mientras
estuvieran atrapados en este horrible misterio. Una vez que pasaran a través de esto y
volvieran de nuevo a su vida normal, podrían ver como se sentían.
El archivo se abrió en una ventana, el cual tenía unas pocas líneas de texto. Una
dirección en Washington, DC, y las palabras: “Dix 1012 completar lo antes posible”
—Es un lugar que Cris y yo hemos usado antes. —Su boca torcida a un lado—.
Probablemente ambos pensábamos que éramos inteligentes, pretendiendo jugar a los
espías cuando realmente éramos espías, pero pensando que el otro no lo era. —La
irónica diversión se desvaneció, su cara se hundió en la pena que había llevado toda la
semana. Se restregó las manos sobre ella. Entonces agarró sus cosas y se paró—. Así
que vamos a DC.
¿Que si la información que Chris obtuvo revelaba algo malo acerca de su padre?
Inesperadas lágrimas brotaron de los ojos de Brady por unos segundos antes de
pestañear. El rápidamente aseguro el buzón suelto en su sitio y cerró con llave la
puerta oxidada.
Al final del pasillo, bloqueado su punto de vista por la puerta del buzón, había
una figura inmóvil. Una silueta en la penumbra, piernas y brazos delgados, manos en
los bolsillos del pantalón, un gran abrigo y sombrero difuminando su cuerpo y cabeza.
Pero todavía…
Brady pestañeó, duro, su mano libre buscando el arma que no llevaba, mucho
más lento de lo que sus reflejos entrenados deberían haber reaccionado. La mitad de su
cerebro daba vueltas a la verdad de quien estaba parado ahí.
Molly no podía creer que Brady realmente creyera que rodearía la cuadra
continuamente en el auto rentado y lo dejaría ir a encontrarse con Dix en el punto de
encuentro por sí solo. Seguro estaría de acuerdo con su plan, pero no se había
molestado en tomarse el tiempo para advertirle del suyo. Condujo por los alrededores
por unos minutos mientras llamaba a Dix y le ordenaba que aparcara dos cuadras
arriba de la calle. Una vez que ella vio que se acercaba, se estacionó en doble fila,
nunca encontrabas un lugar para aparcar a esta hora de la noche en una zona
residencial, y puso las intermitentes. En su último paso, Brady aun había estado
«fumando» mientras inspeccionaba el edificio al que necesitaba entrar. Supuso que
tenía de cinco a diez minutos antes de que él le enviara un mensaje. Brady había
querido recuperar el paquete de Chris antes de que hablaran con Dix, pero Molly sintió
el peso de la urgencia en la parte trasera de su cuello y pensó que debían hacer ambas
cosas al mismo tiempo. Brady nunca habría estado de acuerdo en dejarla encontrarse
con Dix sola, pero el instinto le decía que él no era su enemigo.
Dix estaba de pie detrás de una banca, con las manos en sus bolsillos. La luz de
la farola le golpeó directamente en la cara, su despachador no se escondía. Dejó pasar
dos minutos por si tenía que salir huyendo, pero nada se movía por la cuadra en
ninguna dirección, a excepción de un carro que iba pasando, lleno de chicos que iban
en busca de la mejor fiesta, a juzgar por la bulla que traían y sus ropas brillantes.
Dix no se movió cuando Molly abrió la puerta de su auto. Debió haber sabido
que esa era ella sentada allí, no se necesitaba ser un genio para darse cuenta. Se
apresuró, su atención seguía dividida entre su entorno y Dix.
—¿Qué te hace pensar eso? —su tono era cauteloso pero resignado. No se alejó de
la luz para irse a las sombras, pensó, así que Molly asumió que no estaba tratando de
ocultarse. Era eso, o era un muy buen agente. Uno u otro.
—Chris le envió a Brady un mensaje con tu nombre en él. —Eso era todo lo que
le iba a dar.
—¿Qué decía?
—No lo sé. —Se mordió la lengua acerca del hecho de que Brady estaba
recuperando esos datos mientras ellos hablaban— ¿qué esperabas que dijera?
Dix suspiró y frotó una mano por encima de su frente. Un par de días antes,
podría haber dicho que él era un chico positivo ante la vida, que era exactamente como
se hacía ver. Pero ahora veía el precio que esto había cobrado. Lo que «esto» fuera.
Había estado cargando con esto por un tiempo, y eso significaba que tenía una cara de
póker mejor de lo que él le había permitido creer.
La conmoción llegó, pero fue ligera en comparación a todas las que había
tenido recientemente.
—El cómo fue fácil. Los despachadores tienen acceso al programa. Nadie en
realidad tenía que saber que él estaba en una misión, especialmente cuando una
solicitud aprobada en su archivo personal decía que iba a tomar una semana de
descanso.
Dix tenía que haber sido el despachador de Chris para falsificar una solicitud de
vacaciones, pero Molly preguntó de todos modos.
Dix asintió.
—¿Si valió la pena? —finalizó por él. Flexionó y enroscó sus manos,
desplazando su equilibrio sobre las puntas de sus pies. La respuesta estaba casi a su
alcance, al menos algunas. Pero cuando Chris se había acercado lo suficiente a las
respuestas, lo habían asesinado.
—¿Qué te tomo tanto tiempo? ¿Llegar aquí? —pretendió que la burla había
venido de un extraño, uno de los imbéciles con los que frecuentemente trataba en el
seguimiento de la información. Cuando la figura agachó la cabeza, Brady dio por
sentado que eso era un asentimiento. Él asintió de regreso.
Chris sacó las manos de sus bolsillos y las mantuvo ambas a su lado.
—Dios, sí. —La irónica diversión desapareció, reemplazada por la angustia que
sonaba familiar—. Esto era lo último que quería hacerle a alguno de ustedes. Casi la
última cosa, la última cosa era morir realmente.
—No te lo diré. La mayor parte de lo que hice fue muy ilegal, y si tengo suerte,
nadie nunca encontrará los detalles —movió su barbilla hacia la envoltura que Brady
tenía en su mano—. Tienes que darle eso a Conrad, Dixon. Nadie más. Él es…
—Sí, ¿no sabías que ella era de SIEGE? Ella sabía que tú lo eras, y yo. —Chris
no reaccionó a eso, así que debía saber que Brady lo era. Maldita sea.
—Un informante.
—¿Por qué no te habías presentando frente a mí? Ya sabía que querías que Dix
obtuviera esto —levantó el envoltorio—. ¿Algo que tengas que decirme acerca de lo
que hay aquí?
Brady lo iba a dejar ir, pero, en el último segundo, se tambaleó hacia adelante,
sujetando la mano de su hermano, y atrayéndolo a un abrazo, sus puños retorciéndose
en la parte trasera de la chaqueta de Chris, y sus ojos cerrados evitando la punzada de
lágrimas de alivio. Su hermano estaba vivo.
Molly seguía intentando decidir qué decir acerca de la revelación de lo que Dix
pensaba sobre que su propio padre estaba sucio cuando su subconsciente captó un
atisbo, aunque no sonara familiar. Ni siquiera se habría percatado de eso a excepción
de que Dix se puso rígido y miró directamente hacia el edificio donde Brady había
entrado.
—¿Un disparo silenciado? Estoy seguro de que sonó como uno —le echó un
vistazo a ella—. ¿El bastardo está ahí?
Ella asintió y tragó, tal vez no podía confiar en Dix. Le había mentido, e incluso
lo que le había dicho a ella podría ser falso, pero él no había disparado el arma.
Un arma. Brady estaba ahí, podría haber recibido el disparo. Oh, dios, no, no a
Brady. El déjà vu la paralizó por unos segundos.
—Tenemos que…
Pero Dix ya había comenzado a dirigirse hacia allí. Ella se encontraba a unos
pasos detrás de él, cuando dos personas salieron corriendo del edificio de apartamentos
de ladrillo estrecho. Logró reconocer a uno de ellos inmediatamente como Brady. El
otro era…
Jadeó. Dix se detuvo a la mitad de la calle, pero ella siguió, llena de alegría,
furia y miedo.
—¡No! —gritó Brady, levantando una mano para detenerla. Otra persona salió
por la puerta, con el arma levantada, y Molly se lanzó detrás de un auto, su boca
cerrada por el repentino terror. Quería gritarle a Dix que se tirara al suelo, pero no
quería llamar la atención del tirador hacia él. Quería gritar por Brady y Christopher,
maldita sea, ¡estaba vivo!— para que se hicieran a un lado. Gritarle a la policía, al
asesino para que se detuviera. Simplemente quería gritar. Se construyó en su pecho,
incrementándose cada vez que escuchaba los chasquidos que eran cada vez más
fuertes, pero amortiguadas por las explosiones de la pistola.
Torciéndose, se puso sobre sus pies pero permaneció por lo bajo, sus ojos daban
saltos por donde había visto por última vez a Brady y a Chris y nada en la posición
donde estaba el tirador. Se había ido, no podía ver una sola persona por ningún lado.
Corrió hacia donde Brady estaba hincado a un lado de su hermano. Chris yacía
en la alcantarilla, la tierra húmeda a su alrededor, brillando bajo la luz de la farola.
Molly se dejó caer a un lado de Brady y le dio un codazo para que saliera de su
camino, reemplazando su mano con sus dos manos.
—Lo tengo, ¿qué tan malo fue? —le preguntó a Christopher, para darle algo en
lo que concentrarse. Su cabeza giró hacia ella, sus cejas arrugándose mientras él
intentaba enfocar su visión.
—¿Qué…? Dos. Uno en la carne. Otro aún está dentro. El hombro de… Brady.
—Lo sé, llama al 911 —le ordenó a Brady. Su miedo se había sosegado,
curiosamente, una vez que supo su condición. Arrugó la camiseta de Chris y presionó
con más fuerza en la herida, para detener el flujo demasiado rápido de sangre.
Se intentó que la habitación fuera cómoda y cálida, con sillas suaves, alfombras,
papel neutro en las paredes, incluso flores centradas en la mesa llena de revistas. Lilas.
Fuera de temporada.
Molly estiró una mano para tocarlas. Sip falsas. De las buenas falsificaciones,
sin embargo.
Pasos resonaron por el pasillo afuera, y ella levantó la cabeza para ver a dos
policías más, esta vez detectives, caminando con una enfermera. No se apresuraban.
Ella no sabía lo que eso significaba. ¿No hay prisa, la víctima murió en la mesa?
¿Todavía están operando, o en recuperación? ¿Despierta, pero cogimos al chico, así que
no hay urgencia?
Molly no tenía idea de lo que estaba pasando en ningún lado. Después que
Brady había gritado su angustia, Molly había logrado convencerlo de que Chris sólo se
había desmayado. Brady no había estado en su sano juicio después de eso.
