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Sinopsis Capítulo 10
Capítulo 1 Capítulo 11
Capítulo 2 Capítulo 12
Capítulo 3 Capítulo 13
Capítulo 4 Capítulo 14
Capítulo 5 Capítulo 15
Capítulo 6 Capítulo 16
Capítulo 7 Capítulo 17
Capítulo 8 Epílogo
Capítulo 9 Sobre la Autora
Brady Fitzpatrick ha pasado una década enterrando el dolor de su corazón
destrozado, al mismo tiempo que trabajaba para SIEGE, una agencia de espionaje que
se dedica a la recopilación de información. Lo que lo mantuvo alejado de su familia,
así como de su mejor amiga Molly que como consecuencia ha sido un desafortunado
efecto secundario. Pero cuando su hermano, también un agente, es asesinado durante
una operación extranjera, Brady se introduce en una red de intriga que amenaza las
vidas de todos los que ama...

Molly Byrnes ha amado a Brady desde siempre. Como su mejor amiga y como
un miembro real de la familia Fitzpatrick, ella se mantiene al lado de él durante su
dolor aplastante. Y a pesar de no ser un agente de campo de SIEGE, ella no cree la
versión oficial sobre la muerte "accidental" del hermano de Brady y se lanza en una
investigación propia para descubrir un impactante secreto que Brady y ella deben
resolver antes de que su objetivo los encuentre.

Con tantas emociones enredadas ellos terminan juntos en la cama, haciendo


que Brady abra sus ojos a la increíble y valiente mujer, que ha estado ahí para él toda
su vida. Pero después de toda una vida de decepción, ¿cómo puede confiar Molly en
un posible futuro a su lado... o si es que pueden contar con cualquier futuro?
Traducido por Lore
Corregido por Lsgab38

Al Sur De Connecticut

Acción De Gracias
—Te pasaste el giro.

—Maldita sea. —Arrastrándose fuera de su propia cabeza, Brady Fitzpatrick


frunció el ceño a su mejor amiga.

Molly Byrnes le sonrió y metió sus pies en el salpicadero, sus dedos


tamborileando sobre sus rodillas como si fueran un teclado. Miró detrás de él e hizo un
giro en U, es decir, en medio de la calle vacía.

—¿Por qué no dijiste nada?

—Porque cuando dije algo hace dos giros, me gruñiste. —Señaló hacia la
izquierda.

—Ahí está.

Brady dio la vuelta y trató de recordar de qué habían estado hablando, antes de
que se hubiera perdido en sus pensamientos. Cierto. El amor verdadero. Ella le había
tomado el pelo por creer en él y dijo que no era una buena frase para ligar con chicas.
Durante quien sabe cuántos kilómetros había pensado sobre la oferta de trabajo de
SIEGE, y cómo el amor verdadero cabía en ello.

Lanzó otra mirada a Molly, que estaba tarareando algo desconocido,


probablemente una tarea para la clase de composición que ella odiaba, a juzgar por la
mirada sombría en su rostro. Eso explica por qué le había dejado encerrarse durante
tanto tiempo.

—Compruébalo, ¿quieres? —Hizo un gesto a las direcciones arrugadas metidas


en el portavasos entre ellos—. Pensé que estaríamos en la estación ya.

Molly lanzó un suspiro, dejó caer sus pies, y sacó el papel, comparando su
ubicación.

—Un par de kilómetros a la derecha, parece. —Volvió a tocar sus rodillas—.


Así que de todos modos, las mujeres no se van a enamorar de un hombre sólo porque
se acerque y le diga que cree en el amor verdadero.

—No estoy hablando sobre ligarme chicas —protestó—. Estoy hablando de


relaciones como la de mis padres. —Entrecerró los ojos contra el resplandor del sol en
una señal, tratando de ver si era la estación de tren. Sus padres se habían trasladado
desde Massachusetts a Connecticut hacia unos meses, mientras se encontraba en la
universidad, y no conocía la zona todavía.

—Tus padres son la excepción que confirma la regla.

—Bueno, sí, mis padres son impresionantes. —Los padres de Molly no podían
durar ni cinco minutos sin atacarse, o todo el día, sin una pelea. Por eso se había
venido aquí con él para Acción de Gracias en lugar de ir a casa—. Y no son los únicos.

Molly soltó un bufido.

—Nombra otra pareja que conozcas que hayan estado juntos más de tres años.

—Están... —Se detuvo. No, Sheri y Dave habían estado casados menos de dos
años. Su tía y tío acababan de separarse. ¿A quién más conocía? No podía creer que iba
a perder este debate cuando apenas había comenzado. Pensó que eso de algún modo
contestó su pregunta de amor versus trabajo—. De todos modos… —Su teléfono sonó,
y se lo arrebató de su cinturón, haciendo caso omiso de la risa burlona de Molly—.
¿Hola?

—¿Ya la recogiste? ¿Dónde estás? ¿Por qué no me llamaste?

Su hermano. La razón por la que él y Molly habían terminado en este tema en


primer lugar.

—Caramba, Chris. Cálmate. Su tren no debería llegar por otra media hora.

—Papá dijo que los trenes se adelantan a veces. —Hubo un pequeño chasquido,
y Brady sabía que su hermano estaba mordiéndose las uñas. Él realmente estaba loco
por esta chica—. Asegúrate de que ella sepa de que habría ido a buscarla si mamá no
hubiera…

—No te preocupes, conozco la historia. —Brady puso los ojos en blanco—. Voy
a hacer que se sienta como en casa incluso ni te extrañará.

—Bien, bien. ¡Hey, espera!

Riendo, Brady cerró el teléfono y lo dejó caer en la consola.

—Chris está volviéndose loco de que vayamos a perder el tren.

Molly negó con la cabeza.

—Él realmente quería ser el que la recogiera. ¿Cuál era su nombre?

Viendo el aparcamiento delante de la estación, Brady puso su señal de giro y


aminoró la marcha.

—Jessica. Suena como una princesa. Justo su tipo.

—Sí. —Ella resopló de nuevo—. Amor verdadero.

—Tal vez. —Aparcó y salió al aire frío de noviembre. Brady lanzó un brazo
alrededor de Molly cuando se estremeció y se encogió en su chaqueta de mezclilla. El
sol era cálido, pero el viento, aunque suave, todavía se sentía. Ellos discutían como de
costumbre, cruzando el aparcamiento y subiendo las escaleras de la plataforma del
tren.

Brady miró su reloj. Todavía se suponía que tenían unos veinte minutos hasta
que el tren llegara. Escaneó la plataforma casi vacía casi automáticamente.

Y entonces la vio.

Cundo su mirada tocó a la mujer, y un puño invisible se estrelló contra su plexo


solar, golpeando cada átomo de oxígeno fuera de sus pulmones. Sus ojos se
estrecharon, y lo único que podía ver era…

Ella.

Sentada en el banco contra la pared de la taquilla, se inclinó sobre lo que


parecía un cuaderno de tapa dura. El pelo rubio liso escondió su rostro, pero mientras
la miraba ella lo puso de nuevo detrás de una oreja de forma perfecta con unos dedos
largos, una mano elegante. Su mejilla curvada dulcemente, una boca rosa exuberante
fruncida en un arco, y cuando parpadeó, sus pestañas se deslizaron por el aire en
cámara lenta.

Amor Verdadero susurró en su mente, y lo supo, sin un atisbo de duda, que le


pertenecía.

Molly le dio un codazo, y el mundo volvió a estar en foco. El estruendo y el


sonido metálico de un tren que entra en la estación, la brisa fría en su rostro, el
zumbido de su teléfono en la cintura. Pero aún así, no pudo quitarle los ojos de
encima.

Ella levantó la vista. Ojos color azul-avellana, llenos de humor chispeante, se


encontraron. Se llenó de euforia y un sentido de rectitud. Tenía que encontrarse con
ella. Ahora.
—¡Fitzpatrick! —Molly tiró de su brazo—. ¿Qué sucede contigo?

La ignoró y dio un paso hacia adelante, intentando una sonrisa. El frío lo dejó
tieso. Dios, probablemente parecía un idiota.

—Uhm, hola.

Ella sonrió, sus labios perfectos aparentemente no afectados por la temperatura.

—Hola. ¿Brady?

Parpadeó. ¿Ella sabía su nombre?

—Eh... sí soy…

—El hermano de Chris, lo sé. Me envió un mensaje diciendo que vendrías. —


Ella marcó su página con la cinta adherida al libro, cerró su pluma con un giro, y las
deslizó ambas en su bolso antes de pararse. Ella tenía la altura perfecta, un par de
centímetros por debajo de la suya.

Brady no sabía qué decir. Su cerebro no estaba procesando esto. ¿Ella lo


conocía? No podía hacerlo. Recordaría si la hubiera conocido antes. A menos que ella
hubiera estado gorda o algo así. Le entrecerró los ojos y ella se echó a reír. No,
definitivamente recordaría ese trino bailarín. Recordaría el ridículo pensamiento de
palabras como "trino bailarín".

Molly lo empujó a un lado y se hizo cargo.

—Soy Molly Byrnes. Sentimos haberte hecho esperar. Brady no creía que el tren
se adelantaría. —Ella le tendió la mano, y el destino de Brady se sacudió. Las dos
mujeres se volvieron para caminar hacia las escaleras, Molly tomó el mango de una
pequeña maleta con ruedas que no había notado. Hablaban animadamente, como si
ellas…

Mierda.
El segundo puñetazo en el estómago no tenía la misma sensación de asombro y
alegría. Éste le trajo comprensión. Esta era Jessica. La novia de Chris. La novia de su
hermano.

¡Mierda!

Molly lo miró por encima del hombro, haciendo un gesto hacia el aparcamiento
con la cabeza. Pero los pies de Brady se sintieron amurados a la plataforma. ¿Cómo
podía estar pasando esto? Todo se alineó. Habían estado hablando sobre el amor
verdadero, y allí estaba ella. Y había sido golpeado, al igual que su padre siempre había
descrito la sensación al ver a la madre de Brady por primera vez.

Bueno, no todo se alineó. Estaba la decisión que tenía que tomar a finales de
año, la que dictaría el sentido de toda su vida. La oferta de trabajo de SIEGE (Empresa
de Infiltración Estratégica de Grupos Enemigos) era uno que cualquier chico moriría
por obtener. La oportunidad de hacerlo realmente bien en el mundo. Para luchar
contra el terrorismo en la era de la información. Proteger a su familia. Ser un héroe.
Pero no sería capaz de decirle a nadie sobre esto. Esa era la parte que lo tenía reticente.
Tendría que mentir a su familia, a Molly, para el resto de su vida. No estaba seguro de
que fuera capaz de eso. Pero sus planes originales parecían estables, responsables y te
inducirían a un coma en comparación. Había estado sopesando las opciones por
semanas.

Pero mierda, ahora en lugar de dos caminos delante de él, tenía, como, diez.
Bueno, la mitad de ellos estaban bloqueados, pero siempre había maneras de sortear
los obstáculos, si uno busca lo suficiente. Sólo tenía que mirar.

Duro.

—¿Fitz? —Parpadeó de nuevo. Molly estaba de pie en la parte superior de la


escalera, esta vez con el ceño fruncido en preocupación—. ¿Estás bien?

—Sí. Bien. —Sacudió su desatención. Tal vez no era serio, entre ella y Chris. La
idea le excito lo suficiente como para seguir a las mujeres hacia el coche, pero todavía
le daba vueltas internamente, desde la doble sorpresa de encontrar a su alma gemela, y
literalmente cinco segundos después perderla a favor de su hermano. Pero esos dos no
se conocían hace tanto tiempo. Chris nunca había tenido una novia a largo plazo. Tres
meses era su récord, por lo que Brady podía recordar. Tal vez todavía tenía una
oportunidad.

—¿Es un viaje largo en auto hasta la casa? —preguntó Jessica cuando llegaron
al auto, y un zumbido recorrió la espalda de Brady. Cerró los ojos por un segundo,
pero por supuesto ella no siguió hablando. Le había hecho una pregunta. Se dio cuenta
de que Molly le estaba mirando desde la parte trasera del auto, de pie junto a Jessica,
esperando a que le respondiera.

Además, probablemente, para qué abriera el maletero. Avergonzado, golpeó el


botón de la llave a distancia y se apresuró a levantar la maleta en el espacio vacío.
Jessica le dio las gracias, y esta vez la sensación por su espalda era más como miel
caliente. Reprimió un escalofrío y cerró el maletero, probó para asegurarse de que
estaba trabada, y esperó que Jessica no se hubiera dado cuenta de sus reacciones. Él se
asomó y se encontró a ambas mujeres mirándole desde el lado del coche ahora.
Mierda. Todavía no había respondido a su pregunta.

—Alrededor de media hora —se las arregló para ir hasta la puerta del
conductor, y maldijo cuando la llave no encajó en la cerradura y rayó la pintura. Papá
se daría cuenta de eso. Lo logró en su segundo intento, y luego, cuando abrió la puerta
y cogió el botón de desbloqueo, se dio cuenta de que debería haber abierto el otro lado
en primer lugar, sostener la puerta abierta para Jessica. Ahora es demasiado tarde. Ella
ya había subido al asiento trasero.

Contrólate, hombre. Apoyó los antebrazos en el techo de la cabina por un


momento. Tomó una profunda respiración, dejando que el aire frío despejara su mente.
Estaba actuando como un bobo. Incluso si Chris no era serio sobre Jessica, aunque
rompieran pronto y Brady tuviera el campo libre... bueno, ella no iba a querer tener
nada que ver con el bobo hermano pequeño de su ex.

El teléfono sonó de nuevo y Brady lo cogió.

—¿Qué?

—¿La recibiste?

Él dejó escapar un suspiro.

—Sí. La tenemos. Estamos en camino.

—Déjame hablar con ella.

Brady vaciló.

—¿No tiene su propio teléfono?

—No seas un imbécil, Brady, simplemente dale el teléfono.

Brady bajó el brazo, pero no abrió la puerta del coche. Entregarle el teléfono era
como entregarla a ella. Pero eso era estúpido, ya que no era suya para entregar. Dios, le
dolía el estómago.

La ventana se deslizó hacia abajo, y Molly, inclinándose sobre los asientos, le


frunció el ceño.

—¿Cuál es el problema?

Brady le pasó el teléfono.

—Es Chris. Para... Jessica. —Su voz casi se quebró en su nombre, y se quedó
donde estaba hasta que Molly le devolvió el teléfono unos momentos después. Tragó
duramente un par de veces y aspiró mucho aire, tratando de aclarar su mente lo
suficiente como para conducir. Lindo inicio de una relación, matando a la mujer que
amaba. No.
Finalmente, tenía el control, casi y ya estaban en camino. Molly mantuvo un
flujo constante de conversación, se volvió para enfrentarse a Jessica en el asiento de
atrás clavando las rodillas huesudas en el costado de Brady. Pensó que lo estaba
haciendo a propósito, pero cualquier momento en que la miraba, ella parecía ajena,
totalmente centrada en Jessica.

Por suerte, las carreteras secundarias de Connecticut no estaban tan ocupadas


como la autopista. De lo contrario, seguro que los hubiera estrellado durante una de
sus miradas al espejo retrovisor. La aguada luz solar enmarcó a Jessica en una especie
de resplandor que hizo que le doliera el pecho. Cuando se rió de algo que dijo Molly,
sus dientes brillaron, rectos y perfectos, no sobre mordida o colmillos torcidos. No
tenía idea de lo que estaban hablando. Todo lo que podía pensar era en el dulce
perfume que llenaba el coche, lo suave que su piel tenía que ser, como sabría cuando la
besara.

Ella es la novia de tu hermano, se dijo con severidad cuando sus fantasías se


dirigieron debajo de su abrigo de lana blanca y una bufanda de cachemira,
preguntándose qué clase de cuerpo escondía. Incluso si ella y su hermano no eran una
pareja seria, ¡no podía hacer un movimiento hacia la novia de Chris!

No hasta que se separaran.

Eso sería demasiado tarde, sin embargo. Ella estaría de vuelta a la escuela de
posgrado en Nueva York, y Brady tendría que regresar a la Universidad de
Massachusetts de nuevo, ya que le quedaba casi todo un año de universidad. Podía
transferirse. Lo haría en un instante. Amaba Nueva York. Pero era su último año, ¿y
que si todos sus créditos no se transfirieran? Eso sería estúpido. No podía dañar su
futuro por ella. Entonces ¿qué iba a tener para ofrecerle? Además, ella y Chris podrían
no romper antes de que finalice el año. ¿Cómo iba a decirles a los de SIEGE que la
decisión todavía estaba en el aire? Si decía que sí a su oferta de trabajo, tendría
dificultades para combinar ese tipo de trabajo y una nueva relación. Ni siquiera sabía
sobre sus normas sobre ese tipo de cosas. No estaba seguro de que pudiera manejarlo.
Demasiados secretos para no perder de vista. Demasiado fácil cometer errores cuando
eras nuevo en ambos.

Pero ¿y qué? Valdría la pena. Siempre podría renunciar al estúpido trabajo, al


demonio con el mínimo de cinco años de compromiso.

Sus pensamientos giraban una y otra vez, en contraste con la conversación


apenas audible de Molly y de Jessica, hasta que de repente se dio cuenta de que
estaban en la calle de sus padres. Había hecho su camino sin siquiera darse cuenta. Se
detuvo detrás del viejo Nissan de Chris y apagó el coche.

—Voy a dejar que ellos sepan que estamos aquí. —Molly saltó y corrió por la
pasarela.

El corazón de Brady golpeó cuando se encontró con Jessica en el maletero.

—Lo tengo, uh, lo tengo. —Levantó la tapa y alcanzó su bolso.

—Gracias. —Se apartó un mechón de pelo de la cara—. Has estado muy


callado. Lo siento si nosotras…

—Es Molly —la interrumpió, entonces sintió que se sonrojaba por su rudeza.
Sonrojarse, ¡por el amor de Dios!—. Ella nunca se calla. Fue agradable ser capaz de
ignorarla por unos minutos, dejar que otra persona tome el mando. —Cuando se rió,
sus hombros cayeron una fracción y se sentía más suelta, menos tensa—. En serio, es
mi mejor amiga, pero ella sabe cómo mantener una conversación. No tuve nada que
añadir.

Ya que yo no estaba prestando atención.

—Gracias por recogerme y todo eso. —Miró hacia la casa, luego a él, su sonrisa
cegándolo de nuevo—. Estoy un poco nerviosa por conocer a tus padres.

—No lo estés, son geniales. —Levantó los ojos para encontrarse con los suyos
mientras se retiraba el pelo de nuevo, soplado de vuelta en su rostro por la brisa. Su
suave fragancia flotaba hacia él. Era algo que Brady no podía identificar, pero que le
hacía pensar en el hambre. El calor se hinchó en su pecho, recordando, quince años
atrás, cuando había tenido cinco y rogaba a sus padres por uno de los cachorros que su
vecino estaba vendiendo.

Anhelo. Eso es lo que era.

Jessica no apartó la mirada de inmediato, pero se detuvo, y sus ojos parecían


volver a centrarse, realmente verlo a él.

Crepitante.

Ella parecía sobresaltada, luego con miedo, entonces nada, su expresión era
como una máscara agradable. Pero un escalofrío de emoción recorrió a Brady. Lo había
sentido, también.

—¡Jess!

Giró, y la conexión desapareció. Decepción reemplazó a la emoción. Brady


cerró el maletero y recogió la maleta, parando para ver a Chris engullir a Jessica en un
abrazo, y luego besarla como si no se hubieran visto en un mes en lugar de tres días.
Jessica aceptó el beso, sin dudarlo, y Brady se preguntó si había imaginado el momento
de la conexión. Si sólo lo había querido tanto que se había proyectado en ella.

Pero no, cuando los siguió a través del patio y subió los escalones de la vieja
casa colonial que era la nueva casa de Rick y Donna Fitzpatrick, Jessica miró por
encima del hombro, y luego rápidamente de vuelta a donde su madre estaba en la
puerta, sonriendo a todos. No estaba imaginando la cautela que estaba ahora en la
expresión de Jessica.

Su esperanza echó raíces, un diminuto destello profundo en su corazón. No


podía traicionar a su hermano, por el amor de Dios. No podía ir detrás de Jessica. Pero
si ella lo quería a él... bueno, nada había que pudiera hacer al respecto, ¿no?
Unos minutos más tarde, se había escapado de los saludos molestos en el
vestíbulo para traer la maleta de Jessica al piso de arriba. Estaba de pie junto a la cama
de la habitación de invitados, diciéndose a sí mismo que no tenía derecho a pensar
incluso sobre abrir la maleta, cuando Molly apareció en la puerta.

—¿Qué demonios estás haciendo? —dijo entre dientes en un susurro, mirando


por el pasillo antes de entrar y agarrar su brazo—. ¡Fuera de aquí!

—¿Qué? —Pero Brady dejó que lo sacara por el pasillo hasta el dormitorio que
compartían, donde estaban las viejas camas de Chris y suya. Sus padres estaban
dejando a Chris y Jessica utilizar la cama doble en la habitación de huéspedes, y Brady
se enfrentó a una oleada de celos, de solo pensar en ello.

—¿Vas a controlarte? —Molly lo soltó y cerró la puerta—. No te puedo creer.

—¿Qué? —dijo de nuevo, pero sabía que no iba a dejar que se salga con la suya.
Ella lo conocía desde el jardín de infancia, creció en su patio trasero, casi literalmente,
ya que sus casas estaban una detrás de la otra.

Había sabido cuando él alteró el ponche en la fiesta de graduación de la escuela


de Chris, y cuando le había mentido a la jefa de las animadoras, diciéndole que era el
corredor titular para el partido de bienvenida por lo que ella había ido al baile con él.
Demonios, lo había sabido todo el camino de vuelta en tercer grado que no había
cumplido con su tarea porque él había estado capturando ranas en el arroyo calle
abajo. Y no había necesitado pruebas o conocimiento de primera mano de que lo
atraparía en sus mentiras. Solo lo conocía tan bien.

Aún así. No iba a salir y decirle lo que estaba pasando con él. Algún día estaría
equivocada. ¿Por qué no hoy?

—Ella es de Christopher —le acusó.

Bueno, hoy no. Se dejó caer sobre la cama, con los brazos extendidos hacia
fuera, y se preguntó si el latido en el pecho se iría.
—Sé que ella lo es.

—¿Entonces por qué te encuentro a punto de sumergirte en sus innombrables?


—Ella subió a su propia cama y se dejó caer, con las piernas cruzadas, sosteniendo una
almohada en su regazo. Era una pose familiar, y eso alivió algo en él. No sabía por
qué.

—No lo hice —protestó con poco entusiasmo.

—Estabas pensando en ello.

No dijo nada. El techo tenía grietas. No como su antigua casa. Pero había
pinceladas en la pintura. Se concentró en la búsqueda de patrones.

Molly suspiró.

—Ella está fuera de tu liga, amigo. Incluso si no estuviera tomada. Por tu


hermano. ¡A quién idolatras!

—No lo idolatro. —Eso era cierto, por lo menos. Lo había hecho, por supuesto,
cuando eran pequeños. Bueno, no tan pequeño. Pero una vez que Chris se había ido a
la universidad, Brady pudo probar lo que era estar fuera de su sombra, y, finalmente, se
dio cuenta que no era menos que su hermano. Tenía talento en el campo de fútbol, tal
vez no lo suficiente como para comenzar, al igual que Chris lo tuvo desde el primer
año, pero lo suficiente. Sacaba buenas notas y era el salutatorian 1 de su clase, algo que
Chris se lo había perdido. Su madre le había dicho que se había encontrado a sí mismo,
y al hacerlo, había sido capaz de ver a su hermano como tan sólo un chico. Habían
tenido una relación mucho mejor en los últimos años a causa de ello.

Pero esto...

—Si Chris te encuentra comiéndote con los ojos a su novia… —Molly


comenzó, y Brady la interrumpió con un movimiento de su mano.

1 Salutatorian: Estudiante de decimo segundo grado que da la bienvenida a la graduación.


—No voy a comérmela con los ojos. —La sintió relajarse de la tensión y debería
haber dejado las cosas así, pero su boca no paraba—. Se merece más respeto que eso.

—¡Brady! —Molly dejó la almohada a su lado y bajó de la cama para cernirse


sobre él, con las manos en las caderas—. ¡Ella no está disponible! ¿De verdad quieres
arruinar toda tu vida por alguien que conociste hace una hora?

—No. —Pero tal vez no tenía que arruinarlo todo. Tal vez podría…

—¡Basta! —Le golpeó la frente.

—¡Ay! —Él frunció el ceño, frotándose el golpe.

—En serio, Brady, sácala de tu cabeza. ¿Qué demonios estás pensando?

Suspiró y volvió la cabeza para mirar el techo de nuevo, no a sus acusadores,


penetrantes ojos azules.

—No puedo evitarlo —admitió—. Ella me golpeó. Justo aquí. —Presionó la


palma de la mano derecha contra su esternón—. En el instante en que la vi. Al igual
que papá cuando vio a mamá. Fue…

—No lo digas. —Pero su tono era más suave, más comprensivo. Se sentó en la
cama al lado de su cadera y tomó su mano sobre su regazo.

—Oh, Brady. Sabes que esto va a terminar mal, ¿verdad?

—No, no lo hará. Sintió algo, también —le dijo a Molly—. Lo vi. Tal vez ellos
no van enserio. Tal vez ella está lista para romper con él ya. Sabes que las chicas se
aferran incluso cuando saben que se acabó.

Molly no discutió, lo que lo sorprendió. Odiaba las generalizaciones, sobre todo


acerca de su género.

—Está bien, tal vez van a romper. ¿Y luego qué? Van a la universidad en
diferentes estados.

—Podría transferirme.

—Oh, por amor de Dios, no vas a transferirte. —Soltó su mano y se levantó—.


Déjala ir. Sabes que tienes que hacerlo.

Pero él no lo sabía. Este tipo de cosas pasaba todo el tiempo. Y, de acuerdo, la


mayoría de los ejemplos que pensó eran de programas de televisión. Pero tenían que
basarse en la vida real algunas veces.

Hace una hora que había estado enfrentando la decisión más enorme de su
vida. Lo que ahora, a efecto de Jessica, le hacía parecer tan fácil como pedir un
bocadillo.

—¡La cena esta lista! —Su madre llamó desde la planta baja, su tono
amortiguado por la puerta cerrada, su disgusto por su desaparición, sin embargo, era
claro.

—¡Ya vamos! —Molly contestó. Le agarró la mano y lo arrastró fuera de la


cama—. Deja de pensar en ello, por lo menos. Sabes que Chris se dará cuenta.

—Sí, lo sé. —Eso fue lo primero que le había dicho que no podía encontrar la
manera de disputar. Chris tenía un agudo sentido de la observación, un talento que le
consiguió un trabajo lucrativo en una consultora de negocios, una empresa que enviaba
un equipo a otra que no lo estaba haciendo bien para identificar sus problemas, y les
aconsejaban cómo arreglar las cosas. Sin duda notaria si Brady actuaba raro.

Por eso, durante la cena, Brady se obligó a hacer bromas, burlarse de su madre
acerca de su forma de cocinar, molestar a Molly sobre cualquier cosa y sobre todo,
insultar a su hermano delante de Jessica, actuando como si estuviera jugando. Era
exactamente lo que habría hecho si no hubiera estado colgado por ella, así que todos
respondieron con normalidad.
—Por lo tanto, Jessica... —dijo su padre a mitad del plato principal, y Chris
gimió.

—Vamos, papá, ¿no puedes saltearte el interrogatorio?

Rick Fitzpatrick sonrió a su hijo.

—Por supuesto que no. Esta es la primera chica con la que has salido por más
de tres meses. ¡Es aún más importante ahora!

Brady miró a su padre, luego a Chris y Jessica. ¿Ya había pasado más de tres
meses?

No. Estaban tomados de la mano. Mientras comían. Jessica era zurda, o lo


suficientemente buena como para no hacer un lío, de todos modos, y sus dedos
siguieron jugando uno con el otro, y... no, eso no era bueno.

—¿Cuáles son tus planes para después de la graduación? —le preguntó su padre,
tomando un bocado de puré de patatas.

—Estoy sacando mi título en diseño de interiores, así que haré todo lo que
pueda conseguir en el campo.

Brady metió el tenedor en un trozo de carne, no era realmente consciente de


qué tipo era. Su voz lo estaba matando. Suave y dulce, pero no aniñada o débil, le
envió un flujo constante de escalofríos por su espina dorsal. Se iba a acalambrar,
tratando de ocultar esos escalofríos.

—Mi objetivo —Jessica continuó— es un diseño funcional, al igual que en las


aulas y centros de formación. Guarderías y escuelas con necesidades especiales,
lugares así.

—¿Así que no sólo decoración? —le preguntó su madre, claramente interesada.


¿Y por qué no? Jessica era altruista, al igual que sus padres lo eran. La mayor parte de
sus vacaciones en familia se habían gastado en Hábitat para la Humanidad, Ayuda
para Haití, ir a donde se había producido el más reciente desastre y transportar
residuos, distribuir agua, lo que se necesitara. Los trabajos de sus padres habían hecho
eso posible, y aquí estaba Jessica, planificando una combinación de comercialización y
beneficio para otros.

Era perfecta.

—¿Cómo son tus notas? —le preguntó su padre.

—Bastante buenas —respondió ella, pero Chris negó con la cabeza.

—Ella se graduó con honores en la universidad y tiene un promedio de 3.8 en


estos momentos.

—Impresionante.

Eso vino de Molly, y Brady le dio una patada. Se limitó a sonreír, sin mirarle.

—¿Dónde quiere ir después de obtener tu título? —preguntó a Jessica, quien se


volvió hacia su extremo de la mesa para contestar. Brady se perdió sus palabras ante el
impacto de su belleza, y no prestó atención al resto de la conversación. Sus padres eran
acaparadores. No les importaría si Chris y Jessica rompieran, y si Brady ocupara su
lugar. Ellos no considerarían la posibilidad de traicionar a su hermano, estarían
contentos de que la mantuvieran en la familia. Hacerla entrar en la familia.

La fantasía estaba desarrollándose en su cabeza cuando se dio cuenta de que su


padre estaba dando su sello de aprobación, en tono de burla.

—Me alegro de que te sientas así, papá. —Chris se aclaró la garganta de manera
significativa.

Alarmado, Brady volvió la cabeza, con ganas de pararlo. De cambiar la


conversación, tirar una broma que haría reír a todos y olvidar lo que Chris estaba a
punto de decir.

Pero por supuesto que no iba a funcionar. Porque lo que Chris iba a decir era
más importante que cualquier cosa que Brady pudiera hacer. Podía verlo en la forma
en que la mano de Chris se cerró alrededor de la mano de Jessica, en la suave sonrisa
que ella le dio, en la anticipación repentina en el aire. Molly se inclinó hacia Brady y le
puso una mano en el brazo, un claro intento de confortarlo. Pero no había nada para
consolarlo. Todavía no.

Y entonces el mundo se vino abajo.

—Mamá. Papá. Brady. Jessica y yo nos vamos a casar.

—¡No, idiota, pi no tiene nada que ver con eso! ¿Dónde está tu cabeza? —Molly
miró a través de la habitación de la residencia de Brady, sabiendo muy bien dónde
estaba su cabeza. Dentro de cualquier fantasía sobre Jessica que estuviera dándole
vueltas hoy.

Estaba acostado en toda su expansión ocupando toda la cama de Molly


mientras ella se acurrucaba en la silla del escritorio y le interrogaba por su curso de
ecuaciones diferenciales. Los finales eran esta semana, y en tres días se dirigirían de
vuelta a Connecticut para Navidad. Por primera vez en la historia, no esperaba con
ansias las vacaciones.

Y esa maldita mujer era la razón de por qué.

Suspiró. Ya había estado preocupada por Brady durante un par de semanas


antes de Acción de Gracias. Había andado melancólico y silencioso, como si estuviera
considerando algo importante. Pero todavía había sido Brady, incluso siendo serio.
Luego caminó en esa plataforma del tren y boom. Adiós al melancólico Brady, hola al
Pirado enfermo de amor.

Dejó que se revolcara por un minuto, hipnotizado por la pelota de béisbol que
tiraba y agarraba, una y otra vez. Probablemente no tenía ni idea de que la pelota
estaba firmada por Nomar Garciaparra después de que ella había cogido su tiro
ganador. Si le gritara a Brady, él asumiría que era debido a la firma, no porque era uno
de sus pocos premios sentimentales. Ella y Brady habían ido a ese juego juntos, y
aunque a menudo eran sólo ellos dos, como ahora, no era frecuente poder fingir que
su relación era más de lo que era.

Era divertido, ella constantemente le decía que superara Jessica, cuando nadie
más le diría a ella que lo supere a él. Pero una década de costumbre era difícil de
superar. Él solo había visto a Jessica una vez, hace un mes.

No podía soportarlo. Levantándose de la silla, Molly se inclinó y atrapó el


balón mientras caía.

—Supéralo —le dijo a Brady, por enésima vez, y él no preguntó sobre qué, por
lo que ella sabía que había estado en lo cierto. Estaba abatido sobre Jessica de nuevo—.
Ellos se casarán en febrero —le recordó.

Él suspiró y se puso en posición vertical.

—Lo sé. Y está totalmente loco por ella. Puedo escucharlo en su voz cuando me
llama. Qué lo hace, dos veces por semana. —Se pasó una mano por la cara—.
Solíamos hablar una vez al mes, si acaso. Ahora lo único que quiere es seguir y seguir
sobre ella.

—Eso es natural. —Observó a Brady con cuidado, tratando de medir la forma


en que realmente se sentía acerca de la prometida de su hermano. Quería descartarlo
como un flechazo, pero no podía. Habían estado más de tres semanas sin verse, sin ver
a Jessica de nuevo. Eso era algo diferente. Algo más.

Maldita sea.
—No creo que pueda hacer esto. —La miró suplicante—. ¿Qué voy a hacer? No
puedo soportar la idea de verla casarse con él. De verlos juntos en cada día de fiesta.
De… —Se calló, mirando a lo lejos.

—Oh, cariño. —Dio un paso adelante y acunó su cabeza contra su estómago. Él


envolvió sus brazos alrededor de sus caderas y hundió el rostro en su contra. La oleada
familiar de amor y necesidad apareció, pero ella le acarició con dulzura pasando la
mano a través de su desordenado pelo castaño oscuro y le dio lo que siempre
necesitaba de ella, consuelo y amistad.

—Todo irá bien —le dijo, y esperaba que ella tuviera razón.

Pero de vuelta en Connecticut tres días más tarde, la tensión se disparó.

Molly pensó que era la única en sentirlo. Por lo menos los padres de los
Fitzpatrick eran ajenos, balbuceando acerca de las tradiciones que podían transmitir a
Christopher y Jessica y sus eventuales hijos, sobre los preparativos de la boda y cuándo
llegarían a conocer a la madre de Jessica, su único pariente cercano.

Chris actuó naturalmente afectuoso con Jessica, indulgente con sus padres, y de
buen carácter con Brady.

Al principio nadie, incluyendo a Jessica, parecía notar el aumento de la lejanía


de Brady. Molly lo cubrió bastante bien, y sin mucha dificultad. Después de todo, había
elegido a los Fitzpatricks como su propia familia durante toda su vida. Si ella
participaba bulliciosamente en la hornada de galletas de la familia, cantaba con
vivacidad mientras decoraban el árbol, todo encaja con su comportamiento pasado.

Y entonces Molly oyó a Jessica y Brady tener una conversación privada en el


pasillo de atrás. Chris y su padre habían ido a la tienda para comprar más papel de
regalo, y Donna estaba en el sótano lavando la ropa. Molly llevó cuencos de palomitas
vacíos a la cocina y escuchó a Brady y Jessica murmurando en la base de la escalera de
atrás, justo fuera de la habitación. Ella no pensó nada al principio, pero cuando estaba
a punto de pasar el umbral, el murmullo se convirtió en suspiros y el inconfundible
sonido de un beso.

Molly se quedó inmóvil, aturdida. Y entonces ya era demasiado tarde. Debería


haber seguido caminado, haciendo notar su presencia antes de que hubieran hecho
algo. Si lo hacía ahora, sabrían que los había oído.

Se le empezaron a hacer grietas en la superficie de su corazón. Siempre había


sabido que Brady no la amaba de esa manera, el dolor era diferente, un sufrimiento
más constante más suave. Pero esto era más agudo, este dolor más agudo no era por
ella. Era por Brady, que estaba haciéndose a sí mismo vulnerable a una mujer que no
iba a decidir en su favor. Por Chris, que estaría destrozado si se enterara de esto. Por
Rick y Donna, que sólo querían que sus hijos fueran felices.

—Debería decir que lo siento, pero no lo hago —oyó decir a Brady.

Molly cerró los ojos y se apoyó contra el revestimiento de madera de pino


áspero de la pared de la cocina, resignada a tener que escuchar esto.

—Está bien. —La voz de Jessica era alta y sin aliento. Molly quería apuñalarla
en el corazón—. Lo he sabido, bueno, desde el día que nos conocimos. Que tú…

—Tengo sentimientos…

—Hacia mí. Sí. Pero Brady...

—No puedo evitarlo, Jess. Te amo. Si hay alguna posibilidad, una manera de
que me puedas amar a mí, tenía que hacer esto ahora.

¿Ahora? ¿Por qué ahora? Molly contuvo la respiración a través de la vacilación


de Jessica, a continuación, mientras repetía la pregunta silenciosa de Molly en voz alta.

—No importa. —Brady sonaba impaciente, casi desesperado—. Tengo que


resolver algunas cosas antes de que finalice el año. Esta es una de ellas. Jess —
declaró— necesito saber cómo te sientes.

—Tu hermano —protestó.

—Yo también lo amo. Y nunca quise hacerle daño. —La voz de Brady se
rompió lo suficiente para que Molly supiera que hablaba en serio—. Por favor, Jessica.
Sé honesta conmigo.

Durante un largo rato, sólo había respiraciones en el pequeño espacio de la sala


de atrás. Las manos de Molly se apretaron en los cuencos que sostenía. Si Jessica decía
que sí, si ella decía que le importaba Brady... Dios, qué desastre sería. Y la pequeña
chispa de esperanza que Molly nunca alimentaba, la que nunca admitió que existiera,
sería aplastada para siempre.

—No puedo —Jessica susurró, y la tensión alrededor del corazón de Molly


disminuyó—. Amo a Christopher. Nunca lo traicionaría. Y a pesar de que hay... algo...
entre nosotros, no vale la pena tirar lo que tengo con tu hermano. Nosotros solo…

—Lo entiendo. — Dolor empapaba las palabras de Brady, y Molly se moría por
ir a consolarlo, para aliviar su dolor de la manera en que pudiera, a pesar de lo que le
haría a su propio corazón. Se apartó de la pared, pero no terminó de hablar.

—No puedo hacer esto, entonces.

—¿Qué? —Jess parecía confundida—. ¿Quieres decir el beso? No quiero…

—No, eso no. —La repugnancia no terminaba de superar a la tristeza, y Molly


se alegró de oírlo. Se alegraba de saber que su mejor amigo no cometería adulterio con
la esposa de su hermano, o incluso aludir a la posibilidad.

—¿Qué, entonces?

—Cualquier cosa. No puedo hacer frente a estas tertulias familiares. No puedo


verte, pasar horas ilimitadas viéndote con mi hermano. No cuando creo que él es el
hombre equivocado. —Su voz tenía tal convicción que inyecto miedo en el corazón
maltrecho de Molly. Lo que le había estado molestando desde el semestre de otoño, lo
que tenía que averiguar... La respuesta de Jessica había decidido por él.

—Él no es el equivocado —dijo Jessica, su tono suave pero no menos


convencido.

Molly imaginó a Brady asintiendo.

—Bueno. Pero todavía igual no lo puedo hacer.

—Pero... ¿la boda?

—Soy el padrino, por supuesto voy a estar en la boda. Después de eso, sin
embargo, olvidate.

Una pausa incierta, a continuación:

—Si tienes que hacerlo.

—Tengo que hacerlo.

—Está bien, entonces. —Después de un momento, Molly oyó pasos ligeros ir


hacia arriba, y Brady entró en la cocina.

No se dio cuenta de que Molly estaba allí de pie, y tuvo que reprimir un sollozo.
Ese tipo de derrota total nunca debería ser visto en la cara de alguien tan joven. Cruzó
la cocina hasta la isla, donde apoyó las manos y bajó la cabeza. Una lágrima cayó a la
tabla de cortar, y luego otra, marcando la madera oscura suavemente. Después de un
par de minutos, levantó la cabeza y la vio en el reflejo de una olla de cobre. Se volvió, y
no había nada en sus ojos. Ni dolor, ni tristeza, o incluso determinación. No era el
Brady que conocía. Molly no se movió, con miedo a que este fuera uno de esos
momentos decisivos, de esos que se dan pocas veces en la vida, cuando alguien puede
mirar hacia atrás y decir: “Fue entonces cuando todo cambió”. Entonces, con toda
claridad, reconoció que lo era. Que ninguno de ellos, ni siquiera ella, volvería a tener la
misma relación con Brady de nuevo.

Y tenía razón.
Traducido por Lore
Corregido por Lsgab38

Boston, Massachusetts

Doce años después


—Sí, hacemos afinación de pianos. ¿Qué modelo es? —Molly agarró un
cuaderno de orden y comenzó a tomar notas, manteniendo un ojo en los adolescentes
haciendo el tonto con las guitarras. Los conocía, confiaba en ellos, en su mayor parte,
pero eso se debía a que la conocían, también, y sabían que era dura de roer—. Lo más
cercano que podemos hacerlo es el próximo miércoles. ¿Eso está bien? —La puerta
sonó cuando su móvil comenzó entonar Smoke on the Water. Ignoró el teléfono y miró
al hombre mayor vagar a la sección de partituras mientras terminaba la programación
de la afinación del piano. Acababan de colgar cuando los chicos se acercaron a pagar
por las púas y cadenas que querían, y luego el silencio los siguió mientras salían a la
fría noche de octubre.

Su teléfono sonó de nuevo. El anciano levantó la vista, sus ojos agudos,


mirando hacia abajo, donde sonaba ritmo de su canción favorita de Deep Purple
exigiendo su atención. En lugar de responder, sin embargo, pulsó para silenciarlo y
esperó a que el hombre se acerque.

Llevó unas cuantas hojas de música al mostrador. Andante y March en Re mayor


de Bach, para violonchelo.

—¿No Oda a la Alegría? —preguntó, y el hombre negó con la cabeza.

—Demasiado vulgar —comentó, con voz suave y culta. CIA, supuso, aunque
nunca sabría si ella estaba en lo cierto. Tomó la música de él y entró en el cuarto de
atrás, un poco alarmada al escuchar su teléfono sonar de nuevo. Alguien realmente
quería comunicarse con ella. ¿Por qué no la llamaban a la tienda? Temor agarrotó sus
entrañas, y rápidamente encontró la caja por la que el hombre estaba aquí, bajo una
pila de bolsas de plástico. Deslizó los papeles doblados que él le había entregado con la
partitura en el archivo de gabinete y lo cerró, bloqueándolo antes de regresar al frente.
El hombre estaba de pie justo donde lo había dejado, con paciencia, sosteniendo su
sombrero y al parecer leyendo el calendario que colgaba junto a la puerta con cortinas
que iban hacia el cuarto de atrás.

—Jardín Winterbourne.

—¿Qué?

El hombre asintió con la cabeza hacia el calendario. Ella se giró para mirarlo,
vio las vides florecientes o lo que sea en la imagen, y asintió con impaciencia.

—Sí, supongo. —Le entregó la caja un poco demasiado bruscamente y tomó su


teléfono.

—Ah. —El hombre le hizo un gesto de agradecimiento, levantando la caja un


poco, y se fue, gracias a Dios. Cogió su teléfono. Todas las llamadas perdidas eran de
Jessica.

Brady.

El pánico hizo que sus dedos estuvieran rígidos cuando marcó la combinación
para devolver la llamada, sin molestarse en comprobar los correos de voz que Jess dejó.
El teléfono sonó cuatro veces antes de contestar, y cada timbre era un nuevo horror, un
nuevo miedo en el corazón de Molly.

Ri-iing.

Muerto en acción.
Ri-iing.

Prisionero de Terroristas.

Ri-iing.

Explosión, muy pocas partes para identificar.

Ri-iing.

—¿Hola? ¿Molly? ¿Hola?

—¡Sí! Jessica. Soy yo. ¿Qué pasa? ¿Qué está mal? Cálmate. —Jessica estaba
histérica, llorando tan fuerte que Molly no podía entender una palabra de lo que estaba
diciendo. Sus temores se fundieron en un puño gigante comprimiendo sus pulmones
hasta que apenas podía respirar—. ¿Quién es, Jessica? ¿Quién esta... herido?

Rick, Donna, Chris, Brady. Por favor, no dejes que sea Brady, ¡Dios sé que es egoísta,
pero por favor no dejes que sea Brady!

Pero Jessica no podía calmarse, y Molly tuvo que esperarla, caminando detrás
del mostrador, los nombres de los Fitzpatrick golpeando en su cabeza a cada paso, las
caras de los Fitzpatrick parpadeando detrás de sus ojos mientras Jessica lloraba y tosía.
Rick tenía sesenta, sin antecedentes de enfermedades del corazón, pero eso no
significaba que un ataque al corazón no pudiera suceder. Donna podría haber tenido
un accidente, o haberse caído, o tuvo una complicación de su diabetes. Podrían haber
estado en un accidente de coche. Christopher… y… Brady…

No. No podía pensar en ello.

—Jessica —dijo en voz baja pero con firmeza, su propia desesperación bien
escondida—. Tienes que calmarte. Esto no es bueno para ti.

—Lo sé. Lo siento. —El llanto se hizo más amortiguado, comprimido.


Ahogado, en lugar de controlado.
—Dime, cariño. ¿Qué es? ¿Qué pasó?

Un largo y profundo suspiro, y luego, con la voz temblorosa pero finalmente


clara:

—Christopher. Él es... oh, Molly, está muerto.

Incluso preparándose para lo peor no pudo evitar que el shock la cubriera.


Calor la barrió de la cabeza a los pies, y alivio culpable, no era Brady, su visión se
oscureció alrededor de los bordes, vio luces intermitentes. Se inclinó sobre el
mostrador.

—Oh, Jess. Oh, no. ¿Qué pasó?

—No lo sé. No me lo quieren decir. No lo entiendo, un tipo vino a casa y me


dijo… me dijo que estaba… que lo habían matado. No se irá hasta que alguien llegue.
Pero él no me va a decir nada más. —Ella rompió en sollozos de nuevo.

Mierda. Molly estaba en Boston, Jessica en Connecticut, a horas de distancia.

—¿Has llamado a Rick y Donna?

Puede que ya lo sepan. A menudo se enviaba a alguien a los padres y al


cónyuge al mismo tiempo. Dios, iban a estar devastados. Y Brady...

—Sí —dijo Jessica—. Están en camino. Deberían estar aquí…oh. Ellos acaban
de estacionarse. —Ella sonaba más tranquila ya.

—¿Alguien llamo a Brady? —La voz de Molly se rompió con su nombre. Cerró
los ojos, aspirar para combatir las náuseas.

—No lo puedo localizar. Su correo de voz dice que está fuera de contacto
durante unos días, y su secretaria dijo que no sabía dónde estaba. —El enojo fortaleció
la voz de Jess, y Molly sabía que iba a estar bien, por ahora—. ¿Cómo diablos puede su
secretaria no saber dónde está?
Porque ella no era su secretaria. Pero Molly no podía decirle eso.

—¡Le dije que era una emergencia! Me dijo que dejara un mensaje. Como si
pudiera transmitir algo de esa manera. —Comenzó a llorar de nuevo, pero no tan
histéricamente.

Molly tuvo que sentarse. No había taburetes o sillas detrás del mostrador, así
que se hundió en el suelo, de espaldas a los estantes debajo de la registradora, y trató
de no desmoronarse.

—Lo encontraré —le aseguró a Jessica—. ¿Están Rick y Donna allí? —La
madre de Jessica había muerto de cáncer de mama hacia unos años. Siendo hija única,
solo tenía a sus suegros ahora.

—Sí, él... quien sea que es él los acaba de dejar entrar. Está hablando con ellos,
pero no puedo oír lo que está diciendo. Me tengo que ir. —Colgó bruscamente.

Molly cerró lentamente su teléfono y apoyó la cabeza en sus rodillas. Ellas


temblaron, y así también lo hicieron sus manos.

Era la adrenalina. Tenía que sentarse aquí por un minuto, dejar que se disipe.
Dejar que su cuerpo se recupere.

Luego tenía que encontrar a Brady y decirle que su hermano estaba muerto.
Apretó el puño en su boca para contener sus propios sollozos. Era de alguna manera
vital que se mantuviera controlada mejor que Jessica. El duelo surgió ahora, como si
hubiera estado esperando su turno, y no podía mantenerlo alejado ya. Las lágrimas
brotaron de sus ojos y se dejó ir, enterrando su rostro en la falda voluminosa, llorando
por la pérdida, por el agujero que dejaría en la familia Fitzpatrick, por lo que le haría a
Brady.

Iba a matarlo. Iba a culparse a sí mismo, a pesar de que no tenía ni idea de que
Chris no era el consultor de negocios como siempre se había presentado a sí mismo. Se
culparía a sí mismo por no haber estado allí. No había visto a su hermano desde hace
años, a excepción del almuerzo o la cena ocasional cuando ambos estaban “De
negocios” en la misma ciudad. Brady se negó a ir a la casa de Chris y Jessica, se negó a
asistir a las reuniones de la familia... incluso se había perdido el funeral de su tía hace
tres años. Sus padres iban a DC de vez en cuando, su madre totalmente desconcertada
por su distanciamiento de la familia, su padre estoico al respecto. Molly les había dicho
por qué lo hacía, cuando Brady se negó y ya no podía soportar verlos sufrir por la
confusión. De los dos, Rick parecía entenderlo mejor, tal vez porque Brady había
descrito su primera reacción a Jessica al igual que Rick lo había hecho con Donna.
Pero Donna no sabía por qué Brady no podía dejarlo a un lado, no podía reprimir el
amor que sentía por la mujer de su hermano, para que no los perdiera a todos. Así ellos
no lo perderían a él.

La peor parte, para Molly, fue Brady alejándose de ella, también. Había sabido,
ese día en la cocina, que él lo haría. Había sido lento y doloroso, porque ella luchó
contra ello, y habían tenido hábitos arraigados y rutinarios en la universidad. Pero una
vez que se graduó y se trasladó a Washington DC, se había hecho mucho más fácil. Se
había quedado en Massachusetts para obtener su maestría antes de pasar unos años
viajando por el mundo con diversas orquestas, bandas de rock, compañías de ópera, y
odiaba cada minuto lejos. Había estado preparándose para abrir la tienda aquí en
Boston cuando SIEGE, Empresa de Infiltración Estratégica de Grupos Enemigos, una
empresa privada aprobada por el gobierno para la obtención de información la había
reclutado.

Ellos ya no eran cercanos, ella y Brady, y nunca había dejado de lamentarlo. La


mayor parte de su comunicación era a través de e-mail. De vez en cuando, él
contestaba o hacía una llamada telefónica, y su conexión seguía allí, tenue pero
suficientemente fuerte para que ella supiera que nunca se perdería por completo.

Y sabiendo lo mucho que amaba a su familia, manteniéndose alejado para


evitar herirlos tanto como para evitar su propio dolor, lo mantuvo actualizado sobre
noticias de la familia. Aún no le había dicho la última, sabiendo que para él sería
devastador. Pero esto… esto era mucho peor.
La puerta sonó, haciéndola volver a la conciencia. Se había olvidado que la
tienda aún estaba abierta. Arrastrándose se puso de pie, limpiándose los restos de sus
lágrimas de la cara, casi esperaba encontrarse allí a un solemne despachador con traje
oscuro satisfecho por estar allí. Pero no, era una joven mujer en unos pantalones cargos
holgados y una cómoda sudadera con capucha, el cabello recogido en racimos por toda
su cabeza, anillos oscuros de maquillaje alrededor de los ojos. Podría ser una operaria
o una portadora, pero no un despachador.

Ella resultó ser nada de lo anterior, solo una estudiante de música en busca de
un determinado CD que Molly no tenía. Se aferró a su paciencia por las uñas mientras
procesaba la orden especial y acompañaba a la mujer y su novio fuera, cerrando la
puerta detrás de ellos. Después realizar sus procedimientos de cierre, pegó un cartel en
la puerta que decía CERRADO POR EMERGENCIA FAMILIAR e hizo una rápida
parada en el banco en su camino de salida de la ciudad.

Seis horas, dieciocho llamadas telefónicas, y una vejiga a punto de explotar


después, Molly llegó al apartamento de Brady en DC. No iba a estar allí, las llamadas
telefónicas habían ayudado a identificar su ubicación en América del Sur, pero
necesitaría cosas de su escondite antes de que ella tomara un avión. Había salido con
un tanque lleno de gasolina, una bolsa de lona escueta, y nada más. ¿Quién sabía
cuánto tiempo le tomaría encontrar a Brady? Se suponía que debía estar fuera de
comunicación hasta la próxima semana.

Su “secretaria” se ofreció a establecer un puente de comunicación, pero Molly


no quería que se enterara solo, lejos, a través de extraños. A pesar de la separación de
la última década, iba a estar allí para él cuando recibiera la peor noticia de su vida.

Brady tiró de la capucha de su abrigo sobre su cabeza y se encogió contra la


lluvia estruendosa. A la mierda con este tiempo. A la mierda este país. Y a la mierda al
maldito que le estaba siguiendo.

Había estado aquí demasiado tiempo, su tapadera se había vuelto débil en los
últimos días, pero había una pieza de información que haría que la semana y media
anterior valiera la pena. Sin ella, el resto de la inteligencia era de relleno y no mucho
más. Su contacto había establecido una reunión dentro de tres horas a partir de ahora.
Su tapadera solo tenía que durar lo necesario y aguantar hasta entonces. Pero su
sombra había aparecido esta mañana, y él, o ella, era bueno. Demasiado
condenadamente bueno. Brady se había estado moviendo alrededor de la ciudad
durante todo el día, tratando de perderlo. Taxis, autobuses, giros rápidos por los
callejones, y siempre el bastardo permaneció solo unos pasos atrás.

Es hora de cambiar de táctica. Dejar de moverse, ver lo que hacía el hombre.

Brady entró en un bloque de viviendas que SIEGE ocasionalmente utilizaba


como casa de seguridad y se metió en el ascensor. Su sombra entró en el vestíbulo un
segundo antes de que las puertas se cerraran. Brady presiono en el cuarto piso, lo
suficientemente alto para que el ascensor llegara antes de que la sombra lo hiciera a
través de las escaleras. Tan pronto como se abrió la puerta se apresuró a un
apartamento al otro lado de las escaleras que sabía estaba vacío, forzó la cerradura, y
se deslizó en el interior, mirando por un pequeño resquicio. Tres respiraciones más
tarde, la puerta de la escalera se abrió y una pequeña figura, vestida de negro se deslizó
a través y se detuvo, con los ojos en la puerta apenas abierta donde Brady estaba detrás.

Tenía que ser una mujer, alguien así de delgado, pero no pudo ver una cara más
allá de la capucha de la chaqueta. Entrecerró los ojos. Una chaqueta muy parecida a la
que llevaba puesta.

Ella llegó a la puerta, su cuerpo tenso e inclinando hacia un lado, presentando


un blanco más pequeño. Brady no iba a esperar su ataque. Abrió la puerta y golpeó su
puño en su palma.

Una puerta se abrió en el pasillo. Brady torció su mano alrededor de la muñeca


de la mujer y la arrastró a la habitación, haciéndola girar para tratar de inmovilizarla
contra su cuerpo. Ella aprovechó el impulso para golpear contra la puerta, rebotando y
poniendo distancia entre ellos. Sus manos se levantaron. No había tiempo para evaluar
si tenía un arma. Se decidió por un barrido de sus piernas, pero ella saltó en el aire y lo
montó en el suelo, tratando de fijar sus muñecas con sus rodillas. Su respiración
contenida asomó en su cerebro, pero en vez de analizarlo rodó, usando su peso
superior para revertir el giro. Ella inclinó la pierna y apenas esquivo sus joyas, su
rodilla clavándose en su ingle. Él gruñó y cerró los ojos por reflejo, y, curiosamente, se
quedó paralizada.

Abrió los ojos, su mirada se posó en su cara, y…

—¿Molly?

Impresionado más allá de cualquier cosa, se echó hacia atrás y se paró. Habría
llegado a ayudarla, pero ella se paró antes.

—¿Qué demonios estás haciendo aquí? —Ni siquiera podía su cerebro participar
lo suficiente como para considerar las posibles razones.

—Vine a buscarte.

Aún no procesando. Casi sin reaccionar. Alguien podría venir a través de esa
puerta detrás de él y matarlo en este momento, y ni siquiera tendría la capacidad de
saber lo que estaba ocurriendo.

—¿Por qué?

En lugar de responder, Molly pasó junto a él, abrió la puerta para comprobar el
pasillo, a continuación, volviendo a cerrar con llave con la cerradura que había sido
instalada por SIEGE en lugar de la endeble que él había forzado tan rápidamente.
¿Cómo sabía cómo hacerlo?

La respuesta era obvia, pero no tenía absolutamente ningún sentido. Ella era un
músico, por el amor de Dios.

O profesora de música. O lo que sea. Algo que creaba una total desconexión
con su presencia en este país. Y las habilidades que había mostrado hace un momento.

—Brady, siéntate.

Él no se movió.

—Tú me tiraste.

Ella suspiró, y no era Molly. No era la Molly que conocía. No había


exasperación o afecto en el sonido. Solo... ¿tristeza? Se enfocó en ella más que en su
presencia, y el miedo, una emoción desconocida, se disparó a través de él. Sus ojos
azules normalmente brillantes eran planos, su piel siempre lechosa estaba pálida, las
sombras bajo sus ojos lucían como si alguien la hubiera golpeado. Su boca se
arrastraba hacia abajo en las esquinas, líneas profundas grabadas en los lados.

Algo estaba muy mal.

—¿Qué pasa? —Dio un paso adelante para cerrar las manos sobre sus hombros,
y cuando parecía que se caería bajo ellos, él tiró de ella en un abrazo—. Molly, me
estás asustando. ¿Qué está mal? ¿Por qué estás aquí? —Su cerebro se puso de nuevo en
marcha, lo suficiente para que no pudiera dejarle dar su respuesta—. Tú has estado
siguiéndome todo el día. ¿Cómo diablos te pegaste a mí de esa manera? ¿Por qué no
simplemente te acercaste? ¿Por qué no me llamaste? —Pero lo último, por lo menos,
podía responder por sí mismo—. Bien, bien. No estoy en contacto. Habrían necesitado
establecer un puente. Pero eso no explica nada... — Él la dejó ir—. Me callo ahora. Tú
hablas.

Sus movimientos rígidos y cansados, todo lo contrario de su gracia y velocidad


de la primera vez que había entrado en la habitación, ella se sentó sobre el extremo de
la cama, una de las dos piezas de muebles en el apartamento de una sola habitación.
—He estado tratando de ponerme en contacto contigo todo el día. No quería
tomarte por sorpresa, podrías haberme matado.

Eso era cierto, pero ¿cómo iba ella a saberlo? Se mordió la lengua, a la espera de
respuestas a lo que ya había preguntado, en lugar de apilar más preguntas.

—Podrías haberte mostrado a ti misma. Te habría reconocido al instante.

Su boca se las arregló para chasquear hacia arriba en un lado.

—Exactamente no me integro. No quiero ser un objetivo. —Ella suspiró y se


encogió aún más—. Y para ser totalmente honesta, cuanto más tiempo tardaba en
llegar a ti, más quería posponerlo.

Brady frunció el ceño.

—¿Por qué estabas tratando de alcanzarme en primer lugar?

Sabes por qué. Él obstinadamente ignoró la voz en la parte posterior de su


cabeza, la que le decía que solo había una razón para que ella esté aquí.

—Siéntate. —Palmeó la cama junto a ella.

Casi se negó de nuevo, pero se había vuelto tan pequeña en los pocos minutos
desde su pelea, que cedió. El colchón se inclinó y los deslizó juntos, muslo contra
muslo, y una energía que nunca había sentido antes despertó por un instante antes de
que se ahogara bajo la improcedencia.

—Brady, tengo malas noticias.

Su garganta se cerró. Quería decirle que lo escupa, que no tratara de prepararlo


o suavizarlo. Pero no había manera de hacer eso, lo sabía por experiencia. Ella también
lo sabía, maldita ella, y en lugar de sostenerlo para siempre, como una parte de él
quería, ella lo dijo. Las palabras que había esperado desde que la reconoció, la única
razón por la que habría hecho todo este esfuerzo para verlo en persona.
—Chris está muerto.

Y su mundo se desplomó.

Brady no se acordaba de caer de rodillas. Simplemente se encontró a sí mismo


allí, alguna diminuta cosa afilada y dura clavándose en una de ellas, probablemente lo
que le sacó de la oscura bola de dolor que lo había engullido. Molly se quedó en la
cama, pero se había envuelto alrededor de él, y sus brazos estaban apretados alrededor
de ella, una pose que trajo un destello de memoria, del dolor que fue minúsculo en
comparación con esto. Blanca agonía lo destrozó, sus palabras haciendo eco no solo en
la cabeza, sino a través de todo su cuerpo. No Chris. Cualquiera menos Chris.

Molly estaba hablando. Murmurando. Sonidos reconfortantes privados de


sentido por su propia y cruda angustia.

Había perdido a un hermano, también, y de alguna manera, la realización fue


como un bálsamo, quitándole del borde, trayéndolo de vuelta a tierra firme. La estaba
agarrando con tanta fuerza que de seguro que estaba lastimándola, y cuando forzó sus
brazos para que se aflojaran, se acalambraron. Él… necesitaba algo. Cualquier cosa
menos este lío estático y palpitante.

—¿Cómo? —dijo con voz áspera, asentándose sobre sus talones, incapaz de
levantarse o moverse incluso la distancia corta de nuevo a la cama.

—No lo sé. Ellos no me lo quisieron decir.

Alzó la cabeza.

—¿Qué quieres decir? ¿Por qué no lo harían mi padres…?

Ella negó con la cabeza.

—No ellos. Los despachadores.

Él negó con la cabeza. Esa palabra no tenía ningún sentido, no saliendo de la


boca de Molly. El fundamento de su mundo se había desintegrado tan completamente
que nada tenía sentido ya. Los bordes de su visión se cerraron y llegó a él, dando la
bienvenida a la oscuridad.

—Brady. —Molly ahuecó su mandíbula con ambas manos, asustada de la


bruma que acababa de cubrir su expresión. No podía hacer esto ahora. Nadie había
estado en el pasillo cuando ella lo registró, pero podrían haber escuchado la pelea y
llamar a la policía. No podían permitirse el lujo de ser detenidos aquí. Tenía que hacer
que se controlara lo suficiente para salir de allí.

Ella le acarició la mejilla, pero por supuesto que no hizo nada.

—Brady. —No se movió. Tenía que darle descargas de alguna manera. Como si
no estuviera ya en estado de shock.

¿Besarle o pegarle? Se mordió el labio. No, no podía hacerlo. Tiró de su mano


hacia atrás y le dio una bofetada con fuerza en la mejilla. La conciencia volvió en él,
pero en lugar de reaccionar con violencia ante el golpe, dobló su mano alrededor de la
de ella y simplemente la sostuvo.

—¿Qué pasó? —preguntó.

Molly tomó aire.

—Jessica me llamó hace tres días. Alguien se acercó a su casa para decirle que
Chris estaba muerto, pero no le dirían cómo. Alguien fue a decírselo a tus padres.

Una explosión hizo eco metálico fuera de la habitación, probablemente en el


hueco de la escalera en el hall. Brady se paró y tiró de Molly con él.

—Tenemos que salir de aquí.


—No me digas.

—Quédate detrás de mí.

Obedeció, tirando de la capucha hacia atrás hasta hacer sombra sobre su cara y
tirando de las mangas hacia abajo sobre sus manos. Hicieron su camino para salir del
edificio y a la misma calle. Una vez que estuvieron a pocas manzanas de distancia,
Brady tiró de ella en la entrada de un edificio tapiado.

—Dime.

Ella no sabía por dónde empezar. Se había mantenido en contacto con los
Fitzpatricks durante los últimos tres días, asegurándose de que estaban bien, que
Jessica estaba aguantando. La cuñada de Brady había sido hospitalizada para una
sedación monitorizada la primera noche, y después de eso ella había logrado calmarse
lo suficiente como para funcionar. Un poco. Sus padres estaban desesperados por tener
a Brady en casa, y Molly les había prometido llevarlo allí tan pronto como pudiera.
Pero él estaba en lo profundo, y le había tomado un día para llegar hasta aquí, un día
más para seguirle la pista, y todo el día de hoy para acercarse lo suficiente y ser lo
suficientemente fuerte como para hacer frente a esto.

Había tanto que decir, tanto que no sabía, y no estaba segura de cómo apegarse
a las partes relacionadas con Chris.

—No sé nada. Cuando sucedió, ni cómo, ni dónde está ahora. Tus padres están
con Jessica. Ella está en mal estado.

—Por supuesto que lo está —Brady murmuró las palabras con simpatía.

Molly odiaba la punzada de celos que eso le generó. Este no era el momento,
por el amor de Dios.

Pero había sabido todo el tiempo hacía adonde iría el enfoque de Brady.
Necesitaría una salida a su propio dolor, y Jessica lo necesitaba. Molly quedaría fuera.
Una vez más.

No se trata de mí. Se obligó a continuar.

—Nadie les decía dónde estabas o cómo ponerse en contacto contigo. Tus
padres no querían que te enteraras de la noticia por un extraño.

Él se movió y le tomó la mano, levantando la cabeza por lo que sus ojos color
avellana, ahora de un desolado gris-azul, encontraron los suyos a sabiendas.

—Tú no querías eso. Puedo calcular los tiempos de viaje, Moll. Tú estabas de
camino hacia aquí tan pronto como te enteraste y sabías que yo estaba fuera de
contacto.

Ella se encogió de hombros, sin saber qué decir.

—Gracias. —Él tomó una respiración profunda y envolvió sus brazos alrededor
de ella. Cerró los ojos y se aferró a él, sintiendo su cuerpo estremecerse.

Luego de unos segundos se alejó.

—Sé que hay mucho más que esto. Tienes un montón de preguntas para
contestar. Pero tenemos que llegar a casa.

—Sí. Ellos te necesitan.

—Nos. Ellos nos necesitan.

No discutió su afirmación, pero ya no era parte de la familia. Era una amiga.


Una que podría ayudarlos, pero solo en los márgenes. Cuando regresaran ella estaría
recibiendo caceroladas de condolencias, haciendo los arreglos funerarios, asegurándose
de que todos comieran y durmieran y tomaran sus medicamentos.

No le importaba eso. Ella quería hacer esas cosas, pero no podía evitar sentir que
era insuficiente, que necesitaban, y que podía hacer mucho más. Pero eso era
probablemente debido a la falta de respuestas.

—Vamos. — La tomó del brazo, comenzó a salir del resguardo, pero se detuvo
de nuevo—. Espera. Maldita sea. Tengo una reunión. Debo asistir.

Ella frunció el ceño.

—Tus padres te necesitan en casa.

Él flexionó su mandíbula.

—Lo sé. Pero esto es importante, y una gran cantidad de esfuerzo habrá sido en
vano si no hago este último encuentro. No tomará mucho tiempo.

No iba a ser capaz de convencerlo de lo contrario.

—¿Cuándo?

Echó un vistazo a su reloj, limpiándose la lluvia que golpeaba en su cara.

—En una hora.

—Bueno. Eso no va a retrasarnos de forma significativa. ¿Puedo ir a recoger tus


cosas y reunirme contigo en el aeropuerto?

Pensó un segundo, luego negó con la cabeza.

—No. Aquí. —Se encorvó sobre un pequeño anotador que sacó del bolsillo
interior de su chaqueta, anotando la información con una pequeña pluma—. La
primera dirección es mi hotel y número de habitación. Todo está en el armario. —
Dudó como queriendo decirle algo más, pero continuó—: La segunda dirección es
donde encontrarme. Voy a tener un coche allí. Iremos a la siguiente ciudad. Está a dos
horas de distancia, pero podemos conseguir vuelos más directos desde allí. Será más
rápido en general.
—Está bien. —Tomó el papel y lo metió en el bolsillo, aunque había
memorizado las direcciones mientras las escribía—. Ten cuidado.

—Lo haré. Tú también. Este país es…

—Lo sé. —Lo abrazó, y luego aún más fuerte, traicionando su preocupación
sobre su encuentro—. ¿Cuánto tiempo hasta que hayas terminado?

—El encuentro en sí debe ser rápido. Así que dame una hora y media.

—¿Y si no te presentas, me voy sin ti? —Era una lamentable broma a medias,
no sonrió... o respondió.

Alejarse de él se sentía como arrancarse parte de su corazón. Pero se centró en


sus tareas.

Su hotel era pequeño pero de alta gama, el conserje la miró con recelo cuando
entró por la puerta principal. Saludó con la mano con la llave tarjeta que Brady le
había dado, y él asintió, luciendo apaciguado. En un lugar como éste, odiaba ser
acorralada en un ascensor, por lo que tomó las escaleras subiendo el tramo hasta el
piso de Brady. Su habitación estaba justo al lado de la escalera. Por supuesto. Entró en
la habitación sin que nadie la viera, el hotel estaba tranquilo.

—¡Qué vago! —murmuró. Bueno, no realmente, pero decirlo la hacía sentirse


mejor, por alguna razón.

