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Atrás del rodar incesante del balón se esconden miles de historias y pasiones.
Muchas subrepticias, otras emotivas o simpáticas, algunas relacionadas con la fe, lo
esotérico y lo místico. Y hay un puñado de anécdotas que reflejan fielmente la
convivencia del deporte más popular con la vida política. Es una pena, pero es así.
El Mundial de fútbol se transformó en el evento deportivo más grande del planeta,
junto a los Juegos Olímpicos. Negarlo es de obtuso. Este acontecimiento acarrea
todas las aristas imaginables, de índole comercial, económica, cultural, deportivo,
etcétera. Pero el comienzo fue una experiencia muy lejana y distinta a la de hoy
día.
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El fraude italiano para obtener la copa comenzó mucho antes del torneo. Aquí, por
primera vez, jugadores de otras naciones comenzaron a desempeñarse en otros
equipos que no eran su país de origen. Y los argentinos fueron protagonistas. Italia
le ganó 4-0 a Grecia en Milán por las eliminatorias, pero ilícitamente. En aquel
entonces, un jugador debía tener una residencia mínima de 3 años en el país al cual
iba a representar, y un periodo similar desde la última vez con su anterior equipo
nacional. Los argentinos Luis Monti y Luis Guaita, y el brasileño Amphiloquio
Marques, no cumplían con los requisitos. Sin embargo, las mismas reglas si se
aplicaron al húngaro Iuliu Baratki, que no fue habilitado para participar por
Rumania. Otros argentinos si cumplían con las reglas y participaron legalmente,
como Raimundo Orsi y Atilio de María.
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centro de la ciudad para cancelar el encuentro. Las presiones del fascismo italiano
fueron evidentes. Las delegaciones españolas y austriacas se quejaron
abiertamente una vez abandonado el país sobre las actuaciones sumamente
parciales de los árbitros que llevaron adelante sus encuentros contra la escuadra
local.
La cuarta Copa del Mundo debía realizarse en 1942 en Alemania, pero los
caprichos bélicos de Hitler obligaban a postergar la fiesta del fútbol hasta
1950, en Brasil. Argentina renunció a participar de las eliminatorias. Un rumor
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marcaba que el entonces presidente Perón no quiso enviar al plantel por las
diferencias políticas con el país carioca. Otros marcan las fuertes trifulcas que se
generaban entre ambos equipos en los encuentros disputados años anteriores
como una excusa para ausentarse.
Para el repechaje del mundial de Alemania 1974, Chile debía enfrentar a la Unión
Soviética. En épocas de Guerra Fría, la confederación comunista repudió el
derrocamiento del gobierno democrático del socialista Salvador Allende a manos de
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Un coche bomba estalló en una central de prensa frente al Teatro Municipal San
Martín. Fue el único hecho de violencia conocido durante el Mundial. Las
agrupaciones guerrilleras hicieron una tregua durante el mes que duró el certamen.
Montoneros interfirió un par de veces las transmisiones televisivas para enviar
comunicados de su jefe, Mario Firmenich, oculto en Europa. En una conferencia de
prensa luego de la final, Videla pronunció palabras proselitistas para los medios, y
resultó llamativo el pedido de autógrafos por parte de muchos cronistas.
Cuatro años más tarde, en España 82, el fútbol pudo más que la guerra. Nunca
antes dos naciones involucradas en un conflicto bélico habían participado del
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Referencias
- Las anécdotas que se difunden en esta nota fueron extraídas del libro "Historias
insólitas de los mundiales de fútbol", de Luciano Wernicke, Editorial Planeta, 2010.
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