¿Dónde diablos estaba Dix? ¿Había cogido al tirador? ¿Le han pegado un tiro?
No la había llamado cuando ella estaba en su camino al hospital, y no había
contestado cuando ella había tratado de llamarlo.
Sin duda, no podía haber fingido eso durante tanto tiempo. Ella había confiado
en él durante años. A menos que ella fuera una tonta total no había ninguna razón
para cambiar eso.
—¿Alguna noticia? —le preguntó, aunque él tenía que saber la respuesta ya.
Oscura emoción estalló otra vez, empujando sus intentos de lógica a la basura.
—¿A dónde fuiste? —preguntó ella después que sintió más controlada. El calor
de sus manos la ayudó. Ella se estremeció, el resto de si frío de repente en
comparación con su mano, y Dix envolvió su brazo alrededor de sus hombros,
recostándola así que estaba totalmente contra de su lado. Todavía estaba agitado. Ella
se preguntó hasta qué punto él había perseguido a ese tipo.
—Lo atrapé. Vi quién era. Lo golpeé un poco, luego me dio un buen golpe en la
barbilla y lo perdí.
—Es más inteligente esperar —Dix estuvo de acuerdo—. Hey. —Esperó hasta
que ella se volvió a mirarlo—. Ellos van a estar bien.
—Tú no sabes eso. —Ella logró una pequeña sonrisa—. Pero gracias.
—No, gracias a ti. —Su repentina tensión desmentía las palabras—. No tienes
idea de lo que ustedes han hecho por mí.
Suspiró.
—Asumí que fuiste tras el tirador porque sabías que yo estaba allí para los
chicos. Y tú llamaste al 911.
—Lo hice. Pero no estoy seguro de que no habría actuado de la misma manera,
incluso si tú no estuvieras allí.
Molly no podía responder a eso. Una parte de ella comprendía. La misión era la
prioridad, no dejar que se sacrifiquen en vano, y todo eso. Pero la parte de ella que
amaba a Brady más que a sí misma no quiso perdonar a Dix por su admisión, aunque
fueran hipotéticas.
—Brady me dijo que fuera, que el tirador tenía el paquete que Chris había
dejado.
Así que me fui. Lo perseguí unas pocas cuadras. Un coche giró en una esquina
y le frenó, por lo que fui capaz de alcanzarlo. Luchamos, y cuando agarré el paquete,
fue cuando me pegó y se escapó. —Él movió su mandíbula con la mano derecha.
Dix meditó.
Eso era un buen plan en teoría, pero no tenían idea de quién era el enemigo. Ni
siquiera sabía qué significaba “enemigo”. Dado que SIEGE negociaba información, se
podría suponer que alguien había vendido parte de ella a las personas equivocadas.
¿Cómo había descubierto eso Dix? ¿Qué le hizo pensar que su padre era el culpable?
Pero estaba demasiado cansada como para hacer esas preguntas ahora.
—Pensamos que era seguro donde estaba antes. —La miseria la recorrió. Pero
la sala de espera era tan silenciosa como cualquier hospital.
La cálida mano de Dix frotaba su espalda con comodidad, y ella se plegó sobre
el regazo de nuevo.
—Dios, Dix, no puedo hacer nada. No puedo llamar a la gente o dar detalles al
seguro o incluso donar sangre. Yo no soy compatible.
—Chris perdió más de lo que estaría en los bancos. —Las lágrimas de repente
brotaron y empaparon su manga.
Uno de los detectives entró en la sala de espera cuando Dix estaba saliendo. La
policía detuvo al despachador y murmuró algo. Dix le dijo a dónde iba, y el policía
asintió antes de venir y sentarse junto a Molly.
—Lo siento. Todo lo que sé es que los dos están todavía en la cirugía. —Abrió
un pequeño cuaderno y retorció la punta hacia abajo de una pluma de plata—.
Necesito hacerle algunas preguntas más.
—Por supuesto.
—¿Puede usted decirme por qué una de las víctimas tuvo un funeral ayer?
—¿Los informes de su muerte...?
—¿Él?
El detective garabateaba en su libreta. Aunque ella podía verlo, las palabras eran
indescifrables. Un repentino pensamiento la golpeó, y ella dijo:
—Gracias.
—No hay problema. —Le hizo un par de preguntas más, sumergiéndose en las
zonas que no se sentía cómoda hablando sin guía, pero Dix era el único que pudo
haberla guiado. Logró pasar a través de ello sin hacer referencia a SIEGE, y el
detective tomó su información de contacto, sin levantar una ceja a los códigos de área
de Boston.
Ella esbozó una sonrisa y dejó el café sobre la mesa para que pudiera
desenvolver el plástico alrededor de la magdalena.
Pensó que tendría que tragarse la comida, que le sabría como aserrín, pero tan
pronto como el aroma del arándano le golpeó la nariz, su estómago gruñó. Para ser
una magdalena de una máquina expendedora era bastante buena. Ella masticó y tragó,
con sólo unas pocas migas quedándosele atascadas. Ella probó con cautela el café, que
no era horrible. En el momento en que había terminado todo, se sentía mejor. No tan
bien, pero no colapsaría sobre sí misma, tampoco.
—Sí.
—Tengo una actualización para usted. —Hizo un gesto para que se sentara.
Ella lo habría tomado como preparación para las malas noticias, pero él se sentó a su
lado, su cuerpo con la necesidad obvia de un descanso.
No le sorprendía que los registros de Brady tuvieran su nombre en él, pero que
Christopher lo hiciera, también, la hizo apretar los labios y contener las lágrimas.
El aliento de Molly salió en una corriente sintiendo que la mitad de sus entrañas
se aflojaron. Pero no podía respirar de nuevo, no hasta que él le dijera el resto.
—Christopher... —Hizo una cara de "Wow, eso fue duro", pero no proyectaba una
mirada de "Esta es la peor parte de mi trabajo, ¿por qué no le dice otra persona?" Ella sorbió
aire, el dolor en sus pulmones generando pequeñas luces en los bordes de su visión. El
doctor se dio cuenta y le puso la mano en el hombro—. Respira, Molly. Está bien.
—Oh, gracias a Dios. —Las lágrimas que habían amenazado durante horas
brotaron de sus ojos de nuevo—. Yo no podría manejar decirle a Brady por segunda
vez.
Él le dirigió una mirada extraña, pero esperó a que se recuperara antes de dar
detalles.
—Creo que usted sabe que una herida era superficial, entró y salió pero no
golpeó nada vital. La segunda herida era mucho más grave, y no está fuera de peligro.
Tuvimos que hacer reparaciones mayores y existe la posibilidad de una cirugía
adicional en caso de hemorragia interna. Pero a pesar del daño en los órganos, todos
están todavía funcionando, y estoy bastante seguro de que cerramos o cauterizamos
todos los vasos abiertos. Está bajo estricta observación en la UCI y será toco y me voy
por un tiempo.
—Está bien. —Molly podía respirar hondo de nuevo. Podía manejar el miedo y
la desesperación ahora, también, pero la ira comenzó a tomar el relevo. Ella la aplacó
por miedo de ver lo caliente que se ponía—. ¿Puedo ver a Brady?
Más espera. Pero al menos esta vez era más fácil. Anticipación en lugar de
ansiedad. ¿Debería ir a hacer algunas llamadas y dejar que los Fitzpatricks supieran lo
que estaba pasando? Su estómago se revolvió ante la idea.
Todavía no. Esperaría y hablaría con Brady y vería lo que él quería que hiciera.
Un rato después, Dix regresó, una curita sobre un taco de gasa en el hueco de su
codo. Él llevaba un vaso de jugo de naranja y tenía una miga de galleta en la comisura
de la boca. Parecía aún más tenso y preocupado que antes.
—¿Se sabe algo? —preguntó, mientras se sentaba junto a ella otra vez.
—Estoy esperando a que Brady sea trasladado a una habitación para poder
verlo. No sé si van a dejar que tú…
—¿Qué te pasa, no te gusta OJ? —bromeó, contenta de lo mucho más ligera que
sentía, al menos temporalmente.
—Lo odio. Era todo lo que tenían, e insistió en que lo beba o ellos me atarían y
me obligarían.
—Eso podría haber sido divertido. —Pero la broma no surtió efecto, y ella se
encogió de hombros—. ¿Quieres que te consiga un poco de jugo de manzana para ti?
—¿Qué pasa? —le preguntó finalmente, cuando estuvo claro que él no había
tomando la decisión de compartir.
Dix movió sus ojos hacia ella, luego a la puerta, entonces el signo en la pared
proclamando la muerte a cualquier persona que usara un teléfono. Vio la puerta
mientras él sacó su teléfono y hojeaba en él.
—Estoy bien.
—Pero he sido secuestrada. Quieren que les diga que traigan la información a
Connecticut ahora, y van a dejar que me vaya. Si no lo hacen... —Se interrumpió, y una
pistola entró en el marco, el objetivo era su cabeza.
—Envía un mensaje de texto con su ETA —Shae se precipitó. Sus ojos estaban de
lado, mirando al que sostenía el arma. Su respiración era irregular y rápida, pero ella
no tropezó con sus palabras—. Tienes hasta mañana para llegar hasta aquí, o yo…
—Eso es todo —dijo Dix—. Sin detalles. Ningún mensaje de texto adjunto. No
hay manera de rastrearlo sin equipo y tiempo que no tenemos.
—No puedo creer que no ibas a mostrarme esto. —Molly quería gritar. No
podía apartar la mirada de la pequeña pantalla. Shae llevaba la misma sudadera con
capucha que se había puesto en el funeral. La camiseta asomando de la parte superior
de la cremallera se veía igual, también. Alguien había estado en la funeraria. ¿Habían
estado dentro y visto el intercambio de Shae con Brady y Molly? ¿O habían estado
fuera y simplemente visto a la chica, reconocido su importancia, y aprovechado de
ella?
—No. —Molly sabía que estaba siendo estúpida, pero esto no era un secuestro
típico. Su mente se aceleró. No tenían tiempo para ocuparse de las autoridades.
—Puedo averiguarlo. Pero no, no sabía que existía antes de ver este video.
—No. —Las náuseas ondearon a través de ella—. Saben que Brady y Chris
están en el hospital. Tenían que haber contratado al tirador, así como el que agarró a
Shae. —¿Algo de esto importaba? Por qué no le dieron un lugar a donde ir o a quien
buscar. Estaba preparándose para pedir a Dix el paquete de información, o por lo
menos que fuera con ella a Connecticut, cuando una enfermera entró y dijo que Brady
estaba despierto e insistiendo en que la llevara a él inmediatamente.