Fue al armario primero y encontró una bolsa de lona de cuero y un poco de


ropa colgando de la barra. Tomó solo segundos para empacarlos, junto con los
pantalones doblados sobre la cama sin hacer, la ropa interior debajo del escritorio, y los
zapatos extra en la esquina. Otro minuto y medio para los elementos de aseo y
maletín, dos minutos para escanear y buscar algún artículo obvio repartido por la
pequeña habitación.

Tenía un montón de tiempo de sobra. Brady llamaría para cerrar el registro del
hotel, por lo que puso la tarjeta de acceso en el escritorio y se colgó el bolso al hombro,
lista para salir.

Entonces se detuvo. No, esto no estaba bien.

Por supuesto Brady no quería decirle qué más había que hacer, pero no podía
dejar de hacerlo. Dejó caer la bolsa y se arrodilló junto a la cama, empujando sus
brazos profundamente entre los colchones.

Nada. Fue todo el camino alrededor de la cama sin encontrar lo que buscaba.
Maldita sea, sus brazos eran demasiado cortos. Se puso de pie y sacó el colchón hacia
arriba. Allí estaba, en el centro, un maletín de un arma pequeña. No podía sostener el
colchón y alcanzarlo con la mano, por lo que extendió un pie y lo deslizó más cerca,
entonces lo sacó y dejó caer el colchón. El peso de la caja le dijo que el arma estaba
dentro. Por un segundo se puso furiosa con él, ir a una reunión sin armas, pero
entrenado en sus acciones.

Él sabía lo que estaba haciendo, mucho mejor que ella.

Se sentó en el escritorio y utilizó el teléfono satélite seguro que había tomado


del apartamento de Brady en DC para hacer un par de llamadas. Media hora más
tarde, estaba en un café al aire libre, con el maletín en una bolsa a sus pies, esperando
su contacto. Se acercó, justo a tiempo, y la entrega fue sin problemas, el único
inconveniente fue el dolor por sus problemas que vio en sus ojos. Mientras su contacto
pasó, ella elevó la bolsa por las correas con el pie, hubo un destello cuando se imaginó
abrazándose, y ofreciendo sus condolencias uno al otro. Luego desapareció.

Pero se había corrido la voz, y él claramente sabía por qué estaba allí,
devolviendo el arma que había protegido a Brady desde que entró en el país. El dolor
que sabía había visto reflejado en sus ojos sería la confirmación, y la palabra se
extendería aún más. Había peligro en este trabajo, pero sin embargo, la pérdida de un
agente SIEGE era raro y daba que hablar en toda la comunidad, a pesar de que la
mayoría de los miembros de la organización no sabrían quién de ellos había caído, ni
que incluso Chris había sido uno de ellos.

Era casi la hora de reunirse con Brady. Molly terminó el café, se alegró de que
la lluvia hubiera cesado, y se levantó para orientarse. El lugar de reunión estaba al
norte, cerca de dos kilómetros y medio, y decidió caminar. No quería llegar demasiado
temprano, y quedarse llamando la atención sobre sí misma en una ciudad donde todo
se movía, aunque a un ritmo diferente al que estaba acostumbrada.

Levantando el bolso de lona de Brady y su propia bolsa más pequeña por


encima del hombro de nuevo, se dirigió por la calle, igualando su paso a los que la
rodean, zigzagueando a través de la multitud con propósito, pero no intención. Las
aceras se hicieron más angostas al pasar la línea invisible de la ciudad “segura” a una
zona más difícil.

Por un momento le preocupaba que se hubiera ido por el camino equivocado.


Pero no, había un cartel de la calle y estaba en el lugar correcto. Solo unos pocos
edificios más, y…

Brady salió de un callejón a unos 15 metros delante de ella. Se alegro de que


estuviera a salvo, Molly sonrió, pero unos instintos que no sabía que poseía hizo que
ella echara a correr mientras registraba un movimiento a través de la calle, una figura
con una pistola en una ventana superior. Ella no gritó, pero Brady fue hacia ella, como
si su correr fuera una señal. Un estallido se hizo eco de los edificios que los rodean.
Astillas volaron de los ladrillos sobre sus cabezas, donde chocaron, cada uno luchando
por empujar al otro al suelo y no haciendo más que agacharse lo suficiente como para
mantener la cabeza fuera de ser arrancada.

—¡Abajo, maldita sea!

Molly se dio cuenta de que estaba siendo una idiota, dejando que su necesidad
de proteger a su amigo anulara su sentido común. Él era el único con experiencia de
campo. Cayó al suelo, acurrucándose tan pequeña como pudo y cubriendo su cabeza
con sus brazos. ¡Bang! ¡Bang! Más astillas salieron volando, entonces Brady estaba
levantándola de los brazos y arrastrando su bolsa de su hombro. Corrieron por la calle,
Brady maldiciendo, Molly jadeando.

Su corazón se aceleró con el miedo o la alegría o una combinación de los dos,


no lo sabía.

Se agacharon alrededor de la esquina y Brady patinó hasta detenerse junto a un


viejo Jeep.

—¡Entra!

Abrió de golpe la puerta, se arrojó junto a su bolsa en el interior, y tiró de la


puerta para cerrarla mientras Brady arrancaba. La calle era demasiado estrecha para
dar la vuelta. Voló a través de la intersección de la calle en la que habían estado. Molly
miró, pero todo pasó demasiado rápido para detectar el tirador.

—Creo que estamos limpios —dijo a unas manzanas más adelante, cuando no
había ninguna señal de que alguien los seguía.

El flash de adrenalina se desvaneció, arrastrando pesadez a su paso, pesadez


que no dejó ningún alivio o miedo que pudiera sentir.

—Sí. Cinturón de seguridad.

Miró por encima. Él tenía el suyo ya. ¿Cómo había hecho eso?, conducir como
un loco y estar pendiente de la búsqueda, todo al mismo de tiempo… Está bien, estaba
oficialmente impresionada. Su propia formación había sido suficiente para traerla
hasta aquí a buscarlo, para hacer lo que tenía que hacer, pero saber que los agentes de
campo tenían muchas más habilidades era totalmente diferente de ver uno en acción.

Soltó las bolsas en la parte de atrás y se acomodó en su propio asiento,


asegurándose y preparándose. Durante cinco minutos, se había alejado en la oscuridad
en la que había sido sumergida. Pero ahora que estaba de vuelta, tenía que enfrentarlo.
Junto con todas las preguntas que Brady definitivamente estaba a punto de hacerle.
—¿Conseguiste lo que necesitabas de la reunión? —preguntó.

—Sí. —El agarre de Brady se tensó sobre el volante—. Parece bastante poco
importante ahora, pero en el panorama general, es vital. Gracias por tu ayuda. ¿Tienes
todas mis cosas?

—Sí. —Respiró hondo. También podía simplemente encararlo—. Devolví la


pistola, también.

—¿Qué? —Su cabeza dio la vuelta, pero estaban fuera de la ciudad ahora, el
camino era áspero y sinuoso, por lo que volvió la mirada al frente de inmediato—.
¿Qué hiciste qué?

—Encontré tu arma y me puse en contacto con el proveedor para que la


recogiera.

—¿Cómo tu… porqué…? Vale, no soy tan estúpido. —Su mandíbula estaba
apretada cuando él apretó los dientes—. Eres de SIEGE.

—Sí.

—Increíble. —Se frotó la frente, apoyando su codo en el lado de la puerta—. No


tenía ni idea. ¿Cómo es que no tenía idea?

—Se suponía que no debías tener ninguna idea.

—¿Y tú eres, qué? ¿Un intermediario? Sí, tendrías que serlo, con la tienda.
Cobertura perfecta. Y es por eso que tienes capacitación en pelea mano a mano y…
Caray, ¿cómo sabías quien era mi proveedor?

—No lo sabía. —Se retorció en su asiento, tirando de sus piernas hacia arriba y
apoyándose contra la puerta para que pudiera mirarlo. Esto sería divertido, si solo la
razón por la que finalmente había sido capaz de buscarlo fuera menos horrible—. Pero
sabía a quién llamar.
—Ni siquiera puedo creerlo… —Sus ojos se estrecharon y le lanzó una
mirada—. Tú sabías que yo estaba en SIEGE.

—Sí —dijo de nuevo, esta vez con un poco más de cautela mientras se
acercaban a territorio sensible.

—Pero yo no sabía que tú lo eras. ¿Cómo funciona eso? —Él frunció el ceño.

—Ya sabes cómo funciona. SIEGE nos mantiene tan aislados como sea posible.
Intermediarios y proveedores conocen a los agentes de campo, pero no entre sí. Los
agentes conocen a los despachadores pero no a otros agentes. —En su mayoría. Pero,
¿cuánto la gente de soporte de SIEGE apoyaba realmente la interacción? Era
irrelevante. Por lo menos, ahora lo era.

—No puede ser una coincidencia —afirmó Brady, los ojos sobre todo en la
carretera—. ¿Te reclutaron debido a mí?

—Debería sentirme insultada —dijo lo más ligero posible, dándole un codazo


en el brazo—. Soy buena en lo que hago. —Cuando le dedicó una mirada a ella,
admitió—: Bien. Tú eres parte de la razón. Tú y… —Su garganta se le secó, y cambió
el tema de inmediato—. Y el hecho de que estaba abriendo una tienda de música.
Necesitaban un frente en Boston y les gusta mi legitimidad.

—Pero tú no eres uno de mis intermediarios. —Hizo una pausa—. ¿Lo eres?

—Lo sabrías. Tú me habrías dado cosas, o viceversa.

Él asintió y parecía apaciguado de que su secreto había sido pasivo, no activo.


Parecía como si estuviera a punto de preguntar algo más, pero de repente, no podía
evitarlo más.

—Brady. —Apretó el estómago—. Tenemos que hablar de Chris.

—No. —Su voz se endureció.


—Tú sabes que hay una razón por la que no sabemos cómo murió.

—No lo sé. —La tensión y la alerta cubrieron sus palabras, pero Molly no lo
escuchó, no podía.

—El hombre en lo de Jessica…

—Detente, Molly. Ahora.

—…era un despachador.

—No voy a escuchar esto. —Furia fría ahora, y si Molly no lo conociera tan
bien estaría asustada. Infiernos, ya, no lo conocía bien y estaba asustada. Pero tenía
que decirlo de todos modos. Tenía que saberlo.

—Christopher era un agente para SIEGE. Murió en acción.


Traducido por nitzia.mo
Corregido por peke chan

Brady pisó los frenos.

El jeep plateado quedo en la mitad del pavimento desnivelado, a medio camino


de tierra, su extremo posterior resbaló hacia la izquierda antes de que él retomara el
control y se detuviera a menos de un pie de la zanja. Apenas se dio cuenta. Él se volvió
hacia Molly, la neblina roja de vuelta, esta vez impulsada por la furia.

—Eso no es posible. —Sintió sus labios rizándose hacia atrás en los dientes en
un gruñido, las implicaciones de lo que ella le había dicho hacinaban su cerebro, se
combinaban para formar un zumbido feroz que ahogaba todo lo que ella le estaba
diciendo ahora.

—¡Brady!

La voz de Molly era débil detrás de él. Se detuvo, presionando sus manos en la
parte superior de la cabeza, como si eso pudiera detener el zumbido atormentador,
como un enjambre de avispas. Oyó salpicaduras (Molly, corriendo a través de los
charcos).

—¡Brady! —gritó de nuevo, entonces su mano atrapó su brazo en un agarre


sorprendentemente apretado. No, no era sorprendente. Ella había luchado con él, y lo
había emparejado, aunque con su comportamiento no estaba capacitada sobre el
terreno.

Pensó en cómo había cuidado el arma debajo del colchón, recogido sus cosas...
infiernos, cómo lo había encontrado y lo siguió durante todo el día, cuando él estaba
tratando, evidentemente, de perderla. Y algo lo calmó. No era una panacea, o la tapa
temporal del caldero de sus emociones, sino una disminución real del remolino. Podía
pensar y empezar a resolver lo que sentía y lo que necesitaba saber.

Él tenía un largo camino por recorrer hacia la comprensión, la aceptación, pero


gracias a Dios Molly estaba allí. Observó los oscuros rizos pegados a la cabeza, sus
ojos azules brillando a través de la lluvia que empapaba su cara. Su boca se curvó ante
el pensamiento (el mismo pensamiento que había tenido cientos de veces en los
últimos veintiocho años) cuando ella lo había salvado por hacer algo estúpido, o le
ayudó con el trabajo escolar que se había dejado para el último momento, o incluso
cuando hablado con alguna chica que se había dejado ir un poco demasiado lejos. No
importaba lo que pasara en su vida, su presencia siempre había sido un consuelo.

—¿Dónde has estado durante los últimos diez años? —dijo sin pensar, y al
instante se maldijo a sí mismo. Porque él no quería excavar todo ahora—. Lo siento —
dijo antes de que llegara más allá de la herida, tan clara en su cara, lo suficiente como
para darle una respuesta de listillo—. Nunca debí dejarte como lo hice. No merezco
tenerte aquí. Pero maldita sea, me alegro de que estés conmigo.

—Maravilloso. —Ella inclinó la cabeza hacia atrás, hizo un gesto irónico con la
boca, y dejó caer la lluvia más fuerte en su cara para hacer su punto—. ¿Podemos
volver al coche?

—Sí, tenemos que hacerlo. —Un gesto estúpido, sin sentido, pero él sostuvo la
puerta para ella mientras subía, y le llevó unos pocos segundos de más en la lluvia
rodear la parte delantera del Jeep. Normalmente, se dispararían dardos entre sí
durante unos minutos, pero cuando él se subió al asiento del conductor y puso en
marcha el vehículo, el aire era demasiado pesado como para permitir bromas.

—Pregúntame lo que quieras —dijo Molly después de que había conducido por
un minuto o dos—. Te diré lo que sé.

Brady dejó escapar un suspiro y se pasó las manos por el pelo, enviando
volando gotas de agua a su alrededor. Molly no se inmutó.
—Yo ni siquiera sé por dónde empezar.

—¿Qué tal con Chris siendo reclutado por SIEGE? —sugirió—. Recuerdas el
trabajo de la consultora...

—Sí. —Se sentía estúpido, crédulo, como nunca lo había imaginado—. Nada
más sacarlo del instituto. ¿Cómo lo supiste?

—Me lo dijeron, cuando me reclutaron. Lo usaron como ejemplo para describir


lo que hace SIEGE.

Brady recordó su propia contratación. La llamada telefónica, las entrevistas, su


emoción por haber sido elegido. Infierno. Probablemente no había sido contratado por
sus propios méritos, después de todo, sino a causa de su hermano.

Los entrevistadores le dijeron que habían conseguido su currículum en un lugar


de trabajo, lo investigaron, y lo encontraron un candidato ideal por la formación.
¿Todo fue mentira? ¿Por qué no? Eso es lo que significaba el espionaje, ¿no es así? Qué
injusto fue, cómo se odiaba a sí mismo por sentir aunque fuera por un segundo que
odiaba a Chris por tomar esto de él, también. Del mismo modo que había tomado
tanto.

Estúpido, Fitz. No importaba cómo Brady había encontrado el trabajo. Él era un


maldito buen operador. Había sido galardonado con dos reconocimientos por su papel
al derribar un par de células terroristas y desbaratar la creciente campaña de un
dictador por el poder. Y las cosas que había perdido, que había perdido por él mismo.
Chris no había hecho nada para ser culpado.

Brady se dio cuenta de que Molly lo había estado observando, esperando


pacientemente a que él saliera de sus pensamientos.

—Lo siento.

—Está bien. De todos modos, me hablaron de los dos. No los detalles, sólo que
eran agentes, y eso porque sabían que eran agentes de campo, tendría incentivo para
hacer un buen trabajo como un intermediario.

Brady resopló.

—¿Es por eso qué estuviste de acuerdo? ¿Porqué cuando intercambiaras


mercancía estarías ayudándonos a Chris y a mí? —la idea le calentaba, hasta que ella
negó con la cabeza.

—No. Acepté porque estaba insatisfecha. —Ella dejó de hablar abruptamente, y


cuando él la miró, ella se estaba rozando la rodilla, con los brazos cruzados sobre su
pecho. Los claros signos de que estaba ocultando algo, o a punto de hacerlo.

—¿Insatisfecha con qué? ¿La música?

—No. Bueno, algo así. No era la música en sí, sino el viaje.

Ella había aludido hacía varios años, cuando estaba abriendo la tienda, que lo
hacía porque quería quedarse en casa. La conversación había sido superficial, sin
embargo, no el debate en profundidad que habrían tenido unos años antes. Su culpa. Y
de repente, lamentó los últimos doce años más amargamente que antes. Un ardor
desconocido se apoderó de su corazón durante unos segundos. Su culpa. Todo era
culpa suya.

No te obstruyas ahora. Tienes que llegar a casa. Las personas te necesitan. Jessica te
necesita.

El auto incentivo no ayudó a Brady a recuperarse, pero de alguna manera se las


arregló para volverse a enfocar, para poder preguntar acerca de cómo ella se había
incorporado SIEGE a su tienda. Él escuchaba a medias mientras ella hablaba de no
necesitar personal para mantener segura la información y los objetos que pasaban a
través de ella, no sólo entre los agentes del SIEGE, sino de SIEGE y otras agencias, y
viceversa. Le habló de la formación que se le había exigido porque un día podría
convertirse en el objetivo de un caso o sufrir daños colaterales, y la necesidad de ser
capaz de cuidar de sí misma, así como de los elementos que se le habían confiado
como intermediario entre los distintos organismos estatales y privados que se pasaban
información a través de SIEGE.

Poco a poco, Brady alcanzó el equilibrio de nuevo, hablar con Molly sobre su
formación lo ayudó para sostenerse, a compartimentar todo el dolor, y dejar que el
agente se hiciera cargo. Tú has estado en situaciones peores, trató de decirse a sí mismo.
Pero por supuesto no era cierto. Más peligroso, tal vez. Estresantes, sin lugar a dudas.
Pero más doloroso, ¿más personal? Nunca.

Sin embargo, esas otras situaciones le habían enseñado cómo hacerle frente.
Tenía que concentrarse en el aquí y el ahora, en llegar a casa, un paso a la vez, un
minuto a la vez. Poner todo dentro de una caja y cerrarla a cal y canto, para tratarla...
más tarde. En algún momento. Después de que hubiera terminado todo lo que se le
exigía. Como conseguir que Molly llegase a casa. Ella había hecho un trabajo al llegar
a él, pero no tenía su experiencia. Dependía de él que llegara a casa a salvo.

Por detrás, percibió, más bien que sintió el débil ruido de un poderoso vehículo
detrás de ellos. Nada visible en el espejo retrovisor, pero venía alcanzándonos a través
de la colina. El camión podría estar justo al otro lado de la misma, a punto colocarse
detrás de nosotros. Podría ser un viajero al azar, o incluso los bandidos locales. Pero el
instinto le dijo que era la persona que había disparado en la calle contra ellos. Alguien
se había había enterado de qué tipo de información estaban reuniendo y no quería que
dejaran el país con ella. Y su pequeña crisis les había permitido alcanzarlos. Mierda.

—Aguanta —advirtió Molly. Inmediatamente ella se volvió para mirar hacia


adelante, poniendo sus pies apoyados en el suelo y envolviendo sus manos alrededor de
su cinturón de seguridad.

Lentamente presionó el acelerador para avanzar y no quedarse atascado. El


camino era un desastre, sin duda no era el adecuado para una persecución. Por lo
menos, si él no era el que estaba haciendo la persecución. No podía permitir que su
perseguidor lo alcanzara, o que lo sacara de la carretera.
El velocímetro siguió subiendo. Miró constantemente la carretera por los
espejos retrovisores y laterales. Todavía nada, pero podía sentir al camión cada vez más
cerca. La tensión aumentó casi insoportablemente, tanto la de él como la de Molly.

Se estiró a su alrededor para comprobar el camino de detrás.

—¿Los vistes?

—No pero...

El camión encabezó la cresta de repente, unos buenos cien metros atrás. Pareció
estar suspendido por un segundo, luego cayó por la pendiente, medio derrapando, su
motor ahora un rugido audible bajo la lluvia que martilleaba el techo del Jeep.
Cualquier posibilidad de que no fuera el tirador fue anulada inmediatamente cuando
alguien asomó el cañón de una pistola por la ventanilla del lado del pasajero.

—¡Al suelo! —Brady ordenó, pero Molly ya estaba desplomada tan abajo como
podía sin estar del todo en el suelo. Golpeó con el pie el acelerador al chocar con un
bache del asfalto. El vehículo rebotó por el bache, arrojándola como una muñeca de
trapo, pero ella no pronunció sonido alguno.

No oyó el disparo, pero captó una chispa por la esquina de su ojo a través del
espejo del lado derecho. Comparó rápidamente los valores de zigzaguear y ser un
blanco más difícil en lugar de ir recto pero más rápido, se quedó en el camino y trato
de formar un plan.

Otra bala picó en la parte trasera del Jeep.

—¿Cuánto falta para la próxima ciudad? —preguntó Molly casi conversacional


antes de saltar de nuevo cuando tocaron otro agujero en el pavimento por un boquete
demasiado grande para llamarlo bache.

—Más de una hora.


—Y no tenemos armas —reflexionó ella, agarrando la manija de la puerta en
un esfuerzo por controlar su rebote. Su rizado pelo negro cubría la mitad de su rostro,
por lo que Brady no estaba seguro de lo que estaba pensando.

—No hay mucho de lo que podamos hacer incluso con armas —señaló—. A
menos que también seas un tirador.

—Nah, nunca llegué a eso. —Tiró de sí misma hacia atrás en el asiento ya que
habían ganado un poco de distancia y los tiradores eran inteligentes, ahorrando
balas—. ¿Hay otro camino que podamos tomar? ¿Cualquier lugar dónde esconderse?

—Buena idea. —Había otra colina más adelante. Si podían conseguir suficiente
distancia, una vez que estuvieran fuera de la vista él podría intentar salir de la
carretera. Pero sólo si no había otro cerro o una curva en el camino. De lo contrario,
sus perseguidores sabrían lo que habían hecho, y serían presas fáciles.

—A toda prisa —Molly le dijo, preparándose—. Deja de preocuparte por mi


rebotando.

—No lo estoy —dijo entre dientes, apretó el acelerador—. ¿Se siente cómo si
estuviera estado preocupado por eso? —Bueno, tal vez lo hubiera estado,
inconscientemente, porque el vehículo subió a la colina, saltando en el aire cuando
pasaron por encima.

—¡Camino lateral! —gritó ella, señalando.

—Casi. —Pero apuntó el Jeep hacia allí, pisó el freno y derrapo de nuevo.
Esperaba que la lluvia y el barro disimularan las huellas de los neumáticos. Molly
chilló cuando, por un segundo, el Jeep pareció como si fuera a caerse, pero pisó el
acelerador de nuevo y se enderezó, deslizándose por un estrecho hueco entre los
árboles en una parcela de selva. Se parecía más a un camino que una carretera, pero
también era más plana, menos llena de baches, y los árboles que sobresalían los
protegían un poco de la lluvia, por lo que fue capaz de conducir un poco más rápido.
Hojas y ramas golpeaban contra el coche, alcanzando los espejos y el
limpiaparabrisas. No podía oír nada fuera de su capullo maníaco, y tenía demasiado
miedo de chocar con un árbol para apartar los ojos de la nariz del Jeep.

—¿Ves algo ahí atrás? —preguntó...

Molly se enderezó y miró de nuevo por encima del asiento. Se tragó la sangre
que se filtraba a través de su lengua mordida y del interior de la mejilla, entrecerrando
los ojos a través de la lluvia deslizándose por la plana ventana trasera.

—No puedo decirlo.

—Necesitamos saberlo.

Sin decir palabra, ella hizo saltar el broche de su cinturón de seguridad y se


subió encima del área de carga. Eso no ayudó mucho, así que giró la manilla interior
de la ventana trasera y la empujó lo suficiente como para mirar por debajo de ella. La
combinación de la corteza húmeda y del moho sopló contra su cara, pero el camión no
era visible en el camino. Contuvo el aliento y trató de escuchar, pero no podía oír nada
más que su propio progreso de estrellándose contra su vehículo.

—¿Cualquier cosa? —volvió a preguntar Brady.

—¡No! —Un mal presentimiento brotó. Había una razón por la cual el camión
había desaparecido, y estaba bastante segura de que no era porque sus perseguidores
los habían perdido—. ¡Alto, Brady! —Ella volvió a cerrar la ventana y trepó de nuevo a
su asiento—. Busca un lugar para esconderte.

—¿Estás loca? ¿Dónde?

—¡Ahí! —El camino tomaba una curva más adelante, su visión los bloqueaba
no sólo por los árboles, sino por un afloramiento de roca. No tenía ni idea de si
encajaría, pero la urgencia se construía en su pecho.

—Tenemos que parar. Ellos... no sé, tomaron otra ruta u algo así, para
cortarnos el paso.

—No vimos otro desvío —dijo Brady, pero no argumentó. Se detuvo en el


afloramiento rocoso antes de la carretera diera la vuelta y retrocedió todo lo rápido que
pudo, llegando a apoyarse contra un árbol joven.

Se relajó. Un poco. Su lado del Jeep estaba a centímetros de la roca. Un árbol


bloqueaba la puerta de Brady. Estaban totalmente atrapados si alguien se detenía en el
camino. Pero un par de ramas habían vuelto a caer en su lugar delante de ellos, y no
creía que nadie se diera cuenta de las pocas hojas arrancadas al menos que estuvieran
buscando en serio. Estaban tan bien escondidos como podrían estar.

Se sentaron, congelados, esperando en total silencio. Ni siquiera podía oír la


respiración de Brady. Tal vez, al igual que ella, estaba conteniendo el aliento. El motor
seguía encendido (Brady tenía su mano en la llave, pero no lo apagó, probablemente
queriendo ser capaz de alejarse lo más rápidamente posible si los encontraban). La
lluvia todavía caía y crepitaba, enmascarando cualquier sonido desde el exterior, y su
visibilidad era nula. El poco aire exterior que había dejado entrar había llenado de
humedad el coche, y su ansiedad la convertía en vapor empañando las ventanas.

Minutos pasaban, cada uno una eternidad. Ella soltó y volvió a contener la
respiración en tres ocasiones.

Y luego el camión que había sido dejado atrás apareció alrededor de la curva
(en la dirección opuesta). Molly dio un salto y se quedó sin aliento, con el corazón
saltando tan fuerte que pensó que se saldría. Pero Brady solamente apretó sus manos
en el volante y los vio conducir.

—Buena decisión —dijo—. Nos hemos quedado a la derecha de ellos.


—Vamos —le instó—. Antes de que se den cuenta de que fueron demasiado
lejos y nos perdieron.

—Espera. —Él miraba, parecía estar contando. Luego salió y giró a la derecha,
la roca raspó tan fuertemente la puerta de Molly con un chirrido que estaba segura de
que sus perseguidores lo debieron de haber escuchado.

Pero aunque observaba, el miedo le construyó un nudo en la garganta hasta que


ella no podía tragar sin sentir un largo, lento, abrasador dolor, nadie se acercó por
detrás de ellos.

—¿Y ahora qué? —le preguntó—. Vamos por el camino equivocado.

—Lo sé. ¿Puedes coger el GPS de mi bolsa? No podemos volver a la carretera


principal. Tengo que encontrar otra manera.

Recuperar el aparato, le dio algo que hacer, lo que alivio su garganta, y luego
Brady la mantuvo ocupada mirando coordenadas en un mapa que estaba en la
guantera y navegando por un laberinto de carreteras secundarias a través de la selva.
Los mantenía a salvo, pero tardaron cuatro horas en lugar de las dos que esperaban
tardar, y para el momento en el que llegaron a la ciudad, habían perdido el último
vuelo del día y tuvieron que coger una habitación de hotel hasta la mañana.

Molly no podía decir que le importara. Ella dejó que Brady los registrara en una
cadena de hoteles, luchando para no balancearse donde estaba parada. Nada mejor
que atacarlos aquí. Estaba demasiado cansada como para luchar. De hecho, no era
capaz de expandir su conciencia fuera de un perímetro de medio metro. Su alrededor
era un borroso zumbido. O un zumbido borroso. Al igual que un cuadro de Monet, o
Tiza. Sin HDTV2.

—Vamos, Puddle3. —La mano de Brady se cerró en torno a su brazo, con un

2
HDTV: High Definition television (Televisión de Alta Definición).

3
Puddle: Charco.
tono divertido pero cansado. Ella no necesitaba recursos adicionales para oír eso. Pudo
identificar a Brady y su estado de ánimo en su modo de ensueño.

De acuerdo, estaba completamente perdida. No había sido descuidada sobre


Brady, incluso en su propia cabeza, durante años.

—No me llames Puddle. —Se las arregló para decir, y le dejó guiarla hacia el
ascensor. Ella siempre había odiado ese viejo apodo, comenzó el verano en el que
había tenido su primera menstruación y lloraba a cada minuto. —¿En qué planta están
nuestras habitaciones?

—Habitación.

Una chispa, un torrente, y vale, ahora estaba alerta.

—¿Habitación? ¿Singular? —Se deslizó fuera de su alcance y se apoyó contra la


pared del ascensor—. ¿Sólo conseguiste una habitación?

—Sí, es más seguro. —Él estaba visualizando los números por encima de las
puertas. Cuando ella no dijo nada, la miró por sobre el hombro—. ¿Qué?

—Así que había más de una habitación disponible.

—No pregunté. Si esos tipos nos encuentran, no te quiero en otro lugar. —


Frunció el ceño cuando la campaña sonó—. ¿Cuál es el problema? Es una doble. Y
hemos compartido una habitación cientos de veces.

Por supuesto que lo habían hecho, incluso la misma cama en la universidad,


después de un par de fiestas en su casa de fraternidad. Pero eso fue entonces. Ella ni
siquiera había estado en el mismo edificio con él en un largo tiempo, y nunca bajo la
presión de las emociones que se agitaban entre los dos.

Demasiado cansada para explicarse, se limitó a sacudir la cabeza y salió del


ascensor.
—Lo que sea —murmuró Brady, apuntando a una puerta al final del pasillo.
Molly se concentró en poner un pie delante del otro sin tropezarse, y se preguntó cuan
borracha debía parecer a cualquiera que la viera. ¿Estaba mirando alguien? Giró en
todos los sentidos, y pues no, la sala estaba vacía. No habían cámaras visibles.

Entonces estaba dentro de la habitación del hotel. El alivio la golpeó duro, y


tropezó el metro y medio que le quedaba hasta la cama más cercana, cayendo de
bruces.

Brady la arrastró desde su seguridad.

—Todavía no, Puddle. Necesitas una ducha.

Molly gimió y abrió los ojos, sorprendida de encontrarlo allí de pie tan cerca.
La dura pared de su pecho estaba a una corta distancia de ser oh, jodidamente tentador, y
con un ligero movimiento de sus ojos, pudo ver el pulso de su garganta, la áspera barba
de su mandíbula y su boca perfecta. Ella casi no podía respirar, su corazón latía con
fuerza, su cerebro estaba en cortocircuito con una necesidad a la que no podía ceder.

Sobre todo ahora.

Extrañamente, Brady no retrocedió. Su pecho se expandió y se contrajo,


mientras respiraba al tiempo con ella. Sus labios se separaron, pero ella no podía ver
más arriba, para ver sus ojos. Se limitó a esperar, no permitiéndose tener esperanza, a
pesar de que todo su cerebro gritaba “¡Hazlo!”. No importaba lo que “eso” fuera, ella
lo tomaría.

Y luego dio un paso atrás.

—Tú puedes ir primero. Te ves agotada.

Se frotó las manos sobre su cara. Luchando contra la pena en todos los sentidos.

—Lo estoy. Gracias. Mierda. Mi bolsa.


—Aquí. —Él la recogió del suelo y la tiró a la cama. Ni siquiera se había dado
cuenta de lo que llevaba puesto.

—Gracias. Lo siento.

—Hey, no te disculpes. —Su voz era suave, admirada—. Estuviste increíble hoy.
Te debo una.

—No, eso es lo que hace la familia. —Le salió sin premeditación, pero lo decía
en serio. Por desgracia, la palabra “familia” les recordó por qué había hecho lo que
había hecho. La expresión de Brady fue dura, estoica, y el oscuro pozo de dolor que
había logrado pasar por alto durante su aventura se desbordó de nuevo.

—Um... saldré tan pronto como me sea posible.

—Tómate tu tiempo. Tengo que llamar, recibir instrucciones. Hacerles saber...

Molly no pudo con el horror en sus ojos ahora, y se metió en el cuarto de baño
para escapar. Se quitó la ropa todavía húmeda, y calentó el agua para la ducha,
mientras hacia otras cosas necesarias. En el momento en el que dio un paso bajo la
ducha fue el placer más puro que jamás había sentido en toda su vida. Gimió cuando
el agua caliente arrastró la tensión y la fatiga, relajó todos los músculos, la acarició y
masajeó, y oh, ella no podría salir nunca de allí. El pulverizador golpeó puntos
sensibles en la espalda y en los hombros que ella no había notado, lo que alivió la
tensión, y mientras se enjabonaba con la barra de jabón gratuita para eliminar la capa
de mugre, dejó escapar otro gemido.

Pero esa fue demasiada indulgencia. Se echó a llorar, el dolor y la nostalgia


abriéndose, convirtiendo el placer y el alivio en agonía. Chris, a quién nunca volvería a
ver. Jessica, sola y asustada. Y Brady, oh, Brady. Dejó caer el jabón y presionó sus
planas palmas contra la pared para sostenerse, mientras que su cuerpo se estremecía,
los sollozos ahogados por el silbido del agua. Esperaba. Lo último que necesitaba era
que Brady se viera agobiado por sus devastadas emociones.
No sabía cuánto tiempo lloró. El agua nunca se puso fría. Brady no llamó a la
puerta o preguntó si estaba bien. Así que probablemente no habría pasado tanto
tiempo. Pero drenó la última de sus reservas. A regañadientes cerró la ducha y corrió la
cortina. Las toallas eran delgadas, pero suaves, y ella se frotó una sobre el pelo y en el
cuerpo, sin importarle lo que parecía. Un minuto para ponerse los pantalones cortos y
una camiseta sin mangas, y salió a la sala principal, no estando segura de qué
encontrar.

Brady estaba de pie junto a la ventana, mirando hacia afuera a través de la


pequeña abertura al lado de la cortina. Podía ver sus ojos como dardos alrededor de la
ciudad, comprobando la calle de abajo, las ventanas de cualquier edificio enfrente de
ellos, las terrazas cercanas. Observaba alerta, enfocado, pero con el puño cerrado sobre
la cortina le dijo que apenas se sostenía. De repente, se sintió culpable, como si ella lo
hubiera traicionado al ocultar su dolor, aliviándolo sola. Pero también se alegró de
haberlo hecho. La liberación la había dejado agotada, pero también neutral, lo cual
podría ser su fuerza. Tal vez ahora podría sostenerlo sin desmoronarse.

Comprobó las cerraduras de las puertas (entrenamiento, no es que esperara que


estuviera garantizado) y guardó sus cosas. Se puso de pie durante unos segundos,
mirándolo, preocupándose de incluso si había notado que ella estaba en la habitación.

—Brady.

Él no se movió, pero dijo de manera uniforme.

—No hay señales del que nos siguió.

—Bueno. —Él no se movió todavía, ni un sólo músculo, y la habitación casi


vibraba con su tensión.

Molly murmuró.

—Fitz, ven aquí.


La cortina se frunció, y el corazón de Molly se encogió como si el puño lo
estuviera apretando en lugar de a la tela de poliéster acolchado. Rodeó la cama, y se
apresuró a su lado, intentando quitar sus indiscretos dedos fuera de la cortina.

—Está bien —susurró—. Estamos a salvo aquí. Puedes dejarlo salir.

Al principio, pensó que lo haría. Su cara pasó de estoica a torturada, arrugada


como una lata, y un ruido salió de su garganta. Ella se apoyó en él, ofreciéndose como
soporte, y él la apretó contra su pecho enterrando la cara en su cuello. Todo su cuerpo
se tensó, más y más duro, y Molly contuvo el aliento, esperando la explosión. Y
también porque sus brazos estaban anillados con tanta fuerza en su espalda que no
tenía espacio para sacar el aire.

La explosión no llegó. En vez de eso sus músculos se aflojaron lentamente una


progresión deliberada mientras sostenía su control fuertemente.

No podía seguir así, lo sabía. No debía. Tenía que ceder ahora, mientras que
estaban a salvo, así no cedería en el peor momento, más tarde.

—Brady, amor —murmuró, levantando la cabeza y ahuecando su cara entre las


manos—. Está bien. Déjalo ir.

No puedo.

Brady no podía formar las palabras. No le podía explicar a Molly que tenía
miedo de que si él liberaba la rabia, el odio y el dolor profundamente enjaulado en su
interior, no sería capaz de recuperar el control nunca. Si él no estaba controlado, no
podría protegerla, o la información que él intentaba llevar a casa. Se quedó quieto, con
las manos apoyadas en la cintura de Molly porque no era capaz de dejarla ir, y ella le
acarició el pelo retirándolo de su cara, murmurando, consolándolo. Él quería
aceptarlo, hundirse en ella y dejarla absorber su dolor, y él sabía que ella lo hubiera
dejado. Pero ella tenía su dolor propio, sus propias cargas. No necesitaba las de él,
también.

De alguna manera, su cuerpo se había curvado más cerca, y de repente, fue


consciente de su cambio de posición. No era consuelo lo que más ansiaba, y su cerebro
se apagó justo cuando una fuerte advertencia brilló a través de él. Cerró los ojos, bajó
la cabeza, y por primera vez en sus treinta años de amistad, besó a su mejor amiga.

Su boca era suave y cálida, y sabía extraño y familiar al mismo tiempo. Ella no
dudó en abrirse a él, envolvió sus brazos alrededor de su cuello, apretó su cuerpo (oh,
Dios, ella era tan suave y curvilínea y limpia y olía tan suave y era fuerza y poder y
tantas cosas que él fingió durante doce años que no la extrañaba, que no la necesitaba).
Él tiró de ella más cerca todavía. Ella se arqueó, frotándose contra su repentina
erección, y el hambre ardía a través de él, cegándolo con su intensidad. Sus manos
recorrían arriba y abajo su espalda, las caderas, y su culo sorprendentemente apretado.
Los ruidos que hizo en la parte posterior de su garganta le inflamaron más aún.

—Dios, Molly —jadeó él, inclinando la cabeza hacia atrás pero no viendo el
techo por encima de él, sólo una neblina roja—. Te necesito. Por favor...

—Sí. —Ella dijo, y tiró la cabeza hacia abajo para besarlo de nuevo, su lengua
acariciando la suya, la boca abierta, carnal. Él deslizó sus manos bajo su camiseta sin
mangas y la sensación de su piel era tan suave, tan caliente, le quitó la camiseta por
encima de su cabeza, y dejó caer las manos de inmediato a sus pechos. Sus pezones
estaban tensos y duros (un signo de su excitación que una parte minúscula, racional de
su cerebro lo catalogaba con alivio).

Ella quería esto, también. Él no la estaba obligando.

Ella tiró y empujó su camiseta, también, a continuación sus manos le estaban


frotando, por todas partes, sus dedos clavándose en los músculos de sus hombros, sus
brazos, su espalda, enviando llamaradas de deseo cada vez que ella se aferraba a él.
Cuando le clavó las uñas, él se quedó sin aliento, casi empujando hacia delante y
derribándola. Una mota de racionalidad creció un poco más, agobiándolo. Él se aferró
al cuello de Molly, respirando su limpio, y almizclado aroma, su excitación ahora
perceptible de esa manera. Le dijo a la molesta racionalidad cállate la boca, pero eso
sólo hizo que luchara más duro.

—Mierda. —Cerró los ojos, con fuerza, y alejó a Molly un par de centímetros
mientras trataba de recuperar una medida de control.

—¿Qué? —Ella estaba sin aliento, también, sus dedos deshaciendo la bragueta y
sumergiéndose...

Él la agarró de la muñeca y apretó los dientes.

—Guao. Espera.

—Brady, vamos —gruñó—. ¿Qué está mal?

—Es esto... estás... no puedo, si... —Ni siquiera podía formar una frase
coherente.

Pero ella entendía.

—Sí, Dios, sí, fóllame, Brady.

Ella dijo exactamente lo correcto. Había oído esa palabra de ella un millón de
veces, se había reído cuando consiguió que su boca fuera lavada con jabón por usarla.
Pero nunca tuvo ese efecto en él. Su polla palpitaba y se hinchó y ella la sacó fuera de
sus pantalones y ropa interior, y luego sus propios pantalones cortos y, Jesús, ya estaba
desnuda por debajo. Ella cayó de espaldas sobre la cama, tirando de él encima de ella,
y por una fracción de segundo, casi se pierde a sí mismo, hundiéndose en la cálida
humedad entre sus muslos. Si se hubiera movido un centímetro más, eso habría sido
todo. Pero muchos años de cuidado lo detuvieron también.
—Condón —dijo entre dientes, pero no podía recordar dónde o cómo conseguir
uno. Sus pechos estaban demasiado cerca, y se acercó para lamer su pezón, y luego
morderlo cuando ella se arqueó y gritó. Dios, ella sabía muy bien. Él se dio un festín,
vagamente consciente de que su cuerpo se retorcía debajo de él, de que ella tomaba
algo. Hubo un ruido sordo, algo que cayó, pero a él no le importaba. Demonios, olvida
los condones. Se movió por su cuerpo, besando y mordiendo su abdomen liso, el hueso
de la cadera, pasó la lengua por el ombligo, inhalando profundamente, saboreando,
anhelando. Otros pocos centímetros, y allí estaba. Él abrió sus muslos, los levantó
sobre sus hombros, deleitándose con sus gritos mientras la lamía. Su clítoris palpitaba,
hinchado, y se estremecía con cada golpe. Ella estaba cerca. Presionó un dedo dentro
de ella, Dios estaba tan apretada, y ella se apretó aún más, su cuerpo tenso,
inclinándose. Se lanzó hacia arriba, necesitaba estar dentro de ella, y dejó escapar su
propio grito cuando la mano de Molly se envolvió alrededor de él, apretando.
Vagamente se dio cuenta de que había encontrado un condón, que lo estaba rodando
sobre él, el acto casi haciéndole acabar.

En el instante en el que ella lo soltó, él empujó en su interior. Ella estaba tan


mojada que casi no tuvo resistencia. Su cuerpo lo acarició, lo aceptó. Empujó tan
profundo como pudo, todo su cuerpo suspirando de alivio. Ella envolvió sus brazos y
piernas alrededor de él, y él deslizó un brazo bajo su espalda para abrazarla mientras se
sostenía con el otro brazo, dándose fuerza para salir y sumergirse, y después se volvió
loco con lujuria y necesidad. Estaba perdido en sí mismo, en ella, y lo único que podía
hacer era enterrar su cara en su cuello y empujar, una y otra vez, hasta que ella gritó y
se cerró en torno a él. Él explotó en mil pedazos, sus gritos mezclándose con los
gemidos de ella.

Jodida felicidad.

Trató muy, muy duro de mantenerse en su lugar, en la niebla flotante del


éxtasis, para evitar cualquier atisbo de realidad. Sus manos la acariciaron suavemente
arriba y abajo de su espalda, y justo cuando estaba a punto de admitirse a sí mismo que
no podía ocultarlo por más tiempo, la oscuridad descendió.
Agradecido, él dejó que lo llevase lejos.
Traducido SOS por Lore
Corregido por Vickyra

Brady cayó en la inconsciencia tan abruptamente que Molly entró en pánico,


buscando a tientas en su cuello, trató de levantarlo lo suficiente como para encontrar
su pulso o comprobar si estaba respirando. Empujó sus hombros. Su cabeza y sus
brazos se mantuvieron flácidos, pero ella sintió una ligera ráfaga de aliento en la
mejilla. Estaba vivo. Se relajó un poco, encontró el pulso en el cuello. El ritmo era
normal, aunque todavía un poco rápido por el esfuerzo. Estaba exhausto, abrumado.
Le acarició el pelo con la mano. Pobre chico.

Eso era por lo que él había tenido sexo con ella, por supuesto. No se hacía
ilusiones sobre eso. Pero la falta de autoengaño no le impidió sujetarlo cerca hasta que
su peso se convirtió en demasiado. Se movió de debajo de él, pero se quedó cerca,
sobre todo cuando él enroscó su brazo alrededor de su cintura. Cerró los ojos, tratando
de sucumbir a su propio agotamiento, pero el sueño se le escapaba. Demasiadas cosas
se arremolinaban en su cerebro.

Sobre todo, se trataba de un vídeo de la conversación de la mañana siguiente.


Más bien la mitad de Brady de ello. Porque en su mente, que nunca había cambiado,
no importaba lo que ella dijera en su mitad. Él iba a estar horrorizado. Se disculparía
una y otra vez. Haría una docena de excusas, una y otra vez, que estaban destinadas a
tranquilizarla pero sería simplemente para hacer que se sienta como una mierda.
Quería desesperadamente evitar todo eso, pero no tenía idea de cómo.

Si supiera cómo se sentía, y por cuánto tiempo se había sentido de esa manera,
sería aún peor. Él pensaría que lo estaba guiando, y se apresuraría a explicar que el
sexo había sido catártico, la liberación de las emociones que no podía manejar de otra
manera. Que estaba oh, tan agradecido por dejarse utilizar, pero que nunca volvería a
suceder.

Si no lo manejaba bien, él se alejaría de nuevo. Pensaría que la distancia sería


importante para los dos, especialmente si ella protestara. Brady tenía esa cosa sexista
que se construía en todos los hombres. Iba a creer que por el hecho de que habían
tenido sexo, ella pensaría que estaba enamorada de él, y que si se distanciaban el uno
del otro, los sentimientos desaparecerían.

Ella resopló suavemente. ¡Qué golpe sería para su ego si le decía que el sexo no
había sido lo suficientemente bueno para inspirar a la ilusión del amor! Bueno, claro,
que había tenido un orgasmo bastante bueno, y la excitación había sido bastante real.
Pero todo el tiempo, su cerebro se había mantenido al corriente de un comentario
sobre cómo esto era por el dolor, una ración de adrenalina, y no cambiaría nada entre
ellos. No de la forma en que a ella le hubiese gustado.

Así que la mañana sería difícil e incómoda en una manera en que su relación
nunca había sido, ni siquiera en la Navidad cuando lo oyó besar a Jessica en el pasillo
de atrás. Ya sabía acerca de sus sentimientos hacia su ahora cuñada, y que no había
albergado ninguna culpa por haber hecho lo que había sentido que tenía que hacer. Él
le había dicho a Molly que por lo menos todo estaba a la luz y él nunca tendría que
preguntarse qué pasaría o mantener la esperanza.

Por supuesto, después de eso, se distanció de toda su familia, incluida ella, pero
aún así.

Infiernos. Esto iba a ser mucho más doloroso.

Finalmente la soltó y rodó sobre su espalda, y ella se puso su camiseta y


pantalones cortos antes de intentar dormir de nuevo. Pero cuando empezó a quedarse
dormida, él se sacudió, murmurando algo, y la sobresaltó despertándola. Agitó y gruñó
en una obvia pesadilla. Se movió en la cama y trató de calmarlo y sumergirlo de nuevo
en el sueño reparador, alisando el pelo de la frente y poniendo una mano sobre su
pecho, murmurándole al oído, incluso cantándole. Nada funcionó hasta que acunó su
cabeza contra su pecho. Se dio la vuelta hacia ella, la olió, y luego, por supuesto, se
sumió en el sueño normal de nuevo. Y ella pasó por lo menos una hora tratando de no
pensar en su boca tan cerca de su pezón.

Se las arregló para quedarse dormida media hora antes del amanecer, en
realidad no dormir, pero semi-lúcida, soñando con Brady despertándose y haciéndole
el amor, esta vez tierno y cariñoso y que fuera sobre ellos más que sobre... otras cosas.
Pero sabía que no era real, que no iba a suceder, y cuando su reloj de alarma sonó,
había estado esperándolo.

Bien podría tomar otra ducha. Lo necesitaba después... bueno, después de lo


que no sucedió.

Así fue como iba a tener que manejarlo. Cortar a Brady antes de que él tuviera
que decir nada en absoluto.

Él entendería el mensaje. Era inteligente, y sería lo que realmente él quería, de


todos modos. Sacó las piernas fuera de la cama y trató de incorporarse.

—Oohh —los calambres ondularon por su espalda y por las piernas, incluso
alrededor de los costados. El gemido de dolor se convirtió en un silbido de suspiro.
Cada músculo de su cuerpo estaba rígido, lo que demostraba que entrenar y luchar
realmente no era la misma cosa. Agrégale la tensión a eso, además de la... cosa que no
había sucedido, y tenía suerte de estar de pie.

—Mierda —suspiró, haciendo una mueca cuando movió los hombros y cojeó al
baño.

Esta ducha era lo segundo mejor que jamás había experimentado. Poco a poco,
sus músculos se aflojaron con el agua caliente y el estiramiento, y después de que se
sentía a medio camino de ser normal, salió y se vistió, mientras trabajaba en ponerse
una máscara de normalidad y empujaba cada emoción en una caja. Una caja de acero.
Sin abertura. Sólo acero sólido remachado todo alrededor de su corazón. Lo selló
mediante el repaso de una lista mental de cosas por hacer. Seis veces.

Entonces estaba lista para enfrentarse al otro lado de la puerta del baño. Tomó
aire y la abrió.

Brady se levantó de la cama, cerrando su teléfono mientras lo hacía. Él no hizo


contacto visual, pero comenzó a moverse alrededor de la cama hacia ella.

—La ducha está libre —anunció estúpidamente, y se apresuró en voz tan


normal como pudiera hacerlo si “normal” significaba "sin inflexiones—. ¿Has
comprobado el vuelo?

—Sí, está a tiempo. Tenemos un par de horas antes de tener que estar en el
aeropuerto.

—Bien, bien. Tienes tiempo para asearte. Yo… —Ella agitó una mano
vagamente alrededor de la habitación.

Ninguno había dejado nada sin empacar, y Brady había hecho la cama. Más o
menos. Levantado las colchas. Mierda. No podía mirarlo. Ventana. Había que buscar
personajes sospechosos.

Se dirigió hacia la ventana, cuando Brady dijo:

—Moll, lo de anoche...

—¿Cómo has dormido? —lo interrumpió, todavía apuntando a la ventana, sin


poder mirarlo.

—Sorprendentemente bien, en realidad.

Su mano se acercó a su brazo, sus dedos apretando suavemente, y Molly luchó


por no cerrar los ojos, ceder a la comodidad de tocarlo. Había pasado demasiado
tiempo desde que habían estado así de cerca, con cualquier título, y estaba
sobrecargada de placer. O algo.
—Bueno. Mejor métete en la ducha. El agua está agradable y caliente —se
deslizó junto a él y escondió su cara en el hueco entre la cortina y la pared. ¡Qué idiota
que era! Tanto por la normalidad.

—Tengo que pedir disculpas por lo de anoche —dijo desde detrás de ella,
evidentemente, todavía de pie en el mismo lugar.

Mierda. Mierda-mierda-mierda-mierda. Se apresuró a adelantarse a ese tema.

—No, no lo tienes que hacer.

—Sí, lo creo. Fui egoísta.

¡No! ¡Ella no podía hacer esto! ¡No podía tener esta conversación con él! Ella
exclamó:

—No, no lo fuiste. Jessica probablemente fue sedada, y dejé que tus padres
supieran que nosotros llamaríamos cuando llegáramos de vuelta al país.

Un silencio de muerte. ¿Qué demonios estaba pensando? Traer a Jessica y sus


padres y por lo tanto, indirectamente, a su hermano sin duda evitaría una discusión
sobre el sexo. Pero ahora estaban en un territorio aún más doloroso.

—Yo acabo de llamarlos, en realidad. —Su voz era suave—. Hablé con Jess.
Está teniendo un momento difícil, pero dijo que está sin los tranquilizantes ahora.

—Bien —Molly logró ahogar.

—Mamá pidió que te dijera lo agradecidos que están contigo de que hayas
venido a buscarme. Está un poco confundida sobre por qué era necesario, pero vamos a
conseguir una excusa.

—Mm-hmm. —El suave sonido de su voz, el dolor detrás de ella, la estaba


matando. Agárrate, se dijo. Esto es sólo el comienzo.
—Pero, eso no fue lo que quise decir cuando dije que fui egoísta. Pero me hago
una idea —oyó el silbido suave de la tela. Su mano se cerró sobre su hombro por un
segundo, y luego se alejó. Cuando la puerta del baño se cerró, dejó escapar el aliento
en un suspiro y se apoyó contra la pared. Eso había sido un escape más difícil que la
persecución de coches de ayer. Se concentró en la escena exterior, algo a lo que no
había prestado ninguna atención, y comenzó a catalogar los detalles. Entonces se dio
cuenta de que ninguno de ellos era relevante. No había visto a sus perseguidores de
ayer, apenas podía recordar el vehículo que habían estado conduciendo, y había varios
en la calle de abajo que parecían iguales. Así que esto no tenía sentido. Soltó la cortina
y se volvió a comprobar la habitación por cualquier cosa que hayan dejado caer. Oh,
precioso, estaba la envoltura del condón en el suelo entre las camas, los pantalones
vaqueros de Brady en un montón junto a él. Recordaba vagamente oír un golpe anoche
y se inclinó para comprobarlo. La billetera de Brady había caído de su bolsillo; que
yacía bajo los jeans. Tomó ambos y arrugó el envoltorio del condón en su puño cuando
él salió del baño en una nube de vapor.

Se enderezó, se volvió y se quedó inmóvil, cada nervio de su cuerpo saltando a


la atención y al grito de “¡hola!” Brady estaba envuelto en una toalla bastante pequeña,
gotas de agua en su esculpido pecho y los hombros, que goteaban de su pelo
desordenado. No lo había visto así en... nunca, en realidad. Incluso la noche anterior,
no había tenido mucha oportunidad de ver su cuerpo. Una parte de ella le dijo que
ahora no, que la barrera que estaba tratando de construir no soportaría si lo hacía,
pero el resto de su ser le dijo al infierno con ello, ella no podría nunca tener esta
oportunidad de nuevo. Así que se puso de pie y lo miró a llenarse. Cuando su mirada,
caricia, alcanzó su cara, su boca se curvó en una mueca. Ella soltó un bufido. Orgullo
masculino.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó él.

—Recogiendo. Estos estaban en el suelo —le tendió los pantalones vaqueros y


la cartera, apretando su puño alrededor de la envoltura.
—Eso es lo que necesitaba, gracias. Saldré en un minuto —tomó los pantalones
vaqueros y volvió a entrar en el cuarto de baño.

Ella suspiró. Los próximos días iban a ser un infierno en más de un sentido.

Cuando Molly y Brady por fin llegaron a la casa de Connecticut de los


Fitzpatricks, ella era una ruina. Brady había dormido más en el avión, lo que era bueno
para él, que no podría conseguir mucho una vez que llegaran a casa. Pero ella no podía
apagar su radar de Brady, lo que le decía cada movimiento que él hacía, lo que la
tensaba cada vez que se despertaba y se preparaba de forma automática a sí misma
para hablar de la noche anterior de nuevo. Él no lo hizo, pero ella no había sido capaz
de dejarlo de lado, de todos modos. Cuando se las había arreglado para cerrar sus ojos,
su cerebro insistía en recordarle de todas las cosas que nunca sentiría de nuevo, y
alimentando las brasas de su moribunda, casi muerta, esperanza. Ahora que habían
tenido relaciones sexuales, la chispa débil que había sido incapaz de aplastar, incluso
después de todos estos años, fue creciendo. Así que había pasado la mayor parte del
vuelo dándose un sermón sobre no abrir la caja de acero, no dejar que la chispa se haga
más grande. Todo esfuerzo en vano, por dos razones. Uno, ella misma no la escuchaba.
Y dos...

Tan pronto como Brady vio a Jessica, Molly supo que todo había terminado.

—¡Querida, querida niña, gracias! —Donna envolvió a Molly en un abrazo


gigantesco, incluso antes de tocar a su hijo—. No sé lo que hubiéramos hecho sin ti.

—No seas tonta —dijo Molly en el hombro que cubría su rostro—. Ellos
habrían conseguido hacerle llegar un mensaje eventualmente —no dijo quiénes eran
“ellos”, a sabiendas de que Donna asumiría que era la empresa en la que
supuestamente trabajaba Brady.
—Pero él llegó a casa mucho más rápido —Donna la soltó, frotándose un
pañuelo en los ojos, un gesto que se había convertido claramente en habitual. Se veía
demacrada, con los ojos rojos e hinchados, las líneas alrededor de ellos y de su boca
más profundas, arrastrando la piel de su cara hacia abajo.

—¿Cómo lo llevas? —Molly le preguntó, tratando realmente de no mirar a


Brady en el otro lado del vestíbulo abrazando a su cuñada, que sollozaba en voz baja.
Incluso con el rabillo del ojo, Molly podía ver la reverencia en todas sus caricias. Sus
sentimientos por Jessica no habían cambiado. De hecho, serían incluso peores ahora.

Tanto por esa chispa de esperanza.

—Oh, ya sabes —Donna los llevó a todos a la sala de estar y se acomodó en el


sofá, alcanzando una mano de Brady, que logró liberar a Jessica lo suficiente como
para agarrarla. Él los instaló a los dos junto a su madre, y su padre se hundió
pesadamente en el sillón reclinable. Molly vaciló, pero como le preguntaron a Brady
acerca del viaje, decidió escapar a la cocina para conseguir unas bebidas y aperitivos.
Ella sabía que ni Donna ni Jessica habrían comido, y tal vez se sentirían lo bastante
reconfortadas por la presencia de Brady para hacerlo ahora.

Además, le dio una excusa para escapar.

Ella estaba tratando de mantener su mente en blanco mientras encontraba una


bandeja y empezaba a recoger los artículos cuando Brady entro mientras sacaba un
montón de condimentos para armar unos sándwiches de la nevera.

—Jessica dice que podría ser capaz de manejar un poco de sopa —se puso de
pie al lado de la isla en el centro de la gran cocina—. Ella no puede recordar cuando
comió por última vez.

Molly contuvo una respuesta irritada. Jessica acababa de perder a su marido y


no tenía ni idea sobre el subtexto de esa pérdida. Brady sería solícito, incluso si él no
estuviera enamorado de ella.
—Comprueba los estantes de la despensa, debe haber algunas latas allí.

Vaciló, y Molly frunció el ceño. ¿No recordaba dónde estaba la despensa?


Demonios, tal vez no. No había estado aquí en años. Pero luego dio un pequeño
respingo, como si hubiera estado perdido en su cabeza, y se volvió hacia la pared
detrás de él, abriendo la puerta para buscar los productos enlatados.

La culpa pinchó a Molly. Tenía que decirle a Brady, antes de que alguien lo
mencionara. Tendría que haberle dicho ya mucho antes, pero le había parecido como
echar sal en sus heridas, todas ellas, antiguas y nuevas, pero rozándolo duro con lana
de acero. Pero ella lo había sostenido el mayor tiempo que pudo, y ningún momento
iba a ser mejor que ahora.

—Ella es un desastre —dijo, volviéndose al mostrador y excavando en un cajón


por un abrelatas—. Y está confundida. Está preguntando por el tipo que vino a darle la
noticia, y por qué fue tan vago en los detalles.

—Me imaginé que lo haría con el tiempo. ¿Qué le dijeron ? —Molly nunca se
había molestado en preguntar. Era la única que sabía que había muerto en el trabajo y
que no iban a obtener la verdad, por lo que la mentira no importaba. Pero ahora estaba
curiosa.

—Accidente de coche. Se podría pensar que sería suficiente, pero Jessica no es


tonta —sirvió la sopa en un recipiente y lo puso en un segundo plano, encendiendo el
gas y ajustando la llama.

Molly se guardaba sus opiniones para sí misma. Bien, así que Jessica no era
tonta. Y Molly la consideraba una amiga. Pero no le gustaba la forma en que Jess
había manejado la declaración de Brady, en el pasado, y tenía miedo de cómo lo
usaría ahora.

Lo qué la trajo de vuelta a la noticia que se había guardado para sí misma.


Mierda. Odiaba esto.
—Brady —ella respiró hondo y dijo su nombre otra vez cuando él se quedó
mirando fijamente a la sopa.

—¿Qué? —parpadeó hacia ella.

—Tengo que decirte algo.

El miedo cruzó su rostro antes de que visiblemente se armara de valor.

—¿Qué?

—Es Jessica. No creo que tus padres lo sepan todavía, o no lo hacían antes de
que llegaran las noticias acerca de Chris —más miedo, y esta vez no era tan fácil de
tratar, por lo que Molly se apresuró a explicar—. Está embarazada. De unos dos
meses.

—Ella está… —Brady se la quedó mirando con la boca abierta en estado de


shock, antes de que se diera la vuelta y se pasara la mano por la cara—. Oh, hombre.
No es de extrañar... ¿Lo sabía Chris?

—Sí, pero nadie más.

—Excepto tú —había un toque de acusación en su tono, pero él no la miró.

Ella no se sentiría culpable. No había sido su decisión mantenerlo en secreto, o


incluso saber el secreto.

—Jessica quería a alguien con ella en el médico, y Chris estaba fuera de la


ciudad.

—Por supuesto que lo estaba —había más acusación allí, pero de inmediato
pareció lamentarlo—. ¿Qué tan avanzado está?

—Dos meses —Molly repitió suavemente—. Es un momento delicado. Yo


estaba preocupada cuando ella recibió la noticia sobre… Bueno, estaba tan histérica.
Pero estar con tus padres ayuda. Ellos probablemente lo saben ahora. Les habría
tenido que decir en el hospital.

—Sí. Mamá dijo algo que yo no entendí, pero ahora… —Él se movió
rápidamente para retirar la sartén de la estufa que ya burbujea hasta la cima—. Ni
siquiera puedo imaginar lo difícil que es esto para ella.

Molly escuchó en silencio, armando los sándwiches, mientras que Brady seguía
sobre la pobre Jessica. Ella era amiga de Molly, una nueva viuda, pronto a ser madre
soltera. El peso de todo eso sería devastador para cualquier persona. Aunque Brady
nunca había declarado sus sentimientos por Jessica, sería natural para ella apegarse a él
en este momento, y para él para ofrecerle todo lo que ella necesitara.

Ser celosa de eso haría a Molly una persona malvada.

Terminó la bandeja y sopesó seguir a Brady, llevando su plato de sopa solitario,


de nuevo a la sala de estar.

—¡Cielos! —Donna se levantó de un salto y tomó el tazón de sopa de Brady—.


¡Ayúdala! No puedo creer que le permitas llevar esa cosa pesada por sí misma.

Brady se volvió rápidamente y cogió la bandeja.

—Lo siento. Yo estaba un poco distraído.

La mueca irónica de su boca, la sinceridad en sus ojos, calmó el descontento de


Molly. Un poco.

—Está bien. Yo habría dicho algo si no pudiera manejar la situación —y tal vez
quería regodearse en su martirio, sólo un poco. Ahogó un suspiro. Ella realmente
necesitaba superarse a sí misma. ¿Cómo ahora podría ser diferente de hace doce años,
cuando había estado enamorada de su mejor amigo, pensando siempre cómo conseguir
que la notara, sólo para que se enamorase inmediatamente de una mujer que no podía
tener?
Han tenido relaciones sexuales, idiota. Eso es lo que es diferente.

Oh, sí.

Ella repartió sándwiches, aceptando el agradecimiento de Rick y la alabanza de


Donna por recordar lo que a todo el mundo le gusta. Le dio a Jessica una cuchara, ya
que Brady, naturalmente, no había pensado en una, y puso los ojos en blanco cuando
él le dio las gracias, todo tímidamente encantador, pero cerniéndose sobre Jessica
como un papá pingüino emperador.

—¿No estás comiendo, querida? —Donna preguntó a Molly, preocupada—. Tú


necesitas más alimentos que cualquiera de nosotros.

—Por supuesto que lo estoy —ni siquiera había considerado la comida, pero
supuso que era un mal ejemplo no hacerlo.

Además, todo lo que había comido desde que salió de América del Sur fueron
los aperitivos en el avión. Intentó coger el último de jamón y queso cheddar, su mano
chocando con la de Brady. Ella dio una palmada automáticamente.

—¡Ya tomaste uno! —lo reprendió—. Toma el de pavo.

—Sí, señora.

Todo el mundo se rió del recuerdo de “los viejos tiempos”, y se quedaron en


silencio por un momento mientras comían. Entonces Donna se aclaró la garganta, y
Molly supo que era el momento para una discusión más seria.

Brady realmente no escuchaba mientras su madre hablaba de los arreglos del


funeral y hacían una lista de cosas que debían ser atendidas, como el seguro. SIEGE
estaría manejando la mayor parte de esas cosas, aunque ella no lo sabía. Tenían un
personal de oficina muy eficiente, lo que era bueno para Jessica.

No es que ella lo vería de esa manera, pensó sombríamente. Se veía tan frágil.
Ella no podría haber perdido mucho peso en los últimos días, pero él no quería tocarla
por miedo a romperla. Había balanceado su plato de sopa en su regazo, pero su mano
temblaba mientras intentaba llevar la cuchara a la boca.

El caldo salpicaba de nuevo en el bol, unas gotas de sopa aterrizaron en sus


pantalones.

En un instante, él estaba de rodillas, quitando el recipiente suavemente de ella.

—Déjame ayudarte —murmuró.

—Gracias. —Su voz era apenas un susurro, y sólo la mitad de lo sustancial—.


Es bueno —esbozó una sonrisa trémula, y el corazón de Brady se rompió.

—¿Estás todavía con la... medicación? —Esperaba que le hubieran dado algo
seguro para el bebé. Normalmente se habría asegurado, pero por lo que Molly había
dicho, Jess podría haber estado demasiado histérica para mencionarlo. Había mirado a
su vientre sólo una vez, y ella no estaba mostrando mucho, a pesar de su delgadez.

Jessica tragó.

—No, fue sólo eso, una noche, y me tuvieron en el hospital para que pudieran
mantener un ojo en el bebé —actuó como si pensara que Brady ya lo sabía, como si lo
hubiera sabido antes de ahora, por lo que debía de haberle dicho a sus padres. O tal vez
no tenía la capacidad de pensar tan lejos en el tema.

O tal vez Molly le había dicho que se lo diría, pero lo mantuvo oculto sin que
Jessica lo supiera.

Él frunció el ceño internamente y le dio a Jess otra cucharada. Nada de eso


importaba. Justo aquí y ahora.
—¿Dijeron que el bebé estaba bien?

—Sí, ella está bien.

—Una chica —su corazón agrietado ahora sentía como si astillas se hubieran
metido en él. Bastardo egoísta—. Chris siempre quiso una hija —bueno, eso era una
estupidez decirlo. ¿Cómo demonios sabía él lo que Chris quería? Así que sí, él lo había
mencionado en aquellas llamadas demenciales, balbuceando, locamente enamorado
por teléfono que le había hecho a Brady en la universidad, eso no quería decir que
todavía se sentía de esa manera. Pero, ¿cómo no podría? Aún frágil como ella lo era,
Jessica seguía siendo hermosa, ahora de una manera casi etérea.

Un resoplido que sonaba sospechosamente como Molly hizo eco en la parte


posterior de su cabeza. Pero no podía evitarlo. Él siempre había pensado sobre Jessica
en términos ridículos.

—Es demasiado pronto para decirlo, en realidad —Jessica admitió. Hablando


sobre el bebé parecía estar dándole fuerzas—. Siento que es una niña.

—Entonces ella probablemente lo es —murmuró distraídamente Brady. Iba a


ser tío. No es el mismo conjunto de responsabilidades que traería ser padre, pero sin
duda más ahora que Chris se había ido.

Guau. Una imagen se le cruzó por la cabeza, una niña pequeña con el pelo
rubio y fino, los ojos de color azul oscuro de su padre. Demasiadas emociones le
traspasaron a la vez, y él los empujó a un lado, se concentró en la actualidad, la mujer
a su lado.

Después de que hubiera alimentado a Jessica alrededor de la mitad de la taza,


ella se recostó contra los cojines del sofá, su mano sobre su abdomen.

—Eso es todo lo que puedo manejar por ahora. Gracias, Brady —extendió la
mano para acariciar su brazo. Él se giró para poner la copa sobre la mesa de café y
recuperó su asiento en el sofá.
—Todavía me siento como si estuviera bajo el agua —Jessica se apoyó en su
hombro—. La mayoría de las veces, no puedo procesar que se ha ido, que nunca lo
volveré a ver. Entonces, de repente el dolor me paraliza y no sé cómo voy a hacerlo —
se echó a llorar y se tapó la cara—. Lo siento.

—No, no, no lo sientas —envolvió su brazo alrededor y la atrajo hacia su pecho,


donde sollozó en su camiseta. Su pelo era suave y fino bajo su mano.

Después de un momento se dio cuenta de que sus padres y Molly se habían


quedado en silencio y estaban mirando. Su padre parecía cansado, su madre
ansiosamente preocupada. Molly llevaba la máscara impasible de un agente SIEGE,
pero Brady pensó que podía ver la piedad y la compasión detrás de ella. Él frunció el
ceño. ¿Qué emoción iba dirigida o a quién? No necesitaba su compasión. Y él no iba a
pensar en por qué pensaba que se lo merecía.

Después de un minuto, los sollozos de Jessica se desvanecieron. Estaba


demasiado débil para sostenerlos, pensó.

—Vamos —se movió para levantarse y ayudarla a ponerse en pie—. Debes


acostarte.

—He pasado la mayor parte de la semana en la cama —pero lo dejo sostenerla


por el pasillo hasta la habitación del fondo—. Tus padres son tan buenos al dejar que
me quede aquí. No puedo enfrentar... no puede ser… —Ella dejó escapar un sollozo y
él la abrazó, dejándola recuperar la compostura antes de que caminaran los últimos
metros al dormitorio.