Ella nunca lo había imaginado invulnerable o inmortal, pero era una cosa
totalmente diferente tenerlo metido en su cara.
—Un poco. Todavía estaba bastante aturdido, por lo que no me molesté con los
detalles. —Su mano se apretó alrededor de ella—. Nada ha cambiado, ¿no? Él todavía
está vivo.
—Siéntate. —Brady tiró de su mano libre para llegar a la silla junto a la cama.
—Por supuesto que no. —Esperó hasta que ella se sentó y tomó su mano de
nuevo. Esta vez, él estiró sus dedos a la curva sobre su palma y alrededor de su
muñeca, anclando su dominio con más firmeza. Como si uno de ellos estuviera
cayendo.
—Quien sea.
—No llamé a tu familia —admitió, trabajando hasta Shae, preparada para que
estuviera enojado con sus decisiones—. No sé cómo decirles que Christopher recibió
un disparo.
La risa de Brady se convirtió en una tos, que le hizo una mueca de dolor y
trabajar su hombro un poco.
—Eso es bueno. Mi madre nos va a matar, pero tenemos que esperar hasta que
está despierto por lo menos. El menor número de gente que sepa que está vivo, mejor.
De hecho—
—Tenemos que conseguir esa información de las personas adecuadas. —Su voz
era débil, con grietas ligeramente chirriantes.
Tenían que hacer algo más que eso, pero ¿cómo demonios iba a hablarle de
Shae? Él ya quería saltar de la cama. Averiguar que su sobrina había sido secuestrada
lo lanzaría fuera del edificio.
—No, no hay. —Ella tenía que decírselo, pero todavía no podía—. Es Dix.
Tiene miedo de que su padre esté involucrado.
—Dix lo tiene. Él lo consiguió del tirador después que corrió. Pero no, ninguno
ha tenido la oportunidad de leerlo. O al menos —se corrigió— él dice que no la ha
tenido.
—Pero eso no significa que no hay nadie más. —Se frotó la sien. El dolor de
cabeza se había intensificado de nuevo.
Brady deslizó su mano fuera de la de ella otra vez e hizo un gesto con la palma
hacia arriba, los dedos chasqueando hacia él, en un gesto de “renuncia”.
—Eres tal seguidora de las reglas. —Él lo prendió, esperó a que arrancara,
entonces utiliza la marcación rápida. Él esperó mientras sonaba, entonces, cuando
alguien contestó, se limitó a decir—: Supervisión.
—Yo.
—Así que supongo que está sin duda en el negocio. —Ella suspiró—. Una gran
cantidad de años de secretos se ha destruido esta semana.
—Tal vez para mejor. Molly... —Él jugó con sus dedos y no se encontró con su
mirada.—Quiero hablar contigo.
Se quedó paralizado.
—¿Quién la tiene?
Nadie estaba prestando atención a ella, por lo que pasó la sala con las salas de
descanso y pasó por el arco en la sección abierta de la UCI.
—¿Qué está pasando? —Cuando él se volvió hacia ella, las manos en alto como
si fuera a agarrar sus hombros y corporalmente mover la distancia, ella dijo—: Yo soy
de su HIPAA.
—Lo siento, señorita. —Se detuvo cuando ella dijo pssht e hizo un movimiento
de corte con la mano—. No puedo decir nada.
—¿O personas vestidas como personal médico? —adivinó. Una vez más, la
mirada en blanco—. Mierda. —Tenía que averiguar lo que estaba mal. Olvido lo de ser
cauta. Ella se acercó a la enfermera más cercana y le tocó el brazo. La mujer
inmediatamente se volvió para bloquear el paso de Molly. Ella no trató de mantenerse
firme, sabiendo que la mujer tenía mucha más experiencia en el advenimiento que
Molly sosteniéndose. Pero se aseguró de que la mujer saliera con ella.
—¿Qué está pasando? —preguntó una vez más—. Soy familia. Tiene su
permiso para decirme su condición. —Ella dijo en voz alta lo suficiente para atrapar la
atención del médico. Levantó la vista, asintió, y dijo—: Dile.
—Sí —dijo ella en voz baja—. Creemos que le inyectaron algo que…
—Mariscos.
—¿Qué?
—Lo estará ahora. —Ella se apresuró a volver y hablar con el médico, quien
encontró la mirada de Molly antes de disparar órdenes a su equipo.
—Sí. Vamos. —Ella abrió la cajita al lado del lavabo, aliviada al encontrar su
ropa allí—. Alguien le inyectó mariscos, o lo que sea que él sea alérgico. Cerró su
garganta. Él estará bien —le aseguró ella, sacudiendo sus pantalones vaqueros y
camisa en la cama y agarrando un rollo de gasa de una bandeja del fregadero—. Les
dije que pusieran más uniformados con él.
—No es suficiente.
—¡Ay!
Frunció el ceño pero presionó al sangrado leve hasta que aseguró la gasa con un
vendaje.
—Zapatos. —Ella se arrodilló de nuevo, esta vez con mucho menos tensión, y
sostuvo los zapatos para que pudiera meter sus pies en ellos—. Vámonos.
—Yo no dejaré a Christopher —protestó, su mano buena en el hombro para
evitar que abriera la puerta.
Ella mantuvo su voz baja para que nadie fuera pudiera oír a través de la puerta.
—La forma más rápida para salvar a tu hermano es conseguir esa información
de tu padre. Una vez que la supervisión la tenga, no habrá ninguna manera de
ocultarlo, y todos vamos a estar más seguro, incluyendo Shae. —Ella lo esperaba. Estas
personas irían lo suficientemente lejos para matar a un agente. ¿Matarían a un niño,
también?—Tenemos que encontrar a Dix, antes que ellos y averiguar nuestro siguiente
paso. Están desesperados, Brady, y tenemos que estar por delante de ellos. Podrían
estar aquí en cualquier momento, viniendo detrás de ti. —Cuando él no se movió, ella
recurrió a la súplica—. Por favor, Brady. No puedo hacer esto sin ti.
—Eres fantástica, Molly Byrnes —murmuró antes de bajar la cabeza para darle
un intenso beso suave, que envió calor zumbando través de su cuerpo, despertando
todo lo que había sido apisonado por días. Años. Las lágrimas pinchaban sus ojos
cuando él se apartó. Se volvió rápidamente y abrió la puerta, parpadeando mientras
miraba fuera. Ellos no tenían tiempo para la emoción.
Dix no estaba en la sala de espera donde lo había dejado. Ella empujó el pelo
hacia atrás, tratando de pensar. Podría estar con el detective, o pudo haber ido a buscar
la información. No podían darse cuenta de eso desde aquí.
Se echó a reír.
—En serio, eres el agente de campo, y esta es realmente tu misión. Por así
decirlo. Así que... —Sus mejillas se encendieron y vio los números por encima de la
puerta.
—Gracias.
—¿Dónde estás? —Ella le preguntó. Ella hizo un gesto a Brady para acercarse a
oír, pero él negó con la cabeza, el hombro, obviamente, le dolía. De hecho se sentó en
un banco cercano y apoyó el codo en el brazo, un suspiro se le escapó mientras se
relajaba.
—¿Nosotros, quienes?
—Brady y yo.
—¿Estás bien?
Él asintió, pero su mandíbula estaba rígida, con los dientes apretados, y los ojos
cerrados.
—He estado haciendo mucho de eso. —Pero él hizo uso de su hombro como
apoyo para levantarse y dejar que ella envolviera su brazo alrededor de su cintura para
ayudarlo a través del asfalto. Lote C, por suerte, estaba a un lado del edificio y, por
tanto, no tan lejos como parecía. Una vez que habían llegado al quiosco de autobuses
dio a Brady algunos de los analgésicos y una botella de agua, y luego ató la bufanda en
un cabestrillo para apoyar el codo. Cuando él bebió toda la botella grande de agua, le
dio la segunda, también.
—¿Y luego?
—Entra. —La voz de Dix hizo eco desde el teléfono mientras el auto paraba en
seco frente a ellos.
—¿Por qué el acto de alma que lleva el diablo? —Brady gruñó, molesto de que
la conducción del chico lo enviara a rebotar por todo el lugar así que no podía
conseguir su cinturón de seguridad, ya bastante difícil con una sola mano. Él frunció el
ceño a la parte trasera de la cabeza de Molly. Podría haberle ayudado.
—Me seguían —dijo Dix—. Creo que los he perdido, pero podrían estar
juntándose, así que no quiero correr ningún riesgo.
—¿Lo tienes? —preguntó Molly. Dix le entregó un sobre que asumió Brady
había recuperado de la caída. Ella comenzó a abrirlo.
—Norte —dijo Brady, ya centrado en los papeles que había sacado—. Molly te
dirigirá.
Condujeron en silencio durante un rato, la única conversación fue sobre rampas
y números de ruta. Brady ojeó los papeles hasta que golpeó un nombre.
—¿Qué hay dentro? —Dix trató de sonar fresco sobre lo que Brady leía, pero lo
que él creía que dijo lo estaba rompiendo.
Como agente, Brady nunca supo que estaba recogiendo información, ni a quién
se dirigía.
SIEGE era una empresa privada. Pero se entendía que la mayor parte de la
inteligencia se iba a utilizar ya sea por el gobierno de Estados Unidos o en cooperación
con otros organismos y países amigos de los E.U.A. Cada cierto tiempo, Brady estaba
bastante seguro de que también hacían negocios con corporaciones.
Pero algunas de las misiones enumeradas aquí, sancionadas por Howard Ellison
y otra parte sin nombre, era con países no autorizados. Si SIEGE les había
suministrado inteligencia sensible y el gobierno se enteró, sería el fin de SIEGE, y
todos los involucrados estarían con la mierda hasta el cuello.
—No era sólo Canadá —dijo Dix—. Eso fue sólo el último lugar. Christopher
ha estado indagando para mí durante el último año.
—¿Tanto tiempo?
—Sí. Tú fuiste el primer indicio, en realidad —dijo a Molly. Eso hizo que Brady
frunciera el ceño aún más.
Ella no dijo nada, pero tampoco Dix. Ambos hombres la miraron hasta que se
quebró.
—Bueno, está bien, a veces podía decir que era de agencia, o privada, o un
agente SIEGE. Pero nunca tuve nada que confirmara lo que yo pensaba, y nunca hablé
de eso, ¿así qué como fui una pista?
—Hiciste una broma una vez acerca de la globalización por lo que es difícil
saber quiénes son nuestros enemigos.
—¿En serio?
Dix asintió.
—Me pareció extraño. Así que busqué que habías tenido que recoger ese día, y
parecían de fuera. Cuanto más cavé, más cosas no coincidían. Así que le pedí a Chris
que me ayudara.