La cama estaba deshecha, su lío testimoniaba de su sueño-vigilia inquieto.


Brady se apresuró a enderezar y suavizar las colchas, esponjar las almohadas, y
ayudarla a acostarse. Se acurrucó a su lado, mirando hacia el borde, con un brazo
protector a través de su abdomen, la otra mano agarrando la suya.

—No me dejes. Por lo menos durante unos minutos —las lágrimas brillaban en
sus ojos.

—Me quedaré todo el tiempo que me necesites —él tiró suavemente su mano de
la de ella para poder cubrirla con una manta.

Ella cogió de nuevo su mano y respiró profundo.

—Sigo pensando en cosas tontas —dijo ella, con voz alta y firme—. Al igual
que la forma en que él ya no me hará tortitas de patatas los domingos por la mañana.
Los domingos que estaba en casa. Él se iba todo el tiempo, Brady. —Ella hizo una
pausa para tragar—. Tenía suerte de conseguir una semana antes de que saliera en otro
viaje de negocios. Pero cuando le pedí que recortara los viajes, él dijo que no podía.
Era demasiado importante.

Brady utilizó su propia máscara impasible para ocultar la ira ardiente en sus
palabras. Él entendía lo que significaba SIEGE, cuántas personas habían sido salvadas
por la inteligencia que ellos reunieron y distribuyeron. Sabía de primera mano los
agujeros que un tipo tiene que cubrir por este tipo de carrera. Pero Chris no debería
haber tenido huecos que llenar. Tenía la mujer más increíble en el mundo como esposa.
Un bebé en camino. Amigos y familiares. ¿Qué había sido tan convincente acerca de su
trabajo que se había negado a los deseos de su esposa?

Chris podría haberle dicho a Jessica que no podía recortar sus viajes, pero eso
era una mentira. Ninguna asignación era obligatoria. SIEGE exigía mucho, secreto,
lealtad, la creencia en cosas más grandes, como el patriotismo y el bien común. Sin
embargo, la compañía operaba en la creencia de que las personas eran más propensas a
luchar por esas cosas si tenían cosas más pequeñas por las que luchar, también.
Participaciones de carácter personal creaban mayores bonos que los globales.
Entonces, ¿qué diablos había obligado a Chris a pasar tanto tiempo lejos de la mujer
que amaba?

—¿Fue siempre así? —preguntó.


Ella negó con la cabeza.

—Él siempre se las arregló para estar aquí para cosas importantes. Pero viajaba
alrededor de la mitad del tiempo. Eso ha ido en aumento desde hace un año hasta
ahora.

—¿Desde qué decidiste quedar embarazada? —supuso.

Ella asintió una vez más, las lágrimas corrían por sus mejillas.

—Él dijo que sería capaz de eliminar los viajes por completo para el tiempo en
que el bebé naciera, pero Brady —ella lloró— es demasiado tarde. Si hubiera estado
aquí, no habría muerto.

Brady no le dijo que las personas morían en el país, también, que la insistencia
de Chris en viajar no lo había matado. Era lógico, pero sólo parcialmente cierto. No
había sido el viaje, había sido la misión.

—Por favor, Brady, abrázame —la súplica le rompió el corazón de nuevo,


¿cuántas veces iba esta mujer a hacerle eso? Y se quitó los zapatos antes de subir a la
cama detrás de ella. Debería haberse sentido mal, mientras ella se dio la vuelta y se
acurrucó contra él, sus sollozos remitieron. No debería sentirse como ser bienvenido a
su casa, no en estas circunstancias. Pero que Dios lo ayude, cuando ella se acercó más,
presionando su cara contra su pecho y su rodilla entre las suyas, puso su brazo sobre su
espalda, metió la cabeza debajo de su barbilla, y momentos después, se quedó dormido
con la mujer que amaba en sus brazos. Y nada nunca se había sentido tan bien.
Traducido por Ivi04
Corregido por Vickyra

Molly luchó durante la mayor parte de la lista de tareas que estaba escribiendo
para Donna antes de que la otra mujer se diera cuenta de que había abierto los ojos.

—Oh, cariño, ¿qué te estoy haciendo?

Molly abrió sus párpados y frunció el ceño a Donna.

—¿Qué?

—No debería ser tan cruel, poniéndote a trabajar después de que pasaras los
últimos tres días viajando, trayendo a casa a Brady.

Entre otras cosas.

—Está bien —dijo en voz alta, para evitar mencionar la pelea, las armas y el
sexo—. No dormí anoche. Creo que mejor voy a encontrar un hot…

—Si terminas esa palabra, jovencita, te lavaré la boca con jabón —Donna se
tensó sobre sus pies, con el propósito de dar un poco de fuerza a sus movimientos, y a
sus mejillas un poco de color—. Te quedarás aquí con nosotros. Sé que estamos un
poco apretados, pero es mejor estar con la familia en este momento.

Su voz se quebró hacia el final de algunas palabras, y Molly no tenía el corazón


para negarse. Dejó que Donna la llevara hasta el tercer piso, donde instalaría un par de
camas en el ático. Estaban envueltas en mantas rojas y azules. Una pequeña mesa
blanca entre ellas sostenía dos lindas lámparas, con el antiguo estéreo de Brady en el
estante inferior. Estanterías flanqueaban la puerta, repletas de viejos libros de
fotografías y de capítulos.
Era tan claro que lo había construido para sus futuros nietos, las lágrimas
llenaron los ojos de Molly.

—Puedes utilizar el cuarto de baño principal en el segundo piso —Donna le dio


unas palmaditas en el hombro con simpatía, pero mantuvo su rostro lejos,
probablemente para no volver a descomponerse también—. Lo compartirás con Brady.
Tenemos nuestro baño principal, y Jessica tiene el pequeño cuarto de baño detrás de la
cocina. Sabes, Rick dijo que esta casa era demasiado grande cuando la compramos.—
Sonrió a Molly y metió un rizo detrás de su oreja—. Ahora estoy pensando que es
justa. Hazme saber si necesitas algo, ¿de acuerdo?

—Por supuesto. Gracias, Donna. Probablemente voy a dormir hasta la mañana.


Entonces puedo empezar a trabajar en algo de esto —agitó el almohadón que aún
sostenía, frunció el ceño y lo dejó caer en la parte superior de la estantería para que
pudiera ir abajo por su bolso y usar el baño.

Se dio cuenta, después de que había ido todo el camino y regresado a través de
la tranquila casa, que Brady no estaba en la habitación de invitados de arriba.
Tampoco estaba en la sala de estar o en la cocina, donde se había detenido por un vaso
de agua, ni cerca de los coches, donde había ido a recuperar sus cosas. Nunca había
salido de la habitación de Jessica después de ir a ayudarla a acostarse.

—Está bien —murmuró, los músculos de la mandíbula se apretaron lo


suficiente para dolerle. Tiró de la llave de agua en el fregadero para lavarse las manos—
. Ella necesita consuelo. Brady es como Chris, tiene que ser reconfortante —Molly
luchaba por no dejar que los celos cubrieran la compasión y la lástima. Compasión por
Jessica, recientemente viuda y pronto madre soltera, y por Brady, que había perdido a
su hermano y había enfrentado la desventaja de mantenerse a sí mismo y la familia. La
lástima era para ella, por ser tan patética y mezquina. Y sentía todo eso. Realmente.
Excepto la pena. No había hecho nada digno de compasión.

Así que amaba al hombre equivocado. Apenas único.


En el momento en que había terminado de lavarse y caminó de regreso por las
escaleras hasta el ático, los celos habían menguado, dejando sólo la preocupación. Sus
amigos eran vulnerables, ambos de múltiples maneras... era natural que se hubieran
volcado el uno al otro. ¿Pero duraría, lo que encontraban allí en ese cuarto? ¿Brady
estaba destinado a ser aplastado cuando Jessica no pudiera con la culpa, o decidiera
que no lo amaba? ¿Brady asumiría todo por Jessica, la dejaría llevar el título de
princesa frágil indefinidamente, así nunca podría conseguir la fuerza necesaria para
criar a su hijo?

—No es mi problema.

Molly se hundió en la almohada sorprendentemente suave y se durmió


inmediatamente. Las primeras horas fueron probablemente de descanso. Ella no se
acordaba para cuando la despertó la suave luz de la mañana, llenando la habitación.
Pero en el último tirón, justo antes de que ella se hubiera despertado, su cerebro había
estado trabajando horas extras.

La casa aún estaba tranquila, así que tomó una breve ducha, se vistió y salió en
su auto antes de que alguien la siguiera. La lista de tareas de Donna esperaría. Molly
había soñado toda la mañana sobre el accidente de Christopher, de lo poco que había
dicho a la familia. Le molestaba. No sabía por qué, ya que nada en sí mismo se destacó
como irregular. Chris pudo o no haber tenido un accidente, ser asesinado por alguien o
quedar atrapado en algo que no tenía nada que ver con él. Puedo ser cualquier cosa, y
SIEGE no iba a desvelar nada a sus familiares que no tuviera pistas sobre la vida
secreta de Chris.

Era probable que tampoco se lo revelaran a ella, bien, pero tenía que intentarlo.
En los años que había sido un conducto había hecho algunas conexiones sólidas. Ella
nunca había cometido un error con algo que pasara por sus manos, había estado
constantemente disponible, insistió en formarse más allá de lo que en general le daban
al personal de su nivel, y por lo tanto ganó mucho respeto. Añade que ella nunca había
exigido nada de SIEGE, sólo dio a la organización, y el tipo le debía.
Esa era una manera de mirarlo, de todos modos.

Se detuvo en un Starbucks y, después de comprar cafés modificados para los


gustos individuales de cada uno y todos los croissants del caso, se metió de nuevo en su
coche y llamó a la sede. Donde quiera que fuera.

—Dixson —su controladora y suave voz, tan suave como prudente. Molly
sonrió. Sabía por qué estaba llamando.

—Byrnes. Protocolo diez.

—Estándar.

Molly tecleó un código en su teléfono celular diseñado para codificar su señal


para que nadie pudiera interceptar y escuchar lo que ella y Dixson se decían el uno al
otro. Él estaba haciendo lo mismo en su lado, y una vez que escuchó el triple-clic que
le dijo que estaba conectada, se relajó.

—Registrando —le dijo ella, aunque esa era la razón menos importante de su
llamada—. Recuperé a Brady Fitzpatrick. Estamos en Connecticut ahora. No sé
cuándo puedo volver a abrir la tienda…

—No te preocupes, Byrnes, estás de licencia por duelo. Estamos usando otros
intermediarios mientras estás lejos. Un agente local está comprobando tu tienda
periódicamente mientras te has ido. Sólo tiene que pasar por enfrente —le aseguró
cuando su actitud protectora apareció. Él la conocía bien, y ella tuvo que sonreír.

—Gracias, Dix. Eso hace las cosas más fáciles.

—¿Cómo lo llevas?

Molly dejó caer la cabeza hacia atrás contra el reposacabezas y observó la visera
mientras luchaba contra las lágrimas que brotaban de su sincera preocupación. Nadie
se lo había preguntado. Nadie. Habían asumido que sabían cómo se sentía, estado al
tanto de su fatiga, y compartiendo su dolor con ella, pero era diferente tener a alguien
que realmente preguntara.

Tragó saliva un par de veces, y luego con voz ronca dijo:

—Estoy bien. Ya sabes. Es difícil... —terminó sin convicción. Por supuesto que
era difícil. Se aclaró la garganta—. ¿Qué necesitas de mí?

—Bueno, no nos gusta preguntarte por el trabajo…

—Claro que sí —era más fácil hablar ahora. Se sentó y miró a sus alrededores—
. ¿Quieres que me encargue del intercambio de la intel que Brady trajo de vuelta?

—En realidad, eso es exactamente lo que queremos que hagas —sonaba


orgulloso—. ¿Estás de acuerdo con eso?

—Por supuesto. Pero me gustaría hacerlo de manera diferente —se preparó, con
la esperanza de que aceptara—. Quiero llevarlo yo misma.

Para su sorpresa, Dixson no dudó.

—¿Por qué?

—Porque necesito hablar con alguien acerca de Christopher.

Dixson suspiró.

—Eso no es una buena idea, Molly.

La necesidad de saber más, la sensación de que algo no estaba bien, se hizo más
poderosa:

—¿Por qué no?

—Tú no eres de la familia.


Ella hizo un ruido de desaprobación.

—Yo sé más que la familia. Vamos, Dixson —su corazón empezó a latir con
fuerza—. Déjame entrar. Déjame hablar con alguien, conseguir más que la vaga
declaración oficial, sin sentido. Algo. Esta no es una víctima habitual —señaló,
tratando de equilibrar la lógica y la emoción—. Su hermano y yo pertenecemos a
SIEGE.

Ella expuso más argumento y lo dejó allí para que Dixson lo tuviera alrededor.
Tomó cuatro respiraciones antes de que exhalara un suspiro.

—Bien. Voy a enviarte un mensaje de texto con la dirección en Nueva York.


Pero no esperes una gran cantidad de respuestas —advirtió—. No depende de mí lo
que te digan.

—No hay problema —dijo a la ligera, la adrenalina salía a borbotones a través


de su sistema haciéndola querer saltar y gritar. Contuvo el impulso para al menos
aparentar calma—. Gracias, Dix.

—No me des las gracias —él gruñó algo poco halagüeño y colgó.

Molly sonrió al teléfono, pero se desvaneció bajo el peso de regresar a la pena y


las obligaciones. Conseguir una reunión no garantizaba nada, pero sus expectativas no
eran altas. Ella sólo quería una oportunidad.

Su teléfono sonó. Comprobó el texto y se encontró con un mensaje de


encuentro a las cuatro en punto, sorprendentemente pronto, y una dirección en New
Rochelle, Nueva York, sólo a una media hora de distancia de los Fitzpatricks. Había
pensado que quería decir la ciudad de Nueva York, pero probablemente tenía más
sentido para albergar la sede de una agencia de espionaje no gubernamental fuera de lo
común.

Eran casi las ocho, y los demás probable era que estuvieran despiertos y
moviéndose ahora. Arrancó el auto y se dirigió de nuevo a la casa, su cuerpo cada vez
más pesado con cada kilómetro. Oh, bueno. Al menos la lista de tareas de Donna la
mantendría ocupada y la haría sentir útil.

Brady se despertó con un sobresalto, la adrenalina empapaba su sistema cuando


no supo inmediatamente dónde estaba. La pequeña habitación estaba en penumbra.
Paredes azules con pequeñas flores blancas, una ventana con cortinas de color azul
oscuro cerrada, bloqueando la luz del sol. Alguien en la cama con él...

Su primer pensamiento fue Molly, pero con su segundo pensamiento se llamó a


si mismo idiota. La mujer a la que apenas podía ver, de espaldas a él, una manta que le
cubría, era rubia. Jessica. Por supuesto. Ahogó un bostezo con la muñeca derecha
mientras comprobaba en la izquierda la hora. Las ocho y veintisiete. Tenía que ser por
la mañana, ya que había un poco de luz que se filtraba por los bordes de las cortinas.
Habían dormido toda la noche, y a juzgar por su posición, Jessica no se había movido
en absoluto. No había….

Él se levantó y volvió a comprobar el pulso y la respiración. Ambos estaban


bien, gracias a Dios.

A diferencia de la de él. Salió de la cama y se apresuró a salir de la habitación


antes de que su jadeo como un caballo de carreras la despertara.

Su corazón se había calmado para el momento en que llegó a la cocina. Una


buena cosa, ya que Molly estaba sacando croissants de una bolsa blanca y poniéndolas
sobre un plato. Cinco tazas de Starbucks quedaron alineadas a lo largo de la barra.

—Eres increíble —le aseguró, comprobando las marcas en las tazas para
encontrar su Grande Café Americano—. ¿Cómo te acuerdas de estas cosas después
de…? — haciendo una mueca, tomó un sorbo para mantener la boca ocupada.
—¿Después de tanto tiempo? —terminó por él—. Es fácil cuando eres tan
jodidamente predecible.

—¡No lo soy! —se defendió de forma automática, pero tuvo que ceder cuando
miró fijamente la taza—. Está bien, sobre algunas cosas lo soy —él se movió incómodo
cuando sus ojos se posaron durante un nanosegundo en la habitación del fondo.

—¿Cómo está Jessica? —dejó caer un croissant en una servilleta de papel, tomó
su taza y se sentó a la mesa en el rincón de desayuno.

Él tomó su pastel y se unió a ella, una parte de él reconociendo lo bueno que se


sentía eso. Natural.

—Parece haber dormido bien. Aparte de eso... No sé. Ella es... —Se encogió de
hombros, pero Molly asintió.

—¿Cuál es el plan para hoy? —No podía soportar más estar sentado y
holgazaneando.

—Tu madre nos dio una lista. Ella está un poco molesta acerca de cuánto
tiempo ha de tomar para traer su cuerpo de regreso aquí, así que tenemos que
comprobar eso. Jessica tiene que ir a casa, a buscar el correo y hacer una nueva maleta.
Necesita volver a llenar sus vitaminas prenatales, también, solo le queda una —recitó
media docena de otras cosas, sin siquiera detenerse a pensar en ello.

—Puedo llevar a Jess a su casa, obtener su receta —arrancó un trozo de su


croissant y se lo puso en la boca, masticando lentamente, esperando. Apenas podía
soportar el peso de la reacción de Molly, pero cuando por fin se atrevió a levantar los
ojos hacia ella, no estaba mirándolo.

—Está bien. Voy a hacer llamadas telefónicas. Tus padres comenzaron con los
arreglos del funeral. Jessica no ha sido capaz de manejarlo. Pero creo que tu madre
hubiera querido hacerlo, de todos modos, así funciona. Dejaré el intel que trajiste de
vuelta en un intermediario cerca —se encogió de hombros—. Y tenemos que escribir
un obituario.

La culpa lo llenaba. Ella estaba haciendo de más, haciendo su trabajo. Él sabía


que lo estaba haciendo porque los amaba, y solo tenía la fuerza para salir adelante, era
su amiga, y él no había sido uno muy bueno por un largo tiempo. Luego, por si fuera
poco...

—Moll.

Se quedó inmóvil, entrecerrando los ojos hacia él.

—¿Qué?

—Tenemos que hablar de la otra noche.

—No, no tenemos —él nunca había oído su voz tan fuerte. Apuró su taza y se
levantó—. No fue así, Brady —sus brillantes ojos azules destellaron hacia él,
desafiándolo a presionar—. Sé lo que fue. No necesitamos descomponerlo en partes.

Él no pudo evitar reírse ante la palabra “partes”. Molly sacudió la cabeza y se


rio.

—Eres un chico.

—Lo sé —se puso de pie y se estiró hacia ella, pero ella agarró su servilleta de
papel, la envolvió alrededor de su vaso mientras se alejaba de él, y dejó todo en el bote
de basura por la puerta de atrás.

—Cuida de Jess. Voy a empezar a trabajar en estas llamadas telefónicas —


entonces estuvo fuera de la habitación. Y él la dejó ir.

No era justo. Tenía que pedirle disculpas, explicarle lo que había sucedido,
¿pero qué haría si ella ya lo sabía? Y lo sabía. Siempre lo supo. Así que tal vez era
mejor cumplir sus deseos y fingir que no había sucedido.
Está bien, entonces. Cambiando de tema. Se hizo cargo de su propia basura y
preparó un croissant para Jessica, llevando eso y el café a su habitación. Y a pesar de la
razón, a pesar de lo difícil que sería ir cada quien a sus casas, no podía dejar de sentir
una pequeña anticipación acerca de pasar el día con Jessica.

Molly se detuvo en la puerta de restricción de la entrada a la playa de


estacionamiento del SIEGE HQ, Intercambio Global de Información, su compañía
cubierta y el nombre en el gran cartel de fuera, y agitó su tarjeta de identificación
genérica mirando frente al escáner. Con el pitido y el flash de la pantalla, ella presionó
su pulgar izquierdo en el escáner de impresión. “Bienvenida, Agente Byrnes” brilló
brevemente antes de que la puerta se levantara y ella entró en el aparcamiento de
aspecto normal. ¿Acaso todos los lugares SIEGE tenían sus datos, o fue sólo
programado para ese día porque la esperaban?

El edificio de oficinas de cinco pisos frente a ella parecía totalmente anodino,


aunque apostó a que tenía vidrios a prueba de balas y un sistema de seguridad tan
avanzado que no estaba disponible en el mercado abierto. Aparcó y se dirigió a la
puerta principal, un poco sorprendida de no ver a nadie más alrededor. ¿No estarían
algunas personas finalizando su día de trabajo? El aparcamiento estaba a más de tres
cuartos distancia. Tal vez ellos usan una secuencia de cambios típica de siete a tres, de
tres a once, de once a siete. Eso explicaría por qué no había rotación en este momento.
Y por supuesto que tenía que haber personal de apoyo aquí todo el día.

Se encontró absurdamente emocionada mientras se acercaba a la entrada


principal y un enorme hombre negro en un traje impecable abrió la puerta para ella.
Ella levantó la insignia, que coincidía con su rostro y asintió, y al pasar a través en el
vestíbulo, se sintió como una verdadera espía.

Oh, claro, había estado en SIEGE durante varios años. Pero su centro de
formación fue como un entrenamiento físico en un dojo, en el edificio principal, la
formación de un conducto en un cuarto trasero secreto. Nunca había estado en ningún
otro edificio de la empresa. ¿Qué tan profundo bajo tierra iba esta estructura? Un alias
brilló en su cabeza.

Se acercó al mostrador de recepción, donde un hombre muy joven vestido como


guardia de seguridad estaba sentado detrás de un banco de monitores.

—Entre, por favor. ¿Nombre?

—Molly Byrnes —cuando terminó de firmar la plataforma electrónica, le indicó


un escáner como los que los clubes de salud tenían para tarjetas de socio. Ella agitó su
tarjeta de identificación en frente de ella y él asintió, comprobando algo en su
ordenador.

—Cuarto piso —él inclinó la barbilla hacia los ascensores. Molly se tragó su
decepción y decidió que preguntar si hacia arriba o hacia abajo la haría parecer una
idiota.

Una vez que estuvo en el ascensor, dejó caer su estado friki. Era hora de ser
profesional. Empezó a pensar en lo que diría cuando llegara al piso de arriba. No sabía
con quién iba a reunirse y si le darían a una persona de relaciones públicas encargado
de apaciguarla con mucha labia al hablar y enviarla de nuevo a su camino, o alguien
que en realidad tenía respuestas, incluso si no querían dárselas.

El ascensor sonó, las puertas se abrieron, y una mujer de unos cuarenta años
con una cola de caballo oscuro que hacía juego con su traje y los marcos de sus
anteojos la saludó sonriendo.

—Por favor, venga conmigo, Srta. Byrnes —la mujer se volvió sin esperar una
respuesta.

Molly se encogió de hombros mentalmente y la siguió, mirando a su alrededor


a nada interesante mientras bajaban por un pasillo básico, de color gris claro,
alfombrado de gris y lleno de puertas cerradas portando números o descripciones vagas
de departamentos en lugar de los nombres de los ocupantes. La mujer la llevó a una
pequeña sala de conferencias que contenía una estrecha mesa y sillas de tela gris con
ruedas. Combinaban con la alfombra pero eran cómodas, a Molly se lo pareció cuando
estuvo sentada.

—¿Café? —le ofreció la mujer que no se había presentado a sí misma, haciendo


un gesto a un carro en la parte trasera de la sala.

—No, gracias.

—Está bien, entonces —se sentó y cruzó las manos sobre la mesa, una sonrisa
practicada en la cara, la luz de la habitación se reflejaba en sus gafas entonces Molly
no podía ver sus ojos con claridad.

De acuerdo, era su loca de relaciones públicas.

—¿Cómo podemos ayudarle hoy, Srta. Byrnes? —preguntó la mujer, como si


ella fuera un abogado que representa a un hospital que había cortado el órgano
equivocado.

Molly se zambulló.

—Quiero saber más acerca de la muerte de Christopher Fitzpatrick.

La expresión de la mujer no parpadeó.

—¿Bajo qué auspicios?

Molly apretó los labios para no abrir la boca. ¿Dixson la había enviado a esto?
No importa cuán agradecida fuera.

—Bajo la égida de ser una amiga muy cercana de la familia, que resulta ser
también un miembro de... SIEGE —casi había dicho agente, pero habría sido un mal
movimiento. La Sra. Flack podría no tener el estatus para conocer el papel de Molly en
SIEGE, pero si lo hacía, pensaría que Molly tenía pretensiones de algo más grande,
cuando ella estaba usando la palabra que había brillado en el escáner de la puerta. Y si
Flack no tenía la condición de conocer el papel de Molly, diciéndole que era un
conducto también sería una tontería.

No porque no se pudiera confiar en Flack, sino porque hacía que Molly se viera
descuidada.

—Lo siento, Srta. Byrnes, no tenemos más información que compartir sobre el
asunto de la desaparición del señor Fitzpatrick. Fue una situación lamentable y
entendemos el dolor de la familia...

Bla, bla, bla.

Era lo que había esperado, pero la frustración burbujeaba, de todos modos.

—Mira, pierda las partes de robot de plástico, ¿de acuerdo? Yo soy uno de
ustedes. Sé que hay más sobre la muerte de Chris, sé que usted no me puede dar más
detalles. Yo sólo quiero saber algo más que la fácil mentira que le dieron a su viuda.

El cambio en la mujer fue instantáneo.

—Les dije que esto no iba a funcionar —se quitó las gafas y las arrojó sobre la
mesa, dejando caer la espalda contra la silla con tanta fuerza que sacudió y rodó, y se
frotó los ojos—. No sé por qué se molestaron.

Por fin, algo real.

—¿Puedo saber su nombre, por favor? —Así Molly podía dejar de llamarla
mentalmente Flack. Tarde o temprano se le escaparía.

—Aldus. Ramona Aldus.

—Y tú eres un despachador —Molly adivinó, ya que un relaciones públicas


nunca rompería la máscara.
—Sí. Estoy a cargo de las comunicaciones de la familia durante la liquidación
del Agente Fitzpatrick —cruzó las piernas, las manos libremente en su regazo, con los
ojos visibles y sin las gafas y su resplandor.

Molly se relajó.

—¿Liquidación?

—Sí. Usted sabe, los derechos que tienen los miembros de SIEGE. Está en su
contrato.

Molly supuso que lo era, pero no había pensado mucho en ello. No desde que se
inscribió, y ni siquiera entonces, porque no iba a estar en el campo. Consideraba el
camino que quería que sus preguntas tomaran. No quería jugar con Aldus, que ahora
parecía al menos dispuesta a hablar abiertamente acerca de la muerte de Chris, aunque
no compartiera mucho. Pero siempre había una manera suave y natural para saltar de
subtema a subtema.

—¿Cuánto tiempo tomará la liquidación? ¿Todos los detalles?

—Bueno, primero debemos concentrarnos en la disposición de los restos. Esa es


siempre la primera preocupación de la familia —dijo Aldus.

Molly sonrió un poco.

—Sí, está en la parte superior de mi lista de tareas pendientes. ¿Cuándo


podemos tener su cuerpo?

Los labios curvados de Aldus mostraron una pizca de simpatía.

—Mañana. Te voy a dar la ubicación para la transferencia antes de salir. Puedes


pasar por la funeraria de regreso a casa.

Molly no lo creía, pero lo mantuvo para sí misma.


—¿Y hay trámites que tendrán que completar?

—Me temo que la señora Fitzpatrick, la esposa del agente Fitzpatrick, no la


madre, tendrá algunas formas de seguro de vida para firmar con el fin de recibir los
beneficios. Todo lo demás podemos manejarlo internamente.

—¿La familia podrá tener un ataúd abierto? —Molly sabía cuál sería la
respuesta, y Aldus lució apropiadamente lúgubre.

—Lo siento, no. El daño era demasiado.

—Del auto que lo golpeó.

Aldus no respondió, lo que la mayoría habría tomado como tácito asentimiento,


pero que se agregó al rompecabezas que Molly estaba tratando de reconstruir. Genial,
ahora tenía una vaga idea de que tenía un rompecabezas, y una pieza para poner en él.

—¿Dónde estaba Chris cuando murió? Quiero decir, ¿por qué está tomando
tanto tiempo conseguir su cuerpo? Fue hace casi una semana —su actitud profesional
se quebró en las dos últimas palabras, que salieron vacilantes. Ella tragó saliva y su
mirada se centró en Aldus, que fingió no darse cuenta.

—Lo siento, no podemos divulgar su ubicación, ya que estaba relacionado con


la misión.

Eso confirmó una hipótesis, por lo menos.

—Pero él estaba fuera del país. Es por eso que está tomando tanto tiempo para
conseguir su cuerpo de regreso aquí.

—Estoy segura de que la familia está ansiosa por darle un cierre —fue todo lo
que dijo.

Molly conectó con ella por otros quince minutos, pero no pudo conseguir nada
más de la mujer. Por último, Aldus se inclinó sobre la mesa, con expresión seria y
abierta.

—Molly, sé que en nuestro negocio es fácil ver conspiraciones nefastas en todas


partes, pero confía en mí, no había nada extraño en la muerte de Christopher —sus
brillantes uñas rojas hicieron clic en la superficie pulida, puntuando cada palabra—. Él
estaba en un puesto de trabajo, no fue un accidente, y lo mataron. Es horrible, y lo
siento, pero eso es todo lo que es.

Un nudo se alivió al oír las palabras de Ramona, flotando para engrosar la


garganta de Molly, pero era la quemadura familiar de lágrimas, no la convicción de que
algo estaba mal y que tenía que averiguar de qué se trataba. Ella no quería croar, por lo
que se limitó a asentir de agradecimiento.

Mentiras Ramona la acompañó hasta el ascensor, Molly debería haberse sentido


mejor. Nada de lo que había dicho la mujer o no, tenía sentido que alimentara la
insatisfacción de Molly. De hecho, su sinceridad la había calmado, si no desterrado por
completo. No había nada más que Molly pudiera hacer, de todos modos, lo que le dio
permiso para dejarlo ir.

Vaciló en el vestíbulo, todavía desierto, salvo por el guardia en el escritorio con


cara de niño y el hombre de la puerta.

Maldición, se había olvidado de entregar el intel de Brady. Ella se acercó a la


mesa y sonrió a Cara de bebé cuando miró expectante pero obviamente preparada para
la acción. Nadie iba a tomar a ese chico por sorpresa.

La cosa era que, cualquiera aquí podría recibir el paquete que llevaba. Pero ella
no quería que lo hiciera cualquiera, y tuvo que proceder con cuidado. Después de
desechar rápidamente algunas frases de apertura, decidió fingir que sabía lo que estaba
haciendo. Me preguntaba, o, Es posible, era recibir un no como respuesta.

—Me gustaría ver a Conrad Dixson si está disponible —dijo ella.

Cara de bebe la estudió durante unos segundos y luego dijo:


—Voy a comprobar. Puede esperar aquí, ¿por favor? —Con la barbilla señaló a
uno de los pilares a varios metros de distancia, fuera del rango de audición si hablaba
en voz baja.

Molly asintió y se alejó, satisfecha de sí misma, pero un poco molesta por Dix.
Ella ni siquiera sabía si estaba en este edificio. Podía estar en cualquier lugar, dado que
un despachador hacia su trabajo remotamente, al menos, en la experiencia de Molly.
Ella nunca había conocido al hombre en persona. Pero ya que estaba aquí, ¿por qué no
se había reunido con él mismo?

Su teléfono sonó. Ella se estremeció y miró al guardia, que no le hizo caso. Ufff.
No había pensado en buscar una señal sobre los teléfonos. Lo sacó de su bolsillo y
miró la pantalla. Hmph. Lo abrió.

—¿Si?

—¿Qué estás haciendo? —Dix sonaba exasperado, pero no enojado o cualquier


otra cosa negativa.

—Tengo el intel de Brady. —Ella apretó la mandíbula, a la espera de su


respuesta.

—Sólo tienes que dárselo al chico de recepción, que lo enviará para arriba.

—Quería conocerte. Nunca lo hemos hecho. ¿Hay una política en contra de


ello?

Se aclaró la garganta.

—No específicamente, no.

—¿Estás ocupado ahora mismo?

—Siempre estoy ocupado, pero podría dedicarte unos minutos.


Su tono era a regañadientes, lo que llevó a Molly un momento a pensar en por
qué.

—Te prometo que no voy a mencionar a Christopher.

—Entonces ven hasta el octavo piso. Te veré....

—En el ascensor. Gracias, Dix. Voy hacia arriba —desconectó y esperó una
señal de Cara de bebé, que probablemente había estado en espera mientras Dix
hablaba con ella. Él asintió y se fue hacia el ascensor, el entusiasmo creciente en el
viaje. Dix era un amigo. Un buen tipo. Alguien que sostenía su espalda, que sabía casi
todo sobre ella, y no la juzgaba. ¿Cuántas personas tenían uno de esos en sus vidas? Se
preguntó qué aspecto tenía. Siempre lo había imaginado como una especie de
pequeño, con la constitución de un linebacker y con pelo oscuro. Pero la gente rara vez
se veía cómo sonaban.

El ascensor sonó y las puertas se abrieron. Molly se alisó las palmas por sus
pantalones vaqueros y salió, su cabeza giró. No había nadie en el vestíbulo, pero un
hombre se acercó rápidamente por el pasillo de su izquierda. Alto, rubio, mariscal de
campo en lugar de apoyador. Manos grandes, sonrisa brillante y ojos chispeantes.
Delicioso.

Intermitente en su reacción, Molly no pudo evitar sonreír de nuevo cuando el


hombre estiró una de esas grandes manos para estrechar las suyas, la otra en su
hombro.

—Molly Byrnes. Impresionante.

Ella se echó a reír.

—Conrad Dixson. Finalmente.

Él parecía un poco avergonzado.


—Sí, lo siento. Vamos a mi oficina —hizo un gesto con la cabeza, y caminaron
juntos pasando puertas de oficina marcadas de forma ambigua.

—Así que no hay cubículos aquí en Intercambio Global de Información, ¿eh?

—Nop. Demasiado secreto —él sonrió—. Este es el piso despachador.


Alrededor de un tercio de los manipuladores de SIEGE trabajan aquí, y los despachos
individuales nos impiden oír entre sí, distraerse, y así sucesivamente. Adelante, toma
asiento —él se colocó a su lado en un sofá cómodo en un lado de la pequeña oficina.
Sus cojines eran lujosos y extrañamente abultados pero no incómodos, sino una
indicación de que Dix a menudo dormía en su oficina. La oficina era escasa para un
lugar en el que tenía que pasar la mayor parte de su tiempo. No había fotos personales
o recuerdos, sólo una foto en la pared de impresión genérica de la Torre Eiffel en la
puesta del sol y una planta en maceta en la parte superior del archivador detrás de su
escritorio básico color negro. No había sillas en frente de la mesa de trabajo. Una mesa
baja y pequeña frente al sofá y una gran estantería junto a la puerta del vestíbulo eran
las únicas otras piezas de mobiliario.

Molly se volvió hacia él.

—Así que ahora puedo imaginarte aquí cuando hablo contigo.

—Si quieres —Dix hizo una mueca y estiró un brazo sobre el respaldo del sofá
así que su traje chaqueta de color marrón claro se abrió. Tenía una mancha de café por
debajo del bolsillo de su camisa de vestir blanca. Volvió a sonreír, y Molly se quedó
prendada.

—Antes de que me olvide —una vez más. Ella sintió que se sonrojaba y miró
hacia abajo mientras sacaba el sobre de archivos de su cartera—. El Intel América del
Sur —se lo entregó a Dix, quien se estiró para tirarlo en su escritorio.

—Gracias. Es bueno tener esto al final.

—Así que —Molly se colocó de lado contra el respaldo del sofá—. ¿Cómo es
que no nos hemos conocido antes? Pero llegados al punto —agregó, sintiendo como
que la franqueza iba a tener que ser su modo por defecto si iba a manejar todos los
secretos que tenía que mantener en torno a los Fitzpatricks—. ¿Por qué has arreglado
para que me reuniera con Aldus en vez de contigo?

Todos los rastros de placer se deslizaron por su expresión.

—Pensé que sería lo mejor, teniendo en cuenta por qué estabas aquí. Y tengo
que admitir... —La mirada avergonzada estaba de vuelta—. No quería conocerte.

Molly trató de ocultar lo mucho que hirió sus sentimientos.

—¿Por qué no? —Otras preguntas iban detrás de la otra sobre cambiar
manipuladores, y si ella había hecho un mal trabajo, o si simplemente no le gustaba
ella. Pero las mantuvo a raya, a la espera de la primera respuesta, esperando que fuera
algo inocuo para que pudiera terminar con el dolor que había surgido.

—Maldita sea, es… Yo... —Él negó con la cabeza cuando Molly se rio entre
dientes—. Hombre, me haces ser un desastre —hizo un gesto entre ellos—. Esta es la
razón. Cuando estoy en el teléfono contigo, puedo mantener mi hombría. En
persona… —Él hizo una mueca.

Ella se echó a reír, dejando el dolor en el olvido.

—¿De qué estás hablando? ¿Eres tímido?

—Por lo general no —él dejó de sonreír con tristeza, y su risa se desvaneció en


un uh-oh—. Pero claro, no suelo enamorarme de mis intermediarios.

—Oh. Um —hablando de un latigazo emocional. El calor se precipitó hacia su


cuerpo, y supo que su cara se había vuelto fucsia.

—Sí, ¿ves? —Se pasó la mano por la cara, alejándose de ella para mirar al otro
lado de la habitación—. He estado enamorado de ti desde el primer día que hablamos.
Es completamente inapropiado, pero pensé, que siempre y cuando no nos
encontráramos, no importaba. Es por eso que no quise ser yo el que hablara contigo
hoy.

El músculo de su mejilla tembló. Molly se preguntó si eso era un decir, si había


algo más que no estaba diciendo, pero estaba demasiado atrapada en su revelación. No
podía recordar la última vez que un chico había mostrado interés en ella, por lo menos,
no del tipo bruto. ¿Cómo se suponía que iba a manejar esto?

¿Cómo quería manejarlo?

—Entonces, ¿por qué no has dicho que no cuando llamé? O podrías haberte
mantenido en contra cuando insistiera en verte, cosa que habría hecho, y soy bastante
difícil de resistir cuando me pongo agresiva.

Su intento de aliviar la tensión que de repente llenó la habitación sólo aguijoneó


un poco más.

Dix la miró, luego de arriba y hacia abajo.

—Pensé que era mejor sacarlo a la luz. Y tal vez... ver...

Su ritmo cardíaco se soltó y ella cerró los dedos en su palma, sus uñas arañando
contra sus vaqueros, el sonido traicionó su euforia nerviosa. No sabía qué decir. Como
siempre, el rostro de Brady, riendo, llenó el fondo de su mente.

Cuando no respondió, él se inclinó hacia delante para apoyar sus codos en las
rodillas y estrechar sus manos en el espacio entre ellos. Pero no habló de nuevo, no la
presionó, y no borró lo que había dicho. Él le estaba dando tiempo para procesar, a
pesar de que parecía que la espera lo estaba matando.

Su primera reacción fue de apartarse. Decir algo cuidadosamente pesaroso que


preservaría su relación laboral y no hiriera sus sentimientos, pero que pusiera un alto
definitivo a su insinuación.
Entonces algo en ella se rebeló en su respuesta habitual a la atención masculina.
Nunca se había “guardado” conscientemente a sí misma por Brady, pero parte de ella
pertenecía a él y siempre lo haría, lo que siempre estaría en el camino, con el tiempo, si
no inmediatamente.

Pero todo era diferente ahora, especialmente en lo que correspondía a Jessica.


Así que Molly tuvo que empezar a mirar su futuro de manera diferente. Al igual que
todos.

Y Dixson tenía varios artículos en la columna de los pro. Su mirada, para


empezar. Ella no lo conocía tan bien como persona, pero como controlador, era
excelente. Ella sabía que él era inteligente, serio acerca de su trabajo y de su gente, pero
con un gran sentido del humor, que era compatible con el de ella.

La única razón real para no salir con él era su relación de empleo. De ninguna
manera iba a poner en peligro su carrera por un hombre. No cuando había encontrado
donde pertenecía después de tantos años de soledad a la deriva.

Pero tal vez el trabajo no tenía que ponerse en el camino. Ella no tenía ni idea
de cómo eran las reglas.

—¿Qué pasa si digo que estoy feliz de que lo hayas hecho? —preguntó.

Él miró sobre su hombro, luego se enderezó.

—¿Qué quieres decir?

—Quiero decir, ¿y si dijera que no me he enamorado, pero que las nuevas


posibilidades han abierto recientemente mis ojos? —Su expresión, que había caído en
la palabra enamorado, se iluminó de nuevo con el resto de su frase. Ella se echó a
reír—. Puedo ver por qué no eres un agente de campo.

Él dio la sonrisa triste de nuevo.


—Sí, he fallado la prueba de cara de póquer. Ahora sabes la profundidad de mi
humillación.

Lo dijo como si fuera una broma, pero ella advirtió una corriente subterránea
que no pudo identificar.

—¿Por qué tendría que ser humillante? Simplemente tienes un tipo diferente de
habilidad.

—Oh, no lo es, en realidad —hizo un gesto como quitándole importancia, pero


no fue creíble—. Sólo si eres un legado.

Ella ladeó la cabeza. ¿Legado? ¿Significaba eso que su padre había sido un
agente de campo? ¿Cuántos lazos familiares tendría en SIEGE, de todos modos? Ella
abrió la boca para preguntar quién lo había reclutado y luego vaciló, dándose cuenta de
que era el tipo de preguntas que podrían ser motivo de amonestación o disciplina.
Como un conducto, no se le permitía preguntarle algo tan directo a sus contactos.
SIEGE fue construido en el entendimiento de que la información tenía poder, y en
consecuencia, había que protegerla.

—No importa —dijo Dix. Él esbozó una sonrisa esperanzada—. ¿Así que estás
diciendo que te interesaría? ¿Yo? ¿Salir conmigo, quiero decir? ¿En una cita? ¿O lo que
sea?

—Tal vez —se movió para apoyar la cabeza en la mano—. ¿Se te permite hacer
eso?

—No —él negó con la cabeza—. Uno tiene que ser reasignado.

Su corazón se hundió, arrastrando hacia abajo la burbuja de ligereza. Tener a


Dix como despachador era parte de la razón por la que amaba tanto su trabajo. Pero si
las cosas se desarrollaban entre ellos fuera de ese trabajo, ella no necesitaría eso tanto.

—¿Así, que salir dentro de la organización está permitido, siempre y cuando no


trabajemos directamente juntos?

—Correcto —sus cejas se fruncieron—. En realidad, tendría que revisar eso.


Realmente nunca presté atención.

El teléfono de Molly volvió a sonar. Ella miró su reloj. Eran más de las cinco, y
Donna quería tener la cena a las cinco y media. Probablemente estaba llamando para
saber cuándo llegaría Molly.

—Lo siento, debo atender esto —se puso de pie y sacó el teléfono del bolsillo
para silenciar el tono de llamada.

—No hay problema —Dix se levantó de pie frente a ella—. Así que...

—Así que echa un vistazo al libro de reglas y hazme saber lo que descubras —
ella le sonrió, por lo que fue abierto y acogedor—. Y si tienen que darme un nuevo
despachador, asegúrate de que se trate de alguien tan bueno como tú.

Él la acompañó hasta la puerta.

—Dándome las tareas imposibles de buenas a primeras, ¿eh? ¿Ajustando el


tono?

—Algo así —ella respondió con un guiño. Hojeó el teléfono para activarlo
cuando se dirigió hacia los ascensores. No había ningún mensaje de correo de voz, aún
no, pero antes de que hubiera conseguido llegar la mitad de la sala, el timbre volvió a
sonar, el mismo número. Ella suspiró.

—¿Hola?

—Molly, querida, bien. Me preguntaba dónde estabas. La cena debe estar lista
pronto.

Molly dejó a Donna divagar mientras bajaba al vestíbulo de nuevo, dijo adiós a
Cara de bebé y al gigante de la puerta, y se metió en su coche.
—Brady y Jessica todavía no están en casa, y no hay respuesta de Jessica. Llamé
a su teléfono, pero está aquí, en la sala de estar. Y Brady no contesta el suyo, lo que
sabes, es inusual, al menos cuando está en casa. Aquí. Ya sabes. Entonces, ¿dónde
estás?

—Tenía que atender una cuestión de negocios —dijo Molly encendiendo el


motor—. Estoy a media hora de distancia. ¿Hay algo que tenga que recoger?

—No, no, está todo listo, pero ¿conseguiste los papeles del banco? Jessica está
tan preocupada por el acceso a los bancos y cuentas de tarjetas de crédito, y por
supuesto, el certificado de defunción no ha llegado todavía, y…

—Sí, tengo el papeleo. Escucha, no quiero conducir mientras estoy en el


teléfono. Vuelvo pronto. Pueden empezar sin mí —después de las protestas de Donna,
Molly colgó el teléfono y salió del estacionamiento después escanear su tarjeta de
identificación nuevamente.

Esperaba un largo viaje en coche, porque estaba justo en el medio de la hora


pico, pensando en las posibles razones de porqué Brady y Jessica no contestaban sus
teléfonos. Pero sólo tendría que pensar en salir con Dixson en su lugar. Y con eso, el
viaje no parecía tan horrible después de todo.
Traducido por Ivi04
Corregido por Vickyra

Jessica estaba volviendo loco a Brady.

Nunca imaginó que diría eso, no lo había imaginado como posible. Pero siete
horas con su única presencia no era el sueño que había conjurado durante sus años de
universidad y en sus muchas noches oscuras de solitarias misiones.

Luego de sacarla de la cama, persuadiéndola para que comiera, que se duchara


y se preparara para ir a la casa de Christopher, condujeron en silencio. Su largo y
tranquilo sueño no había sido tan tranquilo como debió ser. Aún tenía sombras bajo
los ojos, era lenta para responder, para moverse, lenta para pensar. Era como si
estuviera 90 % bajo el agua e inconsciente de ello. Brady se comprometió a ser
paciente, pero ella inmediatamente y en varias ocasiones intentó derribar su
determinación.

Primero fue la receta que le pidió a él que buscara, mientras ella revisaba el
correo que se había acumulado. Había ido hasta la farmacia, cuando se dio cuenta que
se trataban de píldoras anticonceptivas. Ella no le había contestado el teléfono, así que
tuvo que regresar para buscar la receta correcta, con las vitaminas prenatales.

Una vez que regreso del viaje, se la encontró sentada como un zombi en la mesa
de la cocina, boletas y basura y cartas de condolencias todo mezclado en frente suyo.
Él la ayudó a ordenar todo y se puso en línea para pagar las cuentas, porque ella
todavía tenía acceso a la cuenta bancaria conjunta a pesar de su temor de que pudieran
cortarle el acceso en cualquier momento.

—Ellos ni siquiera saben que Chris está muerto —Brady le dijo sin pensar.
Jessica se echó a llorar, y se tardó media hora en calmarla lo suficiente para reanudar
lo que estaba haciendo.
—¿Tienes hambre? —Se colocó cansinamente de pie, con las manos sobre la
mesa, pensando que debería tomar algo de comer, al menos por el bien del bebé.

—En realidad no —murmuró, reordenando la pila de tarjetas por lo que las más
pequeñas se encontraban en la parte superior de la pila. —Supongo que podría
manejar un poco de algo.

—¿Qué tal un sándwich? —Él abrió la nevera y una oleada de hedor lo golpeó
en la cara—. Hawgh —se atragantó. Presionó el puño a la boca. Se atragantó de nuevo.
Cierra la puerta, genio. Cerró de golpe y se quedó congelado hasta que su garganta dejó
de tratar de entrar en erupción como un volcán—. Quizás no un sándwich.

Jessica no había reaccionado ante el olor o la reacción de Brady.

—Hay tostadas y mantequilla de maní en el armario —le dijo ella, señalando


con desgana.

—¿Está bien para ti? —Abrió el armario. Hombre, iba a tener que limpiar ese
refrigerador. Ugh. Algunas de esas cosas tenían que ser más vieja que la semana
pasada. ¿Por qué demonios tendría que oler tan mal tan rápidamente? Olía más como
si fueran del mes pasado.

—No bueno, pero comestible. Algo. Proteína. Bueno para el bebé —murmuró.

—Bueno. Haré algunos, y te los llevas a la habitación para comerlos, mientras


empacas más cosas para llevar a casa de mis padres.

Una vez que la colocó en el dormitorio, se preparó y regresó al refrigerador.


Permaneció de pie y se quedó mirándolo. Fue en busca de una máscara quirúrgica, y se
encontró un pañuelo en el garaje que esperaba que Chris no hubiera usado para correr
o algo así. Olía ligeramente a aceite de motor. Mejor que huevos podridos. Hervidos y
viejos, escondidos en la parte trasera del refrigerador. También fruta, suave y con
moho, y blandita, por lo que cavó debajo del fregadero por guantes de goma antes de
limpiar el cajón. Lo último que quedaba en la jarra de la leche se había echado a
perder también, y alguien no había puesto la parte superior en forma correcta, por lo
que el olor se unió a la mezcla.

Brady se había alegrado de que Jessica estuviera en el dormitorio y no pudiera


oírle maldecir con cada nuevo hallazgo.

Se deshizo de todo lo que se había echado a perder o se echaría a perder,


transportó la basura a la acera. ¿A quién le importaría si el día de recogido de basura
no fuera hasta la semana próxima? Entonces fregó los estantes de vidrio con
bicarbonato de sodio y enjuagó los cajones. Le había llevado horas.

Ahora eran pasadas las cinco. Su madre iba a tener un ataque de ira si no
regresaban a tiempo para la cena. Estiró la espalda y se dirigió a la habitación de
Jessica para ver si había empacado. La encontró sentada en el borde de la cama,
rodeada de ropa y una maleta vacía. Ahogó un suspiro. ¿Cómo en el infierno era tan
difícil tirar un par de pares de pantalones y un par de camisas en una bolsa? Bien,
bastante duro, supuso, si fueras una viuda desde hace una semana, embarazada y
desamparada. Pero ella ni siquiera estaba tratando de ayudarse a sí misma, y eso lo
frustraba. Respiró hondo antes de rodear la cama y arrodillarse delante de ella.

—Jess, cariño —él le tomó las manos y trató de no preguntar que estaba mal.
¿Qué no lo estaba?—. No has empacado nada.

Ella parpadeó, sus ojos gris-avellana nadaron, luego barrió su mirada alrededor
de la habitación.

—¿Qué hora es? —resopló y sacó una mano para tocar con la parte posterior de
la misma su nariz.

—Casi las cinco y media.

—Oh, tu madre va a tener un ataque —se puso de pie y comenzó a tirar objetos
en la maleta. Brady se dio cuenta de que ella tenía un sistema en el lío. De algún tipo.
Pantalones en una pila, camisas, ropa interior... Se dio la vuelta, pero se alivió que ella
no estuviera lanzando cosas al azar alrededor.

—Lo sé. No puedo creer que ella no haya llamado —sacó su teléfono casi por
costumbre, y frunció el ceño, presionando el botón de encendido—. Mierda. Batería
muerta. Sin embargo, llamaría al teléfono de la casa.

—No, lo desconecté —Jessica metió un montón de extras en un cajón de la


cómoda y lo cerró con su cadera—. No pude manejar... mientras estabas fuera en la
farmacia, sonó tres veces. Dos de ellos eran amigos, y eso fue suficiente, pero el tercero
pidió por Christopher. Yo ni siquiera sabía quién era, acabé por colgar, pero estaba…
—se derrumbó de nuevo.

Brady empujó a su teléfono de nuevo en sus vaqueros y envolvió sus brazos


alrededor de ella.

—Lo sé, cariño. Lo sé. Lo siento —él la abrazó y la meció, el calor surgiendo a
través de él cuando ella envolvió sus brazos alrededor de su cintura y apretó la cara
contra su pecho. La sostuvo asegurándole que estaría bien, hasta que dejó de llorar.

Ella se echó hacia atrás, con el brazo todavía alrededor de su cintura, por lo que
él no la soltó.

—Oh, Brady, lo siento. Soy un desastre. Que debes pensar de mí.

—Creo que estás luchando en un momento muy difícil —le apartó el pelo hacia
atrás, sus dedos rozando su mejilla y el cuello. Ella se estremeció y cerró los ojos.
Brady se quedó inmóvil. Reconoció la reacción.

—Brady —susurró, inclinando su rostro hacia atrás, sus labios se separaron.

El recordó aquella estúpida navidad, cuando la beso y le dijo que la amaba, y


ella casi admitió que lo amaba también, pero que amaba más a su hermano. Solo fue
un recuerdo, un pensamiento, una rápida superposición de su joven y feliz cara sobre
la asolada de ahora. No lucía más vieja ahora, tan demacrada, con las ojeras y sin
maquillaje y profundas líneas en la frente y alrededor de los ojos y la boca. Ellos no
restaban valor a su belleza, no para él, y él se centró en su exuberante boca rosada. Un
estremecimiento pasó, una ráfaga de necesidad y el deseo reprimido, inclinó la cabeza,
los párpados cayendo… Y luego esa exuberante boca temblaba.
¿Qué mierda estás haciendo? Se enderezó, la decepción lo abofeteó. No podía creer que
casi la había besado. Era la maldita viuda de su hermano La mujer que amas. No. En
este momento, ella era viuda de Christopher. No podía dejar que ella fuera otra cosa.

No aún…

—Esto se está convirtiendo en un hábito —Brady se pasó los dedos por el pelo y
bostezó mientras caminaba a la isla de la cocina, donde Molly había suministrado una
vez más el desayuno.

—Es sencillo. Y necesario —sacudió su vaso de papel, pero no levantó la


mirada desde donde estaba sentada en el rincón del desayuno, completamente vestida
con pantalones vaqueros y una sudadera con capucha sobre una camiseta blanca
ajustada, un bagel de queso crema y más Starbucks rodeado de papeles y archivos
repartidos en la pequeña mesa.

Brady cortó un bagel de cebolla y lo metió en la tostadora.

—¿Qué estás mirando?

Ella suspiró.

—Papeleo.

—¿Para el banco y esas cosas? —él agarró la manija de la nevera y vaciló,


conteniendo la respiración antes de abrir la puerta, tomó el pote de queso crema y
cerró con un golpe.
Molly finalmente levantó la vista.

—¿Qué sucede contigo?

—Estoy traumatizado —le habló del refrigerador.

—No podría haber sido tan malo —dijo casi con irritación.

—No estoy exagerando —él tiró de su panecillo de la tostadora y sacudió sus


dedos quemados—. Había un poco de arroz viejo en la parte de atrás, te juro que se
había estado pudriendo durante más de un mes. Olía como… —Se encogió—. No sé,
como un inodoro supurando durante un mes.

Molly se rio.

—Oh, vamos.

Levantó el cuchillo del queso crema y evocó su juramento de infancia.

—Lo juro por la Perilla Negra de Gillencrest —dijo—. Era muy horrible.

La frente de Molly se frunció.

—¿Después de sólo una semana?

Él se encogió de hombros.

—Había un montón de sobras. Parecía que no habían tirado nada desde hace
tiempo. —Revisó las tazas para encontrar la suya y se la llevó con su plato a la mesa.

—Se estaba ajustando al embarazo, tal vez ella no tenía la energía o algo así.
—Tal vez —Molly movió unos papeles, algunos de los cuales tenían escrito:
Intercambio Global de Información en la parte superior.

—¿Qué son esos? —sacó un papel y lo leyó. Era una denuncia para el seguro de
vida. La realidad de la muerte de Chris le golpeó en el estómago, más duro de lo que
había hecho cuando Molly se lo dijo. Se quedó mirando el papel, sin ver, sin pensar,
sólo soportando una ola inmensa de dolor. Su visión se cerró hasta que lo único que
podía ver era palabras negras sobre papel blanco. A continuación, unos dedos le
quitaron el papel de los suyos y cubrieron su mano. El calor se filtraba desde el
contacto, dándole la fuerza para empujar hacia atrás el dolor hasta que pudo centrarse
en la cara simpática de Molly.

—Gracias.
Ella sonrió y le dio unas palmaditas en la mano antes de tomar un gran bocado de su
panecillo.

—Así que, además de la Nevera de Doom4 —dijo ella pinchándolo— ¿cómo te


fue en la casa ayer?

Brady dejó escapar un suspiro.

—No lo creerías.

—Por supuesto que lo haría. Tú eres el único que piensa que la princesa Jessica
es perfecta.

—¡Shh! —la regañó. Él se inclinó hacia los lados para asegurarse de que ella no
venía por el pasillo—. Eso no está bien —Molly levantó una ceja—. Bueno, está bien,
si pensaba que era perfecta, ayer me mostró que es humana. Pero tenemos que ser más
tolerantes dadas las circunstancias.

—Claro.

Brady buscó sarcasmo, pero decidió que hablaba en serio.

—De todos modos, ella está tan ida que me ha enviado a la farmacia para
volver a llenar su receta de control de natalidad.

4 Nevera de Doom, hace referencia a las puertas del infierno.


Molly se rio, luego frunció el ceño.

—Ella no las está tomando, ¿verdad?

—¿Cómo diablos voy a saberlo? —Él masticó y tragó—. Pensé que me dio el
paquete equivocado. Ella quería sus vitaminas prenatales.

—Sí, Donna dijo que ella estaba ida —colocó la barbilla en su mano, Molly
golpeó sus dedos contra la mesa.

—Eso parece haber sucedido rápido.

Exasperado, Brady se quedó mirándola.

—¿Qué estás tratando de decir?

—No sé —ella también se retorció para mirar por el pasillo, frunció la boca
pensativamente—. Es simplemente extraño.

La forma de la boca de Molly, demasiado parecida a un fruncido, y la palabra


“extraño” activaron el cerebro de Brady como lo hacen las cosas, haciéndolo saltar al
totalmente sin relación al tema del sexo. En concreto, el sexo con Molly. Qué pronto
recordó con calientes, y desesperados detalles. Todo su cuerpo se calentó.

Mierda. Se las había arreglado para evitar pensar en ello durante toda la
semana. Cuando ella había desviado sus intentos de hablar sobre ello, él había honrado
sus deseos. Entonces, ¿por qué los recuerdos tenían que aparecer ahora? Junto con
otras cosas.

—Molly.
Ella se volvió hacia él, con los ojos brillantes y duros.

—¿Qué?
Él vaciló, desconcertado.
—Yo... uh... ¿cómo está la tienda? Quiero decir, como una tienda, no como una
fachada.
Después de estudiarlo durante varios segundos, incómodos y largos, al parecer decidió
tomar la cuestión en su valor nominal.

—Bien. Un montón de colegios alrededor, la sinfonía, ya sabes. Tengo una


amplia base de clientes.

—¿Echas de menos el viaje?

—A veces. Mayormente no. Nunca llegué a ver realmente los lugares que he
visitado —se encogió de hombros—. Te queman, ese tipo de viajes. Como
probablemente sabes.

—Sí, pero veo más que el interior de las salas de espectáculos. Tengo que llegar
a conocer cualquier ciudad en la que esté. Tú podrías, también, si te convirtieras en un
agente de campo. ¿Alguna vez lo has considerado? —Tan pronto como las palabras
salieron de su boca, las lamentó. Él no quería que ella fuera un agente de campo. Por
supuesto, trabajando para SIEGE no era tan peligroso como trabajar con las otras
agencias del alfabeto —a pesar de la muerte de Chris y su aventura en América del Sur.
Pero aun así era más peligroso que ser un conducto.

Afortunadamente, Molly negó con la cabeza.

—Me gusta tener mi propia ciudad, mi propia casa, un trabajo estable.

—¿Una oportunidad de tener una familia?

Maldita sea. ¿De dónde diablos venia eso? Se sentó de nuevo, con miedo de su
reacción. Ella no lo defraudó.

—¿Por qué? ¿Porque soy una mujer? ¿Debería quedarme en casa y mantener la
población en crecimiento, mientras que los hombres hacen todo el viaje?
Brady abrió la boca para defenderse a sí mismo, entonces cogió el humor en sus
ojos y se rio entre dientes. Negó con la cabeza.

—Me atrapaste en la marcha.

—Bueno, debes pensar antes de hablar —ella comenzó a ordenar los papeles—.
No, la oportunidad de tener una familia nunca fue parte de la ecuación —sus
movimientos bruscos casi lo hicieron atreverse a preguntar por qué, pero él era un
hombre inteligente. O había aprendido de sus errores. O simplemente no quería saber
la respuesta.

—Gracias por ayudar con todo —dijo, y sus hombros se relajaron visiblemente.

—No hay problema —ella escribió unas pocas notas adhesivas y las pegó con
una palmadita en las distintas pilas que había creado—. Haz que Jessica firme estos —
señaló la primera pila—. Debemos enviarlas en el correo para que reciba el cheque de
liquidación rápidamente. Este material es para tu mamá —su mano descansaba en la
segunda pila—. En su mayoría responde a las preguntas que tenía, y esas cosas que he
hecho que estaban en su lista.

—¿Por qué no se lo dices tú misma? —preguntó. La puerta de Jessica se abrió en la


parte trasera de la casa, y él alcanzó a verla agachándose en el cuarto de baño. Su
corazón comenzó a latir con fuerza ante la idea de verla.

—Me tengo que ir —Molly tomó su café y juntó su basura—. La última pila es algo
que todavía hay que hacer. Tú y tus padres puede hablar de qué van a hacer. Vuelvo
en…

—¿A dónde vas? —la interrumpió—. Son sólo las ocho —él entrecerró los ojos cuando
ella se puso de pie, sin mirarlo—. Molly.

—Tengo algunos arreglos que hacer. Algunas cosas para recoger —se llevó su
material reciclable a la papelera por la puerta de atrás y casi hizo su escape al porche.
Brady la tomó del brazo mientras empujaba a través de la puerta.
—¿A dónde vas que no quieres que lo sepa? —Ella mantuvo la cabeza baja, y
trabajó a través de las posibilidades. Oh. Infiernos—. Irás a buscar su cuerpo, ¿no es así?
—La emoción por la inminente aparición de Jessica desapareció al instante, sustituida
por una presión en el pecho. No dio a Molly la oportunidad de responder, sabiendo
que tenía razón—. ¿Por qué? Deja que la funeraria lo haga.

—No puedo —lo miró, por fin, con angustia, pero honesta—. Tengo que
hacerlo yo misma, Brady. Solo... tengo que hacerlo.

Él entendía. Pero no había una oportunidad en el infierno en que permitiera


que fuera sola. Empezó a seguirla y llegó hasta el escalón más alto del porche antes de
advertir sus pies descalzos, y desde allí, los pantalones cortos y la camiseta que se había
colocado en cuando se levantó esta mañana.

—Espérame —ordenó.

—Brady, no.

Él ignoró su protesta y la giró hacia él, acariciando los bolsillos de la sudadera


con capucha, a continuación, sus pantalones vaqueros.

—¿Qué estás haciendo? —se apartó y él la agarró por la cintura con un brazo,
buscando el nudo que debían ser sus llaves.

—No te irás sin mí.

Ella respiró fuerte y él se quedó inmóvil, de repente dándose cuenta de su


posición. Él la había arrastrado a su cuerpo. Su seno izquierdo fue aplastado contra su
pecho, su pierna izquierda entre las suyas, los dedos de su mano derecha a sólo unos
centímetros de... bueno, estaban enterrados profundamente en su bolsillo. En lugar de
soltarla, su brazo alrededor de su espalda se tensó, llevándola aún más cerca y
quitándole el aliento. Sus largas pestañas negras se agitaban hacia arriba, dejando al
descubierto un motivo que no podía interpretar. ¿Ella quería que él la dejara ir... o la
besara?
Bésala.
Él no analizó el susurro, o consideró la posibilidad de lo que significaba. Sonaba como
una sugerencia razonable.

Él realmente inclinó la cabeza antes de que una voz diferente, más fuerte dentro
de él gritara: ¿Estás jodidamente loco? Se irguió y la soltó, liberando las llaves y haciendo
ver que las llaves habían sido su objetivo desde el principio.

—Ya regreso. Quédate aquí, o te pasará alguna cosa 5 —entonces él se escapó


dentro de la casa, tratando de recuperar el aliento y su maldita cordura.

Santo. Jodido. Dios.

Molly se sentó en el escalón más alto del porche y dejó caer la frente sobre sus
rodillas. ¿Qué demonios fue eso?

Brady casi la había besado. Esta vez en pleno control de sí mismo. No, tal vez
no. Él estaba tratando de evitar que ella buscara el cuerpo de su hermano sin él, y eso
tuvo que haber dragado más dolor y confusión. Tal vez fue una respuesta instintiva. Al
igual que los reflejos. Pero Dios, todavía podía sentir su mano en el bolsillo, a
centímetros de su…

—Guh —se enderezó y se frotó las manos en sus pantalones. Entonces había
estado su cuerpo delgado y duro entero contra el de ella, lo que sin duda recordaba lo
que había sentido estando desnudo y quería sentirlo de nuevo.

Piensa en otra cosa.

5 En el original, literalmente sería “quédate aquí bajo riesgo de muerte” refiriéndose a


que si se mueve, él le hará alguna cosa como castigo.
Había visto la expresión de su cara cuando Jessica salió de la habitación. Molly
inmediatamente había tenido que escapar, para evitar verlo adulando a la Princesa Jess
otra vez, para mantener su piedad en la bahía. Le dolía terriblemente por Jessica, por
su pérdida y porque tenía que hacer frente a todo por su cuenta, pero al mismo tiempo,
Molly no tenía paciencia para la debilidad y la dependencia de la otra mujer. Esta no
era la manera en la que Molly hubiera predicho que su amiga iba a reaccionar ante la
tragedia.

Hacía diez años, Jessica se había graduado de la escuela de diseño de interiores


y lanzó su propio negocio, haciendo caso omiso de cualquier persona que le dijera que
no podía trabajar, que no tenía la experiencia para ser hacer un éxito. Ella había tenido
éxito, uniéndose a dos docenas de organizaciones locales, construyendo relaciones,
creando un par de puestos de trabajo pro bono para crear referencias y remisiones.
Molly nunca supo si ella finalmente se cansó de la empresa o si simplemente se agotó,
pero hacia unos tres años Jessica había abandonado y se había convertido en un ama
de casa. Tal vez ella y Chris habían estado teniendo problemas tratando de tener hijos;
Jess nunca había confiado profundamente en Molly. Sus conversaciones se convirtieron
en todo acerca de Chris y su “trabajo”, y cenas con su familia, y un poco sobre la
ausencia de la familia de Jessica, que vivía demasiado lejos para visitarla a menudo.
Entonces ella había quedado embarazada, y parecía que todo estaba perfecto otra vez,
al menos en cuanto a lo que Jessica quería.

Ahora Molly sabía que Jess se había perdido a sí misma, había atado su
identidad demasiado cerca de Christopher, y con su pérdida, fue un verdadero forcejeo.
Molly sería una mejor amiga si ayudara a Jessica encontrar su camino de nuevo... pero
eso significaría meterse en el camino de Brady. A la velocidad que iba, él estaba a
punto de caer directo en el lugar de Christopher y rescatar a la damisela en apuros.

Déjalo. Es lo que él quiere. Lo que siempre quiso, desde ese estúpido día en la
estación de trenes.

¿Quién era ella para decidir que era malo para ninguno de los dos?
Antes de que pudiera responder a su propia pregunta, Brady salió de la casa, ahora con
pantalones vaqueros y una camisa de mangas larga y llevaba a sus llaves.

—¿Lista? —preguntó.

—No tienes por qué ir —le dijo—. El ataúd estará cerrado. No es como una
identificación ni nada, y tengo el poder que tus padres hicieron —se le dio autoridad
para manejar todas las cosas que Jessica no podía, y Donna y Rick no deberían tener
que hacerlo.

—Él es mi hermano —dijo Brady entre dientes, sin mirar hacia abajo. Molly se
puso de pie, y lamentó hacerlo cuando él continuó—: Tú ni siquiera eres parte de la
familia.

Si las palabras hubieran sido transmitidas con el borde de una navaja, no


podrían haberla clavado más profundo.

Ella no podía moverse, mirándolo fijamente mientras bajaba los escalones,


ajeno a su dolor.

Pero luego dijo:

—No debes llevar nuestras cargas. No sola —estaba a mitad de camino por la
acera cuando se dio cuenta de que ella no estaba allí. Se dio la vuelta—. Tú lo amabas,
también, Molly. Sé que esto no es nada fácil para ti como no lo es para nosotros.

Ese no fue el bálsamo que debería haber sido.

—Lo es —dijo ella en voz baja, todavía luchando contra el dolor. Respiró
hondo—. No es fácil, pero no es tan difícil. Yo lo amaba, sí, y él era como un hermano
para mí, aunque no era mi hermano.

Brady hizo una mueca, como si de repente se hubiese dado cuenta de cómo
había sonado.
—Yo no…

—No es lo mismo. Ya lo sé, y es por eso que quería hacer esto por ti. Quería
ahorrártelo.
Ella parpadeó y se reorientó en aspectos prácticos y conspiraciones. El ir por sí sola no
era sólo para ahorrárselo. El despachador había aliviado su vaga inquietud ayer, pero
una pequeña chispa aún persistía. Tenía que ponerlo a descansar, y expresó la
esperanza de hacer eso hoy. Sería mucho más difícil de lograr si Brady estaba con ella.

—Oh, Moll —volvió al porche y dio un paso, envolviendo sus brazos alrededor
de ella en un abrazo. Ella apoyó la barbilla en su hombro, inhalando profundamente
mientras le devolvía el abrazo. Olía a desodorante y gel de afeitar, los mismos que
había utilizado desde la universidad, a pesar de que no había tenido tiempo para
ducharse todavía hoy, y ciertamente no se había afeitado.