Brady estaba en shock. ¿Cuántas de las misiones en las que había estado habían
sido ilegales, o alimentadas por enemigos del Estado? Dio gracias a Dios que SIEGE
no le mandó a hacer el trabajo húmedo. Vivir con sangre inocente en sus manos...
Pensó, de regreso, a la universidad, cuando SIEGE lo había reclutado. Parte de la
apelación había sido la idea de hacer el deber patriótico de una manera que encajara
quién era. Él no era ingenuo. Estaba seguro de que mucha de la información que había
negociado había provocado la muerte de algún tipo u otro. Pero al menos había creído
que estaba haciendo el trabajo que salvaría vidas estadounidenses.
Dix continuó:
—Es más que uno —dijo Brady—. Esta información no fue compilada por un
gestor sospechoso. Este fue…
—Sí, lo sé. Uno de los ladrones —lo dijo con un toque amargo—. Si nombra a
Ellison, entonces…
—La evidencia que tienes debe implicar a dos personas —dijo Brady—. Estas
cosas sólo nombran a uno pero indica que hay otro. Así que probablemente estaban
planeando culpar a alguien inocente.
No, no podía pensar en eso. Ya era bastante malo que Chris todavía estuviera en
peligro y que la hija de Chris estaba en manos del enemigo. Cada cosa a su tiempo, y la
cosa inmediatamente delante de ellos era cuánto confiar en Dixson.
—No.
Brady no se molestó en intentar más duro. Sí, su seguridad era más importante
que la captura de esos tipos, pero la discusión tardaría por siempre, y ella había hecho
puntos válidos, unos sin duda más fuertes que el instinto protector de Brady.
—No. —El dolor era un latido sordo, y no había pasado tanto tiempo desde que
tomó las últimas—. Quiero ver el video. —Apenas había tenido la oportunidad de
pensar en la pobre Shae, y la culpa lo comió. Ella era la única inocente en todo esto.
Tenía que ser su primera prioridad.
Ella tomó el teléfono que Dix le entregó, abriendo el video antes de pasarlo de
nuevo a Brady. Apretó la mandíbula mientras miraba, y él quería arrancarle la pistola
de la mano a su captor y golpearlo hasta sacarle sangre. Su visión borrosa. Ella era tan
dura, a pesar de su evidente miedo. Tan hija de Chris.
Aspiró y corrió un lado de su mano por sus ojos. Malditos medicamentos para
el dolor. Después de ver el video tres veces más, tenía que admitir que Molly tenía
razón. No había forma de saber dónde se tomó o incluso cuando, a excepción de que
tenía que ser después del funeral.
—Hasta el momento.
Molly le tendió la mano, Brady movió la cabeza y apretó con más fuerza el
teléfono.
Ella asintió.
—Trata de dormir.
Tuvo que admitir que no tenía mucha elección. Extendió la mano y acarició su
pulgar sobre el círculo oscuro bajo el ojo derecho de Molly.
—Voy a tomar una siesta entre conducir —le aseguró ella. Entonces ella hizo
algo sorprendente. Le cogió la mano y le besó la yema de su dedo pulgar—. Duérmete.
Molly dormitó durante veinte minutos. No quería dar direcciones a Dix mucho
más que eso, a pesar de que la ruta fuera un tiro bastante recto. Brady no había dicho a
Dix a quién iban a ver, lo que significaba que no estaba seguro de poder confiar. Molly
tendría que dejar SIEGE si sus instintos estaban fuera, pero ella no iba a ir en contra de
la cautela de Brady.
—Ustedes dos estaban agotados, y no hace falta ser un genio para saber a dónde
ir.
Ella se giró para mirar a Brady, silbando un poco mientras los músculos tensos
en su espalda ardían. Estaba tendido sobre el asiento de atrás, inclinado sobre su
hombro malo apoyado detrás de él y él en su brazo bueno.
—¿Se ha despertado?
—No.
No devolvió la sonrisa.
—¿Qué pasa?
—Nunca he tenido una oportunidad, ¿verdad?
—Por supuesto que sí la tenías. —Eh. Ella había querido decir "tienes"—. Me
gustas mucho, Dix.
—Pero lo amas. —Él dio un tirón corto de cabeza al asiento trasero—. Está
bien. Cualquier tonto viéndolos juntos puede decir que es lo que está destinado a ser.
—Es más complicado que eso. —Ella frunció el ceño y cambió de tema—.
¿Dónde crees que vamos?
Dix negó con la cabeza, como si no quisiera decirlo en voz alta, dio un giro a la
izquierda que lo hizo obvio. Iban sin duda a la casa Fitzpatrick.
Ella sacudió la cabeza y abrió. Dix abrió la tapa de gas y empujó dentro. Ella
volvió a bostezar y se bajó del auto para comprobar a Brady. Cuando abrió la puerta de
atrás, el frío aire de la noche se desvió en su cara y él se agitó, parpadeando aturdido.
No es la manera, ella sospechaba, que generalmente se despertaba.
Cogió las pastillas para el dolor metidas en el bolsillo trasero del asiento
delantero del auto.
—Aquí, toma
La puerta del auto se sacudió hacia ella y la derribó a sus pies. Su cabeza golpeó
contra el borde del techo. Mientras caía al suelo, la arena raspó sus palmas brutalmente
y Brady se lanzó fuera del auto. Molly estaba tan sorprendida al ver que se movía tan
rápido cuando sólo se había estado moviendo con cautela y aturdido que no registró de
inmediato por qué lo había hecho.
Molly se empujó hacia los pies del atacante. Envolvió sus brazos alrededor de
sus tobillos hasta que se retorció y cayó, gruñendo mientras rebotaba en el pavimento.
—¡Llamen al 911! —gritó Molly. Nadie estaba fuera, pero tal vez el dependiente
o Dix la oirían dentro. Brady se tambaleó contra el lateral del auto, la mitad
derrumbándose en el capó, tosiendo y gimiendo.
Se arrastró hasta el cuerpo del hombre grande hasta que pudo pisar el cuchillo,
ahora flojo en la mano, y dejó caer su rodilla sobre su pecho, anulando cualquier aire
que había recuperado en los últimos segundos.
—¿Quién eres tú? —le exigió. La sangre rugía en sus oídos. Estaba tan
malditamente cansada de ser atacada—. ¿Para quién trabajas? —Ella apretó su puño
en su camisa y lo sacudió con fuerza. Ella habría golpeado la cabeza contra el suelo un
par de veces, pero se había rodado en parte a su lado y puso rígido su cuerpo.
Pensó que había hecho eso para protegerse a sí mismo mientras se recuperaba,
pero entendió de manera diferente cuando la vio un destello de plata y una quemadura
fría sobre su pecho. La única razón de que su segundo cuchillo no le cortara su
garganta era porque Dix tiró de ella hacia atrás justo a tiempo. Él la arrojó al suelo y
comenzó a luchar con el atacante.
—No conmigo —Molly jadeó—. Tengo que ver lo malo que es.
—No puedes hacerlo con tu hombro. —Ella trató de empujar su mano, pero no
tenía fuerzas. Agachó la barbilla, tratando de ver. La camisa no parecía demasiado
manchada con su sangre. Por otra parte, era una camisa oscura.
—Dix.
—Estabas mucho más histérico anoche —dijo ella—. ¿Significa esto que no me
amas tanto como amas a tu hermano?
Él sonrió, pero su rostro estaba blanco fantasmal contra el cielo oscuro. Casi
verde. Pero tal vez esa era la iluminación fluorescente. ¿Era debido a su lesión, o lo que
ella había dicho?
—Es superficial —dijo Brady—. Creo que puedo salir sin puntos de sutura.
—¿Cómo nos encontró? —preguntó mientras subía al asiento trasero con Brady,
quien se veía extrañamente satisfecho—. ¿Qué pasa si hay un rastreador en uno de
nosotros, o en el auto?
—Vamos a tener que correr ese riesgo —dijo Brady—. Cuanto más rápido
obtengamos la información de mi padre, más rápido podemos poner fin a esto.
La tensión en el auto aumentó con cada kilómetro. Brady miraba por la ventana
trasera para asegurarse de que nadie los seguía, incluyendo policías, mientras que ella
se sentó y se preocupó acerca de que sudorosa se había convertido su mano. Realmente
necesitaba estar en el hospital, o al menos una cama.
Molly esperaba fervientemente que no fuera la persona que impartiera toda esa
información.
—¿Quieres que te…? —ella comenzó a ofrecer antes de que Dix la cortara.
—No. —Pulsó el botón del altavoz y lo sostuvo para que todos pudieran oír la
conversación.
—¿Qué?
Su padre titubeó.
—Lo olvidé. Las cosas son un poco difíciles hoy. A un amigo le dispararon.
¿Está furiosa mamá?
Tan natural como sus palabras sonaban, Molly tuvo la sensación de que fueron
calculadas, que la respuesta de su padre revelaría algo a Dix. Cuando él
inmediatamente le preguntó sobre el amigo, la preocupación en su voz tan sincera
como podía detectar sin estar cara a cara con él, Dix se relajó un poco.
—Bien, bien. Así que supongo que no te esperamos para la cena en los
próximos días. —Él se rió entre dientes—. Te diré, tu madre no me extraña al hacer
trabajo de campo. Apuesto a que te alegrará volver a la mesa de trabajo, también, ¿eh?
—Él no esperó a que Dix contestara—. Está bien, puedo oír que estás conduciendo, así
que voy a dejarte ir. Llámanos en un par de días, si no quieres que tu madre caiga sobre
ti.
—Claro, papá. Un par de días. Gracias. —Él desconectó la llamada y dejó caer
el teléfono en el asiento delantero.
Molly se giró para comprobar, también, pero no había luces o formas móviles
que podrían ser los autos con sus luces apagadas.
—Él dijo las cosas correctas y no sonaba como si estuviera pescando —dijo
Dix—. Pero él era un agente de campo, y cofundador de la empresa, por lo que sólo
podría ser muy bueno en lo que hace. Le he estado observando con mucho recelo,
paranoico acerca de lo que significaba cada pequeña cosa. Es agotador y he perdido
toda objetividad que podría haber empezado con ello.
—Has hecho más que la mayoría podría hacer —le dijo ella—. Eso es un
montón de integridad.
Cuando ella se echó hacia atrás, Brady tomó su mano de nuevo, esta vez
entrelazando sus dedos con los de ella con firmeza y moviéndose por lo que sus
hombros se tocaron. Ella cerró los ojos y dejó que su mente se liberara de todo lo
externo y sólo sumergirse en su calor. Después de unos segundos, ella estaba
respirando en conjunto con él, lento y profundo, y ella sintió la tensión drenándose de
los dos. Por el momento, no le importaba lo que pasaría cuando todo esto terminara. Si
momentos como éste eran todo lo que jamás conseguiría, siempre y cuando Brady
estuviera vivo, lo tomaría con gratitud.
El auto se sacudió hacia un lado, al girar sobre su eje trasero izquierdo. Ella
rebotó con él, el cinturón de seguridad cortaba un lado de su cuello. Ella tardíamente
registró el ruido rompiendo la fibra de vidrio y metal, y la ruptura de vidrio que llovió
sobre ella y Brady. Dix estaba gritando y luchando con la rueda. Ella tuvo un vistazo
de un vehículo más grande que el suyo, ya que giraron antes de que Dix pisara el
acelerador y se fueron corriendo por la carretera de nuevo. Durante el rugido del motor
oyó el sonido ahora familiar de un arma de fuego. Ella y Brady se empujaron contra el
otro, tanto tratando de cubrirse. Molly desabrochó su cinturón de seguridad y rodó por
el suelo con un gruñido. Cuanto más luchaba Brady, más tiempo estaría expuesto.
Luego, su cuerpo estaba sobre el de ella, sus hombros encajados entre los asientos, con
las piernas pesadas sobre sus rodillas. Se sintió gemir, el sonido sofocado por todos los
otros ruidos. Dix todavía estaba en la línea de fuego. Pero mientras el auto seguía
avanzando en una línea recta o bastante recto, se corrigió a medida que viró
nuevamente a la izquierda, al parecer por una esquina, tenía que estar bien.
—Arma. —La voz de Brady retumbó a través de ella al llegar entre los asientos.
Dix cumplió, y Brady pasó a arrastrarse y apuntar a través del espacio en el que la
ventana trasera solía estar. Disparó tres veces antes de hundirse hacia abajo sobre ella,
su respiración entrecortada.
—¡Hey, tal vez eso funcionaría! —Ella cogió el cuello de su camisa. Brady se
echó a reír, pero sus ojos rastrearon su movimiento. Vio la sangre en su camisa
mientras ella lo tocó y lo sintió mucho más húmedo de lo que estaba antes. Ups.
—¡Tenemos que salir de aquí, Dixson! —gritó por encima del hombro.
—¡Yo sé lo que necesitamos mierda! —Dix gritó—. ¡Le disparaste a uno de los
neumáticos, pero todavía está viniendo! No conozco estos caminos lo suficientemente
bien. ¿Tú sí? Creciste por aquí.
—Molly, no.
—Yo sólo voy a guiarlo. —Ella arrastró su cuerpo por debajo del suyo y se
apretó entre los asientos delanteros hacia el lado del pasajero, manteniéndose lo más
bajo posible. Miró por la ventana del frente para averiguar dónde se encontraban.
—Bueno.
Dix esperó hasta el último segundo, luego giró el volante y desvió hacia el
estrecho camino de tierra. El sedán rebotó sobre surcos. En el asiento de atrás, Brady
lanzó un gruñido y maldijo.
—Esto no parece una buena idea —dijo Dix con los dientes apretados mientras
luchaba con la rueda.
—Lo sé. Está bien. —Esperaba. El vehículo que les seguía era más poderoso,
también más grande. Mientras las cosas no hubieran cambiado demasiado... Ella
inhaló lentamente cuando los edificios se hicieron visibles.
Era el turno de Dix para maldecir. La brecha no era para vehículos, por lo que
sería un ajuste apretado.
—¡Gira a la izquierda! —Molly gritó mientras el impulso del auto los llevaba
hacia los árboles. Dix se volvió y corrió paralelo a los bosques, en las pistas llenas de
baches realizados por vehículos agrícolas. El motor del auto hizo ruidos extraños
ahora, en protesta por su manejo brusco.
—Está bien. —La euforia de Dix había sido de corta duración—. ¿Y ahora qué?
—¿Están ahí atrás? —preguntó Brady, que seguía mirando por la ventana
trasera.
—Tan rápido como puedas —Molly dijo a Dix—. Estamos casi allí.
—¿En dónde? —Pero entonces lo vio, una brecha en los árboles, y giró el auto
amplio a la izquierda para la curva cerrada a la derecha. Este camino era todavía de
tierra, pero lleno de fuerza y cubierto de agujas de pino.
—¿Es bueno que lo hagan? —Ella forzó la cubierta del suyo y sacó la batería—.
Tenemos que tener a Dix con nosotros. Es nuestro único contacto con los captores de
Shae. Y si su…
—El resto no importa. —Brady apagó el teléfono de Dix y sacó la batería, con
aspecto sombrío.
—¿Qué pasa con la ropa? —Molly le dio unas palmaditas a sí misma al azar—.
Podrían haber escondido rastreadores en cualquiera de nosotros.
Dix negó con la cabeza y se volvió al auto, dejando caer las llaves debajo del
asiento.
—¿Puedes hacerlo? —Ella trató de meterse bajo el brazo sano de Brady, pero él
la sacudió y tomó la mano de nuevo en su lugar. Dix se dio cuenta, torció una sonrisa
triste a ella, y se trasladó a caminar delante de ellos en la dirección que había indicado.
—Estoy bien —insistió Brady—. ¿Cómo supiste de ese lugar, y el heno y todo?
—Trabajé para el censo un verano, y tuvimos que ir a explorar un montón de
lugares remotos como ese. Había hablado con el dueño por algunas horas y creí que la
oportunidad de que el pajar más grande en el condado todavía estuviera allí
—Sí, pero era muy viejo. Algo por el estilo, la gente no cambia fácilmente. —
Ella se estremeció cuando la mano de Brady se apretó alrededor de ella, como para
acentuar sus últimas palabras—. Me alegro de que me viniera a la cabeza.
—Ellos saben que estamos aquí —señaló Dix—. Y que no nos dirigimos al
punto de encuentro. ¿Qué es eso que van a hacer con la niña?
—Esperemos que nada —dijo Brady—. Nos dieron hasta la mañana. Tenemos
tiempo para cumplir con ese plazo.
—A menos que averigüen lo que estamos haciendo. —La ansiedad bailó sobre
los nervios de Molly—. Si creen que estamos copiando la información, o tomando a
alguien, ellos tal… —Se detuvo, ¿por qué que en el infierno podría hacer en este
momento?
Deseó, mientras giraban por la calle de sus padres, que se pareciera más a un
punto de seguridad y menos como que estaban condenando a todos.
—No —dijo Molly en contraste con los asentimientos de los chicos—. Brady
fue baleado ayer por la noche y apenas salió de la cirugía, cuando tuvimos que huir del
hospital. La conducción de Dix y mi navegación —añadió antes de que Dix pudiera
ser demasiado susceptible— agravó la herida.
—Cirugía, ¿eh?
Brady rodó los ojos cuando su padre le indicó que se quitara la camisa, pero
obedeció, tratando de no hacer una mueca mientras sus movimientos tiraban de la
carne cosida. Su padre evaluó la cantidad de sangre que manchaba el vendaje.
En ese preciso momento, dos cuerpos cayeron por delante de ellos a través de
los listones de madera sobre las ventanas de la parte posterior y lateral del edificio.
Brady intentó hacer demasiadas cosas a la vez buscando una pistola que no tenía,
agachándose para presentar un blanco más pequeño, tirando a Molly abajo y tratando
de llegar detrás de la cubierta y protegiendo el paquete.
Los hombres debían haber oscilado abajo desde el techo. Cuerdas negras
colgaban a través de la madera astillada.
Una de las figuras vestidas de negro saltó sobre el padre de Brady, mientras que
la otra se zambulló por el paquete que había caído al suelo. Dix se lanzó, también,
golpeando al individuo Uno lejos del sobre, pero su ímpetu lo llevó fuera del alcance
del mismo. Brady habría ido tras él, pero su padre había perdido la ventaja.
—Ayuda a Rick. —Molly se estiró por el paquete, muy cerca de donde Dix
forcejeaba con el individuo Dos.
—Bien hecho —dijo Rick con voz autoritaria—. Ahora, vamos a ver a quién
tenemos aquí. —Se inclinó y le quitó la capucha de punto al hombre a sus pies—. No
lo conozco. —Miró a Brady y Dix, y ambos negaron con la cabeza. Rick se inclinó
para comprobar los bolsillos, encontró una cartera, y la arrojó a Brady. La abrió y
encontró una licencia de conducir de DC. Parecía legítima. No era agente de campo, o
no estaba muy bien entrenado. Sus cejas se levantaron cuando leyó el nombre—. Papá.
Es John Ellison.
—Bien. Pero ten cuidado. —Él observó con atención mientras Molly rodó a
Junior sobre su estómago, listo para intervenir si el chico siquiera se estremecía. Pero a
pesar de que era plenamente consciente ahora, él no hizo ningún esfuerzo para
alejarse. Con movimientos rápidos y seguros, Molly rodeó sus muñecas con los lazos y
lo arrastró de rodillas. Ella ni siquiera parpadeó en un esfuerzo que habría sido difícil,
si no imposible, si el corte en su pecho hubiera sido profundo.
—Me quedo con esto, muchas gracias. —La suave voz de la mujer era un
choque aún más grande que el arma. Una mano larga y delgada con uñas carmesí
llegó a su alrededor y cogió el sobre de su mano. Después de un par de compases,
todos los demás en la sala se quedaron helados.
—¿Qué? No, no lo es. —Dix miró a Molly a la mujer detrás de Brady, perplejo.
—Sí, lo es —Molly insistió—. Ella es la mujer que conocí con Christopher. Ella
es, como, las relaciones públicas. —Pero parecía menos segura para el momento en
que terminó de hablar. Brady podría seguir sus pensamientos. La mujer podría ser un
despachador trabajando para Ellison, y su compañero... parecía demasiado confiado y
responsable.
—¡Pero lo es! —Molly rodó sus labios hacia adentro después de su arrebato,
lamentando claramente revelar su conocimiento. Pero luego se encogió de hombros—.
Quiero decir, si te estás exponiendo, amenazándonos a punta de pistola, debes creer
que lo es. Pero yo no conozco tu juego final. ¿Vas a matarnos a todos? Eso acaba de
establecer a más personas en el sendero.
—Yo no tengo que matar a nadie —dijo Ramona—. Sin pruebas, no se puede
probar nada. Ellos no pueden…
El hosco silencio detrás de él le dijo a Brady que no, que no estaba segura.
Probablemente estaba tratando de decidir si o era, o no, un farol.
Rick se burló.
Pero cayó plana, dadas las circunstancias, y Brady no pudo envolver su cabeza
en torno a un punto importante.
—¿SIEGE? ¿Por qué no? —Ella comprobó los lazos alrededor de las muñecas
del hombre que Dix detuvo—. Supongo que este es Howard. —Le quitó la capucha,
dejando a la vista el cabello blanco del hombre en la parte superior de la cabeza.