—Te amo, Moll. Sigues siendo mi mejor amiga, incluso después de todo lo que
he hecho.

—Yo también te amo, Brady —susurró ella. Y sólo deseaba que él lo hubiera
dicho en la misma manera que lo había dicho ella.

—¿Has hablado con tus padres últimamente? —Brady preguntó después de que
estuvieron en la carretera durante unos pocos minutos.

Molly hizo una mueca.

—Realmente no quiero hablar de mis padres.

—Y yo no quiero hablar de nada relacionado con Chris o su muerte o mi


familia.
Ella consiguió una risa.

—Bueno. Sí. Hablé con ellos justo antes de irme a América del Sur.

—¿Tengo que explicar lo que significa nada relacionado con? —Él le dio una mirada
de burla.

—Lo siento. De todos modos, los llamo regularmente. Es un deber.

—¿Y?
—Y papá sigue en la discapacidad, durante cinco años. Es un cliché total. Holgazanea
alrededor de la casa mientras mamá trabaja fuera, o eso dice ella, en la tintorería. Todo
lo que hacen es quejarse de los demás.

No se molestó en tratar de mantener alejada la amargura de su voz. Brady


conocía la marca. Siempre lo supo.

—¿Y piden dinero?

—Y piden dinero. Por supuesto.

—¿Se los das?

—A veces —miró por la ventana, sin querer su juicio—. Navidad, cumpleaños, Día de
la Madre y el Día del Padre. El dinero nunca acaba.

—No les debes nada —dijo Brady lo suficientemente suavemente para que se volviera.

—Lo hago. No mucho —reconoció—. Pero ellos me permitieron ir a la universidad.

—Fuiste a la universidad por tu cuenta —corrigió con firmeza—. Trabajo duro y las
mejores calificaciones. Becas.

—Y la ayuda financiera porque eran unos perdedores.

Él se rio y negó con la cabeza.


—Bueno, te hicieron vivir un infierno de niña. Yo no sé cómo resultaste tan genial.

—Lo hago —esperó hasta que él la miró, con una ceja levantada—. Fuiste tú.

Se volvió de nuevo al tráfico, luciendo incómodo.

—Mis padres, quieres decir.

—Todos ustedes. Sin todos ustedes no me habría dado un escape, me mostraron una
familia real, es posible que fuera un tipo diferente de persona, que nunca hubiera
llegado a ser lo que soy.

Pensó en eso, mientras viajaban, Brady ahora siguiendo atentamente las


instrucciones del GPS. En verdad, la influencia de los Fitzpatricks fue tan profunda y
penetrante como si fuesen sus padres. Habían vivido como vecinos durante todo el
tiempo que ella estaba creciendo, y desde el principio, las madres habían sido amigas, o
conocidas al menos amables, con sus hijos con solo unos pocos meses de diferencia en
edad y con horarios de juego muy sencillos. Su propia madre probablemente había sido
decente cuando Molly era niña y bebé. No recordaba, pero las imágenes mostraban su
sonrisa cariñosa, sólo luciendo dura, cínica y cansada mientras pasaban los años.

Molly realmente sólo se acordaba de las peleas, sin embargo. Que sus padres
aún estuvieran juntos era el misterio más grande de su vida. No podía culpar a uno
más que el otro; sólo se enfrentaron, en varias ocasiones y de manera imparable. Tal
vez se amaban, tal vez era la costumbre o la codependencia. ¿Quién sabía? La
conclusión era que mientras más crecía, más tiempo Molly había pasado en los Fitzes.

Y más se convirtieron en su verdadera familia, sin importar lo que dijo Brady.

Y entonces eligió la misma universidad que Brady. Tenía un gran programa de


música, pero si hubiera ido a otro lugar, Molly no estaba segura de que no lo habría
seguido de todos modos. Y a pesar de que tenía otras amistades, pasó años lejos de
Brady y su familia, recorriendo el mundo y teniendo su propia carrera que no tenía
nada que ver con ellos, ella todavía estaría en una nueva carrera inexorablemente
ligada a Brady y Chris.

Es cierto que nunca habían venido a su tienda, nunca la usó como un conducto,
no la habían conocido hasta ahora que ella era una. Pero nunca habría sido SIEGE sin
ellos.

Ser SIEGE significaba tener un propósito mayor, haciendo cosas que servían al
mundo en general, no sólo a sí misma o la cultura o las artes o el alma, según cual
fuera la perspectiva que tomaras en el mundo musical.

Pero también se había mantenido conectada a Brady, cuando su relación se


había estirado hasta el más pelado de los hilos.

¿Fue tan malo? ¿Equivocado? ¿Un psicólogo etiquetaría sus opciones como no
saludables?

Brady maldijo.

—GPS debe significar “Gran Pedazo de Sorete” —Apuñaló un botón—. Esto no


puede estar bien.

Molly pasó la mano a un lado.

—Yo lo haré —ella navegó por el menú de vuelta a la ruta principal—. Toma la
siguiente a la derecha, y el edificio está a la izquierda.

—Fantástico —él dejó escapar un suspiro—. Eres increíble.

Ella se echó hacia atrás, sonriendo. Jódete, psicología.

El edificio donde iban a recoger el cuerpo era un hangar cerca de una pista de
aterrizaje privada, lo que confirmaba aún más la creencia de Molly de que Chris estaba
fuera del país cuando fue asesinado. No sabía por qué eso importaba tanto. La mayor
parte del trabajo de campo se llevaba a cabo fuera de los Estados Unidos, después de
todo.
Brady estacionó y apagó el coche, pero se quedó mirando el feo edificio. Molly
podía imaginar lo que estaba pensando: Que era un lugar ignominioso para que su
hermano estuviera descansando. Que no quería hacer frente a la prueba, la prueba
irrefutable que haría todo real. Que ningún hermano, sobre todo uno más joven,
debería tener que lidiar con algo como esto.

—Iré... —empezó a decir, pero él habló al mismo tiempo.

—No podemos poner un ataúd en este coche.

Lo dijo con total naturalidad, pero con un toque de sorpresa que hizo que
Molly quisiera poner sus ojos en blanco.

—Ya lo sé... —ella contuvo el imbécil.

—Entonces…
—La funeraria nos está esperando aquí —admitió. Ella había esperado que él no
preguntara, al menos no tan pronto. No quería poner en marcha la discusión de:
¿Entonces por qué estamos aquí? de nuevo. Pero Brady se limitó a asentir, sin dejar de
mirar la estructura de chapa frente a ellos, con la mano sobre las llaves, pero inmóvil.

Molly esperó pacientemente, dejándolo funcionar. Por su parte, ella se moría de


ganas de llegar allí... pero estaba igual de dispuesta a irse de allí para siempre.

Se sentaron durante unos minutos, el único sonido era su respiración. Molly


entró en una especie de estado zen, su cerebro apagado, sus sentidos completos con el
olor del hombre a su lado, el tamaño de él llenando su coche.

No de una manera sexual, sólo la conciencia plena de su presencia. Se dejó


conectar con él mientras se sentaban allí.

Un avión zumbaba a la vista, acercándose para un aterrizaje en una franja más


allá de la cerca que encerraba el hangar, y Brady tomó una respiración profunda,
aguda.
—Está bien, vamos.

Ella comenzó a salir del coche y se detuvo, con un pie en el suelo, cuando Brady
la tomó de la mano.

Él no dijo nada, sólo apretó y soltó antes de empujar su propia puerta.

Caminaron juntos hasta la entrada de vidrio en el lado del edificio, Brady dando
zancadas fuertes y rápidas, como si estuviera decidido ahora a acabar de una vez con
esto. Ella se apresuró a seguirle el ritmo, el pulso en su garganta a un ritmo urgente.

Un hombre en un traje oscuro que se ajustaba a la perfección a su columna


vertebral se reunió con ellos dentro de la puerta, que daba a un área de
almacenamiento de gran tamaño. Las paredes eran de metal ondulado, el piso de
hormigón, la habitación llena de piezas y equipos, cajas y tarimas.

—¿En qué puedo ayudarles? —preguntó el hombre con un aire de ya saber, pero sin
sentirse cómodo con ese conocimiento.

—Soy Brady Fitzpatrick, estoy aquí para recoger a mi hermano... —Su voz se apagó.
Molly deslizó su mano en la suya y él la agarró con fuerza.

—Ya... veo. Lo siento mucho, señor, si hubiéramos sabido que vendría personalmente,
no habríamos… Habríamos… Pensamos que la funeraria estaba haciendo la
transferencia.

—Así es —Molly dio un paso adelante—. Estamos supervisando. ¿Puede


mostrarnos donde se encuentra el féretro? —La palabra de alguna manera no parecía
tan morbosa como “ataúd”.

—Por supuesto. Si… Una vez más, lo siento. Estos no son exactamente
alojamientos…

—Está bien —Brady interrumpió, su voz tensa pero no acusatoria. Molly sabía
que no habría importado si hubieran organizado una sala de terciopelo o una entrada
especial para los dolientes. Embellecer el ambiente no cambiaba nada.

Siguieron al despachador, porque eso era lo que tenían que hacer, en torno al
final de un pasillo de estanterías metálicas y por un pasillo entre un camión de equipaje
y más estantes. Al final, un ataúd de roble sencillo estaba en un carro con ruedas al
lado de una puerta de acceso de carga. El paso de Brady vaciló, y Molly se detuvo
junto a él, apuntalándolo un poco con su hombro.

El ataúd era rectangular con una parte superior redondeada y bordes tallados,
con manijas de hierro en los costados. La madera a cada lado de una bandera medio
plegada en el centro brillaba a la luz difusa de las altas ventanas. Varios metros de
espacio lo rodeaban. ¿Por respeto? ¿O por la facilidad de movimiento? Cualquiera que
fuera la intención, el resultado era la soledad, el abandono.

La garganta de Molly se hinchó y sus ojos picaron. El dolor apuñaló su mano


izquierda, donde el agarre de Brady se había reforzado aún más.

—Hay un poco de papeleo para ser firmado —murmuró el despachador.


Esta era su oportunidad.

—Adelante —le dijo a Brady—. Me quedaré con él. —Brady vaciló. Ve, ve, ve.

Ella esperó con una fachada de paciencia para que él asintiera y siguiera al otro
hacia lo que parecía ser una oficina en el otro lado del hangar. Perfecto.

Tan pronto como estuvieron al otro lado del edificio, Molly se apresuró al
ataúd. Ella puso sus manos en la tapa y cerró los ojos, tomando una respiración
profunda y enfocando su conciencia. Pero no había ningún sentido de conexión, o
pena, o finalidad. No había nada más que madera suave y la indirecta débil de los
muebles de pino pulido.

De prisa. Sus ojos se abrieron de golpe. Bien. Ellos estarían de vuelta en


cualquier momento, y la funeraria estaría aquí en unos pocos minutos, también.
Comprobó las bisagras, las encontró, y se apresuró hacia el otro lado de la caja de
roble. Habían dicho que no podía ser visto, no podían tener un ataúd abierto, por lo
que se preparó y tomó una respiración profunda antes, tentativamente tratando de
levantar la tapa. Por supuesto, estaba cerrada con llave.

No había un pestillo visible, por lo que se sentía al borde de un comunicado. Su


mano izquierda se encontró contra un pequeño rectángulo de metal, pero no tenía
ningún botón o palanca. Mierda. No quería que Brady la atrapara haciendo eso.

Se agachó para ver el mecanismo, maldijo en voz baja. Había un pequeño


agujero en el costado.

No era un bloqueo regular para una llave específica, aunque bien podría haberlo
sido. Necesitaba una llave hexagonal. Ella tenía una multiherramienta en su llavero,
pero Brady todavía la tenía con él. Se enderezó y miró a su alrededor.

Tal vez había algo allí. Corrió hacia los estantes más cercanos que parecía que
tenían herramientas y piezas. Su garganta se trabó cuando intentó tragar. Buscó a
través de un montón de cosas que no reconoció, en busca de una llave hexagonal o
algo similar, abrió un par de cajas y buscó un conjunto de trinquete y destornilladores
regulares, pero no había hexagonales.

—Vamos —murmuró, mirando a través de los estantes para ver si Brady y el


despachador regresaban. La costa seguía siendo clara, al menos en lo que ella podía
ver en el espacio lleno de gente. ¿Qué demonios iba a decir si la atrapaban? La rueda
estaba doblada. No, eso sería demasiado obvio. Su cremallera estaba atrapada.
Ridículo. No había nada que pudiera decir para explicar su comportamiento.

—Así que manos a la obra y no quedes atrapada. ¡Maldita sea! —gruñó para
sus adentros.

Tal vez podría hacer esto en la casa funera… Espera. Ya está. Una funda de
vinilo azul sucio, en la esquina. Se estiró para llegar a ella, sus dedos escarbando para
sujetarse antes de que fuera atrapada en el borde y empujó lo suficientemente cerca.
¡Sí! Agarró todo y se lanzó de nuevo al ataúd.

Aún no había señales de Brady o del otro tipo, o cualquier otra persona, para el
caso, pero tenía que mantenerse alerta. Una cuenta regresiva comenzó en su cabeza,
haciendo que sus dedos quisieran buscar a tientas las llaves. Ella entrecerró los ojos en
el agujero y eligió una llave que parecía que encajaría, deslizándolo con cuidado en el
agujero para que no se rayara el acabado.

Demasiado grande. Ella trató con la siguiente. Aún era demasiado grande.
¡Maldita sea! Se mordió el labio para evitar que su respiración se volviera demasiado
rápida y alta, y eligió la siguiente abajo. Ahh, justo. Se retorció, y el cerrojo se liberó.

Molly tiro hacia arriba y empujó la tapa, más preocupada por conseguir hacer la
tarea que con lo que en realidad era la tarea. Así que cuando ella miró hacia abajo en el
interior de satén forrado en blanco, no estaba pensando en lo que esperaba ver.

Pero ciertamente no era un espacio vacío.


Traducido por Ivi04
Corregido por Leluli

Brady se puso de pie en la desordenada oficina, que olía a combustible,


luchando por mantener el control. Los papeles que tenía que firmar para la
transferencia contenían tantas palabras clínicas finales, que eran como clavos
martillados en su pecho. ¿Cuántas veces iba a ser golpeado con la finalidad de la
muerte de su hermano antes de que fuera realmente el final? Casi peor que eso, cada
vez que se clavaba en él, lo único que quería era a Molly.

Respiró por la boca, tratando de mantener sus ojos secos cuando garabateó su
firma y las iniciales en los lugares designados. El despachador se adelantó para tomar
los papeles y dio un codazo a una caja de pañuelos en la esquina de la mesa. Brady
sólo se pasó el dorso de la mano por debajo de los ojos antes de marcharse a zancadas
y furioso hacia donde aguardaba el ataúd.

Molly estaba a varios pasos de distancia de él, cerca de una pila de estanterías.
Brady frunció el ceño ante su cara enrojecida y los rizos despeinados. ¿Qué había
estado haciendo? Ella se unió con él en el ataúd, su pecho agitado como si hubiera
estado corriendo. Él miró sus ojos brillantes por una fracción de segundo antes de que
ella se volviera, y al instante supo que estaba ocultando algo. Con el despachador
cerniéndose detrás de ellos no pudo interrogarla, y justo en ese momento la puerta se
subió y el coche fúnebre de la funeraria ingresó marcha atrás por ella.
Unos minutos más tarde, el personal de la casa había cargado el ataúd, firmado sus
papeles, y marchado.

Brady y Molly siguieron el coche fúnebre a la playa de estacionamiento, la


quemadura finalmente se alivió cuando él volvió el coche en la dirección opuesta.
Condujo por una manzana completa antes de decir una palabra.

—¿Qué está pasando? Y no te hagas la tonta.

Su típica respuesta sonó fragmentada, preparada.

—Nunca me hago la tonta.

Tenía que admitirlo.

—¿Y?

Ella no respondió. Rodó hasta un semáforo y la miró. Molly frunció el ceño con
atención a través del parabrisas, pero no veía lo que estaba delante de ella. Conocía esa
mirada. Su corazón se escabulló antes de volver a su ritmo normal. La luz cambió y
siguió conduciendo, decidiendo que todo lo que tenía que decirle debía esperar hasta
que él no estuviera conduciendo.

A mitad de un kilómetro de la casa de sus padres, detuvo el auto en un pequeño


parque. El aparcamiento estaba casi vacío, sólo un minivan perteneciente a una joven
madre y dos niños pequeños que jugaban en el parque infantil en frente de ellos. El
menor de los dos estaba tratando de subir a un corto tobogán de plástico. El hermano
mayor llegó a la cima, se dio la vuelta, y se deslizó hacia abajo, con una sonrisa de
comemierda en su rostro, pero su madre tomo al pequeño antes de que sus pies
entraran en contacto. Sus risas penetraron en el coche. Brady se frotó la palma de la
mano sobre el esternón, el dolor intensificado.

—Dime —dijo.

—Oh, Brady —Molly susurró, todavía sin mirarlo—. Deseo...

—¿Qué? —La tensión se arremolinó en torno a él—. ¿Qué deseas?

Ella sacudió la cabeza, como si el deseo fuera demasiado obvio o demasiado


imposible.
—Molly, por el amor de Dios, sólo dime. Me estás matando.

Finalmente se dio la vuelta, y Brady dejó de respirar ante la mirada de sus ojos.
Ellos brillaban, el azul brillante tan lleno de ¿esperanza...? ¿Ira? ¿Determinación? Se
dio cuenta de que ella había estado tan tranquila, sin desaliento o tristeza, sino de
intención. Ella estaba prácticamente a punto de explotar por lo que no quería decirle.

Tomando un enorme aliento, dijo:

—Abrí el ataúd.

El horror rasgó a través de él.

—Mierda. —Se inclinó con el codo en la puerta del auto y se pasó la mano a
través de su labio superior—. ¿Por qué demonios hiciste eso? —Luchó para centrarse,
para mantener a raya a las imágenes que sus palabras generaron. Líneas rojas
irregulares a través de la fría, y blanca cara de su hermano, intersecciones con costura
negra. Heridas abiertas, frías y duras.

—Tuve que hacerlo —dijo ella, con voz más fuerte. Se volvió hacia él y sacó
una pierna sobre el asiento, la otra apoyada en el suelo—. He tenido esta sensación
todo el tiempo. No sabía lo que era, no podía identificar cualquier cosa que me hizo,
no sé, sospechar. —Ella empujó la maraña de rizos negros brillantes de vuelta en su
cabeza. Ellos rebotaron alrededor de sus dedos, pero la elegancia en su rostro era una
que no había visto en mucho tiempo. Se preguntó brevemente qué más había estado
escondiendo desde que regresó de América del Sur, y luego lo descartó como una
pregunta obvia y estúpida.

—¿Y qué encontraste? —preguntó en voz baja, esperando que ella describiera
agujeros de bala o heridas de arma blanca.

—Nada.

Él se quedó en blanco.
—¿Qué?

—Nada.

—Nada para apoyar tus sospechas —aclaró. Algo en la parte posterior de su


cerebro estaba rugiendo su aprobación, pero que no sabía por qué.

—No, quiero decir nada. Brady. —Ella se retorció aún más y agarró sus manos.
La suya se sacudió hasta que ella les apretó con tanta fuerza que le dolía—. Brady, no
había nada. Nada en el ataúd. Estaba vacío.

El rugido creció, pero su cerebro consciente no fue tan rápido como su


subconsciente.

—¿De qué estás hablando?

—El ataúd estaba vacío —repitió con énfasis—. Tu hermano no estaba allí.
Chris no estaba allí. Brady, podría no estar muerto.

Molly se sentó en un banco en el borde de la zona de juegos, encorvada contra


la fuerte brisa que había ahuyentado a la mujer y los niños hacia media hora. Ella no
había llevado una chaqueta cuando salieron de la casa, y se debatió en llamar a Brady
para que regresara al auto. ¿Cuánto tiempo necesitaba allá arriba en la parte superior
del escalador?

Probablemente todo el tiempo que ella lo dejara. Suspiró y se puso de pie,


cruzando los brazos sobre su pecho mientras cruzaba las astillas de madera a la
pequeña escalera. Sus pies de tamaño medio apenas sabían en los pasos de los niños
pequeños, por lo que llegó hasta el travesaño en la parte superior y ella misma se
transportó a la plataforma.
No había lugar para ella en la parte superior de la corredera de cubierta, donde
Brady se sentó a horcajadas, mirando a través de los campos de fútbol próximos.

—Brady. —Ella había estado haciendo eso mucho últimamente, diciendo su


nombre como entrada en sus pensamientos.

—He estado yendo a través de la lista. —Pasó una pierna por encima para
sentarse de lado, no del todo frente a ella, y sin dejar de mirar hacia afuera, pero por lo
menos hablaba de nuevo.

—Yo también. —Se apoyó en la barandilla junto a la abertura—. Formas en las


que puedo estar equivocada, formas en las que se pudo haber cometido un error,
razones por las que podría ser verdad.

—¿Qué sabes tú que yo no? —Él se había puesto en su tono de agente.

Ella empezó por el principio.

—El ataúd estaba cerrado y no pude abrirlo fácilmente, pero no estaba trabado.
El satén en el interior parecía intacto, pero yo realmente no tuve tiempo para…

—¿Has mirado por completo dentro?

—Yo... —Ella no sabía lo que quería decir.

—¿Viste todo el espacio? Tal vez él… Tal vez los restos… —Tragó
audiblemente.

—No —se apresuró, entendiendo—. Quiero decir, sí, miré todo hacia abajo, y
no, no había absolutamente nada allí.

—Así que ¿por qué la funeraria no lo preguntó?

Molly había estado observándolos cargar el ataúd en el coche fúnebre para


exactamente eso.
—Estaba pesado. Ellos lucharon. Estoy pensando que pusieron algo en la
base…bloques, o plomo, o algo que asemejara como se sentiría transportar a un
hombre de ochenta kilos.

Brady asintió y se inclinó hacia delante, apoyando las manos en el plástico al


lado de él.

—No van a abrirlo, porque se les dijo a todos que los preparativos ya fueron
hechos. Sólo se supone que deben manejar la ceremonia y el entierro.

—Correcto. Así que lo ideal sería que todo el mundo acepte que él está ahí, se
procede con el funeral, y se sigue adelante con nuestras vidas.

Se hizo cargo de una lista. Plenamente consciente del paso del tiempo, de Rick
y Donna y Jessica en casa esperando a que regresaran y les aseguró que traería a Chris
sano y salvo…. Oh, Dios, eso fue una mala elección de palabras. Molly se enderezó
para aliviar el dolor sordo en su pecho y siguió adelante resueltamente.

—Errores. Es el ataúd equivocado.

Brady negó con la cabeza.

—Había un código estampado en el papel y en el extremo del ataúd. No se


puede extraer. Y vi al despachador comparar los números antes de que lo llevaran
afuera.

Algo nuevo se asentó en Molly, algo que ella había estado trabajando duro para
mantener a raya desde que vio ese ancho e inexpresivo satén.

—Está bien, entonces, ataúd correcto, pero Chris está en el incorrecto.

—SIEGE no comete errores por el estilo.

Ella se encogió de hombros a pesar de que Brady no podía verla.


—Somos humanos. Todos cometemos errores.

Brady se sentó congelado durante unos segundos, y luego asintió.

—Muy bien, entonces. Antes de que vayamos más lejos, tenemos que averiguar
si se trata de un error. —Finalmente la miro—. ¿Sugerencias?

—Debemos preguntar. Habla con D, mi despachador. O tu despachador —


añadió, no muy segura de cómo funcionaba la configuración de Brady—. Desde que
he estado tratando con todos los arreglos, ya he hablado con ellos sobre… —Mierda.
Él no sabía nada de eso.

Sus ojos se estrecharon.

—¿Acerca de qué?

Ella suspiró.

—Fui ayer, para dejar el Intel que conseguiste y tratar de obtener respuestas
sobre el accidente.

—¿Fuiste de nuevo? ¿A New Rochelle?

Ella asintió, preguntándose si sólo conductos no sabían nada sobre la ubicación


de la sede.

Él frunció el ceño más.

—¿Y?

—Y me despacharon. Pero es un canal de comunicación.

—Bueno. Vamos a organizar una reunión. —Se lanzó fuera de la barandilla y


aterrizó en el suelo tres metros más abajo, a continuación, le sonrió—. ¿Vienes?

Ella lo miró fijamente, atrapada en su lugar por el brillo de su sonrisa, la


ligereza en sus ojos, de repente el fuerte conjunto, el cuadrado de sus hombros. Sus
piernas plantadas ampliamente, las manos en las caderas, se parecía al viejo Brady, y la
caja de acero en su interior crujió, la presión de las emociones se hinchó en su interior
casi abrumándola. La sonrisa de Brady se amplió, un claro desafío.

Molly le sonrió.

—Sí. —Agarró la barandilla, rebotó, y pasó las piernas hasta la parte superior
del riel, sólo tocó tierra como un impulso para caer, y aterrizó suavemente junto a
Brady—. Vámonos.

Ninguno de los dos mencionó la razón porque de pronto se sintieron tan ligeros,
porque Chris en realidad podría aún estar vivo.

Molly marcó el número de Dix antes de que incluso llegaran al auto. Por
primera vez en los años que había estado con SIEGE, él no respondió.

*Has llamado al escritorio de Conrad Dixson. Por favor, deja un mensaje y te devolveré la
llamada lo antes posible.

Típico discurso de negocios pero su voz era sombría, tensa. Molly no tenía
forma de saber, por supuesto, cuando había registrado el mensaje. Podría haber sido la
suerte de que nunca había escuchado su correo de voz antes.

Pero destrozó la burbuja de la felicidad que había tenido a su alrededor hacía…


oh, treinta segundos.

—Dix, Molly. Llámame, por favor. Tan pronto como sea posible.

Brady pareció hundirse en sí mismo otra vez.

—¿No contestó?

—No.
Abrió la puerta del auto y rodeó al lado del conductor. Ella vaciló, luego decidió
dejarle conducir, a pesar de que era su auto.

—Los despachadores nunca dejan de atender sus teléfonos —dijo Brady


gravemente, dando marcha al auto y saliendo rápidamente—. Siempre atiende otra
persona si no están disponibles. —Aceleró a la calle tan rápido que Molly se alegró de
que no hubiera nadie alrededor, aunque en este momento en un viernes, era casi
sobrenatural.

—¿Qué crees que significa? —preguntó.

—No tengo idea. Vamos a casa, verifiquemos con los otros y busquemos allí.

—Puedo manejar eso.

Se dirigieron a la funeraria en primer lugar, para confirmar la llegada del ataúd


y los arreglos finales para el funeral el domingo. Las palabras y acciones de Brady
tenían un borde de energía, como si lo que estuviera haciendo no fuera relevante para
cualquier cosa, sólo una molestia irritante. Molly lo sintió también, pero trató de
advertirse a sí misma en contra de la esperanza de alimentar ese borde. Se habían
detenido en un listado posibilidades, pero todavía existían.

Y sólo porque el cuerpo de Chris no estaba, no significaba que no estuviera


muerto.

Cuando Brady y Molly llegaron a casa, su madre y Jessica se reunieron con


ellos en la puerta.

—¿Cómo les fue? ¿Todo sin problemas? ¿Qué dijo la funeraria? ¿Podemos hacer
el funeral en la fecha prevista?
Las preguntas de su madre malhirieron a Brady, lo arrastraron de vuelta a la
cruda realidad.

—Sí, mamá. Todo bien. —Su voz reflejaba el peso que sentía, pero ella no
pareció darse cuenta mientras lo abrazaba, darse cuenta de que ella lo abrazó,
encorvándose hasta que se volvió flácido por la pena cuando ella empezó a sollozar.

Brady miró a Jessica, sin estar preparado para ver la devastación en su rostro,
como si hubiera oído la noticia de la muerte de Chris por primera vez. Al ver el dolor
de su madre le hizo doler con tristeza y pesar, pero Jessica era una navaja en el
estómago. El impulso de decirle sobre el ataúd vacío aumentó, pero sólo por un
momento. Sabiendo que iba a hacer que fuera mucho peor para ella si era sólo una
confusión.

No creía que lo fuera, sin embargo. Tan pronto como su madre lo dejó en
libertad llegó hacia Jess. Ella se lanzó a sus brazos, moviéndose pero sin llorar, con los
ojos secos. Brady envolvió con sus brazos más estrechamente, apretó los ojos, trató de
no dejar que nadie viera la furiosa esperanza detrás de ellos.

Había muchas razones para no tener esperanzas. Chris no les haría eso. SIEGE
no necesitaba esconder agentes por fingir su muerte.

Pero los instintos afilados en su puesto de trabajo le dijeron a Brady era


exactamente lo que habían hecho. ¿Por qué? ¿Por qué nos hicieron pasar por esto?

La mano de Molly le rozó la espalda al pasar, un reconfortante toque casual.


Pero que lo sacudió, fusionándose con la esperanza que él estaba luchando para
mantener a raya. Levantó la cabeza. Sus ojos se encontraron, el reconocimiento en los
de ella, lo pusieron en la tierra. Tenían que llegar a la verdad.

Finalmente.
La paciencia de Brady no duró mucho tiempo. El día pasó sin una palabra del
despachador de Molly.

Quería ir a New Rochelle inmediatamente. Ella quería esperar, para darle a su


despachador la oportunidad de volver a llamar. Su madre se había vuelto pegajosa, y
Brady no había sido capaz de llegar a una excusa para que marcharse.

Y por si fuera poco, Molly siguió haciendo sugerencias de cosas que podía hacer
con Jessica, hasta que finalmente, él la acorraló al sacar la basura.

—Déjame en paz acerca de Jess —dijo con los dientes apretados.

Molly levantó una ceja.

—Eso es lo que estoy tratando de hacer.

—No con Jess, sobre Jess. —Él la miró con exagerada inocencia—. Lo digo en
serio. No sé lo que estás tratando de hacer, pero…

—Estoy tratando de ayudar a una amiga de duelo —lo interrumpió—. Ella te


necesita. Y de todas las apariciones desde que regresamos, tú la necesitas.

Brady se enfadó ante la desaprobación que impregnaba su tono remilgado de


voz.

—Hey, ella acaba de perder a su marido. ¿O piensas que ella no lo hizo?


Estoy… — Agarró la mano de Molly, la puso en su rostro y tiró hacia abajo—. Sólo he
estado tratando de consolarla. Ella es frágil. Ella es…. —no podía dejar de insistir
cuando ella protestó—. Pero es la viuda de mi hermano. No estoy haciendo
movimientos. Eso es asqueroso. —Moralmente hablando, de todos modos. No podía
decir que la idea no hubiera pasado por su cabeza—. Además, si… —No podía
expresarlo, no podía arriesgarse a que alguien le oyera decir: “Si Chris está vivo”. Pero
Molly lo comprendió. Ella hizo una breve inclinación de cabeza y se dio la vuelta, que
por alguna razón avivó la frustración y la ira que había estado conteniendo todo el día.
La agarró del brazo.

Ella se dio la vuelta de nuevo, sus emociones reflejándose en su expresión.

—¡Lo entiendo! —explotó, pero luego se detuvo, con los ojos trabados en los
suyos. Su cuerpo prácticamente vibraba de tensión.

Dios, sus ojos son tan azules. Su frente se arrugó, y todo lo que había estado a
punto de decir se desvaneció de su mente. Su tensión cambió. Dejó de ser dolorosa y
comenzó a ser... más necesitada. El aire llevó un ligero escalofrío, pero el calor brillaba
entre ellos. Tenía la extraña sensación de estar al borde de la cosa más emocionante
que jamás había experimentado.

Y luego esos ojos azules brillaron, vacilaron, y él se dio cuenta de que se habían
llenado de lágrimas.

—Molly.

—No —susurró ella, y luego se derramaron.

Horrorizado, le dio un abrazo.

—No, Moll, no. Está bien. Lo siento. Lo siento mucho. —No estaba seguro de
porque se estaba disculpando, pero era lo único que podía hacer. El llanto de Molly era
mucho peor que el de Jessica. Jessica estaba hecha para las lágrimas. Probablemente
había visto llorar a Molly tres veces en toda su vida. Y nunca a causa de él.

Ella negó con sollozos que no iba a liberar, y él la apretó con más fuerza,
frotando su mano sobre su espalda en un movimiento que esperaba fuera relajante.
Pesar e impotencia se arremolinaban a través de él. ¿Qué podía hacer? ¿Qué
necesitaba? No tenía ni idea.
Pasaron los segundos mientras la abrazaba y ella se tensó cada vez más en sus
brazos, sin hurgar en su comodidad ni alejándose. Sintió sus puños apretados a los
costados, y deslizó una mano por su brazo para comprobar.

Tan pronto como se envolvió alrededor, ella los abrió, y él entrelazó sus dedos
con los de ella automáticamente. Él luchó para entender lo que había causado esto si
era Jessica o Christopher, o simplemente él y lo que habían hecho en América del Sur.
Tal vez debería hacer caso omiso de su moratoria sobre el tema.

Tal vez ellos realmente tenían que hablar de ello. La aprehensión erizó su
columna vertebral, y de repente no tenía idea de lo que iba a decir. Las líneas que había
preparado el otro día ya no parecían encajar.

Él curvó la mano entonces la de ella estuvo en su interior, y finalmente se relajó,


aliviándose contra su pecho y girando su rostro ligeramente al de él. Estaba a punto de
abrir la boca, decir vaya a saber qué, cuando vio a su madre en el interior de la puerta,
observándolos. Su expresión era extrañamente implacable, y eso lo enervó más que
nada. En lugar de hablar, movió sus manos a los hombros de Molly y ella se echó
hacia atrás. Ella pasó una mano por debajo de su ojo, vio a su madre de pie allí, y le
sonrió.

—Gracias, Brady. Tengo que ir a ver el... —Se interrumpió y trotó por las
escaleras. Su madre abrió la puerta para ella y le dijo algo que Brady no pudo oír.
Molly negó con la cabeza y desapareció en el interior, pero su madre salió y miró hacia
él, con los brazos cruzados sobre su pecho.

—¿Qué? —Brady extendió sus brazos, sentía que tenía diez años de nuevo y que
lo había atrapado.

Ella suspiró y dejó caer los brazos.

—Ven aquí. —Ella se dejó caer en el escalón superior, palmeando el lugar a su


lado.
—Hace frío aquí, mamá. Debemos ir adentro. —Pero él obedecido cuando negó
con la cabeza—. ¿Estás bien?

Ella se encogió de hombros.

—Todo está listo para mañana. Voy a estar mejor después de eso. —Pero Brady
lo sabía mejor, y su tono decía que ella también.

—Desearía que... —No sabía cómo terminar la frase. ¿Deseaba que hubiera sido
él? Como si eso fuera más fácil para ella.

Pero ella tuvo una interpretación diferente.

—Desearía que no te hubieras alejado por tanto tiempo, también.

Brady tomó una respiración profunda.

—Mamá…

—Entiendo por qué lo hiciste —interrumpió ella—. Odié cada minuto, pero
entendí. No podemos evitar cómo nos sentimos acerca de la gente.

Él dejó escapar un suspiro y no se molestó en preguntar cómo lo sabía. Ella


probablemente no había necesitado que se lo dijeran, pero Molly lo habría explicado.
Ella lo había visto ese día. El día que su esperanza se había destrozado. Él no sabía
cuánto había escuchado, pero no importaba. Ella sabía lo suficiente desde el principio,
desde el momento en que había conocido a Jessica y se estrelló en un montón enfermo
de amor a sus pies. Ella les habría explicado a sus padres, por lo que su corazón no se
rompió en su ausencia.

—Fue egoísta —admitió—. No pensaba en cómo te lastimaría a ti y a papá.


Sólo sabía lo mucho que me dolía.

—Oh, Brady.—Ella negó con la cabeza lentamente—. No eres el único que


tiene remordimientos. Nosotros te dejamos hacerlo. Creo que si te hubiéramos
arrastrado de vuelta en vez de darte el espacio, habrías conseguido dejarla más
fácilmente. Habrías sido capaz de ver lo que había frente tuyo. Y todos estaríamos
mucho más felices.

No estaba seguro de lo que quería decir.

—¿Ver qué? ¿A Chris y Jess? —Simplemente decir sus nombres hacia que le
quemara la garganta—. Eso es lo que me dolía tanto.

—No. —Ella no dijo "idiota", pero su mirada de disgusto lo hizo—. Verlos te


habría hecho ver lo que no podías tener. Pero también me refiero a ver lo que podrías
tener. En vez de doce años de revolcarte en la miseria, podrías haber sido feliz. Todos
podríamos haberlo sido.

Brady se erizó. No había languidecido o se había revolcado. Ese fue el punto de


alejarse, aunque se extendió más de lo que jamás hubiera esperado. Pero sabía que no
era a lo que ella quería llegar. Él no quería que lo dijera. Ya, sus entrañas se estaban
retorciendo. Así que desvió el tema un poquito.

—Tienes razón. —Miró por encima del hombro para asegurarse de que Jessica
no estuviera en cualquier lugar, y bajó la voz—. Si hubiera pasado más tiempo con
ella, no la habría puesto en un pedestal tan alto. Habría visto sus defectos y tal vez la
hubiera superado más rápido.

Su madre levantó una ceja.

—¿Más rápido?

Él se encogió de hombros, no dispuesto a admitir nada.

—Las circunstancias son bastante extremas en este momento.

Ella se echó a reír.

—Oh, cariño. Lo son. Pero no necesitan serlo.


Brady frunció el ceño.

—¿Qué quieres decir?

—Algunas personas son de alto mantenimiento. Chris… —Su voz se quebró, y


tragó—. Chris estaba tomando más… Él estaba viajando por trabajo cada vez más, y
había una buena razón. Cuando él estaba ausente, ella venía aquí. —Ahora ella miró a
su alrededor—. Ella me llevó cerca de la locura con su incapacidad para ocuparse de sí
misma.

Brady logró una risa alrededor de la reacción instintiva de defenderla.

—Ella tenía un negocio.

—Que administró mal y abandonó. —Ella se echó hacia atrás un poco y


sacudió la cabeza—. La amo. Ha sido como una hija para mí. Pero eso no significa que
crea que es perfecta. Y cariño —se volvió hacia él, su mirada tan penetrante como lo
había sido cuando tenía catorce años y odiaba no sólo que ella pensara que sabía lo
que era mejor para él, sino que realmente lo supiera—. Jessica no es la adecuada para
ti. Sobre todo ahora.

—Ella necesita...

—… averiguar por su cuenta lo que necesita.

Él dejó escapar otro suspiro.

—¿Cómo tu estas dejando que lo haga?

Ella le palmeó la rodilla.

—Yo soy tu madre. Me puse de pie y dejé que intentaras averiguar lo que
necesitabas desde hace demasiado tiempo. Ahora sólo voy a decírtelo.

—No es necesario, mamá. Ya sé lo que vas a decir.


Hizo un sonido de protesta.

—No.

—Vas a decir que Molly…

—Diablos, no. —Ella sacudió sus pies, uso su pierna para apuntalarse—. Voy a
decirte que la dejes en paz. Has llegado demasiado tarde, cariño. —Ella esperó a que
eso se asentara y aunque él no respondió, ella asintió y entró en la casa.

Brady apoyó sus antebrazos sobre las rodillas y miró al otro lado del patio de
atrás, mirando las hojas amarillentas del arce meciéndose con la brisa de la tarde. Sus
pensamientos derivaron, volviendo a los recuerdos.

Pensó en la patada en el estómago que había sentido cuando conoció a Jessica y


pensó que era amor. La presión en el corazón con las que había vivido hasta que se lo
dijo y fue derribado con sólo lo suficiente para alimentar la esperanza del dolor.
Apenas la había visto desde entonces, por lo que esos momentos se habían congelado.
Criterio de prueba. Pero en realidad ella no era lo que él había querido que fuera, y él
lo sabía, el mero hábito gobernó sus emociones ahora. Hábito que ya estaba
rompiendo.

Cuando él y Molly habían estado en el instituto y en la universidad, siendo


mejores amigos sin beneficios, sus amigos lo habían provocado llamándola su
“esposa”. Ella había sido una constante, su personalidad y su acercamiento a la vida de
manera complementaria a la suya, no era de extrañar que todos esperaran que
acabaran juntos. Pero él la había conocido toda su vida. Sus sentimientos no habían
sido exactamente fraternales, pero él nunca se había sentido “de esa manera” sobre
ella.

Hasta esta semana. Hasta que la peor cosa que jamás le había sucedido lo
noqueó de su burbuja, y había actuado sin pensar.

Esa noche en América del Sur, cuando se había perdido a sí mismo en su mejor
amiga... ¿cómo fue diferente, emocionalmente hablando, a la forma en que se había
imaginado a sí mismo en una fantasía con Jess?

Su madre le había advertido sobre Molly, sí, pero tenía la sensación de que
estaba usando psicología inversa. Todo el mundo pensaba que los hombres querían lo
que no podían tener. Bueno, él no iba a caer en eso. No importaba si su madre pensaba
que pertenecía a Molly, que iba a ser feliz con ella.

Él no tenía prisa.

Lo tomaría con calma, de todos modos, y Molly había dejado muy en claro que
su noche juntos no había querido decir nada más profundo que la comodidad.

Un familiar y dulce aroma acompañaron el chirrido de la puerta al abrirse de


nuevo. Brady enterró su deseo automáticamente, casi tan disgustado con él mismo
como con su madre, pero no por las mismas razones.

—Dixson llamó —dijo Molly desde detrás de él—. Él quiere encontrarse con
nosotros.

Brady se puso de pie sin necesidad de darse la vuelta, con miedo de que su
entrenamiento lo hubiera abandonado y de que todo lo que había estado pensando se
mostrara en su rostro.

—¿Ahora?

—Ahora.

—Entonces vamos.
Traducido por Ivi04
Corregido por Leluli

Molly y Brady se encontraron con Dix fuera del Starbucks en el patio de


comidas en el centro comercial dos pueblos más adelante. Dix no había permanecido
mucho tiempo en el teléfono, y junto al extraño lugar de reunión, se le heló la boca del
estómago. Ella lo vio casi de inmediato, justo en el centro de la media llena multitud de
mesas y sillas, un vaso de soda en una mano, los restos de una comida del restaurante
chino a un costado de la mesa.

Brady la tomó del brazo cuando ella se centró en Dix, tanto visual como
físicamente. Cuando ella frunció el ceño hacia él, le hizo una seña hacia la fila de
mostradores de comida. Molly asintió. Lucirían más naturales si tomaban algo de
comer antes de unirse Dix. Pero la lógica de la acción no le dio paciencia.

—Deja de rebotar —murmuró Brady mientras avanzaban en fila hacia la


tienda—. Luces como si tuvieras que ir al baño.

—Entonces eso es lo que haré. Consígueme una ensalada y una botella de agua,
por favor. —Ella salió corriendo hacia el baño de mujeres sin esperar una respuesta.
Gracias a Dios que le había dado algo que hacer, incluso si se hubiera destinado a
instarla a la obediencia. Trató de no apresurarse, pero Brady seguía detrás de varias
personas del mostrador cuando salió del baño. Después de un momento de vacilación,
se acercó a Dix y se sentó.

—Hola —dijo ella.

—Hola. —Él no cambió de posición y solo le envió un cabeceo casual.

—¿Qué pasa?

—Nada. ¿Qué piensas hacer?


Molly miró a su alrededor, esperando ver a alguien caminando en su dirección,
pero había un buen colchón de seis metros de espacio a su alrededor. Probablemente
por eso había elegido el lugar. Pero, ¿por qué aquí en primer lugar?

—Ya basta, Dix. ¿Qué está sucediendo realmente?

La expresión de Dix se mantuvo neutral, pero inclinó la cabeza una fracción,


hacia Brady.

—¿No quieres esperarlo?

Debería, al menos por Christopher. Pero eso no era lo único de lo que tenía que
hablar con Dix, y no estaba segura de querer que Brady oyera el resto, de todos modos.

—¿Por qué no contestas el teléfono? —preguntó.

Dix parpadeó. Para alguien cuyas emociones eran lo suficientemente


transparentes como para mantenerlo fuera del campo, ahora se ocultaba muy bien.

—Estoy de baja.

—¿Qué? —Ella cayó hacia atrás en su asiento por la sorpresa. Eso no era lo que
había esperado oír—. ¿Por qué?

Esta vez, la respuesta se proyectó claramente en su rostro. Él miró hacia otro


lado, encorvando hacia delante y agarrando su soda.

El corazón le dio un vuelco.

—Por mí. —Él no se movió, y ella suspiró con frustración—. Dix, habla
conmigo.

Él suspiró y se encogió aún más. Se veía tan abatido, como un cachorro


pateado, que le daba ganas de levantarse y caminar para que le dijera que tanto lo
avergonzaba. Por último, negó con la cabeza y la miró a los ojos.
—Les pedí que me reasignaran. Por supuesto, preguntaron por qué. Les dije la
verdad.

Ella no iba a asumir lo que eso significaba.

—¿Qué querías salir conmigo?

Él asintió y chupó su sorbete.

—No me fue muy bien. Me suspendieron.

La ira se desató a través de ella, creciendo en capas, mientras se le ocurrían


razones para estar enojada.

—Eso es una locura. Has seguido la política y el protocolo, ¿verdad? —Él


asintió—. Tú no has hecho nada indebido antes de eso. Y me dejaron sin despachador.

—Tú también estas de baja, básicamente. No necesitas un despachador. No


hasta después del funeral de Christopher.

Brady dejó caer la bandeja sobre la mesa y los miró a los dos.

—Gracias por esperarme.

—No hemos hablado de nada todavía —espetó Molly, molesta porque no podía
preguntarle a Dix si había cambiado de opinión acerca de ella. No delante de Brady—.
Él ha sido suspendido.

Brady arqueó las cejas mientras ordenaba la comida y bebidas en la bandeja,


entregando a Molly su ensalada sin apartar la vista de Dix.

—¿Qué hiciste?

Dix murmuró algo y se volvió de nuevo hacia Molly.

—Hay algo extraño en todo esto —le dijo, mirando ligeramente a Brady para
incluirlo sin mirarlo.

Brady frunció el ceño.

—Lo sabemos. Es por eso que estamos aquí.

—Quiere decir sobre su suspensión —dijo Molly—. Él no sabe por qué estamos
aquí.

—Tiene algo que ver con tu hermano, ya lo sé. —Dix se enderezó y deslizó su
taza—. Cuando me preguntaron por qué Molly entró, les dije que fue para entregar tu
Intel. Cuando me preguntaron por qué tenía que estar involucrado, dije que ella tenía
preguntas acerca de tu hermano, y fue entonces cuando todo cerró. Cuando me
congelaron. —Miró a Molly—. Entonces, ¿qué está pasando?

Ella vaciló. Confiaba en Dix, quería decirle la verdad, pero era decisión de
Brady, como el hermano de Chris. Brady asintió, y ella se volvió a su despachador.

—El ataúd de Chris está vacío.

La boca de Dix se abrió y se apartó.

—Wow.

—Sí. Nuestra reacción fue la misma.

—¿Cómo sabes eso?

—Um. —Ella examinó su ensalada, apuñalando a la lechuga con el tenedor de


plástico—. Miré.

—¿Rompiste un ataúd? —Había un atisbo de diversión en su voz, pero había


algo más discordante. Ella no podía poner su dedo en lo que era, y cuando volvió a
hablar, ya no estaba.
—Debes estar bastante enojado —le dijo a Brady.

—Sí. Ellos sólo siguen diciéndonos que fue accidente. No sé lo que esto
significa. Pero algo extraño está pasando, eso es condenadamente seguro.

Dix miró a Molly otra vez, desconcertado.

—¿Por qué revisaste el ataúd, de todos modos? ¿Qué creíste que encontrarías?
¿O no...?

—Nunca se me ocurrió que no estuviera muerto hasta que vi el vacío. —La esperanza
brotó de nuevo. Dios, la realidad iba a ser difícil de afrontar si Chris realmente estaba
muerto—. Tuve un mal presentimiento. No había nada en particular. Las cosas
simplemente se sentían mal...

Él se acercó el vaso de nuevo y tomó el borde de la tapa.

—Obviamente tenías razón. Después de que hablaste con Ramona,


administración se encerró durante dos horas en la sala de conferencias insonorizadas.
No pensé realmente mucho sobre eso en el momento, pero añadido a todo el resto…

—Y obtienes un encubrimiento —dijo Brady sombríamente—. Yo no quería


creerlo.

—Yo tampoco. He trabajado para SIEGE durante diez años y nunca he visto
nada como esto. —El tono discordante estaba de vuelta, como un arco sin resina
arañando algún lugar de una sección de cuerdas pero que lo demás está perfectamente
afinado.

—Bueno, yo no estoy tan sorprendida. —Molly se encogió de hombros cuando


los dos hombres se volvieron hacia ella—. Vamos, estamos en el negocio del espionaje.
Sé que no hacemos el trabajo húmedo6 y esas cosas, pero incluso la forma en que
obtenemos información tiene que ponernos en problemas a veces.

—Sí, tal vez. Pero no he oído hablar de algo como esto, tampoco. —Brady
desenvolvió su sándwich pero no lo tomó—. Supongo que es una de las razones que
nos mantienen de manera compartimentada. —Él miró a Dix nuevo—. Entonces, ¿por
qué te suspendieron?

Dix se removió en su silla, enganchando su codo en el respaldo de la misma.

—Pedí una reasignación.

Brady estrechó su mirada en él, y luego apuntó a Molly.

—¿Por alguna razón en particular?

Mierda. Ella se volvió extraordinariamente interesada en su ensalada.

No debería preocuparse por si Brady sabía que ella estaba interesada en salir
con Dix. Y, honestamente, no le importaba. Una pequeña parte de ella sentía que se lo
merecía. Bueno, tal vez no tan pequeña. Pero se sentía muy extraña ante la posibilidad
de que Dix pudiera sentir que tenía sentimientos por Brady.

¿Tiempo pasado, Moll? Ajá, correcto.

Podía sentir el peso de la mirada de Dix en ella y se introdujo un tomate cherry


en su boca.

Finalmente dijo:

—No quiero seguir siendo el despachador de Molly.

Brady no dijo nada, y ella echó un vistazo. Estaba con el ceño fruncido, pero

6 Trabajo húmedo: eufemismo para decir trabajos de asesinatos, muertes.


parecía como si estuviera tratando de no hacerlo. ¿Proteccionismo fraternal?
¿Desaprobación profesional? ¿O algo más?

—¿Ha hecho algo para que no quieras trabajar con ella?

Dix dio un pequeño resoplido.

—Simplemente ser ella misma.

La tensión alrededor de ellos cambió. Molly pudo sentir a Dix relajarse y Brady
tensarse aún más.

Métete en lo tuyo, pensó, y se detuvo de esconderse en su comida.

—Dix, tenemos que entrar en SIEGE.

Él hizo una mueca.

—Sí, pensé que dirías eso. Pero estoy suspendido, ¿lo recuerdas?

—No necesitamos que nos hagas entrar. —La voz de Brady había sido más fría,
enviando un escalofrío por la columna vertebral de Molly—. Sólo necesitamos un poco
de dirección una vez que estemos dentro.

Dix los miró incrédulo.

—¿No me necesitan para ingresar? ¿Cómo diablos te crees que van a hacerlo sin
ayuda?

—Nos preocuparemos de esa parte. Lo tengo cubierto. —Frío y duro ahora


también. Se dio cuenta.

Molly trató de no sentirse encantada de que a Brady no le gustara el interés de


Dix en ella. Eso no era por qué ella quería salir con Dix. Quería salir con un chico que
gustara de ella, que quisiera estar con ella, no solo utilizarla para su…
No. Injusta. Brady no había tomado nada de ella que no hubiera querido darle.
Pero ya era hora de que ampliara su enfoque.

—Por favor, Dix. —Ella puso su mano sobre la de él y trató de mostrar promesa
en sus ojos, porque estaría condenada si establecía una cita frente a Brady—. Dinos
dónde podemos mirar. Dónde somos propensos a no encontrar nada. Prometemos que
no conducirá hacia ti. — Esperaba que pudiera cumplir esa promesa, especialmente
dado que Brady no parecía muy interesado en estar de acuerdo con ello.

Dix tomó una respiración profunda.

—Bien. Esto es lo que puedo decir.

—Inclínala hacia abajo aquí.

Molly apretó los dientes y movió la linterna que sostenía. Odiaba ser la
encantadora asistente, allí de pie. Pero Brady era el que tenía todas las habilidades. Él
había entrado en el edificio antes de que las horas regulares de oficina hubieran
terminado, fingió revisar la hora y se escondieron en el interior hasta que la mayoría
del personal se fue. Luego dejó pasar Molly, probablemente desactivando una alarma o
dos, pero ella no preguntó, y encontró las oficinas que tenían que buscar. Sus
habilidades de desbloqueo los llevaron al interior y en los gabinetes en pocos segundo
cada vez. Y luego sostuvo la linterna mientras cavaba a través de los contenidos. Así de
molesto.

Hasta ahora, todo había ido sobre ruedas. Habían estado aquí por sólo unos
diez minutos y habían registrado todas las oficinas que Dix les indicó, eludiendo o
desactivando las medidas de seguridad bastante rutinarias de las que les había
advertido. Hacía unos minutos, había expresado su decepción de que no hubieran
encontrado más elementos de disuasión de alta tecnología.
—Mientras más alta es la tecnología la seguridad es más invisible y —Brady
había dicho— más importancia das al espacio protegido y los artículos que hay.

—¿Así que hay seguridad de alta tecnología invisible? —le había preguntado,
preguntándose si el ascensor en el que estaban estaba notificando a alguien en este
momento de su presencia, disparando sus imágenes a través de otra oficina o un
teléfono inteligente del director o algo así. —¿Tecnología que Dix no mencionó?

—Sip. Él probablemente no sabe nada de ello.

—Pero no estamos evitando o desactivando esas cosas.

—Es posible. —Brady se volvió hacia ella—. Además, no me importa si saben


que estuve aquí.

La frialdad de su voz la había congelado, por lo que había dejado de hacer


preguntas. Ahora, quince minutos más tarde, la probabilidad de ser atrapados estaba
inquietándola de nuevo.

—Tenemos que irnos —le instó cuando clavó los picos más duros en la
cerradura de un armario oculto.

—Todavía no. —Él inhaló, lo sostuvo, y lo dejó escapar lentamente, a


continuación, metió los picos más delicadamente—. Este archivador estaba detrás de
un panel, y esta traba es malditamente dura. Si eso está en cualquier parte, es aquí.

“Eso” solo Dios sabía que era.

—Bien. Pero date prisa —no pudo evitar añadir. Echó un vistazo por encima
del hombro. El pasillo estaba a oscuras a través de la grieta que habían dejado en la
puerta de la oficina para evitar quedar encerrados. Dix había nombrado cuatro
administradores que eran propensos a tener el tipo de información que buscaban. Esta
era, por supuesto, la cuarta oficina. Ninguno de los tres primeros había cedido, y Molly
estaba preocupada de que guardaran toda la información en esa computadora. “Squat”
incluía cualquier otro tipo de archivo importante en papel, no sólo información sobre
Christopher. Ellos tampoco tenían un archivo central del que Dix no estuviera al tanto,
o que no guardan papel en absoluto.

Ella y Brady definitivamente no tenían tiempo para tratar de hackear las


computadoras.
Un clic atrajo su atención de nuevo a él. Brady susurró su victoria, y la puerta del
armario se abrió para revelar cuatro cajas de archivo, cuidadosamente etiquetadas
como “PERSONAL ACTIVO” con un rango alfabético. Ambos se estiraron hacia la F
al mismo tiempo. Molly apretó el puño y dio marcha atrás. Brady hojeó las carpetas y
agarró uno. Vio "FITZPATRICK, C" en el haz de su linterna, y luego Brady empujó el
archivo dentro de su abrigo y guardó todo.

—Vámonos.

Ella lo siguió mientras corrían en silencio a través del edificio. Momentos más
tarde, estaban en su coche, conduciendo normalmente por la calle.

Normalmente, a excepción de su corazón que latía con fuerza.

—No puedo creer que nadie se presentara. Eso fue demasiado fácil. —Sus
dedos trazaron el borde del grueso archivo que sostenía, pero no lo abrió. Brady estaba
conduciendo, lo que la sorprendió. Ella había pensado que él querría que ella
condujera para poder mirar el archivo.

—Hice algunas cosas para evitar eso —le dijo—. Aquí. —Él dirigió
bruscamente en una estación de gasolina y se detuvo al lado del bote de basura al final
de un banco de bombas—. Arroja los guantes.

Molly bajó la ventanilla y arrojó la bolsa de supermercado llena de arrugadas


servilletas de papel, algunas de los cuales estaban alrededor de los guantes de látex que
habían usado, en el cubo. Estaban lo suficientemente lejos de la construcción para que
nadie buscara aquí. Incluso si lo hicieran, las huellas dactilares en el interior de los
guantes sólo demostrarían que los habían usado, no donde lo habían hecho.

—¿Qué tipo de cosas? —preguntó ella, cuando regresaron a la calle y se


dirigieron a casa en la media oscuridad.

Parecía como si fuera media noche, pero sólo eran pasadas las siete.

—Es mejor que no lo sepas, por si nos atrapan. Puedes decir que te arrastré a
ello y que no sabes nada. —Odiaba esa idea tanto como odiaba ser la encantadora
asistente, pero no lo dijo. Sus sentimientos no eran pertinentes para nada.

—¿Has visto las etiquetas de esas cajas? —preguntó.

Él asintió una vez, bruscamente.

Su voz tembló un poco, tratando condenadamente duro de mantener la euforia


fuera de él.

—Eso es una buena señal. —Aunque el expediente de Chris estuviera en


“personal activo” no tenía por qué significar que estuviera vivo y todavía en una
misión.

—Puede que hayan sido lentos para eliminarlo —dijo Brady, haciéndose eco de
sus pensamientos.

—Lo sé, pero…

—Mis esperanzas están lo suficientemente altas ya, Moll. Vamos a esperar hasta
que lo leamos. ¿Sí?

Ella suspiró.

—Sí, está bien. Necesitamos una fachada para tu madre —le recordó.

—Sí. No tengo nada. ¿Alguna idea?


—Por supuesto. —Ella asintió—. Hay un supermercado por aquí. Necesitamos
suministros. —Su historia de fachada la mantendría despierta toda la noche, pero
serviría para un doble propósito: proporcionar una razón por la cual ella y Brady se
hubieran ido, y hacer algo bueno por los Fitzpatricks. Brady se quedó en el coche
mientras ella compraba. Casi se negó, porque no quería que él leyera el archivo sin ella.
Molly debería estar allí cuando viera la verdad, o lo que fuera. La necesitaría si la
información confirmaba la muerte de Chris. Y bien, ella estaba ansiosa por saber lo
que decía el archivo, y no era justo que él lo viera primero. Claro, Chris era su
hermano, pero él ni siquiera tendría el archivo si Molly no había seguido su instinto.

Empujó el carro más rápido por el pasillo principal, hacia la sección de


artesanías. Pero ¿y qué si su instinto estaba equivocado? Bueno, no podía estar
equivocada, el ataúd estaba vacío. Algo estaba pasando. ¿Pero qué si algo estaba
apenas cubriendo lo que Chris había estado haciendo? ¿Y si no quería decir que estaba
vivo? Había trabajado duro para mantener esa esperanza, ella había sentido que el
humor de Brady se hacía más y más ligero después de su reunión con Dix, e incluso
antes de que buscara en las oficinas. Se vería aplastado si sus esperanzas no eran
confirmadas.

¿Y si lo fueran? ¿Si Chris estaba vivo? Eso abrió un centenar de otras


posibilidades para romperle el corazón.

Ella hizo una mueca y tomó un tablero de espuma, marcadores, pegamento, y


un kit de collage para principiantes, a continuación, se dirigió hacia el mostrador,
arrastrando sus pensamientos de nuevo a Brady y lo que estaba descubriendo, sentado
solo en su auto.

Brady ignoró el archivo en el asiento del pasajero. O lo intentó. La luz difusa de


las lámparas de la playa de estacionamiento se filtraba en el auto y tomó la carpeta
manila y la hizo resplandecer un poco. Lo suficiente como para llamarlo. Lo arrebató y
lo metió entre el asiento y la palanca de cambios. No lo miraría aquí, en la oscuridad y
en un estacionamiento abierto, cuando no tenía tiempo para leerlo. Tenían que llegar a
casa. Probablemente tendría que esperar hasta que todo el mundo estuviera en la cama
antes de que tuviera la suficiente privacidad para leer el archivo. Además, no se sentía
bien sin Molly.

Molly. Maldita sea.

Cuando se habían encontrado con Dixson, era obvio que el tipo estaba
interesado en ella. Hacía dos semanas, a Brady le habría alegrado. Ella era tan
solitaria. Pero tenía un gran corazón y se merecía a alguien que la amara tanto como
ella a él.

Hubo un par de veces en la universidad donde Brady se preguntó si sentía lo


mismo por él, aunque sea un poco, pero en realidad ella nunca lo dejo ver. No había
celos de sus novias o parejas ni nada. Si ella alguna vez había mostrado sus
sentimientos, seguramente habría sido cuando él se volvió loco por Jessica. Pero sólo
había sido protectora.

Luego había sucedido esa noche en América del Sur. Todo en una falta de
definición, calor, necesidad y dolor crudo. Ella no se había vuelto pegajosa o de
repente tenía expectativas, o cualquiera de las cosas que las mujeres por lo general
hacían después del sexo. Ella no había actuado como si su amistad hubiera cambiado.
Y sobre todo, Brady no sentía que lo hubiera hecho. Se alegró de que ella estuviera allí
con ellos. Con él. Su familia no podría haber hecho frente a esta tragedia sin ella, y
dado que había estado fuera tanto tiempo, él no podría haberse hecho cargo de los
arreglos y esas cosas tan bien como ella lo había hecho. Así que estaba agradecido.

Pero la gratitud no explicaba la rabia que rugió a través de él cuando Dixson la


había mirado como si fuera pastelería. No explicó la conciencia que parecía vibrar
entre ellos cada vez que estaban solos y de pie cerca uno del otro. Sentido corporal
residual... ¿o algo más?
Cuando su madre le había advertido hoy, él había pensado que sería fácil hacer
caso a la advertencia. Las amistades no debían ser ensuciadas, especialmente del tipo
que tenían ellos. A pesar de que él no la había visto mucho en los últimos diez años, su
relación estaba evidentemente intacta. Aunque tal vez fuera frágil ahora, a causa del
sexo.

Su cuerpo se calentó, una ola de lujuria corriendo a través de él mientras


pensaba en sexo con Molly. Cerró los ojos y se acordó de ella debajo de él, abriéndose
a él, llorisqueando y mordiéndolo. Dixson se convirtió de pronto en parte de la
imagen. Dixson follando a Molly, Molly gimiendo su nombre.

Las manos y mandíbula de Brady se apretaron, rechinando los dientes con


demasiada fuerza. De ninguna manera. No en esta vida.

La puerta trasera del auto se abrió y se puso alerta. Molly tiró una bolsa y algo
gigantesco y blanco en el asiento de atrás, luego se subió en la parte delantera.

—¿Qué dice? —preguntó.

Brady parpadeó, luchando por conseguir un poco de control. Su olor llenó el


auto, consiguiendo la atención de su cuerpo.

—¿Eh?

Ella tocó el archivo con las uñas.

—El archivo. ¿Qué dice?

—Oh. —Él se retorció hacia adelante y encendió el auto, esperando que el


movimiento ocultara su confusión—. Nada. Quiero decir, no lo sé. No miré.

Molly tiró de su cinturón de seguridad y pareció aliviada.

—Gracias por esperarme.


—No hay problema. ¿Qué has traído?

—Cosas para hacer una tabla de homenaje. —A medida que sacaba las cosas,
ella elaboró—. Cuando lleguemos a casa, quiero decir, a la casa de tus padres, distrae
a tu madre mientras llevo los suministros hacia arriba. Pero está bien ser obvio sobre
eso. Tengo que poner mis manos en los álbumes de fotos. Quiero que ella sepa lo que
estoy haciendo, lo que estamos haciendo, en realidad, porque entonces puedes venir
conmigo y mirar el archivo mientras hago la tabla. Para el funeral de mañana —
añadió, cuando él le lanzó una mirada de “¿de qué diablos estás hablando?”—. Si ella
piensa que estamos haciendo esto como una sorpresa, nos dejará solos. Y debemos
hacerlo de todos modos. La gente lo esperará.

Brady movió la cabeza con asombro.

—Eres un genio. —Y lo era. El plan era perfecto. Excepto por una cosa.

Estaría encerrado con Molly en su habitación durante toda la noche.


Traducido SOS por Musa65
Corregido por Bibliotecaria70

Molly se escabulló arriba con sus suministros, pero dejo la puerta abierta para
así poder escuchar desde el segundo piso al salón de abajo, donde Donna había
detenido a su hijo.

—¿Qué haces con eso? —pregunto Donna.

Brady respondió:

—Sentí como que tenía que hojearlos. Ya sabes.

Después de un segundo, su madre dijo:

—Lo sé. No estoy segura de que debieras estar solo, sin embargo.

—Estoy bien mamá. Corriendo mucho. Solo quiero...

Molly podía decir por la forma en que dejó que su voz se apagara que deseaba
que ella llenara el espacio en blanco.

—Está bien, cariño —debió de dudar, porque Brady dijo:

—¿Qué?

—Estoy un poco preocupada por ti. Tú has estado tan concentrado en Jessica y
todo lo demás…

Molly se imagino a Brady arqueando los labios en una sonrisa triste.

—Estoy bien, mamá. Hay un montón de tiempo para llorar, demasiado.


—Lo sé. No es eso, en verdad. Es mas como... si tú... aún no hubieras aceptado
que está muerto.

Uh-oh. Brady era bueno en esconder las cosas, pero esta era su madre. Nadie era
tan bueno en ocultar las cosas a su madre.

Brady tomó aire lo suficientemente fuerte que Molly lo escuchó hasta arriba.

—Probablemente no lo he hecho —habilmente admitió—. Porque eso


significaría admitir mis culpas y esas cosas. Hablando de eso, ¿donde está papá? ¡Ay!

Donna debió haberlo golpeado. Molly sonrió.

—Está afuera en la tienda, por supuesto. ¿Qué tan cliché puedes ser?

Pasaron a cosas mundanas, y Molly se retiró a organizar los suministros. Pocos


minutos después, Brady apareció en la puerta.

—¿Estamos bien?

Ella asintió desde su posición con las piernas cruzadas sobre una de las camas.

—¿Conseguiste los álbumes de fotos?

Los dejo caer en la cama delante de ella, rebotando fuera de su lugar sus
herramientas dispuestas cuidadosamente. Frunció el ceño, pero él no estaba mirando.
Se había sentado al borde de la otra cama, agarrando el expediente de Chris.

—¿Quieres ayuda con eso? —pregunto él con desgana.

Molly jalo los álbumes más cerca y hojeó la parte superior abriéndola.

—No, nos perderíamos en “¿Recuerdas esto?” y nos tomaría toda la noche. Voy
a trabajar en el tablero de homenaje, lee el archivo para mí. Muy bajito, para que tu
madre no oiga —añadió, y él hizo una mueca.
—Sí, es todo lo que necesitaríamos.

Molly levanto una ceja.

—¿Por qué?

Brady finalmente la miro.

—¿Qué?

—¿Por qué es todo lo que necesitaríamos? ¿Qué diría ella?

Abrió su boca, mirando los álbumes y se encogió de hombros.

—Nada, supongo. Vamos a trabajar —se apoyo desplazándose para apoyarse


en la pared, con las piernas extendidas sobre el borde de la cama y abrió la carpeta de
archivos con indiferencia exagerada.

Molly se sentó inmóvil durante unos segundos, pensando brevemente sobre la


eficiencia y el tiempo, luego dejo caer las tres fotos que había elegido hasta el momento
y las lanzo a través del cuarto hasta que aterrizaron junto a él.

—Bueno, he cambiado de idea. No puedo soportarlo.

Brady le lanzo una sonrisa, una expresión espontanea y feliz que no había visto
en muchos años. Le quito el aliento y puesto que estaba a centímetros de ella, tuvo que
luchar contra el impulso de darle un beso, una recompensa por su felicidad.

—¿Qué pasa con el homenaje de mierda? —Se burlo de ella—. Dijiste que
trabajarías en eso.

Molly le pellizco el bíceps, luego se inclino a un lado y bajó la mirada al


archivo.

—Me ayudaras después de que veamos esto.


—Está bien —su hombro se deslizó contra el de ella mientras tomaba una
respiración preparatoria. Envolvió su brazo alrededor de él y unió sus dedos. Él los
agarró, sujetando con fuerza mientras giraba lentamente la cubierta del archivo.

Adjunto a la parte izquierda estaba una hoja de datos personales y la foto de


Chris. Su corazón quedó atrapado en la sonrisa estable, abierta de su rostro. Recorrió
la página, señalando los datos que ambos podían recitar de memoria. Solo lo básico,
nada revelador.

El principio de la página en el lado derecho era azul con blanco. Una página de
portada, para evitar que los transeúntes capturaran una vislumbre de algo sensible.
Brady le dio la vuelta hacia atrás y la puso abajo. La página siguiente era una hoja de
misión, de acuerdo con la etiqueta en negritas en la parte superior. Casillas
enumeradas de agentes implicados, controladores, proveedores, transportistas. El
objetivo de la misión tenía su propia casilla, a continuación, los parámetros, los
lugares, la logística y en la parte posterior boca abajo, así no lo tenían que quitar de la
pagina o darle la vuelta para leerlo, detalles de la misión.

El corazón de Molly se frenó antes de que hubiera leído más allá de la fecha en
la parte superior. Enero de este año.

—Por lo tanto, deben tener diferentes archivos cada año —adivinó. Sus dedos
se estremecieron cuando Brady aflojo su agarre ligeramente—. Es curioso que sean en
orden cronológico en el futuro, en lugar de a la inversa.

Él se encogió de hombros, leyendo los detalles de la vieja misión.

—¿Quieres saltar hacia delante? —pregunto pasando el pulgar sobre el borde de


los papeles. Su uña se atoro en algo duro en la parte inferior—. Si hay algo aquí que va
a decirnos algo, probablemente estará en la parte de atrás.
—Probablemente. Pero no, leámoslo directamente por encima. Las misiones a
veces se relacionan, y lo que sea que está pasando podría remontarse así de lejos.
Tendremos una imagen más completa si lo leemos todo.

—Está bien —soltó su mano para que pudiera utilizar ambas para poder dar la
vuelta a las paginas—. Vamos hacerlo entonces.

La mayor parte de las dos horas, leyeron. Solo tomo tres resúmenes de misión
para que Molly sufriera una oleada de culpabilidad.

—Yo no tengo que estar viendo estas cosas —dijo—. Quiero decir, tú tampoco,
pero al menos tú has estado en misiones. Se supone que no debo saber nada de esto.
Cuando van, con quién lidian, quién toma las decisiones...

Brady giró la cabeza.

—Se puede confiar en ti con todo lo que ves y escuchas. No te preocupes por
eso.

Sus palabras la calentaron, pero no aliviaron su malestar.

—Los directores probablemente no sienten de esa manera.

—No lo van a saber.

Ella sabía que no era cierto. Incluso si por algún milagro no descubrían el robo
en HQ, si ellos actuaban con cualquier información que encontraran, SIEGE lo sabría.
Y si ellos no encontraban nada por lo que valiera actuar, a menos que de alguna
manera devolvieran el archivo sin que nadie lo supusiera jamás que se había ido, los
directores sabrían si ella lo había visto. Nunca creerían que Brady no lo compartiría
con ella.

Pero sentirse mal por ellos no tenía sentido. ¿Qué iba hacer, detenerlo? ¿No
dejar que Brady le dijera lo que encontró? Difícilmente.
Así que se aguantó y siguieron leyendo. La mayoría de los resúmenes seguían
un patrón predecible que, ella se dio cuenta, significaba que la misión había ido como
un reloj. La recolección de información era bastante aburrida, por lo menos cuando se
reducía a sus detalles básicos. No podía decir que tipo de información se recopiló en
cada misión. Algunos de los términos sin duda indicaban que Chris fue recogido, pero
no tenía los conocimientos suficientes para descifrarlo. Brady probablemente los tenía,
pero si decidía algo importante, se lo contaría. Luchó contra un bostezo y siguió
leyendo.

Después de dos horas y tres meses de resúmenes de misión, Brady necesitaba un


descanso. Bajó a conseguir bebidas. Molly, gracias Dios, se quedó arriba trabajando en
las fotos. Necesitaba un descanso tanto de ella como de los archivos. Estar tan cerca de
ella durante tanto tiempo lo estaba volviendo loco.

Sus calcetines susurraban contra las tablas del suelo en el pasillo del segundo
piso. Oyó murmullos contra la puerta de sus padres y miro el reloj. Las diez y media.
No tan tarde, pero mañana iba a ser un día infernal. Las escaleras crujieron mientras
descendía, la planta baja sostenía una quietud vacía.

Había una pequeña luz encendida en la sala de estar, además de una sobre la
estufa en la cocina, pero cuando se asomó por el pasillo de atrás, no pudo ver luz por
la rendija bajo la puerta de Jessica.

Bien. No estaba para apoyarla en este momento. Decidió hacerle a Molly una
taza de té y sacudió la tetera para comprobar el nivel del agua antes de encender el
quemador. Ella había pedido zumo, pero el calentamiento del agua le daba unos
minutos a solas.

Dios, se apoyó en la isla y se pellizcó el puente de la nariz, apretando sus


ardientes ojos.
Su cabeza le daba vueltas, pero no por el tedio de la jerga del informe o la inútil
información en los reportes. Nada como sumergirse en el calor del cuerpo de Molly,
apretada contra su costado del hombro hasta el tobillo, su pecho rozando su brazo
cada vez que ella se movía para ver el archivo en un ángulo diferente.

Había intentado quedarse quieto cerca de ella, teniendo su asimiento en él y


leyéndole, pero siempre había estado demasiado cerca sin estar lo suficientemente
cerca. Su aroma natural había reforzado mientras sus cuerpos se calentaban así que lo
podía inhalar claramente, y realmente no quería hacerlo, durante las dos últimas horas,
ella había lamido sus labios seis veces y cada vez eso llamaba su atención a sus labios.
En América de Sur, había estado en una bruma de dolor y necesidad tal, que apenas se
recordaba besándola.

Ahora, solo las palabras eran suficientes para hacerlo endurecer. No como una
completa regla de madera, pero más que un pasajero interés.

No sabía lo que significaba. ¿La proximidad? ¿Elemental necesidad


insatisfecha? ¿Confusión por todo lo que estaba sucediendo? No podría entenderlo
hasta que se resolviera el asunto de Chris. Y eso significaba hacer caso omiso de lo que
sea que Molly tiraba en él.

El agua en la tetera hizo ruido creciente mientras se calentaba, sacando sus


pensamientos fuera del ático. Cruzo los brazos y se centró. Las misiones de Chris
habían sido bastante sencillas.

Hubo una corta cadena de ellas a principios de primavera que estaban


conectadas, pero después de eso, había estado en todo el lugar. Y ya en mayo, había
aumentado el número y la duración de las misiones que había tomado. Una semana,
en lugar de dos días o tres.

La madre de Brady siempre lo había actualizado en las cosas de familia,


también, y de lo que podía recordar, Chirs viajo mucho antes de eso, pero nunca había
sido tan largo. Entonces, ¿que había cambiado? ¿El bebé? No, era demasiado pronto.
Pero tal vez si ellos estaban planeando uno... todavía no tenía sentido. Pensaba que
Chris trataría de quedarse más en casa. No era que ellos cobraran por misión. Bueno,
algunos complementos generados adicionales por peligrosidad, pero no los que Chris
había cargado en la primavera pasada.

La tetera empezó a silbar, y Brady la agarro antes de que silbara, vertiendo agua
sobre algunas bolsitas de té de hierbas olorosos.

—¿Para quién es eso?

Saltó. El agua salpico su mano izquierda y maldijo, agitándola. Miro a su


padre.

—Molly. Ella está haciendo una... —agito la mano arriba y abajo— cosa. Una
cosa con fotos. Homenaje. Para mañana —terminó vertiendo, poniendo la tetera abajo
y cogió una toalla de papel para limpiar el desdoren.

El escozor en la mano, lo ignoro.

—Es amable de tu parte, que le lleves té. Le gusta con miel. —Su padre se
inclinó en el marco de la puerta, con las manos en los bolsillos. Brady frunció el ceño.

—Sé lo que le gusta —cogió el tarro de miel de su lugar en el mostrador.

—Tienes algo que decir. —No era una pregunta. Reconoció el lenguaje corporal
de su padre.

La diversión brilló en el rostro de su padre.

—¿Derecho al grano? ¿No una pequeña charla, una conversación de mierda al


azar, como esa?

—Sí, porque somos tan buenos en eso —murmuro Brady—. Tú siempre tienes
algo que decir.
Su padre asintió, luego se aparto de la pared.

—Vamos a sentarnos por un minuto.

Pero no camino al rincón del desayuno. Mientras Brady hacia lo que le había
dicho, Rick saco dos tazas de la alacena, inserto capsulas de café en la cafetera de lujo
y pulso el botón para elaborarlo. No dijo nada hasta que el café estuvo hecho.

Cuando puso la taza de café delante de Brady y se sentó frente a él, Brady dijo,
hosco, pero no le importo:

—Iba a tomar una soda.

Su padre lo ignoro.

—¿Cómo estas hijo?

Brady se encogió de hombros y envolvió una mano alrededor de la taza


caliente.

—¿Qué puedes esperar?

—Espero que estés luchando con un montón de cosas.

Hizo una mueca de impaciencia.

—Ya he tenido esta conversación con mamá.

—Lo dudo —su padre bebió, implacable—. Tu hermano murió antes de poder
reconciliarte con él, su viuda esta casi incapacitada y jugando con todos tus viejos
sentimientos, la familia depende de ti para que te encargues de todo, te estás
enamorando de tu mejor amiga y no sabes dónde está el cuerpo de Chirs.

Mientras su padre hablaba, Brady sintió una aguja en su corazón, una punzada
de viejo anhelo, una oleada de resentimiento que le tenía abriendo la boca y
protestando, pero una oleada más grande de sorpresa lo dejo con ella abierta. No sabía
que decir en primer lugar. Ni siquiera por lo primero, en absoluto. Su mente se había
horrorizado. Ésta no era la forma en que había sido entrenado para hacer frente a las
sorpresas.

—No estoy enamorado —salió de su boca. La cerró antes de decir una cosa
estúpida.

Su padre se rio y bebió más café. Brady lo imitó, ¿qué diablos más iba a hacer?
Mantener el silencio. Esperar a que la otra persona lo llene. No responder las acusaciones, darles
credibilidad. Se recitó el puto manual de capacitación así mismo, pero su padre se sentó
ahí bebiendo café, esperando.

Curiosamente, Brady se calmó en lugar de entrar en pánico. Se recargo en la


silla y observo a su padre observándolo.

Mientras lo hacía, una terrible sospecha comenzó a arrastrarse camino a su


cabeza.

Rick se rio de nuevo.

—Está bien, incluso con ese desliz. Así que si quieres hablar de Molly primero,
¿eh?

—No quiero hablar de nada, pero parece que tú sí. Así, ¿qué está en tu mente,
papá? —Apretó la mandíbula y se dijo que callara.

—Cualquier cosa que tengas. Algo te tiene hecho un lío —los ojos oscuros de su
padre contenían amable simpatía.

Brady pasó saliva y negó con la cabeza un poco. Su madre pensaba que le había
hecho bastante daño a Molly, dejándola fuera con todos los demás. Sabía que iba a
estar bien con su capacidad de perdonar, si él no la hubiera usado de manera tan atroz
cuando oyó por primera vez sobre Chris. Sí, ella lo había estropeado, y no tenía
ninguna duda que ella lo entendería, pero cuanto más tiempo pasaba con ella y cuanto
más pensaba lo que había hecho y porqué, más se arrepentía. ¿Y si lo hubieran hecho
sin la confusión de la tristeza y la agonía? ¿Y si él le hubiera hecho el amor en lugar de
tratar de perderse en ella?

No estaba seguro de que mereciera su perdón.

—¿Así qué?, ¿dónde te has estado ocultado toda la semana? —le preguntó a su
padre, quien le dio una mirada de complicidad en su cambio deliberado del tema.

—He estado por ahí. Ya conoces a tu madre. Cuanto más alimentemos su


revoloteo peor se pone. Simplemente permanezco fuera de su camino.

—Mamá no revolotea.

Su padre resoplo.

—No has prestado atención. Por otra parte, no has estado aquí para notar
mucho el último par de días.

Lo dijo con suficiente cuidado que Brady supo que no estaba haciendo charla
ociosa. No es que su padre jamás haya hecho conversación ociosa. No, había un
propósito para cada acción y cada palabra.

Su sospecha se agudizo.

—He estado ayudando a Molly con la lista que mamá le recopiló.

—Mm. ¿Qué necesitamos en New Rochelle?

El corazón de Brady comenzó a latir con fuerza, creciendo su sospecha por


segundos.

—¿New Rochelle?
Su padre le lanzo una mirada sardónica, pero cuando la dejo caer, el dolor y la
fatiga que había escondido toda la semana se rebeló.

—Sé lo que hay en New Rochelle, hijo. Se lo que tú y Molly estaban


probablemente haciendo allí. Y me gustaría saber que fue lo que encontraste.

Brady se puso de pie ante la puerta de la habitación de Molly y le dio un codazo


abriéndola unos centímetros antes de entrar. Tal como esperaba, estaba con las piernas
cruzadas en la primera cama otra vez, clasificando a través de las fotos y refunfuñando
para sí. Obviamente, no lo vio de pie.

—No necesitas media hora para verter zumo —fulminó una foto de Chris y Jess
en su boda antes de tirarla en la creciente pila en el suelo—. Jessica probablemente te
paró.

Brady no pudo detener la oleada de placer. ¡Estaba celosa! El revoltijo en su


corazón que había tratado de desenredar se suavizó un poco. Si ella sentía por él algo
más que amistad...

Ahora no es el momento, se dijo, pensando en donde había dejado las cosas con su
padre. El hombre más viejo solo había revelado lo suficiente para que Brady supiera
que había sido parte de SIEGE una vez. Había presionado a Brady por toda la
información que él y Molly habían reunido hasta el momento y luego dio marcha
atrás, dejando esa misión a su hijo.

Lo había dejado solo con la suficiente urgencia que Brady sabía que tenía que
llegar al fondo de la muerte de Chirs, falso o real, antes de que pudiera hacer nada para
resolver sus propios problemas.
—No Jess. Mi padre —la cabeza de Molly se alzó y le dio una mirada irónica—
. No muy alerta, ¿verdad?

Desplego sus piernas y se movió de regreso a la otra cama, acomodándose en su


posición original.

—Te escurres como ladrón, eso es todo —lo acusó—. ¿Qué te tomo tanto
tiempo?

—Te lo dije. Papá. —Brady se unió a ella en la cama y cambio el té por el


archivo—. Salió por fin de su escondite y no puedes cortarle en seco cuando quiere
hablar.

—¿Está bien? —la pregunta era sincera, no la descartó porque se esperaba y


Brady la amaba por ello. Los podría haber empujado a ambos a sumergirse de nuevo
en el archivo.

—Tan bien como cualquiera de nosotros. Sospecha algo.

—¿Qué, no hemos cubierto nuestras pistas lo suficientemente bien? —Sonrió y


la mirada de Brady se atasco en sus suaves labios rosados. Una vez más. Estaban lo
suficientemente cerca para apoyarse y...

Se aclaro su garganta.

—Parece que no —arrastró su mirada por la habitación hacia el montón de


fotos al lado de su cama—. Quería saber donde pasamos todo el tiempo, tú y yo, y me
dijo que me decidiera en mi mente antes de cometer un error.

El brazo de Molly se tenso contra el suyo. Ella pareció que se dio cuenta de que
podía sentirlo y se alejo un poco.

—¿Decidirte? ¿Acerca de qué?


Brady negó con la cabeza. No quería ir allí, pero no era capaz de dejar de
avanzar lento en esa dirección. Una parte de él quería ponerlo todo ante ella. Molly
siempre le había ayudado a ver las cosas más claramente. Pero miró el grueso
expediente que estaba a medio camino y el montón de fotos en espera de la habilidad
de Molly y sabía que tendría que esperar.

—Nada. Vamos a salir de esto y ver lo que está pasando.

Después de otra hora y media de lectura, Molly se movió de mala gana a la otra
cama para trabajar en el tablero del homenaje. Todo el cuerpo de Brady se relajó
cuando lo hizo y esperó que no se diera cuenta. Sentado en el suelo, se apoyó en la
cama junto a ella y leyó las declaraciones de la misión, haciendo una pausa cuando
llegaba cerca del fin.

—¿Te diste cuenta de algo de esto? —le preguntó.

—Sí, no son tan precisos —cortó los bordes del papel un poco dándole aspecto
de volante—. No puedo interpretar el código de espía, pero parece que encontró un
problema durante cada uno de los tres últimos.

—Sí. —Brady dejo sus ojos desenfocados e imagino el caso—. Problemas de


comunicación, así que los encuentros no salieron según lo planeado y por lo menos
dos veces la fuente se retiró. Tenía que recuperar la información el mismo. —En lugar
de recibirlos de alguien dispuesto a entregarlos.

—¿Y qué es eso de una extracción?

—Estás captando la jerga.

—Sí, bueno, después de esta cantidad de informes, ya debería —algunos trozos


de papel de color cayeron al suelo junto a él. No estaba mirando, pero aun sabía que
ella había dejado las tijeras y empezó a pegar cosas en el tablero. El aire se movió
cuando lo hizo. Calor surgió cuando esos movimientos trajeron su brazo más cerca de
su cabeza. Causando el más leve rastro eléctrico a través de su piel.
—Hey —Molly le dio un codazo— ¿estás ahí?

—Apenas —Brady pincho las orillas interiores de sus ojos, fingiendo que se
había distraído por la borrosa visión en lugar de su presencia. Ni siquiera era como
algo lujurioso. Solo estaba super-consciente de ella, en una manera que nunca había
sentido antes.

—Cierto. La extracción. Se suponía que iba a conseguir una camioneta de un


intercambio remoto y el controlador nunca apareció. Tenía que robar un vehículo.

Molly se movió desplegando sus piernas. Una colgaba sobre el borde de la cama
junto a él. Era suave y brillante, sus pantalones de yoga suaves o lo que fueran, se
subieron a sus rodillas. Ella debió haberse afeitado recientemente. Sin pensarlo, Brady
levanto la mano para pasar su palma por la pantorrilla. Sip, suave.

Unos segundos más tarde se dio cuenta como se endurecían los músculos que
en su mano estaban y que Molly no estaba respirando.

Mierda.

Dejo caer la mano y se aclaro la garganta.

—¿Entonces, eh, como...va... la cosa?

—Ya casi término —su voz baja, casi ronca y el deseo llegó por gotas a través
de él—. ¿Cuántas misiones más?

—Solo este paquete de atrás. —Brady fijo el archivo en el suelo y se inclino


hacia adelante para enderezar los corchetes de presión y quitar todas las paginas en la
parte superior de la funda de plástico en la parte inferior. El movimiento hizo que se
alejara de Molly pero ella regreso su pierna a la cama de todos modos. Oyó susurros y
rasguños y la cama crujió cuando se asomó por encima de su hombro, vio que había
inclinado el tablero terminado sobre la pared y bajó los pies de la cama. Evitándolo,
obviamente.
Se enderezó y dio la vuelta para estudiar el tablero. Había una cronología de la
vida de Chris, fotos de él cuando era bebé, luego de niño, luego mayor, sobre todo con
la familia, algunos amigos. Los usuales momentos estaban ahí, como la graduación y
su boda y el día que su equipo de Ligas Menores gano un torneo. Cada imagen espeso
la garganta de Brady hasta que el nudo quemo e hizo que sus ojos se humedecieran.

Podía sentir a Molly observándole y trato de no parpadear.

—¿Qué piensas? —preguntó ella, su voz todavía no era normal.

—Es... mm... perfecto. —Tuvo que deslizar la manga por sus ojos—. Hiciste un
gran trabajo —su voz salió apretada. El bulto no disminuyó, incluso cuando tragó. Se
centró en la decoración que había pegada en el cartel. El fondo era una especie de azul
marino a cuadros o algo así, plata y negro y los bordes enmarcados de las fotos. Ella
había conseguido de alguna manera apoderarse de los objetos que tenía más
importancia para Chris y los adjuntó entre las fotos.

—¿Cómo lo conseguiste? —Brady toco una cinta y apuntó la flor en el ojal de la


boda.

—Tu madre estaba buscando en una caja de recuerdos el otro día. Le dije que lo
guardaría para ella y lo traje hasta aquí en su lugar.

—¿Así que planeaste este cartel desde el principio?

Se encogió de hombros.

—Sí tenía el tiempo.

Los ojos de Brady se llenaron otra vez mientras la miraba, abrumado por la
gratitud.

—Molly eres...

Se le hizo un nudo en la garganta y no pudo decir otra palabra.


Inmediatamente, ella se dio la vuelta al pie de la cama y puso sus brazos
alrededor de él.

—Lo siento Brady —le susurró, claramente tratando de consolarlo. Pero el


dolor no era lo que estaba sintiendo ahora.

Gratitud, ni siquiera era la palabra correcta. Era más profundo que eso. Apretó
sus brazos alrededor su espalda absorbiendo el abrazo e inclino la cabeza hacia abajo
para inhalarla. Tan pronto como la piel se unió con piel, el calor estalló. Solo era su
mejilla contra su sien, pero la suavidad le recordaba su pantorrilla bajo su mano y de
repente fue consciente de la presión de sus pechos, el resto de su cuerpo, suave pero
fuerte y al momento relajado contra él.

Bajó la cabeza más para angular la cara en su cuello. Deslizó sus manos por su
espalda hasta sus hombros, tirando de ella más cerca. Ella suspiró cuando su boca se
encontró con su cuello.

—Molly —murmuró, adolorido—. Necesito... —no sabía cómo decirlo, ni


siquiera estaba seguro de lo que sentía.

Ella se apartó lo suficiente para ahuecar su cara entre sus manos. Su toque era
suave, dulce y cerró los ojos, apoyándose en una palma.

—Brady —esperó a que abriera los ojos—. Lo que necesites, te lo voy a dar.

Pero su voz se quebró y tan firme como su mirada era, vio dolor debajo de ellos.
Pensó que el necesitaba consuelo, solo como la primera vez que él se perdió en ella,
tratando de enterrar su agonía.

Estaba equivocada. No haría de nuevo eso, ni dejaría que ella pensara que él
estaba haciendo eso. La soltó, pero mantuvo sus manos en sus caderas para que no se
alejara.

—Molly, no quiero...
—¡Está bien! —Lo interrumpió y se aparto, evitando sus ojos y se flexionó para
recoger las fundas de plástico de los papeles.

—No escucha. Quiero decir…

Pero ella ya había levantado la tapa y saco las páginas, sus ojos abriéndose
ampliamente y la boca dejándola caer un poco abierta.

—Oh, Dios mío.

—¿Qué es? —preguntó.

Deslizó las páginas fuera y dándoles la vuelta hacia él, horror inquietante en su
expresión. Frío glacial extinguió cualquier frustración y necesidad que había estado
quemando en él cuando vio las letras rojas estampadas a través de la página.

CANCELADO
Traducido SOS Felin
Corregido por Yanii

Molly nunca había sentido un cambio en la atmósfera en forma repentina y


terrible como la que sentía ahora. La luz tenue en el ático ya no acogedora, en cambio
era siniestra. La esperanza que le había guiñado un ojo ahora la había abandonado, las
letras escritas a mano explicaban una posibilidad, no que Chris estuviera vivo, sino que
hubiera sido asesinado.

Las piernas de Brady habían cedido y había caído en el lado de su cama. La


desorientación de pasar de a “punto de ser besada” a “indescriptiblemente
sorprendida” la dejó mareada. Pero tenía que superarlo. Tenía que, una vez más, ser
fuerte.

Y empezar a pensar con lógica. Se quedó mirando las páginas frente a ella. No
eran del informe habitual de una misión.

—Brady, espera. —Hojeó la media docena de hojas, rozándolas, pescando


frases y secciones sobre cada una—. Esta no es una misión terminada.

—No. —Él sonaba vacío y distante—. Él no la finalizó.

—No, quiero decir, no se trata de un informe final. ¿No debería ser un informe
final lo que debería estar aquí ahora? ¿Qué pasa si…? —Ella traga con dificultad—.
¿Qué tal que “cancelado” era para la misión? ¿No para Chris?

Él se quedó mirándola fijamente. Entonces comprendió su expresión. Sus ojos


se centraron de nuevo, subiendo su temperatura. Se puso de pie.

—Tal vez. Nunca tuve una misión cancelada.


—Así que no sabías que el informe se vería así.

—No. —Una pequeña chispa de esperanza se encendió en su expresión.

—Está bien. —Ella inhaló profundamente y tomó su mano—. Ven acá.


Siéntate. Echemos un vistazo a esto. —Se acomodó en la cabecera de la otra cama,
atrayéndolo hacia ella, su mano se cerró sobre la de él hasta que sus huesos se
fundieron. Se sentaron, y dejaron a un lado el archivo para concentrarse en el
manguillo especial que había tomado de entre los papeles. Era opaca y verde. La
etiqueta blanca en la parte delantera no tenía palabras, sólo la notación “# 476-1B” en
una tipografía negra rígida.

—¿Sabes lo que esto significa? —Ella se la enseñó. Él lo tomó, volteándolo del


lado blanco, luego le dio la vuelta otra vez.

—No. No es un número misión. Esos son de seis dígitos.

—Cierto. Los datos no son asignados de este modo, tampoco. Es por fecha y un
código de la agencia. —Ella sintió que la miraba y se encogió de hombros.

—Nunca me di cuenta de que eran códigos de las agencias.

—Estoy seguro que SIEGE estaría feliz de escuchar eso.

—Pfft. No puedo ser la única conexión a la que deban prestar atención. —Ella
no recogió los papeles de inmediato.

El tono de Brady era más claro, y parecía menos traumatizado. Quería que le
diera un poco más de tiempo antes de que empezaran a leer y para que la sangre
circulara fuera de su cabeza de nuevo.

—Entonces, ¿a qué crees que se refieren esos números? —le preguntó, pero él
negó.

—No tengo idea. —Él le extendió la mano para los papeles. A regañadientes se
los entregó, y empezaron a leerlos juntos. La parte superior de la primera página era
similar a los informes de misión, con los parámetros básicos en un código que no
podían descifrar. Pero Brady sabía lo suficiente como para hacer conjeturas razonables.
Señaló un espacio en el formulario para que lo ubicara.

—Esto es extraño.

—Hasta ahora, todo lo es.

—Él fue a Canadá.

Ella se encogió de hombros.

—¿Y? ¿Los chicos no van a todas partes?

—Sí, pero pasamos mucho más tiempo en países inestables. —Estudió los
papeles, y frunció las cejas—. Nunca he ido a Canadá.

—¿Tal vez él se reunía con alguien que había huido de uno de esos países
inestables?

—Tal vez. Eso tendría una expectativa de bajo riesgo.

Ella no comentó sobre lo obvio, que si se trataba de la última misión de


Christopher, había sido otra cosa que un bajo riesgo. Los verdaderos accidentes
podrían ocurrir en cualquier lugar, por supuesto, pero el que no esté su cuerpo les decía
que no fue por el caso que fue ahí.

—¿Cuando se fue? ¿Qué dice? —Odiaba no poder entender el lenguaje


codificado. Era inglés, y parte de lo que ella había descubierto durante los más de
cincuenta informes que había leído, pero no lo suficiente como para descifrar éste.

—La fecha de salida fue tres días antes de que su muerte fuera registrada.

—Así que aquí es donde estaba cuando murió. Les tomó bastante tiempo enviar
su cuerpo de regreso de Canadá —reflexionó.

—Su no cuerpo —la corrigió, pero con aire ausente. Él frunció más el ceño ante
la última página—. Si estoy leyendo eso, determinaron que se había convertido en una
amenaza para la organización y decidieron darlo por terminado.

Una frialdad recorrió el interior de Molly.

—¿En qué sentido de la palabra? —casi susurró.

Brady le deslizó rápidamente los papeles al interior del manguillo, sus


movimientos eran rígidos.

—No puedo decírtelo. No le dispararon, porque los despachadores están


actuando como si fuera un miembro muy respetado de la compañía.

—Pero podrían haberlo planeado para después de esta misión, y él falleció


primero. —Ella tomó el manguillo y sacó los papeles para fijarse en el archivo, uniendo
todas las páginas por la parte superior. No estaba segura de por qué. ¿Regresarían todo?
Brady tomó el archivo de ella y lo metió debajo del colchón, encogiéndose de hombros
cuando le levantó las cejas. No era el mejor escondite... pero supuso que dependía de
que se supone que estaban escondiendo.

—Si lo que querían era terminarlo definitivamente —dijo él en voz baja,


determinado—. Entonces, ellos lo harían.

—Tenemos que investigar. —Se arrodilló en el suelo y tomó la mano de


Brady—. Tenemos que averiguar lo que realmente sucedió. Y dónde está. Lo que no
entiendo es, si lo mataron, ¿por qué estaba el ataúd vacío?

Brady asintió, pero la esperanza que tenía se había ido, de nuevo sustituida por
la desolación.

—Voy a ir a Canadá.
—Vamos a ir a Canadá. —Ella le apretó la mano—. Pero primero, tenemos
acudir a un funeral.

Brady se quedó en la habitación durante toda la noche con Molly. Ellos


dormían en camas separadas, a unos pocos metros el uno del otro.

Ella se sentía un poco como si estuvieran en la universidad, cuando se


quedaban tarde estudiando o simplemente pasando el tiempo, y se quedaban en la
misma habitación. O en las vacaciones, cuando había dormido ahí y compartía
habitación con él, pero siempre fue 100 por ciento platónico. Mirando hacia atrás,
tenía que preguntarse por qué Rick y Donna lo habían permitido tan fácilmente. Por
qué había creído que no había alguna posibilidad de algo inapropiado.

Molly no pudo dormir de inmediato, a pesar de lo agotada que estaba. Se dio


cuenta cuando Brady finalmente se relajó y quedó dormido, a pesar de que dormía en
silencio. Se preguntó si SIEGE y otras agencias de espionaje les hacían cirugía para
tabiques desviados, o no contrataban a agentes con apnea del sueño. Su mente vagaba
mientras su cuerpo se relajaba poco a poco, su respiración fue coordinándose con el
ritmo de Brady. Que otras cosas les dificultarían ser un espía. Las flatulencias. Eso
sería atraer la atención de las personas que te rodean. Uno de los músicos de gira junto
con ella siempre estornudaba al menos siete veces. Eso llamaba la atención, también.
¿Acaso este tipo de cosas surgen durante el reclutamiento? ¿Serían despedidos o los retirarían del
campo si su condición salía a la luz? Un despachador o despachador podría estornudar.
Pero ella tuvo la impresión de que los despachadores tenían mucha experiencia en el
campo y sólo se mudaban hasta cierta edad... o etapa de la vida.

Sus ojos se abrieron de golpe y ella estaba de repente despierta. ¿Y si eso había
sido lo que estaba pasando?

Si los despachadores debían cumplir con una cierta cantidad de tiempo en el


campo antes de ser considerado para una promoción fuera del campo, tal vez Chris
estaba aumentando su tiempo de misión últimamente porque quería entrar.

Él no sabía lo del bebé cuando regresó en primavera, pero sí que lo estaban


planeando para entonces. Quizá. Pero incluso si estaba en lo correcto, no encontraba
conexión o le cuadraba su última misión en Canadá. ¿Podría haber estado entrenando en
ese lugar? Ella casi sacó el archivo para comprobarlo, pero no hubiera sido capaz de
descifrarlo mejor ahora de lo que pudo antes. Brady probablemente no sabía el código,
bien, por lo que cedió a la tentación de despertarlo.

Pero mañana, sin duda debían hablar con Dix.

Una limusina recogió a la familia, a las nueve de la mañana del siguiente día.
Todo el mundo fue sometido, y no sólo por el manejo.

Todos llevaban colores oscuros, Jessica y Brady iban con trajes negros serios, la
madre de Brady un vestido azul de noche, su padre un traje gris carbón. Molly llevaba
falda negra con rayas que había usado cuando Jessica la llamó con la noticia, y la
coordinó con un suéter gris claro que no hizo nada para aliviar lo sombrío. Todos ellos,
se dio cuenta, estaban pálidos, incluso cenizos. Todos sus pensamientos estaban en las
misiones, la esperanza y la condonación mientras subía en el asiento trasero.

Había querido conducir su propio coche, pero Jessica se había aferrado a ella e
insistió en que todos fueran juntos. Todo su cuerpo temblaba, los movimientos eran
tan finos que Molly no notaría a menos que no estuviera sosteniendo a la viuda. La
piel del rostro de Jess estaba tensa sobre su mandíbula y pómulos.

Ella esta semana había perdido peso, y sólo la tensión parecía sostenerla en pie.

Después de un viaje interminable, terminó demasiado pronto, la limusina se


estacionó en la funeraria. Era un poco temprano, así que la familia podría estar en el
lugar en una recepción antes de que los otros llegaran. Cuando los Fitzpatricks se
reunieron en la parte delantera de la sala de proyección, Molly habló con el director de
la funeraria. Confirmó el programa, explicó un pequeño problema con las flores y la
forma en que lo estaban solucionando, y no dijo nada que indicara, por palabras o
comportamiento, que sabía que el ataúd no contenía un cuerpo.

Su ayudante puso un caballete para que fijara la placa de homenaje ahí, y


Donna se quebró tan pronto cuando lo vio. Jessica sólo lo miró distraídamente por un
momento antes de alejarse. Molly sintió una punzada de sentimientos dolorosos, pero
luego se preguntó lo que su acción había querido decir. ¿Era que Jessica simplemente
estaba somnolienta después de tantos días de dolor? ¿O es que realmente esto no significa nada
para ella?

Cuando el primer grupo de personas apareció por la puerta, haciendo una


pausa para firmar el registro, el director formó a los Fitzpatricks cerca del ataúd y la
placa de homenaje. Molly fue haciéndose hacia la parte posterior de la sala, pero
Donna la detuvo, apretando fuerte su mano.

—Oh, no, estarás aquí con nosotros, querida.

—Es sólo la familia —murmuró y trató de apartarse, pero el brillo de Donna le


hizo ceder.

—Tú eres familia como cualquiera de nosotros, y más que algunos —dijo entre
dientes, y Molly tuvo que morderse los labios para no sonreír mientras dejaba que
Donna la arrastrara a la línea.

Supuso que el orden normal sería primero la viuda, y luego los padres, entonces
vendrían su hermano, después su pareja. Pero Jessica estaba todavía muy débil, por lo
que terminó entre Brady y Molly, junto a Donna y Rick en la línea. Molly trató que
Jess se sentara en una silla, pero la rechazó, tenía rígida su columna vertebral e insistió
en que tenía que ser fuerte por el bien del bebé.
—El bebé necesita que te cuides —murmuró Molly mientras los primeros
dolientes se acercaban—. Si te desmayas o te sientes mal, ¿cómo puede ser eso bueno
para el bebé?

—No lo haré. —Jess levantó la barbilla y aceptó la mano de un primo


Fitzpatrick, el primero de muchos.

Ella tenía que dar crédito a Jessica. Cuantas más personas ofrecieron sus
condolencias, más estable parecía, como si generara un tipo de energía a partir de su
preocupación y simpatía. Y la gente seguía llegando. La visualización estaba
programada para una hora, pero después de una hora y media los amigos y la familia
todavía estaban alineados hablando con la familia inmediata y ofrecían palabras
silenciosas a un lado del ataúd. Molly se apartó para preguntar si esto sería un
problema, pero él le aseguró que había bastante tiempo entre los eventos y que podría
permitir que la línea siguiera su curso.

Se sorprendió de la cantidad de personas que conocía. Había primos


Fitzpatrick, los padres de Donna, hermanos y sus familias, incluso los amigos de Chris
que habían venido de lugares lejanos, después de que ellos o sus padres hubieran leído
el obituario en el periódico local. Ninguno parecía sorprendido o desaprobaban que
ella estuviera en la línea de recepción. Ellos le ofrecieron sus condolencias en el mismo
tono, y abrazado con la misma fuerza, a la que habían ofrecido a cada Fitzpatrick.

Jessica parecía más fuerte, a pesar de todo, Brady parecía más decaído. Su
expresión se volvió más estoica, más elaborada, con cada abrazo y mano sacudida. Un
par de personas mencionó, torpemente, la distancia que había entre los hermanos en la
última década. Él cada vez decía menos y menos con cada persona, y para el final,
Molly tenía miedo de que fuera a colapsar.

Cuando el director los sentó en la primera fila y el pastor de la iglesia de los


Fitzpatricks se acercó al podio, Brady se levantó bruscamente y se escapó por la puerta
lateral. Donna llamó la atención de Molly y sacudió la cabeza en esa dirección. Sin
preocuparse de parecer inapropiada, lo siguió.
Se sentó en un sofá viejo de dos plazas en la antesala fuera de las salas de
descanso, inclinándose hacia adelante, apoyó la cabeza en sus manos. Se sentó a su
lado y le frotó la espalda, sin decirle nada.

Después de un momento, la tensión en los hombros empezó a disminuir. Él no


se movió, pero habló.

—Nunca debería haber aceptado decir unas palabras. —La voz salía ahogada
entre sus manos que sostenían su rostro.

—¿Por qué no? —preguntó Molly, pero sabía la respuesta.

—Yo no tengo derecho. Ya has oído a la gente. —Se enderezó, frotó la cara, y se
dejó caer hacia atrás contra el asiento del sofá—. Desaparecí durante demasiado
tiempo. Yo no era un hermano para él. Lo castigué por algo que no tenía nada que ver
con él.

—Pura mierda.

Él se le quedó mirando, semi-asombrado.

—¿Qué?

—Digo que puras mierdas. ¿Cuándo lo viste por última vez?

Él frunció el ceño.

—No lo sé. ¿Agosto, tal vez? Estábamos en DC al mismo tiempo.

—Y ¿cuántas veces hablaste con él desde entonces?

—No sé —repitió más impaciente—. Pocas veces.

—Así que tú no desapareciste. Estuviste en contacto, tal vez incluso más que
muchos familiares. —Ella puso la mano en su rodilla—. No puedes permitir que las
personas que no saben nada te hagan sentir de esta manera. Sus opiniones no deben
importarte. No acerca de esto.

Cruzó su mano con la de ella. Su piel estaba caliente y seca, y durante una
fracción de segundo anhelo poder tocarlo así todo el tiempo. Luego dejó escapar un
suspiro y se puso de pie, tirando de ella hacia arriba y cruzó su brazo con el suyo.

—Gracias, Moll. Siempre haces las cosas mejor. —La besó en la frente y se fue
por la puerta justo cuando el pastor lo presentó para el elogio.

Eso no fue todo. Ella se puso de pie fuera de la vista y vio como él dio grandes
zancadas hacia el podio. El anhelo se encendió de nuevo, más fuerte y más largo que
hace un momento. Lo había suprimido siempre, pero maldita sea, estaba cansada de
hacer eso. Quería consolar a Brady como algo más que su mejor amiga. Quería ser más
que una persona que lo encaminara y lo enviara de regreso a su camino. Su madre hizo
eso. Quería ser su apoyo.

—Christopher Fitzpatrick era un ser humano extraordinario —Brady comenzó,


y Molly se centró en sus palabras, en el lugar donde se encontraba—. Todo el mundo
habla bien, es su funeral. Y, por supuesto, siempre será una verdad, incluso si el chico
era un hijo de puta. —Sonrió débilmente, lo que permitió a los reunidos reírse. Su
cuerpo, que había estado sosteniendo rígido, fue regresando a la normalidad
lentamente, haciendo movimientos fluidos y conocidos cuando él movió los pies en sus
brillantes zapatos de vestir. Su peso estaba por igual en ambos pies, con la espalda recta
pero relajada. Sus manos, sin embargo, se aferraban a los lados del podio, y su
mandíbula temblaba mientras miraba hacia abajo, hacia las notas. Pero no tenía
ninguna. Estaba haciendo todo esto de memoria, sin ensayos.

»Pero Christopher era verdaderamente extraordinario. La mayoría de ustedes


podría enumerar lo que hizo a mi hermano especial. —Él asintió hacia un grupo
sentado a mitad de camino en la esquina a su izquierda—. A su equipo de béisbol del
instituto en el cual usó su guante por tres campeonatos. —Luego, a alguien en la
sección central—. Sus profesores elogiaron la ética de su trabajo y su dedicación
consiguiendo buenas calificaciones. —Brady sonrió, y la suavidad que entró en su
mirada le decía a Molly que estaba mirando a Jessica—. Y su esposa, bueno, Jessica se
casó con él porque era dulce, cariñoso, y amaba a su familia. Luego se enteró de todo
lo que lo hizo normal. —Más risas, y Molly tragó saliva, su garganta ya le quemaba
debido a las lágrimas.

»Pero Chris jamás fue más extraordinario que siendo mi hermano.

Se dio cuenta de que no había mencionado el trabajo de Chris. Ahora que lo


pensaba, nadie había llegado a la línea de recepción que hubieran dicho que trabajaban
con Chris. ¿Sería que la SIEGE no había enviado a su gente? Como si no hubiera trabajado
realmente con él, al igual que su despachador o supervisor, por lo menos algunos
despachadores o incluso un conducto o dos para fingir. Con todo el tiempo que Chris
había pasado en el trabajo, parecía muy extraño que nadie hubiera acudido a rendirle
homenaje.

Brady estaba contando una historia sobre el equipo de béisbol, como cuando
como una broma Chris había saboteado el guante de Brady durante las pruebas.
Mientras hablaba, Molly trató de encontrar una manera de buscar entre la multitud sin
ser obvia. Ella no podía moverse a través de la puerta, y tan sólo le permitía ver la
mitad de los asientos, de todos modos. Detrás del ataúd, las paredes estaban inclinadas
en tres partes, en lugar de una pared plana, presumiblemente para enmarcar la
pantalla. En la pared del fondo había una pequeña ventana alta con una cortina de
terciopelo pesada hasta el otro lado de la misma.

Cuando Brady hizo la transición a una historia más conmovedora sobre Chris
ayudándole con un matón, ella se dirigió por el pasillo. Se ponía más oscuro mientras
más caminaba, obviamente la intención de disuadir a los clientes de ir por ese lugar. La
sala tenía habitaciones a la izquierda, pero Molly no les hizo caso y continuó hasta el
final, donde las sombras eran lo suficientemente profundas como para su investigación.
La pared frente a ella tenía una pesada cortina hasta el suelo que ocultaba una ventana
al exterior. Tiró de la cortina para abrirla, dejando una línea de luz que le permitiera
ver mejor. Vio una puerta a su derecha que con suerte la llevó a la habitación con una
pequeña ventana que daba al ataúd. Ella probó con cautela la manija. Se abrió con
facilidad y en silencio, así que abrió la puerta y entró. La habitación no tenía luces, no
tenía ventanas, y no podía ver nada. Pero podía escuchar la voz de Brady al otro lado
de la pared, aunque amortiguado y amplificada por el micrófono.

Ella se detuvo, dejando que sus ojos se acostumbraran a la penumbra. Poco a


poco, observó formas detectables. Un sofá, un pequeño escritorio. Y un resplandor de
luz filtrándose alrededor de una cortina en la pared. Ella fue ahí y con cuidado pasó los
dedos por el tejido blando, viejo, buscando una costura central. No encontró ninguna.
Tendría que mirar desde el lado.

Levantó la cortina lo suficiente para ver la mitad de las personas reunidas, un


mar de negro, azul marino y gris. La cabeza de Jessica se inclinó, sus hombros
temblando, y Donna y Rick cada uno tenía un brazo alrededor de ella. La mayoría de
las caras veían hacia Brady. Molly estudió los que no conocía. Reconocía a algunos
tras verlos detenidamente, por lo general eran viejos amigos, se veían una década más
grandes desde la última vez que los vio. Otros que recordaba de la línea de recepción y
otros los descartó por no ser compañeros de trabajo.

En el fondo de la sala, en las dos últimas filas, había media docena de extraños
con columnas rígidas y rostros estoicos. Le llamaba la atención sus expresiones y su
forma de vestir, y la forma en que estaban separados de los familiares, sin embargo.
Podía ser que fueran despachadores o administración de SEIGE. Estudió sus rostros.
Ella podría haber visto a un hombre en el vestíbulo cuando estaba en New Rochelle.
No le había prestado mucha atención a cualquier persona que caminara por ahí. Con
un pequeño grito de asombro, reconoció el proveedor que había recuperado la pistola
de Brady en América del Sur. Y allí, en el extremo, estaba Ramona Aldus, la
facilitadora quien les había asegurado que todo estaba en orden, con excepción de que
Chris estaba muerto. Ella se veía diferente. En lugar de la cola de caballo elegante, su
cabello estaba en un moño apretado que alteraba sus rasgos ligeramente.
Las gafas eran más grandes, menos elegantes. Ella levantó una mano para
rascarse la mejilla, y Molly vio que sus uñas eran todavía de un color rojo brillante.

Se movió a la parte derecha de la cortina, con cuidado de no moverla y hacerlo


con cuidado. El lado izquierdo de la multitud reunida se parecía mucho a la derecha,
sólo que sin estar tan rígidos.

Brady terminó su elogio y dio un paso alrededor del podio, con la espalda
bloqueada a la vista de Molly. Tenía que regresar ahí. Pero a medida que él se acercó a
su asiento y se le aclaró su visión, su mirada se posó en una figura en la zona de
recepción. Una figura al acecho, obviamente, para ver sin ser notado, y tan claramente
tratando de disfrazarse, con una capucha y gafas de sol con las manos metidas en los
bolsillos de su abrigo.

Molly dejó caer la cortina y se lanzó hacia la puerta. Un movimiento estúpido,


dada la total falta de luz. Su pie se atoró y voló hacia adelante, aterrizando con fuerza
sobre su estómago, sus manos raspaban la alfombra rugosa. Se quedó ahí durante dos
segundos preciosos, con los pulmones vacíos, y esperaba que nadie hubiera oído su
caída. Se las arregló para ponerse de pie y llegar a la puerta sin golpear cualquier otra
cosa. A continuación, en una carrera loca por el pasillo vacío, sus pies golpeando
contra el suelo de madera debajo de las alfombras persas desgastadas. Visualizó más
allá de la puerta de entrada a la sala principal demasiado rápido para ver la reacción de
cualquier persona, pero segundos más tarde, unas pisadas se acercaron por detrás de
ella. No tenía ninguna duda de quién eran.

Su mano atrapó la moldura para hacer girar y llegar al arco del vestíbulo. El
chico encapuchado estaba a la vista. Siguió su camino, giró la manija de la puerta
delantera empujándola y se tambaleó hacia fuera sobre el pasillo frontal.

Él se había ido.

—¡Maldita sea!
—¿Qué demonios? — Brady llegó junto a ella, con la corbata torcida, y miró
hacia arriba y abajo de la calle—. ¿A quién persigues?

—No sé. —Maldición. Estaba sin aliento exhausta. Tal vez porque había perdido
el aire cuando tropezó. O tal vez porque ella había estado toda la semana sin correr o
hacer ejercicio. Puso sus manos en sus costados y tomó una bocanada de aire más
profunda.

—¿Por qué estabas persiguiendo a alguien en primer lugar? ¿Y dónde estabas?


Te perdiste el homenaje.

—No, si lo escuché. Hiciste un buen trabajo. —Recorrió de arriba abajo la calle


de nuevo y se agachó un poco para ver el lado del conductor de un auto que pasaba.
Una viejita. No era el merodeador. Rápidamente le explicó lo que había visto,
terminando cuando Rick llegó y se unió a ellos.

—¿Qué diablos está pasando? Yo habría esperado que ustedes dos actuaran de
esta manera hace quince años, pero no ahora. No aquí. —Él frunció el ceño con
fiereza a Molly, luego a Brady, antes de que su expresión se relajara—. Muy bien, ya
está hecho. Le diré a tu madre que te quebraste de nuevo —le dijo a Brady—. Y ahora,
díganme lo que realmente está sucediendo. —Esperó mientras ellos intercambiaron
una mirada en silencio, pero no lo suficiente para que fuera interpretado.

—¿Christopher fue asesinado? —preguntó Rick fuertemente.

Molly se sobresaltó. El corazón le golpeó doblemente antes de asentarse en un


ritmo más rápido que lo normal.

Antes de que pudiera recuperarse, Brady respondió honestamente.

—No lo sabemos. Algo está mal, pero no hemos recibido ninguna respuesta.

Rick mantuvo su mirada fija en su hijo.


—Pero han estado tratando de averiguarlo.

—Por supuesto.

—Y tiene algo que ver con SIEGE.

La conmoción que había sentido hasta hace un momento era como la


electricidad estática en comparación al rayo creado ante la declaración a Rick. Pero
entonces tuvo una sensación abrumadora:

—Oh, sí. Por supuesto. —Se relajó. Chris, Brady, ¿Por qué no, Rick, también?
De hecho, Dix había mencionado que era una herencia. Tal vez SIEGE era todo
acerca de los lazos familiares.

Brady no había pestañeado. Ella ya había visto que sus habilidades de espionaje
no eran lo suficientemente fuertes como para ocultar su impacto personal. Después de
unos segundos, se hizo evidente que Brady no iba a revelarle nada a su padre. ¿Cuánto
tiempo tiene de conocerlo?

Recordó que había sido atrapada por su padre la noche anterior. Su estado de
ánimo había estado extraño cuando le llevó su té. Debe haberlo descubierto la noche
anterior. ¿Por qué no le dijo?

Molly se volvió hacia Rick y exigió:

—¿Cuánto sabes de SIEGE?

El rostro de Rick era inexpresivo, pero sus ojos brillaron.

—¿Cuánto sabes tú de SIEGE?

Ella sintió el tirón de una sonrisa en la comisura de su boca.

—No lo sé.
—Perfecto. —Rick se puso serio y agitó una mano—. Hablaremos de esto más
tarde. Pero ahora dime por qué saliste corriendo de allí como los murciélagos saliendo
del infierno.

Ella vaciló, pero él estaba en lo cierto. Esto era un lugar demasiado público
como para exigirle que hablara si él había sido un maldito espía, también. Tal vez
todavía lo era.

—Vi a alguien —afirmó sin pizca de emoción—. Estaba acechando desde aquí
en el vestíbulo. Parecía sospechoso.

—¿Podrías decirme quién era? —preguntó Brady—. ¿Fue? ¿Fue…? —No pudo
terminar la pregunta. Molly no sabía si era por la emoción o por discreción que se lo
calló, pero ella sabía que él estaba preguntando si podría haber sido Chris.

—No. Demasiado bajo, demasiado escurridizo. No sé, tal vez era sólo un chico
en busca de drogas o algo así. —Pero improbable. Padre e hijo parecían estar de
acuerdo, moviendo la cabeza.

—Mucha coincidencia —dijo Brady.

—Las coincidencias suceden —ella respondió—. Pero aun así era un extraño.
En especial por la forma en que se marchó. No se parecía a nadie que hubiera visto.

—Probablemente escuchó tus pisadas por el pasillo. —Rick frunció el ceño—.


Debe ser un conducto —refunfuñó, pero antes de que Molly pudiera responder para
enfrentarlo, Donna corrió hacia fuera con ellos. Su rostro era blanco, su boca fruncida,
las líneas de su frente más profundas de lo que había estado incluso esta semana.

—¿Qué diablos están haciendo todos? —Ella no esperó una respuesta—. Metan
sus culos de regreso. —Su fuerte mirada penetrante se concentró en su hijo—. Este es
el día más difícil de mi vida, y tú, jovencito, no estás haciendo las cosas más fáciles.

Se dio la vuelta y pasó de regreso por la puerta.


—Mierda. —Brady cerró los ojos y se pasó una mano por su cara—. ¿Por qué
no simplemente me da un maldito puñetazo en el estómago?

Molly le frotó la espalda. Él envolvió su brazo alrededor de sus hombros, y


siguió a su padre de vuelta al edificio.

Una vez que llegaron al interior, Rick se apartó de Brady y la llevó a un rincón
del gran vestíbulo.

—¿Has visto a la persona salir? La que perseguiste.

Ella negó.

—Lo vi aquí, pero al momento en que llegué al final del pasillo, no estaba.

—Así que podría estar todavía en el edificio.

Ella hizo una mueca, sintiéndose estúpida.

—Sí. O podría haberlo estado y se ha ido por otra salida ahora. O… —Pasó
junto a algunas personas que salían de la sala de proyección y dio un paso a un lado de
la puerta, donde se podía ver la habitación entera y las dos salidas. Con la gente dando
vueltas, los que iban al cementerio de pie en grupos, los que no avanzaban lentamente
hacia la salida, habría sido fácil para la persona con capucha mezclarse y pasar
desapercibido. Pero no había rastro de él.

El teléfono de Molly sonó en el bolsillo de su falda, justo cuando ella alcanzó a


ver el movimiento detrás del ataúd. Ella ignoró el teléfono y comenzó a moverse en esa
dirección. El flujo del tráfico de pie estaba en contra de ella. Trató de evitar hacer
cortes fuertes o esquivar lo obvio, lo que significaba que tenía que permanecer cerca de
la pared y hacer un avance lento. A través de una brecha entre los trajes negros, podía
ver la forma como una capucha puntiaguda que sobresalía por encima de la parte más
alejada de la urna, aproximadamente en el lugar donde estaba el seguro.
Su teléfono sonó de nuevo. La necesidad natural de contestar luchó con la
urgencia de atrapar al de la sudadera con capucha y averiguar lo que tenía que ver con
Christopher. El teléfono sólo se detuvo zumbando durante unos segundos antes de que
sonara de nuevo. Pero ella estaba tan cerca ahora...

Se abalanzó, llegando a un lado de la urna y cogió el brazo de la persona que


estaba arrodillada allí, por la sorpresa ella cayó sobre sus codos. La capucha se deslizó
descubriendo un cabello rubio brillante, las gafas de sol estaban torcidas ligeramente
caídas y sus ojos ya no se escondían. Era una chica. Una chica muy joven.

—¿Quién eres tú? —exigió, más confundida que otra cosa.

La chica se puso de pie, pero Brady apareció al otro lado del ataúd, bloqueando
su salida. Ella giró violentamente, en busca una salida lejos de ambos, pero estaba
atrapada.

—¡Por favor! ¡Déjame ir! Yo no estaba haciéndole daño a nadie, lo prometo. —


La niña, aparentaba unos catorce años, se escondía detrás de una pantalla de flores,
como si ella no quisiera que alguien en la multitud la pudiera ver.

—¿Quién eres tú? —le preguntó de nuevo, manteniendo su voz baja. Dudaba
que la chica tuviera alguna conexión con la muerte de Chris, pero había estado
actuando de manera sospechosa cuando le exigió una explicación.

—No puedo decírtelo. —La voz de la chica era alta y áspera—. Por favor, sólo
déjame ir.

—¿Cuál es tu nombre? Tu primer nombre —Brady corrigió, acercándose a ella.


Cuando su cuerpo la cubría desde un punto de vista de la habitación, ella pareció
relajarse un poco.

¿Qué demonios estaba pasando?

—Shae —la chica dijo, posiblemente pensando si cooperaba un poco, la


dejarían irse más rápido.

Ella miró a su alrededor con nerviosismo.

—¿Conocías al hombre de este funeral?

Shae miró la cara de Brady por primera vez. Su tez estaba completamente
blanca, y Molly bajó a su lado, le preocupaba que estuviera a punto de desmayarse.

—Yo... um... No. Quiero decir, sí. Quiero decir… no, yo no conozco a nadie
aquí.

Bueno, eso aclaraba las cosas. El teléfono de Molly sonó de nuevo. Frustrada, lo
sacó y comprobó la pantalla. Dixon. Mierda.

—¿Hola?

—¿Qué demonios, Byrnes? he estado llamando sin parar. ¿Dónde diablos estás?

De repente una ira frío hizo su tono como el ártico.

—Estoy en el funeral de Christopher.

Silencio. Entonces una maldición suave.

—Lo siento, se me olvidó la hora. —Su remordimiento, sin embargo, fue


fugaz—. Brady y tú necesitan encontrarme en el Westchester County Airport en este
momento.

—¿Aeropuerto? —Molly miró a su alrededor. Los Fitzpatricks estaban hablando


con el conductor del auto que los había llevado a la funeraria. Estaban casi listos para
ir al cementerio. Jessica se sentó tristemente en una silla al lado de ellos, secándose los
ojos y la nariz con un pañuelo—. ¿Por qué?

—Tengo la información, y Brady y tú tienen que salir de inmediato, tienen algo


que hacer.

La adrenalina subió, y lloriqueaba en dos direcciones.

—Dix, tenemos el entierro.

Brady se volvió al oír el nombre de su controlador. Shae aprovechó su


distracción y se lanzó a su alrededor.

—¡Espera! —Molly le gritó. La mitad de las cabezas en la habitación se giraron


hacia ella. Cuando Shae comenzó a correr más allá de la placa de homenaje vaciló,
luego se detuvo y se volvió para enfrentarse a ella, con expresión angustiante.

Durante medio segundo, todo se congeló. El rostro de la joven estaba justo al


lado de una foto de Brady y Chris cuando eran pre-adolescentes, con sus uniformes de
béisbol, con los brazos alrededor del otro. A pesar de que Chris estaba radiante y los
ojos de Shae estaban abiertos por el miedo, el parecido era asombroso. Inconfundible.

Un jadeo detrás de Molly le dijo que Brady lo había notado, también.

—Jesús —susurró Molly, y luego dijo a la chica—. Vete. ¡Fuera de aquí!

Shae giró y corrió por el pasillo central y salió por la puerta, nadie hizo nada
para detenerla. Levantó la capucha cuando se marchó, y nadie reaccionó como si no
hubieran visto lo mismo que Molly y Brady.

—¡Byrnes! —Dix debe haber estado diciendo su nombre en varias ocasiones.

—¿Qué? —Lo dijo bastante brusca para llamar la atención de Brady.

La sobrina de Brady.

La hija de Chris.

—Me importa una mierda lo que me tengas que decir.


Molly miró boquiabierta el teléfono. Nunca había escuchado a Dix maldecir
antes.

—¿Qué demonios te sucede?

Él no se disculpó o explicó.

—Fitzpatrick y tú están llegado aquí ahora. Nos vemos en las salidas. Esta
puede ser tu última oportunidad para averiguar lo que realmente le sucedió a
Christopher.
Traducido por Pidge97
Corregido por Yanii

La pequeña terminal en el aeropuerto Westchester County estaba lleno de un


agitado bullicio, lleno de personas que viajaban por trabajo y familias, todos con algún
lugar al que ir. Pero Brady apenas lo notó.

Se quedó junto a Molly al lado de la puerta de seguridad, esperando por su


operario, perdido en su atontamiento. No tenía ni idea qué habían pensado sus padres
sobre no haber podido ir al entierro y no podía recordar ningún tipo de emoción sobre
eso. A lo mejor él no hubiera podido ir, de todas formas, sin el cuerpo de Chris estando
realmente en el ataúd. Pero este shock había sido demasiado.

Christopher estaba muerto. O no. Posiblemente asesinado. Su cuerpo estaba


desaparecido. La mujer por la que Brady había suspirado doce años había resultado ser
una princesa molesta. Él estaba enamorándose duramente de su mejor amiga. Su padre
era, o había sido, un maldito espía.

Y Chris tenía una maldita hija.

El único ancla de en este caos de arenas movedizas era la ayuda de Molly. Él no


la había dejado ir excepto para que condujera, y no podía imaginarse estando sin ella.
Lo que era extraño, dado lo poco que la había visto en estos últimos doce años, y aun
así sentía que era lo mejor que había tenido en toda su vida.

Molly se movió con impaciencia, y el inconscientemente estrechó su abrazo


para que no se fuera. Ella apretó su mano y se tranquilizó, pero continuó mirando
amenazadoramente a toda la terminal.

—Él dijo que teníamos que venir a la terminal ahora, ¿así que donde coño está?
—dijo ella.
—Cogiendo los tickets. —Dix dio unos pasos y le entregó dos cubiertas de
tickets.

Abrió uno para comprobarlo, y Brady vio su destino.

—¿Vancouver?

—Gastos empresariales, pero necesitaran el DNI en seguridad, por supuesto.


Espero que tengan sus pasaportes.

—Siempre —dijeron al mismo tiempo.

Dix miró sus manos entrelazadas y frunció el ceño. Su postura se ensanchó y su


pecho se quedó un poco sin aire. Brady giró su mano para que sus dedos se
entrelazaran. Ella le envió una mirada de sorpresa por su movimiento posesivo, pero
no le importaba. Dix podría tener interés en ella, pero le pertenecía a él.

—¿Qué está pasando? —preguntó Molly mientras metía los tickets en el bolsillo
de su chaqueta.

Dix apretó la mandíbula antes de hablar.

—Encontré detalles de esa información codificada por la que estabas


preguntando.

Con eso, Brady automáticamente escaneó el área. No había nadie que


destacara, pero todos mantuvieron sus voces en susurros.

—¿Qué tipo de información?

—Tu hermano no estaba en una misión estándar. No había ninguna agencia


para la que estuviéramos recolectando información.

Brady se quedó helado.


—¿Qué significa eso? —La respuesta lógica era trabajo sucio, pero SIEGE no
hacía trabajo sucio. Ese había sido un gran punto hace doce años, cuando le
reclutaron.

—Eso podría significar muchas cosas. —Él se acercó. Más cerca de Molly que
de él, lo que frenó el deseo de tirarla cerca suyo. Este no era el momento ni el lugar
para una pelea.

—¿Qué crees tú qué significa? —le preguntó Molly a Dix. Ella miró hacia
arriba, y él hacia abajo, y cuando su expresión se suavizó, enfado quemó a través de las
venas de Brady.

Cerró el puño, la esquina racional de su cerebro le decía que se tranquilizara.


Molly debió haber notado su tensión, porque acarició su puño a través de sus nudillos,
aunque no se movió lejos de Dix. En realidad… ¿estaba batiendo sus pestañas?

Se llama parpadear, idiota. Dejó calmar su puño lo suficiente para concentrarse en


lo que Dix estaba diciendo.

—Creo que es un asunto interno. No sé quién le asignó este caso o lo que Chris
estaba investigando. Pero parece que ellos creen que era alguien de SIEGE, un
corrupto, porque cualquier persona puede ser corrupta dadas las circunstancias o los
incentivos.

—¿Entonces qué es lo que estamos buscando? —preguntó ella.

—Van a quedar con un hombre, los detalles del encuentro están ahí dentro. —
Señaló los papeles dentro de la carpeta que le había entregado—. Va a dejar el país
mañana por una cantidad de tiempo indefinida. Piérdanlo, y se acabó.

—¿Qué se supone que le debemos decir?

Dix se encogió de hombros.


—SIEGE tiene una oficina en Vancouver. Creo que Chris estaba ahí para
investigar a alguien con un puesto alto en la administración.

—¿Cómo sabes todo esto? —preguntó Brady. Molly le miró con el ceño
fruncido por su voz tan dura, pero no le importaba. No tenía ninguna razón para
confiar en Dixon. Demonios, él podría ser la persona que Chris estaba investigando.

—Prometí no decir quién es mi fuente —dijo Dix. Mierda común. Así que eso
no significaba nada, pero no le hacía feliz tampoco.

—¿Qué es lo que nos va a decir este tipo? —preguntó Molly.

—No lo sé. Con suerte lo suficiente para poder saber que le ha pasado a Chris.
Pero…

—Pero no podemos confiar en él —dijo Brady—. ¿Verdad?

—Demonios, no. Estate preparado para cualquier cosa —Dix miró a su reloj—.
Te tienes que ir. Estarán embarcando pronto.

—Gracias, Dix —Molly dejó ir a Brady y abrazó a su operador. Abrazó. A su


operador.

Disgustado, Brady se colocó en la línea de seguridad, cogiendo su pasaporte y


su tarjeta de embarque para tenerlo listo. Molly se le unió minutos más tarde, pero no
dijo nada hasta que pasaron la puerta de seguridad. Después, nadie dijo mucho más
que: Compraremos la ropa aquí y por ahí se va a la puerta.

Bien por él. Tenía que poner sus celos bajo control. Molly podría comérselo
vivo si los mostrara, más de lo que ya había hecho.

El área de la puerta estaba abarrotada, con todos los asientos ocupados. La


gente ya estaba de pie en la línea para embarcar, algunos sentados en el suelo o
apoyados contra el cristal, viendo a la gente de equipaje y mantenimiento hacer su
trabajo. Demasiada gente para permitirse tener esta conversación. Así que no hablaron
hasta que estuvieron en el aire, en sus sitios en la parte trasera del avión.

Cuando la señal del cinturón se apagó, Molly miró y descansó en su asiento,


permitiéndose tranquilizarse por primera vez en todo el día. Que ya había sido muy
largo, y solo era media tarde. Tenían un muy largo vuelo por delante también. Podría
dormir un poco, pero no hasta que Brady se hubiera descargado. El había estado
acumulando todo el día. ¿Con qué tema golpearía primero?

—¿Qué le dijiste a mis padres? —preguntó finalmente rompiendo el silencio.

Sonrió pidiendo perdón.

—Dije que no podías soportar ir al cementerio.

Brady sonrió, y ella sintió una punzada de culpa por culparlo.

—Apuesto a que fue bien —murmuró él.

—Jessica se puso un poco histérica, dijo que no podía hacerlo sin ti. Tu madre
lloró y dijo que no eras tú mismo, pero luego le dijo a Jessica que buscara la fortaleza,
ella tiene que ser fuerte por el bebé, y Christopher no querría que fuera tan
dependiente. Funcionó, un poco —ella lo miró— tu padre sabía que estaba mintiendo,
y te defendió. Aunque… —Respiró contra el peso de su pecho. Su partida había
causado un montón de dolor, y odiaba eso. Rick podía sospechar las cosas que ellos
creían, o deseaban, o temían que pasaran, y apoyar sus esfuerzos. Pero este viaje podía
no tener respuestas, lo que significaba que habían hecho daño a Jessica y a Donna
para nada. Y ahora, esas respuestas tenían tanto potencial para ser tan malas como
buenas.

—Papá se hará cargo de ellos —murmuró Brady, sus ojos estaban cerrados pero
su cara estaba tensa. A él claramente no le gustaba la excusa que había dicho.

Apretó los dientes en actitud defensiva. Puede que fuera la cosa equivocada de
decir, pero ella no había tenido exactamente tiempo para considerar sus opciones.
Había estado tratando de evitar que él tuviera que mentir a sus padres, y su proceso de
pensamiento había sido comprometido por el gran shock del que todavía se estaba
recuperando.

Un shock, ella admitía, que todavía estar reverberando dentro de Brady.

Él giró su cabeza y la dejo más cerca de ella.

—Shae.

—Lo sé —hizo lo mismo, así que estaban cara a cara y nadie más podía oírles si
hablaban bajo—. Ella es su viva imagen, Brady. Y aun así, no lo sé, si no se hubiera
puesto al lado de la foto como lo hizo.

—No entiendo por qué —su voz se rompió—. ¿Por qué no lo sabíamos? —Él
encajó sus dedos juntos otra vez, algo que había estado haciendo mucho últimamente.

A ella no le importaba. Sería con mucho gusto su ancla tanto como la


necesitara. Solo deseaba que su cuerpo se diera cuenta que era eso lo que significaba.

—A lo mejor él no lo sabía. —Dejó ir su mente a la deriva para especular sobre


la chica—. Ella tenía por lo menos catorce años… —empezó ella, y paró cuando el
brazo de Brady agarró el suyo.

—¿Ella tenía? ¿Cómo lo sabes?

No estaba segura de cómo responder a eso.

—Yo… puedo decirlo.

—¿Cómo?
Hizo una mueca. No iba a decir que había juzgado la edad de la chica por el
desarrollo de las caderas y del pecho con la combinación de dulzura y angulosidad de
su cara.

—Tengo que saberlo —insistió él—. Sólo en caso…

Molly suspiró.

—Soy una chica. Tuve una vez catorce. Sólo confía en mí.

—Pero las chicas se desarrollan más rápido ahora. Leí un artículo sobre
hormonas y leche…

—Si lo hacen —dijo sin emoción—. Puede que tenga trece. Pero no más joven
que eso. —Entendió porque su necesidad era tan fuerte—. No te preocupes. Fue antes
de Jessica. Estoy segura de eso.

—¿Cómo puedes estarlo? —Él movió la cabeza y masajeó sus ojos—. No


importa. Estoy preguntándote sobre algo que posiblemente no podemos determinar
ahora. ¿Crees que Chris se enteró en mayo? ¿Y por eso su comportamiento cambió?

Dejó escapar un suspiro.

—Puede. Yo pensaba que él le habría dicho a Jessica, pero hemos viste que hay
cosas que no eran tan perfectas en su matrimonio cómo parecía. Y puede que no fuera
por su culpa.

—¿Qué quieres decir? Él nunca guardaría un secreto como ese.

—A lo mejor le ordenaron hacerlo. Podría haber sido algo del juzgado. Él


podría haberlo sabido desde el principio, puede que incluso tuviera derechos de visita
pero sólo mientras no dijera a su familia sobre ella, o algo parecido.

—Ella parecía conocerle, ¿no? —meditó él.


Molly pensó sobre la forma como la chica se había arrodillado al lado del
ataúd, el dolor cambiando sus delicados rasgos. Pero sus ojos habían estado secos.

—Yo creo que al menos sabía quién era él para ella. Podía haberse enterado de
quién era pero nunca haberse acercado a él.

—¿Cómo se enteró del funeral?

—El obituario en el periódico, es lo más lógico. O una alerta de google.


Leyendo periódicos online. O lo que sea. —Estaba cansada de jugar a preguntar y
responder—. ¿Qué es lo que estás pensando?

Él le dio una risa vacía.

—Estoy pensando en que tengo una sobrina, y tal vez es mejor si Chris en
realidad está muerto, porque una vez que mamá se entere de que es abuela y se ha
perdido toda su niñez, ella hará de su vida un infierno y luego lo matará.

Molly consiguió darle un asentimiento de acuerdo. Pero demasiadas cosas


estaban pasando por su cabeza a la vez. La declaración de Brady era la primera vez
que alguno de ellos se había atrevido a indicar que Christopher podría estar vivo. Y lo
había dicho sin pensar, así que sabía que había parado intentando no desear que
estuviera vivo.

Una imagen pasó por su cabeza, de los Fitzpatrick en Navidad, todos juntos,
Chris y Jessica embarazada, Shae y sus nuevos encontrados abuelos, Brady y Molly,
como pareja en vez de mejores amigos…, y ella en secreto también embarazada, a
punto de anunciarlo a todo el mundo.

La visión fue tan vívida que le quitó el aliento, y el anhelo cavo profundo,
escarbando en las cicatrices de cuando Brady abrió su corazón a Jessica y fue
rechazado, y entonces la rechazó a ella y a todo el mundo a cambio. Desde que le
encontró en Sudamérica y pasaron mucho tiempo juntos esa semana, su anhelo había
revoloteado contra el tejido de la cicatriz, pero ella se había negado a permitir que
entrara. Pero con esa visión, las garras de su hambre abrían nuevas heridas, y el intenso
anhelo brotaba a borbotones.