Ellison frunció el ceño y miró al frente.
Brady no tuvo respuesta para el por qué no. Demonios, todo el mundo estaba
trabajando para SIEGE. Pero...
La mirada de Ellison nunca vaciló, pero su boca se torció con petulancia. Rage
tenía Brady arrastrando de vuelta, ajeno al dolor surgiendo en el hombro, pero su
padre intervino.
—Chris... ¿qué?
—¿Qué has dicho? —Su madre vino de detrás de Brady y lo miró fijamente.
Mierda. Metió su mano derecha por el pelo. Esto era lo contrario de cómo
había querido que saliera. No había tiempo para explicar, y posiblemente incluso
menos tiempo para llegar a su sobrina. El amanecer estaba a pocos minutos. Pero las
palabras torcidas y confusas en su cerebro, golpeaban por el dolor punzante en el
hombro. Entonces Molly dio un paso adelante y puso su mano en el brazo. Un
bálsamo, aunque apenas tomó el borde.
—En el funeral —explicó rápidamente a sus padres— nos encontramos con una
joven tratando de presentar sus respetos. Era la viva imagen de Christopher. Ramona
estaba allí, y debió haber visto el parecido, también. La secuestró y envió a Dix un
video amenazante. Implicaban que la cambiarían por la información, pero ya que
todos los jugadores parecen estar aquí…
Detrás de ellos, Ramona se rió. Brady y los demás se volvieron a verla rodar sin
gracia sobre su espalda y sentarse. Su risa no combinaba con la mezcla de furia y
miedo en sus ojos.
—Déjame ir —dijo ella— y te diré dónde está la chica. Mantenme, y ella muere
dentro de una hora.
—No va a suceder.
Los padres de Brady no habían dicho nada todavía, por el shock, pensó, pero a
medida que la policía se acercó al garaje y gritaron, su padre se hizo cargo de nuevo y
abrió la puerta principal para dejarlos entrar.
Rick entregó los materiales al detective a cargo, quien admitió que estaba fuera
de su jurisdicción y que tendría que ir a los federales. Pero estaba en las manos
correctas, por lo que Chris debía estar seguro, incluso si Ellison y Aldus tenían otras
personas trabajando para ellos, todavía por ahí.
Brady no se molestó en detener a los oficiales de llevarse a Aldus lejos. No iba a
conseguir algo de él ahora, no cuando creía que no tenía nada que perder. Pero no
tenían ninguna otra pista, y nada de tiempo.
Cuando Brady vio a Molly volver al garaje, rodeó de un grupo de policías para
llegar a ella.
Esperanza estalló.
—¿Y?
—No sé si es donde estaba, pero ella lo utilizó. Tengo una dirección. —Ella
agitó una hoja de papel—. ¿Podemos escabullirnos fuera de aquí?
Brady miró por encima del hombro. No quería escabullirse sin respaldo, con los
dos heridos. Pero sus padres y Dix estaban comprometidos con la policía en este
momento, y los latidos del corazón midiendo los segundos se habían convertido en
golpes sordos. Casi media hora había pasado ya desde que Aldus le había dado a Shae
una hora. Molly tenía razón.
—Voy a conseguir mis llaves. Del auto abajo del bloque. No creo que esté
bloqueado. —Brady corrió dentro de la casa, tratando de lucir intencionado, pero no
con tanta prisa que llamara la atención de los policías salpicando el patio.
Cuando regresó por la puerta principal, Ramona era llevada a un auto patrulla
por uno de los detectives.
—Es sólo a unos pocos kilómetros —ella le dijo cuando subió al auto—. Lo
haremos.
Suponiendo que iban al lugar correcto. Le entregó las llaves y se preparó para lo
que estaban a punto de encontrar.
—Estoy seguro de que tienen algo establecido. —Brady escaneó la acera, pero
no vio ninguna evidencia de trampa.
—Ellos no se habrían arriesgado hacerle daño a una mascota extraviada o
alguien local. Si pusieron algo, será a la casa.
—No hay tiempo. —La mano de Brady fue a su cadera, como buscando un
arma—. Estamos a diez minutos.
—No puede tener trampas explosivas en todo. Tienen que ser capaces de volver
dentro.
—¿Quién es usted? —la voz era joven, femenina. Molly dejó escapar el aliento
que había estado conteniendo. La chica aún estaba viva.
—Soy Brady Fitzpatrick. Soy tu… soy hermano de Chris… nos conocimos en el
funeral.
Los sollozos se hicieron más fuertes, más duros. Palabras rotas vinieron por
medio, pero Molly no podía entenderlas.
—Cariño, tenemos que saber lo que va a pasar cuando abramos esta puerta —
dijo.
—¿Estás segura? —dijo Brady—. ¿La puerta no está manipulada para hacer
algo?
Poco a poco cruzó el umbral. Shae estaba sentada en una silla tapizada de
aspecto confortable en el centro de la habitación. Molly frunció el ceño ante la rareza.
La chica no estaba incluso atada a la silla. Pero ella estaba sentada muy quieta, con los
ojos fijos en algo por encima.
Molly siguió la línea de visión de Shae y contuvo una maldición. Tres cuchillos,
de aspecto malvado, colgaban por encima de la puerta principal, atado a la línea de
pesca en bucle a través de armellas en la pared y el techo y conectado de alguna
manera a Shae. Estaba claro que si la chica se movía demasiado, serían liberados los
cuchillos, que vendrían balanceándose hacia ella. Molly pensó que un adulto experto
podía adivinar sus trayectorias y andar o zambullirse ampliamente, pero de ninguna
manera un adolescente inexperto podría averiguarlo o moverse lo suficientemente
rápido. O tener el coraje de intentarlo.
—¿Cómo están conectados a ti, cariño? —Molly preguntó a Shae. La niña tuvo
que luchar consigo misma para apartar los ojos de los cuchillos y mirar a Molly, y sólo
duró un segundo antes de que sus ojos azotaran de nuevo a los cuchillos.
—¿No hicieron nada para el resto de la casa? —Molly intentó mantener a Shae
hablando, calmarla un poco, y distraerla de Brady, quien ahora estaba merodeando
alrededor, tratando de seguir las líneas—. ¿Hubo zonas que evitar, o tal vez utilizaran
con precaución especial en algunos lugares?
—Eso que si no estaban de vuelta en una hora, yo… —Ella se atragantó, más
sollozos surgiendo de ella.
—¿Qué parecían hacer las personas? ¿Utilizaron algún nombre? —Molly siguió
haciendo preguntas, pero su mente se aceleró. ¿Por qué la plataforma de cuchillos
caería en un momento determinado? Era horrible y cruel, y parecía excesivamente
melodramático en comparación con todo lo demás que habían hecho. Incluso con el
factor de desesperación...
—Eran dos personas —dijo Shae—. Una mujer y un hombre. El hombre era
más joven, y llamó a la mujer Mona, creo. Ella lo llamó Junior.
Apoyó la mano en el hombro de Shae cuando ella lloró con más fuerza.
Él les habló del plan y les hizo a ambas recitarlo de nuevo. Era tranquilo por
fuera y directo, pero Molly pudo ver la ansiedad debajo. Dios, lo amaba tanto.
Ella respiró hondo. Brady estaba a su lado con el extremo de una mesa. Ella
moderó por detrás de la silla de Shae, teniendo cuidado de no tocar ninguna de las
líneas que llegaban a ella. Se agachó y hundió los dedos detrás de la almohadilla
superior, consiguiendo la mayor cantidad de un agarre como pudiera en la parte
posterior de la silla.
—Listo.
—Está bien. —Hubo un roce contra el suelo mientras Brady cogió la mesa,
gruñendo por el esfuerzo de usar su brazo dañado. Contó hasta tres, luego gritó—.
¡Ahora!
Molly tiró de la silla, empujando sus pies con fuerza en su base para asegurarse
de que se volteara hacia atrás en vez de deslizarse. Shae gritó. Había un acento débil,
más sentido que oído. La silla cayó sobre Molly y ella rodó, empujando con fuerza
para darle la vuelta a la chica. Su cerebro tardíamente registró dos golpes y un
estrépito. Respirando con dificultad, se empujó hacia arriba.
Shae yacía acurrucada apretada en sí misma, sin llorar, sin moverse. No había
ni rastro de sangre.
Dos detectives seguían allí cuando llegaron. Brady no quería nada más que
encontrar una pastilla para el dolor y una superficie horizontal, pero por lo visto en las
caras de los chicos, eso no iba a suceder. Ellos los separaron a él y a Molly tan pronto
como entraron por la puerta. La madre de Brady se hizo cargo de Shae, llevándola a la
cocina para alimentarla y acomodarla y, Brady estaba seguro, darle un interrogatorio
suave.
—Sí, lo sé. —El detective miró sus notas—. Me han dado tres nombres
diferentes. Un policía metropolitana de DC, dos agentes federales. Tomarán el caso,
estoy seguro. Así que no esperes que sea el último juego de preguntas.
—Pégame.
El detective fue realmente duro con él, sorprendente ya que él había saltado
fuera de la escena. Hizo a Brady hablarle de los acontecimientos que condujeron al
incidente de hoy, y preguntó más acerca de Shae que cualquier otra cosa.
Brady describió lo que había pasado, cómo sabían que fue secuestrada y cómo
encontrarla, pero agregó:
Diez minutos más tarde, el detective dejó a Brady ir y fue a la cocina para
hablar con Shae y convencerla para que llamara a su madre. Brady se quedó atrás para
llamar al hospital para comprobar sobre Christopher. No estaba seguro de si sus padres
habían conseguido la implicación de él diciendo que Aldus intentó matar a Chris dos
veces.
Pero él iba a tener que decirles ahora y no quería tener que decir: “No sé” sobre
su estado.
Sí, claro.
—Hola.
—¿Qué diablos está pasando? Nadie me dice nada, nadie responde el maldito
teléfono, y los policías sólo miran a la pared. ¿Están todos bien?
—Sí, todo el mundo está bien. Pero dime cómo estás. Mamá va a querer saber
eso primero.
—Estoy bien. Buenos medicamentos para el dolor, mucha adrenalina. Doc dijo
que estoy fuera de peligro, pero voy a estar aquí por unos días más, por lo menos. ¿Ya
les dijiste?
Chris suspiró.
—Bueno, está fuera ahora. No creo que esas condiciones se vayan a mantener.
Mamá ha llenado a Shae con comida y amor en estos momentos.
—No me importa. Yo sólo… ¿ella está bien? —Su enojo debió haberse gastado,
y ahora el miedo tardíamente se filtraba a través de él.