Pero no estaba embarazada. No podía estarlo. Mal momento del mes, estrés,
emociones intensas, y estaba en control de natalidad además del condón que habían
usado.

Esa visión era pura fantasía, y las fantasías no se hacían realidad.

Lágrimas aguijonearon sus ojos. Apuntó su visión a la ventana, a las nubes


reflectando el brillo del sol. Si Brady se daba cuenta, podría pensar que era sólo por la
luz.

—He estado pensando —dijo él.

—¿Sobre?

Juntó sus dedos con los de ella.

—Sobre ti. Nosotros.

Oh, no. No, no, no. Demonios, no. Esto era demasiado cliché. Brady de repente
estaba dispuesto a hablar sobre sus sentimientos, ¿demasiado duro en el fondo de sus
pensamientos? No podría soportarlo.

Pero muy en el fondo ella nunca había parado de desear, que cantaría de alegría
por sus palabras, lo que le hizo preguntar.

—¿Qué sobre nosotros?

Su mano se apretó. Giró su cuerpo más hacia ella, aunque no levantó su cabeza
para mirarla a los ojos, gracias a Dios. Dejó su mirada pegada en sus manos.

—Mayormente sobre como nunca podría haber pasado nada de esto sin ti.
Molly hizo un sonido involuntario en su garganta. Wow. ¿Qué era peor que una
declaración de amor empalagosa? Una sincera expresión de gratitud.

Brady era muy afortunado de que ella estuviera atrapada en este avión con él.

Hizo una sonrisa.

—No me lo agradezcas. Eres mi mejor amigo, y estoy haciendo lo que hacen los
mejores amigos.

Ella vio como fruncía el ceño.

—Eres más que mi mejor amiga. Has ido más allá y más profundo esta semana,
y sé que ninguno de nosotros lo ha apreciado ni siquiera de cerca.

Por el amor de Dios.

Quitó su mano de la suya y se abrazó a sí misma.

—Sí, todos lo han hecho. Y estas circunstancias no son normales. Nunca has
tenido ningún otro mejor amigo, no sabes lo que hacer en una situación como esta. Sé
qué harías lo mismo por mí.

Pero él estaba negando.

—Sabes que es más que eso, Moll. Tenemos un único vínculo desde el día que
nos conocimos.

Ella no podía recordar el día en que se habían conocido. Ellos habían sido tan
jóvenes, todo lo que tenía era una colección de imágenes. Sus padres discutiendo, ella
escapando, Brady y una pequeña figura, Christopher, siempre dispuesto a distraerla,
sus padres siempre dispuestos a acogerla. No estaba segura de si recordaba los días
antes de que los Fitzes se mudaran delante de su casa.

Okay, a lo mejor era un vínculo raro.


—Bien, es más grande ¿no?

—A lo mejor…

—¿Bebidas? —La azafata apareció al lado de Brady, una sonrisa práctica en su


cara.

Molly habría declinado, pero la mujer no se iba a ir a ninguna parte, así que
pidieron agua y esperó hasta que terminó y se movió por el pasillo. Una vez que lo
hizo, ella vio la oportunidad de cambiar de tema.

—¿Qué crees que es más probable? —preguntó a Brady antes de que pudiera
hablar—. ¿Qué Chris este vivo o que le asesinaran?

Él se había sentado recto para abrir sus dulces y su agua, así que ahora se acercó
hacia ella, para nada distraído. La dulzura en sus ojos mientras miraba hacia abajo
desconcentrado, pero se forzó a sí misma a mantener su mirada y no flaquear por su
malestar.

Brady, probablemente entendiendo cuan confusa la estaba poniendo, se recostó


y finalmente miró hacia otro lado.

—Honestamente, las probabilidades parecen muy iguales en este punto. —Le


ofreció sus frutos secos. Ella declinó y él prosiguió—. Me preocupa concentrarme
demasiado en cualquier dirección.

—Lo sé. Pasar por esto una vez fue bastante malo, pero tener que hacerlo todo a
la vez… —ella alcanzó su agua, intentando bloquear un final alternativo a su anterior
visión, de los Fitzes destruidos, fragmentados, llenos de dolor oscuro.

Eso hizo que Molly pensara en Jessica, que le trajo otra vez sus sentimientos
por Brady, y lo que había estado tratando decirle. Intentó cambiar su mente en otra
dirección, pero no podía hacerlo. Tenía que preguntarlo.
—Jessica no lo está pasando muy bien —empezó ella.

—No —jadeó él, y acunó su botella de agua contra su torso—. No sé cómo


ayudarla. Y si se entera de Shae…

—Ella parece una enredadera en ti.

—Sí. —Su tono no revelaba nada. Hacía que Molly quisiera gruñirle. A lo
mejor golpearle. Duro.

Así que sólo fue directo al grano.

—Parece que estas recibiendo una segunda oportunidad.

—¿Lo parece? —En realidad parecía divertido, maldito, y sus ojos parpadearon
cuando giró su cabeza para mirarla.

—No actúes como si fuera divertido —escupió—. Los últimos doce años
pueden haber valido todo el dolor si tú realmente terminaras con ella. Es todo lo que
siempre has querido desde que le pusiste tus ojos encima.

Su parpadeo paró.

—Los últimos doce años nunca valdrán la pena. Hice mucho daño, a todos
nosotros. —Tomó un largo respiro y se acercó hacia delante—. Si hubiera sido más
maduro, pasar algún tiempo con ellos como pareja, o incluso con Jess sólo, puede que
me hubiera dado cuenta de las cosas más rápido.

El latido de Molly adaptó un ritmo rápido. Brady declarándose a ella era un lío
enredado de problemas. Pero Jessica era el nudo del medio. ¿Estaba realmente
desatándolo?

—¿Qué tipo de cosas? —Se manejó para preguntar con un poco más de deseo
susurrado que a ella le hubiera gustado mostrar.
—Cosas como… ella necesita mucha atención.

Su latido se ralentizó. Gran shock. Eso no significaba nada.

—Todos necesitamos atención.

Brady le dio una sonrisa torcida.

—Tú no.

—Claro que sí. Tú solamente no has estado en una relación conmigo para
descubrirlo.

Su mirada se suavizó.

—Moll, he tenido una relación contigo toda mi vida. Eres la chica que necesita
menos atención que conozco.

Ella negó, preguntándose qué abogado del diablo perverso en ella le hacía
querer protestar, pero no le dio la oportunidad.

—David Scott.

—¿Quién? —Pero se sonrojó, sabiendo exactamente de quién estaba hablando.

Brady lo sabía también, y no se molestó en recordárselo.

—¿Sabes por qué realmente rompió contigo?

Ella lo sabía malditamente bien.

—Porque Laurie Hatterly sacudió su culo en frente de él en la fiesta del


monopoly, y tenía un culo mejor que yo.

—Nope. Ella era sólo una excusa porque no quería herir tus sentimientos. —La
esquina de su labio se curvó—. Hacías las cosas muy fáciles.
—No lo hacía. —Se burló—. Yo era de todo menos insegura, y no me
comportaba como una madre o algo así.

—Sí, eso es lo que estoy diciendo. Estabas muy cómoda saliendo con él,
haciendo lo que sea. No te importaba lo que fuera. Nunca demandabas algo o le
forzabas a hacer algo que él no quisiera. Si no estaba interesado en algo que te gustaba,
no lo hacías con él. No estaba acostumbrado a eso.

—Eso no tiene sentido para nada. —Se quejó, pero por supuesto que lo tenía.
Sabía que a los chicos les gustaba sentirse necesitados, y ella no había sido muy buena
en necesitar a nadie excepto a sí misma. Queriéndolo, si. Necesitándolo, no. Era
probable que por eso sus pocos intentos desde Navidad no habían progresado mucho.

—Da igual. —Brady movió su cabeza con una pizca de asombro—. Si me


hubiera quedado por ahí, mi flechazo por Jessica hubiera muerto por muerte natural.

—¿Flechazo? —Molly se estaba poniendo enferma, no era capaz de mirarle.

—Sí. Flechazo. La quiero como una cuñada, Molly. No quiero que sea dañada.
Que no esté sola. Pero no quiero ser el que lo haga para ella. No quiero estar con ella.
No más.

Y con esas palabras, el mundo de Molly cambió irrevocablemente.

Otra vez.
Traducido por Ritita
Corregido por Yanii

Pasaron la Aduana sin sobresaltos, pero lento, tanto Molly como Brady apenas
tuvieron tiempo para llegar a la cafetería donde Dixon los había enviado. Él no les dijo
como identificar al hombre con el que se encontrarían, así que Molly esperaba que él
los reconociera a ellos. Ella estaba encantada de que Brady tuviera experiencia con esa
clase de cosas. Cuando la gente venía a su tienda, un conjunto de código de frases
ayudaba a identificar quienes eran y porque estaban ahí.

Era como una sinfonía, donde cada músico sabía su propia parte y cual sección
venían juntas, pero no sabía los detalles de las otras secciones.

El trabajo de Brady era más como jazz improvisado, donde los músicos se
seguían cada uno y las cosas sucedían a medida que avanzaban.

Mientras ellos se acomodaban sobre las heladas sillas de metal en una mesa fría
de café sobre la acera desierta, Molly decidió que era mucho mejor como conducto.
Dejaría el campo para Brady. Sinfonía era definitivamente más adecuado para ella.

Cerca de diez segundos después que se sentaron, un mesero vino a tomar su


orden. Los miró irritado porque lo estaban forzando a salir donde estaba demasiado
frio para comer al aire libre. Ordenaron café, y él rápidamente volvió adentro.

Ella sofocó un bostezo y trató parecer un turista en lugar de alguien esperando


por un encuentro. Era domingo en el distrito de negocios, así que las cosas eran un
maldito silencio. Pocas personas paseaban a lo largo de la acera. El tráfico estaba
también iluminado. La fuente en un patio de cemento a través de la calle danzó en la
luz del sol, pero nadie se sentó alrededor a disfrutar de los destellos.
Tembló y se envolvió con sus brazos alrededor de sí misma. Esperaba que el
mesero no se entretuviera con el café por obligarlo a salir afuera.

—Podríamos llamar a tu madre —le dijo a Brady, así se verían normales,


ocupados en una conversación.

Hizo una mueca.

—No lo creo. Es mejor pedir perdón...

—Sí, no creo que le guste lo que estás diciendo.

Compartieron una sonrisa que fue interrumpida por un hombre que se dejó
caer en el tercer asiento en la mesa.

Molly no podía creer que no lo vio aproximarse. Era unos pocos centímetros
más alto que Brady sentado, y sus rodillas tocaban la parte superior de la mesa, así que
sus piernas eran largas, demasiado. A diferencia de la mayoría de los hombres altos,
pensó, él no era desgarbado como un bicho, sino robusto y sólido. Vestía kaki y
chaqueta de vaquero sobre una polera. Nada que destacara. Pero su pelo muy corto era
brillante, rubio, su cara ruda con una prominente rugosidad en la frente. En resumen,
no era la clase de chico que se mezcla con la multitud. Sin embargo Molly, quien había
estado prestando atención, no lo había notado hasta que apareció en su mesa.

—Tú eres el código 11. —Miró a Brady, entonces a Molly, después dándole la
asignación que Dix había aprobado para ellos.

Dado que él todavía la estaba mirando, ella asintió de golpe.

—Entonces tú debes ser T-59.

Él asintió más abruptamente que ella, y no dijo nada más. Un momento


después el mesero llegó con tres tazas de café. Brady le pasó algo de cambio que había
intercambiado en el aeropuerto y le dijo que se quede con el cambio. Mirándolo menos
contrariado, él le agradeció, dudó acerca de preguntarles si querían algo más.

No había más peatones en los alrededores de la calle, pero T 59 no dijo nada.


Se inclinó hacia delante y sorbió su café, haciendo un complaciente ruido que hizo a
Molly tragar. Era un buen café.

Finalmente, Brady dijo:

—Tienes información para nosotros.

T se recostó.

—Puede.

—Trabajas para Global. —Brady llamó a su empleador encubierto.

—Lo hice.

—¿En calidad de qué?

T le dio un mirada tu sabes mejor que, sus manos se sacudieron hacia Brady. Ella
tomo eso como que él era un agente de campo, o había sido.

—¿Tú sabías que Fitzpatrick estaba trabajando?

Ante el uso del nombre de Chris, los ojos de T fueron oscuros, y aunque su
frente no se movió, las cejas parecían más grandes. Molly tembló en una sutil mueca,
pero Brady parecía imperturbable. Él esperó pacientemente hasta que T asintió.

—¿Y?

T sacudió su cabeza. Ella pensó que tenía miedo de ser escuchado. Nadie más
estaba cerca, seguro, pero los micrófonos parabólicos no tenían que estarlo.
Secretamente escaneó las azoteas alrededor de ellos y no vio ni una silueta o destello
de luz, no había ventanas abiertas en los edificios. Pero eso no significaba
necesariamente nada, o cualquiera cosa.

Brady puso un pequeño artefacto en la mesa. Molly no tenía idea que era, pero
T se relajo visiblemente. Él se inclinó y nos indicó acercarnos. Ella desplazo su silla y
descansó su antebrazo en la mesa, como si fuera simplemente juntarse alrededor de su
café caliente.

T mantuvo su voz baja.

—Fitz estaba investigando a alguien en Global. Alguien de arriba.

—¿Alguien con un puesto aquí? —preguntó Brady.

—No. HQ. Pero el rastro lo trajo aquí. Fitz era bueno. Yo era suspicaz acerca
del accidente, pero no podía estar seguro de que alguien se haya enterado de lo que
estaba haciendo y se lo llevaron a él.

—¿Que te hizo sospechar? —preguntó ella

T se encogió de hombros.

—Lo que ocurrió, las lesiones en el reporte. Vi el auto. Estaba curioso —le
respondió tácito a Brady—. Me las arregle para darle una mirada antes de que fuera
aplastado. La zona de impacto realmente no correspondía a los daños en el reporte
oficial de la compañía.

—¿No hay reporte policial? —preguntó Brady.

—Ninguno.

—¿Por qué no? ¿No tenían ellos que reportar la escena del accidente fatal? —
Molly no sabía cómo se trabajaban las cosas en Canadá, pero eso parecía una
obviedad.
—Normalmente, sí. —T no lo aclaró, dejándolos hacerse su propia idea.

—¿Piensas que fue asesinado? —preguntó Brady rotundamente. Molly sostuvo


el aliento.

—Sí.

Ella se sacudió, sin embargo había esperado esa respuesta. Pero Brady no
reaccionaba del todo, solo continuó buscando respuestas.

—¿Y piensas que ellos recuperarían lo que buscaban, las evidencias que él
reunió? —Esa era la pregunta.

—Las originales, sí. —Él tomó más café—. Cualquier agente que se valore
tendría copias guardadas.

—Pero para que las copias sean de algún valor —meditó ella— él debía haber
dejado a alguien saber de su existencia.

Brady gruñó, su cuerpo se sacudió como si alguien lo hubiera golpeado, y sacó


su teléfono fuera de su bolsillo.

Después de pocos segundos de golpear los botones, maldijo.

—Necesito una computadora.

T se acabo su café.

—¿Algo más de mí?

—¿Tienes algo más que decirnos? —preguntó Molly.

Él no sonrió.

—Solo cuida tus espaldas. Si la persona que él estaba investigando se da cuenta


que tus estas en el caso…
Ella se detuvo cuando él lo hizo, bloqueando su paso, Brady todavía estaba
jugando con su teléfono y no pudo agarrar la pista.

—¿Tú sabes quién es? —preguntó en voz baja.

Todo atisbo de recelo cayó de la cara de T. Dejando solo sinceridad.

—No, pero es alguien de suficiente nivel que tiene mucho poder, y no tiene
consciencia ni desesperación por riqueza. —La pasó, y segundos después, ella no
podría decir cual persona en la calle era él.

—Necesito una computadora —repetía Brady, poniéndose de pie. Su expresión


era retorcida, angustiada.

—¿Usada, o para comprar?

—Comprar.

—Hay una tienda Apple sobre la calle. La vi camino aquí.

—Con eso basta. —Empezaron a caminar. Molly encontró complicado


mantenerse al día con los paso de Brady sin parecer un pequeño perro trotando cerca
de su dueño. Él no se dio cuenta y ella no quería pensar si era un buen momento para
preguntar por su ritmo o lo que había encontrado.

—¿Qué era ese dispositivo que pusiste en la mesa? —preguntó en su lugar.

—Interruptor de alta frecuencia. Si alguien estaba usando un mecanismo para


escucharnos, solo conseguirán retroalimentación, desde cualquier distancia o cualquier
cosa instalada cerca de nosotros.

—Ustedes los agentes tienen todos esos juguetes cool.

Brady la premió con una sonrisa, reduciendo el paso un poco, y tomó su mano
así caminaban lado a lado.
Una hora después, se instalaron en un hotel al azar con Brady y su nueva
computadora última generación.

Él además los había llevado por un callejón a una pequeña tienda electrónica de
la que había escuchado, donde compró algunos programas y más artefactos que
claramente no eran para el público en general. Los artefactos fueron instalados y
trabajaban para interferir cualquier señal dentro y fuera del cuarto, él caminaba de un
lado a otro mientras la portátil instalaba el programa.

—Estamos bien por ahora —dijo—. Pero voy a necesitar apagar el transmisor
mientras bajo el programa de actualizaciones y estar en línea, porque necesito Wi-fi
para eso. Así que empieza a hablar. Vierte lo que sea que estés comiendo.

Así que había estado prestando atención.

—Solo dime qué piensas del café que te puso tan triste y desesperado por una
computadora.

Su sonrisa se desvaneció.

—Chris y yo teníamos un sistema de comunicación. Una forma de dejarnos


mensajes que no queríamos que nadie más vea.

Ella se echó sobre su estómago en una de las camas dobles así no se interponía
en el ritmo de su camino.

—¿Por qué nunca se dijeron que trabajaban para SIEGE?

—Él podría haberlo sabido. No sé. —Se frotó su frente—. De cualquier modo,
empezó cuando éramos chicos. Y más tarde, lo usábamos para hablar sobre regalos y
cosas, y para las discusiones familiares cuando no queríamos que Jessica vea, o lo que
sea. Yo usualmente lo chequeaba cuando volvía de una misión, nunca pensé…
Su última misión había terminado con las noticias de su hermano muerto. No
habría razón para comprobar después de eso.

—¿Por qué no podías revisarlo desde tu teléfono? —Molly dudó si el método


era importante, pero Brady estaba cada vez más agitado mientras más cargaba.
Mantenerlo a él hablando se veía como una buena idea.

—El buzón que usé tenía una contraseña para un sitio encriptado. Un correo no
era seguro.

De ahí la portátil, y el programa de cifrado que compro.

—¿Cuánto tiempo falta para que la portátil este actualizada?

El revisó el indicador de progreso, que no parecía estar en movimiento.

—Por lo menos una hora. Esta cosa es realmente pesada.

Gimió.

—Necesito algo que hacer. Quizás vaya a comprar. —No era su tarea favorita,
pero necesitaban ropa y cosas para el baño.

Brady lo sabía y le tiró su hueso.

—No tiene sentido ir a una tienda hasta que sepamos si nos vamos a quedar.
Podríamos dirigirnos directo al aeropuerto después de leer lo que envió. Si envío algo.

La idea de tener que volver a estar como sardinas, en un viejo avión tan pronto
la hizo sentir un poco mareada. Su vientre se retorció y se movió hacia atrás
inclinándose hacia la cabeza, agarrando el control de la TV.

—De acuerdo. Esta es la opción dos.


Él vino y se sentó en el borde de la cama cerca de su muslo. Empujo el control
lentamente de su mano y lo puso sobre la mesa.

—U opción tres. —Su voz retumbó por todo su cuerpo, y sus parpados se
entrecerraron.

—Brady…

Fue solo una media protesta. Estaba tan cansada. Cansada de ser racional y
proactiva. O de tratar de asegurarse que no dejaban que la situación implicara
sentimientos que no eran reales.

Demonios. Su sentimiento era real, y lo había sido por décadas. Quizás Brady
estaba honesta y finalmente viendo la diferencia.

—Molly. —Se desplazó en la cama. Un brazo cruzo sobre su cuerpo, su puño


apretado cerca de su cadera—. Aun con todo lo que está pasando, no puedo dejar de
pensar en tu boca.

—¡Ja! —Se le escapó antes de que pudiera frenarlo. Pero Brady solo esbozó una
sonrisa lenta y perezosa que envió deseo rodando a través de su estómago. —En serio,
—ella fue mordaz por pura desesperación— ¿nunca dejaste de hacerlo?

La sonrisa se volvió menos predadora, más genuina.

—Está bien, yo lo hice. Ocasionalmente. Pero sigues apareciendo en mis


pensamientos. Y ahora mismo es pensar en tu boca, o sobre los mensajes que
Christopher me envió y a los que no puedo acceder en este momento.

Eso dolió. Casi tanto como lo hizo para alejarse de él.

—Así, que solo soy una distracción. —Lo empujó con su brazo y se movió
fuera de la cama del lado opuesto—. La TV es el camino más apropiado para llevar tu
mente fuera de tu hermano, Brady.
Se fue pisoteando hacia el baño, pero él la agarró antes de que llegara a medio
camino y la hizo girar en sus brazos.

—Eso no es lo que quise decir.

La sostuvo fácilmente, aun cuando empujaba su pecho. Su sólido pecho.

—Moll, vamos. Detente y escúchame.

Hubiera sido muy fácil hacer eso, pero rendirse significaba perderse en él. Ella
había estado al borde toda su vida, y siempre había sabido que esa no era la forma de
conseguir lo que quería. La visión que tuvo en el avión, la familia, eso era real.
Fantasía, quizás, pero valía la pena aferrarse por algo. Valía la pena asegurarse que
Brady la escogía, deliberadamente y cien por ciento.

Casi había perdido la lucha, casi había aceptado que tener un poco era mejor
que nada. Pero con unas pocas palabras, había la volteado de su aletargada aceptación
a la resistencia y el pánico. Si ella cedía, no podría tener esa fantasía. Y Brady no
podría nunca decidir qué era lo que realmente quería, tampoco.

Se mantuvo empujando y retorciéndose hasta que la dejó ir. Retrocedió unos


pasos, su pecho subiendo y bajando, los ojos ardiendo de nuevo.

—No puedo jugar contigo Brady.

Ahora sus ojos brillaban lastimados, pero rápidamente lo disimulo.

—Esto no…

—Es lo que insinuaste. No sé si es la proximidad, o por conveniencia porque


Jessica no está moralmente disponible, o…

—No quise dar a entender eso —dijo Brady interrumpiéndola, su tono duro
ahora—. Tú lo dedujiste porque no quieres hablar acerca de esto. Acerca de nosotros.
Tú no quieres escucharme. Prefieres…
—¡No me digas lo que prefiero! —medio gritó—. No tienes idea de cómo me
estas lastimando.

El silencio sonó en el eco de su admisión, y fluyó desde esos cortes. Demasiado


tarde. Ella había bajado la barrera que mantenía a Brady ajeno a sus sentimientos, y
sabía que no había forma de ignorar o negar lo que acababa de decir.

Se quedó quieto, sus ojos azules avellana intensos en ella.

—Dime, entonces.

Molly empujó sus rizos con una mano temblorosa. No trató de disimular.

—Mi mundo se quebró el día que le dijiste a Jessica que estabas enamorado de
ella —admitió. La boca de Brady cayó abierta. Levantó una mano y no lo dejó
responder—. Debí haberlo sabido, claro, desde ese primer día. Pero ella no estaba
disponible, y pensé que irías tras ella pero luego seguirías adelante. En vez de eso,
fuiste abierto y honesto. —Su garganta empezó a cerrarse, las palabras salían
temblorosas, pero se forzó a continuar—. La perra te destrozó, pero dejo la puerta
abierta. Dejó que creyeras que le importabas más que solo como el hermano del novio.
¿Entonces sabes qué? No creo que te hubieras recuperado más rápido si te hubieses
quedado alrededor. Te tuviera encadenado, manipulándote. Tal vez no
intencionalmente, quizás con amabilidad equivocada, pero el resultado podría haber
sido el mismo.

—Moll…

—Yo habría hecho todo —lo cortó con un susurro— para tomar el dolor de ti.
Pero lo que te hizo, te lastimo a ti mismo. Daño la relación con tu familia.

Brady la contempló, con arrepentimiento en sus ojos.

—Sabía que te haría daño. Empujándolos lejos a todos, cerrándome en mí


mismo, era injusto para ti. Yo solo…
—¿Piensas que me importaba? —Sus ojos ardían. Pero el dolor era demasiado
profundo para las lágrimas—. Era más que una hermana perdiendo a su hermano, o
una mujer perdiendo a su mejor amigo —dijo, el dolor aplastando su voz—. Perdí toda
esperanza en ti. Sabía que Jessica nunca, nunca, renunciaría a ti.

—Pero ella tiene —le respondió, su tono sólido con seguridad. Levantó sus
manos, palma hacia arriba. Una invitación—. Molly yo no amo a Jessica.

Verdad resonó en sus palabras. Él las creía, Molly podría decir. Pero eso no
significaba que la quería, y no era lo suficientemente estúpida para dejarlo entrar
ahora, poco después de su aparente epifanía. Jessica todavía estaba necesitada y podría
volver a Brady por ayuda. Él no sería grosero de negársela. Ella llevaba su sobrino
huérfano, por el amor a Dios. Y ni siquiera debía saber de Shae. ¿Cuánto daño haría esa
revelación?

Molly tenía esperanza, pequeña y frágil que apenas quería reconocer, de que
Christopher estuviera todavía vivo y pudiera volver a su esposa. Eso podría finalmente,
liberar a Brady.

Quizás.

—Eso es bueno —le dijo—. Pero no es suficiente.

Brady dejó escapar a Molly dentro del baño esta vez. Él tenía que hacerlo. Ella
lo había noqueado completamente, sacándolo de balance, revelando una
vulnerabilidad que nunca había visto antes. No se podía arriesgar a hacer un mal
movimiento y volar sus oportunidades con ella para siempre.

Porque en los últimos días, no había podido clasificar sus sentimientos por
Molly.
Se había cuestionado su origen, su veracidad, aun lo que realmente era. Quería
explorarlos, ver qué pasaba cuando tratara de nombrarlos, compartirlos con ella. Pero
cada vez ella había bloqueado sus torpes intentos… y la había dejado alegremente. Era
más seguro, más fácil, de ese modo.

A pesar de todas esas emociones no renunciaría a su control. Se mantenía


volviendo empujando e incitándolo como un dolor de muela.

Pero tan pronto como ella implico que sus sentimientos no eran reales, que no
eran suficientes, explotó sobre él en un ataque de ¿cómo-te-atreves? Y él
inesperadamente supo que lo eran.

La ducha se encendió, lanzándolo hacia ese otro cuarto de hotel, ese donde
Molly se entregó porque él la necesitaba. Se dio cuenta ahora que ella nunca habría
hecho eso si no lo amara. La profundidad de ese amor había sido evidente en su
arrebato emocional de hacia un momento.

Él era el más suertudo hijo de puta en el mundo. Y el más estúpido. La


pregunta era, ¿qué iba hacer sobre esto?

La computadora sonó cuando terminó, antes de que ella saliera del baño.
Desactivó la señal del interruptor, entro al Wi-Fi del hotel, una señal cifrada básica, y
empezó a bajar las actualizaciones del programa que compró. Con nada mejor que
hacer, se dejó caer en la cama, manos detrás de la cabeza, mirando al techo y
preguntándose la mejor manera de acercarse a Molly.

Ella era racional a un fallo, así que trataría apelando de otra forma. Exponer los
hechos. El problema era, que no eran todos los hechos. Y las mujeres tendían a
enojarse cuando el hombre trataba de ser objetivo con las emociones.

O podría decirle que él lo resolvería. Pero, ¿qué la detendría de decir las mismas
cosas que antes?
Ella no podía creer lo que él sentía. Y no confiaba que Jessica no podría
cautivarlo de nuevo.

¿Y quién podía culparla? Doce años de evidencia eran difícil de argumentar en


contra. Y sin embargo, sabia en lo profundo de su alma que era verdad. Jessica estaba
firmemente en el pasado, sus sentimientos estaban en el pasado. Completamente fuera.

Molly aprovechó tanto tiempo en el baño como pudo. Quería que Brady se
pusiera al día con la computadora, su concentración en su hermano y lejos de ella por
el momento en que ella saliera. También necesitaba trabajar a través de su propia
marea de emociones antes de enfrentarlo de nuevo.

Su meta había sido quedarse en la ducha hasta congelarse, esperando detener la


urgencia de correr fuera del cuarto y tirarse sobre Brady. Su cuerpo zumbaba,
ignorando su cabeza e incitando a su corazón Si la necesidad hubiera sido sobre todo
física, podría haber cuidado las cosas por sí misma, para poder concentrarse en
Christopher.

Pero lo físico solo era un efecto secundario.

La parte dura era creer que Brady la quería, la amaba, y realmente más que a
Jessica. No había modo honesto de evaluar cómo se sentía sobre nada mientras
estuvieran atrapados en este horrible misterio. Una vez que pasaran a través de esto y
volvieran de nuevo a su vida normal, podrían ver como se sentían.

Los sentimientos de Molly no cambiarían. Ya tenían dos décadas. Pero si Brady


lo cambiaba de idea lo manejaría. Otra vez.

El agua nunca se enfrió. Perdida en sus pensamientos, había perdido la noción


del tiempo. Así que una vez vestida, con su cabello en su mayoría seco, el vapor
completamente disipado, respiro hondo y abrió la puerta hacia el cuarto. Aliviada de
encontrar a Brady sentando en el escritorio, mirando intensamente la pantalla de la
computadora. Sus dedos golpeando sobre el teclado.

—¿Ya lo encontraste? —preguntó, colgando la toalla sobre el espaldar de la


silla.

—¿Casi? —Sus ojos se arrastraron hacia delante y atrás, leyendo rápidamente.


Frunció el seño y golpeó unas teclas más.

Empezó a sentarse al final de una de las camas, manteniendo sus distancia,


pero entonces Brady tecleo para abrir un archivo y no pudo frenarse a sí misma. Le
urgía inclinarse sobre su hombro para leer.

El archivo se abrió en una ventana, el cual tenía unas pocas líneas de texto. Una
dirección en Washington, DC, y las palabras: “Dix 1012 completar lo antes posible”

—¿Dix? —exclamó Molly—. ¿Estaba ayudando a Christopher? —Un fuego


lento se encendió, Dix había actuado como si no supiera nada, como si hubiera
tomado los riesgos de tomar la información que les había proporcionado. Había sido
suspendido—. Oh.

—¿Qué? —Brady se dio media vuelta hacia ella, su atención todavía en el


archivo.

—Dix no fue suspendido por mi causa. O por mí. —Ondeó su mano,


desechando su interés romántico con una punzada de remordimiento—. Estaba sobre
algo. —Y ahora ellos se aferrarían a eso—. Tenemos que ir a la ciudad. —Se enderezó
y miro hacia la puerta, la adrenalina fluyendo. Medio expectante a que alguien viniera
a través de ella. Olvidó que el supresor de señales estaba apagado. Alguien podía
escucharlos ahora mismo, y esa era la línea perfecta para que todo estalle.

Sip, en las películas. Cuando nada pasó, se rio de sí misma y se hundió en la


cama, mirando a Brady apagando y guardando la computadora.
—¿Reconoces la dirección? —le preguntó ella.

—Sip. —Él tecleó en su pequeño dispositivo negro y se inclinó sobre el


escritorio frente a ella, con los brazos cruzados.

—Es un lugar que Cris y yo hemos usado antes. —Su boca torcida a un lado—.
Probablemente ambos pensábamos que éramos inteligentes, pretendiendo jugar a los
espías cuando realmente éramos espías, pero pensando que el otro no lo era. —La
irónica diversión se desvaneció, su cara se hundió en la pena que había llevado toda la
semana. Se restregó las manos sobre ella. Entonces agarró sus cosas y se paró—. Así
que vamos a DC.

Brady se paró bajo un árbol en un tranquilo vecindario DC, pretendiendo fumar


un cigarro mientras veía los edificios de enfrente. El árbol daba sombra en lo que se
suponía era un cuadrado cubierto de hierba donde los residentes de la cuadra podrían
caminar con sus perros o sentarse en un banco en los días lindos. El área estéril de
tierra estaba lleno de colillas que confirmaban otro uso.

Molly estaba manejando el auto que habían rentado en el aeropuerto. Lo


recogió cuando le envió un texto que había escrito en su teléfono. Todavía estaba
oscuro, lo suficientemente temprano en la mañana para el tráfico, vehículos y
peatones. Nadie salió del edificio desde que Brady empezó su cigarrillo diez minutos
atrás, y solo dos personas habían caminado por ahí, ni siquiera mirando en su
dirección.

No había razón para no ir adentro.

Excepto no hacerlo. No estaba seguro de querer encontrar lo que Chris había


estado haciendo antes de morir. Ya, su muerte trajo muchas revelaciones. No solo que
su hermano era SIEGE, también Molly, y aun su padre. Quien se había retirado pero
probablemente había estado en lo alto en la organización antes de tener a todos sus
hijos reclutados.

¿Que si la información que Chris obtuvo revelaba algo malo acerca de su padre?

—Estas siendo ridículo —se regañó a sí mismo. Dejó caer el cigarrillo en la


suciedad y lo aplastó con su pie, revisó la calle y las aceras de nuevo, luego se dirigió a
través de los cuatro carriles hacia el pequeño edificio. Sus zapatos raspaban contra los
escalones del roído concreto. El cazador-verde mostraba que la puerta estaba cerrada.
Sacó sus llaves y se estremeció ante el sonido cuando probó. Pero estaba bien. No
había nadie adentro.

Se paró aun en el pequeño vestidor, escuchando. La deshilachada alfombra


corría sobre el tablón de madera torcido amortiguando el sonido solo un poco. Ni un
movimiento sobre el escalón o sobre su cabeza, y Brady no pudo detectar movimiento
en el apartamento de ambos lados tampoco. Esta era la clase de edificio que
demostraba cada paso con crujidos, sonidos y golpes. Era el porqué lo habían elegido.

Después de contar hasta diez, camino rápida y silenciosamente como pudo


hacia el extremo de metal del buzón de la pared. Los últimos correos no tenían nombre
o número en él y parecían oxidados. Inutilizables. Deslizó otra llave dentro de la
minúscula cerradura, giró, y tiró de la puerta. Su aliento salió con alivio cuando se
abrió sobre las bisagras engrasadas. Había sido un largo tiempo desde que había usado
el buzón.

Ellos tuvieron la idea después de que su madre había adivinado su regalo de


navidad por quinto año seguido, se volvió un juego, su secreto, ellos tratando de llegar
con algo que ella no adivinaría nunca, manteniéndolo en secreto. Habían recurrido a
medios no electrónicos, sospechando que su enfoque iría a las computadoras. Había
funcionado hace dos años, y el nuevo auto que ellos despilfarraron la dejó tan
impactada que ella estalló en lágrimas, después de eso, él y Chris dejaron de usar el
buzón. Pero no lo dejaron ir.
Otra mirada alrededor, otra pausa para escuchar, porque esta era la parte
importante. Si alguien lo descubría mirando el buzón, él diría que estaba buscando el
departamento de su hermano. Pero si ellos lo descubrían sacando algo del buzón….

Él curioseó sobre el piso de metal del angosto rectángulo y se inclinó a mirar


abajo. Algo blanco brillaba profundo en la cavidad. Lo alcanzó. Era un delicado
paquete, como un sobre grande de alrededor de un centímetro y medio de papeles.
Sintiéndose un poco paranoico, sondeó alrededor del papel y tocó el fondo de la
cavidad, asegurándose que nada estaba conectado y armado. Pero estaba vacío excepto
por el paquete.

Lo sacó. En el exterior su nombre estaba escrito con rotulador negro. Con la


letra de Chris obviamente.

Inesperadas lágrimas brotaron de los ojos de Brady por unos segundos antes de
pestañear. El rápidamente aseguro el buzón suelto en su sitio y cerró con llave la
puerta oxidada.

Al final del pasillo, bloqueado su punto de vista por la puerta del buzón, había
una figura inmóvil. Una silueta en la penumbra, piernas y brazos delgados, manos en
los bolsillos del pantalón, un gran abrigo y sombrero difuminando su cuerpo y cabeza.
Pero todavía…

Brady pestañeó, duro, su mano libre buscando el arma que no llevaba, mucho
más lento de lo que sus reflejos entrenados deberían haber reaccionado. La mitad de su
cerebro daba vueltas a la verdad de quien estaba parado ahí.

La otra mitad se reveló, afirmando la imposibilidad. Entonces la figura habló.

—Te tomó demasiado tiempo.


Traducido por Estephania
Corregido por Eneritz

Molly no podía creer que Brady realmente creyera que rodearía la cuadra
continuamente en el auto rentado y lo dejaría ir a encontrarse con Dix en el punto de
encuentro por sí solo. Seguro estaría de acuerdo con su plan, pero no se había
molestado en tomarse el tiempo para advertirle del suyo. Condujo por los alrededores
por unos minutos mientras llamaba a Dix y le ordenaba que aparcara dos cuadras
arriba de la calle. Una vez que ella vio que se acercaba, se estacionó en doble fila,
nunca encontrabas un lugar para aparcar a esta hora de la noche en una zona
residencial, y puso las intermitentes. En su último paso, Brady aun había estado
«fumando» mientras inspeccionaba el edificio al que necesitaba entrar. Supuso que
tenía de cinco a diez minutos antes de que él le enviara un mensaje. Brady había
querido recuperar el paquete de Chris antes de que hablaran con Dix, pero Molly sintió
el peso de la urgencia en la parte trasera de su cuello y pensó que debían hacer ambas
cosas al mismo tiempo. Brady nunca habría estado de acuerdo en dejarla encontrarse
con Dix sola, pero el instinto le decía que él no era su enemigo.

Dix estaba de pie detrás de una banca, con las manos en sus bolsillos. La luz de
la farola le golpeó directamente en la cara, su despachador no se escondía. Dejó pasar
dos minutos por si tenía que salir huyendo, pero nada se movía por la cuadra en
ninguna dirección, a excepción de un carro que iba pasando, lleno de chicos que iban
en busca de la mejor fiesta, a juzgar por la bulla que traían y sus ropas brillantes.

Dix no se movió cuando Molly abrió la puerta de su auto. Debió haber sabido
que esa era ella sentada allí, no se necesitaba ser un genio para darse cuenta. Se
apresuró, su atención seguía dividida entre su entorno y Dix.

—¿Qué encontraste? —preguntó tan pronto como estuvo lo suficientemente


cerca, su voz baja cortaba el aire fresco, aire limpio.
—Nos encontramos con que no has sido honesto con nosotros. —Intentó no
sonar acusadora, pero no pudo—. No cuando simplemente sabías dónde estuvo Chris
después.

—¿Qué te hace pensar eso? —su tono era cauteloso pero resignado. No se alejó de
la luz para irse a las sombras, pensó, así que Molly asumió que no estaba tratando de
ocultarse. Era eso, o era un muy buen agente. Uno u otro.

—Chris le envió a Brady un mensaje con tu nombre en él. —Eso era todo lo que
le iba a dar.

Fue suficiente. Los hombros de Dix cayeron un centímetro.

—¿Qué decía?

—No lo sé. —Se mordió la lengua acerca del hecho de que Brady estaba
recuperando esos datos mientras ellos hablaban— ¿qué esperabas que dijera?

Dix suspiró y frotó una mano por encima de su frente. Un par de días antes,
podría haber dicho que él era un chico positivo ante la vida, que era exactamente como
se hacía ver. Pero ahora veía el precio que esto había cobrado. Lo que «esto» fuera.
Había estado cargando con esto por un tiempo, y eso significaba que tenía una cara de
póker mejor de lo que él le había permitido creer.

—Mandé a Christopher en esa misión —confesó suavemente.

La conmoción llegó, pero fue ligera en comparación a todas las que había
tenido recientemente.

—¿Por qué? ¿Cómo?

Los despachadores no asignaban misiones, solo se aseguraban de que fueran


exitosas. Eran comunicadores, no tomaban decisiones.

—El cómo fue fácil. Los despachadores tienen acceso al programa. Nadie en
realidad tenía que saber que él estaba en una misión, especialmente cuando una
solicitud aprobada en su archivo personal decía que iba a tomar una semana de
descanso.

Dix tenía que haber sido el despachador de Chris para falsificar una solicitud de
vacaciones, pero Molly preguntó de todos modos.

Dix asintió.

—Estaba haciéndome un favor, Molly, y dejé que lo mataran. —El tormento


hizo que su voz se volviera áspera—. Necesito obtener la información que encontró.
Tengo que saber…

—¿Si valió la pena? —finalizó por él. Flexionó y enroscó sus manos,
desplazando su equilibrio sobre las puntas de sus pies. La respuesta estaba casi a su
alcance, al menos algunas. Pero cuando Chris se había acercado lo suficiente a las
respuestas, lo habían asesinado.

El significado de esa mirada ardiente la hizo reprimir un estremecimiento. Se


dio la vuelta para observar detrás de ella a Brady. Movimiento estúpido, porque
cualquiera que la viera podría leer sus movimientos y saber que estaba esperando a
alguien más. Pero la necesidad de ver lo que Chris le había enviado abrumaba su
cautela.

La noche permaneció silenciosa y sin movimientos, ni siquiera sabía a qué


edificio se había metido Brady. Se volteó de nuevo hacia Dix.

—¿Qué estaba investigando, Chris? —preguntó ella de nuevo—. ¿Alguien sucio


en el interior? —Dix asintió pero no hablo—. ¿Quién? —demandó, pero él no le
contestó.

Ni siquiera se movió, eso no iba a ser suficiente.

—Alguien de arriba, supongo.


Asintió de nuevo, sus ojos resueltos en los de ella. El temor en ellos le recordaba
cómo se había sentido frente al féretro de Chris.

—¿Alguien… cercano a ti? —preguntó ella.

—No lo sé —susurró él— eso es el porqué de que le dijera a Chris que lo


comprobara. No sé si he sido lo suficientemente valiente… —tragó—. No sé si hubiese
tenido el coraje suficiente para mirar dentro de las discrepancias si no pensara que mi
padre fue el responsable.

Brady se dio la vuelta y se recargó contra el conjunto de buzones, una pose


casual totalmente contradicha por el golpeteo de su corazón contra su caja torácica.

—¿Qué te tomo tanto tiempo? ¿Llegar aquí? —pretendió que la burla había
venido de un extraño, uno de los imbéciles con los que frecuentemente trataba en el
seguimiento de la información. Cuando la figura agachó la cabeza, Brady dio por
sentado que eso era un asentimiento. Él asintió de regreso.

—Estaba un poco angustiado. No sé si lo escuchaste, pero mi hermano está


muerto. No lo digas. —Levantó una mano, sin querer escuchar el “que era muy
exagerado”—. Fui a tu jodido funeral el día de hoy. No sé si abrazarte o romperte la
mandíbula.

Chris sacó las manos de sus bolsillos y las mantuvo ambas a su lado.

—Es una obviedad hermano.

Brady se apresuró por el pasillo, apretó su puño derecho, el borde de la


envoltura excavando su izquierda. Una definitiva obviedad. Pero en lugar de jalarlo y
estampar su puño contra el rostro de su hermano, se detuvo a un paso de distancia.
—¿Tienes idea de lo que le has hecho a mamá? ¿A Jessica?

—Dios, sí. —La irónica diversión desapareció, reemplazada por la angustia que
sonaba familiar—. Esto era lo último que quería hacerle a alguno de ustedes. Casi la
última cosa, la última cosa era morir realmente.

Brady empujó una mano a través de su cabello.

—¿Cómo lo hiciste? El reporte policiaco…

—No te lo diré. La mayor parte de lo que hice fue muy ilegal, y si tengo suerte,
nadie nunca encontrará los detalles —movió su barbilla hacia la envoltura que Brady
tenía en su mano—. Tienes que darle eso a Conrad, Dixon. Nadie más. Él es…

—Sé quién es, también es el despachador de Molly.

El cuerpo de Chris se sacudió.

—¿El despachador de Molly?

Brady sintió un orgullo perverso de escandalizar a su hermano.

—Sí, ¿no sabías que ella era de SIEGE? Ella sabía que tú lo eras, y yo. —Chris
no reaccionó a eso, así que debía saber que Brady lo era. Maldita sea.

—¿Cuál es su trabajo? —exigió Chris.

—No es un agente. —Era más como una declaración de esperanza que de


certeza.

—Un informante.

Su hermano asintió y miró hacia abajo.

—Así que ella…


—Mira, no podemos soltar mierda toda la noche. Podría pasar una hora
preguntándote, y aun no decido si debo golpearte.

El fantasma de una sonrisa se deslizó a través del rostro de Chris.

—¿Por qué no te habías presentando frente a mí? Ya sabía que querías que Dix
obtuviera esto —levantó el envoltorio—. ¿Algo que tengas que decirme acerca de lo
que hay aquí?

—No, yo solo… necesitaba verte. Ha sido… —Parecía que estaba pensando


mejor cómo describir como había sido, pero Brady imaginaba que no había sido
mucho mejor desde el punto de vista de su hermano que del suyo.

—Lo tengo, ¿cuándo puedes venir?

—Dix te lo dirá. Puedes hacerme señas de la misma forma en que yo lo hice


contigo. —Comenzó a desvanecerse en el oscuro pasillo.

Brady lo iba a dejar ir, pero, en el último segundo, se tambaleó hacia adelante,
sujetando la mano de su hermano, y atrayéndolo a un abrazo, sus puños retorciéndose
en la parte trasera de la chaqueta de Chris, y sus ojos cerrados evitando la punzada de
lágrimas de alivio. Su hermano estaba vivo.

Un instante después, astillas de yeso saltaron desde la pared y le llovieron a


Brady en la mano. Chris se sacudió del abrazo y tocó su rostro, sus ojos se dirigieron
hacia el hoyo fresco en la pared.

Un hoyo de bala fresco.

Molly seguía intentando decidir qué decir acerca de la revelación de lo que Dix
pensaba sobre que su propio padre estaba sucio cuando su subconsciente captó un
atisbo, aunque no sonara familiar. Ni siquiera se habría percatado de eso a excepción
de que Dix se puso rígido y miró directamente hacia el edificio donde Brady había
entrado.

—¿Qué? —Molly se giró y también observó. ¿Por qué no se habían posicionado


de modo que pudiese ver el edificio y Dix no? Se hizo consciente de lo que habían
escuchado—. ¿Eso fue…?

—¿Un disparo silenciado? Estoy seguro de que sonó como uno —le echó un
vistazo a ella—. ¿El bastardo está ahí?

Ella asintió y tragó, tal vez no podía confiar en Dix. Le había mentido, e incluso
lo que le había dicho a ella podría ser falso, pero él no había disparado el arma.

Un arma. Brady estaba ahí, podría haber recibido el disparo. Oh, dios, no, no a
Brady. El déjà vu la paralizó por unos segundos.

Molly era un contacto, Dix un despachador. Ni siquiera tenía experiencia de


campo, no importaba que la hubieran entrenado. Estaba segura de que la última cosa
que debía hacer era salir corriendo en dirección al edificio, pero eso era todo lo que
quería hacer.

—Tenemos que…

Pero Dix ya había comenzado a dirigirse hacia allí. Ella se encontraba a unos
pasos detrás de él, cuando dos personas salieron corriendo del edificio de apartamentos
de ladrillo estrecho. Logró reconocer a uno de ellos inmediatamente como Brady. El
otro era…

Jadeó. Dix se detuvo a la mitad de la calle, pero ella siguió, llena de alegría,
furia y miedo.

—¡No! —gritó Brady, levantando una mano para detenerla. Otra persona salió
por la puerta, con el arma levantada, y Molly se lanzó detrás de un auto, su boca
cerrada por el repentino terror. Quería gritarle a Dix que se tirara al suelo, pero no
quería llamar la atención del tirador hacia él. Quería gritar por Brady y Christopher,
maldita sea, ¡estaba vivo!— para que se hicieran a un lado. Gritarle a la policía, al
asesino para que se detuviera. Simplemente quería gritar. Se construyó en su pecho,
incrementándose cada vez que escuchaba los chasquidos que eran cada vez más
fuertes, pero amortiguadas por las explosiones de la pistola.

Pop. Pop. Pop pop pop.

Se cubrió las orejas y escondió su rostro en sus rodillas, más aterrorizada e


indefensa de lo que jamás había estado en toda su vida. Esto no era nada como
Sudamérica, sino demasiado similar al infierno.

Y de improvisto se hizo el silencio. Del pesado ahora, no del que anticipa, el


somnoliento silencio que viene antes. El tipo de silencio que significaba cosas
horribles. Aflojó sus manos y alzó un poco su cabeza. La falta de sonido sonó tan
fuerte que no creyó en él. Tal vez se había quedado en estado de shock, y el caos la
rodeaba. Cuando abrió sus ojos, creyó que no había nada. Dix no estaba donde había
estado, ni siquiera yacía en una pila en el suelo.

Torciéndose, se puso sobre sus pies pero permaneció por lo bajo, sus ojos daban
saltos por donde había visto por última vez a Brady y a Chris y nada en la posición
donde estaba el tirador. Se había ido, no podía ver una sola persona por ningún lado.

Teniendo la oportunidad, se puso de pie. Eso los devolvió a su línea de visión, y


tan pronto como los pudo ver, los escuchó. Gemidos. Suplicas en un susurro, una
bocanada de aire llena de dolor.

Corrió hacia donde Brady estaba hincado a un lado de su hermano. Chris yacía
en la alcantarilla, la tierra húmeda a su alrededor, brillando bajo la luz de la farola.

—Quédate, hermano —rogó Brady. Tenía una mano presionando su hombro


derecho, la otra estaba fuertemente presionada en el pecho de Christopher. Christopher
era el que estaba gimiendo.

Molly se dejó caer a un lado de Brady y le dio un codazo para que saliera de su
camino, reemplazando su mano con sus dos manos.

—Lo tengo, ¿qué tan malo fue? —le preguntó a Christopher, para darle algo en
lo que concentrarse. Su cabeza giró hacia ella, sus cejas arrugándose mientras él
intentaba enfocar su visión.

—¿Qué…? Dos. Uno en la carne. Otro aún está dentro. El hombro de… Brady.

—Lo sé, llama al 911 —le ordenó a Brady. Su miedo se había sosegado,
curiosamente, una vez que supo su condición. Arrugó la camiseta de Chris y presionó
con más fuerza en la herida, para detener el flujo demasiado rápido de sangre.

—Dix ya lo hizo. Están en camino.

Levantó la mirada hacia él.

—¿Qué tan malo es? —repitió.

—No lo sé. —No apartaría la mirada de su hermano, solo se había movido lo


suficiente para darle espacio para que aplicara más presión—. Malo —debió haber
hecho algún tipo de ruido de pánico, porque Brady se volteó en dirección a ella—. No,
yo no. Yo estoy… no lo sé. No estoy muriendo. Pero Chris… Molly…

—Lo sé. —Ella bajó la vista hacia la terroríficamente cara blanca de su


hermano—. ¡Oye! ¡Mírame! No te estamos perdiendo realmente, ¿me escuchas? Tienes
un montón que contestar, señor.

Chris de hecho logró esbozar una sonrisa.

—Gracias, Molly. —Agarró su muñeca con la mano izquierda, y su fuerza la


animó. Hasta que agregó—: Cuida de mi hermano —y su mano cayó sin fuerza al
suelo.
Traducido SOS por Lore
Corregido por Lelu

Se intentó que la habitación fuera cómoda y cálida, con sillas suaves, alfombras,
papel neutro en las paredes, incluso flores centradas en la mesa llena de revistas. Lilas.
Fuera de temporada.

Molly estiró una mano para tocarlas. Sip falsas. De las buenas falsificaciones,
sin embargo.

La distracción duró sólo unos segundos antes de que el dolor, el miedo y la


miseria general la inundara de nuevo. Ella se desplomó y enterró su cabeza en sus
brazos para no tener que ver la sala de espera vacía. El procedimiento normal para
cualquier otra persona habría sido llamar a la familia, lo que habría apresurado a
esperar noticias. Pero, ¿cómo le dices a alguien que acababa de enterrar a su hijo mayor
que al mismo le habían disparado en el pecho?

Pasos resonaron por el pasillo afuera, y ella levantó la cabeza para ver a dos
policías más, esta vez detectives, caminando con una enfermera. No se apresuraban.
Ella no sabía lo que eso significaba. ¿No hay prisa, la víctima murió en la mesa?
¿Todavía están operando, o en recuperación? ¿Despierta, pero cogimos al chico, así que
no hay urgencia?

Molly no tenía idea de lo que estaba pasando en ningún lado. Después que
Brady había gritado su angustia, Molly había logrado convencerlo de que Chris sólo se
había desmayado. Brady no había estado en su sano juicio después de eso.

Molly había supervisado la respiración de Christopher y el pulso filiforme y


mantuvo la presión sobre las heridas y su ojo en Brady, quien por suerte esperó para
desmayarse hasta que los paramédicos se presentaron.
Por suerte, Dix había visto lo suficiente para transmitir que necesitaban dos
ambulancias. Los policías no habían tardo mucho más en llegar, y cuando Dix no
volvía, uno de los oficiales le había dado a Molly un aventón al hospital, donde se
había limpiado antes de ser llevada a la sala de espera. Ambos hermanos estaban en la
cirugía. Contrariamente a la convención de Hollywood, el hombro no era un lugar
seguro para recibir un disparo. La bala le había hecho daño al plexo braquial de Brady
y posiblemente la articulación. Nadie había venido a hablar con ella en tres horas. Su
teléfono estaba apagado, y ella no quería salir de la habitación para ir a ver los
mensajes o realizar llamadas y correr el riesgo de desencontrarse con el médico o los
detectives, que sin duda querrían hablar con ella.

¿Dónde diablos estaba Dix? ¿Había cogido al tirador? ¿Le han pegado un tiro?
No la había llamado cuando ella estaba en su camino al hospital, y no había
contestado cuando ella había tratado de llamarlo.

¿Qué demonios había sucedido en ese edificio? Cuando los paramédicos


llegaron por primera vez, se había llevado las llaves de Brady de su bolsillo y se coló en
el tenue y estrecho vestíbulo. Hasta que estuvo allí, mirando a un agujero en la pared,
la única evidencia que algo había pasado, que pensó en la información que Brady
había estado recogiendo. ¿Por qué estaba Christopher allí? ¿No había ninguna
información en absoluto, o simplemente era Chris? No había pensado en comprobar el
abrigo o los bolsillos de Brady en busca de papeles o una unidad USB.

Esperaba que el tirador no lo hubiera conseguido. Si hubiera significado perder


los chicos o perder la información, elegiría la información siempre. Pero no se trataba
de ganar, y la necesidad de venganza ardía en ella. Quería…

Una figura apareció en la puerta, y ella levantó la cabeza, conteniendo la


respiración. Pero no era el doctor. Era Dix.

El odio explotó, sorprendiéndola lo suficiente como para extinguirse. No se


había dado cuenta de que lo culpó por esto. No había pensado lo suficiente más allá de
Brady y las heridas de Chris como para culpar a nadie.
Pero en este momento, él era el único objetivo que tenía. Dix había sido
sospechoso. Dix había enviado a Chris la información incriminatoria de alguien que
estaba dispuesto a matar. Dix los había arrancado a ella y Brady del peor momento en
la vida de su familia para enviarlos en un viaje que había conducido a este horror.

Él la observó desde la puerta, obviamente incierto de su bienvenida. Pensó en


los años que había sido su despachador. Cuando ella había querido entrenamiento
extra, se aseguró de que ella lo consiguiera. Cuando ella vaciló en que la formación,
sin saber si tenía la habilidad o la capacidad necesaria, la apoyó. La animó, la apoyó,
alimentado su convicción de que estaban haciendo lo correcto como miembros de
SIEGE.

Sin duda, no podía haber fingido eso durante tanto tiempo. Ella había confiado
en él durante años. A menos que ella fuera una tonta total no había ninguna razón
para cambiar eso.

Ella asintió con la cabeza, y él vino a sentarse a su lado, tomándole la mano.


Ella no sabía que estaba tan fría hasta que las dobló entre las suyas.

—¿Alguna noticia? —le preguntó, aunque él tenía que saber la respuesta ya.

—No. Todavía en cirugía.

Dejó escapar un lento suspiro.

—Bueno. Molly, lo siento…

Oscura emoción estalló otra vez, empujando sus intentos de lógica a la basura.

—No te disculpes —ella dijo entre dientes— o te querré matar.

Se quedó en silencio durante un minuto después de eso.

—¿A dónde fuiste? —preguntó ella después que sintió más controlada. El calor
de sus manos la ayudó. Ella se estremeció, el resto de si frío de repente en
comparación con su mano, y Dix envolvió su brazo alrededor de sus hombros,
recostándola así que estaba totalmente contra de su lado. Todavía estaba agitado. Ella
se preguntó hasta qué punto él había perseguido a ese tipo.

—¿Lo atrapaste, o al menos obtuviste algo de él?

—Sí. —La voz de Dix retumbó en el pecho en su oído.

—¿Lo hiciste? —Ella se levantó para mirarlo. No esperaba una respuesta


positiva—. ¿Qué…?

—Lo atrapé. Vi quién era. Lo golpeé un poco, luego me dio un buen golpe en la
barbilla y lo perdí.

—¿Le dijiste a la policía? —preguntó, enderezándose completamente. Dix quitó


el brazo a regañadientes.

—Sí, vi a los detectives en el camino. Ellos cogieron un ascensor lleno y tuve


que esperar al siguiente. Supuse que estarían por aquí. —Se desplomó aún más en la
silla y se frotó la cara. Molly se maravilló de lo mucho más viejo que lucía desde la
primera vez que se reunió con él, hace poco tiempo. El rostro arrugado, párpados
caídos, y el chico feliz, tímido se había ido completamente.

—Sí, pero yo no he hablado con ellos todavía. O el médico. O los Fitzpatricks


—dijo ella miserablemente—. No sé qué decirles.

—Es más inteligente esperar —Dix estuvo de acuerdo—. Hey. —Esperó hasta
que ella se volvió a mirarlo—. Ellos van a estar bien.

—Tú no sabes eso. —Ella logró una pequeña sonrisa—. Pero gracias.

—No, gracias a ti. —Su repentina tensión desmentía las palabras—. No tienes
idea de lo que ustedes han hecho por mí.

En realidad no sonaba tan agradecido.


—Tienes la información que Brady fue a buscar. ¿Eso es lo que Chris
recuperaba? —Ella frunció el ceño cuando él asintió con la cabeza—. ¿Cuándo?

Suspiró.

—Sabía que te gustaría la secuencia completa de los hechos.

Ella trató de retener el juicio.

—¿Por qué suena como que no me va a gustar eso?

Él soltó una carcajada.

—Porque yo dejé a tu novio sangrando en el suelo y a su hermano en las puerta


de la muerte. Una vez más.

Completamente inmóvil y fría otra vez, dijo Molly:

—Asumí que fuiste tras el tirador porque sabías que yo estaba allí para los
chicos. Y tú llamaste al 911.

—Lo hice. Pero no estoy seguro de que no habría actuado de la misma manera,
incluso si tú no estuvieras allí.

Molly no podía responder a eso. Una parte de ella comprendía. La misión era la
prioridad, no dejar que se sacrifiquen en vano, y todo eso. Pero la parte de ella que
amaba a Brady más que a sí misma no quiso perdonar a Dix por su admisión, aunque
fueran hipotéticas.

Después de un momento, Dix continuó:

—Brady me dijo que fuera, que el tirador tenía el paquete que Chris había
dejado.

Así que me fui. Lo perseguí unas pocas cuadras. Un coche giró en una esquina
y le frenó, por lo que fui capaz de alcanzarlo. Luchamos, y cuando agarré el paquete,
fue cuando me pegó y se escapó. —Él movió su mandíbula con la mano derecha.

—¿Así que todavía lo tienes?

Él asintió con cansancio.

—Entonces, ¿qué sigue? ¿Qué hacemos con él?

Dix meditó.

—Hay un comité de supervisión. Yo no sé mucho al respecto, ni siquiera


quienes lo forman. Pero ellos se formaron sólo para este tipo de cosas. Tenemos que
averiguar quién está en el, para asegurarnos de no entregar la información de vuelta al
enemigo.

Eso era un buen plan en teoría, pero no tenían idea de quién era el enemigo. Ni
siquiera sabía qué significaba “enemigo”. Dado que SIEGE negociaba información, se
podría suponer que alguien había vendido parte de ella a las personas equivocadas.
¿Cómo había descubierto eso Dix? ¿Qué le hizo pensar que su padre era el culpable?

Pero estaba demasiado cansada como para hacer esas preguntas ahora.

—¿Qué había en el paquete? —preguntó.

—No he tenido la oportunidad de verlo. He venido directamente aquí.

—No directamente aquí. —Él no tenía el paquete allí—. ¿Dónde está?

—Lo escondí. Esta seguro, por ahora.

—Pensamos que era seguro donde estaba antes. —La miseria la recorrió. Pero
la sala de espera era tan silenciosa como cualquier hospital.

La cálida mano de Dix frotaba su espalda con comodidad, y ella se plegó sobre
el regazo de nuevo.

—Dios, Dix, no puedo hacer nada. No puedo llamar a la gente o dar detalles al
seguro o incluso donar sangre. Yo no soy compatible.

—Ellos donan su propia sangre, y SIEGE la mantiene en bancos. Estoy seguro


de que está en el sistema.

Ella volvió la cabeza.

—Chris perdió más de lo que estaría en los bancos. —Las lágrimas de repente
brotaron y empaparon su manga.

—Soy un donante universal. Iré a donar ahora. —Él le acarició la espalda—.


Aguanta ahí, Molly.

Uno de los detectives entró en la sala de espera cuando Dix estaba saliendo. La
policía detuvo al despachador y murmuró algo. Dix le dijo a dónde iba, y el policía
asintió antes de venir y sentarse junto a Molly.

Se obligó a sentarse y mirarlo a los ojos, pero no se molestó en secárselos.

—¿Hay alguna noticia? —preguntó con indiferencia. No creía que hubiera


ninguna todavía, y no se sorprendió cuando él negó con la cabeza.

—Lo siento. Todo lo que sé es que los dos están todavía en la cirugía. —Abrió
un pequeño cuaderno y retorció la punta hacia abajo de una pluma de plata—.
Necesito hacerle algunas preguntas más.

—Por supuesto.

Empezó con la más difícil.

—¿Puede usted decirme por qué una de las víctimas tuvo un funeral ayer?
—¿Los informes de su muerte...?

—No lo digas. —Él negó con la cabeza.

—Lo siento. Es más fácil. —Ella dejó escapar un gran suspiro—. Yo no sé


mucho. Yo no sabía que estaba vivo hasta que lo vi recibir un disparo.

—Pero usted estaba investigando su muerte.

Sorpresa estremeció por su cuerpo. Debió demostrarlo, porque continuó


diciendo:

—Usted y la otra víctima acaban de regresar de Canadá, la ubicación del


accidente fatal del señor Fitzpatrick. —Él no puso comillas alrededor de las palabras, y
Molly apreció su moderación. No se molestó en confirmar su declaración pero esperó
a que él llegara a una respuesta.

Reprimió un suspiro y miró su cuaderno en blanco.

—¿Usted reconoció a la persona que les disparó?

—No. A él apenas lo vi.

—¿Él?

—Probablemente. Se movía como un él. Pero Dix, quiero decir, Conrad


Dixson, el hombre que acaba de salir, lo vio mejor. Él dijo que habló con usted.

—Él lo hizo. Estoy reuniendo tanto detalle como sea posible.

—Bueno, no puedo decir mucho, lo siento. Yo estaba de pie en el pequeño


parque con Dix cuando Brady y Christopher salieron del edificio y el pistolero les
siguió. —Ella no explicó sobre haber oído un disparo silenciado. Eso significaría
también explicar cómo ella o Dix reconocieron el sonido, y lo menos que dijeran sobre
SIEGE, mejor—. Vi la pistola, Brady gritó hacia mí, y me escondí hasta que todo
había terminado.

El detective garabateaba en su libreta. Aunque ella podía verlo, las palabras eran
indescifrables. Un repentino pensamiento la golpeó, y ella dijo:

—Lo siento, no le he pedido su nombre.

—Detective Mike Wiszowski. —Metió la mano en el bolsillo interior de su


gabardina y le mostró su identificación, todos sus movimientos automáticos y suaves.

Se relajó, al menos, de vuelta a su estado anterior de tensión.

—Gracias.

—No hay problema. —Le hizo un par de preguntas más, sumergiéndose en las
zonas que no se sentía cómoda hablando sin guía, pero Dix era el único que pudo
haberla guiado. Logró pasar a través de ello sin hacer referencia a SIEGE, y el
detective tomó su información de contacto, sin levantar una ceja a los códigos de área
de Boston.

—¿Va a estar en DC por mucho tiempo? —preguntó mientras guardaba su


anotador.

—Un poco más —respondió ella—. Siempre y cuando me necesiten. —Ella


sacudió la barbilla en la dirección de las salas de operaciones. El Detective Wiszowski
asintió y se levantó para marcharse.

Molly dejó que su visión se volviera borrosa y flotó hasta el entumecimiento


hasta que alguien le dio un codazo a su hombro. Ella levantó la vista, y el detective
había regresado. Le tendió una taza de papel térmico con una magdalena encaramado
en la parte superior de la misma. Ella automáticamente la tomó y dijo gracias, pero
levantó una ceja ante la inesperada consideración.

—Parecías que iba a desplomarse en el suelo. Sé que usted no sentirá ganas de


comer, pero lo necesita. —Se detuvo un segundo, y luego añadió—: Yo puedo estar
aquí por un tiempo, asegurarme de que usted lo come.

Ella esbozó una sonrisa y dejó el café sobre la mesa para que pudiera
desenvolver el plástico alrededor de la magdalena.

—Gracias. Eso fue muy amable de su parte.

—Sí, no se lo diga a nadie. —Le guiñó un ojo y se fue.

Pensó que tendría que tragarse la comida, que le sabría como aserrín, pero tan
pronto como el aroma del arándano le golpeó la nariz, su estómago gruñó. Para ser
una magdalena de una máquina expendedora era bastante buena. Ella masticó y tragó,
con sólo unas pocas migas quedándosele atascadas. Ella probó con cautela el café, que
no era horrible. En el momento en que había terminado todo, se sentía mejor. No tan
bien, pero no colapsaría sobre sí misma, tampoco.

Se levantó para tirar su basura en un recipiente en la esquina. Mientras lo hacía,


un hombre en bata de color azul pálido salió por la puerta. Miraba a las sillas donde
había estado sentada. Estaba de pie fuera de su línea de visión directa, por lo que le dio
un segundo para analizar su mirada, prepararse para lo que iba a decir.

La gorra de su ambo se había echado atrás en su cabeza, pero no fuera, y él


todavía llevaba la máscara alrededor de su cuello. Probablemente estaba en sus 30
años, pero los surcos profundos en la sien y el lado de la boca hablaban de
agotamiento. Reprimió una maldición y consultó el portapapeles en su mano
izquierda, hojeando papeles y murmurando sobre ellos.

—Disculpe —dijo tan suavemente como pudo. Él no se asustó, pero parecía


aliviado cuando la vio en la esquina.

—¿Molly Byrnes? —Él se acercó a ella.

—Sí.
—Tengo una actualización para usted. —Hizo un gesto para que se sentara.
Ella lo habría tomado como preparación para las malas noticias, pero él se sentó a su
lado, su cuerpo con la necesidad obvia de un descanso.

—¿Sobre cuál? —Ella entrelazó los dedos para aprovechar su tensión.

—Ambos. Curiosamente, tenemos el consentimiento para divulgar información


médica privilegiada a usted para los dos, así que soy capaz de transmitir todos los
detalles de su estado de salud a usted.

No le sorprendía que los registros de Brady tuvieran su nombre en él, pero que
Christopher lo hiciera, también, la hizo apretar los labios y contener las lágrimas.

—El Sr. Fitzpatrick… —Se sorprendió y sonrió con cansancio—. Lo siento. La


lesión de Brady era la menos grave y no inmediatamente letal para su vida. Reparamos
el daño causado por la herida, con un ortopedista. Yo no era el cirujano en su caso —
advirtió, como si anticipara preguntas que no sería capaz de responder—. El Dr.
Midrick fue llamado a otra emergencia y me pidió que le transmitiera sus notas. —
Pasó unas cuantas páginas en el portapapeles de nuevo—. Va a necesitar
rehabilitación, y tenemos que mantenerlo por un día o dos para observación post
operatoria, pero por lo demás está bien.

El aliento de Molly salió en una corriente sintiendo que la mitad de sus entrañas
se aflojaron. Pero no podía respirar de nuevo, no hasta que él le dijera el resto.

—Christopher... —Hizo una cara de "Wow, eso fue duro", pero no proyectaba una
mirada de "Esta es la peor parte de mi trabajo, ¿por qué no le dice otra persona?" Ella sorbió
aire, el dolor en sus pulmones generando pequeñas luces en los bordes de su visión. El
doctor se dio cuenta y le puso la mano en el hombro—. Respira, Molly. Está bien.

Ella obedeció, y su visión se aclaró.

—¿Está vivo? —dijo con voz ronca.


—Sí, está vivo. Y va a seguir así, si tengo algo que decir al respecto.

—Oh, gracias a Dios. —Las lágrimas que habían amenazado durante horas
brotaron de sus ojos de nuevo—. Yo no podría manejar decirle a Brady por segunda
vez.

Él le dirigió una mirada extraña, pero esperó a que se recuperara antes de dar
detalles.

—Creo que usted sabe que una herida era superficial, entró y salió pero no
golpeó nada vital. La segunda herida era mucho más grave, y no está fuera de peligro.
Tuvimos que hacer reparaciones mayores y existe la posibilidad de una cirugía
adicional en caso de hemorragia interna. Pero a pesar del daño en los órganos, todos
están todavía funcionando, y estoy bastante seguro de que cerramos o cauterizamos
todos los vasos abiertos. Está bajo estricta observación en la UCI y será toco y me voy
por un tiempo.

—Está bien. —Molly podía respirar hondo de nuevo. Podía manejar el miedo y
la desesperación ahora, también, pero la ira comenzó a tomar el relevo. Ella la aplacó
por miedo de ver lo caliente que se ponía—. ¿Puedo ver a Brady?

—Está en recuperación. Nosotros le haremos saber cuando sea trasladado a una


habitación. —Él ahogó un gemido cuando se puso en pie. Entonces la miró vacilante—
. ¿Te importa si te pregunto?... los archivos no lo decían. ¿Cuál es su relación con los
pacientes?

Maldita buena pregunta, pensó Molly, y dio la respuesta más simple.

—Soy como una hermana.

Él asintió con la cabeza como si su respuesta fuera normal y salió de la sala de


espera, comprobando el localizador de su cintura.

Más espera. Pero al menos esta vez era más fácil. Anticipación en lugar de
ansiedad. ¿Debería ir a hacer algunas llamadas y dejar que los Fitzpatricks supieran lo
que estaba pasando? Su estómago se revolvió ante la idea.

Todavía no. Esperaría y hablaría con Brady y vería lo que él quería que hiciera.

Un rato después, Dix regresó, una curita sobre un taco de gasa en el hueco de su
codo. Él llevaba un vaso de jugo de naranja y tenía una miga de galleta en la comisura
de la boca. Parecía aún más tenso y preocupado que antes.

—¿Se sabe algo? —preguntó, mientras se sentaba junto a ella otra vez.

Molly transmitió todo lo que el médico le había dicho.

—Estoy esperando a que Brady sea trasladado a una habitación para poder
verlo. No sé si van a dejar que tú…

—No lo harán. No soy de la familia, y estas enfermeras son muy rigurosas. Lo


probé. —Tomó un sorbo de jugo, curvando los labios.

—¿Qué te pasa, no te gusta OJ? —bromeó, contenta de lo mucho más ligera que
sentía, al menos temporalmente.

—Lo odio. Era todo lo que tenían, e insistió en que lo beba o ellos me atarían y
me obligarían.

—Eso podría haber sido divertido. —Pero la broma no surtió efecto, y ella se
encogió de hombros—. ¿Quieres que te consiga un poco de jugo de manzana para ti?

Dix arrugó su rostro.

—Ugh. Eso es aún peor. Pero gracias por la oferta.

Se sentaron en silencio durante unos minutos, pero cuando la parte de atrás de


la cabeza de Molly palpitó, se dio cuenta de la tensión que había estado creciendo
desde que regresó. Ella lo miró, y él no se dio cuenta. Jugueteaba con sus manos y
movía la cabeza en un pequeño tirón, como si discutiera consigo mismo. Ella casi
podía ver la conversación en su cabeza.

—¿Qué pasa? —le preguntó finalmente, cuando estuvo claro que él no había
tomando la decisión de compartir.

Dix movió sus ojos hacia ella, luego a la puerta, entonces el signo en la pared
proclamando la muerte a cualquier persona que usara un teléfono. Vio la puerta
mientras él sacó su teléfono y hojeaba en él.

—Recibí esto hace unos minutos. —Después de algunos golpes de pulgar un


video comenzó.

—Estoy bien.

Todo el cuerpo de Molly se sacudió cuando reconoció a la chica en la pantalla.

—Shae —murmuró involuntariamente, apenas registrando la mirada aguda de


Dix cuando el video continuó. Las lágrimas corrían por el rostro de la adolescente, y su
voz disminuyó.

—Pero he sido secuestrada. Quieren que les diga que traigan la información a
Connecticut ahora, y van a dejar que me vaya. Si no lo hacen... —Se interrumpió, y una
pistola entró en el marco, el objetivo era su cabeza.

Molly se quedó sin aliento.

—Envía un mensaje de texto con su ETA —Shae se precipitó. Sus ojos estaban de
lado, mirando al que sostenía el arma. Su respiración era irregular y rápida, pero ella
no tropezó con sus palabras—. Tienes hasta mañana para llegar hasta aquí, o yo…

La imagen se congeló, y lo mismo hizo Molly.


Traducido SOS por Dark Juliet
Corregido por Lelu

—Eso es todo —dijo Dix—. Sin detalles. Ningún mensaje de texto adjunto. No
hay manera de rastrearlo sin equipo y tiempo que no tenemos.

—No puedo creer que no ibas a mostrarme esto. —Molly quería gritar. No
podía apartar la mirada de la pequeña pantalla. Shae llevaba la misma sudadera con
capucha que se había puesto en el funeral. La camiseta asomando de la parte superior
de la cremallera se veía igual, también. Alguien había estado en la funeraria. ¿Habían
estado dentro y visto el intercambio de Shae con Brady y Molly? ¿O habían estado
fuera y simplemente visto a la chica, reconocido su importancia, y aprovechado de
ella?

—Estás tratando con suficiente ya —Dix protestó—. Yo debería mostrar a los


detectives y dejar a las autoridades.

—No. —Molly sabía que estaba siendo estúpida, pero esto no era un secuestro
típico. Su mente se aceleró. No tenían tiempo para ocuparse de las autoridades.

Se inclinó sobre el teléfono de nuevo, escrutando la toma congelada. El fondo


era completamente blanco, una pared o lámina o algo así. Sin superficies reflectantes
para mejorar la búsqueda de pistas. Aunque claro, estaban sin equipo, sin tiempo. La
pistola apuntando a la cabeza de Shae era obscena, pesada, negra y siniestra más allá
de lo obvio.

Molly se sentó, momentáneamente paralizada por la indecisión. Estaba a 500


kilómetros de distancia, y los dos hombres en los que podía confiar por ayuda estaban
incapacitados. ¿Podía confiar en Dix para ayudarla con esto? Tenía el video... Espera
¿Por qué tenía el vídeo?
—¿Por qué te enviaron esto? —preguntó—. No sabes quién es, ¿verdad?

—Puedo averiguarlo. Pero no, no sabía que existía antes de ver este video.

—La amenaza no puede ser dirigida a ti. No te importaría.

—Hey. —Dix la miró indignado—. Me importa.

—Está bien, pero no como lo haríamos. Yo o Brady, o especialmente Chris.


Entonces, ¿por qué no se lo enviaron a ellos?

—No sabemos que no lo hicieron —señaló Dix. Deslizó el video y apagó el


teléfono—. Podría ser simplemente un seguro.

—No. —Las náuseas ondearon a través de ella—. Saben que Brady y Chris
están en el hospital. Tenían que haber contratado al tirador, así como el que agarró a
Shae. —¿Algo de esto importaba? Por qué no le dieron un lugar a donde ir o a quien
buscar. Estaba preparándose para pedir a Dix el paquete de información, o por lo
menos que fuera con ella a Connecticut, cuando una enfermera entró y dijo que Brady
estaba despierto e insistiendo en que la llevara a él inmediatamente.

Un nudo caliente se formó en su pecho mientras se abrían camino a través del


laberinto de pasillos. Lo había perdido emocionalmente cuando declaró su amor por
Jessica, y más concretamente cuando se había apartó de todos. Esta noche, ella había
estado tan cerca de perderlo realmente, de manera irrevocable, para siempre. Tenía que
tener una oportunidad, decirle lo que sentía, y dejar de preguntarse si el riesgo valía la
pena. Las palabras llenando su garganta y su boca. Hasta que ella dejó el corredor
luminoso por el tenue brillo enfermizo de su habitación del hospital...

Ella asintió su agradecimiento a la enfermera y se aseguró de que la puerta se


cerraba detrás antes de cruzar hacia la cama de Brady. Yacía con los ojos cerrados,
probablemente a la deriva por la anestesia y aparentemente sin darse cuenta de que ella
había entrado. Se quedó un rato, tragando saliva repetidas veces contra la quemadura
en su garganta.
Su cuerpo no había cambiado. Llenaba la cama, con los pies casi llegando al
fondo, el borde de ambos lados no lo suficientemente ancho como para que se sentara
a su lado. Su brazo no lesionado no estaba más pálido o menos musculoso. Pero la
cánula nasal y el vendaje blanco gigante en su hombro izquierdo se las arreglaban para
disminuirlo.

Ella nunca lo había imaginado invulnerable o inmortal, pero era una cosa
totalmente diferente tenerlo metido en su cara.

—Hey —dijo Brady sin moverse ni abrir los ojos.

—Hey. —Molly se acercó y deslizó su mano en la suya. La intensa necesidad de


declararse había desaparecido, y se contuvo en preguntarle cómo se sentía para evitar
la típica respuesta “¿Cómo crees que me siento?”. Más importante era—: ¿Te han
hablado sobre Christopher?

Brady abrió los ojos, entonces, y la calma se instaló en ella. Eran de un


distintivo azul-avellana como siempre, no entorpecido por el dolor o la desesperación o
incluso drogas.

—Un poco. Todavía estaba bastante aturdido, por lo que no me molesté con los
detalles. —Su mano se apretó alrededor de ella—. Nada ha cambiado, ¿no? Él todavía
está vivo.

—Sí. —Ella cubrió su mano con la otra, un gesto automático para


tranquilizarlo—. Está en la UCI. Tienen que asegurarse de que no hay sangrado
interno después de la operación. Dix donó algo de sangre. Yo no era el tipo correcto...
—Se interrumpió cuando se dio cuenta de lo cerca que había estado de divagar.

—Siéntate. —Brady tiró de su mano libre para llegar a la silla junto a la cama.

Rápidamente se dio un paso en su camino, y frunció el ceño.

—No ibas a tratar de tirar eso hasta aquí, ¿verdad?


Un lado de su boca se curvó y se recostó contra las almohadas.

—Por supuesto que no. —Esperó hasta que ella se sentó y tomó su mano de
nuevo. Esta vez, él estiró sus dedos a la curva sobre su palma y alrededor de su
muñeca, anclando su dominio con más firmeza. Como si uno de ellos estuviera
cayendo.

—¿Qué les dijeron? —preguntó.

—¿Quién? —Ella no estaba segura de si se refería a su familia o a la policía.

—Quien sea.

Ella apresuró a contarle su conversación con Mike Wiszowski, sabiendo que no


podía postergar la peor noticia mucho tiempo.

—No llamé a tu familia —admitió, trabajando hasta Shae, preparada para que
estuviera enojado con sus decisiones—. No sé cómo decirles que Christopher recibió
un disparo.

La risa de Brady se convirtió en una tos, que le hizo una mueca de dolor y
trabajar su hombro un poco.

—Eso es bueno. Mi madre nos va a matar, pero tenemos que esperar hasta que
está despierto por lo menos. El menor número de gente que sepa que está vivo, mejor.
De hecho—

Él comenzó a inclinarse hacia adelante como para levantarse, pero Molly se


lanzó a sus pies y llevó una mano contra el lado bueno de su pecho.—No seas idiota.
Wiszowski está poniendo un uniformado en su puerta.

Brady se calmó, pero no parecía menos preocupado.—Espero que sea


suficiente.

—Dix vio al chico, también. El que te disparó. Demonios, ya podían tenerlo en


custodia.—Ella esperó a estar seguro de que no iba a tratar de ir a cualquier lugar de
nuevo, luego se sentó en el borde de la silla, cerrando su garganta.

—Tenemos que conseguir esa información de las personas adecuadas. —Su voz
era débil, con grietas ligeramente chirriantes.

Tenían que hacer algo más que eso, pero ¿cómo demonios iba a hablarle de
Shae? Él ya quería saltar de la cama. Averiguar que su sobrina había sido secuestrada
lo lanzaría fuera del edificio.

—Necesitas descansar —le dijo—. Dix y yo vamos a manejar la situación.

A Brady no parecía gustarle la idea más de lo que a ella le gustaba.

—¿Qué vas a hacer?

—No sabemos todavía —admitió a regañadientes. De ninguna manera Brady la


dejaría escapar diciéndole que no preocupara su linda cabecita sobre ello—. Dix piensa
que la mejor cosa es conseguir el archivo de alguien en el comité de supervisión, pero
nunca he oído hablar de él, y no tiene idea de quién está en él o incluso si podemos
confiar si lo supiéramos—. Recordó lo que Dix le había dicho en el parque sobre sus
razones para investigar en el primer lugar.

—¿Qué? —dijo Brady.

Molly miró hacia arriba para encontrarlo estudiándola.

—Hay algo que no me estás diciendo.

—No, no hay. —Ella tenía que decírselo, pero todavía no podía—. Es Dix.
Tiene miedo de que su padre esté involucrado.

—¿Has leído el paquete? —Él frunció el ceño—. ¿Tienes el paquete?

—Dix lo tiene. Él lo consiguió del tirador después que corrió. Pero no, ninguno
ha tenido la oportunidad de leerlo. O al menos —se corrigió— él dice que no la ha
tenido.

—Es de suponer que la información dirá quién está sucio.

—Pero eso no significa que no hay nadie más. —Se frotó la sien. El dolor de
cabeza se había intensificado de nuevo.

—Tenemos que averiguar quién está en el comité de supervisión, y de allí,


determinar quién podría estar bien.

Brady deslizó su mano fuera de la de ella otra vez e hizo un gesto con la palma
hacia arriba, los dedos chasqueando hacia él, en un gesto de “renuncia”.

—Teléfono móvil —dijo.

Lo sacó, pero advirtió:

—Está apagado. Como se supone que debe estar.

—Eres tal seguidora de las reglas. —Él lo prendió, esperó a que arrancara,
entonces utiliza la marcación rápida. Él esperó mientras sonaba, entonces, cuando
alguien contestó, se limitó a decir—: Supervisión.

Podía oír la respuesta de una sola palabra con claridad:

—Yo.

Colgó y mantuvo pulsado el botón para apagar el teléfono.

—¿Ves? Treinta segundos. Menos. Nunca sabrán.

Ella tomó distraídamente el teléfono y lo metió en el bolsillo.

—¿Ese era tu padre?


Brady asintió.

—Así que supongo que está sin duda en el negocio. —Ella suspiró—. Una gran
cantidad de años de secretos se ha destruido esta semana.

—Tal vez para mejor. Molly... —Él jugó con sus dedos y no se encontró con su
mirada.—Quiero hablar contigo.

—Estamos hablando. —Su corazón se deslizó a través de varios golpes antes de


asentarse en un ritmo rápido.

—No, me refiero a hablar. Sobre nosotros.

Terror se apoderó de sus pulmones. No podía hacerlo. No podía poner todo al


descubierto cuando todo era tan complicado, cuando era impulsada por el miedo en
lugar de esperanza. Tal vez el miedo estaba deteniéndola tanto como la había
impulsado hace poco tiempo, pero el puro egoísmo de poner sus sentimientos sobre la
situación de Shae empequeñecía todo.

—Brady, tienen a Shae.

Se quedó paralizado.

—¿Quién la tiene?

—Quienquiera que estamos buscando. Enviaron un video a Dix.

Brady maldijo y comenzó a levantarse de la cama de nuevo, pero se detuvo


cuando un pitido estridente sonó fuera de la habitación, lo suficientemente fuerte como
para haber penetrado la puerta cerrada. La conmoción le siguió.

—Eso suena como una alarma en la estación de enfermeras. —Molly se puso de


pie, con las manos cerradas en puños, mirando la puerta. No había ninguna razón para
pensar que significaba nada, pero la UCI estaba al otro lado de esa planta y compartía
una mesa central con la unidad bajo la que Brady estaba.
—Espera aquí —le ordenó en voz lo suficientemente fuerte que él obedeció. O
tal vez el dolor en el hombro, lo suficiente para hacer jadearlo cuando se movió, lo
convenció de quedarse. Le indicó su acuerdo, y ella fue a abrir la puerta a mirar hacia
el pasillo. El personal de salud corría alrededor, algunos hacia el octágono UCI,
algunos al escritorio de las enfermeras centrales para respaldar la ejecución de la
alarma. Algunos otros se cernían, ya sea a la espera de ver si eran necesarias o
simplemente viendo.

Molly preguntó a la enfermera más cercana lo que estaba pasando, pero no se


sorprendió cuando recibió una objeción educada. Ella miró por encima del hombro a
Brady, quien estaba con el rostro tenso y una pierna fuera de la cama. Sería mejor que
echara un vistazo.

—¿Dónde está el baño? —le preguntó a la enfermera, esperando que no


estuviera lejos de la conmoción, pero la enfermera hizo un gesto hacia el cruce de
pasillos.

—A la derecha un poco más abajo —dijo sin mirar a Molly—. En la parte


izquierda de la sala.

—Gracias. —Molly caminó en esa dirección, serpenteando entre las personas y


detrás de la estación de enfermeras.

Nadie estaba prestando atención a ella, por lo que pasó la sala con las salas de
descanso y pasó por el arco en la sección abierta de la UCI.

Miembros de la familia estaban en pie alrededor de los bordes de la zona


central, algunos mirando desde el interior de las habitaciones a sus seres queridos,
algunos fuera de la puerta. Todos se enfrentaban a una habitación través del camino, la
que tenía la policía de pie fuera.

No más preocupada por el sigilo, Molly corrió hacia él.

—¿Qué está pasando? —Cuando él se volvió hacia ella, las manos en alto como
si fuera a agarrar sus hombros y corporalmente mover la distancia, ella dijo—: Yo soy
de su HIPAA.

Ella le mostró su identificación en vez de decir su nombre, porque no sabía que


podía estar cerca.

—Lo siento, señorita. —Se detuvo cuando ella dijo pssht e hizo un movimiento
de corte con la mano—. No puedo decir nada.

Molly miró más allá de él en la habitación. El cirujano de Chris y algunas


enfermeras trabajaban sobre su cuerpo todavía en la cama del hospital. La alarma se
había apagado, y las máquinas de medición de sus signos vitales todavía sonaban.

No había carrito de choque. El médico ladraba órdenes y hacía declaraciones


que sonaban como si estuviera intubando a Chris, basado en la observación ocasional
de Molly de dramas médicos, pero todos los cuerpos alrededor de la cama bloqueaban
su visión.

—¿No puedes porque no lo sabes, o no puedes porque piensas que no está


permitido?

Él no se inmutó. Ella lo tomó en el sentido de esta última.

—¿Has llamado al detective Wiszowski ya?

Ahora él parpadeó, pero escondió su sorpresa rápidamente y no le dio una


respuesta.

Frustrada, Molly miró las enfermeras y el personal en torno a la cama del


hospital, tratando de decidir quién estaba haciendo menos y podría ser abordado. Pero
más importante el qué era el cómo.

—¿Qué pasó? —preguntó al oficial de nuevo—. No me refiero a lo que está mal


con él. ¿Alguien entró allí?
Parecía incómodo.

—Sólo el personal médico.

—¿O personas vestidas como personal médico? —adivinó. Una vez más, la
mirada en blanco—. Mierda. —Tenía que averiguar lo que estaba mal. Olvido lo de ser
cauta. Ella se acercó a la enfermera más cercana y le tocó el brazo. La mujer
inmediatamente se volvió para bloquear el paso de Molly. Ella no trató de mantenerse
firme, sabiendo que la mujer tenía mucha más experiencia en el advenimiento que
Molly sosteniéndose. Pero se aseguró de que la mujer saliera con ella.

—¿Qué está pasando? —preguntó una vez más—. Soy familia. Tiene su
permiso para decirme su condición. —Ella dijo en voz alta lo suficiente para atrapar la
atención del médico. Levantó la vista, asintió, y dijo—: Dile.

La enfermera frunció los labios, pero soltó los hombros de Molly.

—Su vía respiratoria se hinchó, y cortó el tubo que le suministraba oxígeno.


Estamos reemplazándolo con un tubo más fuerte para mantener el aire entrando en sus
pulmones.

Eso sonó muy extraño para Molly.

—¿Con qué frecuencia ocurre esto después de la operación?

—No muy a menudo. —Los ojos de la enfermera se lanzaron a un lado.

—Como nunca. —La garganta de Molly se apretó—. Alguien le hizo esto.

Ahora la enfermera miró al policía, quien probablemente se estaba preparando


para perder su trabajo.

—Sí —dijo ella en voz baja—. Creemos que le inyectaron algo que…

—Mariscos.
—¿Qué?

—Es alérgico a los mariscos —Molly le dijo—. Eso es probablemente lo que le


inyectaron. —Habría estado en su expediente de SIEGE, ¿pero quién sabía cuánto
tiempo le habría llevado a desenterrarlo aquí?—. ¿Va a estar bien?

—Lo estará ahora. —Ella se apresuró a volver y hablar con el médico, quien
encontró la mirada de Molly antes de disparar órdenes a su equipo.

Molly salió de la habitación, la urgencia apretando su cuerpo mientras se ponía


en modo de lucha o huida. Ella se detuvo brevemente para decirle al oficial:

—Llámalo, y asegúrate de enviar a alguien más por aquí. Condenadamente será


mejor si hay un uniformado dentro de la habitación en todo momento, así como uno
por aquí. —Ella esperó a que asintiera, luego se dirigió por el pasillo. Una vez que ya
había pasado la estación de enfermeras se echó a correr, derrapando en la puerta de
Brady. Cuando se abrió paso, estaba de pie junto a la cama. El IV aún lo mantenía en
su lugar, pero la cánula nasal yacía en la sabana. Estaba tratando de encontrar la
manera de desbloquear las ruedas del IV cuando entró.

—¿Qué pasó? —exigió—. Fue Chris, ¿no? Te fuiste demasiado tiempo.

—Sí. Vamos. —Ella abrió la cajita al lado del lavabo, aliviada al encontrar su
ropa allí—. Alguien le inyectó mariscos, o lo que sea que él sea alérgico. Cerró su
garganta. Él estará bien —le aseguró ella, sacudiendo sus pantalones vaqueros y
camisa en la cama y agarrando un rollo de gasa de una bandeja del fregadero—. Les
dije que pusieran más uniformados con él.

—No es suficiente.

—Ellos volaron su mejor oportunidad. No se arriesgarán a ir de nuevo tras


Chris, y la policía está en alerta. Saben que no tiene la información, lo que te convierte
en un objetivo más grande, y tal vez Dix, si el tipo que te disparó lo reconoció. Por lo
que mantenerte a salvo mientras Shae es nuestra prioridad. —Ella le agarró la mano y
apretó la gasa sobre el punto de inserción IV.

—¿Qué estás haciendo?

No se molestó en explicar, sólo sacó la aguja.

—¡Ay!

—Silencio. Sostén esto.

Frunció el ceño pero presionó al sangrado leve hasta que aseguró la gasa con un
vendaje.

—Vístete —le ordenó después.

—¿Cómo? —Brady hizo un gesto a su hombro.

—Bien. Espera. —Ella miró la puerta, encontró el bloqueo y lo retorció. Era


probablemente más una cerradura para dar privacidad que uno real, pero eso era todo
lo que necesitaban—. Inclínate un poco.

—Te has vuelto mandona —refunfuñó, inclinándose. Él se estremeció cuando


ella tiró la bata de sus hombros y la dejó caer en el suelo, dejándolo desnudo. Antes de
que él se enderezara tenía la camisa puesta por la cabeza. Él fue capaz de pasar el
brazo derecho, pero tuvo que girarlo y tirar de la camisa para conseguir el brazo
izquierdo. El cuerpo frente a ella no hizo el trabajo más fácil.

Se suponía que iba a parecer frágil y débil después de recibir un disparo, no


fuerte y viril. Cerró los ojos cuando se arrodilló para sostener sus pantalones para él, y
escapó a la parte trasera para tirar de ellos hacia arriba. No tenía más remedio que
subir el cierre, sin embargo. Ella hizo brevemente el trabajo, ignorando su chillido ante
su velocidad.

—Zapatos. —Ella se arrodilló de nuevo, esta vez con mucho menos tensión, y
sostuvo los zapatos para que pudiera meter sus pies en ellos—. Vámonos.
—Yo no dejaré a Christopher —protestó, su mano buena en el hombro para
evitar que abriera la puerta.

Ella mantuvo su voz baja para que nadie fuera pudiera oír a través de la puerta.

—La forma más rápida para salvar a tu hermano es conseguir esa información
de tu padre. Una vez que la supervisión la tenga, no habrá ninguna manera de
ocultarlo, y todos vamos a estar más seguro, incluyendo Shae. —Ella lo esperaba. Estas
personas irían lo suficientemente lejos para matar a un agente. ¿Matarían a un niño,
también?—Tenemos que encontrar a Dix, antes que ellos y averiguar nuestro siguiente
paso. Están desesperados, Brady, y tenemos que estar por delante de ellos. Podrían
estar aquí en cualquier momento, viniendo detrás de ti. —Cuando él no se movió, ella
recurrió a la súplica—. Por favor, Brady. No puedo hacer esto sin ti.

Él miró fijamente mientras los segundos pasaban. Ella luchaba por no


empujarlo; podía ver su cerebro trabajando sobre lo que había dicho, buscando
alternativas. Pero luego sonrió y deslizó su mano por debajo de los rizos en la parte
posterior de su cuello, los dedos cálidos y fuertes curvándose contra su piel.

—Eres fantástica, Molly Byrnes —murmuró antes de bajar la cabeza para darle
un intenso beso suave, que envió calor zumbando través de su cuerpo, despertando
todo lo que había sido apisonado por días. Años. Las lágrimas pinchaban sus ojos
cuando él se apartó. Se volvió rápidamente y abrió la puerta, parpadeando mientras
miraba fuera. Ellos no tenían tiempo para la emoción.

Dix no estaba en la sala de espera donde lo había dejado. Ella empujó el pelo
hacia atrás, tratando de pensar. Podría estar con el detective, o pudo haber ido a buscar
la información. No podían darse cuenta de eso desde aquí.

Brady estaba explorando el pasillo, escuchando rumores entre el personal,


cuando se reunió con él.

—Nada —le dijo—. Contuvieron el ataque de Christopher y nada podría


haberle sucedido a Dix aquí.

—Bueno, bueno. Tenemos que salir a la calle y llamarlo. —Cogió el brazo de


Brady y él corrió hacia el ascensor. Una vez que estuvieron en él, ella frunció el ceño
ante la sonrisa jugando sobre su boca—. ¿Qué?

—Tú. Te has puesto toda mandona sobre mí.

—Yo… —Ella cerró la boca. Estaba en lo cierto—. Lo siento.

Se echó a reír.

—No dejes que te detenga.

—En serio, eres el agente de campo, y esta es realmente tu misión. Por así
decirlo. Así que... —Sus mejillas se encendieron y vio los números por encima de la
puerta.

—Serías un buen agente de campo. No sé si te lo he dicho, pero lo has


demostrado una y otra vez desde América del Sur.

Su sinceridad tranquila enfrió su vergüenza.

—Gracias.

Ella pulsó el botón de encendido en su teléfono mientras se apresuraban a través


del vestíbulo, así que estaba preparado para el momento en que llegaron a la acera más
allá de la zona de carga. Dix respondió al primer timbrazo.

—¿Dónde estás? —Ella le preguntó. Ella hizo un gesto a Brady para acercarse a
oír, pero él negó con la cabeza, el hombro, obviamente, le dolía. De hecho se sentó en
un banco cercano y apoyó el codo en el brazo, un suspiro se le escapó mientras se
relajaba.

Mierda. Ella debería haberle encontrado un cabestrillo.


Ella no se sentó. Seguía girando, viendo los coches en movimiento a través de
los estacionamientos cercanos, en busca de personas caminando hacia ellos, destellos
de luz donde no debería haber ninguno.

—Estoy en mi camino de conseguir el paquete —Dix dijo. El ruido de la


carretera corriendo respaldó su declaración—. ¿Cómo está todo el mundo?

—Aparte de alguien tratando de matar a Christopher, de nuevo… —No pudo


terminar la frase—. Te encontraremos.

—¿Nosotros, quienes?

—Brady y yo.

—¡De ninguna manera, él acaba de salir de la cirugía! No lo saques de ese


hospital, Molly.

—Demasiado tarde. No estábamos seguros allí, Dix. Este es el móvil de Brady.


Pero no tenemos transporte. Sabemos qué hacer con el paquete, pero.

Dix dio un indicio que no iba a decir en una línea segura.

—Iré por ti. Lote C, hay un quiosco de autobús. Proporcionará un refugio y un


lugar para sentarse. Dame veinte minutos.

—O menos —le dijo, y él se rió.

Ella transmitió el plan a Brady después de colgar, y él asintió. Pero él estaba


blanco como la tiza, y el alivio que había ganado de apuntalar su brazo había sido
momentáneo. El dolor se mostraba en su boca y en la manera torpe en que estaba
sentado.

—Vuelvo enseguida —le dijo ella, los nervios construyendo un nudo en su


garganta ante la idea de dejarlo de esa manera. Él asintió, y se precipitó de nuevo en el
hospital y siguió las indicaciones a la tienda de regalos. Tenían una pared de artículos
de tocador tamaño de muestra, y arrebató la mitad de una docena de paquetes de
analgésicos antes de pasear por la pequeña tienda, en busca de algo que pudiera usar
por un cabestrillo. Vio un estante de sombreros y guantes y buscó entre ellos. Con
suerte... sí. Perfecto. Pagó los analgésicos, un par de botellas de agua, y una bufanda
con el edificio del Capitolio bordado en él, entonces se apresuró a regresar a Brady,
aliviada porque estaba exactamente donde lo había dejado.

Alivio que de inmediato se volvió miedo cuando llegó a su lado y lo encontró


desplomado.
Traducido por Dark Juliet
Corregido por francatemartu

—¡Brady! —Molly gritó, y sus ojos se abrieron de golpe.

—¿Qué? —le gritó, irguiéndose en posición vertical. Entonces agarró su


hombro y gimió, inclinándose hacia adelante.

Ella se puso de rodillas delante de él.

—¿Estás bien?

Él asintió, pero su mandíbula estaba rígida, con los dientes apretados, y los ojos
cerrados.

—¿Qué demonios te hizo gritar así? —le dijo entre dientes.

—Lo siento. Pensé que estabas... —Se interrumpió, visiones de él siendo


disparado o inyectado o apuñalado, todo en una unidad, rompiendo dentro y fuera de
su cabeza.

—No me desmayé o me apuñalaron. —Sus ojos se abrieron y se las arregló para


lucir divertido por su disgusto.

—¿Qué es eso? —Señaló la bolsa.

—Vayamos al lote C, luego te daré cuidados. —Se sentía demasiado expuesta


allí. No es que ellos estarían más seguros, pero la parada de autobús debía ser menos
abierta—. Apóyate en mí.

—He estado haciendo mucho de eso. —Pero él hizo uso de su hombro como
apoyo para levantarse y dejar que ella envolviera su brazo alrededor de su cintura para
ayudarlo a través del asfalto. Lote C, por suerte, estaba a un lado del edificio y, por
tanto, no tan lejos como parecía. Una vez que habían llegado al quiosco de autobuses
dio a Brady algunos de los analgésicos y una botella de agua, y luego ató la bufanda en
un cabestrillo para apoyar el codo. Cuando él bebió toda la botella grande de agua, le
dio la segunda, también.

—¿Mejor? —preguntó ella, conteniendo la respiración.

—Mucho. Gracias. —La alcanzó para que se sentara a su lado y le tomó la


mano—. ¿Cuándo estará Dix aquí?

—En cualquier momento.

—¿Y luego?

—Esperemos que tenga el paquete y todos lo llevaremos a Supervisión. Si no,


iremos con él para conseguir el paquete, y luego llevarlo a Supervisión. —Tuvo
cuidado de no especificar la ubicación o persona, por si acaso. En caso qué, ella no lo
sabía, pero se sentía más seguro—. Tenemos hasta mañana para llegar a New Rochelle.
Eso es un montón de tiempo para idear un plan. —Dios, eso esperaba. Estaba segura
de que iba todo mal, pero hacer lo que los chicos malos querían se sentía aún más
equivocado.

Un sedán plateado entró en el estacionamiento de la carretera de acceso y


aceleró en dirección a ellos.

Molly lo miró, con el corazón acelerado. ¿Dix, o el enemigo? Maldición, le


hubiera gustado tener un arma de fuego, aunque no sabía cómo usarla. Ella se sentó
agarrando la mano de Brady y esperando un rescate o un ataque.
Brady se enfureció cuando el auto tomó una curva demasiado rápido. Los
neumáticos chirriaron y el motor gruñó mientras el conductor metía gas. El instinto le
decía que era Dixson, pero ¿y si no lo era? Con esta herida de bala, él sería incapaz de
proteger a Molly. Infierno, él sería incapaz de detenerla de protegerlo.

El teléfono de Molly sonó. Se detuvieron, y ella lo sacó y contestó en altavoz.

—Entra. —La voz de Dix hizo eco desde el teléfono mientras el auto paraba en
seco frente a ellos.

Brady abrió la puerta de atrás y comenzó a deslizarse en el asiento, pero Molly


cerró la puerta detrás de él y se lanzó al frente. Dix arrancó antes de que tuviera la
puerta cerrada. Brady ardió con celos que eligiera sentarse con el conductor en lugar de
él.

—¿Por qué el acto de alma que lleva el diablo? —Brady gruñó, molesto de que
la conducción del chico lo enviara a rebotar por todo el lugar así que no podía
conseguir su cinturón de seguridad, ya bastante difícil con una sola mano. Él frunció el
ceño a la parte trasera de la cabeza de Molly. Podría haberle ayudado.

—Me seguían —dijo Dix—. Creo que los he perdido, pero podrían estar
juntándose, así que no quiero correr ningún riesgo.

—¿Lo tienes? —preguntó Molly. Dix le entregó un sobre que asumió Brady
había recuperado de la caída. Ella comenzó a abrirlo.

—Hey. —Brady lanzó su mano buena hacia adelante. Inmediatamente le


entregó el sobre—. ¿Lo has leído ya? —preguntó a Dixson.

—Ninguna posibilidad. —La voz de Dix se había tensado—. ¿A dónde vamos?

—Norte —dijo Brady, ya centrado en los papeles que había sacado—. Molly te
dirigirá.
Condujeron en silencio durante un rato, la única conversación fue sobre rampas
y números de ruta. Brady ojeó los papeles hasta que golpeó un nombre.

—¿Conoces a Howard Ellison? —preguntó a Dixson. Sonó una campana para


Brady, pero no podía pensar en por qué. Tal vez porque estaba a punto de desmayarse
por agotamiento.

—Es uno de los fundadores de SIEGE. Un idiota, no el tipo que originalmente


tuvo la idea. Y... es el mejor amigo de mi padre.

—Ouch —Brady dijo en voz baja, agradecido de no haber visto el nombre de su


propio padre en el archivo.

—¿Qué hay dentro? —Dix trató de sonar fresco sobre lo que Brady leía, pero lo
que él creía que dijo lo estaba rompiendo.

—Espera, no he terminado. —Las páginas describían la ruptura de las normas,


a un nivel criminal.

Como agente, Brady nunca supo que estaba recogiendo información, ni a quién
se dirigía.

SIEGE era una empresa privada. Pero se entendía que la mayor parte de la
inteligencia se iba a utilizar ya sea por el gobierno de Estados Unidos o en cooperación
con otros organismos y países amigos de los E.U.A. Cada cierto tiempo, Brady estaba
bastante seguro de que también hacían negocios con corporaciones.

Pero algunas de las misiones enumeradas aquí, sancionadas por Howard Ellison
y otra parte sin nombre, era con países no autorizados. Si SIEGE les había
suministrado inteligencia sensible y el gobierno se enteró, sería el fin de SIEGE, y
todos los involucrados estarían con la mierda hasta el cuello.

No es de extrañar que Christopher se hubiera convertido en un objetivo. Ellison


tuvo que ver las cosas con cuidado por si alguien lo capturaba en sus actividades
ilegales.

—¿Cómo te avisaron que había un problema? —Brady preguntó a Dix mientras


se acercaba el final de los documentos—. ¿Qué hizo que enviaras a Chris hasta
Canadá?

—No era sólo Canadá —dijo Dix—. Eso fue sólo el último lugar. Christopher
ha estado indagando para mí durante el último año.

Molly abrió la boca un poco.

—¿Tanto tiempo?

—Sí. Tú fuiste el primer indicio, en realidad —dijo a Molly. Eso hizo que Brady
frunciera el ceño aún más.

—¿Cómo? —preguntó—. Nunca tengo idea de dónde vienen las cosas ni a


dónde van.

—Oficialmente, no lo haces. Pero has averiguado mucho, ¿no?

Ella no dijo nada, pero tampoco Dix. Ambos hombres la miraron hasta que se
quebró.

—Bueno, está bien, a veces podía decir que era de agencia, o privada, o un
agente SIEGE. Pero nunca tuve nada que confirmara lo que yo pensaba, y nunca hablé
de eso, ¿así qué como fui una pista?

—Hiciste una broma una vez acerca de la globalización por lo que es difícil
saber quiénes son nuestros enemigos.

—¿En serio?

Dix asintió.
—Me pareció extraño. Así que busqué que habías tenido que recoger ese día, y
parecían de fuera. Cuanto más cavé, más cosas no coincidían. Así que le pedí a Chris
que me ayudara.

Brady estaba en shock. ¿Cuántas de las misiones en las que había estado habían
sido ilegales, o alimentadas por enemigos del Estado? Dio gracias a Dios que SIEGE
no le mandó a hacer el trabajo húmedo. Vivir con sangre inocente en sus manos...
Pensó, de regreso, a la universidad, cuando SIEGE lo había reclutado. Parte de la
apelación había sido la idea de hacer el deber patriótico de una manera que encajara
quién era. Él no era ingenuo. Estaba seguro de que mucha de la información que había
negociado había provocado la muerte de algún tipo u otro. Pero al menos había creído
que estaba haciendo el trabajo que salvaría vidas estadounidenses.

Dix continuó:

—Poco a poco, Chris reunió suficientes detalles sospechosos para mí para


empezar a trazar las cosas en línea. Se puso más y más alto, hasta que yo sabía que
tenía que ser uno de los chicos en la parte superior.

—Es más que uno —dijo Brady—. Esta información no fue compilada por un
gestor sospechoso. Este fue…

—Sí, lo sé. Uno de los ladrones —lo dijo con un toque amargo—. Si nombra a
Ellison, entonces…

—La evidencia que tienes debe implicar a dos personas —dijo Brady—. Estas
cosas sólo nombran a uno pero indica que hay otro. Así que probablemente estaban
planeando culpar a alguien inocente.

Por alguna razón, pensó en su padre. Si él estaba en el comité de supervisión,


tenía que haber sido colocado alto en SIEGE antes de retirarse. Si se hubiera retirado.
No había confirmado exactamente las conjeturas de Brady.

—¿Cómo supiste de supervisión? —preguntó a Dix.


—Está en el manual de formación del controlador. —Dix se rió con
incredulidad—. Algo sutil, una breve mención de un comité creado para supervisar la
integridad de la agencia. Pero no hay nada en cualquier lugar que diga quién está en él,
así que... —Se calló, esperando claramente que dijeran que tomaban la información,
pero Brady aún no estaba seguro de la inocencia de Dix. Sólo tenían su palabra de
todo lo que les había dicho.

La bilis se revolvió en el estómago. ¿Quién mejor para culpar por corrupción


que a una de las personas encargadas de mantener la integridad de SIEGE?

No, no podía pensar en eso. Ya era bastante malo que Chris todavía estuviera en
peligro y que la hija de Chris estaba en manos del enemigo. Cada cosa a su tiempo, y la
cosa inmediatamente delante de ellos era cuánto confiar en Dixson.

Christopher le había dicho a Brady que estaba trabajando para Dixson, y


obviamente confiaba en él. Pero Dix pudo haberlo usado para recuperar aquello que lo
implicaba, o traicionar a la pareja no identificada antes de que él traicionara a Dix.

Eso en realidad no trasluchaba para Brady, sin embargo. No sería necesario


para cualquier controlador ser miembro activo de la corrupción. Ellison y su pareja
podrían utilizarlos de la manera que Dix había descrito, sin el riesgo de que nadie se
enterara de sus secretos.

Una señal de salida brilló.

—Hey, Molly, deberíamos dejarte en mi apar…

—No.

Brady no se molestó en intentar más duro. Sí, su seguridad era más importante
que la captura de esos tipos, pero la discusión tardaría por siempre, y ella había hecho
puntos válidos, unos sin duda más fuertes que el instinto protector de Brady.

Dirigió a Dix cerca de la circunvalación a la I-95 norte, luego se volvió para


mirar por encima del reposacabezas a Brady.

—¿Por qué no duermes un poco? ¿Necesita más pastillas para el dolor?

—No. —El dolor era un latido sordo, y no había pasado tanto tiempo desde que
tomó las últimas—. Quiero ver el video. —Apenas había tenido la oportunidad de
pensar en la pobre Shae, y la culpa lo comió. Ella era la única inocente en todo esto.
Tenía que ser su primera prioridad.

—No pude ver ninguna identificación…

—Muéstrame. —Él no se disculpó por cortar a Molly. No tenía energía de


sobra.

Ella tomó el teléfono que Dix le entregó, abriendo el video antes de pasarlo de
nuevo a Brady. Apretó la mandíbula mientras miraba, y él quería arrancarle la pistola
de la mano a su captor y golpearlo hasta sacarle sangre. Su visión borrosa. Ella era tan
dura, a pesar de su evidente miedo. Tan hija de Chris.

Aspiró y corrió un lado de su mano por sus ojos. Malditos medicamentos para
el dolor. Después de ver el video tres veces más, tenía que admitir que Molly tenía
razón. No había forma de saber dónde se tomó o incluso cuando, a excepción de que
tenía que ser después del funeral.

—¿Esta fue la única comunicación? —preguntó a Dix.

—Hasta el momento.

Molly le tendió la mano, Brady movió la cabeza y apretó con más fuerza el
teléfono.

—Tenemos que encontrarla.

—Lo sé. Lo haremos.


Pero él sabía que lo estaba diciendo de forma automática y no podía creerlo.
Miró el paquete de información que los secuestradores habían exigido. Podrían saltar
la supervisión y el secuestro de Shae. Pero él no lo consideró durante más de un
segundo. Iba en contra de todo su entrenamiento, todo lo que él representaba.

¿Excepto lo que era digno para su familia?

Atrapó a Molly observándolo, arrugas curvando su frente, y supo que había


adivinado de alguna manera lo que estaba pensando. Ella no dijo nada, sólo esperó su
decisión.

—Último recurso —le dijo.

Ella asintió.

—Trata de dormir.

Tuvo que admitir que no tenía mucha elección. Extendió la mano y acarició su
pulgar sobre el círculo oscuro bajo el ojo derecho de Molly.

—Necesitas dormir, también.

—Voy a tomar una siesta entre conducir —le aseguró ella. Entonces ella hizo
algo sorprendente. Le cogió la mano y le besó la yema de su dedo pulgar—. Duérmete.

Se metió el pulgar en su puño y cerró los ojos, incapaz de borrar la sonrisa de su


boca.

Molly dormitó durante veinte minutos. No quería dar direcciones a Dix mucho
más que eso, a pesar de que la ruta fuera un tiro bastante recto. Brady no había dicho a
Dix a quién iban a ver, lo que significaba que no estaba seguro de poder confiar. Molly
tendría que dejar SIEGE si sus instintos estaban fuera, pero ella no iba a ir en contra de
la cautela de Brady.

Su plan funcionó exactamente el doble. Para el tercer conjunto de veinte


minutos, su fatiga se hizo cargo, y cuando se despertó de nuevo, ellos estaban tomando
la salida de la I-95, cerca de la mitad de una hora hasta su destino.

—Que dem… —Ella contuvo su maldición y miró la hora—. ¡Mierda. Dix!

—Ustedes dos estaban agotados, y no hace falta ser un genio para saber a dónde
ir.

Ella se giró para mirar a Brady, silbando un poco mientras los músculos tensos
en su espalda ardían. Estaba tendido sobre el asiento de atrás, inclinado sobre su
hombro malo apoyado detrás de él y él en su brazo bueno.

Saltaron por un bache, y el cuerpo de Brady brincó, evidencia de su nivel de


relajación.

—¿Se ha despertado?

—No.

Ella se dio la vuelta, parpadeó con fuerza, y bostezó.

—¿Te has detenido en absoluto?

—No. Necesitaremos gas en aproximadamente dos puntos tres minutos, y si no


consigo un baño…

—Lo tengo. —Ella le sonrió—. Gracias, Dix.

No devolvió la sonrisa.

—¿Qué pasa?
—Nunca he tenido una oportunidad, ¿verdad?

No estaba lo bastante aturdida para perder el matiz de su pregunta.

—Por supuesto que sí la tenías. —Eh. Ella había querido decir "tienes"—. Me
gustas mucho, Dix.

—Pero lo amas. —Él dio un tirón corto de cabeza al asiento trasero—. Está
bien. Cualquier tonto viéndolos juntos puede decir que es lo que está destinado a ser.

Molly suspiró y se dejó caer en su asiento.

—Es más complicado que eso. —Ella frunció el ceño y cambió de tema—.
¿Dónde crees que vamos?

Dix negó con la cabeza, como si no quisiera decirlo en voz alta, dio un giro a la
izquierda que lo hizo obvio. Iban sin duda a la casa Fitzpatrick.

Él se detuvo en una gasolinera con una gran tienda de comida rápida y se


detuvo en la bomba.

—Llena el tanque, voy al baño y a conseguir algo de comida. ¿Alguna petición?

Ella sacudió la cabeza y abrió. Dix abrió la tapa de gas y empujó dentro. Ella
volvió a bostezar y se bajó del auto para comprobar a Brady. Cuando abrió la puerta de
atrás, el frío aire de la noche se desvió en su cara y él se agitó, parpadeando aturdido.
No es la manera, ella sospechaba, que generalmente se despertaba.

—¿Estamos allí? —preguntó, gimiendo mientras se ponía a sí mismo en


posición vertical—. Joder, eso duele.

Cogió las pastillas para el dolor metidas en el bolsillo trasero del asiento
delantero del auto.

—Aquí, toma
La puerta del auto se sacudió hacia ella y la derribó a sus pies. Su cabeza golpeó
contra el borde del techo. Mientras caía al suelo, la arena raspó sus palmas brutalmente
y Brady se lanzó fuera del auto. Molly estaba tan sorprendida al ver que se movía tan
rápido cuando sólo se había estado moviendo con cautela y aturdido que no registró de
inmediato por qué lo había hecho.

Una bota quedó a centímetros de su ya palpitante cabeza. Se arrastró hacia


atrás, fuera del alcance de Brady y el hombre que estaba lidiando con él. Un segundo
después, su cabeza se había despejado un poco. Ella abrió la boca, el otro hombre
agarraba un cuchillo en su mano derecha. Brady mantenía a raya su muñeca con su
mano derecha, pero con el ángulo incómodo y su lesión existente, iba a perder en
cuestión de segundos.

Molly se empujó hacia los pies del atacante. Envolvió sus brazos alrededor de
sus tobillos hasta que se retorció y cayó, gruñendo mientras rebotaba en el pavimento.

—¡Llamen al 911! —gritó Molly. Nadie estaba fuera, pero tal vez el dependiente
o Dix la oirían dentro. Brady se tambaleó contra el lateral del auto, la mitad
derrumbándose en el capó, tosiendo y gimiendo.

Se arrastró hasta el cuerpo del hombre grande hasta que pudo pisar el cuchillo,
ahora flojo en la mano, y dejó caer su rodilla sobre su pecho, anulando cualquier aire
que había recuperado en los últimos segundos.

—¿Quién eres tú? —le exigió. La sangre rugía en sus oídos. Estaba tan
malditamente cansada de ser atacada—. ¿Para quién trabajas? —Ella apretó su puño
en su camisa y lo sacudió con fuerza. Ella habría golpeado la cabeza contra el suelo un
par de veces, pero se había rodado en parte a su lado y puso rígido su cuerpo.

Pensó que había hecho eso para protegerse a sí mismo mientras se recuperaba,
pero entendió de manera diferente cuando la vio un destello de plata y una quemadura
fría sobre su pecho. La única razón de que su segundo cuchillo no le cortara su
garganta era porque Dix tiró de ella hacia atrás justo a tiempo. Él la arrojó al suelo y
comenzó a luchar con el atacante.

Al instante Brady estaba arrodillado al lado de Molly. Se apoyó en un codo,


abriéndose en el pozo de sangre a través de la ranura en la camisa.

—No me duele —dijo ella, su voz irritantemente admirable—. ¿Eso significa


que voy a morir?

—Es shock. —Brady lanzó su bufanda-cabestrillo sobre su cabeza y se esforzó


por desprenderse de su camisa—. Significa que es un corte profundo. Va a iniciar…

Fuego ardía en su pecho y ella ahogó un grito.

—Justo ahora. —Adusto, Brady puso su espalda y apretó la camisa contra su


pecho—. Jodido dejá vu. ¿No estaba yo haciendo esto anoche?

—No conmigo —Molly jadeó—. Tengo que ver lo malo que es.

—De ninguna manera. Deja la presión encima.

—No puedes hacerlo con tu hombro. —Ella trató de empujar su mano, pero no
tenía fuerzas. Agachó la barbilla, tratando de ver. La camisa no parecía demasiado
manchada con su sangre. Por otra parte, era una camisa oscura.

Mierda. Ella estaba mareada.

—Dix.

—Está un poco ocupado —Brady bromeó.

Ella entrecerró los ojos hacia él, sorprendida por su compostura.

—Estabas mucho más histérico anoche —dijo ella—. ¿Significa esto que no me
amas tanto como amas a tu hermano?

Él sonrió, pero su rostro estaba blanco fantasmal contra el cielo oscuro. Casi
verde. Pero tal vez esa era la iluminación fluorescente. ¿Era debido a su lesión, o lo que
ella había dicho?

El dolor disminuyó, haciéndola sospechar que la rebanada no era tan profunda


como Brady temía. Ella apartó su muñeca y se sentó. Él no estaba bien, si estaba lo
suficientemente débil como para dejarla.

A varios metros de distancia, Dix había conseguido la ventaja con su atacante.


Él tomó un zip atando las manos del hombre detrás de la espalda y añadió vínculos a
los tobillos para una buena medida. Él iba a sacar su teléfono cuando Molly se preparó
y tiró de su camisa lejos de su piel. La iluminación no era buena, y el corte estaba alto,
justo debajo de la clavícula, pero podía decir que no estaba sangrando muy rápido,
incluso con la eliminación de la presión y sentado. Pasó los dedos sobre ella.

—Es superficial —dijo Brady—. Creo que puedo salir sin puntos de sutura.

—Bien. —Dix se acercó y les ayudó a levantarse—. La policía está en camino


para este tipo. Le di al empleado mi información de contacto, pero tenemos que irnos.

—¿Cómo nos encontró? —preguntó mientras subía al asiento trasero con Brady,
quien se veía extrañamente satisfecho—. ¿Qué pasa si hay un rastreador en uno de
nosotros, o en el auto?

—Vamos a tener que correr ese riesgo —dijo Brady—. Cuanto más rápido
obtengamos la información de mi padre, más rápido podemos poner fin a esto.

—¿Quieres correr el riesgo llevándolos a tus padres? —lo cuestionó—. ¿A


Jessica?

Él no contestó, pero no cambió de idea, tampoco. Eso hizo que Molly se


sintiera extrañamente satisfecha, y tuvo que mirar por la ventana para ocultar su
sonrisa. Brady le había tomado la mano de nuevo, y su pulgar acariciaba por encima de
sus nudillos. Escalofríos corrieron a través de ella, por lo que se le erizaba corte, pero
no le importó. Esta era la mayor oleada de esperanza que jamás había sentido. Si
Brady todavía hubiera estado babeando sobre su cuñada, nunca habría considerado la
posibilidad de esta lucha en cualquier lugar cerca de ella.

La tensión en el auto aumentó con cada kilómetro. Brady miraba por la ventana
trasera para asegurarse de que nadie los seguía, incluyendo policías, mientras que ella
se sentó y se preocupó acerca de que sudorosa se había convertido su mano. Realmente
necesitaba estar en el hospital, o al menos una cama.

Tomar el paquete de Rick crearía otras complicaciones, también. Con suerte, él


sería capaz de hacer algo para no dar a Howard Ellison y su compañero desconocido
ninguna razón para hacer daño a nadie más. Pero iban a descender en la casa después
de dos días sin noticias, una persona extraña con ellos, lesiones y una miríada de la
noticia de que Christopher estaba todavía vivo, en estado crítico en un hospital de
cientos de kilómetros de distancia. Por no hablar de una nieta secuestrada.

Molly esperaba fervientemente que no fuera la persona que impartiera toda esa
información.

Un teléfono sonó. Los tres comprobaron el suyo reflexivamente. Era el de Dix,


en el asiento delantero. Lo sacó y miró la pantalla antes de mirar hacia atrás a través
del parabrisas, el manejo del teléfono como si fuera incapaz de decidir si quería o no
contestar la misma.

—¿Quieres que te…? —ella comenzó a ofrecer antes de que Dix la cortara.

—No. —Pulsó el botón del altavoz y lo sostuvo para que todos pudieran oír la
conversación.

—¿Qué?

—Hijo. ¿Dónde estás?

La voz era familiar a Molly, pero no podía precisarlo. Obviamente el padre de


Dix, pero él era el único Dixson que conocía.
—Creo que ya sabes dónde estoy —dijo Dix.

Su padre titubeó.

—Sé dónde se supone que debes estar. —Sonaba confundido—. O se supone


que estabas, hace unas horas.

Dix maldijo entre dientes.

—Lo olvidé. Las cosas son un poco difíciles hoy. A un amigo le dispararon.
¿Está furiosa mamá?

Tan natural como sus palabras sonaban, Molly tuvo la sensación de que fueron
calculadas, que la respuesta de su padre revelaría algo a Dix. Cuando él
inmediatamente le preguntó sobre el amigo, la preocupación en su voz tan sincera
como podía detectar sin estar cara a cara con él, Dix se relajó un poco.

—Está bien —le dijo Dix—. Él será capaz de completar su misión.

—Bien, bien. Así que supongo que no te esperamos para la cena en los
próximos días. —Él se rió entre dientes—. Te diré, tu madre no me extraña al hacer
trabajo de campo. Apuesto a que te alegrará volver a la mesa de trabajo, también, ¿eh?
—Él no esperó a que Dix contestara—. Está bien, puedo oír que estás conduciendo, así
que voy a dejarte ir. Llámanos en un par de días, si no quieres que tu madre caiga sobre
ti.

—Claro, papá. Un par de días. Gracias. —Él desconectó la llamada y dejó caer
el teléfono en el asiento delantero.

—¿Crees que está limpio? —preguntó Brady.

—No lo sé. —Dix suspiró y se frotó la frente, después comprobó la retaguardia


y espejos laterales de nuevo.

Molly se giró para comprobar, también, pero no había luces o formas móviles
que podrían ser los autos con sus luces apagadas.

—Él dijo las cosas correctas y no sonaba como si estuviera pescando —dijo
Dix—. Pero él era un agente de campo, y cofundador de la empresa, por lo que sólo
podría ser muy bueno en lo que hace. Le he estado observando con mucho recelo,
paranoico acerca de lo que significaba cada pequeña cosa. Es agotador y he perdido
toda objetividad que podría haber empezado con ello.

Soltó la mano de Brady para inclinarse hacia adelante y ponerla sobre el


hombro de Dix, apretando con confort.

—Has hecho más que la mayoría podría hacer —le dijo ella—. Eso es un
montón de integridad.

Cuando ella se echó hacia atrás, Brady tomó su mano de nuevo, esta vez
entrelazando sus dedos con los de ella con firmeza y moviéndose por lo que sus
hombros se tocaron. Ella cerró los ojos y dejó que su mente se liberara de todo lo
externo y sólo sumergirse en su calor. Después de unos segundos, ella estaba
respirando en conjunto con él, lento y profundo, y ella sintió la tensión drenándose de
los dos. Por el momento, no le importaba lo que pasaría cuando todo esto terminara. Si
momentos como éste eran todo lo que jamás conseguiría, siempre y cuando Brady
estuviera vivo, lo tomaría con gratitud.

El auto se sacudió hacia un lado, al girar sobre su eje trasero izquierdo. Ella
rebotó con él, el cinturón de seguridad cortaba un lado de su cuello. Ella tardíamente
registró el ruido rompiendo la fibra de vidrio y metal, y la ruptura de vidrio que llovió
sobre ella y Brady. Dix estaba gritando y luchando con la rueda. Ella tuvo un vistazo
de un vehículo más grande que el suyo, ya que giraron antes de que Dix pisara el
acelerador y se fueron corriendo por la carretera de nuevo. Durante el rugido del motor
oyó el sonido ahora familiar de un arma de fuego. Ella y Brady se empujaron contra el
otro, tanto tratando de cubrirse. Molly desabrochó su cinturón de seguridad y rodó por
el suelo con un gruñido. Cuanto más luchaba Brady, más tiempo estaría expuesto.
Luego, su cuerpo estaba sobre el de ella, sus hombros encajados entre los asientos, con
las piernas pesadas sobre sus rodillas. Se sintió gemir, el sonido sofocado por todos los
otros ruidos. Dix todavía estaba en la línea de fuego. Pero mientras el auto seguía
avanzando en una línea recta o bastante recto, se corrigió a medida que viró
nuevamente a la izquierda, al parecer por una esquina, tenía que estar bien.

—Arma. —La voz de Brady retumbó a través de ella al llegar entre los asientos.
Dix cumplió, y Brady pasó a arrastrarse y apuntar a través del espacio en el que la
ventana trasera solía estar. Disparó tres veces antes de hundirse hacia abajo sobre ella,
su respiración entrecortada.

—¿Estás bien? —Ella puso su mano en el hombro suavemente, y sintió la


humedad en su camisa—. Estás sangrando. Vamos déjame—: Cogió la pistola.

—No. —Brady estableció la mano que sostenía la pistola en el asiento, fuera de


su alcance—. No te expondrás.

—¡Hey, tal vez eso funcionaría! —Ella cogió el cuello de su camisa. Brady se
echó a reír, pero sus ojos rastrearon su movimiento. Vio la sangre en su camisa
mientras ella lo tocó y lo sintió mucho más húmedo de lo que estaba antes. Ups.

—¡Tenemos que salir de aquí, Dixson! —gritó por encima del hombro.

—¡Yo sé lo que necesitamos mierda! —Dix gritó—. ¡Le disparaste a uno de los
neumáticos, pero todavía está viniendo! No conozco estos caminos lo suficientemente
bien. ¿Tú sí? Creciste por aquí.

Los ojos de Brady se reunieron con los de Molly, e incluso en la oscuridad,


podía ver lo que estaba pensando. No habían crecido aquí, pero ese no era el punto.
Conocería las carreteras mejor, si hubiera pasado algún tiempo con su familia después
de que se mudaran a Connecticut. Él no había pasado lo suficiente. Pero ella sí.

—Muévete. —Luchó por salir de debajo de él.

—Molly, no.
—Yo sólo voy a guiarlo. —Ella arrastró su cuerpo por debajo del suyo y se
apretó entre los asientos delanteros hacia el lado del pasajero, manteniéndose lo más
bajo posible. Miró por la ventana del frente para averiguar dónde se encontraban.

—Bueno.

—Muy bien, ¿qué? —preguntó Dix.

—Estoy pensando. —Estaban a unos seis kilómetros de la casa Fitzpatrick, pero


tenían que perder a estos chicos antes de que llegaran. Esta carretera principal llevaba a
la ciudad, pero no debería ir por allí—. ¡Sí! —Ella señaló una carretera rural, su
entrada marcada por reflectores de tres metros de altura en cada lado. La ráfaga de
inspiración solidificó en una idea real, los pasos necesarios, por sí mismos en su mente.

Dix esperó hasta el último segundo, luego giró el volante y desvió hacia el
estrecho camino de tierra. El sedán rebotó sobre surcos. En el asiento de atrás, Brady
lanzó un gruñido y maldijo.

—Están acercándose de nuevo —les dijo.

—Esto no parece una buena idea —dijo Dix con los dientes apretados mientras
luchaba con la rueda.

—Ellos tienen un vehículo fuera de la carretera.

—Lo sé. Está bien. —Esperaba. El vehículo que les seguía era más poderoso,
también más grande. Mientras las cosas no hubieran cambiado demasiado... Ella
inhaló lentamente cuando los edificios se hicieron visibles.

—Ya está. Ve entre el granero y silo.

Era el turno de Dix para maldecir. La brecha no era para vehículos, por lo que
sería un ajuste apretado.

—Ellos van por ahí y nos encuentran en el otro lado.


—No. —Ella no trató de explicar—. Sólo tienes que ir. Rápido.

Dix aplastó el acelerador a fondo y apoyó los brazos rectos, agarrando el


volante con fuerza para mantener el auto en ese camino señalado. Ellos pasaron a
través de la brecha como una flecha a través de la rendija de la ventana de un castillo, y
los dos hombres aullaban al salir del otro lado. Y, ¡sí! la pila de heno todavía estaba allí,
tan alta como el granero y llenando todo el espacio entre el edificio y el bosque en el
otro lado.

—¡Gira a la izquierda! —Molly gritó mientras el impulso del auto los llevaba
hacia los árboles. Dix se volvió y corrió paralelo a los bosques, en las pistas llenas de
baches realizados por vehículos agrícolas. El motor del auto hizo ruidos extraños
ahora, en protesta por su manejo brusco.

—Está bien. —La euforia de Dix había sido de corta duración—. ¿Y ahora qué?

—¿Están ahí atrás? —preguntó Brady, que seguía mirando por la ventana
trasera.

—Todavía no. Van a tener que volver alrededor de los edificios.

—Tan rápido como puedas —Molly dijo a Dix—. Estamos casi allí.

—¿En dónde? —Pero entonces lo vio, una brecha en los árboles, y giró el auto
amplio a la izquierda para la curva cerrada a la derecha. Este camino era todavía de
tierra, pero lleno de fuerza y cubierto de agujas de pino.

—Todavía no hay nada —dijo Brady—. Apaga las luces, Dixson.

—Eso nos va a reducir la velocidad. —Pero lo hizo, ralentizando a paso de


tortuga. Ya era bastante tarde en la temporada y los árboles habían perdido sus hojas.
Pronto sus ojos se adaptaron, la luz de la luna suficiente para ver el camino. A los
pocos minutos su sedán salió a un camino regular. Ella dio direcciones, y pronto
estaban en la ciudad, sin ningún signo de sus perseguidores.
—Tenemos que abandonar este auto. —Dix se detuvo en el primer gran
estacionamiento que encontraron, en frente de una pequeña tienda de comestibles con
bastantes autos en el estacionamiento para ocultar el sedán—. En caso que esté siendo
rastreado.

—Y los teléfonos—añadió Brady, votando el suyo sobre el asiento—. Ellos


tienen los datos del GPS para los teléfonos de la compañía.

—¿Es bueno que lo hagan? —Ella forzó la cubierta del suyo y sacó la batería—.
Tenemos que tener a Dix con nosotros. Es nuestro único contacto con los captores de
Shae. Y si su…

—El resto no importa. —Brady apagó el teléfono de Dix y sacó la batería, con
aspecto sombrío.

—¿Qué pasa con la ropa? —Molly le dio unas palmaditas a sí misma al azar—.
Podrían haber escondido rastreadores en cualquiera de nosotros.

Dix negó con la cabeza y se volvió al auto, dejando caer las llaves debajo del
asiento.

—Esta es la vida real, no Espías TV. Los rastreadores lo suficientemente


pequeños para ocultar aún son raros y caros. Sólo tienes que comprobar todos los
bolsillos y esas cosas.

Lo hicieron, y luego abandonaron el auto que recuperarían más tarde y


comenzaron a caminar. Sólo tenían unos dos kilómetros para ir y coincidieron que
robar un auto o llamar a un taxi sería contraproducente.

—¿Puedes hacerlo? —Ella trató de meterse bajo el brazo sano de Brady, pero él
la sacudió y tomó la mano de nuevo en su lugar. Dix se dio cuenta, torció una sonrisa
triste a ella, y se trasladó a caminar delante de ellos en la dirección que había indicado.

—Estoy bien —insistió Brady—. ¿Cómo supiste de ese lugar, y el heno y todo?
—Trabajé para el censo un verano, y tuvimos que ir a explorar un montón de
lugares remotos como ese. Había hablado con el dueño por algunas horas y creí que la
oportunidad de que el pajar más grande en el condado todavía estuviera allí

Brady lanzó un silbido.

—Gran oportunidad. Eso fue hace mucho tiempo.

—Sí, pero era muy viejo. Algo por el estilo, la gente no cambia fácilmente. —
Ella se estremeció cuando la mano de Brady se apretó alrededor de ella, como para
acentuar sus últimas palabras—. Me alegro de que me viniera a la cabeza.

—Ellos saben que estamos aquí —señaló Dix—. Y que no nos dirigimos al
punto de encuentro. ¿Qué es eso que van a hacer con la niña?

—Esperemos que nada —dijo Brady—. Nos dieron hasta la mañana. Tenemos
tiempo para cumplir con ese plazo.

—A menos que averigüen lo que estamos haciendo. —La ansiedad bailó sobre
los nervios de Molly—. Si creen que estamos copiando la información, o tomando a
alguien, ellos tal… —Se detuvo, ¿por qué que en el infierno podría hacer en este
momento?

Cruzaron una carretera en una zona residencial. Era tarde, y tranquilo, y la


quietud de las calles tenía a todos en silencio cuando se acercaron a la casa de los
padres de Brady. Deseó haber sido capaz de llamar a su padre, alertarle de que estaban
en camino y siendo seguidos. Podrían haberse reunido en algún otro sitio en vez de
delante de su madre y Jessica, quizás llevando a los chicos malos a su familia inocente.

Deseó, mientras giraban por la calle de sus padres, que se pareciera más a un
punto de seguridad y menos como que estaban condenando a todos.

—Espera —murmuró él, deteniendo a Dix antes de llegar a la entrada—. Esto


no se siente bien.
Dix y Molly esperaron mientras él hacía un 360, controlando la zona por
cualquier pequeña cosa fuera de lugar.

El aleteo de una cortina o un destello de luz, sombras donde no debería estar,


vehículos que no coincidían con las casas que estuvieran estacionados en frente. Pero
nada saltó en él. Nada le alertó de la presencia de cualquier peligro. Así que lo único
que podía hacer era conducirlos por el camino.

Suponiendo que todos dormían, se dirigió a la puerta de la cocina. Pero cuando


levantó el pie en el escalón inferior, su padre se alzó de las sombras del porche trasero.

En silencio, con la cabeza, les indicó el garaje separado detrás de la casa y


empezó a bajar los escalones. Brady se encogió de hombros a los otros dos y los siguió.
¿Cuánto tiempo había estado fuera su padre, a la espera de ellos? Apretó el brazo
contra el paquete dentro de su camisa y esperó que lo que iba a suceder pondría fin a
las mentiras y el dolor.

Su padre abrió la puerta de estilo granero, dejando que todos entraran, y la


cerró detrás de ellos, deslizando una tabla de dos por ocho en un marco de hierro para
asegurar la puerta. Brady se relajó y buscó en su camisa mientras su padre encendía
una lámpara de aceite en una mesa de madera pesada.

—¿Todo el mundo está bien? —preguntó Rick. Ojos experimentados evaluaron


a cada uno de ellos a su vez, a Brady, entonces Molly, luego Dix.

—No —dijo Molly en contraste con los asentimientos de los chicos—. Brady
fue baleado ayer por la noche y apenas salió de la cirugía, cuando tuvimos que huir del
hospital. La conducción de Dix y mi navegación —añadió antes de que Dix pudiera
ser demasiado susceptible— agravó la herida.

—Molly tomó una rebanada cuchillo en el pecho —Brady respondió, sin


importarle si lo hacía sonar como de diez años. Ella no había dejado de verlo cuando
salieron del auto, y él había estado lo suficientemente preocupado por estar al aire libre
para dejarlo ir hasta que estuvieran a salvo—. No ha sido tratado todavía —agregó que
su padre vino a él en lugar de Molly.

—Cirugía, ¿eh?

Brady rodó los ojos cuando su padre le indicó que se quitara la camisa, pero
obedeció, tratando de no hacer una mueca mientras sus movimientos tiraban de la
carne cosida. Su padre evaluó la cantidad de sangre que manchaba el vendaje.

—Se ve bien, considerando todo. Tendremos que conseguirte antibióticos. ¿Esa


es la información? —Él cogió el paquete que sobresalía de la pretina de Brady.

En ese preciso momento, dos cuerpos cayeron por delante de ellos a través de
los listones de madera sobre las ventanas de la parte posterior y lateral del edificio.
Brady intentó hacer demasiadas cosas a la vez buscando una pistola que no tenía,
agachándose para presentar un blanco más pequeño, tirando a Molly abajo y tratando
de llegar detrás de la cubierta y protegiendo el paquete.

Los hombres debían haber oscilado abajo desde el techo. Cuerdas negras
colgaban a través de la madera astillada.

Una de las figuras vestidas de negro saltó sobre el padre de Brady, mientras que
la otra se zambulló por el paquete que había caído al suelo. Dix se lanzó, también,
golpeando al individuo Uno lejos del sobre, pero su ímpetu lo llevó fuera del alcance
del mismo. Brady habría ido tras él, pero su padre había perdido la ventaja.

—Ayuda a Rick. —Molly se estiró por el paquete, muy cerca de donde Dix
forcejeaba con el individuo Dos.