—Creo que sí. Físicamente. Ella no va a dejar que llamemos a su madre, pero
un detective está tratando de convencerla.
—Quiero hablar con mi hija.
—Claro. Pero sabes que tengo que decirle a mamá y papá que estás vivo, si no
se han dado cuenta ya. Van a estar allí en el próximo avión.
—Sí. Estoy listo. —Suspiró—. Gracias, Brady, por todo. Siento que te hice pasar
por todo esto.
—Hiciste lo que tenías que hacer. Y Dios sabe que tengo mis propias excusas
para dar. —Él se pasó la mano por la cara de nuevo. Estaba tan jodidamente agotado.
—Gracias, hermano.
Shae le sonrió.
Sus palabras le atravesaron el corazón con una dulzura que nunca había
sentido.
Brady se sentó frente a su madre congelada y la miró con recelo, sin saber qué
reacción conseguiría cuando terminara de procesar lo que había dicho.
Poco a poco se volvió hacia él.
Él asintió.
—Chris está vivo. —Brady dijo de plano, así no había incertidumbres—. Aldus
y Ellison trataron de matarlo cuando se acercó demasiado, así que fingió que lo habían
logrado. Desafortunadamente, él salió de su escondite demasiado pronto, y le
dispararon. Está en el hospital en DC, pero estará bien.
—No puedo creerlo. Qué locura... —Su mano temblaba mientras él se inclinó
sobre la mesa para tomar la de su esposa—. Donna. Está vivo. Y tenemos una nieta. Y
vamos a tener. —Miró a Brady y se detuvo, simplemente sonriendo. Hablando de eso...
—¿Dónde está Molly? —Brady soltó a su madre y se puso de pie, trabajando su
camino alrededor de ella porque no parecía querer soltar la mano de su padre.
—¿Todavía? —Brady hizo eco. Maldita sea. La quería ahora. Todo se estaba
asentando en el lugar para todos los demás, y quería su acción. Pero tal vez era mejor
así. Él debería decirle a Jessica sobre Christopher primero. Entonces todo estaría
solucionado, al menos por ahora. Quería saber más acerca de cómo todo el mundo se
había enrollado en SIEGE, y quién sabía qué y cuándo. Entonces él sería capaz de
concentrarse en convencer a Molly que tenían que estar juntos.
Caminó por el pasillo sombrío a la habitación que Jessica estaba usando y llamó
a la puerta.
—¿Cómo te atreves a venir aquí a hablar conmigo? Te fuiste. ¡Te fuiste del
funeral de tu hermano! De mí.
—Eso es por lo que estoy aquí ahora. —No había una silla para sentarse, y él no
se sentía cómodo sentado en la cama sin hacer, así que se apoyó en la pared frente a
ella—. Quiero decirte donde fuimos. Por qué era tan urgente salir.
—¡No quiero oírlo! ¡Nos traicionaste! ¡A todos nosotros! Durante años, Chris
estaba tan deprimido que te mantuvieras lejos. Y ahora ni siquiera podías ver su
cuerpo siendo enterrado.
—Hey. —Brady se tragó la autodefensa. No era importante ahora—. Jess, está
vivo. ¿De acuerdo? Yo no traicioné nada. Molly y yo fuimos a buscarlo. —Él escatimó
sus detalles. Correspondía a Chris decirle lo que había pasado y por qué—. Está
herido, pero está bien. Él estará bien. —Brady repitió cuando ella no reaccionó.
¿Incluso estaba escuchando?
—Tú y esa puta —gruñó ella, mirando a su alrededor como si fuera un arma—.
Tenía que llevarte cuando más te necesitaba. —Al parecer renunciando a encontrar lo
que estaba buscando, se lanzó de la cama a Brady, puños aterrizando primero,
rebotando en el pecho. Se quedó sin aliento cuando uno se posó en su hombro herido,
y trató de coger sus muñecas.
—¿En serio? —Cuando ella inclinó la cabeza hacia atrás, vio qué devastación su
dolor le había hecho.
—Realmente.
—Oh, Dios mío. —Ella retrocedió, con la mano sobre su boca—. ¿Cómo?
¿Dónde está? Necesito llegar a él.
—Molly.
—Lo sé. —Ella entró y cogió su mano—. Venga. Debes estar agotado.
—Necesito una ducha. —Se apartó y le dejó sobre la cama—. Volveré, ¿de
acuerdo?
Antes de la ducha, había hablado con los padres de Brady Jessica. Habían
conseguido una tarifa de emergencia para el próximo vuelo de Nueva York y estaban
casi llenos. Ella se había ofrecido para llevarlos al aeropuerto, pero se negaron. Puesto
que en realidad estaba tan agotada como la acusaron de estar, no insistió.
Jessica había estado ansiosa por irse. Su actitud había cambiado drásticamente,
la viuda trágica se había ido en un instante aparente. Los estragos de los últimos días
todavía eran evidentes en sus ojos rojos y tez macilenta, por no hablar de cuan
terriblemente delgada se había vuelto. Pero había un brillo de felicidad mientras instó a
Rick y Donna apresurarse, comprobando el estado de los vuelos en su teléfono
inteligente.
Ella no había dicho una palabra sobre Shae, o sobre el papel de Molly y de
Brady en conseguir Christopher seguro.
Tal vez sólo estaba demasiado centrada en su marido, pero Molly brevemente
deseaba que Brady hubiera podido ver su egocentrismo tan vívidamente. Así como
refuerzo.
Ella había visto a Jessica besar a Brady, y su reacción había sido contemplativa,
no devastada. No había despertado recuerdos o viejos sentimientos, estaba segura de
ello. Así que podía estar segura de él, ¿no es así? A medida que dormitaban anoche,
había susurrado que la amaba. Las palabras se habían hundido en ella y arraigado, una
unión más sólida que incluso una amistad de por vida.
¿Cómo podría cualquiera de los dos saber lo que querían cuando toda su vida se
había volteado al revés?
—¿Tu hombro?
—Todo. —Se rindió y rodó sobre su espalda, dejando escapar el aliento en un
largo gemido—. Por favor, dime que puedo tomar una ducha.
—Puedes tomar un baño. Vamos a tener que cubrir tu hombro, sin embargo. —
Se incorporó y echó las mantas—. Voy a buscar una bolsa de basura y cinta. —Se
detuvo cuando Brady la agarró de la muñeca.
—¿Qué?
Molly sonrió.
—Cepillarse los dientes, duchas, y luego quiero que vuelvas aquí a esta cama
conmigo. Vamos a pretender estar despertando de nuevo.
—¿Vienes conmigo? ¿Comprobar que lo mantengo seco? —Él movió las cejas.
—¿Alguna palabra de mis padres? —El agua salpicó, y oyó el clic de la botella
de champú abriéndose.
—No van a estar de vuelta hasta que esté listo para volver a casa.
—Eso podría ser un tiempo. Ellos podrían estar dispuestos a dejarlo salir del
hospital, pero no necesariamente para recorrer esta distancia. —Se frotó la pelusa de
sus dientes y rozó su lengua por si acaso.
—Sí, está bien. —Salpicado de agua, con menos vigor que antes.
Ella dijo:
Su corazón latía con fuerza durante un par de golpes. Agarró toallas y bajó las
escaleras para usar la pequeña ducha de la habitación de Jessica. Su ducha fue rápida y
mucho menos satisfactoria que el baño de Brady. En parte debido a que había utilizado
la mayor parte del agua caliente, en parte porque su mente estaba en su dormitorio, ya
comprometidos en todo lo que tenía en mente. Ella no quería asumir lo obvio pero...
Unos minutos más tarde entró en la habitación envuelta en su toalla, con el pelo
todavía húmedo. Ella no había tenido la paciencia de hacer nada con ella, por lo que
los rizos se amotinaron alrededor de su cabeza. Brady sonrió cuando la vio y levantó
las sábanas.
—Ven acá.
Estaba desnudo.
Ella apenas podía respirar mientras dejaba caer la toalla y se deslizaba a su lado.
Se tumbó en su lado bueno y levantó su brazo malo sólo lo suficiente para que ella se
deslizara debajo de él. Sus rodillas alternadas, y ella misma metida cerca de su pecho.
Olía increíble. Limpio, pero caliente, también. Se lamió los labios. Sus ojos siguieron el
movimiento, pero levantaron de nuevo para encontrarse con los suyos.
Su corazón se hundió.
—Siempre tengo que estar desnuda en una cama para hacer eso —dijo.
—No quiero hablar de la última vez —dijo. El dolor de ese día estalló antes de
que pudiera aplastarlo—. No creo que alguna vez debamos hablar de la última vez.
Frunció el ceño.
—Te utilicé. Yo sólo…
—Brady, me ofrecí a ti. Habría hecho cualquier cosa para ayudarte. Y que te
sientas culpable por ello es tan doloroso. —Ella parpadeó contra el cosquilleo de las
lágrimas. ¡Maldita sea! Esto era exactamente lo que quería evitar—. ¿Podemos dejar
que el pasado se quede allí y seguir adelante, por favor?
—Sí. —Él la atrajo hacia sí, pero no tan cerca que no pudieran ver la cara del
otro—. Yo sólo quiero saber que estamos en la misma página. Que nos entendemos y
queremos lo mismo.
—Deja de hacer eso. —Tirando los dedos a la boca, la besó en los nudillos—.
Te quiero, Molly. Yo creo que ha sido obvio para todos menos yo, tanto antes que vi
por primera vez a Jessica y ahora. —Frunció el ceño, como si no estuviera seguro de
cómo decir lo que quería decir—. Parece tan obvio ahora que debemos estar juntos, me
siento estúpido por no haberlo visto.
—Brady, no quiero que hagas esto a causa de la lógica o las opiniones de nadie
más.
Él tiró de ella hacia atrás atrapándola, ni siquiera una mueca de dolor en esta
ocasión a pesar de lo que debía dolerle el hombro.
—Eso no es lo que está pasando aquí. ¿Puedes sentir esto? —le aplastó la mano
en el pecho. Su corazón latía rápidamente contra su palma—. Siempre lo hace cuando
estás cerca de mí. Cuando no estás, estoy buscando por ti, sintiendo que algo falta. No
estoy entero cuando no estás cerca. Tuve que estar contigo de nuevo para descubrir
cómo era mi vida vacía sin ti.
Dios, eso sonaba bien, pero no estaba segura de que estaba leyéndose
correctamente.
—No. Yo creía que era por eso que me sentía vacío. Pero si lo era, ¿por qué
estar con ella no llenó ese vacío? Incluso afectada por qué Chris estaba muerto. —Se
rió—. Dios. Es mucho más fácil de decir que ahora que él no lo está.