Brady dudó un segundo crucial antes de apresurarse a lado de su padre. No


tenía apalancamiento superior del cuerpo o la fuerza, por lo que en equilibrio sobre la
pierna izquierda estrelló contra la parte inferior de su bota derecha la cabeza del tipo
Uno. El tipo cayó de lado, suficientemente sorprendido para que Rick saliera por
debajo de él y lo rematara con un rodillazo en la barbilla.
Brady dio la vuelta para encontrar a Molly. Se acurrucó y miró furioso al
respecto, detrás de la enorme mesa, a varios metros de donde ahora Dix intercambiaba
golpes con el individuo Dos. Brady dio un paso para ir a ayudarlo, pero su padre le
cogió del brazo y negó con la cabeza. Dos golpes más tarde, Dix se quedó jadeando
sobre el individuo Uno.

—Bien hecho —dijo Rick con voz autoritaria—. Ahora, vamos a ver a quién
tenemos aquí. —Se inclinó y le quitó la capucha de punto al hombre a sus pies—. No
lo conozco. —Miró a Brady y Dix, y ambos negaron con la cabeza. Rick se inclinó
para comprobar los bolsillos, encontró una cartera, y la arrojó a Brady. La abrió y
encontró una licencia de conducir de DC. Parecía legítima. No era agente de campo, o
no estaba muy bien entrenado. Sus cejas se levantaron cuando leyó el nombre—. Papá.
Es John Ellison.

—El hijo de Howard Ellison. —Rick estudió al hombre gimiendo—. No es


parte del sitio, pero, obviamente, trabajaba para su padre. Sujétalo. —Sacó un puñado
de bandas de sujeción del bolsillo de sus pantalones cargo y las arrojó sobre la mesa
antes de que pasara sobre el individuo Dos, quien Dix ya había asegurado y mantenía
de rodillas con una mano en el hombro.

Brady se tomó un momento para absorber el absurdo. Él siempre había visto a


su padre como un tipo gerencial estándar, y aquí estaba comprometido en el combate
cuerpo a cuerpo y dando órdenes. Para el momento en que Brady se acercó a las
bandas de sujeción, Molly ya les había recogido.

—Lo tengo. —Le entregó el paquete de información a Brady—. Te guarde esto.

Él se molestó con la implicación de que él no podía manejar a Ellison Junior,


pero luego el dolor atravesó su hombro, el abuso que había tomado dándose a conocer.

—Bien. Pero ten cuidado. —Él observó con atención mientras Molly rodó a
Junior sobre su estómago, listo para intervenir si el chico siquiera se estremecía. Pero a
pesar de que era plenamente consciente ahora, él no hizo ningún esfuerzo para
alejarse. Con movimientos rápidos y seguros, Molly rodeó sus muñecas con los lazos y
lo arrastró de rodillas. Ella ni siquiera parpadeó en un esfuerzo que habría sido difícil,
si no imposible, si el corte en su pecho hubiera sido profundo.

Estaba tan ocupado viéndola que no se dio cuenta de la otra presencia en la


habitación hasta que oyó el chasquido característico de un revólver siendo amartillado.
Justo al lado de su oreja.

—Me quedo con esto, muchas gracias. —La suave voz de la mujer era un
choque aún más grande que el arma. Una mano larga y delgada con uñas carmesí
llegó a su alrededor y cogió el sobre de su mano. Después de un par de compases,
todos los demás en la sala se quedaron helados.

—¿Ramona? —preguntó con incredulidad Molly—. Aldus, ¿verdad? Pero... eres


una facilitadora.

—¿Qué? No, no lo es. —Dix miró a Molly a la mujer detrás de Brady, perplejo.

—Sí, lo es —Molly insistió—. Ella es la mujer que conocí con Christopher. Ella
es, como, las relaciones públicas. —Pero parecía menos segura para el momento en
que terminó de hablar. Brady podría seguir sus pensamientos. La mujer podría ser un
despachador trabajando para Ellison, y su compañero... parecía demasiado confiado y
responsable.

El padre de Brady era el único que no se veía confundido. De hecho, parecía...


¿divertido?

—Papá. —Brady no lo podía creer. ¡Esta mujer había tratado de matar a


Christopher! ¡Dos veces!—. ¿Qué está pasando?

Rick se encogió de hombros.

—Es obvio, ¿no? Ramona, uno de los principales ejecutivos de SIEGE, y


Howard son los malos. Ellos piensan que la información —él hizo señas al paquete que
Ramona sostenía— es todo lo que necesitan destruir para eliminar las pruebas contra
ellos.

—¿La evidencia de qué? —Ramona se burló—. No puede haber nada aquí


incriminatorio. Ciertamente no con mi nombre.

—¡Pero lo es! —Molly rodó sus labios hacia adentro después de su arrebato,
lamentando claramente revelar su conocimiento. Pero luego se encogió de hombros—.
Quiero decir, si te estás exponiendo, amenazándonos a punta de pistola, debes creer
que lo es. Pero yo no conozco tu juego final. ¿Vas a matarnos a todos? Eso acaba de
establecer a más personas en el sendero.

Brady le sonrió, el orgullo y el amor llenándolo hasta que casi se olvidó de la


boca del cañón detrás de la oreja. Molly era inteligente y dura y lo entendía mejor que
nadie, pero más que todo eso, ella era la persona más fuerte que había conocido.
Hombre o mujer, agente o no. ¿Cómo demonios podía haber sido tan estúpido como
para no verlo antes que ahora? ¿Cómo pudo haber querido a Jessica, y toda esa
debilidad y egocentrismo?

—Yo no tengo que matar a nadie —dijo Ramona—. Sin pruebas, no se puede
probar nada. Ellos no pueden…

—¿Decir que intentaste espionaje contra el gobierno? —Rick preguntó


coloquialmente—. ¿Estás segura que la única evidencia está en ese sobre?

El hosco silencio detrás de él le dijo a Brady que no, que no estaba segura.
Probablemente estaba tratando de decidir si o era, o no, un farol.

Excepto... Joder. Ella no necesitaba pensarlo. Ella tenía todo ahora. La


información y a Shae. Le sorprendió que no hubiera usado su influencia ya.

Él echaba humo, incapaz de llegar a un plan. Normalmente su posición, con la


pistola contra su cráneo, no era muy fuerte. Era demasiado fácil para él desarmarla.
Fácil cuando no estaba en problemas por una herida de bala preexistente.
—SIEGE no es una entidad del gobierno —dijo—. Todo lo que hacemos es
mover información. No actuamos sobre el mismo.

Rick se burló.

—Esa defensa ni siquiera es válida. Y la información no es lo único que


tenemos en ti. Lo siento, pero estás frita.

—Entonces supongo que debo matarte, después de todo.

La pistola se movió contra el cráneo de Brady. Él trataba de no flaquear y


causar un disparo reflexivo. Sus ojos se estrecharon ante el destello repentino en los
ojos de su padre. Pero él no se movió. En su visión periférica, vio a Molly desplazarse
sobre sus talones, de la postura lista que había tomado tan pronto como Ramona puso
la pistola sobre él. ¿Qué demonios estaba pasando?

El silencio en el edificio crujió con tensión. Algo estaba a punto de romperse, y


Brady no quería que fuera él.

—La traición es la menor de sus preocupaciones —dijo—. Ella trató de matar a


Christopher. Dos veces. Empezarán con un asesinato.

El destello en los ojos de su padre se profundizó, una oscura diversión


satisfecha.

—Sabes, Ramona, tus habilidades de agente de campo todavía apestan.

—Mi campo. —La réplica indignada de la mujer terminó abruptamente con un


ruido sordo. El arma cayó lejos de la cabeza de Brady y giró, preparándose para tomar
a Ramona de un puñetazo. Eso era lo único que conseguiría, lo que sentía en este
momento. Pero ella ya estaba en el suelo, totalmente inconsciente por un bate de
béisbol, su revólver sostenido en la mano libre de su madre.
Traducido por Dark Juliet
Corregido por francatemartu

Donna Fitzpatrick rodeó el montón que era Ramona Aldus, amartilló el


revólver, le colocó el seguro, y la guardó en su cintura sin una pizca de vacilación.
Luego puso su bate en la mesa y se secó las manos con un paño de cocina. El
desconsolado lío lagrimoso de una madre se había ido, reemplazado por una roca
firme mostrando tal filo de acero como su marido.

—Estás perdiendo tu toque —le reprendió a Rick mientras caminaba a través


del granero—. Hace diez años ella nunca habría conseguido saltarte encima.

—Lo tenía completamente bajo control —dijo el padre de Brady como si se


tratara de bromas que acostumbraban intercambiar.

Pero cayó plana, dadas las circunstancias, y Brady no pudo envolver su cabeza
en torno a un punto importante.

—¿Mamá? —Su voz salió delgada—. Tú… No puedes ser…

—¿SIEGE? ¿Por qué no? —Ella comprobó los lazos alrededor de las muñecas
del hombre que Dix detuvo—. Supongo que este es Howard. —Le quitó la capucha,
dejando a la vista el cabello blanco del hombre en la parte superior de la cabeza.
Ellison frunció el ceño y miró al frente.

Brady no tuvo respuesta para el por qué no. Demonios, todo el mundo estaba
trabajando para SIEGE. Pero...

—Siempre estuviste en casa. Nunca fuiste a misiones.


—No después de que nacieron ustedes niños. —Ella se apoyó en la mesa y se
cruzó de brazos—. Podemos hablar de esto más tarde, cariño. La policía está en
camino. Y parece que todos necesitan algunos parches.

Una sirena aulló. Brady se sacudió su incredulidad. Esto no había terminado.


Se dirigió a Ellison, ya que Ramona estaba inconsciente, y empuñó su mano en la
camisa del tipo.

—¿Dónde está ella?

La mirada de Ellison nunca vaciló, pero su boca se torció con petulancia. Rage
tenía Brady arrastrando de vuelta, ajeno al dolor surgiendo en el hombro, pero su
padre intervino.

—¡Hey! Espera. ¿Dónde está quién? —Rick parecía sombrío—. Jessica…

—No. —Brady dio un paso atrás. Su pecho se movía, la frustración


desgarrándolo. Él quería hacer daño a Ellison, hacerle decir la ubicación de Shae—.
No es Jessica. Shae. La hija de Chris. —Las palabras salieron duras e intensas, pero
sólo cuando las oyó notó lo que estaba haciendo. Se movió para mirar a su padre, cuyo
rostro se había escurrido de todo color.

—Chris... ¿qué?

—¿Qué has dicho? —Su madre vino de detrás de Brady y lo miró fijamente.

Mierda. Metió su mano derecha por el pelo. Esto era lo contrario de cómo
había querido que saliera. No había tiempo para explicar, y posiblemente incluso
menos tiempo para llegar a su sobrina. El amanecer estaba a pocos minutos. Pero las
palabras torcidas y confusas en su cerebro, golpeaban por el dolor punzante en el
hombro. Entonces Molly dio un paso adelante y puso su mano en el brazo. Un
bálsamo, aunque apenas tomó el borde.

—En el funeral —explicó rápidamente a sus padres— nos encontramos con una
joven tratando de presentar sus respetos. Era la viva imagen de Christopher. Ramona
estaba allí, y debió haber visto el parecido, también. La secuestró y envió a Dix un
video amenazante. Implicaban que la cambiarían por la información, pero ya que
todos los jugadores parecen estar aquí…

Detrás de ellos, Ramona se rió. Brady y los demás se volvieron a verla rodar sin
gracia sobre su espalda y sentarse. Su risa no combinaba con la mezcla de furia y
miedo en sus ojos.

—Déjame ir —dijo ella— y te diré dónde está la chica. Mantenme, y ella muere
dentro de una hora.

—¿Cómo? —Brady exigió, avanzando hacia ella—. ¿Dónde está ella?

Ramona le dirigió una mirada desdeñosa.

—Dije, déjame ir.

—No va a suceder.

Los padres de Brady no habían dicho nada todavía, por el shock, pensó, pero a
medida que la policía se acercó al garaje y gritaron, su padre se hizo cargo de nuevo y
abrió la puerta principal para dejarlos entrar.

Uniformados y vestidos de civil irrumpieron el edificio, las armas listas, y


tardaron unos minutos, demasiados, para resolver quién era quién. Cada latido del
corazón de Brady midió el tiempo que pasa. Tal vez el tiempo que a Shae le quedaba.
Aldus les había dado sólo una hora.

Rick entregó los materiales al detective a cargo, quien admitió que estaba fuera
de su jurisdicción y que tendría que ir a los federales. Pero estaba en las manos
correctas, por lo que Chris debía estar seguro, incluso si Ellison y Aldus tenían otras
personas trabajando para ellos, todavía por ahí.
Brady no se molestó en detener a los oficiales de llevarse a Aldus lejos. No iba a
conseguir algo de él ahora, no cuando creía que no tenía nada que perder. Pero no
tenían ninguna otra pista, y nada de tiempo.

Cuando Brady vio a Molly volver al garaje, rodeó de un grupo de policías para
llegar a ella.

—¿A dónde fuiste?

Ella tiró de él más lejos, hacia un rincón oscuro.

—Comprobé el GPS en el auto de Ramona. Tenía la esperanza de que no


supiera cómo llegar a la casa y tecleara la dirección desde donde está manteniendo a
Shae.

Esperanza estalló.

—¿Y?

—No sé si es donde estaba, pero ella lo utilizó. Tengo una dirección. —Ella
agitó una hoja de papel—. ¿Podemos escabullirnos fuera de aquí?

Brady miró por encima del hombro. No quería escabullirse sin respaldo, con los
dos heridos. Pero sus padres y Dix estaban comprometidos con la policía en este
momento, y los latidos del corazón midiendo los segundos se habían convertido en
golpes sordos. Casi media hora había pasado ya desde que Aldus le había dado a Shae
una hora. Molly tenía razón.

—Bueno. Vámonos. Llamaré a mi padre desde la carretera, y él puede enviar


respaldo por si acaso.

Se apresuraron a salir a la calle.

—¿Qué vamos a conducir? —preguntó Molly, la topografía del barrio lleno de


gente. Su auto estaba todavía en el aeropuerto, el de alquiler conseguiría ser multado
en DC. El de Dix, por supuesto, habían zanjado. Ramona era el más fácil de encontrar,
pero no tenían llave.

—Voy a conseguir mis llaves. Del auto abajo del bloque. No creo que esté
bloqueado. —Brady corrió dentro de la casa, tratando de lucir intencionado, pero no
con tanta prisa que llamara la atención de los policías salpicando el patio.

Cuando regresó por la puerta principal, Ramona era llevada a un auto patrulla
por uno de los detectives.

Ella se burló de él, desafiante incluso cuando entró en el vehículo.

Hizo caso omiso de la necesidad de ir plantar el puño en su cara y en su lugar se


dirigió a su auto, donde Molly ya estaba en el asiento del conductor conectando la
dirección en su GPS.

—Es sólo a unos pocos kilómetros —ella le dijo cuando subió al auto—. Lo
haremos.

Suponiendo que iban al lugar correcto. Le entregó las llaves y se preparó para lo
que estaban a punto de encontrar.

La dirección resultó estar en un barrio residencial, una pequeña casa de estilo


Cape Cod. Molly se alegró de que no fuera un almacén o algo más grande, con
demasiada área de búsqueda. Pero tan inocente como la casa se veía, tenía la sensación
de que esto no iba a ser fácil.

—¿Qué si está cableado? —preguntó mientras se bajaron del auto.

—Estoy seguro de que tienen algo establecido. —Brady escaneó la acera, pero
no vio ninguna evidencia de trampa.
—Ellos no se habrían arriesgado hacerle daño a una mascota extraviada o
alguien local. Si pusieron algo, será a la casa.

Se abrieron paso cuidadosamente a la parte superior de la escalera de entrada.

—¿Es la puerta de entrada demasiado obvia? —preguntó Molly—. Deberíamos


ver todas las entradas, ¿verdad? ¿Buscar en las ventanas? —Ella podía ver desde donde
las ventanas delanteras estaban cubiertas con cortinas sólidas.

—No hay tiempo. —La mano de Brady fue a su cadera, como buscando un
arma—. Estamos a diez minutos.

—No podemos abrir la puerta.

Frunció el ceño, examinando el marco de la puerta y pestillo.

—No puede tener trampas explosivas en todo. Tienen que ser capaces de volver
dentro.

—¿Así que es probable que haya un temporizador? —Molly adivinó. Hombre,


ella deseaba que hubiera tenido más formación sobre el terreno.

—Podría ser cualquier cosa. Probablemente no tenemos que preocuparnos de


explosivos. Eso sería llamar la atención. A ella le gustaría manejar todo en silencio. —
Lentamente empujó hacia abajo el pestillo y empujó la puerta. Se movió un centímetro
y medio.

—Sin bloquear —dijo. Lo movió un poquito más y llamó a través de la grieta—.


¿Shae? ¿Estás ahí? Estamos aquí para ayudarte.

Los sollozos rompieron el silencio esperado.

—¿Quién es usted? —la voz era joven, femenina. Molly dejó escapar el aliento
que había estado conteniendo. La chica aún estaba viva.
—Soy Brady Fitzpatrick. Soy tu… soy hermano de Chris… nos conocimos en el
funeral.

Los sollozos se hicieron más fuertes, más duros. Palabras rotas vinieron por
medio, pero Molly no podía entenderlas.

—Cariño, tenemos que saber lo que va a pasar cuando abramos esta puerta —
dijo.

—Nada. —Shae jadeó detrás de sus lágrimas—. Ese no es el problema.

—¿Estás segura? —dijo Brady—. ¿La puerta no está manipulada para hacer
algo?

—No. Soy sólo yo.

La sangre de Molly se heló. El rostro de Brady se endureció con furia. Su


cabeza se movió ligeramente en una cuenta de tres, y entonces él entró por la puerta,
girando a la derecha mientras lo hacía. Molly lo perdió de vista y cerró los ojos,
encorvando los hombros, pero no pasó nada.

—Está limpio —Brady llamó, pero él no parecía relajado.

Poco a poco cruzó el umbral. Shae estaba sentada en una silla tapizada de
aspecto confortable en el centro de la habitación. Molly frunció el ceño ante la rareza.
La chica no estaba incluso atada a la silla. Pero ella estaba sentada muy quieta, con los
ojos fijos en algo por encima.

—No te muevas —Brady ordenó. Como si cualquiera de ellos fuera hacerlo.

Molly siguió la línea de visión de Shae y contuvo una maldición. Tres cuchillos,
de aspecto malvado, colgaban por encima de la puerta principal, atado a la línea de
pesca en bucle a través de armellas en la pared y el techo y conectado de alguna
manera a Shae. Estaba claro que si la chica se movía demasiado, serían liberados los
cuchillos, que vendrían balanceándose hacia ella. Molly pensó que un adulto experto
podía adivinar sus trayectorias y andar o zambullirse ampliamente, pero de ninguna
manera un adolescente inexperto podría averiguarlo o moverse lo suficientemente
rápido. O tener el coraje de intentarlo.

—¿Podemos desconectarlos? —preguntó Molly.

Brady se acercó y miró, tratando de ver el hilo de pescar casi invisible


sosteniéndolos en su lugar. Él negó con la cabeza.

—Están apenas sostenidos aquí. Si tocamos la línea, van a liberarse.

—¿Cómo están conectados a ti, cariño? —Molly preguntó a Shae. La niña tuvo
que luchar consigo misma para apartar los ojos de los cuchillos y mirar a Molly, y sólo
duró un segundo antes de que sus ojos azotaran de nuevo a los cuchillos.

—No lo sé. Me dieron un tiro y me dormí, y cuando me desperté estaba aquí, y


me dijeron que si me movía... —No pudo terminar la frase.

—¿No hicieron nada para el resto de la casa? —Molly intentó mantener a Shae
hablando, calmarla un poco, y distraerla de Brady, quien ahora estaba merodeando
alrededor, tratando de seguir las líneas—. ¿Hubo zonas que evitar, o tal vez utilizaran
con precaución especial en algunos lugares?

—Yo no lo creo —dijo Shae—. Se movían con normalidad, como si no hubiera


nada de qué preocuparse.

—¿Qué otra cosa te dijeron?

—Eso que si no estaban de vuelta en una hora, yo… —Ella se atragantó, más
sollozos surgiendo de ella.

—¿Hay un contador de tiempo? —preguntó Molly a Brady. Ella no entendía


todo el asunto de la hora.
—Estoy buscando.

—¿Qué parecían hacer las personas? ¿Utilizaron algún nombre? —Molly siguió
haciendo preguntas, pero su mente se aceleró. ¿Por qué la plataforma de cuchillos
caería en un momento determinado? Era horrible y cruel, y parecía excesivamente
melodramático en comparación con todo lo demás que habían hecho. Incluso con el
factor de desesperación...

—Eran dos personas —dijo Shae—. Una mujer y un hombre. El hombre era
más joven, y llamó a la mujer Mona, creo. Ella lo llamó Junior.

—No hay ningún temporizador. —Brady se levantó de donde había estado


examinando la base de la silla—. La cosa del tiempo parece totalmente arbitraria. Pero
no conseguiremos sacarla de esa silla sin aquellos cuchillos cayendo.

Apoyó la mano en el hombro de Shae cuando ella lloró con más fuerza.

—Está bien. Tengo un plan.

Él les habló del plan y les hizo a ambas recitarlo de nuevo. Era tranquilo por
fuera y directo, pero Molly pudo ver la ansiedad debajo. Dios, lo amaba tanto.

—Está bien, ¿listas?

Ella respiró hondo. Brady estaba a su lado con el extremo de una mesa. Ella
moderó por detrás de la silla de Shae, teniendo cuidado de no tocar ninguna de las
líneas que llegaban a ella. Se agachó y hundió los dedos detrás de la almohadilla
superior, consiguiendo la mayor cantidad de un agarre como pudiera en la parte
posterior de la silla.

—Listo.

—Está bien. —Hubo un roce contra el suelo mientras Brady cogió la mesa,
gruñendo por el esfuerzo de usar su brazo dañado. Contó hasta tres, luego gritó—.
¡Ahora!

Molly tiró de la silla, empujando sus pies con fuerza en su base para asegurarse
de que se volteara hacia atrás en vez de deslizarse. Shae gritó. Había un acento débil,
más sentido que oído. La silla cayó sobre Molly y ella rodó, empujando con fuerza
para darle la vuelta a la chica. Su cerebro tardíamente registró dos golpes y un
estrépito. Respirando con dificultad, se empujó hacia arriba.

Brady estaba agachado detrás de la mesa volcada. ¿Cómo ajustaba su gran


cuerpo entero detrás de allí? Los puntos de dos de los cuchillos eran visibles desde la
parte inferior de la tabla. Molly escaneó hasta que vio el tercera, en el suelo junto a la
silla tapizada. Ella se apresuró a levantar la silla de Shae.

Brady ayudó, su buen brazo tan fuerte como los suyos.

Shae yacía acurrucada apretada en sí misma, sin llorar, sin moverse. No había
ni rastro de sangre.

—Cariño. —Molly se agachó y tocó el hombro de la chica—. Te tenemos. Todo


está bien ahora.

Shae explotó en sus brazos, abrazando el aliento de ella, susurrando:

—Gracias, gracias, gracias.

Molly le devolvió el abrazo y le acarició el cabello. Sus ojos se encontraron con


los de Brady. Tenía la boca apretada alrededor de los bordes, lo que significaba que su
hombro dolía de nuevo, pero su mirada era suave y satisfecha. Molly tuvo que reprimir
un escalofrío con el mensaje que le envió: Se acabó, y ahora podemos centrarnos en
nosotros. De repente, se sentía como si el peligro apenas comenzara.
Brady condujo de vuelta a sus padres con Molly sosteniendo a Shae en el
asiento trasero. Ella había preguntado a la chica si quería llamar a su madre, pero se
había negado a darles cualquier información, incluso cuando Molly le recordó que la
mujer tenía que estar loca de preocupación. Ella y Brady en silencio acordaron esperar
hasta que llegaran a la casa y dejar que la policía se encargara de ello.

Dos detectives seguían allí cuando llegaron. Brady no quería nada más que
encontrar una pastilla para el dolor y una superficie horizontal, pero por lo visto en las
caras de los chicos, eso no iba a suceder. Ellos los separaron a él y a Molly tan pronto
como entraron por la puerta. La madre de Brady se hizo cargo de Shae, llevándola a la
cocina para alimentarla y acomodarla y, Brady estaba seguro, darle un interrogatorio
suave.

—¿Dónde está Jessica? —le preguntó a su padre antes de seguir al policía al


comedor.

—Está descansando. La conmoción la despertó, pero no vio nada hasta que


todo había terminado, y la dejaron ir a su dormitorio.

Brady asintió y entró cojeando en el comedor. Es curioso cómo una lesión en el


hombro podía afectar la forma en que caminas. Todo su cuerpo le dolía ahora,
irradiaba de la herida de bala. No esperó por el permiso para sentarse.

—Hay muchas cosas que no voy a ser capaz de responder —advirtió al


detective. Un suspiro de alivio escapó de él mientras la mesa tomó el peso de su brazo
lesionado—. Yo no sé todo lo que está pasando.

—Sí, lo sé. —El detective miró sus notas—. Me han dado tres nombres
diferentes. Un policía metropolitana de DC, dos agentes federales. Tomarán el caso,
estoy seguro. Así que no esperes que sea el último juego de preguntas.

Los ojos de Brady ardieron.

—Pégame.
El detective fue realmente duro con él, sorprendente ya que él había saltado
fuera de la escena. Hizo a Brady hablarle de los acontecimientos que condujeron al
incidente de hoy, y preguntó más acerca de Shae que cualquier otra cosa.

Brady describió lo que había pasado, cómo sabían que fue secuestrada y cómo
encontrarla, pero agregó:

—No sé nada más. Creo que ella es mi sobrina, pero yo ni siquiera sé su


apellido. No estoy seguro de que mi hermano sepa acerca de ella. El resto de nosotros
no.

Diez minutos más tarde, el detective dejó a Brady ir y fue a la cocina para
hablar con Shae y convencerla para que llamara a su madre. Brady se quedó atrás para
llamar al hospital para comprobar sobre Christopher. No estaba seguro de si sus padres
habían conseguido la implicación de él diciendo que Aldus intentó matar a Chris dos
veces.

Pero él iba a tener que decirles ahora y no quería tener que decir: “No sé” sobre
su estado.

Después de ser trasladado tres veces, él consiguió el puesto de enfermeras más


cercano donde habían movido a su hermano. La mujer le preguntó media docena de
cosas para confirmar su identidad y su libertad para darle información.

—El Sr. Fitzpatrick está estable y despierto y... um... descansando


cómodamente.

Sí, claro.

—Está haciendo amenazas, ¿eh? —Brady haría lo mismo en la situación de


Chris. Él tomó el silencio de la mujer por confirmación—. ¿Puedo hablar con él?

—Le transferiré a su habitación.


Hubo unos pocos clics, a continuación, un ring, entonces un ladrado:

—Hola.

—Soy yo —dijo Brady.

—¿Qué diablos está pasando? Nadie me dice nada, nadie responde el maldito
teléfono, y los policías sólo miran a la pared. ¿Están todos bien?

—Sí, todo el mundo está bien. Pero dime cómo estás. Mamá va a querer saber
eso primero.

Eso calmó a Chris.

—Estoy bien. Buenos medicamentos para el dolor, mucha adrenalina. Doc dijo
que estoy fuera de peligro, pero voy a estar aquí por unos días más, por lo menos. ¿Ya
les dijiste?

—No. Pero estoy a punto. —Brady le dio el resumen de los acontecimientos


desde el tiroteo en el sitio de caída. Mantuvo su tono de voz cuando habló de Shae,
como si hubieran sabido de ella desde el principio. Pero Chris estalló en maldiciones—.
¿Cómo diablos llegó ella a Connecticut? ¡No debería haber siquiera sabido que estaba
muerto! ¿Dónde está su madre?

Brady se rió con ironía.

—No eres el único con preguntas, hermano.

Chris se quedó en silencio por un momento.

—Sí. Supongo que tengo que dar algunas explicaciones, ¿eh?

—¿Sabe Jessica acerca de Shae?

—Sí, claro. Ella siempre lo ha sabido. Ha sido... complicado.


Brady no podía creer que le había dicho a Jessica y no al resto.

—Será mejor que empieces explicando —dijo entre dientes.

Chris suspiró.

—Bien. Resumen básico. Salí con la madre de Shae brevemente en la


universidad. Ella se estaba graduando y ya había entrado en el Cuerpo de Paz. Me
habían reclutado para SIEGE. Nos pareció que todo había terminado, hasta que
descubrió que estaba embarazada. Ella me había dicho que sucedió algo donde ella
estaba sirviendo. Entró en protección de testigos y no oí nada durante seis años.

—Jesús, Chris. —Brady notó que Chris no mencionó el nombre de la madre de


Shae. Era posible que Brady la conociera, ya que todos habían ido a la escuela juntos.

—Cultivé contactos en WITSEC y fui capaz de vigilar de lejos, hasta que se


neutralizó la amenaza. Ella decidió no salir del programa, pero dado que era un
operador, me dejó hacer contacto. —Su voz se volvió ronca, y se aclaró la garganta—.
Me perdí mucho. Sólo consigo verla una o dos veces al año. Su madre todavía tiene
miedo y se niega a dejarme decirle a nadie. Pensé que sería más fácil si mamá y papá ni
siquiera sabían que existía.

Brady no podía creer lo mucho que su hermano había mantenido oculto. La


tensión que debió ser.

—Bueno, está fuera ahora. No creo que esas condiciones se vayan a mantener.
Mamá ha llenado a Shae con comida y amor en estos momentos.

—No me importa. Yo sólo… ¿ella está bien? —Su enojo debió haberse gastado,
y ahora el miedo tardíamente se filtraba a través de él.

—Creo que sí. Físicamente. Ella no va a dejar que llamemos a su madre, pero
un detective está tratando de convencerla.
—Quiero hablar con mi hija.

—Claro. Pero sabes que tengo que decirle a mamá y papá que estás vivo, si no
se han dado cuenta ya. Van a estar allí en el próximo avión.

—Sí. Estoy listo. —Suspiró—. Gracias, Brady, por todo. Siento que te hice pasar
por todo esto.

—Hiciste lo que tenías que hacer. Y Dios sabe que tengo mis propias excusas
para dar. —Él se pasó la mano por la cara de nuevo. Estaba tan jodidamente agotado.

—No, no —Chris lo sorprendió—. Lo entiendo. Creo que todo el mundo lo


hace.

Era el turno de Brady de suspirar.

—No importa. Yo estuve fuera demasiado tiempo. Causando demasiado dolor.


Perdido demasiado tiempo.

—¿Sí? ¿Con Molly? —Chris sonaba emocionado.

—Sí. —Brady se puso de pie con un gemido—. Déjame conseguir a Shae. Te


veré en un día o dos.

—Gracias, hermano.

Cuando Brady entró en la cocina, se detuvo por un momento para ver a su


madre y su sobrina. Estaban encorvadas sobre tazas de chocolate caliente, un plato de
migas de sándwich hecho a un lado. Hablaban en murmullos que no podía oír siquiera
desde la puerta. Pero Shae soltó una risita, al parecer ya recuperándose de su terrible
experiencia. Tal vez vivir una vida secreta la había hecho resistente. Pero ser una
Fitzpatrick la hizo fuerte.

—¿Funcionó? —la chica le preguntó a su madre.


—En una forma de hablar. El techo era tan resbaladizo, que aterrizaron en sus
extremos, se deslizaron hasta el borde, cogieron las cunetas con sus pies, y volcaron
hacia el banco de nieve. Estuvieron castigados por un mes.

—Hey, ahora. —Brady caminó alrededor de la isla central para el rincón de


desayuno donde estaban sentadas—. No es justo decirle todas nuestras pérdidas
historias juveniles primero. Déjala conocer a su tío varonil primero.

Shae le sonrió.

—¿Puedo llamarte tío Brady?

Sus palabras le atravesaron el corazón con una dulzura que nunca había
sentido.

—Por supuesto. —Se aclaró la garganta cuando salió ronca. Rápidamente le


entregó su teléfono—. Tu padre. —Y eso no sonó raro.

Ella lo miró fijamente. Entonces su rostro se iluminó.

—¿Papá? No… él no está…

Mierda. No podía creer que no le había dicho. Y ahora le había dicho a su


madre, también. ¿Qué le pasaba?

—Él está bien. Quiere asegurarse de que tú lo estés.

Shae se levantó de un salto y salió corriendo de la habitación, el teléfono ya en


su oído.

—¿Papá? ¿Eres realmente tú?

Brady se sentó frente a su madre congelada y la miró con recelo, sin saber qué
reacción conseguiría cuando terminara de procesar lo que había dicho.
Poco a poco se volvió hacia él.

—¿Acabas de decir que el padre de Shae está en el teléfono?

Él asintió.

La esperanza y la tristeza parpadeaban sobre su expresión, como si ella no


estuviera segura de que sentir. Esperanza de que su hijo estuviera vivo, o la tristeza de
que Shae no era su nieta después de todo.

—¿Quién es su padre, Brady?

—Es Christopher —dijo suavemente.

Ella se echó a llorar.

—Mamá, no pasa nada. —Rápidamente se deslizó en torno a su lado de la


mesa y la tomó en sus brazos—. Está bien. —Su llanto no disminuyó—. ¿Dónde está
papá?

En ese momento, entró en la habitación.

—¿Quién es la chica hablando? —preguntó antes de darse cuenta de que su


esposa estaba inusualmente histérica—. ¿Qué está pasando?

—Chris está vivo. —Brady dijo de plano, así no había incertidumbres—. Aldus
y Ellison trataron de matarlo cuando se acercó demasiado, así que fingió que lo habían
logrado. Desafortunadamente, él salió de su escondite demasiado pronto, y le
dispararon. Está en el hospital en DC, pero estará bien.

Rick se tambaleó hacia la mesa y se sentó, con los ojos llorosos.

—No puedo creerlo. Qué locura... —Su mano temblaba mientras él se inclinó
sobre la mesa para tomar la de su esposa—. Donna. Está vivo. Y tenemos una nieta. Y
vamos a tener. —Miró a Brady y se detuvo, simplemente sonriendo. Hablando de eso...
—¿Dónde está Molly? —Brady soltó a su madre y se puso de pie, trabajando su
camino alrededor de ella porque no parecía querer soltar la mano de su padre.

—Ella todavía está en con el detective.

—¿Todavía? —Brady hizo eco. Maldita sea. La quería ahora. Todo se estaba
asentando en el lugar para todos los demás, y quería su acción. Pero tal vez era mejor
así. Él debería decirle a Jessica sobre Christopher primero. Entonces todo estaría
solucionado, al menos por ahora. Quería saber más acerca de cómo todo el mundo se
había enrollado en SIEGE, y quién sabía qué y cuándo. Entonces él sería capaz de
concentrarse en convencer a Molly que tenían que estar juntos.

Caminó por el pasillo sombrío a la habitación que Jessica estaba usando y llamó
a la puerta.

—Adelante. —Ella sonaba aburrida, drenada. Cuando abrió la puerta, la


encontró sentada en el borde de la cama, su pose lánguida. Su corazón estaba con ella.
Ella no estaba preparada para ello. Por suerte, tenía la cura, y entonces él podría
entregarla de vuelta a su marido para manejarlo.

—Jess, tengo noticias.

Levantó la cabeza, color ardiendo en las mejillas e ira en sus ojos.

—¿Cómo te atreves a venir aquí a hablar conmigo? Te fuiste. ¡Te fuiste del
funeral de tu hermano! De mí.

—Eso es por lo que estoy aquí ahora. —No había una silla para sentarse, y él no
se sentía cómodo sentado en la cama sin hacer, así que se apoyó en la pared frente a
ella—. Quiero decirte donde fuimos. Por qué era tan urgente salir.

—¡No quiero oírlo! ¡Nos traicionaste! ¡A todos nosotros! Durante años, Chris
estaba tan deprimido que te mantuvieras lejos. Y ahora ni siquiera podías ver su
cuerpo siendo enterrado.
—Hey. —Brady se tragó la autodefensa. No era importante ahora—. Jess, está
vivo. ¿De acuerdo? Yo no traicioné nada. Molly y yo fuimos a buscarlo. —Él escatimó
sus detalles. Correspondía a Chris decirle lo que había pasado y por qué—. Está
herido, pero está bien. Él estará bien. —Brady repitió cuando ella no reaccionó.
¿Incluso estaba escuchando?

—Tú y esa puta —gruñó ella, mirando a su alrededor como si fuera un arma—.
Tenía que llevarte cuando más te necesitaba. —Al parecer renunciando a encontrar lo
que estaba buscando, se lanzó de la cama a Brady, puños aterrizando primero,
rebotando en el pecho. Se quedó sin aliento cuando uno se posó en su hombro herido,
y trató de coger sus muñecas.

—Jessica, escucha. Él está… —Él tuvo que agacharse cuando se dirigió a su


cabeza. No se detuvo, por lo que envolvió sus brazos alrededor de ella, sujetando los
suyos a los costados—. Detente. Jess. Chris está vivo —lo dijo directamente en su oído,
y se quedó inmóvil. Lo repitió en voz más baja, y ella se apoyó en él.

—¿En serio? —Cuando ella inclinó la cabeza hacia atrás, vio qué devastación su
dolor le había hecho.

—Realmente.

—Oh, Dios mío. —Ella retrocedió, con la mano sobre su boca—. ¿Cómo?
¿Dónde está? Necesito llegar a él.

—Mis padres están probablemente haciendo los arreglos en este momento. —


Explicó que Chris estaba en el hospital, pero no los detalles. De nuevo, era de Chris
cuánto le diría a nadie.

—Gracias, Brady. —Ella se inclinó para darle un beso en la boca, un toque


rápido, impactante antes de que ella saliera corriendo. Se quedó allí, con el ceño
fruncido, el recuerdo de la otra vez que se habían besado. Recordó la turbulencia,
ardor, deseo destructivo, como un contraste completo al frío absoluto que sentía ahora.
Se dio cuenta de la presencia en la sala y se volvió rápidamente.

—Molly.

—Lo sé. —Ella entró y cogió su mano—. Venga. Debes estar agotado.

Lo estaba. Él sabía que lo estaba, ahora se hundió sobre él como un manto de


nieve o niebla, envolviendo todo el cuerpo. Él caminó por las escaleras detrás de ella,
con las piernas tan pesadas que apenas podía despejar cada paso.

—Necesito una ducha —murmuró cuando llegaron a la sala y se acercaron al


baño.

—No se supone que debas mojar tu herida. Y aun si pudiera, no lo haría a


través de eso. —Ella tiró de él a la habitación, sin embargo, y lo sentó en el inodoro—.
Pero podemos limpiarte un poco.

Brady se sentó aturdido mientras sacaba su camisa y la venda, la esponja hacia


abajo tan clínicamente como cualquier enfermera, y re-cubrió la herida. La chispa
inevitable de interés cuando le quitó los vaqueros se apagó casi de inmediato, incluso
antes de que ella le ayudara a entrar en un par de bóxers.

Debió quedarse dormido de pie, ya que en un parpadeo estaban al lado de su


cama. Una almohada nunca había parecido tan atractiva en su vida. Pero cuando
Molly lo había bajado a la cama, se resistió y la tomó en sus brazos, hundiendo la nariz
en su pelo perdidamente. Ella olía a ella. Como hogar.

—Quédate conmigo —le suplicó.

—Necesito una ducha. —Se apartó y le dejó sobre la cama—. Volveré, ¿de
acuerdo?

—Mejor que lo hagas —se quejó en la almohada, y entonces él estaba fuera. Se


despertó un poco cuando ella regresó, asegurándose de que estaba en cucharita contra
él, sin importarle que cubriera su brazo sobre ella haciéndole doler su hombro—. Te
amo —susurró, y se quedó dormido.

Molly durmió mucho más profundamente de lo que esperaba, pero se despertó


temprano. La casa estaba en silencio mortal.

Antes de la ducha, había hablado con los padres de Brady Jessica. Habían
conseguido una tarifa de emergencia para el próximo vuelo de Nueva York y estaban
casi llenos. Ella se había ofrecido para llevarlos al aeropuerto, pero se negaron. Puesto
que en realidad estaba tan agotada como la acusaron de estar, no insistió.

Jessica había estado ansiosa por irse. Su actitud había cambiado drásticamente,
la viuda trágica se había ido en un instante aparente. Los estragos de los últimos días
todavía eran evidentes en sus ojos rojos y tez macilenta, por no hablar de cuan
terriblemente delgada se había vuelto. Pero había un brillo de felicidad mientras instó a
Rick y Donna apresurarse, comprobando el estado de los vuelos en su teléfono
inteligente.

Ella no había dicho una palabra sobre Shae, o sobre el papel de Molly y de
Brady en conseguir Christopher seguro.

Tal vez sólo estaba demasiado centrada en su marido, pero Molly brevemente
deseaba que Brady hubiera podido ver su egocentrismo tan vívidamente. Así como
refuerzo.

Después de que Molly se despertó, se quedó en la cama por un largo tiempo,


pensando. Brady aún dormía profundamente, su brazo posesivo arrojado al otro lado
de ella. Ella estaba justo donde había deseado estar durante tantos años.

Ella había visto a Jessica besar a Brady, y su reacción había sido contemplativa,
no devastada. No había despertado recuerdos o viejos sentimientos, estaba segura de
ello. Así que podía estar segura de él, ¿no es así? A medida que dormitaban anoche,
había susurrado que la amaba. Las palabras se habían hundido en ella y arraigado, una
unión más sólida que incluso una amistad de por vida.

Si ella y Brady estaban juntos ahora, tendría que desterrar cualquier


preocupación que pudiera reincidir, o que él se mentía sí mismo acerca de que sus
sentimientos por Jessica se habían ido. Molly no pondría en peligro su relación a causa
de los celos o el miedo.

Pero ese no fue el único elemento de la ecuación. Los sentimientos de Brady


habían cambiado durante el período más doloroso y de alta tensión de su vida. Un
período muy corto, demasiado. Tal vez realmente no la amaba, sólo pensaba que lo
hacía por lo que habían pasado. Demonios, tal vez la había afectado, también.

¿Cómo podría cualquiera de los dos saber lo que querían cuando toda su vida se
había volteado al revés?

Giró la cabeza para mirarlo. Su cara estaba medio enterrada en la almohada,


por lo que sólo podía ver un lado de ella. Una ceja gruesa. El barrido de la línea del
pómulo y la mandíbula. La mitad de una firme, boca llena.

Pero su magnificencia la desgarraba. El impulso le pegó a rodar y sumergir su


lengua en la comisura de la boca. El calor hizo erupción en todo el cuerpo, impulsado
por el deseo. Ella tuvo que sonreír ante sí misma. Su vida podría haber cambiado, pero
sus sentimientos eran tan constantes como siempre lo habían sido.

El ojo de Brady parpadeó abierto, luego se hundió cerrándose de nuevo. Él


suspiró y se acercó más, un gemido de dolor se le escapó.

—Mierda, eso duele —murmuró en la almohada, pero no la soltó.

—¿Tu hombro?
—Todo. —Se rindió y rodó sobre su espalda, dejando escapar el aliento en un
largo gemido—. Por favor, dime que puedo tomar una ducha.

—Puedes tomar un baño. Vamos a tener que cubrir tu hombro, sin embargo. —
Se incorporó y echó las mantas—. Voy a buscar una bolsa de basura y cinta. —Se
detuvo cuando Brady la agarró de la muñeca.

—¿Qué?

La somnolencia se había ido. Él le dio una mirada muy intencionada como si


estuviera tratando de decirle algo.

—Quiero besarte, pero tengo mal aliento matutino.

Molly sonrió.

—Yo también. Puedo esperar.

—Cepillarse los dientes, duchas, y luego quiero que vuelvas aquí a esta cama
conmigo. Vamos a pretender estar despertando de nuevo.

Ella se rió y estuvo de acuerdo. Cuando había recuperado las provisiones de la


planta baja y se reunió con él en el baño, ya había abierto el agua y estaba listo para
entrar. Se armó de valor e hizo un trabajo eficiente cubriendo su vendaje, capaz de
permanecer clínica hasta que pasó un brazo por la cintura y la atrajo contra su cuerpo
desnudo.

—¿Vienes conmigo? ¿Comprobar que lo mantengo seco? —Él movió las cejas.

Ella se rió de nuevo, pero negó con la cabeza.

—Necesito cepillarme y esas cosas, también. Puedes manejar la situación.

—Bien. —Él hizo un puchero, pero se metió en la bañera y dejó escapar un


largo gemido, extático que dejó su pulso acelerado.
—Joder, eso se siente bien. —Después de una pausa, dijo—: ¿Sigues ahí?

—Sí. —Ella se trasladó a la pileta y mojó su cepillo de dientes. Brady gritó


cuando su agua brevemente quedó helada.

—¿Alguna palabra de mis padres? —El agua salpicó, y oyó el clic de la botella
de champú abriéndose.

—No que yo viera. Consiguieron un vuelo rápido y salieron de inmediato. —


Revisó el pequeño reloj en la repisa encima del inodoro. Habían pasado varias horas—.
Probablemente ya los dejaron verlo y consiguieron una habitación de hotel.

—No van a estar de vuelta hasta que esté listo para volver a casa.

—Eso podría ser un tiempo. Ellos podrían estar dispuestos a dejarlo salir del
hospital, pero no necesariamente para recorrer esta distancia. —Se frotó la pelusa de
sus dientes y rozó su lengua por si acaso.

—Eso nos da una casa vacía durante unos días.

Ella se estremeció ante la burla en su voz.

—Brady, tengo que volver a mi tienda. Incluso sin mis responsabilidades en


SIEGE, no puedo darme el lujo de dejarla cerrada o bajo la dirección de alguien más.

Su respuesta llegó lentamente.

—Sí, está bien. —Salpicado de agua, con menos vigor que antes.

Ella dijo:

—Usaré la otra ducha. Vuelvo en unos minutos.

—Voy a estar en la cama esperando por ti.

Su corazón latía con fuerza durante un par de golpes. Agarró toallas y bajó las
escaleras para usar la pequeña ducha de la habitación de Jessica. Su ducha fue rápida y
mucho menos satisfactoria que el baño de Brady. En parte debido a que había utilizado
la mayor parte del agua caliente, en parte porque su mente estaba en su dormitorio, ya
comprometidos en todo lo que tenía en mente. Ella no quería asumir lo obvio pero...

Unos minutos más tarde entró en la habitación envuelta en su toalla, con el pelo
todavía húmedo. Ella no había tenido la paciencia de hacer nada con ella, por lo que
los rizos se amotinaron alrededor de su cabeza. Brady sonrió cuando la vio y levantó
las sábanas.

—Ven acá.

Estaba desnudo.

Ella apenas podía respirar mientras dejaba caer la toalla y se deslizaba a su lado.
Se tumbó en su lado bueno y levantó su brazo malo sólo lo suficiente para que ella se
deslizara debajo de él. Sus rodillas alternadas, y ella misma metida cerca de su pecho.
Olía increíble. Limpio, pero caliente, también. Se lamió los labios. Sus ojos siguieron el
movimiento, pero levantaron de nuevo para encontrarse con los suyos.

—Tenemos que hablar —dijo.

Su corazón se hundió.

—Siempre tengo que estar desnuda en una cama para hacer eso —dijo.

Su mano acarició con dulzura entre los omóplatos.

—Tenemos que hablar primero —aclaró—. La última vez…

—No quiero hablar de la última vez —dijo. El dolor de ese día estalló antes de
que pudiera aplastarlo—. No creo que alguna vez debamos hablar de la última vez.

Frunció el ceño.
—Te utilicé. Yo sólo…

Ella suspiró con fuerza.

—Brady, me ofrecí a ti. Habría hecho cualquier cosa para ayudarte. Y que te
sientas culpable por ello es tan doloroso. —Ella parpadeó contra el cosquilleo de las
lágrimas. ¡Maldita sea! Esto era exactamente lo que quería evitar—. ¿Podemos dejar
que el pasado se quede allí y seguir adelante, por favor?

—Sí. —Él la atrajo hacia sí, pero no tan cerca que no pudieran ver la cara del
otro—. Yo sólo quiero saber que estamos en la misma página. Que nos entendemos y
queremos lo mismo.

Ella se quedó en silencio. Podía ir primero. Pero se dio cuenta de la forma en


que sus dedos trazaban sobre sus pectorales y alisaban la línea del cabello por su
abdomen, probablemente, dio una idea de lo que quería. Ella sonrió un poco cuando
sus músculos saltaron.

Él le tomó la mano antes de que fuera más abajo.

—Deja de hacer eso. —Tirando los dedos a la boca, la besó en los nudillos—.
Te quiero, Molly. Yo creo que ha sido obvio para todos menos yo, tanto antes que vi
por primera vez a Jessica y ahora. —Frunció el ceño, como si no estuviera seguro de
cómo decir lo que quería decir—. Parece tan obvio ahora que debemos estar juntos, me
siento estúpido por no haberlo visto.

Ella suspiró y rodó sobre su espalda.

—Brady, no quiero que hagas esto a causa de la lógica o las opiniones de nadie
más.

Él tiró de ella hacia atrás atrapándola, ni siquiera una mueca de dolor en esta
ocasión a pesar de lo que debía dolerle el hombro.
—Eso no es lo que está pasando aquí. ¿Puedes sentir esto? —le aplastó la mano
en el pecho. Su corazón latía rápidamente contra su palma—. Siempre lo hace cuando
estás cerca de mí. Cuando no estás, estoy buscando por ti, sintiendo que algo falta. No
estoy entero cuando no estás cerca. Tuve que estar contigo de nuevo para descubrir
cómo era mi vida vacía sin ti.

Dios, eso sonaba bien, pero no estaba segura de que estaba leyéndose
correctamente.

—Te sentías vacío porque no estabas con Jessica.

—No. Yo creía que era por eso que me sentía vacío. Pero si lo era, ¿por qué
estar con ella no llenó ese vacío? Incluso afectada por qué Chris estaba muerto. —Se
rió—. Dios. Es mucho más fácil de decir que ahora que él no lo está.

Ella esbozó una sonrisa.

—¿Qué pasa si algo de ese vacío era sólo porque no nos vemos? Éramos buenos
amigos desde hace mucho tiempo.

Él frunció el ceño.

—Esto no es. —Él negó con la cabeza sobre la almohada—. Voy a tener que
convencerte de una manera diferente. —Y antes de que pudiera reaccionar, él rodó
hacia adelante y la besó. No los besos un poco aturdidos y exploratorios de antes, y
nada como la cruda necesidad, impulsado por el dolor de su primera vez.

Esta vez, su boca se posó en la suya con una confianza que caló profundo.
Presión perfecta, ajuste perfecto. Sus labios se deslizaron a través de los de ella
mientras ajustaba el ángulo, se aferró como si estuvieran imantados sólo uno para el
otro. Sus brazos alrededor de ella, debajo de ella, y levantó su cuerpo contra el suyo. Y
de nuevo, encajaron.

A pesar de la humedad en los bordes del vendaje en su hombro, a pesar de su


diferencia de altura, se encontraron en todos los lugares correctos. Pecho, vientre...
pelvis.

Ella fue suave y comenzó a dolerle. Él abrió los labios abriendo la boca, luego le
tocó la lengua con la suya. No tentativa, sino una invitación. Una promesa. Ella gimió.
Su mano se hundió en su pelo y tiró la cabeza hacia ella, levantando la suya propia
chupando su lengua en su boca. El deseo la empapaba. Ella se estremeció, el
movimiento haciéndolo gemir profundamente en la parte trasera de su garganta.

Sus manos comenzaron a moverse. Ellas acariciaron su espalda, hasta su culo,


donde se atrincheraron lo suficiente para inclinarla hasta él. Su polla dura como una
roca encajó mientras sus piernas se abrieron ligeramente. Ella se inclinó hacia arriba,
lo que deseaba, pero se contuvo. Su parte inferior del cuerpo se colocó entre sus
rodillas y él se apoyó en un codo mientras la otra mano se extendió hasta ahuecar su
pecho. La caricia en contraste con el fuerte pellizco a su pezón. Ella jadeó y se arqueó
en su mano, rompiendo el beso. Enterró la cara contra su cuello. Su boca succionó y
mordisqueó la piel sensible. Ella gritó y se retorció debajo de él. Dios, lo necesitaba.
Dentro de ella. Envolviéndola. Le mordió en el hombro bueno y exigió con las manos,
tirando, apretando, hasta que fueron lo suficientemente bajo como para envolver y
apretar. Brady dio un largo y bajo gemido y bombeó su agarre, una vez, dos veces,
antes de retroceder.

—Te amo, Molly —jadeó, levantando la cabeza hasta que su boca rozó la suya
otra vez—. Quiero casarme contigo y hacer bebés contigo y, Dios me ayude, quiero
empezar ahora. —Él la provocaba con la punta de su polla—. Dime que no, y no lo
haré.

Pero ella inclinó la cabeza hacia atrás para mirarlo a los ojos. Quemaban, no
simplemente con la lujuria, sino con intensidad ferviente. Ella sabía que quería decir lo
que dijo, y tuvo que cerrar los ojos contra el anhelo que se apoderó de ella. Ella apretó
la mejilla contra su hombro y lo sostuvo, manteniendo su cuerpo todavía, hasta que la
desesperación se desvaneció y se relajó en sí. Él susurró su nombre, en voz tan baja que
podría no haber escuchado si no hubiera revoloteado su pelo.

Y ella lo sabía. El anhelo no se había desvanecido con la lenta relajación de su


deseo. Quería todo lo que acababa de decir. Su control de la natalidad impedía la parte
“ahora”, pero no se molestó en explicar.

Ella asintió contra su hombro bueno, y segundos después se deslizó en ella con
un largo suspiro de alivio.

—Te amo, Brady. —Ella no podía dejar que fuera el único vulnerable—. Te he
amado toda mi vida.

El siguiente golpe fue más duro, su cuerpo ya no lánguido sino tenso y


extendiéndose de nuevo. Él gruñó.

—Esto no va de la manera que yo quería. —Él se echó hacia atrás, y el


movimiento lo presionó hacia arriba contra su clítoris. El placer estalló, haciéndola
jadear.

—Es… Oh. —Ella no pudo convertir el pensamiento en palabras coherentes—.


Brady, yo… OhmiDios. —Cuanto más rápido se metió, cuanto más subía, provocando
placer, tentador, tan cerca.

—Sí, cariño. —Él volvió a desacelerarse, sus caderas temblando por el


esfuerzo—. Te amo. —Él la besó y se movió lentamente, pero empujándose profundo y
duro dentro de ella, su lengua coincidiendo con el movimiento, como si tratara de
enterrarse tan profundamente en ella que nunca podría ser eliminado. Él había dejado
de intentar mantenerse a sí mismo y la aplastó contra el colchón suave, pero no le
importaba. Simplemente significaba más de ellos tocándose.

Ella puso una mano contra su rostro y lo abrazó con el otro, levantando sus
caderas para encontrarse con él mientras se estremecieron. Fusionados así, subieron
juntos, su respiración en sincronía, corazones golpeando contra el pecho de cada uno,
y luego explotaron. Cristal dorado roto detrás de los párpados de Molly, el resto de su
cuerpo haciéndose eco de la sensación. Brady siguió moviéndose, y el éxtasis siguió y
siguió hasta que ella había sido completamente agotada.

Con un gemido, Brady se puso boca arriba. Trató de tomar a Molly con él, pero
ella se resistió.

—Eso debe doler. —Se sentó a su lado y puso su palma suavemente sobre su
hombro malo.

—No tienes ni idea.

Ella empezó a levantarse.

—Te daré unas pastillas para el dolor.

—Todavía no. —Él suspiró y la tirantez en su rostro se escabulló. Se pasó la


mano buena por su espalda y la metió en su contra—. Estoy bien. No quiero que te
vayas.

Ella mantuvo la cabeza en su bíceps, tratando de no poner demasiada presión


sobre sus hombros, pero no podía detener el seguimiento de su torso. Sus dedos
esbozando cada costilla, flotando sobre sus pezones, tiraron de el poco pelo en el
pecho.

—Yo no voy a ninguna parte, Brady. Nunca lo he hecho.

Brady no podía creer que tanta felicidad pudiera caber dentro de él. Era casi tan
efectiva como un analgésico Demerol. Yacían en silencio, tocando, sintiendo. Siendo.
Había vivido tanto tiempo con su anhelo inmaduro que no se había dado cuenta de lo
oscura y solitaria que era su vida.
—No puedo creer que esperaras por mí —dijo después de un rato—. Durante
todo este tiempo.

Ella se acercó más y cubrió su brazo a través de su torso.

—Yo no lo hice, de verdad.

Frunció el ceño.

—¿Qué quieres decir?

Su risa puso un amortiguador de inmediato a sus celos.

—Quiero decir, tuve novios. Incluso se me propusieron una vez.

—¿En serio? —No podía girar su cuerpo, por lo que giró la cabeza para mirarla.
Ella pareció darse cuenta de que no era cómodo y subió a descansar el mentón en la
mano en el pecho—. Nunca me dijiste.

—Fue cuando estaba en Europa. Él era el francés. Dulce, talentoso y


apasionado. Pero... —Sus pestañas revolotearon hacia abajo para ocultar sus ojos—.
No eras tú.

—¿Ves? Esperabas por mí.

—Bien, si quieres verlo de esa manera. —Ella lo besó en la piel, enviando ondas
de calor a través de él—. ¿Qué hacemos ahora?

Él dejó escapar un suspiro gruñendo.

—No lo sé. Supongo que hablamos de ello. —Vivía en DC, ella vivía en Boston.
Tenían opciones, pero sería una compensación no importa qué—. ¿Quieres estar en
SIEGE? —le preguntó.

Ella se encogió de hombros. Sus pechos se balancearon contra él, animando


una parte totalmente ilesa de su anatomía.

—¿Tú sí?

Se había olvidado la pregunta.

—Lo resolveremos. —Él la dejó arriba sobre su cuerpo—. Tenemos asuntos


más urgentes ahora.

Ella a horcajadas sobre él y se sentó, sonriendo.

—¿Qué?

Sus rizos rebotaron cuando sacudió la cabeza.

—Nada. Sólo... Te amo. Y nunca pensé que podría ser tan feliz.

—Yo tampoco. —Alzó la mano para acunar la parte trasera de su cuello y tirar
de ella para darle un beso—. Vamos a ver cuán más brillante el futuro puede ser.

Para el registro: mucho muy brillante.


Traducido por Estephania
Corregido por Eneritz

Brady soltó una maldición cuando la caja de decoraciones se resbaló y perdió el


control de la puerta de atrás, la cual le golpeó la mano. Ya cansado por estar peleando
con las cosas del garaje, se abrió paso hacia la casa y arrastró la pesada y polvorienta
caja por el pasillo hacia la sala de estar.

Saludado por risas, se detuvo en la entrada. Su madre, Jessica y Molly, estaban


paradas junto al árbol, enredadas en tantas decoraciones de palomitas como las que
tenía el árbol, y en medio de tantas risas nadie tenía la habilidad de terminar con el
desastre.

Chris estaba sentado en el sillón sonriendo, y su padre estaba parado en una


escalera junto al árbol, observándolos a todos.

—Podrías ayudarnos —dijo Jessica a su esposo, agachándose y girando


mientras Molly levantaba una tira de las decoraciones.

—Aún me estoy recuperando —dijo Chris, pero esa excusa había dejado de
funcionar desde hacía ocho meses cuando salió de la terapia física.

—Yo lo tengo —dijo Brady, mientras dejaba la caja en el suelo y se acercaba a


ayudar, obteniendo un par de tijeras en el camino, que con tres cortes liberó. Cuando
las mujeres se quejaron él se encogió de hombros—. No tengo idea de qué querían
hacer, pero no podemos tener palomitas en el árbol, Della intentaría sacarlas y
comerlas.

Donna hizo una mueca.

—Como si la fuéramos a dejar sola con el árbol, ¿ahora donde…? ¡oh!, ¡ahí está!
—vio la caja que él trajo a la sala—. Molly, ven aquí. ¿Recuerdas esas horribles
decoraciones que tú y los niños hicieron en segundo año? Toma, Rick. —Le entregó un
ángel aplastado a su esposo, que a su vez dudando lo colocó en la parte de arriba del
árbol y bajó la escalera

—Se supone que eso se pone al final —dijo Chris, alejando su cerveza del
camino acercó a Jessica y la sentó en sus piernas

Brady sintió los ojos de su esposa clavados en él y se dio cuenta de que estaba
sonriendo, la vio a los ojos y se sintió aliviado al notar que reflejaba gratitud y cariño,
tomó su cerveza de la mesa y se acercó a Molly, tomándola de la cintura y besándola
en la frente.

—¿Estás bien?

—Bien, ¿tú? —ella vio a su hermano y a la mujer que gastó muchos años
idolatrando.

—Perfecto.

Molly rio y le pellizcó el cachete

—En serio, Moll, lo estoy. Estoy feliz de que estés feliz y yo estoy más feliz —
cerró sus ojos y la besó en la boca, había estado comiendo las palomitas, tragó, y
sonrieron mientras se besaban, cuando él alzó la mirada descubrió a sus padres
observándolos, su madre sorbió y regresó a su caja, pasando un dedo debajo de su ojo.

—Estas cosas traen recuerdos —y empezó a contar una historia sobre un


caballito de madera que encontró, Jessica era la única poniéndole atención, pero su
madre no lo notó.

Brady fue con Molly a la esquina entre el árbol y la pared. Las luces
alumbraban su rostro, bailando en sus ojos, la besó de nuevo, esta vez por más tiempo,
derramando amor en ella, los brazos de Molly se apretaron contra su cuello y presionó
su cuerpo contra el suyo.
Algo era diferente, detuvo el beso e hizo una mueca, ella le sonrió, una sonrisa
tan conocedora que él supo instantáneamente por qué su abdomen era tan fuerte. Su
boca se abrió con sorpresa.

Antes de que pudiera decir algo, alguien dijo detrás de ellos:

—¡Ugh!, no enfrente de la niña.

Volteó a tiempo para ver a Shae caminar con Della, su media hermana entre
brazos, la bebé de seis meses y medio balbuceó con el mismo tono de asco, lo cual hizo
que se riera. Shae dejó a la bebé con Chris y Jessica y se fue con su abuela, sacando
cosas de las cajas y haciendo preguntas que Brandy sabía que mantendría ocupada a su
madre por horas.

Volvió a ver a Molly.

—¿Estás embarazada? —intentó susurrarlo, pero su emoción era tanta que su


mente empezó a recordar, a buscar pistas. No había probado su rompope, no había
notado náuseas en la mañana, y no había estado cansada de más, no más de lo que un
viaje de tres horas desde Boston lo haría normalmente, su apetito había estado bien.
Esa mañana había comido una docena de panqueques, bueno, probablemente eso era
una pista.

Notó que Molly no le había contestado. Lo estaba observando, perdida en sus


pensamientos, obviamente entretenida.

—¿Y bien?

—Sí, la prueba salió positiva esta mañana.

—¿Y no me dijiste? —eso salió más fuerte, y las conversaciones detrás de ellos
se apagaron, estuvo a punto de gritar las noticias, pero Molly lo tomó del brazo y lo
jaló a la cocina.
—Pensarán que peleamos —dijo Bradley—. ¿Te quieres sentar? —jaló un banco

—Déjalo —Molly le golpeó la mano y se recargó en la mesa, ella no tuvo


problema al mantener su voz baja— no te atrevas a empezar con esa mierda de
inválidos, aún te puedo golpear.

Él sonrió, ella podía, pero eso era porque sus entrenamientos semanales se
transformaban en sexo sobre el tapete siempre que él iba ganando.

—¿Por qué no les puedo decir?

—Quiero hacerlo mañana, tengo un regalo para tu madre.

Él hizo una mueca.

—¿Para qué se ponga histérica y lo grabemos para America’s funniest home


videos?

—Algo así.

—Bien, si eso es lo que quieres.

—Lo es —cruzó sus brazos y lo observó de lado—. Y… ¿qué es lo que piensas?

Brady no le dio su respuesta inmediata, la cual consistía en cargarla y dar


vueltas, pensó en el año que había pasado, el más feliz de su vida, en año nuevo
celebrarían su aniversario de un año, su madre no se había opuesto a su ceremonia civil
por el juez de paz local, no después del carrusel de la supuesta muerte de Chris y el
tiroteo, él no quería esperar y Molly dijo que lo encarcelaría antes de que cambiara de
opinión de nuevo.

Los efectos colaterales de los arrestos habían sido masivos, SIEGE casi había
cerrado por completo, mientras que el comité de vigilancia llamó a todos sus agentes,
contactos, informantes, transportistas y productores e intentaron determinar quién
trabajaba con Ellison y Aldus. Hubo muchos arrestos y bastantes despidos, y al final, la
compañía había empezado de nuevo con una reputación manchada y una nueva
generación de líderes que incluían a Chris y a Dix. Brady había escogido cambiar de
trabajo a informante y quedarse en Boston, así Molly podría mantener su posición
como contacto y mantener su tienda abierta.

Hubo una gran reunión familiar, y los padres de Brady por fin terminaron de
guardar secretos, se retiraron del trabajo de campo cuando los chicos eran jóvenes,
pero Rick guardó sus conexiones y amigos. Eventualmente regresó a ayudar al comité
de vigilancia y aprendió que sus hijos habían sido reclutados, él mismo recomendó a
Molly.

Dix no había sido el único sospechoso de todas esas misiones siendo asignadas,
pero el padre de Brady admitió el estar cegado por amistad y el estar viendo en la
dirección equivocada, el padre de Dix no estaba entrometido, lo cual Dix agradeció,
pero los viejos se retiraron, jugando al chivo expiatorio para el gobierno en un intento
de aliviar el camino de la compañía.

Ignorando lo difícil de su vida profesional, Brady y Molly se acoplaron a su vida


personal de una manera fácil, todos los días con ella fueron un regalo, y Brady aún
tenía que tomarlo por sentado, un bebé distorsionaría eso, pero también completaría
sus vidas.

—No estoy listo para compartirte —admitió mientras le robaba otro beso—.
Dame unos… siete meses y medio —un lloriqueo en la sala interrumpió su oración.

Molly rio.

—Exactamente siete meses y medio —suspiró—. Estaba preocupada de que


creyeras que era muy pronto.

Brady la jaló hacia él y descansó su cabeza sobre su rizado cabello.

—No, está bien. —El lloriqueo regresó, esta vez aumentando—. Vamos,
subamos antes de que nos la intenten pasar.
La siguió hasta su vieja habitación, donde le enseñó exactamente lo feliz que
estaba.

La mañana siguiente Shae despertó a todos con desayuno en la cama, corrió de


cuarto a cuarto, apresurando a todos por terminar su desayuno y bajar para abrir los
regalos.

Cuando el suelo era invisible a causa del papel para envolver y después de que
todos dijeron «ooooh» o «aaaah» por sus regalos, Molly sacó un presente largo
envuelto en dorado de abajo del árbol y se lo dio a su suegra.

Brady sabía que ese no sería el espectáculo típico de America’s funniest home
videos, su madre miró a Molly con intensidad y volteó a ver a Brady, pero su
anticipación se transformó en confusión cuando quitó el lazo y vio un folder de misión
adentro.

—¿Qué es esto? —leyó los números encima del folder y se encogió de


hombros—. ¿Nos estás diciendo que te dieron un aumento?

Molly sonrió y se sentó en las rodillas de Brady, cuando le sujetó la mano le


dolió hasta los huesos.

—Nope.

Donna abrió el folder, Rick se paró y caminó hasta detrás del sillón para leer
silenciosamente, rieron juntos después de un momento y leyeron la información en
alto. Cuando terminaron Donna estaba llorando, Rick estaba fingiendo no hacerlo, y
Chris estaba haciendo lo que Brady quiso hacer la noche anterior al enterarse.

—¿Qué? —Jessica le quitó un moño a Della justo antes de que se lo pusiera en


la boca, hizo una mueca a Shae, quien bailaba en medio del piso—. No lo entiendo.

Brady dejó a su esposa un momento, fue a ayudar a Jessica a pararse y le dijo:


—Tendremos un bebé —la observó cuidadosamente, había cambiado mucho
desde Della, encontrándose a sí misma y mejorándose, era menos dependiente y
necesitada, y más condescendiente y amable, pero cada cierto tiempo Brady notaba
una pizca de esos sentimientos que había confesado durante esa antigua navidad, y él
se preguntaba cómo en algún momento pudo haber preferido a Jessica sobre Molly,
pero él era un estúpido escocés, a ellos a veces les costaba trabajo entender las cosas.

Jessica sonrió y lo felicitó con un abrazo.

—Estoy tan feliz por ustedes —habló con sinceridad y Brady se relajó.

Volvió con Molly y se paró detrás de ella, agarrándola por la cintura y poniendo
su barbilla sobre su hombro, observando a su familia, intentó tragar saliva, fue difícil,
observó a sus padres en el sillón, hablándole a Della del primo que pronto tendría,
Shae de casi dieciséis, diciendo lo alegre que estaba de que hicieran eso antes de que
fuera a la universidad, Jessica sentada con Christopher, haciendo un brindis por su
hermano al otro lado de la sala, y Molly y él bebe en los brazos de Brady, les había
costado mucho trabajo llegar ahí, pero lo habían logrado, y él pasaría toda su vida
disfrutándolo.
Natalie J. Damschroder es una autora
galardonada de romance contemporáneo y
paranormal, con énfasis en la aventura romántica.

Natalie creció en Massachusetts, y ama a los


Patriots de Nueva Inglaterra más que nada.
(Excepto su familia. Y la escritura y la lectura. Y
las palomitas de maíz.) Cuando no está
escribiendo, ellaes editora freelance y trabaja
medio tiempo como asistente quiropráctica. Ella y
su esposo tienen dos hijos que han bautizado
como "los anti-adolescentes," uno de los cuales es
también novelista. (El otro prefiere matemáticas.
Chico inteligente. Práctico.)
http://thefallenangels.activoforo.com/forum

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