—¿Qué pasa si algo de ese vacío era sólo porque no nos vemos? Éramos buenos
amigos desde hace mucho tiempo.
Él frunció el ceño.
—Esto no es. —Él negó con la cabeza sobre la almohada—. Voy a tener que
convencerte de una manera diferente. —Y antes de que pudiera reaccionar, él rodó
hacia adelante y la besó. No los besos un poco aturdidos y exploratorios de antes, y
nada como la cruda necesidad, impulsado por el dolor de su primera vez.
Esta vez, su boca se posó en la suya con una confianza que caló profundo.
Presión perfecta, ajuste perfecto. Sus labios se deslizaron a través de los de ella
mientras ajustaba el ángulo, se aferró como si estuvieran imantados sólo uno para el
otro. Sus brazos alrededor de ella, debajo de ella, y levantó su cuerpo contra el suyo. Y
de nuevo, encajaron.
Ella fue suave y comenzó a dolerle. Él abrió los labios abriendo la boca, luego le
tocó la lengua con la suya. No tentativa, sino una invitación. Una promesa. Ella gimió.
Su mano se hundió en su pelo y tiró la cabeza hacia ella, levantando la suya propia
chupando su lengua en su boca. El deseo la empapaba. Ella se estremeció, el
movimiento haciéndolo gemir profundamente en la parte trasera de su garganta.
—Te amo, Molly —jadeó, levantando la cabeza hasta que su boca rozó la suya
otra vez—. Quiero casarme contigo y hacer bebés contigo y, Dios me ayude, quiero
empezar ahora. —Él la provocaba con la punta de su polla—. Dime que no, y no lo
haré.
Pero ella inclinó la cabeza hacia atrás para mirarlo a los ojos. Quemaban, no
simplemente con la lujuria, sino con intensidad ferviente. Ella sabía que quería decir lo
que dijo, y tuvo que cerrar los ojos contra el anhelo que se apoderó de ella. Ella apretó
la mejilla contra su hombro y lo sostuvo, manteniendo su cuerpo todavía, hasta que la
desesperación se desvaneció y se relajó en sí. Él susurró su nombre, en voz tan baja que
podría no haber escuchado si no hubiera revoloteado su pelo.
Ella asintió contra su hombro bueno, y segundos después se deslizó en ella con
un largo suspiro de alivio.
—Te amo, Brady. —Ella no podía dejar que fuera el único vulnerable—. Te he
amado toda mi vida.
Ella puso una mano contra su rostro y lo abrazó con el otro, levantando sus
caderas para encontrarse con él mientras se estremecieron. Fusionados así, subieron
juntos, su respiración en sincronía, corazones golpeando contra el pecho de cada uno,
y luego explotaron. Cristal dorado roto detrás de los párpados de Molly, el resto de su
cuerpo haciéndose eco de la sensación. Brady siguió moviéndose, y el éxtasis siguió y
siguió hasta que ella había sido completamente agotada.
Con un gemido, Brady se puso boca arriba. Trató de tomar a Molly con él, pero
ella se resistió.
—Eso debe doler. —Se sentó a su lado y puso su palma suavemente sobre su
hombro malo.
Brady no podía creer que tanta felicidad pudiera caber dentro de él. Era casi tan
efectiva como un analgésico Demerol. Yacían en silencio, tocando, sintiendo. Siendo.
Había vivido tanto tiempo con su anhelo inmaduro que no se había dado cuenta de lo
oscura y solitaria que era su vida.
—No puedo creer que esperaras por mí —dijo después de un rato—. Durante
todo este tiempo.
Frunció el ceño.
—¿En serio? —No podía girar su cuerpo, por lo que giró la cabeza para mirarla.
Ella pareció darse cuenta de que no era cómodo y subió a descansar el mentón en la
mano en el pecho—. Nunca me dijiste.
—Bien, si quieres verlo de esa manera. —Ella lo besó en la piel, enviando ondas
de calor a través de él—. ¿Qué hacemos ahora?
—No lo sé. Supongo que hablamos de ello. —Vivía en DC, ella vivía en Boston.
Tenían opciones, pero sería una compensación no importa qué—. ¿Quieres estar en
SIEGE? —le preguntó.
—¿Tú sí?
—¿Qué?
—Nada. Sólo... Te amo. Y nunca pensé que podría ser tan feliz.
—Yo tampoco. —Alzó la mano para acunar la parte trasera de su cuello y tirar
de ella para darle un beso—. Vamos a ver cuán más brillante el futuro puede ser.
—Aún me estoy recuperando —dijo Chris, pero esa excusa había dejado de
funcionar desde hacía ocho meses cuando salió de la terapia física.
—Como si la fuéramos a dejar sola con el árbol, ¿ahora donde…? ¡oh!, ¡ahí está!
—vio la caja que él trajo a la sala—. Molly, ven aquí. ¿Recuerdas esas horribles
decoraciones que tú y los niños hicieron en segundo año? Toma, Rick. —Le entregó un
ángel aplastado a su esposo, que a su vez dudando lo colocó en la parte de arriba del
árbol y bajó la escalera
—Se supone que eso se pone al final —dijo Chris, alejando su cerveza del
camino acercó a Jessica y la sentó en sus piernas
Brady sintió los ojos de su esposa clavados en él y se dio cuenta de que estaba
sonriendo, la vio a los ojos y se sintió aliviado al notar que reflejaba gratitud y cariño,
tomó su cerveza de la mesa y se acercó a Molly, tomándola de la cintura y besándola
en la frente.
—¿Estás bien?
—Bien, ¿tú? —ella vio a su hermano y a la mujer que gastó muchos años
idolatrando.
—Perfecto.
—En serio, Moll, lo estoy. Estoy feliz de que estés feliz y yo estoy más feliz —
cerró sus ojos y la besó en la boca, había estado comiendo las palomitas, tragó, y
sonrieron mientras se besaban, cuando él alzó la mirada descubrió a sus padres
observándolos, su madre sorbió y regresó a su caja, pasando un dedo debajo de su ojo.
Brady fue con Molly a la esquina entre el árbol y la pared. Las luces
alumbraban su rostro, bailando en sus ojos, la besó de nuevo, esta vez por más tiempo,
derramando amor en ella, los brazos de Molly se apretaron contra su cuello y presionó
su cuerpo contra el suyo.
Algo era diferente, detuvo el beso e hizo una mueca, ella le sonrió, una sonrisa
tan conocedora que él supo instantáneamente por qué su abdomen era tan fuerte. Su
boca se abrió con sorpresa.
Volteó a tiempo para ver a Shae caminar con Della, su media hermana entre
brazos, la bebé de seis meses y medio balbuceó con el mismo tono de asco, lo cual hizo
que se riera. Shae dejó a la bebé con Chris y Jessica y se fue con su abuela, sacando
cosas de las cajas y haciendo preguntas que Brandy sabía que mantendría ocupada a su
madre por horas.
—¿Y bien?
—¿Y no me dijiste? —eso salió más fuerte, y las conversaciones detrás de ellos
se apagaron, estuvo a punto de gritar las noticias, pero Molly lo tomó del brazo y lo
jaló a la cocina.
—Pensarán que peleamos —dijo Bradley—. ¿Te quieres sentar? —jaló un banco
Él sonrió, ella podía, pero eso era porque sus entrenamientos semanales se
transformaban en sexo sobre el tapete siempre que él iba ganando.
—Algo así.
Los efectos colaterales de los arrestos habían sido masivos, SIEGE casi había
cerrado por completo, mientras que el comité de vigilancia llamó a todos sus agentes,
contactos, informantes, transportistas y productores e intentaron determinar quién
trabajaba con Ellison y Aldus. Hubo muchos arrestos y bastantes despidos, y al final, la
compañía había empezado de nuevo con una reputación manchada y una nueva
generación de líderes que incluían a Chris y a Dix. Brady había escogido cambiar de
trabajo a informante y quedarse en Boston, así Molly podría mantener su posición
como contacto y mantener su tienda abierta.
Hubo una gran reunión familiar, y los padres de Brady por fin terminaron de
guardar secretos, se retiraron del trabajo de campo cuando los chicos eran jóvenes,
pero Rick guardó sus conexiones y amigos. Eventualmente regresó a ayudar al comité
de vigilancia y aprendió que sus hijos habían sido reclutados, él mismo recomendó a
Molly.
Dix no había sido el único sospechoso de todas esas misiones siendo asignadas,
pero el padre de Brady admitió el estar cegado por amistad y el estar viendo en la
dirección equivocada, el padre de Dix no estaba entrometido, lo cual Dix agradeció,
pero los viejos se retiraron, jugando al chivo expiatorio para el gobierno en un intento
de aliviar el camino de la compañía.
—No estoy listo para compartirte —admitió mientras le robaba otro beso—.
Dame unos… siete meses y medio —un lloriqueo en la sala interrumpió su oración.
Molly rio.
—No, está bien. —El lloriqueo regresó, esta vez aumentando—. Vamos,
subamos antes de que nos la intenten pasar.
La siguió hasta su vieja habitación, donde le enseñó exactamente lo feliz que
estaba.
Cuando el suelo era invisible a causa del papel para envolver y después de que
todos dijeron «ooooh» o «aaaah» por sus regalos, Molly sacó un presente largo
envuelto en dorado de abajo del árbol y se lo dio a su suegra.
Brady sabía que ese no sería el espectáculo típico de America’s funniest home
videos, su madre miró a Molly con intensidad y volteó a ver a Brady, pero su
anticipación se transformó en confusión cuando quitó el lazo y vio un folder de misión
adentro.
—Nope.
Donna abrió el folder, Rick se paró y caminó hasta detrás del sillón para leer
silenciosamente, rieron juntos después de un momento y leyeron la información en
alto. Cuando terminaron Donna estaba llorando, Rick estaba fingiendo no hacerlo, y
Chris estaba haciendo lo que Brady quiso hacer la noche anterior al enterarse.
—Estoy tan feliz por ustedes —habló con sinceridad y Brady se relajó.
Volvió con Molly y se paró detrás de ella, agarrándola por la cintura y poniendo
su barbilla sobre su hombro, observando a su familia, intentó tragar saliva, fue difícil,
observó a sus padres en el sillón, hablándole a Della del primo que pronto tendría,
Shae de casi dieciséis, diciendo lo alegre que estaba de que hicieran eso antes de que
fuera a la universidad, Jessica sentada con Christopher, haciendo un brindis por su
hermano al otro lado de la sala, y Molly y él bebe en los brazos de Brady, les había
costado mucho trabajo llegar ahí, pero lo habían logrado, y él pasaría toda su vida
disfrutándolo.
Natalie J. Damschroder es una autora
galardonada de romance contemporáneo y
paranormal, con énfasis en la aventura romántica.